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DISQUISICIONES Y DIVAGACIONES
Disquisiciones y divagaciones
Tomo II
© Víctor Ivanovici
© Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión, 2011
ISBN: 978-9978-62-648-1
Impreso en Ecuador
Editorial Pedro Jorge Vera
Disquisiciones y Divagaciones
Víctor Ivanovici
TOMO II
III. Carabelas para las IndIas
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Ficción y reflexión:
de Borges a Octavio Paz
Borges en su laberinto
1. Nacimiento de la ‘ficción’
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La persona (lat. ‘máscara’) es un “complejo funcional que nace por
razones de adaptación o de conveniencia personal, pero que de ninguna
manera se identifica con la individualidad” (Jung 1971: 465).
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nombre del río que baña los muros de la ciudad. El romano le res-
ponde que es el Egipto, que alimentan las lluvias. El moribundo
le participa estar en busca de otro río, cuyas aguas dan la inmorta-
lidad y en cuyas orillas se alza la Ciudad de los Inmortales. Falle-
cido el mensajero del destino, Marco Flaminio resuelve proseguir
por su cuenta la búsqueda del infortunado viajero. Tras una larga
y azarosa expedición, en que pierde uno a uno a todos sus acom-
pañantes y escoltas, el tribuno llega solo a unos sórdidos parajes,
al pie de una montaña agujereada por estrechas cuevas o más bien
nichos de piedra semejantes a sepulturas, habitadas por ejemplares
humanos de un primitivismo extremo. En esos moradores le pare-
ce reconocer a los integrantes de la estirpe bestial de los troglodi-
tas. Un arroyo de aguas sucias surca el valle y en el horizonte se
divisa, lejana pero imponente, la Ciudad de los Inmortales. Urgido
por la sed, el personaje se arrastra penosamente hasta el arroyo y
se abreva al modo de los animales, no antes de sorprenderse mur-
murar, inexplicablemente, unas palabras griegas: los ricos teucros
de Zelea que beben el agua negra del Esepo... Al cabo de algún
tiempo, el romano emprende la última etapa de su viaje, la que
lo lleva al interior de la codiciada Ciudad. Le siguen dos o tres
trogloditas, pero en el camino le abandonan, a excepción de uno.
Logrando penetrar al interior de las murallas, Rufo encuentra la
Ciudad de los Inmortales deshabitada, y su hechura de un absurdo
pesadillesco. Piensa que tal arquitectura es fábrica de los dioses,
pero esos dioses han muerto y además estaban locos: lo piensa con
una incomprensible reprobación que era casi un remordimiento.
Aterrado por el horror de tal descubrimiento, desanda el camino
y, al lograr salir nuevamente a la llanura, se alegra de ver esperán-
dole, a la sombra de los muros, al troglodita que le había seguido
hasta allí. Su apego le hace pensar en el de un perro; su aspecto
mísero, al viejo perro de Ulises que en la Odisea agonizaba tirado
en el estiércol; resuelve, pues, darle el nombre de ese perro, Argos.
De vuelta entre los trogloditas, la casualidad le depara la ocasión
de descubrir que éstos eran en efecto los Inmortales, que el turbio
arroyo era el río que buscaba el jinete y que su humilde compañero
era nadie menos que Hornero. En cuanto a la absurda ciudad aban-
donada, ésa había sido edificada de los escombros de la inicial, que
fue asolada por sus propios habitantes, quienes se retiraron luego
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4. CoInCIdentIa opposItorum:
Una interesante variante de esta
(II) HIstorIa de un CautIvo dialéctica apofática aparece en
el relato “La escritura del Dios”
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Este último (1485-1541) tiene una existencia histórica documentada.
Participó en las campañas de Hernán Cortés, conquistó Guatemala y gran
parte de América Central e intentó (sin éxito) intervenir en las guerras civi-
les coloniales del Perú. Murió en el combate, en Zacatecas, Nueva España.
Está enterrado en la catedral de Santiago de Guatemala.
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Es esto lo que la etnología y la antropología llaman mana. El vocablo
es de origen polinesio, pero la creencia en tales fuerzas, difusas y poco o
nada personalizadas, es propia de muchas religiones primitivas (en su fase
pre-mitológica).
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5. la ‘fICCIón
Como ya he dicho de
desde el Cuento de Hadas
y vICeversa paso (cf. § 1), la “de-
manda” - forma por ex-
celencia que reviste la ‘ficción’ - es un guión narrativo elemental
relacionado “etimológicamente” con el cuento de hadas. En lo
sucesivo me propongo probar el planteamiento en cuestión me-
diante un examen analítico detenido de los vínculos estructu-
rales existentes entre la narración borgeana y la folklórica. No
se trata solamente de la indudable filiación genética que, en los
términos de Jolles (1972) va de la “forma simple” a la “actua-
lizada” poéticamente, ni sólo de que, en ambos casos, el sujeto
se apropia el universo externo mirándolo por el prisma de las
categorías ontológico-estéticas de lo fantástico y lo maravilloso.
Tales vínculos consisten sobre todo en una red de mediaciones
por intermedio de las cuales el contenido ideológico fantástico
se traduce en narración fantástica.
Para el cuento folklórico, tal red integra el modelo
funcional construido por el teórico ruso Vladimir Jakovlevič
Propp, en su ya clásico estudio Morfologija skazki (Propp
1970; especialmente 30-65). Este modelo puede aplicarse con
propiedad también a la ‘ficción’ borgeana, ya que la mayoría
de las funciones de Propp vienen formuladas en términos de
información (secreto, enigma) y de obtención (“demanda”,
búsqueda) de la misma8.
Con este instrumento analítico, volvamos ahora a “La
escritura del Dios”.
8
En concreto, desde la 2 a la 7. las funciones codifican la transmisión
de la información (participación de un secreto), que el villano trata de son-
sacar al héroe; desde la 10 a la 15 tenemos que ver con etapas de la bús-
queda, entre las cuales la D, la E y la F pueden describirse en términos de
investigación y consecución de la información específica (la herramienta
maravillosa).
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6. para ConCluIr:
El anterior análisis de la sin-
más allá de la “etImología” taxis narrativa de “La escritura
del Dios”, a través del modelo
funcional de Propp, puede sintetizarse en el siguiente esquema
sinóptico:
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…que, de hecho, son muchas más, habida cuenta de sus numerosas
variantes.
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7. epílogo:
De lo dicho hasta el momento
el fantástICo borgeano puede inferirse con cierta facilidad
en qué consiste el aporte original
de Borges en la configuración de una variante propia adscrita
a la esfera categorial fantástica.
Antes de enumerar y analizar brevemente sus rasgos,
recordaré que, según he postulado en un texto de tenor teórico
sobre este tema, para delimitar y evaluar el o un fantástico (es-
pecífico) dentro de de lo fantástico (genérico) tres criterios son
sobre todo relevantes. Los reproduzco aquí (cf. supra, “Aspec-
tos y mutaciones…”):
I. El primero equivale a un retroceso necesario para to-
mar ímpetu y dar el salto hacia adelante. Lo fantástico pertene-
ce a la tradición de la “forma abierta”. Dentro de ella, “proce-
diendo por rápidos raccourcis históricos, podemos identificar
un evidente aspecto de ‘apertura’ (en la acepción moderna del
término) en la ‘forma abierta’ barroca” (Eco 1969: 24; énfasis
mío). Por consiguiente, al evaluar una variedad particular de
fantástico, habrá que precisar a qué variedad particular de ba-
rroco se remite.
II. Hasta donde puede preverse en este momento, la
evolución de lo fantástico se cubre con el devenir global de
la literatura, ya que ésta tiende a superar toda oposición en-
tre “lo que existe y lo que no existe” (cf. Todorov 1970: cap.
10). De modo que el segundo criterio a considerar para juzgar
una variante categorial emergente será su respectiva manera de
trascender la dicotomía ‘real versus irreal’.
