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EL REAL ORIGEN DE

LA MASONERIA

HERBERT ORE BELSUZARRI


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Título original: EL REAL ORIGEN DE LA MASONERIA

Autor: Herbert Oré Belsuzarri


Ilustración: Herbert Oré Belsuzarri

@Tres Puntos Editores


Octubre 2017
Lima – Perú
ISBN 978-0-244-04531-9

Reservado todos los derechos. Queda prohibida, sin la autorización del au-
tor, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de
esta obra por cualquier medio o procedimiento.

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INDICE.
INTRODUCCION. 9
I. EL MITO SUMERIO 41
1.1 ATANDO CABOS. 41
1.2 MITO DEL ORIGEN DEL HOMBRE SUMERIO. 53
1.3 LA DESTRUCCION DEL HOMBRE. 56
1.4 LA CIVILIZACION DESPUES DEL DILUVIO. 69
1.5 ¿DONDE ESTABA EDIN PARA LOS SUMERIOS? 75
1.5.1 La legendaria tierra de Dilmun. 76
1.5.2 Dilmun la tierra de la inmortalidad y el jardín del edén. 80
1.5.3 Dilmun, Ciudad-Estado comercial del mundo antiguo. 81
1.5.4 Dilmun y los fenicios. 82
1.5.5 La tierra de Punt. 87
1.5.6 El Libano. 89
1.6 EL POEMA DE GILGAMESH. 90
1.7 LA TIERRA DEL CEDRO. 92
1.8 LAS TABLAS DEL DESTINO Y ENKI. 97
1.8.1 La narración de “El Robo del Destino”. 100
1.8.2 Enki entrega los me a Inanna. 108
II. LOS DIOSES EN EGIPTO. 117
2.1 LOS HERMANOS EN LUCHA. 118
2.2 LA MUERTE DE OSIRIS. 119
2.3 EL HIJO DE OSIRIS. 123
2.4 LOS DIOSES Y LA SUCESIÓN. 133
2.5 HORUS VENCE A SETH. 137
III. LOS DIOSES SUMERIOS Y EGIPCIOS. 141
3.1 LO QUE CUENTAN LAS TABLILLAS DE BARRO. 141
3.2 LAS EVIDENCIAS SUMERIAS. 145
3.2.1 El paralelo 30. 147
3.2.2 El misterioso año 3,760 a. C. 150
3.3 LAS EVIDENCIAS EGIPCIAS. 151
3.3.1 Ra y su templo de Karnak. 151
3.3.2 El dios Jnum. 158
3.3.3 La Gran Esfinge. 161
3.3.4 Las tres pirámides y el Cinturón de Orión. 166
3.3.5 El faraón Akenatón. 169
IV. LOS ANUNNAKIS EN EL TANAJ Y LA BIBLIA. 171
4.1 LA CONEXIÓN HEBREA. 171
4.2 MUCHOS DIOSES EN EL TANAJ Y ANTIGUO TESTAMEN-
TO. 174

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4.3 NEFILIM Y ÁNGELES ¿DIOSES MENORES? 178
4.4 LOS DIOSES DEL EDEN: ¿SERPIENTES O REPTILES CON
PIERNAS? 180
4.5 CREACIÓN Y CAIDA DEL HOMBRE. 181
4.6 EL HÍBRIDO HOMBRE MONO-ANUNNAKI Y ADAN. 183
4.7 ADAN, EL HOMBRE PRIMITIVO DEL EDEN. 185
4.8 LA CREACIÓN DEL HOMO SAPIENS. 187
4.9 EL HOMBRE PIERDE SU DIVINIDAD. 188
4.10 EL HOMBRE PIERDE LONGEVIDAD. 188
4.11 EL EXTRAÑO HABITANTE DEL EDEN. 189
4.11.1 ¿La circuncisión una práctica egipcia o hebrea? 194
4.12 LOS DESCENDIENTES: CAIN Y SET. 202
4.13 LOS HIJOS DE SET: ENOS, CAINAN, MALALEEL Y JA-
RED. 205
4.14 EL MISTERIOSO ENOC. 207
4.15 LAMEC EL ASESINO DE CAIN. 211
4.16 LOS HIJOS DE LAMEC. 212
4.17 EL SACERDOTE MELQUISEDEC. 214
4.18 ¿NOÉ HIJO DE NEFILIM? 215
4.19 LAS CIUDADES HEBREAS. 219
4.19.1 Jerusalén 222
4.20 DEL DIOS ENLIL AL HEBREO ELYON. 226
4.21 ¿MUCHOS NOMBRES O MUCHOS DIOSES? 229
4.22 DE DIOSES SUMERIOS A DIOSES HEBREOS. 237
4.23 ANU ES LLAMADO EL POR LOS HEBREOS. 245
4.24 ANU EL MÁS ALTO Y EL ELYON HEBREO. 250
4.25 ¿ANU ES YHWH? 255
4.26 EL AKITU Y EL CANTAR DE LOS CANTARES. 262
4.26.1 El antiguo Festival Akitu y la humillación del Rey. 265
4.26.2 Akitu, cantar de los cantares y masonería. 269
V. DE ZIGURATS A PIRAMIDES. 281
5.1 EL ZIGURAT. 283
5.1.1 Los zigurats más conocidos. 287
5.1.2 Los tipos de zigurats. 296
5.2 ZIGURAT O PIRAMIDE DE SAQQARA. 298
5.2.1 Serapeum. 300
5.2.2 El misterioso e enigmático constructor Imhotep. 303
5.2.3 Los egipcios hacían piedras artificiales. 308
5.2.4 Ni templos ni tumbas, ¡Son escuelas esotéricas! 312
5.2.5 La ceremonia del Djed. 315
VI. ¿COMO ENCAJA TODO ESTO? 319

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6.1 EL DESARROLLO HISTORICO DE LOS SUMERIOS, EGIP-
CIOS, HEBREOS Y OTROS EN EL MUNDO. 319
6.1.1 Los inicios de Sumer (4,000 a. C.) 327
6.1.2 La unificación de Egipto (3,200 a. C.) 330
6.1.3 La invasión semita a la media luna fértil (3,000 a. C.). 332
6.1.4 Las primeras pirámides egipcias. 334
6.1.5 Las tres pirámides de Guiza. 338
6.1.6 La escritura con fines históricos. 340
6.1.7 El imperio Acadio. 342
6.1.8 Los guti. 347
6.1.9 El patriarca Abraham. 354
6.1.10 Los hurritas y el caballo. 360
6.1.11 El código de Hammurabi. 364
6.1.12 Los hurritas. 369
6.1.13 Los fenicios. 373
6.1.14 Akenatón y el monoteísmo. 374
6.1.15 Del hierro al acero. 379
6.1.16 Troya. 381
6.1.17 El Imperio Asirio. 383
6.1.18 Los hebreos. 385
6.1.19 Los filisteos. 390
6.1.20 Los israelitas. 396
6.1.21 El rey David. 411
6.1.22 El rey Salomón. 414
VII. EL MEDIO ORIENTE Y EL NACIMIENTO DE LA MASONE-
RIA. 425
7.1 ¿QUÉ DICEN LOS ANTIGUOS DOCUMENTOS MASÓNI-
COS? 435
7.1.1 Manuscrito Regius 1,390. 435
7.1.2 Manuscrito Cooke. 436
7.1.3 Manuscrito Dowland. 438
7.1.4 Manuscrito Gran Lodge N° 1. 439
7.1.5 Manuscrito Iñigo Jones. 442
7.1.6 Manuscrito Dumfries N° 4. 443
7.1.7 La masonería según las escrituras. 447
7.1.8 Manuscrito Graham 1,726. 450
7.1.9 Discurso del caballero de Ramsay del 26 de diciembre de
1,736. 451
7.1.10 Discurso del caballero de Ramsay en la Recepción de Franc-
masones 1,737. 452
7.1.11 La historia temprana de la masonería luego de 1,717: George

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Oliver. 452
7.2 ¿QUE DICEN LAS TABLILLAS SUMERIAS SOBRE LOS
MASONES? 455
7.2.1 El origen de la palabra masón. 460
7.2.2 Las ciudades en los mitos sumerios, acadios y babilonios. 462
7.2.3 Los Ritos de Construcción. 481
7.2.4 El rey arquitecto Gudea. 498
7.2.5 Enki el dios de la arquitectura sumeria. 504
7.2.6 Los masones operativos sumerios. 513
VIII. EL DESCENSO DE INANNA AL INFRAMUNDO Y LOS
MISTERIOS INICIATICOS. 517
8.1 EL DESCENSO DE INANNA AL INFRAMUNDO, LA ENSE-
ÑANZA INICIATICA. 519
8.2 INANNA Y OTROS MITOS POSTERIORES. 529
8.3 LA NIÑEZ DE INANNA Y EL ÁRBOL HULUPPU. 533
8.4 LA REINA INANNA. 534
8.5 EL PRIMER VIAJE AL INFRAMUNDO DE ENKI Y LOS ME
ENTREGADOS A INANNA. 536
8.6 ¿PORQUE INANNA DESCIENDE AL INFRAMUNDO? 537
8.7 QUE OCURRE CON ERESHKIGAL E INANNA 541
8.8 EL DESCENSO Y LOS MISTERIOS. 543
8.9 LAS SIETE PUERTAS DEL INFRAMUNDO Y LA INICIA-
CION. 551
8.10 LA DISTORSIÓN DEL SIMBOLISMO DE LA SERPIENTE.
554
8.11 EL ORIGEN SUMERIO DE LA MASONERÍA. 559
BIBLIOGRAFIA. 567

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INTRODUCCION.
El génesis del universo ha sido una gran interrogante para el ser
humano y a lo largo de los años, se han formulado una variedad de
planteamientos para encontrar una respuesta, y son cuatro las teo-
rías de mayor aceptación que lo explican:

La teoría del Big Bang


La teoría inflacionaria
La teoría del estado estacionario
La teoría del universo oscilante

La teoría del Big Bang o teoría de la gran explosión, es la más


popular y aceptada. Esta supone a partir de una serie de ecuacio-
nes de relatividad general, que hace unos 14,000 o 15,000 millones
de años, toda la materia del universo estaba concentrada en una
zona extraordinariamente pequeña, hasta que explotó en un violen-
to evento a partir del cual comenzó a expandirse. Toda esa mate-
ria, comprimida y contenida en un único lugar, fue impulsada tras
la explosión, y comenzó a expandirse, acumulándose en diversos
puntos. En esa expansión, la materia se agrupo y acumulo para dar

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lugar a las primeras estrellas y galaxias, formando así lo que cono-
cemos como el universo.

Los fundamentos matemáticos de esta teoría incluyen la teoría


general de la relatividad de Albert Einstein, junto a la teoría están-
dar de partículas fundamentales. Todos estos aspectos, hacen de
esta la teoría más respetada y da lugar a nuevas e interesantísimas
cuestiones: ¿El universo seguirá en constante expansión por el resto
de los tiempos?, o por el contrario, ¿Un evento similar puede hacer
que el universo vuelva a contraerse?

La teoría inflacionaria, fue formulada por el físico teórico nor-


teamericano Alan Guth, que intenta explicar los primeros instantes
del universo, basándose en estudios sobre campos gravitatorios for-
tísimos, como los que hay cerca de un agujero negro. Esta teoría
supone que una fuerza única se dividió en las cuatro que ahora co-
nocemos (las cuatro fuerzas fundamentales del universo: gravitato-
ria, electromagnética, nuclear fuerte y nuclear débil), provocando
el origen del universo. El empuje inicial duró un tiempo práctica-
mente inapreciable, pero fue tan violenta que, aun cuando la atrac-
ción de la gravedad frena las galaxias, el universo todavía crece y
absolutamente todo en el universo está en constante movimiento.

La teoría del estado estacionario se opone a la tesis de un


universo evolucionario. Los seguidores de esta teoría consideran
que el universo es una entidad que no tiene principio ni fin: no
tiene principio porque no comenzó con una gran explosión ni se
colapsará en un futuro lejano, para volver a nacer. El impulsor de
esta idea fue el astrónomo inglés Edward Milne y según ella, los
datos recabados por la observación de un objeto ubicado a millones
de años luz, deben ser idénticos a los obtenidos en la observación
de la Vía Láctea desde la misma distancia. Milne llamó a su tesis
principio cosmológico.

En 1,948, algunos astrónomos retomaron este principio y le aña-


dieron nuevos conceptos, como el principio cosmológico perfecto.
Este establece, en primer lugar, que el universo no tiene un génesis
ni un final, ya que la materia interestelar siempre ha existido y en
segundo término, que el aspecto general del universo no solo es
idéntico en el espacio sino también en el tiempo.

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La teoría del universo oscilante, sostiene que nuestro universo
sería el último de muchos surgidos en el pasado, luego de sucesi-
vas explosiones y contracciones. El momento en que el universo se
desploma sobre sí mismo atraído por su propia gravedad es cono-
cido como Big Crunch, y marcaría el fin de nuestro universo y el
nacimiento de otro nuevo. Esta teoría fue planteada por el profe-
sor Paul Steinhardt, profesor de física teórica en la Universidad de
Princeton.

La Universidad de Valencia, considera conforme a la Teoría


del Big Bang, que hace unos 12,000 millones de años, toda la ener-
gía (y todo el espacio) del universo estaba concentrada y una gran
explosión llama el big bang dio el origen. La temperatura superaba
al billón de grados y toda la energía estaba en forma de radiación en
los primeros segundos. Luego se formaron las partículas elementa-
les, y al cabo de 15 minutos se formaron núcleos de hidrógeno y
helio, en proporción de cuatro a uno. 10,000 años después la tem-
peratura había descendido a unos 100,000 grados, formándose los
primeros átomos de hidrógeno. Al cabo de 400,000 años el hidróge-
no empezó a condensarse en nubes que serían las futuras estrellas,
las cuales se agrupaban en cúmulos mayores que serían las futuras
galaxias.

Posteriormente hace 11,000 millones de años, la temperatura


del universo descendió a 3,000 grados, y se formaron las primeras
estrellas: la gravedad hizo que los núcleos de muchas nubes de hi-
drógeno alcancen temperaturas elevadas, de unos 15 millones de
grados, que permitió la fusión del hidrógeno en helio, proceso que
origina la emisión luminosa de las estrellas. Cuando se agotó el hi-
drógeno del núcleo de las estrellas, continuaron generando energía,
fundiendo el helio en materiales más pesados. En los núcleos de las
primeras estrellas se formaron los elementos químicos que actual-
mente hay en la Tierra. En las estrellas más grandes, este proceso
genera más energía, hasta que llega un momento en que la gravedad
no es capaz de contenerla y la estrella explota, lanzando al espacio
gran parte de su materia. Esto sucede en momentos diferentes, se-
gún la masa de cada estrella. Las explosiones de las estrellas, lle-
naron el espacio de nuevas nubes de gas, relativamente más ricos y
con mayor gama de elementos químicos. A partir de ellas se forma-
ron nuevas estrellas, las llamadas estrellas de segunda generación,
entre las cuales se encuentra el Sol –Hace 5,000 millones de años,

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el Sol empezó a brillar–. Por entonces el universo se había enfriado
a unos 100 grados bajo cero.

Son muchas las teorías sobre cómo se formaron los planetas del
sistema solar, pero fuera como fuera, la edad de la Tierra se estima
en 4,600 millones de años. Al principio era una masa incandescen-
te, cuya superficie tardo poco en enfriarse. Parte de la atmósfera se
licuó y se crearon así los mares y océanos. La composición química
de la atmósfera y de los océanos era muy diferente de la actual: No
existía la capa de ozono que nos protege de los rayos ultravioleta, la
atmósfera soportaba una intensa actividad eléctrica. Las condicio-
nes existentes permitieron la formación de compuestos químicos en
las aguas, cada vez más complejos y variados, que culminarían con
la aparición de formas de vida.

Hace unos 3,500 millones de años, surgió la vida en la tierra. Se


inició un proceso evolutivo de animales y plantas, pero de ello tene-
mos pocos datos, porque las primeras formas de vida, eran micros-
cópicas y luego animales y plantas blandas (algas, gusanos y otros)
que no dejaron restos fósiles. Este primer periodo de la vida se
conoce como precámbrico, y se extiende hasta el momento en que
podemos seguir más fielmente la evolución biológica a través de
los fósiles. A partir de allí, los biólogos dividen el tiempo en eras.

La era primaria o paleozoica comienza hace 570 millones de


años. Se distinguen a su vez varios periodos.

En el periodo cámbrico abundan los trilobites, moluscos y crus-


táceos.

En el periodo ordovícico (que se inicia hace 505 millones de


años) siguen abundando los trilobites, se extienden los equinoder-
mos y braquiópodos y aparecen los primeros peces.

El periodo silúrico se inicia hace 440 millones de años. Apare-


cen peces acorazados gigantes, las primeras plantas terrestres y de
pantanos, grandes escorpiones marinos.

El periodo devónico empezó hace 410 millones de años. Apa-


recen los peces modernos y los anfibios, evolucionan las plantas
terrestres.

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En el periodo carbonífero (iniciado hace 360 millones de años)
se extienden los anfibios, aparecen los primeros reptiles, la tierra se
llena de musgos y helechos, cuyos restos formarán las cuencas de
carbón.

En el periodo pérmico (que empezó hace 285 millones de años)


se extienden los reptiles, mientras los anfibios pierden importancia,
se extinguen los trilobites y aparecen las primeras coníferas.

La era secundaria o mesozoica empezó hace 245 millones de


años.

Su primer periodo es el triásico, en el que aparecen los primeros


dinosaurios y grandes reptiles marinos. También aparecen los pri-
meros mamíferos. Abundan los amonites, aparecen nuevas especies
de plantas, se forman grandes bosques de coníferas.

Durante el periodo jurásico (iniciado hace 210 millones de años)


los dinosaurios dominan la Tierra. Aparecen reptiles voladores y las
primeras aves, junto con nuevas especies de pequeños mamíferos.

Durante el periodo cretácico aparecen las primeras plantas con


flores. Al final del periodo se extinguen los dinosaurios y muchos
otros reptiles, al igual que los amonites.

La era terciaria o cenozoica se inicia hace 65 millones de años.

El primer periodo, comienza con el paleoceno, en el que proli-


feran los mamíferos.

En el eoceno (hace 60 millones de años) aparecen nuevas es-


pecies de animales (caballos y elefantes primitivos) así como de
plantas.

El oligoceno se inicia hace 35 millones de años. Proliferan las


plantas con flores, aparecen muchos de los mamíferos actuales, en-
tre ellos los primeros primates.

Hace 25 millones de años, en el mioceno, se multiplican los


primates, especialmente en África.

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Los primates vivían cómodamente en los árboles, alimentados
de frutos, y casi sin predadores. Sin embargo, hace 14 millones de
años las cosas empezaron a cambiar. Muchos primates abandona-
ron su hábitat arbóreo –tal vez su vida fácil condujo a la superpo-
blación y algunos grupos fueron expulsados de los bosques, hacia
las sabanas, un ambiente hostil para los animales incapaces de di-
gerir hierba y pobremente dotados para la caza–.

En esta época una especie de primate llamado “Ramapithecus”,


pobló buena parte de Europa, África y Asia (el primer ejemplar
se encontró en la India). El ramapitécus tiene una cara, aunque no
tan plana como la nuestra, tampoco es tan prominente como la de
los chimpancés y los gorilas, que tienen un hocico o boca protube-
rante. Desgraciadamente no sabemos si estos animales andaban en
dos patas o en cuatro ya que no tenemos los restos de la pelvis y
el fémur que nos dirían cómo caminaban. Suponen que estos pri-
mates desplazados compensaron su debilidad formando manadas,
al estilo de los mamíferos cazadores y paulatinamente adquirieron
la postura erguida que les permitía a los miembros de la manada,
mantener contacto visual con los restantes, de modo que podían
alertar eficientemente si detectaban algún peligro. La selección na-
tural favoreció a los individuos mejor dotados para la “incómoda”
postura erguida.

Ramapithecus

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El Ramapithecus se extinguió hace 8 millones de años, pero no
era el único primate. Hubo más especies en las mismas circunstan-
cias que sobrevivieron más o menos tiempo. Estos monos cazado-
res reciben el nombre de homínidos.

Desde hace unos 6 millones de años fueron apareciendo en el


este de África varias especies de homínidos agrupados por los bió-
logos como el género Australopitecos. Son los primeros a quienes
se aplica sin discusión el calificativo de homínido. Distintas espe-
cies de australopitecos adquirieron la postura erguida y su capaci-
dad craneana fue aumentando, debido a que los homínidos com-
pensaban sus pocas dotes de supervivencia con un incremento de
sus habilidades. La postura erguida hizo que ya no necesitaran sus
manos para caminar, y aprendieron a usarlas para matar presas pe-
queñas con piedras. Potenciaron su agilidad, su capacidad de co-
municación, su capacidad de observación y todo ello incremento la
complejidad neuronal de su corteza cerebral.

El plioceno se inicia hace 5 millones de años, con un enfria-


miento del clima que provoca la extinción de muchos grandes ma-
míferos. No obstante, los australopitecos proliferaron y obligados
por las nuevas condiciones se extendieron. No había muchas presas
a su alcance y una pequeña extensión de territorio no podía alimen-
tar a muchos individuos. Poco a poco ocuparon el este de África,
desde Etiopía hasta el extremo sur. En un momento dado, apare-
cieron homínidos con un defecto genético: nacían prematuramen-
te y su crecimiento era demasiado lento. Con el tiempo, las crías
llegaron a nacer sin pelo, sin dientes, con la caja craneal todavía
sin soldar, sin capacidad de andar, y tardaban un tiempo largo para
valerse por sí mismas. Estos inconvenientes eran compensados con
una ventaja: la infancia prolongada le daba más tiempo para apren-
der. Los homínidos conservaron su interés por observar y aprender
durante toda su vida, y esto los hizo notablemente más inteligentes.

El Homo habilis apareció hace unos 2.5 millones de años. El


Homo habilis superaba a los australopitecos en capacidad craneana
e inteligencia. Muestra de ello, es que aprendió a tallar piedras para
hacerlas cortantes o punzantes. Dispuso así de armas de caza más
eficientes. Con la aparición del género Homo y su habilidad para
fabricar artefactos útiles de piedra se inicia la Edad de Piedra, cuyo
primer periodo se conoce como paleolítico y cuya primera etapa, a

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su vez, es el paleolítico inferior. El Homo habilis se extendió rápi-
damente por el territorio habitado por los australopitecos.

Poco después de su aparición se produjo un drástico cambio


climático: las temperaturas descendieron en todo el planeta. Desde
el precámbrico, la Tierra había pasado por varios periodos de frío
conocidos como glaciaciones, algunas de las cuales habían extin-
guido a algunas especies. Las condiciones de vida empeoraban, la
caza era más escasa y los inviernos eran periodos de hambre. Pese
a ello, los homínidos se adaptaron a las circunstancias. Más aún, en
plena glaciación, hace 2 millones de años, surgió una nueva especie
del género Homo: el Homo erectus.

La era cuaternaria se da inicio con la aparición del Homo


erectus, cuyo primer periodo se conoce como pleistoceno. La gla-
ciación duró cerca de un millón de años, es decir, hasta hace 1.5 mi-
llones de años, pero la era cuaternaria reservaba cuatro glaciaciones
más, separadas por breves periodos interglaciares.

La primera glaciación de la era cuaternaria se inició hace algo


más de 1 millón de años y fue más intensa que la anterior. La com-
petencia entre las distintas especies de homínidos terminó con la
extinción de los australopitecos poco después del inicio de la gla-
ciación y la del Homo habilis hace 800,000 años. El Homo erectus
sobrevivió, entre otras cosas porque aprendió a valerse del fuego.
Por aquel entonces no sabía producirlo ni controlarlo, sino que se
lo encontraba cuando el rayo incendiaba un árbol y aprendió a con-
servarlo como algo valioso.

La glaciación terminó hace unos 700,000 años y el Homo erec-


tus aprendió a controlar el fuego. Esto le supuso una mayor protec-
ción frente al frío y los animales carnívoros, así como la posibilidad
de alimentarse de la carne de muchos animales que difícilmente
podía digerir en estado crudo.

La segunda glaciación de la era cuaternaria se extendió desde


hace 600,000 años hasta hace algo más de 300,000 años. Durante
esta época el Homo erectus aprendió a organizarse para cazar gran-
des mamíferos. Su modo de vida era ya muy similar al de otros ma-
míferos cazadores, su inteligencia había compensado con creces su
inferioridad física. La adversidad climática ya no era un obstáculo

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serio para el Homo erectus, que empezó a proliferar, pero, al igual
a lo ocurrió con los australopitecos, requería una gran cantidad de
territorio para cubrir sus necesidades, lo que les extendió paulatina-
mente por toda la Tierra. No obstante, el número total de habitantes
no superaba el medio millón. Tras un breve periodo interglaciar
sobrevino la tercera glaciación, desde hace algo más de 200,000
años hasta hace algo más de 100,000 años. A su término el Homo
erectus ya ocupaba medio planeta: poblaba toda África, buena par-
te de Asia y casi toda Europa (excepto el norte). Había aprendido
a fabricar cabañas que le protegía de la intemperie en ausencia de
cuevas naturales, que hasta entonces habían sido su único refugio.

Durante la tercera glaciación surgieron las primeras formas de


dos nuevas especies: el Homo sapiens y el Homo neanderthalensis.
En Alemania se encontró un fósil preneandertalense de al menos
200,000 años y en Israel se ha encontrado un fósil de hace unos
100,000 años antecesor del Homo sapiens, en compañía de restos
neandertalenses y de los últimos vestigios de Homo erectus, que se
extinguió hace unos 90,000 años. Con la aparición de estas especies
se inicia el paleolítico medio.

La capacidad craneal de las nuevas especies triplicaba a la del


Homo habilis. En un primer momento, las diferencias entre los
Homo neanderthalensis y los Homo sapiens eran pequeñas, al igual
que las diferencias culturales respecto al Homo erectus. No obstan-
te, al principio de la cuarta glaciación, hace unos 80,000 años, en-
contramos ya una cultura neandertal claramente definida. Entre sus
nuevas costumbres se encuentra la de enterrar a los difuntos, y entre
sus nuevas habilidades, la fabricación de flechas. Respecto a las
inhumaciones, no es razonable suponer en ellos una capacidad de
pensamiento abstracto o religioso, pero sí podemos entrever cierto
grado de autoconciencia. La selección natural fomentó la existencia
de relaciones afectivas de los padres hacia los hijos en mayor gra-
do que las usuales en otros animales, pues sus crías absolutamente
inválidas no podían sobrevivir sin una buena dosis de paciencia de
sus progenitores. Posiblemente, sus crías fueron las primeras en reír
como recurso para agradar y mantener la atención de sus padres.
Estas relaciones afectivas se mantenían entre los adultos, de modo
que llegaron a sentir el dolor de la muerte e hicieron lo posible para
evitar que sus cadáveres fueran alimento de las fieras.

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El Homo sapiens y el Homo neanderthalensis se extendieron
por Europa, Asia y África. Cazaban todo tipo de animales y se
adaptaron con eficiencia a cada medio ambiente. Hace unos 40,000
años el Homo sapiens se convirtió en el primer poblador humano
de Australia. Hace unos 35,000 años empezó a manifestar su supe-
rioridad cultural frente al hombre de Neandertal, dando inicio así al
paleolítico superior. Una buena prueba de esta superioridad es que
la población mundial pasó en un tiempo muy breve de poco más de
un millón de habitantes a casi cinco millones.

A esta época corresponde los restos más antiguos del arte pre-
figurativo (incisiones y marcas decorativas en hueso y en piedra).
Las primeras muestras conocidas de arte figurativo (cabezas y cuar-
tos delanteros de animales pintados en piedra) datan de hace unos
30,000 años. Este avance hay que asociarlo a una significativa evo-
lución intelectual. Es imposible poner fechas a esto, pero el hombre
adquirió la capacidad de pensamiento abstracto, es decir, la capaci-
dad de pensar en algo sin necesidad de ningún estímulo externo que
le impulsara a ello. Así mismo desarrolló el lenguaje articulado:
los homínidos llevaban mucho tiempo comunicándose entre sí con
gran eficiencia, pero siempre mediante signos cuyo significado lo
fijaba el contexto (un grito en un momento dado podía ser la señal
de iniciar un ataque conjunto a una presa, o el indicio de algún
peligro cuya naturaleza había que percibir directamente, etc.). El
lenguaje articulado suponía la posibilidad de aludir a algo de forma
unívoca independientemente del contexto. Tal vez las figuras es-
quemáticas fueron al principio un método de ponerse de acuerdo en
el significado de las palabras, de convenir qué caza iban a buscar,
tal vez se quedó como costumbre hacer dibujos de las presas que
esperaban cazar, tal vez llegaron a imaginar que dibujar los anima-
les era una forma mágica de atraerlos.

A medida que el Homo sapiens cobraba conciencia de su exis-


tencia en el mundo, percibía su debilidad e impotencia frente a la
naturaleza: había animales feroces a los que era mejor no enfren-
tarse salvo extrema necesidad, otros en cambio, podían ser domi-
nados con habilidad. Pero nada podía hacerse contra las fuerzas de
la naturaleza: el cielo, los rayos y los truenos. El Sol y la Luna los
intrigaba, y empezaron a imaginar que en el cielo vivían seres muy
poderosos de humor voluble, a quienes era mejor tenerlos conten-
tos, porque ejercían influencia sobre la tierra. Creían que de estos

18
seres dependía que hubiera buena caza y que las mujeres tuvieran
hijos. La imaginación del Homo sapiens ante lo desconocido, crea-
ba creencias de toda índole, acompañadas de ritos y costumbres.
Nace las “manifestaciones artísticas” pero será difícil saber qué
finalidad concreta tendrían los objetos producidos. Se tiene estatui-
llas femeninas fabricadas hace 27,000 años y paulatinamente pro-
dujeron nuevas imágenes pictóricas, bajorrelieves y esculturas cada
vez más perfeccionadas.

Hay tres teorías acerca de la manera como apareció el hombre


moderno y su relación con el hombre de Neandertal. La primera
propone que el hombre de Neandertal se extinguió y de otra línea
de descendencia dentro del género Homo se originó el Homo sa-
piens. La segunda sugiere que el hombre de Cromañón (primer fósil
con las características del hombre moderno) reemplazó al hombre
de Neandertal porque estaba más adaptado al medio ambiente. La
tercera, supone que la línea de descendencia del hombre de Nean-
dertal, que era muy diverso, evolucionó transformándolo en lo que
ahora es el hombre moderno.

De alguna manera el aumento en el tamaño del cerebro incre-


mentó la adaptación de los grupos de homínidos al ambiente. El
hombre de Neandertal (Homo sapiens neandertalensis) construyó
herramientas mucho menos complejas que el de Cromañón (Homo
sapiens sapiens) a pesar de tener una capacidad craneana entre 10
y 20 por ciento mayor. Esto supone entonces que el aumento físico
del cráneo no es lo único que incremento la adaptación.

Hace 25,000 años se extinguió el hombre de Neandertal, con


lo que el Homo sapiens pasó a ser la única especie humana sobre
la Tierra, a él simplemente podemos referirnos como “el hombre”.
Desde entonces, aparte de las mínimas diferenciaciones raciales,
no se ha producido ninguna evolución fisiológica importante, por
lo que la extraordinaria evolución del hombre, ha sido puramente
cultural.

Hace al menos 23,000 años el hombre pobló América por pri-


mera vez. Accedió a ella desde Siberia, cruzando el estrecho de
Bering seco (el nivel del mar era inferior al actual a causa de la
glaciación) o helado. Sin ambargo los investigadores señalan que,
si bien los humanos pudieron haber viajado a través de este corre-

19
dor hace unos 12,600 años, habría sido impracticable antes, ya que
carecían de recursos cruciales como las herramientas, la madera
para combustible, y animales de caza que eran esenciales para el
estilo de vida del cazador-recolector. “A pesar de que el corredor
físico estuvo abierto desde hace 13,000 años, hasta varios cientos
de años más tarde no fue posible utilizarlo”. Fundamentalmente,
porque antes de hace unos 12,600 años no había plantas, ni anima-
les en el corredor, lo que significa que los seres humanos que pasan
a través de él no habrían tenido recursos vitales para sobrevivir. Si
esto es cierto, entonces los primeros americanos, que ya estaban
presentes al sur mucho antes de esta fecha, hicieron el viaje por
otra ruta. Probablemente migraran a lo largo de la costa del Pacífi-
co antes del 13,000 a. C., tal como puede ser corroborado con los
restos humanos hallados en Pedra Furada (Brasil) fechados hacia el
año 50,000, Monte Verde (Chile) de 33,000 años, El Cedral (Méxi-
co) de 31,000 años, Paccaicasa (Perú) de hace 17,000 años. Como
fuera, el hombre no tardó mucho en poblar la totalidad de la Tierra.

Analizado en forma objetiva las diferentes evidencias que se


dispone, la primera conclusión a la que se arriba, es que la tierra
tuvo varios períodos de glaciación.

Glacial Primera glaciación 2,000 m. a. Proterozoico


Glacial Precámbrico 700 m. a. Precámbrico
Glacial Ordovícico 440 m. a.
Glacial Carbonífero inferior 350 m. a.
Glacial Permocarbonífero 295 m. a. Paleozoico
Interglaciar Cretácico 144 m. a. Mesozoico
Glacial Paleógeno 80 m. a.
Interglaciar Eoceno superior 40 m. a.
Glacial Oligoceno 37 m. a. Cenozoico
Glacial Biber 2,5 m. a.
Interglaciar Biber-Donau 2 m. a.
Glacial Donau 1,8 m. a.
Interglaciar Donau-Günz 1,4 m. a.
Glacial Glaciación de Günz o Nebraska 1,1 m. a.
Interglaciar Günz-Mindel 750,000 años.
Glacial Glaciación de Mindel o Kansas 580,000 años.
Interglaciar Mindel-Riss 390,000 años.
Glacial Glaciación de Riss o Illinois 200,000 años.
Interglaciar Riss-Würm 140,000 años.

20
Glacial Glaciación de Würm o Wisconsin 80,000 Pleistoceno
años.
Pos glacial Actual 20,000 Holoceno, Otros consideran hace
10,000 años.
* m. a. Millón de años.

Entonces hace unos 20,000 años, durante la cuarta y última


glaciación de la era cuaternaria, el hombre vagaba por la Tierra
en busca de caza y recolectando frutos donde los hallaba. Cuando
un grupo humano llegaba a una zona rica en caza o en vegetación
comestible, establecían campamentos temporales hasta agotar los
recursos, pero algunos se encontraron con parajes especialmente
fértiles, hasta el punto de que se regeneraban antes de ser agotados,
de modo que poco a poco fueron surgiendo campamentos estables
o poblados dedicados a la caza y la recolección. Así el hombre se
hizo sedentario.

Tal vez los ejemplos más antiguos de este tipo de poblados (no
muy numerosos al principio) son una serie de asentamientos esca-
lonados en el tiempo en el noreste de África, en el actual Egipto, los
primeros de los cuales datan de hace 19,000 años. Al parecer, sus
habitantes recogían anualmente cosechas de cebada y trigo silves-
tres. Por aquel entonces todo el norte de África era una selva rica
en fauna y vegetación, pero pronto terminaría el periodo glaciar y
comenzaría un proceso de desertificación que originaría el desierto
del Sahara. Pero la zona noreste continuó siendo fértil mucho tiem-
po gracias al río Nilo, que es el río más largo del mundo y nace en el
lago Victoria, en el ecuador africano, y lleva sus aguas hacia el nor-
te hasta el Mediterráneo. De todos modos, en la antigüedad, ningún
hombre “civilizado” sabía de dónde surgía el Nilo, pues una serie
de cataratas impedían seguir su curso río arriba a través de la selva.

Otra zona donde hay indicios tempranos de recolección de ce-


reales es la costa más oriental del Mediterráneo, lo que hoy es Pa-
lestina, donde se han encontrado restos de hace 15,000 años, que
demuestran que en esta región el hombre había aprendido a moler
el grano. Palestina formaba parte de una zona de condiciones espe-
cialmente favorables, conocida como la “media luna fértil”. Se trata
de una región que, como indica su nombre, tiene forma aproximada
de media luna. Su parte este es lo que podríamos llamar Canaán.

21
La costa de Canaán recibe el nombre de Palestina al sur y Fe-
nicia al norte, si bien estos nombres están relacionados con pue-
blos que habitarían la región posteriormente. La media luna fértil
avanza hacia el este por el llamado corredor sirio y luego desciende
hacia el sur siguiendo el curso de dos ríos que fluyen paralelamente:
el Éufrates y el Tigris, que finalmente se unen poco antes de des-
embocar en el Golfo Pérsico. En la antigüedad el mar cubría una
extensión mayor de terreno seco actual, de modo que el Éufrates y
el Tigris tenían desembocaduras separadas. La tierra comprendida
entre estos dos ríos y, por extensión, sus alrededores, se conoce
como Mesopotamia, que limita al este con los montes Zagros. Se
conocen restos de cazadores-recolectores que poblaron estos mon-
tes hace casi 13,000 años.

Media luna fértil.

La vida en poblados estables supuso un cambio cultural impor-


tante, iniciando así, una última fase del periodo paleolítico conocida
como mesolítico. La cultura mesolítica empezó a ser representativa
hace unos 12,000 años, es decir, desde el X milenio, momento en
el que empieza el último periodo de la era cuaternaria: el holoceno.
De esta época se conservan poblados palestinos de cabañas circula-
res semisubterráneas de madera, adobe y piedra.

En el IX milenio terminó la cuarta glaciación. La cultura me-

22
solítica se extendió desde Palestina hasta Siria siguiendo la me-
dia luna fértil. Mientras el noreste de África permaneció en estado
mesolítico durante varios milenios, en el Oriente Próximo (región
del oriente más próxima al Mediterráneo llamado Oriente Próximo
por los europeos y Oriente Medio o Medio Oriente por los anglo-
sajones) se producen cambios relativamente rápidos. Los hombres
sedentarios tuvieron ocasión de estudiar más a fondo el comporta-
miento de las plantas y los animales. Lentamente, descubrieron que
era posible retener y alimentar a algunos animales en lugar de ma-
tarlos, de modo que se podía disponer de su carne cuando fuera más
necesaria. Hay indicios de que por esta época, en un asentamiento
que más tarde sería la ciudad de Jericó, ya se había domesticado el
carnero. Poco a poco, los hombres de la parte occidental de la me-
dia luna fértil se hicieron pastores y agricultores.

Los que optaron por reunir animales y apacentarlos se encontra-


ron con que tenían que viajar de un sitio a otro en busca de pastos,
lo que les llevó a abandonar los poblados y convertirse en pueblos
nómadas. Por el contrario, los agricultores debían permanecer junto
a sus tierras, las cuales requerían toda clase de trabajos y cuidados.
Formaron poblados más firmes y numerosos, pues, por una parte,
la tierra trabajada proporcionaba alimento para más personas y, por
otra, necesitaban defenderse de las fieras y de otros pueblos nó-
madas que podían arrebatarles y llevarse sin esfuerzo el fruto del
trabajo ajeno.

Con la aparición de la agricultura y la ganadería entramos en la


segunda etapa de la Edad de Piedra: el neolítico. Las primeras ma-
nifestaciones neolíticas propiamente dichas aparecen en lo que hoy
es Palestina a partir del año 8,600. Por entonces, la Tierra debía de
contar con alrededor de ocho millones de habitantes y los nuevos
descubrimientos e innovaciones fueron divulgándose lentamente.
En el año 8,000 se descubrió la cerámica en el Sahara y en Siria
independientemente. Las vasijas de barro fueron prácticos susti-
tutos de los pesados recipientes de piedra. No obstante, el labrado
de la piedra también se perfeccionó. De hecho, la denominación
paleolítico/neolítico marca el tránsito de la piedra tallada a la piedra
pulimentada, si bien, como ya queda dicho, no es ésta la diferencia
más significativa entre ambas culturas, sino la aparición de la agri-
cultura y la ganadería.

23
Hacia el 7,500 se empezó a cultivar el trigo en Jericó, y se do-
mestico el cerdo y la cabra. Por esta época la agricultura y la gana-
dería llego a la Alta Mesopotamia –esto es a su parte norte, la más
alejada del mar–. Palestina continuaba a la cabeza de la civilización:
Hacia el año 7,000, las viejas cabañas circulares habían sido susti-
tuidas por casas de planta rectangular, subdivididas en habitaciones
y con las paredes y el suelo cubiertos de arcilla. Sus pobladores
enterraban a los difuntos bajo sus casas, pero antes les separaban el
cráneo, lo cubrían de arcilla y lo adornaban con pinturas.

Las culturas agrícolas desarrollaban una religión más compleja


y sofisticada que los pueblos nómadas. Los nómadas llevaban una
vida relativamente cómoda. Se sentían capaces de dominar su en-
torno. Eran gente ruda y fuerte. A menudo efectuaban provechosas
incursiones en aldeas de agricultores indefensos. Para sus pocas
necesidades, desconocían lo que era la escasez o falta de recursos.
Las únicas cosas que no podían controlar eran las tormentas, las
enfermedades y tal vez los enfrentamientos con otros pueblos nó-
madas. Por ello sus religiones tenían al “dios de las tormentas” o
“del trueno” o “del rayo”, a quienes imploraban clemencia en las
tempestades, o a un “dios de la guerra”, a quien se encomendaban
y pedían protección antes de un enfrentamiento.

En cambio, los agricultores estaban rodeados de eventos que


escapaban a su control. Su nivel de vida dependía de que lloviera en
el momento oportuno, de que no hubiera tormentas devastadoras,
de que las cosechas fueran buenas, de que los ríos trajesen agua
suficiente pero no excesiva, etc. Conocían las diferentes estaciones
del año y las vinculaban con los cambios de posición del Sol y las
estrellas en la bóveda celeste. “El agricultor rezaba ante la adver-
sidad”. La superstición se extendió rápidamente entre los pueblos
agrícolas, y surgieron toda clase de ritos para mantener propicios
a los dioses de la lluvia, de los ríos, al Sol, etc. Como es natural,
en torno a estas creencias no tarda en surgir los sacerdotes espe-
cializados en estos menesteres, “velar para que los dioses estén
satisfechos con el pueblo”. Los sacerdotes tienen fama de sabios
y a menudo les hacían innumerables preguntas de todo tipo, para
las que siempre tienen alguna respuesta basada en historias de tal o
cual dios. Así, cada pueblo fue creando su mitología, más o menos
rica según la imaginación de su gente, y en consonancia con el gra-
do de sofisticación de cada sociedad.

24
Durante el VII milenio, la población en la media luna fértil au-
mentó notablemente. Se domesticó al buey. En Siria se exploraron
muchas innovaciones, como la fabricación de recipientes de cal,
técnicas que no tuvieron continuidad. La agricultura se extendió
por la península de Anatolia (Turquía). Hacia el año 6,500 encon-
tramos una agrupación de pueblos de cerca de 6,000 habitantes,
con casas y santuarios de ladrillo crudo y frescos de divinidades
femeninas y toros. A finales del milenio aprendieron a fundir el co-
bre para fabricar adornos, puntas de lanza y objetos diversos, pero
el metal era escaso y el descubrimiento no tuvo mucha repercusión.

Al comienzo del VI milenio las técnicas agrícolas se habían per-


feccionado notablemente en la zona occidental de la media luna
fértil. Se inventó la hoz, la azada, etc. La cerámica se extendió des-
de Siria por ambos “cuernos” de la media luna. El Éufrates y el
Tigris suministraban excesiva agua en primavera y poca el resto del
año, por lo que en su entorno se formaron grandes aldeas de obreros
que construyeron presas y canales para almacenar y distribuir el
agua. Se ocupó la baja Mesopotamia, que había quedado despobla-
da desde la glaciación.

Los agricultores podían cosechar más de lo que necesitaban


consumir, propiciando que algunos hombres optaran por especiali-
zarse en producir otro tipo de bienes que canjear a los agricultores
por sus sobrantes. Así, tras la cerámica surgió la cestería y luego
la elaboración de tejidos. Se formó una importante aldea en don-
de después estaría la ciudad de Ur. Allí surgió una comunidad de
comerciantes que llegaron a recorrer por mar las costas de Arabia.
Su emplazamiento está actualmente lejos del mar, pero entonces
la costa llegaba hasta sus inmediaciones. Hay constancia de que
durante un cierto periodo la aldea fue completamente inundada por
el mar. Posiblemente este suceso está vinculado al origen de una
leyenda que pervivió durante milenios en la zona sobre un “diluvio
universal”, que supuestamente había inundado la totalidad de la
Tierra. El mapa muestra otras aldeas fundadas en esta época que
con el tiempo se convertirían en ciudades importantes. Al norte de
la media luna fértil, cerca del nacimiento del Tigris, se fundó Ní-
nive, que miles de años después sería la capital de un poderoso
imperio.

La vida en Anatolia era difícil. El único avance cultural duran-

25
te el sexto milenio fue la construcción de fortalezas, signo de que
sus habitantes sufrían frecuentes incursiones de pueblos nómadas
vecinos. En Egipto las condiciones eran más propicias que las de
Mesopotamia o Canaán, por lo que la región permaneció ajena a
los avances de estas regiones y continuó en su tradición mesolítica
de caza y recolección durante todo el milenio. La cultura neolítica
se extendió desde el oriente próximo hacia Europa. Hacia el año
6,000 aparecen las primeras comunidades agrícolas en el sureste
de Europa y a lo largo del milenio se extendieron a lo largo de la
costa mediterránea. Por otra parte, también apareció la agricultura
alrededor del valle del Indo (en el actual Pakistán).

A lo largo del V milenio la cultura neolítica se expandió y con-


solidó por Europa, Asia y África. La prosperidad fue tal, que en
este periodo la población mundial pasó de unos 10 millones de ha-
bitantes hasta casi 50 millones. En Europa y África central surge
la cultura megalítica, caracterizada por la construcción de gran-
des monumentos de piedra: a veces simples piedras levantadas a
modo de columnas, a veces alineadas según ciertos patrones, otros
en forma de enormes losas horizontales apoyadas sobre otras dos
verticales, etc. Naturalmente, estas construcciones debían de estar
asociadas a nuevos rituales y creencias más o menos sofisticadas,
típicos de la cultura neolítica. En Grecia se desarrolló la navegación
por el Egeo, que llegó hasta la isla de Creta. En Asia la agricultura
continuó extendiéndose lentamente por el valle del Indo.

En América el progreso fue ligeramente más lento: en algunas


zonas de México y Perú hubo pueblos de cazadores-recolectores
que empezaron a llevar una vida sedentaria. Domesticaron anima-
les e inventaron la cerámica. Los cultivos eran muy variados, pero
la agricultura les proporcionaba sólo una pequeña parte de sus re-
cursos. También aprendieron a tejer fibras vegetales.

En China se formaron asentamientos mesolíticos a lo largo del


río Amarillo (Huang He), donde finalmente se aprendió a cultivar
el arroz. En el Baikal se originó un complejo de culturas nómadas
que se extendieron y diversificaron por Siberia y Asia central. Su
influencia llegó hasta China. Al oeste de los montes Urales surgió
una cultura de pastores nómadas, entre el mar Caspio y el mar Ne-
gro. Sus integrantes hablaban una lengua común, conocida como
indoeuropeo. La península arábiga y el norte de África fue poblada

26
por otro grupo humano que también hablaba una misma lengua,
conocida como Afroasiático o Camitosemítico. No obstante, el de-
sierto del Sinaí supuso una separación permanente entre Arabia y
África, por lo que las variantes dialectales del Afroasiático de Ara-
bia formaron pronto un grupo de lenguas bien diferenciadas de las
africanas, conocidas como lenguas semíticas. Las tribus de Arabia
se hicieron ganaderas, mientras que las del norte de África conti-
nuaron viviendo durante mucho más tiempo de la caza y la recolec-
ción, pues el territorio era más fértil.

Los mayores avances se produjeron en la Baja Mesopotamia,


la parte más cercana a la desembocadura del Éufrates y el Tigris.
El sistema de canales que habían ideado en la parte alta de la re-
gión llegó hasta el sur, lo que permitió aprovechar plenamente las
posibilidades que ofrecían los ríos, dando origen a una agricultura
de irrigación que convirtió la zona en la más fértil y próspera de la
época. Además de la agricultura, florecieron el comercio y la alfa-
rería. Los mercaderes inventaron un antecedente de la escritura: el
sello. Los recipientes de barro se marcaban con sellos planos que
imprimían un relieve distintivo de su propietario o de su contenido.
A finales del milenio algunas ciudades llegaron a contar con 10,000
habitantes.

Hasta entonces, las aldeas pequeñas tenían una estructura tribal,


formadas por unas pocas familias que obedecían a algún patriarca,
pero las grandes ciudades requerían una organización que no des-
cansara en vínculos familiares. Así, las ciudades mesopotámicas se
fueron convirtiendo en ciudades-estado. Cada ciudad dominaba y
cultivaba las tierras de su entorno y era gobernada por un rey. La
administración corría a cargo de los sacerdotes. Éstos ejercían de
tesoreros y recaudadores de impuestos y, en la medida en que su
autoridad residía en su papel de intermediarios con los dioses, la
religión se fue sofisticando más y más. El templo era el centro de
cada ciudad. Además de la clase sacerdotal, surgió una aristocracia
y una burguesía que originó una demanda de adornos, tejidos y
obras de arte. El modo de vida de la Baja Mesopotamia fue imitado
rápidamente por el resto de la media luna fértil, que mantuvo una
cultura similar.

En la península del Sinaí se descubrió la fundición del cobre, y


el sistema se extendió rápidamente tanto hacia Mesopotamia como

27
hacia Egipto. En torno al 4,500 el sur de Canaán fue invadido por
un pueblo que conocía la fundición del cobre. Por la misma época
aparecen los primeros poblados neolíticos en Egipto, junto al lago
Moeris, algo al oeste del curso del Nilo. Las inmediaciones del Nilo
hubieran requerido un sistema de canales similar al de Mesopota-
mia para ser aprovechadas adecuadamente, por lo que las zonas
cercanas (pero prudencialmente alejadas de las súbitas crecidas del
río) eran más adecuadas para una población que acababa de descu-
brir la agricultura y la ganadería.

La metalurgia del cobre prosperó en Irán, que importaba el mi-


neral de la India y lo exportaba manufacturado a Mesopotamia, jun-
to con oro, plata y piedras preciosas. El cobre fue especialmente útil
en Mesopotamia. El oro y la plata son blandos, y sólo servían para
confeccionar adornos. El cobre, en cambio, es más duro y servía
para fabricar armas más efectivas que las de piedra, armas con que
repeler las incursiones de los nómadas, que se hacían más frecuen-
tes cuanto más prosperaba el valle. Por una parte los rudos pastores
que habitaban los montes Zagros, al este, y por otra los habitantes
del desierto arábigo al suroeste. Las ciudades-estado se fortificaron.
Egipto, en cambio, estaba rodeado por el mar, el desierto y las cata-
ratas del Nilo, así que vivió mucho más tranquilo que Mesopotamia
durante mucho tiempo.

Hacia el 4,000 a. C., la Baja Mesopotamia no pudo resistir por


más tiempo la presión de los pastores, que invadieron la región des-
de los montes Zagros y se asentaron en ella, sumiéndola en una
profunda crisis. La Baja Mesopotamia pasó por varios siglos de
desorden y decadencia, pero los invasores terminaron por asimilar
la cultura de la región que habían conquistado y se esforzaron por
alcanzar el nivel de vida anterior. Surge así una nueva civilización,
conocida como Sumer. Los sumerios dominaran la Baja Mesopo-
tamia durante todo el cuarto milenio y se vieron obligados a defen-
derla de las incursiones de los pueblos vecinos, que la hostigaban
como ellos la habían hecho durante el milenio anterior.

Los estudiosos indicaran años más o años menos, pero dan con-
formidad a la presencia y efectos de los diversas eras de la tierra.
Por otra parte las evidencias arqueológicas permiten bosquejar la
evolución de los pueblos y culturas. En lo que aún no se ha logrado
consenso es en el origen del hombre. Persisten en su propuesta los

28
creacionistas y los evolucionistas, sin embargo hace relativamente
corto tiempo se ha propuesto que ambas se complementan, con la
participación de un nuevo factor. La participación de seres inteli-
gentes en la modificación del ADN.

El creacionismo basado en la doctrina religiosa explica la crea-


ción del hombre, por el poder de una deidad. La teoría del creacio-
nismo además de eximir al hombre de cualquier interacción en su
evolución, requiere de la fe del creyente en un libro sagrado cuyo
texto fue escrito hace miles de años. La teoría, por tanto, es total-
mente inmutable e indemostrable, pues es la fe la que le otorga su
veracidad.

El evolucionismo en cambio, concretamente se basa en las teo-


rías de Charles Darwin, expuestos en su libro “El Origen de las
Especies por Medio de la Selección Natural” (1,859). Según esta
teoría el ser humano, así como todas las especies, evolucionan a lo
largo de la Historia. En el caso del hombre lo considera descendien-
te del simio.

La teoría del “diseño inteligente”, expresa que el diseño uni-


versal, las leyes cósmicas, son tan precisas, perfectas y puntuales
que prácticamente resulta imposible que se hubiera formado todo
lo existente por puro azar o casualidad. ¿Para qué tanta precisión
para algo sin propósito ni finalidad? Los científicos actuales, con
los datos de la física, la cosmología, la biología o las matemáticas,
argumentan que lo más lógico es deducir que tuvo que haber un
“Alguien, un Diseñador Inefable del Universo detrás de toda esta
inmensa realidad, que bosquejó de una manera tan inteligente su
gran obra, que incluso contempló en el diseño la posibilidad de
que después de miles de millones de años apareciese la vida y que
de esa vida surgiera la vida inteligente, consciente de sí misma y
capaz de conocer el Universo”.

Expresado así, parece la afirmación de una conocida organiza-


ción iniciática, que desde hace mucho habla de un diseñador del
universo, al que llaman “El Gran Arquitecto del Universo”, en el
afán de evitar la discusión estéril sobre religión. Los iniciados en
esta escuela se llaman masones, cuyas tradiciones y antigüedad se
pierde en la noche del tiempo.

29
Probablemente no habría mucho que objetar a esta nueva co-
rriente del “diseño inteligente”, próxima al creacionismo, sino fue-
se porque ha sido presentada como opuesta al evolucionismo, en
aquello que precisamente constituye su elemento esencial, la se-
lección natural que opera sobre la diversidad surgida por azar. Sin
embargo no hay ninguna incoherencia entre la creencia en un Dios
Creador del Universo y la selección natural. ¿Por qué no pudo Dios
incluir en su diseño creador la selección natural? En verdad no hay
nada que se contraponga a ello.

En los relatos del Tanaj y la Biblia referidos a la “Creación Del


Hombre”, los textos recogen antiguas tradiciones sumerias, pues
los hebreos vivieron en la misma área geográfica donde aparecieron
los sag-giga (pueblo de cabezas negras) que son los habitantes de
Sumeria. Y cuando Abraham salió de Ur una antigua ciudad-estado
sumerio para ir a Jarán, llevo consigo los mitos y tradiciones de
Sumeria, en las familias que habían nacido y crecido por genera-
ciones en ella, y con estas tradiciones y costumbres, Abraham y
sus seguidores constituirán el pueblo elegido: el pueblo hebreo. De
manera que es indubitable, que conocían y practicaban tradiciones
sumerias, y muy especialmente las castas nobles como era el caso
de la familia de Abraham, cuyo padre era un alto sacerdote sumerio
del dios Nannar (hijo de Enlil) cuyo templo estaba en Ur.

Las tradiciones sumerias, acadias, asirias y babilonias que fue-


ron escritas en tablillas de barro, quedaron enterradas y olvidadas
en las arenas del desierto; estos hechos explican porque el “hom-
bre contemporáneo” no tenía evidencia de ellos, y las pocas que
se conocían no habían sido descifradas aun. Con el transcurso del
tiempo se encontró más tablillas que facilito la labor de descifrar,
pero por el deterioro de muchos de ellos no se podía reconstruir los
textos completos, hasta que diferentes universidades y estudiosos,
empezaron a publicar sus avances, que ha permitido reconstruir en
gran medida los textos que dejaron escritos estas civilizaciones. Y
de pronto, encontraron que el Tanaj y el Antiguo Testamento de la
Biblia, tenían narraciones sumerias, que habían sido adaptadas a
sus necesidades religiosas, y ambos a su vez narraban aventuras de
personajes comunes a los egipcios.

Leer el Tanaj o el Antiguo Testamento de la Biblia, en su lengua


original el hebreo, evitaría mucha especulación interesada, que se

30
han distorsionado en el tiempo y con las sucesivas transcripciones
a otras lenguas diferentes al original. Los evolucionistas recono-
cerían que hay bases científicas en el Bereshit y el Génesis, y los
creacionistas se percatarían de lo que el texto dice realmente. Por
otra parte ambos juntos no tienen las respuestas suficientes.

Pecaríamos de ingenuo si aceptamos al pie de la letra el relato


de “La Creación” del Tanaj y la Biblia, que ocurrió en siete días,
lo cual simplemente no es creíble, si tomamos literalmente, en pe-
ríodos de veinticuatro horas cada día, pero tendrá otra connotación
si consideramos al “día” como “eras” o “fases”, que sería una des-
cripción más concordante con las evidencias de la ciencia.

Cuando los creacionistas insisten en que nosotros los seres hu-


manos, fuimos creados instantáneamente y sin predecesores evolu-
tivos por “Dios”, y nos citan el Génesis 2: 7 Entonces Jehová Dios
formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento
de vida, y fue el hombre un ser viviente. Ello también genera incer-
tidumbre y una oposición cerrada de los evolucionistas.

El relato de la creación del hombre, tal como se cuenta en el


capítulo 2, versículo 7, del Libro del Génesis Biblia Reina Valera
1,960 que usaremos en este trabajo, y que es una de las versiones
más populares, difiere con lo que se lee en la “Biblia Hebrea”. En
este caso el Génesis es el Bereshit, y el Antiguo Testamento de la
Biblia es el “Tanaj”.

Así en el texto hebreo, es decir el Bereshit en su lengua original,


atribuye a Elohim, término plural que, en última instancia, debe tra-
ducirse como “dioses” y no como “dios”, la creación del hombre.
En segundo lugar, uno se da cuenta de que el versículo citado ex-
plica también por qué fue creado “El Adam o El Hombre”: Porque
no había Adama (hombre) que cultivara la Tierra (Bereshit 2: 5).

Bereshit 2.
7 Vayítser Adonay Elohim et-ha’adam afar min-ha’adamáh va-
yipaj pe’apav nishmat jayim vayehí ha’adam lenéfesh jayáh (He-
breo lengua original).

Entonces YAHWEH Elohim formó al hombre [Hebreo: adam]


del polvo de la tierra [Hebreo: admah] y sopló sobre su rostro el

31
aliento de vida, y el hombre se convirtió en un alma viviente (Tra-
ducción literal del Hebreo)

Son estos dos aspectos, sobre quién creó al hombre y por qué,
los que mejor explican este aspecto son los sumerios. No olvide-
mos que el Tanaj o Antiguo Testamento de la Biblia, originalmente
fueron escritos en hebreo, mientras que el Nuevo Testamento de la
Biblia fue escrito en griego. El Tanaj que es en la Biblia el “Antiguo
Testamento” posteriormente será completado con el “Nuevo Tes-
tamento” para formar la Biblia cristiana actual, la misma que será
formalizada en Roma en el Concilio de Nicea.

La primera traducción de la Biblia al idioma inglés es la versión


del Rey Jaime y de allí se hicieron las versiones posteriores. Como
se podrá comprender esto motivo cambios en las traducciones a las
diferentes lenguas y dentro de ellas en las versiones. Los “Expertos
Bíblicos” saben ahora con certeza que los autores del Génesis o
del Bereshit, no hicieron otras cosa que “editar” y resumir, textos
mucho más antiguos y considerablemente más detallados que se
escribieron por primera vez en “Sumeria”.

Los evolucionistas por su parte han manifestado que el ADN


del hombre y del chimpancé es 98% similar. En realidad, esta tesis
del 98% de similitud entre los genes humanos y el de los chimpan-
cés, es una propaganda deliberadamente inventada. Esta similitud
es una generalización exagerada de una similitud dentro de las se-
cuencias de aminoácidos de 30 a 40 proteínas básicas presentes en
los seres humanos y los chimpancés. El análisis de estas secuencias
se llevó a cabo por el método llamado “hibridación de ADN” sobre
las secuencias de ADN correspondientes a estas proteínas y sólo
este número limitado de proteínas han sido comparados. Sin em-
bargo, hay unos treinta mil genes, es decir, aproximadamente cien
mil proteínas codificadas por estos genes en los seres humanos. Por
ello, no hay ninguna base científica que indique que todos los genes
del hombre y el chimpancé son similares en un 98%, solo porque
40 de 100,000 proteínas son similares. La comparación del ADN
en estas 40 proteínas también se presta a la controversia. Esta com-
paración fue hecha en 1,987 por los biólogos, Sibley y Ahlquist, y
publicada en el Journal of Molecular Evolution. Sarich, otro cientí-
fico, tras examinar los datos obtenidos por Sibley y Ahlquist, llegó
a la conclusión de que la confiabilidad del método utilizado es con-

32
trovertida y los datos excesivamente interpretados.

Lo que no se puede negar, es que el mono fue evolucionando


lentamente en la tierra a través de miles de años, pero no hay evi-
dencia de fósiles, evidencia genética ni evidencia bioquímica que
pruebe que el mono haya llegado a evolucionar hasta llegar a ser
hombre. Por el contrario, es evidente que diferentes formas de vida
aparecieron en la Tierra y de repente dentro de los homínidos, uno
de ellos sin ancestro evolutivo, salto y evolucionó sin explicación,
sus complejos sistemas. Esto prueba la existencia de un “diseño
inteligente” realizado por “alguien”, dicen los que sostienen esta
teoría.

Los sumerios, en sus tablillas narran, que el agotador trabajo


de los Anunnanki en las minas, traía muchos problemas, por lo que
exigieron crear a un ser para que hicieran el trabajo que ellos no de-
seaban hacer. La creación de un Trabajador Primitivo, un Adamu,
que asumiera el trabajo de los Anunnaki, Elohim o Nefilim de los
versículos del Tanaj y la Biblia. Esta decisión generó algarabía en-
tre los mineros, pero su implementación es lo que se llama el diseño
inteligente o la manipulación del ADN, porque no crearon al hom-
bre de la nada, sino que tomaron un ser que estaba en la tierra como
producto de la evolución, y lo mejoraron. La especie que aludimos,
las tablillas sumerias lo identifican como un homínido que vagaba
en la sabana africana.

En él, implementaron mejoras hasta el nivel requerido de capa-


cidades e inteligencia, “fijaron sobre él la imagen de los dioses”, la
imagen de los mismos Elohim. El proceso hoy lo podemos definir
como una manipulación genética que permitió, adelantar el proceso
evolutivo natural del homínido, para obtener al hombre. Es decir
los sumerios hace varios miles de años atrás habían resuelto el de-
bate de los creacionistas y evolucionistas.

La teoría de la manipulación genética del ADN en la creación


del hombre, sostiene que: Las evidencias antropológicas de restos
de especies de homínidos, indica que el hombre moderno no es el
resultado de un proceso de evolución lineal, sino más bien es un
proceso de creación cíclica, inteligentemente supervisado y contro-
lado por seres de una mente superior. Nuestros dioses alienígenos
vinieron de un planeta lejano de la galaxia en el pasado remoto.

33
Ellos llegaron a la Tierra sembraron la vida aquí y crearon al hom-
bre moderno. Lo instruyeron en la ciencia y crearon un mundo ci-
vilizado. Civilización tras civilización surgieron en el Antiguo y
el Nuevo Mundo. Un día partieron y nos dejaron la promesa de
regresar… y lo harán, dicen algunos, otros sostienen que se queda-
ron entre nosotros y constituyen las castas influyentes del mundo.
El hombre de las civilizaciones antiguas los adoró como dioses,
tradición que fue sustituida por la adoración de un solo dios en las
religiones monoteístas que han sobrevivido y constituyen las reli-
giones más influyentes del mundo.

Hay creciente cantidad de interesados en estas teorías, mientras


aquellos que no están muy familiarizados con la teoría de los anti-
guos astronautas preguntan: ¿Qué pruebas hay de visitas de extra-
terrestres en la antigüedad? Y la respuesta es que en todo el globo
terráqueo hay prueba de ello. De hecho, los dioses de las estrellas
dejaron pistas en todo el planeta, cuya verdad hace peligrar la línea
ortodoxa de la historia y de las religiones, por tanto son ocultados
al público. ¿Cuánto tiempo más lo haran? No hay modo de saberlo,
pero evidentemente no será muy largo.

Uno de los mayores avances en los últimos años se ha produ-


cido en el área de la ingeniería genética, y la ciencia ya está en la
capacidad de producir clones que respiran, piensan y actúan como
nosotros. Si esta acción es ética o no, todavía no ha sido suficiente-
mente debatido y la mayoría se opone a las manipulaciones genéti-
cas. Lo que esta demostrado, es que el hombre tiene capacidad para
crear otro ser de su especie e incluso una nueva.

¿Si los seres humanos pueden producir nuevas formas de vida,


podría entonces toda la raza humana ser un producto de la inter-
vención genética realizada por seres muy avanzados? Nuestros an-
tepasados decían: “Los dioses vinieron de los cielos y crearon al
hombre” y la mayoría en el mundo actualmente cree que Dios llego
de los cielos y creo al hombre, congruente con ello, hay cientos de
mitos de la creación en todo el mundo, todos ellos hablan de seres
de los cielos o las estrellas, que vinieron a este planeta y sembraron
vida en el pasado remoto.

La ingeniería genética de estos seres avanzados ofrece una so-


lución para el cambio altamente enfocado en el ADN humano y la

34
explicación de la repentina aparición del Homo sapiens. Los dioses
alienígenos manipularon y mejoraron las especies animales exis-
tentes. Esto dio lugar a la creación de las primeras formas primi-
tivas de la humanidad que precedieron a la nuestra actual. Estas
primitivas formas de vida son el hombre de Neandertal, el homo
erectus y el hombre de Cromañón, que conforme a esta teoría, fue-
ron en principio experimentos genéticos extraterrestres.

Nuestro planeta desempeñó el papel de laboratorio para experi-


mentos genéticos de los extraterrestres que estaban presentes aquí
en el pasado. Según varios de los antiguos textos sagrados, mitos y
leyendas, los dioses alienígenos intentaron varias veces crear seres
inteligentes. Nuestros dioses extraterrestres crearon un número de
razas humanas durante épocas de tiempo diferentes. Algunas de es-
tas razas fueron los gigantes, que encontramos en los libros sagra-
dos y la mitología de todo el mundo. Los Nefilim, mencionados en
el Tanaj, la Biblia y el Libro de Enoc, eran los “ángeles caídos”, un
grupo de seres del espacio que se rebelaron contra su líder y cuyos
hijos fueron los gigantes y héroes de la antigüedad.

Algunas de estas criaturas mejoradas genéticamente habían


sido implementadas con la sabiduría de los dioses y una larga vida
útil. Eran casi tan poderosos como los propios dioses, y las diver-
sas historias mitológicas a menudo hablan de dioses inmortales. La
longevidad de los dioses podría fácilmente interpretarse como un
signo de la inmortalidad, a los ojos de los seres humanos. Las razas
humanas creadas anteriormente, vivieron mucho más tiempo que el
hombre moderno de hoy, así lo menciona las tablillas sumerias, el
Tanaj y la Biblia, el Libro de Enoc y otros tantos escritos: Adán el
primer hombre se dice que vivió 930 años, Set, el segundo patriar-
ca obtuvo una edad de 912 años, Enós vivió años 905, Cainán se
convirtió en años 910, Mahalaleel vivió 895 años y Jared 962 años,
Enoc tuvo sólo 365 años cuando Yahvé “lo tomó”, Matusalén fue
de 969 años y Laméc vivió 777 años. El héroe que escapó del gran
diluvio, Noé vivió 950 años. Todo esto no es más que una muestra
de lo que hay por analizar.

A estos anunnakis, Elohim, Nefilim, o visitantes extraterrestres,


los hombres los llamaron “dioses”, y estos que se habían instala-
do inicialmente en el Medio Oriente, por sus propias necesidades
se expandieron hacia otros territorios. Los jefes o líderes de estas

35
expansiones en los nuevos territorios, a su vez serán los dioses de
estas nuevas áreas geográficas y sus poblaciones les darán nuevos
nombres. Todos ellos tuvieron un origen común, pero serán conoci-
dos con diferentes nombres, conforme a la lengua que cada cultura
o civilización habla.

Los habitantes de diferentes áreas geográficas, con el correr de


los años formaran culturas e imperios, gobernados por reyes que
fueron designados por estos “dioses”, así como una casta de sacer-
dotes o interlocutores entre los dioses y el hombre.

Los Sumerios, Egipcios, Hebreos, Babilonios, Cananeos y


Fenicios, tenían dioses de origen común, que posteriormente for-
marán entre otras, las tres religiones más importantes del orbe: El
cristianismo, judaísmo e islamismo. Paralelo a la formación de las
religiones en estas civilizaciones, se formaron las sociedades ini-
ciáticas secretas, y muchas de ellas han llegado hasta nuestra época.

Los masones actuales, tienen diferentes opiniones, respecto a


donde se originó la masonería, debido a que algunos hicieron una
división, entre masonería operativa y masonería especulativa, sin
embargo antiguos documentos que ya se conocían en 1,717 y otros
tantos que se han encontrado posteriormente, muestran que la ma-
sonería operativa, desarrollo y evoluciono para transformarse en
masonería especulativa, conforme a un proceso histórico lógico y
las propias necesidades del oficio.

Henry Wilson Coil publicó un artículo en el Royal Arch Ma-


gazine en el año 1,966 con el título de The Origin of Freemason-
ry, donde dice que Las Constituciones de Anderson (publicadas en
1,723), popularizadas por William Preston, William Hutchison y
George Oliver se hicieron corrientes y ampliamente aceptadas: La
masonería operativa y la masonería especulativa eran una sola, has-
ta que en 1,858 J.W.S. Mitchell publicó su History of Freemasonry
en la cual avalaba por el origen de la francmasonería en el Templo
del Rey Salomón.

Entonces apareció una nueva escuela de realismo que revolu-


cionó totalmente el curso entero de la historiografía masónica entre
1,860 y 1,885. En 1,861, Mathew Cooke transcribió en inglés mo-
derno el Manuscrito Cooke.

36
W.J. Hugham en rápida sucesión (1,869 – 1,872) publicó las
Constitutions of the Freemasons, Masonic Sketches y los Old Char-
ges de los francmasones británicos.

En 1,870, W.P. Buchan se oponía a la teoría de la que la Gran


Logia de 1,717 era un despertar de un antiguo cuerpo similar.

En 1,873, aparece la History of the Lodge of Edinburgh de D.M.


Lyons.

En 1,876, el americano, George F. Fort se situó a sí mismo al


frente de los historiadores masónicos por la publicación de su Early
History and Antiquities of Freemasonry.

Por 1,885, hubo contribuciones adicionales de Hughnan y W.H.


Rylands.

Otro miembro de esta escuela, Robert Freke Gould había publi-


cado “The Athol Lodges” y “The Four Old Lodges”, pero la culmi-
nación del movimiento estuvo en su “History of Freemasonry” que
apareció en 1,885.

Las investigaciones introdujeron algunas cualificaciones y adi-


ciones a los hallazgos de Gould, pero el fallo principal de su argu-
mento y la validez de su conclusión principal no se ha cuestionado
seriamente. En consecuencia se acepta generalmente que la franc-
masonería se originó en la fraternidad de los masones operativos,
los constructores de catedrales medievales de Inglaterra y Escocia.

Esta conclusión se apoya en los registros conocidos, que se re-


trotraen a las logias de 1,598 y al Oficio inglés (sin registros de
logia) del 1,400 de nuestra era, fecha aproximada del Manuscrito
Regius, el documento escrito más antiguo de la fraternidad. Y lleva
a la Compañía de Masones de Londres, una guilda, no precisamen-
te la misma de la fraternidad hasta el 1,356.

Durante el período de la arquitectura Gótica que se extendió


desde el 1,150 hasta el 1,550, esos destacados edificios góticos fue-
ron erigidos por los stonemasons y arquitectos quienes produjeron
su trabajo con experiencia previa de un largo período de desarrollo
del arte, por ello ya no solo se debe presumir que existió alguna

37
organización previa al siglo XII, por el contrario, se debe afirmar en
forma contundente que el arte ya existía de mucho antes.

Obviamente, la puerta está abierta a tales afirmaciones, como


que los francmasones serían anteriores a la era gótica y desarrolla-
dos desde los Collegia Romanos de Artífices o un remanente de los
Maestros Comacinos de los cuales se dice que estaba establecidos
en el lago de Como en Lombardía y que habrían florecido cerca del
800 - 1,000 d. C.

Esas teorías fueron aceptadas sin prueba por numerosos escrito-


res, hasta que fue apoyada abiertamente y ampliamente adoptada,
siguiendo la erudita presentación de Leader Scout (Mrs. Webster)
en 1,899.

Su argumento se basaba sobre el supuesto de que los maestros


Comacinos (Magistri Comacini) eran maestros masones que con-
ducían una escuela (scola) en el Lago de Como y fundaron la franc-
masonería luego que se derrumbó el Imperio romano y lo transmi-
tieron a Europa occidental.

Pero la teoría sufrió un revés, cuando salió a la luz que Comaci-


ni no deriva de Como, sino del bajo latín Co-Macione, que significa
guilda de masones y se empleó en muchas ciudades italianas muy
lejos del Lago de Como por varios siglos antes del supuesto asen-
tamiento.

Sin embargo, de alguna manera, scola significa guilda y no es-


cuela. Después los freemasons franceses, alemanes y británicos de
la edad media trabajaron exclusivamente en lo gótico, que estaba
en boga en Italia.

Todos aquellos que han tratado de rastrear la francmasonería


de sus propios registros escritos están persuadidos que todos los
oficios de la actualidad son desarrollo de un arte similar de los an-
tiguos tiempos. Demostrable con los estudios de restos arqueológi-
cos, escrituras antiguas y como no, también con tradiciones y mitos.

La construcción de edificios ha sido una ocupación común del


hombre a través de miles de años, desde que el hombre creó las
ciudades. Pero de eso se habla muy poco en la orden, sin embargo,

38
admitir que la francmasonería sea descendiente de estas antiguas
fuentes, es similar a aceptar, que los gobiernos democráticos actua-
les son descendientes de los de Grecia, Roma y otras culturas más
antiguas, donde habían principios e instituciones que funcionaban,
y de los cuales tomamos sus principios y construimos sobre ellos
los nuestros, conforme a nuestras necesidades de espacio-tiempo.

La posesión de viejos temas por parte de instituciones jóvenes,


justifica de alguna manera en las sociedades iniciáticas, antedatar el
certificado de nacimiento de las más modernas, cosa que frecuente-
mente se ha intentado y esos temas han sido los tenues lazos por los
cuales la Orden Moderna estaría presumiblemente ligada a otras de
tierras y épocas distantes.

Esta forma de pensar que expone Henry Wilson Coil, no es ca-


sual. Sus estudios sobre la masonería tenían más de 40 años, cuan-
do publicaron el artículo que hemos mencionado, y era un distin-
guido miembro de la orden del Rito de York y un Ilustre y Poderoso
Hermano del grado 33° en los EE.UU.

Opinión similar tiene otro distinguido miembro de la orden, en


este caso John Hamill, bibliotecario y curador de la Gran Logia
Unida de Inglaterra, quien dice: Anderson no efectúa distinción al-
guna entre Masonería Operativa y Masonería Especulativa, con lo
cual quedó implícito que la una era la continuación de la otra. En
este caso se hace referencia a James Anderson, quien publica en
1,723 Las Constituciones de Anderson que es el documento inicial
de la masonería especulativa inglesa. James Anderson, era un pastor
presbiteriano y masón, coautor, junto a Jean Théofile Désaguliers,
Gran Maestro de la Gran Logia de Londres en 1,719, de las primera
Carta Constitucional de la francmasonería moderna o especulativa,
conocidas comúnmente como las Constituciones de Anderson.

Bien, en ese orden de ideas, por origen de la masonería, quere-


mos decir, que es a semejanza de una orden iniciática anterior, ya
que los principios generales, costumbres y ritos, se han mantenido
en el tiempo, pese a la continua reposición de miembros desde los
antiguos tiempos hasta el presente. Por esa razón, los masones ope-
rativos decían que los orígenes de la masonería se hallaban junto a
los personajes bíblicos en el Medio Oriente.

39
40
I. EL MITO SUMERIO
El “Diseño Inteligente” y la “Manipulación Genética”, aparen-
temente es una propuesta nueva, sin embargo existe antiquísimas
evidencias escritas de origen sumerio, que fue dejada por la más
enigmática civilización que surgió en el Medio Oriente. Tras desci-
frarse su escritura, conocemos en detalle la narración que contiene,
y a la luz de la ciencia actual, la narración posee un sólido soporte
científico, cuya aceptación es cada día mayor entre los estudiosos
de las diferentes doctrinas religiosas y los hombres de ciencia. El
único inconveniente es que trastoca las enseñanzas que por siglos
impartieron las religiones.

1.1 ATANDO CABOS.

Cuando los anunnakis, nefilim o elohim, llegaron a la Tierra,


hace unos 450,000 años (Período entre la glaciación de Mindel o
Kansas 580,000 a. C., y el Interglaciar Mindel-Riss del 390,000 a.
C.), por entonces, la tercera parte del suelo firme estaba cubierto de
capas de hielo y glaciares. Con tanta agua en la tierra helada, las
lluvias eran escasas, pero no en todas partes. Por los peculiares pa-

41
trones del viento y del terreno, entre otras cosas, algunas zonas de
la Tierra que en la actualidad están provistas de agua, eran estériles
aún, y algunas zonas que en la actualidad sólo tienen lluvias esta-
cionales, tenían lluvias durante todo el año por entonces.

Los niveles del mar eran más bajos, por la gran cantidad de
agua almacenada como hielo sobre la tierra. Las evidencias indican
que durante las dos eras glaciales principales, los niveles del mar
estaban entre 180 y 215 metros más bajos que en la actualidad. Esto
quiere decir, que había mayor tierra firme, donde ahora hay mares
y costas. En las zonas donde los ríos corrían, se creaban profundas
gargantas y cañones, si sus cursos atravesaban terrenos rocosos; si
sus lechos discurrían por terrenos blandos y arcillosos, llegaban a
los mares glaciares a través de inmensas tierras pantanosas. Ese era
el panorama de la Tierra, cuando llegaron los nefilim, elohim, anun-
nakis o seres del espacio exterior. Como es natural preguntamos,
¿Dónde establecieron su primera morada estos seres?

La respuesta es lógica simple: buscarían un lugar que tuviera un


clima templado, para instalar sus refugios. Un lugar que tenga agua
para beber y otros propósitos conforme a su necesidad –medio de
transporte por ejemplo–, para el sostenimiento de vida vegetal y
animal, necesarias para su alimentación, y la irrigación de grandes
extensiones de tierra para la agricultura.

¿Dónde estaría ese lugar? Los nefilim centraron su atención,


en tres sistemas fluviales y en sus llanuras: el Nilo, el Indo y el
Tigris-Éufrates. Cada una de estas cuencas fluviales reunía las con-
diciones necesarias para la colonización; con el tiempo, en cada una
de ellas se desarrollaran centros civilizatorios.

Los nefilim consideraron también la disponibilidad de fuentes


de combustible y energía. En la Tierra, la fuente abundante de ener-
gía, calor y luz, así como la materia prima para la elaboración de in-
finidad de bienes esenciales es el petróleo. A juzgar por los registros
sumerios y las prácticas descritas en ella, los nefilim hicieron uso
del petróleo y de sus derivados, por ello es razonable pensar que
en su búsqueda del hábitat más adecuado en la Tierra, los nefilim
prefirieran un lugar rico en petróleo.

De las opciones que disponían, eligieron la mejor, la tierra de

42
los dos ríos, Tigris y Éufrates, que sin duda era la mejor opción,
pues tiene los campos petrolíferos más ricos del mundo que se ex-
tiende desde el Golfo Pérsico hasta las montañas donde nacen el
Tigris y el Éufrates. Los betunes, los alquitranes, las peces y los
asfaltos borboteaban o manaban en la superficie de forma natural.
No es casual que los sumerios tenían nombres para las diversas
sustancias bituminosas: petróleo, crudos, asfaltos naturales, rocas
asfálticas, alquitranes, asfaltos pirogénicos, masillas, ceras y peces.
Tenían nueve nombres diferentes para los distintos betunes, mien-
tras los egipcios sólo tenían dos y en sánscrito, había tres.

El valle del Nilo era su segunda opción, ubicada en una im-


portante zona rocosa sedimentaria, pero el petróleo se encuentra a
cierta distancia del valle y requiere de perforación profunda para
extraerla. La tercera opción, era el valle del Indo.

El nombre sumerio para la morada de los dioses, E.DIN, sig-


nifica “hogar de los justos”, algo que se adaptó perfectamente a la
descripción. El título de “divino” en los dioses antiguos sumerios
era DIN.GIR (los justos de los cohetes). En el Bereshit y el Génesis
3: 8, se describe la morada de Dios en la Tierra como el jardín de
Edén, un lugar de clima templado, pues Dios salía a pasear por las
tardes para refrescarse con la brisa. Era un lugar con buena tierra,
para la agricultura y la horticultura. Tenía agua de una red de cuatro
ríos. La identidad de los dos primeros ríos, el Pisón (abundante)
y el Gijón (el que mana), “Y el nombre del tercer río era Hidekel
(Tigris); éste es el que fluye hacia el este de Asiria; y el cuarto era
el Éufrates”.

Los textos sumerios, confirmados por posteriores traducciones


acadias, hacen una relación de asentamientos originales o “ciuda-
des” de los nefilim en el orden en el que se fundaron. Incluso, dicen
qué dios estaba a cargo de cada uno de estos asentamientos. El texto
sumerio, considerado como el original del acadio “Las Tablillas del
Diluvio”, dice lo siguiente al respecto de las cinco primeras de las
siete ciudades:

Después de que el reino fuera bajado desde el cielo,


después de que la sublime corona,
el trono del reino fuera bajado desde el cielo,
él... perfeccionó los procedimientos,

43
las divinas ordenanzas...
Fundó cinco ciudades en lugares puros,
les dio sus nombres,
las dispuso como centros.

La primera de estas ciudades, ERIDÚ, se la dio a Nudimmud,


el líder.
La segunda, BAD-TIBIRA, se la dio a Nugig.
La tercera, LARAK, se la dio a Pabilsag.
La cuarta, SIPPAR, se la dio al héroe Utu.
La quinta, SHURUPPAK, se la dio a Sud.

El nombre del dios que bajó el Reino desde el Cielo, planificó


el asentamiento de Eridú y de cuatro ciudades más, nombró a sus
gobernadores o comandantes, el dios que caminó por el agua hasta
la orilla de los pantanos y dijo “Aquí nos instalaremos” fue Enki,
apodado “Nudimmud” (aquel que hace cosas). Sobre este texto con-
cuerdan todas las traducciones.

Las antiguas ciudades sumerias en color verde fosforecente.

44
EN.KI (señor del suelo firme) también llamado E.A (cuya casa
es el agua) eran de lo más apropiado. Eridú, que quedó como centro
de culto y sede del poder de Enki a lo largo de toda la historia de
Mesopotamia, se construyó sobre un terreno elevado artificialmen-
te por encima de las aguas pantanosas. Esto se encuentran en un
texto llamado “Enki construye su Templo (E-ENGURRA)”:

El señor de la profundidad acuosa, el rey Enki...


construyó su casa...
En Eridú construyó la Casa a la Ribera del Agua...
El rey Enki... ha construido una casa:
Eridú, como una montaña,
ha elevado desde la tierra;
en un buen lugar la ha construido.

Éste y otros textos, mencionan las preocupaciones de los pri-


meros “colonos” en la Tierra, que tenía que ver, con lagos poco
profundos y ciénagas.

“Él trajo...;
estableció la limpieza de los ríos pequeños”.

El dragado de los lechos de riachuelos y afluentes para mejorar


el flujo de las aguas se hizo con el propósito de drenar las ciénagas,
conseguir agua limpia y potable, y poner en marcha un sistema de
irrigación controlada. Las narraciones sumerias ofrecen también
indicios de la construcción y rellenado con tierra, de diques para
proteger las primeras casas de las omnipresentes aguas.

El texto, llamado “Enki y el Orden Mundial”, es un poema de


470 líneas, de las cuales 375 son legibles, los otros están rotos. Los
versos que siguen, exaltan a Enki y al establecimiento de sus rela-
ciones con Anu (su padre), la divinidad jefe, con Ninti (su hermana)
y con Enlil (su hermano). El texto tiene un informe, en el cual Enki
relata su llegada a la Tierra.

“Cuando llegué a la Tierra,


estaba todo inundado.
Cuando llegué a sus verdes praderas,
montones y montículos se levantaron bajo mis órdenes.
Construí mi casa en un lugar puro...

45
Mi casa, su sombra se extiende sobre el Pantano de la Serpien-
te...
las carpas agitan sus colas en él entre los pequeños juncos gizi”.

Excavaciones en Eridu, antigua ciudad sumeria, hoy Tell Abu Shahrain,


Irak. Se considera la ciudad más antigua de Sumeria y del mundo. Eridu fue
fundada 5,400 a. C., cerca del Golfo Pérsico y de la desembocadura del río
Éufrates.

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Luego el poema pasa a describir y registrar, los logros de Enki.

El marcó el pantano,
puso en él carpa y... pescado;
Marcó el matorral de cañas,
puso en él... juncos y juncos verdes.
A Enbilulu, el Inspector de Canales,
lo puso al cargo de los pantanos.
Fue él el que puso la red para que no escaparan los peces,
de cuya trampa no... escapa,
de cuyo cepo ningún pájaro escapa,
... el hijo de ... un dios al que le gustan los peces,
Enki puso al cargo de los peces y los pájaros.
A Enkimdu, el de la zanja y el dique,
Enki lo puso al cargo de la zanja y el dique.
Él cuyo... molde dirige,
a Kulla, el hacedor de ladrillos del País,
Enki lo puso al cargo del molde y el ladrillo.

El poema enumera los logros de Enki, entre los que se incluye


la purificación de las aguas del Tigris y la unión (por medio de un
canal) del Tigris y el Éufrates. Su casa, tenía un embarcadero en el
que podían amarrar embarcaciones y balsas de juncos, y desde el
cual podía salir a navegar. La casa se llamó E.ABZU (casa de lo
Profundo). El recinto sagrado de Enki en Eridú se conoció por este
nombre durante milenios.

No hay duda de que Enki y su grupo, exploraron las tierras al-


rededor de Eridú y que preferían viajar por el agua. La tierra panta-
nosa, dice en uno de los textos, “es mi lugar preferido; extiende sus
brazos hacia mí”. En otros textos, se refieren a Enki navegando por
los pantanos en su embarcación, llamada MA.GUR (literalmente,
barco en el que se da una vuelta), un barco de paseo, donde su tri-
pulación “remaba al unísono”.

Los nefilim mientras exploraban la superficie de la tierra desde


el espacio, debieron prestar especial atención a las montañas y a las
cordilleras. Éstos representaban cierto riesgo durante los aterrizajes
y los despegues, pero también servían como puntos de referencia
para la navegación. Así sobre el Océano Índico los nefilim tomaron
como un punto de referencia, el Monte Ararat, un macizo volcánico

47
extinto. El Ararat domina la meseta de Armenia, en la actual fron-
tera de Turquía, Irán y Armenia. Se eleva en los lados este y norte
hasta los 900 metros de altitud, y en el noroeste hasta los 1,500
metros. El macizo tiene unos cuarenta kilómetros de diámetro, un
inmenso torreón que emerge de la superficie de la Tierra.

Desde los cielos así como de la superficie, resalta en el horizon-


te. Está situado casi a mitad de camino entre dos lagos, el Lago Van
y el Lago Sevan. Son dos picos que se elevan: el Pequeño Ararat
(3,900 metros de altitud) y el Gran Ararat (5,100 metros de altitud).
Ninguna montaña rivaliza con las alturas de estos dos picos, que es-
tán permanentemente cubiertos de nieve. Son dos brillantes balizas
entre dos lagos, y a la luz del día, actúan como reflectores gigantes.

Pequeño Ararat (3,900 metros de altitud) y el Gran Ararat (5,100 metros).

Los nefilim llegaban a la Tierra en grupos de cincuenta, a me-


dida que sus llegadas se hicieran regulares. En cada ocasión, al-
gunos de los que habían llegado primero retornaban en sus naves
espaciales a casa. Con el tiempo, aumento el número de nefilim que
permanecieron en la Tierra para colonizarla, creciendo hasta “600
que en la Tierra se establecieron”.

Según los textos babilonios y asirios, los viajeros del espacio


jóvenes y viejos, eran condenados a trabajar en las minas del Mun-
do Inferior. Trabajaban en la oscuridad comiendo tierra, estaban
condenados a no volver nunca más a su hogar. Éste es el motivo por
el cual el epíteto sumerio de aquel país, adquirió la interpretación

48
de “país sin retorno”. KUR.UN.GI.A, significa literalmente: “país
donde los dioses-que-trabajan, en profundos túneles amontonan
[los minerales]”.

Como el Hombre aún no estaba en la Tierra, en la época en que


los nefilim se establecieron en ella, los pocos anunnaki que había en
el planeta, tenían que trabajar en las minas.

Cuando Ishtar, bajó al Mundo Inferior, encontró a los atareados


anunnaki, que comían sus alimentos mezclados con barro y bebían
agua enfangada. Esta situación hizo que los anunnaki se amotina-
ran contra sus líderes. En las traducciones de Jean Bottero y Samuel
Noah Kramer de “El Poema de Atrahasis” se lee:

1-Cuando los dioses (hacían) de hombres,


Tenían que trabajar y estaban atareados:
Su tarea era considerable,
Su trabajo pesado, su labor infinita.
5-¡Pues los grandes Anunnaku, a los Igigu,
Imponían una séptuple prestación de trabajos!
El padre de todos ellos, Anu, era su rey;
Enlil, el valiente, era su soberano;
Ninurta, su [encar]gado,
10-Y Ennugi, su capataz,

Por aquel tiempo –relata el poema–, las divinidades principales


ya se habían repartido los mandos entre ellos y dispusieron que los
Igigu trabajaran.

Anu subió al Cielo,


Enlil tomó, como dominio la Tierra (?),
15-[Y el cerrojo que enc]erraba (?) el mar
Se entregó a Enki, el Príncipe (?),
[Cuando Anu] subió al cielo,
[Los dioses (?) del] Apsu descendieron hasta allí:
[Fue entonces cuando los Anunnaku] celestes
20-[Impu]sieron a los Igigu [su prestación de trabajos]
[Y estos dioses] (tuvieron) que excavar [los cursos de agua]
[Y abrir los canales] que vivifican la tierra-
[Los Igigu] (tuvieron) que excavar [los cursos de agua]
[Y abrir los canales] que vivifican la tierra.

49
25-[Así, ellos abrieron] el curso del Tigris,
[Y des]pués, [el del Éufrates].

Se establecieron siete ciudades, con siete anunnaki que coman-


daban las ciudades. La disciplina era estricta, y “los siete Grandes
Anunnaki, fueron los que hicieron que los dioses menores sufrieran
el trabajo”.

De las tareas que se les encomendó, la más común, la más ardua


y la más aborrecida, fue la de cavar. Los dioses menores cavaron
los lechos de los ríos para hacerlos navegables, cavaron canales
para la irrigación y cavaron en el Apsu para sacar minerales de la
Tierra.

Apsu en acadio y Abzu en sumerio. También Engur en sumerio


y Engurru en acadio, todos literalmente significan: océanos profun-
dos de agua dulce.

Aunque disponían, de herramientas sofisticadas, como el “ha-


cha de plata que brilla como el día”, incluso bajo tierra, el trabajo
era demasiado exigente y muy pesado. Durante mucho tiempo los
anunnaki “sufrieron la labor”.

[Durante cien (?) años] se entregaron a la tarea –


[Durante quinientos (?) años] se entregaron a la tarea –
[Durante novecientos (?) años] se entregaron a la tarea –
[Durante mil (?) años] se entregaron a la tarea –
33- [Después de haber acumulado (?)] todas las montañas,
[Hicieron el recuento de los años] trabajados,
35- [Después de haber organizado (?)] el gran pantano meri-
dional,
[Hicieron el recu]ento [de los años] trabajados,
[¡(Durante) dos mil q]uinientos años, y más,
Habían, día y noche,
Soportado [esta pesada car]ga!

