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INTRODUCCIÓN A LA CIENCIA DE LA

EDUCACIÓN
DOCENTE: MTRO. ERNESTO ALONSO MORALES
JERONIMO
ALUMNA: LUISA FERNANDA RAMOS DE LA CRUZ
MATRICULA: 170094
GRUPO: C006

ENSAYO SOBRE LA EDUCACION COMO


RECONSTRUCCIÓN CONTINUA DE
EXPERIENCIA

VILLAHERMOSA, TABASCO. 06 DE OCTUBRE 2022


LA EDUCACION COMO
RECONSTRUCCIÓN CONTINUA DE
EXPERIENCIA
INTRODUCCION
Todos los campos de estudio están relacionados de una u otra forma con la
búsqueda de la verdad y, a medida que se van desarrollando, cada fase sucesiva
de crecimiento contiene conocimientos y percepciones claras, elementos que con
el tiempo pueden considerarse como más o menos confusos, contradictorios e
incluso incorrectos. No obstante, cada generación de estudiosos se apoya en los
esfuerzos de sus predecesores. El conocimiento (o la verdad) avanza gracias a la
combinación de esfuerzos: el crecimiento gradual de los que parcialmente se
conocen y la irrupción ocasional en nuevos territorios.

La educación comparada no escapa a esta generalización, habiendo mostrado su


buena parte de error y confusión en el camino seguido hasta hoy. Comenzó con
observaciones discretas y ocasionales de la vida y educación en otros países.
Impulsados por la curiosidad, los viajeros, desde Marco Polo a la actualidad, han
regresado a sus tierras de origen con vivas descripciones de lo que habían visto;
sus comentarios eran subjetivos, algunos extremadamente perceptivos y
esclarecedores, a menudo idiosincrásicos e incluso manifiestamente ridículos. No
obstante, de esa larga tradición surgió el reportaje sistemático y comprensivo,
interesado por la veracidad de la información y cada vez más motivado por las
posibilidades de usar el nuevo conocimiento. Las observaciones sistemáticas de la
educación en otros países empezaron a aparecer especialmente durante el período
en el que las naciones más desarrolladas comenzaban a desarrollar sus propios
sistemas de escuelas públicas. En las últimas décadas se ha revisado la literatura
sobre educación comparada y se han estudiado las distintas influencias a que ha
estado sometida: el interés por la introducción de prácticas educativas útiles y
aplicables de otros países.
La reconstrucción de la filosofía fue publicada por primera vez en 1920 con el
propósito de editar las conferencias dadas por Dewey en Tokio con anterioridad. Es
un texto de síntesis, pues retoma desarrollos conceptuales ya expuestos en otros
textos, tales como la relación entre Democracia y Educación, de 1916, o el interés
y énfasis en reconocer los modos de producción del conocimiento
científico, cuestión de capital importancia tanto para la filosofía como para la
educación, tratado especialmente en Cómo pensamos, de 1910. En La
reconstrucción de la filosofía analiza con claridad el mundo en el que comenzó a
desarrollarse la filosofía occidental. Sostiene que la filosofía no surgió como
producto de una materia intelectual, sino de una materia social y emotiva.

A partir de esta afirmación, invita a dos grandes tareas para la filosofía. Por un lado,
comprender los motivos que hicieron posible las trasformaciones de la filosofía en
distintos períodos históricos cuestión que él aborda en estas conferencias; por otro
lado, la necesidad de reconstruir la filosofía, tarea que invita a realizar en los últimos
capítulos. En la introducción que agrega a la reedición de 1948 nos dice:

“La reconstrucción no puede ser menos que la tarea de desarrollar, de formar, de


producir (en el sentido literal de este vocablo) los instrumentos intelectuales que
habrán de llevar de una manera progresiva la investigación hacia las realidades
profunda y totalmente humanas -es decir, morales- de la situación y del panorama
de nuestro tiempo”

En el marco del análisis de las transformaciones de la filosofía en la modernidad


resalta la figura de Francis Bacon (1561-1626) a quien considera el precursor del
espíritu de la vida moderna, no tanto por sus realizaciones prácticas sino por su
figura destacada en la vida intelectual como “profeta de nuevas tendencias”. El
nuevo método de Bacon daba una importancia exageradamente pequeña al cuerpo
de verdad ya existente y demostraba tener un sentido muy despierto de la extensión
e importancia de las verdades que quedaban por alcanzar. La suya sería una lógica
para descubrir, no una lógica para argumentar, demostrar y persuadir. Para Bacon,
la vieja lógica, aun en sus mejores momentos, sería para enseñar lo ya conocido y
el enseñar equivalía a adoctrinamiento, a hacer prosélitos. Por el contrario, “Bacon,
proclama con elocuencia la superioridad del descubrimiento de hechos y de
verdades nuevas sobre la demostración de las verdades ya conocidas”. Éste es el
espíritu que acompaña a Dewey en su producción filosófica.

