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Aunque algo bajos de estatura, los indios taínos eran de cuerpos bien
formados y piel color cobriza. Fueron gentes lampiñas, de cara ancha, con
pómulos muy pronunciados, labios un poco gruesos y de muy buena
dentadura.
Tenían el pelo negro, grueso y muy lacio, cortándoselo por encima de las
cejas y también atrás, a diferencia de los macorixes y ciguayos quienes
llevaban el pelo largo atándoselo atrás con una redecilla a la que
insertaban plumas de “papagayos” (Temnotrogon roseigaster) y cotorras
(Amazona ventralis).
Potiza acorazonada
Actividades productivas
Agricultura
Los taínos llamaban conuco al lugar destinado a los sembradíos,
empleando como técnicas agrícolas la siembra en montículos y el sistema
de roza o tala y quema del bosque. En los montículos o montones,
formados por túmulos circulares de tierra suelta, se desarrollan mejor las
raíces tuberosas como la yuca (Manihot esculenta) y los ajes y las batatas
(Ipomoea batatas), mientras que el sistema de roza fue utilizado,
principalmente, para la siembra de maíz (Zea mays), el cual plantaban en
época de luna llena al creer que así se garantizaban el crecimiento de la
planta.
Los taínos aprovecharon, igualmente, los ciclos de lluvia para dar inicio a
sus siembras y en la fase final de su evolución ya empeaban ciertos tipos
de regadíos o acequias donde eran necesarios por la aridez de la tierra.
Con la fricción de ciertas leñas los taínos obtenían el fuego, con el que
cocinaban muchos de sus alimentos, cocían la cerámica y derribaban
grandes árboles para preparar sus sembradíos o conucos y confeccionar
las canoas.
Las hachas más típicas en la cultura taína son las petaloides, nombre dado
por semejarse a pétalos de flores, pero hubieron otros tipos de hachas,
como las hachas de cuello y los buriles, siendo algunas de ellas de uso
manual, mientras que las de mayor tamaño se ataban al extremo de un
mazo de madera.
La caza
Para la caza de las aves y otros animales, tales como quemíes, curíes,
hutías, iguanas, caimanes, etc. utilizaron, al igual que para la pesa, el arco
y la flecha, en cuyo uso eran muy diestros los indios, además de las
lancetas arrojadas con propulsores y numerosas formas de trampas.
Los corrales, como sistema de pesca, hechos con hileras formadas por
estacas de madera o caña y bejucos, fueron utilizados en algunas áreas
por los taínos, principalmente en los mares tranquilos y poco profundos.
La vivienda
Los poblados taínos eran llamados yucayeques y sus unidades
habitacionales fueron los bohíos y caneyes, fabricados de postes de
madera que enterraban en el suelo y de cañas sujetadas por bejucos con
techos de hojas de palma o paja, dejando en lo alto un respiradero
recubierto por un caballete, para la salida del aire y del humo de las brasas
que siempre mantenían dentro de las casas. Un solo bohío podía albergar
a varias familias, ya que era frecuente entre los taínos que las hijas
casadas vivieran en las casas de sus padres.
Cemí Opiyelguobirán: “El cual dicen que tiene cuatro pies, como de perro,
y es de madera, y que muchas veces por la noche salía de casa y se iba a la selva.” (Fray Ramón Pané)
Arte taíno
El arte de los taínos, conceptual y a la vez, utilitario, refleja antes de nada,
su visión mágico-religiosa del mundo. Sus obras de arte están
representadas por una vasta gama de objetos de uso personal y
doméstico, y, en particular, por un rico repertorio ceremonial. La variedad y
cantidad de estos objetos, trabajosamente elaborados (recordemos que no
disponían de instrumentos metálicos) en los más diversos materiales
obtenibles en su ambiente o derivados de su comercio, constituyen la
muestra más fehaciente de su innata inclinación artística.
Entre los objetos más destacados del arte taíno están los destinados al
culto de los cemíes, como los ídolos tallados en piedra y madera, los
artefactos rituales de la cohoba, junto a ciertos instrumentos musicales
como las maracas monóxilas (de una sola pieza de madera).
Por su parte, los elaborados aros monolíticos (de una piedra) y las piedras
acodadas, empleados posiblemente en el juego de la pelota, así como los
vasos efigies cerámicos, de notable interés iconográfico, son igualmente
valiosos exponentes de la pericia artística alcanzada por estos aborígenes
en el logro de sus ejecuciones en piedra, concha, barro, hueso y sobre
todo en la dura madera del guayacán (Guaiacum officinale) y la caoba
(Swietenia mahagoni).
Los taínos creían que después de muertos los hombres iban a un lugar
sagrado llamado Coaybay y que sus espíritus, llamados opías, estaban
recluídos durante el día y en la noche salían de manera placentera a
comer del fruto de la guayaba (Psidium guajava).
Entre los cemíes mas aceptados estaban las “piedras de tres puntas” o
trigonolitos, relacionadas con sus rituales propiciatorios de la fecundidad,
tales como la productividad de los conucos y la reproducción del género
humano.
El trigonolito es una pieza sumamente especializada en cuanto al área en
la cual se ha encontrado hasta el momento con mayor frecuencia. La costa
este de La Española y las costas del oeste de Puerto Rico han sido los
lugares donde se han encontrado en cantidades apreciables estas piezas.
El ritual de la cohoba
Entre los taínos, la principal ceremonia religiosa fue la cohoba en la cual,
mediante la inhalación de unos polvos alucinógenos, el cacique o behique
entraba en un estado de trance creyendo comunicarse con sus dioses o
espíritus a los que invocaba pidiendo ayuda y protección.
El tabaco
El tabaco ocupó un sitial muy importante en la sociedad taína, asociándolo
a sus ceremonias rituales y a sus prácticas mágico-curativas.
Para ello, en las proximidades de sus casas, cultivaron con esmero las
plantas de tabaco (Nicotiana tabacum) cuyas hojas secaban para hacer
unos rolletes alargados que los indios fumaban constantemente.
El juego de pelota
Cinturón monolítico
De mármol
Los indios de la Española, Puerto Rico y las demás Antillas fueron muy
aficionados al juego de la pelota, utilizando para ello una pelota de goma
posiblemente extraída del copey (Clusia rosea), la cual sorprendió a los
españoles quienes desconocían la existencia de la goma.
El areíto
Una ceremonia ritual de suma importancia para el taíno lo constituía el
areito, que era una expresión musical de cantos y danzas,
complementada con recitaciones de hechos y hazañas ocurridas en
tiempos antepasados. El areito se considera el signo más avanzado dentro
de todas las expresiones culturales del pueblo taíno. Por lo regular lo
practicaban en plazas ceremoniales que los españoles llamaron “corrales”
y era dirigido por una persona principal. (Vea Centro Ceremonial Indigena
de Tibes, Ponce, Puerto Rico.)
Prácticas funerarias
En lo relativo a la muerte, no existía una unidad ritual, por lo cual las
ceremonias funerarias respondían a diferentes formas. Lo único que
unificaba los ritos y ceremonias de enterramiento era la creencia en un
mundo supraterrenal o de ultratumba, por lo que los muertos eran
enterrados con sus pertenencias esenciales para que en el más allá
reconciliaran la vida personal con la vida material.