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El Maquillaje Del Diablo

Mi nombre es Víctor, soy un recóndito artesano en el distrito Rojo de la


Ciudad de Neverwinter, comencé a vivir aquí por que era el lugar mas cómodo que
podía pagar con mis bajos ingresos, tengo ansiedad ante las personas desconocidas así
que me abstengo de darme a conocer aunque eso sea malo para el negocio...sufrí por
mucho tiempo de coulrofobia, lo que me generó esta reclusión social, todo esto
empezó desde que tenía 7 u 8 años, esta maldición si es que se le puede llamar así, me
aquejaba todo el tiempo, sobre todo por las noches.
Cuando apagaba las velas de mi habitación era como si entrara en la más terrorífica de
las pesadillas, porque lo que me aterraba aparecía, todavía sucede hasta el día de hoy,
aunque esporádicamente.
Mi cuarto se transformaba en su territorio y yo en el intruso que era atormentado
noche tras noche, de una manera que no es tan fácil describir, por lo atroz que se
volvía, era un miedo paralizante que me consumía, que me ha estado consumiendo
desde entonces, a través de los años.
Antes me daba horror tener este trastorno, en la actualidad tengo 25 años, ahora trato
de disimular el pánico que me produce, de lo que les hablo es el terror que les tengo a
los payasos, específicamente a uno en especial, pero lo difícil para mí es que nadie lo
sabe.
Todo comenzó un día que me llevaron a una fiesta de cumpleaños, de uno de mis
compañeros de la escuela albergue de Phandalin, como soy hijo único siempre estoy
solo, mis padres trabajan sin cesar durante el día, recuerdo que esa vez mi madre me
dejó con el resto de los niños para que viera el número de un payaso que animaba la
fiesta, este le dijo a los padres de mi amigo, que trabajaba en un circo nómade que
juste estaba pasando por La Gran Carretera del Bosque, y que algunos se separaban de
la caravana cuando esta descansaba, para recolectar algo de plata o comida a cambio
de entretenimiento, no obstante, no tengo seguro de como se dio cuenta, de la fiesta de
cumpleaños de un niño, de padres de campo en un pueblo remoto.
No puedo olvidar, la primera vez que lo vi, apareció de improvisto, su cara era
blanca, con una expresión de desagrado, congelada en su rostro, tenía el cabello verde
con rojo y desmarañado, una mirada perversa, su sonrisa era una mueca que me daba
miedo, cuando miré sus pies me di cuenta de que eran desproporcionados en
comparación con el resto de su cuerpo.
Tenía un perturbador tono de voz, como nunca había escuchado, a parte reía a
carcajadas de una manera burlona, la mayor parte de las veces lo hacía sin motivo
aparente, cuando dejaba ver sus dientes estos eran sucios y chuecos.
Mirarlo me tenía pasmado, también me parecía rara su extraña vestimenta, tal vez
para todos los demás era solo un payaso, pero para mí que era la primera vez que veía
algo así, fue perturbador.
Muchas veces volteó a verme enseñándome los dientes, luego sonreía de una manera
horrible, dentro de su rutina decía que se llevaba a los niños que se portaban mal, para
después comérselos en su casa.
Todos reían con los disparates que ese payaso decía, los cuales a mi no me causaban
ninguna gracia, quizá porque ni entendía su comedia, pero también porque estaba
desconcertado por su extraña apariencia.
En ocasiones se acercaba a los niños para olerlos, según él, quería saber quién se
había bañado, todo lo hacía más en tono de burla que de broma, pero ahora sé que lo
hacía para oler quien le tenía miedo.
Cuando terminó su actuación, dijo que se llevaría a uno de nosotros como pago por su
trabajo, me llené de horror cuando caminó hacia a mí, al tomar mi mano quise gritar,
pero era tanto el miedo que no podía hacerlo, sentí que abrí los ojos de más y no podía
respirar.
Dio un jalón brusco para cargarme con un brazo...

- Noooo, noooo, suélteme por favor!!! - Dije mientras yo pataleaba


intentando zafarme, al mismo tiempo escuchaba como todos en la fiesta se reían, el
payaso aquel salió de la casa, yo sentía que me llevaba entre sus garras, no sabía cómo
liberarme, me imaginaba que si lograba llevarme me iba a comer a mordidas, casi
podía sentir el dolor que eso me provocaría.
Cuando estuvimos parados frente a su carruaje escuché a mi madre,

Dijo ella, buscándome


por la otra entrada de la casa, pues al parecer todos se habían sumado a la “broma” de
que ese payaso me llevara consigo.
- MAMIIIIIII!!!!! - en ese momento solté el grito más aterrador que jamás
había hecho, el payaso me bajó y mi madre llegó para abrazarme, él sacó una paleta
de su carruaje, me la ofreció, le dijo a mi madre que era porque yo le había ayudado
en su show.

