Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
JOY DARK
Copyright©2023 JOY DARK
Todos los derechos reservados. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra ni su
incorporación a un sistema informático ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio,
sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y
por escrito del autor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito
contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal). El copyright estimula la
creatividad, defiende la diversidad en el ámbito de las ideas y el conocimiento, promueve la libre
expresión y favorece una cultura viva. Gracias por comprar una edición autorizada de este libro y
por respetar las leyes del copyright al no reproducir, escanear ni distribuir ninguna parte de esta obra
por ningún medio sin permiso.
Primera edición, octubre 2023
Traducción: Teresa Gomares.
SINOPSIS
—¿Vais a dejar a Harper a solas con esa loca? —bramo, después de que
Ethan me pida que haga de canguro yo solo durante dos semanas y decirle
que es demasiada responsabilidad para una sola persona.
—Si tú no te ves capaz…
—No es que no me vea capaz, es que también tengo que atender el
rancho yo solo en tu ausencia. Sabes de sobra que siempre te he echado una
mano con el pequeño.
—Y por eso hemos pensado en ti, pero si no quieres, Emily se lo pedirá
a Sarah.
—Ni hablar, no quiero tenerla por el rancho pululando todo el día para
sacarme de mis casillas. Lo haré yo. Me organizaré mejor y me haré cargo
de todo.
—¿Qué es lo que harás, vaquero? —pregunta Sarah a mi espalda
haciendo que me sobresalte.
—¿Ves lo que te digo? Siempre intenta fastidiarme —protesto
dirigiéndome a Ethan.
—Yo solo venía a decirle a Ethan que he aceptado el reto de cuidar a su
hijo durante el tiempo que dure la luna de miel, no a fastidiarte. Así que ya
no haces ninguna falta.
—¿Qué? No, de eso nada, ya le he dicho que yo me encargaré de eso.
Puedes quedarte en Lawrence tranquilamente sin perturbar la paz del
campo.
—Lo siento, pero eso no va a pasar, tendrás que compartir esa
responsabilidad conmigo. —Sarah me saca la lengua y se cruza de brazos.
¿Se puede ser más infantil viniendo de una abogada?
—Lo llevas claro, yo contigo no quiero compartir ni una pizca de aire
—digo, pensando en lo mentiroso que soy.
He compartido más de mil gemidos respirados directamente de su
preciosa boca, pero no pienso darle el gusto de ponernos en evidencia por
revelarlo.
—Pues tú mismo, pero me vas a tener que soportar dos semanas por
aquí. Me vendrá estupendo este retiro en el campo, ya sabes lo mucho que
me gusta venir de visita y desestabilizarte un poco.
Chasqueo la lengua contra el paladar y Ethan nos mira a ambos antes de
soltar algo.
—¿Podemos confiar en vosotros? No quiero que Harper acabe en
manos de los servicios sociales porque vosotros os habéis echado los trastos
a la cabeza.
—Te doy mi palabra, Ethan, pero no estoy segura de que el energúmeno
de tu amigo esté dispuesto a dar su brazo a torcer. Está claro que me odia y
que le encanta demostrarlo siempre que puede.
—Yo puedo domar a un caballo salvaje sin ningún tipo de problema, así
que lidiar contigo será pan comido, quizá abandones antes de completar la
primera semana.
—¿Vas a ponerme a prueba?
—A lo mejor —le digo como si fuera un adolescente en plena
efervescencia.
—Pues, vale, inténtalo si puedes.
Ambos nos enzarzamos en una diatriba de palabrería llena de orgullo
hasta que Ethan pone fin a la discusión.
—¡Parad de una vez! ¿Qué narices os pasa? Sois dos adultos que vais a
hacerles un favor a dos de vuestros mejores amigos. Si no vais a saber
comportaros, será mejor que contratemos a algún profesional.
Los dos agachamos la mirada como si, en efecto, fuéramos dos niños.
