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Antes de retirarse se acercó hasta mi oído, me dijo de un tono macabro que nunca me
podría librar de él, que estaría presente dentro de mi cabeza, en mis más terribles
pesadillas.
Mi madre me hablaba para que nos fuéramos, pero yo estaba tieso por el miedo que
tenía, un miedo que me acompañó desde ese día.
Por una o 2 semanas estuve muy mal, tenía pesadillas todas las noches con ese payaso,
en ellas lo miraba sacando una lengua que le llegaba hasta el estómago, cuando
sonreía se le hacia una boca descomunal, con 2 o 3 hileras de pequeños y filosos
dientes, de los cuales le escurría sangre.
Tan sólo de verlo no importaba que fuera un sueño, despertaba con calentura, se me
iba el apetito, pero además empecé a tenerle pavor a las personas desconocidas y por
supuesto un miedo aterrador a los payasos.
Mi padre, un hombre educado a la antigua, le molestaba mucho mi actitud, un día
muy desesperado me llevó al centro de la ciudad de Neverwinter, donde había visto a
un payaso, según él para que dé una vez por todas se me quitara el miedo, para mi
terrible desgracia, cuando llegamos me di cuenta de que era el mismo espantoso
payaso que había intentado llevarme, que al verme me reconoció de inmediato.
Sin dejar de mirarme caminó hacia mí, quise correr, pero mi padre me detuvo.
- Vas a ser un hombrecito y te vas a quedar aquí, o me vas a empezar a tener
miedo a mi. - Me dijo fríamente.
Pero era como ver a un mismo diablo, su siniestra figura me produjo el peor de
los escalofríos, apreté tan fuerte los dientes que se escuchó como rechinaron.
Al ver mi reacción sonrió de una manera ofensiva, pareciera que gozaba con mi temor,
me preguntó si me acordaba de él, estando frente a mí pude oler su aliento repulsivo,
mientras reía me dijo que le gustaba mucho mi miedo, que un día iba a saber a lo que
sabía mi carne.
Empecé a temblar, sin poder contenerme mojé mi pantalón del miedo, mi padre nunca
hizo nada por ayudarme, al contrario, cuando regresamos a casa, venia molesto,
diciendo que estaba decepcionado de mí.
A partir de esa noche, cada que apagaba las velas de mi cuarto sentía una mala
presencia, sabía que ese payaso diabólico estaba escondido ahí, tal vez en el armario,
u quizá de bajo de mi cama.
Empecé a tener ataques de pánico, me sudaban mucho las manos, además me
temblaba todo el cuerpo, después de unos días, ya no era solo sentir esa presencia lo
que me aterraba, también escuchaba su espeluznante risa, a veces dentro de mi cuarto,
otras veces dentro de mí cabeza.
Primero corría a contarles a mis padres lo que escuchaba, pero dejé de hacerlo porque
nunca me creyeron, me empecé a sentir solo frente a esa situación.
Me llenaba de terror cuando el sol se ocultaba, ahí empezaba mi martirio, porque
sabía que pronto me mandarían acostar, ya estando en mi cuarto lo primero que
percibía era un olor asqueroso que perturbaba mi mente, porque eso me decía que él
estaba ahí.
Algo espantoso fue el primer día que me habló, estaba dormido cuando entre sueños
escuché su diabólica voz decir mi nombre, tardé segundos en reaccionar, cuando lo
hice súbitamente desperté, empecé a buscarlo con la mirada, sabía que en caso de
encontrarlo sería lo peor, gracias a los Dioses no sucedió sí.
Hasta ese momento todavía cabía la posibilidad que todo lo imaginaba por la terrible
experiencia que había vivido, o también podría ser parte de mis recurrentes pesadillas,
aunque, todo se veía tan real.
Empecé a bajar de peso, porque no comía, casi no dormía, me pasaba las noches
escuchando ruidos, risas y voces en mi cuarto, cuando parecía que eso era lo más
aterrador que podía vivir, pasó lo inimaginable, miré por primera vez a
ese diabólico payaso.
Esa fue la primera vez que experimenté el verdadero terror, recuerdo que esa
noche no podía dormir, me encontraba sentado en mi cama mirando para el armario,
porque de ahí salía una espeluznante risa, yo temeroso no podía apartar mi vista de ahí.
