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Daniel 11 33
Desde los versículos 2 al 32 las profecías de Daniel, en este capítulo 11, han descrito la historia de Israel,
Egipto y Siria a la perfección desde el año 323 a.c. hasta el 166 a.c.
Pero en este versículo 33 se pierde el orden cronológico porque aquí correspondería describir las
victorias de Judas Macabeo, después de la persecución de Antíoco IV y su "abominación desoladora"
descrito en el versículo 31 y la rebelión donde actuará y se esforzará Matatías del versículo 32.
Este versículo 33 dice:
Los más inteligentes del pueblo enseñarán a muchos, pero caerán a espada o serán quemados, o
desterrados, o despojados de sus bienes, durante algún tiempo.
Es decir, que olímpicamente se salta la historia de los macabeos para hacer un resumen de la historia de
Israel para los próximos 2190 años.
LA TOMA DE JERUSALÉN POR POMPEYO EN EL 63 A.C.
Antes de su partida para Oriente, Pompeyo era el personaje más prestigioso del Estado, pero los
inmensos servicios que había prestado después tal vez no habían aumentado aquel prestigio tanto como
habría merecido la importancia de las conquistas y de las anexiones llevadas a cabo por él en Asia: Siria
(en el 64), pacificación de Palestina y toma de Jerusalén (durante el verano del 63), creación de las
provincias de Bitinia y de Siria, influencia romana extendida sobre Armenia, y consolidada en la
Capadocia y en la Comágene.
Historia universal siglo XXI, vol 07, El Mundo Mediterraneo en La Edad Antigua, vol III La formación del
Imperio Romano
EL INICIO DEL ODIO ROMANO CONTRA LOS JUDÍOS DESDE EL 63 A.C.
Pompeyo y luego Julio Cesar, dispensaron de todo deber público que pudiera significar un conflicto con
la religión judía. Mientras que esto les daba la posibilidad de llevar una vida plenamente judía, les
ocasionaba también, por supuesto, cierta impopularidad entre los distintos sectores de la población que
tenían que tomar sobre sí la carga que aquellos (judíos) rechazaban (costo del gobierno local,
manutención de templos, juegos y diversiones públicas).
Historia del Pueblo Judio, James Parkes
PRIMEROS DESTIERROS EN EL IMPERIO ROMANO DEL 19 AL 49
El Cesar Tiberio expulsó judíos en el año 19, porque imprudentemente habían admitido como conversa a
una dama noble, y cuatro mil hombres se mandaron a las minas de Sardinia. Fueron echados
nuevamente en 49, debido a desórdenes surgidos por "un tal Chrestus", y muy bien puede haberse
tratado de riñas entre los que aceptaban y los que rechazaban las exigencias cristianas.
Historia del Pueblo Judio, James Parkes
REVUELTAS DE LOS JUDÍOS DEL 64 AL 70
La codicia y violencia de Gesio Floro, provocaron a todos los sectores de la población judía, y su única
respuesta a las protestas más naturales eran nuevas matanzas. En los dos años de su gobierno (64 - 66)
llevó al pueblo a la exasperación, de tal manera que los extremistas se apoderaron del templo e
impidieron el sacrificio diario ofrecido a favor del emperador. Esto era un acto de franca rebelión.
Floro había matado a una inocente delegación de dirigentes moderados. Los extremistas acaudillados
por un tal Eleazar, tomaron el templo y sus proximidades, mientras otro bando al mando de Menajem,
hijo de Judas de Galilea, asaltó repentinamente Masada. Ésta era la más poderosa y austral de las
grandes fortalezas de Herodes, donde estaban acumuladas grandes cantidades de armas y provisiones.
