Había una vez en un tranquilo estanque rodeado de altos juncos, una familia de patos que

vivía felizmente bajo el cálido sol. Entre ellos, se encontraba un patito diferente a los
demás, con un plumaje gris y desaliñado que lo hacía destacar entre sus hermanos.El
pequeño patito, al que llamaban Curioso, siempre se sentía un poco fuera de lugar. Sus
hermanos lo miraban con curiosidad y a veces con burla por su aspecto distinto. A pesar
de ello, Curioso era un patito amable y juguetón, que disfrutaba explorando el estanque y
descubriendo nuevos rincones.Un día, mientras nadaba por el estanque, Curioso se
encontró con un grupo de gansos elegantes y altivos que pasaban por la zona. Al ver al
pequeño patito gris, los gansos se burlaron de él y lo rechazaron por ser diferente. Herido
en su corazón, Curioso nadó hacia la orilla del estanque sintiéndose triste y solo.Sin
embargo, en la orilla del estanque, una voz suave y amable lo llamó. Era una vieja garza
sabia que había observado la escena desde lejos. La garza se acercó a Curioso y le dijo con
ternura: "Pequeño patito, no dejes que las palabras hirientes de otros te definan. Tu belleza
está en tu corazón y en tu valentía para ser quien eres".Con las palabras reconfortantes de
la garza resonando en su mente, Curioso decidió regresar al estanque con la frente en alto.
Al llegar, sus hermanos y los demás patos lo recibieron con alegría y cariño.
Comprendieron que la verdadera belleza radicaba en la diversidad y en la aceptación
mutua.Desde ese día, Curioso siguió siendo un patito gris entre sus hermanos coloridos,
pero ahora lo veían con respeto y admiración por su valentía y bondad. Descubrió que la
verdadera belleza estaba en ser auténtico y en aceptar a los demás tal como son.Y así, el
pequeño patito Curioso aprendió una valiosa lección sobre la importancia de la diversidad
y la aceptación en el mundo del estanque, donde cada ser vivo tiene su propio valor y
belleza única. ¡Que viva la diversidad que nos hace especiales!