III. Lo fantástico está en condiciones de superar tal opo-
sición porque, por así decirlo, la “precede”: concretamente, en
la medida en que sus raíces llegan a un fondo mítico-arqueti-
pal, preliminario al concepto de ‘realidad’. Mi tercer criterio
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2. De la ‘ficción’ al mito y de vuelta
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Tengamos presente que, en español, el rótulo de ‘ficción’ se aplica tanto
a la actividad (valga el barbarismo) ficcionalizadora, como a su producto,
el texto ficcional. Borges utiliza el vocablo tanto en la primera como en la
segunda acepción, y muchas veces en ambas.
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En terminología psicoanalítica das Selbst o the Self.
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“…el rey de Babilonia (para hacer burla de la simplicidad de su hués-
ped) lo hizo penetrar en el laberinto, donde vagó afrentado y confundido
hasta la declinación de la tarde. Entonces imploró socorro divino y dio con
la puerta”. (Borges 1971: «Los dos reyes y los dos laberintos»).
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Espero que no se me tache de pedante si, además, indico que, en vez de
iii,
1, ha de leerse iii, 11 (Libro tercero, renglón undécimo).
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‘Asté-ri-on’: palabra esdrújula, con o breve (ómicron).
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‘Asterí-ôn’: palabra llana, con o larga (omega), cuyo acusativo – reque-
rido por el contexto – es Α σ τ ε ρ ί ω ν α (Asterí-ô-na’).
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Los griegos prefieren hablar de ‘meta-modernismo’, en el mismo sen-
tido en que Aristóteles llamaba “meta-fisica” a la ‘post-física’.
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Casi 20 años después, el texto se republicó en versión ampliada, bajo
el título “De lo real maravilloso americano” (Carpentier 1966).
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Véase su entusiasta crónica de 1928 (en la revista habanera Social),
bajo el significativo título: “En la extrema avanzada. Algunas actitudes del
surrealismo” (Carpentier 1975: 106-111).
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1. dardos polémICos
Pero no anticipemos. Sea como
y ConstruCCIón teórICa fuere, estamos en 1943 y Car-
pentier se encuentra de viaje a
Haití, documentándose para El reino de este mundo, que es-
taba escribiendo en ese momento y que, como ya he dicho,
aparecería en 1949.
“Después de sentir el nada mentido sortilegio de las
tierras de Haití”, manifiesta el autor, “me vi llevado a acercar
la maravillosa realidad recién vivida a la agotante pretensión
de suscitar lo maravilloso que caracterizó ciertas literaturas
europeas de estos últimos treinta años”. La comparación le
revela que la aproximación vanguardista a la maravilla con-
siste en meros “trucos de prestidigitación”, y sus “taumatur-
gos” no son sino unos tristes “burócratas”. Por el contrario,
lo maravilloso que él busca y que encuentra – o cree encon-
trar - en estado genuino en Latinoamérica, “comienza a serlo
de manera inequívoca cuando surge de una inesperada altera-
ción de la realidad (el milagro), de la revelación privilegiada
de la realidad, de una iluminación inhabitual o singularmente
favorecedora de las inadvertidas riquezas de la realidad, de
una ampliación de las escalas y categorías de la realidad, per-
cibidas con peculiar intensidad en virtud de una exaltación
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A no ser que en ella haya que ver una “autocrítica” del viejo dignatario
(embajador de la Cuba castrista ante la Unesco) por sus turbulentos años
mozos.
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…justamente en el pasaje que, según el testimonio del autor, constitu-
yó el núcleo generador de la obra.
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El título y el epígrafe del cuento remiten explícitamente a Homero,
pues proceden de la Ilíada I: 47 (ho d’ éie nyktì eoikôs – “y él (Apolo)
andaba semejante a la noche”).
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4. semIosIs mítICa
Después de examinados los
y “traduCCIón” de la HIstorIa ejemplos anteriores de lectura
mítica de la Historia, veamos
por fin, de manera más sistemática, en qué consiste y cómo
funciona la “estructura conceptual” del mito, que hace posible
semejante lectura.
A mi modo de ver, la conceptualización mítica se lleva
a cabo mediante una semiosis o proceso semiótico completo38.
Hasta donde puede inferirse de la obra narrativa de Carpentier,
dicho proceso sería, en resumen, el siguiente:
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Bien a propósito utilizo aquí el adjetivo ‘semiótico’ en vez de ‘semio-
lógico’ que circula en paralelo y es considerado sinónimo del primero. Sin
embargo, la semiología remite a Ferdinand de Saussure, y la semiótica, a
Charles Sanders Peirce y sus secuaces (William Morris, Ogden y Richards,
Susan Langer y otros). Para la escuela americana, a la que me refiero, pues,
la teoría general de los signos comprende básicamente tres ramas e investi-
ga tres campos: la s e m á n t i c a (Semantics), que trata de la estructura y la
clasificación de los signos; la s i n t á c t i c a (Syntactics), que versa sobre
las relaciones mutuas entre los signos en la secuencia comunicacional; y la
p r a g m á t i c a (Pragmatics), que se ocupa de la relación entre el signo y
sus utilizadores.
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Por cierto, reiteradas veces se ha subrayado que la lectura más completa
posible de un mensaje es, nada metafóricamente, su traducción.
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UrmUz – seudónimo de Demetru Dem. Demetrescu-Buzău (1883-1923)
- pasa en Rumanía por el precursor absoluto de las vanguardias literarias
locales e incluso por uno de las europeas. Las nueve prosas y el poema que
integran sus Pagini bizare / Páginas estrafalarias (escritas alrededor de
1908-9, al parecer para diversión de sus hermanas menores) tienen todas
las características del nonsense humorístico a lo Jarry o Charles Cros, e in-
cluso prefiguran el surrealismo, pese a que, según resalta el crítico rumano
George Călinescu, su automatismo resulta más bien “fingido”. En 1922,
por primera y última vez en su breve existencia, publicó dos títulos en la
revista Cugetul românesc, editada por el poeta modernista Tudor Arghezi,
quien fue también su „padrino” literario.
En su vida civil, Demetru Dem. Demetrescu-Buzău estudió leyes, com-
batió en la campaña de Bulgaria (Segunda Guerra Balcánica, 1913) y en
la Primera Guerra Mundial y ocupó varios cargos en la magistratura. En
1923, por razones desconocidas hasta la fecha, se suicidó en Bucarest, poco
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La del mártir cristiano Androcles, a quien un león le perdonó la vida
en el circo, en agradecimiento por la ayuda que le había prestado antaño
en el desierto.
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…para recordar este concepto, emblemático para la nueva narrativa
hispanoamericana, formulado por Alejo Carpentier en un famoso ensayo-
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En rumano los tres sentidos son estrictamente homónimos y se expre-
san mediante el galicismo uvertură < ouverture.
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Véase la lematización de la motivación respectiva, en el final del relato:
�ientras toma café en el Richmond de �lorida,
moja el cronopio una tostada con lágrimas naturales. (HCF:
“Tristeza del cronopio”; énfasis mío).
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Y además de la madre a la abuela.
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Es decir el material preconsciente.
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cia del ensueño (rêve éveillé), cuanto más del sueño infantil,
mientras las Páginas estrafalarias cubren la zona de la pesa-
dilla, cuanto menos del sueño adulto51.
2.1.- Los sueños infantiles, reza el psicoanálisis, ex-
presan mediante imágenes actuales deseos que existían en es-
tado potencial durante la vigilia (cf. Freud 1969, passim).
2.1.1.- En Cortázar, no hay dificultad alguna para
constatar la contigüidad inmediata que se da entre el deseo y
su satisfacción - real aunque imaginaria -, donde de pronto el
virtual “como si fuera” se vuelve un efectivo “es”:
Cuando un cronopio canta, las esperanzas y los famas
acuden a escucharlo aunque no comprenden mucho su
arrebato y en general se muestran algo escandalizados. En
medio del corro el cronopio levanta sus bracitos como si
sostuviera el sol, como si el cielo fuera una bandeja y el sol
la cabeza del Bautista, de modo que la canción del cronopio
es Salomé desnuda danzando para los famas y las esperan-
zas que están ahí boquiabiertos y preguntándose si el señor
cura, si las conveniencias. (HCF: “El canto de los cronopios”).