La oportunidad para el motín se les presentó, y los anunnaki se


dijeron unos a otros:

[Ellos, entonces, comenzaron a des]potricar y a quejarse,


40- [Lamentan]do[se] de sus labores de excavación (?):

50
“¡Vayamos a ver al encargado, [nuestro jefe],
Para que nos libre de nuestra [pesa]da tarea!
Al valiente soberano de los dioses,
[Ven]id, vayamos a sacarlo de su casa –
45- [A Enlil (el valiente), el so]berano de los dioses,
[Ven]id, vayamos a sacarlo de su casa!”
[Entonces…] abrió la boca
[Y se dirig]e a los dioses, sus hermanos:
“[…], el encargado de tiempos pasados (?)…

El “oficial jefe antiguo”, que guardaba rencor contra el actual


oficial jefe, era su líder y organizador. Todos fueron al palacio de
Enlil y lo rodearon.

Y Nuska despierta [a su se]ñor,


[Al que] saca de su lecho:
80- “¡[Tu pal]acio está rode[ado], mi Señor!
¡El camba[te se ha ex]tendido hasta tu puerta! –
¡Tu palacio está rodeado, oh Enlil!
¡El combate se ha extendido hasta tu puerta!”
Enlil ordenó que se trajesen las armas a su casa,
85- Después abrió la boca
Y se dirigió a Nuska, su paje:
“¡Nuska, levanta una barricada ante tu puerta!
90- ¡Toma tus armas y ponte a mis órdenes!”
¡Nuska levanta una barricada ante tu puerta,
Toma sus armas y se puso a las órdenes de Enlil!
Después, el abrió la boca
Y se dirigió a Enlil el valiente:
“¡Mi Señor, tu rostro está verdoso!
95- ¡Oh Enlil, tu rostro está verdoso!
Son tus propios hijos, ¿Qué temes?
Envía a buscar a Anu, que [se] le haga descender
Y que también se traiga a Enki [ante t]u presencia!”

Entonces los dioses se reúnen en consejo.

El, entonces, manda a buscar a Anu, al que [se] hace descender,


100- Y también se lleva a Enki [an]te su presencia.
Anu, el rey del [Ci]elo, presidia (la reunión),
Y el rey del Apsu, Enki, lo escuchaba [todo (?)],

51
Mientras se [sen]taban los grandes Anun[naku],
Enlil se puso de pie: se a[bría] el debate.
105- Enlil, habiendo abierto, entonces, la boca,
Se dirige a [los gra]ndes [dioses]:
“¿Ellos se ha[n rebela]do contra mí?
¡Pues bien, me batiré…!
¡Oh dioses!, ¿Qué es lo que han visto mis ojos?
110- ¡El combate se ha extendido hasta mi puerta!”
Anu abrió entonces la boca
Y se dirige a Enlil el valiente:
“(Si quieres saber) la razón (?) por la que los Igigu
Han asediado tu puerta,
III) – 115- Que Nuska salga [a preguntarla (?)]:
[Encárgale que cumpla esa] misión
Ante tus hijos!”

Los amotinados entonces expusieron la razón de su rebeldía.

147- “Hemos puesto (todo) nuestro [esfuerzo (?)]


En esta ex[cavación (?)]:
¿[El] traba[jo excesivo] nos ha matado!
150- ¡[Nuestra] car[ga] era demasiado pesada, [el trabajo era
infinito]!
Esta es la razón que (?) [a los dioses al] comp[leto]
Nos ha llevado [a quejarnos contra Enlil]!”

Cuando Enlil escuchó de Nuska la relación de quejas, “le co-


rrieron las lágrimas”. Enlil presentó un ultimátum: o se ejecutaba
al líder de los amotinados o él dimitía. “Coge el cargo, recupera tu
poder”, le dijo a Anu, “te seguiré al cielo”. Pero Anu, que había
bajado del Cielo, se puso del lado de los anunnaki:

Enlil [de]rramó lagrimas


Y, tras ello,
Se diri[ge a] Anu, el v[aliente]:
170- “Alteza, contigo en el Cielo […”]
(b) 1´”Alteza (?), contigo en el Cielo
Conserva (?) tu autoridad y haz uso de ella (?):
¡Mientras los Anunnaku se sientan en tu presencia,
Haz comparecer a uno (de estos) dios(es)
Y que sea condenado al castigo supremo!”

52
5´Pero Anu abr[ió] la boca
[Y se di]rige a los dioses, sus hermanos:
“¿Por qué los [cul]pamos?
¡Su carga era pesada, su trabajo inf[inito]!
[Cada di]a […]
10´[Su grito de auxilio] era [cosa se]ria:
[Nosotros no (les) o]ímos dar voces…

Pero no todo era problema, ellos tenían una solución que pro-
pusieron:

“Dado que Be[let-ili, la Mat]riz, está aquí,


190- ¡Ella será quien dé a luz (?) y produzca
Al Hombre para asegurar el trabajo de los dioses!”

1.2 MITO DEL ORIGEN DEL HOMBRE SUMERIO.

La sugerencia de crear un “Trabajador Primitivo” para que asu-


miera la carga del trabajo de los anunnaki se aceptó con rapidez, y
llamaron a Mammi para preguntarle:

Interpelando, entonces, a la diosa, ellos preguntaron


A la sabia mujer de los dioses, a la experta Mammi:
“¿Serás tú la matriz que produzca a los hombres?
195- ¡Pues bien! ¡Fabrica el prototipo humano:
Que él cargue con nuestro yugo!-
¡Que él cargue con nuestro yugo, impuesto por Enlil!-
¡Que el hombre asuma el trabajo asignado a los dioses!”

Mami, la Madre de los Dioses, dijo que necesitaría la ayuda de


Enki.

Pero Nintu, habiendo abierto la boca,


Replica a los grandes dioses:
200- “¡No puedo hacerlo sola, por mí misma;
Pero, con la ayuda de Enki,
La operación sí que es posible!
Solo él puede “puri[fi]carlo” todo:
Que él me entregue la arcilla y yo lo llevaré a cabo”

La respuesta de Enki para aceptar el encargo, tambien describe

53
como creara al hombre.

Enki, entonces, abrió la boca


205- Y se dirige a los grandes dioses:
“El primero, el séptimo o el decimoquinto día del mes,
Decreto que se lleve a cabo una lustración con baño.
Entonces, se inmolará un dios,
Antes de que (?) los dioses sean purificados mediante la inmer-
sión.
210- Con su carne y su sangre,
Nintu mezclará la arcilla:
De este modo el dios y el hombre estarán asociados,
Reunidos en la arcilla,
¡Y, a partir de este momento, nosotros estaremos ociosos (?)!
215- ¡Gracias a la carne del dios
Habrá en el Hombre un “alma”,
Que lo presentará siempre vivo después de su Muerte.
Esta “alma” estará allí para guardarlo del olvido!”
219- Y los grandes Anunnaku,
220- Que asignan los destinos,
218- Al unísono respondieron: “¡Sí!”.

En la Casa de Shimti, algo parecido a un hospital, los dioses es-


peraban. Enki ayudó a preparar la mezcla de la que la Diosa Madre
procedería a forjar al “Hombre”.

221- El primero, el séptimo o el decimoquinto día del mes


Enki decreta, por tanto, una lustración con baño,
Y el dios We, que tenía el “alma”,
Es inmolado en plena asamblea.
225- Con su carne y con su sangre
226- Nintu mezcla la arcilla,
-Para que se uniesen el dios y el hombre,
Estuviesen reunidos en la arcilla-
(Estos dos versos fueron olvidados por el copista)
227- Y para que así, des[de este momento], (los dioses) [estu-
viesen ociosos] (?),
V) Gracias a la carne del dios
hubo también en el Hombre un “al[ma]”,
Que lo presentaría siempre vivo después de la muerte.
230- Esta “alma” [estaba allí] para guardarlo del olvido!

54
Después de que Enki hubiese amasado esta arcilla,
Llamó a los Anunnaku, los grandes dioses,
Y a los Igigu convertidos, ellos también,) en grandes dioses,
Que escupieron sobre la arcilla.
235- Después, [Ma]mmi abrió la boca
[Y se di]rige a los grandes dioses:
[“¡El tr]abajo que me habías encargado,
Ya lo he realizado!
Habéis inmolado a ese dios con su “alma”,
240- Y yo os he librado de vuestra pesada tarea,
Imponiendo vuestra labor al Hombre.
Cuando vosotros concedáis a los Hombres
El rumor de la pululación
¡Yo soltaré vuestra cadena y seréis “libres”!”
Una vez que ellos oyeron este discurso,
245- Corrieron a abrazarle los pies:
“Hasta ahora, decían, te llamábamos Mammi:
Que, a partir de este momento, tu [no]mbre
Sea Señora de Todos los Dioses (Belet-kala-ili)!”
Instrucción de la reproducción de los hombres
Entonces, entraron en la sala de los destinos
250- Enki el príncipe (?) y la experta Mammi

Las diosas del nacimiento estaban presentes. La Diosa Madre


siguió trabajando mientras se recitaban ensalmos incesantemente.

(d) 8- Habiendo sido reunidas las matrices,


Ea amasa la arcilla ante la mirada de Nintu,
10- Quien repite la fórmula
Que Ea, sentado ante ella, le dictaba.
Cuando ella terminó dicha fórmula,
Separa catorce pedazos de pasta,
Coloca siete a su derecha
15- Y los otros siete a su izquierda:
Después levanta entre ellos una pared de ladrillo

(a) 10´[…] cortaba los cordones umbilicales.


De las catorce matrices
Reunidas por la sabia experta:
Siete produjeron machos
Y las otras siete hembras.

55
15´Ante la Matriz divina, hacedora de destinos,
Se las empareja
Y se las reúne dos a dos.
Y, así, Mammi traza
Las reglas (del parto) de los seres humanos:
“En la habitación en que se tiende,
Encamada, la parturienta,
Tendrá que estar durante siete días la pared de ladrillo.
20´Se deberá rendir honores a la Señora de los dioses,
A Mammi la experta.
La comadrona estará alegre
En la habitación de la encamada parturienta.
Y, cuando ella haya dado a luz,
La joven madre permanecerá en el lecho, de acuerdo con su
voluntad…

Mammi había cumplido con el encargo.

Ella convocó a los anunnaki, a los Grandes Dioses para comuni-


carles que había cumplido con el encargo. Los anunnaki recibieron
su anuncio con entusiasmo. A partir de entonces sería el Trabajador
Primitivo –el Hombre– “el que llevaría el yugo”.

Los nefilim, después de llegar a la Tierra para establecer sus


colonias, crearon su propio estilo de esclavitud, con Trabajadores
Primitivos forjados por ellos mismos.

El motín de los dioses había llevado a la creación del Hombre.

1.3 LA DESTRUCCION DEL HOMBRE.

El hombre creado fue perfeccionado por Enki, luego los hom-


bres trabajaban y se reproducían en gran número, preocupando a
Enlil, que no tenía ninguna simpatía por ellos.

337- Ellos fabricaron picos y azadas nuevos,


Después construyeron grandes diques de riego
Para satisfacer el hambre de los hombres
Y el deseo [de los dioses]

352- [No habían pasado] mil doscientos años

56
[Y el territorio se había ampliado]
Y la población multiplicado.
El pa[ís, como un to]ro, alzaba tanto la voz
355- Que [el ruido] molestó al dios soberano

Molesto por el ruido, Enlil quiere diezmarlos mediante una pla-


ga.

[Cuando Enlil escuchó] su rumor,


[Se dirigió a] los grandes dioses:
“El rumor de los humanos [ha llegado a ser demasiado fuerte]:
¡No consigo dormir [a causa de dicho alboroto]!
360- ¡[Ordenad, por tanto,] que sufran la epidemia!

Entonces, Enlil, ordenó un castigo. Pidió que se diezmara a la


Humanidad con la peste y otras enfermedades. Las versiones aca-
dia y asiria de la epopeya hablan de “dolores, mareos, resfriados,
fiebre”, así como de las “enfermedades, plagas y peste” que afligie-
ron a la Humanidad y a su ganado después de la petición de Enlil
de un castigo. Pero el plan de Enlil no funciono. Atrahasis, “el que
era extremadamente sabio”, era un humano cercano al dios Enki, a
quien apelaba para hacer fracasar el plan de Enlil.

Hab[ía], sin embargo, [cierto individuo Muy Sabio],


Devoto de Enki y mu[y hábil,]
Que podía conversar co[n su dios],
Quien, gustosamente, lo tenía [como interlocutor.]
El Muy Sabio abrió, entonces, la boca
Y se dirigió a [su] señor:
370- “¿Cuánto tiempo [va a durar esta epidemia? (?)]
¿Por cuánto tiempo padeceremos esta peste?”

Enki les sugirió que se ganaran la amistas de Namtar que les


ayudaría.

400- Obedeciendo esta or[den, los an]cianos


Construyeron en la ciudad
Un santuario para Namtar
Y ordenaron [que los heraldos públicos] proclamasen
[Con gran es]trépito [por todo el país]
405- “[¡No] rindáis [más] honores a [vuestros d]ioses!

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[¡Ni] imploréis más [a vuestras diosas]!
Y sólo frecuen[tad a Namtar]:
¡Sólo a él [ofrecedle] vuestros platos cocinados!”
El [acep]tó gustoso esas ofrendas
410- [Y, con]fuso por culpa de tatos presentes,
[Suspen]dió su acción maléfica:
Así [se pus]o [fin a la epidemia]
Y de nuevo [prosperaron (?)].

Enlil se quejó amargamente a los dioses de que “la población


no ha disminuido; ¡son más numerosos que antes!”.

Entonces, se puso a esbozar el exterminio de la Humanidad a


través del hambre. “¡Que se le corten los suministros a la gente;
que sus vientres carezcan de frutas y vegetales!” La hambruna de-
bía ocurrir por escasez de lluvia y falta de irrigación. Entonces Enki
sugirió a Atrahasis que se ganaran la amistad de Adad.

“¡No rindáis más honores a vuestros dioses!


25- [¡Ni] imploréis más a vuestras diosas!
Y sólo honrad a [Adad]:
¡Sólo a él [ofrecedle] vuestros platos cocinados!”
El [acep]tó gustoso esas ofrendas
Y, [co]nfuso por culpa de tantos presentes,
30- [Sus]pendió su acción maléfica:
Por la mañana hizo que lloviznase
Y por la noche, a escondidas,
[Cond]ensó el rocío,
[¡De tal modo que los campos, en se]creto,
Recuperaron su producción!
35- Así se puso fin a [la sequía/la hambruna (?)]

Enlil. “Estaba lleno de ira”. Convocó la Asamblea de Dioses


y envió a su alguacil para que trajera a Enki. Después, acusó a su
hermano de romper los planes de vigilancia y contención:

Y, dirigiéndose a ellos [Enlil] el valiente


Les dijo: “[To]dos [nosotros], los grandes Anunnaku,
Aceptamos unánimemente un compro[miso]:
30´¡Anu y Adad vigilarían las regiones d[e arriba],
Y yo, yo, vigilaría la tierra, a[quí abajo]!

58
Después, inter[viniste] tú,
[Para liberar a los hombres, soltando sus cadenas
Y permitiéndoles una rica producción]!

Enlil recuerda sus órdenes, ridiculizadas hasta el momento.

36´¡Adad [hizo que] sus lluvias [volviesen a caer]


Y [el verdor] cubrió de nuevo las praderas,
Mientras [el cielo (?)] aparecía cubierto
De nubes cargadas de agua!
“¡No, no alimentéis más a los hombres!
40´¡No le proporcionéis más grano!”

Enki se ríe de las medidas que ordenó Enlil y de las que prepara.

En su rincón,
[En plena as]amblea de los dioses, a Enki le entró la risa

Enlil furioso y acalorado, intercambio con Enki gritos. Enlil


recordó a los líderes y subordinados, que fueron una decisión uná-
nime los que se realizaron. Hizo un repaso de los acontecimientos
que habían llevado a la creación del Trabajador Primitivo, y recor-
dó las muchas veces que Enki había “roto la norma”.

Aún había una posibilidad para condenar a la Humanidad. Una


“inundación exterminadora” estaba por caer. La catástrofe que se
avecinaba debía mantenerse en secreto, a resguardo del pueblo. Pi-
dió a los miembros de la Asamblea que se comprometieran a guar-
dar el secreto y, lo que es más importante, que “el príncipe Enki se
comprometa con un juramento”. Enki, tras recordar que había crea-
do a los hombres en beneficio de los dioses, se opone al Diluvio.

30´[“De este modo yo os liberé de vuestra pesada carga,]


[Imponiendo] vuestra la[bor a los hombres].
Vosotros, entonces, [les conc]edistéis el rumor (de la pulula-
ción).
Después, incluso, de haber inmolado [a un dios]
(Para concederles) el “al[ma]”;
¿Y ahora, [reu]nidos, ord[enaís]
35´[Su eliminación (?)]?
¿Legaréis a dec[idir]

59
Su vuelta a la n[ada]?
(Vosotros habéis decidido). ¡Hagamos que, en este sentido,
preste juramento (!)
Enki, el príncipe (?)!”
40´Y Enki, ab[riendo] de nuevo la boca,
Se dirige (otra vez) a los di[oses, sus hermanos]:
“¿Por qué me queréis ligar con un juramento?
¿Acaso puedo yo alzar la mano contra [mis] cri[aturas]?
Y ese Diluvio del que hab[láis],
45´¿Qué es? ¡Yo [lo ignoro]!
¿Soy yo quién [lo] tiene que producir?
¡No, ésa es tarea [de Enlil]!
¡Que se él, él, quien tome la decisión [y dé las órdenes]:
Y, entonces, que Sullat y [Hanis]
50´Partan [encabezando] (el fatal cortejo);
Que Ner[gal arranque] los soportes de las compuertas celestes;
Que [Ninurta] vaya
A hacer que se desbor[den las presas de aquí arriba]!

Enki se negaba a prestar juramento. “¿Por qué me quieres com-


prometer con un juramento?”, preguntó. “¿Acaso voy a levantar
mis manos contra mis propias criaturas?” Pero finalmente, fue
obligado a pronunciar el juramento. “Anu, Enlil, Enki y Ninhursag,
los dioses del Cielo y la Tierra, han prestado juramento”, la suerte
de los hombres estaba echada.

Enki juró que no revelaría al pueblo el secreto del Diluvio que


se avecinaba, pero uso una estratagema para comunicarle a Atra-
hasis (personaje llamado Noé en el Tanaj y la Biblia, Ziuzudra en
sumerio o Utnapishtim en babilonio).

El consejo que le dio Enki a Atrahasis fue que construyera una


nave, pero éste dijo: “Yo nunca he construido un barco... hazme un
plano en el suelo para que pueda verlo”, y Enki le dio instrucciones
precisas sobre las medidas y sobre su construcción. Le dio instruc-
ciones para que construya un barco sumergible. En el texto acadio,
Enki habla de un barco “techado por encima y por debajo”, sellado
herméticamente con “brea dura”. No tendrá cubiertas ni aberturas,
“de modo que el sol no viera el interior”. Tenía que ser “como un
barco del Apsu”, un Sulili; éste término se utiliza en la actualidad,
en el hebreo, Soleleth, para identificar un submarino.

60
Enki advierte a Atra-Hasis

11- [El Muy Sabio] abrió [entonces] la boca


[Y se dirige] a su señor:
“¡Explícame el sentido [de este sueño],
Para que comprenda su contenido
Y acepte las consecuencias!”
15- Y [Enki], habiendo abierto la boca,
Se dirige a su servidor:
“Dices que quieres comprender [este sueño]
19- ¡Pues bien, recuerda exactamente
18- El mensaje que aquí te entrego!:
20- “¡Pared, escúchame bien!
¡Empalizada, recuerda todo lo que te voy a decir!
¡Derriba tu casa para construirte un barco!
¡Abandona tus bienes,
Para salvar tu vida!
25- El barco que tienes que construir
[…] con los lados iguales –
[…]
¡Téchalo, para que, al igual (que sucede con) el Apsu,
30- El sol no vea su interior!

61
¡Estará cerrado por todos los lados,
Y su equipación deberá ser sólida
Y su calafateado grueso y resistente!
Después, yo haré que lluevan

“Que el barco”, dijo Enki, “sea un MA.GUR.GUR” –un barco


que pueda darse la vuelta y caer–. Lo cierto es que sólo un barco así
podía sobrevivir a una avalancha de aguas tan arrolladora.

El problema del pueblo donde vivía Atrahasis, por entonces era


la sequía ¿Quién, en su sano juicio, habría pensado que estaba a
punto de perecer una avalancha de agua?

Aunque los humanos no podían leer las señales de una inminen-


te catástrofe, los anunnaki sí podían. El Diluvio no era un aconteci-
miento repentino y era inevitable. El plan de los dioses para destruir
a la Humanidad ya no era un papel activo, sino pasivo. Ellos no
provocaron el Diluvio; simplemente, se confabularon para que los
humanos no se enteraran de su llegada.

Conscientes del inminente impacto global, los nefilim tomaron


las medidas para salvar sus vidas. La Tierra iba ser engullida por las
aguas y no tenían más que una salida: huir hacia el cielo. Cuando
la tormenta que precedió al Diluvio empezó a rugir, los anunnaki
se subieron a sus naves y permanecieron en la órbita terrestre hasta
que las aguas empezaron a descender.

Los nefilim estaban preparados para el Diluvio, pero su llegada


fue una experiencia aterradora. “El ruido del Diluvio... hizo tem-
blar a los dioses”. Cuando llegó el momento de dejar la Tierra,
los dioses, “ascendieron a los cielos de Anu”. La versión asiría de
la narración, dice que los dioses utilizaron el rukub ilani (carro de
los dioses) para escapar de la Tierra. “Los Anunnaki elevaron” sus
naves espaciales, como antorchas, “iluminando la tierra con su
resplandor”.

En órbita alrededor de la Tierra, los nefilim vieron la destruc-


ción de todo lo que habían construido y les afectó profundamente.

23- […] el estruendo del Diluvio


Asustaba (?), incluso, a los dioses.

62
25- ¡E[nki] había perdido la razón,
[Al ver (?)] como eran arrancados sus hijos
[An]te sus ojos!
[Nin]tu, la gran señora,
Ponía de manifiesto [su ho]rror en sus labios,
30- Mientras los Anunnaku, los grandes dioses,
[Segu]ían débiles por culpa del hambre y la sed.
Ante este espectáculo, la diosa estalla en sollozos,
La comadrona divina. Ma[mmi], la experta:
“¡Que desaparezca este día (, gritaba,)
35- Que regrese a las tinieblas!
Pero, ¿Cómo yo, en la asamblea de los di[oses],
He podido, junto con ellos,
Enlil, mediante un discurso tan hábil
40- Como el de la famosa Tiruru,
Ha convertido mis palabras en vanas!
Sin embargo, yo, en persona,
He escuchado la llamada de socorro de los hombres:
¡Mi progenie, sin que yo haya podido hacer nada,
45- Ha ido cayendo como moscas!
¿Cómo voy a seguir quedándome aquí,
Ahogados mis gritos, en este lugar de luto?
Voy a subir al Cielo
Para no permanecer por más tiempo
50- En esta funesta residencia (?).
Allí arriba se ha trasladado Anu, nuestro jefe (?),
Y los dioses, sus hijos, que escucharon su llamada,
Después de haber decidido, de manera desconsiderada, el Di-
luvio
¡Y (haber) condenado a los humanos a esta hecatombe!”

Todos los dioses, estaban abatidos y lloraron con los labios apre-
tados; la Tablilla IV del Poema de Atrahasis, describe la situación a
bordo de una nave donde los anunnaki compartían alojamiento con
la Diosa Madre.

IV) 4- Así se lamentaba (también) Nin[tu…]:


“¡Cómo! ¿se ha producido, entonces, [este Diluvio (?)]?
Los hombres han llenado el mar
Igual que se llena el rio de pequeñas moscas.
¡Como trozos de madera, helos aquí amontonados sobre la pla-

63
ya! –
¡Como trozos de madera arrojados, helos aquí, apilados sobre
la orilla!
10- Al verlos, yo derramaba lágrimas:
¡Ahora, ya acabé de lamentarme por ellos!”
¡El llanto calmó su corazón!
Así gemía Nintu,
Suspirando (?) sin emoción (?),
15- Y los dioses, con ella, se lamentaban por la tierra.
Harta de desesperación,
La diosa tenía ganas de beber cerveza:
Allí donde ella estaba, llorando,
Estaban también ellos, como corderos
20- Apretujados alrededor de un abrevadero,
Con sus labios secos por causa de la angustia,
23 + 22- Y titubeantes por causa de la inanición.

Enlil y Ninurta -acompañados por la élite de los anunnaki,


aquellos que habían ocupado Nippur- estaban en una de las naves,
planeando, volver a encontrarse con la nave principal. Pero los de-
más dioses no estaban tan convencidos. Habían sido obligados a
abandonar a los humanos en la Tierra, pero se habían dado cuenta
de pronto, del apego que había llegado a sentir por el planeta y por
sus habitantes. En otra nave, Ninhursag y su grupo de anunnaki
debatían los méritos de las órdenes que había dado Anu. En otra,
Ishtar gritaba: “Los días de antaño se han convertido en barro”; los
anunnaki que estaban en su nave “lloraban con ella”.

Enki, estaba también en otra nave, pero tenía motivos para sen-
tirse menos pesimista. Las evidencias sugieren que también había
planeado el encuentro con Atrahasis, en el Ararat, la montaña más
elevada de la zona.

Las versiones antiguas dan a entender que, simplemente, el arca


fue llevada hasta la región del Ararat por las aguas torrenciales, que
la “tormenta-sur” habría llevado al barco hacia el norte. Pero los
textos mesopotámicos reiteran que Atrahasis (Utnapistim o Noé)
llevó consigo un “Barquero” llamado Puzúr-Árnurri (occidental
que conoce los secretos). A él, Atrahasis “le cedió la estructura,
junto con su contenido” en cuanto se desató la tormenta. ¿Para qué
necesitaban a un experimentado navegante? Para llevar el arca has-

64
ta un destino concreto.

Los nefilim utilizaban los picos de Ararat como puntos de re-


ferencia desde el inicio. Son las cumbres más altas en esa parte de
la tierra, y esperaban que sería lo primero en reaparecer cuando el
nivel del agua descendiera. Enki, “El Sabio, el Omnisciente”, dio
instrucciones a su sirviente Atrahasis, para que lleve el arca hacia el
Ararat, conforme había planeado el reencuentro desde un principio.

Atrahasis desembarca en el Ararat y, de inmediato, ofrece un


sacrificio o comida a los dioses.

30- [El desperdiga] a los cuatro vientos


[Toda la carga del barco.]
Después sirve [una comida sacrificial (?)]
Para satisfacer la alimentación de los dioses,
¡[Aspirando] el buen olor, [los di]oses
35- Se agruparon alrededor del banquete, [como mosc]as!

Entonces se producen las quejas de Nintu a Anu, sobre las ac-


ciones de Enlil.

[Pero, una vez que] lo habían consumido,


[Nin]tu se puso de pie
Y, ante todos, se quejó:
39- “Anu, jefe nuestro, ¿desde dónde llega (esto) hasta noso-
tros?
¿Y Enlil? ¿Ha participado, así pues, él en el banquete,
El, que desconsideradamente decidió el Diluvio
Y condeno a los hombres (a padecer) esta catástrofe,
Mientras vosotros tomabais, con él,
Esa decisión final?
45- ¡Actualmente, los rostros de los hombres
Han desaparecido entre las tinieblas!”
Después, acercando (la mano) al gran collar de “moscas”
Que Anu [le] había […], ella dijo:
“¡Mi destino era, así pues,
Estar desesperada por su culpa!
50- ¡Que Anu me saque de mi desamparo
Y me ilumine el rostro!
¡Hasta la mañana, yo quiero […]

65
VI) 1- En […]!
¡Que [estas] “moscas”
Formen un collar de lapislázuli en [mi] cuello,
Para recordarme, siempre, estos días [funestos (?)]!”
Enlil se enfurece al constatar que lo han engañado
5- Pero, cuando En[lil el valiente] vio el barco,
Se encolerizó con los Ig[igu], (y exclama)
“Todos nosotros, los grandes Anunnaku,
Habíamos decidido, en conjunto, prestar un juramento (se trata
del juramento secreto
relacionado con el Diluvio S19).
¿Por qué, entonces, un ser vivo
Ha escapado a la destrucción?
10- ¿Cómo ha sobrevivido un hombre a la carnicería?”
Anu, entonces, abrió la boca
Y se dirige a Enlil el valiente:
“¿Quién, además de Enki,
Habrá podido hacer esto?
15- ¡Yo [por mi parte (?)], no he revelado nuestro propósito
(?)!”

Enki ante las acusaciones de Anu y Enlil se declara responsable.

Pero [Enki] abrió la boca


[Y se dirige] a los grandes dioses:
“¡Si, yo lo hice en contra de la voluntad de todos vosotros!
[Yo s]alvé a un ser vivo […]
20-23: […]
¡Cálmate, [oh Enlil…],
La pena que tú decidas, [al (verdadero) culp]able
Le deberá ser infligida,
A cualquiera que haya desobedecido tus ordenes!”

Enki hacía hincapié en que quizás tuvo razón al salvar a la raza


humana. Los dioses, tras una intervención de Nintu, decidieron,
conceder a Atrahasis, superviviente del Diluvio, la inmortalidad,
a partir de ese momento, y aseguraron el futuro de los humanos.
Ignoramos si es Enki o Nintu quien expresa su satisfacción al final.

39- “Ellos tuvieron a bien decidir […],


¡[Yo, yo he cal]mado mi ánimo!”

66
Entonces se tomaron las últimas medidas para evitar en el futuro
la superpoblación de los humanos. Enki pide a Nintu que lo haga.

[Enlil] abrió la boca


[Y se di]rige a Enki el príncipe (?):
“¡Bien. Llama a Nintu, la Matriz,
Y reflexionad los dos en la asamblea!”
45- [Enki] abrió, entonces, la [bo]ca
[Y se dir]ige a Nintu, la Matriz:
“¡Oh divina [Mat]riz, tú que estableces los destinos,
Impón, entonces, a los hombres la muerte
49-51: […]
VII) 1- Además, la triple (?) ley que se aplicará a los hombres:
Entre ellos, además de mujeres fecundas,
También habrá (otras) infecundas;
Entre ellos actuará con rigor la funesta Demoniesa,
Para raptar a los bebés
5- De las rodillas de sus madres;
¡Instituye, igualmente, las mujeres consagradas:
Ugbabtu, entu e igisitu,
Con su veto particular
Que les prohíbe ser madres!

El hombre había sobrevivido al diluvio y los dioses ahora los


necesitaban.

9- ¡Cómo, a pesar [del Diluvio] deci[dido] por nosotros,


10- El Hombre ha sobrevi[vido a la carnicería]!
¡Por ti, oh soberano de los [grandes di]oses,
Siguiendo [tus] instrucciones,
Yo presenté este com[bate],
15- ¡Este can[to],
Que, tras haberlo escuchado, los Igi[gu]
Exaltan tu grandeza!
19- ¡Oídme, entonces, cantar
18- El Diluvio universal!

Así termina El Poema de Atrahasis, sin embargo se debe resaltar


que tan pronto como Atrahasis tocó tierra en el monte Ararat, sacri-
ficó algunos animales y los asó al fuego. No era de sorprender que
los exhaustos y hambrientos dioses “acudieron como moscas a la

67
ofrenda”. Entonces, comprendieron que el alimento que el hombre
cultivaba y el ganado que criaba eran esenciales para la sobreviven-
cia. “Cuando, por fin, Enlil llegó y vio el arca, montó en cólera”.
Pero la situación y la persuasión de Enki prevalecieron; Enlil hizo
las paces con los restos de la Humanidad y se llevó a Atrahasis/
Utnapistim en su nave a la Morada Eterna de los Dioses.

Los nefilim supieron con antelación que se aproximaba una ca-


lamidad, pero aquello era tan singular en su experiencia que temían
que la Tierra quedara inhabitable para siempre. Cuando aterrizaron
en el Ararat, vieron que éste no era el caso. La Tierra seguía siendo
habitable y, para vivir en ella, necesitarían al hombre.

Una clave importante para desentrañar el misterio del Diluvio


es darse cuenta de que no fue un acontecimiento único y repen-
tino, sino la culminación de una cadena de acontecimientos. Fue
aquella catástrofe, previsible pero inevitable. Los acontecimientos
del Diluvio, hablan del último período glacial de la Tierra y de su
catastrófico final.

¿Qué pudo causar un repentino cambio climático de tal magni-


tud? ¿Cómo pudieron predecir los nefilim cuándo se iba a desenca-
denar el Diluvio?

De las muchas teorías que han avanzado los científicos, la suge-


rida por el Dr. John T. Hollín, científico investigador emérito de la
Universidad de Colorado (Institute Of Artic and Alpine Research),
sostiene que la capa de hielo de la Antártida se rompe periódica-
mente y se desliza en el mar, ¡creando una repentina y gigantesca
marea!

Esta hipótesis, aceptada y ampliada por otros, sugiere que la


capa de hielo que se va haciendo más y más gruesa, no sólo atrapa
más calor de la Tierra debajo de la capa de hielo, sino que también
crea en su fondo (debido a la presión y a la fricción) una capa medio
derretida y resbaladiza, que actúa como un lubricante entre la grue-
sa capa de hielo de arriba y la tierra sólida de abajo, provocando
que la primera se deslice, o más pronto o más tarde, en el océano
circundante.

La última era glaciar terminó hace 20,000 años en el hemisfe-

68
rio norte y 2,000 años después en el hemisferio sur, conforme al
estudio, realizado por el equipo de T.J. Fudge y Eric Steig, de la
Universidad de Washington en Seattle, y Kendrick Taylor del DRI
(Desert Research Institute) en Reno, Nevada. Durante este período
el Homo sapiens se dispersó, del Asia hacia todos los continentes e
islas incluido América, que tuvo comunicación, por el estrecho de
Bering, que se convirtió en el “puente de Bering” o “puente Berin-
gia”, transitado por personas y animales.

Probable aspecto de la tierra hace 20,000 años. En esta época, las zonas
habitadas más cálidas eran el Congo africano e Indonesia. El amarillo represen-
ta el refugio franco-cantábrico (Cromañón), el verde el Mediterráneo Oriental
(probable zona de mezcla entre neandertal y “hombres modernos”) y el rojo el
refugio altaico (yacimientos de Okladnikov y Denisova).

1.4 LA CIVILIZACION DESPUES DEL DILUVIO.

Los asustados, exhaustos y hambrientos grupos de nefilim ate-


rrizaron por fin en los picos del “Monte de la Salvación” (Ararat),
sintieron alivio al descubrir que el Hombre, así como los animales,
no habían perecido por completo. Incluso Enlil, enfurecido al prin-
cipio al descubrir que sus objetivos se habían frustrado en parte, no
tardó en cambiar de opinión.

La decisión era práctica. Enfrentados con su propia situación

69
extrema, los nefilim dejaron a un lado sus inhibiciones con respecto
al Hombre, y se pusieron de inmediato a enseñar al Hombre las téc-
nicas del cultivo de la tierra y de la cría del ganado. La superviven-
cia, dependía de la rapidez con la cual se desarrollara la agricultura
y la cría de animales para sustentar a los nefilim y a la Humanidad
que se iba a multiplicar rápidamente. Los nefilim pusieron su avan-
zado conocimiento científico en la tarea.

El arca en el Ararat.

Los científicos que estudiaron los orígenes de la agricultura, lle-


garon a la conclusión de que ésta se “descubrió” hace unos 13,000
años gracias al clima neo térmico (nuevamente cálido) que siguió
al fin de la última glaciación. Sin embargo, mucho antes que los ex-
pertos modernos, el Tanaj y la Biblia en sus narraciones, guardando
congruencia con las tablillas sumerias, había situado los comienzos
de la agricultura inmediatamente después del Diluvio.

Después de establecerse cerca del lugar de desembarco del arca,


“Noé se dedicó a la labranza y plantó una viña”; se convirtió en el
primer labrador postdiluviano que se involucró en la deliberada y

70
complicada labor agrícola, según narra el Tanaj y la Biblia.

Los textos sumerios atribuyen a los dioses la concesión de la


agricultura y de la domesticación de animales a la Humanidad. Los
expertos modernos han descubierto que ésta apareció en Oriente
Próximo, pero no en los fértiles llanos y valles de fácil cultivo, sino
en las montañas que bordean en semicírculo las llanuras bajas.

¿Por qué aquellos primitivos agricultores evitaron los llanos y


limitaron sus labores a los difíciles terrenos montañosos? La única
respuesta plausible es que las tierras bajas eran, en el momento en
el que comenzó la agricultura, inhabitable. Hace 13,000 años, des-
pués del Diluvio, las zonas bajas aún no estaban suficientemente
secas. Pasaron milenios antes de que llanos y valles se secaran lo
suficiente para permitir que la gente bajara de las montañas que
rodean Mesopotamia y se establecieran en las llanuras. Y esto es,
ciertamente, lo que cuenta el Libro del Bereshit y Génesis: muchas
generaciones después del Diluvio, la gente llegó “desde oriente”
–desde las zonas montañosas al este de Mesopotamia– “hallaron
una vega en el país de Senaar [Sumer] y allí se establecieron” (Be-
reshit o Génesis 11: 2).

Inicio de la agricultura.

Los textos sumerios dicen que Enlil fue el primero en sembrar


cereales “en los terrenos de las colinas” –en las montañas, no en los

71
llanos– y que hizo posible el cultivo en las montañas manteniendo
a distancia las aguas de la inundación. “Él cerró el paso a las mon-
tañas como con una puerta”. El nombre de esta tierra montañosa
al oriente de Sumer, E.LAM, significaba “casa donde germinó la
vegetación”. Después, dos de los ayudantes de Enlil, los dioses Ni-
nazu y Ninmada, extendieron el cultivo de cereales a las llanuras
para que, con el tiempo, “Sumer, el país que no conocía el grano,
conociera el grano”.

El trigo, la cebada, los guisantes y lentejas se cultivaron en el


Oriente Próximo hace 9,000 a. C. Los expertos, manifiestan que la
agricultura comenzó con la domesticación del trigo silvestre (Triti-
cum dicoccum), como el origen del trigo y la cebada, pero no pue-
den explicar, cómo puede ser que los cereales más antiguos (como
los encontrados en la cueva de Shanidar) fueran ya uniformes y
altamente especializados. Se necesita miles de generaciones de se-
lección genética, para conseguir tal grado de sofisticación. Sin em-
bargo, el período, el tiempo o el lugar en el cual pudo tener lugar el
proceso gradual y prolongado no se encuentra por ninguna parte en
la Tierra. No existe explicación para este milagro botánico-genéti-
co, salvo que haya sido producto de manipulación artificial. El trigo
de grano duro, es el resultado de “una mezcla de genes botánicos”,
no del desarrollo de una fuente genética ni de la mutación de una
fuente.

La idea de que el Hombre, en unos cuantos miles de años, pudie-


ra transformar a los animales a través de la domesticación, no tiene
mucho sentido. Los expertos no tienen respuestas a estos misterios,
como tampoco para la interrogante, de por qué el semicírculo mon-
tañoso de Oriente Próximo se convirtió en una fuente constante de
nuevas variedades de cereales, plantas, árboles, frutas, verduras y
animales domesticados. Es decir ¿Porque solo allí ocurrió esto y no
en otros sitios?

Los sumerios tienen su respuesta. Ellos decían que las semillas


fueron un regalo de Anu desde su Morada Celeste. El trigo, la ce-
bada y el cáñamo bajaron a la Tierra desde el cielo. La agricultura
y la domesticación de animales fueron regalos que Enlil y Enki,
hicieron a la Humanidad, luego del diluvio. No fue un acto gratuito,
fue una conveniencia para sobrevivir luego de la catástrofe, como
narran los textos sumerios, acadios y babilonios.

72
También los anunnaki llegaron a la conclusión de que necesi-
taban un intermediario entre ellos y las masas de seres humanos.
¡Los elu así lo decidieron! Elu en acadio, significa “los nobles”,
“los elevados”. Así pues, ellos, como puente entre los señores y
la Humanidad, introdujeron la “Realeza”, el “Reino” en la Tierra,
nombrando un soberano humano que asegurara el servicio de la
Humanidad a los dioses y canalizara las enseñanzas y las leyes de
los dioses al pueblo.

Después, los anunnaki ayudaron a los humanos a planificar y


construir la primera ciudad real, y la bendijeron. “Que la ciudad
sea el nido, el lugar donde la Humanidad repose. Que el Rey sea
un Pastor”.

La primera ciudad real del Hombre, dicen los textos sumerios,


fue Kis. “Cuando el Reino volvió a bajar del Cielo, el Reino estu-
vo en Kis”. En la lista de reyes sumerios, lamentablemente están
mutiladas, el lugar donde estaba inscrito el nombre del primer rey
humano. Sin embargo, aquel hombre dio inicio a un largo linaje de
dinastías cuya sede real cambió de Kis a Uruk, Ur, Awan, Hamazi,
Aksak, Acad y, más tarde, a Assur, Babilonia y otras capitales más
recientes.

El Tanaj y la Biblia, considera a Nemrod –el patriarca de los


reinos en Uruk, Acad, Babilonia y Asiría– como descendiente de
Kis, y documenta la propagación de la Humanidad, de sus tierras y
Reinos, con la expansión de las tres ramas en las que se dividió el
género humano después del Diluvio. Estas tres ramas los encabeza-
ban los tres hijos de Noé:

- Los de Sem, habitaron Mesopotamia y las tierras de Oriente


Próximo.
- Los de Cam, habitaron África y parte de Arabia.
- Los de Jafet, fueron los indoeuropeos de Asia Menor, Irán,
India y Europa.

Estas tres agrupaciones fueron, sin lugar a dudas, tres de las “re-
giones” sobre cuyo asentamiento discutieron los grandes anunnaki.
A cada una de las tres fue una de las divinidades principales. Una
de éstas fue, Sumer, la región de los pueblos semitas, el lugar donde
surgió la primera gran civilización del Hombre.

73
Las otras dos también se convirtieron en focos de civilizacio-
nes florecientes. Alrededor del 3,200 a. C. –unos quinientos años
después del surgimiento de la civilización sumeria– hicieron su
primera aparición en el valle del Nilo, el estado, reino y civilización
que con el tiempo, sería la gran civilización de Egipto.

Hasta hace unos cincuenta años, no se sabía nada de la prime-


ra civilización indoeuropea importante. Pero hoy, está plenamen-
te aceptado que, en tiempos muy antiguos, hubo una civilización
avanzada en el valle del Indo, con grandes ciudades, agricultura
desarrollada y un floreciente comercio. Esta civilización apareció
unos mil años después del comienzo de la civilización sumeria.

Los hijos de Cam, Jafet y Sem, la propagación de la humanidad

Tanto los textos antiguos como las evidencias arqueológicas


atestiguan los estrechos lazos culturales y económicos que había
entre estas dos civilizaciones de valles fluviales (Egipto - India)
por una parte y la civilización sumeria por otra. Además, existen
evidencias, tanto directas como circunstanciales, que han conven-
cido a muchos expertos de que las civilizaciones del Nilo y el Indo
no sólo estaban conectadas entre sí, sino que ambos eran, además,
descendientes de la civilización más antigua: Sumeria.

74
Por otra parte, no se puede negar que las pirámides egipcias,
son, por debajo de su “piel” de piedra, imitaciones de los zigurats
mesopotámicos, y existen razones para creer que el ingenioso ar-
quitecto que diseñó los planos de las grandes pirámides y supervisó
su construcción era un sumerio al que se veneraba como un dios.

El antiguo nombre de Egipto en su propio idioma era el de “Tie-


rra Levantada” y en su memoria prehistórica se afirmaba que “un
dios muy grande apareció en tiempos antiguos” y encontró aquella
tierra bajo el agua y el lodo. Este dios llevó a cabo grandes obras de
restauración, levantando literalmente a Egipto desde debajo de las
aguas. La “leyenda” describe con pulcritud el valle del bajo Nilo
después del Diluvio; este dios de antaño, fue Enki, el ingeniero jefe
de los anunnaki.

La civilización del valle del Indo, veneraban el doce como nú-


mero divino supremo, que representaban a sus dioses como seres
de aspecto humano que llevaban tocados con cuernos, y que reve-
renciaban el símbolo de la cruz, el signo de los nefilim llegados del
cielo.

Aun cuando es relativamente corto el tiempo en que se ha em-


pezado a divulgar los escritos descifrados de las tablillas sumerias,
acadias y mesopotámicas, la cantidad de personas que hacen eco de
ella, crece con asombrosa velocidad, por una sencilla razón: Son
más creíbles que las historias que cuentan los libros oficiales de
historia, y por otra parte las historias sumerias constituyen parte
importante del Bereshit y Génesis, del Tanaj y la Biblia respectiva-
mente, cuyos ecos también se hallan en el Corán y otras religiones
menores. En suma, el hombre tiene que reescribir su historia y mo-
dificar su pensamiento.

1.5 ¿DONDE ESTABA EDIN PARA LOS SUMERIOS?

En la mitología sumeria y acadia, Enki, en un lugar conocido


como E.DIN, perfecciono al inicial hibrido (homínido-anunnaki)
que no tenía capacidad de reproducirse, por una que sí tendría esa
capacidad, que fueron nuestros antepasados que poblaron el Medio
Oriente antes del diluvio y lograron sobrevivir al desastre con la
ayuda de su creador Enki.

75
Una de las tablillas del Mito de Enki y Ninhursag, la describe
como “Una tierra virginal y prístina, donde los leones no matan,
los lobos no se llevan a los corderos, los cerdos no saben que los
granos son para comer”. Aparentemente, en este lugar tuvo escena
la historia épica de la creación protagonizada por Enki, Ninhursag y
Nammu, relatada en el Enuma Elish. A Dilmun es donde fue envia-
do Ziuzudra (Utnapishtim o Atrahasis), luego del diluvio, para vivir
por siempre. Además, era la morada de Ninlil, la diosa del aire.

Por esto entre otras razones, Dilmun despierta mayor curiosidad


que cualquier otro lugar mencionado en los registros cuneiformes
de Mesopotamia. Esta tierra asocia a Sumeria y Acadia, y relaciona
a Meluhha (Valle del Indo) y Magán (El Egipto), a quienes abaste-
ció con tributos o con intercambio comercial. Dilmun era una tierra
santa o sagrada, llamada a menudo La Residencia de los Dioses,
una clase de jardín del Edén, referido como “La Tierra de la Vida”
y la tierra de la inmortalidad. Su localización genera controversia
entre los eruditos, ya que Dilmun no es una ficción literaria, esta
mencionada en textos económicos sumerios desde el siglo 24 a. C.

1.5.1 La legendaria tierra de Dilmun.

La legendaria tierra del Dilmun o Tilmun, según sea el autor


consultado, lo ubican en:

a.- Golfo Pérsico.


b.- Península del Sinaí.
c.- Valle del río Indo.

Samuel Noah Kramer, en su libro Los Sumerios, y en su artí-


culo “The Indus Civilization and Dilmun, the Sumeriam Paradise
Land”, coloca a Dilmun en el Valle del río Indo basado en las refe-
rencias que fue localizado donde se levanta el sol, que está hacia al
este de Sumeria. Samuel se basa en el mito sumerio del diluvio que
indica que a Atrahasis le fue dada inmortalidad y trasplantado a la
“Boca de los ríos” y “al lugar donde se levanta el sol”.

Zecharia Sitchin identifica la Tierra de Dilmun (Tilmun), en la


península del Sinaí.

La dificultad en la localización de la Tierra de Dilmun es debida

76
en gran parte a las traducciones modernas de los textos sumerios
y acadios, que dan interpretaciones diversas a los textos origina-
les. Una fuente importante de información sobre esta tierra son los
acontecimientos de los viajes de Gilgamesh.

Las posibles ubicaciones de Dilmun o Tilmun.

A. la isla de Bahrain en el Golfo Pérsico.

La identifican como la isla de Bahrain en el Golfo Pérsico. Esta


identificación se basa en la inscripción de Sargón de Asiria, cerca
del 720 a. C., que afirma que entre los reyes que le pagaban tributo
estaba “Uperi, rey de Dilmun, cuya morada se sitúa como un pez en
medio del mar donde nace el sol”. A pesar de la discrepancia sobre
la salida del sol, la declaración de Sargón se ha tomado como que
Dilmun era una isla y que el mar era el Golfo Pérsico.

Qal’at al-Bahrain, es considerada la capital del antiguo Imperio


Dilmun y el puerto original de esta civilización desaparecida desde
hace mucho tiempo, era el centro de las actividades comerciales
que une la agricultura tradicional de la tierra (representada por las
tradicionales palmerales y jardines las cuales se remontan a la anti-
güedad y todavía existen en todo el sitio) con el comercio marítimo
entre áreas tan diversas como el valle del Indo y Mesopotamia en
el primer período, desde el Tercer Milenio antes de Cristo hasta

77
el Primer Milenio antes de Cristo, y china y el Mediterráneo en el
último período, del siglo III al siglo XVI d. C.

Isla de Bahrain en el Golfo Pérsico

Como centro de intercambio económico, Qal’at al-Bahrain te-


nía una presencia comercial y política muy activa en toda la región.
El encuentro de diferentes culturas dio como resultado el testimo-
nio de la arquitectura monumental y defensiva sucesiva del sitio,
incluyendo una fortaleza costera excavada, que data de alrededor
del siglo III d. C., y la gran fortaleza que data del siglo XVI d. C.,
que da al sitio su nombre: Qal’at al-Bahrain.

Qal’at al-Bahrain capital de Dilmun.

78
El lugar, está situado en una ubicación estratégica, muy impor-
tante en la red política regional del Golfo, jugando un papel político
muy activo a través de muchos períodos de tiempo diferentes, que
dejaron sus huellas en los diferentes estratos del tell. Qal’at al-Ba-
hrain es un ejemplo único de un paisaje antiguo que sobrevive con
elementos culturales y naturales. La UNESCO lo ha declarado Pa-
trimonio de la Humanidad desde el 2,008.

B. Península del Sinaí.

La península del Sinaí, o simplemente el Sinaí (en árabe, Shibh


Yaziret Sina’) es una península con forma de triángulo, situada en
la región asiática del Oriente Próximo. Políticamente pertenece a
Egipto, limitando al norte con el mar Mediterráneo, al oeste con el
istmo de Suez (que la une a África y por el que discurre el canal de
Suez), al este, con la frontera con Israel (que la separa del desierto
del Néguev), al noreste con la Franja de Gaza y al sur con el mar
Rojo. Su vértice meridional se introduce en el citado mar definien-
do dos golfos en el mismo, al oeste el golfo de Suez, y al este el
golfo de Eilat o de Aqaba. Aquí es donde ubica el sumeriologo Ze-
charia Setchin el Dilmun en sus libros.

C. Valle del Indo.

Kramer en su The Indus Civilization and Dilmun, the Sumeriam


Paradise Land, dice que se han descubierto en Pakistán varios sitios
de ciudades antiguas del Indo, que originalmente se encontraban
en la costa del mar Arábigo. La Existencia de estos asentamientos,
tomada en conjunto con los numerosos sitios a lo largo del río Indo,
indica claramente que la civilización del Indo dependía en gran me-
dida del comercio costero y fluvial. Esto ahora es corroborado por
las excavaciones en Lothal, un sitio en la India, no lejos del Golfo
de Cambay (llamado golfo de Khambhat y a veces mencionado
como golfo de Jambhat, es un entrante del mar Arábigo localizada
en la costa occidental de la India), en lo que parece ser un astillero
rectangular bien planificado y construida de ladrillo cocido, donde
se ha destapado, aliviaderos, cerraduras de agua, y plataformas de
carga. Ahora bien, este tipo de civilización marítima debe haber
sido característico de Dilmun, a juzgar por las inscripciones sume-
rias en el que “los buques de Dilmun” se mencionan repetidamen-
te. Por lo tanto, uno de los jefes sumerios de nombre Ur-Nanshe,

79
que vivían en el 2,400 a. C., aproximadamente, habla de barcos de
madera de Dilmun que llegan a su ciudad, Lagash y a Ur, trayendo
Marfil; de acuerdo con los textos también estos llevaban lapislázuli,
madera, oro y cobre.

1.5.2 Dilmun la tierra de la inmortalidad y el jardín del edén.

11-16 In Dilmun the raven was not yet cawing, the partridge not
cackling. The lion did not slay, the wolf was not carrying off lambs,
the dog had not been taught to make kids curl up, the pig had not
learned that grain was to be eaten.

11-16 En Dilmun el cuervo aún no grazna, la perdiz no cacarea.


El león no matar, el lobo no llevaba fuera corderos, el perro no le
habían enseñado a hacer que los niños se acurrucan, el cerdo no se
había enterado de que el grano era para ser comido. (Traducción
líneas 11 al 16 Del Mito Enki y Ninhursag de la Universidad de
Oxford).

Dilmun fue visto por los sumerios como un paraíso bendecido


que fue relacionado íntimamente con Sumeria en un nivel religioso
o espiritual. La tierra de Dilmun se describe en el Mito de Enki y
Ninhursag, como tierra brillante, clara, y pura, llamada la “Tierra
de la Vida” donde no hay enfermedad y no existe la muerte. Dilmun
es la tierra de la inmortalidad.

La tierra está a cargo de Enki que ordena a Utu traer el agua


fresca y dulce de la tierra, de tal modo que se convierta en un paraí-
so, un divino jardín verde con los campos llenos de frutas y prados.
Es un Jardín del Edén sumerio.

En el mito Gilgamesh y la Tierra de la Vida, se refiere a esta


tierra en donde nadie se enfermaba o moría. En esta historia, Gil-
gamesh parte a una tierra distante para cortar y traer algunos de sus
famosos cedros, y “hacer un nombre” o “shumu” para él. Su amigo
y co-aventurero Enkidu le dice que Utu/Shamash está a cargo de la
tierra y que Gilgamesh debe primero asegurar su permiso y ayuda.

Para obtener inmortalidad, Gilgamesh viajaría a esta Tierra del


Cedro para instalar un shumu, y para esto requería el permiso de
Utu.

80
En el término semita “Shumu” se traduce tradicionalmente
como “nombre”, y presenta dificultades para entender el texto. El
término “shem” que se utiliza en el Tanaj y el Antiguo Testamento
es igual que el “Shumu” de los sumerios.

En el incidente de la construcción de la Torre de Babel, el hom-


bre deseó erigir un “shem” para alcanzar a los dioses, igual como
Gilgamesh deseó hacerlo. El shem de las escrituras también se uti-
liza conjuntamente con el Kabod o el vehículo bíblico de Dios. El
kabod es llamado el “kabod ha-shem” que significa “El carruaje
del shem o cohete”.

En el poema de Gilgamesh y la Tierra de la Vida, él debe derro-


tar al monstruo Humbaba (a veces llamado Huwawa) que parece
ser un dispositivo mecánico que cuida la Tierra del Cedro de intru-
sos (¿Un robot quizás?). Aunque en los viajes de Gilgamesh a la
tierra no se mencionan como Dilmun, o Tierra o País de los Cedros,
es un paraíso controlado por Utu o Shamash.

En El Poema de Gilgamesh, él también hace un viaje a una tie-


rra distante de cedros, en donde espera alcanzar la inmortalidad.
Encuentra y destruye al monstruo llamado Humbaba que protege
el bosque de cedros. Humbaba es descrito como un monstruo temi-
ble: “Su rugido es como el de una tormenta, su boca es fuego, y su
aliento es la muerte”.

Ambos poemas involucran las aventuras de Gilgamesh en un


país o una tierra distante de cedros, bajo el control de Utu o Sha-
mash, y custodiado por un monstruo mecánico, ambas están ob-
viamente relacionados y pueden realmente ser parte de la misma
historia.

1.5.3 Dilmun, Ciudad-Estado comercial del mundo antiguo.

Dilmun no solamente fue un paraíso terrenal, el famoso Jardín


del Edén, lugar de reunión de los dioses, de la tierra del bienestar, y
de los argumentos caseros de Enki, Shamash, e Ishtar, era también
uno de los estados más ricos y más poderosos del mundo antiguo.

A juzgar por los documentos económicos, Dilmun tiene una


larga historia comercial que extendió por lo menos dos mil años.

81
Las naves de Dilmun anclaban en los muelles de las ciudades de
Mesopotamia junto a los de Egipto y Etiopía desde por lo menos
mediados del tercer milenio a. C.

Desde los primeros días de la dinastía Acadia, Dilmun se men-


ciona como lugar en la costa del mediterráneo. Sargón el Grande,
cerca del 2,300 a. C., se jactó que él había atravesado las montañas
y había cercado las tierras del mar y que capturó Dilmun. Puesto
que las tierras del mar estaban en el mediterráneo, Dilmun debe
haber estado más cerca, si no sería actualmente parte de este com-
plejo.

Sargón II, gobernante asirio del siglo VII a. C., anunció: “Yo
traje bajo mi control Bit-Iakin a las orillas de los amargos mares
hasta la frontera de Dilmun. Uperi, rey de Dilmun, cuya morada
se sitúa, como un pez, treinta dobles-horas en medio del mar del
sol naciente, oyó hablar de la fuerza de mi soberanía, y envió sus
regalos”.

1.5.4 Dilmun y los fenicios.

El cuento de Sargon II se refiere indudablemente a las tierras


occidentales y a las ciudades costeras de Fenicia que seguían sien-
do un poder comercial en el siglo VIII a. C., aunque su influencia
había disminuido desde su apogeo del siglo XIV al IX a. C.

Originalmente parte del imperio egipcio, las ciudades fenicias


llegaron a ser independientes con la caída del reino medio en los
desastres del siglo de mediados del siglo XV a. C. Tiro retuvo su in-
dependencia hasta el año 586 a. C.; en cuya época cayó Nabucodo-
nosor Rey de Babilonia después de un sitio o bloqueo de trece años.

Así Sargón II revela que él reclamó el control sobre el área del


Bit-Iakin, una ciudad no localizada, pero se cree que es la actual
Jericó, cerca del mar Amargo, que sólo puede ser el mar Muerto,
hasta las fronteras del Líbano o de Dilmun. Él había sometido las
ciudades de la costa y particularmente a Tiro que se situaba “en
medio del mar”. El continente Dilmun no fue reclamado por Sargón
II por la simple razón que había sido devastado quince siglos atrás.

El significado económico de las ciudades de Dilmun, especial-

82
mente de Tiro, se revela en las acontecimientos económicos de Ebla
del último tercer milenio, donde su nombre sirvió como estándar
real para el oro, que se refiere generalmente como el “Gin de Dil-
mun” o “Siclo de Dilmun”.

Pettinato en Los archivos de Ebla divulgó que el siclo en los


acontecimientos comerciales de Ebla está escrito con el término
sumerio “gin” y acompañado siempre de la palabra “Dilmun”, así
se indica que la unidad del peso y de la pureza fue fijada y originada
en Dilmun.

Todas las clases de productos se descargaron en los puertos de


Dilmun, que era un almacén, es decir, un punto de trasbordo para
las mercancías de Europa, África, y de las tierras del mediterráneo.
Así las mercancías que llegaron a Mesopotamia en los barcos des-
de Dilmun eran como las tierras de donde provenían: cobre, oro,
lapislázuli, (piedra azul) marfil y productos tan variados del mar-
fil tales como tablas embutidas, figurines, peines y cajas, muebles,
piedras semipreciosas, cedro y otras maderas, y exquisiteces agrí-
colas como las cebollas.

Joan Oantes, en su libro Babilonia, menciona que Hammurabi


cerca del año 1,780 a. C., fue a la casa de un oficial llamado Ea-Na-
sir que era un “alik-Dilmun”, es decir, un comerciante de Dilmun,
que distribuía principalmente cobre y sus derivados. Era al parecer
un intermediario en el comercio del cobre de Dilmun.

La evidencia literaria parece indicar que había dos Dilmuns,


eran realmente parte de la tierra que hoy se conoce como Líbano.
Había un continente Dilmun, en el valle de Bekaa y hogar del aero-
puerto espacial en Baalbek, y el otro Dilmun a través de las monta-
ñas hasta el llano costero de Dilmun con sus ciudades comerciales.

El continente de Dilmun dejó de ser un puerto paraíso y aero-


puerto espacial de los dioses en el reinado del Naram-Sin, un de-
mente y déspota de la dinastía acadia, cuando él invadió y destruyó
estas tierras en el año 2,225 a. C.

Aunque el territorio del continente fue devastado, las ciudades


costeras continuaron prosperando como estados independientes
bajo la protección de Egipto y más adelante por la Alianza Fenicia.

83
Las áreas costeras del Líbano fueron habitadas por los cananeos
que más adelante vinieron ser llamados fenicios por los griegos. La
primera de estas ciudades era la ciudad de Gubla (Byblos para los
Griegos) y su historia regresa al 3,500 a. C. Byblos y más adelante
otras ciudades como Tiro, Sidón, Berytus (Actualmente Beirut), y
Aradus emergieron bajo el control de Egipto cerca del año 2,700 a.
C., cuando se hicieron célebres exportando cedro, aceite de oliva, y
los vinos a Egipto. La evidencia del comercio con Egipto es de épo-
cas de antes de cualquier dinastía y continuó ininterrumpidamente
por muchos siglos. Las tierras montañosas proporcionaron madera
a los palacios, templos, y barcos de los faraones.

La cerámica cananea que fue encontrada en las tumbas de la I


Dinastía, cerca del 2,900 a. C., y riquezas ofrecidas al templo en
Gubla fueron hechas por los faraones de la II Dinastía. Los pectora-
les y la joyería egipcia también fueron encontrados en Gubla.

Philip K. Hitti en su libro Historia del Líbano, dice que en esta


ciudad antigua, el templo cananeo de Baal, fue erigido codo a codo
o junto con el de Isis. Los príncipes cananeos no sólo estaban orgu-
llosos de adornarse con el estilo egipcio sino también se llamaron
“Hijos de Ra”, la principal divinidad egipcia.

Como nación, Fenicia emergió cerca del 1,400 a. C. Sidón pri-


mero dominó sus ciudades hermanas, pero eventualmente Tiro to-
maba el liderazgo, y para la época de los reyes hebreos, el título
Rey de Tiro comenzó a significar rey de Fenicia, y esta es la época
en que Salomón inició la construcción del mítico Templo a su dios,
que fue apoyado por el rey Hiram I de Tiro, quién envió a uno de
sus más celebre arquitecto Hiram Abif, que ha sido perennizado por
los rosacruces y masones.

De ser cierto que Dilmun estaba en Fenicia, entonces Hiram


Abif era un ciudadano de E.DIN o más conocido en el Tanaj y la
Biblia como EDEN, tal vez eso explica porque Hiram Abif jamás
se mostró sumiso ante Salomón. No es lo mismo haber nacido, cre-
cido y vivir en el Edén, que ser un simple rey de un pueblo cuya
fidelidad a su Dios siempre estuvo en entredicho. Por otra parte las
artes constructivas de Hiram Abif estaban bendecidas por el mismo
creador conforme a la leyenda masónica del arquitecto del templo
del rey Salomón.

84
En los días de Hiram I rey de Tiro, los bosques fueron talados,
para extraer madera y productos agrícolas del Líbano, que fluyeron
fuera a través de sus numerosos puertos. Parte de esta madera fue
a parar a Jerusalén para la construcción del Templo de Salomón
donde era arquitecto Hiram Abif. Con la expulsión de los Hicsos o
Amalecitas por las fuerzas unidas de Ahmose y Saúl, la tierra fue
dividida entre los tres líderes.

Egipto conservó una franja de tierra a lo largo de la costa hasta


Fenicia que le daba el control de la carretera costera. Salomón con-
trolaba Palestina, Siria, y hasta cierto punto de las tierras al oeste,
donde construyó una ciudad fortificada en Tadmor para controlar la
ruta comercial a través del desierto de Mari en el Éufrates.

El área del Líbano, desde Ugarit en el norte hasta Palestina en


el sur, estuvo bajo el control de Hiram I, rey de Tiro, que también
heredó la responsabilidad por los restos de los sitios sagrados del
Líbano y de la ciudad de Baalbek, es decir las probables tierras
donde antiguamente estuvo situado Edin conforme las tradiciones
sumerias y acadias y Edén de las escrituras del Tanaj y la Biblia.

Aunque Dilmun no se menciona por su nombre en las Escrituras


hay mucha información sobre la ciudad litoral del Líbano. La evi-
dencia que Hiram I mantuvo una posición especial en los asuntos
religiosos y políticos de su tiempo, están reflejados en el Libro de
Ezequiel, donde lo consideran un ser semidivino y de tener relacio-
nes especiales con la deidad.

En Ezequiel 28, el profeta relata una diatriba contra los enemi-


gos de Israel a que “no hay secretos que le sean ocultos”. Ezequiel
expresa la visión en los días en que Hiram I era amigo de Salomón.

Yejezkel 28 tambien Ezequiel 28.


1 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:
2 Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Así ha dicho Jehová el
Señor: Por cuanto se enalteció tu corazón, y dijiste: Yo soy un dios,
en el trono de Dios estoy sentado en medio de los mares (siendo tú
hombre y no Dios), y has puesto tu corazón como corazón de Dios;
3 he aquí que tú eres más sabio que Daniel; no hay secreto que
te sea oculto.
4 Con tu sabiduría y con tu prudencia has acumulado riquezas,

85
y has adquirido oro y plata en tus tesoros.

Ezequiel confirma que Tiro (Fenicia) era el Edén y da las razo-


nes de la caída de Hiram I:

Yejezkel 28 también Ezequiel 28.


12 Hijo de hombre, levanta endechas sobre el rey de Tiro, y
dile: Así ha dicho Jehová el Señor: Tú eras el sello de la perfec-
ción, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura.
13 En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra pre-
ciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, beri-
lo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de
tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de
tu creación.
14 Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte
de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te pasea-
bas.
15 Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste
creado, hasta que se halló en ti maldad.

Las piedras más grandes del mundo utilizados para construcción son las de
Baalbek-Líbano, con un peso de más de 1,200 toneladas. Se dice que Baalbek
fue en el pasado un puerto donde descendían naves del espacio exterior.

En esto, Ezequiel se refería a la plataforma erigida en Baalbek


como “el santo monte de dios” y los brillantes cohetes como “las

86
piedras de fuego”. Que también es la tierra del jardín del Edén y él
era el querubín guardián: “Tú eras el sello de la perfección, lleno
de sabiduría, y acabado de hermosura”.

Ezequiel también narra cómo fue castigado Hiram I de Tiro, el


guardián del Edén.

Yejezkel 28 tambien Ezequiel 28.


16 A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de
iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te
arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector.
17 Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompis-
te tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra;
delante de los reyes te pondré para que miren en ti.
18 Con la multitud de tus maldades y con la iniquidad de tus
contrataciones profanaste tu santuario; yo, pues, saqué fuego de en
medio de ti, el cual te consumió, y te puse en ceniza sobre la tierra
a los ojos de todos los que te miran.
19 Todos los que te conocieron de entre los pueblos se maravi-
llarán sobre ti; espanto serás, y para siempre dejarás de ser.

Y así Hiram I y los fenicios fueron desprestigiados por los he-


breos hasta convertirlo en: “espanto serás, y para siempre dejarás
de ser”.

Para los hebreos de entonces, era evidente que el jardín del


Edén, estaba situado en el área controlada por Hiram I rey de Tiro.
El querubín que actuaba como protector en la montaña de Dios,
que es una reminiscencia del querubín con la espada de fuego o los
hombres escorpión que cuidaban el bosque de cedros, la tierra de
Shamash que describe la “Epopeya de Gilgamesh”.

1.5.5 La tierra de Punt.

Zecharia Setchin dice que, hay evidencia que la tierra de Punt,


la fabulosa tierra que los egipcios se refirieron como “La tierra de
dios”, “la tierra divina”, y “la tierra del incienso” era el Líbano.
La tierra de Punt fue asociada íntimamente a la historia egipcia y a
la tradición religiosa, y cuando está escrita en jeroglíficos no tiene
símbolo para la tierra extranjera, lo que indica que los egipcios con-
sideraban esta tierra históricamente como parte de Egipto.

87
La reina Hatshepsut de la Dinastía XVIII, hizo un viaje a esta
fabulosa tierra que ella describe detalladamente en los relieves de
las paredes de su templo cerca de Tebas. Los relieves narran sobre
su llegada a esta tierra en nave, ella se encontró con la realeza de la
tierra de Punt que investigó si ella llegó “por los caminos del cielo
o por el mar”. Era legendario en la tierra de Punt que los dioses, o
aquellos favorecidos por los dioses, podían llegar a esta tierra en
barco o aeronave.

Continúa Setchin y dice: Existe la especulación de que la reina


Hatshepsut de Egipto era la legendaria reina etíope de Seba (Saba).
La visita bíblica de la reina de Seba a la tierra del rey Salomón es
reflejada en la “historia egipcia fantasma” como la visita de la reina
Hatshepsut a la tierra de Punt. Sin embargo, Egipto todavía con-
trolaba una porción de la línea costera la cual ahora es el puerto de
Suez al norte de Beirut, después esta tierra de Punt no habría sido
considerada un país extranjero a él en ese entonces.

Otros estudios sobre la expedición de Hatshepsut, arrojan las si-


guientes conclusiones: en efecto, la expedición célebre enviada por
la reina Hatshepsut, de la dinastía XVIII, está grabado en su templo
en Deir el-Bahari donde se puede leer:

Exploraré las rutas hacia Punt, descubriré los caminos hacia


las terrazas de mirra, tras guiar a la tropa por mar y tierra para
traer maravillas de la Tierra de dios para este dios que ha creado
sus perfecciones...

Traen muchas maravillas y toda clase de productos típicos de


la Tierra de dios a por los que tu majestad les envió: montones de
terrones de mirra y árboles de mirra fresca con cepellón, plantados
en el patio de ceremonias para ser vistos por todos los dioses...

El jefe de Punt, Palhu, su esposa Aty, sus dos hijos, de su hija y


del asno que carga con su esposa...

Cargando pesadamente los barcos con las maravillas del país


del Punt: todas las buenas maderas aromáticas de la Tierra del
dios, montones de resina de mirra, jóvenes árboles de mirra, éba-
no, marfil puro, oro verde de Amu, madera de cinamomo, made-
ra-hesyt, incienso-ibemut, incienso, pintura de ojos, monos, babui-

88
nos, perros, pieles de pantera del sur, y siervos y sus hijos...

La única referencia que liga la posibilidad de que Punt sea Dil-


mun es que el grabado dice: Exploraré las rutas hacia Punt, des-
cubriré los caminos hacia las terrazas de mirra, tras guiar a la
tropa por mar y tierra para traer maravillas de la Tierra de dios
para este dios que ha creado sus perfecciones... No indica que dios
ni donde queda Punt. Otro faraón llamado Pepi II de la VI dinastía
también envió una expedición al país de Punt “un lugar situado en
la costa de Somalia”. Aun cuando no hay certeza sobre la ubicación
de Punt, posiblemente se ubicó en la costa africana del Océano Ín-
dico.

1.5.6 El Libano.

Otros estudiosos consideran que el Edén estaba en el Líbano,


debido a su localización geográfica y las fronteras integradas, que
le permitió gozar de cierto grado de protección natural contra ex-
cursiones exteriores. Protegido por las montañas en tres lados y el
mar en el oeste, evitó mucho el asedio de ejércitos invasores del
este. Siendo considerada la tierra sagrada o santa, gozo de cierta
protección. Por su tradición religiosa como tierra de dioses, que era
una salvaguardia, también fue la causa de su destrucción.

El llano costero es un área fértil pero estrecha. Es el sitio de


un número significativo de puertos principales que se convirtieron
en las ciudades-estado fenicias. La cordillera costera, llamada las
montañas del Líbano, se extiende por todo el país. La cordillera
del este, o montañas Anti-Líbano, forman las fronteras del este del
país. En su extremo meridional está anclado por el Monte Hermon,
el pico más alto del país a 9,055 pies (3,000 metros aprox.). Su
nombre significa “sagrado”, y es el sitio donde descendieron los
nefilim para aparearse con las hijas del hombre antes del diluvio.

La meseta de Bekaa se encuentra entre mesetas de montañas,


y es un llano ondulado fértil. Debe su fertilidad al río Litani que
se origina cerca de Baalbek, y fluye al sur para desembocar en el
Sidón cerca del mediterráneo. Baalbek es también la línea divisoria
de las aguas para el río Orontes que fluye al norte y sale al medite-
rráneo cerca de la antigua Antioquía. En el sur, el llano es separado
del valle de Jordania por una gama de colinas mientras que en el

89
norte se abre en el llano sirio en Homs.

El paisaje del Líbano se considera hoy como uno de los más


hermosos del mundo. La tierra está llena de brillantes borbotones
de manantiales, el clima es moderado, y las tierras son exuberantes.
En el pasado, el Líbano debe haber sido un verdadero paraíso. Sus
montañas fueron cubiertas con cedro y otras maderas duras, y ver-
tido con fauna salvaje, como panteras, osos, y lobos. Su fabulosa
ciudad de Baalbek está en un valle fértil y exuberante, regado por
dos ríos y numerosos manantiales.

Líbano fue una elección natural para los sumerios después del
diluvio, para ser el sitio del Nuevo Edén, el paraíso de los dioses. Su
alejamiento y fronteras protegidas también realzaron su valor como
balneario privado y la localización del nuevo puerto espacial. Las
tierras le fueron asignadas a Utu/Shamash, el principal astronauta,
junto con la ciudad de Baalbek como su cuartel general. Llamado
en la Biblia, Beth-Shemesh era literalmente la casa de Shamash.

Sus actividades en el Líbano se describen gráficamente en el


mito Enki y el Orden Mundial: “El héroe, el toro que sale delante
del bosque del cedro, y ruge cual león. El valeroso Utu, el toro que
está parado seguro, que exhibe orgulloso su poder. El padre de
la gran ciudad, el lugar donde Utu asciende, el gran heraldo del
santo An. El juez, el que toma las decisiones de los dioses, que usa
una barba de lapis lazuli, que viene delante del santo cielo, Utu, el
hijo nacido de Ningal, Enki se colocó a cargo del universo entero”.

Utu o Shamash es descrito como “a cargo del universo entero”,


y puesto que sabemos él no tenía ninguna función administrativa o
política, se asume probablemente como una metáfora de su capa-
cidad de moverse alrededor a voluntad y de examinar el universo
desde el aire. Es de Baalbek que él “ruge como un león” y “exhibe
orgulloso su poder”, refiriéndose al ruido y a la conmoción de los
lanzamientos en el puerto espacial.

1.6 EL POEMA DE GILGAMESH.

La historia sobre E.DIN ubicado en el Libano tambien se narra


en doce tablillas cuneiformes que conforman el Poema de Gilga-
mesh. La versión más completa disponible está en Semita Acadio,

90
compuesta en el período babilónico medio cerca del Siglo XIII a.
C. Fragmentos de este poema también se han encontrado en otros
idiomas como el Antiguo Babilónico Semita, hitita o el semita del
noroeste y también el sumerio original. Algunos de estos fragmen-
tos datan desde fechas tan lejanas como el 2,000 a. C.; confirmando
la visión que las hazañas de Gilgamesh fueron también conocidos
en el Medio Oriente en el tercer milenio a. C.

Él nació semidiós pero con todo, temió que no fuera inmortal.


El intentó alcanzar a los dioses puesto que solamente ellos podrían
concederle la inmortalidad. Los dioses crearon un compañero para
él, tomando a un hombre primitivo y lo ponen en un proceso de
“civilización” o iniciación a la actividad sexual con una prostituta.

Acompañado de este amigo y un contingente de la ciudad de


Uruk, decide viajar a la tierra del Líbano, también llamada la “Tie-
rra de la Vida”, “El paraíso de los dioses”, “El Bosque de Cedros”,
y base de Shamash. Navegando arriba del Éufrates, la nave se arrui-
na en una tormenta y solo Gilgamesh y Enkidu continúan el viaje
a las montañas del Líbano a través de la entrada del este. Aquí co-
nocen a los guardias que están equipados de armas letales, pero le
permiten pasar debido al aspecto semidivino de Gilgamesh.

Encuentran al monstruo mecánico Humbaba que custodia de


acercamientos a la montaña y lo destruyen. Pasan a través de un
túnel por doce dobles horas y finalmente divisan la luz y a la ciudad
de Baalbek.

Gilgamesh es rechazado de un Shumu o cohete por Shamash


para alcanzar a los dioses. Ishtar viene en su ayuda y él se convierte
en su amante, y ella le proporciona una nave para que llegue al lu-
gar donde mora su abuelo Utnapishtim, quien le relata a Gilgamesh
la historia del diluvio y no deja a su nieto ir a casa con las manos
vacías, dándole una planta mágica que lo rejuvenecerá. El héroe ca-
mino a casa se baña en un río, donde una serpiente le roba la planta
mágica y se lo come, despojándose luego de su piel.

De vuelta en Uruk con las manos vacías, Gilgamesh renuncia a


su promesa con Ishtar que indignada, le envía un arma divina para
destruir a Gilgamesh y Enkidu. Ellos se ingenian para inhabilitarlo.
Los dioses en consejo deciden que alguien tiene que pagar por esto

91
y Enkidu es condenado a morir.

Enkidu es enviado al inframundo, y Gilgamesh elogia a su ami-


go, y en un último intento Gilgamesh intenta rescatar a Enkidu del
mundo inferior o inframundo.

1.7 LA TIERRA DEL CEDRO.

Existe solamente una tierra del cedro en el Oriente Medio digna


del nombre: Líbano.

En épocas antiguas el cedro cubrió todo el Líbano así como


parte de Siria. De hecho el Poema de Gilgamesh lo refiere como el
“Bosque de diez mil leguas”. Cuando Humbaba rugió se dice que
“Estremeció la tierra de Saria (Siria) y el Líbano”. A pesar de estas
referencias específicas a la tierra del Líbano, ha sido ignorada por
los eruditos.

Este bosque de cedros donde Humbaba rugió se llama el “Ho-


gar de los Dioses, y el trono de Irnini”. Irnini es otro nombre para
la diosa Ishtar quien parece haber utilizado Dilmun como base de
origen. Ishtar también era conocida bajo el nombre de Siduri, la
supuesta Barmaid que ayudó a Gilgamesh a alcanzar a los dioses.

En sus aventuras Gilgamesh llega a las montañas cuyo nombre


es “Mashu”, que guarda la entrada al lugar donde Shamash “viene y
va”. La palabra MA-SHU no ha sido entendida por los eruditos, su
significado es “El lugar de la nave”. MA es el término sumerio para
barco o vehículo, como hemos visto en Magur como barco del río,
y SHU se aplica a un lugar o a una localización geográfica como en
la ciudad de Shuruppak.

Gilgamesh es encontrado por los Hombres Escorpión, es de-


cir, centinelas con armas mortales, que lo desafían inmediatamente.
Gilgamesh es reconocido instantáneamente por los centinelas como
uno de su propia clase porque, “El único que ha venido a nosotros,
su cuerpo es la carne de los dioses”.

Ellos notan que él es en parte divino, eso porque tiene vestigios


de anunnaki, una piel reptil. Los Hombres Escorpión que resguar-
dan el paraíso sumerio corresponden a los “Querubines con espa-

92
das de fuego” quienes fueron colocados en la entrada este al jardín
del Edén para cuidar el árbol de la inmortalidad y para evitar que
Adán y Eva vuelvan a entrar, en las narraciones del Tanaj y el An-
tiguo Testamento.

Adán y Eva fueron expulsados del Edén según el Bereshit y el


Génesis, y enviados “al este del Edén” y que la entrada era cuidada
por un Querubín. Después del diluvio la tierra de los dioses fue
movida al Líbano desde el área del Tigris - Éufrates.

Esto explica por qué expulsaron a Adán y Eva “al este del
Edén”: Porque esa entrada era cuidada por el Querubín. Es nece-
sario indicar que Damasco está al este de la entrada a la tierra del
Líbano. Damasco es la ciudad más vieja del mundo continuamente
ocupada y se aduce que fue fundada por Adán y Eva después de que
salieran del Edén.

Gilgamesh viajó a través de una serie de túneles en las monta-


ñas para llegar la base de Shamash. La trayectoria que él tomó fue
llamada “Harran Shamash”, o El camino a Shamash. Después de ir
por él, vio la luz en el extremo del túnel y finalmente vio un área de
un cristal brillante y piedras coloreadas. Era Baalbek, la ciudad del
espacio. Mucho del resto del texto está perdido.

Cuando Gilgamesh finalmente alcanzó a Utnapishtim, éste le


relató la historia del diluvio y cómo lo hicieron inmortal y enviado
para vivir en Dilmun. En la vieja versión babilónica del poema, a
Utnapishtim le fue otorgada la inmortalidad por Enlil después del
diluvio y con la tarea de repoblar el mundo. En traducciones con-
vencionales, él fue enviado a una tierra distante, la tierra de Dilmun
que estaba “al este” y en la “boca de los ríos”.

La tierra distante en la boca de los dos ríos se ha interpretado


para significar el delta del Tigris y del Éufrates, la localización del
jardín antediluviano de Edén. Otros, notables como Kramer, han
sugerido el delta del río Indo como el lugar más probable.

Aunque el delta de Mesopotamia era el Edín de los Sumerios


y el Edén del Tanaj y el Antiguo Testamento antes del diluvio, se
decidió después de la catástrofe moverla a un lugar más seguro,
menos accesible, y que no sea afectado por los caprichos de la na-

93
turaleza, especialmente en el período de inundación. Así el lugar
sagrado de los dioses fue movido al Líbano y la ciudad del espacio
se estableció allí.

Una búsqueda para el lugar en el Medio Oriente en donde dos


ríos se originan en la misma área nos conducen de regreso otra vez
al Líbano, particularmente a Baalbek, porque es allí que nacen los
ríos Orontes y Litanni, uno que fluye al norte y el otro al sur.

A pesar de la desaparición de los sumerios hacia el año 2,000 a.


C. como cultura independiente, su lengua y religión pervivieron. La
lengua sumeria se convirtió en lengua litúrgica en la época de los
acadios y los mismos dioses se invocaron en la cultura babilónica.
Pervivió la tríada sumeria y la tríada astral, bajo nombres semitas.
Nergal y Ereshkigal siguieron gobernando el mundo infernal.

Los dioses sumerios y sus descendientes

94
La triada sumeria está constituida por An o Anu y sus dos hijos:
Enlil y Enki (Ea). Estos dioses tenían sus propios santuarios en di-
versas ciudades-estado.

Anu : Su santuario estaba en Uruk


Enlil : Su santuario estaba en Nippur.
Enki : Su santuario estaba en Eridu.

Los restos arqueológicos hallados de estos santuarios hallados


en las correspondientes ciudades mencionadas son:

Zigurat de Uruk para el dios Anu.

Templo de Enki en Eridu.

95
Zigurat de Nippur para el dios Enlil.

Cientos de deidades fueron reconocidos en el panteón de los


dioses sumerios. Muchos de ellos eran mujeres, niños y agentes
de las deidades más poderosas. Los dioses se organizaron en un
sistema de castas, a la cabeza de este sistema estaban los reyes o
dioses supremos. Las cuatro deidades más importantes fueron An,
Enlil, Enki, y Ninhursag. Estos fueron los cuatro dioses creadores
que creó a todos los demás dioses. “An” fue inicialmente la cabeza
del panteón, pero finalmente se separó Enlil. Enlil entonces se vio
como el dios más importante en la tierra. Se le conoce como “el rey
del cielo y de la tierra”, “el padre de los dioses”, y “el rey de todos
los dioses”. Enlil se cree que han desarrollado los grandes diseños
para el universo. Sin embargo, fue Enki quien los desarrolló y llevó
a cabo sus planes. Ninhursag era considerada como la madre de
todos los seres vivos.

En virtud de los cuatro dioses creadores, estaba el grupo de sie-


te dioses, que “decreta el destino”. Estos fueron An, Enlil, Enki,
Ninhursag, Nanna, Utu, e Inanna. Estos fueron seguidos por los 50
“grandes dioses” o los Annunaki, los hijos de An.

96
Los Sumerios creían que su papel en el universo era servir a los
dioses. Con este fin, los antiguos sumerios dedicaron gran parte de
su tiempo, para asegurar el favor de los dioses. Esto se hizo con el
culto y sacrificio. Sin embargo los altos dioses, se creía que tenían
cosas más importantes que hacer, que asistir a las oraciones de to-
dos los días del hombre común. Y así los dioses personales fue-
ron concebidos, como intermediarios entre el hombre y los dioses
superiores. Los dioses personales escuchaban las oraciones y las
retransmiten a los altos dioses.

Los mitos sumerios como el de Gilgamesh o el del diluvio pa-


saron a la religión babilonia. Enlil fue sustituido por Marduk (Hijo
de Enki). Los templos siguieron funcionando con las mismas nor-
mas, aunque eran más grandiosas. El centro principal de culto se
des¬plazó a Babilonia. Sin embargo, algunos aspectos de la reli-
gión sumeria cambiaron. La tríada, An, Enlil y Ea (Enki), perdió
su importancia poco a poco. Marduk de Babilonia y Asur de los
asirios se convirtieron en dioses universales, al igual que Shamash.
La plegaria individual y los salmos penitenciales desempeñaron un
papel importante en el culto, pues la religión acadia ponía el acento
en el individuo.

1.8 LAS TABLAS DEL DESTINO Y ENKI.

Los dioses de Sumeria eran humanos en su forma. Comían, be-


bían, se desposaban y se enfrentaban entre sí. A pesar de que los
dioses eran inmortales y omnipotente, era evidente que, en determi-
nadas circunstancias, podría todavía ser heridos e incluso muertos.

Cada dios esta adherido a un conjunto de reglas de autoridad


divina, conocido como el “Me”. El Me asegura de que cada dios
era capaz de mantener el funcionamiento del cosmos, de acuerdo
con los planes dictados a ellos por el dios primordial “Enlil” que
los guardaba.

En la mitología sumeria, un me (en sumerio pronunciado me o


mei) o ñe o parsu (en lengua acadia), es uno de los decretos preor-
denados inmutables, que fundamenta las instituciones sociales, las
prácticas religiosas, las tecnologías, los comportamientos, costum-
bres y las condiciones humanas que hacen posible la civilización,
tal como los sumerios consideraban y estos fueron dados por los

97
dioses. Eran leyes fundamentales para que los sumerios entiendan
la relación entre los humanos y los dioses, para garantizar el equili-
brio del universo y con ello, la sociedad.

Los me estaban en posesión inicial del dios Enlil, al que le robo


Anzu (Pazuzu en asirio) en un descuido del dios. Recuperado luego
por Ninurta fue devuelto nuevamente a Enlil. El robo y la recupera-
ción es narrado en la tablilla de “El Robo del Destino”, cuyo texto
fue traducido por Josepha Sherman y publicado por la Universidad
de Oxford, en ella se narra un hecho muy importante que traerá
consecuencias a las artes, ciencias, oficios y sociedades iniciáticas
de los sumerios.

Enlil luego entrega los me para su custodia al dios de la sabiduría


Enki, quien los gestionaba en distintas ciudades, comenzando con
su propia ciudad Eridu y continuando con Ur, Meluhha y Dilum.
Esto se describe en el poema “Enki y el Orden Mundial” cuyo texto
traducido también lo publica la Universidad de Oxford, que detalla
la forma en que se reparten las responsabilidades de los diversos
oficios y los fenómenos naturales entre los dioses menores. Aquí
los me son ensalzados, pero no están claramente especificados, y
parecen ser diferentes de las responsabilidades individuales de cada
divinidad, ya que se mencionan en relación con lugares específicos
en lugar de un don de los dioses. Después de una auto-glorificación
de parte de Enki, su hija, Inanna se queja que le ha dado poca im-
portancia a sus esferas de influencia divina. Enki hace lo posible
por aplacarla, señalando aquellos que ella, de hecho, posee.

Otra fuente de información sobre los me, es “Inanna y Enki” o


también llamado “Inanna y el Dios de la Sabiduría”, que narra la
transferencia de las artes de la civilización de Eridu a Uruk, para
cuyo efecto Inanna viaja al santuario de Enki en Eridu, el E-Abzu,
en su “barco de los cielos” (una nave voladora). Luego de embo-
rrachar a Enki y hacerse de más de cien me, parte en su barco hacia
Uruk. Como dios sabio y reflexivo, Enki no se enfadará con Inanna,
ya que, como el fuego, los me pueden distribuirse sin perder su
valor y función.

Hasta ahora nadie conoce como eran los me, aunque son repre-
sentados como objetos físicos. No sólo estaban almacenados en un
lugar prominente en el E-Abzu, sino que Inanna pudo mostrarlo a

98
la gente de Uruk después de que llegara con ellos en su barco. Al-
gunos eran objetos físicos, como los instrumentos musicales, pero
otros eran “técnicas” o “tecnología” como la albañilería, curtiem-
bre, fabricación de cerveza, o abstracciones como la “victoria”.

No todos los me son deseables. Nadie desearía “falsedad”,


“enemistad” y otros, pero si interesaría para engrandecer su poder,
“la destrucción de ciudades”.Claro esta que los sumerios conside-
raban los males y los pecados, como una parte inevitable de la vida
de la humanidad, cuyos decretos divinos e inescrutables no debían
ser cuestionados.

Se mencionan más de cien me en los mitos, y la lista completa


se da en cuatro ocasiones, las tabletas en los que se encuentran son
tan fragmentadas que sólo tenemos poco más de sesenta. Noah Kra-
mer le ha dado un orden consecutivo, pero da un salto con cuatro
artículos que faltan entre el “arte de la metalurgia” y “el oficio de
escriba”, posiblemente porque los textos de la tablilla son inteligi-
bles. Algunos de los me son: La soberanía, La divinidad, La corona
sublime y permanente, El trono real, El cetro sublime, La insignia
real, El santuario de lo sublime, La dignidad del pastor, El reina-
do, El señorío duradero, La Divina Señora (dignidad sacerdotal),
El Ishib (dignidad sacerdotal), El Lumah (dignidad sacerdotal), El
Gutig (dignidad sacerdotal), La verdad, El descenso al inframundo,
El ascenso del inframundo, El Kurgarru (especie de eunuco), El
Girdabara (especie de eunuco), El Sagursag (especie de eunuco),
La bandera de las batallas, El diluvio, Las armas (?), Las relaciones
sexuales, La prostitución, La ley (?), La calumnia (?), Las artes,
La sala de la adoración, El cielo hiérodulo, El Gusilim (instrumen-
to musical), La música, La función de los ancianos, La calidad de
héroe, El poder, La hostilidad, La justicia, La destrucción de las
ciudades, El lamento, Las alegrías del corazón, La mentira, El país
rebelde, La bondad, La justicia, El arte de trabajar la madera, El
arte de trabajar los metales, La función de un escriba, El oficio de
herrero, El oficio de curtidor, El oficio de albañil, El arte de la ces-
tería, La sabiduría, La atención, La purificación sagrada, El respeto,
El terror sagrado, El desacuerdo, La paz, La fatiga, La victoria, El
consejo, El corazón turbado, El juicio, La decisión, El Lilis (instru-
mento musical), El Ub (instrumento musical), El Mesi (instrumen-
to musical), El Ala (instrumento musical).

99
1.8.1 La narración de “El Robo del Destino”.

En la tablilla llamada “El Robo del Destino” traducido por Jo-


seph Sherman, publicado por la Universidad de Oxford, se narra un
hecho muy importante que como dijimos traerá consecuencias a las
artes, ciencias, oficios y funciones.

La narración cuenta:

Enlil, dios del aire y el guardián de las Tablas del Destino, esas
pastillas mágicas de Potencia de la que fue escrito todo lo que fue,
todo lo que es, todo lo que fuera, se puso a la puerta de entrada de
su palacio, de ladrillos con incrustaciones brillantes azul y oro la
luz del sol de la montaña.

¿Quién eres? Enlil exigió de él.


Soy Anzu, respondió la criatura. Su voz era feroz como la del
Águila, pero su cabeza se inclinó cortésmente.
Estoy aquí para servirle. Mándame.
Espera, Enlil dijo a ella

Tratando de no mostrar prisa indecorosa, el dios se alejó en la


gran cámara que contenía las Tablas del Destino. El reverentemen-
te los desenvolvió de su revestimiento de madera fina, la cámara se
encendió con luz dorada repentina, pero Enlil, acostumbrado a tal
esplendor, ni siquiera parpadeó. Rápidamente, buscó en las table-
tas cualquier rastro de Anzu.

¡Nada! ¡Ni siquiera el más mínimo de los consejos!