—¿Me prometéis que os vais a portar bien? —pregunta cuando ve que
hemos cedido a su enfado.
—Sí, nos portaremos bien —decimos al unísono.
—Así me gusta. El martes saldremos a las ocho para el aeropuerto,
preparaos mentalmente porque os vamos a confiar a nuestro hijo y no
queremos problemas con vosotros, ¿entendido?
Asentimos en silencio, Ethan cuando se enfada impone bastante.
—Entre los dos será más fácil, tenéis que ayudaros en todo porque los
bebés a veces son complicados.
—Pues anda que esta —digo en voz baja mientras la señalo con el dedo,
y Sarah me dedica una mirada cargada de furia.
Tras un rato de bronca por parte de mi jefe y amigo, se queda conforme
en que seremos buenos y haremos las cosas bien para que todo fluya
estupendamente con Harper y el trabajo en el rancho.
Pero por dentro, la idea de compartir veinticuatro horas con Emily, me
pone un poco nervioso.
Aunque, en peores rodeos me he visto envuelto.
Una mujer no va a conseguir que me vuelva loco y me haga pipí encima
por una rabieta.
No queda más remedio.
¡Que comience el desafío del siglo!
Cuando Ethan se marcha a saludar a unos invitados que están hablando
con Emily, le digo a Sarah:
—Entonces, ¿sigue en pie lo que tenemos pendiente en la caseta de
pesca?
Ella me mira fijamente a los ojos y me dedica una sonrisa de medio
lado antes de contestar:
—Vete al cuerno, Mike.
«La tengo loquita», pienso, mientras sonrío al verla marcharse
contoneándose como una hoja al viento.
5
SARAH
Estoy de pie junto a uno de los corrales del rancho, observando a los
caballos mientras disfrutan de su tiempo en el campo.
Mi mente divaga un momento mientras pienso en la situación actual.
Sarah y yo hemos estado en una especie de montaña rusa durante el
último año y, a veces, me pregunto si alguien más en el rancho ha notado
algo.
Justo en ese momento, Jude, uno de los trabajadores más recientes del
rancho, se acerca a mí.
Es un chico que no sobrepasa los treinta años, fuerte y alto, y muy
solícito con todos.
—¿Todo bien, Mike? —me pregunta, mirando fijamente a los caballos
conmigo.
—Sí, Jude, todo bien —respondo, tratando de sonar tranquilo. Pero me
conoce lo suficiente, pasamos muchas horas juntos todos los días, como
para darse cuenta de que algo me preocupa.
—No pareces del todo convencido, amigo —dice con una sonrisa
cómplice—. ¿Algo en tu mente?
Dudo por un momento, pero finalmente decido hablar con alguien de
confianza sobre mi relación con Sarah.
—Sarah y yo hemos estado... algo complicados durante el último año
—comienzo, eligiendo mis palabras con cuidado—. Hemos tenido nuestros
desacuerdos, discusiones, y también momentos... diferentes.
Asiente con la cabeza, como si entendiera exactamente a lo que me
refiero.
—Sarah es esa chica que suele pasar tiempo por aquí, ¿no? La amiga de
Emily —dice y yo asiento—. Sí, he notado que no siempre estáis de
acuerdo. Os vi discutir en la boda y algunas veces cuando viene al rancho.
—A veces siento que nuestras discusiones son más intensas de lo
normal —confieso—. Y también hay momentos en los que... bueno, en los
que no estamos discutiendo en absoluto.
Jude arquea una ceja con curiosidad.
—¿Estás insinuando que ha habido algo más entre vosotros dos?
Respiro hondo antes de responder.
No estoy del todo seguro si confesárselo, pero finalmente accedo a
hacerlo.
Necesito hablar con alguien de esto si no quiero volverme loco estas
dos semanas.
—Sí, ha habido momentos en los que hemos estado juntos de una
manera diferente. Pero siempre ha sido complicado.