Sí agarré la paleta, pero se la aventé en la cara, mientras le gritaba que se largara, mi


madre que no sabía lo que había pasado, me reprendió por mi actitud

- obligándome a pedirle perdón a ese miserable payaso.

Antes de retirarse se acercó hasta mi oído, me dijo de un tono macabro que nunca me
podría librar de él, que estaría presente dentro de mi cabeza, en mis más terribles
pesadillas.
Mi madre me hablaba para que nos fuéramos, pero yo estaba tieso por el miedo que
tenía, un miedo que me acompañó desde ese día.
Por una o 2 semanas estuve muy mal, tenía pesadillas todas las noches con ese payaso,
en ellas lo miraba sacando una lengua que le llegaba hasta el estómago, cuando
sonreía se le hacia una boca descomunal, con 2 o 3 hileras de pequeños y filosos
dientes, de los cuales le escurría sangre.
Tan sólo de verlo no importaba que fuera un sueño, despertaba con calentura, se me
iba el apetito, pero además empecé a tenerle pavor a las personas desconocidas y por
supuesto un miedo aterrador a los payasos.
Mi padre, un hombre educado a la antigua, le molestaba mucho mi actitud, un día
muy desesperado me llevó al centro de la ciudad de Neverwinter, donde había visto a
un payaso, según él para que dé una vez por todas se me quitara el miedo, para mi
terrible desgracia, cuando llegamos me di cuenta de que era el mismo espantoso
payaso que había intentado llevarme, que al verme me reconoció de inmediato.

Sin dejar de mirarme caminó hacia mí, quise correr, pero mi padre me detuvo.
- Vas a ser un hombrecito y te vas a quedar aquí, o me vas a empezar a tener
miedo a mi. - Me dijo fríamente.
Pero era como ver a un mismo diablo, su siniestra figura me produjo el peor de
los escalofríos, apreté tan fuerte los dientes que se escuchó como rechinaron.
Al ver mi reacción sonrió de una manera ofensiva, pareciera que gozaba con mi temor,
me preguntó si me acordaba de él, estando frente a mí pude oler su aliento repulsivo,
mientras reía me dijo que le gustaba mucho mi miedo, que un día iba a saber a lo que
sabía mi carne.
Empecé a temblar, sin poder contenerme mojé mi pantalón del miedo, mi padre nunca
hizo nada por ayudarme, al contrario, cuando regresamos a casa, venia molesto,
diciendo que estaba decepcionado de mí.

- Jamas me sentí tan humillado como el día de hoy, mi único hijo,


temblando como una rata, si un día debes salir por tu cuenta al bosque, morirías
con el primer goblin que intentara robarte, ese hombre solo trataba de agradarte
con su gracia...hablaremos con tu madre al llegar a casa. - dijo con aspecto serio sin
dirigirme si quiera la mirada, solo esa fría mirada en el camino y los caballos, esa
mirada de siempre.
- Si...pa..si, papá - Dije con la voz entrecortada y decidí solo ceder ante la
presión, no quería tener mas problemas, y que me regañen, al menos en ese momento,
fue una huida de ese diablo.

A partir de esa noche, cada que apagaba las velas de mi cuarto sentía una mala
presencia, sabía que ese payaso diabólico estaba escondido ahí, tal vez en el armario,
u quizá de bajo de mi cama.
Empecé a tener ataques de pánico, me sudaban mucho las manos, además me
temblaba todo el cuerpo, después de unos días, ya no era solo sentir esa presencia lo
que me aterraba, también escuchaba su espeluznante risa, a veces dentro de mi cuarto,
otras veces dentro de mí cabeza.
Primero corría a contarles a mis padres lo que escuchaba, pero dejé de hacerlo porque
nunca me creyeron, me empecé a sentir solo frente a esa situación.
Me llenaba de terror cuando el sol se ocultaba, ahí empezaba mi martirio, porque
sabía que pronto me mandarían acostar, ya estando en mi cuarto lo primero que
percibía era un olor asqueroso que perturbaba mi mente, porque eso me decía que él
estaba ahí.
Algo espantoso fue el primer día que me habló, estaba dormido cuando entre sueños
escuché su diabólica voz decir mi nombre, tardé segundos en reaccionar, cuando lo
hice súbitamente desperté, empecé a buscarlo con la mirada, sabía que en caso de
encontrarlo sería lo peor, gracias a los Dioses no sucedió sí.
Hasta ese momento todavía cabía la posibilidad que todo lo imaginaba por la terrible
experiencia que había vivido, o también podría ser parte de mis recurrentes pesadillas,
aunque, todo se veía tan real.
Empecé a bajar de peso, porque no comía, casi no dormía, me pasaba las noches
escuchando ruidos, risas y voces en mi cuarto, cuando parecía que eso era lo más
aterrador que podía vivir, pasó lo inimaginable, miré por primera vez a
ese diabólico payaso.

