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JOHN DEWEY
Comentario
Biografía
163
164 John Dewey
Enel siglo XIX hubo intensísimo interés por la antigúedad clásica —fue la
época de las grandes expediciones arqueológicas a Grecia, Italia y el antiguo
Oriente (lo que es hoy Medio Oriente— comparable a la ola de entusiasmo por
todo lo clásico que quedó plasmada en mucho de la arquitectura del siglo, y
por lo mismo también en la educación. Hubo además otro resurgimiento de
los estudios clásicos (tras los del Renacimiento y de la Reforma): .el griego y
el latín dominaban los planes de estudio, hasta el grado de que la mayor parte
de las universidades europeas y norteamericanas los exigían como requisito de
ingreso y con frecuencia constituían asignaturas obligatorias para obtener el
título de bachiller, grado que a la vez era prerrequisito para otros títulos. Fue
también este clima intelectual el que condujo, por otra parte, a un resur-
gimiento en Alemania de la filosofía griega, con una modalidad platónica e
idealista, que recibió su exposición más principal en las enseñanzas de George
Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831), de manera importante en la Universidad
de Berlín, entre 1818 y la muerte de éste. Hs una filosofía difícil de explicar
en breve espacio, pero sus principios generales se derivan de la tesis metafísica
de la prioridad del Ser puro (donde se manifiesta la afinidad con la idea del
Bien de Platón) sobre la existencia física; pero con la nueva noción de que ese
Ser no es algo estático sino que continuamente se va desenvolviendo, mediante
un proceso dialéctico, hasta alcanzar estadios siempre superiores. Esa filosofía
servía de explicación del progreso de la civilización por la unidad del Estado,
y sostenía que el apogeo y decadencia de los Estados se debía ala operación
de una dialéctica histórica inevitable. Esta filosofía hegeliana conocida como
idealismo absoluto y que se fundaba en la obra monumental anterior de
Emmanuel Kant, dominó el pensamiento decimonónico, de manera particular
en religion. En Inglaterra fue propugnada principalmente por F. H. Bradley, y
en Norteamérica por cierto número de pensadores, entre los que resaltó
especialmente Josiah Royce. Uno de los resultados de mayor influencia que
tuvo esta teoría fue la asimilación de la misma a la visión histórica en Carlos
Marx.
Comentario 165
¿Qué, de hecho, ocurría en la mayor parte de las escuelas hacia finales del
siglo XIX? Obviamente es una pregunta que requiere una respuesta muy plena
y compleja, pero por lo general las características principales están claras. No
obstante las ideas de Rousseau y sus seguidores, el modelo tradicional seguía
siendo dominante. La educación, en buena parte, se concebía como el proceso
de la instrucción formal primordialmente en los elementos relacionados con las
letras y con las habilidades vocacionales respectivas y secundariamente como
adquisición de una amplia gamá de conocimientos. Muchos de los reforma-
dores e innovadores en educación ejercían una influencia moderada en casos
>
166 John Dewey
Comentario 167
del carácter moral se imponían desde arriba a partir de una metafísica dudosa,
quizá vacía; el plan de estudios era un conjunto abrumador de conocimientos
_y Un corpus en el peor sentido posible: o sea, del todo inanimado. La entera
] cología del niño como ser humano integral estaba violada; mente y cu po
estaban. separados, como abstracciones, suprimido este último violentamente “si
era necesario. Todo estaba encauzado a que la mente “empollara” vastas
cantidades de fórmulas verbales en su mayoría, disfrazadas de conocimiento,
vacias de contenido real e impuestas por un maestro necesariamente autorita-
rio; todo aparte de cualquier contexto experimental en el que un principio se
hubieran originado. La educación tradicional, según aseveró una y otra vez, era
autoritaria; se fundaba en que el alumno necesariamente tenía que depender
de la mente y voluntad de otro. Bajo tales circunstancias ¿cómo podían los
Jóvenes convertirse en miembros participantes y constructivos de una democra-
cia cuyas metas eran ampliar las potencialidades de buena vida para todo el
mundo? Dewey proporcionó una respuesta que entusiasmó primero a Norte-
américa y luego a gran parte del mundo occidental. Todo el concepto y
práctica de la educación, afirmó, debía cambiar radicalmente.