John Dewey fue considerado uno de los filósofos y pedagogos más importantes de
la primera mitad del siglo XX. Sus ideas continuaron desarrollándose en la filosofía,
la psicología y la pedagogía y muchas de ellas siguen teniendo vigencia en la
actualidad. El presente artículo invita a la lectura de un conjunto de sus libros,
retoma conceptos específicos de su perspectiva pedagógica y hace especial
hincapié en la noción de experiencia que, de algún modo, sintetiza su pensamiento
educativo. El texto pretende reconocer los elementos que, según Dewey, permiten
constituir una experiencia en su impronta vital y reflexiva. Para llegar a este punto,
primero se hace alusión al sentido que el autor le otorga a la filosofía y luego se
describen los rasgos principales del movimiento de la Escuela Nueva al cual
perteneció. Los textos de Dewey fueron reinterpretados de acuerdo a distintos
horizontes de lectura. Aquí se sostiene que sus ideas siguen teniendo vigencia, son
relevantes para colocarse en torno a los rasgos que constituyen nuestro tiempo y,
por consiguiente, pueden darle nuevos sentidos a la educación.

Aunque todas las obras de John Dewey han sido publicadas en su lengua original y
compiladas en los treinta y siete volúmenes de los Collected Works of John Dewey
(Carbondale, Southern Illinois University Press, 1967-1992) que contienen las ya
clásicas series The Early Works of John Dewey (1882-1898), The Middle Works of
John Dewey (1899-1924) y The Later Works of John Dewey (1925-1953), en la
medida de lo posible, citaré sus textos de las versiones existentes en español. El
creciente interés en la filosofía de Dewey, promovido por la obra de importantes
filósofos norteamericanos contemporáneos como Richard Rorty, Richard Bernstein
y Hilary Putnam, ha permitido que algunos de sus textos principales hayan sido ya
traducidos al castellano y ampliamente difundidos en Latinoamérica. Hay
traducciones emblemáticas como las del pedagogo Lorenzo Luzuriaga y el
emigrante español radicado en México José Gaos, quien tradujo cuatro obras
principales de Dewey para, en sus propias palabras, ofrecer nuevas perspectivas
de reflexión a la filosofía latinoamericana.

El cultivo y el hábito de esta concepción dinámica del pensamiento, que podemos


llamar pensamiento reflexivo, es para Dewey la tarea fundamental de la educación.
Aunque las consecuencias e implicaciones pedagógicas que se desprenden de la
nueva concepción de experiencia se tratarán más adelante como tema fundamental
del tercer y último capítulo de la presente investigación, vale la pena mencionar que,
aunque Dewey reconoce el valor fundamental de la experiencia para el
conocimiento sobre el mundo y el hombre, no niega que esta pueda ser dominada
por el pasado, la rutina y la costumbre. Es decir, no toda experiencia es por sí misma
valiosa, sino solo por los efectos y consecuencias que de ella se desprenden. Hay
experiencias que reducen la capacidad inquiridora del individuo y originan actitudes
de pereza, descuido y rutina que inevitablemente conducen al cultivo de hábitos
mentales dogmáticos. Experiencias que en últimas anquilosan el desarrollo continuo
del pensamiento, cuyo punto de partida siempre será una duda, una confusión, una
perplejidad vital y auténtica. Veremos cómo la experiencia se juzga no desde un
criterio cognoscitivo, sino desde un criterio educativo con un enfoque pragmatista
sobre sus efectos en torno al cultivo de hábitos que abran constantemente nuevas
perspectivas de interpretación sobre el incesante curso de la vida.

