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¿Quieres conocer cuál es el grado de compromiso de un creyente con su iglesia?

No se trata
de los cargos que ostenta, ni de sus largas oraciones, ni siquiera de su destacada predicación
desde el púlpito con buenos mensajes. Un indicador crucial se revela en su comportamiento
cuando surgen problemas congregacionales.

La opción más sencilla en esos momentos es atacar a la iglesia, difamándola, criticando sus
fallos, propagando rumores y sembrando la discordia. Este tipo de actitudes demuestra una
falta evidente de carga y afecto hacia la comunidad cristiana.

La manifestación más significativa de amor que podemos brindar a la iglesia es comprender


que en ocasiones es necesario callar. Considero que la peor mancha que puede quedar en la
hoja de vida de un creyente es ser responsable de dividir una congregación. La unidad de la
iglesia es esencial, y contribuir a su división va en contra de los principios fundamentales del
cristianismo. Es crucial que como creyentes, cultivemos la paciencia, la comprensión y el
respeto mutuo, trabajando juntos para superar desafíos en lugar de contribuir a su
desintegración.

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