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Sobra puntualizar nuevamente que con ello no pretendo establecer una
jerarquía axiológica.
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De hecho, entre el ensueño y la poesía existe una solidaridad incues-
tionable, como lo ha demostrado con todo detalle Gaston Bachelard en sus
estudios.
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o de cópulas bestiales:
Ismael cría otros tasugos en su vivero situado al fondo de
una fosa, en Dobruja, y allí los mantiene hasta que cumplan
16 años y adquieran deseables redondeces, cuando, a salvo
ya de los rigores del código penal. los viola uno a uno sin
pizca de remordimiento. (PE: “Ismael y Turnavitu”).
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Dicho sea de paso, es curioso que la identificación psicoanalítica del
pico con el falo no tenga expresión lingüística en rumano. La tiene en cam-
bio en español chileno.
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Nótese en este caso un simbolismo motivado a todo nivel (pero percep-
tible sólo en rumano): (a) Turnavitu como significante onomástico; (b) tur-
na (‘verter’, ‘escanciar’) como significado sugerido por el nombre median-
te una típica etimología inconsciente de tipo onírico; (c) barril (‘recipiente
que sirve para verter en él líquidos) como referente. Alternativamente, el
lector no rumano puede asociar el nombre de Turnavitu con el vocablo
francés tournevis (‘destornillador’) que, desde luego, apunta en otra direc-
ción, pero conserva la connotación de ‘cosificación mecánica’.
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De vez en cuando –
1. ambIgüedades de la “realIdad”
por suerte no muy a
menudo, por suerte no en
su obra de ficción – Gabriel García Márquez parece sentir
remordimientos por ser lo que es. Visitado por recuerdos del
decrépito “compromiso”, se pone entonces a renegar de su
condición de escritor de literatura fantástica. Lo hace, por
ejemplo, entrevistado por Plinio Apuleyo Mendoza (1982a)
y - por las mismas fechas y en términos casi idénticos -
en un diálogo con los oyentes de la emisora nicaragüense
“Radio Sandino”. En ambos contextos, el autor de Cien años
de soledad se declara completamente falto de imaginación
y añade que, para tener de qué escribir, tiene que observar
“con los ojos bien abiertos” la realidad circundante (García
Márquez 1982b).
Por supuesto, semejantes planteamientos no han de
tomarse muy en serio cuando con ellos el autor pretende negar la
imaginación y su aporte primordial al forjamiento de la imagen
artística. Las cosas cambian radicalmente si en su insistencia
sobre el parámetro ‘realidad’ vemos una alusión a la poética del
realismo: lejos de estar reñida con la fantasía, ésta constituye
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La característica esencial de la
2. fantasía y personaje
angustia respectiva, su “inquietante
extrañeza” (l’inquiétante étrangeté,
según reza la acertada adaptación francesa del concepto
freudiano), resalta con peculiar relieve en la obra Tueur sans
gages (1958), del dramaturgo francorrumano Eugène Ionesco,
1
En concreto, aquélla por la cual el relato fantástico difiere radicalmente
del cuento de hadas (cf. supra, “Aspectos y mudanzas de lo fantástico”: § 4).
2
Referir el “realismo mágico” exclusivamente al novelista guatemalte-
co, como lo hacen los críticos hispanos y los hispanistas, no deja de ser un
tanto abusivo, pues se ignora y omite a su primero y auténtico “padrino”
literario, el italiano Massimo Bontempelli, a mediados de los años 20 del
siglo pasado (cf. ibid.: § 6).
3
Cf. supra, “Alejo Carpentier, «lo real maravilloso» y el mito como lec-
tura de la Historia”: § 1.
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En efecto, el coronel Aureliano Buendía, se dice significativamente en la
novela, «nunca permitió que le tomaran una fotografia» (CAS: 155).
9
Maud Bodkin (1971: 13-16) analiza a fondo los mecanismos y el sig-
nificado de tal fenómeno, con referencia a la escisión (spliting) de la figura
del padre, en Hamlet.
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En otra ocasión, con referencia al Quijote, he llamado ‘héroes’ a los
homines ficti cuyo único o principal atributo es la acción (y por tanto equi-
valen a los motivos narrativos) y ‘personajes’ a los “meta-héroes”, que su-
ponen la existencia de los primeros e interactúan con ellos (tal como la
construcción y la actuación de don Quijote se sitúan en contrapunto con el
héroe de los libros de caballería). Aquí considero estos dos términos como
sinónimos (aunque ello no sea del todo correcto), porque lo que me interesa
no es el homo fictus – de uno u otro tipo - como presencia individual, sino
como entidad colectiva integrada en una ‘serie’.
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Desde luego, no hay filiación genética ni influencias directas entre la
remota poesía narrativa de los vikingos y la novela del autor colombiano
(quien no posee la erudición ni los intereses de un Borges sobre el tópico
respectivo). El eslabón unitivo entre la saga y CAS debe de ser William
Faulkner, quien sí influyó profundamente en García Márquez. En efecto, en
los libros del norteamericano desfila aproximadamente un siglo de historia
del Sur de EE.UU., visto a la manera de una saga, a saber desde la perspec-
tiva particular de algunas familias aristocráticas del condado imaginario de
Yoknapatawpha.
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Recordemos, por ejemplo, que justamente éste es el meollo del conflic-
to dramático en la más célebre tragedia de la Antigüedad helénica, Edipo
rey, de Sófocles.
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Guardando las salvedades, ello vale igualmente para los demás lati-
noamericanos.
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El grado de aceptación y popularidad alcanzado por la saga macon-
dina en amplios sectores y a diversos niveles socioculturales del público
demuestra que, más allá del altísimo valor literario de la obra, los lectores
latinoamericanos han reconocido en los contenidos psico-ideológicos que
acarrea una imagen - poco halagadora pero veraz - de sus propios comple-
jos y traumas y, al reconocerla, también han vislumbrado la perspectiva de
una catharsis liberadora.
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En este orden de ideas también puede arriesgarse una analogía de índo-
le anecdótica (tratada por el autor en clave humorística), entre el “pantalón
de castidad” que usa la novia para evitar y a la vez excitar la agresividad
erótica de su esposo, y el simulacro de vaca fabricado por Dédalo, para que
Pasifae se acople con el toro de Poseidón que sembrará en sus entrañas al
Minotauro.
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A modo de lematización y explicación irónica del cortocircuito, se su-
giere la posibilidad de una sustitución de persona, operada por error el día
de su nacimiento y “corregida” por accidente en su común entierro.
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En términos de Jung, el Individuationsprozess es el proceso psíquico
tendiente a integrar en un todo la conciencia y el inconsciente.
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“Si has de parir iguanas, criaremos iguanas” le declara José Arcadio
Buendía a Úrsula antes de juntarse sexualmente con ella, pero el hijo que
nace de esta cópula tiene “todas sus partes humanas”.
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Dicho sea de paso, en ese mismo momento finalizan tanto la lectura
interna, hecha por Aureliano Babilonia, como la externa, efectuada por el
lector real. Con este habilísimo truco intertextual, el último queda atrapado
en el círculo hechizado de la ficción, obligándosele a la identificación com-
pleta con el receptor implícito de la obra.
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Recuérdese que Pilar hechizó al primer José Arcadio con el olor a
humo de sus axilas.
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La “división” y la “medición” del tiempo mediante la melodía no son
meras metáforas. Los antropólogos aseveran que los ensalmos que can-
turrean ante sus marmitas los chamanes siberianos o indios, igual que las
curanderas de cualquier aldea balcánica, desempeñan efectivamente la fun-
ción de medir el tiempo óptimo de cocción, necesario para que sus filtros y
pociones alcancen una eficacia curativa máxima.
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26
An archetype - escribe Northrop Frye (1963: 12) - should be (…) itself
a part of a total form.
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Gregorio Salvador (1970: 34-35) registra unas siete ocurrencias, en
menos de cien páginas.
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La segunda sílaba del primer dáctilo es, de hecho, una pausa.