Ambos caudillos rebeldes tuvieron éxitos inmediatos. Masada cayó, y Eleazar pudo no sólo defender el
templo, sino atacar y capturar la fortaleza Antonia que lo dominaba. Las fuerzas romanas se retiraron al
palacio Herediano por la puerta de Jafa. En ese punto Menajem llegó a Jerusalén, pero Eleazar lo
aprehendió alevosamente, lo torturó y lo mató, a él y muchos de sus secuaces, iniciando así la horrorosa
guerra intestina que deflagrara una y otra vez e hiciera más espantosa aún la larga resistencia contra
Roma. El palacio cayó en manos de los rebeldes, que mataron a todos los soldados. Por venganza, los

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habitantes gentiles de Cesárea, entre los cuales se habían reclutado las tropas, mataron a toda la
población judía de la ciudad. La rebelión estalló en todo el país, y judíos y gentiles rivalizaron en el
salvajismo de sus acciones. El humo de las ciudades en llamas ennegrecía el cielo de Judea y Galilea.
Como las fuerzas del procurador habían fracasado completamente en restablecer el orden, el legado de
Siria se puso en marcha hacia el sur con un ejército de 30.000 hombres. Pero, luego de éxitos iniciales en
Galilea, tardó tanto en avanzar contra Jerusalén que le sorprendió el invierno y tuvo que retirarse,
sufriendo una desastrosa derrota en las angostas cañadas que van de Jerusalén a la llanura marítima. Los
rebeldes aprovecharon el invierno para reorganizarse y planificar una administración que abarcara todo
el país. Josefo se encargó de Galilea, Eleazar de Idumea, mientras que consejeros más moderados
gobernaron en Jerusalén. Pero en febrero del año 67 se mandó a Judea a un soldado experimentado en
la persona de Vespasiano. Pacificó a Galilea en primavera, tomando prisionero a Josefo al caer su cuartel
general en Jotapata. El principal adversario de Josefo en Galilea había sido un bribón de nombre Juan de
Gischala quien lamentablemente escapó, con una pandilla de salteadores, a Jerusalén. Allí reavivó todos
los horrores de la guerra civil.
Vespasiano pasó los siguientes doce meses restaurando la autoridad romana en todo el país, y estaba
listo para marchar contra Jerusalén en el verano del 68, cuando el suicidio del emperador Nerón atrajo
su atención hacia otros asuntos. No había sucesión determinada, y cuatro comandantes militares
trataron de llegar al poder. En junio del año 69 estaba claro que Vespasiano se había conquistado la
aceptación general, pero con un imperio entre manos ya no podía dirigir la guerra en Judea. Confió esta
tarea a su hijo, Tito, quien pasó el resto del año reclutando una fuerza de aproximadamente 65.000
hombres. Mientras tanto, en Jerusalén y sus alrededores, la atroz violencia entre los extremistas iba en
aumento, y en las reyertas entre Juan de Gischala y sus rivales, gran cantidad de las preciosas existencias
de cereales se quemaron.
Historia del Pueblo Judio, James Parkes
DESTRUCCIÓN DE JERUSALÉN DEL AÑO 70
Finalmente, el 10 de mayo del año 70, la ciudad quedó cercada. Tito se acercó desde el norte, donde
había tres murallas, todas defendidas. Además, los judíos tenían tantos túneles y salidas secretas a
través de los riscos de piedra caliza sobre los cuales se levanta la ciudad, que estaban siempre en
condiciones de quemar o destruir las máquinas de los atacantes o de traer provisiones desde afuera.
Pero Tito consiguió llegar ante los muros mismos del templo e hizo una última llamada a los defensores
para que se rindieran. Éstos se negaron, pero aun así Tito trató de salvar de la destrucción el santuario
mismo. Era, en fin de cuentas, el edificio más famoso en toda la parte oriental del imperio de su padre.
Pero su esfuerzo era en vano, y el 29 de agosto el templo se incendió y fue saqueado. Pero aún
quedaban nidos de resistencia entre las ruinas, y sólo el 26 de septiembre, después de un sitio de 139
días, el ejército romano tenía ocupada toda la ciudad.
Tres fortalezas se mantenían aún; sólo el 16 de abril de 73, los últimos humeantes rescoldos de la
rebelión quedaron extinguidos con la captura de Masada sobre el Mar Muerto. Las grandes obras de
sitio construidas por los romanos todavía se ven en el desierto de Judea, formidable recuerdo de un sitio
que duró dos años. Jerusalén quedó en ruinas, con excepción del campamento de una legión. Miles de
judíos fueron vendidos como esclavos en todo el imperio, por lo cual surgieron inesperadamente varias
nuevas comunidades judías. Porque los judíos eran malos esclavos y sus amos solían venderles la
libertad por una suma. Contentos de deshacerse de un esclavo cuya religión le prohibía hacer tantas
cosas.
Historia del Pueblo Judio, James Parkes
NUEVA REVUELTA JUDÍA DEL SIGLO II
A principios del siglo II, se dio una situación muy confusa, pero carecemos de un historiador comparable
a Josefo para explicárnosla. El desarrollo más probable de los acontecimientos parece haber sido éste:
hacia el final de su reinado, el emperador Trajano (98 - 117) llevó a cabo una invasión del imperio parto.

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Cuando hubo cruzado el Eufrates, los judíos de Babilonia, viendo un ejército romano a su alcance, se
levantaron a sus espaldas en venganza de la destrucción de Jerusalén y del templo. Al mismo tiempo,
llamaron a otras comunidades en el imperio romano a unirse al levantamiento, y algunas lo hicieron,
asaltando a sus vecinos no judíos y produciendo una orgía de sangre en distintas partes del imperio,
antes que se estableciera la paz.
Historia del Pueblo Judio, James Parkes
AELIA CAPITOLINA REEMPLAZA A JERUSALÉN
A Trajano le sucedió Adriano (117 - 38), quien retiró las fuerzas romanas del área conquistada por su
predecesor hacia una línea que dejaba a los judíos de Babilonia fuera del dominio romano. Parece que
además trató de pacificar a los judíos del imperio con la promesa de permitirles reconstruir Jerusalén.
No es seguro si tenía la intención de reedificar el templo, pero finalmente fue un templo romano,
dedicado a Júpiter, lo que proyectó levantar en ese lugar. Esto, naturalmente, enfureció a los judíos, y
nuevos disturbios estuvieron a punto de estallar. Convencido de que el verdadero enemigo era el
judaísmo y que las minorías judías serían inagotables fuentes de engorro hasta que se suprimiera su
religión, Adriano prohibió precipitadamente la circuncisión y cualquier práctica judía.
El resultado fue, por supuesto, una mayor inquietud, y la base evidentemente religiosa del acto de
opresión dejó a los rabís, como se había empezado a llamar a los sucesores de los fariseos, en dudas con
respecto al deber de rebelión. Su anciano dirigente, Akiba, que tenía a la sazón más de noventa años,
parece haber sido, según algunos, el centro de la revuelta, y por lo menos en una ocasión vitoreó a su
jefe militar, Bar Kojba, como mesías. Parece improbable que haya hecho más. Pero el pueblo volvió a
sublevarse con desesperada resistencia. Igual que antes, la topografía del país posibilitó, en un principio,
una serie de victorias sobre fuerzas romanas locales, pero los rebeldes fueron rechazados gradualmente
hacia la única fortaleza de Betar, ahora Bitir, al suroeste de Jerusalén. Allí se mantuvieron por dos años.
Con su destrucción final, los nombres de Judea y Jerusalén se borraron de la lengua romana. El país
recibio el nombre de Palestina, y Aelia Capitolina, vedada a todo judío, se elevó como ciudad romana.
Sobre las ruinas de Jerusalén. Muchos judíos huyeron a Babilonia, y Galilea (más que el sur) se convirtió
en el centro principal de los que se quedaron.
Historia del Pueblo Judio, James Parkes

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