De pronto se escuchó el rechinar de una de las puertas, empecé a respirar con
dificultad, - cuando he contado esto me preguntan -, porque no corría o les hablaba
a mis padres, pero es que no podía hacerlo, además mis padres seguían sin creer todo
lo que yo veía y escuchaba, porque ellos no miraban nada.
- Decía mi
madre cada vez que acudía a ella, sus palabras y caricias ya no me tranquilizaban.
Una noche, cuando la puerta se abrió unos centímetros más, miré con horror
como se asomó la cara blanca de ese payaso, empezando a reír de una manera
aterradora, quería cerrar los ojos, pero me daba miedo perderlo de vista.
Me parecía que su cabeza estaba deforme, con sus pómulos muy marcados, una nariz
bastante aplastada, con enormes orejas, ocultos entre sus cabellos de colores le salían
2 puntas, pareciera que tenía cuernos.
Intentaba gritar, pero no me salía ningún sonido, luego empezó a sacar la lengua
constantemente, a veces se saboreaba haciendo un ruido inquietante, sin dejar de
mirarme, dijo mi nombre.
Esa vez hice un gran esfuerzo, como pude me salí de ahí, fui a contarles a mis padres
todo lo que me pasaba, mi papá molesto me llevó de regreso a mi cuarto, frente a mí
abrió el armario de par en par para que viera que no había nadie.
- PAPÁ! MAMÁ! ESTA AQUI! Por favor esta vez, tienen que creerme! -
Grite, entrando bruscamente en su alcoba.
- Esto ya es el colmo! Vamos! Te demostraré que no hay nada! Ya me estoy
cansando de todo esto! - Dijo mi padre molesto, cansado y desarreglado por despertar
a altas horas de la madrugada, como pudo, se puso su calzado, tomo un candelabro y
fuimos a mi habitación.
Para mi sorpresa ahí estaba el payaso, parado, mirándome burlonamente, mi padre
actuaba como si no lo mirara, después de cerrar las puertas me obligó asomarme
debajo de la cama.
Temblaba de miedo pero aún así lo hice, sin que se diera cuenta mi padre cerré los
ojos mientras me agachaba, cuando me levanté los abrí, le dije que no había nada.
- Y bien? Ya esta?! Te dije que no había nada. - dijo ordenándome que me
durmiera, luego apagó las velas y cerró la puerta, esa noche la pasé tapado hasta la
cabeza escuchando a ese payaso como se reía de mí, de una manera grotesca.
Muchas veces me pregunté cómo era posible que mis padres no la escucharan, lo
hacía de una manera escandalosa, tanto que me dolía la cabeza al escucharla.
Hubo un escalofriante momento que sentí como alguien se sentaba en la cama, a un
lado mío, escuchaba su respiración, pero trataba de calmarme porque no quería gritar
ni llorar, sabía que era eso lo que quería ese payaso, torturarme psicológicamente para
respirar mi miedo.
Pasaron días, quizá semanas, la situación en lugar de mejorar era peor cada vez, vivía
asustado, además me despertaba gritando todas las noches, por eso mis papás
decidieron llevarme con un medico maestre pasajero de Waterdeep que pasaba de
camino por el poblado, para que me estudiara mi situación.
- Aaaahhg, pero que tenemos aqui? A ver niño, explícame con tus palabras,
esto que dice tus padres es cierto?
- ....eemm....a....em si - Dije dudoso de mis propias palabras para no quedar
como un loco mas.
- Ajam. ¿Y hace cuanto que empezó todo esto? -Dijo mientras me revisaba, el
pulso en mi cuello y veía rutinariamente mi cabeza, supongo que no me creía...al igual
que todos, el veía a un loco.
- Desde hace casi un año...y cada noche...
- Tuviste algún encuentro con este supuesto payaso, para que todo esto
comenzara?
- Si, en una fiesta de cumpleaños de un amigo...era la supuesta atracción, el
entretenimiento de la fiesta para todos...
- Tu madre dice que tuviste un altercado con el¿Podrías aclararme que paso?