29
Hay que aclarar que, una vez reemplazada la cantidad vocálica (larga,
mediana, corta) por el principio silabo-tónico, es prácticamente imposible
distinguir un espondeo de un troqueo. En griego clásico o en latín podían
darse dos sílabas largas en sucesión inmediata, no así dos tónicas, en las
lenguas romances. Hecha esta salvedad, el “verso” se presta a recitación
según la escansión moderna, con cesura después de la séptima sílaba divi-
diéndolo en dos hemistiquios (7+8):
ha – bi – a – de – re – cor – dar // a – que – lla – tar – de – re –
mo – ta
El resultado es un hexámetro casi perfecto: compáresele con Μνιν ειδε
θεά πηληϊάδεω χιλλος (Ilíada) o con Arma virumque cano Troiæ
qui primus ab oris (Eneida), de aspecto prosódico idéntico.
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La división y la presentación gráfica son mías. Hasta que punto son
útiles para poner de relieve ciertas articulaciones internas del texto, se verá
más adelante.
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Prueba de ello es lo redundante del segundo y, que pretende sugerir o
introducir cierta simetría dentro de C, pero lo consigue sólo a medias (en
C.2.I).
36
En este sentido mencionaría más que nada determinados ecos a dis-
tancia, tales como la distribución del número (al singular de el salón [A.II]
le responden la densidad de un cuerpo [C.I] y corazón [7], también en
singular) o la de los sintagmas estructurados como ‘sustantivo + adjetivo’
(pasos perdidos [A.I] consuena con aire bombeado [C.I + 7], una especie
de “rima interna” mediante la cual el melos prosódico de C.I se extiende
sobre la continuidad prosaica de C.II).
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Ambos reunidos, según teóricos más recientes, bajo el rótulo de
narratario.
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En estas páginas refundo ideas desarrolladas en uno de los capítulos
de un estudio más amplio sobre Gabriel García Márquez. Debo por tanto
advertir que el corpus tomado en cuenta para aquel estudio – como para
el presente – se extiende desde La hojarasca (1955) hasta Crónica de una
muerte anunciada (1981). Se trata, pues, de un “ciclo macondino” lato sen-
su, que incluye todos los libros de García Márquez en que existen referen-
cias explícitas (por mínimas que fueran) al territorio ficticio de Macondo
y/o a la “tribu” de los Buendía.
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definición del mito por aquel lado no me parece ser muy útil,
por mucho que el campo respectivo sea el más adecuado desde
el punto de vista epistemológico. Puesto que lo que pretendo
emprender aquí es un estudio literario, partiré de la acepción del
mito que aparece justamente en una obra de teoría literaria.
40
Sin embargo, para comprender la dinámica de los géneros también hay
que considerar el proceso de signo contrario. Por ejemplo, para los etnólo-
gos Krayer y Naumann, géneros preliterarios foklóricos muy semejantes a las
“formas simples” no son sino gesunkenes Kulturgut (‘bien(es) cultural(es) de-
caído(s)’) los cuales, tras pertenecer a la “alta” cultura, pasan luego a un regis-
tro menor. Por otro lado, los Formalistas rusos - Šklovskij y otros - hablan de
un movimiento en dos tiempos: (I) “des-canonización” (dekanonizacija) de los
géneros y especies “altos” y (II) “canonización” (kanonizacija) de los “humil-
des” (incluída, a menudo, la “re-canonización” de los ya “des-canonizados”).
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Las demás son: 1ª: la l e y e n d a (die Legende) – 2ª: la g e s t a (die
Sage) – 4ª: la a d i v i n a n z a (das Rätsel) – 5ª: la l o c u c i ó n (der
Spruch) – 6ª: el c a s o (der Kasus) – 7ª: los memorabilia (das Memorabi-
le) – 8ª: el c u e n t o (das Märchen) – 9ª: la a g u d e z a (der Witz) (cf.
Jolles 1972).
42
Ello, desde luego, no quiere decir que el escritor haya necesariamente
conocido la teoría de las “formas simples”, ni que en sus relatos exista refe-
rencia alguna, expícita o implícita, al libro de Jolles: la bibliografía, según
se sabe, es obligatoria para el crítico, no para el creador.
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Es ésta la acertada traducción interpretativa al francés (inquiétante
étrangeté) del concepto freudiano das Unheimliche (literalmente: lo ‘ex-
traño’ o ‘insólito’).
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...pues otra definición operante del mito sería justamente la de “narra-
ción ejemplar sobre seres ejemplares”: dioses, héroes, ancestros etc.
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Es oportuno recordar que Los trabajos y los días es, principalmente,
un manual de agricultura.
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Así se llamaban, en la Grecia antigua, los miembros de la Anfictionía,
especie de “Parlamento”, “tribunal” o “consejo de sabios” cuya tarea era
mantener la Tregua Olímpica y, entre las Olimpíadas, arbitrar en los nume-
rosos conflictos entre las turbulentas ciudades helénicas.
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Hipótesis reforzada por la centralidad del momento respectivo, debido
a la construcción simétrica del “guión”: 3xA à B à 3xC
51
Es el caso de José Arcadio Buendía, pues el amigo asesinado puede
equipararse simbólicamente con un hermano. Recuérdese que para Caín en
la Biblia (igual que para José Arcadio) el castigo y la expiación es la erran-
cia; que al cabo de ella el fratricida funda una ciudad (tal como la huída del
primer Buendía termina con la fundación de Macondo); que, finalmente,
las huellas de la estirpe y la ciudad de los cainitas se pierden después de
siete generaciones (exactamente lo que dura la única oportunidad concedi-
da a los Buendía sobre la faz de la tierra).
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Hay hasta una versión literal del rito: la inmolación del Judío Errante,
cuyo aspecto caprino, semejante a los sátiros de la mitología grecorromana,
allana el camino para su elección como “chivo expiatorio” (FMG, CAS).
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La traducción de las citas es mía y está hecha a través del rumano.
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Sobre la función religiosa de los sacrificios humanos en las civilizacio-
nes mesoamericanas, lúcidas páginas ha escrito el novelista francés J.-M.
G. Le Clézio, en un magnífico ensayo sobre el México precolombino (Le
Clézio 1988, 78-83).
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Nótese el extenso uso, por cierto nada fortuito, de formas verbales
potenciales.
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El que susodicha virginidad esté resguardada por un cinturón de cas-
tidad previsto de candado y llave, y que el padre de la joven esté dispuesto
a negociar con el senador el acceso a la misma, son trucos “de la abuela”,
que a García Márquez le ayudan para poder caminar en la cuerda floja entre
el mito y el humorismo. Por otro lado, pueden señalar asimismo el único
recurso que tiene lo sagrado, según Mircea Eliade, para subsistir en medio
de la modernidad, a saber disfrazándose de profano.
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Precisamente esto significa en griego ángelos: ‘mensajero’.
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El término de comparación aludido aquí es un mago circense, que apa-
rece en el cuento ”Blacamán el bueno, vendedor de milagros”.
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Recuerdos del primitivo sparagmòs se perciben en el mito de la muerte
de Orfeo y en la tragedia Las Bacantes de Eurípides.
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Aunque menos que en „El avión de la bella durmiente” de Doce cuentos
peregrinos.
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He aquí una – y no la última – de las razones del desacierto de
García Márquez en El amor en los tiempos del cólera.
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No podría imaginarse una ilustración intuitiva más ingeniosa de la ideea
de Bataiile, de que el Eros «afirma la vida hasta en la muerte» (L’érotisme)..
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Para los conceptos básicos de esta disciplina del lenguaje he consul-
tado el excelente Cours sur l’énonciation en linguistique française (http://
bbouillon.free.fr/univ/ling/Fichier/enonc).
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Hecha a partir de la francesa, la versión española del cuento de Eliade
es a menudo poco fiable y a veces falaz. Por ello, he resuelto ofrecer las
citas tanto en traducción como en original (véase Anexo).
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73
La experimentaron algunos nouveaux romanciers franceses (Robbe
Grillet, Butor etc.), muy admirados e imitados en los años la modernidad
tardía, que coincidieron con la época de formación de Carlos Fuentes.