Esa fue la primera vez que experimenté el verdadero terror, recuerdo que esa
noche no podía dormir, me encontraba sentado en mi cama mirando para el armario,
porque de ahí salía una espeluznante risa, yo temeroso no podía apartar mi vista de ahí.
De pronto se escuchó el rechinar de una de las puertas, empecé a respirar con
dificultad, - cuando he contado esto me preguntan -, porque no corría o les hablaba
a mis padres, pero es que no podía hacerlo, además mis padres seguían sin creer todo
lo que yo veía y escuchaba, porque ellos no miraban nada.

- Decía mi
madre cada vez que acudía a ella, sus palabras y caricias ya no me tranquilizaban.

Una noche, cuando la puerta se abrió unos centímetros más, miré con horror
como se asomó la cara blanca de ese payaso, empezando a reír de una manera
aterradora, quería cerrar los ojos, pero me daba miedo perderlo de vista.
Me parecía que su cabeza estaba deforme, con sus pómulos muy marcados, una nariz
bastante aplastada, con enormes orejas, ocultos entre sus cabellos de colores le salían
2 puntas, pareciera que tenía cuernos.
Intentaba gritar, pero no me salía ningún sonido, luego empezó a sacar la lengua
constantemente, a veces se saboreaba haciendo un ruido inquietante, sin dejar de
mirarme, dijo mi nombre.
Esa vez hice un gran esfuerzo, como pude me salí de ahí, fui a contarles a mis padres
todo lo que me pasaba, mi papá molesto me llevó de regreso a mi cuarto, frente a mí
abrió el armario de par en par para que viera que no había nadie.
- PAPÁ! MAMÁ! ESTA AQUI! Por favor esta vez, tienen que creerme! -
Grite, entrando bruscamente en su alcoba.
- Esto ya es el colmo! Vamos! Te demostraré que no hay nada! Ya me estoy
cansando de todo esto! - Dijo mi padre molesto, cansado y desarreglado por despertar
a altas horas de la madrugada, como pudo, se puso su calzado, tomo un candelabro y
fuimos a mi habitación.
Para mi sorpresa ahí estaba el payaso, parado, mirándome burlonamente, mi padre
actuaba como si no lo mirara, después de cerrar las puertas me obligó asomarme
debajo de la cama.
Temblaba de miedo pero aún así lo hice, sin que se diera cuenta mi padre cerré los
ojos mientras me agachaba, cuando me levanté los abrí, le dije que no había nada.
- Y bien? Ya esta?! Te dije que no había nada. - dijo ordenándome que me
durmiera, luego apagó las velas y cerró la puerta, esa noche la pasé tapado hasta la
cabeza escuchando a ese payaso como se reía de mí, de una manera grotesca.
Muchas veces me pregunté cómo era posible que mis padres no la escucharan, lo
hacía de una manera escandalosa, tanto que me dolía la cabeza al escucharla.
Hubo un escalofriante momento que sentí como alguien se sentaba en la cama, a un
lado mío, escuchaba su respiración, pero trataba de calmarme porque no quería gritar
ni llorar, sabía que era eso lo que quería ese payaso, torturarme psicológicamente para
respirar mi miedo.
Pasaron días, quizá semanas, la situación en lugar de mejorar era peor cada vez, vivía
asustado, además me despertaba gritando todas las noches, por eso mis papás
decidieron llevarme con un medico maestre pasajero de Waterdeep que pasaba de
camino por el poblado, para que me estudiara mi situación.