Enlil dudó pensativo, luego envuelve las tabletas cuidadosa-


mente de nuevo. Este Anzu debe ser una criatura recién creada, en
una conjetura algo espontáneamente generado a partir de la magia
salvaje de los ríos de montaña y vientos que corren. Tales seres a
veces hicieron la primavera a la existencia. Y podrían, de hecho,
resultar bastante útil -siempre suponiendo, por supuesto, que eran
amable-.

Sí. Ah, sí. ¡Lo mejor es poner esta criatura fuerza innegable
para trabajar en la causa del Bien de inmediato!

100
Enlil dijo Anzu, he decidido. Servirás de hecho, como usted de-
seaba. De hecho, seréis un Guardián. Usted deberá ayudar a pro-
teger las Tablas del Destino.

Se dijo que lo que vio fue una expresión de placer que cruza esa
cara salvaje. Pero por siacaso, Enlil obliga a Anzu a la verdad y la
honestidad con palabras que significaría la muerte al ser en caso
de rotura.

Bueno y bien, dijo Anzu, y juró los votos sin una palabra de
queja, luego ronroneó como un gran gato. Yo estoy contento.

Así que lo que parecía. Y en los días que siguieron, Enlil dijo
a sí mismo que había hecho una buena elección. A pesar de su
tamaño y fuerza, Anzu hizo un sirviente dócil, completamente obe-
diente. Se agachó, fuerte y estable, justo fuera de la cámara de las
tabletas, no dejando que nadie pase para guardar a Enlil. Poco a
poco, las sospechas de Enlil se desvaneció y su confianza comenzó
a crecer.

Anzu pensó con un gruñido silencioso. Oh, actúo más encanta-


doramente contenidos, sí. Pero al mismo tiempo, todo el tiempo, él,
que Enlil, que tan orgulloso dios Enlil, desfiles unos delante de mí
en todo su esplendor divino.Durante todo el tiempo que me permite
ver el esplendor dorado de las tabletas, pero nunca, nunca me deja
los toco con el más pequeño de mis garras.

Y Anzu meditó y Anzu soñó. Una vez que se corría el riesgo de


preguntar. Grande, ¿por qué es sólo usted quien se atreve a tocar
las Tablas del Destino?

Enlil sonrió, una sonrisa condescendiente, pensó Anzu.

Ellos son mi cargo que le corresponde, buen Anzu. Por lo tanto,


no me perjudica.

¡Daño!

Sí, Anzu, incluso los dioses podría ser perjudicada por dichas
artefactos de gran alcance De hecho, la locura se encuentra dentro
de su fuerza - para demasiado clara visión del pasado y el futuro

101
es una locura. Enlil se detuvo, sacudiendo la cabeza. Ellos te des-
truirian, Anzu.

No son para alguien como yo, Anzu acordó suavemente.

Pero cuando Enlil había dejado, Anzu cuidó de él y pensó: ¿No


son? Era lo único que no sólo palabras para mantener el inferior
es segura en su lugar? Condescendiente conmigo mientras usted
puede, Enlil. Tendré las tabletas, sí, y con ellos, el poder de los
dioses.

Esperó con la lenta paciencia, cuidado con el león acechando a


su presa, sabiendo que Enlil se había vuelto complaciente, ya que
sólo uno puede ser que nunca se ha cruzado. ¡Y si! Enlil entró en
el baño ritual de purificación y con la guardia baja, dejando Anzu
por sí mismo antes de la cámara de las Tablas del Destino, seguro
que él no tiene que ver sobre su Guardián de confianza.

Oh, tonto!

Anzu cogió las Tablas del Destino, extendió sus poderosas alas
y se elevó de distancia.

Anzu cogió las Tablas del Destino, extendió sus poderosas alas y se elevó.

102
¡Mía! él chilló, y su grito resonó y rehizo eco a través de las
montañas. Los poderes de los dioses son míos!

Detrás de él, debajo de él, oyó Enli grito de desesperación. Y


Anzu rió.

Allí, en la cima de la montaña de Enlil, en un círculo abierto


plana llanura, piedra blanca, los dioses celebraron un consejo fre-
nético. Muchas voces, mucho ruido.

¡Basta de esto! Gritó Enlil. ¿Quién va a ir después de Anzu?

Repentino silencio, un silencio incómodo. Enlil miró a su alre-


dedor, pero ninguno de los otros se reuniría con su mirada. Frunció
el ceño ante Enki, el Señor de Aguas Dulces, magia y sabiduría.
Enki, os ruego. ¿Quién debe ir?

Enki suspiró. ¿Quién se atrevería? ¿Todos sabemos que a estas


alturas, Anzu ha dominado las tabletas El que manda debe obede-
cer?.. Y el que maldice se activa al instante a la arcilla.

Pero no puedes hacer nada, Anzu no se contenta con simple-


mente mantener las tabletas, no sabemos lo que podría intentar.
Que podría muy bien destruir los mundos de abajo y de arriba.

Paciencia, Enlil. La paciencia y la razón por la conquista de


todo.

Enlil levantó las manos. No tenemos tiempo para trivialidades.

No, Ninurta acordó de su escondite. Nosotros no tenemos.

En todo ese caos piadoso, nadie sabía que estaba viendo. Ni-
nurta era joven como los dioses contados tales cosas, el hijo menor
de la Diosa Madre Ninhursag-Ki, y aún no probada.

Eso, pensó con un toque de humor irónico, ¡Es porque nadie me


dará la oportunidad de demostrar nada!

Por supuesto, sus poderes fueron sólo ahora empieza a venir a


él; que podía dominar la niebla y el primer borde de la tormenta

103
de insultos. Pero había indefensos. Él era fuerte y ágil, y no es
una mera apariencia de ello. Ninurta era un espléndido arquero y
atraído por la flecha como él algún día sería atraído por un rayo.

Pero los otros dicen que soy demasiado joven para ser parte
de sus consejos. Y sin embargo, ¡mira! ¡Tienen miedo, todos ellos!
¿No se dan cuenta de lo que sucederá si Anzu mantiene las table-
tas? Él es una criatura del caos. Él va a destruir el mundo.

Deje que los demás hablan. Si nadie más podría actuar, Ninurta
decidido, entonces lo haría. Retomando su arco y carcaj de flechas,
negándose a dejarse pensar en el peligro, Ninurta partió solo a las
montañas, donde se dijo Anzu tenía su guarida.

Al pasar, Ninurta causó sus todavía desenfocada poderes. Y


poco a poco, lentamente, el aire se arremolinaba y se condensa
lentamente sobre él, poco a poco mientras se proyectaba una nie-
bla sobre sí mismo. Que sea suficiente. Dijo Anzu, no lo he sentido
hasta que él estaba dentro de tiro de arco.

Pero entonces una ráfaga salvaje de viento rompío la niebla de


alrededor de Ninurta. Con una rapidez que le hizo jadear, que esta-
ba mirando directamente hacia el monstruo. Anzu sus alas anchas
extiende, cada pluma afilada como una cuchilla afilada. Sus fieros
ojos amarillos estaban ardiendo de rabia.

Y la locura, rie, sí, las Tablillas del Destino había destruido su


mente.

Eso hizo que Anzu sea aún más terrible. ¡He barrido todos los
ritos, todos los rituales! le gritó a Ninurta. ¡No queda nada para
adorar, solamente a mí! ¡Yo controlo los mismos dioses! ¿Quién
eres tú, pequeña cosa, no se atreva e desafiar a mí?

No me atrevo a dar mi nombre verdadero, no a un Poder que


empuña cosa loca. ¡Soy el vengador que vengo a pisotearle!

La risa de Anzu se convirtió en un rugido tan fuerte y largo que


Ninurta golpeó las manos sobre las orejas en el dolor. Todo sobre
ellos, las montañas temblaron, y grandes nubes oscuras vinieron
corriendo, convirtiendo el cielo de día soleado en negro. ¿Ves lo

104
que yo mando poderes? Anzu chilló. ¿Y te atreves a desafiar a mí?

El corazón de Ninurta latía. Pero pensó, grito de distancia,


monstruo. ¡Esto puede darme tiempo suficiente!

En un rápido movimiento, puso flecha en su arco, y disparó.

Y las flechas se volvieron en su vuelo. Ninurta torció a un lado,


ya que pasó zumbando junto a él, y Anzu soltó una risa burlona.

Ya ves, oh, ¿uno de los posibles héroes? ¡No puede dañarme!

Ninurta cayó sobre una rodilla, anotó la flecha y disparó de


nuevo.

¡Volver! Anzu manda.

La flecha pasó zumbando hacia atrás en Ninurta, rozando su


brazo. Él miró la delgada línea de sangre, apenas cree, luego se
volvió y huyó por la seguridad de las rocas, la risa de Anzu rugio
en sus oídos.

Por supuesto que no. Él es tan despectiva de mí que incluso me


es indiferente ver como una amenaza. ¿Y por qué habría de hacer-
lo? ¡Hasta el momento, no estoy!

Ocultos allí, entre las rocas, el joven dios se quedó sin aliento y
trató de planear. Mientras Anzu celebró pleno de poder, las flechas
eran inútiles; él acaba y bate lejos cualquier roca lanzada contra
él, e incluso sería furiosa la tormenta sin tocarlo.

Ninurta gimió.

Identificación digo Anzu. ¿Estaba loco? Esta es la locura, a


pensar que podía ganar. Simplemente puede mantener lanzando
mis flechas hacia mí hasta que me quedo sin fuerza, o él ...

Ninurta se enderezó con una fuerte sacudida repentina de una


idea. ¡Él se queda sin fuerza! ¡Sí! Por mucho poder que ejerza,
Anzu sigue siendo un sólido bienestar, tangible. ¡Él debe cansarse!

105
La paciencia y la razón, Adad habían aconsejado. Adad sólo
podría estar en lo cierto.

Mejor que sea correcto. ¡Yo estoy arriesgando mi vida en esto!

Ninurta corrió de vuelta a la montaña a donde Anzu puso de


pie, listo, esperando.

¡Ah, el pequeño vengador quiere jugar conmigo!

Lo hago, de hecho, dijo Ninurta, y soltó na flecha.

Ninurta agachó la devolución de la flecha, esquivó detrás de


una roca y lanzó otra flecha. Otro. Otro.

¡Volver! Anzu chilló. ¡Volver!

El carcaj de Ninurta estaba casi vacío, pero él no podía dejar


ahora, debe mantener el monstruo ocupado -sí, aquí era una flecha
caído, y otro, suelto y fuego, suelto y fuego-

¡Volver!

¡Sí! Anzu había hecho de ejercer tanto poder, la mente o el


cuerpo: él estaba creciendo cansado. El poder se alimenta de él,
rasgando la fuerza vital de sus grandes alas. Anzu tambaleó, ex-
hausto, con los ojos locos que rabia.

¡Ahora, pequeño, usted morirá!

¡Yo estoy sin flechas!

No. Uno se fue, pero Ninurta horrorizada, vio que estaba daña-
do, su emplumado desgarrado. No volaría cierto.

No tengo otra opción.

¡Aquí estoy! Grito Ninurta, saltando desde detrás de su roca.


¡Aquí! ¡Ven a mí, Anzu! ¡La Luz esta conmigo!

Con un rugido sin palabras, Anzu saltó, alas extendidas, y Ni-

106
nurta disparó la última flecha recta hacia él.

Y él atravesó al corazón de Anzu.

En el instante siguiente, la criatura se vino abajo sobre Ninur-


ta, y por un terrible momento respira, pensó que estaba muerto
también.

No, Anzu yacía sin vida y Ninurta retorció su camino libre, ara-
ñazos y sangrado de los bordes de esas plumas, y se puso en pie.
En lo alto, las grandes nubes oscuras todavía se alzaban, su poder
sin cumplir, y Ninurta, ni siquiera penso en lo que hizo, levantó una
mano cansada a ellos y dijo, “Lluvia”.

Tan simple como eso, las nubes y la lluvia arrancaron abierto


irrumpieron abajo de él. Por un momento, Ninurta se quedó mara-
villado, dándose cuenta de los poderes que ahora eran suyas.

Ah, ¡pero las tabletas no deben ser dejados aquí! Ninurta los
reunió rápidamente, envolviéndolos con seguridad en tela arran-
cada de su túnica, sintiendo las fuerzas salvajes crecientes en ellos
aun así. Y por un momento más, fue ferozmente tentada.

No soy Anzu, pude usarlos … sólo para bien…

¿Usalos, usalos a ellos? O, en el tiempo, ¿se utilizarán?

No, Ninurta les dijo. No soy tan tonto. O Vano que usted perte-
nece volver donde estabas encerrado con seguridad lejos.

Cogió su arco, Ninurta fue. Y detrás de él, sólo la lluvia lloró


Anzu.

En esta narración se dice que Enlil tenía los me o “Tablas del


Destino”, que le fue robado por Anzu y recuperado por el joven
dios Ninurta, y sobreponiéndose a la tentación de quedárselos, por-
que daban poder los devolvió a Enlil. Tambien dice que las “Tablas
del Destino”, son objetos que se pueden guardar en cajas de madera
o envolverlos en telas, y cuya posesión podía llevar a la locura por
el inmenso poder que tenía, así mismo que estos eran tan poderosos
que los mismos dioses lo temían.

107
1.8.2 Enki entrega los me a Inanna.

En el Poema “Inanna y el dios de la sabiduría” que fue tradu-


cido por la Universidad de Oxford, se narra como Enki trasfiere los
me a Inanna:

Inanna colocó la shugurra, la corona de la llanura, sobre su


cabeza.
Fue al corral, con el pastor de ovejas.
Se recargó contra un manzano.
Al recargarse contra el manzano, su vulva era maravillosa de
contemplar.
Regocijándose, la joven mujer Inanna aplaudió.
Se dijo:
“Yo, la Reina del Cielo, he de visitar al Dios de la Sabiduría.
He de ir al Abzu, al lugar sagrado en Eridu.
He de honrar a Enki, el Dios de la Sabiduría, en Eridu.
He de pronunciar una plegaria en las profundas aguas dulces.”
Inanna partió sola.
Cuando llegó cerca del Abzu
Él, cuyos oídos están ampliamente abiertos,
Él, que conoce los me, las leyes sagradas del cielo y de la tierra,
Enki, el Dios de la Sabiduría, el que sabe todas las cosas,
Llamó a su sirviente, Isimud:
“Ven, mi sukkal,
La joven está por entrar al Abzu.
Cuando Inanna entre al recinto sagrado
Dale pastel de mantequilla para que coma
Vierte agua fría para refrescar su corazón.
Ofrécele cerveza ante la estatua del león.
Trátala como a un igual.
Saluda a Inanna en la mesa sagrada, en la mesa celestial.”
Isimud obedeció las palabras de Enki.
Cuando Inanna entró en el Abzu,
Le dio pastel de mantequilla para comer.
Vertió agua fría para que bebiera.
Le ofreció cerveza ante la estatua del león.
La trató con respeto.
Saludó a Inanna en la mesa sagrada, en la mesa celestial.
Enki e Inanna bebieron cerveza juntos.
Juntos bebieron más cerveza.

108
Juntos bebieron más y más cerveza.
Con sus vasos de bronce llenos hasta desbordarse,
Con los vasos de Urash, Madre de la Tierra,
Brindaron uno por la otra, se desafiaron uno a la otra.
Enki, intoxicado por la bebida, brindó por Inanna:
“¡En nombre de mi poder! ¡En nombre de mi altar sagrado!
Daré a mi hija Inanna
¡El alto sacerdocio! ¡La Divinidad!
¡La corona noble y permanente! ¡El trono de la realeza!
Inanna respondió:
“¡Los acepto!”
Enki levantó su copa y brindó por Inanna una segunda vez:
“¡En nombre de mi poder! ¡En nombre de mi recinto sagrado!
Daré a mi hija Inanna
¡La Verdad!
¡El descenso al inframundo! ¡El ascenso del inframundo!
¡El arte de hacer el amor! ¡El beso del falo!
Inanna respondió:
“¡Los acepto!”
Enki levantó su copa y brindó por Inanna una tercera vez:
“¡En nombre de mi poder! ¡En nombre de mi recinto sagrado!
Daré a mi hija Inanna
¡El sacerdocio sagrado del cielo!
¡La exaltación de las lamentaciones! ¡El regocijo del corazón!
¡La capacidad de juzgar! ¡La toma de decisiones!”
Inanna respondió:
“Los acepto”
(Catorce veces Enki levantó su copa por Inanna.
Catorce veces le ofreció a su hija cinco me, seis me, siete me.
Catorce veces Inanna aceptó los me sagrados.)
Entonces Inanna, de acuerdo con su padre,
Confirmó los me que Enki le había dado:
“Mi padre me ha dado los me:
Me ha dado el alto sacerdocio
la divinidad.
la corona noble y permanente.
el trono de la realeza.
Me ha dado el noble cetro.
el bastón de mando.
el patrón sagrado para medir y la línea.
el alto trono.

109
el pastoreo.
la majestad.
Me ha dado la princesa sacerdotisa.
la divina reina sacerdotisa.
el sacerdote de los encantamientos.
al sacerdote noble.
al sacerdote de las libaciones.
Me ha dado la verdad.
el descenso al inframundo.
el ascenso del inframundo
la Kurgarra.
Me ha dado la daga y la espada.
la vestimenta negra.
la vestimenta colorida.
la desatadura del cabello.
la atadura del cabello.
Me ha dado la norma.
el carcaj.
el arte de hacer el amor.
el beso del falo.
el arte de la prostitución.
el arte de favorecer.
Me ha dado el arte de la lengua honesta.
el arte de la lengua calumniante.
el arte de adornar el lenguaje.
a la prostituta de culto.
la taberna sagrada.
Me ha dado el altar sagrado.
la sagrada sacerdotisa celestial.
el resonante instrumento musical.
el arte del canto.
el arte del dignatario.
Me ha dado el arte del héroe.
el arte del poder.
el arte de la traición.
el arte de la integridad.
el saquear ciudades.
la exaltación de las lamentaciones.
el regocijo del corazón.
Me ha dado el engaño.
la tierra rebelde.

110
el arte de la benevolencia.
el viaje.
la morada segura.
Me ha dado el oficio del carpintero.
el oficio del calderero de cobre.
el oficio del escriba.
el oficio del herrero.
el oficio del talabartero.
el oficio del batanero.
el oficio del constructor.
el oficio del tejedor de juncos.
Me ha dado el oído perceptivo.
el poder de la atención.
los ritos sagrados de purificación.
el corral de forraje.
el apilar de los carbones calientes.
el redil.
el miedo.
la consternación.
la congoja.
Me ha dado al león, de amarga dentadura.
el encendido del fuego.
el apagar el fuego.
el brazo fatigado.
la familia allegada.
la procreación.
Me ha dado el enardecer la contienda.
la prudencia.
el consuelo del corazón.
la capacidad de juzgar.
la toma de decisiones.”
(Aun tambaleándose por la bebida) Enki habló a su sirviente
Isimud:
“Mi sukkal, –Isimud–“
La joven –está por partir– hacia Uruk.
Es mi deseo que llegue a su ciudad –sin peligro–.”
Inanna reunió todos los me.
Los me fueron colocados en la Barca Celestial.
El Barco Celestial, con los me sagrados, se alejó del muelle.
Cuando la cerveza salió de quien la bebió,
Cuando la cerveza salió del Padre Enki,

111
Cuando la cerveza salió del gran Dios de la Sabiduría,
Enki observó el Abzu.
Los ojos del Rey del Abzu examinaron a Eridu.
El Rey Enki observó a Eridu y llamó a su sirviente Isimud, di-
ciendo:
“Mi sukkal, –Isimud–”
“Mi rey, Enki, Estoy a tu servicio”
“¿El alto sacerdocio? ¿La Divinidad?
¿La corona noble y permanente?
¿Dónde están?”
“Mi rey las ha cedido a su hija.”
“¿El arte del héroe? ¿El arte del poder?
¿La traición? ¿El engaño?
¿Dónde están?”
“Mi rey los ha cedido a su hija”.
“¿El oído perceptivo? ¿El poder de la atención?
¿La toma de decisiones?
¿Dónde están?”
“Mi rey los ha cedido a su hija”.
(Catorce veces preguntó Enki a su sirviente Isimud;
Catorce veces Isimud respondió, diciendo:
“Mi rey los ha dado a su hija.
Mi rey ha dado todos los me a su hija Inanna.”)
Entonces Enki habló, y dijo:
“Isimud, ¿Dónde está ahora la Barca Celestial con los me sa-
grados?”
“La barca celestial está (a un embarcadero de distancia de Eri-
du).”
“¡Ve! Llévate a las criaturas enkum 5.
Haz que devuelvan la Barca Celestial a Eridu!”
Isimud le dijo a Inanna:
“Mi reina, tu padre me ha enviado a ti.
La palabras de tu padre son palabras de majestad.
No deben ser desobedecidas.”
Inanna respondió:
“¿Qué ha dicho mi padre?
¿Qué ha agregado Enki?
¿Cuáles son sus palabras de majestad que no deben ser des-
obedecidas?”
Isimud dijo:
“Mi rey ha dicho:

112
‘Deja que Inanna avance hacia Uruk;
Tráeme la Barca Celestial con los me sagrados de vuelta a Eri-
du.’ ”
Inanna lloró:
“¡Mi padre ha cambiado su palabra!
¡Ha violado su voto - ha roto su promesa!
¡Me habló mi padre con engaños!
Con dolo declaró:
‘¡En nombre de mi poder! ¡En nombre de mi recinto sagrado!’
¡Te ha enviado a mí con engaños!”
Apenas había dicho Inanna estas palabras, cuando las criatu-
ras enkum se apoderaron de la Barca Celestial.
Inanna llamó a su sirvienta Ninshubur, diciendo:
“¡Ven, Ninshubur, tú fuiste una vez Reina del Oriente;
Ahora eres la fiel sirvienta del recinto sagrado de Uruk.
El agua no ha tocado tu mano,
El agua no ha tocado tu pie.
Sukkal mía que me aconseja sabiamente,
Guerrera que lucha a mi lado,
Salva la Barca Celestial con los me sagrados!”
(Ninshubur tajó el aire con su mano.
Profirió un grito que destrozó la tierra.)
Las criaturas enkum fueron expulsadas de vuelta a Eridu.
Entonces Enki llama a su sirviente Isimud por segunda vez, di-
ciendo:
“Mi sukkal, –Isimud–“
“Mi rey, Enki, estoy para servirte”
“¿Dónde está la Barca Celestial ahora?”
“Está (a dos embarcaderos de Eridu).”
“¡Ve! Lleva cincuenta gigantes uru,
Que ellos se lleven la Barca Celestial”.
Los cincuenta gigantes voladores uru se apropiaron de la Barca
Celestial.
Pero Ninshubur la rescató para Inanna.
Enki llama a su sirviente Isimud por tercera vez, y dice:
“Mi sukkal, –Isimud–“
“Mi rey, Enki, estoy para servirte”
“¿Dónde está la Barca Celestial ahora?”
“Acaba de llegar a Dulma”.
“¡Rápido! Toma los cincuenta monstruos lahama
Haz que traigan la Barca Celestial.”

113
Los cincuenta monstruos lahama se apoderaron de la Barca
Celestial.
Pero Ninshubur rescató la Barca para Inanna.
La cuarta vez Enki envió a los kugalgal, los del sonido pene-
trante.
La quinta Enki mandó a los enunun
Pero siempre Ninshubur rescataba la barca para Inanna.
Enki llamó a su sirviente Isimud por sexta vez, y dijo:
“Mi sukkal, –Isimud–.”
“Mi rey Enki, estoy a tu servicio.”
“¿Dónde está la Barca Celestial ahora?”
“Está por entrar a Uruk.”
“¡Rápido! Toma a los guardianes del canal Iturungal,
Haz que traigan la Barca Celestial.”
Isimud y los guardianes del canal Iturungal se apropiaron de la
Barca Celestial,
Pero Ninshubur rescató la Barca para Inanna.
Entonces Ninshubur dijo a Inanna:
“Mi reina, cuando la Barca Celestial
Entre por el portal Nigulla a Uruk,
Haz que el agua fluya sobre nuestra ciudad;
Haz que los barcos de aguas profundas surquen con velocidad
nuestros
canales.
Inanna respondió a Ninshubur:
“El día que la Barca Celestial
Entre por el portal Nigulla a Uruk,
Haz que el agua profunda anegue las calles;
Y fluya sobre las veredas.
Haz que los ancianos den su consejo,
Las ancianas ofrezcan su consuelo del corazón.
Los jóvenes muestren el poder de sus armas;
Y que los niños pequeños rían y canten.
¡Haz que todo Uruk esté de fiesta!
Que con cánticos el alto sacerdote salude a la Barca Celestial.
Y profiera plegarias grandiosas.
Haz que el rey mate bueyes y borregos.
Que escancie cerveza en la copa.
Que resuenen el tambor y el pandero.
Que se toque la dulce música del tigi.
Que todos los confines proclamen mi noble nombre.

114
Y que mi gente cante mis alabanzas.
Y así fue,
El día que la Barca Celestial entró por el portal Nigulla a Uruk;
Las aguas profundas anegaron las calles;
Las aguas profundas fluyeron sobre las veredas.
La Barca Celestial llegó a puerto en el altar sagrado de Uruk;
La Barca Celestial llegó a puerto en la morada sagrada de
Inanna.
Entonces Enki llamó a su sirviente Isimud por séptima vez, y
dijo:
“Mi sukkal, –Isimud–”
“Mi rey, Enki, estoy a tu servicio”
“¿Dónde está la Barca Celestial ahora?”
“La Barca Celestial está en el Muelle Blanco”
“¡Ve! Se maravillan de ella en el Muelle Blanco.
La reina ha despertado admiración en el Muelle Blanco.
Inanna maravilla con sus portentos en el Muelle Blanco por la
Barca Celestial.”
Los me sagrados fueron descargados.
Mientras los me que Inanna recibió de Enki eran descargados,
Eran anunciados y presentados al pueblo de Sumeria.
Entonces más me aparecieron, más me de los que Enki había
dado a Inanna.
Y estos, eran anunciados también,
Y estos, eran presentados también a la gente de Uruk:
“Inanna trajo los me:
El colocar la vestidura sobre el piso.
El halago.
El arte de las mujeres.
La ejecución perfecta de los me.
Los tambores tigi y lilis.
Los panderos ub-, meze-, y ala-….”
Inanna habló y dijo:
“Donde la Barca Celestial llegó a puerto,
Ese lugar será llamado el Muelle Blanco.
Donde los me sagrados fueron presentados,
Lo nombro el Muelle Lapislázuli”.
Entonces Enki habló a Inanna, y dijo:
“¡En nombre de mi poder! ¡En nombre de mi recinto sagrado!
Que los me que llevaste contigo permanezcan en el recinto sa-
grado de tu ciudad.

115
Que el alto sacerdote pase en cánticos sus días.
Que los ciudadanos de tu ciudad prosperen,
Que los niños de Uruk se regocijen.
El pueblo de Uruk es aliado del pueblo de Eridu.
Que la ciudad de Uruk sea restaurada a su gran posición.

Como se podrá percibir los me fueron entregados a Inanna por


Enki, destacándose en la narración el “barco celestial” o nave vo-
ladora que surca por los aires; el “barco de aguas profundas”, o
mejor dicho un submarino, que surcan los canales; los “gigantes
voladores” que se desplazan con dispositivos unipersonales por el
aire; “el descenso al inframundo”, que requería de un equipo para
ingresar a las profundidades del subsuelo; “el arte del poder”, es
decir el arte de la política; “el oficio del constructor”, es decir el
conocimiento para hacer planos y edificarlos, que en otras palabras
es la masonería; “los ritos sagrados de la purificación”, que son el
conocimiento para aislar agentes contaminantes del espacio y de
la tierra; “el arte de los carbones calientes”, que implica el uso de
trajes que soportan altas temperaturas, etc., etc.

Todo esto es tecnología inconcebible para ser producto del hom-


bre en esa época. Resulta más admisible que pueda ser tecnología
y conocimientos de viajeros del espacio que llegaron a la tierra y
organizaron la civilización junto al hombre luego del diluvio. Lo
sorprendente es que todo esto fue narrado por los sumerios, acadios
y babilonios, mucho antes que cualquier civilización. Otras civili-
zaciones posteriores a su vez también harán narraciones similares
de artefactos usados por sus dioses.

Los me tal como son descritos, podían ser guardados o almace-


nados en cajas de madera o ambientes, lo que hace suponer con la
tecnología actual, que podría tratarse de medios informáticos para
almacenar información, tal como hacemos en la actualidad, que los
guardamos en los discos duros de nuestras computadoras, USB,
memorias, etc. Recuerda el pasaje que dice: Entonces más me apa-
recieron, más me de los que Enki había dado a Inanna. Eso suele
ocurrir con los discos duros cuyo contenido solo se puede ver cuan-
do se explora lo que contienen.

116
II. LOS DIOSES EN EGIPTO.
Cuando Ra gobernaba el Mundo, fue advertido de que su hija
Nut, diosa de los espacios celestes, tenía intercambio secreto con
Geb, dios de la Tierra, y si en algún momento tuviese un niño, este
gobernaría la humanidad, por lo que Ra maldijo a Nut de manera
que nunca podría tener un hijo en ningún día y ninguna noche del
año (“Así nunca Nut pueda dar a luz niño alguno ni en el transcur-
so del mes ni en el transcurso del año”). Nut pidió consejo al gran
Thot, dios de la sabiduría, quien por cierto estaba enamorado de la
diosa, de la que también había obtenido favores en su momento.
Este, por su sabiduría, encontró la forma de evitar la maldición.
Thot acudió a Jonsu, dios lunar, cuyo brillo era entonces casi como
el del Sol y lo desafió a un juego de mesa, en el que Jonsu apostaba
su propia luz. Ambos jugaron y la suerte siempre estaba de parte de
Thot, hasta que Jonsu fue derrotado. La apuesta consistía en 1/72
parte de la luminosidad diaria de la Luna, y desde entonces Jonsu
no ha tenido suficiente fuerza para brillar a lo largo del mes, por
eso mengua y se recupera. Con esta luz Thot creo 5 nuevos días,
conocidos como epagómenos, en el calendario que hasta entonces
constaba de 12 meses de 30 días cada uno y los añadió justo al final

117
del año, de manera que no pertenecían ni al año viejo ni al nuevo.
Así Nut pudo tener a sus 5 hijos, y al mismo tiempo se cumplió la
maldición de Ra.

2.1 LOS HERMANOS EN LUCHA.

Primero nació Osiris, y su nacimiento fue anunciado como el


de un dios bondadoso y benefactor del pueblo (“El gran señor de
todas las cosas ha aparecido bañado por la luz”). El segundo fue
reservado para el nacimiento de Horus, hijo de Osiris e Isis, el ter-
cero para Seth, quien no nació ni en el tiempo que le correspondía
ni por el camino adecuado, sino rasgando el costado de su madre
Nut. El cuarto día nació Isis, entre las marismas, y el último Neftis.

Osiris, el primogénito, era el heredero del reino y representaba


el lado bueno, la regeneración y la fertilidad de la tierra, mientras
que Seth representaba la aridez, el lado oscuro y las zonas desérti-
cas. Con el tiempo Osiris se casó con su hermana Isis, a quien ama-
ba desde el vientre de su madre. Seth se casó con Neftis, pues al ser
un dios sólo una diosa podía ser su esposa. Isis, la más inteligente
de los 4 hermanos, obtuvo con destreza el nombre secreto de Ra, el
nombre que le otorgaba poder y grandeza y con el tiempo Osiris se
convirtió en el Rey de Egipto. En esos tiempos la humanidad vivía
en estado salvaje, practicando el canibalismo, y fue Osiris quien en-
señó a su pueblo a cultivar los campos y aprovechar las inundacio-
nes anuales del Nilo, segar y recoger la cosecha para alimentarse.
También les enseñó como sembrar vid y obtener vino y la forma de
fabricar cerveza con la cebada. Pero no sólo enseñó al pueblo cómo
alimentarse y cultivar sino que le dio leyes para regirse en paz, la
música y la alegría y les adoctrino el respeto a los dioses.

Cuando acabo su función, Osiris partió a proclamar sus ense-


ñanzas en otras tierras, dejando a Isis a cargo de Egipto, que gober-
nó sabiamente en ausencia de su marido. Seth odiaba a su herma-
no, su poder y popularidad, por lo que aprovechando que Osiris se
encontraba en otras naciones, confabuló un plan junto con otros 72
conspiradores y la reina Aso de Kush de Etiopía. En secreto obtuvo
las medidas exactas del cuerpo de Osiris y fabricó un cofre de ma-
deras nobles, ricamente adornado, como se merecía un rey, donde
encajaba perfectamente el cuerpo de su hermano.

118
2.2 LA MUERTE DE OSIRIS.

Al retorno de Osiris, Seth ordeno dar un gran banquete en honor


a su hermano. Isis, enterada de la posible conspiración advirtió a
Osiris, quien no vio nada malo en acudir al banquete. A la fiesta,
asistieron 72 conspiradores, sirvieron la mejor comida y bebida, y
presentaron los mejores bailes de todo el reino. La fiesta y los acon-
tecimientos que se relatan se produjeron durante el día 17 del mes
Athyr del año 28 del reinado de Osiris.

En un momento de la fiesta, cuando los corazones de los invita-


dos estaban jubilosos, Seth enseñando el cofre dijo, con voz dulce:
“Daré este cofre a aquel cuyo cuerpo encaje perfectamente en él”.
Los invitados fueron probando uno a uno si su cuerpo encajaba
dentro del cofre, pero ninguno lo obtuvo; para unos era largo o
corto y para otros demasiado ancho o estrecho. Osiris, maravillado
por la grandeza del oro, las maderas y por las pinturas que lo ador-
naban, acercándose a él dijo: “Permitidme probar a mí”. Osiris lo
probó y viendo que encajaba afirmó: “Encajo y será mío para siem-
pre”, a lo que Seth respondió “Tuyo es, hermano y de hecho lo será
para siempre” y cerró la tapa bruscamente, clavándolo luego con
ayuda de los invitados y sellándolo con plomo fundido. El cofre fue
llevado hasta el Nilo donde lo arrojaron. Hapi, el dios del Nilo, lo
arrastró hasta la costa fenicia, junto a la ciudad de Byblos1, donde
las olas lo lanzaron contra un arbusto de tamarisco, en el que quedó
incrustado. El arbusto creció y se convirtió en un grandioso árbol
con el cofre incrustado en su tronco. Pronto se corrió la voz de la
grandeza del arbusto por las tierras del reino y el rey Malcandro,
avisado de la extraordinaria apariencia del árbol, se acercó al lugar,
ordenando fuese talado, para construir con él, un pilar que en ade-
lante sujetara el techo de su palacio.

Isis, enterada de la traición de Seth, se propuso encontrar el ca-


dáver de su marido para darle la justa sepultura, digna de un dios,
y partió en su busca junto a su hijo Horus, llamado Horus el Niño,
encontrando refugio en la isla de Buto en la que vivía Uadyet, a
quien los hombres llamaban también Buto o Latona, y le confió a
Horus, temiendo que el odio de Seth acabase con la vida de su hijo
1 Biblos es una ciudad en Líbano, situada en la costa del norte del país, a
30 km de Beirut. Situada en una colina, fue una antigua ciudad fenicia, denomi-
nada Gubla en los textos cuneiformes y Gebal en la Biblia.

119
de la misma forma que había acabado con la de su marido.

Isis deambuló por toda la tierra en busca del cuerpo de Osiris,


preguntando a todos los que veía, pero no había hombre ni mujer
que conociese el paradero del cofre, y la magia que Isis poseía no
tenía efectos en tales circunstancias. Hasta que encontró a unos ni-
ños que jugaban en la ribera del río, quienes la informaron de la
rama del Nilo por la que había llegado el cofre al mar. Además Isis
descubrió meliloto en la corona que Osiris había dejado cerca de
Neftis, signo inequívoco del comercio que éste había mantenido
con su hermana Neftis, a quien confundió con la misma Isis. De
esta unión nació Anubis a quien Neftis había escondido al dar a luz
por miedo a la posible venganza de Seth. Isis, guiada por perros, lo
encontró, lo cuidó y alimentó y desde entonces Anubis se hizo su
guardián y acompañante.

Después Isis, solicitando siempre la ayuda de los niños, averi-


guó que el cofre había llegado hasta la localidad de Byblos, noticia
que le había sido transmitida por un viento divino. Llegó a esta ciu-
dad y se sentó en la orilla del mar. Las doncellas de la reina Astarté,
esposa de Malcandro, bajaban cada día al río a bañarse e Isis, a la
salida del baño, les enseñó cómo peinarse, trenzando sus cabellos,
y las perfumó con las fragancias que emanaban de su cuerpo. Cuan-
do las doncellas regresaron a palacio, su señora quedó maravillada
por sus nuevos peinados, hasta entonces desconocidos, y por las
fragancias con las que habían sido ungidas. Las doncellas le rela-
taron su encuentro con una mujer que se encontraba en la orilla,
una mujer solitaria y triste que las había peinado y perfumado con
sus fragancias. La reina mandó a buscarla y le propuso a Isis que
sirviese en palacio cuidando de su pequeño hijo, que se encontraba
débil y enfermo, al borde de la muerte. Isis aceptó diciendo “puedo
hacer que este niño sea grande y poderoso, pero lo haré con medios
propios y nadie debe interferir en mi obra”. Poco a poco el niño fue
creciendo aunque Isis no hizo más que darle a chupar su dedo, en
lugar del seno. Más tarde Isis, que sentía gran afecto por el niño, de-
cidió hacerlo inmortal, quemando sus partes mortales. Por la noche
ponía grandes troncos en el fuego y arrojaba al niño a las llamas;
después se convertía en una golondrina y emitía grandes lamentos
en torno al pilar en el que se encontraba Osiris. La reina preguntó
a sus sirvientes si conocían qué hacía su amiga para que el niño se
hubiese restablecido de esa forma, pero nadie conocía el secreto de

120
la diosa, por eso una noche, ávida de curiosidad acudió a espiar a
Isis y cuando vio que su hijo era arrojado al fuego fue a rescatar-
lo, privándole de la inmortalidad. Isis entonces pronunció las si-
guientes palabras: “¡Oh madre imprudente! ¿Por qué has cogido al
niño?, sólo unos días más y todas sus partes mortales habrían sido
destruidas por el fuego y, como los dioses, habría sido inmortal y
joven por siempre”. En ese instante Isis adoptó su verdadera forma
y la reina advirtió que se encontraba ante una diosa. Los reyes ofre-
cieron a Isis los mejores regalos que podían imaginar, pero ella sólo
pidió una cosa: el gran pilar de tamarisco que sujetaba el palacio y
todo lo que en él estuviese contenido. Cuando se lo ofrecieron Isis
lo abrió, sin ningún esfuerzo, y tomó el cofre, devolviendo el pilar
al Rey cubierto por una fina tela ungida en esencias y flores. Este
trozo de madera se mantuvo en Byblos como el pilar que una vez
albergó el cuerpo de un dios, y como tal, fue largamente venerado.
Cuando Isis recogió el cofre que contenía el cuerpo difunto de su
marido, se estremeció, dejándose caer sobre él y de ella emergió un
lamento tan profundamente agudo que el más pequeño de los hijos
del rey quedó como muerto en ese mismo instante. Isis cargó el
cofre en un barco ofrecido por el rey y partió hacia Egipto en com-
pañía del mayor de los hijos del rey. En la travesía a lo largo del río
Fedros (Ouadi-Fedar actualmente) soplaba un viento extremada-
mente fuerte y violento. Isis, en un momento de irritación, desecó el
curso. Cuando Isis se creía segura y sola decidió abrir el cofre que
contenía el cuerpo de su marido, a quien besó. Pero el príncipe se
encontraba cerca observándola. Isis le descubrió y fue tal la mirada
que surgió de sus ojos que el hijo del rey falleció en el momento.

A su llegada a Egipto, Isis escondió el cofre en los pantanos del


Delta y acudió a Buto en busca de Horus. Seth, que se encontraba
cazando jabalíes una noche, encontró, por la luz de la Luna, el co-
fre y lo reconoció. Encolerizado por el hallazgo lo abrió, tomó el
cuerpo de Osiris y lo despedazó en 14 trozos que esparció a lo largo
del Nilo para que sirviese de alimento a los cocodrilos. “¿No es
posible destruir el cuerpo de un dios?”. “Yo lo he hecho –porque yo
he destruido a Osiris–”, dijo Seth riendo, y su risa se oyó en todos
los rincones de la Tierra, y todos aquellos quienes la percibieron
temblaron, estremeciéndose de terror.

Isis debía empezar de nuevo su búsqueda, pero esta vez no se


encontraba sola, contaba con su hermana Neftis, esposa de Seth,

121
con quien estaba enfrentada en su rivalidad con Osiris y con Anu-
bis, hijo de Osiris y Neftis. En su búsqueda iba acompañada y pro-
tegida por 7 escorpiones, viajando por el Nilo en una barca de pa-
piro, y los cocodrilos en reverencia a la diosa ni tocaron los trozos
de Osiris ni a ella. Por eso en épocas posteriores cuando alguien
navegaba por el Nilo en un barco de papiro se creía a salvo de los
cocodrilos, pues se pensaba que estos todavía creían que era la dio-
sa en busca de los trozos del cuerpo de su marido. Poco a poco Isis
fue recuperando cada uno de los trozos del cuerpo, envolviéndolos
en cera aromatizada, y en cada lugar donde apareció un trozo, Isis
entregó a los sacerdotes la figura, obligándoles a jurar que le darían
sepultura y venerarían, además de consagrarle el animal que ellos
mismos decidiesen al que venerarían con los mismos honores en
vida, cuando muriese y tras su muerte. Sólo un pedazo quedó por
recuperar, el miembro viril, comido por el lepidoto, el pagro y el
oxirrinco, especies que quedaron malditas a partir de ese momento,
y nunca más ningún egipcio tocaría o comería pez de esta clase –
estas especies inspiraban terror a los egipcios–. Isis reconstruyó el
cuerpo y con su magia asemejó el miembro perdido, consagrando
así el falo, cuya fiesta celebrarían más tarde los egipcios. Gracias a
Anubis fue embalsamado, convirtiéndose en la primera momia de
Egipto, y lo escondió en un lugar que sólo ella conocía y que per-
manece oculto y secreto hasta este día.

Isis es fecundada por Osiris - Tallado del templo de Abydos

122
Esto es la narración que hace Plutarco, la misma que es diferen-
te a otras donde Horus nace luego que Isis es fecundado por el falo
recuperado de Osiris.

En el Templo de Abydos hay otra versión sobre la historia de


Osiris, Isis y su hijo Horus, cuya diferencia importante, es que
Horus, fue concebido cuando Osiris estaba muerto.

2.3 EL HIJO DE OSIRIS.

Isis había hallado todos los trozos excepto el falo, que había
sido devorado por unos peces. Asistida por Anubis, Isis restauró
el cuerpo de su marido practicando la Ceremonia de Apertura de
Ojos y Boca y la momificación. Isis por medio de la magia, se con-
virtió en un milano y aleteó ante el dios provocando un aire rea-
nimador. Se posó sobre él y misteriosamente fue fecundada por su
esposo quedando embarazada de Horus, al que daría a luz en la
mítica isla de Jemis en el Delta. Horus se convierte en el hijo pós-
tumo de Osiris.

Horus ahora debía pelear con su tío Seth, para recuperar el trono
de su padre y salvar la vida de su madre y el suyo. Y es aquí preci-
samente donde la mitología sumeria y egipcia se complementa en
un engranaje asombroso.

Por increíble que pueda parecer, existe una inscripción en las


paredes del gran templo de Edfú, una antigua ciudad sagrada egip-
cia que estuvo dedicada al dios Horus, donde se relata una guerra
en la cual los dioses egipcios, involucraron a los hombres mortales.
Según las leyendas egipcias, fue allí donde este dios estableció una
fundición de “hierro divino” y donde, en un recinto especial, Horus
conservaba el gran Disco Alado que podía cruzar los cielos. “Cuan-
do las puertas de la fundición se abren”, decía un texto egipcio, “el
Disco se eleva”.

Los acontecimientos tuvieron lugar mucho antes que los farao-


nes existieran, cuando los mismos dioses reinaban en Egipto:

En el año 363, Su Majestad, Ra, el Santo, el Halcón del Hori-


zonte, el Inmortal Que Vive Para Siempre, estaba en la tierra de
Khenn. Estaba acompañado por sus guerreros, pues los enemigos

123
habían conspirado contra su señor en la región que recibió el nom-
bre de Ua-Ua desde aquel día.

Ra fue allí en su barco y sus compañeros con él. Desembarcó


en la zona del Lugar del Trono de Horus, en la parte occidental de
esta zona, al este de la Casa de Khennu, la que recibió el nombre de
Khennu Real desde entonces.

Horus, el Alado, llegó al barco de Ra. Le dijo a su antepasado:


“Oh Halcón del Horizonte, he visto al enemigo conspirar contra tu
Señorío, para arrebatarte la Corona Luminosa”.

Con el fin de anticiparse a la conspiración, Ra, “acompañado


por sus guerreros”, fue en su barco hasta una zona en donde Horus
había establecido su cuartel general. El “barco” de Ra, era un Bar-
co Celeste en el cual el dios podía remontarse hasta los cielos más
lejanos. Ra lo utilizó para desembarcar lejos de las aguas, “en la
parte occidental” de la región de Ua-Ua. Allí aterrizó, al este del
Lugar del Trono de Horus, y este le informó que el “enemigo” es-
taba reuniendo sus fuerzas. Ra ordenó: “Noble vástago de Ra, mi
descendiente: Ve rápido, y derriba al enemigo al que has visto”.

Horus despegó en el Disco Alado en busca del enemigo en los


cielos: se elevó hacia el horizonte en el Disco Alado de Ra; de ahí
se le llama “Gran Dios, Señor de los Cielos”.

En las alturas de los cielos, desde el Disco Alado, vio a los ene-
migos, y cayó sobre ellos por detrás. De la parte de delante soltó
contra ellos una Tormenta que no podían ver con sus ojos, ni oír con
sus oídos. Aquello les llevó la muerte a todos en un instante; ningún
ser quedó con vida a su paso. Después, Horus volvió al barco de Ra
con el Disco Alado, “que brillaba con muchos colores”, y escuchó
a Toth, dios de las artes mágicas, haciendo oficial su victoria. Toth
dijo: “¡Oh, Señor de los dioses! El Divino ha vuelto en el gran Dis-
co Alado, brillando con muchos colores...”

De ahí es llamado desde aquel día “El Divino”. Fue en el Alto


Egipto donde tuvo lugar esta primera batalla, la que mantuvo Horus
con “los enemigos”. Heinrich Brugsch, que fue el primero en publi-
car el texto de esta inscripción en 1,870 (Die Sage von der geflügten
Sonnenscheibé), sugirió que la “Tierra de Khenn” era Nubia, y que

124
Horus había divisado a los enemigos en Syene (el Asuán de hoy).

Las identificaciones son válidas, dado que la ciudad de Behutet,


que se le concedió a Horus como premio por su primera victoria,
no era otra que la ciudad de Edfú, que estuvo consagrada a Horus
desde entonces.

Las leyendas dicen que fue en Edfú donde Horus estableció una
fundición de metal divino, donde se forjaban singulares armas de
“hierro divino”. También era allí donde Horus entrenaba a un ejér-
cito de mesniu (Gente de Metal). Se les representó en las paredes
del templo de Edfú con el aspecto de hombres de cabeza rapada,
con una túnica corta y un grueso collar, con armas en ambas manos.
Por otra parte, entre los jeroglíficos de “hierro divino” y “gente
de metal” había un arma con forma de arpón que no se ha podido
descifrar.

Horus y los mesniu.

125
Conforme a estas leyendas egipcias, los mesniu fueron los pri-
meros hombres en ser armados por los dioses con armas hechas de
metal.

Estando ya controlada la región que se extiende entre Asuán y


Edfú, con guerreros bien armados y entrenados, los dioses se dis-
pusieron a avanzar hacia el norte, hacia el corazón de Egipto. Las
primeras victorias fortalecieron la alianza de los dioses, pues la dio-
sa asiática Ishtar (el texto egipcio la llama por su nombre cananeo,
Ashtoreth) se unió al grupo.

Desde el cielo, Horus llamó a Ra para que explorara la tierra


bajo ellos. Horus dijo: “¡Avanza, Oh Ra! ¡Busca a los enemigos que
hay abajo, en la tierra!”.

Entonces, Ra, se adelantó; y Ashtoreth fue con él. Y buscaron a


los enemigos en tierra; pero se habían escondido todos.

“Ra dijo a los dioses que le acompañaban: Llevemos nuestra


nave hacia el agua, pues el enemigo se encuentra en la tierra. Y a
aquellas aguas se les llamó desde entonces Las Aguas Recorridas”.
Mientras que Ra hacía uso de las capacidades anfibias de su vehí-
culo, Horus tuvo que hacerse con una nave acuática. De modo que
le dieron un barco, “y lo llamaron Mak-A (Gran Protector) hasta el
día de hoy”.

Fue entonces cuanto tuvo lugar la primera batalla en la que se


vieron involucrados los mortales: Los enemigos también iban por
el agua, haciéndose pasar por cocodrilos e hipopótamos, y se pusie-
ron a golpear el barco de Ra, el Halcón del Horizonte...

En ello, apareció Horus, junto con sus ayudantes, aquellos que


le servían como guerreros, cada uno llamado por nombre, con el
Hierro Divino y una cadena en las manos, y repelieron a los coco-
drilos e hipopótamos. Cazaron a 651 enemigos en aquel lugar que
fueron muertos a la vista de la ciudad.

Ra, le dijo a Horus: “Que este sitio se conozca como el lugar


donde llevaste a cabo tu victoria en las tierras del sur”.

Tras vencer a sus enemigos desde los cielos, sobre la tierra y en

126
las aguas, la victoria de Horus parecía completa; y Toth pidió que se
celebrara: Toth dijo a los otros dioses, “¡Oh Dioses del Cielo, ale-
grad vuestros corazones! ¡Oh Dioses de la Tierra, alegrad vuestros
corazones! El joven Horus ha traído la paz, después de realizar
extraordinarias hazañas en esta campaña”. A partir de entonces se
adoptó el Disco Alado como emblema del Horus victorioso. Desde
aquel día existen los emblemas metálicos de Horus. Se forjó como
emblema el Disco Alado, situándolo en la parte delantera del barco
de Ra. Y junto a él puso a la diosa del norte y a la diosa del sur,
representadas como dos serpientes.

A pesar de las palabras de Toth sobre Horus, como portador


de la paz, ésta aún no estaba a mano. El grupo de dioses seguía su
avance hacia el norte, y “vislumbraron dos brillos en la llanura que
hay al sudeste de Tebas, y Ra le dijo a Toth: Es el enemigo; que los
mate Horus... Y Horus hizo una gran masacre entre ellos”. Una vez
más, con la ayuda del ejército de hombres que había entrenado y
armado, Horus logró la victoria; y Toth siguió poniendo nombre a
los lugares en honor a las victoriosas batallas.

Mientras que con la primera batalla aérea se abrió paso a través


de las defensas que separaban a Egipto de Nubia en Syene (Asuán),
con las batallas que siguieron en tierra y en el agua, Horus se ase-
guró la curva del Nilo, desde Tebas a Dendera. Grandes templos y
emplazamientos reales proliferarían en tiempos futuros. Ahora, el
camino al corazón de Egipto estaba abierto.

Durante varios días, los dioses avanzaron hacia el norte, Horus


vigilando desde los cielos en el Disco Alado, Ra y sus compañeros
bajando el Nilo, y la Gente de Metal guardando los flancos por
tierra. Luego hubo una serie de breves pero fieros enfrentamientos;
los nombres de los lugares, en la antigua geografía egipcia, indican
que la ofensiva de los dioses llegó a la región de los lagos que, en
la antigüedad, se extendía desde el Mar Rojo hasta el Mediterráneo
(alguno de los cuales aún existe).

Los enemigos se distanciaron de él, hacia el norte. Se situaron


en la región del agua, de cara al mar que hay detrás del Mediterrá-
neo; y sus corazones estaban atenazados por el miedo que le tenían.
Horus, los acosaba desde el barco de Ra, con el Hierro Divino en
la mano. Y todos sus Ayudantes, con armas de hierro forjado, se

127
organizaron a su alrededor.

El intento de rodear y atrapar a los enemigos no dio resultado:


“Durante cuatro días y cuatro noches, recorrieron las aguas persi-
guiéndoles, sin llegar a ver ni uno de ellos”.

Ra aconsejó que subiera de nuevo al Disco Alado, y entonces


Horus pudo ver a los enemigos huyendo; “les arrojó su Lanza Di-
vina y los mató, haciendo gran aniquilación entre ellos. Trajo tam-
bién a 142 enemigos prisioneros en la parte delantera del barco
de Ra”, que fueron rápidamente ejecutados. Pero los enemigos que
habían logrado escapar, “se dirigieron por el Lago del Norte hacia
el Mediterráneo, al cual pretendían llegar navegando por la región
del agua. Pero el dios hirió sus corazones [con el miedo], y cuando
llegaron a la mitad de las aguas en su huida, se dirigieron desde el
lago occidental a las aguas que conectan con los lagos de la región
de Mer, con el fin de reunirse allí con los enemigos que había en la
Tierra de Seth”.

Al este, más allá de esta barrera de agua, se hallaban los domi-


nios de Seth, adversario de antiguo que había dado muerte a Osiris,
padre de Horus. Seth era el enemigo contra el cual habían lanzado
su ofensiva las fuerzas de Horus desde el sur. Ahora, Horus llegaba
a la frontera que separaba a Egipto de la Tierra de Seth.

Se dio una tregua en la lucha, durante la cual Horus llevó a


primera línea a su Gente de Metal armada, y Ra pudo llegar al es-
cenario en su barco. También los enemigos se reagruparon y cru-
zaron las aguas en retirada, a lo que siguió una importante batalla.
Esta vez, fueron capturados y ejecutados 381 enemigos, y Horus, al
calor de la batalla, cruzó las aguas y entró en el territorio de Seth.

Fue por este motivo, según la inscripción del gran templo de


Edfú, que Seth, enfurecido, se enfrentó a Horus en una serie de
batallas –por tierra y por aire– en una lucha de dios a dios. De esta
lucha hay varias versiones.

La victoria de Horus, se debe principalmente a la superioridad


de las armas con las que él y sus hombres iban armados, y al ma-
terial del cual estaban hechas. Así, según los escritos egipcios, el
hombre aprendió a levantar la espada contra el hombre.

128
Cuando terminaron los combates, Ra expresó su satisfacción
por las hazañas de “estas Gentes de Metal de Horus”, y decretó,
que a partir de entonces, “morarán en los santuarios” y se les servi-
rá con libaciones y ofrendas “como recompensa, porque han dado
muerte a los enemigos del dios Horus”.

Se les acomodó en Edfú, la capital de Horus en el Alto Egipto,


y en This (Tanis en griego, la bíblica Zo’an), capital del dios en el
Bajo Egipto. Con el tiempo, sobrepasarían su papel exclusivamente
militar y lograrían el título de Shamsu-Hor (Asistentes de Horus),
sirviéndole como ayudantes y emisarios humanos.

Todos estos son acontecimientos mitológicos, pero es probable,


que la victoriosa ofensiva que se le atribuye a Hor-Behutet (Horus
de Edfú) esté basado en las hazañas de algún invasor victorioso que
se estableció en Edfú en épocas muy antiguas.

Como todos los textos históricos egipcios, éste comienza con


una fecha: “En el año 363”. Las fechas indican siempre el año del
reinado del faraón al cual pertenece el acontecimiento: cada faraón
tenía su primer año, su segundo año, etc. Sin embargo, el texto en
cuestión no trata de asuntos de reyes, sino de asuntos divinos, de
una guerra entre dioses. Así pues, el texto relata acontecimientos
que habían sucedido en el “año 363” del reinado de un determinado
dios, y nos lleva a tiempos muy antiguos cuando los dioses, y no los
hombres, gobernaban Egipto.

Manetón fue el primer historiador conocido por haber dividi-


do la lista de soberanos egipcios en dinastías, una práctica que se
mantiene en la actualidad. Su Lista de los Reyes –nombre, duración
del reinado, orden de sucesión y algunos datos más– se conservó
principalmente gracias a los escritos de Julio Africano y de Eusebio
de Cesárea (en los siglos III y IV d. C.).

Manetón escribió que las dinastías de los faraones estuvo pre-


cedidas por otras cuatro dinastías: dos de dioses, una de semidioses
y una dinastía de transición. Dice que, al principio, siete grandes
dioses reinaron en Egipto, por un total de 12,300 años:

Ptah gobernó 9,000 años


Ra gobernó 1,000 años

129
Shu gobernó 700 años
Geb gobernó 500 años
Osiris gobernó 450 años
Seth gobernó 350 años
Horus gobernó 300 años
Los siete dioses gobernaron 12,300 años.

La segunda dinastía de dioses, según Manetón, estuvo com-


puesta por, doce soberanos divinos, el primero de los cuales fue
el dios Toth; éstos gobernaron durante 1,570 años. En total, según
él, 19 dioses gobernaron durante 13,870 años. Después, siguió una
dinastía de treinta semidioses, que reinaron durante 3,650 años. En
total, hubo 49 soberanos divinos y semidivinos en Egipto, que rei-
naron un total de 17,520 años.

Más tarde, durante 350 años, no hubo soberano para todo Egip-
to; fue una época caótica, durante la cual diez soberanos humanos
mantuvieron la realeza en This. Fue después cuando Mén estable-
ció la primera dinastía humana de faraones, y construyó una nueva
capital, consagrada al dios Ptah.

Los descubrimientos arqueológicos y el desciframiento de la


escritura jeroglífica han convencido a los expertos de que las dinas-
tías faraónicas tuvieron probablemente su inicio en Egipto hacia el
3,100 a. C., y ciertamente, con un soberano cuyo jeroglífico signi-
fica Mén. Él unificó el Alto y el Bajo Egipto, y estableció su capi-
tal en una nueva ciudad llamada Men-Nefer (La Belleza de Mén),
Menfis en griego.

Su ascenso al trono de un Egipto unido, siguió a un período


caótico, tal como afirmaba Manetón. En una inscripción que figura
en un objeto conocido como la Piedra de Palermo, que ha conser-
vado al menos nueve nombres arcaicos de reyes que llevaron sólo
la Corona Roja del Bajo Egipto y que gobernaron antes que Menes.
Se han encontrado tumbas y objetos pertenecientes a reyes arcaicos
que llevaban nombres como Escorpión, Ka, Zeser, Narmer y Sma.

Un importante documento arqueológico que trata de la reale-


za egipcia, el llamado Papiro de Turín, comienza con una dinastía
de dioses en la que se enumera a Ra, Geb, Osiris, Seth y Horus,
después Toth, Maat y otros, y asigna a Horus –justo al igual que

130
Manetón– un reinado de 300 años. Este papiro, data de la época de
Ramsés II, enumera a 38 soberanos semidivinos después de los di-
vinos: “Diecinueve Jefes del Muro Blanco y diecinueve Venerables
del Norte”.

Según el Papiro de Turín, entre ellos y Menes hubo una serie de


reyes humanos bajo la protección de Horus; y su epíteto fue el de
Shamsu-Hor.

Ptah y el resto de dioses recibían el nombre egipcio de Ntr


–“Guardián, Vigilante”. Según los egipcios, habían llegado a su
tierra desde Ta-Ur, la “Tierra Lejana/Extranjera”, cuyo nombre Ur
significaba “antaño, antiguo”, pero también podría ser el nombre
de un lugar real, un lugar muy conocido tanto en los escritos del Ta-
naj y la Biblia, como una ciudad caldea de Mesopotamia: la antigua
ciudad sumeria de Ur, en el sur de Mesopotamia.

Los estrechos del Mar Rojo, que conectaban Mesopotamia con


Egipto, recibían el nombre de Ta-Neter, el “Lugar de los Dioses”, el
paso por el cual habían llegado a Egipto, los primitivos dioses lue-
go del diluvio, que el Tanaj y la Biblia dicen que estuvo conducido
por Cam uno de los hijos de Noé. Cam tuvo varios hijos: Cus, Mi-
zraim. Put y Canaán, cuyos descendientes darán nombre a diferen-
tes grupos humanos que nosotros los conocemos como “camitas”,
compuesto por los etíopes, egipcios, cananeos y otros. Por su parte
Sem otro hijo de Noé, también tendrá sus propios descendientes:
Elam, Asur, Arfaxad, Lud y Aram, comúnmente llamados “semi-
tas”, de los que provendrá Abraham el patriarca de los hebreos. El
tercer hijo de Noé fue Jafet, y sus hijos son: Gomer, Magog, Madai,
Javán, Tubal, Mesec y Tiras, de los que surgirán los llamados “jafe-
tanos” que poblaran la India y otras zonas del Asia.

La relación entre el Medio Oriente y el Egipto es evidente, tanto


así que los nombres de los dioses de antaño de Egipto derivaban
del “semita”, del acadio para ser precisos. Así, Ptah, que no tiene
ningún significado en egipcio, en lengua semita significa: “el que
elaboraba cosas tallando y abriendo”.

Después de 9,000 años, según Manetón, Ra, un hijo de Ptah, se


convirtió en soberano de Egipto. Su nombre tampoco tiene signi-
ficado en egipcio, pero debido a que Ra estaba relacionado con un

131
brillante cuerpo celeste, los expertos asumen que Ra significa “bri-
llante”. Sin embargo hay mayor certeza que uno de los apodos de
Ra, “Tem”, tiene la connotación semita de “el Completo, el Puro”.

Los egipcios creían que Ra había llegado a la Tierra desde el


“Planeta de los Millones de Años” en una Barca Celeste, cuya parte
superior, de forma cónica, a la que llamaban Ben-Ben (“Ave Pira-
midal”), fue conservada posteriormente en un santuario especial-
mente construido en la ciudad sagrada de Anu (En la bíblica On,
mejor conocida por su nombre griego, Heliópolis). Anu o An era
un dios sumerio, padre de Enlil y Enki, dos hermanos rivales en-
conados.

En tiempos dinásticos, los egipcios peregrinaban a este santua-


rio para ver el Ben-Ben y otras reliquias relacionadas con Ra y
los viajes celestes de los dioses. Fue a Ra, como Tem, a quien se
consagró la ciudad que en la Biblia se conoce como Pi-Tom –“La
Puerta de Tem”–, construida por los esclavos israelitas durante su
cautiverio en Egipto.

Los sacerdotes heliopolitanos fueron los primeros en anotar las


leyendas de los dioses de Egipto y en dar cuenta de que la prime-
ra “compañía” de dioses, encabezada por Ra, constaba de nueve
“Guardianes” –Ra y cuatro parejas divinas que le siguieron–. La
primera pareja divina que gobernó cuando Ra se cansó de estar en
Egipto fueron sus propios hijos, el varón, Shu (“Sequedad”), y la
hembra Tefnut (“Humedad”); su principal tarea, según los relatos
egipcios, fue la de ayudar a Ra en el control de los cielos sobre la
Tierra.

Shu y Tefnut sentaron precedente para los faraones mortales de


tiempos posteriores, que asumirían la costumbre de que el rey se-
leccionara a una hermanastra como esposa real. A ellos les siguie-
ron en el trono divino, según nos dice Manetón en ambos casos,
sus hijos, otra vez hermano y hermana: Geb (“El Que Amontona la
Tierra”) y Nut (“El Firmamento Extendido”).

El enfoque puramente mitológico de los relatos egipcios acerca


de los dioses –el de las gentes primitivas que observaban la Natura-
leza y veían “dioses” en sus fenómenos– ha llevado a los expertos
a suponer que Geb representaba a la Tierra deificada, y Nut a los

132
Cielos; y que, al decir de Geb y de Nut que eran el Padre y la Madre
de los dioses que reinaron después en Egipto, los egipcios creían
que los dioses habían nacido de la unión de la Tierra y el Cielo.

Pero si tomamos literalmente las leyendas y los versículos de


los Textos de la Pirámide y El Libro de los Muertos, veremos que
Geb y Nut recibían estos nombres debido a las actividades relacio-
nadas con la periódica aparición del ave Bennu, de la cual los grie-
gos obtuvieron la leyenda del Fénix: un águila de plumaje rojo y
oro, que moría y volvía a aparecer a intervalos que se prolongaban
durante varios milenios.

Era por esa ave, cuyo nombre era el mismo que el del artilugio
en el cual Ra aterrizó en la Tierra, que Geb realizaba grandes obras
en la tierra y Nut “extendía el firmamento del cielo”. Parece ser que
estas hazañas las realizaban los dioses en la “Tierra de los Leones”;
era allí donde Geb “había abierto la tierra” para el gran objeto
esférico que llegaba desde los “cielos extendidos” y aparecía por
el horizonte.

Con posterioridad a los hechos descritos, Geb y Nut entregarían


la soberanía de Egipto a sus cuatro hijos: Asar (“El Que Todo lo
Ve”), al que los griegos llamaron Osiris, y su hermana y esposa Ast,
mejor conocida como Isis; y Seth y su esposa Neftis (Nebt-Hat,
“Dama de la Casa”), hermana de Isis.

Fue de estos dioses de Egipto, de los que más trataron los relatos
egipcios; pero, al representar a Seth, nunca se le mostró sin su dis-
fraz animal: nunca se le veía el rostro, y el significado de su nombre
desafía aún hoy a los egiptólogos, que por otra parte es idéntico al
nombre dado en la Biblia al tercer hijo de Adán y Eva: Set.

2.4 LOS DIOSES Y LA SUCESIÓN.

En la mitología egipcia los hermanos se casaban con sus propias


hermanas, lo que generaba problemas de sucesión. La solución fue
dividir el reino: a Osiris le dieron las tierras bajas del norte (el Bajo
Egipto), y a Seth se le dio la zona montañosa del sur (el Alto Egip-
to). Lo cierto es que Seth no se quedó satisfecho con la división de
soberanía, y recurrió a diversas intrigas para obtener el control de
la totalidad de Egipto.

133
Los dioses –más tarde, los hombres– podían tener, además de
la esposa oficial, una o más concubinas, así como engendrar hijos
a través de amoríos ilícitos, y la primera regla de la sucesión se
modificó: el heredero al trono debía ser el primogénito de la es-
posa oficial. Si la esposa oficial no tenía un hijo, el primogénito
de cualquiera de las concubinas se convertiría en el heredero. Sin
embargo, si en cualquier momento, incluso después del nacimiento
del primogénito heredero, el soberano tenía un hijo con su propia
hermanastra, este hijo suplantaba al primogénito y se convertía en
el heredero legal. Esta costumbre fue la causa de muchas rivalida-
des y conflictos entre los Dioses del Cielo y la Tierra.

¿A dónde queremos llegar con esto? Nut había tenido tres hijos:
el primogénito era Osiris y el último Seth. También había dado a
luz a dos hijas, Isis y Neftis. Pero no todos estos hijos tenían por
padre a Geb: sólo Seth y Neftis eran hijos de éste. Osiris y su se-
gundo hermano en realidad tenían por padre a Ra, que llegó hasta
su nieta sigilosamente; e Isis tenía por padre a Toth, que, “estando
asimismo enamorado de la misma diosa”, le correspondió de varias
formas “en recompensa por los favores que había recibido de ella”.

De ello, la situación era ésta: el primogénito era Osiris y, aun-


que no era hijo de Geb, sus pretensiones a la sucesión eran mayores,
al tener por padre al mismísimo Ra. Pero el heredero legítimo era
Seth, por haber nacido del soberano en el poder, Geb, y su herma-
nastra Nut. Por si esto fuera poco, las cosas se complicaron después
con sus descendientes de los dos hermanos, para asegurarse que su
heredero fuera el siguiente sucesor legítimo.

Seth necesitaba tener un hijo con su hermanastra Isis, mientras


que Osiris podía lograrlo teniendo un hijo con Isis o con Neftis (por
ser ambas hermanastras de él). Osiris bloqueó deliberadamente las
posibilidades de Seth para que sus descendientes gobernaran Egip-
to al tomar a Isis por esposa. Seth se casó con Neftis, pero ella era
hermana y no hermanastra, y ninguno de sus descendientes tendría
derecho al trono. Este era el escenario del odio de Seth contra Osi-
ris, que le había privado tanto del trono como de la sucesión.

Seth busco la ocasión de vengarse. Según Plutarco, con motivo


de la visita a Egipto de “cierta reina de Etiopía llamada Aso”. Ayu-
dado en la conspiración por sus partidarios, Seth celebró un ban-

134
quete en honor de la reina, al cual fueron invitados todos los dioses.

Para sus maquinaciones, Seth había hecho construir un magní-


fico cofre, lo suficientemente grande como para albergar el cuerpo
de Osiris: “Llevó el cofre a la sala del banquete, donde, tras ser
enormemente admirado por todos los presentes, Seth, como si de
una broma se tratara, prometió regalárselo a aquél cuyo cuerpo
encajara en él. Y así, uno tras otro, todos se fueron metiendo en el
cofre. Osiris, que era el último de todos, se tumbó en el cofre; y, en
ese momento, los conspiradores se abalanzaron inmediatamente,
cerraron el cofre sobre él y lo tachonaron con clavos, derramando
luego plomo fundido sobre él”.

Llevaron el cofre donde estaba cautivo Osiris a la orilla del mar,


y en Tanis, donde el Nilo se funde con el Mediterráneo, lo hundie-
ron.

Isis vestida de luto y después de cortarse un mechón de su ca-


bello como señal de duelo, partió en busca del cofre. “Por fin, le
dieron noticias más concretas sobre el arca, que había sido llevada
por las olas del mar hasta la costa de Biblos” (en lo que es ahora
el Líbano).

Isis recuperó el cofre donde estaba el cuerpo de Osiris y lo ocul-


tó en un lugar apartado hasta que diera con la forma de resucitarlo.
Pero, de algún modo, Seth lo encontró, tomó el cofre y cortó el
cuerpo de Osiris en catorce pedazos, que dispersó por todo Egipto.

Una vez más, Isis partió, esta vez en busca de los miembros dis-
persos de su hermano y marido. Según unas versiones, Isis enterró
los pedazos allá donde los encontró, dando inicio al culto de Osiris
en aquellos sitios; según otras versiones, Isis juntó las partes que
encontró, dando inicio a la costumbre de la momificación. Todos
coinciden en que encontró todos los pedazos excepto uno: el falo
de Osiris.

No obstante, antes de deshacerse finalmente del cuerpo, Isis se


las ingenió para extraer de él la “esencia” de Osiris, y se inseminó
a sí misma con su simiente, concibiendo así y dando a luz a un hijo
de ambos: Horus. Después de nacer, Isis lo ocultó de Seth en las
ciénagas de papiros del delta del Nilo.

135
Se han encontrado muchas leyendas relativas a los aconteci-
mientos que siguieron: las leyendas, copiadas y recopiadas en papi-
ros, conformaron los capítulos de El Libro de los Muertos, o se uti-
lizaron como versículos en Los Textos de la Pirámide. Todas juntas,
nos revelan un importante drama en el que hubo maniobras legales,
secuestros por cuestiones de estado, el regreso mágico del mundo
de los muertos, homosexualidad y, por último, una gran guerra, un
drama en el cual el premio era el Trono Divino de los dioses.

Todos parecían creer que Osiris había perecido sin dejar un


heredero, Seth pensó que podría conseguir un heredero legítimo
forzando a Isis a casarse con él. De modo que la secuestró y la
mantuvo retenida hasta que consintiera; pero, con la ayuda del dios
Toth, Isis se las compuso para escapar. Una versión, que se encuen-
tra en la llamada Estela Metternich, escrita como un cuento por la
propia Isis, detalla su fuga en la noche y sus aventuras hasta llegar
a las ciénagas donde Horus se hallaba escondido, pero lo encontró
agonizando, debido a la picadura de un escorpión.

La gente que vivía en las ciénagas acudió al oír sus lamentos,


pero no podían hacer nada por ayudarle. Entonces, llegó la ayuda,
desde una nave voladora. Isis exhaló un grito al cielo y dirigió su
súplica al Barco del Millón de Años. Y el Disco Celeste siguió allí,
y no se movió del lugar en el que estaba. Y Toth bajó, e iba provisto
de mágicos poderes, y estaba en posesión del gran poder que hace
que la palabra se haga realidad. Y dijo: “Oh Isis, tú diosa, tú glorio-
sa, que tienes el conocimiento de la boca; mira, ningún mal caerá
sobre el niño Horus, pues del Barco de Ra viene su protección. He
venido en este día en el Barco del Disco Celeste, desde el lugar en
donde estaba ayer. Cuando llegue la noche, esta Luz extraerá [el
veneno] para la curación de Horus... He venido desde los cielos
para salvarle el niño a su madre”.

Liberado de la muerte por Toth y, según algunos textos, inmu-


nizado para siempre como resultado del tratamiento de éste, Horus
creció como Netch-atef, “Vengador de su Padre”. Educado y entre-
nado en las artes marciales por las diosas y los dioses que habían
apoyado a Osiris, fue preparado como un Príncipe Divino, y un día
apareció ante el Consejo de los Dioses para reclamar el trono de
Osiris.

136
2.5 HORUS VENCE A SETH.

De los muchos dioses que se sorprendieron con su aparición,


ninguno lo estuvo tanto como Seth. Todos parecían preguntarse:
¿Será verdad que Osiris es el padre de este joven? Tal como se des-
cribe en un texto conocido como El Papiro N° 1 de Chester Beatty,
Seth propuso que las deliberaciones de los dioses se pospusieran
con el fin de darle ocasión para discutir el problema pacíficamente
con su recién aparecido sobrino, e invitó a Horus diciéndole: “ven,
pasemos un día agradable en mi casa”.

Horus aceptó, pero lo que Seth tenía en mente no era hacer las
paces: al caer la noche, les prepararon el lecho, y ambos yacieron
en él. Y, durante la noche, Seth hizo que su miembro se pusiera
rígido, y se lo puso entre las nalgas a Horus.

Cuando los dioses se reunieron en el siguiente consejo, Seth exi-


gió que el Cargo de Soberano se resolviera a su favor, pues Horus
había quedado incapacitado para ello: ¡Fuese o no de la simiente de
Osiris, la simiente de Seth se encontraba ahora en él, autorizándole
para sucederle, no para precederle!

Llegó entonces el turno de Horus: Cuando Seth eyaculó su se-


men, “tomé la simiente entre mis manos”, dijo Horus. A la mañana
siguiente, se lo mostré a mi madre, diciéndole lo que había sucedi-
do. Y, entonces, Isis hizo que Horus erigiera su miembro y derra-
mara su semen en una copa. Luego, la diosa fue al huerto de Seth
y derramó el semen de Horus en una lechuga que, más tarde, Seth
ingeriría sin darse cuenta. Así pues, anunció Horus, “¡No sólo es
que la simiente de Seth no está dentro de mí, es que mi simiente
está dentro de él! ¡Es Seth el que ha quedado incapacitado para el
cargo!”

Desconcertados, los dioses convocaron a Toth para resolver el


caso. Éste analizó el semen que Horus le había dado a su madre, y
que Isis había conservado en un cuenco; y se comprobó que, efec-
tivamente, era el semen de Seth. Después, examinó el cuerpo de
Seth, y confirmó que contenía el semen de Horus...

Enfurecido, Seth no esperó a que continuaran las deliberacio-


nes. Sólo un combate a muerte podía zanjar el tema ahora, gritó

137
cuando se marchaba.

Por aquel entonces, según Manetón, Seth llevaba gobernando


350 años. Si a eso le sumamos el tiempo que le llevó a Isis encon-
trar las trece partes del desmembrado Osiris, tendremos que, “en el
año 363”, fue cuando Ra se unió a Horus en Nubia, desde donde le
acompañaría en la guerra contra “el Enemigo”.

Según la inscripción del templo de Edfú, la primera batalla cara


a cara entre Horus y Seth tuvo lugar en el “Lago de los Dioses”,
conocido a partir de entonces como “Lago de la Batalla”. Horus
consiguió golpear a Seth con su Lanza Divina y, cuando éste cayó,
Horus lo capturó y lo llevó ante Ra. “Tenía su lanza en el cuello
[de Seth], y el malvado tenía las piernas encadenadas, y el dios
[Horus] le había cerrado la boca con un golpe de mazo”.

Ra decidió que Isis y Horus podían hacer con Seth y con los
otros “conspiradores” capturados lo que se les antojara.

Pero cuando Horus se puso a cortarles las cabezas a los prisio-


neros, Isis se compadeció de su hermano Seth y lo dejó en libertad.
Existen varias versiones de lo que sucedió después, entre las que
se encuentra una conocida como el Cuarto Papiro de Sallier; y, se-
gún la mayoría, la liberación de Seth enfureció tanto a Horus que
decapitó a su propia madre, Isis; pero el dios Toth volvió a poner
la cabeza cercenada en su sitio y la resucitó. Esto también cuenta
Plutarco.

Tras su fuga, Seth se ocultó en un túnel subterráneo y, después


de una tregua de seis días, tuvo lugar una serie de batallas aéreas.
Horus se elevó en un Nar, un “Pilar ígneo”, que en las represen-
taciones aparece como una nave alargada y cilíndrica, dotada de
aletas o alas cortas. En la proa se adivinan como dos “ojos”, que
cambiaban de color, de azul a rojo y nuevamente a azul; en la parte
trasera, parecen verse estelas como de un reactor; de la parte fron-
tal, el artilugio despedía rayos.

Los textos describen una larga y enconada batalla, y el primero


en ser golpeado fue Horus, que fue alcanzado por un rayo de luz del
vehículo de Seth. El Nar perdió uno de sus “ojos”, y Horus prosi-
guió el combate desde el Disco Alado de Ra. Desde éste vehículo,

138
Horus disparo un “arpón” a Seth; en esta ocasión, Seth recibió el
golpe, y perdió los testículos...

El “arpón” era en realidad un ingenioso cohete triple: cuando se


disparaba el primer proyectil, el más grande, se abría camino para
que fueran lanzados los otros dos más pequeños. Esta arma era apo-
dada como el “Arma de Treinta”, y estos proyectiles serían lo que
en la actualidad llamamos: Misiles de Cabezas Múltiples.

Los grandes dioses pidieron una tregua y, una vez más, convo-
caron a los adversarios ante el Consejo de los Dioses. Sabemos algo
de los detalles de las deliberaciones gracias a un texto que el faraón
Shabako (siglo VIII a. C.) ordenó inscribir en una columna de pie-
dra. En él, el faraón afirma que el texto es una copia hecha a partir
de un viejo manuscrito de cuero, “devorado por los gusanos”, que
se encontró enterrado en el gran templo de Ptah en Menfis.

Este Consejo redividió Egipto entre Horus y Seth a lo largo de


las líneas de separación de la época de Osiris, pero Geb tenía se-
rias dudas y desestimó la decisión, pues estaba preocupado por la
cuestión de la continuidad: ¿Quién “abriría el cuerpo” para las su-
cesivas generaciones? Seth, al haber perdido los testículos, ya no
podía tener descendencia... De modo que Geb, “Señor de la Tierra,
dio como patrimonio a Horus” la totalidad de Egipto. A Seth se le
iba a dar un dominio lejos de Egipto; en lo sucesivo, sería para los
egipcios una deidad asiática.

El Consejo de los Dioses aceptó las recomendaciones de forma


unánime. El final de la reunión es relatado en el Papiro de Hunefer:

Horus está triunfante en presencia de toda la compañía de los


dioses. A él se le ha dado la soberanía del mundo, y el dominio
hasta los confines de la Tierra. El trono del dios Geb se le ha ad-
judicado a él, junto con el grado que fue fundado por el dios Shu.

Y el papiro prosigue diciendo que esta legitimización, “se ha


formalizado por decretos [conservados] en la Cámara de Regis-
tros; Se ha inscrito en una tablilla de metal, de acuerdo con los
mandatos de mi padre Ptah... Dioses celestes y dioses terrestres se
transfieren a los servicios de tu hijo Horus. Ellos le siguen a la Sala
de Decretos. Él será su señor”.

139
140
III. LOS DIOSES SUMERIOS
Y
EGIPCIOS.
Las tablillas sumerias, acadias y asirias, narran que sus dioses
llegaron del espacio y por sus propias necesidades crearon la hu-
manidad.

El hombre que había sido creado por los nefilim o también lla-
mados anunnakis (los que del cielo bajaron), prosperaron en gran
número. Sus hijas se hicieron agradables a los ojos de los anunna-
kis y ellos procrearon hijos con ellas, generando malestar entre los
líderes. Uno de ellos llamado Enlil, quería eliminarlos y no pudo.

Cuando la tierra entro en un periodo de glaciación, que había


sido detectado por los anunnakis, consideraron que era la oportuni-
dad para eliminar a los humanos.

3.1 LO QUE CUENTAN LAS TABLILLAS DE BARRO.

Un misterioso emisario se le aparece a Enki en una visión-sue-

141
ño y le dijo que salve a la Humanidad a través de su hijo Ziusu-
dra (Noé, Utnapishtim o Atrahasis), Mediante un subterfugio, Enki
instruye a Ziusudra para que construya una nave sellada que no se
hundirá. Cuando se inicia el diluvio, Enki le proporciona un nave-
gador que sube a bordo, llevando las simientes de vida de la Tierra,
mientras los nefilim o anunnakis parten al espacio.

Los Anunnaki se lamentan de la calamidad desde la órbita te-


rrestre, mientras la tierra es asolada. Concluida las lluvias, la em-
barcación de Ziusudra se dirige al Monte de la Salvación (Ararat) y
allí descienden de la nave, cuando las aguas se retiran. Los anunna-
kis, que estaban orbitando, también descienden y se sorprenden que
Ziusudra no pereció. Enlil descubre el doblez de Enki y le acusa
de haber salvado a Ziuzudra y sus acompañantes. Enki convence a
Enlil de que el Creador de Todo lo había destinado así y que eran
necesarios para reestablecer la vida en el planeta.

Allí, en una Cámara de Creación, producen semillas y ganado


que son entregados a los hombres para que los cultiven y pastoreen,
y de esta manera aseguran los alimentos. Se establecen nuevas ins-
talaciones en las antiguas ciudades destruidas. Entre éstas, se inclu-
yen dos montículos artificiales y una escultura con forma de león.
Ninmah propone un plan de paz para resolver la creciente rivalidad
de Enlil y Enki. La tierra del espacio puerto de Tilmun, se declara
zona neutral y se le concede a Ninmah, que recibe el nombre de
Ninhursag.

En la mitología sumeria, Dilmun, o Tilmun es a veces descrito


como “El lugar de la salida del sol” o “La tierra de la vida” y su
patrona es Ninsikil. Una de las tablillas del Mito de Enki y Nin-
hursag, la describe como “Una tierra virginal y prístina, donde los
leones no matan, los lobos no se llevan a los corderos, los cerdos
no saben que los granos son para comer”. Aparentemente, es el
lugar donde tuvo escena la historia épica de la creación del hombre,
protagonizada por Enki, Ninhursag y Nammu y relatada en el Enu-
ma Elish. En Dilmun es donde fue enviado Ziuzudra (Utnapishtim
o Atrahasis), luego del diluvio, para vivir por siempre. Además, era
donde se encontraba la morada de Ninlil, la diosa del aire.

Tras el diluvio, el suelo se seca, las llanuras y los valles de los


ríos se repueblan. Encuentran oro en abundancia que llega desde las

142
Tierras Más Allá de los Mares. Y Anu y su esposa Antu llegan en
una visita memorable. Los líderes se dan cuenta de que son mario-
netas del Destino y asignan cuatro regiones. Solo a tres regiones de
civilización tendrán acceso la Humanidad.

A Enlil le asignan Mesopotamia, Asia y Europa. Esta es la Pri-


mera Región donde estaban las instalaciones espaciales, ahora son
tierras enlilitas. La primera civilización del Hombre, Sumeria, co-
mienza en la Primera Región. El hijo de Enlil, Ninurta, heredó las
tierras de Elam, Persia y Asiria, mientras que su otro hijo Ishkur,
heredará Asia menor y las islas del Mediterráneo.

A Enki le asignan el África, y su hijo Marduk hereda Egipto.

A Inanna se le conceden los dominios de la Tercera Región (el


Valle del Indo).

Los dioses conceden la realeza a sus súbditos más fieles en las


tres regiones y comienzan las guerras para hegemonizar en ellas.

Marduk, hijo de Enki hereda las Tierras Oscuras (Mizraim) que


hoy conocemos como Egipto. Los nietos de Marduk se pelean: Satu
(Seth) asesina a Asar (Osiris).

Fecundándose a sí misma, Asta (Isis), la esposa de Asar (Osi-


ris), engendra a Horon (Horus).

Horon vence a Satu en batallas aéreas sobre Tilmun.

Los enlilitas tienen las Tierras de Antaño (Sumer) y estiman


prudente preparar otro espacio puerto.

Dumuzi, el hijo de Enki, e Inanna, la nieta de Enlil, se enamo-


ran. Pero Marduk provoca la muerte de su hermano Dumuzi.

Buscando su cuerpo, Inanna muere, y desciende al hades para


rescatar a Dumuzi, pero no lo logra y posteriormente resucita. En-
tonces Inanna lanza una guerra para apresar y castigar a Marduk.
Los enlilitas apoyan a la nieta de su Señor y entran en el escondrijo
de Marduk, en el Gran Monte y sellan la cámara superior, sepultan-
do vivo a Marduk.

143
Sarpanit, la esposa de Marduk, y Nabu, su hijo, ruegan por su
vida, ante los grandes dioses. Ningishzidda (Thot), conocedor de
los secretos del Monte, llega hasta Marduk.

Anu indulta a Marduk al partir de retorno al cielo, pero Marduk


mantiene su rebeldía, tras serle perdonada la vida y va al exilio.
Enki y Enlil dividen la Tierra entre el resto de sus hijos.

Marduk usurpa un lugar para construir una torre de lanzamiento


ilícita que es frustrado por los Enlilitas, entonces Marduk se apode-
ra de la Segunda Región (Valle del Nilo) y depone y exilia a Ningi-
shzidda (Thot) a tierras lejanas.

Marduk se declara a sí mismo Ra, dios supremo de una nueva


religión y da inicio a los reinados faraónicos para marcar una nueva
civilización.

Enlil designa a su hijo Ishkur para que proteja las fuentes de


metal de sus tierras en la Primera Región.

Toda esta mitología que tiene sustento en evidencias arqueló-


gicas, se refiere a cuando los dioses gobernaban la tierra, pero hay
evidencia hebrea en el Tanaj y la Biblia que se refiere al periódo
cuando los dioses cedieron el poder a los hombres en consonancia a
las narraciones cuneiformes sumerias. Es decir el Tanaj y la Biblia,
complementan las narraciones de las tablillas de barro que son las
más antiguas.

Después de unos cuarenta años de negociación y meditación,


los poderes de los Anunnaki, fueron concedidas a la realeza en la
tierra, en el primer rey se instaló en Kish (también conocido como
el Cush en el Tanaj y la Biblia). En ese tiempo, “no había aún reina
en la tierra; La regla fue sostenida por los dioses”.

Kish se convierte en la primera capital, bajo la égida de Ninurta,


el primogénito de Enlil. Los hombres nombrados por Enlil para ser
reyes se llamaran LU.GAL, “Hombres Poderosos”. Encontramos
el mismo registro de este evento en el Libro del Bereshit o Génesis
10: 8 al 10 del Tanaj y la Biblia correspondiente.

“Y Cush engendró a Nimrod: comenzó a ser un poderoso en la

144
tierra. Fue un poderoso cazador delante de Jehová; por lo cual se
dice: Nimrod, el poderoso cazador delante de Jehová. Y el prin-
cipio de su reino fue Babel [Babilonia], Erech [Uruk], Accad y
Calneh, en la tierra de Shinar [Sumeria]”.

Mientras que el relato del Tanaj y la Biblia, incluye los nombres


de ciudades como Kish, Babilonia, Uruk, Accad y Calneh en la tie-
rra de Sumeria, la Lista de Reyes de Sumeria afirma que la Realeza
pasó de Kish a Uruk y a Ur, omitiendo la mención de Babilonia.
Esta aparente discrepancia parece estar relacionada con la debacle
de la Torre de Babel y, en última instancia, a Marduk (hijo de Enki
y conocido por los egipcios como Ra), quien se había revelado an-
tes de las Guerras de la Pirámide, contra el hijo de Enlil, ocasionan-
do con ello, que Marduk quede sepultado en la Gran Pirámide, del
cual saldrá bastante bien puesto, pero persistirá en su tentativa de
obtener el poder en Mesopotamia, como efectivamente ocurrirá en
el tiempo de Abram en el relato del Tanaj y la Biblia que nuevamen-
te complementa a las narraciones de las tablillas sumerias, que en
nuestro libro “Abraham el Patriarca Guerrero”, tratamos el tema
con amplitud.

3.2 LAS EVIDENCIAS SUMERIAS.

En la mitología escrita de sumeria, acadia, asiria y babilonia hay


narraciones que mencionan que los dioses llegaron del cielo antes
del diluvio y que vivieron en la tierra donde crearon al hombre para
que trabaje, para ellos. Cuando estos se hicieron “molestosos”, de-
cidieron eliminarlos con diversas medidas, pero fallaron. Y ante la
eminencia de una catástrofe global, condenaron a la humanidad a
que desaparezca de la faz de la tierra con el diluvio, mientras ellos
se escaparon abordando sus naves para dirigirse al espacio exterior.
Pero la humanidad sobrevivió a ella.

Cuando los Anunnaki aterrizaron en nuestro planeta y decidie-


ron construir en Mesopotamia su espacio-puerto e instalaciones au-
xiliares, el Centro de Control de la Misión era Nippur (“El Local de
la Travesía”), que era un recinto “sagrado”, o prohibido, que estaba
bajo el control de Enlil y se llamaba KI.UR (“Ciudad de la Tierra”).
En la parte céntrica de ese recinto, en lo alto de una plataforma ar-
tificial elevada, quedaba el DUR.AN.KI (“El Vínculo entre el Cielo
y la Tierra”). Cuentan los textos sumerios, él era “un alto pilar

145
alcanzando el firmamento, vuelto hacia el cielo”. Asentado sobre
“una plataforma que no puede tumbar”, el pilar era usado por Enlil
para “pronunciar la palabra” en la dirección del cielo.

En escritura pictográfica se halló un sistema de grandes antenas,


radares y una estructura de comunicaciones, dentro de la “altísi-
ma casa” de Enlil, donde estaba escondida una cámara misteriosa
llamada DIR.GA, término que significa, en traducción literal, “cá-
mara oscura en forma de corona”. Estos términos, ¿eran tentativas
sumerias de describir antenas e instrumentos de comunicación so-
fisticados de los nefilim con el espacio?

En la DIR.GA, Enlil y sus asistentes guardaban los Me también


llamados “Tablas Celestiales” o “Tablas del Destino”, que contenía
la información sobre vuelos espaciales y orbitales, así como otros
conocimientos, que le daban el control de toda la tierra.

Suspensas se quedaron las Divinas Fórmulas.


La inmovilidad se esparció.
El silencio prevaleció...
El brillo del santuario fue robado.

Los Me fueron robados, por Pazuzu y origino una gran preocu-


pación al Concejo Anunnaki, que ordeno su inmediata recuperación
ya que la estabilidad se hallaba en peligro. Pazuzu finalmente fue
derrotado por Ninurta y condenado a muerte.

Tan misteriosa cuanto los éteres lejanos


Como el cenit celestial.
Entre sus emblemas... los emblemas de las estrellas;
El ME él ejecuta con perfección.
Sus palabras son murmullos...Sus palabras son vehículos
graciosos.

Las cartas celestes que el dios y sus ayudantes “ejecutaban con


perfección”, en la DIR.GA donde se guardaban los Me, es un tér-
mino que puede referirse al almacenamiento de información, en un
dispositivo informático. Es uno de los mitos que asocia al “cenit
celestial” (Cielo) de donde llegaron los dioses, los altos conoci-
mientos tecnológicos que tenían (Me) y la comunicación que estos
mantenían con su lugar de origen en las estrellas mediante artefac-

146
tos o artilugios tecnológicos.

3.2.1 El paralelo 30.

Ellos poseían tecnología para desplazarse por los aires, y esto


explica la facilidad con la que actuaron para hacer que las ciudades
sagradas que ellos fundaran se hallen alineadas sobre la superficie
terrestre

Las ciudades sagradas de las cuatro regiones citadas por los tex-
tos sumerios quedaban en el paralelo 30 norte. Esa localización no
es mera coincidencia, es el resultado de un acuerdo entre Ea, Enlil,
Enki y Ninurta, y sus descendientes, en constante disputa.