74
Así, los tiempos verbales respectivos se convierten en indicios (em-
brayeurs) de actos de lenguaje tales como la “aserción” y la “inyunción”
(equivaliendo al indicativo y al imperativo, respectivamente).
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En el relato eliadiano, el
3. para enunCIar un seCreto (I)tipo de narración y la figura
temporal empleadas (cf.
supra) determinan, o por lo menos facilitan la triplicación –
en realidad el doble desdoblamiento - del misterio. En aras de
ello, el autor explota con mucha destreza una propiedad más
general de la enunciación en primera persona (presente tanto
en la narración-marco, como en la intercalada). Cada vez que
un sujeto afirma ‘yo hago tal cosa’, ello equivale a ‘Yo digo
que yo hago tal cosa’ y conlleva automáticamente la pregunta
‘¿Quién dice que Yo digo que yo hago tal cosa?’, cuya respuesta
es un nuevo yo, y así sucesivamente. Esta situación (que
recuerda el famoso “argumento del tercer hombre”, aducido
por Aristóteles para rebatir a Platón) significa de hecho que el
sujeto de la enunciación “huye” continuamente hacia atrás y
proyecta hacia adelante un sujeto de la enunciación enunciada.
Ello implica una amplia y múltiple manipulación de la
deixis.
Para empezar, obsérvense los “guiños de ojo” del
locutor, de los cuales puede inferirse la existencia de un alter
ego supuestamente real del narrador interno. Aserciones como
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77
Nacido en la ciudad de Braşov/Kronstadt, de la provincia rumana de
Transilvania (que en aquel entonces pertenecía a Austro-Hungría), farma-
céutico de profesión y ferviente partidario de la homeopatía, Honigberger
fue ante todo un aventurero de vocación y envergadura. Hacia mediados
del siglo 19 recorrió Europa, África y sobre todo Asia, desde Oriente Me-
dio hasta la India - que visitó cinco veces, llegando a desempeñar durante
cuatro años el cargo de médico de corte del maharajá de Lahore. Dejó una
interesantísima (pero al parecer no del todo fiable) relación de sus andan-
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dIagrama I
zas, en inglés, bajo el título Thirty Five Years in the East (1852).
El trotamundos transilvano posee su entrada en la más popular enciclope-
dia on line (cf. http://de.wikipedia.org/wiki/Johann_Martin_Honigberger),
y los Honigberger, que subsisten hasta hoy en día, se han dotado de su
propio sitio electrónico (www.honigberger.net). En cuanto al libro mencio-
nado, inencontrable por varias décadas, ha sido traducido y editado recien-
temente en Rumanía (Honigberger 2003).
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78
Lo sostiene en términos más completos y matizados uno de los más au-
torizados estudiosos del autor rumano: “(…) el doctor Eliade creía eviden-
temente por lo menos en las posibilidades exploradas en sus relatos (…)
estaba convencido de que sus experiencias en el campo del yoga hubieran
podido llevarle a otros mundos, y era capaz de imaginar varios modos de
que ello podría acaecer. En otras palabras, el doctor Eliade trató la supuesta
vivencia de Zerlendi al igual que la vivencia reconstituida de Honigberger,
como sus propias vivencias” (Culianu 2000: 382).
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dIagrama II
1=2
(Enunciado)
2=1
(Enunciación)
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Montero se percatará de su identidad con el general al día siguiente de
su singular vivencia erótica (cf. Aura V), pero hasta cierto punto el “descu-
brimiento” ya le había sido anticipado en un sueño (ibid. III).
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En algunas referencias bibliográficas utilizo números romanos, que
remiten a capítulos de la obra citada.
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Es por ello que me resisto seguir, por ejemplo, la propuesta “mitana-
lítica” de Gilbert Durand (op. cit., passim), que a mi parecer no ha sabido
evitar la tentación de querer ser una teoría de todoabarcador carácter sis-
temático.
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Nótese que el último, en su condición de guerrero y por sus estrechos
vínculos con las casas imperiales de México y de Francia, también posee
rasgos monárquicos.
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[V] „Scrisoarea lui Honigberger către J.E. a fost pentru mine cea mai
precisă confirmare”, scria doctorul la începutul jurnalului său intim (...)
„Încă din primăvara anului 1907, am început să cred că tot ce scrisese
Hongberger în amintirile sale indiene e.ra nu numai autentic, în sensul
strict al cuvîntului, dar reprezenta numai o infimă parte din ce văzuse şi ce
izbutise să înfăptuiască el” (...) „Am început cele dintîi experienţe în ziua
de 1 iulie 1907 (...) Mi-a trebuit o voinţă de fier (...) Din fericire, scrisoarea
lui Honigberger îmi dovedea ca lucrurile acestea pot fi înfăptuite şi asta
îmi dădea mereu curaj (...)”
.
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La identidad dialógica
como vindicación de lo secundario
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1. para empezar:
Para alcanzar dicha meta es
bakHtín “problematIzado” preciso revisitar al pensador
ruso, contemplar sus conceptos
básicos bajo una luz diferente, volver a pensarlos con criterios
distintos, en resumidas cuentas “problematizar” a Bakhtín.
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He aquí un caso entre muchos, en que yo mismo he tenido que enfren-
tarme a aporías casi insuperables, suscitadas por “mi” Bakhtín-en-rumano.
Como me señalan amigos conocedores del ruso, el concepto de ‘slovo’, una
de las claves de la teoría bakhtiniana sobre la polifonía novelesca, reviste
en la lengua meta una vez la forma de cuvânt (‘palabra’) y otra vez la
de discurs (‘discurso’) (cf. Bakhtín 1970 y, por otro lado, Bakhtín 1982).
El significado corriente del vocablo en cuestión es ‘unidad léxica’, pero
Bakhtín destaca su propia acepción de slovo, que sería el “lenguaje vivo y
concreto, considerado en su conjunto” y opuesto a la “lengua como objeto
específico de la lingüística” (Bakhtín 1970: 252). Ello da pie a pensar que
el semantismo respectivo se cubre con el de habla o hablar, según Saussure
o más bien según Coseriu, al juzgar por enunciados puntuales del lingüista
rumano, como el siguiente: “Si identificamos el hablar con el habla (Rede),
todo el lenguaje considerado como actividad concreta es habla” etc. (Co-
seriu 1962: 97) - que, en efecto, suena muy “a lo Bakhtín”. Sin embargo,
no hay más remedio que descartar dicha versión, dado que para el concepto
de ‘habla’ el ruso utiliza el término reč’. Por su lado, “discurso”, parece
bastante cercano al significado ‘hablar’; pese a ello, tal uso no puede gene-
ralizarse como equivalente de slovo, pues hay por lo menos una esfera con-
ceptual - la teoría de la narración – donde, en la lengua de salida, el lexema
románico se remite obligatoriamente al famoso sjužet (‘argumento’).
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Más acá y más allá de ello, el autor no deja de ensalzar el “papel fe-
cundo” desempeñado por la doctrina respectiva, que “ha logrado plantear
los problemas más importantes de la ciencia de la literatura (...), con tanta
acuidad que (...) actualmente ya no se los puede ignorar”. Es más: Bakhtín
(1992: 230) denuncia sin contemplaciones las prácticas de “algunos mar-
xistas”, de “asestar al Formalismo golpes por la espalda, sin atreverse a
hacerle frente”, manifestando a la vez que toda crítica a la Escuela Formal
debería llevarse a cabo “sobre su propio terreno”.
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“(...) tenía un lunar morado oscuro, vinovinagre, que le cubría todo
el lado derecho de la cara” (Hablador II), dando así origen a su apodo de
“Mascarita”.
94
Principalmente, según la clásica definición de Erving Goffman, la
“descualificación” del individuo estigmatizado en cuanto a su “aceptación
social” (cf. Goffman/sin., online).
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Para la imagen de Mascarita hay que remitirse, naturalmente, al
metarrelato.
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... y que, al tomarlas, producen “modificaciones específicas” en la
estructura de su decir.