Jude parece pensar en mis palabras por un momento antes de responder.
—¿Y dices que lleváis un año discutiendo y, ya sabes, encamándoos?
—Sí, más o menos se resume a eso. En principio la cosa me divertía…
—Mira, Mike, las relaciones nunca son fáciles. Si sientes algo por
Sarah y ella siente algo por ti, tal vez sea hora de sentarse y hablar de
verdad sobre lo que está pasando entre vosotros dos. A veces, esas
conversaciones difíciles son las que nos llevan a lugares mejores.
—El problema es que creo que ambos nos negamos a sentir algo,
¿entiendes? Hoy me he dado cuenta que nunca me ha escuchado de verdad,
y en el fondo no la culpo, yo he accedido a que nuestra relación sea rara y
absurda en ciertos momentos. ¿Conoces esa sensación de estar enganchado
a algo que en el fondo te hace daño?
Jude sonríe.
—Subir a montañas rusas sin un buen cinturón de seguridad puede ser
bastante peligroso.
—Pues me temo que esa adrenalina que produce exponerse al peligro,
la tengo que aguantar dos semanas.
—¿A qué te refieres?
—A que Ethan y Emily nos han encargado que cuidemos de Harper
mientras dura su luna de miel. Sarah está en el rancho.
—Espera, ¿no iban a hacerse cago los padres de la jefa? Es lo que dijo
Ethan unas semanas antes de la boda.
—Sí, supongo que esperaban que ellos pudieran, pero se han ido de
viaje a Italia.
—Muy oportunos —comenta Jude torciendo el gesto.
—Oportunos o no, nos han encargado la tarea a nosotros dos.
—Bueno, eso es que confían mucho en vosotros, yo me lo tomaría
como un cumplido.
—Y lo es, no te lo discuto, pero eso implica a tener que convivir con
ella y no sé si estoy preparado para que todo explote por los aires cuando
note que no estoy dispuesto a ceder a sus chantajes. No pienso alimentar sus
deseos cuando le venga la real gana. Estoy empezando a cansarme de eso.
Creo que somos completamente incompatibles en la vida, dejando a un lado
la cama, ahí ambos damos lo mejor de nosotros, ¿entiendes?
—Entiendo que esa mujer te gusta más de lo que quisieras. Creo que
tienes miedo a que si te abres a ella te rechace por completo. Estás jodido,
Mike, reconócelo.
Respiro profundamente mientras escucho las palabras de Jude.
Lo que dice tiene sentido, aunque me cueste aceptarlo.
Sarah me ha desconcertado desde el principio, y el miedo al rechazo es
algo que ha estado en mi mente durante mucho tiempo.
Ese miedo ha estado arraigado en mi mente, desde aquella desgarradora
experiencia en Texas.
La mujer que pensé que sería la persona con la que pasaría el resto de
mi vida, me rompió completamente por dentro.
Aún me cuesta hablar de ello porque no lo he superado.
Aquella traición fue un duro golpe por las personas que estuvieron
implicadas…
Desde entonces, he llevado esa cicatriz en mi corazón, y aunque sé que
no todas las mujeres son iguales, el temor al rechazo se ha convertido en
una sombra constante en mis relaciones con ellas.
Sarah es la primera mujer, después de eso, que consiguió captar mi
atención, a la única con la que me he abierto en ocasiones y me he
permitido ser un poco yo mismo.
¿Me ha dolido que no supiera que soy alérgico a los cacahuetes?
Sí, mucho.
Es algo que le dije una tarde en la que incluso parecíamos una pareja
normal después de hacer el amor.
Recuerdo las confesiones de Sarah sobre sí misma. Había compartido
sus gustos y disgustos en una de esas noches en las que nuestras
conversaciones se volvían más personales de lo habitual.