El paralelo 30 norte y el paralelo 30 sur.

Los textos sumerios cuentan que, “cuando la monarquía des-


cendió del Cielo”, después del diluvio, “ella estaba en Eridu”, y
esta queda en el paralelo 30 norte, el más próximo a él permiti-
do por el área pantanosa del alto del golfo Pérsico. Y a pesar de
que el centro administrativo-secular de Sumeria había cambiado
de ciudad de tiempo en tiempo, Eridu continuó siendo siempre una
ciudad sagrada.

147
Según la tradición sumeria Eridu era la más antigua de las ciu-
dades de Mesopotamia. La antigüedad de la ciudad fue demostrada
por los arqueólogos, habiéndose datado en torno al 4,900 a. C. Se-
gún las tablillas que mencionan la “Lista Real Sumeria” los prime-
ros reyes mitológicos, sucesores del reinado del cielo, son los de
Eridu: En Eridu, Alulim llegó a ser rey; gobernó durante 28,800
años. Alaljar gobernó durante 36,000 años. Dos reyes gobernaron
durante 64,800 años. Entonces Eridu cayó y el reinado fue dado a
Bad-tibira.

Una de las cosmogonías de la mitología sumeria, denominada


“cosmogonía de Edigu”, dice que la materia primordial del univer-
so estaba formada por las aguas dulces y saladas, personificadas en
Apsu y Tiamat, quienes darán a luz al Cielo y a la Tierra, los cuales,
a su vez, engendrarían a todos los grandes dioses. Otro mito de Eri-
du contaba que Adapa, guardián de la ciudad, era uno de los siete
sabios, a los cuales la tradición sumeria atribuía poderes extraordi-
narios. Era un mortal de linaje divino, y se mantenía entre el umbral
de los dos mundos. En una ocasión, cuando pescaba en el lago, el
viento volcó su embarcación, tras lo cual el sabio maldijo contra
“las alas del viento”, dejándole paralizado durante siete días. Ante
esto, Anu, dios del cielo, llama al culpable para juzgarlo. Antes de
que Adapa se presentase ante él, Enki le prepara, advirtiéndole de
que se muestre humilde y no acepte tomar nada que le ofrezcan. Fi-
nalmente Adapa se presenta ante Anu y éste le ofrece el “alimento
de la vida” que da su poder a los dioses. El sabio lo rechaza siguien-
do el consejo de Enki, ante lo cual Anu lanza una sonora carcajada.

La capital secular de la segunda región (el área del Nilo), fue


Iunu, llamado por los griegos Heliópolis y On por los coptos. La
capital egipcia como tal varió de lugar, pero Heliópolis siempre se
mantuvo como una ciudad sagrada. Su nombre egipcio Iunu signi-
fica “pilar”. El nombre griego de Heliópolis significa “ciudad del
Sol”, ya que la ciudad era la sede principal del culto al dios so-
lar Ra. Fue una de las tres ciudades más importantes del Antiguo
Egipto junto con Tebas y Menfis. Es probable que fue construido
durante la dinastía V, hacia el año 2,400 a. C., cuando se estableció
el culto a Ra. Hacia el 1,300 a. C., alcanzó su máxima extensión. El
templo de Ra se dice que era un depósito para los registros reales, y
Herodoto afirmaba que los sacerdotes de Heliópolis estaban mejor
informados en materia de historia que todos los egipcios. Heliópo-

148
lis también floreció como lugar de aprendizaje durante el período
griego; las escuelas de filosofía y astronomía se dice que fueron
frecuentadas por Pitágoras, Platón, Solón y otros filósofos griegos
como Eudoxo quien aprendió aquí la verdadera longitud del año y
mes.

Los Textos de las Pirámides reconocen sus vínculos con otros


lugares santos y llaman a los antiguos dioses “Señores de los San-
tuarios Dobles”. Esos santuarios tenían los nombres intrigantes y
posiblemente pre-egipcios de Per-Neter (“Lugar de la Llegada de
los Guardianes”) y Per-Ur (“Lugar de Llegada de los Antiguos”)
y sus descripciones jeroglíficas transmiten una impresión de gran
antigüedad.

Esos santuarios dobles desempeñaban un papel de gran impor-


tancia en la sucesión de los faraones. Durante esos rituales, lidera-
dos por el sacerdote Shem, la coronación del nuevo rey y su admi-
sión al “Lugar de los Guardianes”, en Heliópolis, coincidían con
la partida del espíritu del rey fallecido por la Puerta Falsa, situada
en el lado este, en dirección al “Lugar de Llegada de los Antiguos”.
Heliópolis también quedaba situada en el paralelo 30, el más próxi-
mo a él permitido por el área pantanosa del delta del Nilo.

La Tercera Región, la que comprende la civilización del valle de


Indo, tenía su capital secular situada en el litoral del océano índico.
Sin embargo, la ciudad sagrada, Harapa, quedaba a centenares de
kilómetros al norte, sobre el paralelo 30.

La obligatoriedad del paralelo 30 parece haber continuado a lo


largo de los milenios. Alrededor de 600 a. C., los reyes persas re-
solvieron construir una ciudad “sagrada a todas las naciones” y
escogieron para su localización un área remota y deshabitada. Allá,
en medio de la nada, fue construida una inmensa plataforma hori-
zontal, sobre la cual fueron erigidos palacios, magníficas escaleras,
santuarios y estructuras auxiliares, todo en honra del Disco Alado.
Los griegos llamaban a ese lugar Persépolis (Ciudad de los Persas).
Las ruinas de esa ciudad sagrada aún hoy causan gran admiración.
Sin embargo, nadie vivía allá. El rey y su séquito sólo iban a ese
lugar especial para conmemorar la entrada del Año-Nuevo, el día
del equinoccio de primavera. Y esa ciudad sagrada quedaba situada
en el paralelo 30.

149
Nadie sabe de hecho cuando fue fundada Lhasa (Latitud:
29°39′8″ N y Longitud: 91°10′19″ E), la ciudad sagrada del bu-
dismo, situada en el Tíbet. Sin embargo, es un hecho que ella,
como Eridu (Latitud 30°49´2” N y Longitud 45°59´45” E), Helió-
polis (Latitud 36°30´7” N y Longitud 7°25¨57” E), Harapa (Lati-
tud: 30°37´52” N y Longitud: 72.52´5” E) y Persépolis ( Latitud
29°56´7” N y Longitud 52°53´29” E), se localizaba en el paralelo
30.

Lo destacado del paralelo 30 se remonta a los orígenes de la


Red Sagrada, cuando los Divinos Medidores, o topógrafos Anun-
naki (nefilim), determinaron la localización de las pirámides de Gi-
zeh (Latitud 29°58´38” N y Longitud 31°7´56” E). ¿Tendrían los
dioses en cuenta la “santidad”, o neutralidad, de esa línea cuando
escogieron el local para su instalación más vital –el espacio puer-
to–, que quedaba en la Cuarta Región, la península del Sinaí? La
ubicación de la península del Sinaí (Latitud 29°30´0” N y Longitud
33°49¨60” E), confirma la propuesta.

3.2.2 El misterioso año 3,760 a. C.

La fecha 3,760 marca el primer año en el calendario hebreo,


cuyo inicio aconteció, según la tradición judía, el domingo 7 de oc-
tubre del año 3,760 a. C., fecha equivalente al 1° del mes de Tishrei
del año 1. De esta manera, el año gregoriano de 2,016 equivale al
año hebreo de 5,776 (que comenzó al atardecer del 25 de septiem-
bre de 2015 y finalizó el 13 de septiembre de 2016).

Nótese que el calendario judío no se cuenta desde la “creación


del mundo”, sino desde el comienzo del Calendario de Nippur, un
calendario que es creado por los anunnaki de Sumeria, según las
tablillas y se basa en una alineación astronómica durante el equi-
noccio de primavera en la Era de Tauro. Se eligió este punto en la
casa zodiacal en la que se veía al Sol en ese momento, declarándose
el primer día del primer mes del año nuevo. Todas las investigacio-
nes de los registros más antiguos muestran que esto fue en la casa
zodiacal o Edad de Tauro. Debido a la Precesión de los Equinoccios
(girando aproximadamente con un período de 25,920 años). Para
este efecto, se hizo necesario, unos dos milenios después de que el
calendario se inicie en Sumeria para ordenar una reforma del calen-
dario y seleccionar como el punto fijo de la Casa de Aries. Pero a

150
pesar del paso de los equinoccios en la era de Piscis y de la llegada
inminente de la Era de Acuario, Todavía estamos usando el zodiaco
de Aries.

Las preferencias de los Anunnaki por iniciar eventos durante


las alineaciones astronómicas tienen una curiosidad adicional. Re-
cordemos que la visita de estado de Anu, el padre de Enlil y Enki,
fue un evento importante programado, cuando Júpiter, Venus, Mer-
curio, Saturno, Marte y la Luna aparecieron en el cielo nocturno.
Esta alineación particular de los planetas visibles (que en la jerga
astrológica, incluye el Sol y la Luna) parece estar ocurriendo cada
mil años más o menos. Y por lo tanto, hay eventos principales pro-
gramados para alrededor del 3,000, 2,000, 1,000 y 0 a. C. y del
1,000 y 2,000 d. C.

3.3 LAS EVIDENCIAS EGIPCIAS.

3.3.1 Ra y su templo de Karnak.

Charles N. Pope en su libro “Living in Truth: Archaeology an


the Patriarchs” nos dice que en el Imperio Antiguo, el “monoteís-
mo” de Ra se había vuelto absoluto en Egipto. Este dios era referi-
do como el “Dios Universal”, el “Señor de Todo”, o simplemente
Dios, como si no hubiera ningún otro. Ra era conocido en Mesopo-
tamia, con el nombre de Marduk, pero allí no era un dios principal.

En el capítulo: “Historia de dos hijos y una ciudad”, Charles


N. Pope toma un acontecimiento que se encuentra en el Tanaj y la
Biblia, referido a la construcción de la primera ciudad por Caín que
puso por nombre “Enoc”, nombre de su primer hijo, pero ademas
nos habla de dioses y personajes sumerios, con nombres egipcios
y hebreos.

¿Cómo sucede eso?

Tras la lesión y el exilio de Anu (Caín), sus dos “hijos” con


nombre Enlil y Enki se convirtieron en progenitores de la raza divi-
na. Aunque Enlil fue más favorecido por Anu, fue Enki quien actuó
para salvar a Atrahasis (Noé). Por esta razón, el Libro de Génesis
omite la línea real que pasa a través de Enlil.

151
A Enlil no se le identifica por su nombre, sólo son sus hechos.
Por otra parte, el nombre como la “genealogía” de Enki se con-
serva: Enki –llamado Enoc por los hebreos– es hijo de Anu y es
“justo”. A su padre Anu le dicen el “malvado” Caín.

En el Bereshit o Génesis 5: 24 dice: “Enoc caminó con Dios,


y él no era, pues Dios se lo llevó”. No dice que cualquiera de los
Patriarcas explícitamente fueran ellos mismos una vez considera-
dos como dioses, o hijos de dioses. Sin embargo, la descripción de
Enoc (Enki) se acerca más al revelar que él ha estado.

En el texto del Bereshit y Génesis 4: 17, no hay ambigüedad


sobre si era Caín (Anu) o su hijo Enoc (Enki), que construyó la
primera ciudad. La incertidumbre fue probablemente intencional.
El autor recuerda que la ciudad en cuestión lleva el nombre del
hijo del constructor, pero el nombre de la ciudad se ha perdido o
retenido deliberadamente en la narrativa. El divino Caín (Anu) no
era conocido por la construcción de una ciudad, o incluso por vivir
entre los hombres. No hay ningún registro de su destierro, pero en
la tradición mesopotámica parece estar siempre lejos. En general
se supone que él está preocupado por los asuntos en el “cielo”, que
es el significado del nombre de Anu. Así Anu no ha construido una
ciudad para sí mismo, sin embargo, un templo fue construido para
él en la “tierra”, y fue llamado el E-Anna (“Casa de Anu”). La ciu-
dad de Erec (Uruk) más tarde creció en torno a este templo. Erec
parece ser una variante de Enoc, y fue Enoc (Enki) que fue recono-
cido en la tradición mesopotámica como constructor de la primera
ciudad del mundo llamado Eridu (k).

Eridu (k) y Erec se cree actualmente que son dos ciudades di-
ferentes, pero posiblemente esto es equivocado y Erec es simple-
mente una forma corta de Eridu (k). La forma más completa Er-i-du
(k) puede ser traducido como “ciudad del montón”, es decir, la ciu-
dad del templo elevado. También se puede analizar como E-Ri-Du
(“Casa Montículo”). Traducido más libremente esto se convierte
en “Casa con el vértice resplandeciente” o “La casa de la Re del
montón”. En Babilonia, el hijo de Enki (Ptah) fue llamado Marduk
(Re), un nombre que también parece estar relacionado con el de
Eridu. Aún más claro, el hijo de Enoc se llama Irad en la Biblia. La
correspondencia entre estos dos nombres, Eridu e Irad, es aún más
estrecha que la de Erec y Enoch. Irad significa “fugitivo”. Entre los

152
dioses, no era tanto Anu (Caín), pero su nieto Marduk / Re (Irad)
era conocido como el proscrito. El dios Marduk-Ra no fue expul-
sado una vez, sino dos veces. Una desgracia, después de todo este
estudio de palabras, no es más claro que en el texto bíblico ya sea
Erec / Eridu fue construido por Anu y el nombre de su hijo Enki, o
que sí fue construido por Enki y el nombre de su hijo Marduk.

En Egipto y Mesopotamia gobernaba una única familia de dio-


ses. Las deidades tradicionales: Anu, Enlil, Enki y Ninhursag eran
dioses supremos en Mesopotamia y también tenían hijos. Marduk
era el hijo de Enki. Esto es admitido por diversos estudiosos y re-
ligiosos, pero en voz baja, como si quisieran ocultar algo en pleno
siglo XXI, imaginemos lo que acontecía en el mundo luego de la
caída del imperio romano, cuando la religión católica apostólica
y romana hegemonizo en el mundo, que condenaba a la hoguera
a quienes hablaban de asuntos que podían trastocar la fe que ellos
imponían.

Continuando con Pope, él dice que los nombres egipcios de los


dioses de la XI Dinastía muestran, que no honraban al dios sol Ra,
sino al dios de las aguas, Ptah (Ea/Yo). También honraron a Montu
(Seth), el cual reflejaba los vientos políticos predominantes de caos
y conflicto. Amón se convirtió en el teóforo (“Portador de dios”) de
cuatro prominentes faraones de la XII Dinastía.

En un himno a Amón fechado en la XVIII Dinastía egipcia se


lee: “Los Ocho dioses fueron tu primera forma, hasta que tú los
completaste, siendo Uno...”

Charles N. Pope, precisa que durante la XVIII Dinastía, los


ocho dioses de Egipto eran:

Atum-Ra (Marduk), el dios solar que se creó a sí mismo.


Ptah (Ea/Enki), el hábil modelador y salvador de la humanidad.
Shu (Enlil), señor del aire, figura autoritaria y disciplinaria.
Geb (Ninurta), dios de la tierra y la vegetación, conocido como
“el heredero”.
Montu (Seth-Baal), el dios guerrero, y astrónomo del cielo noc-
turno.
Osiris (Dumuzi), dios del vino, el dios muerto y resucitado.
Horus el Viejo (Ishkur/Adad), el dios de las montañas y del rayo.

153
Thoth (Utu/Nabu/Ningishzidda), el dios de la escritura, la sa-
biduría, la meditación, la curación, la momificación, y el último
guardián de las Pirámides.

La teología de Amón fue precisada en otro texto de la XVIII


Dinastía egipcia. La faraona Hatshepsut escribió: “he hecho esto
con corazón amante para mi Padre Amón... Mi corazón me llevó
a hacer para él dos obeliscos revestidos de tcham [electro], cuyas
cúspides llegarían a los cielos... los hice para él en la rectitud de
mi corazón, porque él está pensando en todos los Dioses”. No está
claro si era Amón el que estaba pensando en todos los dioses, o si
Hatshepsut, pensando en Amón, estaba ella pensando en todos los
dioses. Sin embargo, el efecto es el mismo. Amón incluía a todos
los dioses, y permitió la adoración de todos ellos. El aspecto oculto
de Amón estaba asociado a su nombre. “Los sacerdotes de Amón
exigieron que no había ningún otro dios como Amón, el cual era
el único y no tenía segundo”. Este concepto se parece al de los he-
breos, que tiempo después dijeron: “Yahvé nuestro Dios, es el único
Señor” en el Tanaj y la Biblia (Devarim o Deuteronomio 6: 4).

En Egipto, el obelisco era un símbolo solar y se utilizaba para


hacer medidas solares. Amón o Amen era un dios solar. Después de
Atum-Ram, Hatshepsut y otros monarcas, erigieron obeliscos en el
Templo principal de Amón, en Karnak, como Ra (Marduk). Amón-
Ra era el dios de la “montaña pura”, que es la pirámide. También,
al igual que Atum-Ra, se consideraba que Amón se creó a sí mismo.
Él era su propio padre y su propia madre.

Zecharia Setchin dice que Ra (Marduk) denominado dios de la


“montaña pura”, se debe a que en la mitología babilonia, Marduk
fue encerrado y luego liberado de la pirámide, donde había sido
enterrado vivo por Enlil.

Zecharia que estudio en detalle las tablillas sumerias, acadias,


asirias y babilonias, ha escrito muchos libros, desarrollando su teo-
ría de que son seres venidos de otros planetas llamados anunnakis
–los hijos de Anu–, que son los dioses tanto en Mesopotamia como
en Egipto y, que de ambos surgirán los diversos nombres de los
dioses del Medio Oriente. Esto se ve plasmado finalmente en los
diversos nombres con los que es conocido el dios hebreo en el Ta-
naj y la Biblia.

154
Las crónicas sumerias, que relacionan a Enki con las tierras
africanas del Nilo, resultan importantes porque corroboran los re-
latos egipcios con relatos mesopotámicos, y vinculan a los dioses
sumerios, especialmente Enki, con los dioses de Egipto.

El dios egipcio Ptah que era el dios sumerio Enki, tras hacer
habitables de nuevo las tierras de África, Enki dividió el continente
africano entre sus seis hijos. El dominio más meridional se lo con-
cedió a NER.GAL (“Gran Vigilante”) y a su esposa Ereshkigal. Un
poco más al norte, en las regiones mineras, se instaló GIBIL (“El
del Fuego”), a quien su padre enseñó los secretos de la metalurgia.
ANIN.A.GAL (“Príncipe de las Grandes Aguas”) se le dio, como
su nombre indica, la región de los grandes lagos y las fuentes del
Nilo. Aún más al norte, en los pastos mesetarios del Sudán, reinó el
hijo menor, DUMU.ZI (“Hijo Que Es Vida”), cuyo apodo era “El
Apacentador”. Entre los expertos se discute aún la identidad de otro
de los hijos de Enki. Pero no hay duda de que el sexto hijo –en rea-
lidad el primogénito de Enki y su heredero legal– fue MAR.DUK
(“Hijo del Montículo Puro”).

Uno de sus cincuenta epítetos de Marduk fue ASAR, que sue-


na similar al egipcio As-Sar (“Osiris” en griego), algunos expertos
han especulado con la idea de que Marduk y Osiris fueran uno y el
mismo dios. Pero estos epítetos (como “Todopoderoso” o “Impre-
sionante”) se les aplicaban a diversas deidades, y el significado de
Asar, “Todo lo Ve”, fue también el nombre-epíteto del dios asirio
Assur.

Se han encontrado más similitudes entre el dios babilonio Mar-


duk y el dios egipcio Ra, afirma Zetchin. El primero era hijo de
Enki, el segundo era hijo de Ptah, siendo ambos, Enki y Ptah, según
se cree, uno y el mismo dios; mientras que Osiris era el bisnieto
de Ra y, por tanto, de una generación muy posterior a la de Ra o
Marduk. En los textos sumerios se han encontrado evidencias dis-
persas, pero insistentes, que apoyan la idea de que el dios al que los
egipcios llamaban Ra y el dios al que los mesopotámicos llamaban
Marduk eran una y la misma deidad. Así, un himno auto-laudatorio
a Marduk declara que uno de sus epítetos era “El dios IM.KUR.
GAR.RA” - “Ra Quien Junto al País Montañoso Habita”. Además,
existen evidencias textuales de que los sumerios eran conscientes
de que el nombre egipcio de la deidad era Ra. Hubo sumerios cuyos

155
nombres personales incluían el nombre divino de RA; y en tablillas
del tiempo de la III Dinastía de Ur se menciona “Dingir Ra” y su
templo E.Dingir.Ra. Más tarde, tras la caída de esta dinastía, cuan-
do Marduk logró la supremacía en su ciudad favorita, Babilonia, su
nombre sumerio KA.DINGIR (“Puerta de los Dioses”) se cambió
por KA.DINGIR.RA - “Puerta de los Dioses de Ra”. Ciertamente,
el ascenso de Marduk hasta su encumbramiento tuvo sus inicios en
Egipto, donde su monumento más conocido –la Gran Pirámide de
Gizeh– jugó un papel crucial en su turbulenta carrera. Pero el Gran
Dios de Egipto, Marduk/Ra, anhelaba gobernar toda la Tierra, y
hacerlo desde el antiguo “Ombligo de la Tierra” en Mesopotamia.
Esta ambición fue la que le llevó a abdicar el trono divino de Egipto
en favor de sus hijos y nietos. No se imaginaba que esto iba a llevar
a dos Guerras de las Pirámides y casi a su muerte.

Dadas las similitudes entre Ptah y Enki por una parte, y entre
Marduk y Ra por otra, no nos debería de sorprender en absolu-
to que en los textos egipcios se relacione a Ra con las instalacio-
nes espaciales y sus obras de construcción. En esta labor, recibía
la ayuda de Shu y de Tefnut, Geb y Nut, y de Toth, el dios de lo
mágico. La Esfinge, la “guía divina” que mostraba el camino hacia
el este, exactamente a lo largo del paralelo 30, tenía los rasgos de
Hor-Akhti (“Halcón del Horizonte”) –el epíteto de Ra–. Una estela
erigida cerca de la Esfinge en tiempos faraónicos lleva una inscrip-
ción que indica directamente a Ra como el ingeniero (“Extendedor
de la Cuerda”) que construyó el “Lugar Protegido” en el “Desierto
Sagrado”, desde el cual podía “ascender bellamente” y “atravesar
los cielos”: “Tú extendiste las cuerdas para el plano, tú diste for-
ma a las tierras…Tú hiciste secreto el Mundo Inferior… Tú te has
construido un lugar protegido en el desierto sagrado, con nombre
oculto. Tú ascendiste por el día enfrentándoles… Te elevas bella-
mente…Cruzas el cielo con un buen viento…Atraviesas el cielo en
la barca celestial…El cielo está jubiloso, la Tierra grita de alegría.
La tripulación de Ra ensalza cada día; él emerge en triunfo”. Los
textos egipcios afirman que Shu y Tefnut ayudaron a Ra en sus
ingentes obras relacionadas con el espacio, “sosteniendo los cielos
sobre la Tierra”. El hijo de ambos, Geb, “amontonar, apilar”, se
entregó, según los expertos, a obras que tendrían que ver con eso,
apilar; un sugerente indicio de que pudo ser él el encargado de la
construcción de las pirámides.

156
“En el año 363, Su Majestad Ra, el santo, el Halcón del Ho-
rizonte, el Inmortal que vive para siempre, estaba en el país de
Khenn. Estaba acompañado por sus guerreros, pues los enemigos
habían conspirado contra su señor… Horus, el Medidor Alado,
llegó a la barca de Ra. Él le dijo a su antepasado: ‘Oh, Halcón
del Horizonte, he visto al enemigo conspirando contra tu Señorío,
para arrebatarte la Corona Luminosa’… Entonces, Ra, el santo, el
Halcón del Horizonte, le dijo a Horus, el Medidor Alado: ‘Noble
vástago de Ra, mi descendiente: Ve rápido, derriba al enemigo al
que has visto”. Así comienza un relato inscrito en las paredes del
templo de la antigua ciudad egipcia de Edfú. Sitchin cree que es
la historia de lo que pudo denominarse la Primera Guerra de la
Pirámide, una guerra que tuvo sus raíces en la interminable lucha
por el control de la Tierra y de sus instalaciones espaciales, y en los
tejemanejes de los Grandes Anunnaki, especialmente de Enki/Ptah
y de su hijo Ra/ Marduk.

Según Manetón, Ptah/Enki entregó el dominio de Egipto des-


pués de reinar 9,000 años; pero el reinado de Ra/Marduk se inte-
rrumpió tras sólo 1,000 años –debido al Diluvio–. Después, durante
700 años, vino el reinado de Shu, que ayudó a Ra a “controlar los
cielos de la Tierra”, y los 500 años de reinado de Geb (“El Que
Amontona la Tierra”). Fue en aquella época, hacia el 10,000 a. C.,
cuando se construyeron las instalaciones espaciales, el aeropuerto
espacial del Sinaí y las pirámides de Gizeh.

Para que no quede dudas sobre lo que dice Zecharia Sitchin


(ZS), trascribimos parte de una entrevista que hizo la astro-arqueó-
loga Patricia Hervias (PH), publicado en Movimiento Extraterres-
tre Chicago el 10 de abril del 2,007

ZS. - Aunque pareciera que los dioses a los que los egipcios
veneraban eran totalmente diferentes a los que los Sumerios y los
Babilónicos adoraban, de hecho eran los mismos Anunnaki. Me ex-
plico, la deidad llamada Ptah, en la mitología egipcia, no era otra
que la sumeria Enki, que dirigió al primer grupo que vino a la tierra
y lideró con éxito la ingeniería genética que hizo que pasáramos
de los homínidos al Homo Sapiens; en Egipto, este dios, tiene el
mismo rol. Otro ejemplo, su hijo, el gran Dios Ra, era el mismo que
el Hijo de Enki, Marduk (en Mesopotamia). Thoth, el arquitecto di-
vino y guardián de los secretos de los dioses, conocido en el sumer

157
como Ningishzidda, y así más y más.
PH. - ¿Por lo tanto hablan igualmente de un lejano planeta?
ZS. - Sí, los antiguos egipcios hablan del Planeta del millón de
años, una manera diferente de nombrar a Nibiru. Es el planeta en el
cual, los faraones tenían la esperanza de ir al morir, para encontrase
con los dioses en su propio planeta y tener la inmortalidad. La mi-
tología egipcia y el viaje faraónico a la otra vida es el argumento de
mi segundo libro (Reeditado también en España) Escalera al cielo,
mostrando y explicando textos e ilustraciones para demostrarlo.
PH. - ¿Y qué ocurre con las demás civilizaciones antiguas?
ZS. - Es muy curioso, porque cuando descifras el significado de
algunos de los nombres de varios dioses de los Hititas, los Asirios,
Cananeos, etc., en el antiguo mundo encontramos que aunque los
nombres sean diferentes, significan exactamente lo mismo en todos
y cada uno de sus lenguajes.

3.3.2 El dios Jnum.

Un dios con cabeza de carnero de la región de las cataratas del


Nilo, introduce un nuevo énfasis en los mitos de la creación cuyo
tema principal es la creación de la humanidad. Se creía que él había
moldeado la forma del hombre en un torno de alfarero. En otros
sitios, en los mitos heliopolitanos y hermopolitanos, por ejemplo,
la raza humana es ignorada en favor de los temas cósmicos. Pero
en el mito de Jnum hay un vínculo progresivo entre los dioses y la
gente del mundo.

El carnero, la criatura sagrada de Jnum, es un símbolo de la


procreación en el mundo natural. En Asuán, en la catarata del Nilo,
Jnum controlaba las cavernas de Hapi, el dios de la inundación. An-
tes de los proyectos de irrigación de Asuán, que culmina en la Presa
Alta (que destruyó el régimen natural del Nilo), el río se desborda-
ba anualmente. El agua cubría los campos y, al retroceder, dejaba
una rica capa aluvial que había transportado desde el Sudán. En el
fértil lodo los agricultores egipcios cultivaban cebada y el trigo, y
las cosechas normalmente daban como resultado un excedente de
grano: como consecuencia, inundación significaba prosperidad, y
Jnum, su controlador, era visto como un benefactor del pueblo de
Egipto. Las ruinas de un santuario dedicado a Jnum como “Señor
de la catarata” se extienden por el confín meridional de la isla de
Elefantina en Asuán.

158
En el templo de Esna en el Alto Egipto, Jnum era celebrado
como creador de todo el pueblo. El pueblo de Esna hoy en día,
exceptuando la escasa arquitectura islámica de calidad, es un es-
cuálido racimo de construcciones. La principal calle que lleva al
templo desde el río está justamente al norte de la antigua entrada
ceremonial, ahora enterrada profundamente bajo la ciudad moder-
na. Todo lo que perdura del templo de Jnum es la sala hipóstila,
que es fundamentalmente de época romana. Las inscripciones de
las columnas y muros están hechas en la forma voluntariamente
complicada de la escritura jeroglífica fomentada por los sacerdotes
escribas de la época grecorromana. Sin embargo, de las liturgias
e himnos grabados en Esna es de donde obtenemos la percepción
más clara de Jnum como creador y dios del torno de alfarero.

Jnum

Las acciones de Jnum al moldear el cuerpo humano se mencio-


nan explícitamente y perduran como un registro anatómico deta-
llado. Él hizo que la corriente sanguínea fluyese sobre los huesos y
unió la piel al armazón del cuerpo. Puso un sistema respiratorio en
el cuerpo, así como las vértebras para soportarlo y un aparato para

159
la digestión. En consonancia con sus responsabilidades procrea-
doras, ideó los órganos sexuales para que permitiesen un máximo
confort sin perder por ello la eficiencia durante las relaciones sexua-
les. Supervisó la concepción en la matriz y dio inicio a las épocas
de trabajo. Recitado en la Fiesta del Torno del Alfarero, el himno
mencionado debía de semejarse a un manual médico versificado.
Otras descripciones destacan que el trabajo de Jnum en el torno es
un proceso continuo y no únicamente restringido a los egipcios,
sino que también abarca a los que hablan lenguas extranjeras. Él es
pues, un creador universal que formó a los dioses y a las gentes, a
los animales, los pájaros, los peces y reptiles. Se ha sugerido que la
idea de Jnum moldeando al ser humano en su torno de alfarero, se
remonta muy atrás en Egipto en los relieves e inscripciones.

Por las características atribuidas al dios Jnum: dios de la inun-


dación, benefactor del pueblo de Egipto, el que hizo que la corrien-
te sanguínea fluyese sobre los huesos y unió la piel al armazón
del cuerpo. Puso un sistema respiratorio en el cuerpo, así como
las vértebras para soportarlo y un aparato para la digestión. En
consonancia con sus responsabilidades procreadoras, ideó los ór-
ganos sexuales para que permitiesen un máximo confort sin perder
por ello la eficiencia durante las relaciones sexuales. Supervisó la
concepción en la matriz y dio inicio a las épocas de trabajo; toda
esta descripción encaja en las características del dios sumerio Enki,
que era el responsable del manejo de las aguas, el que dio la capaci-
dad de reproducirse al hombre, perfeccionando al inicial lu.lu crea-
do por Ninharsag, el que proporciono semillas y animales que creo
en Tilmun, para que los hombres lo cultivaran y criaran después del
diluvio. Y una coincidencia final, cuando Anu le asignó a Enlil el
valle del Éufrates y Tigris, a Enki se le dio el valle del Nilo, desde
donde su hijo Marduk se rebelará contra Enlil peleando una guerra
que ganará en la Era del Carnero, rescatando así el honor del dios
con cabeza de carnero que conocían los egipcios y construyeron el
templo de Karnak que tiene una avenida de esfinges con cabeza de
carnero y cuerpo de león.

Charles N. Pope en su libro “Living in Truth: Archaeology and


the Patriarchs”, de Enki y Jnum dice: “no sólo era conocido por
dos nombres importantes en Mesopotamia (en sumeria, Enki, y en
semita, Ea), pero también tenía dos nombres distintos en Egipto. En
el Bajo Egipto, fue llamado Ptah. Sin embargo, en el Alto Egipto

160
era Khnum, el regulador de la inundación anual del Nilo”. Ambos
nombres, Ptah y Khnum, significan “moldeador” o “Formador”.

3.3.3 La Gran Esfinge.

Ella tiene el cuerpo de un león sentado y la cabeza de un hombre


usando el tocado real. ¿Quién la construyó? ¿Cuando? ¿Con que
propósito? ¿A quién retrata? Y ¿por qué está en aquel lugar, sola y
única en el mundo?

Son muchas las preguntas y pocas las respuestas. Sin embar-


go, la Esfinge mira hacia el este y la línea de su mirada sigue el
paralelo 30. Su ubicación es: Latitud: 29°58´30.97” N y Longitud:
31°8´15.24” E.

En la Antigüedad, esa precisa alineación con El Divino Paralelo


fue enfatizado por la construcción de una serie de estructuras que,
saliendo de la Esfinge, se extendían en la dirección del Oriente,
asentadas en un eje este-oeste.

El rostro de la esfinge no es el de un faraón cualquiera, sino


el de un dios. Todo indica que fueron dioses, y no mortales, que
esculpieron la Esfinge. De hecho, sólo ignorando lo que dicen las
antiguas inscripciones es que alguien podría imaginar un origen di-
ferente. Una inscripción romana, llama a la Esfinge “Guía Sagra-
do”, dice: “Tu forma magnífica es obra de los dioses inmortales”.
Un tramo de un poema griego afirma:

Tú forma magnífica,
Aquí los dioses inmortales amoldaron...
Junto a las pirámides lo colocaron...
Un monarca celestial que sus enemigos desafían...
Guía Sagrado de la Tierra de Egipto.

En la Estela del Inventario, Khufu llamó a la Esfinge “Guardián


del Éter, que guía los vientos con su mirada” y deja claro que ella
era la imagen de un dios:

Esta figura del dios


Durará hasta la eternidad;
Tiende siempre su rostro vuelto hacia el este.

161
Khufu habla también de un viejo sicomoro que crecía al lado
de la Esfinge y fue dañado “cuando el Señor del Cielo descendió
en el Lugar de Hor-en-Akhet” (el dios-halcón del horizonte). Eso,
en realidad, era el nombre más frecuente de la Esfinge en las ins-
cripciones de los faraones, siendo sus epítetos, entre otros, ruti (“el
león”) y hul (“el eterno”).

En la Esfinge se comprobó una alineación astronómica. Entre


sus patas existe una inscripción que dice “el lugar del tiempo pri-
migenio”. La Esfinge mira al Este, lugar donde el Sol se levanta
cada mañana. La estrella Zeta Orionis del Cinturón de Orión cruzó
el meridiano en el 10,500 a. C., lo que significa que el punto vernal
(lugar que ocupa el Sol en el cielo en los equinoccios) estaba sobre

162
el horizonte justo en el Este, en perfecta alineación con la Esfinge.
Asimismo, la constelación zodiacal de Leo estaba localizado hacia
el Este. Sin duda alguna, la Esfinge estaba apuntando hacia el Cin-
turón de Orión en el año 10,500 a. C., cuando se encontraba en su
punto más bajo en el meridiano sur en plena Era del León.

La posición de estas estrellas con los canales de la Gran Pi-


rámide apuntan directamente al año 10,500 a. C., la misma fecha
estimada de edad para la Esfinge, en la “Era del León” (motivo por
el que la esfinge, tiene cuerpo de león, y no de otro animal), por otra
parte la edad de la Esfinge, prueba que la construcción no lo hicie-
ron los hombres, sino los anunnakis, afirmaba Sitchin.

La relación existe; no puede negarse que hay una correlación


entre la imagen del cielo y la imagen de la Tierra en Gizeh para la
época del 10,500 a. C., fecha dada a través de un software especial-
mente diseñado para el movimiento de las estrellas denominado
SkyGlobe. Sin embargo son diversos los factores que se interrela-
cionan en esa fecha para conmemorar “el tiempo primigenio”.

“La fecha 10,450 a. C. no significa nada para los historiadores,


ya que es “prehistórica”, más o menos la época en que aparecieron
los primeros agricultores en el Oriente Medio”, dice Colin Wilson.

Cuando el coronel Vyse llegó a Gizeh, Caviglia trabajaba acti-


vamente en el interior de la Gran Pirámide en busca de “cámaras
ocultas”. Perring también intentó encontrar alguna cámara oculta,
haciendo un agujero profundo en la espalda de la Esfinge.

Investigadores como Auguste Mariette, en 1,853 compartían la


opinión generalizada de que existía un compartimiento secreto en
el interior del monumento o bajo él, motivada por los libros del
historiador romano Plinio, que escribió que la Esfinge contenía la
tumba de un gobernante llamado “Harmaquis” y por el hecho de
todos los antiguos dibujos que la muestran asentada sobre una gran
estructura de piedra. Por tanto, era justo pensar que las mismas are-
nas que habían cubierto prácticamente toda la Esfinge, acumulán-
dose a lo largo de milenios, escondían también su parte inferior.

Las inscripciones más antiguas parecen sugerir que existían dos


cámaras secretas, tal vez accesibles por una entrada escondida bajo

163
las patas de la escultura. Además de eso, un himno de la época de
la XVIII Dinastía revela que las dos “cavernas” permitían que ella
funcionara como un centro de comunicaciones. Según ese cántico,
el dios Amen, asumiendo las funciones del celestial Hor-Akhti, ob-
tiene “percepción en el corazón, comando en los labios... cuando
entra en las dos cavernas que están bajo sus pies”. Entonces:

Un mensaje es enviado del cielo;


Ella es oída en Heliópolis,
Y repetida en Menfis por el Bello de Rostro.
Ella forma parte de un despacho en la caligrafía de Thot,
Que trata de la ciudad de Amen (Tebas)...
El asunto es respondido en Amen,
Una declaración es emitida... un mensaje enviado.
Los dioses están actuando de acuerdo con las órdenes.

En el tiempo de los faraones, se creía que la Esfinge, a pesar


de ser esculpida en piedra, era capaz de oír y hablar. En una larga
inscripción grabada en una estela erigida entre las patas del monu-
mento por Tutmés IV y dedicada al Disco Alado, el rey cuenta que
la Esfinge habló con él y le prometió un largo y próspero reinado si
mandaba retirar la arena que le cubría las patas.

Un día, continúa el faraón, él estaba cazando fuera de Menfis y


se encontró en el “sagrado camino de los dioses” que iba de He-
liópolis a Gizeh. Cansado, se acostó para reposar a la sombra de
la Esfinge. Aquel lugar, como revela la inscripción, era llamado el
“Lugar Espléndido del Inicio de los Tiempos”.

Cuando Tutmés IV se adormeció junto a “esa gran estatua del


Creador”, ella –aquella “majestad del reverenciado Dios”– comen-
zó a hablar, presentándose como “Soy tu ancestral Horem-Akhet,
aquel creado de Ra-Aten”.

La Esfinge era considerada el Guía Sagrado que orientaba a los


fallecidos del “ayer” para el “mañana”. Encantamientos descubier-
tos en el interior de ataúdes, sirviendo para facilitar el viaje del
muerto a lo largo de la “Senda de las Puertas Escondidas”, indican
que esta comenzaba cerca de la Esfinge. Invocándola, esos encan-
tamientos afirman que “El Señor de la Tierra ordenó, la Pareja Es-
finge repitió”. La jornada del fallecido sólo se iniciaba cuando Hor-

164
en-Akhet (la Esfinge) decía: “¡Puede pasar!” Los dibujos del Libro
de los Dos Caminos, que ilustran ese viaje, muestran que había dos
caminos que, saliendo de cerca de la Esfinge, llevaban al Duat.

En la condición de Guía Sagrado, la Esfinge frecuentemente era


mostrada guiando el Barco Celestial. A veces, como en la Estela de
Tutmés, ella aparecía como una Esfinge doble, guiando el Barco
Celestial del “ayer” para el “mañana”. En ese papel, ella era aso-
ciada al Dios Oculto, del reino subterráneo. Y debe recordarse, que
ella aparece guardando la cámara herméticamente cerrada del dios
Seker, en el Duat.

De hecho, los Textos de las Pirámides se refieren a la Esfinge


como “el gran dios que abre las puertas de la Tierra” –frase que
puede sugerir que además de la de Gizeh, que “mostraba el cami-
no”, existía otra Esfinge, cerca de la Escalera al Cielo, que “abría
los portones de la Tierra”–.

Colin Wilson en su libro “El Mensaje Oculto de la Esfinge”,


menciona que, delante de la esfinge hay dos templos edificados con
bloques que pesan 200 toneladas cada una y según refiere Tutmo-
sis, soñaba que el “dios” que habitaba en la Esfinge era Khepera
(una forma del dios sol Ra, el dios del sol naciente y por lo general
representado como un ser humano con un escarabajo en la cabeza,
o con el escarabajo como cabeza), creador del universo y padre
de todos los demás dioses. Si esto es verdad, sin duda resultaba
apropiado que los templos del Valle y la Esfinge fuera sencillos y
desnudos. “¿Que se deduce de ello? Esto, al menos, es innegable:
que quien tallo la Esfinge y construyo los dos templos, fuera quien
fuese, poseía una tecnología muy avanzada. Ni siquiera la Gran
Pirámide contiene bloques tan grandes. Parece que la conclusión
que cabría sacar es que si la Esfinge y sus templos se construye-
ron siglos –o tal vez miles de años– antes de Keops y Kefren, los
constructores tenían más –en vez de menos– habilidad técnica”. Y
“que el material orgánico encontrado en la argamasa de la Gran
Pirámide data de mediados del tercer milenio antes de Cristo, siglo
más, siglo menos”. Con lo que da por sentado que la esfinge fue
construida mucho antes que las pirámides.

Por otra parte, el escritor e investigador John Anthony West,


junto al geólogo Robert Schoch, afirmó en su libro “Sperpent in the

165
Sky: The High Wisdom of Ancient Egypt” que hace doce milenios,
la Esfinge de Guiza fue construida representando el cielo de esa
época y estaba basada en la dirección del punto vernal de la tierra
que apuntaba directamente hacia la Constelación de Leo, teniendo
la forma inicial de un león, que fue degradado por la erosión y
posteriormente restaurado, recibiendo su actual forma mitad león
mitad hombre. Argumentan que han encontrado marcas en la Esfin-
ge que muestran una erosión por agua de lluvia. Durante la última
glaciación que también data de esa época en la cual el Sahara era un
auténtico vergel, donde llovía a menudo hacia el año 10,500 a. C.

Los egiptólogos sostienen que la Gran Esfinge fue esculpida


en el siglo XXV a. C., formando parte del complejo de la pirámide
de Kefren, y que su rostro puede representar la del propio faraón.
Las configuraciones estelares de la constelación de Leo y Virgo son
también de origen mesopotámico, conocidas en Egipto durante la
Dinastía Ptolemaica, miles de años después.

3.3.4 Las tres pirámides y el Cinturón de Orión.

La Teoría de Correlación de Orión u OCT (Orión correlation


theory) es una hipótesis de Robert Bauval y Adrian Gilbert publi-
cada en 1,989 en el volumen 13 de Discussions in Egyptology, y
desarrollada a mediados de los años 90, en el libro The Orion Mys-
tery, Unlocking the Secrets of the Pyramids (El Misterio de Orión,
descubriendo los secretos de las pirámides).

La tesis central afirma que existe una correlación entre el em-


plazamiento de las 3 pirámides de la meseta de Giza y la ubicación
de las tres estrellas centrales del cinturón de Orión, y que esta co-
rrelación fue deliberadamente buscada por los constructores de las
pirámides, quienes consideraban que estas enormes construcciones
al estar orientadas hacia las estrellas (dioses) facilitaban el paso de
los faraones a una vida después de la muerte, de acuerdo a la reli-
gión del Antiguo Egipto.

Los críticos de esta hipótesis argumentan que la configuración


estelar de la constelación de orión fue descubierta por los meso-
potámicos, y luego de miles de años después habría sido conocida
en Egipto, durante la dinastía ptolemaica. Pero, las constelaciones
introducidas en la época ptolemaica fueron las zodiacales, y Orión

166
era una de las pocas constelaciones inequívocamente identificable
en el Egipto antiguo con el nombre de Sah, a la que los egipcios
relacionaban con Osiris. Así el nombre de Sah ya aparece en el
Complejo de la pirámide en Saqqara donde fueron grabados, por
primera vez, textos en las Pirámides, bajo el reinado de Unís (últi-
mo rey de la V dinastía del Reino Antiguo) quien reinó alrededor
del año 2,340 a. C.

Las figuras de Sepdet (Sirius) y Sah (Cinturón de Orión) están


representadas con tres estrellas en la tumba de Senenmut en Tebas
durante la XVIII Dinastía, 1,550 a. C.

El astrónomo Ed Krupp, del Observatorio Griffith de Los Án-


geles señaló que Bauval y Gilbert no revelaron en su libro, que el
mapa de las pirámides se había invertido para acomodar los resul-
tados a la teoría. Sin embargo y dado que la correlación se produ-
ce mirando desde el norte de las pirámides de Giza hacia el sur,
Archie Roy, profesor emérito de Astronomía de la Universidad de
Glasgow, y Percy Seymour, astrónomo y astrofísico de la Universi-
dad de Plymouth rechazaron el argumento de Krupp, incluyendo la
acusación de que Bauval y Gilbert habrían invertido a propósito el
plano de las pirámides.

Los autores afirman que lo que esta teoría propone va más allá
de ser una simple coincidencia astro arqueológica. Dicen que las
tres pirámides de Guiza, pertenecientes a los faraones Keops, Ke-
frén y Micerinos de la IV Dinastía, están alineadas con gran exac-
titud, pese a su monumentalidad, con el cinturón de Orión. Esto no
es exacto: las tres estrellas de Orión forman un ángulo que difiere
por unos pocos grados con el que forman las pirámides. Pero, si se
calculan los cambios precesionales del cinturón de Orión a lo largo
de los siglos, se comprueba que hubo un momento en que estas
tres estrellas estuvieron alineadas exactamente igual en relación a
la Vía Láctea que las pirámides en relación al río Nilo: hacia el
10,500 a. C.

Robert Bauval realizó estos cálculos, y especula con la posi-


bilidad de que sea en esta época en la que se concibió el proyecto
maestro de las pirámides de Gizeh, aunque estas fueran construidas
posteriormente. Plantea también que: no sólo estas últimas están
dentro de la correlación de Orión, sino que también el resto de pi-

167
rámides construidas en dinastías posteriores, tienen su imagen en
el cielo. Las pirámides son: Dahshur, Abusir, Zawyet el-Aryany y
Abu Roash.

Además, los llamados “canales de ventilación” de la pirámide


de Giza, descubiertos por R. Howard Vyse, y W. Dixon, apuntan
directamente a las estrellas. Las del lado sur apuntan a la constela-
ción de Orión (desde la cámara del rey) y a la estrella Sirio (desde
la cámara de la reina). Las cámaras del lado norte apuntan a la Osa
menor (desde la cámara de la reina) y a Alfa Draconis o Thuban
(desde la cámara del rey), la estrella que hace unos 4,800 años mar-
caba el norte.

Las pirámides reproducen el Cinturón de Orión

Un artículo publicado en 1,964 trataba de una conexión entre la


Gran Pirámide y el Cinturón de Orión, cuya autora era la astrónoma
Virginia Trimble, a la que el egiptólogo Alexander Badawy había

168
pedido que le ayudase a verificar su teoría de que el “pozo de ven-
tilación” meridional de la Cámara del Rey señalaba directamente
a Orión cuando se construyó la Gran Pirámide, hacia el 2,550 a. C.
Virginia Trimble hizo los cálculos necesarios y pudo decirle a Ba-
dawy que tenía razón: en efecto, el pozo de ventilación señalaba di-
rectamente el Cinturón de Orión hacia el 2,550 a. C. La posición de
las tres pirámides es: Latitud 29°58´38” N y Longitud 31°7´56” E.

3.3.5 El faraón Akenatón.

Otra evidencia es el faraón Akenatón 10º faraón de la XVIII


Dinastía. El Prohibió y retiró repentinamente toda la iconografía de
los dioses anteriores. Sólo permitió el símbolo del Sol con los ra-
yos apuntando hacia abajo. También prohibió cualquier referencia
a dioses múltiples. Se puede decir que Akenatón, fue el primero en
concebir un solo dios (monoteísmo) en la historia. Era un faraón
muy peculiar por su físico. Tenía un cráneo muy pronunciado y
desmesurado, tenía poco pecho y una barriga muy prominente, al
contrario de los demás faraones. Su mujer Nefertiti e hijos, también
tenían una cabeza deformada.

¿Es Akenatón una manifestación genética de los dioses, el ADN


de los Elohim? En los grabados este faraón tiene una figura pecu-
liar. Es el primer andrógino conocido, con pecho, rasgos afemina-
dos y un vientre propio de las embarazadas. Todos los hijos que
tuvo fueron mujeres, ni un solo varón. Se le conoce un mínimo de
12 hijas.

En su reinado no hay ningún culto ni referencia a Osiris. ¿Por


qué, de repente, un faraón de aspecto extraño, sin rasgos egipcios,
prohibió el culto a los dioses, a sus antepasados? Nunca se encontró
la momia de Nefertiti, no se sabe realmente de dónde procedía, ni
cómo murió, ni qué pasó. El siguiente faraón, instauró nuevamente
las imágenes de los dioses y antiguas costumbres egipcias.

Para el egiptólogo Robert Bauval, esto no es “casualidad”, son


demasiados los factores que se interrelacionan entre sí. En su libro
“La Cámara Secreta” dice: “Existe y sigo convencido de que los
antiguos que diseñaron Gizeh, intentaron fijar una fecha para con-
memorar el ‘tiempo primigenio’ o la ‘Edad de Osiris’ y que esta
fecha fue alrededor del 10,500 a. C.” Hoy sabemos que todo lo que

169
existe en la meseta de Gizeh, pirámides y esfinge nos describe el
Universo tal y como lo vieron sus constructores. El año 10,500 a.
C., y aún antes, según otros estudios científicos, marcan el inicio de
una civilización perdida que nos dejaron sus huellas a través de sus
monumentos y escritos, certificando la relación estelar con el hom-
bre de aquellas épocas, verdaderos profesionales en Arquitectura,
Astronomía y Tecnología. Para Zecharia Setchin, esos antiguos
constructores fueron los anunnakis o nefilim.

170
IV. LOS ANUNNAKIS EN EL TANAJ
Y
LA BIBLIA.
La literatura religiosa además del Libro del Bereshit y Génesis
que hablan de la época antes del Diluvio, son El Libro de Enoc,
El Libro del Jubileo, Las enseñanzas gnósticas, Los Pergaminos
del Mar Muerto, El Haggadah o la tradición oral de los judíos, las
escrituras rabínicas, los trabajos de Flavio Josefo (Josephus), y mu-
chos otros trabajos pseudoepígrafos. En ellos, lo que está claro es
que Sumeria fue la fuente principal de los acontecimientos de las
historias del Tanaj y la Biblia, y de otras escrituras religiosas occi-
den tales, a pesar que los apologistas de las escrituras sagradas han
intentado evitar o nublar las cuestiones del Bereshit y el Génesis,
sin embargo los hechos históricos demuestran que sus antecedentes
están en el valle de Mesopotamia.

4.1 LA CONEXIÓN HEBREA.

La cultura sumeria, puede ser considerada, como el principio


del Cuarto Milenio a. C.; fue la fuente de todos los mitos de las

171
civilizaciones del Medio Oriente: acadios, babilonios y asirios he-
redaron mucho de la cultura sumeria, que posteriormente fue trans-
ferida al oeste a las tierras de Palestina, Siria, Líbano y Anatolia.

La lengua de los sumerios fue reemplazada por el acadio, y la


lengua semita. Los acadios y sumerios se mezclaron y formaron
una fusión de ambos idiomas. De este Sumerio-Acadio la sociedad
desarrolló el semita y a la larga el hebreo o judío. Los hebreos no
inventaron su lengua o formas literarias; su cultura fue heredada de
culturas mesopotámicas y cananeas más antiguas.

Debemos hacer notar que en la época en que vivieron según


las narraciones, las famosas figuras bíblicas de Noé y Abraham, no
existían los hebreos. El primer hebreo tradicionalmente reconocido
y de quién reclaman descender judíos y árabes fue Abraham, quien
no era ni judío ni árabe sino un habitante de la ciudad de Ur en
Mesopotamia.

Los acontecimientos que narra el Tanaj o Antiguo Testamento


de la Biblia, ocurrieron antes del diluvio, en el diluvio y posterior
al diluvio. En el libro del Génesis o Bereshit recién en la parte final
del Capítulo 11 se menciona a Taré padre de Abram: Bereshit 11: 26
y su correspondiente en el Génesis, donde dice: “Taré vivio setenta
años, y engendro a Abram, a Nacor y a Harán”. Antes y tampoco
en esa época, no existían aun los hebreos.

Tare vivía por entonces en Ur una antigua ciudad sumeria, de


donde Salió para ir a Canaán, quedándose a vivir en Harán. Alli es
cuando su dios le dijo a Abram: “Vete de tu tierra y de tu parentela,
y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré” (Bereshit o
Génesis 12: 1), Abram obedeciendo este llamado cruzo al otro lado
del río Éufrates para dirigirse a Canaán y se quedaron en Siquem.
Asi es como nace el pueblo hebreo.

Por esta razón, lo que narran los hebreos en el Génesis y Beres-


hit, del Capitulo 1 al 11, son mitos e historias sumerias, que Abram
llevó cuando dejó Ur en el valle de Mesopotamia, para formar el
pueblo elegido de su dios. Su Padre Taré era un alto sacerdote en el
gobierno de Ur con educación y conocimiento sumerio, así como el
propio Abram y los otros miembros de la familia de Tare.

172
Los cuentos y mitos sumerios, de dioses del cielo y de la tierra,
la creación del hombre y el diluvio, fueron la fuente de la cual las
naciones del mundo antiguo dibujaron su conocimiento y creencia.

Pero no son solo el Tanaj y la Biblia los escritos que narran so-
bre asuntos religiosos hebreos y cristianos, hay muchos otros textos
llamados “Apócrifos” y textos judíos llamados “Pseudoepígrafos”,
que fueron dejados de lado debido en gran parte a la feroz rivalidad
política y religiosa en los primeros días entre sectas de judíos, cris-
tianos y gnósticos. De hecho, el Pseudoepígrafo fue perdido total-
mente en la herencia transmitida.

Pese a siglos de censura por el sacerdocio hebreo y los poste-


riores judíos, cristianos e islamistas, muchos libros sobrevivieron:
El Libro de Enoc, El Libro del Jubileo, El Libro de la Vida de Adán
y Eva, El Primer Libro de Adán y Eva, El Segundo Libro de Adán
y Eva, y otros que cuentan diferentes historias de la creación, de
Adán y Eva, y de las actividades de los patriarcas antediluvianos.
Estos libros explican muchas de las inconsistencias del Tanaj y el
Antiguo Testamento. La literatura gnóstica fue omitida totalmente
de las Sagradas Escrituras, y fueron los más serios rivales de los
primeros cristianos. Los gnósticos fueron acosados y derrotados
completamente y su literatura fue consignada al olvido.

El culto gnóstico sistemático y organizado se manifestó en el


Maniqueísmo, que se extendió de Mesopotamia a través de Asia
menor hasta África del norte y los territorios europeos del imperio
romano. En los primeros cuatro siglos, el gnosticismo era tan po-
pular que planteó un serio desafío a la primera iglesia cristiana. En
el segundo siglo, Valentinus, el mayor filósofo gnóstico, buscaba
su elección como Papa en Roma y casi tuvo éxito. Ese fue el punto
alto del gnosticismo, posteriormente será San Agustín, que nació
en el Maniqueísmo, otra figura importante de la iglesia católica.
Luego de ello, los textos gnósticos desaparecieron o fueron dejados
de copiar. En 1,945, una gran cantidad de tratados gnósticos fueron
encontrados en jarras de barro o arcilla en Egipto, en una pequeña
ciudad llamada Nag Hammadi. Este hallazgo fue tan significativo
para la investigación bíblica como el hallazgo de los pergaminos
del Mar Muerto en Palestina.

En la literatura gnóstica, se habla de la existencia de dioses y

173
es Eva quien da vida a Adán. La serpiente en el jardín de Edén es
una criatura noble y virtuosa. Pero el maniqueísmo fue perseguido
tan ávidamente en Europa hasta el siglo XIII, en una época en que
había pocos ejemplares de la Biblia y la mayoría de la población
era analfabeta. Si leemos la Biblia veremos que lo dicho por los
maniqueistas y los gnósticos es lo mismo.

Los albigenses del sur de Francia fueron la última fortaleza del


Maniqueísmo; sin embargo, fueron exterminados por el Papa Ino-
cencio III quién organizó una cruzada militar contra ellos. Entonces
llegó la Inquisición con el deber y la misión de aplastar los restos
de las herejías gnósticas.

Una enorme cantidad de información de fuentes antiguas se ha


omitido en el Tanaj y el Antiguo Testamento. El análisis de estas
fuentes nos provee el entendimiento de las historias del Bereshit y
Génesis, y en particular del período antes del diluvio que es cubier-
to solo por seis cortos capítulos del Tanaj y la Biblia. Estos antiguos
documentos, describen, aunque camuflados en términos religiosos
y simbólicos, la organización y la operación de los dioses sumerios
y de sus actividades aquí en la tierra.

4.2 MUCHOS DIOSES EN EL TANAJ Y ANTIGUO TESTA-


MENTO.

El pueblo elegido por el dios hebreo, inicia su historia con


Abram de Ur.

Génesis 11.
27 Estas son las generaciones de Taré: Taré engendró a Abram,
a Nacor y a Harán; y Harán engendró a Lot.
28 Y murió Harán antes que su padre Taré en la tierra de su
nacimiento, en Ur de los caldeos.
29 Y tomaron Abram y Nacor para sí mujeres; el nombre de la
mujer de Abram era Sarai, y el nombre de la mujer de Nacor, Mil-
ca, hija de Harán, padre de Milca y de Isca.
30 Más Sarai era estéril, y no tenía hijo.
31 Y tomó Taré a Abram su hijo, y a Lot hijo de Harán, hijo
de su hijo, y a Sarai su nuera, mujer de Abram su hijo, y salió con
ellos de Ur de los caldeos, para ir a la tierra de Canaán; y vinieron
hasta Harán, y se quedaron allí.

174
32 Y fueron los días de Taré doscientos cinco años; y murió
Taré en Harán.

Evidentemente Tare y sus hijos Abram, Nacor y Harán habían


nacido en “Ur”, una antiquísima ciudad sumeria, de donde salieron,
para ir a la tierra de Canaán, quedándose en Harán.

Génesis 12.
1 Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu
parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.
2 Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandece-
ré tu nombre, y serás bendición.
3 Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren
maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.
4 Y se fue Abram, como Jehová le dijo; y Lot fue con él. Y era
Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán.
5 Tomó, pues, Abram a Sarai su mujer, y a Lot hijo de su her-
mano, y todos sus bienes que habían ganado y las personas que
habían adquirido en Harán, y salieron para ir a tierra de Canaán;
y a tierra de Canaán llegaron.
6 Y pasó Abram por aquella tierra hasta el lugar de Siquem,
hasta el encino de More; y el cananeo estaba entonces en la tierra.
7 Y apareció Jehová a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré
esta tierra. Y edificó allí un altar a Jehová, quien le había apare-
cido.
8 Luego se pasó de allí a un monte al oriente de Bet-el, y plantó
su tienda, teniendo a Bet-el al occidente y Hai al oriente; y edificó
allí altar a Jehová, e invocó el nombre de Jehová.
9 Y Abram partió de allí, caminando y yendo hacia el Neguev.

Jehová le dijo a Abram que salga de Harán y ellos fueron a


Canaán y en Siquem les dijo “A tu descendencia daré esta tierra”.
Entonces Abram edificó allí un altar a Jehová, luego en Betel planto
su tienda y edifico un altar e invocó el nombre de Jehová.

Cuando sale Abram de Harán lleva consigo una práctica común


del Medio Oriente: “la religión del dios del padre” que iba ligado a
un grupo humano y no estaba vinculado a un santuario; era un dios
cuya epifanía se reveló a un antepasado y fue aceptado por éste; es
una divinidad nómada, que acompaña y defiende al grupo que le es
fiel a través de sus migraciones y se convierte en su guía. El dios del

175
padre se vincula a sus fieles mediante promesas a un antepasado,
que revela a su descendencia.

Este grupo humano que tenía el “dios del padre”, al llegar a


Canaán, los antepasados seminómadas de los hebreos encontró
otros santuarios. Junto al dios del padre, las narraciones patriarcales
mencionan a El Elyon, El Saday, El Roí, El Betel, El Olam, que no
son sino diferentes formas del gran dios El.

Elyon significa el Altísimo y se trata de dos divinidades cana-


neas combinadas. El Betel es El del santuario de Betel.

El Roí tiene el significado de “El me ve”.

El Saday, el de la montaña y de la llanura, es el nombre del dios


de Abrahám, de Isaac y de Jacob.

Bajo este nombre se reveló a Abrahám, El Saday, al contrario


de lo que sucede con El Roi o El Olam (El, el eterno), y no está
vinculado a un santuario aunque se manifiesta en ciertos lugares
sagrados: Mambré y Betel.

El Saday se identificó con El posiblemente en la alta Mesopo-


tamia, donde recibió culto a comienzos del II milenio a. C. Los
relatos patriarcales no mencionan a Baal, dios fenicio que gozó des-
pués de tanta aceptación entre los israelitas, ni se conocen nombres
compuestos suyos. En cambio, El aparece en nombres personales
de Mari, así como en la onomástica amorrea. Durante el I milenio
a. C., El había ya perdido su importancia en Siria.

Los patriarcas encontraron el culto a El en los santuarios de Ca-


naán. Abrahám invocó a El Olam en Berseba; se manifestó a Isaac
y a Jacob como el dios de su padre Abrahám, El, el mismo dios, que
declara que es El de Betel.

El tiene un santuario en Siquén. La tradición vinculó a los pa-


triarcas con los santuarios de Mambré, Siquén, Betel y Berseba.
Posiblemente cada patriarca estaba asociado a un solo santuario:
Abrahám a Mambré, Isaac a Berseba, Jacob a Betel e Israel a Si-
quén. El Antiguo Testamento presenta a los patriarcas como fun-
dadores de estos santuarios. Pero en realidad eran antiguos san-

176
tuarios cananeos consagrados a El, que frecuentaron los patriarcas.
La revelación de estos dioses se efectuaba durante los sueños. Los
patriarcas asimilaron a El al dios del padre. Sin embargo, no se
aceptaron los rasgos mitológicos de El ni sus cualidades típicas.

Pero tanto Siquem como Betel eran santuarios de origen cana-


neo así como otros que uso el pueblo hebreo. En Betel, Berseva y
Mambré recibiría veneración “El”, al igual que en Siquém, bajo la
advocación de El Betel, El Ilam, El Saday, El Berit. Posteriormente
los yahvistas –los seguidores de Yavé o Yahvé– reprobarían el culto
en estos santuarios.

Como se puede observar existían otras formas de llamar a dios,


diferente al que ellos conocían como Jehová. A la deidad le llama-
ban también “El” (Elohim en plural) en unos momentos y “Yahvé”
en otros. Los eruditos convienen que el uso de Yahvé parece ser un
anacronismo y pudo haber sido insertado en épocas primeras.

“Elohim” en hebreo es gramaticalmente una forma plural y se


traduce como “dioses”, pero habitualmente los eruditos bíblicos lo
traducen como “dios” en singular, principalmente porque el texto
es muchas veces ambiguo. Generalmente, el nombre para la deidad
es “El” que parece ser el término genérico para la deidad en el oc-
cidente semita así como el hebreo bíblico. Al parecer este “El”, fue
prestado del panteón de los dioses de Canaán y se convirtió poste-
riormente en el “Alá” islámico.

¿Quién era “El”, la deidad suprema de los cananeos?

Como dios gobernante del panteón occidental semita, la mayor


deidad sumeria Enlil fue transcrita silábicamente como “ilulu”, en-
tonces se convirtió en “ili” en Acadio o Semita, y más adelante en
“El” en hebreo. De este modo “El” se convirtió en el nombre para
Enlil, el ser supremo en Palestina y transportado hacia el Antiguo
Testamento.

Mientras el mundo creía en muchos dioses, los recopiladores


y los redactores del Tanaj trataban de proclamar la fe en un único
dios. A pesar de estos intentos monoteístas, quedan muchos ejem-
plos donde la narrativa del Tanaj cae en forma plural de El o Elohim
como “dioses”. En el Bereshit o Génesis, por ejemplo, la noción

177
de crear a Adán es traída, con palabras usadas en plural: “y Elohim
(plural) dijo: Déjenme crear al hombre a nuestra imagen y luego a
nuestra semejanza” (Bereshit 1: 26).

Luego, en el jardín del Edén, cuando la serpiente tienta a Eva,


él dice: “No es verdad que de cierto morirán, los dioses (Elohim)
sabrán que en el momento que lo comas tus ojos serán abiertos y
serás igual a los dioses (Elohim) distinguiendo el bien del mal”
(Bereshit 3: 4)

Nuevamente más adelante, después de la caída, la deidad expre-


sa: “¡Aquí está, Adam se ha hecho como uno de nosotros, conocien-
do el bien y el mal!” (Bereshit 3: 22)

A pesar de los intentos de los primeros redactores del Tanaj


para proclamar una política monoteísta la evidencia de existir va-
rios dioses en el Panteón de donde toman la narración, no ha sido
borrada totalmente de los textos del Tanaj y el Antiguo Testamento.
¿De qué panteón tomaron los dioses que aluden? Evidentemente
del sumerio.

4.3 NEFILIM Y ÁNGELES ¿DIOSES MENORES?

El Tanaj y el Antiguo Testamento, sugiere que no solamente


hubo muchas deidades, sino que estos dioses menores parecen ha-
ber descendido a la tierra para interferir en los asuntos del hombre.
Eso es lo que dice el Bereshit o Génesis 6 que indica:

Bereshit 6
1 Al tiempo, cuando los hombres empezaron a multiplicarse en
la tierra, e hijas fueron nacidas a ellos,
2 los hijos de Elohim vieron que las hijas de los hombres eran
atractivas; y ellos tomaron esposas para sí, cualquiera que esco-
gieron.
3 YAHWEH dijo: “Mi Ruaj no permanecerá entre estos hom-
bres para siempre, porque ellos son carne; por lo tanto, sus días
serán 120 años.”
4 Ahora los gigantes estaban sobre la tierra en aquellos días, y
después de eso, cuando los hijos de Elohim (Nefilim) se llegaron a
las hijas de los hombres, y ellos engendraron hijos a ellas; aquellos
fueron los gigantes de la antigüedad, hombres de renombre.

178
El término bíblico para estas deidades menores parece haber
sido Nefilim. ¿La descendencia de los Nefilim se refleja en la lite-
ratura de Mesopotamia? ¿Podrían ser los Anunnakis que también
descendieron en el período antediluviano? Veremos que éstos eran
diferentes nombres para un mismo grupo de seres.

El término “Nefilim” ha dado a teólogos y traductores proble-


mas por siglos, tanto así que hoy se deja el término intacto en las
traducciones. “Nefilim” se deriva del hebreo NFL, literalmente “Los
caídos” o mejor aún “Los que cayeron”. Se ha interpretado para
significar “ángeles caídos” en el sentido de aquellos que fueron
echados abajo, o los ángeles malvados, aunque el texto no dice eso.

En el Enuma Elish, la historia babilónica de la creación, hay un


grupo de Anunnakis que también descendió para poblar la tierra.
Estos seres divinos también desposaron a las hijas del hombre y tu-
vieron descendencia. Esto es otra evidencia que el Tanaj y la Biblia
recopilaron antiguas tradiciones mesopotámicas.

Los así llamados ángeles del Antiguo Testamento Bíblico, se


han convertido en un término general para describir deidades me-
nores que han sido absolutamente activos en los asuntos del hom-
bre. En la Biblia hebrea la palabra “malakh” es usada a menudo;
sin embargo, otros términos tales como “bene elohim” o hijos del
dios se traducen a menudo como ángeles. Se ha utilizado como un
término para cubrir a cualquiera de éstas deidades menores que en-
traban en contacto con la humanidad.

Estos mensajeros iban a todas partes muy fácilmente con algu-


na clase de dispositivo de vuelo; por lo tanto, la representación de
“ángeles con las alas”, es un símbolo de su capacidad de volar. Ésta
fue la única manera que los ancestros conocían para transmitir este
hecho. El incidente de la destrucción de Sodoma y Gomorra ilustra
la capacidad de estos ángeles de volar a voluntad.

Así varios ángeles informaron a Abraham que venía la destruc-


ción de las ciudades. Luego, los ángeles llevaron a Lot y su familia
a un lugar seguro fuera de la ciudad para evitar su muerte. Así, el
texto deja absolutamente claro que los ángeles primero recorrieron
las ciudades por aire; entonces viendo la necesidad de rescatar a los
parientes de Abraham, los llevaron con alguna clase de nave y los

179
depositaron en un lugar seguro fuera de la ciudad.

4.4 LOS DIOSES DEL EDEN: ¿SERPIENTES O REPTI-


LES CON PIERNAS?

De acuerdo al Bereshit o Génesis y otros documentos, mucho


antes que existieran los humanos ya existía “la serpiente”, que vi-
vía en el jardín del Edén que hacía el trabajo necesario para man-
tenerlo.

Esta serpiente bíblica no era solo una serpiente. Él conversó con


Eva, Él sabía la verdad sobre el Árbol del Conocimiento y el Árbol
de la vida, y Él era de tal “poder”, que desafiaba a la deidad.

Las leyendas judías describen a la serpiente del Edén como se-


mejantes al hombre: “Parecía un hombre y hablaba como hombre”.
Esto se desarrolla con más detalles en el Haggadah, la tradición oral
de los judíos.

Describe a la serpiente que habitó el jardín, antes de la creación


de Adán, como criatura vertical que estaban parada en dos pies y
que tenía la altura de un camello. Estaba dotado de muchas exce-
lentes calidades y habilidades mentales superiores a las del hombre.
De hecho, el Haggadah indica que su capacidad mental era superior
que condujo a la ruina al hombre. La tarea de la serpiente, según
esta fuente, incluyó proveer a la deidad de oro, plata, gemas, y per-
las, una tarea comercial obviamente mundana para un grupo de “se-
res espirituales”. Es notorio la preocupación por “estos tesoros”,
que el Bereshit o Génesis, describe los productos del Edén: “el oro
de esa tierra es de primera calidad; hay bdellium y lapis lazuli”
(Bereshit o Génesis 2: 12).

La serpiente, hacía todo el trabajo de los dioses: la minería y el


trabajo agrícola. Y sobre todo, la serpiente tenía intelecto superior
al del hombre. En otras palabras, todo eso son las cualidades de los
Anunnakis.

Pero esta serpiente suscita muchos problemas. Los ancestros


pudieron haberle dado un significado diferente a la palabra serpien-
te, a la que hoy definimos como reptil con piernas. Recuerde que no
había por entonces una palabra que definiera esto. El griego antiguo

180
o clásico no tenía ninguna palabra para la serpiente, por sí mismo.
La palabra “drakon” fue aplicada a las serpientes así como a otras
fabulosas criaturas parecidas a las serpientes. Por ejemplo, serpen-
teo o culebreo del camino era “drakonforos” y “drakonktonia” sig-
nificaba matando una culebra o serpiente. No olvidemos que una de
las lenguas al que inicialmente se tradujo las escrituras hebreas del
Tanaj o la Biblia fue el griego.

Así en la Septuagésima versión griega pre-cristiana de las Es-


crituras hebreas, la palabra “drakon” se utiliza para denominar a
serpientes, grandes reptiles, y otras terribles o feroces criaturas.
De esta manera, la confusión de dragón y serpiente condujo a las
criaturas mitológicas que eran alados, con piernas, y que además
respiraban fuego. Las serpientes del mundo antiguo fueron repre-
sentadas más adelante como grandes lagartos parecidos a animales
con alas para denotar su capacidad de volar, una metáfora para al-
guna clase de nave o avión. Su capacidad de defenderse por alguna
clase de dispositivo lanza llamas o quizás su peligroso proyectil
fue transformando el aspecto mitológico del dragón que respiraba
fuego, sin embargo es menester mencionar que muy cerca de los
Montes Cárpatos en Rumanía, se encontraron toda una familia de
“Dragones”, lo que confirma que el Dragón si existió y que coexis-
tió con el hombre en épocas medievales y el hombre se encargó de
su desaparición por ser una bestia monstruosa.

Las tablillas cuneiformes sumerias son más específicas en esta


materia. Los Anunnakis o niños de los dioses serpientes, se can-
saron de ejecutar todas las tareas desagradables en las minas y la
agricultura y suplicaron al dios máximo Anu, para aliviar su sufri-
miento, y trajo como solución al problema, la creación del hombre
por los dioses sumerios.

4.5 CREACIÓN Y CAIDA DEL HOMBRE.

En los poemas mesopotámicos, la creación del hombre fue se-


cundario e incluso fortuito en la colonización de este planeta por los
anunnakis. En las Sagradas Escrituras del Tanaj y la Biblia, hablan
del trabajo hecho en el jardín de Edén antes que el hombre sea
creado y luego de ser creado. Era la serpiente que realizaba todo
el trabajo que el hombre primitivo tuvo que hacer. Además de la
agricultura, los “dioses serpiente” también explotaron los minera-

181
les, proporcionando a Elohim de plata, oro, gemas, y perlas, de esta
manera es revelando que una de las actividades principales de los
dioses serpiente antes del advenimiento del hombre, era la minería
y la agricultura.

Uno de los mitos sumerios, describe las primeras intenciones de


aliviar el sufrimiento de los Anunnakis. Pues el poema relata que
los hijos de An no sabían cómo hacer crecer el grano, hornear el
pan, ni hacer las prendas de vestir. Comieron las plantas del cam-
po como animales y bebieron el agua de las acequias. Mientras la
vegetación era abundante, no tenían ningún problema alimentán-
dose; pero cuando los números incrementaron, tuvieron que mirar
a otros medios para obtener sustento. Fue necesario que produz-
can su propio alimento, y con este fin Lahar la diosa del ganado y
Ashnan diosa del grano les enseñaron métodos para producir sus
propios alimentos con especies que fueron creados en la “Cámara
de la creación” en una de las naves de los anunnakis. Estas diosas
intentaron enseñar a los Anunnakis las artes de la agricultura y la
crianza de animales, pero sin éxito. Entonces este experimento fue
un fracaso total, los dioses en consejo decidieron tomar una medida
drástica, crear un trabajador primitivo. Así, por el bienestar de los
Anunnakis, “le dieron respiración al hombre”.

Los dioses reunidos en los cielos decidieron que la mejor mane-


ra de aliviar el sufrimiento de sus trabajadores anunnakis en la tie-
rra, era producir a una nueva criatura. El principal dios An decretó
que el hombre salvaje sea creado: “Hombre será su nombre. Cier-
tamente, crearé al hombre salvaje. El estará a cargo del servicio a
los dioses, para que ellos puedan descansar”.

Como los experimentos anteriores realizados en la nave espa-


cial no resultaron con éxito, se decidido encargar a Enki, para tra-
bajar con la principal enfermera Ninkhursag, para producir un ser
primitivo. Esta nueva creación, llamada “lu.lu” por los Anunnakis,
fue el primer hombre primitivo.

Enki y Ninkhursag realizaron experimentos en el Abzu, labo-


ratorio flotante de Enki cerca de Eridu. En uno de estos mitos se
describe la creación de una especie imperfecta. Ninkhursag modeló
diferentes variedades de sexo, individuos de “arcilla”, pero de es-
tos resultados, todos eran anormales y fallas totales. El mejor de

182
éstos fue descrito como débil de cuerpo y espíritu. Ella le dio a la
criatura pan para comer, pero él lo rechazaba. No podía sentarse,
ni estar parado, ni doblar sus rodillas. Eventualmente se dieron por
vencidos y decidieron que esta criatura era una completa falla. Fi-
nalmente, después de muchos ensayos y errores, Enki y Ninkhursag
encontraron una fórmula de trabajo.

4.6 EL HÍBRIDO HOMBRE MONO-ANUNNAKI Y ADAN.

Para encontraron un método acertado, usaron un grupo de ani-


males hembras, mujeres mono u homínidas, cuyos óvulos fueron
fertilizados por los jóvenes anunnakis, luego extraídos y reimplan-
tados en los vientres de catorce diosas del nacimiento (hembras
anunnakis). El procedimiento está descrito en el Poema de Atraha-
sis, que se ocupa de la creación del hombre. La historia dice que
“catorce matrices fueron reunidas” impregnado con la “esencia”
de los dioses, y como resultado siete machos y siete hembras fueron
creados.

El proceso de producir un ser primitivo fue exitoso, pero, las


criaturas producidas no podían reproducirse. El hecho de que siete
machos y siete hembras fueron creados, sugiere que el intento era
hacerlos capaces de reproducirse.

El hombre primitivo o Adán fue creado, un híbrido de la com-


binación mamífero (homínido) y anunnaki (reptil). Este procedi-
miento descrito por los sumerios se refleja en el Bereshit o Génesis,
donde indica que la imagen del dios fue impuesta en la “arcilla”, el
material genético básico tal como indican las tablillas sumerias. La
esencia de Dios está mezclada con la arcilla moldeable de la tierra,
el hombre mono.

En los acontecimientos cuneiformes, la arcilla se mezcla con


la esencia de los dioses y sobre esta creación “imprimieron sobre
ella la imagen de los dioses”. En ambos casos, debe ser observado
que crearon al hombre a la imagen de su dios. En consecuencia, la
pregunta surge, ¿De dónde vino este material genético con el que se
produjo las características mamíferas de un híbrido?

El hombre de Neanderthal estuvo por centenares de miles de


años como resultado un lento proceso de evolución. Presumible-

183
mente este hombre mono fue utilizado en los experimentos de los
Anunnakis. Este hombre mono está descrito claramente en el Poe-
ma de Gilgamesh, como el hombre salvaje que “se convierte” en
un ser civilizado y fue el compañero de Gilgamesh en sus muchas
aventuras. Este hombre salvaje llamado Enkidu, es una criatura que
se alimenta de hierba y vive entre los animales, hasta que un caza-
dor se queja ante el rey de la ciudad de Uruk. Gilgamesh que es el
Lugal (rey), se entera de él que es una criatura que no usa ninguna
ropa, y que esta cubierto de pelo; es bastante inteligente para relle-
nar los hoyos que el cazador había cavado para atrapar animales
salvajes y que también había liberado las trampas; Él vive con los
animales, corre con las gacelas y comparte sus lugares de beber.

Esta criatura salvaje, probablemente el Neanderthal que se apa-


reó con el reptil Anunnaki, produjo un híbrido que se adaptó más
al ambiente cambiante. La deshidratación de la tierra y los cambios
que traía a la flora y fauna hicieron lo necesario para producir a un
trabajador primitivo. El Adán de la Biblia no fue el Homo sapiens
de hoy. Él se había desarrollado repentinamente de Hombre mono
salvaje a un híbrido que se convirtió en una nueva especie conocida
como Hombre de Cromañón.

El Bereshit o Génesis son muy específico acerca de esto. “En-


tonces Dios dijo: Haré al hombre a mi imagen y semejanza”. De
esta manera crearon a Adán, a la imagen o “selem” y semejanza o
“dmut” de su creador. El uso de ambos términos en el texto bíblico
es para no dejar ninguna duda que el hombre era similar en aspecto
a los dioses.

Más adelante, el hombre se interrelacionó con su especie, y los


rasgos anunnaki se deterioraron, y él se convirtió cada vez más en
mamífero y perdía su aspecto anunnaki. Los genes mamíferos do-
minaron a los genes anunnaki, y el hombre se hizo más “humano”
y menos divino.

A través de la manipulación genética, el Anunnaki o el Nefilim


tomó un hombre mono existente y le dio la parte de su divinidad, su
sangre anunnaki. Las Escrituras confirma el hecho de que los expe-
rimentos biológicos fueron conducidos en la tierra y que algunos de
éstos se salieron de control. Estos experimentos parecen haber sido
hechos rutinariamente por los Nefilim, que no solo poseían técnicas

184
avanzadas en medios de transporte y comunicaciones, sino también
en las ciencias biológicas.

John Baines, seudónimo de Darío Salas Sommer, en su libro “El


Hombre Estelar”, indica que estos Nefilim solicitaron a los “dioses
más altos” que les concedan el estado de “dioses creadores” de
ellos mismos. Había mucha discusión entre los dioses creadores
más altos si permitir que los Nefilim tengan esta capacidad. Des-
pués de muchos desacuerdos y argumentos, les dieron estas pode-
res; pero permanecerían en el rango más bajo de todos los “dioses
creadores” del universo. Nosotros los Cromañón somos su primer
producto.

En el Libro de Enoc se narra que los Nefilim comenzaron a en-


señar al hombre la “fabricación de espadas, cuchillos, escudos, y
petos o corazas de pecho”. También enseñaron al hombre las cien-
cias prohibidas: “conjuros, alquimia, y astrología”. Pero el peor de
los crímenes del que fueron acusados fue de jugar con la genéti-
ca, “cambiaban al hombre en caballos, o mulas, o viceversa, o de
transferir un embrión a partir de un útero a otro”. Esta práctica de
reimplantar un embrión en otra matriz es absolutamente similar a
las actividades descritas en el Poema Sumerio de la Creación. Pare-
ce que los Nefilim o Anunnakis conocían bien de la manipulación
genética y la reproducción selectiva.

4.7 ADAN, EL HOMBRE PRIMITIVO DEL EDEN.

El Bereshit y el Génesis hablan repetidamente que el hombre


caminaba desnudo mientras ocupaba el jardín del Edén. Cuando
comió la fruta prohibida, se dio cuenta que estaba desnudo y ne-
cesitaba cubrirse. Otras fuentes religiosas antiguas respaldan esta
condición del hombre, pero también revelan la razón por la que
estaba desnudo.

Según el Haggadah, los cuerpos de Adán y Eva “habían sido


cubiertos con una piel dura”, y por otra parte, de Adán se dijo que
“era tan brillante como la luz del día y cubría su cuerpo como una
ropa luminosa”. Adán tenía así el aspecto de un anunnaki o reptil,
con su piel escamosa y brillante según han propuesto algunos auto-
res. Era por esta razón que Adán y Eva no usaron ropa ni tampoco
la necesitaron para su protección o comodidad.

185
El Libro del Bereshit y el Génesis deja claro que Adán no su-
daba en el Edén antes de su caída. Esto se desprende del hecho que
después de comer la fruta prohibida, le castigaron con eso, porque
le dijeron: “Con el sudor de tu rostro (frente) te ganarás tu pan”.
Adán no sudaba antes de su caída por la simple razón que el sudar
es característico de los mamíferos y no de los reptiles. Así conclu-
yen los que proponen que los anunnakis eran reptiles.

Mientras permanecían en el jardín del Edén, Adán y Eva no se


reprodujeron. Las tablillas sumerias explican por qué: porque eran
híbridos como las “mulas” y no podían reproducirse. El incidente
al que la Biblia se refiere como la “Caída del hombre” fue que ad-
quirieron la capacidad de procrearse tomando muchos de los rasgos
mamíferos. Es explícito que el castigo de Eva fue el de llevar los
agudos dolores del parto.

El cambio genético final fue hecho por Enki, que no estaba au-
torizado para hacerlo y causó enemistad entre los dioses, entre Enlil
y Enki. A Enki se le recuerda como el creador, el defensor, y el
benefactor de la humanidad. Enlil era quien despreciaba a la hu-
manidad y los aborrecía, intentando eliminarlos de diversas formas
hasta que aprovecho el diluvio para desaparecerlos, pero Enki salvo
algunos.

El hombre primitivo fue colocado en el jardín del Edén para


producir el alimento de los dioses; el Bereshit o Génesis dice: “El
Señor plantó un jardín en Edén, en el este, y colocó allí al hombre
a quien él había formado”.

Crearon al hombre en el Abzu de Enki, en su cuartel general en


la ciudad de Eridu, que estaba en la parte más occidental de Meso-
potamia entre dos ríos; parecería que el área fértil al este de Eridu
sería el jardín de Edén. Coincidentemente, los sumerios llamaron
esta área E-DIN o “El hogar los justos”.

Según el libro de los Jubileos, Adán y Eva fueron colocados en


el jardín del Edén para ararlo y cosecharlo. “El protegió el jardín
contra pájaros, bestias, y ganados, y recolectó la fruta y el ali-
mento”. Los deberes de Adán se describen en términos similares
en una de las versiones babilónicas de la creación del hombre: Fue
su deber mantener los canales y el curso de las aguas y cultivar las

186
plantas en abundancia para llenar los graneros de los Anunnakis.

Hasta el acontecimiento conocido enigmáticamente como la


Caída del Hombre, el hombre primitivo cohabitó el jardín del Edén
con los dioses serpiente, y juntos hicieron todo el trabajo necesario.
Esta fuerza de trabajo, no era al parecer suficiente para hacer el tra-
bajo esencial, en consecuencia, una modificación era necesaria para
hacerlo más eficiente, por ello decidieron darle a Adán o “lu.lu” una
capacidad reproductiva.

4.8 LA CREACIÓN DEL HOMO SAPIENS.

El acontecimiento que los eruditos bíblicos se refieren como


la Caída del Hombre comienza con Adán y Eva, quienes fueron
colocados en el jardín del Edén por la deidad para que puedan ali-
mentarse. Entre los muchos alimentos para comer, estaba las frutas
de los dos árboles en el centro del jardín: “El árbol de la vida y el
árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo”. Pero les dijeron a
Adán y Eva : “Ustedes son libres de comer de cualquier árbol del
jardín, excepto solamente el árbol del conocimiento de lo bueno y
lo malo, del cual no deben comer. Al momento en que lo coman,
serán condenados a muerte”.

Entonces las Escrituras agrega: “Los dos estaban desnudos, el


hombre y su esposa, todavía no sentían ninguna vergüenza”. Más
adelante, cuando comieron de la fruta prohibida, el inmediato y
único resultado fue que “entonces los ojos de ambos se abrieron y
descubrieron que estaban desnudos”.

¿Por qué se pone tanto énfasis en la desnudez? Es obvio que


el uso de las ropas es una manifestación de algo más, de la ad-
quisición del “saber” o del conocimiento. La raíz hebrea “YD” se
utiliza a lo largo del Génesis y significa no sólo “saber” sino más
específicamente “experiencia”. Aplicado a la relación conyugal, la
raíz “YD” significa conocimiento sexual, es decir, “copular” o tener
relaciones sexuales. De hecho, se aplica no solo a las relaciones
maritales normales sino también a la clandestina, incluso a la ho-
mosexualidad, y al sexo entre animales.

Así, alcanzo el hombre el “conocimiento”, la capacidad de co-


pular y reproducirse. Conocimiento que sólo obtuvo, cuando se en-

187
teró de su desnudez. Fue algo bueno para el hombre, pero algo que
no todos los creadores quisieron que tuviese.

Mientras Adán y Eva carecían del conocimiento, vivieron en


el jardín del Edén sin descendencia. Habiéndolo obtenido, Eva fue
condenada a sufrir de los dolores del parto. El cuento de Adán y
Eva del Bereshit y Génesis, es la historia de un paso crucial en la
evolución del hombre: El adquirir la capacidad de procrear como
un mamífero. En la realización de esto, el hombre perdió algo de su
herencia anunnaki, su llamada Divinidad.

4.9 EL HOMBRE PIERDE SU DIVINIDAD.

El Génesis describe a grandes rasgos los cambios fisiológicos


que resultaron del castigo de Adán y Eva. Como castigo, Eva tuvo
que sufrir los intensos dolores del parto, mientras que Adán tuvo
que ganar su pan con el sudor de su frente.

El Haggadah explica qué sucedió en el Edén después del consu-


mo de la fruta prohibida: “El primer resultado fue que Adán y Eva
se vieron desnudos. Antes, sus cuerpos estaban cubiertos con una
piel dura y córnea y envueltos con la nube de la gloria. Enseguida
que violaron esta orden la nube de la gloria y la piel córnea cayó
de ellos, y se quedaron ahí desnudos y avergonzados”. Está claro
que su desnudez tuvo que ver con perder su “piel córnea y dura” y
su “nube de la gloria”.

La desnudez que es enfatizada en los documentos antiguos, se


relaciona de cierta manera con alguna clase de piel externa pro-
tectora que era luminosa y brillante, la llamada Nube de la gloria.
La desnudez del hombre consistía en perder esta piel o piel córnea
protectora, es decir su aspecto anunnaki o divino. En adelante, el
hombre tendrá que usar ropa para proteger su piel de mamífero vul-
nerable. El hombre ahora comenzaría a sudar como mamífero, una
función fisiológica no intrínseca a los reptiles.

4.10 EL HOMBRE PIERDE LONGEVIDAD.

Había dos árboles en el jardín del Edén, pero sólo el Árbol del
Conocimiento era tabú. El hombre tenía acceso al Árbol de la vida
o de la inmortalidad puesto que no le fue prohibido. Ahora que él

188
había alcanzado la capacidad de procrear, la deidad bíblica se pre-
ocupó que él podría también tomar parte del árbol de la vida y de
tal modo alcanzar inmortalidad: “¿Qué si él tendía su mano y to-
maba también del árbol de la vida y comía, viviría por siempre? El
Señor Dios lo desterró del jardín del Edén, hasta al suelo del cual
fue tomado. Él condujo al hombre hacia fuera y lo dejó al este del
jardín del Edén, el arcángel y la espada ardiente, para custodiar
el camino al árbol de la vida” (Bereshit o Génesis 3: del 22 al 24).

Según las Escrituras, no había regreso para el hombre. Él había


tomado el paso decisivo y alcanzado el “conocimiento”, se había
iniciado la humanidad con la raza mamífera conocida como Homo
sapiens. En la obtención de esto, sin embargo él tuvo que renunciar
a la larga vida o inmortalidad. Ambas eran características mutua-
mente excluyentes según lo indica el Bereshit o Génesis. El hombre
podría haber conservado su forma divina y larga vida, pero habría
permanecido como un hibrido sin capacidad de reproducirse.

Ahora el hombre requería de ropa para su protección contra los


elementos, la deidad aparentemente comprensiva “hizo ropas de
pieles para el hombre y su esposa, y los arropó”, pero no dice piel
de que animal era, ya que eso significaría matar a uno o varios ani-
males. El Haggadah revela que las ropas fueron hechas de piel de
serpientes que mudaron de piel.

El hombre, sin embargo, buscaba la inmortalidad, esa que Adapa


no aceptó cuando le fue ofrecida por Anu, o que le fue esquiva a
Gilgamesh a pesar de sus esfuerzos por lograrlo. Por su parte los
egipcios esperaban obtenerla como una gracia de sus dioses y para
ello embalsamaban los cuerpos. A su vez Adán tampoco lo tomo
del “árbol de la vida”, pero enfureció a Jehová que exclamó: “que
no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y
viva para siempre” (Bereshit o Génesis 3: 22). Esa es la búsqueda
que jamás dejó de seguir el hombre con sus diferentes manifesta-
ciones religiosas que tuvieron su origen en estas áreas: El judaísmo,
cristianismo e islamismo que son las religiones más grandes, junto
a otras menores que de ellas se desprendieron.

4.11 EL EXTRAÑO HABITANTE DEL EDEN.

Además de Adán y Eva, el otro importante habitante del jardín

189
de Edén que menciona el Tanaj y la Biblia, era la serpiente. A él le
fueron otorgados cualidades que rivalizaban y sobrepasaban a las
de Adán. El Bereshit y el Génesis afirma que “La serpiente era la
más astuta de todas las bestias salvajes que dios había hecho”. El
Haggadah describe a la serpiente como alta, de dos piernas y con
poderes mentales superiores. Era el Señor de todas las bestias del
Edén: “Dios habló a la serpiente: yo te he creado para que seas el
rey de todos los animales. Te he creado para estar en posición ver-
tical”, pero en el Haggadah no dice que él caminó como un hombre.

En el Génesis, la serpiente fue severamente castigada por su


papel en la caída de Adán y Eva. En adelante se arrastraría sobre su
vientre. De esta manera, el Bereshit o Génesis implica que en un
tiempo la serpiente era una criatura con piernas y perdió sus extre-
midades como castigo que Adán y Eva comieran la fruta prohibida.
El Haggadah es más explícito y declara que: “sus manos y pies
fueron cortados”.