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Mi terminología remeda ex professo las locuciones source language
(‘lengua-fuente’) y target language (‘lengua-meta’), utilizadas en teoría de
la traducción.
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Aludo a la taxonomía antitética souciers versus ciblistes, propuesta
por el teórico francés Jean-René Ladmiral (cf. Ladmiral 1986).
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(...) lo llamo con una palabra que inventé para él. Un ruido
de loros, pues (...) Él lo aprendió y lo repite muy bien: Mas-
ca-ri-ta, �as-ca-ri-ta, �as-ca-ri-ta... (Hablador VII; énfasis
mío).
especie de declaración de
principios y propósitos, esta lectura de El hablador a través
de la doctrina teórico-crítica de Mikhaïl Bakhtín pretende
ofrecer asimismo una lectura de Bakhtín desde la novela de
Mario Vargas Llosa. Al cabo de la primera, me percato empero
de que la segunda lectura, pulverizada en observaciones y
planteamientos analíticos puntuales, ha quedado más bien
latente. De manera que, antes del punto final, estimo útil
emprender un breve repaso que la ponga de manifiesto.
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Recordemos que este aspecto, que Bakhtín no desarrolla explícita-
mente, puede sin embargo inferirse al cotejar su teoría con la del pensador
rumano Virgil Nemoianu.
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1. kantIanIsmo y
La postura epistemológica
“nueva HIstorIa”:
la HeterogenerIdad temporal que adopta Paz a
este respecto es un
criticismo radical, emparentado al de Kant. Según se sabe, el
“trascendentalismo” kantiano tiene su origen en la idea de que
hay que someter a la crítica filosófica los supuestos a priori
del conocimiento, a fin de eliminar determinados errores que,
al darse en aquel punto preciso, impiden de antemano que
un acto cognoscitivo puntual alcance la condición idónea de
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Según puntualiza un epistemólogo de la historia de las religiones,
“La parte más substancial de la obra de G. Dumézil es la idea del lega-
do indoeuropeo, que consiste en una ideología funcional y jerarquizada”
(Meslin 1993: 169) En concreto, su esquema ternario, que interpreta las
“fuerzas que aseguran la marcha del mundo y la vida de los hombres” está
compuesto de las siguientes funciones: la “soberanía mágica y legislativa”,
el “poder corporal y sobre todo militar” y la “riqueza tranquila y fértil”;
la misma tripartición articula también la colectividad humana, pese a que
aquí tenemos que ver con tendencias más bien ideales que rara vez se ac-
tualizan “al pie de la letra” (véanse sin embargo las tríadas brahmana (mi-
nistros del culto) - ksatriya (guerreros) - vaisya (ganaderos y labradores),
en la antigua India, y sacerdotes - milites - quirites, en Roma) (Dumézil:
1993. 10-11) Esta estructura básica de lo mental colectivo indoeuropeo se
muestra tan resistente a la acción “erosiva” del tiempo (como diría Octa-
vio Paz), que hasta diríamos que no está simplemente sometida a la larga
duración, sino que es propiamente la larga duración. Algunos ejemplos
bastante convincentes. En su estudio sobre el epos teológico Las Obras
y los Días de Hesíodo, Jean-Pierre Vernant demuestra que la ideología de
las tres funciones constituye la estructura profunda de todo un modelo ge-
nealógico y evolutivo narrado por el poeta en la “filigrana” de su poema, y
sobre el cual descansa una jerarquía social de carácter modélico (Vernant
1975: 29-55). Después de milenio y medio, el concepto de la organización
“orgánica” de la sociedad no ha variado demasiado en Europa Occidental
respecto de la Grecia arcaica, ya que es alrededor del año mil después
d.C. se habla de las tres ordines, jerarquizadas y a la vez complementarias,
como los miembros de un cuerpo: la ordo sacerdotal, la de los caballeros y
aquélla de los labradores. Es apenas a partir del auge de las ciudades (siglo
12) (Le Goff 1970: 341 sq.) y del ascenso de clases y estamentos de ori-
gen burgués - que teóricamente no tienen cabida en el esquema funcional
tradicional - cuando el sistema entra en crisis. Sin embargo, en vísperas de
la Revolución Francesa se mantiene todavía vigente (bajo la forma de los
famosos trois états), aunque sea sólo dentro de la ordenación jurídica y a
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Aludo a la distinción introducida por Kerenyi (Jung-Kerenyi: 41) - a
la zaga de Frobenius y Jung -, entre das Archetypisches (‘lo arquetípico) y
das Kulturtypisches (‘lo típico para una cultura determinada’).
15
Las distinciones anteriores son de índole meramente orientativa, y
por tanto tienen un valor muy relativo.
16
Tendencia que remonta, según voces autorizadas, al manierismo y el
barroco (cf. por ejemplo Hocke 1973 y Hocke 1977).
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Alein quiere decir ‘solo’, en el sentido de ‘abandonado’, ‘aislado’;
eisam significa ‘solo conmigo mismo’, e incluye un componente cognosci-
tivo (cf. Santarcangeli 1974: II, 238)
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18
La generalización de la problemática respectiva - ya desvinculada
de referencias locales - forma objeto del apéndice La dialéctica de la sole-
dad (LS: 175-191), donde los temas parciales del libro vienen repasados y
reexaminados en clave filosófica.
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153). Ello se debe sobre todo a que en esta época los “grandes
relatos” llenos de soberbia y desmesura (el último de ellos fue
el marxismo) se han desmoronado. Paradójicamente, ahora
es cuando el sujeto histórico accede a la ardua síntesis que
le libera de su soledad: vale decir, por un lado adquiere la
capacidad de reconocer la orfandad postmoderna, y por otro
lado la de realizar una apertura auténticamente ecuménica:
“La Historia universal es ya tarea común, Y nuestro laberinto,
el de todos los hombres” (LS: 155)
Así y aquí finaliza la narración terapéutica a través de
la cual Octavio Paz lleva a cabo la crítica del laberinto: en el
momento y punto donde un círculo se cierra y otro se abre
dentro de la larga duración.
3.2.- El símbolo de la p i r á m i d e es la representación
abreviada del episodio o, si se quiere, del capítulo de esta
narración que versa sobre la relación imaginaria que mantiene
el mexicano con el poder. Relación cuyo aspecto y naturaleza,
y sobre todo cuya génesis tiene por otro lado que ver con la
estratificación de un tiempo falto de homogeneidad, según las
velocidades distintas de las distintas corrientes temporales que
lo recorren.
A la luz de ello, Octavio Paz emprende el examen
crítico del tópico acerca de “la existencia de dos Méxicos,
uno moderno y otro subdesarrollado” (PD: 73) Mientras
la clave utilizada para describir e interpretar el fenómeno
respectivo se reduce a los famosos coeficientes objetivos del
desarrollo (como por ejemplo el índice del consumo de trigo
o del uso de zapatos) - cuyo supuesto es la idea del progreso
unidireccional - a lo que se llega es simple y llanamente a
otra “máscara mexicana” que encubre y mistifica la realidad.
El recurso a tasl clave no deja pues de ser una “imitación
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En este contexto, una importancia creciente adquiere el parale-
lismo señalado por Octavio Paz, entre este modelo de poder y las distin-
tas hipóstasis de la “ideocracia” occidental, eso es “las inquisiciones, las
guerras de religión y, sobre todo, las sociedades totalitarias del siglo XX”
(PD: 134; énfasis mío). Nada casualmente, por ejemplo, un escritor tan
sensibilizado ante el fenómeno del totalitarismo como Mario Vargas Llosa
tachó alguna vez al México del PRI, de “dictadura perfecta”.
24
El tlatoani (‘emperador’) Izcóatl, a instancias de su máximo sa-
cerdote y consejero Tlacaélel, ordenó que se quemasen los viejos códices y
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Los números que acompañan la sigla representan las subdivisiones
del texto operadas por el autor.
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Arte que poseyeron a perfección un Proust o un Cavafis.