- Aaaahhg, pero que tenemos aqui? A ver niño, explícame con tus palabras,
esto que dice tus padres es cierto?
- ....eemm....a....em si - Dije dudoso de mis propias palabras para no quedar
como un loco mas.
- Ajam. ¿Y hace cuanto que empezó todo esto? -Dijo mientras me revisaba, el
pulso en mi cuello y veía rutinariamente mi cabeza, supongo que no me creía...al igual
que todos, el veía a un loco.
- Desde hace casi un año...y cada noche...
- Tuviste algún encuentro con este supuesto payaso, para que todo esto
comenzara?
- Si, en una fiesta de cumpleaños de un amigo...era la supuesta atracción, el
entretenimiento de la fiesta para todos...
- Tu madre dice que tuviste un altercado con el¿Podrías aclararme que paso?

Luego de comentarle todo lo que paso, el maestre, el cual nunca me dijo su


nombre...salio de la habitación y fue directo a hablar con mis padres. Yo me asome a
la puerta e intente oír pobremente lo que decían.
- Señor y Señora Iladis, lo que su hijo tiene no es mas que una fobia, una
fobia ya estudiada y poco común. Es aún común en zonas de gran cantidad de
personas como una capital, donde eventos o circos montan espectáculos que
algunas personas, en especial a niños, lamento decirlo así, pero es probable que si
no afronta sus miedos pronto, el trauma nunca parará...
En ese tiempo ignoraba lo que tenía, fue la primera vez que escuche la palabra
coulrofobia, en esa ocasión oí al maestre decir que el problema no era tan serio, todo
residía en que yo veía al payaso como algo terrorífico y no como algo divertido, que
si lograba cambiar eso podría mejorar.
Aunque yo sentía que no era solo eso, había algo demoníaco, una cosa era tenerles
miedo a los payasos, otra muy diferente era que se apareciera por las noches en mi
cuarto, para atormentarme.
Con el paso del tiempo empecé a perder la realidad, cuando hablaba con algún
compañero de la escuela, con un maestro o más preocupante aún, estando hablando
con alguno de mis padres, estos sufrían distorsión de los rasgos, de repente se
transformaban en aquel horrible payaso, haciéndome gritar de terror.
De nuevo me llevaron con especialistas, porque ya no sabía qué hacer, me daba
mucho miedo salir, tampoco en casa estaba seguro, porque ese payaso se me seguía
apareciendo por las noches.
Para los médicos maestres podría tener algo llamado esquizofrenia paranoide, pero
también podría tratarse de una fobia, de un trastorno o desequilibrio mental, para mí
lo que tenía era miedo, me producía terror ese payaso, porque estaba seguro de que
debajo de todo ese maquillaje se ocultaba un diablo.
Como pasaba el tiempo sin tener mejoría, mis padres temían que estuviera perdiendo
la razón, les aterraba la idea de tener que internarme en un templo o un recinto que
tratase la salud mental, y por ello buscaron diferentes opciones.
Una de ellas, fue que me llevaron con un curandero del templo de Selunne en la
ciudad de Neverwinter para descartar la posibilidad que estuviera embrujado o
maldito, cuando entramos a su casa, no dejaba de mirarme, mis padres le explicaron
lo que me pasaba, ese señor se puso a escuchar mi corazón, después se paró frente a
mí, metió sus dedos dentro de mis oídos, al mismo tiempo me revisaba la cabeza.
Después de hacerme una limpia, les dijo a mis padres que no tenía ningún embrujo,
aunque pareciera que algo maligno habitaba dentro de mi cabeza, porque mi espíritu
estaba alterado, podría ser una energía negativa en la Urdimbre, que no tenía nada que
ver con brujería.
Le platicaron de mi fobia a los payasos, comentó, que esto era mucho más aterrador,
no siempre me estaba imaginando las cosas, lo que veía era real, solo que él nada
podía hacer para ayudarme...
Salimos del Templo del curandero, prácticamente igual, sin saber lo que tenía, en su
desesperación mis padres también me llevaron a que me leyeran el aura, para ver lo
que había dentro de mí, ya urgía descubrir que era lo que me estaba pasando, que
energías se movían en mi interior, una extraña mujer en el distrito Rojo nos atendió
dijo que el color de mi aura era el negro, ya no nos dijo más, les sugirió a mis padres
que me llevaran a otra parte.
Visitamos varias personas que practicaban diferentes artes, ninguna pudo ayudarme,