Me había contado que le encantaba la música country, especialmente las
baladas melódicas que hablaban de historias de amor y pérdida. También
me había revelado su pasión por el buen vino y cómo disfrutaba
experimentando con nuevos sabores y catas en su tiempo libre.
Pero también había mencionado las cosas que detestaba.
Odiaba las películas de terror y siempre se tapaba los ojos en las
escenas más espeluznantes. Detestaba las arañas, tenía un temor irracional a
esas criaturas de ocho patas. Además, no soportaba la hipocresía y la
falsedad en las personas, valoraba la sinceridad y la autenticidad por encima
de todo.
Estaba preciosa ese día contando aquellas cosas que se han quedado
tatuadas en mi mente.
Era por la tarde, y Sarah y yo estábamos recostados juntos en la cama
de mi habitación.
La luz tenue que se filtraba por la ventana pintaba suavemente el
ambiente, creando una atmósfera íntima y relajada.
Su cabello rubio parecía brillar bajo la suave luz, y sus ojos claros, de
un verde hipnótico, resaltaban aún más en su rostro de piel suave y pálida.
Mientras compartía sus confesiones, su mirada profunda y cautivadora
tenía un brillo especial, como si estuviera revelando los secretos más
profundos de su alma.
Su sonrisa, cálida y sincera, iluminaba su rostro y hacía que ese
momento fuera aún más especial.
Era imposible no sentirme atraído por su presencia, por esa
combinación única de belleza y autenticidad que la definía.
Mientras compartíamos nuestros pensamientos y sentimientos en mi
cama, Sarah se convirtió en el centro de mi mundo, y su imagen quedó
grabada en mi mente de forma imborrable.
—No quiero aceptar que siento algo por ella, me niego completamente
a sentir algo que ella no siente y dejar que me parta en dos. No puedo
permitirme eso, Jude.
—¿Y cómo se controlan los sentimientos? ¿Hay algún remedio para
eso?
—No sé si se pueden controlar los sentimientos, pero puedo controlar
mis acciones y decisiones. No voy a permitirme ser vulnerable de esa
manera. Prefiero mantener el control, incluso si eso significa distanciarme
de Sarah. —le respondo con firmeza, pero en mi interior, sé que esta
decisión no me trae paz, sino un vacío incómodo que crecerá con cada día
que pase.
—Eso deberías haberlo pensado hace un año, y tranquilo, tu secreto está
a salvo conmigo —me responde, palmeándome la espalda.
Asiento comprensivamente ante las palabras de Jude antes de que se
aleje, dejándome solo con mis dudas y reticencias.
A pesar de haberme desahogado contándoselo, sigo negándome a
aceptar la profundidad de mis sentimientos por Sarah.
No puedo exponerme de esa manera después de saber lo mucho que
duelen las decepciones.
Vine aquí buscando paz, no quiero librar una batalla en ninguna otra
guerra.
10
SARAH
—¿Estás seguro de que salir con Helen es buena idea, estando aún
Sarah aquí? —me pregunta Jude en el corral principal.
—¿Por qué habría de esperar a conocer a alguien interesante que vive
aquí? Si la rechazo seguramente no vuelva a tener oportunidad de hacerlo.
—Porque creo que ya has conocido a alguien interesante, y en el fondo
lo sabes —afirma.
Jude insinúa que ya he conocido a alguien interesante en Sarah, y
aunque trato de negarlo, en el fondo sé que tiene razón.
Sarah tiene muchas cualidades atractivas, pero hemos acordado
mantener nuestra relación casual y sin compromisos.
No encajamos en el prototipo convencional de pareja.
Ninguno de los dos busca enamorarse, y así se lo digo a Jude por si no
le ha quedado claro aún.
Estoy en el acogedor pub del pueblo, tomando una cerveza fría después
de una jornada de trabajo temprana en el rancho.
Es uno de esos raros días en los que terminamos las tareas a tiempo, lo
que nos permite relajarnos un poco antes de volver a casa.
Junto a mí está Jude.
El ambiente en el pub es cálido y acogedor, con la conversación
animada de los lugareños de fondo y la música country sonando
suavemente en los altavoces.
Le doy un sorbo a mi cerveza y me recuesto en la silla, disfrutando de la
sensación de relax.
Jude, con una sonrisa amigable, comenta:
—Hoy ha sido un buen día, ¿verdad, Mike? Hemos hecho un buen
progreso en ese cercado nuevo.
Asiento con la cabeza, agradecido por la camaradería y la tranquilidad
del momento.
—Sí, ha salido genial. Parece que todo avanza según lo planeado en el
rancho.
Jude se ríe y levanta su propia cerveza.
—¿Y lo tuyo con Sarah, también avanza según lo planeado?
—Eso sigue igual de complicado.
—¿Algo nuevo que quieras contarme? Sabes que puedes hacerlo —me
insta Jude.
—No sabría ni por dónde empezar…
—Hacerlo por el principio siempre es una buena opción.
—Cómo empezó todo esto ya lo sabes, pero Sarah hace un par de días
me hizo unas confesiones que hicieron que las cosas se complicaran. Desde
ese día nuestra relación se ha enfriado, y en el fondo es lo mejor.
—¿Qué clase de confesiones? —se interesa Jude.
—Parecía que quería algo más entre nosotros, algo la hizo cambiar de
opinión repentinamente, jamás me había hablado de ese modo tan profundo.
—Las mujeres tienden a hablar más abierta y profundamente sobre sus
emociones, y más cuando hay vinculo sexual previo. Las experiencias
pasadas, como relaciones anteriores o situaciones familiares, pueden influir
en cómo una persona establece vínculos emocionales a través del sexo. Así
que me temo que tú estás influenciado por esa segunda cuestión, ¿me
equivoco?
—Puede que no te alejes mucho.
—Entiendo que tienes una ex que debió joderte demasiado.
—Vuelves a acertar. ¿Eres psicólogo o algo por el estilo? —le pregunto
a Jude y él se ríe.
—No, siempre me he dedicado al campo, pero me gusta estudiar el
comportamiento humano, que tenga las manos llenas de durezas no
significa que no me guste cultivar la mente.
—Pues se te da bien, quizá podrías hacerte algún curso online —le digo
y luego doy un largo trago a mi cerveza.
—¿Crees que sigues enamorado de tu ex?
Frunzo la cara
—Nunca te he hablado de ella, pero creo que te ha fallado el radar esta
vez. No podría seguir queriendo a esa mujer ni aunque me hechizaran.
—¿Puedo preguntar qué pasó?
—En nuestra fiesta de compromiso la pillé con mi hermano, medio
desnudos en un baño. Ahora son tremendamente felices y son padres de un
niño.
—Joder, lo siento Mike.
—Han pasado dos años, ya está superado —digo, aunque con la boca
pequeña.
—Me temo que ahí te equivocas, no lo has superado y sigues atado a
ese pasado tan doloroso. ¿Sabe Sarah todo eso?
—No —digo suspirando.
—Quizá deberías decírselo, así podrá entender que aún necesitas un
tiempo para reconciliarte contigo mismo y las relaciones más profundas, y
no olvides mencionarle que eres un capullo y has quedado con otra para ir
al baile de la cosecha.
—Tienes razón, soy un capullo y estoy haciéndole daño gratuitamente.
—Creo que estás huyendo de tus verdaderos sentimientos y que sigues
autocompadeciendote. Estás a tiempo de arreglar todo esto. No puedes ir
dejando cadáveres sentimentales. Ahora mismo tienes a dos mujeres en la
recamara, y estás jugando con ellas. Siento ser tan sincero, Mike, pero eso
no ayudará a nadie y menos a ti. Si necesitas tiempo para recuperarte de
aquello, tómatelo, pero deja de dar tumbos e involucrar a esas pobres chicas
en tus asuntos internos.
—Vaya, no esperaba esta bronca, hace años que no me echaban una —
digo rascándome la nuca.
—No es una bronca, es un buen consejo de alguien que te considera un
amigo. Piénsalo.
—Lo haré —le digo, pensando en que todo lo que ha dicho tiene una
lógica aplastante por mucho que me pese.
—Brindemos por eso, amigo.
Ambos chocamos nuestros vasos en un brindis silencioso.
Jude rompe el silencio de nuevo.
—Y si quieres a Sarah, y creo que lo haces y simplemente estás
acojonado, date una oportunidad. No renuncies a ser feliz por culpa de otras
personas, son ellas las que no te merecen.
Asiento, sé que tiene toda la razón del mundo y también en eso de que
no quiero involucrarla en mis asuntos.
He de reconocer que Sarah es una mujer con tanta personalidad, que
Dios la ama y un diablo como yo la desea con todas sus fuerzas.
Tengo tanto miedo de este sentimiento que tengo por ella, que a veces
me siento como un náufrago a la deriva en un océano de incertidumbre y
deseo, sin saber si encontraré la costa segura o seré consumido por las olas
turbulentas de mi propia resistencia.
36
MIKE
Cuando llego a casa, Harper está en su trona, llorando con lágrimas que
le corren por las mejillas rosadas.
Sarah está en el sofá, con una expresión agotada y un paño frío en la
frente.
Me acerco con cuidado, preocupado.
—¿Qué sucede? —pregunto, tomando a Harper en brazos y
sosteniéndolo cerca de mí.
Sarah se ve pálida y cansada.
Levanta la mirada hacia mí y suspira.
—No me encuentro bien, Mike. Creo que tengo fiebre. Me duele la
cabeza y me siento débil.
—¿Tienes fiebre alta? ¿Has tomado algo?
Sarah asiente y me muestra el termómetro en la mesa, confirmando mis
temores.
Miro la temperatura y veo que es alta.
—Tienes razón, estás un poco caliente. Deberías descansar. Yo me
encargaré de Harper.
Sarah parece aliviada por mi respuesta.
—Gracias, Mike. No quiero contagiarle nada a Harper. Creo que he
cogido la gripe.
Acaricio su cabello suavemente y le doy un beso en la frente.
Es el primer contacto físico que tengo con ella desde aquella noche en
la que dormimos juntos, pero no he podido evitarlo.
Estoy preocupado por ella, y siento una necesidad tremenda de cuidarla
y hacer que se sienta bien cuanto antes.
—No te preocupes, cuidaré de ambos. Ahora, ve a descansar. Harper y
yo nos las arreglaremos aquí abajo.
Sarah sonríe débilmente y se levanta con esfuerzo para dirigirse a la
habitación.
Mientras ella se retira, me siento con Harper en brazos para consolarlo.
Después me dispongo a poner la casa en orden y a ocuparme del niño y
prepararlo para irse a la cama.
Me siento mal por haberme ido a tomar cervezas con Jude y no volver a
casa inmediatamente, pero Sarah no me ha avisado de que estaba enferma.
Aunque entiendo que nuestra comunicación ha sido nula estos días y le
ha podido resultar violento.
Una vez que Harper está tranquilo y medio dormido en su cuarto, bajo
de nuevo al salón.
Cojo el termómetro y me dirijo a la habitación de Sarah.
Cuando entro, ella se gira hacia la puerta y tose débilmente.
—No deberías estar aquí, no podemos enfermar los dos.
—Sobreviviré a esto, soy duro y resistente —me acerco a la cama y me
siento a su lado—. Voy a tomarte de nuevo la temperatura.
—Puedo hacerlo sola si me das el termómetro.
—Sé que puedes, pero quiero ayudarte, no tienes buen aspecto.
—Tú tampoco, estás horrible Davis —me dice en un intento de empezar
una de nuestras batallas dialécticas, pero su voz suena cansada.
—Me alegro de que estemos ambos en igualdad de condiciones. Ponte
derecha para que te meta… el termómetro en la axila —carraspeo.
—Tú lo que quieres es sobarme las tetas, admite que lo has pasado muy
mal estos días —dice girándose lentamente, debe estar dolorida por la
fiebre.
—Las he tocado muchas veces, pero jamás me aprovecharía de una
enferma. Así que no te preocupes, no las rozaré siquiera.
Ella sonríe levemente y levanta el brazo para que pueda poner el
termómetro.
—¿Cómo está Harper? —me pregunta cuando le hago bajar el brazo.
—Está bien, ya debe haberse quedado dormido del todo.
—Soy un maldito desastre, Harper debe pensar que la naturaleza es
sabia y por eso la vida no me ha dado un novio y la posibilidad de ser
madre todavía.
—Ni Harper ni nadie piensa eso, Sarah.
—Sí, sí lo piensa, y tú también, por eso vas a salir con Helen.
Las palabras de Sarah me cogen por sorpresa.
Me pregunto cómo sabe lo de mi cita con Helen.
Un escalofrío de incomodidad recorre mi espalda mientras me doy
cuenta de que Sarah podría haber averiguado esta información de alguna
fuente externa o, peor aún, haberla descubierto por sí misma.
—Creo que no es momento de hablar de eso ahora.
—Supongo que no, bastante tengo con la gripe como para lidiar con
todos mis complejos ahora —vuelve a toser con un gesto contraído, debe
dolerle el pecho.
El termómetro pita y levanta el brazo para que se lo extraiga por la
manga de la camiseta.
—Tienes cuarenta de fiebre, será mejor que te des un baño para bajarla.
—No creo que pueda levantarme de la cama para eso. Estoy realmente
muy mareada, siento que me pesa todo el cuerpo —comenta mientras
entrecierra los párpados.
Siento un suspiro escapar de mis labios mientras, sin dudarlo, cargo a
Sarah en mis brazos y la llevo cuidadosamente hacia el baño de arriba.
Ella apoya su rostro en mi cuello, su respiración pausada evidenciando
el malestar causado por la fiebre. Mientras subimos las escaleras, una
oleada de ternura hacia ella me inunda por completo.
No puedo evitar sentir una responsabilidad profunda hacia ella en este
momento.
A pesar de mis luchas internas y mis intentos por mantenerme alejado,
esta mujer ha logrado ocupar mis pensamientos y sacarme más de una
sonrisa durante el último año.
La preocupación que siento por su bienestar me hace darme cuenta de
cuánto me importa, aunque eso me asuste.
«Tienes que anular esa estúpida cita con Helen, ¿qué diablos estás
haciendo con tu vida?», me pregunto, mientras la dejo sentada en el váter y
abro el grifo del agua de la bañera.
37
SARAH
***
Emily Summers:
madre, esposa, y mejor amiga de la cumpleañera.
¿QUIERES CONOCER LA HISTORIA DE
EMILY Y ETHAN?
Puedes leer un poquito a continuación.
UN COWBOY EN APUROS
JOY DARK
Copyright©2023 JOY DARK
Todos los derechos reservados. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra ni su
incorporación a un sistema informático ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio,
sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y
por escrito del autor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito
contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal). El copyright estimula la
creatividad, defiende la diversidad en el ámbito de las ideas y el conocimiento, promueve la libre
expresión y favorece una cultura viva. Gracias por comprar una edición autorizada de este libro y
por respetar las leyes del copyright al no reproducir, escanear ni distribuir ninguna parte de esta obra
por ningún medio sin permiso.
Primera edición, septiembre 2023
Traducción: Teresa Gomares.
En Kansas, la grandeza de sus vastas llanuras se encuentra en cada
rincón, mientras el viento susurra secretos de libertad y los campos
dorados bailan al compás de los sueños.
Joy Dark
SINOPSIS
—Está bien, pero solo lo haré por un tiempo, hasta que puedas
solucionar las cosas —respondo.
No puedo permitirme crear un vínculo. Sería demasiado fácil
enamorarme de Harper sin siquiera intentarlo.
Ethan suspira en voz alta.
—Gracias —dice aliviado—. No tienes idea de lo agradecido que estoy.
—Hay dos cosas que debemos hacer —murmuro—. Primero, Harper
necesita pañales, leche de fórmula, ropa, un carrito y una cuna. Quizá
alguien del vecindario tenga cosas que ya no use, pero necesitarás
ayudarme, no puedo cargar ciertas cosas yo sola con un bebé.
—Creo que la señora Bryan puede ayudarnos con eso, pero no sé qué
excusa poner. No quiero que empiece a divulgar rumores por el pueblo y se
entere de la existencia de Harper. Además, ¿y si mi hermano ha mentido?
Solo ha dejado una nota confusa, pero conociéndolo, puede que lo que haya
escrito ahí no sea verdad.
—Encontrar a tu hermano puede ser otra de nuestras prioridades.
¿Tienes alguna idea de cómo localizarlo?
—Estoy de acuerdo. —Él se frota la barbilla en un gesto pensativo—.
No puedo evitar pensar que puede estar en algún tipo de problema. —Se
levanta y deja la taza en el fregadero, luego apoya las manos en la encimera
—. Tengo un número antiguo, mañana lo llamaré y veremos si contesta. Lo
último que supe es que estaba en Topeka.
—Tal vez la madre tuvo a Harper en el hospital más cercano a esa
localidad. No perdemos nada por preguntar.
—Solo sabemos el nombre y el apellido paterno, creo que va a ser
difícil saber si dio a luz allí porque no sabemos quién es.
—Tienes razón, pero si tu hermano fue quien la llevó al hospital, es
posible que haya registrado la entrada con su nombre. No perdemos nada
por intentarlo.
—Por supuesto —asiente aguantándome la mirada.
Ethan está tan atractivo que tengo que tragar saliva. Me digo a mí
misma que solo estoy cansada y que la oscuridad afuera hace que la cocina
parezca más acogedora de lo que realmente es.
—Creo que debería dormir a Harper, el día ha sido muy largo. Mañana
nos pondremos en marcha con todo eso.
—Está bien, si no te importa, voy a terminar de hacer algunas tareas del
rancho.
—Es tarde, ¿no podría eso también esperar a mañana?
—Los ranchos no duermen, ¿lo hacen las flores?
Sonrío en su dirección.
Ethan se acerca a mí, con una mirada comprensiva en sus ojos.
—No te preocupes, solo será un rato y luego descansaré. Quiero
asegurarme de que todo esté en orden para mañana —me dice.
Asiento con seriedad, admirando la dedicación y responsabilidad que
Ethan muestra hacia el rancho.
Sus ojos reflejan una profunda pasión por su trabajo, y eso me hace
apreciar aún más su compromiso.
—Entiendo. Harper y yo estaremos bien. Nos vemos mañana —digo
con una sonrisa reconfortante, mientras coloco suavemente mi mano en su
brazo en un gesto de apoyo.
A medida que me alejo de Ethan, siento cómo mi corazón late un poco
más rápido.
Aunque este acuerdo es temporal, no puedo evitar sentir una conexión
especial con él y, sobre todo, con el adorable Harper. Es como si nuestros
destinos se hubieran entrelazado en este momento crucial.
Adentrándome en la habitación, lo acuno suavemente en mis brazos,
sintiendo la calidez de su cuerpecito contra el mío.
En este instante, una determinación indomable se apodera de mí.
Estoy dispuesta a enfrentar cualquier obstáculo que se presente, porque
sé que este pequeño se merece todo el amor y la protección que puedo
brindarle.
10
ETHAN