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2. la vIvenCIa índICa:
Un modo oblicuo de contestarla
(I) una ontología amorosa sería obviándola. En tal caso,
habría que echar mano de
la aserción, por otro lado bastante trillada, de que El Mono
Gramático es la summa octaviana: un núcleo que abarca en
resumen, pero también en destilación quintaesencial, los
elementos constitutivos y las resultantes dinámicas de toda o
buena parte de la obra de Paz.
Un argumento a favor de ello es que, en efecto, este libro
se identifica con un importantísimo momento de la biografía
del poeta, momento que ha tenido un influjo decisivo sobre su
creación ulterior. Se trata de la vivencia, de incalculable peso
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Los hindúes la llamaron maithuna y los griegos (y a la zaga de
ellos, Heidegger), syn-ousia = ‘con-sustancia(lidad)’ (nótese que en griego
moderno, la palabra sigue significando ‘acto sexual’).
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Nada casualmente, La llama doble, el último ensayo extenso de Oc-
tavio Paz, explora justamente la “fenomenología” comparada del Amor y
el erotismo (Paz 1994).
33
“La muerte de Dios”, escribe por ejemplo, con referencia al conocido
tema filosófico de Nietzsche, “es un capítulo de la historia de las religiones
(...) También es un momento de la conciencia moderna. Ese momento es re-
ligioso”. Y en otro lado: “El momento religioso positivo es el fin del tiempo
profano y el principio del tiempo sagrado; ese fin es una resurrección. El
momento religioso negativo es el fin de la eternidad y el comienzo del tiempo
profano; ese comienzo es una caída” (Paz 1971: 119-120).
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Para la distinción que hace Octavio Paz, en su pensamiento políti-
co, entre la revolución y la rebelión (y asimismo la “revuelta”, que parece
constituir una especie de etapa intermedia), véase su texto “Revuelta, revo-
lución, rebelión” (Paz 1971: 147 sq.)
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5. género y dIferenCIa(s)
Al iniciar estas páginas, decía
que el libro de Octavio Paz
pertenece a aquella clase de
textos (¿llamarlos “postmodernos”?) donde la cuestión de su
género se plantea sobre una base problemática, jamás como
algo dado de antemano.
Sin embargo en esta obra hay un a priori casi axiomático,
sólo que (por así decirlo) comprobable a posteriori. Se trata, ni
más ni menos, de su diferencia: en última instancia El Mono
Gramático aparece como “otro”, siempre otro con respecto
a las categorías taxonómicas dispuestas a acogerlo (ensayo,
poesía, etc.) Y si al final de este largo recorrido interpretativo
persiste el deseo de dilucidar el significado de esta irreductible
“otredad”, no hay más remedio que ir desovillando el
semantismo de la propia ‘diferencia’41.
El étimo remoto del verbo ‘diferir’ es el vocablo griego
diaphero (diapherein). Bajo la entrada respectiva cualquier
diccionario fidedigno42 registra un amplio abanico de
acepciones que, a mi criterio, puede agruparse, en tres grandes
esferas conceptuales:
1ª, la espacial: ‘desplazar un objeto de un lugar a otro’, sentido
41
En lo sucesivo utilizaré, muy libremente, algunos conceptos de
Jacques Derrida (diseminación, différance, diferencia).
42
Por ejemplo el monumental (y más que centenario) Dictionnaire
grec-français de A. Bailly.
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La aventura de la traducción
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En concreto, por aquellas mismas fechas y a partir de observaciones
similares a las de Borges, los «oralistas» norteamericanos (Milman Parry,
Albert Lord etc.) iniciaban sus investigaciones en torno a la “formulística”
y la oral performance en Homero.
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Incluido «un dialecto samoyedo-lituano del guaraní, con inflexiones
de árabe clásico» (Borges 1974: 89).
47
Convirtiéndose sucesivamente en Zenón de Elea, el narrador chino
(del siglo 9) Han Yu, Kirkegaard, Léon Bloy y Lord Dunsany. (Borges
1960: 145-148).
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2. punto de partIda:
El primero por orden
palI y la dIaléCtICa exterIor-InterIor
lógico sería el p u n t o d e
p a r t i d a de la práctica traductora (pratique traduisante)
vigente en un momento dado. Dicha práctica tiene lugar dentro
de una determinada literatura nacional o Polisistema Literario
(PSL)60, uno de cuyos subsistemas es justamente la Literatura
Traducida (LT) (que los anglosajones llaman Foreign Literature
in Translation). El punto de partida está situado en un espacio
literario exterior (“literatura-fuente”: LF) que, transfiere al de
llegada (“literatura-meta”: LM) tendencias, criterios, sistemas
de valores, pautas y modelos, y sobre todo obras a traducir.
59
Entiéndase por ‘política’ lo que en inglés se llama policy (que no
politics).
60
La terminología utilizada aquí es básicamente la de Even-Zohar (1978),
a veces adaptada o levemente modificada (cf. también Ivanovici 2004: 193
sq.) Para la versión castellana de dichos términos (y no sólo para ello), he
consultado con mucho provecho el libro de M. Gallego Roca (1994).
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Para simplificar la descripción, me refiero sólo a la poesía, cuyo
“concepto moderno” convengamos que surge en el tránsito desde el Ro-
manticismo al Simbolismo (ver M. Călinescu 1970).
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62
Referencia convencional y emblemática a la vez, 1930 es el año de
aparición de la revista Ta Nea Grámmata (‘La Nueva Literatura’), alrede-
dor de la cual se agrupó la generación “dorada” del modernismo helénico, a
saber la de los ulteriores nobelistas Seferis y Elytis (y de otros, quizás igual
de valiosos, pero menos (re)conocidos internacionalmente).
63
Mi concepto está inspirado por las ideas del comparatista rumano-
norteamericano Virgil Nemoianu (1984: 120-160), quien habla de “mode-
los de sustitución” (patterns of substitution) para describir y explicar cómo,
en distintas literaturas europeas viene colmado el vacío producido por la
“domesticación” (taming) del “gran” Romanticismo. Aunque los dos casos
difieren sensiblemente entre sí, dicho sistema de referencia me viene muy
al caso, pues no es descabellado sostener que el surrealismo griego fue,
tipológicamente hablando, un surrealismo “domesticado”.
64
Una pequeña muestra de ellos, en castellano, he dado en mi breve
antología, publicada en Chile (Ivanovici 2003).
65
Para detalles, puede consultarse mi ensayo sobre el “surrealismo
periférico” (Ivanovici 1996: 41-50).
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PALI
GENERACIÓN DEL 30
(SUR ( ) REALIS�O)
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Hacia la izquierda, las flechas indican la translatio del sistema; hacia
la derecha, la posición de origen de los subsistemas implicados en este
traslado.
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El sintagma “padre (cito) de (los) pueblos” lleva el inconfundible sello
de la langue de bois soviética.
70
No es de extrañar, pues, de que por este y por otros motivos, la acción
cultural de Pali contó en su momento con una acogida fría hasta hostil entre
la “progresía” griega.
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…ya que los equivalentes posibles de los dos vocablos en castellano
(“fuentistas” y “metistas”) no son de los más felices, propongo reemplazar-
los por los menos rebarbativos de surcistas y ciblistas (formados a partir de
los temas originales).
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72
“(…) ‘Piedra de sol’ – explica el poeta en su Nota final - esta com-
puesto por 584 endecasílabos (los seis últimos 8...) idénticos a los seis
primeros)” (Paz 1998: 794: los énfasus son míos).
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73
Cito al azar : vêtue de la couleur de mes désirs - comme dans la
montagne, sur un sentier / qui aboutit soudain à un abîme - je cherche
sans trouver, je cherche un instant - et lorsqu’elle s’ouvrait les jeunes filles
sortaient etc. (Pierre 1962).
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74
Para facilitar la lectura, he trasliterado las citas en grie-go. El sistema
utilizado para ello es el erásmico que, si bien no refleja fielmente la realidad
fonética del griego moderno, tiene en cambio la ventaja de ser familiar no
sólo a los filólogos clásicos, sino también a a cualquier persona de mediana
educación.
