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RITO DE LAS PROMESAS TEMPORALES DENTRO DE

LA MISA

I. LLAMADA O PETICIÓN

El sacerdote llama por el nombre.


Jenny Novoa Vargas

Responde:
Aquí estoy.

El Presidente pregunta:

Querida hermana,
¿Qué pedís ahora, delante del pueblo de Dios?

Responde:

Pido a Dios, nuestro Padre,


que me conceda su gracia
para seguir a Jesucristo
en el anuncio del Evangelio,
y a ti, Padre Juan Francisco Ovalle Pinzón, te pido
que admitas mi promesa privada de castidad,
para consagrarme a Dios
y entregarme al Inmaculado Corazón de María
para el ministerio de la salvación.
A ejemplo de María Santísima
buscaré siempre la gloria de Dios, mi santificación personal,
y la salvación de todos los hombres.

El Presidente y todos los presentes responden:

Te damos gracias, Señor.

Si parece oportuno puede omitirse la llamada y la pregunta precedentes y se hace la


petición de la siguiente manera:

Yo N.N.,
después de haber procurado vivir con dedicación
la vocación en la orden tercera de los Heraldos del Evangelio,
quiero responder al llamado de Dios.
Por esto, te pido, Padre, Juan Francisco Ovalle Pinzón,
que admitas mi promesa privada de castidad
para que, entregada a Dios, sea consagrada por Él,
siga a Cristo en comunión de vida
y me entregue en especial servicio
al Corazón Inmaculado de María.
Quiero ser verdaderamente hija y esclava de la Santísima Virgen
para dar a conocer su nombre
y propagar el Reino de María por toda la tierra.
Te pido que roguéis al Señor,
para que sea fiel a lo que hoy prometo.

El Sacerdote y todos los presentes responden:

Te damos gracias, Señor.

II. INTERROGATORIO

Acabada la homilía, el Presidente pregunta:

Querida hermana:
consagrada ya a Dios por el agua y el Espíritu Santo,
¿Quieres unirte más estrechamente a Él
por la promesa privada de castidad?

Responde:

Sí, quiero.
Después de haber sido consagrada a Dios por el bautismo,
quiero entregarme a Él
por la promesa privada de castidad
para buscar siempre su mayor gloria, mi santificación
y la salvación de los hombres de todo el mundo.

El Presidente:

¿Quieres guardar la castidad por el reino de los cielos,


para seguir a Cristo?

Responde:

Sí, quiero.
Con la gracia de Dios,
quiero consagrarme de todo corazón a las cosas del Padre
y que mi castidad, como signo de amor perfecto,
sea fuente de fecundidad espiritual en el mundo.
El Presidente:

Así mismo,
¿Quieres, bajo la fuerza del Espíritu Santo,
entregarte al servicio del Inmaculado Corazón de María
para el ministerio de la salvación
según el espíritu de San Luis María Grignion de Montfort
para progresar en el camino del Señor?

Responde:

Sí, quiero.
Quiero entregarme a la Santísima Virgen
para configurarme con el misterio de Cristo
y cooperar con su oficio maternal en la misión apostólica.

Entonces el Presidente confirma esta decisión diciendo:

Que Dios omnipotente te lo conceda por su gracia.

O bien:

El Dios de la misericordia,
que te ha llamado a esta vocación,
te ayude con su gracia,
te ilumine con la luz de su Palabra,
te guíe por el camino de la caridad perfecta
y robustezca tu voluntad
para que permanezcas siempre fiel a lo que hoy prometes.

Todos:

Amén.

III. PETICIÓN DE LA AYUDA DE DIOS

Después el Presidente pide el auxilio divino, diciendo:

Oremos.
Y todos oran en silencio durante unos momentos. Luego añade:
Mira, Señor, con bondad
a esta hija tuya
que quiere consagrarte hoy su vida
prometiendo guardar la castidad de forma privada;
que su modo de vivir te glorifique
y contribuya a la salvación de los hombres.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

O bien:

Señor, tu Hijo eligió a los apóstoles


y los envió a anunciar el Evangelio,
concede a esta hija tuya Jenny Novoa Vargas,
que hoy se consagra a ti
por la promesa privada de castidad
la perseverancia en la vocación recibida,
y, animada con el espíritu de San Luis Grignion de Montfort,
sea incansable anunciadora del Evangelio.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Todos:

Amén.

IV. PROMESA

Concluida la oración, el que hace la promesa se acerca al Sacerdote, se arrodilla


y pone su mano entre las manos de él y pronuncia con voz clara la fórmula de la Promesa.

Respondiendo al llamado de Dios,


yo Jenny Novoa Vargas
quiero procurar con el mayor empeño la gloria de Dios,
dedicarme plenamente a Él
y seguir más de cerca a Cristo Señor, como los Apóstoles,
en el ministerio de la salvación de los hombres de todo el mundo.
Por eso, en presencia de la familia de Dios aquí reunida,
por tus manos Padre Juan Francisco Ovalle Pinzón,
me consagro en el Espíritu Santo a Dios Padre
por su Hijo Jesucristo
y me entrego en especial servicio
al Inmaculado Corazón de la Bienaventurada Virgen María.
Por tanto, hago promesa a Dios
de guardar la castidad por seis meses.
Os ruego, pues, hermanos, que os dignéis ser testigos de mi Promesa.
Orad por mí, para que en el servicio de Dios y de la Iglesia
sea fiel al espíritu de San Luis María Grignion de Montfort,
y alcance la caridad perfecta.
Amén.

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