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Decálogo para tener más paciencia

con los hijos


1. Hacen cosas de niños. No son personas adultas y, por tanto, hacen
cosas de niños como no obedecer a la primera, querer tocar lo todo,
cuestionar la autoridad de los padres, querer jugar sin parar para
comer o dormir, decidir qué abrigo ponerse aunque sea verano, etc.
2.Necesitan nuestra atención. A cualquier hora del día (si es de noche
se pierde más la paciencia) y en cualquier lugar: en la calle, en casa,
en la bañera, mientras yo hablo por teléfono o cocino, etc.
3. Sus necesidades son diferentes a las nuestras. Mientras yo necesito
descansar de un día agotador, mi hijo necesita la atención de su
madre y padre: ya sea jugando o preguntando, con mimos o con
regañinas, si todo lo demás falla.
4.Merecen respeto. Tratarles mediante ejercicios de sumisión
(cachetes, humillaciones, castigos y gritos) hace que se sientan
inferiores ahora y en el futuro.
5. No tienen prisa. Ni en comer, ni en vestirse, ni en caminar, ni para
llegar a ningún sitio, ni en crecer. La prisa es de los adultos. ¡Prisa
para todo; hasta para amar! Cuánta más prisa, menos paciencia.
6. No necesitan hacer muchas cosas. Ellos simplemente necesitan
hacerlas y a su ritmo. En cambio los adultos, sí. Cuánto más cosas por
hacer, más estrés y menos paciencia.
7. ¿Necesitan hacerlas bien? No es cosas de niños hacer las cosas
bien. Sí es cosa de padres exigir o esperar que las hagan bien:
obedezcan a la primera, ordenen, jueguen sin alboroto, comprendan a
los hermanos, se lo coman todo, se duchen sin protestar, hagan bien
sus deberes, etc.
8.Solicitan nuestro tiempo. Los hijos necesitan de nuestro tiempo y
dedicación, pero cuando no lo tenemos en cuenta, nos hace perder la
paciencia.
9. Requieren amor incondicional. La paternidad es amor incondicional,
que seguro practicas cuando tu hijo te sonríe con esa carita tan linda.
También es la misma carita linda de quien te hace perder la paciencia
y gritarle o exigirle.
10. Les necesitamos. Nosotros necesitamos también a nuestros hijos.
Abrir nuestro corazón, jugar, cantar, danzar sin por ello perder nuestra
parte de adulto responsable que se vuelve más flexible, amoroso y sin
exigencias.

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