aunque todas coincidieron que si existía algo malo dentro de mí.
Después de saber todo lo que les dijeron que tenía, mis padres tomaron como última
opción llevarme con un sacerdote Clérigo, para que me bendijera, también lo llevaron
a la casa y roció el agua bendita por todas partes especialmente en mi cuarto al
parecer tratando de que algo saliera o hiciera acto de presencia.
Lejos de terminar todo lo malo, lo empeoró, porque lo que hicimos enfureció al
diabólico payaso, los sucesos paranormales como escuchar ruidos o voces se
incrementaron, esta vez comenzó a secretar moho de las ventanas, y a liberar un olor
nauseabundo a excremento, azufre y descomposición desde el armario de mi
habitación.
El Clérigo Rectus, nos ordeno no entrar a la habitación, podíamos ver desde fuera de
la puerta, pero no pasar el limite que nos separaba pues nos dijo que el “demonio”
estaba aqui y ahora, que era solo cuestión de tiempo a que se canse de estar retenido y
hambriento, pues al parecer..el se alimentaba de mi miedo, noche tras noche, y se
entretenía con mi lento descenso hacia la locura, comento que los demonios disfrutan
sembrar el caos y mas aún con lo preciado de la sociedad...los niños.
Días y noches pasaron, pero una noche fue diferente, el demonio emitió un chirrido,
como el de un cerdo siendo torturado, mis padres cayeron al suelo del dolor de oídos
por la agudeza del sonido, yo por otro lado quede atónito por el miedo pues presentó
como realmente era..un demonio grotesco, una corpulenta mezcla de mono y jabalí, el
doble de alto que mi padre y el clérigo quien era el único que estaba ahí parado ahora
con una espada y un escudo empuñados con una mirada centrada y obstaculizando al
demonio frente a nosotros, el demonio ahora con una sonrisa macabra se empezó a
quitar el maquillaje con sus horribles manos, poco a poco, dejando al descubierto la
aterradora figura del demonio, yo sentía que estaba solo, indefenso y muerto de miedo,
pero Rectus me tomo del hombro y volví en mi, aun estaba en mi habitación, de noche,
mis padres desmayados detrás de mi y con un clérigo que repetía constantemente que
tome un frasco de agua bendita que tenia en su mano, yo oía su voz y a pesar de que
lo tenia en frente, lo escuchaba tan distante, como si una obscuridad macabra me
jalara hacia abajo del piso, el clérigo no aguanto mas, y me mojo con su ultimo frasco
de agua bendita, ahora yo, escuchándolo con normalidad, me di cuenta de que quería
que huyera a la ciudad a buscar ayuda, que acudiera al gremio y solicitara ayuda
urgente...
Dificilmente movi mis piernas, pero para mi sorpresa, el demonio ya no estaba
delante del clérigo, cuando el aparto la mirada para sacarme de mi trance, el demonio
desapareció y reapareció con mis padres en el suelo, tomando sus cuellos con cada
mano, sonrió y pregunto con una voz que retumbaba en mi cabeza...-¿quien quieres
que coma primero?¿quien crees que sepa mejor? - en eso, Rectus me empujo hacia
la salida con fuerza, gritándome, que no escuchase nada! Que solo corriera, hacia el
gremio como pudiera, intente huir pero el demonio comenzó a seguirme, con mis
padres en cada brazo, y la boca abierta con su lengua fuera para intentar devorarme
pero el clérigo se interpuso entre nosotros y logre salir de mi casa, mientras me
alejaba oía los gritos del clérigo batallando solo, los chirridos del demonio, los
lamentos de mi padre y el llanto de mi madre.
Corría, corría y corría por todo el bosque de noche, ocultándome como me enseñaron
mis padres y por el camino que me enseño mi madre, hacia la ciudad. Agotado, sucio,
exhausto y herido llegue pobremente a las puertas de la ciudad en donde caí rendido e
inconsciente.
Cuando desperté en medio de la noche, estaba parado frente a mí, tan cerca como
nunca, el ahora actual alguacil Albatros, en ese entonces no existían los capas blancas,
pero el recorría la ciudad para inspirar confianza a los nuevos pobladores que se
mudaban a la ciudad. Asustado y agitado le explique como pude todo lo que sucedió,
y el de inmediato salio de la habitación del templo en donde ahora yo descansaba en
una cama, le dio ordenes a un guardia para que yo no saliera de ahí, y sin decirme
nada se fue en un abrir y cerrar de ojos del lugar.