En apariencia, la serpiente con piernas fue una criatura temible,


dominando a todos los animales así como al hombre. De hecho,
cuando Adán y Eva fueron expulsados del Edén, ellos usaban “ro-
pas de piel”. Antiguas leyendas judías indican que las ropas usadas
por Adán y Eva fueron hechas no sólo de pieles de reptil sino que
además los protegieron contra los depredadores: “Cuando usaron
los recubrimientos, a Adán y Eva les dijeron que todas las criaturas
sobre la tierra les temerían”.

Las pieles de la serpiente fueron símbolos de la raza predomi-


nante, y no sólo recordaban a Adán y Eva su origen sino también
actuaban como talismán para protegerlos contra las criaturas sal-
vajes.

La noción de la serpiente como “el mal” es bastante reciente,


porque se desarrolló durante los primeros días de la era cristiana.
En la actualidad, la serpiente bíblica está conectada a menudo con
el conocimiento divino, la cura e inmortalidad. La palabra hebrea
para la criatura que tentó a Eva es “nahash” que se traduce general-
mente como serpiente pero literalmente significa “él que resuelve
secretos”.

En griego antiguo la palabra serpiente “drakon”, fue utilizada

190
para todas las grandes criaturas temibles tales como serpientes,
grandes reptiles, y otros animales aterrorizantes. Así el término
“drakon” se transportó a través de canales semánticos a la asocia-
ción de una gran serpiente alada y con patas como dragón en la
literatura y cultura occidental.

Tanto las tablillas sumerias como el Tanaj y la Biblia, narran


que antes del diluvio, el hombre ya había empezado a aborrecer e
incluso a perseguir a la descendencia de los dioses que los busca-
ban para cazarlos y matarlos. De otra parte la enemistad entre Enlil
y Enki, también afectaba a sus hijos, así Enlil hizo que sus hijos
fueran puestos a cargo de las tierras del Medio Oriente y los hijos
de Enki eran asignadas a tierras extranjeras tales como Egipto y el
valle de la India. Los hijos de Enki no estaban contentos con esta
decisión y regresaron al Medio Oriente. El hijo mayor “Marduk”,
tomaría el control de Babilonia y reclamaba el codiciado título de
“cincuenta”.

Enki es recordado como el creador y benefactor de la humani-


dad y se le asocia con el conocimiento divino, la salud y la inmorta-
lidad, exactamente las cualidades atribuidas a la serpiente en el jar-
dín del Edén. Así, la “Caída del hombre” es solamente una alegoría
de la confrontación entre Enlil, el Elohim del Antiguo Testamento,
y Enki, el Dios serpiente benefactor del hombre.

En el Libro de Enoc: Cuando a Enoc le debía ser dado la di-


vinidad e inmortalidad. Los “ángeles” que representaban la más
vieja orden, protestaron porque Dios revelaba los secretos divinos
al hombre, y le recuerdan que ellos, “le dieron un buen consejo
cuando le dijeron que no cree al hombre”. Para los dioses conser-
vadores y más viejos, el hombre era considerado un animal inferior,
una y otra vez lo criticaban por sus características de mamífero y
despreciaban al hombre como la “humanidad nacida de una mujer,
manchada, sucia, profanada por la sangre y el fluido impuro, los
hombres sudan gotas pútridas”. Esta repugnancia de los ángeles
hacia sus primos mamíferos sudorosos y peludos se reitera a través
del antiguo testamento donde esta aversión se enmascara bajo imá-
genes de la “debilidad de la carne”.

Los Anunnakis según algunos sumeriologos, eran reptiles que


se deleitaban de su aspecto reptil: sus lisos, brillantes y lustrosos

191
cuerpos, y los rasgos mamíferos les eran repugnantes.

En las antiguas leyendas y mitos, el hombre parece alcanzar


siempre cierta clase de “conocimiento”, pero pierde inmortalidad.
Adán y Eva consiguen “conocimiento” pero son expulsados del jar-
dín del Edén para evitar que tomen la fruta del Árbol de la vida.
Sucede lo mismo con Adapa del mito sumerio, a quien le fue dado
el “conocimiento” por Enki, que para evitar sea engañado con la be-
bida y la comida de la vida que habrían hecho inmortal a Adapa, le
aconseja no lo tome. Las aventuras de Gilgamesh son intentos para
alcanzar la inmortalidad, pero le niegan que viaje hasta los cielos
a suplicar a los dioses larga vida. Entonces busca a Utnapishtim
(Noé), su abuelo, quién le da la planta mágica que cura y prolonga
la vida, pero en un descuido, una serpiente le roba. Sin duda en
todas ellas recurrentemente hay imágenes de los dioses serpiente.

En la mitología del mundo, la serpiente es el símbolo de larga


vida, de la curación, de la regeneración, y de la inmortalidad. Las
serpientes por todas partes se han asociado a lo curativo.

Moisés y el Seraphim.

192
En el Antiguo Testamento, el papel de la serpiente como curador
se ilustra en el incidente de la “Serpiente de bronce” o “Seraphim”
que fue levantada sobre un mástil y se convirtió en la cura para las
dolencias de las tribus durante su éxodo de Egipto liderados por
Moisés.

En el documento pseudoepígrafo llamado “La Vida de Adán y


Eva”, hay textos que narran el intento de Adán por encontrar reme-
dios rejuvenecedores. Según el texto, Adán estaba viejo, enfermo y
cerca al final de su vida. Él solicitó a Eva y a su hijo Set volver al
Edén por el “aceite del árbol de la misericordia” con cuál podía ser
untado, aliviar su dolor, y extender su vida. En las puertas del Edén,
se encontraron con el ángel Miguel quien rechazó las súplicas de
Set con el argumento que el elixir mágico no era para el hombre.

La regeneración del hombre había sido prohibida por los dioses


a lo largo de las eras, referencias veladas se encuentran a menudo
en la literatura. Así tenemos que, cuando la serpiente robó la planta
mágica que Utnapishtim (Noé) le dio a Gilgamesh, la serpiente se
lo trago y de inmediato mudó su piel, ¿Esto demuestra una forma
de inmortalidad?

Para los hebreos y cristianos, deshacerse de la piel tiene un va-


lor importante en la teología de su religión, que es practicado, en la
forma del Rito de la Circuncisión.

Este rito es parte del convenio entre Abraham y su dios, reforza-


do y repetido muchas veces por sus descendientes, porque su dios
le había dicho: Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio,
y será por señal del pacto entre mí y vosotros (Bereshit o Génesis
17: 11). Así como la serpiente alcanzó larga vida sacrificando y
abandonando su piel, parte de sí mismo. Así los hombres pueden
también ser salvados ritualmente haciendo el mismo sacrificio. El
rito de la circuncisión es un recordatorio perpetuo para el hombre
que sus verdaderos orígenes descansan en los creadores, los anun-
nakis, los dioses serpiente y que él existió gracias a la tolerancia de
estos dioses.

Los que alcanzan inmortalidad verdadera y se unen a los dioses,


sólo se registran dos en la literatura antigua: Utnapishtim y su es-
posa es uno de ellos, quienes después del diluvio, fueron llevados a

193
la nave espacial, donde Enlil lo colocó en un ritual: “Hasta ahora,
Utnapishtim había sido solamente un hombre, pero ahora Utnapi-
shtim y su esposa serán dioses como nosotros”. Él fue enviado a
vivir “en el origen de los dos ríos donde se levanta Shamash”, en la
tierra de Dilmun. Distinto a lo que le sucedió a su contraparte Noé,
quien no alcanzó la inmortalidad. Los dioses del Tanaj y el antiguo
testamento bíblico, eran dioses más celosos e inflexibles.

El otro que alcanzó inmortalidad es Enoc, uno de los patriarcas


que antes del diluvio alcanzó esta distinción. En el Bereshit y el
Génesis escuetamente se dice que: “Caminó, pues, Enoc con Dios,
y desapareció, porque le llevó Dios” (Bereshit y Génesis 5: 24). No
obstante, en el “Libro de Enoc” se cuenta la historia completa y los
detalles que fueron omitidos en el Tanaj y la Biblia.

Enoc no sólo fue hecho inmortal sino también endiosado de


modo que él se convirtió en el segundo en poder junto a la deidad
principal. Esta inusual situación se da cuando es nombrado el ma-
gistrado que presidirá el juicio contra los Nefilim que descendieron
a la tierra para procrear con las hijas de los hombres, quienes fueron
acusados de cometer toda clase de crímenes en la tierra.

4.11.1 ¿La circuncisión una práctica egipcia o hebrea?

En Babilonia había una regla que prohibía la circuncisión si


se hubiera presentado antes en la familia dos hijos que hubieran
sangrado durante el ritual, lo que hace suponer que tenían cierto
criterio en lo que a trastornos hemorrágicos se refiere. En el libro
del Levítico se describe una enfermedad que se relacionaba con la
práctica sexual, lo que se cree era la gonorrea y Moisés señala su
alta contagiosidad y su manera de prevenirla evitando el contacto
sexual en los momentos iniciales de los síntomas.

Evidencias descubiertas por Hauptmann y Schmidt de la Aca-


demia Heildelberg de Humanidades y Ciencias de Alemania en
conjunto con el Museo Arqueológico Sanhurfa de Turquía, que
comenzaron a estudiar un asentamiento mesopotámico sobre un
tributario del rio Éufrates en el reservorio de Atartuk y otro sitio
denominado Gobekli Tepe, en la llanura de Harran, sitios activos
entre los años 8,500 y 9,500 a. C., se encontraron figuras itifálicas
andrológicas-ginecológicas de tres metros de altura en forma de T

194
y realizadas en piedra caliza, semejando en ocasiones penes cir-
cuncidados, lo que vendría a reforzar la teoría de Smith, egiptólogo
inglés, que refería que la circuncisión era uno de los signos de las
culturas heliolíticas diseminadas por el mundo 15,000 años atrás.

Se encontraron momias egipcias circuncidadas, así como de je-


roglíficos que nos muestran a sacerdotes de alto rango y miembros
de la nobleza egipcia circuncidados. En el museo del Cairo aparece
una pintura de un faraón circuncidado del año 3,000 a. C., pero
podríamos hablar que la circuncisión se efectuó en tierras egipcias
desde el año 4,000 a. C.

En el “Libro de la Muerte” se halla un mito egipcio que describe


que el Dios Solar Ra se circuncida a sí mismo, cortándose su órgano
viril y con la ayuda de los Dioses Hu y Sia, se origina el Universo
y la existencia humana a partir de la sangre que sale de su miembro
viril mutilado o circuncidado. Esta sería una de las explicaciones de
la práctica de la circuncisión en el pueblo egipcio.

El egiptólogo Budge en su libro “Los Dioses de los Egipcios”


menciona que en los inicios de la civilización egipcia, existía un
Dios de la Circuncisión cuya misión o trabajo era mantener la ferti-
lidad en los bancos del Nilo. Herodoto, historiador griego del siglo
V a. C., escribía que los egipcios practicaban la circuncisión con el
objetivo de estar aseados y limpios, considerando que era preferible
“estar” limpios que “parecerlo”.

En un grabado de la tumba de Ankhmahor que era capataz-Visir


del Rey Teti (6ª dinastía alrededor del año 2,345 a. C.) en la ciudad
de Saqqara (Egipto), se ven los pasos de la circuncisión y las actitu-
des del cirujano (que era el sacerdote), su ayudante y el paciente. Se
sabe que era un procedimiento que se realiza en la pubertad-adoles-
cencia. La práctica de la circuncisión era práctica común en África
y Egipto para posteriormente extenderse al pueblo hebreo, al pue-
blo árabe y otros pueblos del medio oriente. El bisturí en el Imperio
antiguo eran hojas de obsidiana o pedernal (piedra de chispa) y en
los Imperios nuevos (1,567 - 1,085 a. C.) el bisturí era de metal. Se
colocaba miel con aceite para mejorar la cicatrización y evitar las
infecciones de la herida.

Además de los motivos religiosos que obligaban a los egipcios

195
a realizar el procedimiento tenían también motivos higiénicos, mo-
tivos de pureza, así como se consideraba un requisito para contraer
matrimonio y como un tratamiento para la denominada gangrena
del prepucio. Los instrumentos quirúrgicos más sofisticados eran
originarios de Egipto y por eso es que griegos y romanos conside-
ran a Egipto como la cuna de la medicina.

El antiguo Egipto practicaba la circuncisión originalmente


constituido como un signo de clase social. El poder político y reli-
gioso estaba en las manos del sacerdote quien rapaba su cabeza y
se circuncidaba.

Refieren que la hipótesis más probable es que el antiguo Egipto


localizaba el alma en los genitales, querían ofrecer su piel a las di-
vinidades como un signo de su alianza y sumisión. Y además exis-
tía la intención de purificarse con el acto. El color rojo del horizonte
(usual en Egipto en el amanecer y atardecer) se interpretaba como
reflejo de la sangre de la circuncisión del Dios Ra.

En el dibujo que se tiene de la circuncisión de Saqqara represen-


tando un bajo relieve donde se efectúa una circuncisión (Mastaba
de Ankh-má-Hor 2,200 a. C.), el operador se llama “Padre circun-
cisor”. Se la llamaba Tahara (purificación). Mientras que en otros
países árabes el ritual conservaba el nombre de Khitan.

La edad en la que los egipcios practicaban su circuncisión re-


fleja la importancia del ritual y de la operación. Filón de Alejandría
(filosofo judío), así como los escritores griegos y San Ambrosio
sitúan la edad entre 13 y 14 años, y en los periodos avanzados de
la civilización la operación era para todos los varones egipcios no
solo para la clase sacerdotal.

“Clemente de Alejandría reporta que Pitágoras viajando a


Egipto fue obligado a circuncidarse para ser admitido en los miste-
rios, por lo tanto era absolutamente esencial para pertenecer a los
sacerdotes egipcios, al igual que para ser admitido a la Biblioteca
de Alejandría y con ello acceder a los conocimientos de la época.
Los sacerdotes orientales se hacían determinadas marcas corpora-
les para congraciarse con sus Dioses. Los sacerdotes de Baco se
grababan hojas de laurel. Luciano nos dice que los devotos de la
Diosa Isis se grababan ciertos caracteres sobre sus muñecas y cue-

196
llo. Los sacerdotes de Cibeles se convertían en eunucos. Muchos
de los egipcios que reverenciaban el instrumento de procreación
ofertaban a los Dioses Isis y Osiris creadores de la vida sobre la
tierra una pequeña parte del miembro que perpetuaba la especie
humana”.

Otra de las explicaciones propuestas para la práctica de la cir-


cuncisión era que querían eliminar la ambigüedad sexual de los
adolescentes al resecar el prepucio, los labios menores y el clítoris.
“No olvidemos la condición de ambigüedad sexual de los Dioses
Creadores”.

Escenas de la Circuncisión- Tumba de la Mastaba de Ankhmahor (sexta


dinastía -2345-2220 a. C.).

Dentro de la cultura egipcia el incesto estaba permitido y la cir-


cuncisión, práctica adoptada posteriormente por los judíos, tenía
un carácter ritual en la ceremonia de iniciación de la adolescencia.

Posteriormente los judíos allí cautivos, adoptarían la costumbre


y la llevaron con ellos al salir de Egipto, pasando de un precaución
sanitaria, sacerdotal, social y teogónica, a un rito religioso. “Nunca
se debería olvidar que entre los pueblos primitivos cualquier ley o
usanza tradicional tendía, con el pasar de los tiempos a asumir un
carácter religioso”.

197
No hay duda que la circuncisión como símbolo de compromiso,
de renovación de pacto ancestral, representa un distintivo judío. Un
símbolo que los ha separado de los cristianos desde que Saúl, pos-
teriormente Pablo de Tarso decidiera eliminar la circuncisión como
requisito de ingreso a la iglesia primitiva cristiana, basado en que
Abraham fue traído a la fe de Dios antes de su circuncisión.

El libro de los Reyes nos insinúa que ya bajo el reinado de Iz-


bel (Siglo XI a. C.), los judíos habían abandonado la tradición de
la circuncisión. En el siglo II a. C., durante la época helenística de
Antíoco Epifanes, se volvieron a reblandecer las costumbres judías
en cuanto a la circuncisión, no sólo al no hacérsela, sino inclusive
realizando cirugía de restauración del prepucio para eliminar cual-
quier rastro de la misma. La tradición sin embargo estaba demasia-
do arraigada en el pueblo judío, como para ser erradicada.

La circuncisión no nace con Abraham y el pueblo judío. Sabe-


mos de su práctica desde antiguas civilizaciones mesopotámicas,
específicamente los semitas de la región occidental del fértil cre-
ciente influenciados por la cultura egipcia. Posteriormente tratando
de mantener una identidad particular para diferenciarse de los babi-
lonios, ella adquiere importancia y trascendencia.

Inclusive para los propios judíos previos al exilio no representa-


ba una práctica importante. A pesar de que se realizaba, se menos-
preciaba a los judíos que no se circuncidaban, como los filisteos. La
significación de la misma, como es conocida hoy en día, la adquie-
re, durante el éxodo a la “Tierra Prometida”, posterior al cautiverio
egipcio que duró 205 años.

Los hebreos, adoptaron la circuncisión en Egipto. Una de las


especulaciones que esgrimen numerosos historiadores es que la
arena del desierto causaba irritación y posteriormente infección en
la zona prepucial de los niños, que actuaba como saco reservorio
para dichas infecciones. Por lo tanto para evitar esto, los egipcios
sometían a sus esclavos a la circuncisión para proteger la salud de
sus esclavos y con ello mantenerles su habilidad para el trabajo evi-
tando enfermedades debilitantes como hematuria, disuria y compli-
caciones genitourinarias que a menuda causaban la pérdida de un
esclavo e inclusive su muerte.

198
Herodoto en el siglo V a. C. reporta que “Los colchidianos,
egipcios y etíopes son los únicos pueblos que han siempre practi-
cado la circuncisión. Los fenicios y los sirios palestinos reconocen
que ellos adoptaron sus hábitos de los egipcios. Los sirios viviendo
en el valle de Thermodon puntualizaron que recientemente habían
olvidado o borrado la costumbre de los colchidianos. Estos son los
únicos pueblos que practican esto y se nota que observan las mis-
mas reglas que los egipcios”.

Está claro que muchos pueblos adoptaron la práctica egipcia de


la circuncisión, pero ninguna nación jamás clamo haber adoptado
la circuncisión de los judíos. Los judíos admiten que ellos vivieron
en Egipto por 205 años, y ellos están orgullosos del hecho de que
no practicaban la circuncisión en este periodo.

Por lo tanto está claro que los egipcios no aprendieron la cir-


cuncisión de los judíos durante estos 205 años. ¿Podría un maestro
adoptar la marca principal de la religión de sus esclavos fugitivos,
considerados también como ladrones?

El libro de Josué dice que los judíos fueron circuncidados en


el desierto, sin embargo se consiguen estudios que reflejan que no
hubo circuncisiones durante la travesía e inmediatamente antes de
entrar a la Tierra prometida circuncidaron a sus varones.

Se propone que Moisés era un egipcio de alto rango muy cer-


cano al faraón Akenaton y un adepto de la religión monoteísta que
deseaba imponer, Aton el Dios Sol, con el faraón como su repre-
sentante sobre la tierra. “Si Moisés fue un egipcio y si el pasó su
propia religión a los judíos debió haber sido la religión de Aton.
No solo dio una nueva religión a los judíos sino que introdujo la
circuncisión en ellos”.

Los relatos bíblicos son contradictorios en numerosos aspectos,


consecuentemente hay solo una respuesta al origen de la circunci-
sión de los judíos….y es que proviene de los egipcios.

La circuncisión judía llamada “Berith Milah” es una de las ma-


yores prácticas rituales del judaísmo, de origen bíblico y fundado
en la circuncisión ritual de Abraham. Berith (alianza), es parte de
una cadena etimológica que proviene de Bharatar (Persia), Phreter

199
(Griego), Frater (Latín), Brother (inglés) y Bruder (alemán) y en
árabe el término es “Khitan”

El día que Abraham fue circuncidado, a los 99 años junto a su


hijo Ismael y a 318 hombres de su clan, ese día se volvió importante
para el pueblo judío y se denomina “Iom Kipur” o Día del Perdón.
“Es el único medio para llegar a la perfección espiritual y material,
condición indispensable para poder estudiar y comprender la Torá.
Es por ende la señal que identifica el pacto o convenio que realizó
Dios con Abraham y su descendencia de ser el Pueblo Elegido”.

El rofé o médico hebreo, es considerado un cirujano debido a la


práctica de la circuncisión. Esta práctica que está descrita en el Be-
reshit o Génesis17: 11 y 12, donde Dios revela a Abraham “circun-
cidarán la carne de vuestro prepucio” y ésta será la señal del pacto
entre ustedes y Yo, y en el curso de todas vuestras generaciones,
ustedes realizarán la circuncisión en cada varón a la edad de 8 días.
Tenía pues el objetivo de consagrar al Señor, desde el nacimiento,
la vida de cada hombre y recordarle cada día éste pacto. Se dice
que tenía como objetivo secundario, recordarle a cada hombre que
la existencia consagrada a Dios debía realizarse día a día afirman-
do la supremacía del espíritu sobre los instintos y placeres de los
sentidos.

Moisés circuncidó a los varones de 8 días de nacido cuando sa-


lieron en el éxodo de Egipto hacia la Tierra prometida y al final del
viaje, 40 años después su hermano Josué hizo circuncidar a todos
los que habían nacido durante los 40 años del viaje por el desierto
enterrando sus prepucios en las arenas del desierto.

Codificada en el Talmud en el 2º siglo d. C., modificada por


Maimónides en el siglo XII d. C. y por Jospeh Karo en el siglo XVI
es un imperativo para todos los recién nacidos varones y debe ser
hecha al 8 día después de nacer excepto si hay contraindicaciones
médicas. Es hecha en casa, por un Mohel u otro varón calificado. Si
es hecho en la sinagoga el padrino mantiene al niño sentado sobre
la silla del profeta Elías llamado “el ángel de la alianza”. Es un
acto eminentemente religioso que comprende dos bendiciones y el
nombre del niño es dado es la misma ocasión.

Originalmente lo sagrado no es nada más que la continuación de

200
la práctica del padre primitivo. “Saher” no solo significa sagrado o
consagrado sino que también significa diabólico y abominable. La
circuncisión es el substituto simbólico para la castración inicial-
mente infligida por el Padre primitivo sobre sus hijos en la plenitud
de su poder y por adoptar este símbolo, demuestra que uno estaría
gustoso a someterse uno mismo al deseo paterno aun si requiere el
más doloroso sacrificio.

Un primer intento para prohibir la práctica de la circuncisión


fue en el mediterráneo muchos cientos de años antes del nacimiento
de Jesús bajo el reinado de Antioco Epífanes en el siglo II a. C., en
Judea. Tres siglos después bajo Adriano se quiso hacer lo mismo,
dando origen a una revuelta judía (Bar Kokhebha) en el 132 d. C.
Antonio el Piadoso entre los años 86-161 a. C., prohibió a los ju-
díos circuncidarse y los castigaba con la muerte. En el siglo XIX la
circuncisión no solo fue tolerada sino fuertemente aconsejada por
razones médicas e higiénicas y para combatir la masturbación y aún
más la enuresis, entre anglosajones protestantes particularmente en
los Estados Unidos de Norteamérica.

El pueblo judío cumple lo ordenado por Dios. A cambio del de-


recho divino de la tierra prometida: Canaán. Abraham en su propio
nombre y en el de sus descendientes se compromete aceptar a Dios
como la deidad del pueblo judío. En Bereshit o Génesis 17: 7: “Yo
establezco contigo y con tu descendencia después de ti por sus ge-
neraciones, mi pacto eterno de ser tu Dios y el de tú descendencia
después de tí”.Y como firma del pacto Abraham acepta el rito de
la circuncisión en hebreo Herith que significa pacto. En Bereshit
o Génesis 17: 10 “Este es mi pacto que guardareis…circuncidad
todo varón”.

De manera curiosa Abraham era un semita oriental y se dice que


fue circuncidado a muy avanzada edad, a los 99 años. En el libro
del Bereshit o Génesis 17: 24 leemos: “Era Abraham de noventa y
nueve años cuando se circuncidó…”

Se podría interpretar que la circuncisión tenía que ver con la


fecundidad personal y con la fertilidad de los campos y por ende
con la prosperidad del pueblo que la practicara. En el Bereshit o
Génesis 17: 13 se indica que “el pacto señalado en vuestra carne
es para denotar la alianza eternal que hago con vosotros”. En el

201
Bereshit o Génesis 17: 2 antes de ordenar la circuncisión dice: “Te
multiplicaré más y más en gran manera y procede entonces a enun-
ciar el pacto”.

Para los investigadores e Historiadores que aducen que el pue-


blo judío fue el primero en practicar la circuncisión referirán que
Abraham vivió en el siglo XVIII a. C., precediendo cuatro siglos a
Akhenatón de Egipto (Amenofis IV) esposo de Nefertiti, fundador
supuesto del monoteísmo, siendo Abraham el fundador por su parte
del monoteísmo judío con sus costumbres de circuncisión.

4.12 LOS DESCENDIENTES: CAIN Y SET.

Los descendientes de Adán y Eva plantean muchos problemas,


porque enumera no sólo la progenie de Caín sino que agrega una
línea paralela de su tercer hijo Set, cuyos nombres en algunos casos
se duplican.

Bereshit 4 o Génesis 4.
16 Salió, pues, Caín de delante de Jehová, y habitó en tierra de
Nod, al oriente de Edén.
17 Y conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a
Enoc; y edificó una ciudad, y llamó el nombre de la ciudad del
nombre de su hijo, Enoc.

En el Tanaj y la Biblia, la línea de Caín es discontinuada repen-


tinamente, y probablemente este cambio de actitud está relacionado
con el asesinato de su hermano Abel. Caín fue exiliado a las tierras
al oriente del Edén en donde procreó un hijo llamado Enoc y Caín
edificó una ciudad que llamo Enoc como su hijo. Enoc siguió cons-
truyendo ciudades, siete de hecho, todas nombradas después de sus
hijos. Es quizás coincidencia que habían siete ciudades importantes
construidas por los Sumerios antes del diluvio y eso sugiere una
fuente común de origen.

El Bereshit y el Génesis continúan la línea de Caín, tranquila-


mente, con Irad, Maviael, Matusael, y después termina con Lamec.
El verso que termina la línea de Caín es como sigue: “Lamec dijo a
sus esposas, Ada y Sella, escuchen lo que voy a decir, oh, esposas
de Lamec, escuchen mi discurso; He matado a un hombre con la
herida que le hice, sí he matado a un joven con el golpe que le di. Si

202
Caín es vengado siete veces, entonces Lamec será vengado setenta
y siete veces” (Bereshit y Génesis 4: 23 y 24).

Luego el Bereshit y el Génesis dejan toda mención de la línea


de los Cainitas y comienza precipitadamente la genealogía de Set.
El verso contiene obviamente las pistas para este cambio repentino
de la política. ¿Si la línea fue condenada, cuáles fueron las razones?
La solución a este enigmático verso que termina la línea de Caín
probablemente miente en la existencia de las dos, incluso tres líneas
paralelas de descendientes.

La explicación de las escrituras sagradas para el primer asesi-


nato registrado en ellas no es de ninguna manera convincente, de
acuerdo al Bereshit y Génesis, Caín mató a Abel porque su sacri-
ficio no fue del agrado para el Señor como si fue el de Abel. Ello
parece más una explicación inventada por los antiguos cronistas.
La respuesta más completa y más siniestra del crimen es proporcio-
nado en el antiguo documento “La Vida de Adán y Eva”.

Cuando Eva concibió y dio a luz a Caín, ella dijo, según el Be-
reshit y el Génesis: “He alumbrado a un hombre con la ayuda de
Dios” (Bereshit y Génesis 4: 1). En el caso de Abel, sin embargo, el
texto dice simplemente: “Y ella parió después a su hermano Abel”
(Bereshit y Génesis 4: 2). Las escrituras sugieren así, que de los
dos, el nacimiento de Caín involucró a la deidad. Otras aclaracio-
nes de la paternidad de Caín se encuentran en “El Apocalipsis de
Adán”, un documento gnóstico del primer siglo d. C., en donde
Adán revela a su hijo Set: “El Señor, que nos creó, creó un hijo de
sí mismo y de Eva, tu madre”.

¡Oh sorpresa! La deidad era el padre de Caín, y el padre de


Abel era Adán. Esto, explicaría muchos de los acontecimientos que
sucedieron posteriormente; porque si la deidad era padre de Caín,
entonces Caín sería semidivino por su padre y humano por su ma-
dre, es decir, era un semidiós.

Si Caín fue provocado o no, este cometió un crimen serio, cuya


causa no sería solo un error del ofrecimiento de sacrificio. Caín
asesinó a Abel, comió su carne y bebió su sangre. Por este acto bár-
baro, Caín fue desterrado al este a la tierra de Nod. Y como muestra
que Caín está bajo la protección del Señor, él puso una marca sobre

203
Caín, la cual no se describe en el Bereshit o Génesis.

Para proteger a su progenie semidivina, la deidad advirtió que


“Cualquiera que mate a Caín sufrirá la venganza siete veces”. Ex-
trañamente, esta misma declaración se repite con Lamec, que termi-
na con la línea de Caín. Es obvio, los dos versos están relacionados.

Bereshit 4: 15 o Génesis 4: 15
Ciertamente cualquiera que matare a Caín, siete veces será
castigado. Entonces Jehová puso señal en Caín, para que no lo
matase cualquiera que le hallara.

Bereshit 4: 24 o Génesis 4: 24
Si siete veces será vengado Caín, Lamec en verdad setenta ve-
ces siete lo será.

¿Caín es semidivino como sus descendientes, o existe otra ra-


zón para no ser destruido? Esto debido a que Caín, solo fue deste-
rrado a una tierra lejana, para que él y sus descendientes no puedan
hacer más daño.

En nuestro libro ¿Dónde están los hijos de Caín? Decíamos:


El apócrifo llamado “El Primer Libro de Adán y Eva” narra lo que
ocurre luego que son expulsados del Edén, Adán y Eva, el matri-
monio de Adán y Eva y otras ocurrencias hasta la muerte de Abel.

Este apócrifo no es la versión familiar del Bereshit o Génesis


del Tanaj y la Biblia, ni la fuente de esta leyenda fundamental surge
del cielo, es un relato espontáneo, una versión de un mito o una
creencia, trasmitida de boca a boca, de generación en generación,
a través de las edades, que llegó como un rayo de luz inextinguible
que vincula el momento en que comenzó la vida humana, con el
momento en que la mente humana puede expresarse y la mano del
hombre podía escribir.

Esta es una de las historias más antigua del mundo, ha sobrevi-


vido porque encarna el hecho básico de la vida humana: el conflicto
del bien y del mal, la lucha entre el hombre y el Diablo, la lucha
eterna de la naturaleza humana contra el pecado, esa historia de
Adán y Eva impregnado del pensamiento de los escritores antiguos.
Por eso hay un gran número de versiones, que existen o cuya exis-

204
tencia se puede remontar, a través de los escritos de los griegos,
sirios, egipcios, abisinios, hebreos y otros pueblos antiguos. Podría
decir que examina las pruebas aparentemente sin relación, porque
debe haber algo detrás de él.

La versión que tomamos de “El Primer Libro de Adán y Eva”,


es el trabajo de los egipcios cuyo autor o autores son desconocidos.
Partes de la versión de “El Primer Libro de Adán y Eva”, así como
“El Segundo Libro de Adán y Eva”, se encuentran en el Talmud ju-
dío, el Corán islámico, y en otros libros y escrituras sagradas.

En el referido libro nos relatan que Eva dio a Luz su primer hijo
y con él una hija, a su hijo llamo Caín y a su hija Luluwa que sig-
nifica “hermosa”, porque era más hermosa que su madre. Cuando
los niños fueron destetados, Eva concibió una vez más, y cuando su
embarazo llegó a término, dio a luz a otro hijo e hija. Y ellos fueron
llamados Abel, el hijo, y Aklia, la hija. Cuando llego la hora de ca-
sar a los hijos con sus hermanas, Adán dispuso que Caín lo hiciera
con Aklia y Abel con Luluwa, situación que no agrado a Caín oca-
sionando que él trabajara con desgano y odiara a su hermano, hasta
que finalmente asesino a Abel. Luego sin permiso ni bendición de
su padre Adán, Caín tomo por esposa a Luluwa, que le dio hijos.
Adán y Eva tuvieron un quinto hijo que fue Set. El Segundo Libro
de Adán y Eva, dice que Adán y Eva tuvieron cinco hijos: Caín.
Luluwa, Abel, Aklia y Set.

La Biblia y el Tanaj narra que salió, Caín de delante de Jehová,


y habitó en tierra de Nod, al oriente de Edén. Y conoció Caín a su
mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc; y edificó una ciudad, y
llamó el nombre de la ciudad del nombre de su hijo, Enoc (Géne-
sis o Tanaj 4: 16-17). La esposa de Caín era Luluwa y cuando la
“conoció” –palabra usada en el biblia en cambio de copular–, de
esta unión nació Enoc. A su vez Set tomo por esposa a Aklia y de
esta unión nació Enos y otros hijos que precisa la Biblia y el Tanaj
(Génesis o Bereshit 5: 7).

4.13 LOS HIJOS DE SET: ENOS, CAINAN, MALALEEL


Y JARED.

Después de la muerte de Abel y del destierro de Caín, un tercer


hijo llega a la escena: Set hijo de Adán y Eva; aparentemente, la

205
deidad había decidido no intervenir ya en los asuntos del hombre
y le permite producir su propia descendencia. Set se casa con su
hermana, y nace Enós.

Así comienza la línea de los patriarcas que continúa intacta has-


ta la época del diluvio. Los héroes del Tanaj y el Antiguo Testa-
mento, muy a menudo y orgullosamente, reclaman su descendencia
de esta línea Setita. ¿Quiénes eran estos patriarcas, que indudable-
mente eran habitantes de Mesopotamia? De los primeros cuatro pa-
triarcas, muy poca información está disponible en el Bereshit y el
Génesis (los sumerios llaman a estos patriarcas anunnakis, hijos de
Anu, el dios supremo). Así en las escrituras sagradas, Enós signi-
fica “mortal” o “ser humano”, es decir el primer mortal o humano.
Es durante su era que los “rostros del hombre se definió como ma-
mífero”, según fuentes rabínicas antiguas. La fisonomía humana se
convirtió en menos anunnaki (reptil) y adopto el rostro mamífero,
más parecido al mono, durante los años de Enós.

Es quizá por esta razón que la generación de Enós no es bien


tratada en las fuentes antiguas. El Haggadah lo llama la genera-
ción del “Consejo de los impíos” puesto que los contemporáneos de
Enós fueron acusados de practicar “las artes de la adivinación y el
control de fuerzas celestiales”. El hombre comenzaba a demostrar
un espíritu de independencia y curiosidad intelectual que al parecer
no agradaba a sus amos reptiles.

Los días de Enós también fueron marcados con muchos terre-


motos que causaron miseria incalculable. La sequía y el hambre
siguieron, y entonces había una gran cantidad de la población mu-
riéndose. Según el Libro de Enoc, el Señor había decidido quitar su
“Shekinah” o Nave espacial del área del jardín del Edén en los días
de Enós y volver a los cielos.

Las fuentes sumerias revelan que al principio el Dios principal


An residía en Uruk, el Erec de la Biblia, pero por razones sin reve-
lar, decidió volver a su domicilio o Morada Divina, nunca regresó
excepto en ocasiones especiales. Puede haberse debido a los nume-
rosos terremotos y malas condiciones en el tiempo de Enós.

Enós vivió 905 años; a los 90 años engendró a Cainán, que sig-
nifica el “Forjador del metal” o el “artesano”, poco se sabe de

206
Cainán de las fuentes antiguas. Puesto que la segunda ciudad cons-
truida fue llamada Badtibira o “Ciudad para el procesamiento de
los metales”, parece haber una asociación, pero otros simplemente
dicen que es especulación.

Cainán vivió 910 años y engendró a Malaleel a la edad de 70


años. Malaleel o el “Adorador del Señor” vivió 895 años; no se
sabe nada de él. Cuando tenía 65 años, nació Jared, 460 años des-
pués de que Adán había dejado el Edén. De este modo Adán, Enós,
Cainán, Malaleel, así como Caín, todos todavía estarían viviendo
juntos en la era de Jared.

Jared fue el primer patriarca que no se casó con su hermana.


Quizás es el símbolo del final de una era donde las relaciones se-
xuales entre hermanos no era condenado sino practicado como cos-
tumbre general, por ejemplo, entre la familia real egipcia. Los días
de Jared, por el cálculo de las figuras dadas en el Génesis, estarían
a partir del año 460 después de Adán (D.A) al 1,422 D.A. o los años
transcurridos desde el nacimiento de Adán.

Los días de Jared son de gran importancia para la historia hu-


mana, porque fue entonces que los primeros Nefilim descendieron
del cielo. El Libro de los Jubileo dice que, “En sus días los ángeles
del Señor, fueron llamados Observadores – Watchers (Nefilim), y
bajaron a la Tierra para enseñar a los hijos del hombre, y realizar
juicios y rectitudes sobre la misma” (Capitulo 4: 15). La llegada
de estos ángeles durante los días de Jared, también se divulga en el
Primer libro de Enoc y en los Pergaminos del Mar Muerto.

4.14 EL MISTERIOSO ENOC.

Enoc tenía 165 años cuando su hijo Matusalén nació y vivió 200
años más. “Enoc caminó con Dios, después no estaba más, porque
Dios lo tomó”. Se ha interpretado la frase “caminó con Dios” como
que él ascendió al cielo durante el curso de su vida. Sin embargo
esta frase implica, la existencia de una narrativa más completa so-
bre Enoc, que puede haberse perdido o fue omitida en el Tanaj y el
Antiguo Testamento.

Enoc se convirtió en héroe en la literatura apocalíptica judía y


dos libros fueron atribuidos a él, los libros “Etíopes” y “Eslavo-

207
nicos”. La figura de Enoc era muy significativa en el movimiento
espiritual, como lo atestiguan los Pergaminos del Mar Muerto. Su
historia y escrituras son tratadas en el Libro de los Jubileo, y él des-
empeña un papel activo en el Apocalipsis Hebreo de Enoc que se le
atribuye al erudito palestino Ismael.

La subida de Enoc al cielo es justo el principio de una carrera


fabulosa, en donde se convirtió en “Divino” y fue hecho jefe de
los cielos, en segundo lugar de la misma deidad. Después de su
ascensión, regresó con su familia brevemente para enseñar a su hijo
Matusalén la sabiduría que había aprendido y anotado en el cielo.

Después de una breve estancia aquí volvió al cielo (tal vez una
Nave espacial) por seis años del jubileo. Al parecer durante este pe-
ríodo conmutó entre la Nave y la Tierra. La literatura apocalíptica
menciona su residencia en Edén y en el Monte Qatar, un lugar no
identificado que podría ser la ciudad de Sippar en Mesopotamia.

La elevación de Enoc al estado de un dios es descrita en el Libro


de Enoc, donde él mismo revela su experiencia: “Cuando tenía 165
años estaban completos para mí, engendré a mi hijo Matusalén; y
después de eso, viví 200 años... En el día asignado del primer mes,
yo estaba en la casa solo... y me puse en la cama a dormir... Enton-
ces dos hombres enormes aparecieron ante mí, nunca los había vis-
to sobre la Tierra... y estaban parados en la cabecera de mi cama
y me llamaron por mis nombres”. Enoc se despertó aterrorizado.
“Entonces esos hombres me dijeron: Se valiente Enoc, en verdad no
temas, el Dios eterno nos ha enviado. Y contempló, tú ascenderás
con nosotros al cielo hoy”.

Le dijeron que diga a sus hijos y familia que estaba saliendo.


Entonces fue alzado “sobre sus alas” y llevado a los cielos. Enoc
viajo en una nave. En un área vio doscientos “ángeles caídos” y le
dijeron que eran los que habían descendido, cometieron muchos
crímenes y están siendo castigados como demostración. Las ropas
de Enoc fueron quitadas y “consagradas” y recibió las “ropas de la
gloria”, hecho simbólico para demostrar que lo cambiaron física-
mente y hecho como uno de los dioses.

Todo esto es lo contrario a lo que le ocurrió a Adán en el jardín


de Edén; él perdió su “nube de la gloria” y después las ropas le

208
fueron otorgadas. Parece que Enoc recibió una cierta forma de “di-
vinidad” aquí en este tiempo. Entonces una “pluma para la escritu-
ra veloz” le fue dada a Enoc y libros le fueron leídos mientras que
copiaba el dictado rápidamente sobre las “maravillas y los secretos
del cielo”.

El permaneció en la nave por sesenta días, después fue devuelto


a la tierra para pasar treinta días e impartir su conocimiento a sus
hijos. Luego fue recogido y llevado de regreso a la nave donde
resultó ser el principal investigador de los crímenes de los Nefilim.

Le dieron los “Nombres divinos”, los setenta nombres que con-


fieren poderes sobre los cielos y la Tierra. Estos nombres parecen
ser como las Tablas del destino o los MEs de los dioses sumerios.
Son fórmulas de los dispositivos que confieren al poseedor control
absoluto sobre ciertos aspectos y categorías de la vida.

Enoc sirvió como Metatrón (del griego “metathronos” o “quién


sirve detrás del trono”) por seis años de jubileo o 300 años. Según
este documento, fue restablecido en el Edén, y poco se sabe de
esos 300 años en el que sirvió como Metatrón, que conmutó pro-
bablemente entre una ciudad en la Tierra y el cielo (tal vez nave o
vehículo espacial).

Durante este tiempo, Enoc realizaba el trabajo de un escriba en


una localización oculta en la tierra; “Ninguno de los hijos de Dios
sabía porque estaba escondido y donde estaba”. Él estaba entre los
Anunnakis del valle de Mesopotamia. Entonces es rodeado por los
“Nefilim del cielo” y le dijeron que debía ir donde los “Nefilim de la
tierra” e informarles de sus crímenes.

“Enoc se acercó a los Nefilim y les advirtió: No habrá paz con


ustedes, un severo juicio caerá sobre ustedes. Les pondrán un lazo,
y ustedes no tendrán una oportunidad para descansar. Ustedes han
demostrado a la gente actos vergonzosos, injusticias, y pecados”.

En un grupo, “todos estaban asustados y el miedo y el pánico


se apoderó de ellos”. Pidieron a Enoc que redactara una carta de
absolución y solicitara a la deidad su favor. Enoc hizo lo que soli-
citaron. En ese tiempo, los registros dicen, Enoc estaba en el área
de Dan, cerca del Monte Hermon, donde los Nefilim, aterrizaron

209
originalmente. Enoc voló hasta el cielo en una nave o “carruaje
ardiente” y en sus palabras “los vientos me hacían volar y me apu-
raban hacia el cielo”.

Fue recibido por la deidad quien escuchó la petición de Enoc a


nombre de los Nefilim de la tierra. La deidad estaba furiosa y no es-
taba dispuesta a ser piadosa principalmente porque no era apropia-
do que un mortal interceda por los Nefilim. No estaba hecho en el
esquema de las cosas. Más bien era algo más adecuado y apropiado
que ellos intercedan a favor de la humanidad.

Él les llamó la atención severamente: “Poseían vida eterna pero


se han contaminado con las mujeres y como ellas producirán san-
gre y carne nueva que morirá y perecerá”.

La raza “divina” se diluía, y los genes mamíferos parecían do-


minar los rasgos anunnakis (reptil), los cuales llegaron a ser recesi-
vos (que tienden a retroceder). Este factor pudo haber sido la razón
principal y uno de los crímenes principales contra los Nefilim.

Los hijos que nacieron, “los gigantes consumían el producto de


todos los pueblos hasta que la gente detestó alimentarlos. Así los
gigantes se volvieron contra los pueblos para comerlos”. Los dio-
ses en el cielo estaban indignados sobre estas actividades y juraron
eliminar a la descendencia de los Nefilim la cual causó estragos en
la tierra. La deidad se dirigió a los “Ángeles vengadores”: “Proce-
der contra los bastardos y contra los niños nacidos del adulterio;
y destruir a los niños del adulterio y expulsarlos de los Vigilantes
(Watchers) de entre de la gente. Y enviarlos unos contra otros a fin
de que ellos puedan ser destruidos en lucha”.

En el Poema de Atrahasis se describe una condición de hambre


y desesperación justo antes del diluvio. La tierra había llegado a ser
estéril debido a la sequía. La gente vagó de desesperación debido a
la enfermedad e infecciones. Los muertos estaban por todas partes
y, como las tablillas revelan, cada familia “devoraba” a la otra, y
luego finalmente comían sus propios jóvenes.

El libro de Enoc relata el veredicto: “El juicio ha empezado


para ustedes. Desde ahora no podrán ascender al cielo por toda
la eternidad, sino permanecerán en la tierra, encarcelados todos

210
los días de la eternidad. Pero antes de eso, ustedes habrán visto la
destrucción sus seres queridos”.

En el poema sumerio El Descenso de Ishtar al Inframundo, al-


gunos anunnakis viven en el mundo inferior y son visitados por la
diosa Ishtar (Inanna, Hathor, Afrodita, Laksmi) en la “tierra sin
retorno”, una tierra de oscuridad y miseria, donde los “prisioneros
comen barro por pan y beben agua fangosa por cerveza”.

4.15 LAMEC EL ASESINO DE CAIN.

En la tradición Cainita y Setita, Lamec es el hijo de Matusa-


lén. Según este linaje, Lamec tenía tres hijos: Jabal, Jubel, y Tub-
al-Cain. Sus esposas eran Ada y Sella. De esta manera, él fue el
primer polígamo de las escrituras, y el padre de los fundadores del
nomadismo, las artes musicales, y los trabajos de metal. Lamec es
la séptima generación según el linaje Cainita, y el número 7 parece
jugar un rol importante con estos personajes.

“Lamec dijo a sus esposas, Ada y Sella, escuchen lo que voy a


decir, oh, esposas de Lamec, escuchen mi discurso; He matado a
un hombre con la herida que le hice, sí he matado a un joven con
el golpe que le di. Si Caín es vengado siete veces, entonces Lamec
será vengado setenta veces siete” (Bereshit 4: 24 y en el Géne-
sis). También las escrituras dicen que: “Y fueron todos los días de
Lamec setecientos setenta y siete años; y murió” (Bereshit 5: 31
también en Génesis).

¿Quiénes eran aquellas personas tan importantes como para


traer tal drástica venganza? El Haggadah proporciona los detalles
del asesinato de Caín. En la narración, Lamec estaba viejo y cie-
go; y cuando él fue de cacería, estaba conducido por su hijo Tub-
al-Caín, quien dirigía a su padre cuándo Lamec disparo su flecha
a una criatura cornuda. Tubal-Cain pensó que era una bestia, pero,
era Caín que llevaba el “Signo de Caín”, un cuerno en la frente,
según la narración del Tanaj y la Biblia, pero el Haggadah, dice que
era un par de cuernos en la cabeza.

Lamec mató a la criatura cornuda y en su desesperación golpeó


inadvertidamente, a su hijo Tubal-Cain, matándolo. Fantásticamen-
te la historia cuenta la matanza de un hombre y de un joven, que no

211
eran gente ordinaria. El asesinato de Caín fue serio, puesto que él
era mitad anunnaki y protegido por los dioses como uno de ellos.

En la época de Lamec, los Anunnakis, Nefilim, reptilianos o


hijos de los ángeles caídos, se habían convertido en la maldición
de la humanidad, y eran odiados. El odio hacia estos antepasados
barbáricos pudo haber conducido a Lamec, para asesinar a Caín;
y mientras la humanidad aplaudía el hecho, los dioses no estaban
ciertamente complacidos. Hay un hecho que confirma esta actitud:
Melquisedec, el nieto de Lamec, fue arrebatado por los Nefilim
para prevenir que sea asesinado por la gente.

Los Sacerdotes Reyes y los patriarcas eran considerados aliados


y amigos de los dioses, probablemente porque ellos mismos eran
parte Anunnakis, Nefilim o reptilianos. Los vestigios de su ancestro
reptil los hacían fácilmente reconocibles, tal vez un área de la piel
escamosa sobre el pecho o cara, o quizás su fisonomía de reptil en
la cara. Esos razgos eran considerados por los humanos, como la
“Insignia de la vergüenza”. Esto posiblemente pudo haberle suce-
dido a Noé, que se molestó y altero cuando fue visto desnudo por
sus hijos.

Los acontecimientos de los días de Jared, son cuando los pri-


meros Nefilim descendieron, a través de las generaciones de Enoc,
Matusalén, Lamec, y Noé, hasta el diluvio. No eran probablemente
más de 700 u 800 años, y a muerte de Lamec y Matusalén, coinci-
den con el inicio del diluvio, por tanto conduce a creer que ambos
murieron en esa catástrofe.

En los Pergaminos del Mar Muerto, Lamec estaba preocupado


sobre el aspecto extraño de su hijo Noé y pidió a su padre Matu-
salén, que viera a Enoc para que le dé una explicación. Parece que
Matusalén no tenía ningún problema en localizar a Enoc que en
aquella época estaba en el cielo –o tal vez en un vehículo espacial–.

4.16 LOS HIJOS DE LAMEC.

El Libro de Enoc revela que 200 años antes del acontecimiento


del diluvio, le dijeron que la “destrucción de la tierra está dibuja-
da cerca”. En el mismo tiempo, le dijeron para convocar a Nir, el
segundo hijo de Lamec, para darle también instrucciones previas

212
sobre la llegada del desastre, “entonces preservaré al hijo de tu hijo
Lamec, su primer hijo Noé”. Matusalén también fue advertido de la
llegada de la catástrofe.

Noé el nieto de Matusalén, es muy conocido en las Escrituras


como el héroe del diluvio, pero hay muy pocas referencia de su se-
gundo nieto Nir, el hijo de Lamec, y mucho menos del hijo de Nir:
Melquisedec.

Ambos son considerados Sacerdotes Reyes en la tradición de


los patriarcas. Cuando Enoc regreso del vehículo espacial después
de instruir a su hijo Matusalén, la capa del sacerdocio le fue tras-
ferida. Entonces la tierra se hundió en la oscuridad. Matusalén y
sus hermanos, con los hijos de Enoc construyeron un altar y sa-
crificaron ovejas y bueyes para ofrecer a los dioses. Parecía por lo
menos que había un plazo de diez años antes de que el mundo sea
perturbado otra vez.

Momentos antes de morir Matusalén, la deidad le ordenó trans-


ferir el sacerdocio a Nir. Por alguna razón, la generación de Lamec
fue dejada de lado. Matusalén debía también dar instrucciones a
Nir que venía la destrucción del mundo por terremotos y maremo-
tos: “los grandes almacenes de aguas del cielo vendrán sobre la
tierra”. Probablemente, esto se refiere al colapso de las nubes cerca
de la tierra.

Es en este tiempo que Sopanim, la esposa de Nir, que hasta en-


tonces había sido estéril, concibió repentinamente a un niño. Ella
manifestó que Nir ni ningún otro hombre había dormido con ella,
sugiriendo que el padre era probablemente un Nefilim. Nir no es-
taba convencido de su inocencia y la expulsó de su lado. Más ade-
lante, como ella estaba a punto de dar a luz, él la visitó; ella murió
repentinamente a sus pies. La envolvieron en ropas de entierro y la
colocaron en la cama mientras preparaban su entierro. Regresaron
a casa y se encontraron con la sorpresa de sus vidas.

Sopanim había engendrado a un niño, y como el Libro de Enoc


indica: “Y un niño nació cuando Sopanim había muerto. Y él se
sentó en la cama por el lado de ella. Y Noé y Nir entraron para
enterrar a Sopanim y vieron al niño sentado junto a la fallecida
Sopanim y limpiaron y envolvieron sus ropas, y Noé y Nir estaban

213
aterrados por un enorme miedo porque el niño estaba completa-
mente desarrollado como un niño de 3 años de edad y habló y ben-
dijo al Señor. Y Noé y Nir miraron y contemplaron la insignia del
sacerdocio que estaba en su pecho. Era gloriosa en apariencia”.

Noé y Nir vistieron al niño con ropas de sacerdocio y le dieron


el nombre de Melquisedec. Noé sugirió a Nir que la presencia del
niño sea mantenida en secreto de la gente, porque ellos no lo enten-
derían y le darían muerte. Esta “Insignia del sacerdocio” que estaba
en su pecho y que lo hizo tan único y que inmediatamente lo reco-
nocieron como parte divina no era ninguna otra que la “Marca de
los Nefilim”, probablemente un parche de piel brillante y escamosa.

Cuando Nir fue informado que pronto una gran catástrofe en-
volvería la tierra y destruiría la humanidad, su hijo Melquisedec
no perecería. Un mensajero apareció para llevarse a Melquisedec,
y él dijo: “Cuando la gente encuentre al niño, ellos lo agarrarán y
matarán”. Así Melquisedec fue llevado a lo alto de su nuevo hogar,
la nave espacial en la órbita de la tierra.

Noé, también llevó la “Marca de los Nefilim”. En el mito sume-


rio, esto es esclarecido sin duda, cuando Enlil molesto le pregunto
a Enki, por qué había salvado a Atrahasi (Noé). Enki contestó: ¡Por
qué es mi hijo!

4.17 EL SACERDOTE MELQUISEDEC.

La tradición del sacerdocio de Melquisedec es enteramente traí-


da del Tanaj y el Antiguo Testamento bíblico. Abraham luego de re-
cuperar de mano de sus enemigos a su sobrino Lot, su ejército tomo
de los vencidos objetos de valor y al llegar a Sodoma se encontró
con Melquisedec.

Bereshit 14 e igual en Génesis.


14 Oyó Abram que su pariente estaba prisionero, y armó a sus
criados, los nacidos en su casa, trescientos dieciocho, y los siguió
hasta Dan.
15 Y cayó sobre ellos de noche, él y sus siervos, y les atacó, y les
fue siguiendo hasta Hoba al norte de Damasco.
16 Y recobró todos los bienes, y también a Lot su pariente y sus
bienes, y a las mujeres y demás gente.

214
17 Cuando volvía de la derrota de Quedorlaomer y de los reyes
que con él estaban, salió el rey de Sodoma a recibirlo al valle de
Save, que es el Valle del Rey.
18 Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios
Altísimo, sacó pan y vino;
19 y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo,
creador de los cielos y de la tierra;
20 y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en
tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo.
21 Entonces el rey de Sodoma dijo a Abram: Dame las perso-
nas, y toma para ti los bienes.
22 Y respondió Abram al rey de Sodoma: He alzado mi mano a
Jehová Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra,
23 que desde un hilo hasta una correa de calzado, nada tomaré
de todo lo que es tuyo, para que no digas: Yo enriquecí a Abram;
24 excepto solamente lo que comieron los jóvenes, y la parte de
los varones que fueron conmigo, Aner, Escol y Mamre, los cuales
tomarán su parte.

El sacerdocio de Melquisedec fue mantenido vivo, hasta nues-


tros días por los mormones, que dieron a esta tradición la preceden-
cia sobre todos los otros sacerdotes en las Escrituras. El sacerdocio
más alto de la iglesia mormónica, o más correctamente de la Iglesia
de Jesucristo de los Santos del Últimos Días, es llamado el sacer-
docio de Melquisedec. Para los mormones, Aarón y Levi son de
menos importancia, son sacerdocios menores, son llamados los Sa-
cerdocios Aarónicos del cual el sacerdocio de Levítico es solamen-
te una subdivisión. El Libro de los Mormones remonta los orígenes
del sacerdocio de Melquisedec de nuevo a los días de Abraham,
a la persona de ese nombre que era un alto sacerdote y rey de Sa-
lem (después sería Jerusalén) a quién Abraham pagó homenaje y el
diezmo del diez por ciento del botín de guerra.

4.18 ¿NOÉ HIJO DE NEFILIM?

El Bereshit y Génesis afirman que “Noé encontró favor en el


Señor… Noé era un hombre justo; él estaba sin culpas en esa era.
Noé caminó con Dios”. Hasta entonces, el único patriarca que “Ca-
minó con Dios” fue Enoc, que fue deificado el resto de su vida.

Aunque Noé no fue deificado ni se hizo divino, en sumeria Ut-

215
napishtim fue hecho inmortal y enviado a vivir con los dioses. Por
alguna razón los sacerdotes hebreos decidieron no inmortalizar a
Noé.

Como su sobrino Melquisedec, Noé era físicamente diferente.


En el Libro Perdido de Lamec, del cual se han recuperado restos en
los Pergaminos del Mar Muerto, se dice que Noé era tan diferente
cuando nació, que Lamec apeló a su padre Matusalén, quien pidió
a Enoc, averiguar si Noé había sido o no concebido por un Nefilim.

A Matusalén le fue dicho que Noé no era de uno de los seres


divinos sino era de su propio hijo Lamec. ¿Cuál entonces era la
diferencia física que alarmo tanto a Lamec? Bereshit 9 y también
Génesis 9, cuentan los incidentes después del diluvio cuando Noé,
ebrio por el vino, quedo dormido en su tienda. Cam entró y vio a su
padre desnudo y dijo a sus dos hermanos, que regresen nuevamente
a la tienda y con un paño cubrieron al desnudo Noé. Este al enterar-
se que su hijo Cam lo había visto desnudo, perdió todo el sentido
de la razón y puso una maldición al hijo de Cam que era Canaán
¿Fue “la diferencia” que causó tal consternación a Noé y a sus hijos
después del diluvio? Veamos como fue esto.

Bereshit 9
20 Noaj, un labrador, fue el primero en plantar una viña.
21 El bebió tanto del vino que se emborrachó y se acostó des-
nudo en su tienda.
22 Ham, el padre de Kenaan, vio a su padre vergonzosamente
expuesto, salió y se lo dijo a sus dos hermanos.
23 Shem y Yefet tomaron un manto, lo pusieron sobre ambos de
sus hombros y, caminando hacia atrás, entraron y cubrieron a su
padre que estaba desnudo. Sus rostros estaban vueltos, así que no
vieron a su padre acostado allí vergonzosamente expuesto.
24 Cuando Noaj se despertó de su vino, él supo lo que su hijo
menor le había hecho.
25 Él dijo: “Maldito sea Kenaan; él será un sirviente de sir-
vientes a sus hermanos”.

Génesis 9
20 Después comenzó Noé a labrar la tierra, y plantó una viña;
21 y bebió del vino, y se embriagó, y estaba descubierto en me-
dio de su tienda.

216
22 Y Cam, padre de Canaán, vio la desnudez de su padre, y lo
dijo a sus dos hermanos que estaban afuera.
23 Entonces Sem y Jafet tomaron la ropa, y la pusieron sobre
sus propios hombros, y andando hacia atrás, cubrieron la desnudez
de su padre, teniendo vueltos sus rostros, y así no vieron la desnu-
dez de su padre.
24 Y despertó Noé de su embriaguez, y supo lo que le había
hecho su hijo más joven,
25 y dijo: Maldito sea Canaán; Siervo de siervos será a sus
hermanos.

Los escritores sostienen que Noé era un descendiente que traía


sangre anunnaki o reptiliana, y dicen que Cam vio en Noé la “Mar-
ca de los Nefilim”, o piel escamosa de reptil, y eso explica la reac-
ción irracional de Noé, para maldecir a su nieto. Así mismo dicen
que como su sobrino Melquisedec, tenía una gran insignia de piel
escamosa en su pecho, y que por entonces, las relaciones entre los
seres humanos, los Nefilim y sus descendientes, fueron extremada-
mente tensas antes del diluvio, abriendo la guerra contra cualquiera
con vestigio de ascendencia reptil que portara la “Insignia de la
vergüenza”. Por esa razón, Melquisedec no fue mezclado entre la
gente por la deidad para prevenir que lo mataran.

Los especialistas en temas bíblicos, tienen otra explicación.

Si analizamos la historia narrada con cuidado, encontramos algo


que puede ayudar: el texto no dice que Cam vio a su padre desnu-
do, sino que “vio la desnudez de su padre”, que no es lo mismo. Y
repite tres veces esta expresión. ¿Qué significa “ver la desnudez”,
en la Biblia?

El Levítico bíblico trae unas 30 veces esta frase, y la emplea


para referirse a las relaciones sexuales con una persona. Por ejem-
plo, dice: “No descubrirás la desnudez de la mujer de tu padre” (es
decir, no tendrás relaciones con la mujer de tu padre) (Levítico18:
8). “No descubrirás la desnudez de tu hermana” (es decir, no ten-
drás relaciones con tu hermana) (Levítico 18: 9). “No descubrirás
la desnudez de tu nieta” (es decir, no tendrás relaciones con tu nie-
ta) (18: 10). “No descubrirás la desnudez de tu tía” (es decir, no
tendrás relaciones con tu tía) (18: 12). “No descubrirás la desnudez
de tu nuera” (es decir, no tendrás relaciones con tu nuera) (18: 15).

217
Por lo tanto, que Cam haya visto “la desnudez de su padre”, alu-
de a una relación sexual de Cam. Pero ¿Con quién? ¿Con su padre
Noé? A primera vista no es eso lo que sugiere el texto; no hay aquí
ninguna referencia a un acto homosexual. Además, que dos veces
se diga que “Cam es el padre de Canaán” más bien nos aleja de un
posible acto homosexual.

¿Con quién, entonces, tuvo relaciones sexuales Cam? Aquí el


Levítico nos ayuda otra vez. Cuando “la desnudez” que se prohíbe
ver a un hombre no es la de una mujer, sino la de otro hombre, no
se está prohibiendo la relación homosexual con “ese” hombre (las
relaciones sexuales entre hombres se sobreentendían prohibidas),
sino con la esposa de ese hombre. Para decirlo con otras palabras:
en la Biblia, la desnudez de un hombre es “su esposa”. Por ejemplo,
la desnudez del padre es “la esposa” del padre. La desnudez del
hermano es “la esposa” del hermano.

Por lo tanto, y volviendo a nuestra historia, que Cam haya visto


la desnudez de su padre Noé significa, en lenguaje bíblico, que se
acostó con la esposa de Noé. En otras palabras, con su propia ma-
dre.

Si leemos la Biblia encontramos lo siguiente.

Levítico 18.
6 Ningún varón se llegue a parienta próxima alguna, para des-
cubrir su desnudez. Yo Jehová.
7 La desnudez de tu padre, o la desnudez de tu madre, no des-
cubrirás; tu madre es, no descubrirás su desnudez.
8 La desnudez de la mujer de tu padre no descubrirás; es la
desnudez de tu padre.
9 La desnudez de tu hermana, hija de tu padre o hija de tu ma-
dre, nacida en casa o nacida fuera, su desnudez no descubrirás.

Bueno en el Tanaj, el Levítico bíblico es el Vayikra y esto es lo


que dice:

Vayikra 18.
6 Ninguno de ustedes se acercará a nadie que sea pariente cer-
cano para tener relaciones sexuales; Yo soy YAHWEH.
7 No tendrás relaciones sexuales con tu padre, y no tendrás

218
relaciones sexuales con tu madre. Ella es tu madre – no tengas
relaciones sexuales con ella.
8 No tendrás relaciones sexuales con la esposa de tu padre; esa
es la prerrogativa de tu padre.
9 No tendrás relaciones sexuales con tu hermana, la hija de
tu padre o la hija de tu madre, ya sea que nazca en casa o en otro
lugar. No tengas relaciones sexuales con ellas.

Es decir Yahvé, prohíbe de manera inconfundible y directa la


prohibición de acostarse con los parientes, por eso les dijo: “Uste-
des obedecerán mis estatutos y mis leyes y caminarán conforme a
ellos” y luego les preciso las prohibiciones.

¿Cuál de las dos versiones le parece más convincente?

4.19 LAS CIUDADES HEBREAS.

Las ciudades no se construían al azar, debía haber una motiva-


ción especial, así lo hacían los sumerios y los habitantes de su zona
de influencia, similar situación ocurría con los egipcios, o vamos
a creer que Tebas y Edfu, fueron fundadas en apacibles curvas del
Nilo sólo atendiendo a los caprichos de un faraón. Ellas se edifica-
ron, porque eran parte de una Red de Orientación para naves vola-
doras. Si nos dispusiéramos a estudiar la posición de estos centros
de oráculo y antiguas ciudades, conseguiríamos una demarcación
muy interesante y preocupante a la vez.

Canaán la tierra prometida que Yahvé ofreció a Abram era los


territorios de los actuales Israel, Líbano, Jordania, Gaza y Cisjorda-
nia. El dios principal de los cananeos era Baal.

Baalbek era en época cananea un santuario del dios Baal, pero


esta ciudad tiene un origen más antiguo, siempre relacionada con la
morada de los dioses. Baalbek es una localidad del actual Líbano,
construido por los anunnaki sumerios. Posteriormente fue un san-
tuario fenicio, dedicado al dios Baal; luego fue ciudad griega, y a
partir de la época de los seléucidas se le llamó Heliópolis (ciudad
del Sol), siendo colonia romana desde Augusto.

En la antigüedad los anunnaki dispusieron que su equipo de na-


vegación aérea se instalara en Baalbek. Su meta, como bien recor-

219
damos, era comunicarse no sólo con los territorios más próximos,
sino también con toda la Tierra, para dominarla. Necesitaban un
Centro de Control de la Misión, similar al que quedaba en la línea
de trayectoria de vuelo en la Mesopotamia antediluviana, necesita-
ban instalar un nuevo espacio-puerto en la península del Sinaí. Ba-
albek se halla en la Latitud 34°0´16.88” E y Longitud 36°12´39.74”
E.

Por otra parte, Baal, en semítico cananeo “amo” o “señor”, era


una divinidad de varios pueblos situados en Asia Menor y su área
de influencia fueron los babilonios, caldeos, cartagineses, fenicios,
filisteos y sidonios. Era el dios de la lluvia, el trueno y la fertilidad.

Baal, en la mitología cananea se denominaba “El”, y es su dei-


dad principal. Se lo conocía como “padre de todos los dioses”, el
dios supremo, “el creador”, “el bondadoso”. Por lo general, El era
representado como un toro, con o sin alas. También lo llamaban
Eloáh o Elah y su esposa principal era Asera (Astarte, Athirat o
Ishtar). Los hebreos lo adoraron en la época de los jueces.

Poco se sabía de la adoración a Baal hasta que las excavaciones


de Ugarit (la moderna Ras Shamra, situada en la costa de Siria,
frente al extremo nordeste de la isla de Chipre) sacaron a la luz mu-
chos objetos religiosos y cientos de tablillas de arcilla. Se cree que
muchos de esos documentos antiguos –conocidos ahora como los
Textos de Ras Shamra– son las liturgias o las palabras de aquellos
que participaban en los rituales de las fiestas religiosas.

En los Textos de Ras Shamra se alude a Baal –llamado también


Aliyán (“prevaleciente”), como Zebul (“príncipe de la Tierra” y “el
Jinete de las Nubes”)–. Estos nombres armonizan con una repre-
sentación de Baal en la que se le muestra sosteniendo en la mano
derecha un garrote o maza y en la mano izquierda un relámpago
que acaba en una punta de lanza. También se le representa llevando
un yelmo con cuernos, lo que parece indicar una estrecha relación
con el toro, símbolo de la fertilidad.

Lo intrigante de Baalbek, no son la construcción del santuario


fenicio, ni los vestigios de la ciudad griega ni romana; es la plata-
forma pétreas de enormes dimensiones sobre las que se construye-
ron las infraestructuras mencionadas. La explicación actual que se

220
da sobre el uso de esta gigantesca plataforma pétrea, es que fue una
pista de aterrizaje de naves anunnaki, el cual es creible ya que la
tecnología cananea, griega o romana no podría haberla edificado.

El hombre, por más sabio que pueda haber sido, no tuvo nada
que ver con eso. Baalbek, fue construido por los dioses y sólo para
los dioses.

Las primeras ciudades santa de los hebreos.

Los hebreos que salieron de Ur, conducidos por Abram, se de-


tuvieron en varios lugares que ya tenían fama de ser “santos”, para
las creencias religiosas cananeas, y por la acción del patriarca, co-
brarían nueva importancia para la creencia hebrea. Así tenemos a
Siquem donde estaba el encino de More y allí Abram edifico un al-

221
tar a Jehová. Posteriormente edifico un altar en Bet-el a Jehová. En
el encinar de Mamre que se encuentra en Hebrón también levanto
un altar a Jehová. Posteriormente y después de haber realizado el
pacto con Jehová, el patriarca Abraham habito en la tierra de los
filisteos y en Beerseba planto un árbol tamarisco e invoco el nom-
bre de Jehová Dios Eterno. Estos fueron pues las primeras ciudades
santas para los hebreos, porque en ellas levantaron altares a su dios.
Luego de la muerte de Abraham, Hebrón sería otra de las ciudades
hebreas importantes, porque allí se enterró los restos del patriarca
junto a los de Sara. También Jérico y Samaria serán ciudades he-
breas importantes.

4.19.1 Jerusalén

Igualmente ciudad sagrada para judíos, musulmanes y cristia-


nos, es Jerusalén, cuya atmósfera parece cargada de algún misterio
inexplicable, ya era una ciudad santa antes de que el rey David esta-
bleciera en ella su capital y de que Salomón construyera la Morada
del Señor.

Carta enviada al faraón Amenhotep IV de Egipto entre 1,350 - 1,334 a. C.,


de Abdi – Hepa ciudadano hitita, gobernador de Jerusalén, que comunica un
intento fallido de entrar en su palacio para asesinarlo. Esto indica que Jerusalén
era importante en ese momento.

222
Jerusalén era un centro de culto bien establecido de “EL, el Su-
premo, el justo del Cielo y de la Tierra”. El nombre más antiguo de
la ciudad es Ur-Shalem, la “Ciudad de Shalem” o, traduciendo el
nombre propio, la “Ciudad del Ciclo Completado”, que sugiere una
asociación con El Dios de las órbitas o con asuntos orbitales. En
cuanto a quién podría haber sido Shalem, los estudiosos proponen
varias teorías. Unos, como Benjamín Mazer, en su artículo “Jeru-
salén before the David Kingship”, dicen que se trata de Shamash,
el nieto de Enlil. Otros prefieren identificarlo con Ninib, el hijo de
Enlil. Pero, en todas las teorías no existe impugnación de la cone-
xión de las raíces de Jerusalén con el panteón mesopotámico.

De acuerdo a la tradición judía, Jerusalén fue fundada por Sem


y Eber, ancestros de Abram. Según el relato del Tanaj y la Biblia,
Melquisedec (rey justo) era el rey de Salem, sacerdote de Dios y
presentó pan y vino a Abram, quien era un arameo nómada, y lo
bendijo, y a su vez Abram le dio diezmo; Salem es identificada con
Jerusalén; los jebuseos controlaban la ciudad (Jebús) hacia el siglo
XI a. C., cuando David la conquisto aproximadamente en el año
1,004 a. C., por medio de un contingente enviado a través de un ma-
nantial subterráneo, y la convirtió en capital de su reino unificado.
David la renombró como Ir David (“Ciudad de David”), un lugar
que se sitúa al sudoeste de la actual Ciudad Vieja y es llamado la
Colina Ophel.

Para los hebreos Shalem o Salem ya había cobrado importancia


desde que Abram luego de rescatar a su sobrino Lot, pago diezmo
al rey Melquisedec de Salem, que era sacerdote de “EL, el Supre-
mo, el justo del Cielo y de la Tierra”.

Salomón el hijo de David, extendió la ciudad, ampliando las


murallas y construyendo en pocos años el Templo de Jerusalén,
destinado a contener el Arca de la Alianza y las Leyes que Yahvé
otorgó a Moisés en dos tablas de piedra en el Monte Sinaí. Éste
sería el único templo que permitiría la ley religiosa hebrea consa-
grado al culto yahvista, pero parece que existió otro templo en la
isla Elefantina, en el curso medio del río Nilo, fundado en torno al
650 a. C., por una comunidad judía emigrada antes del reinado de
Josías (640 - 609 a. C.).

Tras la separación de Israel y Judá en el 922 a. C., Jerusalén pasó

223
a ser la capital del reino de Judá, mientras que Samaria se convirtió
en la capital de Israel. Jerusalén tiene varias etapas de dominación
extranjera en su Historia, tras ejercer de capital del reino indepen-
diente de Judá. Primero bajo la influencia asiria, que sometieron al
reino de Judá al pago de tributo, luego los babilonios (597 - 546 a.
C.) tomaron y arrasaron la ciudad, deponiendo al último rey y des-
terrando a la clase dirigente a Babilonia. Los babilonios destruyen
el Templo construido a Yahvé, en julio del 587 a. C.

La ciudad de Jerusalén (Latitud 31°46´5.95” E y Longitud


35°12´49.36” E), desde sus inicios, comprende tres picos de mon-
taña. De norte a sur ellos son: monte Zofim, monte Moriá y mon-
te Sião. Los nombres denuncian sus antiguas funciones. El más
al norte es el “Monte de los Observadores” (actualmente llamado
monte Scopus); el céntrico “Monte del Direccionamiento”; el más
al sur “Monte de la Señal”. Ellos mantienen esas denominaciones a
pesar del paso de los milenios.

Los valles de Jerusalén también tienen nombres y epítetos in-


trigantes. Uno de ellos es llamado por Isaías Hizaion, “El valle de
la Visión”. El de Kidron era conocido como “El valle del Fuego”.
En el Hinnom (el Geena del Nuevo Testamento), según leyendas
milenarias, había una entrada para el mundo subterráneo, marcada
por una columna de humo que se erguía entre dos palmeras. Ya el
valle Repha’im tenía ese nombre porque en él residían los Divinos
Tutores que, como cuentan las leyendas ugaríticas, trabajaban bajo
las órdenes de la diosa Shepesh. En las traducciones del arameo del
Viejo Testamento, esos tutores son llamados “Héroes”; la primera
traducción griega llamó al lugar habitado por ellos “valle de los
Titãs”. Es decir son los hijos de los nefilim que descendieron para
procrear con las hijas de los hombres que son narrados en el Tanaj
y la Biblia en el Bereshit 6 y Génesis 6 y con mayor detalle en el
“Libro de Enoc”, y esos hijos fueron llamados héroes o titanes.

De los tres montes de Jerusalén, el Moriá fue siempre el más


sagrado. El Libro del Bereshit o Génesis afirma explícitamente que
Dios mandó a Abraham ir hacia allá en compañía de su hijo Isaac
en la ocasión en que quiso probar la fidelidad del patriarca. Las
leyendas hebraicas cuentan que Abraham reconoció el monte Mo-
riá a la distancia porque vio sobre él “un pilar de fuego yendo de
la tierra hasta el cielo y una nube pesada donde se veía la Gloria

224
de Dios”. Ese lenguaje es casi idéntico al usado en la descripción
bíblica sobre el descenso de Dios en el monte Sinaí.

La gran plataforma en lo alto del monte Moriá, cuya constitu-


ción básica nos hace recordar a Baalbek, aunque sea muy menor,
hace mucho fue llamada “El monte del Templo”, pues era el lugar
donde quedaba el templo de Jerusalén de la época de Salomón (La-
titud 31°14´54.03” E y Longitud 34°47´6.69” E). Actualmente del
templo de Jerusalén solo queda el Hakótel Hama’araví (Muro de
las lamentaciones) y el lugar está ocupado por varios santuarios
musulmanes, de los cuales el más famoso es el Domo de la Roca.
Esa cúpula fue traída de Baalbek en el Libano, por el califa Abd-al-
Malik el siglo VII y en Líbano ella adornaba una iglesia bizantina.
El califa la mandó instalar como cobertura de un edificio octagonal
que él hubo erigido para abrigar la Roca Sagrada, una enorme pie-
dra a la cual, desde tiempos inmemoriales, eran atribuidas cualida-
des mágicas y divinas.

El Dios del Tanaj y la Biblia también sabían de esa demarca-


ción, pues cuando Job intentó deslindar “las maravillas de El”, el
Señor “hablando en medio de un remolino”, respondió a las pre-
guntas con preguntas:

Yov 38 y Job 38.


3 Ahora ciñe como varón tus lomos; Yo te preguntaré, y tú me
contestarás.
4 ¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo
saber, si tienes inteligencia.
5 ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió
sobre ella cordel?
6 ¿Sobre qué están fundadas sus bases? ¿O quién puso su pie-
dra angular,
7 Cuando alababan todas las estrellas del alba, Y se regocija-
ban todos los hijos de Dios?

Yahveh respondió a sus propias preguntas. Todos esos actos de


medición de la Tierra, de instalación de plataformas, el asentamien-
to de la Piedra Angular fueron hechos, dijo Él: “Cuando alaba-
ban todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de
Dios”.

225
En el año 539 a. C., el rey persa Ciro II el Grande conquistó el
Imperio babilónico y permitió el regreso de las comunidades judías
deportadas, a la provincia de Judá; éstas regresaron a Jerusalén y
reconstruyeron la ciudad y el Templo.

En 332 a. C. Alejandro Magno conquistó el Imperio Persa y la


ciudad no sufrió destrucciones. A la muerte de Alejandro, Judá (o
Judea) y Jerusalén pasaron a formar parte del Imperio seléucida
(312 – 130 a. C.). Desde este momento, bajo el gobierno de los
asmodeos conocería un periodo de relativa independencia, si bien
sería conquistada, junto con todo el reino, por las tropas romanas de
Pompeyo en el 64 a. C., después de derrotar a los restos del Imperio
seléucida. Jerusalén sufrió el asedio y la conquista romana, con su
anexión al República romana.

El año 21 a. C. el rey Herodes I el Grande restauró la ciudad


y el Templo. De ese templo, aún existe en pie una parte llamada
el Muro de las Lamentaciones, de gran importancia en la religión
judía, musulmana y cristiana.

A partir del año 33 aproximadamente existió una iglesia cristia-


na creciente en Jerusalén, donde además se celebró el denominado
Concilio de Jerusalén alrededor del año 49.

4.20 DEL DIOS ENLIL AL HEBREO ELYON.

Cuando los dioses anunnakis decidieron repartirse el mundo


luego del diluvio lo hicieron de esta manera: Enlil se quedó en el
valle de los ríos Tigris-Éufrates (Medio Oriente), Enki fue enviado
al valle del Nilo (Egipto), Inanna al valle del Indo (India).

La mayoría de las deidades sumerias pertenecía a una clasifi-


cación llamada Anunna (“los descendientes de An”), mientras que
siete deidades, incluyendo Enlil e Inanna, pertenecían a un gru-
po de “jueces del inframundo”, conocido como los Anunnaki (“los
descendientes de An y Ki”). Durante la tercera dinastía de Ur, se
decía que el panteón sumerio constaba de sesenta veces sesenta
(3,600) deidades, entre las que destacan:

An o Anu (Dios del cielo), Enlil (El dios del viento), Enki (Dios
controlador del agua dulce, de las profundidades debajo de la tie-

226
rra y señor de la tierra), Nammu (La diosa-madre), Inanna (Diosa
del amor y de la guerra, llamada Ishtar por los acadios), Utu (El
dios Sol) y Nanna (El dios luna)

La religión sumeria repercutió en toda la mitología mesopotá-


mica, sobreviviendo en las mitologías y religiones de los hurritas,
acadios, babilonios y asirios. Así los dioses sumerios, acadios y
babilonios eran los mismos a excepción del dios supremo babilonio
Marduk.

En Egipto los dioses sumerios eran también conocidos con otros


nombres:

Atum-Ra (Marduk), el dios solar que se creó a sí mismo; Ptah


(Ea/Enki), el hábil modelador y salvador de la humanidad; Shu
(Enlil), señor del aire, figura autoritaria y disciplinaria; Geb (Ni-
nurta), dios de la tierra y la vegetación, conocido como “el here-
dero”; Montu (Seth-Baal), el dios guerrero, y astrónomo del cielo
nocturno; Osiris (Dumuzi), dios del vino, el dios muerto y resuci-
tado; Horus el Viejo (Ishkur/Adad), el dios de las montañas y del
rayo; Thoth (Utu/Nabu/Ningishzidda), el dios de la escritura, la
sabiduría, la meditación, la curación, la momificación, y el último
guardián de las Pirámides.

Desde el Egipto Marduk (Ra) hijo de Enki (Ptah), se rebeló con-


tra Enlil (Shu) que gobernaba el Medio Oriente. Tras una guerra
encarnizada que destruyo varias ciudades del Medio Oriente con
potentes bombas que fueron arrojada por orden de Enlil (Sodoma,
Gomorra y otras), pero la radioactividad termino por destruir mu-
chas ciudades, que son narradas con crudeza por los poemas de la
época.

La Epopeya de Erra aporta información, antes de que se utili-


zaran tan terribles armas, dice que hubo un enfrentamiento más en-
tre Nergal/Erra y Marduk, donde Nergal utilizó diversas amenazas
para persuadir a su hermano de que dejara Babilonia y cediera sus
pretensiones de Supremacía.

Entonces, llegó el turno de Nergal (Erra), que dio salida a sus


ansias de venganza. Desde la península del Sinaí hasta las ciudades
cananeas, Erra las arrasó. Las expresiones utilizadas en la Epopeya

227
de Erra son idénticas a las usadas en el relato bíblico de la destruc-
ción de Sodoma y Gomorra:

Entonces, imitando a lshum, Erra siguió la Calzada del Rey.


Acabó con las ciudades,
en desolación las convirtió.
A las montañas llevó el hambre,
hizo perecer a los animales.

El Texto de Codorlaomor, identifica a los dos dioses por sus


epítetos como Ninurta y Nergal, cuenta así:

Enlil, entronizado en la nobleza,


se consumía de furia.
Los devastadores sugirieron el mal de nuevo;
el que abrasa con fuego [Ishum/Ninurta]
y el del viento maligno [Erra/Nergal]
llevaron a cabo juntos su mal.
Los dos hicieron huir a los dioses,
les hicieron huir del abrasador.

El texto llamado Lamentación Sobre la Destrucción de Sumer y


Ur añade detalles dramáticos a esta huida precipitada:

Ninharsag lloraba con amargas lágrimas cuando huyó de Isin;


Nanshe gritaba, Oh, mi devastada ciudad, cuando el lugar en don-
de moraba cayó en la desgracia. Inanna salió apresuradamente
de Uruk, navegando en dirección a África en un barco sumergible,
lamentándose de haber dejado atrás sus joyas y otras posesiones.

En las lamentaciones por Uruk, Inanna/Ishtar lloraba la de-


solación de su ciudad y su templo, debido al Viento Maligno que
en un instante, en un abrir y cerrar de ojos se había creado en el
medio de las montañas, y contra el cual no había defensa alguna.

Marduk y sus huestes se refugiaron en Egipto hasta que los efec-


tos dañinos de la devastación desaparecieran. Enlil y sus aliados
habían ganado las batallas destruyendo las ciudades rebeldes, pero
los habitantes de las tierras arrasadas perjudicados por las decisio-
nes erróneas de Enlil, terminaron por encumbrar a Marduk, que de
esta manera se encumbra como el dios supremo de babilonia. Este

228
aspecto en detalle hemos tratado en nuestro libro “Abraham el Pa-
triarca Guerrero”.

Enlil se transformará en el Dios Yahvé/Jehová de los seguidores


de un hombre de descendencia Sumeria llamado AB.RAM. Él reci-
bió las instrucciones de YHVH para salir de Ur y formar un nuevo
pueblo, Él y su sobrino Lot fueron salvados de morir en la devasta-
ción de Sodoma y Gomorra que es narrado en el Tanaj y la Biblia,
y es el personaje a quien su dios le pidió mutilar su genital y hacer
lo mismo a todos los varones en su casa y todos sus descendientes
como un pacto para ser el pueblo elegido por este dios.

Desafortunadamente, el único documento conocido hasta aho-


ra que relata este evento directamente es la Biblia hebrea (Tanaj)
que ha sido editada de una manera muy perjudicial: se atribuyeron
los hechos de muchos dioses diferentes al presunto Dios, haciendo
muy difícil de determinar hoy en día realmente qué dioses hicie-
ron a menos que hubiera otro documento aparte de la Biblia que
relacione este evento, ya que todos los otros documentos antiguos
son más claros identificando a los individuos involucrados, ya sean
dioses u hombres.

4.21 ¿MUCHOS NOMBRES O MUCHOS DIOSES?

Cuando se lee el Tanaj y la Biblia, nos damos cuenta de que


ambos libros hablan del “nombre de Dios” en singular, pero son
muchos los nombres.

Shemot 20 o Éxodo 20
7 No usarás a la ligera el Nombre de ‫( הוהי‬YHWH) tu Elohim,
porque ‫( הוהי‬YHWH) no dejará sin castigo a alguien que use Su
Nombre a la ligera

La palabra hebrea ‫הָוֹהְי‬, es una vocalización del Tetragramatón


‫( הוהי‬YHWH), el “nombre propio de Dios” en el cristianismo y ju-
daísmo de la Biblia Hebrea el Tanaj, el cual también ha sido trans-
literado como “Yehowah” o “Yahweh” y latinizado es Jehová (en
inglés: Jehovah). Este nombre ‫ הָוֹהְי‬aparece 6,518 veces en el texto
masotérico tradicional, en adición a 305 instancias del ‫( הִוֹהֱי‬Jeho-
vih). El texto latino más antiguo que usa una vocalización similar a
Jehová data del siglo XIII.

229
¿Cuáles son los nombres concretos con los cuales Dios se ha
revelado a los hebreos?

Nombres básicos

1. Yawé (=YHWH): Este nombre sale 6,823 veces en el Tanaj


y el Antiguo Testamento de la Biblia. Los israelitas pronunciaron
el tetragrama (= cuatro letras) “adonai” creando así un nombre di-
vino que no existe: “Jehová”. El nombre Yawé es el nombre más
importante revelado a Israel. Los israelitas entendieron este nombre
como un nombre propio. La pronunciaci6n exacta del tetragrama
no está totalmente segura. Según la tradición de los samaritanos
que a diferencia de los judíos no tenían problemas teológicos de
pronunciar el nombre, lo hacían pronunciando como “Iabe”.

Los judíos dejaron de pronunciar este nombre después de la


muerte del sumo sacerdote Simón el Justo entre 270 y 290 a. C.
A partir de este momento ningún judío pronunció el nombre. Los
judíos de habla griega usaron la palabra kyrios.

Shemot 3 o Éxodo 3
13 Moshe dijo a Elohim: Mira, cuando yo me presente delante
de los hijos de Yisra’el y diga a ellos: El Elohim de sus padres me
ha mandado a ustedes; y ellos me pregunten: ¿Cuál es Su Nombre?
¿Qué es lo que les diré?
14 Elohim dijo a Moshe: Ehyeh Asher Ehyeh (Yo soy/seré el que
soy/seré), y añadió: Aquí está lo que dirás a los hijos de Yisra’el:
Ehyeh (Yo soy o Yo seré) me ha enviado a ustedes.
15 Elohim, además, dijo a Moshe: YAHWEH, El Elohim de tus
padres, el Elohim de Avraham, el Elohim de Yitzjak y el Elohim de
Ya’akov, me ha enviado a ustedes. Este es Mi Nombre para siem-
pre; este es Mi Memorial generación tras generación.
16 Ve, reúne a los ancianos de los hijos de Yisra’el en asamblea
y di a ellos: YAHWEH, el Elohim de sus padres, el Elohim de Avra-
ham, el Elohim de Yitzjak y el Elohim de Ya’akov, se ha revelado a
mí y ha dicho: Yo he estado prestando cuidadosa atención a ustedes
y he visto lo que se les hace a ustedes en Mitzrayim;

Este nombre de Dios contiene la promesa al pueblo de Israel


de que Dios es ahora el mismo Dios que Él era en los tiempos de
Abraham y Jacob, que por lo tanto es el Dios del pacto, siguiendo

230
fiel a sus promesas. En la situación concreta de Moisés y del pueblo
de Israel les daba la seguridad de su presencia.

2. El, Eloah, Elohim. La palabra “El” es la palabra más común


en el mundo semítico para “Dios” (la palabra árabe “Alá” tiene la
misma raíz). Esta palabra se usó para “Dios” en la antigüedad en
todo el oriente. La raíz de esta palabra viene de “‘ul” (= ser fuerte).
Los significados derivados serían “El Fuerte, El Líder, El Señor”.
Es un nombre de Dios que expresa el poder y la superioridad de
Dios en relación con el hombre.

Eloah es la forma del singular de Elohim y usada sobre todo en


el sentido poético. Elohim sale 2,570 veces en el Tanaj y el Anti-
guo Testamento y por regla general no habla de una pluralidad de
dioses. El y por lo tanto expresa la plenitud del poder de Dios. La
traducción de la palabra es Dios o Deidad. A diferencia de Yawé la
palabra Elohim se refiere al aspecto sobrenatural y trascendente de
Dios. Yawé habla más bien de Dios como el que actúa en la historia
y que entra en una relación personal con el hombre.

El cambio del uso de Yawé o Elohim obedece a ciertas reglas y


no es resultado de la casualidad. Aquí van dos de estas reglas:

1. Casi siempre los paganos de la Biblia evitan el nombre Yawé,


también Israelitas cuando hablan a paganos de Dios.
2. Elohim resalta el aspecto de Dios como creador y enfatiza su
aspecto como Dios lejano, fuerte, etc.

Yawé es el nombre del Dios del pacto, que actúa en la historia.

3. Adonai. No es un nombre de Dios en el sentido estricto de


la palabra, sino un título de honor, que muchas veces es usado en
combinación con un nombre divino:

La misma palabra es usada en cuanto a personas humanas para


mostrarles su respeto y para subrayar el hecho de que una persona
considera a otra persona más importante. En cuanto a Dios, adonai
expresa el honor que una persona da a Dios.

4. Baal. Ese nombre significa el Señor, el dueño. Ese nombre


por lo visto fue usado en ocasiones para Yawé como indica Oseas.

231
Hoshea 2 tambien Oseas 2
16 En aquel día, dice YAHWEH tú me llamarás Ishi [mi espo-
so]; ya nunca más me llamarás baali [mi señor]
17 Porque Yo removeré de tu boca los nombres de los baalim;
ellos nunca más serán mencionados por nombre.

Los pueblos cananeítas usaron el mismo nombre para sus dio-


ses. Por este uso pagano del nombre, los israelitas usaron el nombre
Baal cada vez menos.

Shoftim 2 también Jueces 2


11 Los hijos de Yisra’el hicieron lo maldito a los ojos de
YAHWEH y sirvieron a los baalim.
12 Ellos abandonaron a YAHWEH, el Elohim de sus padres,
quien los había sacado de la tierra de Mitzrayim, y siguieron a
otros dioses, seleccionados de los pueblos alrededor de ellos, y los
adoraron; esto enfureció a YAHWEH.
13 Ellos abandonaron a YAHWEH y sirvieron a Baal y a los
ashtarot.

5. Mélek. Esta palabra significa “rey”. En 1 Samuel 12: 12


aprendemos que la demanda de un rey humano de parte del pueblo
de Israel significaba una ofensa grave al Rey Eterno, puesto que
ahora un hombre ocuparía un lugar que solamente le corresponde a
Dios en el pueblo de Israel.

Sh’mu’el Alef también 1 Samuel


12 Cuando ustedes vieron que Najash el rey de los hijos de
Amón los estaba atacando, ustedes me dijeron: No, nosotros quere-
mos un rey que reine sobre nosotros – cuando YAHWEH su Elohim
era su Rey (Mélek).

Nombres compuestos con yawé

El Tanaj y el antiguo testamento, muchas veces revela algún


rasgo del carácter o alguna actividad suya con un nombre que es
dado a Dios. Algunos de estos nombres compuestos de Dios sola-
mente son usados en un versículo.

1. Yawé Yiré (“Yawé proveerá”)

232
Bereshit y Génesis 22: 8 al14. El contexto es el sacrificio que
Dios demanda de Abraham en la persona de su único hijo Isaac. En
el momento oportuno el Señor provee un sustituto por Isaac. Este
nombre resalta el hecho de que nuestro Dios provee todo lo que nos
es necesario.

2. Yawé Nissí (“Yawé es mi bandera”)

Shemot y Éxodo 17: 15. Después de haber vencido a los amale-


quitas, Moisés levanta un altar para recordar al pueblo que es por el
Señor que ellos están luchando y que deben estar orgullosos de ÉL

3. Yawé Shalom (“Yawé es Paz”)

Shoftim y Jueces 6: 24. Después de haber sido llamado por el


Señor, Gedeón erige un altar a Dios para honrarle y adorarle. Dios
se le aparece en una teofanía y Gedeón está lleno de temor por
haberle visto a Dios (en la persona pre-encarnada de Dios el Hijo).
Pero Dios le dijo que no tenía que temer. Nuestro Dios es un Dios
de Paz para los que le temen y le honran.