Dewey critica su concepción de la educación como una preparación para el futuro,


su metodología fundamentada en la rutina y la costumbre, su aislamiento del
entorno social y cultural, lo artificial de sus métodos y contenidos que no parecen
estar en armonía con los principios del desarrollo mental de los estudiantes.
Sintetizando, la educación tradicional es para Dewey un nombre genérico con el
cual se ha querido definir un tipo de educación que se ha regido habitualmente, a
pesar de las singularidades propias de cada discurso educativo, por tres grandes
principios (Moreno & Poblador, 1986): Magistrocentrismo, Enciclopedismo o
intelectualismo, Verbalismo y pasividad. Si bien Dewey señala varios aspectos
negativos que se desprenden, en general, de estos tres elementos, su crítica se
centra en los efectos que la educación tradicional genera en los alumnos. La nueva
educación o educación progresiva nace, según Dewey, como producto del
descontento respecto a la educación tradicional y se alza como una crítica radical
hacia sus planteamientos pedagógicos. Así, en reacción al autoritarismo de la
antigua educación se rechaza todo tipo de control externo mas no se busca una
fuente de autoridad más eficaz y menos coercitiva. Siguiendo la crítica de Dewey a
la educación progresiva, señalábamos como el filósofo norteamericano reconocía
en la ausencia de una concepción clara sobre lo que constituye y lo que significa la
experiencia, la causa de la gran mayoría de las dificultades a nivel organizativo
existentes en la dirección de las escuelas progresivas, así como la fuente de las
innumerables críticas que a nivel conceptual se le hacen a la Nueva Educación. Por
ello formular una nueva propuesta educativa que rechaza las antiguas prácticas y
conceptos pedagógicos ensalzando la experiencia como el mejor camino para el
aprendizaje y la formación, no es una idea que se auto explica. Por el contrario,
plantea un desafío intenso como es el de descubrir en la misma experiencia un
principio o criterio que permita organizar un nuevo plan de acción pedagógico que
permita enfrentar de la mejor manera las transformaciones, desafíos e inquietudes
del mundo actual sin dejar de apreciar la valiosa sabiduría y el amplio saber legado
del pasado para interpretar los problemas del presente. De nuevo, no se trata de
optar por “lo uno o lo otro”, sino introducir un nuevo orden de conceptos que lleven
a nuevos modos de acción.
CONCLUSION:
A lo largo del presente trabajo de grado, he querido mostrar cómo la reconstrucción
de la experiencia es un elemento central en la filosofía de John Dewey. La manera
de entender este concepto no sólo está a la base de sus planteamientos
pedagógicos, sino que es el aspecto central de su propuesta, caracterizada por la
constante reflexión sobre el lugar y el valor de la filosofía en el mundo
contemporáneo. En ese sentido, su forma de entender la filosofía como un proceso
constante de reconstrucción y resignificación en diálogo con las nuevas dinámicas
socioculturales, dota a sus ideas de una vitalidad significativa. Lejos de intentar
construir todo un sistema filosófico con pretensiones de instituir una nueva corriente
de pensamiento, Dewey invita a asumir la idea de un mundo inacabado, incompleto
e indeterminado que día a día exige nuevas respuestas a los nuevos desafíos que
presenta. En consecuencia, no hay nada más nocivo que buscar soluciones
prefabricadas o métodos predeterminados para comprender una época con
inquietudes muy distintas a aquellas a las que esos mismos métodos intentaron dar
respuesta en el pasado. De ahí que los conceptos con que trabaja la filosofía, deban
ser siempre ser examinados para evaluar su pertinencia a la hora de comprender
los conflictos que se presentan en el mundo actual. La experiencia, en este caso,
es uno de esos conceptos que Dewey analiza desde una perspectiva pragmatista,
es decir, examinando el tipo de efectos y consecuencias que genera en la vida
humana. Quisiera, para terminar, señalar ciertos aspectos del pensamiento de
Dewey que considero sugerentes y significativos para entender la función de la
filosofía en el mundo actual. Si bien su pensamiento comienza a estar de nuevo
presente en la filosofía norteamericana contemporánea, sus planteamientos
filosóficos nos son tan conocidos en Latinoamérica como sus propuestas
pedagógicas. La obra de Dewey siempre tendrá algo valioso qué decir en cualquier
espacio y en cualquier lugar donde la autoridad de la tradición, de la costumbre y
de la rutina amenace la capacidad creativa del ser humano de proponer nuevas
perspectivas de comprensión y modos alternativos de acción sobre los asuntos que
nos preocupan como sociedad y como individuos.
REFERECIA BIBLIOGRAFICA:
 Dewey, J. (1964b). Naturaleza humana y conducta: introducción a la psicología social.
México: Fondo de Cultura Económica.
 Dewey, J. (1972a). A pedagogical experiment. En J. A. Boydston (Ed.), The Early Works of
John Dewey (Vol. 5). Carbondale: Southern Illinois University Press
 Dewey, J. (2000b). La evolución del pragmatismo norteamericano. En Á. M. Faerna, La
miseria de la epistemología: ensayos de pragmatismo.
 Dewey, J. (2000c). El concepto de arco reflejo en psicología. En Á. M. Faerna, La miseria de
la epistemología: ensayos de pragmatismo.
 Dewey, J. (1998). Democracia y educación: una introducción a la filosofía de la educación

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