Ya a la mañana siguiente, recibí noticias...noticias de que mi hogar estaba incendiado
para cuando Albatros llego, mis padres fueron brutalmente asesinados por el demonio,
pero Rectus..encontraron su cuerpo, crucificado...en el techo de mi ahora ruinoso
hogar, con su cuerpo ultrajado y modificado como una burla a su integridad y misión
pues su piel era ahora color café ahora ya no estaba en sus cuencas, con muchas
cicatrices en la cara y en el cuello, no tenía cuero cabelludo, sin cejas, ni bigote, toda
la boca por dentro incluyendo los dientes fueron quemados al rojo vivo con un asador
de la chimenea, dicen que poseía una expresión de dolor y agonía en su rostros pero
que el demonio modifico su cara con sangre, haciéndolo parecer ahora..como a un
payaso pero además tenía cuernos, pues le incrusto ramas en su cráneo, para luego
desaparecer del lugar...dejando...todo como una especie de mensaje, pues escribió con
sangre en el armario ya quemado de mi habitación...”feliz cumpleaños, mi querido
amigo, Victor”.
No recuerdo más, todo hace suponer que perdí el sentido, apenas me lo contaron todo
porque al día siguiente cuando desperté estaba en el suelo, con moretones en varias
partes del cuerpo, como si ese demonio me hubiera castigado.
Para mi desgracia todo siguió igual, esa misma noche se me apareció ese diablo, con
su maquillaje de payaso, ya no reía, ni siquiera se burlaba, tenía marcado en su rostro
una mueca de desagrado y desprecio, como culpándome por lo sucedido, yo ya no
entendía nada, como un demonio podía presentarse aqui en el templo? Decidí verlo
con atención y vi que llevaba ahora, en su cuello un colgante de plata que tenia Rectus
en su cuello, pues era la insignia del templo, pero ahora estaba deformado, derretido y
quemado, el Demonio, reía mientras lo acariciaba con recelo, sonrió, y desapareció
sin mas, y las campanas del templo, comenzaron a resonar, en medio de todo esto, aun
sin ser la hora para el campanario, las hizo sonar tres veces, alertando a algunos a
levantarse y venir a mi habitación, pues era el único que estaba en el templo pero no
era verdaderamente de allí, los Vicarios, ahora sin un sacerdote, pues el fallecimiento
reciente de Rectus los dejo sin uno, me miraban sin verme a los ojos, y con una
expresión rota, dijeron en una voz baja, que esa era mi ultima noche allí, pues
pensaban que yo traía al mal y no me querían cerca, si su clérigo no pudo conmigo,
pues ellos no tenia la fe, como para intentarlo...desde entonces no han hablado mas
del tema...y dijeron a sus fieles que el campanario ahora emitía tres campanazos a esa
hora, a las 3 de la mañana los Viernes, para adular a la Diosa de la Luna, y nunca mas,
nadie volvió a preguntar del tema.
Solamente me faltaba una cosa, irme de allí, para cuando recobre fuerzas, le di la
espalda a la fe de los dioses, y me fui a estar solo. Desde ese entonces rebusque mi
vida como pude con todo lo que me enseño mi padre sobre Artesanías y me fui al
lugar en donde la religión no tuviera lugar, donde la gente pensara que los dioses no
hacían otra cosa que divertirse con el sufrimiento de los mortales y donde el sonar de
las campanas no fuera capaz de oírse, me fui al distrito Rojo, el lugar mas peligroso
de la ciudad pero para mi, el mas tranquilo que tuve hace tanto tiempo...
No se como, ni cuando, ni por que un demonio tomo lugar en este plano, tampoco es
que me importe a estas alturas, pero las cicatrices físicas, emocionales y psicológicas
que me genero, estarán para siempre conmigo, me mantengo ajeno a todo lo referido
con demonios y brujería, aunque una vez oí algo acerca de rituales para invocar
demonios, sobre unos brujos o una secta, que residía en el bosque, en lo profundo y
oscuro, que eran nómadas y se movían constantemente, puede ser que uno de sus
rituales saliera mal y ese demonio se les escapo...como también puede ser que haya
salido bien y solo querían sembrar caos, sea como sea, no me cabe duda que ese
demonio ahora yace en nuestro plano material y que ahora, muy posiblemente, viva
en el pleno campanario del templo iglesia, de la ciudad. Yo, me mantendre alejado de
ella mientras viva...y quiera seguir viviendo...

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