planes de acción del futuro de acuerdo con un método experimental. Esc libro,
donde se planteó esa doctrina revolucionaria, se convirtió de inmediato en el
centro de interés educativo en todo Norteamérica y estimuló une discusión
tremenda y algunas reacciones acerbas. Prosiguó siendo.un libro influyente
durante los decenios que siguieron y actualmente se sigue imprimiendo.
mal” que “intencional” y en gran parte está dirigido a lograr que el joven
acabe aceptando la moralidad de su sociedad. En este punto, dos son las e
sendas posibles: o bien ver que esa moralidad —en el sentido pleno de modo
de ser de la sociedad— es algo cerrado, fijo e inmutable, o considerarla como
abierta, tentativa y sujeta a revisión, a la luz de la continuada experiencia
social. Sólo este último camino debería ser el admitido en una democracia,
porque tal sistema se basa por definición en las presuposiciones del valor
inalienable y de la dignidad por igual en todas las personas.
eran. Gran parte de la enseñanza escolar era puramente verbal, de manera que
los niños memorizaban las cosas sin saber lo que decían. Dewey reconcció que
la asignatura tenía la' posibilidad, si se usaba adecuadamente, de ampliar el
significado de nuestra experiencia, pero a menudo no era más que una forma
árida y machacona de recitación enciclopédica, que por lo general no tenía
relevancia para las experiencias reales de la vida del individuo.
Actividad es uno de los términos clave de Dewey; es la característica 2
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supervivencia, son parte del orden de la naturaleza, Dewey consideró la vida
como una secuencia continua de retos, punto de vista que se encarecía más en
la época en que le tocó vivir. La ciencia, la tecnología y la industria estaban
brotando, y las verdades de ayer iban siendo sobreseídas rápidamente por los
adelantos de la investigación experimental. Dewey fue claro en su aceptación
de la industria; hemos de procurar la máquina porque es el instrumento por
medio del cual la gente puede quedar liberada de las ocupaciones rutinarias
esclavizantes y puede disfrutar de una vida de actividad creativa y bien
determinada. De aquí derivó otra de sus grandes ideas educativas: la educación
debía estar en consonancia con la sociedad, la que en ese tiempo era una
“democracia industrial en desarrollo. La educación en sí debía. ser_un proceso
democrático de actividad conjunta, guiada por la forma más excelsa de
resolución de problemas jamás ideada: .el método científico. Así, ya en los
años de Chicago, Dewey concebía la escuela como un laboratorio, no como
o. debe alcanzar soluciones genuinas. Así, siguiendo lo que creía que era
el método científico, Dewey planteó una secuencia de cinco estadios del acto
completo del pensamiento. Pensamos, en el sentido pleno de la palabra,
cuando nos vemos retados p problema qué nos estimula a buscarle una
solución. El paso. siguiente recoger datos; inquirir las condiciones que
causan el problema. Luego pensamos una secuencia ordenada de etapas hacia
una solución, o en palabras de científico, construimos una hipótesis y posterior-
mente la comprobamos con la aplicación, la cual, en caso de que rinda una
confirmación, resuelve el problema. Si la hipótesis no se confirma, entonces
volvemos a los datos y empleamos la hipótesis fallida como un elemento más,
a la par que tratamos de estructurar una nueva hipótesis tomando en cuenta
nuestra experiencia anterior, y procedemos como antes. La verdadera ciencia
del laboratorio con frecuencia debe reconstruir hipótesis muchas veces antes
de que lleguen las soluciones finales, y lo mismo vale decir de la vida humana
en general.
En efecto, fue la creencia de que esos y otros muchos términos tienen una
existencia sustantiva la que, en su opinión, había conducido a las malas
características de la educación tradicional. No poseemos una “mente” que
fuera una entidad separada contenida en sí; participamos siempre como perso-
nas que reaccionan de una manera total. No hay facultades abstractas de
inteligencia, interés, atención y disciplina; por el contrario, cuando operamos
en busca de solución científica a los problemas actuamos intel igentemente y
en tal actuación nos comprometemos (o “interesamos”, del latín inter est, o
sea, estar entre el que actúa y la actividad), atendemos y controlamos nuestra
conducta. Por lo mismo, Dewey _creía que. si las escuelas basaran sus activida-
des en la investigación científica desaparecería una buena cantidad de obliga-
ción y coerción,
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Dewey, viviríamos en un mundo acabado. Debemos aceptar cl hecho de que
podemos fracasar y de que nuestras hipótesis pueden ser imperfectas; debemos
BIBLIOGRAFIA SELECTA
importantes en maleria
1938;
NOTAS DE REFERENCIAS
Selecciones
Escuela y sociedad
Capítulo II: La escuela y la vida del niño
Hace algunos años iba mirando las tiendas de suministro escolar de la ciudad para
encontrar pupitres y sillas que parecieran del todo aceptables por cualquier lado
que se mirara — artístico, higiénico y educativo a las necesidades de los niños.