4. Yawé Sabaot (“Yawé de los Ejércitos”)

Sh’mu’el Alef y 1 Samuel 1: 3. En este versículo sale por pri-


mera vez este nombre de Dios. A partir de ahí, este nombre es usado
con frecuencia (Sh’mu’el Alef y 1 Samuel 15: 2; 17: 45). La pala-
bra “ejército” se refiere a los ángeles que están luchando y ayudan-
do al pueblo de Dios. En Yehoshúa y Josué 5: 14 y 15, Josué tiene
un encuentro con el mandatario supremo de este ejército.

Este nombre de Dios enfatiza el hecho de que Dios está luchan-


do por su pueblo. Este nombre está relacionado con la omnipoten-
cia y la soberanía de Dios. Este nombre es usado sobre todo por los
profetas y en particular por Isaías (60 veces) y Jeremías (77 veces)
y Zacarías (53 veces).

5. Yawé Maccaddeshkem (“Yawé que te santifica”)

Shemot y Éxodo 31: 13. Es un nombre que está relacionado


especialmente con el mandamiento de guardar el sábado. Nos re-
cuerda el hecho de que Dios es santo y que El otorga la santidad a

233
su pueblo.

6. Yawé Roi (“Yawé es mi Pastor”)

Tehilim y Salmo 23: 1. Un nombre de Dios que está relacionado


con su amor, misericordia y cuidado hacia su pueblo.

7. Yawé Tsidkenu (“Yawé es nuestra justicia”)

Yirmiyahu y Jeremías 23: 6. Este nombre de Dios - usado por


el profeta Jeremías - era un juego de palabras con el nombre del
rey Zedequías (“Yawé es justicia”) que era un rey absolutamente
desobediente a los mandamientos de Dios. Ese nombre sale en me-
dio de una profecía mesiánica que enfoca la justicia verdadera que
el Mesías algún día iba traer a su pueblo. Dios es un Dios justo y
El mismo declarará justo a su pueblo por la sangre derramada de
Jesucristo.

8. Yawé El Gmolá (“Yawé Dios es recompensa”)

Yirmiyahu y Jeremías 51: 56. Ese nombre sale en medio de una


profecía contra Babilonia y recuerda a los Israelitas que Dios casti-
gará (dará su justo pago) a los Babilonios que trajeron tanta miseria
sobre el pueblo de Israel. Este nombre por lo tanto está relacionado
con la justicia de Dios.

9. Yawé Nakeh (“Yawé que castiga”)

Yejezkel y Ezequiel 7: 9. Este nombre también sale en un pasaje


que tiene que ver con el juicio justo de Dios.

10. Yawé Elohim (“Yawé [es] Dios”)

Bereshit y Génesis. 2: 4. Este nombre sale en el pasaje Génesis


2: 4 - 3: 24 con mucha frecuencia. Es una combinación que une el
nombre del pacto con el nombre que enfatiza la majestad y poder de
Dios, especialmente indicado en el relato de la creación de hombre
y de su caída.

Nombres compuestos con elohim

234
1. El Elyón (“Dios, el Altísimo”)

Bereshit y Génesis 14: 19 al 22. Abram testifica de su perte-


nencia al Dios Altísimo en su encuentro con el rey de Sodoma Este
nombre también es usado por Melquisedec cuando este pronuncia
la bendición sobre Abraham.

Es un nombre que enfatiza la majestad y soberanía de Dios. Es


el Dios que está sobre todas las cosas. Es interesante que Satanás
quería ser como el “Altísimo”. En este pasaje - como también en
algunos más - Elyón es usado sin la palabra “El”, como nombre
propio de Dios

2. El Roí (“El Dios que ve”)

Bereshit y Génesis 16: 13. La esclava Agar estaba huyendo al


desierto cuando Dios se le apareció. Este nombre de Dios enfatiza
el hecho de que Dios es omnisciente y está al tanto de todas las
cosas que están ocurriendo.

3. El Shaddai (“Dios Todopoderoso”)

Bereshit y Génesis 17: 1. Este nombre de Dios tiene su raíz que


una palabra que significa “montaña”. Este nombre tiene que ver
con el poder de Dios y pone el énfasis sobre el hecho de que Dios
dirige todo lo que está pasando en el mundo y que todas las cosas
tienen que servir a los propósitos de Dios. “El Shaddai” sale mu-
chas veces en conexión con Dios que está castigando a su pueblo,
por ejemplo en Rut 1: 20 y sale 31 veces este nombre en el libro de
Iov también Job.

Bajo este nombre Dios apareció a Abraham en Shemot y Éxodo


6:3.

4. El Olam (“Dios eterno”)

Bereshit y Génesis 21: 33. En Beerseba Abraham plantó un ár-


bol tamarisco e invocó a Dios balo este nombre. Este nombre enfa-
tiza la eternidad de Dios: Dios que nunca cambia, que sigue siendo
fiel a sus promesas y que no tiene ni principio ni fin.

235
5. El Eloé Yisrael (“Dios es el Dios de Israel”)

Bereshit y Génesis 33: 20. Enfatiza el significado de Dios como


Dios de Israel. En esta ocasión, Jacob conmemora su encuentro con
el Señor en Peniel.

Otros nombres

1. Qedosh Yisrael (“El Santo de Israel”)

Yeshayahu y Isaías 1: 4. Es un título de Dios que sobre todo el


profeta Isaías está usando 29 veces en total. Este nombre también
sale en Jeremías y en los salmos. El nombre pone énfasis sobre la
santidad de Dios.

2. Atiq Yommim (“El Anciano de Días”)

Daniel 7: 9al 13 y 22. Es un nombre arameo (puesto que el pasa-


je correspondiente del libro de Daniel sale en arameo) y no hebreo.
Daniel la usa para caracterizar a Dios que está sentado sobre el tro-
no de juicio, juzgando los grandes imperios del mundo.

3. Theós (“Dios”)

El Nuevo Testamento usa los nombres equivalentes en griego a


los nombres del Antiguo Testamento. Para El, Elohim y Elyon es
usado la palabra Theós. Este nombre es el más común para Dios en
el Nuevo Testamento. La palabra también se puede referir a dioses
paganos. La palabra Elyon es traducida hypsistos Theós, “Dios su-
premo”, y usado así en Marcos 5:7; Lucas 1: 32 al 35, 75, etc.

Los nombres Shaddai y El Shaddai corresponden a Pantokrátor


y Theós Pantokrátor por ejemplo en 2 Corintios 6:18; Apocalipsis
1: 8; 4: 8; 11: 17, etc.

4. Kyios (“Señor”)

En el Nuevo Testamento sigue usando la palabra Kyrios para


Yawé. Ese nombre no solamente se usa en relación con Dios el
Padre (Mateo 4: 7; Lucas 1: 16, etc.), sino también en cuanto a Je-
sucristo (Hechos 2: 36: Romanos 16: 18, etc.).

236
5. Pateér, Abba (“Padre”)

La primera palabra es griega, la segunda es la forma aramea,


usada en los siguientes versículos:

Marcos 14: 36
Romanos 8: 15
Gálatas 4: 6

En el sentido estricto, esto no es un nuevo nombre para Dios,


como a veces algunos pretenden, aunque es cierto de que Jesucristo
fuera la primera persona que explícitamente se dirigió así a Dios en
la primera persona en la oración.

Pero ya en el Antiguo Testamento, ese nombre es usado para


describir la relación de Dios a su pueblo Israel:

Deuteronomio 32: 6

Salmo 103: 13.

Israel incluso es llamado “Hijo de Dios”.

Éxodo 4: 22
Deuteronomio 14: 1

En estos casos, este nombre expresa la relación especial entre


Dios y su pueblo. Pero este nombre de Dios es usado en el nuevo
testamento también para resaltar el hecho de que Dios es Creador
de todo el mundo:

1 Corintios 8: 6
Efesios 3: 14 y 15.

Por regla general, el nombre “Padre” es usado para la primera


persona de la Trinidad en su relación especial con el “Hijo” Jesu-
cristo o con los creyentes como sus hijos espirituales.

4.22 DE DIOSES SUMERIOS A DIOSES HEBREOS.

Resulta imposible, con los datos que hoy disponemos, saber a

237
qué tiempo exacto se remontan las creencias hacia un dios que en
los escritos mesopotámicos se translitera como “dEN-KI”, y cuya
traducción literal, aún con sus diversas sintaxis, vendría a ser “Se-
ñor de la Tierra/País”, apareciendo, en función de sus atributos,
una segunda acepción con el epíteto de “Señor de las Aguas Sub-
terráneas”.

Si bien, su verdadero papel ha de identificarse con el de sobe-


rano del reino/región donde “reposa”, o se “amarra” el Cielo y la
Tierra, tal como dicta el texto anterior. Para entender esta “analo-
gía” se hace necesario el señalar que los mesopotámicos concebían
la Tierra como un disco plano que flotaba sobre un océano de agua
dulce, el “abzu”, circunvalado por un anillo de siete montañas so-
bre las que tenían su sostén las tres bóvedas celestes de las que se
componían los Cielos. Por otro lado, el Abzu, el conjunto de las
“Aguas Subterráneas”, “ZU-AB” o “ab.zu”, posee la consideración
de ser la fuente primigenia de la Vida, dado el contexto cultural
agropecuario, alrededor del cual giraría tanto la obtención del sus-
tento para los hombres y los dioses, éstos últimos como dueños
tanto de vidas como de haciendas. En definitiva, el Abzu personifi-
caría la base donde reposaría la “estabilidad”, de un mundo como
el sumerio.

El estudio de las creencias mesopotámicas resulta arduo, y esto


es debido a sus numerosas influencias, y dentro de éstas, reconocer
su evolución a lo largo del tiempo. Un periodo que supone alrede-
dor de tres milenios de civilización ininterrumpida con episodios de
influencias recíprocas. De hecho y por ejemplo, el texto anterior,
“Enki y el Orden del Mundo”, corresponde a copias de copias, de
un poema redactado originalmente en escritura sumeria y durante
el periodo acadio, en forma paralela se usaba el sumerio y acadio
como idiomas. El sumerio para las cosas formales de la religión y
el acadio para el uso cotidiano doméstico.

Tal vez, el dios Enki, ya acompañaba a las grupos humanos que


emigraron desde las estribaciones de los Zagros y que, fundaron el
asentamiento de Eridu(g) hace alrededor de 7,000 años en el trans-
curso del periodo de Obeid I. En ese sentido, existen teogonías y
cosmologías que comienzan con una única pareja de deidades, Enki
y Ninki, y a los cuales se les concede el tratamiento de “Señor/Se-
ñora de la Tierra/País”. En acadio pre-sargónida, el “Ilu”, o “Il” y

238
la “Asthar” – y en cuyo relato transcurren varias generaciones de
divinidades hasta el nacimiento, del dios Enlil.

Estampa de cilindro-sello acadio. Aparece Ea/Enki flanqueado por los


remeros del “Ibice del Apzû”. A su derecha Usimud, su consejero, sosteniendo
uno de los símbolos del dios, junto al ave y el pez.

El Obeid fue un poblamiento de la zona meridional de Mesopo-


tamia. En sus restos se han hallado muestras de una cultura que se
extendió hacia todo el Oriente Medio. Al período donde prevalece
esta cultura se le conoce como período de El Obeid.

Los primeros enclaves de esta civilización datan del 5,000 a.


C., pero el esplendor lo alcanzó hacia el 4,500. En torno al 4,000
a. C. se extiende por gran parte del Oriente Medio, prolongándose
hasta el 3,700 a. C. aproximadamente. El comienzo de esta etapa
coincide aproximadamente con la entrada en la región de nómadas
provenientes de los montes Zagros.

Arqueológicamente, el período Obeid está dividido en cuatro


sub períodos. Según la “Escuela de Lyon”, cada uno de ellos se
corresponde con uno de los períodos de la historia de Oriente Me-

239
dio, comenzando el Obeid I en el “período 6” y el Obeid IV en el
“período 9”.

Sumer, hasta la época de los acadios, funcionaba como un con-


junto de ciudades-estado independientes, cada una con su propio
panteón de dioses y su propia explicación de la creación del mundo.
Dicho esto y en beneficio de la antigüedad de las creencias hacia
Enki, habría que resaltar la propia antigüedad del asentamiento de
Eridu(g), así como la aceptación por parte de la sociedad sumeria
de esa circunstancia. Por otro lado Anu tenía su santuario en Uruk,
Enlil en Nippur y Enki en Eridu.

El Prisma Weld-Blundell, del siglo XXII a. C., que tiene la


lista real sumeria dice: “[Cuando] la soberanía del Cielo bajó; en
Eridug estuvo el reino”, con lo que los sumerios nos narran evi-
dentemente de una divinidad suprema, siendo probable que sus
creencias ya estuvieran establecidas en la Baja Mesopotamia con
anterioridad al Periodo de Uruk/Unugelamita, 3,500 - 3,100 a. C.,
en la Ciudad de Unug donde, por aquella época, se consideraba a la
deidad de procedencia dravídica “Āṇ”, la divinidad sumeria/acadia
“An/Anu(m)”, como el dios patronal y divinidad suprema.

Recitan para Él, el sagrado himno, las invocaciones mágicas en


su cámara sagrada. La invocación a Nudimmud: “Un día, cuando
no existía la serpiente.. […] En-ki, el Señor de la Abundancia y
de las inquebrantables decisiones, el Señor de la sabiduría y la
razón en la Tierra, el Hacedor de los Dioses, modificó su criterio,
El Señor de Eridug cambió el habla de sus bocas, de la misma
forma que él la puso allí y era exclusivamente una la lengua de
la humanidad…” (Pasajes de “Enmerkar y el Señor de Aratta”,
líneas134-155 del texto neo-sumerio, del siglo XXI a. C.).

Otros aspectos que nos permitirían aceptar tales conjeturas, de-


riva de su consideración como deidad ctónica representativa del
biotipo de marismas de la Baja Mesopotamia, como “Señor de los

240
Cañaverales”, así como su preciso encaje en el evolución de las
creencias hacia la primera “concepción urbana de lo divino” duran-
te el Calcolítico y reflejado en su posterior epíteto sumerio-acadio
de “Sabio de los Dioses”, o “apkallu-ili”. Un título, éste último,
que mantendrá hasta el advenimiento del dios amorrita babilónico
Marduk y cuya sucesión en la personalidad queda reflejado en el
relato de la Creación del Enuma Elish.

Es razonable pensar que durante, o con anterioridad, al periodo


pre-dinástico sumerio, 2,900 - 2,400 a. C., aprox., se produjera un
sincretismo religioso. De ésta guisa, a las creencias cósmicas hacia
la tríada proto-sumeria An/En-lil/Nammu, y que se corresponden
con las deidades dravídicas Āṇ, Āṇ-il y Amma, que se incorporarán
a las locales, en este caso hacia Enki. De hecho, debió de existir
un conflicto entre personalidades de Nammu y Enki, como fuente
de las “Aguas Primigenias”, y en su acepción como origen de la
Fertilidad, que se menciona en el relato sumerio de Enki y Ninhur-
sag, y a lo que se procuró, en sumeria solucionarlo, asignando a
Nammu, “la Vagina de la Naturaleza”, “La Madre que dio a luz al
Cielo y la Tierra”, el papel de madre de Enki; para luego, durante
la hegemonía acadia, ser ésta apartada y sustituida por Damkina/
Damalguna, que personificará a su consorte, y donde ya, Enki,
aparecerá asimilado al dios Ea.

“Los siete apkallu del Apsu, carpas sagradas, quienes como Ea,
su señor, fueron adornados por aquel con un ingenio extraordi-
nario…” (Pasaje de “La Epopeya de Erra”. Texto neo-babilónico,
siglo VIII a. C.).

La irrupción de la religiosidad semita, incorporada por los aca-


dios, supone un giro en los conceptos religiosos de la desemboca-
dura del Tigris y Éufrates. La tríada cósmica sumeria: An/En-lil/
Enki pasa a denominarse Anu(m)/Bel/Ea, asumiendo diferentes ro-
les, ante la progresiva incorporación de una tríada astral semítica:
Šamaš, Sîn e Ašthar. En consonancia con estas creencias, se intro-
duce, dentro de los seres sobrenaturales que pueblan sus panteones,
la distinción entre deidades, a quien se les reza, y entes demonía-
cos, a quienes se invoca. A las deidades se las pasa a denominar
“ana” y a éstos últimos espíritus, “zi”.

La entidad primordial, el “Abzu”, pasa a denominarse “Apsû”

241
en acadio, para en un momento primigenio dual, englobar la tota-
lidad de las aguas (agua dulce y agua salada), y estar poblado por
seres con un carácter benigno y maligno, en consonancia con el
mito semítico de la creación del mundo y su separación. Así, el dios
Enki/Ea, dentro de sus personalidad como “Dios Sabio”, incorpora-
rá el atributo de “divinidad exorcista”. Es decir: “Quien ‘libera’ el
agua dulce y fértil del agua salada, en un ámbito agrícola recordar
lo que significa la alcalinización de la tierra, manteniendo cierto
peso de Dios de la Fertilidad”. Una identidad que mantendrá hasta
el periodo helenístico, a finales del I milenio a. C.

El conjunto de las facetas apuntadas con anterioridad conducen


al pensamiento de que estamos ante un dios íntimamente relaciona-
do, y afectivo, con la Humanidad, en contra de la generalidad velei-
dosa del resto del panteón de dioses. Así, aparece como hacedor de
los hombres, según el relato de “Enki y Ninmaḥ”, y como salvador
de género humano ante Enlil y Anu, según se desprende del relato
sumerio de “El Diluvio”.

Kramer, sugiere que Ea es un ente pre-semítico que temporiza


en el periodo de El-Obeid y se sustenta en su amplia relación con
dioses como el hurrita “Eyan”, el hebreo “Elyôn” y el dios ugaríti-
co “Aleyan Baal”.

“Y Malki-Tzedek (Melquisedec), rey de Shalem, sacó lechem y


yayin (pan y vino), y (como) él era sacerdote de El El-Elyon, le
bendijo, diciendo: Baruch Abram/Bendito (eres) Abram por El-El-
yon, Creador de Shomayim v’Aretz (Cielos y Tierra); Él es quien
ha puesto en tus manos a tus enemigos y el que dio a el ma’aser
(diezmo) por todo (ello)” Bereshit 14: 18 al 19 Biblia Ortodoxa
Hebrea (Tanaj) o también Génesis 14: 18 al 19 del Antiguo Testa-
mento de la Biblia cristiana.

Si bien en el texto masorético anterior, ʿElyôn está asociado al


término “El” – En hebreo, proviene del verbo “alâ” que como ad-
jetivo, “ʿl”, puede traducirse como “lo más alto”. Por tanto: “El-El-
yon” sería “La Vida más Alta”–. El nombre divino aparece también
relacionado en textos arameos como “qaddîšê ʿeloyônîn” (Daniel
7: 18 y otros), en hebreo “bênê ʿelyôn” (Salmos 82: 6).

En relación con las kotharatu/sassuratu, las siete “ninfas” de la

242
Fertilidad Humana y del Alumbramiento, el relato bíblico volverá
a incidir en esos aspectos tradicionales de sus atributos como “di-
señador de la raza humana” en unión con sus divinidades afectas y
dentro de los generales mitemas de Oriente Próximo.

“El príncipe Ea habló […] él la estaba provocando. [..ella] re-


citó los conjuros (y) después que hubo recitado sus conjuros, sacó
la mano de su arcilla (fluido vaginal), separando catorce piezas de
arcilla, siete puso a su derecha, siete puso a su izquierda (y) entre
ellas puso el ladrillo (paritorio) […] …pelo (¿?), el cuchillo del
cordón umbilical. El Sabio y Erudito a las siete sassuratu convocó
en asamblea (y) las siete, varones trajeron (al mundo) (y) las siete,
mujeres trajeron. Las Diosas del Alumbramiento, las que asignan
el Destino. Ellas les colocaron por parejas, les colocaron por pa-
rejas en su presencia, desde el momento en que Mami (La Diosa
Madre) concibió los designios para la raza humana” (Pasaje de la
“Epopeya de Atra-hasis”).

Ahondando en la extensión de las creencias hacia ʿElyôn/Ea en


Canaán y Siria, se cita al dios “Elioun” en la “Teología Púnica”,
recopilada por el obispo Eusebio de Cesarea en su “Praeparatio
Evangelica” –Basada en los textos de Sanchuniathon y tomando
como fuente a Filón de Biblos–, y al que denomina en griego “Hyp-
sistos”, “El más Alto”. Elioun y su consorte Berouth, serán los pa-
dres de Epigeo y Ge, “Los Cielos y la Tierra”, donde Epigeo, en el
papel de Urano, será padre de Cronos y de Zeus-Demarous. De esa
misma guisa, se revela en el mitema hurrito-hittita del “Poema de
Kumarbi”, donde toma la personalidad del dios Alalu, así como en
la Teogonía de Hesíodo para darle presencia de nuevo mediante el
epíteto de Epigeo. También aparece nombrado como “ʿl wʿlyn” en
textos ugaríticos relacionándolo astralmente con la Luna/Noche, el
símbolo del dios Sîn semítico.

Por estas consideraciones, es probable que estemos hablando de


una divinidad hebrea de carácter supremo establecida ya en el perio-
do de El-Obeid y precedente a las creencias cósmicas establecidas
en la Baja Mesopotamia por los sumerios con anterioridad al perio-
do proto-dinástico. Una deidad cuyos atributos principales estarían
relacionados con el conocimiento, así como con la evolución de
las prácticas agropecuarias. Premisas que, en su desarrollo, contri-
buirían al concepto de Fertilidad, como abstracción del incremento

243
de las dádivas de la tierra y por ende, de la misma Humanidad.
Avanzando en el tiempo, se produce un proceso sincrético como
fruto de la incorporación de las creencias cósmicas originarias del
Pérsico. De ello, el dios patronal de Eridu(g) será acomodado a los
dogmas sumerios, compartiendo la supremacía de su panteón, y
que estará vinculado con las religiones del Indo, y cuyo vehículo de
transmisión será el comercio a través del Golfo Pérsico, situación
que se modificará ante un nuevo proceso cultural aglutinante con la
incorporación del pensamiento acadio. Una religión acadia que con
anterioridad al periodo sargónida, mantenía una dualidad suprema,
de carácter semítico, masculina/femenina que era acompañaba de
un panteón de dioses menores, caso de Šamaš, Sîn, Adad, Dagan, o
Ea que representan fenómenos y circunstancias naturales.

Otra divinidad era el rey, o “Sarrun”, a partir de la conquista


acadia de Sumer, cuando acontecerá éste sincretismo religioso en-
tre la tradición semítica y la cosmología sumeria. De ésta forma, los
dioses acadios serán asimilados a sus supuestos paralelos sumerios,
asumiendo, y en nuestro caso, el dios Ea los atributos de Enki.

La divinidad semita, que mantendrá evidentes paralelismos en


las atribuciones con diferentes “Dioses de las Tormentas” sirio-ca-
naneítas y hurritas, como las aguas que fertiliza la tierra en un bio-
tipo no mesopotámico, siendo uno de ellos el dios cananeo Elyon.

Elyôn que como título, será asumido por el nuevo dios traído
por la tribu de Judah, YHWH, desde el Valle de HaArava en el
Sinaí.

Chales N. Pope, en su libro “Living in Truth: Archaeology and


the Patriarchs”, nos dice: En la Biblia, el nombre semítico / acadio
Ea toma las formas hebreas de YE / Yehow / Yow (Inglés Je / Jeho
/ Jo), como en Je-hu (“Jehová es Él”), Jeho-shaphat (“Jehová juz-
gados”) y Jo-ab (“Jehová engendrado”). Como un sufijo, Ea se
convierte en el hebreo -yah / Iâjuw (iah Inglés), como en los nom-
bres bíblicos Jerem-IAH y Hezek-IAH. Pero, ¿es realmente así de
simple? Es simple, pero no es tan simple. Aunque el nombre de Yah-
vé se deriva claramente del dios Ea (Yah), la deidad bíblica se hizo
mucho más poderoso (weh). A pesar de un gran creador, Enki / Ea
no era el “Gran Creador”. En la Biblia Jehová es un ser supremo,
universal y eterno, a la que se atribuye todos los trabajos creativos

244
anteriores en la Tierra. A este respecto, Jehová es una deidad muy
agrandado con respecto a Ea. Según esta consideración Ea (Enki)
sería el Yahvé del Tanaj y la Biblia.

4.23 ANU ES LLAMADO EL POR LOS HEBREOS.

En la mitología cananea, “El” era el nombre de la deidad prin-


cipal y significaba “padre de todos los dioses” (en los hallazgos
arqueológicos siempre es encontrado al frente de las demás dei-
dades). En todo el Levante mediterráneo era denominado El o IL,
al dios supremo, padre de la raza humana y de todas las criaturas,
incluso para el pueblo de Israel.

Dioses Cananeítas: “EL” 1,300 a. C., “Astarté” 1,800 a. C. (los sumerios


lo conocían como Inanna, los acadios, asirios y babilonios como Ishtar y los
israelitas como Astoret). Baal era el hijo de “El” , el supremo dios cananeo, más
tarde, el hijo consigna a su padre al olvido y Baal se convirtió en el nombre del
dios principal del cielo, la tierra y su fertilidad, semejante a Bel de los babilo-
nios .

245
El Levante mediterráneo está situada al sur de los montes Tauro,
limitada por el mar Mediterráneo al oeste, el desierto árabe al sur y
Mesopotamia al este. En esta zona es donde las cruzadas del siglo
XI al XIV lucharon.

Los sumerios tenían un dios equivalente al de la mitología cana-


nea, llamado Anu. Este dios todopoderoso llamado El, se denomina
en hebreo Elohim, una forma de plural mayestático o superlativo,
como ocurre, por ejemplo, en Bereshit y Génesis 1: 1, en donde se
emplea dicho término, pero la conjugación verbal empleada es en
tercera persona singular. En otros contextos, en cambio, cuando no
es usado para denominar a la deidad, se utiliza en plural y significa
“dioses”.

La raíz il corresponde a apelativos semíticos muy conocidos,


como la palabra original semita para ‘Dios’, ilum.

El apelativo il (literalmente “dios”) era una de las posibles lec-


turas del mismo sumerograma empleado para el dios acadio Anu.
Con el mismo apelativo il (literalmente ‘dios’) se designaba al dios
de los cereales Dagan o al resto de dioses. En ugaritico, Dagan sería
Dgn (que probablemente se vocalizaba como Dagnu) y en acadio
como Dagana. El culto a Dagan era propio de los amorreos del
siglo XXII a. C., y luego de la conquista elamita sobre la tercera di-
nastía de Ur, se difundió entre asirios y babilonios. En Asiria llegó
a estar en equivalencia con Anu.

En las tablas de Ugarit, ese dios primigenio figura también


como el esposo de la diosa Asera; Ishtar entre los babilonios, ori-
ginalmente llamada Athirat (o Afdirad) que en la Biblia recibe el
nombre de Astoret. La forma griega es Astarté (la cual es la madre
de todos los dioses, la esposa celestial, la reina del cielo).

Representaciones del dios El se ha encontrado en las ruinas de


la Biblioteca Real de la civilización Ebla –en el yacimiento arqueo-
lógico de Tell Mardikh (Siria), que data del 2,300 a. C.–. En algún
momento de la historia pudo haber sido un dios del desierto, pues
un mito dice que tuvo dos esposas y que con ellas y sus hijos cons-
truyó un santuario en el desierto.

El ha sido el padre de muchos dioses –setenta en total– los más

246
importantes fueron Baal Raman (Hadad), He, Yam y Mot, los cua-
les tienen atributos similares a los dioses Zeus, Poseidón o Ofion,
Hades o Tánatos respectivamente, los antiguos mitógrafos griegos
identificaron a El con Cronos, el rey de los titanes.

Por lo general, El se representa como un toro, con o sin alas.


También lo llamaban Eloáh, Eláh, que en árabe se convirtió en
Allah.

Para los cananeos, El era la deidad principal, el rey, creador de


todas las cosas, el juez que dictaba lo que debían hacer tanto los
hombres como los dioses. Su esposa primaria fue Ashera o Asera,
la madre de los dioses, representada en los santuarios cananeítas
con árboles ornamentados. Pero tuvo otra esposa: Anat hermana
de Hadad (Baal Raman) el señor del trueno. Anat, era llamada “la
amante de los dioses” (ambas eran diosas de la fertilidad). Para
los cananeos El es el padre de la “divina familia” y presidente de
la asamblea de los dioses en el Monte de la Reunión. Es llamado
“toro” por su fortaleza y potencia creativa, es el “Anciano de Días”,
la “Roca de las Edades”, está representado en una roca en Ras Sha-
ra.

Dios “El” vence a dos leones (mango cuchillo ceremonial Gebel el-Arak.

247
En los mitos Ugaríticos El es llamado Bny Bnwt, que signifi-
ca “creador de todas las cosas creadas”, aunque algunos lo tradu-
cen como “dador de potencia”. El es retratado como un dios frío
y distante, “en el flujo de los [dos] ríos”, posiblemente el Edén, de
donde un río fluía para formar a los ríos Tigris, Éufrates, Guijón y
Pisón, tal como describen al Edén en el Tanaj y la Biblia.

Aparte de ser llamado “el creador”, El también era llamado “el


bondadoso”, “el compasivo” en los mitos Ugaríticos (títulos que
aparecen en el Tanaj y la Biblia para referirse a Yahvé). Esta deidad
no la que se escribe en el Tanaj y la Biblia, ya que la deidad llamada
El tiene este nombre propio y en la Biblia “El, traducido como el
Altísimo”, se llama Yahvé. Sólo la adoración de Yahvé nunca fue
estigmatizada en el Tanaj ni en la Biblia ni por los patriarcas. De
hecho Abraham, dio diezmos a un sacerdote del Altísimo (El) lla-
mado Melquisedec, rey de Salem.

En Canaán el rey era nombrado “siervo de El” (de forma simi-


lar, en Israel, el rey era nombrado como siervo de Dios; David “El
siervo de Dios”). Esto describía el estatus de los reyes antiguos
como ejecutores de la voluntad divina. Este título era un privilegio
y no una carga.

En los tiempos de Palestina, “los hijos de El” significaban “los


dueños de los ganados, adoradores del dios-toro El”, y “las hijas
de Adán” significaría “las mujeres de Adama [la tierra, el suelo]”;
Adama era una diosa de la agricultura. Las hijas de Adama eran
notorias por sus orgías (prostitución ritual). En aquellos tiempos
era común que hubiesen sacerdotisas sexuales, que sirviesen en los
templos, es posible que de aquí venga la historia de El seduciendo a
dos mujeres mortales, y éstas dándole hijos semidivinos, llamados
Shalem (“perfecto”), y Shahar (“amanecer”), que posee alas, y su
hijo fue el ángel caído Helel.

Esa mitología cananea se introdujo en las creencias del pueblo


de Israel. El Tanaj y la Biblia muestra ese sincretismo en muchos
pasajes, por ejemplo la concepción del dios Yavé como presidente
en la “corte de los dioses” o “la divina asamblea” (BeneEl), tam-
bién es para referirse a la divina familia de El, en Deuteronomio 32,
empieza con Israel en sus lapsus de fe y termina con el aserto de la
destrucción de sus enemigos. En Deuteronomio 32: 8 se representa

248
la primera etapa de los israelitas en su adaptación del concepto del
dios Yahvé al mando de la “asamblea de dioses” de la mitología
cananea; la concepción del dios Yahvé como simplemente el princi-
pal entre todos los dioses. A lo largo de la historia de Israel primero
nombró a su dios Yahvé como el “altísimo” entre la asamblea de
“los hijos de El” (o “hijos de IsraEl” según la Septuaginta (Tanaj)
aunque se disputa la fecha de este poema, más tarde (en el 900 a.
C.) se hizo desparecer la corte completa de dioses y se condenó esa
idea como apostasía.

La presencia del dios El también estaba en los nombres como


Ismael, Miguel, Israel y demás eran una forma teofórica, es decir
los sufijos de los elementos (il, ilu o el) representan un “nombre
divino” en este caso el supremo nombre del dios El, pero durante el
reinado de Ebrum (rey de Ebla que se supone que fue el patriarca
Eber [Heber], de donde proviene el nombre de hebreos) cambió
de forma teofórica, de -el a -ya (w), de esta manera nombres como
Mikailu (Miguel) se convirtieron en Mikaya (w), así el rey Ebrum
cambió paulatinamente la religión de Ebla de su tiempo, asocián-
dolo con el nombre bíblico de Yahweh (-ya [w]), transformando a
Yahweh en el dios nacional, en vez de El.

El era usado como el prefijo de los nombres: Eleazar, Elí,


Elías, Elyón, etc. El cómo sufijo: Abimael, Azrael, Betel, Emanuel,
Ezequiel, Ismael, Mehujael, Rafel, etc.

En suma el nombre de dios “El” tiene una larga tradición desde


sumeria hasta el hebreo y posteriormente en los judíos, cristianos
e islámicos.

Luego de la división del reino a la muerte de Salomón, el nom-


bre de El (usado en los idiomas semitas para designar a la deidad
principal, el toro o becerro) se difundió más entre los israelitas del
norte (Esas diez tribus del norte, propiamente llamadas Israel, son
Aser, Dan, Efraím, Gad, Isacar, Manasés, Neftalí, Rubén, Simeón
o Simón y Zabulón). Por su parte los del sur, propiamente llamados
de Judá o levitas y benjaminitas (Judá, Benjamín), de donde viene
el nombre de judíos, siguieron manteniendo el ritual a Yhwh (Yah-
veh) en Jerusalén.

Hacia el siglo VIII a. C., el culto al dios El estaba bastante arrai-

249
gado entre los israelitas del norte. Los frecuentes intercambios co-
merciales (sobre todo con Tiro) contribuían a ello. Absorbían cultos
fenicios, asirios y sidonios. Por ejemplo, según 1 Reyes 16: 31, un
hijo de El (Melqart) era el “dios de Tiro” o “el Ba’al de Tiro”. El rey
de Sidón (Ethba’al) era servidor de Baal (Habbaal). El culto de este
dios se introdujo en las tribus norteñas de Israel cuando el rey Ajab
(o Acab) se casó con Jezabel, hija de EthBaal, rey de los sidonios.

Este “dios de Tiro” permaneció en Israel hasta el reinado de


Jehú, quien lo anuló (Libro de Oseas 9: 13; Libro segundo de los
reyes 10: 26).

4.24 ANU EL MÁS ALTO Y EL ELYON HEBREO.

El nombre compuesto “El´Elyon”, “Dios Altísimo” se menciona


en el Bereshit 14: 18 al 20 o el Génesis 14: 18 al 20 como el Dios
cuyo sacerdote era Melquisedec, rey de Salem. Esta forma aparece
de nuevo en el versículo 22, utilizado por Abraham en un juramento
al rey de Sodoma. En este versículo, el nombre de Dios (Yahvé) es
paralelo a El’Elyon, donde Melquisedec es el sacerdote de ElÉlyon
y Abram era siervo de Yahvé, es decir había dos dioses y sus repre-
sentantes correspondientes.

Abram y el sacerdote de El-Elyon, en la comunión de mesa (pan y vino),


bendición y donación de diezmos. Posteriormente Melquisedec siguió sirviendo
a su Dios, y Abram al suyo. Siglos después, un cristiano escribira la “Carta a
los Hebreos”, reflexionando sobre el sacerdote de El-Elyon como un Mesías o
quizás dicen, que era el propio Jesús.

250
La aparición aquí de Melquisedec, dio el inicio a una teoría que
sostiene, que era un antiguo dios de Salem, más tarde equiparado
con el Dios de los hebreos.

También se ha sugerido que la referencia a El´Elyon creador de


los cielos y de la tierra del Bereshit 14: 19 al 22 refleja la creencia
de que Elyon fue progenitor de Ouranus (Urano) como sugiere Fi-
lón de Biblos es su Historia de los fenicios.

Para formar nuestra propia conclusión, analicemos el nombre


“El Elyon”. Significa el más alto o el que está sobre todo. Justamen-
te por esto, la traducción más apropiada para “El Elyon” es: “Dios
Altísimo”.

Dani´el 4 o Daniel 4.
30 el rey dijo: ¿No es esta la gran Babel cual yo construí como
residencia real por mi poder y fuerza para el honor de mi gloria?
31 Y mientras la palabra aún estaba en la boca del rey cuando
una voz descendió del cielo:
¡Rey Nevujadretzar (Nabucodonosor)! Estas palabras son para
ti: El reino te ha dejado.
32 Tú serás echado de entre la humanidad, y tu habitación será
con los animales salvajes del campo, y te alimentarán con hierba
como a un buey, y siete temporadas pasarán sobre ti, hasta que
aprendas que Ha Elyon es Amo del reino de los hombres, y se lo da
a quien a El le place.
33 En la misma hora la palabra fue cumplida sobre Nevuja-
dretzar (Nabucodonosor) fue echado de entre los hombres, comió
hierba como un buey, y su cuerpo fue bañado con rocío del cielo,
hasta que su pelo había crecido como pelo de león y sus uñas eran
como pezuñas de ave.
34 Cuando este período había terminado, yo, Nevujadretzar
(Nabucodonosor), levanté mis ojos hacia el cielo, y mi razonamien-
to regresó a mí. Bendije a Ha Elyon, alabé y di gloria a El que vive
para siempre. Porque Su dominio es un dominio eterno, Su reino
permanece por todas las generaciones.
35 Todos los que habitan en la tierra son contados como nada.
El hace de acuerdo a Su voluntad con el ejército del cielo y con
aquellos que habitan en la tierra. Nadie puede soportar Su poder,
ni preguntarle: ¿Qué es lo que has hecho?
36 Fue en ese momento que mi razonamiento regresó a mí; y

251
yo vine al honor de mi reino, y mi forma natural regresó a mí. Y
mis príncipes y nobles me buscaban, y establecido en mi reino, y
más abundante majestuosidad fue añadida a mí. Así que ahora,
yo, Nevujadretzar (Nabucodonosor), alabo, y grandemente exalto
y glorifico al Rey del cielo: “Porque todas Sus obras son verdade-
ras, y Sus caminos son justos; y El puede humillar a aquellos que
caminan en soberbia”.

En Daniel o Dani´el, aparece este relato muy ilustrativo, Nabu-


codonosor, se creía dios, el fuerte, el poderoso, pero en medio de su
jactancia interviene El Elyon, el Altísimo, para mostrar a este rey,
que si bien él era poderoso en la tierra, había Uno que está sobre
él. Su nombre es el Altísimo (El Elyon).

Luego que fue echado de entre los hombres y comía hierba


como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo,
hasta que su pelo creció como plumas de águila y sus uñas como
las de las aves, y se cumplió el tiempo señalado por El Elyon, el
Altísimo, Nabucodonosor, alzo sus plegarias al cielo, y la razón le
fue devuelta.

Nabucodonosor, bendijo al Altísimo, y alabo y glorifico al que


vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino es por
todas las edades. Nadie puede soportar su poder, ni cuestionar su
decisión. A los que se postran a él. El Elyon les da más abundancia,
y él puede humillar a aquellos que caminan con soberbia.

Se cree que Nevujadretzar (Nabucodonosor), se convirtió a


YAHWEH completamente y murió en la fe del Elohim de Yisra’el
(Israel).

El nombre de Dios, El Elyon, aparece por primera vez en el


Tanaj y la Biblia, en el Bereshit 14 o Génesis 14 cuando Abram el
gran patriarca de Israel da los diezmos a Melquisedec sacerdote del
Dios Altísimo (El Elyon).

El significado, de El Elyon, principalmente da la idea de sobe-


ranía, pero, Dios es soberano y esto se refleja en otros pasajes que
refuerzan este principio.

El Altísimo no tiene que rendir cuentas a nadie. Romanos 9: 20

252
del Nuevo Testamento de la Biblia, que dice: “Mas antes, oh hom-
bre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? Dirá el vaso de
barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? Qué triste que
muchos adoptemos una actitud jactanciosa de superioridad y el
barro diga al alfarero: ¿Por qué me tratas así? ¿Por qué has hecho
esto? El Altísimo responde diciendo: Mas antes, oh hombre, ¿quién
eres tú, para que alterques con Dios?”.

El Altísimo no comparte su gloria con otros. Yeshayahu 42: 8


también Isaías 42: 8 que dice: “Yo Jehová; este es mi nombre; y a
otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas”. El Dios. Al-
tísimo es el único que merece la gloria y la alabanza. Cuidado con
adorar, alabar o rendir culto a las imágenes y esculturas.

El Altísimo no está limitado por el tiempo. Él es siempre joven


y activo. Él está sobre el tiempo. Las naciones y sus autoridades es-
tán bajo su dominio. Nabucodonosor aprendió está lección de una
manera difícil. Romanos 13: 1 - 2 del Nuevo Testamento dice: “So-
métase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay
autoridades sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido
establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo esta-
blecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación
para sí mismos”. No importa si las autoridades lo reconozcan o no,
pero el Altísimo es el máximo gobernante del universo.

La soberanía del Dios Altísimo funciona en conformidad con su


carácter. Él no hará nada que atente contra su santidad, su amor, su
bondad, su gracia y su misericordia. Todo esto está inmerso dentro
del concepto de El Elyon, Dios Altísimo. Frente a esta revelación
de su soberanía como seres humanos tenemos dos posibles cami-
nos. Si Ud. no es un hijo(a) de él, debe haber un terror absoluto ante
la posibilidad de caer en sus manos para recibir su juicio. Hebreos
10: 31 del Nuevo Testamento que dice: “¡Horrenda cosa es caer en
manos del Dios vivo!”.

El libro de Tehilim 91: 1 y 2 también Salmos 91: 1 y 2 dice: “El


que habita al abrigo del Altísimo, El Elyon, morará bajo la sombra
del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío;
mi Dios, en quien confiaré”. Si el Altísimo está en nosotros, tene-
mos garantía de victoria.

253
La referencia masónica a Dios como “el más alto” está en los ri-
tuales masónicos, que también es una descripción de Ra, el dios Sol
egipcio, en su última posición, el cénit de los cielos al mediodía. El
Tanaj y la Biblia nos dice que antes que los israeli¬tas adoptaran el
nombre de Jehová, se referían al dios de nuestros padres como El
Elyon, una traducción cananea de “dios, el más alto”.

El dios cananeo denominado “dios el más alto”, es simplemente


el dios sumerio An o Anu, que en acadio significaba “dios del cie-
lo”, cuyos hijos eran Enlil y Enki. Su templo estaba en Uruk una
ciudad sumeria y era denominada E-an-na (Casa del cielo).

Era el padre de los dioses (abu ilami)


padre de los cielos (ab shamé)
rey del cielo (il shamé)

Su equivalente semita sería “Él” que es mencionado en el Tanaj


y la Biblia. También será el dios “Dagón” de los filisteos y fenicios.

Para los sumerios y acadios Utu/Shamash el dios “Sol”, al igual


que para los babilonios era representado de la siguiente manera.

Utu/Shamash el dios “Sol”.

254
El Sol (Utu/Shamash), está representado en el gravado cananeo,
que resaltamos en círculo rojo. En el gravado cananeo y el gravado
sumerio, “dios el más alto”, “dios del cielo”, “Elyon”, está sentado
en su trono gobernando el universo.

Representación cananea del Elyon, y remarcamos dentro de un círculo rojo


la representación del dios Utu en sumerio y Shamash en acadio del dios “Sol”.

¿Esto quiere decir que el Tanaj y la Biblia se refieren a un anti-


guo dios sumerio, cuando se refiere a El Elyon? Evidentemente si y
aún más. La religión judía, cristiana e islámica tomaron para sí an-
tiguas tradiciones sumerias, acadias, cananeas, egipcias, babilonias
y otras, hasta que definieron finalmente sus propias religiones: el
judaísmo, el cristianismo y el islamismo, cuyo primer patriarca es
un hombre nacido en la antigua ciudad sumeria Ur, del cual salió al
llamado de su dios para formar el pueblo hebreo, que con el correr
del tiempo dara origen a las tres religiones más difundidas de la
tierra. Ese patriarca fue Abraham.

4.25 ¿ANU ES YHWH?

En el Tanaj y el Antiguo Testamento, en Bereshit o Génesis 2:


18, leemos que después de crear a Adán, Yahvé ordenó a sus subal-
ternos, los ángeles que trabajaban para él, que confeccionaran una

255
hembra como compañera de éste: YAHWEH Elohim dijo: No es
bueno que el hombre esté solo. Hagamos para él una compañera
apropiada para que lo ayude.

Luego en Bereshit 2:
21 dice: Entonces YAHWEH Elohim trajo un trance sobre
Adam, y él durmió, y Él tomó una de sus costillas y cerró con carne
el lugar de donde había tomado la costilla.
22 De la costilla que YAHWEH Elohim había tomado del hom-
bre, El hizo una persona mujer; y El la trajo a la persona hombre.

Anu adoptó diferentes nombres en función de las culturas que


fue gobernando. En Canaán, Siria y Palestina lo veneraban como
El (El Dios), el primero que se autoproclamó Dios absoluto en un
sentido monoteísta. Con esta misma premisa se presentó Anu como
El Elyon o El Shaddai (atributos concernientes a su poder de sobe-
ranía) a los patriarcas hebreos Abraham, Isaac y Jacob. Luego cam-
bió su nombre por YHWH, Yahvé, el Dios creador del Universo,
cuando se mostró ante Moisés.

El plan de Anu –presentándose esta vez como Yahvé–, consistía


en tomar a los hebreos como “el pueblo elegido”, tenía desde el
principio el objetivo de manipular las creencias de Abraham y sus
seguidores, para establecer una religión basada en leyes inamovi-
bles y por esta razón protegía a los hebreos en sus enfrentamientos
con los egipcios, los babilonios y persas, lo que se traducía siempre
en un derramamiento de sangre constante.

Yahvé era un Dios cruel que exigía sacrificios en masa: primero


de animales y luego, bajo la excusa del castigo, de seres humanos:

Shemuel Bet también 2 Samuel 24


11 Cuando David se levantó en la mañana, esta palabra de
YAHWEH vino al profeta Gad, el vidente de David:
12 Ve y di a David que esto es lo que YAHWEH dice: ‘Te estoy
dando a escoger entre tres castigos. Escoge uno de ellos, y Yo lo
ejecutaré contra ti.
13 Gad vino a David, y se lo dijo; él dijo: ¿Quieres tres años
de hambruna en tu tierra? ¿O quieres huir delante de tus enemigos
por tres meses mientras ellos te persiguen? O ¿quieres tres días de
pestilencia en tu tierra? Piénsalo, y dime qué responder al que me

256
envió.
14 David dijo a Gad: Esto es muy duro para mí. Caigamos en
las manos de YAHWEH, porque sus compasiones son muchísimas,
en vez de caer en las manos del hombre.
15 Así que David escogió la mortandad, y eran los días de la
cosecha de trigo; YAHWEH envió una pestilencia sobre Yisra’el
desde esa mañana hasta el término del tiempo especificado; 70,000
del pueblo murieron entre Dan y Beer-Sheva

Yahvé envió una epidemia a Israel, desde aquella mañana hasta


el tiempo señalado, y murieron 70,000 hombres del pueblo, desde
Dan hasta Beerseba.

Otra matanza es también narrada en Shemot o Éxodo. Yahvé


ordena a Moisés: Ponga cada cual la espada a su lado; pasad y tras-
pasad por medio del campamento desde una puerta a otra puerta, y
cada uno mate aunque sea al hermano, y al amigo y al vecino. En
un solo día 3,000 personas fueron pasadas a espada…

Shemot 32 también Éxodo 32.


19 Pero en el momento que Moshe se acercó al campamento,
cuando él vio el becerro y el baile, su propia ira se encendió. El tiró
las tablas que él había estado sujetando y las destrozó al pie de la
montaña.
20 Agarrando el becerro que ellos habían hecho, lo fundió en
el fuego y lo molió hasta reducirlo a polvo, el cual tiró al agua.
Entonces hizo que los hijos de Yisra’el lo bebieran.
21 Moshe dijo a Aharon: ¿Qué te hizo este pueblo que te llevó
a guiarlos a tan terrible pecado?
22 Aharon respondió: Mi señor no debe estar tan enojado. Tú
sabes como es este pueblo, que ellos están determinados en hacer
el mal.
23 Así que ellos me dijeron: Haznos dioses que vayan delante
de nosotros; porque este Moshe, el hombre que nos sacó de la tie-
rra de Mitzrayim -nosotros no sabemos lo que le ha acontecido-.
24 Yo les respondí: ¡Cualquiera que tenga oro, quíteselo! Así
que me lo dieron a mí. Yo lo tiré en el fuego, ¡y salió este becerro!
25 Cuando Moshe vio que el pueblo estaba fuera de control
-porque Aharon les había permitido desenfrenarse, para escarnio
de sus enemigos-
26 Moshe se paró a la entrada del campamento, y gritó: ¡El que

257
esté por YAHWEH, venga a mí! Todos los hijos de Levi se juntaron
alrededor de él.
27 Él les dijo: Aquí está lo que YAHWEH el Elohim de Yisra’el
dice: ¡Cada uno de ustedes ponga su espada en su costado; vayan
de arriba abajo en el campamento, de puerta en puerta; y todo
hombre matará a su propio hermano, su propio amigo y su propio
vecino!
28 Los hijos de Levi hicieron lo que Moshe dijo, y ese día tres
mil del pueblo murieron.
29Moshe dijo: Ustedes se han dedicado hoy como Kadosh a
YAHWEH, porque cada uno de ustedes ha estado contra su propio
hijo y contra su propio hermano, para traer una bendición sobre
ustedes hoy.
30 Al día siguiente Moshe dijo al pueblo: Ustedes han cometido
un pecado terrible. Ahora subiré a YAHWEH; quizás pueda expiar
su pecado.
31 Moshe subió otra vez a YAHWEH, y dijo: ¡Por favor! Este
pueblo ha cometido un terrible pecado: ellos se han hecho un dios
de oro.
32 ¡Ahora, si es tu voluntad, perdona su pecado! ¡Pero si no lo
haces, te suplico, bórrame de tu libro que Tú has escrito!
33 YAHWEH le respondió a Moshe: Aquellos que han pecado
contra mí son los que borraré de mi libro.
34 Ahora ve y guía al pueblo al lugar que te dije; mi Malaj irá
delante de ti. Sin embargo, el tiempo para castigar vendrá; y enton-
ces Yo los castigaré por su pecado.
35 YAHWEH golpeó al pueblo con una plaga porque ellos ha-
bían hecho el becerro, el que Aharon hizo.

Cuando Yahvé ayudó a los judíos a escapar de Egipto, los ama-


lecitas se interpusieron en su camino. Pasados unos siglos, Yahvé
no solo no había olvidado aquel incidente, sino que hizo exterminar
así a sus habitantes:

1 Samuel 15.
1 Cierto día, Samuel le dijo a Saúl: Fue el Señor quien me dijo
que te ungiera como rey de su pueblo, Israel. ¡Ahora escucha este
mensaje del Señor!
2 Esto es lo que el Señor de los Ejércitos Celestiales ha decla-
rado: He decidido ajustar cuentas con la nación de Amalec por
oponerse a Israel cuando salió de Egipto.

258
3 Ve ahora y destruye por completo[a] a toda la nación amale-
cita: hombres, mujeres, niños, recién nacidos, ganado, ovejas, ca-
bras, camellos y burros”.
4 Entonces Saúl movilizó a su ejército en Telaim. Eran doscien-
tos mil soldados de Israel y diez mil hombres de Judá.
5 Después Saúl y su ejército fueron a una ciudad de los amale-
citas y se pusieron al acecho en el valle.
6 Saúl envió esta advertencia a los ceneos: Apártense de donde
viven los amalecitas o morirán junto con ellos. Pues ustedes fueron
bondadosos con el pueblo de Israel cuando salió de Egipto. Así que
los ceneos empacaron sus cosas y se fueron.
7 Luego Saúl mató a los amalecitas desde Havila hasta llegar a
Shur, al oriente de Egipto.
8 Capturó a Agag, el rey amalecita, pero destruyó por completo
a todos los demás.
9 Saúl y sus hombres le perdonaron la vida a Agag y se que-
daron con lo mejor de las ovejas y las cabras, del ganado, de los
becerros gordos y de los corderos; de hecho, con todo lo que les
atrajo. Solo destruyeron lo que no tenía valor o que era de mala
calidad.

Su maldad se hacía especialmente extensible hacia las mujeres.


En Deuteronomio 22: 13 - 21 leemos, que si un hombre descubre en
su noche de bodas que su mujer no es virgen, debe apedrearla hasta
la muerte. Consejo muy “didáctico” que cristalizaron en leyes que
sentenciaban a muerte casi por cometer cualquier tontería. Yahvé
también mostraba una gran “sensibilidad” en lo que concierne a la
educación de los hijos: Si alguien tiene un hijo rebelde que no obe-
dece ni escucha cuando lo corrigen, lo sacarán de la ciudad y todo
el pueblo lo apedreará hasta que muera (Deuteronomio 21: 18 - 21).

Yahvé también era conocido porque no admitía traiciones: Los


que adoren a otros dioses, o al Sol, la Luna o todo su ejército del
cielo, morirán lapidados (Deuteronomio 17: 2 - 5). Y no sólo pro-
movía la esclavitud, sino que la establecía como un derecho legí-
timo: Si un esclavo está contento contigo, tomarás un punzón y le
horadarás la oreja y te servirá para siempre. Y lo mismo le harás a
tu esclava (Deuteronomio 15: 16 - 18).

En Números 15: 32 - 36 vemos qué era lo que Yahvé entendía


por justicia:

259
32 Estando los hijos de Israel en el desierto, hallaron a un hom-
bre que recogía leña en día de reposo.
33 Y los que le hallaron recogiendo leña, lo trajeron a Moisés y
a Aarón, y a toda la congregación;
34 y lo pusieron en la cárcel, porque no estaba declarado qué
se le había de hacer.
35 Y Jehová dijo a Moisés: Irremisiblemente muera aquel hom-
bre; apedréelo toda la congregación fuera del campamento.
36 Entonces lo sacó la congregación fuera del campamento, y
lo apedrearon, y murió, como Jehová mandó a Moisés.

En muchos pasajes bíblicos se describe cómo es el vehículo aé-


reo en el que viaja Yahvé: “Y Jehová iba delante de ellos de día en
una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en
una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de
día y de noche. Nunca se apartó de delante del pueblo la columna
de nube de día, ni de noche la columna de fuego” (Shemot o Éxodo
13: 21 - 22).

En ocasiones, Yahvé disponía de “ángeles” que le ayudaban en


sus acciones: Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están de-
lante de la gloria del Señor y tienen acceso a su presencia. Los dos
quedaron desconcertados y cayeron con el rostro en tierra, llenos
de temor. Pero él les dijo: No teman, la paz esté con ustedes. Ben-
digan a Dios eternamente. Cuando yo estaba con ustedes, no era
por mi propia iniciativa, sino por voluntad de Dios. Es a él al que
deben bendecir y cantar todos los días. Aunque ustedes me veían
comer, eso no era más que una apariencia. Por eso, bendigan al
Señor sobre la tierra y celebren a Dios. Ahora subo a Aquel que me
envió. Pongan por escrito todo lo que les ha sucedido. Y en seguida
se elevó. Cuando se incorporaron, ya no lo pudieron ver más. Ellos
bendecían a Dios, entonando himnos, y lo celebraban por haber
obrado esas maravillas, ya que se les había aparecido un ángel de
Dios (Libro de Tobías Cap. 12: 15 al 22).

Estos “ángeles” son los subordinados de quién se supone está al


mando, y ejecutan sus órdenes, por crueles que sean. Por ejemplo,
cuando el asedio de los asirios contra los judíos pone en peligro
sus planes: Por tanto, así dice Jehová acerca del rey de Asiria: No
entrará en esta ciudad, ni arrojará saeta en ella; no vendrá delante

260
de ella con escudo, ni levantará contra ella baluarte. Por el camino
que vino, volverá, y no entrará en esta ciudad, dice Jehová. Porque
yo ampararé a esta ciudad para salvarla, por amor de mí mismo,
y por amor de David mi siervo. Y salió el ángel de Jehová y mató
a ciento ochenta y cinco mil en el campamento de los asirios; y
cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era cuerpos
de muertos. Entonces Senaquerib rey de Asiria se fue, e hizo su
morada en Nínive (Yeshayahu o Isaías 37: 33 al 37).

¿Una masacre de 185,000 hombres en una noche? ¿Qué clase


de armamento utilizaron para semejante barbarie? Los textos des-
criben “ejércitos de escuadrones en el cielo”, y armas que dispa-
raban rayos y producían ceguera, por lo que se puede deducir que
se refieren a armas modernas, que causan un destello cegador. La
misma crueldad que Yahvé manifestaba el Dios sumerio Enlil hacia
los hombres, cuando decidió exterminarlos con un diluvio univer-
sal: “Destruiré al habitante de la tierra que he creado y lo echaré
de la faz de la tierra”. Porque Enlil y Yahvé eran la misma entidad
sanguinaria y vengativa, expresándose en dos culturas diferentes.

El dios sumerio Enlil era el máximo soberano en la Tierra y


muy especialmente en el Medio Oriente, que contaba entre sus filas
a los mejores ejércitos y la más avanzada logística a su disposición,
para fabular el teatro y el engaño que lo lleva a revestirse con el dis-
fraz de la divinidad ante los seres humanos. Exactamente idéntico
comportamiento y actitud de soberanía y mandato supremo mos-
traba Yahvé. Los dioses, supeditados a Enlil, instauraron culturas y
pueblos para hacerlos enfrentar entre sí como piezas en un tablero
de ajedrez, solo Enki y sus descendientes se opusieron, pero los
desprestigiaron.

Es precisamente a través de la creación de un linaje real como


los dioses establecieron una monarquía que impusiera sus decretos,
eligiendo a unos pocos humanos con los que se mezclaron sexual-
mente, esparciendo su línea sanguínea. El ejemplo más ilustrativo
fue David, el rey de Israel, sin duda el más preciado personaje bí-
blico de Yahvé, quién según muchos expertos no era hijo de Isaí,
sino del propio Enlil/Yahvé. En la Biblia se citan los extraños pro-
digios y cualidades supra humanas de David, que no pertenecían a
un humano corriente: “He venido a ser extraño a mis hermanos, y
extranjero para los hijos de mi madre” (Salmos 69: 8). Y razones

261
tenía para afirmarlo. David era muy diferente de sus hermanos. Te-
nía el pelo rubio, ojos azules y piel rosada, como los “ángeles” de
Yahvé, por lo que fue menospreciado por su padre. Pero tanto era
su importancia a los ojos de Yahvé, que no escatimo esfuerzo de ha-
cerse de la vista gorda, cuando el rey David cometió adulterio con
Betsabe, y con la liquidación del marido de esta que fue enviado a
la guerra para que muera. Ni David ni Betsabe fueron castigados,
por el contrario su hijo Salomón se convertiría en el sucesor del
adultero David y a su muerte el pueblo hebreo se dividió entre ju-
díos e israelitas. Los israelitas abandonaron a los descendientes de
Salomón que se quedaron con la tribu de Judá, con Roboam rey de
Judá e hijo de Salomón.

Lo que Yahvé perseguía era esparcir sus genes Anunnaki exclu-


sivamente entre los monarcas, que se distinguían por su frialdad y
recto cumplimiento de las directrices de un plan de control global
sobre el resto de la población. Entre los muchos objetivos de esta
conspiración cósmica destacan dos:

-Crear un velo de confusión y división de razas y naciones que


favorezca el conflicto.
-Impedir el acceso al conocimiento espiritual y moral del ser
humano, para que no detecte quiénes son los carceleros que aprisio-
nan su consciencia y no pueda así adquirir suficiente poder concep-
tual para liberarse y crecer como individuo independiente y escapar
del sistema de control que cruelmente lo ha condicionado a una
existencia de “cargar el yugo de los dioses”, como narran las tabli-
llas sumerias sobre el origen del hombre.

4.26 EL AKITU Y EL CANTAR DE LOS CANTARES.

Desde la antigua Sumeria el “en” (jefes de la comunidad urba-


na), el “lugal” (traducido como rey) y el “ensi” (traducido como
príncipe), eran los personajes que detentaban el poder. El poder del
jefe de la ciudad, fuese en, lugal o ensi, se transmitió usualmente,
a partir del Dinástico Arcaico III, por vía hereditaria o parentesco
político.

Estos representantes y líderes de la sociedad, debido a su “unión


divina con los dioses”, se vieron legitimados por éstos para regir
los hechos en la vida cotidiana y situaciones que podían afectar a la

262
ciudad-estado del que eran responsables. Por ejemplo, podían ini-
ciar las guerras o contiendas, que eran encomendadas por los dioses
(como puede verse en la leyenda de Enmerkar y el señor de Aratta),
siendo incluso éstos los que decidían su resultado final.

Esta larga tradición mesopotámica que aglutinó a la sociedad


sumeria para la celebración de hechos militares, religiosos o de ca-
rácter festivo, sirvió como impulso propagandístico de las personas
que lo presidieron, siendo la mayoría de las veces el dirigente social
el impulsor de dicho evento, a través del cual celebró las victorias
militares, la construcción de nuevos edificios o festividades concre-
tas siendo quizás la más extendida la celebración del año nuevo su-
merio, asociada a la unión de Dumuzi e Inanna, que se inició con la
última visita de Anu y su esposa Antu a la tierra, ocurrido alrededor
del año 3,800 a. C., dando origen al calendario, o la medición del
tiempo, que se concedió a la humanidad. Esto dio lugar a observa-
ciones astronómicas, y a la creación de una tradición de larga data
de sacerdotes-astrónomos sumerios. Por esta razón esta festividad
se hacía al inicio del año o “Año Nuevo”.

Cilindro sello donde se representa un banquete. British Museum, Londres

En estos banquetes se sacrificaba una cantidad ingente de ani-


males, como se muestra en numerosas tabletas, resultando en un
exceso de comida y bebida, sobretodo vino y cerveza. Esta festivi-
dad se le conocía como el “Festival Akitu”.

Se dice que el Festival Akitu deriva de dos corrientes específi-


cas del pensamiento antiguo:

263
Primero: Un extremadamente antiguo culto de la fertilidad, que
incluía fiestas de temporada y una ceremonia de unión sagrada.

Segundo: Una cosmogonía desarrollada por los teólogos de Ni-


ppur en el que se acredita la creación del mundo a Enlil después de
su victoria sobre Nippur: la creación del mundo se atribuyó a Enlil
después de su victoria sobre Tiamat y las fuerzas del Caos.

Esto tiene paralelos en las tradiciones de Enki, ya que fue acre-


ditado por primera vez a Enki, (o EA), que fue el héroe original,
para luchar contra Tiamat. (Su nombre en este caso sería Nudim-
mud). Más tarde, el crédito fue a su hijo, Marduk.

En Babilonia, el festival Akitu era una de las fiestas más anti-


guas de Mesopotamia, que se remonta a la mitad del tercer milenio
antes de Cristo. Fue durante este evento ceremonial de doce días,
que comenzó en la primera luna nueva después del equinoccio de
primavera en marzo / abril, que una tradición única se llevó a cabo
con el fin de humillar al rey y recordarle su papel de servir a la
voluntad del dios Marduk y proporcionar adecuadamente bienestar
para la comunidad. El sacerdote principal le despojaba al rey de sus
insignias reales y le abofeteaba con fuerza en la cara. Los babilo-
nios creían que si el rey se llenaba de lágrimas, Marduk lo aprobó
para ser rey por un año más.

“Podría ser interesante tener en cuenta que el gran rey de Babi-


lonia Nabucodonosor II (605-562 a. C.), bien conocido en nuestras
crónicas como el destructor de Judea y del templo de Jerusalén
(597 a. C.), el poderoso conquistador de todo el mundo antiguo que
se consideraba el rey de reyes, lo hacía de buena gana y dócilmen-
te, una vez al año: someterse a un procedimiento tan humillante”.

Sin embargo, la eliminación ceremonial del poder del rey se


considera un procedimiento vital para reafirmar el vínculo entre la
comunidad y los dioses, la comunidad aquí está representado por el
rey en el ritual del templo.

El festival Akitu fue dedicado al renacimiento del dios sol, Mar-


duk (hijo de Enki), uno de los principales dioses del panteón ba-
bilónico, que se cree han creado el mundo a partir del caos. Para
evitar que el dios del caos recupere el control, la ceremonia de Año

264
Nuevo escenifica la victoria original de Marduk sobre las fuerzas
de destrucción. Comenzó con una gran procesión que incluía al rey,
miembros de su corte, sacerdotes y estatuas de los dioses pasando
por la puerta de Ishtar, a lo largo de la Vía Procesional al templo
“Akitu”, dedicado a Marduk.

El Festival Akitu comienza con una gran procesión a través de la puerta de


Ishtar hacia el templo de Marduk.

4.26.1 El antiguo Festival Akitu y la humillación del Rey.

En el cuarto día de la fiesta, el rey enfrentaba a su juicio. El


pontífice saludó al rey antes de despojarlo temporalmente de su
corona y las insignias reales, y lo arrastró por las orejas a la imagen
de Bel, en frente de los cuales estaba obligado a arrodillarse. El rey
debía orar por el perdón y prometer que no será negligente en sus
funciones.

“La lista de promesas del rey era largo y contenía todo lo que
el clero y la gente común demanda de su gobernante”, Sólo des-
pués de que el rey terminó esta lista de garantías, bien preparado
de antemano, el jefe de los sacerdotes le golpeó con fuerza en la
mejilla, con la mano abierta, tan fuerte como pudo. “El golpe tenía
que ser decisivo y contundente, pues de acuerdo a la tradición, las

265
lágrimas tenía que fluir de los ojos del rey, como una indicación de
que Bel (y su esposa Beliya) era amables con él, y un presagio que
auguraba el éxito futuro del rey y la prosperidad del país”.

El sacerdote con la contundente bofetada, aseguraba un flujo


constante de lágrimas, y el pueblo del reinado del rey, sería prós-
pero. Luego, su corona y las insignias reales fueron devueltas a él.
“Además de obtener la aprobación de los dioses para su reinado,
la bofetada fue pensado para recordar al rey que debía ser humilde
y le inspire a permanecer enfocado en sus deberes y obligaciones
para con su pueblo y sus dioses”.

La humillación del rey durante el ritual de Año Nuevo sirve a un


doble propósito: “demostrar al rey que sin su corona, espada y el
cetro era sólo un simple mortal, cuya suerte dependía de los dioses
poderosos y sus humildes servidores”.

En algún momento, la tradicional bofetada al rey se desvaneció


en la oscuridad del tiempo. Sin embargo, hay un gran valor en una
ceremonia que se humilla al líder de una nación y le recuerda su
obligación de servir a su pueblo con honor.

Este festival que se originó en Sumería, llego a los babilonios


a través del mito de la fiesta Akitu, que se conserva en el Marduk
Ordeal Text (KAR 143), llamado también “Las tribulaciones de
Marduk” o “El calvario de Marduk”

1. Nabu, que viene de Borsipa. Él viene a saludar a su padre,


que ha sido tomado cautivo.
2. Nabu, que hace volver y va a Borsippa, y rocía aquí y allá
estambres de las palmeras allí. Esa es la rebelión......
3. El cerdo cañas en el camino de Nabu. Cuando él viene de
Borsipa y bendice.
4. Nabu, que viene, está por encima, y relojes: Él es el criminal
que está con Bel..... porque está con Bel
5. Tashmetu, que se inclina hacia abajo con él. Ella ha llegado
a recibirlo.
6. La Señora de Babilonia, que no va al templo Akitu. Ella es la
institutriz del templo...... “Usted sabe que el templo. ¡Custodian el
templo! Hago responsable por ello”.
7. Ella es la institutriz del templo. Ellos le preguntan: “¿Quién

266
es el criminal?”
8. La Señora de Babilonia en cuya parte posterior es de lana
negro, y sobre su lana multicolor frente....... : .....en su parte delan-
tera es la sangre del corazón que fue derramada ...... .
9. Sakkukutu, que va alrededor de la ciudad. : Ella es su mujer
que se lamenta, y va alrededor de la ciudad.
10. ....... Es el criminal que estuvo presente con Bel: Se Ashur
.....
11. ....... Que han matado a la hija de Anu ......
12. ...... Debido a la diosa... rodea, demuestran.
13. ..... El de los distritos......
14. Los exorcistas, que van delante de él recita un encantamien-
to. Son su pueblo, y van delante de él gritando.
15. El éxtasis, que va delante de la Señora de Babilonia. Él es
un portador de noticias y llora en su pecho.
16. Los atletas, que están de pie en la puerta de Esagil: Son sus
guardias, son nombrados por él y lo guarda.
17. ... En la batalla .....
18. El perro, que cruza Esabad. Él es un mensajero. Gula envía
(a consultar) sobre él.
19. Enuma Elish, que se recita y que cantan delante de Bel en
Nisan: Que se refiere al prisionero.
20. .... Cantan ......
21. Dice oraciones y súplicas hace a ellos. Recita que antes de
Shamash: “.. Eran favores para Ashur las hice ¿Cuál es mi deli-
to?”
22. ..... Que a los rayos de Shamash ....
23. .... Que explora los cielos. Ella está rezando a Ashur, Anu,
Sin, Shamash, Adad: “¡me mantienen vivo!”
24. .... Que explora el terreno en el que el lugar de su calvario
río ha sido sacrificado: En relación con el que viene desde el lugar
de la prueba río.
25. Lo llevan al lugar de la prueba río. Ella le persigue: “¡Mi
hermano, mi hermano!” ......
26. ... Bel fue al lugar de la prueba río. : La ciudad se ha rebe-
lado contra él y hacer batalla interior. “¿Cuál es su crimen?”
27...... Que cabalga: Se va al lugar de la prueba río.
28. ..... Quien va: Este es el templo. Se le pregunta sobre ella en
el borde del lugar del calvario río.
29. .... Que llevar: El criminal .....
30. ..... Es el lugar en .....

267
31. .... Su ... al lugar del río calvario ...
32. .. .. Que no va con él. “¡No soy un criminal! ¡No voy a
ser juramentado!” Con él, el nombre de Ashur abrieron demandas
ante él. Las demandas ....
33. .... “Es justo”.
34. ... Que no va con él. Él es un hijo de Ashur y un guardia. Es
nombrado por él, y los guardias de la ciudadela a causa de él.
35. ..... Colocado para proteger .... va delante de él.
36. ..... Su guardia que lleva una corona ....
37. ..... Shamash y Adad que es. Desde el templo del prisionero
...
38. ... Él se mantuvo firme.
39. .... Se trata de la persona que se mantuvo firme …
40. Lo que lo hacen en el zigurat: Debido a que el dios lo encar-
celó desapareció y se llevó a cabo en el interior.
41. ... Que colocan, responsabilidad ... en las cucharas.
42. .... no hay. Él está presente. Responsabilidad .....
43. .... Que hace que llevar a él, al templo de su encarcelamien-
to .....
44. .... Porque no es vieja .... como su nombre.
45. .... Que no salir con Bel al templo Akitu. Él lleva a cabo la
atadura del detenido ... con él.
46. .... Al lugar de la prueba río que va. En el templo Akitu ......
47. El hombre que a los 7 días del mes ....
48. .... Que sacrifica un cerdo frente a ella el 8 de Nisan.
49. Se dice en el Enuma Elish: Cuando no se crearon los cielos
y la tierra, Anshar llegó a existir. Cuando la ciudad y el templo
llegaron a existir, Anshar había llegado a ser. El agua que sobre
Anshar .....

Este es un texto difícil de conseguir en relación con Marduk,


de origen asirio. Sabemos que algunas versiones asirias del Enuma
Elish tienen a Ashur en lugar de Marduk como protagonista. En
el texto transcrito, Ashur es el protagonista, e Ishtar de Nínive se
explica como Tiamat. Los asirios consideraban Ashur como otro
nombre para Anshar, el nieto de Tiamat, por tanto, más cerca de
Tiamat y más digno de culto de Marduk. H. Zimmern vio en el
texto una cuenta de la muerte y resurrección de Marduk (lo que
realmente ha tenido lugar durante el Akitu, o Festival de Año Nue-
vo). Von Soden, otro académico, señaló que los eventos en el texto
debían ser asociados con la destrucción de Babilonia en 689 a. C., y

268
la expulsión de la estatua o símbolo de Marduk a Asiria.

En el poema materia de comentario, Marduk, aparece como una


deidad de vida, muerte y resurrección, que refleja el origen agrario
de la fiesta basada en el ciclo de siembra y cosecha. Está prisionero
en el inframundo hasta que sube y resucita de nuevo al tercer día.
Es obvio el paralelismo con la muerte y resurrección de Cristo ce-
lebrada en la Pascua cristiana, que fue observado desde 1,918 por
Zimmern, que elaboro en detalle en su Editio Prínceps.

En 1,926 Pallis rechazó algunos de los paralelismos cristoló-


gicas señalados por Zimmern, pero insistió, en que la muerte de
Marduk, los lamentos sobre él, su posterior renacimiento y el rego-
cijo por su resurrección, está entre uno de los modelos de Oriente
Próximo para la mitología comparada de Jesucristo.

El tema de la muerte joven (cosecha/vegetal) de un dios (común


en todo el Medio Oriente) también se refleja en las leyendas de
Tammuz y de ello se hace referencia en el Tanaj y la Biblia como
“la mujer que llora a Tammuz”, incluso en el templo del dios he-
breo, que está escrito en el Shir Hashirim o Cantar de los Cantares.

4.26.2 Akitu, cantar de los cantares y masonería.

Todo místico, tarde o temprano, pasa por un período de amargas


decepciones en el que descubre que sus llamados amigos son falsos
con él y las grandes causas por las que ha trabajado sin cesar son
vacías y vanas. El Tanaj y la Biblia tienen un conjunto de enseñan-
zas en ese sentido, enseñanzas que recogió, de antiguas tradiciones
sumerias, acadias y babilonias. Pero también tiene antiguos ritos
sumerios, como el de la fertilidad que detrás de un culto mágico se
procura el mantenimiento de la fertilidad de la tierra, tal y confor-
me los pensadores mesopotámicos, construyeron un mensaje más
elevado y noble para el alma anhelante.

No carece, por tanto, de importancia que en los trabajos masó-


nicos siga desempeñando un papel importante el último capítulo
de Cohelet o Eclesiastés en el Tercer grado de la Masonería. En
realidad ha venido a su lugar apropiado, un hecho probable si lo
comparamos cuidadosamente con el Cantar de los Cantares.

269
Cohelet o Eclesiastes
7:16 No seas demasiado justo, ni seas sabio con exceso; ¿por
qué habrás de destruirte?
7:17 No hagas mucho mal, ni seas insensato; ¿por qué habrás
de morir antes de tu tiempo?
7:18 Bueno es que tomes esto, y también de aquello no apartes
tu mano; porque aquel que a Dios teme, saldrá bien en todo.
7:19 La sabiduría fortalece al sabio más que diez poderosos
que haya en una ciudad.
7:20 Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el
bien y nunca peque.
7:21 Tampoco apliques tu corazón a todas las cosas que se ha-
blan, para que no oigas a tu siervo cuando dice mal de ti;
7:22 porque tu corazón sabe que tú también dijiste mal de otros
muchas veces.
7:23 Todas estas cosas probé con sabiduría, diciendo: Seré sa-
bio; pero la sabiduría se alejó de mí.
7:24 Lejos está lo que fue; y lo muy profundo, ¿quién lo halla-
rá?
7:25 Me volví y fijé mi corazón para saber y examinar e inquirir
la sabiduría y la razón, y para conocer la maldad de la insensatez
y el desvarío del error.
7:26 Y he hallado más amarga que la muerte a la mujer cuyo
corazón es lazos y redes, y sus manos ligaduras. El que agrada a
Dios escapará de ella; más el pecador quedará en ella preso.
12:9 Y cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó
sabiduría al pueblo; e hizo escuchar, e hizo escudriñar, y compuso
muchos proverbios.
12:10 Procuró el Predicador hallar palabras agradables, y es-
cribir rectamente palabras de verdad.
12:11 Las palabras de los sabios son como aguijones; y como
clavos hincados son las de los maestros de las congregaciones, da-
das por un Pastor.
12:12 Ahora, hijo mío, a más de esto, sé amonestado. No hay fin
de hacer muchos libros; y el mucho estudio es fatiga de la carne.
12:13 El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y
guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.
12:14 Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con
toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.

Vale la pena sugerir que, a pesar que Salomón no fuera un ser

270
real, tal vez en Palestina llegó a tipificar al Maestro de la Logia,
que había pasado por los diferentes grados, como aún se hace en
la masonería. De hecho, el título de Muy Sabio puede ser el vago
recuerdo de una época en la que el rector de cierto grado, se llamase
Salomón y, en todo caso, al Maestro de la logia que es el Venerable
Maestro, se le dice que está instalado en la silla del rey Salomón.

La atribución de Eclesiastés y del Cantar de los Cantares al Rey


Sabio, no extraña, aunque no los escribiera él mismo, como parece
ser. Si lo hizo, debe haber sido compuestos por él después de haber
vivido ceremonias iniciáticas de las antiguas tradiciones sumerias,
una posibilidad que equivale casi a una certeza cuando nos damos
cuenta de que el rey de Babilonia interpretaba cada año el papel de
Marduk, descendiendo a la tumba en su representación y rescatado
de la misma, por el sumo sacerdote, que representaba a Nabu, el
dios constructor. No carece de razón, suponer que Salomón pudo
haber hecho lo mismo.

Todos los reyes de Fenicia, incluyendo Hiram I de Tiro, decían


representar al “dios mortal” y una leyenda de un dios que muere
está asociada con el templo del rey Salomón, el rey que pasó a ser
aceptado como el Maestro en lugar de Hiram, que fue conocido
como el arquitecto.

En el Cantar de los Cantares, la muerte de Tammuz, fue resul-


tado de ser cortejado por Astarté, y el último capítulo de Eclesiastés
se refiere claramente a la muerte y los sentimientos de un hombre
que ha descendido místicamente a los infiernos para conocer los se-
cretos de sus ancestros, como narra la leyenda masónica de Hiram
Abiff y su ancestro Tubalcaín. Con estos hechos ante nosotros, el
Cantar de los Cantares se hace más comprensible.

Hoy en día los eruditos del Tanaj y la Biblia, serios y fiables,


aceptan que el Shir Hashirim o Cantar de los Cantares es una can-
ción erótica oriental de amor, pero este hecho admitido, plantea un
problema ¿Cómo un poema erótico llegó a ser incluido en un volu-
men de las Escrituras Sagradas?

La explicación ahora es más fácil, debido a que se tiene abun-


dantes documentos sumerios, acadios y babilonios debidamente
traducidos. El Shir Hashirim o Cantar de los Cantares es una can-

271
ción ritual del antiguo rito de fertilidad de Astarté, la diosa de la
fertilidad fenicia-cananea, conocida en sumeria como Inanna, los
acadios, asirios y babilonios como Ishtar y los israelitas como As-
tarot. La clave del problema, se encuentra dentro del propio poema
de amor oriental.

Shir Hashirim o Cantar de los Cantares.

2:11 Porque he aquí ha pasado el invierno, Se ha mudado, la


lluvia se fue;
2:12 Se han mostrado las flores en la tierra, El tiempo de la
canción ha venido, Y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola.
2:13 La higuera ha echado sus higos, Y las vides en cierne die-
ron olor; Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven.
2:14 Paloma mía, que estás en los agujeros de la peña, en lo
escondido de escarpados parajes, Muéstrame tu rostro, hazme oír
tu voz;
(Cantar de los Cantares 2).

3:1 Por las noches busqué en mi lecho al que ama mi alma; Lo


busqué, y no lo hallé.
3:2 Y dije: Me levantaré ahora, y rodearé por la ciudad; Por
las calles y por las plazas Buscaré al que ama mi alma; Lo busqué,
y no lo hallé.
3:3 Me hallaron los guardas que rondan la ciudad, Y les dije:
¿Habéis visto al que ama mi alma?
3:4 Apenas hube pasado de ellos un poco, Hallé luego al que
ama mi alma; Lo así, y no lo dejé, Hasta que lo metí en casa de mi
madre, Y en la cámara de la que me dio a luz.
3:7 He aquí es la litera de Salomón; Sesenta valientes la ro-
dean, De los fuertes de Israel.
3:8 Todos ellos tienen espadas, diestros en la guerra; Cada uno
su espada sobre su muslo, Por los temores de la noche.
3:9 El rey Salomón se hizo una carroza De madera del Líbano.
3:10 Hizo sus columnas de plata, Su respaldo de oro, Su asien-
to de grana, Su interior recamado de amor Por las doncellas de
Jerusalén.
3:11 Salid, oh doncellas de Sion, y ved al rey Salomón Con la
corona con que le coronó su madre en el día de su desposorio, Y el
día del gozo de su corazón.
(Cantar de los Cantares 3).

272
5:1 Yo vine a mi huerto, oh hermana, esposa mía; He recogido
mi mirra y mis aromas; He comido mi panal y mi miel, Mi vino
y mi leche he bebido. Comed, amigos; bebed en abundancia, oh
amados.
5:2 Yo dormía, pero mi corazón velaba.
5:3 Me he desnudado de mi ropa; ¿cómo me he de vestir? He
lavado mis pies; ¿cómo los he de ensuciar?
5:4 Mi amado metió su mano por la ventanilla, Y mi corazón se
conmovió dentro de mí.
5:5 Yo me levanté para abrir a mi amado, Y mis manos gotea-
ron mirra, Y mis dedos mirra, que corría sobre la manecilla del ce-
rrojo. 5:6 Abrí yo a mi amado; Pero mi amado se había ido, había
ya pasado; Y tras su hablar salió mi alma. Lo busqué, y no lo hallé;
Lo llamé, y no me respondió.
5:7 Me hallaron los guardas que rondan la ciudad; Me golpea-
ron, me hirieron; Me quitaron mi manto de encima los guardas de
los muros.
5:8 Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, si halláis a mi
amado, Que le hagáis saber que estoy enferma de amor.
5:9 ¿Qué es tu amado más que otro amado, Oh la más hermosa
de todas las mujeres? ¿Qué es tu amado más que otro amado, Que
así nos conjuras?
5:10 Mi amado es blanco y rubio, Señalado entre diez mil.
(Cantar de los Cantares 5).

Es obvio que el momento es la primavera, pero la frase signi-


ficativa es “el tiempo de las canciones”. Desafortunadamente los
hebreos no sabían el significado exacto de la palabra hebrea “Za-
mir”, que se traducen como “Cantar”, hoy sabemos, debido a la
existencia de una palabra similar en Babilonia: “Zamir” significa
“canto ritual” y no tiene nada que ver con el canto de los pájaros.
Esta palabra aparece solo en las canciones rituales, y en Babilonia
se utilizaba en los cantos rituales relacionados con Tammuz.

Así, el Tanaj y la Biblia dice: Se han mostrado las flores en la


tierra, El tiempo de la canción ha venido, Y en nuestro país se ha
oído la voz de la tórtola (Cantar de los Cantares 2: 12). Pero debería
ser: Se han mostrado las flores en la tierra, el tiempo de la canción
ritual es llegado y el arrullo de la tórtola se oye en la tierra. La tór-
tola es el ave de Astarté y estas pautas convocan a la gente a cantar
la liturgia del cortejo de Tammuz por Astarté. La mujer del texto

273
es Astarté y el hombre es Tammuz o, mejor dicho, el representante
humano de ese dios.

Así, el Cantar de los Cantares es la liturgia del cortejo y el


matrimonio de Astarté y Tammuz que se llevaba a cabo en Palestina
todos los años en primavera, lo que conducía inevitablemente a la
muerte, o pérdida, del dios hombre, para que la tierra pudiera llegar
a ser fértil. De esta manera, muchas características extrañas e inex-
plicables en el poema se hacen inteligibles. Si hubiera sido solo una
canción de amor común ¿por qué de repente se interrumpe?, y en un
aparte dice: “Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan
a perder las viñas; porque nuestras viñas están en cierne” (Cantar
de los Cantares 2: 15). Como canción que promueve la fertilidad
por medio de magia simpática, esta parte significa: “Oh diosa, des-
truye estos parásitos que podrían hacer abortivas las ceremonias
mágicas que estamos llevando a cabo para ayudarte en tu tarea”.

Hay una línea en la canción que lleva a esta explicación: “Pero


mi amado se había ido, había ya pasado; y tras su hablar salió mi
alma. Lo busqué, y no lo hallé; Lo llamé, y no me respondió. Me
hallaron los guardas que rondan la ciudad; Me golpearon, me hi-
rieron; Me quitaron mi manto de encima los guardas de los muros”
(Cantar de los Cantares 5: 6 y 7). Aquí tenemos la muerte, el llanto
y la búsqueda de Ishtar por Tammuz (Dumuzi en sumeria), incluso
habiendo sido privada de su ropa por los guardianes de las puertas
del infierno mientras lo atravesaba en su búsqueda.

Tampoco queda duda en cuanto a lo que había ocurrido con el


cuerpo del asesinado Tammuz, porque el poema dice: “no desper-
téis, no desveléis al amor, hasta que le plazca… He aquí es la litera
de Salomón; Sesenta valientes la rodean, De los fuertes de Israel:
Todos ellos tienen espadas, diestros en la guerra; Cada uno su es-
pada sobre su muslo, Por los temores de la noche” (Cantar de los
Cantares 3: 7 y 8). Evidentemente, ahora tenemos el cortejo fúne-
bre con su guardia de honor armada, y puede ser que las espadas se
utilizaran para otros fines más, que el simple hecho de rendir hono-
res al cadáver, real o fingido, que se encontraba en la litera de oro.

Algunas narraciones de150 d. C., en Hierápolis en el Líbano,


dice que los hombres que fueron a estas fiestas, eran llevados por la
emoción y se apoderaban de las espadas que estaban siempre dis-

274
puestos para tal fin, y se auto castraron en un rito de dedicación a la
Gran Diosa. Los que nunca han visto una multitud oriental llevada
hasta el frenesí religioso, no tienen idea de lo lejos que pueden lle-
gar los hombres en momentos asi.

En el Cantar de los Cantares, también tenemos una descripción


detallada del lecho o litera en que estaba Tammuz: “El rey Salomón
se hizo una carroza de madera del Líbano. Hizo sus columnas de
plata, su respaldo de oro, su asiento de grana” (Cantar de los Can-
tares 3: 9 y 10). Por último, el capítulo se cierra con esta dramática
alocución “Salid a contemplar, hijas de Sion, a Salomón el rey, con
la diadema con que le coronó su madre el día de sus bodas, el día
del gozo de su corazón” (Cantar de los Cantares 3: 11).

Si los reyes de Judea, al igual que los reyes fenicios de Chipre,


tenían que casarse cada año con la diosa de la Fertilidad, el pasaje
anterior se hace evidente. Si, al igual que los grandes reyes de Ba-
bilonia, también tenían que interpretar el papel del dios que muere,
es obvio todo el significado de la frase.

Una de las cosas más sorprendentes de los pueblos primitivos


del Medio Oriente, es el hecho de que en algún momento la mayo-
ría de ellos, parece haber mantenido la costumbre de asesinar a sus
reyes. Estos homicidios eran un rito religioso y no solo el asesinato
de un débil o mal gobernante por un usurpador. Estos reyes eran
reyes-sacerdotes y los representantes en vida de un dios, por lo
general el dios de la vegetación. Por esta razón está claro, que el
rey, al caminar a través del fuego durante la ceremonia, interpre-
taba su propia muerte y su posterior resurrección del fuego mismo.
Sin embargo, aunque el día terrible podía aplazarse, tarde o tem-
prano el rey envejecía, se debilitaba y ya no engendraba. Estos re-
yes-sacerdotes en el Medio Oriente, también representaban a Baal,
dios de la fertilidad de la Tierra, y eran los reputados maridos de la
diosa de la fertilidad. Así, a los ojos de sus súbditos un rey débil o
viejo, no podía seguir fertilizando en la vejez y se convertirían en
estériles. Por lo tanto, debía, dar paso a un hombre más joven en
quien el alma divina del dios pudiera entrar.

Si esta transferencia se retrasaba demasiado, la gente temía que


el alma divina se debilitaría y por lo tanto, no sería capaz de man-
tener la fertilidad del suelo de la Madre Tierra, la Gran Madre. Por

275
estas razones, tan pronto como se hacía evidente que el viejo rey
no podía engendrar hijos, las horas de su vida estaban contadas. De
este modo podemos ver que los funerales de Tammuz representaba
el genuino dolor por la muerte de un viejo y popular rey. a quien
sin embargo, la gente sentía que debía morir por el bien de toda la
nación. Y eso ocurrió con David y Salomón, conforme a las escri-
turas del Tanaj y la Biblia.

1:1 Cuando el rey David era viejo y avanzado en días, le cu-


brían de ropas, pero no se calentaba.
1:2 Le dijeron, por tanto, sus siervos: Busquen para mi señor el
rey una joven virgen, para que esté delante del rey y lo abrigue, y
duerma a su lado, y entrará en calor mi señor el rey.
1:3 Y buscaron una joven hermosa por toda la tierra de Israel,
y hallaron a Abisag sunamita, y la trajeron al rey.
1:4 Y la joven era hermosa; y ella abrigaba al rey, y le servía;
pero el rey nunca la conoció.
(1 Reyes).

2:1 Llegaron los días en que David había de morir, y ordenó a


Salomón su hijo, diciendo:
2:2 Yo sigo el camino de todos en la tierra; esfuérzate, y sé
hombre.
2:3 Guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en sus
caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos
y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moi-
sés, para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que
emprendas;
2:4 para que confirme Jehová la palabra que me habló, dicien-
do: Si tus hijos guardaren mi camino, andando delante de mí con
verdad, de todo su corazón y de toda su alma, jamás, dice, faltará
a ti varón en el trono de Israel.
(1 Reyes).

28:1 Reunió David en Jerusalén a todos los principales de Is-


rael, los jefes de las tribus, los jefes de las divisiones que servían al
rey, los jefes de millares y de centenas, los administradores de toda
la hacienda y posesión del rey y de sus hijos, y los oficiales y los
más poderosos y valientes de sus hombres.
28:2 Y levantándose el rey David, puesto en pie dijo: Oídme,
hermanos míos, y pueblo mío. Yo tenía el propósito de edificar una

276
casa en la cual reposara el arca del pacto de Jehová, y para el es-
trado de los pies de nuestro Dios; y había ya preparado todo para
edificar.
28:3 Mas Dios me dijo: Tú no edificarás casa a mi nombre, por-
que eres hombre de guerra, y has derramado mucha sangre.
28:4 Pero Jehová el Dios de Israel me eligió de toda la casa de
mi padre, para que perpetuamente fuese rey sobre Israel; porque a
Judá escogió por caudillo, y de la casa de Judá a la familia de mi
padre; y de entre los hijos de mi padre se agradó de mí para poner-
me por rey sobre todo Israel.
28:5 Y de entre todos mis hijos (porque Jehová me ha dado mu-
chos hijos), eligió a mi hijo Salomón para que se siente en el trono
del reino de Jehová sobre Israel.
28:6 Y me ha dicho: Salomón tu hijo, él edificará mi casa y
mis atrios; porque a éste he escogido por hijo, y yo le seré a él por
padre.
28:7 Asimismo yo confirmaré su reino para siempre, si él se
esforzare a poner por obra mis mandamientos y mis decretos, como
en este día.
28:8 Ahora, pues, ante los ojos de todo Israel, congregación
de Jehová, y en oídos de nuestro Dios, guardad e inquirid todos
los preceptos de Jehová vuestro Dios, para que poseáis la buena
tierra, y la dejéis en herencia a vuestros hijos después de vosotros
perpetuamente.
28:9 Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y
sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jeho-
vá escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los
pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él te
desechará para siempre.
28:10 Mira, pues, ahora, que Jehová te ha elegido para que
edifiques casa para el santuario; esfuérzate, y hazla.
28:11 Y David dio a Salomón su hijo el plano del pórtico del
templo y sus casas, sus tesorerías, sus aposentos, sus cámaras y la
casa del propiciatorio.
(Crónicas 1).

El alma espiritual de la diosa de la fertilidad del poema es re-


presentado en el Tanaj y la Biblia, por la Bella Sulamita, que debía
despertar y vestir para la gran boda nupcial de la alta iniciación en
que el alma espiritual se fusiona con el Íntimo. El joven pastor re-
presentaba a Tammuz y su vitalidad (Salomón), y el rey y su vano

277
intento por conquistar los favores de la Sulamita, por un decrepito
(David), que debía ser sustituido por uno más vital para fertilizar a
la diosa. Las “hijas de Jerusalén” a las mujeres de la corte de Da-
vid, y las “hijas de Sión” a las mujeres que residían en Jerusalén.
Es menester recordar que Salomón tenía 60 esposas o reinas y 80
concubinas, cuando se escribió el Cantar de los Cantares. Final-
mente el Tanaj y la Biblia, dice que Salomón tuvo 700 esposas y 80
concubinas.

