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El género policial

Este género surge a mediados del siglo XIX, con el desarrollo de las ciudades, la prensa,
la industria, el Estado moderno y el auge del racionalismo. Además, el nacimiento de la
multitud (las grandes masas poblacionales concentradas en las ciudades) posibilitó el
anonimato, rasgo típico del crimen moderno.
Algunas características de los relatos policiales son:
La trama basada en un crimen: El misterio ante el hecho de un crimen es lo que
impulsa la historia. También son comunes otros delitos como robos y hurtos. Debe ser
una historia creíble con la que el lector pueda conectar.
El héroe: El personaje más destacado suele ser el detective o persona que logra resolver
el misterio del crimen.
El sospechoso: Es el personaje que alimenta el suspenso y la intriga durante el relato.
Las pistas falsas. Son recursos que se utilizan para persuadir al lector, de modo que no
pueda resolver el misterio de manera rápida y continúe leyendo la historia.
El criminal: Es el personaje esencial que suele ser muy inteligente y astuto, pero que
pasa desapercibido hasta llegar al desenlace del relato.

Informantes e indicios
En los textos ficcionales podemos encontrar informantes e indicios. Los informantes
son datos a partir de los cuales el lector conoce características sobre los personajes, el
espacio y el tiempo en el que suceden los hechos. Los indicios, por otro lado, presentan
información menos explícita: el lector debe realizar inferencias para comprender qué
datos sobre la historia están aportando. En los textos policiales, los indicios e
informantes son fundamentales para que el lector activo pueda seguir la trama y la
resolución del misterio.

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