Tuvimos gran dificultad en encontrar lo que necesitábamos, hasta que por fin un
comerciante, más inteligente que los demás, me hizo esta observación: “Me temo
que no encontrará lo que.desea. Usted busca algo que sirva para que trabajen los
niños; y todo esto es para que escuchen”. Esto nos dice cómo es la edu-
cación tradicional. Así como un biólogo puede tomar un hueso
o dos y reconstruir todo el animal, de igual manera, si ponemos el ojo de la
mente en cualquier aula escolar, con sus hileras de feos pupitres en orden
geométrico, abarrotadas de manera que apenas haya lugar para moverse por la
habitación, con todos los pupitres casi del mismo tamaño, con el espacio justo
para sostener libros, lápices y papel, más una mesa, algunas sillas y las paredes
De John Dewey, School and Society, The University of Chicago Press, Chicago y
Londres, Copyrighat 1915 y 1943 by Johm Dewey. Reservados todos los derechos.
Publicado en noviembre de 1899, 2da. edición, agosto de 1915; 21 impresion. 1965.
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Hay poco espacio en el aula tradicional para que el niño trabaje. El taller,
el laboratorio, los materiales, los instrumentos, con que el niño pueda cons-
truir, crear e investigar activamente, e incluso el espacio requerido, por lo
general faltan. Las cosas que tienen que ver con estos procesos no han logrado
un lugar definitivamente reconocido en educación. Son los que las autoridades
en educación que suelen escribir en las páginas editoriales de los periódicos
denominan con el término general de “minucias”. El otro día, una dama me
dijo que había visitado varias .escuelas, para ver si había alguna donde la
actividad por parte de los niños precediera a la impartición del conocimiento
por parte del maestro, donde los niños tuvieran algún motivo para pedir más
conocimientos. Había visitado, según dijo, veinticuatro escuelas antes de en-
contrar el primer caso. He de añadir que no era en esta ciudad.
Otra cosa que nos indican esas aulas, con sus hileras de bancos, es que
todo está dispuesto para contener el mayor número de alumnos posible; para
tratar con ellos en masa, como unidades agregadas, lo que «significa, una vez
más, que deben ser tratados pasivamente. En el momento en que los niños
actúan, se individualizan; cesan de ser una masa convirtiéndose en seres
eternamente distinguibles, con quienes mos topamos cuando estamos fuera de
la escuela, en el hogar, en la familia, en el patio de juego o en el vecinario.
Quizá he exagerado algo para dejar en claro los puntos típicos de la vieja
educación: la pasividad de actitud, el amasamiento mecánico de niños, su
174 John Dewey
Democracia y educación
Capítulo IV: La educación como crecimiento
Las condiciones del crecimiento
Reimpreso con permiso de Macmillan Publishing Co, Inc. de John Dewey, Demo-
cracy and Education, copryright 1916 by Macmillan Publishing Co., Inc; renovada en
1944 por John Dewey.
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por la adultez como un escatillón fijo. Esto hace que fijemos la atención sobre
lo que el niño no tiene y no poseerá hasta que llegue a ser hombre. Este
punto de vista comparativo es legítimo para algunos propósitos, pero si lo
convertimos en definitivo, surge la cuestión de si no nos hacemos culpables de
una presunción arrogante. Si los niños pudieran expresarse sincera y pormeno-
rizadamente, nos dirían otra cosa; y existe una autoridad adulta excelente para
convencernos de que, en lo que se refiere a ciertos propósitos morales e
intelectuales, los adultos han de hacerse niños.
de los demás, se pensaría que se trata de una manera rebuscada de decir que
los demás son maravillosamente atentos con las necesidades de los niños. Pero
la observación demuestra que éstos están dotados de un equipo de primer
orden para el trato social, Pocas personas adultas han conservado toda la
capacidad sensible y sensitiva de los niños para vibrar empáticamente con las
actitudes y acciones de quienes los circundan. La indiferencia ante las cosas
físicas (que comporta la incapacidad de controlarlas) va acompañada por una
intensificación correspondiente del interés y atención a las acciones de la
gente. El mecanismo nativo del niño y sus impulsos tienden a dar respuestas
sociales prontas. La afirmación de que los niños antes de la adolecencia están
autocentrados egoístamente, aun en el caso de que fuera cierta no contradiría
la verdad de tal afirmación. Sólo significaría que su respuesta social se emplea
en beneficio propio, no que esté ausente. Pero en realidad tal afirmación no es
cierta. Los hechos que se aducen en apoyo del supuesto egoísmo puro de los
niños en realidad muestran la intensidad y tino con que van hacia su blanco.
Si las metas que forman dicho blanco parecen estrechas y egoístas a los
adultos, sólo es por que éstos (por medio de un acaparamiento similar en su
época) han logrado dominar esas metas, que por lo consiguiente han cesado de
interesarles. Gran parte del residuo del supuesto egoísmo nativo de los niños
es simplemente un egoísmo que se contrapone al egoísmo de los adultos. A
una persona adulta, demasiado embebebida en sus propios asuntos para intere-
sarse por los problemas de los niños, éstos sin duda le han de parecer
exageradamente concentrados en sus propios asuntos. . Zo
» Desde el punto de vista social, dependencia indica poder más que debili-
dad; implica interdependencia. Existe el peligro de que el incremento de la
independencia personal reduzca la capacidad social del individuo. Cuando la
persona se hace más dueña de sí, se vuelve más autosuficiente, lo que puede
conducir a distanciamiento e indiferencia. Con frecuencia se convierte en un
individuo tan insensible en sus relaciones con los demás que se forma la
ilusión de ser realmente capaz de permanecer y actuar a solas, forma innomi-
nada de desequilibrio a la que haya que atribuir gran parte de los sufrimientos
remediable del mundo.
Comentario 177
mientras que la mayoría de los instintos del infante humano poco sirven tal
como están. Un poder especializado de ajuste garantiza la eficiencia inmediata,
pero al igual que el billete de ferrocarril, sólo es válido para un trayecto. Un
ser que, para usar sus ojos, oídos, manos y piernas, ha de experimentar con
diversas combinaciones de reacciones, logra un control flexible y variado. Un
pollito, por ejemplo, pica adecuadamente un pedazo de comida a las pocas
horas de haber salido del huevo. Esto significa que las coordinaciones bien
definidas de las actividades de los ojos para ver y del cuerpo y la cabeza para
golpear se perfeccionan con unos cuantos intentos. El infante necesita unos
seis meses para poder medir con una exactitud aproximada la acción de
alcanzar, que coordinará con sus actividades visuales; esto es, para poder decir
si puede alcanzar su objeto visto y cómo realizar la acción. Como resultado, el
pollito está limitado por la perfección relativa de su dotación original. El
infante tiene la ventaja de la multitud de reacciones instintivas tentativas y de
las experiencias que las acompañan, incluso aunque temporalmente se halle en
desventaja porque se entrecruzan. Al aprender una acción, en vez de poseerla
ya prefabricada, necesariamente se aprende a variar sus factores, a hacer
combinaciones de los mismos, según cambien las circunstancias. Hay abierta la
posibilidad de un progreso continuo por el hecho de que el aprender un acto
se desarrollan métodos que son válidos para su uso en otras situaciones. Más
importante aún es el hecho de que el ser humano adquiere el hábito de
aprender. Aprende a aprender. ..
podemos insistir en el control del cuerpo a expensas del control del ambiente.
Pensamos en el andar, hablar, tocar el piano, en las capacidades especializadas
y Características del acuarelista, del cirujano, del constructor de puentes, como
si fueran simplemente facilidad, destreza y precisión por parte del organismo. Y
desde luego que lo son; pero la medición del valor de tales cualidades reside en el
control económico y efectivo del ambiente, que ellas garantizan. Para poder ca-
minar se necesita tener a la propia disposición ciertas propiedades de la natura-
leza, y lo mismo hay que decir de los hábitos.
expresa una fase especial del crecimiento, pero es esencial que el ajuste se
entienda en su sentido activo de control de medios para lograr fines. Si
pensamos en el hábito simplemente como un cambio realizado en el -organis-
mo, pasando por alto el hecho de que ese cambio consiste en la capacidad de
efectuar cambios subsiguientes en el ambiente, nos veremos llevados a pensar
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Comentario 179
familiarización con los materiales y equipos a los que se aplica la acción. Hay
un modo bien determinado de entender las situaciones en las que opera el
hábito. Los modos de pensamiento, observación y reflexión entran como
formas de capacidad y de deseo en los hábitos que constituyen al hombre en
ingeniero, arquitecto, médico o comerciante. En las formas no especializadas
de trabajo, los factores intelectuales son mínimos, precisamente porque los
hábitos no son de un grado tan elevado. Pero hay hábitos de juicio y de
razonamiento, lo mismo que de manejo de una herramienta, de pintar un cuadro
o de efectuar un experimento.
D . = . . a
capacidad motriz sin pensamiento acompañante, indica un cerco deliberado del
ambiente sobre el crecimiento.
Hasta aquí hemos tenido poco que decir acerca de educación, en este capi-
tulo. Nos hemos ocupado de las condiciones e implicaciones del crecimiento.
Si nuestras conclusiones se justifican, acarrean sin embargo consecuencias
educativas bien determinadas. Cuando se dice que la educación es desarrollo,
todo depende de cómo se concibe el desarrollo. Nuestra conclusión neta es
que la vida es desarrollo y que el desarrollarse y crecer es vida. Traducido a
equivalentes educativos esto significa, (1) que el proceso educativo no tiene
ningún fin más allá de sí mismo; es su propio fin, y que (GD el proceso
educativo es un continuo reorganizar, reconstruir y transformar.
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Resumen
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ción lo prohíbe Nos interesa más bien el contraste que existe cuando las
metas residen en el mismo proceso en el que operan o cuando son implantadas
desde afuera. Este último estado de cosas es el que aflora cuando las relacio-
nes sociales no están equitativamente balanceadas, pues en tal caso bay
porciones de todo el grupo social que tienen sus metas determinadas por un
dictamen externo; esas metas no provendrán de un crecimiento libre de su
propia experiencia ni sus propósitos nominales serán medios para más metas
ulteriores de otros, en vez de serlo propias. ..
Nada hay de particular respecto a las metas educativas. Son sin más como
metas de cualquier ocupación dirigida. El educador, al igual que el labriego,
debe realizar ciertas faenas, dispone de determinados recursos y se enfrenta a
ciertos obstáculos. Las condiciones en las que trabaja cl agricultor, sean
obstáculos o recursos, poseen su propia estructura y operación, independien-
temente del propósito que él leve. Las semillas germinan, la lluvia cae, el sol
brilla, los insectos devoran, las malas rachas llegan, las estaciones cambian. Su
meta es simplemente emplear esas diversas condiciones, hacer que sus activi-
dades y sus energías operen para un fin común, en vez de que vayan una en
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las disposiciones artísticas del adulto manifiestan de qué son capaces ciertas
tendencias en un niño; si no tuvieramos los logros del adulto careceríamos de
garantías sobre el significado de las actividades del niño, como dibujar,
reproducir, modelar o colorear. Si no fuera por el lenguaje de los adultos, no
podríamos ver qué significado tienen los impulsos a balbucear en la infancia.
Pero una cosa es emplear los logros de los adultos como contexto en el cual
colocar y vigilar las acciones de la infancia y la juventud, y otra plantearlas
como meta fija, sin considerar las actividades concretas de los educandos.
(3) Los educadores deben estar alerta ante las metas que se dan por
generales y definitivas. Toda actividad, por específica que sea, es desde luego
general en sus conexiones ramificadas, puesto que conduce a muchas otras
cosas ajenas. Mientras una idea general nos haga más alertas a esas conexiones,
no podrá ser demasiado general. Pero “general” significa también “abstracto”
o despegado de todo contexto especifico. Y tal abstración significa alejamien-
to, y nos retrotrae, una vez más, a la enseñanza y aprendizaje Como meros
medios de preparación para una meta desconectada de los medios. Que la
educación es literalmente y en todo momento su propia recompensa, significa
que niguna hipótesis, estudio o disciplina será educativa a menos que valga la
pena su propia posesión inmediata. Una meta auténticamente general amplía la
perspectiva; estimula a la persona a tomar en cuenta más consecuencias
(conexiones). Esto significa una observación más amplia y flexible de los
eS
Resumen
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