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1º: voy por tus ojos como como por el agua (Piedra 1998)
je vais par tes yeux comme dans l’eau (Pierre 1962)
mesa sta matia sou badizo hopos sto neró (Petra 1986) y
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Parece sin embargo que, para Macrís, tal cambio tiene más
peso que para Péret, ya que el traductor griego lo pone de
relieve tres veces y a tres niveles: (a) mediante la tópica
(situando la locución preposicional a la cabeza del verso), (b)
por combinación contextual (con badizo) que repercute sobre
la semántica (‘caminar hacia adentro’ = “adentrarse”), y por
último (c) en el plano de la imagen poética, a través de una
audaz sustitución que transfiere a los “ojos” la ‘profundidad’
del “agua”. En este punto, de real utilidad puede resultar la
ley de la “reversibilidad”, de la cual se deduce el método de
control por retroversión y el “decir casi lo mismo” como patrón
de evaluación (Eco 2003: 58). Es evidente que ‘en tus ojos me
adentro como en el agua’ no “dice lo mismo” sino “dice más”
que ‘voy por tus ojos como dentro del agua (que me cubre)’,
el cual a su vez “dice más” que “voy por tus ojos como por el
agua”. En resumidas cuentas, el balance del “intercambio de
energía” indica a este nivel del intertexto una rotunda ganancia
expresiva, que a su vez estimula la comprensión como vivencia.
En el 2º ejemplo, el original y la versión francesa, que
“dicen lo mismo” y en los mismos términos, interactúan con
la griega, que “dice más” y de otra manera. En efecto, aquí el
verbo se reduplica (pegaino y pao) y la preposición se desdobla,
al aparecer una vez como eis (‘a’) + artículo (= sto) y otra vez
como me (‘con’). A raíz de ello, ‘voy (con matiz aspectual, tal
vez iterativo) a tu cuerpo’ puede interpretarse “lo visito”75 y
75
Sin embargo, la razón de de la duplicación sinonímica no es tanto
explotar la especialización semántica de pegaino y pao, sino el hecho de
que, por una vez, Macrís incide aquí en un esquema métrico. Se trata un
alejandrino (pero no de tipo francés – de doce sílabas, sino románico – de
catorce): pegaino sto kormí sou // kathós pao me ton kosmo - U_UUU_U
// U_UUU_U donde, según las reglas de escansión vigentes en la poesía
neogriega, pao viene tratado como monosílabo, y por tanto tiene cabida en
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78
Por ejemplo, según Genette mismo (1982: 238 sq.), en la fase actual
de la gran mayoría de las literaturas occidentales, la traducción pertenece
al género trasposición, eso es “transformación seria”, y su diferencia es-
pecifica consiste en “trasponer un texto a otro idioma”. A mi modo de ver,
esta definición se refiere más que nada a la traducción como producto; el
proceso respectivo incluye también – como se verá - toda una serie de otras
trasposiciones de distintos tipos.
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Para la primera categoría véase el retruécano Au Lion d’Or / Au lit,
on dort, o este otro, de tonos algo subidos: Monsieur le marquis m’aima vingt
ans sans que je le susse; para la segunda, los famosos “falsos amigos”.
80
No sé si Cesariny estaba al corriente, ni en qué medida habría to-
mado en cuenta los experimentos del grupo Oulipo (Ouvroir de littérature
potentielle: Raymond Queneau, François Le Lionnais, Georges Pérec, Italo
Calvino y otros), activo en Francia a principios de los 60. En todo caso, su
“cabala fonética” descansa sobre el principio de la “traducción homofóni-
ca” (o traduc-son), centrada sobre el significante, que lleva a los “oulipia-
nos” a transformar, por ejemplo, el latín Quid est, Catulle? Quid moraris
emori? en Cuit d’Est/ Qu’as-tu, lait/ Cuit d’amour/ À riz et morilles ?, o el
inglés Humpty Dumpty/ Sat on a wall en Un petit d’un petit/ S’étonne aux
Halles (cf. Oulipo 1998 : 145 y Genette 1982 : 51).
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81
Hágase cuenta, por ejemplo, de la distancia bastante considerable que
separa la postura (surcista o ciblista) que quieren adoptar los traductores
de la en que realmente se encuentran, o aquélla que hay entre el tipo de
fidelidad (“según la letra” o “segun el espiritu”) que se proponen observar
hacia el original, y la que les “sale” al fin y a la postre.
82
Los cuatro términos marcados con bastardillas son subgéneros de la
trasposición, y vienen definidos y analizados en sendos párrafos del libro
de Genette: § XLII: versification - § XLIII: prosification - § XLIV:
transmétrisation - § LXIX: transvalorisation (Genette 1982: 244-257 y
279-288).
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Hoy el aporte de Ulises a la eclosión y la expansión del grupo puede
valorarse en su debido contexto, gracias a una excelente monografía docu-
mental (Freire García 2008).
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84
En cuanto a este aspecto, una característica diferencial de la poesía
tzántzica de Ulises Estrella consiste tal vez que su discurso lírico nos apa-
rece hoy menos “parasitado” por cierta fraseología política al uso en aquel
entonces.
85
Recientemente, Ulises ha recopilado lo mejor de su poesía en una
edición – al parecer – definitiva, donde algunos de esos ciclos cambian de
nombre y se refunden con otros (Estrella 2007).
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Si le preguntan quién es
no sabrá que decir
carece de ciudadanía
no podría hablar de sus efectos y afectos personales.
(Un hombre).
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2
Aquí se impone nuevamente un parangón con Vallejo: cerrado el
paréntesis militante de España aparta de mí este cáliz (1937), el peruano
vuelve a la escritura de tenor vanguardista iniciada en Trilce (1922), para
desarrollarla y afinarla en Poemas humanos (1939).
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como la Isla del Sueño hacia donde remo en ese espejo, o como
la prodigiosa Rayuela capaz de abarcar en sus casillas la Tierra
y el Cielo, el “lado de acá” y el “lado de allá” (amén de muchos
“otros lados”)… Tiene el país el nombre de un color, Portocaliu,
que es en rumano ‘anaranjado’. No hay otro que mejor le siente
que el oro de esa fruta nómada, la dulce y solar manzana de las
Hespérides, que atravesó el mundo desde China al Atlántico,
hasta alcanzar su patria de elección mediterránea.
Tales parajes escogió Omar Lara - ¿o acaso le
escogieron? - para asentar en ellos su exilio color naranja.
Aunque supuestamente ya existían y sólo esperaban su llegada,
al tomarlos en posesión el poeta les dio unos cuantos retoques.
Para empezar, los organizó a modo de sistema solar, con una
estrella fija en el medio (las Voces de Portocaliu, 2003), y en
torno a ella su ultimísima cosecha lírica4 . Luego los colonizó
4
Unos ciclos (como Fuego de mayo, 1996) fueron “anexados” a
posteriori; otros (por ejemplo los Papeles de Harek Ayún, 2007) se pro-
yectaron desde el centro respectivo, como satélites del mismo. De paso sea
dicho, habrá que estudiar alguna vez a fondo la geometría variable y las
estrategias de montaje de los libros de Omar Lara, los cuales suponen cada
vez una nueva distribución de cartas, barajando títulos inéditos con otros
ya conocidos, pero que adquieren funciones nuevas en contextos nuevos.
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5
Véase por ejemplo Pero tu lengua / forastera / no tiene idioma / tiene
un río por donde me deslizo. (Visitas en Portocaliu).
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�adre
ella era la ola más bella
de tu río
y yo la amaba
como ama el campanero su infinito
o el errante los caminos polvorosos
o el abigeo la luna furtiva
o el niño su ronda
o el aire su voluptuosidad
o la bala su abismo
o el río su delta
o la luz su danza
así yo la amaba
así yo la amaba
la ola más linda en la tarde
sinuosa y efímera
(Madre, ella era).
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bIblIografía
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Disquisiciones y Divagaciones,
de Víctor Ivanovici,
se terminó de imprimir en Quito en el mes de noviembre de 2011,
en la Editorial Pedro Jorge Vera
de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión.