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Cuando febril escarbo en el desván de mi mente agrietada por las vicisitudes y los

desencantos, tu recuerdo de mujer emerge cual fantasma de polvorientos reinos olvidados y


adquiere una extraña vitalidad en armoniosas contorciones, que se pierde en lo claroscuro
de la historia.

… Y te adhieres como pegajosa hiedra en los poros de mi vieja piel de arcilla arrugada por
los años, reseca por el viento, curtida por el ignoto sol de los deseos reprimidos.

Entonces me hago a la fútil idea de poseerte en la árida inmensidad de mi desierto amoroso,


en el fondo mineral de las sinuosas cavernas de la pasión vehemente, en los prohibidos
recovecos donde moran los espíritus extraviados, en el elevado lecho de los pájaros en
exilio o en la liquida alfombra del océano vertido en la cuenca cristalina de tus ojos.

¡Te tengo y no te tengo! En la ya lejana estación de los acontecimientos consumados se


petrificó el mensajero que transportaba los anhelos que ambos esperamos desde siempre sin
percatarnos que habíamos pasado el tiempo sin desearlo… ya algunos meses. Qué importa
que Cronos mida la inocultable permanencia de los pasos en la interminable seda de los
seres inalcanzables. Lo que si importa es la obsesión, sin desmayo, de tenerte a mi lado.
Algún día me daré cuenta que siempre vas a permanecer arrumada en la estrecha rendija
abierta en el flanco izquierdo de mi alma entumecida.

Fuiste hecha tan delicada y de una cromada ternura cual las mariposas crepusculares tus
cabellos, finas fibras extraídas de la amapola impalpable. ¿Y qué decir de tu boca de pulpa
escarlata? reinaclaudia partida en dos mitades por el bisturí de tu sonrisa espontánea.

Sin embargo, estas evocaciones no son más que mi inútil intento por rellenar el vacío
cántaro del lamento y la desesperanza. ¡No eres más que mi amiga! Virgen retocada por el
pincel divino de las voluptuosas intenciones, saciando hasta el agotamiento las voraces
pasiones carnales.

Ingenua te has moldeado a mi ternura demencial y en la plenitud de la sangre hirviente


cediste a mis apetitos bullentes, mientras el mundo se reducía a unas cuantas miradas
impúdicas estampadas en el cielo raso de los desenfrenos.

No obstante, permanece todavía la invocación de la locura, en las letras de un retrato


trunco, en la melancólica balada de un piano empolvado, aquí mismo en las paginas de este
papel que se volverá amarillo en el laberinto de los sueños obsesivos, en todas partes sin
estar en ninguna.

Entonces empiezo el imaginario recorrido por los avatares del alma tratando en vano de
atrapar lo impalpable. y me convierto en necio cazador quien tiende la trampa en el bosque
de la desventura, a sabiendas que mi vida junto a ti no es más que un ridículo croquis por
conquistar un mundo nuevo.
La obscena noche nos cubría con su cómplice manto de astros distantes. Y tras la agotadora
jornada de amor derretido innumerables veces nos entregamos al dialogo trivial y rutinario.

Hablamos de cómo el internet y la tecnología nos invade por todos lados, del cómo los
gritos estentóreos de una sociedad decadente se han ido convirtiendo en música rockera, del
cómo los falso héroes made in USA como Rambo, jamás estuvieron en un campo de
batalla, del como un Cowboy de quinta categoría y creyó que el planeta era se Sonora, del
cómo los políticos criollos se embadurnan con la democracia para cubrir las manchas
estigmatizantes de las pasadas épocas de incondicionales sirvientes de los regímenes de
facto, del cómo el planeta esta siendo amenazado por la abundante tecnología del hombre y
su escaza racionalidad, del cómo los agiotistas del Fondo Monetario Internacional salieron
por más lana y regresaron esquilados al no poder recuperar lo prestado, etc.

Juntos nos dedicamos a escuchar las canciones de…

No fue mas que un simple coloquio sin presumir de intelectuales, para no asemejarnos a
aquellos que pululan en los bares con fama de culturales. Nos declaramos iconoclastas
misántropos, rebeldes con causa, piedras en el zapato de un oligarca, vagabundos
desadaptados, desprejuiciados, verdaderos amantes.

En fin, fuiste la mujer que compartió mis delirios y pesadillas, la compañera inseparable, el
hondo receptáculo de mis eructos morales, la confidente de mis proyectos descabellados y
mis anhelos conculcados, el refresco vital para aplacar la sed de naufrago desfalleciente.
¡Fuiste todo y nada! Computadora, taza de café libreta de apuntes, cigarrillo para estimular
las ansias, píldora para combatir la angustia, sedante, fruta apetecida para saciar el hambre,
túnel de escape, ventana para mirar la luz de la mañana, calle para vagabundear , cobija
para cubrirme del gélido frío de la madrugada.

En la intimidad de mi proscripción voluntaria, como el restaurador que paciente recobra la


forma original del antiguo jarrón roto en mil pedazos . trato de pensarte de mil maneras, es
un pasatiempo ridículo bien lo sé, pero es inevitable.

Entonces la impetuosa lasciva se libera de repente. Te poseo ardiente. Cedes generosa a mis
propósitos. Y eres caramelo, miel de abeja, néctar de pomarrosa, zumo de mandarina
dulcemente derramado en el lecho de las pasiones sagradas. “Eres un loco, un pervertido”
me decías con voz susurrante. Yo te decía tengo miedo que me hagan santo.

Así tuvieron ciertamente razón de ser las horas de nuestro calendario romántico. Sin
embargo fue demasiado estrecho el lapso de nuestros desvaríos, fue demasiado corto el
tiempo y el romance está hoy perdido en la comisura de la sábana o de la alfombra.

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