En esta parte del Tanaj y la Biblia, la diosa de la fertilidad (La


Sulamita), prefiere al joven pastor (Salomón), antes que al anciano
rey (David) que ya no puede copular, en la Biblia y el Tanaj dice:
“el rey nunca la conoció” –el rey nunca la copulo–. Que en esencia
es la dramatización simbólica del “Akitu”, o fiesta hierogámica de
la fertilidad, que se practicaba desde la antigua Sumeria hasta los
días de los Israelitas.

No debe sorprendernos que el rey David, como el rey Salomón


practicaran costumbres arraigadas en el Medio Oriente, toda vez
que sus ancestros tenían su origen en Sumeria, de donde salieron,
liderados por Abraham, para ocupar las tierras de Canaán, que les
había prometido su dios. Tampoco debería sorprendernos que Salo-
món tuviera muchas esposas, no obstante a la prohibición expresa
de su religión. Sin embargo, muchos sostienen que estos reyes no
existieron, como tampoco existió el Templo de Salomón.

Ante un escenario así, podemos entender muy bien al verdadero


Salomón sentado escribiendo el Eclesiastés y el Cantar de los Can-
tares. Quizás aquí podamos rastrear los inicios de un proceso en el
que, poco a poco, un mágico rito de fertilidad se convirtió en una
alegoría a la vanidad de la grandeza humana.

Para el iniciado en el tercer grado masónico, el relato de las


ceremonias, del Shir Hashirim o Cantar de los Cantares, es de fácil
comprensión, pero no es el único vestigio de ello en las religiones
abrahámicas, también ocurre lo mismo, con la festividad de Ma-
haran, una fiesta mahometana en honor de Hussain y Hussan, que
es la antigua fiesta de Tammuz bajo un nuevo nombre y en otra
religión. Así en las tres religiones más importantes del mundo, el
festival de Akitu quedo perennizado: en el judaísmo, cristianismo e
islamismo, que a diferencia de las fiestas populares, en las ceremo-

278
nias secretas del culto interpretaban en forma dramática la trágica
historia de Tammuz. Podemos incluso sospechar que en la frase
“tendrán miedo de lo alto”, podemos estar seguros de que, como
en el Cantar de los Cantares tenemos un fragmento del ritual de un
culto externo, en Eclesiastés tenemos la enseñanza alegórica, re-
servada a los hombres completamente iniciados, del profundo sig-
nificado de la muerte de Tammuz. Si es así, su permanencia en la
moderna masonería es significativa y apropiada en el tercer grado.

279
280
V. DE ZIGURATS A PIRAMIDES.
La arquitectura sumeria utilizaba como materiales la mamposte-
ría de arcilla y formas cada vez más complejas de ladrillos apilados.
Como estos ladrillos no eran cocidos, las edificaciones sumerias
se deterioraban con el tiempo, por lo que fueron periódicamente
destruidas, aplanadas y reconstruidas en el mismo lugar. Este ciclo
de vida estructural planificado elevó gradualmente el nivel de las
ciudades, de manera que terminaron estando elevadas por encima
de la llanura circundante.

Los montículos resultantes son conocidos como tells y se en-


cuentran por todo el territorio que comprendía el antiguo Cercano
Oriente. Los edificios civiles decayeron lentamente por el uso de
conos de piedras coloreadas, paneles de terracota y “clavos” de ar-
cilla colocados al interior de los ladrillos de adobe para crear una
funda protectora que adornaba la fachada.

Los sumerios carecían de bosques como de canteras, por ello


utilizaron ladrillos de adobe como su material principal. Se prefe-
rían los ladrillos de adobe sobre otros a causa de sus propiedades

281
térmicas y sus menores costos de producción. El ladrillo rojo era
usado en pequeñas aplicaciones que implicaban agua, decoración y
construcciones monumentales. Una innovación tardía fue el ladri-
llo vidriado. La mampostería sumeria no utilizó argamasa, aunque
algunas veces se usó betún.

Los estilos de ladrillos variaron en gran medida de acuerdo a la


época, por lo que son categorizados por período. Los ladrillos re-
dondeados eran en alguna medida inestables. Las capas de ladrillos
sumerias dejaban una fila de ladrillos perpendicular como descanso
cada par de hileras. Las ventajas de los ladrillos plano-convexos
eran la velocidad de fabricación, así como la superficie irregular
que sostenía mejor la capa de yeso que una superficie lisa de otros
tipos de ladrillo.

Sumeria fue la primera sociedad que creó “la ciudad” en sí


como una forma construida: estaban orgullosos de este logro como
lo demuestra el Poema de Gilgamesh que se inicia con una des-
cripción de Uruk: sus muros, calles, mercados, templos y jardines.
Uruk en sí misma es importante como el centro de una cultura ur-
bana que colonizó y urbanizó el occidente asiático.

La construcción de ciudades, era el producto final de las tenden-


cias que empezaron en la Revolución Neolítica. El crecimiento de
la ciudad fue parcialmente planificada y parcialmente orgánica. El
planeamiento es evidente en los muros, la distribución de los tem-
plos principales, el canal central con el puerto y la calle principal.
La estructura de espacios residenciales y comerciales fue la reac-
ción de las fuerzas económicas a los límites espaciales impuesto
por las áreas planificadas que resultaron en un diseño irregular con
características regulares. Como los sumerios registraban las tran-
sacciones de bienes raíces, es posible reconstruir buena parte del
patrón de crecimiento urbano, la densidad demográfica, el valor de
las propiedades y otras medidas a partir de fuentes cuneiformes.

La ciudad típica dividió el espacio en áreas residenciales, uso


mixto, comercial y cívico. Las áreas residenciales estaban agru-
padas de acuerdo a las profesiones. En el centro de la ciudad se
encontraba un templo principal siempre situado un poco fuera del
centro geográfico. Este templo usualmente precedía a la fundación
de la ciudad y fue el núcleo en torno al cual creció la forma urbana.

282
Los distritos adyacentes a las puertas tenían una función especial
religiosa y económica.

La ciudad siempre incluía un cinturón de tierra agrícola irrigada


que incluía pequeñas aldeas. Una red de caminos y canales conecta-
ba la ciudad con estas tierras. La red de transportes estaba organiza-
da en tres escalones: amplias calles procesionales (en acadio: sūqu
ilāni u šarri), calles públicas perpendiculares (en acadio:sūqu nišī)
y callejones sin salida privados (en acadio:mūṣû). Las calles públi-
cas que definían una manzana variaron poco en el tiempo, mientras
que los callejones sin salida eran mucho más fluidos.

Otro tipo de planeamiento urbano era el bazar que era un mer-


cado o conjunto de negocios, donde estaban disponibles bienes y
servicios para la compra y venta. Las excavaciones arqueológicas
encontraron bazares en diferentes partes del Oriente Medio. La ur-
banización que tuvo lugar a partir del IV milenio a. C., hizo posible
el crecimiento económico y el aumento de los intercambios, inclu-
so con lugares lejanos.

5.1 EL ZIGURAT.

La forma habitual que tenían los pastores para contentar a sus


dioses celestes es quemar animales sacrificados, haciéndoles llegar
así el agradable humo perfumado. Eso es lo que cuentan los so-
brevivientes del diluvio en las tablillas sumerias, acto que ocurrió
después de descender del barco en el cual se salvaron Atrahasis y
sus acompañantes. Luego que la tierra se secó se mudaron de las
montañas al valle, y sintieron que se habían alejado de sus dioses,
por lo que habitualmente escogían lugares elevados para hacer sus
sacrificios y erigir sus templos.

Las principales ciudades y capitales sumerias estaban en luga-


res bajos, de modo que se originó la costumbre de crear grandes
plataformas elevadas sobre las cuales realizaban los sacrificios,
para que éstos pudieran ser mejor contemplados por los dioses. Con
el tiempo se fueron construyendo plataformas menores sobre otras
mayores y así en el último cuarto del milenio, los sumerios llegaron
a construir imponentes pirámides escalonadas llamadas Zigurats.
Estas construcciones se deterioraron con el tiempo, y hoy en día no
se conserva ninguno íntegro debido a que estaban hechos de ladri-

283
llos de barro. La religión sumeria fue sofisticándose en concordan-
cia con su nueva cultura agrícola, pero nunca perdió su orientación
hacia el cielo. Los sacerdotes sumerios se convirtieron en los pri-
meros astrónomos, que desde los Zigurats observaban las estrellas
y las llegaron a conocer bien. Descubrieron cómo el Sol se desplaza
durante el año por la banda del zodíaco, y ellos dividieron esta ban-
da en doce partes y crearon mitos alrededor de cada signo zodiacal.

El término zigurat procede del sustantivo acadio ziqqurratu. Se-


gún el Assyrian Dictionary de la Universidad de Chicago se puede
traducir por “templo-torre” o “cima de la montaña”. Este sustanti-
vo deriva del verbo acadio zaqāru que significa “construir en alto”.
Evidentemente la etimología de la palabra zigurat nos conduce a un
campo meramente descriptivo, al indicarnos que se trata de un mo-
numento construido en alto, comparable a la cima de una montaña.
Realmente los zigurats tenían el aspecto de una montaña artificial,
de un enorme podio o superestructura que destacaba en la llanura
aluvial de Mesopotamia. Sobre la superficie de esta montaña se cir-
culaba o caminaba para dirigirse hasta el templo que descansaba
sobre su cima.

El nombre acadio/babilonio de estas estructuras, zukiratu, signi-


ficaba “tubo del espíritu divino”. Los sumerios les llamaban ESH;
este término significaba “supremo” o “lo más alto”. También sig-
nificaba “una fuente de calor” (“fuego” en acadio y hebreo). Para
Zecharia Sitchin, destacado sumeríologo, aparte de servir de mora-
da a los Dioses del cielo y de la Tierra, servían además como torres
de control del tráfico aéreo, y de observatorio astronómico ¿Es esto
cierto, o solo es una especulación?

Se ha sugerido que el zigurat era una representación simbólica


del primitivo terraplén del cual se creó el universo o como un puen-
te entre el cielo y la Tierra. Los sumerios los concibieron como un
eje cósmico, un enlace vertical entre el cielo y la tierra, y entre la
tierra y el mundo subterráneo, así como un enlace horizontal entre
las diferentes tierras. Siete niveles representan los siete cielos o pla-
nos de la existencia, los siete planetas, los siete metales, cada uno
de ellos asociado a su color correspondiente.

¿Cuál era la naturaleza y la función de estos edificios de tierra?


No se trataba de una tumba al modo de la pirámide egipcia como

284
indica el geógrafo griego Estrabón, ni de un observatorio astronó-
mico como dice Diodoro de Sicilia, aunque allí se hayan podido
efectuar este tipo de observaciones a las que eran tan aficionados.

Los sumerios creían que los dioses vivían en las montañas, por
lo que tuvieron la costumbre de construir templos encima de plata-
formas naturales o artificiales, a imagen y semejanza de las mora-
das de éstos; por otra parte al estar construidos estos templos sobre
plataformas, así serían capaces de divisarlos en su llegada para ocu-
par sus nuevos hogares, ofrecidos como tributo.

Los zigurats fueron un tipo de templo común para sumerios,


babilonios y asirios, pero no eran un lugar para ceremonias o actos
públicos, se consideraba que allí se encontraba la morada o vivien-
da de los dioses.

El historiador griego Herodoto nos ha transmitido un relato so-


bre el ritual que pudo llevarse a cabo en el templo del zigurat de
Babilonia, según le contaron los sacerdotes caldeos: “Pero sobre
la última torre hay una gran capilla, y en la capilla hay una gran
cama ricamente dispuesta y a su lado se encuentra una mesa de
oro. Pero estatua no hay allí erigida ninguna; y durante la noche
no puede quedarse allí persona alguna fuera de una sola mujer
del país, aquella que el dios elige entre todas, según refieren los
caldeos, que son los sacerdotes de este dios. Y estos mismos sacer-
dotes afirman, aunque para mí no es digno de crédito lo que dicen,
que el dios en persona visita la capilla y duerme en la cama, de la
misma manera que sucede en Tebas de Egipto”.

Herodoto nos describe, a su manera, el matrimonio sagrado que


se desarrollaba durante las fiestas del Año Nuevo; en ellas la divi-
nidad, representada por el rey, se unía a una sacerdotisa de acuerdo
con un ritual orientado a asegurar la prosperidad del país mediante
el favor de los dioses.

Los arqueólogos han creído identificar un número considerable


de zigurats en el país del Tigris y del Éufrates. André Parrot, en
su libro “Zigurats et la Tour de Babel”, menciona la existencia de
veintisiete monumentos de este tipo. Parrot interpretó como torres
escalonadas edificios que en realidad no lo eran, y así a partir de los
datos disponibles, Mesopotamia debió albergar un total de dieciséis

285
zigurats: diez en la parte meridional (Kish, Ur, Borsippa, Nippur,
Uruk, Larsa, Eridu, Sippar, Dur Kurigalzu y Babilonia) y seis en
la zona norte (Kalhu, Dur Sharrukin, Asur, Kar Tukulti-Ninurta,
Nínive y Tall al-Rimah). A esta lista se pueden añadir los zigurats
de Choga Zanbil (Untash Napirisha) y, tal vez, el de Tepe Sialk,
ambos en Irán. Sin embargo debemos advertir que esta cifra no es
concluyente.

Restos de zigurats se han identificado en más de una docena


de yacimientos mesopotámicos. Además, hay que tener en cuenta
que todos no funcionaron de forma simultánea. El más antiguo de
ellos es el que mandó levantar en la ciudad de Ur el rey sumerio
Ur-Nammu (2,112 – 2,095 a. C.). El más reciente es el de Babilo-
nia, la célebre torre de Babel, cuyo aspecto final se debe a las obras
patrocinadas por el rey Nabucodonosor II (604-562 a. C.).

A pesar de no ser ni el más antiguo ni el mejor conservado de


todos ellos, el zigurat levantado en la ciudad de Babilonia es el
más célebre en nuestros días. Ello obedece paradójicamente a su
presencia en relatos ajenos a la civilización que lo construyó. Nos
referimos al Tanaj y el Antiguo Testamento de la Biblia y a la obra
del historiador griego Herodoto.

El famoso zigurat de Babilonia, construido en honor a Marduk,


estaba construido con medidas consideradas perfectas: se decía que
el zigurat de siete niveles era un cuadrado perfecto. Su primer nivel
o base tenía lados de 15 gar cada uno. Cada nivel era más pequeño
en área y en altura, excepto el último nivel (la residencia del dios),
que era de gran altura. Sin embargo, la altura total era otra vez de 15
gar, de modo que no sólo la estructura, al completo, era un cuadra-
do perfecto, sino también un cubo perfecto. El gar era equivalente
a 6 metros.

Se construía con determinadas proporciones y ángulos, calcula-


dos a partir de sus observaciones astronómicas, con una elevación
predeterminada en función del arco del cielo, según el nivel en el
que estén. Por otra parte, todas sus esquinas apuntaban exactamente
a los puntos cardinales, lo que hace suponer que tenían un propósito
relacionado con la orientación de naves espaciales, puesto que ellos
dicen que sus creadores, “los que del cielo bajaron”, viajaban al
cielo en naves voladoras.

286
Otra curiosidad de los zigurates es que tenían 7 niveles, como
7 eran las puertas al irkalla o inframundo, que ellos llamaban “país
sin retorno”.

5.1.1 Los zigurats más conocidos.

Una de las construcciones más legendarias que tenía las carac-


terísticas de un zigurat es mencionado en el Tanaj y la Biblia.

Según estas fuentes el que construyo este zigurat fue Nimrod.

10:8 Y Cus engendró a Nimrod, quien llegó a ser el primer po-


deroso en la tierra.
10:9 Este fue vigoroso cazador delante de Jehová; por lo cual
se dice: Así como Nimrod, vigoroso cazador delante de Jehová.
10:10 Y fue el comienzo de su reino Babel, Erec, Acad y Calne,
en la tierra de Sinar.
(Bereshit o Génesis 10).

Nimrod fue el primer rey “en la tierra del Sinar” (Sumeria), que
tenía como su reino a Babel, Erec, Acad y Calne. Luego narra como

287
edificó “una ciudad y una torre”.

11:1 Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mis-
mas palabras.
11:2 Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una
llanura en la tierra de Sinar, y se estabecieron allí.
11:3 Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y co-
zámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra y el
asfalto en lugar de mezcla
11:4 Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre,
cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuére-
mos esparcidos sobre la faz de toda la tierra.
11:5 Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edifi-
caban los hijos de los hombres.
11:6 Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos
tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará
desistir ahora de lo que han pensado hacer.
11:7 Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua,
para que ninguno entienda el habla de su compañero.
11:8 Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la
tierra, y dejaron de edificar la ciudad.
11:9 Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí
confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los es-
parció sobre la faz de toda la tierra.
(Bereshit o Génesis 11).

En el libro de los Jubileos también se narra sobre esto mismo en


los siguientes términos:

18 En el primer año del segundo septenario del jubileo trigé-


simo tercero, Fáleg tomó una mujer, llamada Lebana, hija de Sen-
naar. Esta le parió un hijo, en el año cuarto de este jubileo, al que
puso de nombre Reu, pues se dijo: «Los hijos de los hombres han
sido malos: han concebido el perverso pensamiento de construirse
una ciudad y una torre en la tierra de Sennaar».
19 En efecto, habían emigrado de la tierra de Ararat a oriente,
a Sennaar, y por aquel tiempo construyeron la ciudad y la torre,
mientras decían: «Subamos por ella al cielo».
20 Comenzaron a construir y, en el cuarto septenario, cocían al
fuego ladrillos que luego utilizaban como piedras. El cemento con
que las unían era asfalto que brotaba del mar y de unos pozos de

288
agua en la tierra de Sennaar.
21 Los constructores tardaron unos cuarenta y tres años: la al-
tura fue de 5,433 codos y dos palmos; la anchura, unos doscientos
tres ladrillos, cada uno de una altura de un tercio de sí propio, la
extensión de un muro, trece estadios, y la del otro, treinta.
22 y nos dijo el Señor, nuestro Dios: -He aquí que son un solo
pueblo y han comenzado a trabajar a una, y ya no cesarán. Ea,
bajemos y confundamos sus lenguas, que no se entiendan unos a
otros, y se dispersen por ciudades y naciones, de manera que no
tengan plan común hasta el día del juicio.
23 Descendió el Señor, y nosotros con él, a ver la ciudad y la
torre que habían construido los hijos de los hombres.
24 Mezcló todas las voces de su lengua, no entendiéndose ya
unos con otros y dejando la construcción de la ciudad y la torre.
25 Por eso se llamó Babel toda la tierra de Sennaar, pues allí
confundió el Señor todas las lenguas de los hijos de los hombres, y
desde allí se dispersaron por todas sus ciudades, según sus lenguas
y naciones.
26 El Señor envió un gran viento a la torre, que la tiró por
tierra; su emplazamiento estaba entre Asur y Babel, en el país de
Sennaar, al que dio el nombre de «ruina».
(Jubileos 10: 18 al 26).

Esta torre es la mítica “Torre de Babel”, que ha sido perenniza-


do y llegó hasta nuestros días a través del Tanaj, la Biblia y el Libro
de los Jubileos. Sin embargo no es la única.

Hay un mito sumerio similar a la de la Torre de Babel, llamado


Enmerkar y el Señor de Aratta, donde Enmerkar rey de Uruk y Ara-
tta construye un enorme zigurat en Eridu y exige un tributo de ma-
teriales preciosos a Aratta para la edificación. En un momento del
relato, Enmerkar recitar un conjuro implorando al dios Enki para
restaurar (o en la traducción de Noah Kramer, para interrumpir)
la unidad lingüística de las regiones habitadas en Shubur, Hamazi,
Sumer, Uri-ki (Akkad), la tierra de Martu y todo el universo.

En base a esto David Rohl, elaboro una teoría: asocia a Nimrod,


el cazador y constructor de Erec y Babel, con Enmerkar (Enmer el
Cazador), rey de Uruk, de quién también se dice que fue el primer
constructor de templos en Eridu y que a su vez, se lo relaciona
con Amar-Sin (2,046-2,037 a. C.), el tercer monarca de la tercera

289
dinastía de Ur quién igualmente intentó terminar el zigurat de aque-
lla ciudad del sur. Esta teoría propone que los restos del edificio
histórico de Eridú, inspiraron la leyenda mesopotámica de la torre
de Babel. Entre las razones que se aducen son el mayor tamaño y
la mayor edad de las ruinas, y el hecho de que un título de Eridu
era NUN.KI que significa “poderoso lugar”, título que más tarde
pasaría a ser el título de Babilonia. Por otro lado, ambas ciudades
también tenían templos llamado Esagila dedicados a Marduk.

Cuando se descubre y traduce la “Lista de los Reyes Sumerios”


escrita en el año 2,100 a. C., uno de los primeros documentos histó-
ricos que se tiene sobre esta materia, encontramos que varios reyes
de Sumer reinaron en cinco ciudades 241,200 años, antes de la fa-
mosa inundación conocida como el diluvio. Después de la inunda-
ción de las diversas ciudades-estado, a través de la guerra, los reyes
y sus ciudades se convirtieron en la sede temporal del poder en la
medida que lograban ganar las guerras, hasta aproximadamente el
2,800 a. C., cuando fueron unidos bajo el gobierno de un rey de Kic
(Kis) llamado Jucur. Nada se sabe de los primeros dieciséis reyes
de la dinastía de Jucur, hasta Etana, el rey XVII, quien de acuerdo
con la antigua historia Sumeria de la “Épica de Etana”, con la ayu-
da de un águila que le ayudo, se elevó muy alto en el cielo. Etana
llegó al cielo y se postró delante de los dioses, (la tableta se rompe,
por lo que no sabemos cómo termina la historia). La lista continúa
con varios Ensis de la dinastía de Etana, se identifican 10 hasta
Agga. Entonces Kish fue derrotado y el poder pasa a E-ana (Uruk)
y es Mesh-ki-ang-gasher el primer Ensi de E-ana, fue sucedido por
su hijo Enmerkar (2,650 a. C.). Es aparentemente bajo el reinado
de Enmerkar, que el pueblo de E-ana construye una nueva ciudad y
la llamó Unug / Uruk.

Como sacerdote-rey, Enmerkar es el Ensi (rey), de Uruk y el


marido ritual de la gran diosa Inanna en la festividad de año nue-
vo. Enmerkar tiene como su epíteto “el que construye Uruk”, y es
conocido a partir de dos historias épicas, “Enmerkar y el Señor de
Arratta”, y “Enmerkar y En-suhgir-ana”.

No hay inscripción conocida o placa que lleve su nombre, así


que no hay ninguna prueba arqueológica de su existencia, aparte
de los textos de la tableta de las historias épicas. Estos textos de la
tableta, se refieren a los contactos comerciales y militares con una

290
ciudad llamada Aratta, (probablemente en la actual Irán), donde se
adoraba a la diosa sumeria Inanna, y el dios “Dumuzi”. Esto podría
significar que la gente de Aratta también era sumeria. Estas epope-
yas son vistas como prueba de los contactos comerciales con otras
tierras. Enmerkar es el primer rey, que es mencionado en tablillas
administrativas y épicas de los mitos.

Continuando con lo expresado por el investigador, David Rohl:


La historia original de la torre de Babel, puede describir la última
fase de la construcción del gran templo para el dios Enki en Eridu
(Babel bíblica). Que se inició en este período de Uruk (época ar-
queológica, que se ha argumentado es el momento inmediatamente
posterior a la gran inundación bíblica).

Fue en esa época, que una plataforma masiva fue construida


sobre el santuario original de Enki, y la construcción de un nuevo
templo comenzó, en la parte superior de esta plataforma. Esta fue la
primera plataforma-templo que se construirá en la Mesopotamia, y
el prototipo que conocemos como los zigurats. Al terminar, se des-
tacaba por encima de los alrededores, y fue sin duda una importante
innovación arquitectónica. Rohl cree que el rey bíblico Nimrod,
hijo de Cus, era de hecho el rey Enmerkar.

Cush (hijo bíblico de Cam y nieto de Noé), es el padre de


Nimrod, quien fue el primer potentado en la tierra. De ahí el dicho,
“como Nimrod, vigoroso cazador en los ojos de Jehová”.

Bíblicamente, los pilares del imperio de Nimrod fueron Babel,


Erec y Acad (Akkad), todos ellos en la tierra de Sinar. Tanto en el
Tanaj como en la Biblia, el Sinar es la antigua Sumeria, Acad fue la
capital del imperio acadio más tarde, que sigue siendo la ciudad que
se encuentra. La bíblica Erec es Uruk, y Babel, como hemos visto,
se refería originalmente a Eridu.

El Nimrod del Tanaj y la Biblia, había eludido la identificación


hasta ahora, debido a que no se tenía suficientes palabras sumerias
traducidas. “Kar” en sumerio significa “cazador”, asi el nombre
Enmerkar, se compone de Enmer y un epíteto más, que es kar, y
significaría: Enmer “cazador”. Este es precisamente el epíteto en el
Bereshit y Génesis, que se utiliza para describir a Nimrod.

291
En el hebreo antiguo, Nimrod fue originalmente escrito sin vo-
cales (como en los Rollos del Mar Muerto). Los indicadores de
vocales solamente se añadieron a los manuscritos masoréticos, des-
de el siglo V d. C., en adelante. Así, en las primeras copias del
Bereshit o Génesis el nombre Nimrod simplemente ha sido escrito
“NMRD”. El nombre Enmer también habría sido transcrito al he-
breo como “RMN”, idéntica a Nimrod pero sin la última “D”.

Tanto en el Tanaj como en la Biblia es bien conocido los juegos


de palabras. Los escritores hebreos traducían a menudo nombres
extranjeros en palabras hebreas conocidas, que se sentían tenían
significado apropiado. En este caso, se cambió el sumerio “RMN”
al hebreo “NMRD”’, ya que este último tenía el significado “re-
belde” –una descripción perfecta para el rey que desafió a Dios,
mediante la construcción de una torre hasta el cielo–.

Los sumerios fueron absorbidos por los acadios, y tras la caí-


da del Imperio Acadio, el pueblo Guti (antepasados de los kurdos)
bajó de las montañas y arrasó Sumeria creando pequeños reinos de
taifas en cada ciudad al mando de reyezuelos montañeses. Durante
120 años hubo una era de oscuridad cultural. Apenas se han con-
servado documentos o estatuas. Es una auténtica edad oscura. Sin
embargo, transcurrido ese tiempo, en la ciudad de Ur se inició la
rebelión que dio lugar a la caída de los reyes gutis y el comienzo de
la época neosumeria. Dicha rebelión la protagonizó Utukhegal, que
se proclamó rey de Ur tras quitar de en medio al gobernante mon-
tañés de turno. Pero cometió un grave error: Las tropas estaban al
mando del general Ur-Nammu, el cual, organizó un golpe de estado
y le arrebató la corona. Y es con Ur-Nammu con quien comienza
la III Dinastía de Ur, conocida como “Renacimiento Sumerio” y
también como “Edad de Oro de las Mujeres”. El rey Ur-Nammu
aparte de ser un gran general, nos legó uno de los códigos de leyes
más antiguo, anterior al de Hammurabbi, y una bonita colección de
poemas báquicos (“canciones de borrachos”), porque al monarca
le gustaba mucho la cerveza.

A Ur-Nammu se le atribuye la construcción de los primeros zi-


gurats, sin embargo la literatura y mitología sumeria-acadia, narra
que los zigurats fueron construidos por orden de los dioses, luego
del diluvio, mientras que los construidos antes del diluvio lo hicie-
ron los propios dioses.

292
Vista frontal del zigurat de Ur

Ur-Nammu, nombró gran sacerdotisa del Recinto Sagrado de


Ur a su hija Ennirgalanna, tras construirse el zigurat de Ur, pero hay
evidencia de que Ennirgalanna era Entu (gran sacerdotisa) antes
de la construcción del zigurat. En las excavaciones de Ur se han
encontrado restos de los ajuares funerarios de las Entum anterio-
res a la III Dinastía de Ur, que debieron ser esquilmados por los
gutis al invadir la ciudad. En algunas de las piezas aparecen textos
que indican que Ennirgalanna mandó restaurar y recoger las piezas
destrozadas, los restos de la biblioteca y que arregló la residencia
sacerdotal del templo. Sólo después de esa reorganización, con el
recinto funcionando a pleno rendimiento, con las fábricas recons-
truidas, las residencias y escuelas sacerdotales levantadas y el sis-
tema teológico impuesto, pudo acometerse semejante obra nueva.

Código de Ur-Nammu

293
Las princesas y reinas sumerias solían dirigir sus propios esta-
blecimientos de negocios, enriqueciendo a los maridos. Las muje-
res cultas sumerias tenían estudios y Ennirgalanna además, era la
Entu del santuario. Ella era la diosa Ningal reencarnada en la tierra.
Ella dirigía a los escribas, firmaba los contratos, controlaba a los
contables e impartía justicia en el recinto sagrado. Evidentemente,
ella debió dirigir las obras, contratando a los obreros y arquitectos.
Por otra parte, aunque el zigurat estaba dedicado al dios lunar Nan-
nar (Sin en acadio), el templo superior se dedicó a la diosa Ishtar, de
la cual sabemos que Ennirgalanna era devota, como digna sucesora
de la gran Enheduanna.

Uno de los zigurats mejor conservados es el de Choga Zanbil


en el actual Irán, territorio que ocupó el antiguo reino de Elam, el
cual sobrevivió a los ocho años de guerra entre Irak e Irán. El zi-
gurat más antiguo que se conserva es el de Kashan datado en el III
milenio a. C.

Dur-Untash, o Choqa Zanbil, construido en el siglo XIII a. C.


por Untash Napirisha, es uno de los zigurats mejor conservados.
Otro ejemplo de un zigurat sencillo es el Templo blanco de Uruk,
en la antigua Sumeria. El zigurat en sí sólo es la base sobre la que se
levanta el templo blanco. El propósito es acercar el templo al cielo,
al cual se accede desde el nivel del suelo por unas escaleras.

Un gran y complejo zigurat es el dedicado a Marduk en Babi-


lonia. No ha quedado gran cosa de esta gran estructura, ni siquiera
al nivel del suelo, pero las prospecciones arqueológicas y las noti-
cias históricas que de él tenemos nos hablan de un zigurat de siete
niveles pintados de diferentes colores, coronado con un templo de
bellas proporciones. El templo parece haber estado pintado de color
índigo al igual que el último nivel. Se sabe que había tres escaleras
que llevaban al templo, dos de las cuales (las laterales) sólo ascen-
dían hasta la mitad de la altura del zigurat. También era donde le
rezaban a los dioses de Mesopotamia.

Etemenanki (El templo de la creación del cielo y de la tierra)


era el nombre de un zigurat dedicado a Marduk en la ciudad de
Babilonia en el siglo VI a. C. de la dinastía caldea. Originalmente
de siete pisos de altura, pocos restos permanecen en la actualidad.
El Etemenanki fue popularmente identificado con la Torre de Babel

294
en cuya cúspide estaba la Esagila que era el templo de Marduk.

Etemenanki, el nombre de la estructura, es una palabra sume-


ria que significa la fundación del cielo y la Tierra, en su base se
han encontrado restos de anteriores zigurats y otras estructuras.
La última reconstrucción hizo un revestimiento de 15 m de ladrillo
construido por el rey Nabucodonosor II.

No se sabe exactamente cuándo fue construido el Etemenan-


ki. El poema del Enûma Elish, menciona al Esagila, del templo de
Marduk, después de la creación del mundo.

La ciudad de Babilonia fue destruida en el 689 a. C., por Sena-


querib, quien dice haber destruido el Etemenanki. La ciudad fue
restaurada por Nabopolasar y su hijo Nabucodonosor II, quien re-
construyo los siete pisos del zigurat que alcanzó una altura de 91
metros y tenía un templo en la cima.

A pesar de las fabulosas imágenes que existen, tanto en la li-


teratura como en el arte, sobre la famosa torre de Babel (el gran
zigurat de la ciudad de Babilonia, dedicado a Marduk), no se ha
encontrado ningún zigurat levantado en forma íntegra y completa.
Por la documentación cuneiforme escritura, por las imágenes con-
servadas y los restos arqueológicos, se han reconstruido algunas de
sus características en replicas a escala.

El Etemenanki esta representado en una tablilla cuneiforme de


Uruk del 229 a. C., una copia de un texto más antiguo, que se en-
cuentra en el Museo Louvre de París. Define la altura de la torre
como de 91 metros, con una base cuadrada de 91 metros de lado.
Esta estructura de adobe fue confirmada por excavaciones conduci-
das por Robert Koldewey desde 1,913. Se descubrieron largas esca-
leras en el sur del edificio, donde un triple pasillo se conectaba con
la Esagila. Un pasillo más largo, al este, conectaba el Etemenanki
con el camino sagrado procesional.

Construida con esfuerzo, a lo largo de muchos reinados, sobre-


vivió poco tiempo. Babilonia, que cayó en el 539 a. C., bajo la do-
minación persa, se rebeló en el 482 a. C. Jerjes, la puso nuevamente
bajo su autoridad, tomó represalias que causaron serios daños al
monumento. Un siglo y medio más tarde, en el 331 a. C., Alejandro

295
el Grande estableció su capital en Babilonia, y cuando vio la torre
en ruinas, trató de restaurarla. Pero ello le demandó tanto trabajo,
que renunció a su proyecto.

A continuación, la torre sirvió de cantera a los constructores de


los alrededores, que la redujeron a un montículo informe. Sobre
ella se construyó un edificio y, cuando éste se desplomó, cubrió las
ruinas de la torre inicial, escondiéndola por muchos siglos.

5.1.2 Los tipos de zigurats.

Los zigurat que han llegado hasta nuestra época, aparecieron a


finales del III milenio, aunque su tipología constructiva es mucho
más antiquísima, se remonta al IV e incluso a finales del V milenio
a. C. El origen de estas formas escalonadas debe buscarse en los
templos levantados sobre plataformas de uno o dos escalones, que
eran la base de muchos templos a finales del V milenio a. C. Es a
partir del año 2,000, durante la III Dinastía de Ur (2,112 - 2,004 a.
C.), cuando se empiezan a construir en forma de terrazas de muchos
pisos, logrando proporciones monumentales y esos son los restos
arqueológicos que se han hallado.

La tipología más definida de zigurat se fija en la época de mayor


esplendor, que ocurre alrededor del II milenio a. C., aunque su es-
tructura fue evolucionando conforme introducían modificaciones.

Las excavaciones de Mesopotamia han dado a conocer tipolo-


gías diferentes de este monumento. En el sur, la base era rectangu-
lar. De uno de sus lados mayores salía una escalera, perpendicular
a la terraza, y otras dos se reunían en la cúspide. A esta terraza se
añadían otras dos, más pequeñas, y con una escalera que las co-
municaba. El norte del país poseía otra tradición arquitectónica.
La superposición de terrazas era con base cuadrangular y los lados
iban estrechándose progresivamente. Podían tener rampas en lugar
de escaleras. Y finalmente, una tercera tipología combinaba ambas
soluciones.

Estos monumentos arquitectónicos eran construidos en ladrillo


y los que llegaron hasta la actualidad, están en un estado de com-
pleta destrucción, por el material con el que fue construido. En su
momento, sus constructores exigían continuas obras de restaura-

296
ción y reconstrucción, las mismas que han sido evidenciados en
diferentes clavos y ladrillos fundacionales que se enterraban en sus
bases.

Vista aérea Zigurat de Ur, muestra una tipología constructiva de escaleras.

Zigurat de Choga Zambil muestra otra tipología constructiva de escaleras.

297
5.2 ZIGURAT O PIRAMIDE DE SAQQARA.

La pirámide escalonada de Saqqara (en egipcio, Dyeser Deye-


seru, “la más sagrada”) cuenta con una característica particular: es
la primera gran pirámide de la civilización egipcia. Es la precursora
entre todas, sirviendo de modelo para las de Giza, ya que además
fue la primera pirámide hecha en piedra en vez de ladrillo. Re-
presenta también el punto de inflexión entre las antiguas mastabas
sumerias y las grandes pirámides. Se trata de una de las estructu-
ras más grandes y antiguas del mundo. Su ubicación es: Longitud:
31.216389 y Latitud: 29.870556

Fue encargada por el faraón Neterierjet (“más divino que el


cuerpo de los dioses”), posteriormente llamado Djoser o Zoser (“el
prestigioso, el admirable, el sagrado”), primer gobernante de la III
dinastía de Egipto y que reinó del 2,665 a. C. al 2,645 a. C. El ar-
quitecto y constructor de este majestuoso monumento fue Imhotep,
que ostentaba los títulos de sabio, filósofo, médico y mago.

El emplazamiento de Saqqara fue dado a conocer en Occiden-


te en 1,821 por el general prusiano, Von Minutoli. El ingeniero S.
Perring empezó las exploraciones en 1,837. El arqueólogo alemán
Richard Lepsius realizó una primera exploración sistemática entre
1,842 y 1,843, y el francés Augusto Mariette descubrió el Sera-

298
peum en 1,851. El conjunto de Zóser empezó a despejarse de arena
en las campañas de 1,924 hasta 1,927, llevadas a cabo por Cecil M.
Firth. El arqueólogo francés Jean-Philippe Lauer empezó a trabajar
en Saqqara en 1,926.

1. Mastaba de 63 m de lado y 8 m de alto, recubierta losas de piedra caliza.


2. Revestimiento con piedra caliza de 4 m de espesor en todo el perímetro.
El revestimiento no llega hasta los 8 m de altura. Aparece en esta fase el aspecto
escalonado. A la vez que se construía la mastaba se excavo galerías subterráneas,
accesibles a través de pozos, para los miembros de la familia real.
3. La mastaba se alarga 10 m más en dirección este. Las galerías mencio-
nadas son cubiertas bajo esta nueva fase.
4. Ampliación del perímetro, 3 m, y construcción de 3 nuevos escalones.
5. Ampliación hacia el norte y probablemente hacia el oeste. Añadido de
los 2 últimos escalones. Nuevo revestimiento, puede que en los lados norte, sur
y este, del escalón inferior con piedra caliza.

La pirámide mide 140 m de largo por 118 m de ancho, con una


altura de 60 m y un ángulo de 22º. Sus lados están orientados a los
puntos cardinales. La pirámide se realizó a partir de las clásicas

299
mastabas, a las que añadieron encima otras de menor tamaño has-
ta conseguir una forma piramidal, con seis mastabas superpuestas.
Para ello, el proyecto inicial se modificó, ampliando la base de la
primera mastaba varias veces hasta conseguir el resultado final.

Es maciza, colocada justo encima de los pasadizos excavados


en el suelo de donde surgen corredores hacia diversas cámaras. En
su interior, once pozos de 32 metros de profundidad dan acceso a
galerías excavadas en la roca que conducen a una ciudad-laberinto
de galerías, pasillos y habitaciones de diversos tamaños.

5.2.1 Serapeum.

En la pirámide Saqqara misma, existe un enigmático lugar sub-


terráneo al que llaman el Serapeum, palabra griega que se refiere
al lugar de culto del buey Apis. El arqueólogo Mariette, hizo el
hallazgo en 1,851.

Panorámica del Serapeum.

El Serapeum está excavado a doce metros de profundidad y


consiste en tres pasajes; el principal tiene 68 m de largo, 3 m de an-
cho y 4,5 m de altura, con 24 cámaras laterales talladas en la roca,
de 6 a 11 m de largo y de 3 a 6 m de anchura.

En cada cámara se depositó un enorme sarcófago de basalto,

300
granito negro, rosado, o piedra caliza, que pesan entre sesenta y
ochenta toneladas, la mayoría de unos 4 m de longitud por 2,3 m de
ancho y 3,3 m de altura, con su respectiva tapa, de aproximadamen-
te 15 toneladas de peso. De los 24 sarcófagos sólo tres tienen algún
tipo de escritura, y pese a que en ninguno de los 24 sarcófagos se
encontró que hubiera restos de toros, a este lugar se le conoce como
la necrópolis de los bueyes sagrados, Apis.

Complejo de Zoser (Saqqara)

301
Algunos egiptólogos sostienen que los egipcios, al construir su
primer gran monumento, sin experiencia previa en este terreno, en
vez de hacer un gran dolmen de cuatro pilares y una tapa, levanta-
ron una pirámide escalonada de 60 metros de altura. Y en vez de
cavar un simple pozo de unos pocos pies de profundidad, realiza-
ron una compleja red de túneles y cámaras subterráneas a 32 m de
profundidad, conectadas con la superficie mediante 11 pozos para-
lelos. Pero para cualquier visitante, la edificación, no tiene nada de
improvisado ni de un primer intento.

Para la arqueología oficial no existe la menor duda de que la


pirámide escalonada es el monumento funerario del faraón Djoser,
así como toda pirámide lo es de algún faraón. Sin embargo, no se
encontraron los restos (momia) de Djoser en la pirámide de Saqqa-
ra, tampoco se encontraron los restos de ningún faraón en ninguna
pirámide de Egipto, lo que da origen a otras propuestas: la función
de las pirámides en general, y Saqqara en particular, son muy di-
ferente de lo que se cree. No olvidemos que los griegos y romanos
coincidieron en llamar tumbas a las pirámides y tal idea ha preva-
lecido hasta hoy, pese a que jamás se haya encontrado resto alguno
de los faraones en ninguno de estos monumentos.

Se cree que la ausencia de cadáveres de faraones en las pirá-


mides se debe a que los violadores de tumbas las saquearon todas.
Pero eso tampoco es concluyente, debido a que los arqueólogos
han logrado llegar al interior de varias pirámides que conservaban
los sellos intactos y no encontraron momia alguna. Tal es el caso
de la pirámide de Sekhemkhet, descubierta por Zakaria Goneim en
1,956.

La siguiente etapa en la evolución de las pirámides, fue la cons-


trucción que ordenó erigir el rey Seneferu, la llamada “pirámide
romboidal”, o “pirámide acodada”, en la región de Dahshur, que se
considera una etapa intermedia entre la “pirámide escalonada” y la
“pirámide clásica”, o de caras lisas.

En la pirámide romboidal las caras están conformadas con dos


pendientes, de inclinación decreciente en dirección a la cumbre.
La ausencia de uniformidad de esta pendiente podría ser un efecto
geométrico voluntario. O, como sostienen algunos expertos, debido
a las dificultades arquitectónicas, para la estabilidad de la pirámide

302
(pendiente original demasiado fuerte), o su método de construcción
(transporte de bloques a gran altura), o por dificultades de suminis-
tro.

Pirámide romboidal

5.2.2 El misterioso e enigmático constructor Imhotep.

Imhotep (2,635 – 2,595 a. C.) era hijo de Kanefer, quien tenía


el título de jefe de las obras del país del sur y del norte. Maestro
de obras del reino con talleres en Menphis. “lmhotep” significa, en
antiguo egipcio, “el que llega en paz”, y pasó a la historia como el
gran arquitecto que construyó el complejo de Zóser en Saqqara, y
también como mago, médico, astrólogo, escritor y filósofo, además
de otros altos cargos en la corte de Zóser.

Sus títulos aparecen en una solemne inscripción sobre el zócalo


de una estatua de Zóser: “Canciller del rey en el Bajo Egipto, Pri-
mero después del Rey, Administrador del Gran Palacio, Noble He-
redero, Gran Sacerdote de Heliópolis, Carpintero, Escultor y Fa-
bricante de vasijas de piedra”. También tenía otros cargos: “Jefe
de la justicia, Superintendente de los archivos reales, Vigilante de
lo que aportan el cielo y la tierra del Nilo, Vigilante de todo el país,
Jefe de los magos, y Portador de las fórmulas que hacen eficaces
los ritos”.

303
Estatua de Imhotep, en el museo de Louvre

Fue honrado durante mucho tiempo como patrono de los es-


cribas y escritores. En tiempos de la Dinastía XXVI se confeccio-
naron estatuillas de bronce con su figura, sentado, con un rollo de
papiro sobre las rodillas, la cabeza rapada y vestido con traje largo.
Son numerosos los templos y santuarios en su honor. Destacan los
de Karnak, Deir el Bahari, Deir el Medinah y Philae. Según un
grabado de una losa sepulcral en Saqqara, Imhotep preconizaba la
aplicación de presión en las arterias carótidas para calmar el dolor
de cabeza, al disminuir el flujo de sangre al cerebro. Imhotep afir-
maba que el pulso era un índice del corazón y de las condiciones
del enfermo.

La gloria de Imhotep no acabó con el de los faraones, pues,


sincretizado en la figura de Hermes Trimegisto, es la piedra basal
de todos los escritos herméticos, de los tratados de las llamadas
ciencias ocultas. Fue el precursor de los alquimistas. Zósimo de
Panópolis, el primer alquimista egipcio reconocido y documentado,

304
redactó un libro dedicado a Imhotep. Durante las últimas dinas-
tías egipcias, bajo la influencia helénica, los griegos identificaron
a Imhotep con su propio dios de la medicina, Asclepios, conocido
también con el nombre de Esculapio. El dios Esculapio retomo el
emblema de una serpiente (como la “uraei” del friso de cobras)
enroscada sobre un bastón, que se convirtió con el paso del tiempo
en el símbolo de la medicina occidental.

Otro de los títulos de Imhotep era: El que ve al grande o El


mayor de los videntes. Este llamativo título tiene que ver con lo
que se encuentra narrado en la llamada “Estela de Famine” (Estela
del Hambre), una piedra tallada encontrada en isla de Sehel (muy
próxima a Asuán) en 1,889 por Charles Wilbour.

En ella se detalla lo ocurrido durante el 18vo año del reinado


de Necherjet-Dyeser (Zoser), cuando la hambruna asoló el país al
no llegar las aguas del Nilo al nivel para regar los campos: “Todo
el palacio real estaba apenado por el luto que regía mi trono…
porque Hapi hacía tiempo que no acudía a mí. En un período de
siete años, el grano ha sido escaso, y lo poco que había se secó. El
hombre robaba a su hermano, los niños gritaban… los corazones
de los ancianos eran… templos clausurados, capillas cubiertas de
polvo, cada uno de los hombres pedía ayuda… consultó con el pro-
feta sem Imhotep, hijo del que está al sur de su muro (Ptah), él salió
y cuando regresó, con él volvió el flujo de Hapi…”

Pero además, cuenta que el faraón Zóser tuvo un sueño en el


que el dios Jnum se le aparece y le da, la fórmula para fabricar y
moldear piedras con las cuales podrá construir templos (y pirámi-
des). De esa forma, al alabar a Jnum, éste devolverá las aguas a los
ríos y acabará con la carencia y devastación en Egipto. La narración
de haber salvado al pueblo egipcio de su período de carencia, luego
de 7 años de sequía, mediante la visión del faraón, nos remite inelu-
diblemente a la historia bíblica de José.

En el Tanaj y la Biblia dice:

Bereshit 41 y Génesis 41.


15. Y dijo Faraón a José: Yo he tenido un sueño, y no hay quien
lo interprete; mas he oído decir de ti, que oyes sueños para inter-
pretarlos.

305
Bereshit 41 y Génesis 41.
29. He aquí vienen siete años de gran abundancia en toda la
tierra de Egipto.
30. Y tras ellos seguirán siete años de hambre; y toda la abun-
dancia será olvidada en la tierra de Egipto, y el hambre consumirá
la tierra.

Bereshit 41 y Génesis41.
34. Haga esto Faraón, y ponga gobernadores sobre el país, y
quinte la tierra de Egipto en los siete años de la abundancia.
35. Y junten toda la provisión de estos buenos años que vienen,
y recojan el trigo bajo la mano de Faraón para mantenimiento de
las ciudades; y guárdenlo.
36.Y esté aquella provisión en depósito para el país, para los
siete años de hambre que habrá en la tierra de Egipto; y el país no
perecerá de hambre.

Quizás, la idea de “templos“, en la historia de Imhotep, podría


estar asociada principalmente a la de los depósitos de granos, de
José. Los once gigantescos pozos bajo la pirámide escalonada, e
incluso sus recámaras subterráneas, podrían haber servido de gran-
des depósitos. Esta propuesta se basa en el hecho, que se encontró
granos al fondo de estos pozos, que los egiptólogos sostienen que
provienen de los alimentos que se colocaban junto a los fallecidos
que fueron sepultados allí. Pero hasta la fecha no se han encontrado
evidencias, de que alguien haya sido sepultado en ese lugar.

Asimismo, el texto de la estela continúa con el decreto de Zó-


ser, que dictamina las ofrendas para el dios Jnum, análogamente
a lo que recomienda hacer José con el excedente de granos de los
primeros 7 años de abundancia: Los campesinos que trabajan sus
campos con sus trabajadores, y que traen el agua a sus tierras fér-
tiles, almacenarán su cosecha en su granero, exceptuando lo que
adeudan. Todos los pescadores y cazadores, yo les digo que deben
una décima parte de lo que adeudaban. Cada becerro nacido de las
vacas en aura, serán dado a los establos y serán parte de la ofrenda
diaria…

En cuanto a los cargos y poderes de Imhotep, describe práctica-


mente la misma posición jerárquica: “Canciller del rey en el Bajo
Egipto, Primero después del Rey, Administrador del Gran Palacio,

306
Noble Heredero, Gran Sacerdote de Heliópolis, Carpintero, Escul-
tor y Fabricante de vasijas de piedra”.

El Tanaj y la Biblia, habla de José de la siguiente forma:

Bereshit 41 y Génesis 41.


40. Quedarás a cargo de mi palacio, y todo mi pueblo cumplirá
tus órdenes. Sólo yo tendré más autoridad que tú, porque soy el
Faraón.
41 Así que el faraón le dijo a José: Mira, yo te pongo a cargo
de todo el territorio de Egipto.
42 De inmediato, el faraón se quitó el anillo oficial y se lo puso
a José. Hizo que lo vistieran con ropas de lino fino, y que le pusie-
ran un collar de oro en el cuello;
43 y lo hizo subir en su segundo carro, y pregonaron delante
de él: ¡Doblad la rodilla!; y lo puso sobre toda la tierra de Egipto.
44 Entonces el faraón le dijo: Yo soy el faraón, pero nadie en
todo Egipto podrá hacer nada sin tu permiso.

En las escrituras egipcias, Imhotep es el médico egipcio más


antiguo del que se tenga registro, y aunque el Tanaj y la Biblia no
mencionan que José haya sido médico, sí tiene un párrafo muy sig-
nificativo:

Bereshit 50 y Génesis 50.


2 Y mandó José a sus siervos los médicos que embalsamasen a
su padre; y los médicos embalsamaron a Israel.

De ello se desprende, que los médicos estaban directamente su-


bordinados a José. Algunos dicen que ello es por ser el segundo al
mando de Egipto por entonces, pero las escrituras hablan de “sus
siervos”, por tanto suponen que José podría haber sido una suerte
de maestro o autoridad de aquellos. También el Tanaj y la Biblia
menciona que José fue embalsamado, luego de su muerte a los 110
años de edad y cuando Moisés saco al pueblo hebreo de Egipto, sus
restos fueron llevados por él.

Bereshit 50 o Génesis 50
25 E hizo jurar José a los hijos de Israel, diciendo: Dios cierta-
mente os visitará, y haréis llevar de aquí mis huesos.
26 Y murió José a la edad de ciento diez años; y lo embalsama-

307
ron, y fue puesto en un ataúd en Egipto.

Shemot 13 y Éxodo13.
19 Tomó también consigo Moisés los huesos de José, el cual ha-
bía juramentado a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente
os visitará, y haréis subir mis huesos de aquí con vosotros.

Esto parece ser la explicación a uno de los misterios de la egip-


tología: no existe la tumba de Imhotep, no aparece por ninguna
parte.

Hay coincidencias entre ambos personajes y destaca su sabi-


duría. A Imhotep, luego de su muerte, se le tenía como un hijo del
dios Ptah, patrono de los artesanos, y de la diosa Sekmet. Con ello
llegó a tener la más alta consideración, la concedida a un verdadero
hijo de dios, y fue venerado hasta el final de la cultura faraónica.
Mientras que en el caso de José, El Tanaj y la Biblia nos dice: Y dijo
Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay
entendido ni sabio como tú (Génesis y Bereshit 41: 39).

Por todas estas similitudes consideran que la historia de José,


está basada en la de Imhotep, o más audaz aún: son la misma per-
sona.

5.2.3 Los egipcios hacían piedras artificiales.

Un químico francés dijo: “Este tipo de piedra caliza fósil de


concha de concreto habría sido arrojado o envasados en moldes.
Obreros egipcios fueron a afloramientos de piedra caliza relati-
vamente blanda, desglosados con agua, luego se mezcla la piedra
caliza lodosa (incluyendo los fósiles de conchas) con cal y zeolite,
materiales que se forman como arcilla de caolín, limo y el natrón
sal egipcia (carbonato de sodio). El lodo de piedra caliza se realiza
en cubeta y luego se vierte, envasándolos o apisonándolos en mol-
des (de madera, piedra, arcilla o ladrillo) colocados en los lados
de la pirámide. Esta piedra caliza re-aglomerada, unidas por reac-
ción geoquímica (llamado cemento geo polímero), se endurecieron
en bloques resistentes”.

El aludido, es Joseph Davidovits y su libro: “The pyramids, an


enigma solved”, explica el gran problema que suponía en el Anti-

308
guo Egipto transportar y elevar tantos millones de bloques de pie-
dra, que fue solucionado por los egipcios no extrayéndolos de las
canteras, sino más bien fabricándolos con una especie de hormigón.
Él llego a esta conclusión, porque investigó fotografías microscó-
picas de muestras de rocas provenientes de la Gran Pirámide, y ob-
servó la presencia de materiales imposibles de existir en el interior
de rocas procedentes de las canteras, entre ellos: un pelo humano
de 20 cm de largo, además burbujas de aire, restos de hilos y fibras
textiles e incluso una uña humana. Su teoría además se apoya en
la ya mencionada “Estela de Famine” (Estela del Hambre), la cual
describe a Imhotep enumerando diversas rocas y minerales de la
región de Elefantina y su propósito de utilizarlas para construir la
morada de los dioses: Hay un macizo rocoso en la montaña, en su
región del este, que contiene todos los minerales, todas las piedras
preciosas y todas las cosas necesarias para construir las moradas de
los dioses.

En la estela también se indican el nombre de las piedras que


se deben recoger en el vientre de la montaña rocosa, que está al
Este y al Oeste, que está en la isla del rio, que está en el interior
en el desierto: Bejen, nemi, metbejteb, raqes, uteshi-hedsh en el
este, perdjem en el oeste y también en el río. Aprende los nombres
de las piedras que están río abajo, a una distancia de unas cuatro
millas: oro, plata, hierro, lapislázuli, turquesa, tehen, jenem, menu,
hebegti, temi, estas son las clases de piedras que se encuentran en
el vientre de la montaña. Mehi, maki, ibehti, gesanj, herdes, sehi,
mem, saphen, en esa parte de la ciudad.

En la misma estela, en el sueño del faraón, el dios Jnum le trans-


mite: Yo soy Jnum… Te pediré los minerales más antiguos que
existen, aquellos que jamás se han usado para levantar santuarios, y
reconstruirás una capilla para tu señor.

Las traducciones al que nos referimos de la Estela de Famine


son:

(Col. 11): No es un macizo montañoso en su región oriental (de


Elefantina) que contiene todos los minerales, todas las triturado
(resistido) piedras (agregados adecuados para la aglomeración),
todos los productos
(Col. 12) buscó para la construcción de los templos de los dio-

309
ses del Norte y del Sur, los establos para animales sagrados, la pi-
rámide del rey, todas las estatuas que se interponen en los templos
y en los santuarios. Por otra parte, todos estos productos químicos
se encuentran en presencia de Khnum y alrededor de él.

Estela de Famine.

(Col. 13) …hay en medio del río un lugar de relajación para


todo hombre que procesa los minerales en sus dos lados.
(Col. 15) Aprender los nombres de los materiales pétreos que se
van a encontrar... bekhen muertos (degradado) de granito, mhtbt,
r’qs, uteshi-hedsh (piedra de cebolla)... prdny, teshy.
(Col. 16) Aprender los nombres de los raros minerales ubicados
aguas arriba ...oro, plata, cobre, hierro, lapislázuli, turquesa, thnt
(crisocola), jaspe, Ka-y (piedra rábano), menú, esmeralda, temikr
(piedra ajo), más encima, neshemet, ta- mehy, hemaget, ibehet, Be-
kes-ankh, verde compensar, antimonio negro, ocre rojo ...
(Col.18) ...I encontró el dios de pie ...he me habló: “Yo soy
Khnum, su creador, Mis brazos están a tu alrededor, para mantener
el equilibrio de su cuerpo, para

310
(Col. 19) salvaguardar sus extremidades. Repartiese en que los
minerales raros a los minerales raros ...desde su creación nunca
nadie les procesa (para hacer piedra) para la construcción de los
templos de los dioses o la reconstrucción de los templos en ruinas...

La Estela de la Hambruna (famine) atribuye que la invención


de la construcción con piedra lo hicieron Zoser e Imhotep, cons-
tructores de la primera pirámide escalonada de Saqqara (2,750 a.
C.). Según el texto, esta invención de la construcción con piedra, se
hace procesando diferentes minerales, que podrían ser los elemen-
tos químicos, para la fabricación de piedra hecha por el hombre, o
un tipo de hormigón.

Estela de Irtysen

Pero no solo la Estela de la Famine nos detalla los elementos


para la fabricación de piedras artificiales, sino que también la lla-
mada Estela de Irtysen parece apoyar dicha teoría, afirmando la
existencia de un conocimiento químico para la fabricación artificial
de bloques pétreos.

311
Irtysen fue jefe de los artesanos, escriba y escultor bajo el reina-
do de Nebhepetre Montouhotep, soberano de la XI Dinastía 2,033 -
1,982. La traducción de sus jeroglíficos efectuada por parte de emi-
nentes egiptólogos como Masero (1,877) Petrie (1,895) M.Madsen
(1,909), revelaron sus dichos:

“Yo conozco las partes que pertenecen a la técnica de la colada


que moldea, el nombre, el peso de los ingredientes de acuerdo a su
receta exacta, la fabricación del molde, para que cada fragmento
vaya a su lugar“.

Entre las varias leyendas de origen inca, también se habla que


ellos tenían la capacidad de moldear la piedra y eso habría facilita-
do la construcción con piedras de tamaño y peso colosal en alturas
y zonas de difícil acceso, que con la tecnología de entonces sería
imposible de trasladarse. Esta leyenda lo desarrollamos en nuestro
libro “Los Dioses Incas”, y en ella decíamos que los egipcios tam-
bién conocían este secreto. El secreto de la sustancia que moldea
las piedras en la leyenda inca, dicen que lo conoce una avecilla
llamada “pito”, la misma que lo obtiene de plantas andinas, que
luego utiliza para tallar en las rocas un agujero, donde anidara para
empollar sus huevos. ¿Leyenda o realidad? Lo cierto es que efecti-
vamente el “pito” tiene sus nidos en huecos hechos en la roca.

5.2.4 Ni templos ni tumbas, ¡Son escuelas esotéricas!

René Adolphe Schwaller de Lubiez, egiptólogo, matemático y


ocultista francés, conocido por el estudio que realizó sobre la ar-
quitectura y el arte del Templo egipcio de Luxor durante 15 años,
escribió un libro llamado The Temple In Man (El Templo en el
Hombre).

“Las excavaciones y los estudios filológicos proporcionan a los


egiptólogos abundante material para conocer la vida, las creen-
cias y la teología del Antiguo Egipto. El investigador tiene a su
alcance una cantidad enciclopédica de trabajos. Sin embargo, el
Egipto faraónico sigue siendo un desconocido en lo que se refiere a
su auténtica ciencia, su cantidad de conocimiento psicoespiritual y
su mentalidad filosófica”.

Más adelante en el sumario de su libro nos plantea una “hi-

312
pótesis y su evolución” del Capítulo I: En Egipto, en la India, así
como más tarde en el periodo gótico de las catedrales, el templo
era un libro que revelaba una enseñanza “esotérica”. El esoterismo
no debería ser entendido como un enigma o una escritura secreta,
sino más bien como el “espíritu de la letra”, es decir, aquello que
no puede ser transcrito con claridad, no porque haya un deseo de
ocultarlo, sino por la incapacidad de la inteligencia “cerebral” de
comprenderlo. El carácter de los medios de transcripción de este
esoterismo debería, por lo tanto, dirigirse directamente a las fa-
cultades del lector; este lo leerá y comprenderá en función de sus
propias capacidades, sean normales o superiores (intuición, visión
espacial). Cada uno verá en la parábola o en la arquitectura del
verdadero templo lo que pueda ver: la utilidad, la estética, el mito
y la leyenda, el principio filosófico o la visión del origen material
y espiritual.

En base a las investigaciones de Schwaller y a su particular en-


foque esotérico, Fernando Malkún Rojas realizó una serie sobre la
Escuela de Misterios de “El Ojo de Horus”, donde aporta su parti-
cular mirada mística sobre la civilización egipcia, sus creencias y
el uso de las pirámides.

La Escuela de Misterios de “El Ojo de Horus”, fue una cerrada


organización sacerdotal que dirigió los destinos del pueblo Egip-
cio, durante miles de años. Los sacerdotes Egipcios planearon la
manera de elevar el nivel de consciencia de su pueblo, construyen-
do durante miles de años, una serie de laboratorios/observatorios
(erróneamente llamados “templos” en la actualidad) a lo largo del
Nilo. Los utilizaron como “libros vivos” o enciclopedias de conoci-
miento, para transmitir la información acumulada sobre el funcio-
namiento del universo durante muchas generaciones a su pueblo.
Los templos también sirvieron como polos que impulsaron el desa-
rrollo de su civilización.

Los antiguos sacerdotes estructuraron una sociedad basada


en dos conceptos fundamentales: la Reencarnación cómo método
divino para que el espíritu del hombre evolucione al adquirir in-
formación sobre el universo y la Iluminación como paso final de
este proceso. Para los egipcios, el hombre vive un proceso evolu-
tivo que toma 700 reencarnaciones. Las experiencias de esas vidas
transforman un ser instintivo e ignorante en un superhombre, un

313
animal inocente y primitivo en un sabio inmortal. Según ellos, Dios
organizó un plan divino basado en la reencarnación, para que el
hombre, al experimentar en carne propia, comprendiera cómo fun-
ciona el universo.

El Ojo de Horus

Además de Templos construyeron enormes pirámides para con-


centrar energía en cámaras focalizadoras, que elevaban la frecuen-
cia vibratoria de los discípulos más avanzados de la escuela de mis-
terios. Esto ampliaba el rango de percepción de sus sentidos y les
permitía adquirir nueva información sobre otras dimensiones de la
realidad. Eran cámaras de exploración metafísica.

En los días del equinoccio, utilizaban toda la energía acumulada


en la Pirámide, para impulsar a un alto iniciado a vibrar en altísima
frecuencia hasta que sus átomos se abrían como flores, liberando
la luz contenida en el interior de sus núcleos. Así se producía una
“iluminación” temporal del discípulo, durante la cual podía viajar
conscientemente por el tiempo o el espacio.

Las pirámides Egipcias fueron construidas en una pequeña área


del enorme territorio, sobre uno de los centros neurales de la red
electromagnética del planeta. Construidas con bloques de piedra
hecha por el hombre, eran gigantescos cristales que vibraban al uní-

314
sono con la frecuencia de la tierra. Los bloques de piedra contienen
cuarzo. Las moléculas de cuarzo al vibrar friccionan sus superfi-
cies, cargándose eléctricamente en un fenómeno que hoy conoce-
mos como “Piezoeléctrico”. La energía electrostática así acumula-
da era la utilizada para inducir estados de percepción alterada.

Este tipo de complejos serían grandes centros de meditación


para elevar los niveles de conciencia y que las pirámides serían
enormes generadores de energía para inducir a los iniciados a esta-
dos de percepción más profundos.

5.2.5 La ceremonia del Djed.

Otras vertientes interpretan que esa misma energía es lo que


habría posibilitado el transporte de los pesados bloques de piedra
dado que tendrían un efecto de anulación de la masa –y por tanto el
peso– de los mismos. Asimismo, otras teorías indican que, lejos de
tratarse de tumbas, las pirámides podrían haberse tratado de centros
de rejuvenecimiento. De acuerdo a la poca información que se tiene
de la ceremonia del Djeb o Fiesta de Renovación Real, su propósito
parece haber sido la renovación de la fuerza física y la energía del
faraón. Duraba alrededor de cinco días y uno de los rituales más
importantes era el enterramiento de una estatua personificando al
viejo rey.

315
La parte central de la celebración estaba vinculada con el pi-
lar djed, que si bien no se ha podido descifrar exactamente en qué
consistía, tenía que ver con la revitalización del cuerpo y la cons-
ciencia.

Fascinante es la historia del pilar Djed: Cuando el ataúd que


contiene a Osiris encalla en Byblos (Siria) un árbol lo encierra en
su tallo. El rey local corta el árbol sagrado y lo utiliza como un
pilar en su palacio. Isis finalmente lo encuentra y lo libera, y unge
el cuerpo de Osiris, pero Seth su malvado hermano corta el cuerpo
en 14 partes.

El árbol es considerado como la columna vertebral de Osiris y


un símbolo de la estabilidad. La ceremonia de elevar el Djed - re-
presentado por un pilar de madera - se convirtió en un símbolo del
triunfo de Osiris sobre Seth. Abundan las Inscripciones, del faraón
elevando el pilar Djed con la ayuda de los sacerdotes y los dioses.
Osiris resucitado gana el título de Señor de los Muertos, y el más
allá. Esa es también la razón por la que a veces se muestra pintada
de verde oscuro.

El pilar Djed era el símbolo egipcio representado por una co-


lumna con base y capitel. En la parte superior de la columna el ca-
pitel estaba dividido en cuatro barras paralelas. Era el símbolo del
dios Osiris y representaba su columna vertebral. El vocablo djed
significaba ascensión de la vida y como jeroglífico se refiere a la
estabilidad. Cada nuevo faraón mandaba erigir una columna djed
a gran escala para conferir estabilidad a su reinado, conforme al
modelo divino. El mismo la enderezaba cuando la columna estaba
tumbada en el suelo. De este modo recreaba la columna vertebral
de su reino. Este acto también representaba la resurrección de Osi-
ris en el nuevo gobernante y su subsiguiente triunfo sobre Seth.
Debido a su vínculo con Osiris se convirtió en uno de los amuletos
fúnebres más populares.

El djed era frecuentemente pintado en la parte trasera de los


sarcófagos, donde los huesos del muerto descansarían. También era
utilizado como amuleto de estabilidad y regeneración.

En el Imperio Antiguo el djed se asociaba con el dios de Menfis,


Ptah, a quien se llamaba el Noble Djed.

316
El festival del pilar djed era una celebración que hacía referen-
cia al símbolo y a sus poderes. Se lo llevaba anualmente a Egipto y
era como una especie de regeneración espiritual para la gente. Los
sacerdotes egipcios levantaban el pilar djed el primer día de shemu.

La erección del pilar Djed es una ceremonia de origen menfita,


posiblemente en honor al dios Ptah, que posteriormente se asoció
con Osiris. Mediante la celebración de esta ceremonia se simboli-
zaba la estabilidad del reinado, la resurrección de Osiris, y la vic-
toria de éste dios sobre Seth. Esta ceremonia constituía un modo
de renovar, regenerar y revitalizar periódicamente las fuerzas del
faraón para que pudiera seguir reinando sobre el trono de Egipto.
Además, debía repetirse durante la fiesta Heb Sed se puede obser-
var, entre otros lugares, en el templo de Sethi I en Abidos, el lugar
de culto a Osiris.

El faraón era hijo de los dioses, elegido entre la Énada para


gobernar el Alto y el Bajo Egipto. Pero su condición era de hom-
bre Dios, y por tanto su fuerza debía regenerarse mediante ritos
mágicos que garantizarían la completa renovación de sus fuerzas
vitales. Para ello, se realizaba la fiesta Heb Sed, una festividad di-
ferente al del pilar Djed. Era uno de los eventos más importantes
en la vida de cada faraón. Dicha fiesta parece tener relación con
el tiempo de duración de la vida y del reinado, agotar el tiempo
que marca una “generación de 30 años”. Una vez terminado este
período de tiempo, era indispensable realizar una regeneración. La
primera Heb Sed, salvo excepciones, se realizaba en el trigésimo
año de reinado. Algunos faraones la repitieron varias veces, en in-
tervalos de tiempo más breves. Ramsés II la realizó catorce veces.
Uno de estos momentos culminantes era la coronación del faraón
del Doble País. Una vez el faraón se había revitalizado, tenía lugar
una carrera ritual como prueba de su fortaleza y rejuvenecimiento.
En uno de los relieves de la capilla roja de Hatshepsut la vemos en
la carrera, portando el flajelum en su mano derecha, en su mano iz-
quierda el mekes, un pequeño estuche de papiro que refleja el poder
del faraón. En el relieve, Hatshepsut esta vestido con el Shend Jyt,
el paño corto característico de la carrera ritual, y se rejuvenecía así
ante los ojos de Amón.

En las cámaras subterráneas donde está ubicadas este pilar


Djed, tienen las paredes revestidas de una suerte de azulejos, deli-

317
cadamente colocados, como si fuesen las láminas metálicas de un
vibráfono.

Detalle de Djed en serie y azulejos del vibráfono.

En la parte superior de las paredes se conforma lo que parece


una serie de djed, interconectados en serie, de forma similar a lo
que hoy serían torres de alta tensión.

La idea de la vibración a alta frecuencia, energía taquiónica,


neutralidad eléctrica, ausencia de masa y de peso aparece en alguna
medida en las diferentes teorías esotéricas. La figura del Djed está
muy presente en toda la cultura egipcia con una gran cantidad de
relieves y aplicaciones decorativas en forma de amuletos.

318
VI. ¿COMO ENCAJA TODO ESTO?
Los detractores de la mitología siempre manifiestan, que los mi-
tos son relatos basados en la tradición y en la leyenda, creados para
explicar el universo, el origen del mundo, los fenómenos naturales
y cualquier cosa para la que no haya una explicación simple. Sin
embargo, no todos los mitos tienen qué tener ese propósito expli-
cativo. Igualmente, la mayoría de los mitos están relacionados con
una fuerza natural o deidad, pero muchos son simplemente histo-
rias y leyendas que se han transmitido oralmente de generación en
generación. En otras palabras no hay forma de comprobarlos. En-
tonces ensayemos la posibilidad de ordenar cronológicamente toda
esta información que se tiene en las tablillas sumerias, los jeroglífi-
cos egipcios, las escrituras sagradas y otros documentos con hechos
admitidos y conocidos por la historia formal, y encontraremos lo
siguiente.

6.1 EL DESARROLLO HISTORICO DE LOS SUME-


RIOS, EGIPCIOS, HEBREOS Y OTROS EN EL MUNDO.

De los muchos artefactos increíbles que han sido recuperados

319
de los sitios en Irak donde florecieron ciudades sumerias, pocos han
sido más interesante que la Lista de los Reyes sumerios, un antiguo
manuscrito grabado originalmente en la lengua sumeria, enume-
rando reyes de Sumeria (antiguo sur de Irak) y dinastías vecinas,
sus periodos de los supuestos reinados, y la ubicación de la realeza
“oficial”. En esta lista se mezclan gobernantes pre-dinásticos, apa-
rentemente míticos con los gobernantes históricos que se sabe que
han existido.

El primer fragmento de este texto raro y único, una tableta cu-


neiforme de 4,000 años de edad, fue encontrada en el año 1,900 por
el erudito alemán-estadounidense Hermann Hilprecht en el sitio de
la antigua Nippur y se publicó en 1,906. Desde el descubrimiento
de Hilprecht, al menos otros 18 ejemplares de la lista del rey se han
encontrado, la mayoría de ellos datan de la segunda mitad de la
dinastía de Isin (2,017-1794 a. C.). No hay ni siquiera dos de estos
documentos que son idénticos. Sin embargo, hay suficiente mate-
rial común en todas las versiones de la lista para dejar claro, que se
derivan de un solo relato, de la historia Sumeria.

Las cuatro caras del prisma Weld-Blundell.

Entre todos los ejemplares de la Lista de Reyes Sumerios, el


prisma de Weld-Blundell en la colección cuneiforme del Museo
Ashmolean de Oxford, representa la versión más extensa, así como
la copia más completa de la Lista de los Reyes. El prisma de 8
pulgadas de alto, contiene cuatro lados con dos columnas a cada

320
lado. Se cree que originalmente tenía un husillo de madera que va
a través de su centro, de modo que pudiera hacerse girar y leer en
los cuatro lados. En él se enumeran los gobernantes de las dinastías
antediluvianas (“antes del diluvio”) hasta la decimocuarta dinastía
de reyes de la dinastía de Isin (1,763-1,753 a. C.).

La lista es de inmenso valor, porque refleja tradiciones muy


antiguas y, al mismo tiempo, proporcionan un marco cronológico
importante en relación con los diferentes períodos de la realeza en
Sumeria, e incluso demuestra notables paralelismos con las cuentas
en el Bereshit y Génesis.

Son varios las tablillas que tienen “Lista de Reyes Sumerios” en


forma parcial, y con ellos hacemos un listado resumen, que sería el
siguiente:

Reyes en el cielo.
Alorus, 162,000 años, según algunos estudiosos se trataría del
mismo dios bíblico de Adán, y en la opinión de Setchin sería Anu
el dios supremo Sumerio.
La 1ra Dinastía en la tierra.
8 reyes gobernaron en 5 ciudades un periodo de 241,200 años.
Entonces ocurrió la inundación en el año 30,378 a. C.
Reyes después de la inundación.
Después de la inundación, la monarquía fue emitida desde el
cielo por segunda vez, esta vez a la ciudad de Kish (Kic), que se
convirtió en la sede de la realeza.
1er reino de Kic (Kis).
23 reyes gobernaron 24,510 años.
1ra dinastía de Unug (Uruk).
12 reyes que gobernaron 2,310 años.
1ra dinastía de Urim (Ur).
4 reyes gobernaron 177 años.
1ra dinastía Awan (Elamita).
3 reyes gobernaron 356 años.
2da dinastía de Kic.
8 reyes que gobernaron 3,195 años.
2da dinastía Elamita.
1 rey que gobernó 360 años.
2da dinastía de Unug (Uruk).
3 reyes que gobernaron 187 años.

321
2da dinastía de Urim (Ur).
3 reyes que gobernaron 582 años.
Dinastía de Adab.
1 rey que gobernó 90 años.
La dinastía de Mari.
6 reyes que gobernaron 136 años.
La dinastía de Akad.
6 reyes que gobernaron 99 años.
3ra dinastía de Kic (Kis).
8 reyes que gobernaron 212 años.
3ra dinastía de Unug.
1 rey que gobernó 25 años.
Dinastía de Agade
12 reyes gobernaron 197 años.
4ta dinastía de Unug.
5 reyes gobernaron 30 años.
Dinastía de Gutium.
21 reyes gobernaron 95 años.
5ta dinastía Unug.
1 rey gobernó 27 años.
3ra dinastía Urim.
5 reyes gobernaron 108 años.
Dinastía de Isim.
14 reyes gobernaron 203 años

Todas las ciudades pre-diluvianas mencionadas en la lista no


han sido halladas y posiblemente nunca serán encontradas, porque
se destruyeron en los acontecimientos antes y durante el diluvio.

Nippur, la ciudad de los dioses, era una zona prohibida para los
seres humanos. Los reyes de las dinastías de Kic (Kis) eran dioses
(Igigi). Los reyes de la dinastía de Unug (Uruk) eran semidioses,
hijos de dioses. Así Dumuzid y En-men-barage-si vivió en la mis-
ma época de Aga y Gilgamesh.

De acuerdo con el cronograma de Académicos, Gilgamesh vi-


vió alrededor del 2,700 a. C., un agujero de unos 3,400 años con la
línea de tiempo de la lista de Reyes Sumerios. Para algunos estu-
diosos el tiempo se detuvo durante unos 3,400 años.

Los estudiosos todavía están confundidos acerca de la larga

322
vida de la mayoría de los Reyes de la lista, aspecto similar ocurre
con los primeros patriarcas del Tanaj y la Biblia.

Por su parte los egipcios también hicieron sus propias listas


de reyes, las mismas que fueron plasmadas en el Papiro de Turín,
la Piedra de Palermo, los textos del sacerdote egipcio Maneton y
otros.

La lista de reyes del Canon Real de Turín inicia con los dioses
que según la creencia de los antiguos egipcios, gobernaron Egipto
al principio. Para los egiptólogos, esto es mitología y sólo dan por
cierta la cronología a partir de la Dinastía I. ¿Por qué los arqueó-
logos no aceptan que los dioses gobernaron Egipto? Porque ello
implicaría admitir la presencia de seres que no eran precisamente
de este mundo, a los que llamaron dioses, o los tomaron como tales
en la antigüedad.

Lista de reyes del Canon Real de Turín.

Al comienzo de la lista se encuentra el dios Ptah que, según la


cosmogonía de Menfis, creó el mundo con el corazón y la palabra.
Le sucede Ra, el dios sol creador de la vida, y después su hijo Shu,
el aire, que separó el cielo (Nut) de la tierra (Geb) interponiéndose
entre ambos. A Shu le sucede Geb, y después el hijo de éste, Osiris,
que es asesinado por su hermano Seth.

323
Luego aparece Horus, el hijo póstumo de Osiris, que luchó con-
tra Seth por el trono de Egipto. Después, el Canon Real de Turín
da los nombres de otros tres dioses: Thot, Maat y un Horus cuyo
nombre se ha perdido. Luego aparecen otros nueve dioses, que son
los que se encargan de la transición entre un gobierno de dioses a
otro de humanos. Estos dioses son los bau de Buto e Hierakómpolis
(Nekhen), los cuales representan a los gobernantes del norte y del
sur durante el Periodo Predinástico (anterior al 3,000 a. C.). Estos
dioses en conjunto forman los bau de Heliópolis y se relacionan con
Horus, el dios de la realeza. Es importante señalar que Buto e Hie-
rakómpolis eran las capitales predinásticas del Bajo y Alto Egipto
respectivamente. Después vienen los Shemsu Hor (Seguidores de
Horus), los cuales podrían ser los reyes predinásticos, pero aún no
está claro. Los Seguidores de Horus se representan con cuerpos
celestes, con forma de discos alados, y con armaduras impropias a
la época.

Después de esta lista de dioses, el Canon Real de Turín inicia


con los reyes humanos, siendo el primero de ellos Menes, primer
rey de la I Dinastía, el primer Rey del Alto y Bajo Egipto, esto es,
del Egipto unificado. Su nombre aparece dos veces, uno con un
determinativo para “humano” y el otro para “divino”.

Los reyes y sus reinados se suceden hasta llegar a la Dinastía


XVII, donde se corta la cronología. El papiro también incluye a
reyes del Primer Periodo Intermedio (Dinastías VII a XI, 2,181 -
2,055 a. C.), sobre todo de la segunda mitad del mismo, cuando se
produjeron los enfrentamientos entre los reyes heracleopolitanos y
tebanos por el poder; el tebano Mentuhotep II se impuso, iniciando
el Imperio Medio (2,055 - 1,773 a. C.). Aun así, se creía perdido
valiosa información referente a la Dinastía XI, pero recientemente
aparecieron los trozos extraviados del papiro en el Museo Egipcio.

Diferente a las listas reales conocidas, el Canon Real de Turín


sí incluye a los odiados gobernantes hicsos del Segundo Periodo
Intermedio (1,773 - 1,550 a. C., dinastías XIII a XVII, siendo las
dinastías hicsos la XV y la XVI), añadiendo a sus nombres el deter-
minativo de “extranjero”. El término “hicsos” viene de la expresión
egipcia “heqau khasut”, es decir, “gobernantes de los países ex-
tranjeros”, el cual se aplicaba a los gobernantes asiáticos. Eviden-
temente, el motivo de la inclusión de los hicsos en el Canon Real de

324
Turín es porque no era una lista real destinada al culto a los reyes
predecesores de un faraón como las de Abidos o Karnak, lo cual le
da más veracidad a la lista de dioses gobernantes como tal, ya que
no es producto de una fantasía mitológica.

El Papiro de Turín, coincide con otras fuentes apócrifas como


la Piedra de Palermo, que es la mitad de una enorme losa de diorita
negra, que originalmente debió medir unos 2 metros de longitud
y 60 centímetros de altura. Actualmente se encuentra en el Mu-
seo de Palermo, aunque en realidad existen 7 fragmentos en total,
distribuidos por diferentes museos del mundo. Este documento, en
escritura jeroglífica, da cuenta de 120 reyes predinásticos que rei-
naron antes de que existiera oficialmente la civilización egipcia. De
nuevo aparecen los nombres de los misteriosos dioses y semidioses
engrosando las genealogías reales egipcias.

Manetón fue un sacerdote egipcio de Heliópolis que vivió en el


siglo III a. C., durante los reinados de Ptolomeo I y II, poco tiempo
después del historiador babilónico Beroso, siendo ambos casi con-
temporáneos. Las cronologías que detalla Manetón, encajan con el
Papiro de Turín y la Piedra de Palermo, perfectamente.

Manetón escribió “La Historia de Egipto” en 3 volúmenes, que


ya no existen, pero han llegado fragmentos recogidos por Flavio Jo-
sefo (siglo I d. C.), Julio Africano (siglo III d. C.), Eusebio de Cesá-
rea (siglo IV d. C.), y Sincelo, conocido como Jorge el Monje (siglo
IX d. C.). Estos autores están relacionados con la Iglesia católica.

Según Eusebio, una dinastía de dioses reinó en Egipto durante


13,900 años: el primer dios fue Vulcano, el dios descubridor del
fuego, después el Sol, Sosis, Saturno, Isis y Osiris, Tifón hermano
de Osiris, y Horus hijo de Isis y Osiris. A estos, siguieron dinastías
de semidioses que reinaron durante 11,025 años, lo que hace un to-
tal de 24,925 años. A partir de ese tiempo, aproximadamente sobre
el 3,000 a. C. reinaría el primer faraón, Menes o Narmer.

Sincelo (Jorge el Monje), narra desde las Crónicas de Manetón,


seis dinastías de dioses que reinaron durante 11,985 años. De nue-
vo aparecen: Hefestos dios del fuego, Helios o Sol, Agatodemon,
Cronos o Saturno, Isis y Osiris y Tifón hermano de Osiris. Los pri-
meros 9 semidioses que cita Sincelo son Horus (hijo de Isis y Osi-

325
ris), Ares, Anubis, Heracles, Apolo, Amón, Titoes, Sosus, y Zeus,
abarcando entre estos 9 semidioses un periodo de unos 2,645 años
aproximadamente en el reinado en Egipto. A continuación Sincelo,
sigue con una sucesión de dinastías de semidioses, y seguidores de
Horus, abarcando entre todos ellos miles de años de reinados en
Egipto, en cifras similares a las que establece Eusebio. Y todo esto,
antes de que empezara a reinar en Egipto el primer faraón según la
Historia oficial.

Hay pequeñas diferencias entre las cronologías de Eusebio y


Sincelo; por ejemplo, Sincelo cataloga a Horus como el primero de
los semidioses, mientras que Eusebio lo nombra como el último de
los dioses.

Si todos estos reyes son figuras inventadas o mitológicas, ¿Por


qué el afán de hacer constar la duración de sus reinados en cifras
tan exactas?, simplemente habrían presentado esos períodos como
espacios de tiempo indefinidos. Entonces, ¿Existieron realmente o
es mitología?

Julio Africano volvió a referirse a los dioses, los semidioses, hé-


roes y “espíritus”. Detalla que después del Diluvio, la primera casa
real egipcia tuvo 8 reyes, el primero de los cuales fue Menes de Tis,
que reinó durante 62 años. Fue arrollado por un hipopótamo (Eu-
sebio precisa que era un dios en forma de hipopótamo) y pereció.

No debemos olvidar el importante testimonio de Diodoro de


Sicilia, el famoso historiador griego del siglo I a. C., que tardo 30
años en escribir una Historia Universal, visitando todos los lugares
y monumentos que menciona. En Egipto fue ilustrado por los sa-
cerdotes y eruditos egipcios de aquella época, y no dudó en escribir
que los primeros monarcas del país del Nilo reinaron desde hacía
23,000 años. Otra vez asoman dioses y semidioses en la cronología
de Egipto, en un tiempo en el que todavía no reinaban los seres
humanos.

En las “Vedas” hindúes se narra en forma reiterada que los reyes


aliados de los dioses viajaban y combatían junto a sus dioses en
naves voladoras y armadas con rayos ardientes contra una raza de
demonios que invadieron a tres sistemas planetarios. A estas naves
se les llama vimanas y el dios aliado de los reyes hindús es Visnú.

326
Aceptando la posibilidad de que estos dioses y semidioses go-
bernaron o vivieron en Sumeria, Egipto, Caral y la India, mucho
antes de las dinastías conocidas, ¿Quiénes eran estos dioses? ¿De
dónde llegaron? ¿Fueron ellos los constructores de los más grandes
monumentos de la antigüedad? Esa es la pregunta que surge ante
las evidencias de las transcripciones de los textos del Prisma de
Weld-Blundell, Canon Real de Turín, la Piedra de Palermo, o las
Crónicas de Manetón. Y por otro lado ¿La existencia de la Atlántida
es solo una leyenda?, ¿Es solo leyenda los Vimanas de los Vedas
hindúes?, ¿Son solo leyendas las narraciones de antiguas civiliza-
ciones que narran el diluvio universal?, ¿Es mitología los grabados
de seres alados que existen en todas las culturas antiguas del mun-
do? Ya es hora de cambiar de opinión.

6.1.1 Los inicios de Sumer (4,000 a. C.)

En el 4,000 a. C., la Baja Mesopotamia pasó por varios siglos


de desorden y decadencia, los invasores de estas tierras terminaron
por asimilar la cultura de la región que habían conquistado y se
esforzaron por alcanzar el nivel de vida anterior. Surgió así una
nueva civilización, conocida como Sumer con un primer rey llama-
do Jucur que establecerá el primer reino de Kic (Kis). Los sumerios
dominaron la Baja Mesopotamia durante todo el cuarto milenio y
se vieron obligados a defenderla de las incursiones de los pueblos
vecinos, que la hostigaban como ellos la habían hostigado durante
el milenio anterior.

Los sumerios trajeron consigo sus propios dioses, que se com-


binaron con los de los pueblos conquistados. El panteón resultante
tendrá tres dioses destacados: Anu era el dios del cielo, y tenía su
santuario más importante en la ciudad de Uruk, Enlil era el dios de
la tierra y su santuario principal estaba en Nippur, mientras que Ea
(Enki) era el dios de los ríos y era especialmente adorado en Eridu.
Probablemente los dos últimos eran dioses previos a la invasión,
pues la tierra y los ríos son preocupaciones típicas de los agricul-
tores, mientras que Anu el dios principal que trajeron los sumerios,
era un dios de pastores. Por supuesto, cada ciudad adoraba también
a otros dioses menores que ellos llamaban “igigis”.

La religión sumeria tenía sus raíces en el culto a la naturaleza,


llegando a la conclusión que la fuerza mayor estaba en el trabajo de

327
seres sobre naturales. La naturaleza fue adorada inicialmente, como
entidades sobre sí mismos. Sin embargo con el tiempo, la forma
humana llegó a ser asociado con estas fuerzas. Dioses con forma
humana, que tienen control sobre la naturaleza.

El número doce no es una casualidad para los sumerios, ellos


contaban señalando con el pulgar las doce falanges de los otros
cuatro dedos de la mano, y marcaban los múltiplos de doce con los
cinco dedos de la otra, de modo que el mayor número que podían
contar con los dedos era 60. Dividieron la bóveda celeste en 12
signos zodiacales, el año en 12 meses y el día en dos grupos de 12
horas. Cada hora en 60 minutos. Ellos construirán torres elevadas
que llamaran zigurats, canales de irrigación para incrementar sus
producciones agrícolas y pecuarias. Pero sobre todo construyeron
ciudades, que género la mano de obra de especialistas.

En Egipto, la cultura neolítica propició la organización del típi-


co desarrollo de la religión y el surgimiento de una poderosa clase
sacerdotal. Los cazadores debieron de modelar sus primeros dioses,
debido a que adoraban a dioses que favorecían la buena caza. Así,
había dioses con cabeza de halcón, de chacal, de hipopótamo, etc.
Con la agricultura aparecieron nuevos dioses, el más importante de
ellos fue Ra, el dios del sol, al que vinculaban los cambios estacio-
nales y las crecidas del Nilo. Los egipcios decían que fue el dios
Osiris quien les enseñó las artes agrícolas. Osiris era, pues, un dios
de la vegetación, representado con forma humana. Fue asesinado y
descuartizado por su hermano Set, pero su esposa Isis recogió los
pedazos y lo devolvió a la vida. No obstante, uno de los fragmentos
se perdió, y Osiris no quiso permanecer así entre los hombres, sino
que descendió al mundo subterráneo, donde reinaba desde enton-
ces sobre las almas de los muertos. Isis y Osiris tuvieron un hijo,
Horus, representado con cabeza de halcón (lo que hace pensar en
un mito del tiempo de los cazadores que pervivió en las leyendas
de los agricultores). Horus vengó la muerte de su padre, castrando
a Set y no pudo matarlo por ruego de su madre Isis.

Egipto era considerado el pueblo que desarrolló una teoría so-


fisticada sobre la vida después de la muerte, pero a la luz de los
escritos sumerios, acadios y babilonios, el inframundo y la vida en
ella, es parte de los mitos sumerios, así como el “renacer” o el re-
torno del reino de Heriskigal la diosa del inframundo sumerio, que

328
había sido visitado y retornaron de ella, Enki el dios de la sabiduría
e Inanna que fue a rescatar a su amado Dumuzi. Evidentemente las
ideas sobre la vida después de la muerte, son originales de Sumeria.

La supervivencia a la muerte no era automática, para los egip-


cios, sino que dependía de ciertos ritos que controlaban los sacer-
dotes. Probablemente estas creencias fueron expresamente desarro-
lladas por los sacerdotes, para conseguir la sumisión del pueblo a
su autoridad, aspecto en la que tuvieron éxito. La supervivencia a la
muerte será casi una obsesión para los egipcios de todas las clases
sociales, durante cientos de años, y nunca en su historia, abandona-
ron su incondicional sumisión a la autoridad religiosa.

En China, hacia el 4,000 a. C., surgirá una nueva comunidad


agrícola en el bajo Yang-Tse Kiang, probablemente influenciada
por la civilización del río Amarillo. En el valle del Indo, la civiliza-
ción se perfeccionó sensiblemente a lo largo del milenio: se cons-
truyeron ciudades de ladrillo, empezó a usarse el cobre y se inició el
comercio con Mesopotamia. En Europa el neolítico estaba ya muy
extendido. No hay muchos datos, pero parece ser que la Europa
neolítica “típica” estaba formada por sociedades agrícolas seden-
tarias, poco belicosas y matriarcales, que tendían a formar pueblos
y ciudades relativamente numerosas. Por el contrario, los pueblos
indoeuropeos, que habitaban el oeste asiático, formaban sociedades
eminentemente pastoriles, de carácter patriarcal y espíritu guerrero.
Ellos habitaban en pequeños poblados con casas semisubterráneas.

En Centroamérica, hacia el año 3,500 a. C., empiezan a apare-


cer casas semisubterráneas, mientras en América del Sur, en Sechin
Bajo, en el Perú, ya se construía con piedra y adobes rectangulares,
plazas circulares hundidas y empezaron a edificar en el área adya-
cente, posiblemente su centro ceremonial-administrativo.

Los sumerios descubrieron la técnica para extraer cobre de


ciertas rocas, que generalizo el uso de este metal entre ellos, espe-
cialmente mejores armas para defenderse de los pueblos nómadas.
También inventaron el carro con ruedas, tirado por un asno. En
Uruk se inventó el sello cilíndrico, un pequeño rodillo de piedra
con un relieve que se marcaba repetitivamente en la arcilla al ha-
cerlo rodar sobre ella. Los mercaderes usaban estos sellos a modo
de marca de sus productos. Con el tiempo adquirieron la costumbre

329
de marcar los recipientes de barro con señales que representaran
la naturaleza y cantidad de su contenido, hasta que consideraron
innecesario, hacer marcas sobre los propios recipientes, porque era
más cómodo marcar en tablillas de arcilla, donde podían guardar
registros de las existencias, etc. Al principio cada mercader usaría
sus propios registros, pero hacia el 3,400 a. C., se extendió un mis-
mo código común.

La actividad comercial de Canaán fue en aumento, hacia el año


3,300 a. C., fundándose la ciudad de Biblos, que pronto empezaría
a comerciar por mar con Egipto y las islas del Mediterráneo. Es
a través de los comerciantes cananeos, como Egipto conocía los
avances culturales que se producían en la media luna fértil.

6.1.2 La unificación de Egipto (3,200 a. C.)

Los reinos egipcios del delta del Nilo (el Bajo Egipto), se uni-
ficaron bajo la monarquía de Buto. Sus reyes ostentaban la corona
roja, mientras que el resto del territorio (el Alto Egipto) estaba go-
bernado por los reyes de Hieracómpolis, que ostentaban la corona
blanca. Al parecer la unificación se produjo por medios políticos.
Egipto nunca había sufrido amenazas externas, por lo que no tenía
ejércitos.

Rey Nármer

330
El rey Nármer de Hieracómpolis unificó el Alto y el Bajo Egipto
en un único reino y ciñó las dos coronas, hacia el 3,200 a. C. Él y
sus descendientes (la I dinastía de reyes de Egipto) consolidaron el
poder real y la unidad del país difundiendo la idea de que el rey era
un dios dueño de todo el valle del Nilo. Nármer estableció la capital
del reino en Tinis, de donde parece ser era originario. Construyó
la ciudad de Menfis en la frontera entre el Alto y el Bajo Egipto,
tal vez con la intención de convertirla en capital si el Bajo Egipto
recelaba de ser gobernado desde el Alto Egipto, cosa que no llegó
a suceder.

Bajo la primera dinastía los egipcios construyeron canales para


regar las zonas del valle más alejadas del Nilo. Surgieron trabaja-
dores especializados y se idearon barcas para transportar materiales
por el río. Se fomentó la agricultura y la ganadería. Indudablemente
esto era la influencia cananea-sumeria.

Los sacerdotes sumerios aprovecharon el código de signos que


habían elaborado los mercaderes y lo extendieron para reflejar
ideas abstractas. Hacia el 3,100 a. C., los sumerios disponían de
una auténtica escritura. Escribían sobre tablas de arcilla mediante
un punzón que producía marcas en forma de cuña. Cada palabra se
representaba con un signo que, si bien en un principio podía haber
sido un esquema de su significado, la práctica lo había reducido
a una agrupación de cuñas puramente convencional. Este tipo de
escritura es conocida como la escritura cuneiforme. La escritura
era entonces una técnica muy compleja, pues los sumerios tenían
un signo para cada palabra, lo que suponía un inventario enorme de
signos que sólo los sacerdotes dominaban. Esto dió mucho poder
a la clase sacerdotal que tenía entre sus miembros a los escribas.
La lengua más antigua de la que tenemos constancia escrita es la
sumeria. Una lengua completamente diferente a todas las que se co-
nocen hoy en día. Sus palabras son monosilábicas y las oraciones se
forman aglutinando palabras, de modo que muchas de ellas actúan
como prefijos y sufijos de otras.

Mientras toda la media luna fértil se alimentaba de la cultura


sumeria. Al este de la Baja Mesopotamia, al sur de los montes Za-
gros, en el actual Irán, se formó un pueblo conocido como Elam,
que prosperó con el control del comercio entre Irán y Mesopota-
mia. Los elamitas adoptaron la cultura sumeria, pero conservaron

331
su propia lengua, que subsistió hasta el siglo XI d. C. El resto del
mundo continuaba su lenta evolución neolítica.

6.1.3 La invasión semita a la media luna fértil (3,000 a. C.).

Hacia el año 3,000 a. C., una nueva oleada de nómadas invadió


la media luna fértil, tal y como había sucedido mil años antes con
los sumerios. Esta vez no provenían de las montañas del este, sino
que eran pueblos semitas de Arabia. Probablemente, las condicio-
nes de vida eran más duras, quizá había un exceso de población
o algún conflicto tribal. Varias de estas tribus se lanzaron hacia el
norte con un ímpetu inusitado, fenómeno que se iba a repetir varias
veces en la historia.

Los sumerios consiguieron mantener a los semitas alejados


de sus ciudades principales, a lo largo del Éufrates inferior, pero
perdieron muchas ciudades en la Alta Mesopotamia, como Mari,
que había sido fundada recientemente. Otros grupos de semitas se
asentaron en la costa norte de Canaán y a lo largo de Siria. Al igual
que sucedió con la ocupación sumeria, los territorios conquistados
entraron en un periodo de decadencia del que tardarían siglos en
recuperarse. La zona que se recuperó rápidamente fue la costa norte
de Canaán, cuyos nuevos habitantes se dedicaron al comercio por
mar, y son los fenicios. Es probable que la crisis obligó a algunos
cananeos a abandonar su patria, y algunos marcharon a la isla de
Creta. Esto explicaría por que en esas fechas, empezaron a usar el
cobre y a construir buenos barcos, con los que iniciarían las relacio-
nes comerciales con Egipto y Canaán.

Por su parte, los sumerios seguían progresando. El tercer mile-


nio se inició con un descubrimiento crucial: la posibilidad de mez-
clar el cobre con el estaño para fabricar bronce. El cobre es un metal
bastante blando, y el estaño mucho más, pero la mezcla de ambos
en una proporción adecuada produce una aleación más fuerte. Esto
permitió fabricar armas más efectivas que las anteriores. Con ello,
los sumerios se impusieron definitivamente sobre los pueblos bár-
baros que los amenazaban, pero las ciudades-estado también em-
pleaban las nuevas armas para enfrentarse las unas a las otras y
formaron ejércitos cada vez mejor organizados. Los comerciantes
elaboraron un complejo sistema de pesos y medidas. Incluso se es-
tableció una especie de servicio postal.

332
Egipto siguió recibiendo y asimilando los conocimientos sume-
rios. Poco después del 3,000 a. C., había adaptado su sistema de
escritura. En lugar de escribir sobre tablillas de arcilla los egipcios
usaron un soporte más sofisticado: de unas cañas que crecían en
abundancia a orillas del Nilo extraían unas fibras que entretejían
en varias capas, las empapaban en agua, las prensaban y con ello
obtenían unas láminas llamadas papiros, en las que era muy fácil
escribir con tinta. La escritura sobre papiro era mucho más cómoda
que sobre arcilla, por lo que los signos egipcios no se volvieron es-
quemáticos, como los sumerios. Al contrario, representaban figuras
muy claras. Pero seguían el principio sumerio, de que a cada pa-
labra le correspondía un signo, con toda la complejidad y elitismo
que ello conlleva. La escritura egipcia se conoce como escritura
jeroglífica. Indudablemente la escritura resultó indispensable para
la organización del estado egipcio.

Los reyes egipcios desarrollaron una ostentación y un lujo in-


usitados hasta entonces. En parte necesario: cuanto más lujosa era
la monarquía más convencida quedaba el pueblo de su naturaleza
divina y más fervorosa era su devoción. Esto fue plasmado en su
preocupación por la vida de ultratumba: Tras la muerte, el alma rea-
lizaba un viaje hasta la gran Sala del Juicio. Si llegaba sana y salva
(lo cual podía lograrse con los rezos y ritos adecuados), su vida era
juzgada, y si resultaba absuelta de todo mal ganaba la gloria eterna
junto a Osiris. Creían que para lograr la vida eterna, era necesaria
la conservación del cadáver, por lo que los egipcios desarrollaron
una sofisticada técnica de momificación para conservar los cadáve-
res incorruptibles durante un largo periodo de tiempo. Los ataúdes,
o sarcófagos, se depositaban en unas construcciones oblongas de
ladrillo llamadas mastabas. Se incluían estatuas del difunto y las
paredes se decoraban con escenas de su vida (quizá para abogar
en el más allá por sus virtudes). La idea de la vida después de la
muerte se entendía en un sentido muy literal, pues también se de-
positaban alimentos y bebidas, así como las riquezas del difunto.
Los entierros reales eran ceremonias fastuosas. Muchas tumbas de
reyes de las dos primeras dinastías se encuentran en Menfis, pese
a que la capital oficial era Tinis. Esto puede significar que algu-
nos monarcas gobernaron en la práctica desde Menfis, o tal vez
que era más conveniente celebrar el espectáculo en un lugar al que
podían acudir fácilmente los habitantes del Alto y el Bajo Egipto.
No tardaron los cortesanos en considerar que también ellos debían

333
“disfrutar” de esta clase de rituales, y exigieron ser momificados.
Sin proponerse, establecieron una competencia para ser enterrados
en tumbas fastuosas y con tesoros, pero surgieron los ladrones de
tumbas, que conseguían fácilmente grandes tesoros de oro y plata,
expoliando tumbas, pese a sus horrorizados paisanos devotos de la
vida en el más allá. Para evitar estos saqueos, promulgaron leyes
contra ellos y la amenaza de las maldiciones de la venganza divina,
a la vez que se trataba de mejorar la forma de esconder las tumbas
y de sellar sus entradas. Pero el éxito de las medidas fue escasa, ya
que pocas llegaron intactas a nuestros días.

La desertización en el África se incrementaba paulatinamente en


extensión. El lago Moeris, centro de riqueza de una importante re-
gión de Egipto, amenazaba con secarse. Los egipcios construyeron
un sistema de canales que lo conectaba con el Nilo, una imponente
obra de ingeniería, gracias a la cual la zona conservó su prosperidad
de antaño. Los problemas de reparto de tierras, hicieron prosperar
la geometría (cuando el Nilo se desbordaba, las divisiones se borra-
ban y había que restablecerlas); el comerció fomentó la aritmética;
el afán por predecir los desbordamientos anuales del Nilo llevó al
estudio de la astronomía. Hacia el año 2,800 a. C., los egipcios
adoptaron un calendario de 365 días, que mejoraba al sumerio, que
constaba tan sólo de 12 meses de 30 días (360 en total).

Por aquel entonces, la ciudad sumeria más poderosa era Kic


(Kis), que había sido fundada a finales del cuarto milenio. Su pre-
eminencia duró unas décadas más y pronto fue reemplazada por
Uruk, sin embargo, su grandeza no fue efímera, dejó una gran hue-
lla, tanto que los reyes sumerios posteriores, se llamaban a sí mis-
mos, “reyes de Kis”, pese a que no reinaban en esa ciudad. De los
reyes de Uruk, el más famoso fue Gilgamesh, quinto rey de la I
dinastía de Uruk, que reinó hacia el año 2,700 a. C. Mientras tanto,
la ciudad de Kis fue absorbida por los semitas. La cercana Nippur,
en cambio, siguió siendo sumeria, pues, aunque había perdido su
importancia política, continuó siendo un centro religioso que auna-
ba a los sumerios en el culto al dios Enlil.

6.1.4 Las primeras pirámides egipcias.

Hacia el 2,680 a. C., se produjo un segundo cambio dinástico en


Egipto (del primer cambio que dio origen a la II dinastía sabemos

334
poco). El primer rey de la III dinastía fue Zoser, quien estableció
definitivamente la capital en Menfis, confirmando una tendencia
ya marcada por las dinastías anteriores. Con Zoser termina un pri-
mer periodo de la historia egipcia conocido como periodo arcaico
y comienza el llamado Imperio Antiguo. La nueva dinastía llevó el
lujo de la casa real hasta extremos nunca vistos. Tal vez los nuevos
reyes temían que el pueblo recelara del cambio de dinastía, por lo
que se vieron en la necesidad de confirmar su naturaleza divina
mediante una ostentación inusitada. Entre los consejeros de Zoser
se encontraba Imhotep, considerado como el primer científico co-
nocido en la historia. Con el tiempo se crearon muchas leyendas
en torno a él. Se dijo que era un médico casi milagroso, se dijo que
era capaz de predecir un gran periodo de sequía, lo que permitió
almacenar reservas de trigo que salvaron al pueblo del hambre. Al
margen de lo que estas leyendas puedan tener de verdad, Imhotep
también fue arquitecto. Construyó la tumba de Zoser, que era de
piedra y no de ladrillo. En un principio tenía 63 metros de lado y 8
de altura, pero a Zoser no le debió de parecer suficientemente gran-
diosa, por lo que Imhotep la amplió hasta que la base midió 121 x
109 metros, luego construyó otra menor sobre la primera, y luego
otra, hasta llegar a seis pisos con una altura total de unos 60 metros.
El monumento tenía otras estructuras auxiliares a su alrededor, y
el conjunto estaba rodeado por un muro de unos 550 por 275 m y
se terminó de construir sobre el 2,650 a. C. Aunque esta bastante
deteriorada, la mastaba de Zoser o llamada también pirámide esca-
lonada de Saqqara, subsiste hasta nuestros días.

Foto de la pirámide de Saqqara en restauración 2,014

335
Las ciudades sumerias disminuyeron en número, pero las res-
tantes aumentaron de tamaño. Por entonces, la ciudad de Ur alcan-
zó la supremacía en Sumer, a expensas de Uruk. Los reyes y reinas
de Ur fueron enterrados en tumbas monumentales, acompañados de
tesoros y siervos. Los sumerios fundaron la ciudad de Assur en la
Alta Mesopotamia, junto al Tigris, que prosperó rápidamente.

Por entonces, Egipto empezó a explotar zonas vecinas: extraía


cobre del Sinaí e importaba toda suerte de productos de Nubia, la
región situada al sur: trigo, ganado, marfil, ébano, plumas de aves-
truz, pieles de leopardo y de pantera, etc. Hacia el 2,614 a, C., se
instauró en Egipto la IV dinastía. Su primer rey fue Snefru, quien
para ostentar, decidió construir una mastaba que superase a la de
Zoser. La suya tendría ocho pisos, y Snefru mandó rellenar los es-
calones de cada piso para que las caras presentaran una figura trian-
gular uniforme. Después cubrió toda la estructura con piedra caliza
rosada y brillante. El resultado fue una impresionante pirámide sin
comparación con ningún monumento anterior. A esta pirámide se le
conoce como la “pirámide roja”.

Pirámide Roja o Pirámide Norte de Dahshur

Después empezó a construir otra pirámide sin pisos, en la que


la sección disminuía paulatinamente a un ritmo constante, pero a
partir de cierta altura, aumentó significativamente la inclinación.

336
Parece ser que tuvo que variar el ángulo, porque los cimientos no
resistían y aparecieron grietas. Posiblemente hubo un accidente en
el que se perdieron muchas vidas, y la construcción fue abandona-
da. Luego hizo otro ensayo que sí concluyó, variando la inclinación
para disminuir el peso y aumentar la estabilidad. Como aparecieron
grietas, que no aseguraba que duraría muchos años, la pirámide fue
usada como sepulcro falso, en un intento de engañar a los posibles
saqueadores de tumbas. En un tercer intento consiguió una pirámi-
de estable, siempre con la punta más inclinada. Esta pirámide es
también llamada Pirámide Acodada, Pirámide Romboidal o Pirá-
mide Sur de Dahshur.

Pirámide Acodada de Snefru.

Snefru organizó un ejército para afianzar la dominación de


Egipto sobre las regiones vecinas, especialmente Nubia y el Sinaí.
Creó la figura del visir o primer ministro, a cuyo cargo dejó el ejér-
cito y un cuerpo de policía, asi mismo se rodeó de una corte de altos
funcionarios. En esta época los sacerdotes de Ra empezaron a ganar
influencia. Ra era el dios principal de la ciudad de Heliópolis, al
norte de Menfis, en el Bajo Egipto. En cambio, el dios principal de
Menfis era Ptah, considerado por los egipcios como el creador del
mundo. Finalmente, los sacerdotes de Ra consiguieron convertirlo
en el dios principal del panteón egipcio. Snefru fue declarado hijo
de Ra, título que ostentarían también sus sucesores, ratificando así
su naturaleza divina, pero, a su vez, vinculando precisamente a Ra
con la divinidad del Rey.

337
Los egipcios no eran grandes marineros. Sus barcos, que hasta
entonces sólo habían recorrido las tranquilas aguas del Nilo, bordea-
ban cautelosamente la costa mediterránea hasta Fenicia y volvían
por el mismo camino. Su principal contacto fue la ciudad fenicia
de Biblos, de donde importaba entre otras cosas resinas y metales,
pero el producto más cotizado de la zona era la madera –los cedros
del Líbano gozaban de gran prestigio en el mundo antiguo–. Snefru
también envió expediciones por el mar Rojo, que llegaron a Arabia
y Somalia, de donde traían incienso, resinas y lapislázuli. La isla de
Chipre se convirtió en un importante abastecedor de cobre. Por esas
fechas, la isla de Creta entraba en la Edad del Bronce, surgiendo
una nueva civilización llamada la cultura minoica, que mantuvo
estrechas relaciones comerciales con Egipto.

6.1.5 Las tres pirámides de Guiza.

El sucesor de Snefru fue Jufu, más conocido por su nombre


griego de Keops. Jufu construyó la mayor de todas las pirámides,
que fue emplazada cerca de la ciudad de Guiza. La obra se terminó
hacia el 2,580 a. C. La base era cuadrada, de unos 227 m de lado y
su altura era de 147 m. Para su construcción se utilizó más de dos
millones de bloques de piedra, la mayoría de los cuales pesaban
más de dos toneladas. Estos bloques de granito se extraían de las
canteras del sur, junto a la primera catarata del Nilo, y se transpor-
taron en barcos por el río. Los egipcios afirmaban que se construyó
en 20 años y que en ella trabajaron 100,000 hombres.

Las tres pirámides y la Esfinge.

338
Jufu fue sucedido por su hijo mayor Jafre (Kefrén) y luego por
su hijo menor Menkure (Micerino). Ambos construyeron pirámides
monumentales menores, junto a la de su padre. La de Jafre se termi-
nó hacia el 2,530 a. C., y la de su hermano hacia el 2,510 a. C. Las
tres pirámides forman un mismo complejo arquitectónico, cada una
de ellas estaba rodeada de mastabas menores, destinadas a otros
miembros de la familia real o de la corte, había templos, estatuas y
otros monumentos, donde el más famoso es la Esfinge, una gigan-
tesca figura con cuerpo de león y cabeza humana, que los griegos
pensaron que era de mujer, pero al parecer es una imagen de Jafre.

La segunda mitad del tercer milenio fue una época de grandes


cambios. Los pueblos indoeuropeos del oeste de Asia se despla-
zaron hacia el sur. Una tribu greco hablante ocupó el noreste de
los Balcanes. Por aquel entonces, los indoeuropeos ya conocían la
agricultura, pero se inclinaban más por la ganadería. Sus armas aún
eran de piedra, pues no conocían la metalurgia. En el sur de Grecia,
la población nativa (no indoeuropea) hacía tiempo que comerciaba
con el bronce, que obtenía principalmente de Chipre.

Los pueblos semitas que invadieron Mesopotamia cinco siglos


antes, empezaron a salir de su “edad oscura”. La ciudad de Mari
desarrolló una cultura mixta que conservaba su lengua semítica,
pero, adoraba los dioses sumerios.

En el Perú florecía la cultura Caral, cuyos habitantes construían


pirámides de piedra en la costa norte del actual Perú, y era la pri-
mera en el nuevo mundo que había logrado edificar una ciudad. Su
agricultura y actividad pesquera en el Océano Pacífico, les permitía
tener excedentes para construir pirámides.

En Egipto se instauraba la V dinastía, que reinó desde el 2,500


hasta el 2,430 a. C., cuando se instauró la VI dinastía. Al parecer, el
monarca que sucedió a Menkure fue un sacerdote de Ra, que culmi-
naba el ascenso político de este cuerpo sacerdotal. La construcción
de pirámides entró en decadencia, y los egipcios decidieron invertir
sus esfuerzos en el refuerzo de sus ejércitos.

Alrededor del 2,425 los elamitas se unieron por primera vez


bajo la dinastía de sumeria de Awan. Por esta época, los elamitas ya
habían adaptado la escritura sumeria a su propia lengua.

339
6.1.6 La escritura con fines históricos.

Hacia el 2,400 a. C., en Sumer destacó Eannatum, rey de la


ciudad de Lagash, que al parecer derrotó a los ejércitos unidos de
Uruk y de Ur, y para conmemorar sus victorias, Eannatum erigió
una serie de columnas de piedra o estelas con inscripciones e imá-
genes. La más famosa es la Estela de los buitres, en la que se ve
una formación de soldados con cascos y lanzas avanzando sobre los
cadáveres de los enemigos devorados por perros y buitres. Según
las inscripciones, el ejército vencido era el de la ciudad de Umma,
que provocó la guerra al quitar ciertas piedras que marcaban las
fronteras. Naturalmente, no conocemos la versión de los vencidos.
Lagash conservó su preeminencia durante algo más de un siglo.
Llegó a dominar un territorio de unos 4,500 kilómetros cuadrados.
Su último rey fue Urukagina, que ascendió al trono alrededor del
año 2,350 a. C. Por estas fechas los semitas crearon otro reino po-
deroso en Siria, cerca de Fenicia y alrededor de la ciudad de Ebla,
que llegó a dominar muchas ciudades del norte de la media luna
fértil, de Anatolia y de la Alta Mesopotamia. Otro tanto sucedió
con la ciudad de Mari, que dominó muchas ciudades de su entorno,
entre ellas Assur.

Estela de los buitres.

340
Parece ser que Urukagina fue un rey ilustrado, que trató de
impulsar reformas sociales para reducir el excesivo poder de los
sacerdotes en beneficio del pueblo. Sin embargo, los sacerdotes te-
nían más poder que el rey sobre un pueblo temeroso de los dioses.
Lagash se debilitó por sus convulsiones internas y Umma encontró
la ocasión de vengar su pasada derrota. Lugalzagesi, se apoderó
de Ur, se proclamó rey de Uruk y, desde allí, en el año 2,330 a. C.,
atacó y saqueó Lagash, y pronto adquirió el control de todo Sumer.

Se conoce todos estos detalles, porque a partir del año 2,800


a. C., los sumerios empezaron a usar sistemáticamente la escritura
con fines históricos y literarios, los egipcios harían lo mismo a par-
tir del 2,100 a. C. A los sumerios de siglos posteriores les debió de
sorprender la ausencia de registros anteriores al 2,800. Posiblemen-
te no se les pasó por la imaginación que la causa fuera que antes se
desconocía la escritura o, por lo menos, que ésta tenía un uso aún
muy restringido, así que conjeturaron que ésa debía de ser la fecha
del Diluvio Universal, una leyenda sobre una inmensa inundación
que posiblemente era mucho más antigua. Los sumerios ubicaron
todas sus leyendas en la época “antediluviana”.

Según dichas leyendas, el mundo fue creado en siete días. El


número siete se debe a que los astrónomos sumerios habían identi-
ficado siete cuerpos celestes, aparte de las estrellas: el Sol, la Luna,
Marte, Mercurio, Júpiter, Venus y Saturno. Estos astros eran divi-
nidades que influían sobre los hombres. El destino de una persona
dependía fuertemente del astro dominante del día y la hora de su
nacimiento. Cada día se nombraba según el astro que dominaba en
su primera hora, y así surgió la división del tiempo en semanas de
siete días.

Las listas de reyes sumerios fueron completadas con diez reyes


antediluvianos, a los que atribuían reinados de decenas de miles
de años. Uno de los famosos reyes fue Gilgamesh, rey de Uruk.
Su leyenda se basa indudablemente en el Gilgamesh histórico que
reinó hacia el 2,700, el Gilgamesh legendario, fue un héroe valiente
que realizó hazañas increíbles. Tras la muerte de un amigo se puso
a buscar el secreto de la vida eterna, y así conoció a Utnapishtim,
quien, favorecido por los dioses, construyó un barco en el que se
salvó juntamente con su familia, y cuando el diluvio hubo pasado,
sacrificó animales en acción de gracias: Los dioses olieron su aro-

341
ma, Los dioses olieron el dulce aroma, Como moscas, se agruparon
sobre el sacrificio...

En agradecimiento, los dioses otorgaron a Utnapishtim el don


de la inmortalidad. Cuando se encontró con Gilgamesh, le indicó
que debía buscar cierta planta mágica, que encontro, pero una ser-
piente se la robó.

6.1.7 El imperio Acadio.

Otra ciudad semita que había alcanzado cierto esplendor era


Kis. Mientras Lugalzagesi reinaba en Uruk y ejercía su influencia
sobre todo Sumer, el primer ministro del rey de Kis se las arregló
para usurpar el trono, tras lo cual adoptó el nombre de Sargón, que
significa “Rey legítimo”. Su legitimidad no debía de estar tan cla-
ra, pues el nuevo rey prefirió trasladar la corte a una nueva capital
fundada por él mismo y que no estuviese asociada a la monarquía
anterior. Esta capital fue Agadé, o Acad, y desde entonces el rey
fue conocido como Sargón de Acad. Alrededor del 2,300 a. C. Sar-
gón se enfrentó a Lugalzagesi y lo derrotó. Según sus inscripcio-
nes conmemorativas, esta victoria le dio el dominio de toda Sumer,
pero parece ser que en realidad necesitó varias campañas más para
lograr esta meta. En cualquier caso, Sargón acabó dominando una
extensa región de Mesopotamia que incluía a toda Sumer y que
fue conocida como el Imperio Acadio. Más aún, sometió al reino
de Elam, dejándolo bajo el gobierno del rey de Susa, una de sus
ciudades menos destacadas, que a partir de este momento empezó
a ganar influencia.

Sargón siguió combatiendo y sojuzgando ciudades del norte y


del este, mientras la capital de Acad iba engrandeciéndose. La ciu-
dad de Assur se había liberado recientemente del dominio de Mari,
e instauró una monarquía propia, pero sus reyes se convirtieron en
tributarios de Sargón. La propia Mari no tardaría en someterse tam-
bién al yugo acadio.

Diferente era el caso de Ebla, que estuvo a punto de derrotar a


Sargón, quien no obstante, logró rehacerse. Ebla conservó su in-
dependencia y se convirtió en un centro cultural importante, que
absorbió la cultura acadia. Los acadios antes habían incorporado la
cultura sumeria a la suya. En los restos eblaítas, se han encontra-

342
do numerosas tablillas cuneiformes con textos jurídicos, religiosos,
diplomáticos, administrativos y económicos, escritas en eblaíta. In-
cluso se han encontrado diccionarios sumerio-eblaítas. Según los
escritos acadios, Sargón llegó en sus campañas hasta la costa de
Canaán.

El Imperio Acadio fue el primer imperio histórico en el sentido


de un pueblo que dominó militarmente a otros pueblos extranje-
ros. En este sentido, el Imperio Antiguo egipcio no era un imperio,
sino una cultura homogénea que poblaba un territorio extenso. El
gobierno de Sargón fue opresivo para los pueblos que sojuzgó. Los
gobernantes sumerios del sur fueron sustituidos por guerreros bru-
tales, lo que causó muchas revueltas que Sargón tuvo que sofocar.
Por otra parte, Sargón instituyó el acadio como lengua oficial del
imperio y debió de tomar medidas para fomentarlo pues, a pesar del
prestigio que tenía el sumerio, terminó desplazándolo.

La entrada de los acadios conquistadores a las ciudades de Su-


mer genero una gran confusión, agravada por el hecho de que los
recién llegados hablaban una lengua que casi nadie entendía. La
gente más humilde, cuya visión del mundo se reducía a su entorno
más inmediato, no entendía por qué súbitamente aparecieron hom-
bres que hablaban una lengua extraña, que coaccionados debían
aprender. Era natural pensar en un castigo de los dioses. Con el
tiempo, cuando Sumer y Acad se borraron de la memoria de las
gentes, pervivió la leyenda de que hubo un tiempo en que todos
los hombres hablaban la misma lengua (o sea el sumerio), pero que
un día los dioses los castigaron y sembraron la confusión hacien-
do que hablaran dos lenguas distintas. Por otra parte, los zigurats
eran ya monumentos del pasado y lo que la gente sabía de ellos es
que habían sido construidos para acercarse al cielo. Esto era cierto:
muchos pueblos con divinidades celestes elegían lugares elevados
para estar más cerca de sus dioses al hacer sus sacrificios, y los
zigurats fueron la peculiar forma que tuvieron los sumerios de plas-
mar esta idea. Sin embargo la gente encajó en sus tradiciones am-
bas historias: los antiguos construían torres cada vez más altas con
la pretensión de alcanzar el cielo, pero los dioses se enojaron por
este intento de “invasión” y lo evitaron sembrando la confusión,
les hicieron hablar cientos de lenguas distintas, con lo que ya no
podían trabajar conjuntamente y el proyecto fracasó. Los hombres
se dispersaron según sus lenguas, y esta era la causa de que en el

343
mundo hubiera tantos pueblos con tantas lenguas diferentes. Por
cuestión de coherencia, la leyenda se ubicó después del Diluvio (los
hablantes de lenguas extrañas no habían perecido totalmente con el
diluvio), lo cual por otra parte también encajaba en la historia: tal
vez los antiguos querían llegar al cielo para salvarse en caso de que
los dioses provocaran otro diluvio.

Hacia el 2,300 a. C., se inicia un periodo de esplendor en el


valle del Indo. La civilización del Indo fue extendiéndose hasta
ocupar un territorio mayor que el actual Pakistán. Se construyeron
grandes ciudades de ladrillo con casas rectangulares y calles de 8 m
de ancho, disponían de instalaciones sanitarias, almacenes, piscinas
y un sistema de canales muy estudiado. Sus habitantes cultivaban
el trigo y la cebada, y se han encontrado los restos más antiguos del
cultivo del algodón. Tenían una escritura reducida de 270 signos
diferentes, que únicamente se han encontrado en sellos (cuyo signi-
ficado se desconoce). Por esta razón consideran que debían de ser
identificaciones de mercancías. Por otra parte sorprende la ausencia
de templos en las ciudades, pero se encontraron objetos de culto,
que anteceden a la futura religión de la India. Tampoco había pala-
cios, lo que suscita muchas interrogantes sobre el tipo de estructura
social de esta cultura. Las capitales más importantes eran Harappa
y Mohenjo-Daro. Se ignora si eran capitales de estados distintos o
si formaban un mismo imperio. Hay constancia de intenso comer-
cio marítimo con Sumer.

Por esa época reinaba en Egipto el tercer rey de la VI dinas-


tía, Pepi I, nativo de Menfis. Los nómadas del desierto de Libia
empezaron a hostigar el país, pero fueron rechazados cinco veces
por los ejércitos egipcios, dirigidos por un general llamado Uni.
Este general consolidó el dominio de Egipto sobre la península del
Sinaí, rica en metales, y supervisó expediciones a Nubia, al sur de
la primera catarata del Nilo. El Imperio Antiguo alcanzó así su apo-
geo. Es probable que Pepi I decidió que las relaciones comerciales
que Egipto mantenía con Fenicia desde hacía mucho tiempo, ya
no eran satisfactorias: los cananeos pagaban poco por las exporta-
ciones egipcias y cobraban mucho por sus productos (Cuando dos
personas negocian y una tiene un ejército poderoso, es natural que
llegue a esta conclusión). Los fenicios fueron exhortados a pagar
periódicamente un tributo al rey, pero algunas ciudades decidieron
negarse. En consecuencia, Uni dirigió una expedición contra Fe-

344
nicia: una columna marchó por tierra y otra transportada por mar
desembarcó hacia el sur de Biblos. El ejército derribó murallas,
incendió ciudades, destruyó cosechas, se apoderó de toda clase de
objetos valiosos y, sin duda, consiguió que las ciudades castigadas
se comprometieran a pagar el tributo.

Hacia el año 2,280 a. C., muere Sargón de Acad. Inmediatamen-


te, Sumer y los pueblos de los montes Zagros vieron en la muer-
te del rey una oportunidad para liberarse de la tiranía acadia y se
rebelaron. Sin embargo, Sargón fue rápidamente sucedido por su
hijo mayor Rimush, quien, con ayuda de su hermano Manishtusu,
sofocó las revueltas.

En 2,272 a. C., el hijo de Pepi I subió al trono de Egipto con el


nombre de Pepi II. Era sin duda un niño, pues su reinado duró no-
venta años, y es, al parecer, el más largo de la historia.

En 2,252 a. C. Naram-Sin, nieto de Sargón, ocupa el trono de


Acad. Tras sofocar varias revueltas internas, Naram-Sin continuó
la tradición imperial de su abuelo, iniciando expediciones a tierras
lejanas. En el 2,200 a. C., destruyó el floreciente reino de Ebla. Para
consolidar su autoridad se hizo proclamar dios, organizó un cuerpo
de nobles-funcionarios que supervisaban o sustituían a los reyes
locales e instaló colonias de acadios en las ciudades sospechosas
de rebeldía. La cultura floreció en la corte de Acad. Los escribas
acadios desarrollaron y superaron las tradiciones sumerias. Aunque
el lenguaje de la cultura siguió siendo el Sumerio, los comerciantes
y la administración hablaban acadio.

Mientras tanto, como se supone, en los cielos se reproducían los


acontecimientos de la tierra: Los dioses acadios se mezclaron con
los sumerios. Es fácil distinguirlos porque tienen nombre semíticos.
Además son todos dioses celestes, como corresponde a las culturas
de pastores: Sin, dios de la luna, se convirtió en el dios principal
de Ur (Naram-Sin significa “amado por Sin”); Ishtar, identificada
con el planeta Venus, diosa del amor y la belleza, se convirtió en la
diosa principal de Uruk, desplazando el culto a Anu. Esto era acep-
table, pues pronto se descubrió que Ishtar era hija de Anu. También
estaba Shamash, dios del Sol, que no consiguió tanta notoriedad
como sus compañeros.

345
Estela de Naram-Sin

En el último cuarto del tercer milenio la civilización se encontró


con cambios aún más drásticos que en el periodo precedente. En
China aparece el primer reino del que tenemos constancia históri-
ca. Los historiadores chinos situaban en los inicios de su historia
unos reyes legendarios, a cada uno de los cuales se le atribuía un
avance cultural: Fuxi inventó la adivinación, Shennong la agricul-
tura, Huangdi la técnica, Yao y Shun el arte de gobernar y Yu es
presentado como un ingeniero que acabó con una gran inundación.
Una de las leyendas en torno a Yu dice que, cuando éste reguló las
aguas, apareció una tortuga divina que llevaba números escritos en
su caparazón. Yu los examinó y los ordenó. Los chinos llamaban
a este diagrama el Loh Shu (escrito del río Loh), porque, al pare-
cer, la primera referencia por escrito (posterior a la época que nos
ocupa) fue encontrada junto al río Loh. El Loh Shu es lo que los
matemáticos modernos llaman un cuadrado mágico, y su “magia”

346
consiste en que se ordena los números del 1 al 9 en la que las tres
filas, las tres columnas y las dos diagonales del cuadrado suman la
misma cantidad de 15. Otra leyenda atribuye a Fuxi la invención
del Loh Shu, lo que lo remonta principios del milenio.

Según la leyenda, Yu fundó la dinastía de los Xia, que reinó


durante cerca de 500 años. No se conocen detalles concretos sobre
este reino. Según las leyendas su capital estuvo en Anyi. Los chi-
nos eran, por aquel entonces, un pueblo de cazadores, pescadores y
cultivadores de cereales. Edificaban con tierra batida, practicaban
la adivinación con caparazones de tortuga y celebraban fiestas con
danzas y cantos rituales. Tenían un sentido muy fuerte de la cohe-
sión familiar y un gran respeto hacia los ancianos y los antepasados.

En el 2,218 a. C., muere Naram-Sin, el rey de Acad, a quien


sucedió su hijo Sharkali-Sharri, en un imperio muy debilitado. Tan-
tos siglos de represión habían mermado la capacidad bélica de los
territorios sometidos, y toda la fuerza estaba centralizada en torno
a los ejércitos de la capital. En ausencia de influencias exteriores,
esta situación sería la óptima para Acad, pero Mesopotamia nunca
dejó de estar amenazada por los pueblos nómadas, tanto por Arabia
como por los montes Zagros. Ahora la población no sólo no estaba
capacitada para defenderse de las incursiones, sino que cualquier
ataque al imperio era bien recibido y alentado por sus súbditos.
Por otra parte, el control de un territorio extenso había obligado
a los reyes a transferir parte de su autoridad a una nobleza que no
tardaría en generar diversos aspirantes al trono. Por ello parte de la
nobleza vio también con buenos ojos las incursiones bárbaras.

6.1.8 Los guti.

Así, hacia el 2,200 a. C., una tribu de bárbaros invadió Me-


sopotamia desde los montes Zagros. Se llamaban a sí mismos los
guti. Los intentos de Sharkali-Sharri de detener los saqueos fue-
ron vanos, y en 2,193 a. C., fue asesinado, al tiempo que la ciudad
de Acad fue arrasada. La destrucción fue tan minuciosa que Acad
es la única ciudad importante de la época cuyo emplazamiento se
desconoce. Es razonable pensar que los sumerios y los elamitas se
unieron a los guti y descargaron sobre Acad todo el odio y las an-
sias de venganza que habían acumulado desde muchos años atrás.
El resultado fue que no quedó piedra sobre piedra.

347
Los habitantes de Mesopotamia no tardarían en descubrir que
los guti no eran mejores que los acadios. Los guti tenían el poder,
pero carecían de la cultura necesaria para emplearlo con la eficien-
cia de los acadios. Los sistemas de canales de los ríos se deteriora-
ron y sobrevino una época de hambre.

En 2,182 a. C., murió Pepi II, el último rey de la VI dinastía


egipcia. La evolución del país había sido similar a la del Impe-
rio Acadio. Desde el reinado de Pepi I la nobleza adquirió cada
vez más poder. Esto debió de acentuarse en los años en que el rey
Pepi II era un niño y, por consiguiente, no ejercía directamente el
mando. Mientras el rey vivió, todo estaba aparentemente bien, pues
la lealtad al rey del ejército y el pueblo debía de ser poco menos
que inquebrantable. Tal vez la nobleza consiguió que el rey muriera
sin descendencia, de modo que muchos ocultaran aspiraciones de
ocupar el cargo tras su muerte. El caso es que nadie lo consiguió
y el Imperio Antiguo se desmembró en muchos reinos pequeños
en lucha continua. Como en Mesopotamia, ésta fue una época de
miseria. En un papiro que ha sobrevivido, su autor, Ipuwer (tal vez
con cierta exageración poética), describe así la situación: ...la risa
ha perecido y no se ha vuelto a dar. La aflicción ronda por el país
mezclada con lamentos... El país se ha entregado al hastío... el tri-
go ha perecido por todas partes... el granero está vacío y quien lo
custodiaba yace cuan largo es sobre el suelo...

Durante este periodo fueron saqueadas todas las tumbas de la


época de las pirámides. Muchos de los reyes que figuran en los
anales egipcios tras Pepi II fueron gobernantes locales que reinaron
simultáneamente. Así, los reyes de las dinastías VII y VIII reinaron
en Menfis o en Heliópolis, en el Bajo Egipto, mientras que los de
las dinastías IX y X eran de Heracleópolis, junto al lago Moeris.

Tanto en Egipto como en Mesopotamia, los primeros signos de


recuperación de la crisis los encontramos en las ciudades alejadas
de lo que habían sido los grandes centros de poder. Así, en Egipto
empezó a prosperar la ciudad de Tebas, al Sur, de cuya historia
anterior se sabe muy poco. Probablemente era una aldea fundada
durante la V dinastía que vivió de las rutas comerciales que llega-
ban hasta Nubia, más allá de la primera catarata del Nilo. Los go-
bernantes de las ciudades del norte se olvidaron del “lejano sur” en
sus disputas, así que Tebas prosperó. Su dios principal era Amón,

348
un dios de la fertilidad completamente desconocido en tiempos del
Imperio Antiguo.

En Mesopotamia, mientras tanto, los guti se habían asentado


hacia el norte, donde había estado la capital de Acad. Esto permitió
a algunas ciudades de Sumer comprar su libertad comprometiéndo-
se a pagar un tributo. Uruk progresó bajo su IV dinastía, Ur bajo su
II dinastía, pero el gobernante más notable del periodo fue Gudea
de Lagash, hacia el 2,141 a. C., bajo el cual la ciudad prosperó
en paz, libre de los afanes conquistadores de los tiempos del rey
Eannatum. Gudea embelleció los templos ya existentes y constru-
yó otros quince nuevos. Los escultores de Lagash aprendieron a
trabajar la diorita, una piedra muy dura que se traía del exterior. El
primer resto sumerio que se descubrió (a finales del siglo XIX d.
C.) fue el palacio de Gudea. Tras su muerte, el pueblo mostró su
agradecimiento incluyendo al rey entre sus dioses.

Clavo fundacional con el nombre de Gudea.

Mientras tanto, los guti fueron absorbiendo la cultura acadia, al


igual que los acadios habían absorbido la cultura de los sumerios y
éstos la de los habitantes primitivos de la región.

En Egipto, en el 2,132 a. C., se inicia una dinastía de reyes te-


banos, registrada como la XI dinastía egipcia, que combatió a los
reyes de Heracleópolis, de modo que en 2,124 a. C. Tebas domina-
ba todo el Alto Egipto.

349
Paralelamente, en 2,123 a. C., el rey Utu-Hegal, de la V dinastía
de Uruk logró expulsar a los guti de Mesopotamia, en coalición con
la ciudad de Ur. Uno de los oficiales de Utu-Hegal se erige en rey
de Ur (iniciando así su III dinastía) bajo el nombre de Ur-Nammu.
Bajo su reinado, toda Mesopotamia quedó unida en un imperio tan
grande como el acadio, pero de carácter más comercial que militar.
Aunque no es probable que fuera el primero, lo cierto es que el có-
digo de leyes más antiguo que conocemos procede de este periodo.
Es sorprendente el carácter progresista de estas leyes. Los antiguos
tendían a castigar los delitos mediante la muerte o la mutilación,
mientras que en el código de Ur-Nammu se establecen compen-
saciones monetarias. Tal vez esta idea fuera natural en un pueblo
de comerciantes. Bajo la III dinastía de Ur se construyó el mayor
Zigurat edificado hasta entonces. Su base medía 90 por 60 m y sus
muros inferiores –hechos de ladrillo– tenían un espesor de 2.5 m.
Se conservan dos plantas, pero parece ser que tenía una tercera, con
una altura total de 40 m. El sumerio volvió a ser la lengua oficial
de Mesopotamia y este periodo se considera la Edad de Oro de su
literatura.

Hacia el 2,052 a. C., el quinto rey de la XI dinastía tebana de


Egipto, conocido como Mentuhotep II, conquistó el Bajo Egipto,
con lo que todo el país volvió a estar unificado bajo un solo rey,
esta vez tebano. Surgía así el Imperio Medio egipcio. Habían pasa-
do 130 años desde el desmembramiento del Imperio Antiguo. Aquí
surgió un conflicto religioso, pues el dios principal de Tebas era
Amón, mientras que en el Bajo Egipto los sacerdotes de Ra seguían
dirigiendo la religión y, con ella, gran parte de la política. Afortu-
nadamente, Amón no tenía un cuerpo sacerdotal tan desarrollado,
y los sacerdotes de Ra descubrieron rápidamente que en realidad
Amón y Ra eran el mismo dios, a partir de entonces fue llamado
Amón-Ra. La idea funcionó y los sacerdotes de Ra mantuvieron su
status en los nuevos tiempos. Tebas, la nueva capital del imperio,
fue creciendo y enriqueciéndose con templos y monumentos.

Entre tanto, los días de gloria de la III dinastía de Ur fueron aca-


bando. En efecto, Mesopotamia mantuvo bastantes guerras con las
regiones vecinas, especialmente con el reino de Elam. Sin embargo,
en un momento dado las ciudades sumerias retomaron la antigua
costumbre de luchar entre sí. El último rey de la dinastía fue Ib-
bi-Suen, que reinó desde 2,028 a. C., sin más dominio que su propia

350
ciudad. En 2,004 a. C., un ejército elamita aprovechó la anarquía
y un periodo de hambre que azotó a la propia Ur para entrar en la
ciudad y hacer prisionero a Ibbi-Suen.

El periodo de anarquía que se dio en Mesopotamia al final del


tercer milenio, facilitó una nueva invasión del territorio por una
nueva oleada de pueblos semitas. Se llamaban a sí mismos Amurru,
pero actualmente son más conocidos como Amorritas o Amorreos.
La invasión no fue tan traumática como las anteriores, en parte por-
que esta vez el caos de la región no lo habían ocasionado ellos,
en parte porque su lengua era muy similar al acadio, por lo que
fueron asimilados fácilmente y no se les tuvo por odiosos extranje-
ros, como había sucedido con los guti. Tal vez no sería exagerado
afirmar que los amorreos, pese a su falta de cultura, impusieron el
orden necesario para que la cultura mesopotámica siguiera flore-
ciendo. No obstante, fueron necesarios unos dos siglos para que la
vida volviera a ser la de antes. Los amorreos se asentaron en lo que
había sido Acad y también en Canaán. La ciudad más importante
tras la caída de Ur fue Isin. El reino de Elam también ejercía su
influencia sobre las ciudades mesopotámicas más cercanas. Más
al norte destacaban las viejas ciudades de Mari y Assur, así como
la ciudad de Eshnunna, que no fueron ocupadas por los amorreos,
pero parece que dependieron seriamente de ellos.

Los amorreos no introdujeron muchas novedades. Se limitaron


a asimilar la cultura preexistente. Ni siquiera introdujeron nuevos
dioses, pues la similitud de su lengua con el acadio favoreció que
sus dioses se identificaran con algunos de los ya existentes. Tenían
un dios nacional, Amurru, que pervivió como un dios secundario.

También hubo movimientos en el norte. Los indoeuropeos do-


mesticaron el caballo. Hasta entonces los únicos animales de carga
eran los bueyes y los asnos. El caballo, aun domesticado, no servía
para estos fines, pues los arneses primitivos les oprimían la tráquea
y los asfixiaban. Durante un par de siglos tal vez fue usado úni-
camente como alimento. Un pueblo indoeuropeo hace tiempo que
se había asentado en el norte de Grecia, y ahora otro se asentó al
sureste de Anatolia. Se les llamo hititas, y tanto los hititas como los
griegos, tardaron varios siglos en asimilar la cultura de la zona y
durante este periodo dieron poco que hablar.

351
En México aparecen los primeros núcleos urbanos con vivien-
das rectangulares de techos de paja, en sus ciudades se desarrolló
una economía autosuficiente basada en la agricultura, caza, pesca
y recolección, el metal aún era desconocido. En Perú los avances
fueron más espectaculares, allí las ciudades contaban con edificios
públicos para ceremonias como las de Cerro Sechín en la sierra de
Ancash edificados con piedra y en la costa Las Haldas donde des-
taca un templo piramidal compuesto por siete terrazas superpuestas
de adobes de tierra. En la ceja de selva se desarrollaba Kotosh.

La isla de Creta se convirtió en una nueva potencia. Llevaba


mucho tiempo comerciando por mar con Egipto y Canaán prin-
cipalmente, pero ahora la isla se unió bajo un gobierno poderoso,
cuya capital fue la ciudad de Cnosos. Los barcos comerciales cre-
tenses estaban protegidos por una flota militar. La prosperidad y la
influencia de la isla fueron aumentando gradualmente en los siglos
siguientes. La Grecia continental fue ocupada por un pueblo in-
doeuropeo que implantó una cultura homogénea en la región, típica
de las primeras fases de la Edad del Bronce. No obstante esta cul-
tura no llegó al Peloponeso ni a las zonas costeras, que continuaron
habitadas por una población nativa bajo la influencia de Creta.

Egipto estaba en los mejores días del Imperio Medio. Los reyes
Mentuhotep IV y Mentuhotep V tuvieron un capaz primer ministro
llamado Amenemhat, de origen tebano. De algún modo se rebeló y
en 1,991 a. C., se convirtió en rey con el nombre de Amenemhat I,
inaugurando así la XII dinastía. Trasladó la capital del imperio a Li-
sht, cerca de Menfis, pues debió de juzgar que Tebas estaba dema-
siado al sur para controlar eficazmente el Bajo Egipto. La construc-
ción de pirámides continuó, si bien éstas nunca volvieron a alcanzar
las proporciones de las del Imperio Antiguo. Amenemhat reforzó el
dominio egipcio sobre el Sinaí, restableció el comercio con el sur
y mantuvo controlada a la nobleza. Así mismo ordeno la limpieza
y restauración del canal que unía el Nilo con el lago Moeris, lo que
aumentó considerablemente la fertilidad de la región.

La XII dinastía fue considerada en épocas posteriores como la


Edad de Oro de la literatura egipcia. A esta época corresponden los
ejemplos más antiguos que conocemos de literatura de ficción no
relacionada con la mitología, como el cuento del náufrago que se
encuentra con una serpiente monstruosa, o el cuento de Sinuhé, que

352
cuenta la vida de un exiliado egipcio entre las tribus nómadas de
Siria. También las ciencias progresaron. Se conoce un papiro que
explica cómo operar con fracciones, así como el cálculo de ciertas
áreas y volúmenes. Hay recopilaciones de refranes y proverbios. Se
cree que uno de ellos fue escrito por el propio Amenemhat I para
su hijo. Parece que la vida de palacio no era del todo fácil, pues
entre otros consejos leemos: Ten cuidado con tus subordinados...
ten cuidado con tu hermano, no conozcas al amigo y no intimes
con nadie...

En 1,971 a. C., Amenemhat I fue sucedido por su hijo Sesostris


I, quien conquistó la región de Nubia, situada al sur de la primera
catarata del Nilo. Los nativos eran un pueblo primitivo que no tenía
nada que hacer frente al ejército egipcio. Quince siglos después,
cuando Egipto había perdido su poderío, los sacerdotes contaban
historias legendarias sobre las extraordinarias hazañas de los reyes
del pasado, que habían conquistado todo el mundo conocido, y el
mayor de todos los conquistadores era Sesostris I.

Mientras tanto, en Mesopotamia, la ciudad de Larsa se liberó


de la dominación de Elam, en 1,924 a. C., derrotó a Isin y tuvo su
propio siglo de grandeza. Podemos decir que hacia 1,900 a. C., los
sumerios habían desaparecido de la historia. No fueron extermina-
dos ni expulsados. Simplemente perdieron su identidad nacional. Ya
nadie hablaba sumerio, si bien la lengua se conservó como “lengua
culta” en los rituales religiosos (algo similar a lo que le sucedería
al latín mucho después). Durante 2,000 años los sumerios habían
inventado el transporte con ruedas, la astronomía, la matemática,
la empresa comercial, la construcción con ladrillo a gran escala
y la escritura, y a partir de este momento fueron paulatinamente
olvidados, hasta tal punto que no se volvió a saber de su existencia
hasta los descubrimientos arqueológicos del siglo XIX d. C.

A esta época corresponden los sucesos narrados en la parte final


del libro del Bereshit del Tanaj o el Génesis en la Biblia. El Bereshit
fue escrito por sacerdotes judíos más de mil años después. Su pri-
mera parte es una versión de los mitos sumerios sobre el Diluvio y
las épocas anteriores, drásticas y sistemáticamente adaptadas para
dejar como único protagonista al dios judío, que en la época que
hasta aquí tratamos, no existía todavía.

353
Se conserva una tablilla sumeria de esta época que hace refe-
rencia a un conflicto entre un dios pastor y un dios agricultor, en
los que no es difícil reconocer a los que la Biblia presenta como
Caín y Abel. Los diez reyes legendarios de antes del Diluvio son
sustituidos por diez patriarcas de Adán a Noé. Luego viene la adap-
tación de la leyenda sobre los hombres que querían construir una
torre que llegara al cielo. Ahora es el dios judío el que lo impide
haciendo que cada cual hablara una lengua distinta. La Biblia sitúa
la historia en la ciudad de Babel o Babilonia. Al parecer los judíos
encontraron una falsa etimología que relaciona el nombre con la
palabra “confusión”, cuando en realidad Babel es una derivación de
Bab-Ilum (puerta de Dios), nombre de una pequeña ciudad meso-
potámica que tomaron los amorreos y que pronto iba a destacar en
la región. Tras una larga lista de descendientes de Noé, el Bereshit
y el Génesis prosigue con la historia de Abram. Las fuentes de esta
última parte ya no son mesopotámicas, sino cananeas. No se cono-
ce ninguna otra versión más que la del Tanaj y la propia Biblia. En
principio, toda la historia de Abram podría ser una invención muy
posterior, pero hay indicios de que existe un sustrato que se remon-
ta realmente a los finales del siglo XX o principios del XIX antes
de nuestra era. Por una parte, se describe una situación política que
cuadra con la realidad histórica: Aconteció por aquel tiempo que
Amrafel, rey de Senaar; Arioc, rey de Elasar; Codorlahomor, rey
de Elam y Tadal, rey de Naciones, hicieron la guerra contra Bara,
rey de Sodoma, y contra Bersa, rey de Gomorra, y contra Senaab,
rey de Adama y contra el rey de Bala, la misma que después se lla-
mó Segor. Todos estos vinieron a juntarse en el valle de las Selvas,
que ahora es el mar salado. Y el motivo fue que, habiendo estado
doce años sujetos a Codorlahomor, al decimotercero sacudieron el
yugo (Bereshit o Génesis 14: 1 al 4).

6.1.9 El patriarca Abraham.

Senaar es el nombre que el Tanaj y la Biblia da a Sumeria, mien-


tras que Elasar debe de ser Larsa y, obviamente, el mar salado es
el mar Muerto. Las ciudades de Sodoma, Gomorra, etc. eran cana-
neas. Debían de estar cerca del mar Muerto, pues la Biblia sigue ex-
plicando que allí tuvo lugar el enfrentamiento como consecuencia
del cual fueron derrotadas y saqueadas. En el texto hay una aparen-
te contradicción, pues parece que Elam es la potencia más poderosa
(era la que tenía sometidas a las ciudades cananeas), mientras que a

354
Amrafel se le presenta como rey de Mesopotamia. Probablemente
Amrafel era rey de Babel, y se le atribuye el gobierno de toda Me-
sopotamia anacrónicamente, pues poco después la ciudad domina-
ría en verdad toda la región.

Otro indicio del valor histórico de la última parte del Génesis es


que la historia de Abram parece haber sido modificada varias veces,
en particular para encajarla con el siguiente libro del Tanaj y la Bi-
blia, el Shemot y el Éxodo. Así, los protagonistas cambian de nom-
bre de forma repentina y a veces muy forzada. El propio Abram
(padre excelso) pasa a llamarse Abraham (padre de una multitud
excelsa), su mujer Sarai (señora mía) pasa a llamarse Sara (señora)
y sus nietos Esaú (velloso) y Jacob (que echa la zancadilla) pasan a
llamarse Edom e Israel. Estas modificaciones sugieren que existía
una primera versión que fue necesario conciliar con la que más
convenía a los judíos.

Abram parte de Ur con su padre, su mujer y su sobrino y se


asienta en Canaán (donde muere el padre). Durante un periodo de
hambre viajan a Egipto, donde son bien recibidos por el rey, pero
Abram le hace creer que Sarai es su hermana, el rey la toma como
esposa y Dios castiga a Egipto con terribles plagas. Cuando el rey
se entera de que Sarai es la mujer de Abram, le invita a marcharse
de sus tierras con ella y toda su familia. Entonces vuelven a Canaán.
Abram se asienta en la ciudad de Hebrón, a mitad de camino entre
la costa y el mar Muerto, mientras que su sobrino Lot se asienta en
Sodoma, que debía de estar junto al Jordán, al norte del mar Muer-
to. Entonces tuvo lugar un enfrentamiento, en el cual Lot fue hecho
prisionero por Codorlahomor. Abram se entera, recluta un ejército,
persigue y derrota a Codorlahomor, librando así a Lot y restituyen-
do a Sodoma sus prisioneros y riquezas incautadas. Luego Abram
pasa a la ciudad de Gerara, donde nuevamente hace creer a su rey
que Sarai es su hermana y se repite el mismo incidente que en Egip-
to, pero esta vez se aclaran las cosas y el rey de Gerara permite a
Abram que ocupe la parte de su territorio que más le plazca. Pero
la parte más importante de la leyenda es que, en varios momentos,
Dios promete a Abram que entregará a sus descendientes toda la
tierra de Canaán. A partir de aquí, los distintos apaños posteriores
de la leyenda parecen intentos de unos y otros por considerarse des-
cendientes directos de Abram y, por consiguiente, legítimos propie-
tarios por voluntad divina de la tierra de Canaán.

355
El primogénito de Abram es Ismael y el Tanaj y la Biblia afirma
que sus descendientes poblaron la costa arábiga del mar Rojo –Más
de dos mil años después, Mahoma se consideraría descendiente de
Ismael–. Pero Ismael no era hijo de Sarai, la mujer legítima, sino de
una esclava egipcia de nombre Agar, por esto el verdadero primo-
génito es Isaac. A su vez, éste tuvo dos hijos gemelos, Esaú nació
primero y Jacob nació después cogiéndolo por el tobillo (como in-
tentando nacer antes, de ahí su nombre). Teóricamente, la posesión
de Canaán correspondía a Esaú, pero éste la vendió a su hermano
por un plato de lentejas y, mediante un engaño, Jacob logró que
Isaac ratificara el trato en su lecho de muerte.

Un posible análisis de esta narración sería: El hecho de que


Abram pudiera reclutar un ejército indica que en realidad debía de
ser un rey o príncipe de alguna ciudad o bien un caudillo de una
de las tribus amorreas que llegaron de Arabia. En otro libro (Abra-
ham el Patriarca Guerrero), explicamos que el padre de Abram era
un alto sacerdote en Ur. Y su hijo Abram consecuentemente una
persona importante. Téraj (padre de Abram), era un Sacerdote de
Oráculos, designado para acercarse a la “Piedra que Susurra”, que
escuchaba a la deidad y comunicaba –con o sin interpretación– a
la jerarquía laica. Esta función de sacerdote sumerio, también lo
hará posteriormente el Sumo Sacerdote israelita, que era el único,
permitido entrar al Santo de los Santos y aproximarse al Dvir (“Ha-
blador”), y “escuchar la voz (del Señor) que le habla desde fuera
del revestimiento que hay sobre el Arca de la Alianza, de entre los
dos Querubines”.

La tradición pinta a Abram como versado en astronomía, un


valioso conocimiento de los sacerdotes sumerios, para hacer largos
viajes, orientándose por las estrellas. Según Flavio Josefo, Beroso
se refiere a Abram, sin mencionarlo, cuando habla del ascenso “en-
tre los caldeos, de cierto hombre grande y justo que estaba muy
versado en astronomía”.

Durante el reinado de Shulgi, la familia de Téraj (Padre de


Abram), permaneció en Jarán. Después, a la muerte de Shulgi, lle-
gó la orden divina de partir hacia Canaán, Téraj era ya bastante
viejo y su hijo Najor también, por esta razón se quedaría con él en
Jarán cuando parte Abram.

356
La procedencia de Ur mencionada en el Tanaj y la Biblia expli-
caría esta propuesta. Tras toda la narración de la descendencia de
Abram, los judíos terminaban siendo (obviamente) sus legítimos
herederos. Son muchos los pueblos que remontan su origen a un
personaje concreto, y siempre tratan de atribuirle un origen ilustre.
Cuando se escribió el Bereshit o Génesis, la ciudad de Ur conser-
vaba la leyenda de su antigua fama, y es natural que los judíos la
eligieran como patria de su antepasado. Otros consideran, que lo
más razonable es que Abram fuera un caudillo amorreo que no con-
siguió un buen territorio en la invasión, por lo que llevó a sus hom-
bres hacia Egipto con la esperanza de encontrar mejores oportuni-
dades. Allí se encontró con un poderoso Imperio Medio que debió
de rechazarlo sin mucho esfuerzo. Naturalmente los hombres de
Abram debieron de silenciar rápidamente esta parte de la historia,
por lo que se convirtió en un punto oscuro que los judíos rellena-
ron con fragmentos posteriores: por una parte, las plagas de Egipto
están tomadas del siguiente libro del Tanaj y la Biblia, el Shemot
y el Éxodo, y el incidente entre Sarai y el rey tiene toda la traza de
ser una duplicación del incidente análogo con el rey de Gerara. Es
probable que los hombres de Abram se sintieran descontentos con
un caudillo que los llevaba de un sitio a otro infructuosamente. En-
tonces, Abram los aplacó con la historia sobre un dios portentoso
enfadado con los cananeos y los amorreos, y que estaba dispuesto
a usarlos a ellos como brazo de su venganza, de modo que con su
ayuda conquistarían todo Canaán.

No sabemos nada sobre el dios de Abram, pues el Tanaj y la


Biblia, atribuyó toda intervención divina al dios de los hebreos,
eliminando cualquier resto de otra religión. En cualquier caso, los
hombres de Abram cobraron ánimo y, de vuelta en Canaán, tuvie-
ron alguna victoria. Finalmente pudieron asentarse en Gerara, pero
la historia de que el rey de ese lugar, les ofreciera voluntariamente
su territorio es increíble. Es plausible que los amorreos de alguna
ciudad de Canaán, se formaron la leyenda de que un dios les había
otorgado el territorio que ocupaban, a través de un pacto con su
primer caudillo, Abram. Los toscos invasores amorreos, se sentían
acomplejados frente a la cultura de los pueblos conquistados, y se
apresuraron a encontrar líneas genealógicas que los remontaran al
patriarca y legitimar así, la voluntad divina para su posición domi-
nante. La genealogía de Abram que recoge el Tanaj y la Biblia es
posterior, pues combaten y eliminan pueblos que todavía no exis-

357
tían en esa época.

La destrucción de Sodoma y Gomorra, posiblemente ocurrió


por la caída de un meteorito o un terremoto dicen unos, otros con-
sideran que es por explosión nuclear, siendo este último más acep-
tado. Esta catástrofe suscito muchas historias, cuya conclusión era
el castigo divino. Los que escribieron el Tanaj y la Biblia, parece
que no tuvieron mayores detalles, para describir la vida pecaminosa
de Sodoma y Gomorra, entonces adaptaron una historia posterior
contenida en el libro de los Jueces, sobre unos hombres que trataron
de sodomizar a un levita y en su lugar éste les ofreció a su mujer
para que la violaran. (Irónicamente, los pecados que los judíos atri-
buían a los sodomitas están basados en historias sobre los propios
israelitas).

Shoftim o Jueces 19.


21 Y los trajo a su casa, y dio de comer a sus asnos; y se lavaron
los pies, y comieron y bebieron.
22 Pero cuando estaban gozosos, he aquí que los hombres de
aquella ciudad, hombres perversos, rodearon la casa, golpeando a
la puerta; y hablaron al anciano, dueño de la casa, diciendo: Saca
al hombre que ha entrado en tu casa, para que lo conozcamos.
23 Y salió a ellos el dueño de la casa y les dijo: No, hermanos
míos, os ruego que no cometáis este mal; ya que este hombre ha
entrado en mi casa, no hagáis esta maldad.
24 He aquí mi hija virgen, y la concubina de él; yo os las sacaré
ahora; humilladlas y haced con ellas como os parezca, y no hagáis
a este hombre cosa tan infame.
25 Mas aquellos hombres no le quisieron oír; por lo que toman-
do aquel hombre a su concubina, la sacó; y entraron a ella, y abu-
saron de ella toda la noche hasta la mañana, y la dejaron cuando
apuntaba el alba.

Por esta época, las ciudades más importantes del sur de Canaán
eran Siquem, Betel, Salem, Hebrón y Beersheba. “Salem” no era la
más destacada por estas fechas, pero era la mejor emplazada, sobre
una colina con fuentes de agua, que la hacía fácil de defender y la
capacitaba para resistir asedios. Más adelante cobraría importancia
bajo el nombre modificado de Jerusalén (Nueva Salem). En gene-
ral, lo amorreos pasaron los siglos XX y XIX a. C., entre tensiones
y disputas. Durante el siglo XIX a. C., la ciudad de Kis tuvo una

358
época de predominio, pero no tardó en cedérselo a Babel. En 1,850
a. C., los amorreos tomaron la ciudad de Assur, que por aquel en-
tonces era una próspera ciudad comercial.

La historia de Abraham fue escrito o reescrito alrededor del 600


a. C., porque el escritor llama “Ur de los caldeos”. Los caldeos
ocuparon esos territorios entre el 612-539 a. C., por tanto el Gé-
nesis fue escrito o reescrito en este periodo y no durante el tiempo
de Moisés, a quien se menciona como el escritor del Pentateuco o
Tora del Tanaj.

En 1,842 a. C., murió el rey de Egipto Sesostris III, poco des-


pués de haber sometido a su dominio a todo Canaán. Le sucedió su
hijo Amenemhat III, que extendió la hegemonía egipcia a algunas
ciudades interiores de Siria. La ciudad de Biblos se beneficiaba con
su larga tradición de buenas relaciones con Egipto, y gozó de una
especial protección. Hacia el sur, Egipto dominó el curso del Nilo
hasta la tercera catarata. Por esta época debió de implantarse en
Canaán la circuncisión, un rito egipcio tal vez relacionado con la
fecundidad que los cananeos terminarían interpretando como sím-
bolo del pacto entre Abram y su dios. Aunque no sabemos nada a
ciencia cierta sobre este dios, el hecho de que los cananeos se cir-
cuncidaran en su nombre es indicio de que ser identificados como
descendientes de Abraham era de suma importancia para ellos.

Amenenmhat III construyó dos pirámides junto al lago Moe-


ris, además de numerosas estatuas colosales con su imagen y un
complejo grupo de palacios, todo ello rodeado de un mismo muro.
Al parecer la construcción contaba con tres mil quinientas habita-
ciones, la mitad de las cuales eran subterráneas y se usaban como
cámaras funerarias. Parece que el rey trató de burlar a los ladrones
de tumbas escondiendo las momias y los tesoros en un complica-
do sistema de pasadizos en lugar de bajo una mole de piedra. Los
egipcios denominaron a esta construcción con una palabra que sig-
nifica “el templo a la entrada del lago”, pero los griegos de tiem-
pos posteriores la deformaron a Labyrinthos, esto es, Laberinto. El
Laberinto egipcio debió de ser una obra imponente, hecha de már-
mol blanco, con una cuidada ornamentación, si bien no cumplió su
cometido, pues todas las tumbas que contuvo fueron saqueadas con
el tiempo. También la ciudad de Tebas fue embellecida con nuevos
templos, estatuas y otros edificios notables.

359
En 1,822 a. C., ocupó el trono de Larsa el rey Rim-Sin, que tuvo
que luchar frecuentemente con Isin para mantener la supremacía de
su ciudad sobre la región. En 1,814 un amorreo consiguió hacerse
con el poder de Assur, fundando una dinastía que iba a gobernar
durante mil años. Se llamaba Shamshi-Adad I. Sometió a Mari, que
por entonces era la otra gran potencia comercial del entorno, y do-
minó así el norte de Mesopotamia, formando un pequeño imperio
que más adelante crecería y sería conocido como el Imperio Asirio.

6.1.10 Los hurritas y el caballo.

A principios del siglo XVIII a, C., el norte de Mesopotamia


empezó a sufrir los ataques de los hurritas, un pueblo que contaba
con una nueva arma de guerra: el caballo. Este animal era comple-
tamente desconocido en el mundo civilizado, pero hacía ya tiem-
po que los indoeuropeos lo usaban como alimento. Los hurritas
(aunque no eran indoeuropeos) empezaron a usar el caballo como
animal de tiro. Diseñaron nuevos arneses y nuevos carros de dos
ruedas, más ligeros y maniobrables, con una plataforma para el au-
riga. Las ruedas fueron perfeccionadas, en lugar de macizas, usaron
radios. Con estos nuevos carros, las incursiones nómadas fueron
más eficientes. Se desplazaban más rápidamente que un ejército de
infantería, que solo contaban con pesados carros tirados por asnos
para transportar la carga. No obstante, estos pueblos carecían de
la organización y solo eran una lacra dolorosa. El rey asirio Sha-
mshi-Adad I seguía fortaleciendo su imperio y sirvió de pantalla
contra los ataques hurritas, la llegada de una invasión seria era sólo
cuestión de tiempo.

En 1,794 a. C., Rim-Sin el rey de Larsa, venció definitivamente


a Isin y unió bajo su dominio el sur de Mesopotamia. Dos años
después, en 1,792 subía al trono de Babilonia el sexto rey de su I
dinastía (instaurada con la invasión amorrea). Se llamaba Hammu-
rabi. Su situación era delicada, su pequeña ciudad estaba entre dos
grandes potencias: Asiria al norte y Larsa al sur. Pero, Hammurabi
era joven y los reyes Shamshi-Adad I y Rim-Sin eran ya mayores.
Hammurabi se sometió a Shamshi-Adad I y, bajo su protección,
arrebató a Larsa las ciudades de Ur e Isin.

En 1,790 a. C., murió el rey de Egipto Amenemhat III. Se co-

360
nocen bien las causas, pero el Imperio Medio se desmoronó y el
país se sumió en la confusión. Los egipcios registran dos dinastías
que debieron de reinar simultáneamente: la XIII dinastía gobernó el
Alto Egipto desde Tebas y la XIV dinastía gobernó el Bajo Egipto
desde Xois, en el centro del delta del Nilo.

En 1,782 a. C., murió Shamshi-Adad I, y bajo su sucesor el po-


der asirio declinó. Hammurabi aprovechó para concentrar sus fuer-
zas contra Larsa. En 1,762, tras un año de guerra, aplastó a Rim-Sin
y se hizo con el control de lo que había sido Sumer. Después se
dirigió hacia el norte. En 1,758 saqueó Mari, en 1,755 se apoderó
de Eshnunna y, tras unos años de resistencia, hacia 1,754 Assur se
hizo tributaria de Babilonia. Su rey conservó el trono, con lo que la
dinastía fundada por Shamshi-Adad I no se vio interrumpida.

Palacio de Cnosos en Creta, el laberinto del Minotauro.

361
En 1,750 a. C., la cultura de Creta inició un periodo de apo-
geo. Construyeron grandes palacios, con construcciones complejas,
con salas de uso religioso, de ceremonias y de banquetes. Había
almacenes con reservas de vino, aceite, grano, lana, metales, etc.
Alrededor de los palacios estaban los talleres de los artesanos meta-
lúrgicos, de los grabadores y los alfareros. Se conservan magníficas
piezas de cerámica y orfebrería. La influencia de Creta sobre las
islas del Egeo y el sur de Grecia se reforzó en esta época. Proba-
blemente, fue este periodo el que dio origen a la leyenda griega
sobre un poderoso rey cretense llamado Minos, al cual los atenien-
ses debían pagar anualmente un tributo humano para alimentar al
Minotauro, un monstruo, hijo de Minos, con cabeza de toro, que
posiblemente estaba encerrado en el palacio de Cnosos en Creta.
Evidentemente en Creta se celebraban rituales con toros.

Mientras tanto un grupo de pueblos indoeuropeos que se lla-


maban a sí mismos Arios (nobles) comenzó a descender sobre la
India. Parece que la invasión se hizo lentamente a lo largo de varios
siglos, pero es posible que hubiera una primera oleada violenta, ya
que la civilización del Indo, que por entonces ya contaba con más
de medio milenio de historia, se extinguió repentinamente. Se ha
constatado que uno de sus centros principales, la ciudad de Mohen-
jo-Daro, fue víctima de una cruenta matanza.

En las ruinas de Mohenho-Daro, en la India en 1,960 hubo


un hallazgo especial para los científicos. En las ruinas emergieron
esqueletos que parecían quemados. Fueron estudiados y se consta-
tó una antigüedad de 8,000 a 12,000 años. Lo que descolocó a la
ciencia era que esos esqueletos estaban radiactivos. La pregunta de
algunos es si el relato nuclear de los antiguos textos tenía que ver
con las víctimas de los restos radiactivos hallados en las ruinas de
Harappa i Mohenho-daro, en el Valle del Indo.

Los esqueletos encontrados en los estratos inferiores de las ex-


cavaciones evidenciaban una muerte súbita para toda la población,
además que el nivel de radiación de los mismos superaba en 50
veces la normal. Las pruebas se repitieron varias veces mostrando
siempre la misma realidad de un holocausto nuclear tal cual lo re-
latan los milenarios textos de la India.

En 1,889 Protap Chandra Roy traduce un manuscrito milenario

362
de hace 12,000 años “Drona Parva”, del sánscrito al inglés. En él
se relata: “Salió disparado un proyectil brillante, poseído del res-
plandor de un fuego sin humo, y las huestes enemigas quedaron
rodeadas por una densa oscuridad: por todas partes se hizo la
oscuridad. Soplaban vientos terribles y las nubes se elevaban, ro-
jas como la sangre: los mismos elementos mostraban su confusión.
Giraba el Sol, y el mundo, achicharrado por el calor de aquella
arma, parecía presa de una fiebre. Los elefantes huían despavori-
dos, buscando refugio. Las criaturas acuáticas se abrazaban y el
enemigo caía como árboles derribados por un voraz incendio…
Corceles y carros, destruidos por la energía de aquella arma, se-
mejaban tocones sumidos por la conflagración del bosque. Por
todas partes se derrumbaban carros a millares. Y entonces, la os-
curidad se abatió sobre el ejército…”

La lengua de los arios era el sánscrito. Eran pastores de rebaños


de bovinos. Habían domesticado el caballo y conocían el uso del
arado. Tenían muchos dioses, pero el principal era Indra, que les
ordenaba la guerra santa para dar muerte a los dasa (los aborígenes
de la India), que tuvieron que desplazarse hacia el sur. Las ciudades
fueron destruidas y sustituidas por pequeños poblados de pastores.

En China, tras el largo periodo de la dinastía Xia, se instauró


la primera dinastía de la que se tiene un auténtico conocimiento
histórico: la dinastía de los Chang. Su capital estaba en la ciudad
de Erlitou y dominaba una buena parte del valle del río Amarillo.
La organización política era rudimentaria y no estuvo exenta de
tensiones y luchas con los vecinos. Durante el reinado de los Chang
se fijaron los rasgos específicos de la antigua China: la escritura, el
transporte mediante carros, la fundición del bronce, y una organiza-
ción política estructurada en torno al rey y la capital.

En Babilonia, Hammurabi murió en 1,750 a. C., siendo rey de


un territorio tan extenso como el que había gobernado el acadio
Naram-Sin seis siglos atrás. El ascenso de Babilonia tuvo muchas
consecuencias en todos los ámbitos. Desde su fundación, el dios
principal de Babilonia había sido Marduk, totalmente desconocido
fuera de su entorno inmediato. Cuando los amorreos tomaron la
ciudad, adoptaron también a su dios y lo pusieron a la cabeza de su
panteón. El segundo dios en importancia fue Nabu (hijo de Mar-
duk), que era el dios principal de una ciudad situada un poco más

363
al sur, llamada Borsippa. Las victorias de Hammurabi se reflejaron
en un ascenso análogo de Marduk en el cielo mesopotámico. Al
final de su reinado la epopeya de la creación ya no era la misma que
habían imaginado los sumerios. Ahora el dios Anu ya no lograba
vencer a la oscura Tiamat, sino que retrocedía mientras Marduk
(que, por cierto, resultó ser hijo de Ea - Enki) se enfrentaba sin te-
mor a la diosa del caos y la mataba. Así, Mesopotamia se enteró de
que en realidad fue Marduk el heroico dios que creó el Universo y,
por consiguiente, su legítimo gobernante. Nabu acabó siendo hijo
de Marduk, con la notoriedad que ello conlleva. No obstante, esto
no era así en Assur, cuyos habitantes se aferraron al culto del dios
Assur, que daba nombre a la ciudad.

6.1.11 El código de Hammurabi.

Al igual que ya habían hecho muchos reyes anteriores, Ham-


murabi puso por escrito las leyes de su reino. El llamado código
de Hammurabi, es uno de los sistemas de leyes más antiguo que
conocemos en su integridad. Fue inscrito en una estela de diorita
de casi tres metros de altura. En lo alto hay una imagen de Ham-
murabi arrodillado ante Shamash, el dios del Sol, que parece dictar
el código. En fina escritura cuneiforme, la estela contiene casi tres-
cientas leyes de que consta el código, indudablemente basadas en
las legislaciones precedentes. La estela estaba situada en el templo
de Shamash de la ciudad de Sippar, al norte de Babilonia. Podía ser
consultada por cualquiera (que supiera leer), lo que garantizaba en
cierto modo la objetividad de la justicia.

La ley dividía a los hombres en tres categorías: nobles, campe-


sinos y esclavos. Las diferencias de clase están cuidadosamente
estipuladas: era mayor la pena por dañar a un noble que a un
campesino, y ésta era a su vez mayor que la pena por dañar a un
esclavo. Por otra parte, un noble debía sufrir un castigo mayor que
un campesino por el mismo delito. Los esclavos eran marcados en
la frente, y estaba prohibido ocultar la marca. Había métodos por
los que los esclavos podían comprar su libertad, así como leyes
que los protegían de un trato abusivo. El código de Hammurabi
tiene un pronunciado carácter comercial: considera los contratos
como compromisos sagrados, da leyes sobre la posesión, venta y
transferencia de bienes, regula el comercio, los beneficios y los al-
quileres, prohíbe el engaño en el peso, los artículos de mala calidad

364
y los fraudes en general. También regula el matrimonio, el divorcio
y la adopción. El marido podía divorciarse a voluntad, pero debía
restituir la dote a la esposa. Las mujeres y los niños gozaban de pro-
tección legal. Se legislaba incluso sobre los delitos pasionales. Los
hombres eran responsables de los diques y canales. Si por negli-
gencia se producía una inundación, el culpable debía pagar fuertes
multas. En cuanto a las penas, la más frecuente era la mutilación:
Si un hombre golpeaba a su padre, se le cortaba la mano, si un car-
pintero construía una casa, ésta se derrumbaba y moría el inquilino,
el carpintero debía morir, pero había atenuantes por accidente. Se
regulaba la profesión médica, su ética y sus honorarios. Un cirujano
inexperto podía perder la mano. De idéntica manera trataba sobre
los pagos a los albañiles o constructores y al arquitecto.

Viendo este código, podemos afirmar que la moral de los babi-


lonios (probablemente de todos los mesopotámicos) era muy simi-
lar a la moral moderna, con las diferencias obvias de la esclavitud,
rigor en las penas, etc. Durante mucho tiempo ha existido una falsa
imagen de perversión en las culturas paganas motivadas por las
difamaciones de la Biblia y la predica cristiana. En realidad, la
única diferencia notoria entre la moral babilónica y la judía es el
exacerbado puritanismo en materia sexual.

Hammurabi estableció una compleja y eficiente red administra-


tiva que él mismo supervisaba. Bajo su reinado el acadio se con-
virtió en una lengua literaria, y el sumerio continuó siendo una len-
gua culta. En 1,749 a. C., tras la muerte de Hammurabi, ocupó el
trono su hijo Samsuiluna, que conservó bastante bien su herencia.
El acoso de los hurritas era por entonces mucho más intenso. En
1,720 Samsuiluna consiguió rechazar una oleada hurrita que arrasó
Canaán, bien provista de carros, arcos y flechas. La horda no se de-
tuvo, sino que siguió hacia el sur, engrosada con cananeos, y llegó
hasta Egipto, que estaba desmembrado y débil, por lo que no puso
ninguna resistencia. Los egipcios llamaron hicsos a los invasores
(que parece significar “extranjeros”) y contaron a sus reyes en las
dinastías XV y XVI. No sabemos gran cosa de los faraones hicsos,
pues los egipcios los odiaron profundamente y no escribieron nada
sobre ellos, salvo algunos pasajes difamatorios. Los hicsos forma-
ron un imperio que comprendía el Bajo Egipto y Canaán. Su capital
estuvo en Tanis, sobre la rama más oriental del Nilo en el delta. Al
parecer, el delito de los hicsos a ojos de los egipcios, aparte del

365
hecho de que eran extranjeros y su invasión había herido el orgullo
nacional, fue que no adoptaron los dioses y el culto nativo. Egipto
era un pueblo firmemente arraigado a su tradición y no podía con-
cebir otra forma de vida decente que no fuera la suya. Acusaron a
sus conquistadores de ateos y crueles y nunca dejaron de mostrarse
hostiles con ellos. El imperio hicso tenía su capital en Egipto, pero
su fuerza estaba en Canaán, donde fueron bien aceptados. Los hic-
sos no extendieron su dominio sobre el Alto Egipto, pero lo dejaron
sumido en un estado de caos del que tardaría en recuperarse.

Mientras tanto, los hititas, que tiempo atrás habían ocupado


Anatolia, empezaban a dar muestras de organización. El primer rey
del que tenemos noticia se llama Anitta, rey de Kussara, que em-
prendió un proceso de conquista y unificación del territorio. Hacia
1,700 a. C., dominaba la mitad de la península. Los hititas adopta-
ron la escritura cuneiforme y la adaptaron a su lengua indoeuropea.
Mientras tanto, los nómadas de los montes Zagros, llamados ahora
casitas, aprendieron la técnica del carro y el caballo e iniciaron un
proceso de incursiones sobre el Imperio Babilónico.

Por esas fechas un terremoto destruyo a los cretenses, que per-


dió temporalmente su hegemonía en el Mediterráneo. Es posible
que los griegos aprovecharon la situación para derrotar a los cre-
tenses. Tal vez esto dio pie a la leyenda sobre Teseo, el príncipe
ateniense que mató al Minotauro y liberó a su ciudad del tributo que
debía pagar al rey Minos de Creta.

Hacia 1,645 a. C., la ciudad de Tebas estaba recuperada de los


estragos de los hicsos. El dios principal de la ciudad era Amón, y
sus sacerdotes lograron restablecer el orden y eligieron entre ellos
un rey, el primero de la XVII dinastía, que coexistió con la XVI di-
nastía hicsa. Los reyes tebanos se consideraban los reyes legítimos
de todo Egipto, pero en la práctica sólo dominaban la ciudad y sus
alrededores.

Hacia 1,640 a. C., el rey Hattusil I de Kussara logró dominar


a los hititas del oeste de Anatolia y a los hurritas del norte de Si-
ria, formando así un reino poderoso con capital en Hattusa. Con el
tiempo, la capital se convertiría en un importante centro cultural.
En 1,610 Hattusil I fue sucedido por su nieto Mursil I, que reafirmó
su poder en la región y puso su mirada en Babilonia, que se vio en-

366
frentada simultáneamente a los hititas al noroeste, a los hurritas al
norte y a los casitas al este. El fin de Babilonia estaba cerca.

Durante el siglo XVI, la isla de Creta se recuperó de su declive.


Se volvieron a construir palacios más grandiosos que los de los
tiempos anteriores. Los nuevos palacios tenían un gran patio cen-
tral con gradas monumentales para espectadores, donde se celebra-
ban competiciones de lucha (algo similar al boxeo, aunque también
se golpeaba con los pies) y juegos rituales con toros: unos atletas
saltaban sobre los animales y, tras una voltereta, caían de pie. El
toro tenía gran importancia religiosa en esta cultura. La leyenda
griega sobre el Laberinto, que el rey Minos había hecho construir
para encerrar al Minotauro, parece remontarse a esta época. Las ca-
sas particulares tenían hasta cinco plantas con escaleras interiores.
Se conservan pinturas de escenas cotidianas, en las que los hom-
bres juegan a un cierto juego de tablero mientras el ama de casa
teje lana, hay escenas de caza, otras de hombres acompañados de
perros y gatos, etc. Los cretenses tenían un dios principal poderoso
e iracundo, pero también había una diosa Madre a la que se podía
rogar que aplacara a su hijo. El rey era descendiente de este dios y,
de hecho, era éste quien le decía en cada momento lo que convenía
hacer, de modo que oponerse a una orden real era oponerse a la
voluntad divina. Todo esto es lo que se desprende de las numero-
sas pinturas de la época. De los testimonios escritos no se puede
concluir nada, pues no se conoce la lengua cretense. La escritura
del periodo anterior (que terminó en 1,700) era pictográfica, pero
ahora se usaba una nueva en forma de líneas onduladas irregulares
(escritura Lineal A).

La cultura cretense se extendió por las islas Cícladas y por el


Peloponeso, cuyas ciudades principales eran Micenas, Tirinto y Ar-
gos. Otras ciudades que más adelante adquirirán importancia son
Esparta y Corinto, y fuera del Peloponeso, Atenas y Tebas.

En 1,595 a. C., el rey hitita Mursil I tomó Babilonia. No obs-


tante, no pudo controlar la ciudad, y los casitas aprovecharon la
ocasión, descendiendo definitivamente de los montes Zagros e im-
pusieron su dominio sobre lo que había sido el Imperio Babilónico.
Una vez más, la región pasó por un largo periodo de decadencia
mientras los bárbaros invasores fueron asimilando lentamente la
cultura mesopotámica y la versión babilónica de la religión sume-

367
ria. En 1,590 Mursil I fue asesinado por su cuñado y sucesor, Hantil
I.

Por otra parte, las ciudades civilizadas habían aprendido de los


hicsos el uso bélico del caballo, con lo que éste dejó de ser una ven-
taja para los pueblos nómadas. Los reyes tebanos del Alto Egipto
tenían caballos y los usaron para combatir a los invasores. El último
rey de la XVII dinastía fue Kamosis, que redujo el dominio hicso a
las vecindades de su capital. En 1,570 fue sucedido por su hermano
Ahmés (que, por algún extraño motivo, los egipcios catalogaron
como primer rey de una XVIII dinastía). Ahmés libró una batalla
decisiva en el Delta, en la que derrotó a Apofis III, el último rey
hicso. El ejército hicso huyó a Palestina, pero Ahmés lo siguió y lo
volvió a derrotar. Indudablemente, los hicsos ya no eran entonces
los toscos guerreros de antaño, sino que habían asimilado los lujos
egipcios y se habían debilitado. A partir de aquí desaparecen de la
historia: la mayoría de ellos permanecieron en el territorio entre los
fenicios, cananeos, amorreos, etc., pero ya sin ninguna identidad
que los uniera.

Con sus victorias, Ahmés logró imponer su autoridad sobre un


Nuevo Imperio Egipcio. Parece que las tensiones entre el rey y la
nobleza quedaron atrás. Ahora Egipto tenía carros y caballos, así
como un nuevo orgullo nacional. El rey ya no sólo era sacerdote y
dios, sino también un gran general. Su autoridad era indiscutible.
Una muestra de la nueva reverencia que se le reservaba es que los
egipcios ya no se referían a él como “el rey”, sino con el circunlo-
quio más pomposo de “la gran casa” o “el palacio”, voz que ha
derivado en Faraón. Aunque anacrónicamente se llama faraones a
todos los reyes egipcios, lo cierto es que este título surgió con el
Imperio Nuevo.

En 1,560 a. C., el rey hitita Hantil I fue asesinado junto a su hijo


y sus nietos por su yerno y sucesor Zidanta I, que años atrás había
sido su cómplice en la conjura contra Mursil I. Las leyes hititas no
establecían claramente la fórmula de sucesión del rey, por lo que
las conjuraciones eran cada vez más frecuentes. A los pocos años
de subir al trono, Zidanta I fue asesinado por su hijo Ammuna. Los
desórdenes dinásticos, unidos a una grave sequía sumieron al reino
en una profunda crisis.

368
En 1,545 el faraón Ahmés fue sucedido por su hijo Amenofis I,
quien retomó Nubia, el Sinaí y todo Canaán hasta Fenicia, como en
los tiempos del Imperio Medio. Al oeste, los pastores libios prota-
gonizaban frecuentes incursiones en territorio egipcio desde tiem-
pos de los hicsos. El nuevo faraón puso fin a esta situación ocupan-
do una buena franja del desierto libio.

En 1,525, tras la muerte de Amenofis I ocupó el trono Tutmosis


I, quien extendió el control egipcio sobre el Nilo hasta la cuarta ca-
tarata, mucho más allá que en cualquier época anterior. En Canaán
llegó hasta la ciudad de Karkemish, en plena siria, a orillas del Éu-
frates. Los soldados egipcios quedaron fascinados por la abundante
lluvia: “un Nilo que cae del cielo”. El propio Éufrates fue también
causa de sorpresa, pues los egipcios usaban la misma expresión
para referirse al Norte que para decir “río arriba”. Así, el Éufrates
era un río que, “fluyendo hacia el norte, fluye hacia el sur”.

La ciudad de Tebas gozaba ahora de más prestigio que nun-


ca. Tutmosis I construyó grandes templos, y cada uno de los reyes
posteriores trató de superar a los precedentes. La construcción de
pirámides se abandonó definitivamente (todas habían sido saquea-
das por los ladrones de tumbas). En su lugar, Tutmosis I optó por
ocultar su mausoleo tras una compleja red de túneles excavados en
la roca de una colina cercana a Tebas. Durante los últimos años de
su reinado gobernó junto a su hijo y sucesor, Tutmosis II.

6.1.12 Los hurritas.

Mientras tanto, hacia 1,500 a. C., los hurritas, que llevaban hos-
tigando a Mesopotamia desde hacía tres siglos, finalmente se orga-
nizaron en un estado conocido como Mitanni, que ocupó una buena
parte de lo que había sido el ahora decadente Imperio Asirio. Asur
conservó su independencia, pero fue tributaria del nuevo reino.
Mitanni arrebató también a los hititas gran parte de sus dominios,
mientras éstos seguían bajo monarquías débiles que se disputaban
el poder. El rey Telibinu trató de establecer una ley de sucesión
clara, pero no pudo evitar que el reino hitita sucumbiera ante los
hurritas de Mitanni.

En Centroamérica, en la actual Guatemala se estaban formando


las primeras comunidades agrícolas. En el Perú, la cultura Chavín

369
en la sierra y los Paracas en la costa estaban en su apogeo.

En 1,490 murió el faraón Tutmosis II. Siguiendo una costumbre


egipcia, éste se había casado con su hermana Hatshepsut (probable-
mente, los orgullosos reyes egipcios consideraban que ninguna mu-
jer era digna de ellos salvo que fuera de su propia familia). Fue ella
quien realmente gobernó el Imperio desde la muerte de Tutmosis I.
Por su parte, Tutmosis II había tenido un hijo con una concubina,
Tutmosis III, a quien teóricamente le correspondía el trono, pero
era menor de edad y su tía y madrastra quedó como regente. Hats-
hepsut es la primera mujer gobernante conocida en la historia. En
los monumentos que construyó se representa a sí misma con ves-
timentas masculinas, sin pechos y con una barba postiza. Bajo su
mandato dejó de lado la expansión militar y, en su lugar, fomentó el
comercio, las minas y la industria. En aquella época estaba de moda
la construcción de obeliscos gigantes: finas columnas de piedra de
gran altura que erigían sin que se rompieran. Originalmente fueron
erigidos en honor al dios Ra, en tiempos del Imperio Antiguo, pero
entonces no eran especialmente altos: unos tres metros y medio. En
el Imperio Medio se construyeron obeliscos de más de 20 metros de
altura, Tutmosis I construyó uno de 24 metros y Hatshepsut llegó a
los 30 metros.

Hatshepsut

370
Hatshepsut murió en 1,469, cuando Tutmosis III tenía unos
veinticinco años, que había vivido oprimido por su madrastra, pues
tras su muerte, ordenó eliminar su nombre de todos los monumen-
tos en los que aparecía, sustituyéndolo por el suyo o por el de su pa-
dre o su abuelo. Incluso dejó su tumba incompleta, que es la mayor
venganza que podía tomarse, en la mentalidad egipcia.

El periodo pacifista de Hatshepsut había acrecentado a las ciu-


dades cananeas. El joven faraón había sido un títere de su madras-
tra, así que los cananeos debieron de pensar que sería un monarca
débil y que era el momento idóneo para librarse del yugo egipcio.
El reino de Mitanni fomentó la rebelión, que fue encabezada por la
ciudad de Cadesh, tal vez el último resto del Imperio Hicso.

Sin embargo, el monarca Tutmosis III, resultó ser un buen ge-


neral. En 1,468 se enfrentó con un ejército cananeo en Megiddo, un
enclave estratégico para la defensa de Cadesh. Tutmosis III apro-
vechó que el grueso del ejército se encontraba en otra parte (pues
tomó una ruta diferente a la que sus enemigos habían conjeturado)
y consiguió así una primera victoria. Dejó parte de su ejército si-
tiando la ciudad y siguió avanzando. A los siete meses Megiddo
cayó en poder egipcio. Año tras año, Tutmosis III reanudaba sus
campañas en Canaán, hasta que en 1,462 llegó a la misma Cadesh y
la destruyó. Luego cruzó el Éufrates y se internó en Mitanni, pues
Cadesh no habría resistido tanto tiempo sin su ayuda. No obstante
no se atrevió a ocupar permanentemente una región tan alejada.
Durante un siglo, el dominio de Egipto sobre Canaán no tuvo dis-
cusión.

Mientras tanto, el dominio de Creta sobre el Mediterráneo fue


decayendo en favor de la civilización micénica. Hacia 1,450 se
aprecian signos de destrucción en muchas ciudades cretenses, e in-
cluso periodos de ocupación griega.

En 1,438 a. C., murió Tutmosis III y fue sucedido por su hijo


Amenofis II, que continuó la política de expansión de su padre y
reprimió dos levantamientos en Asia.

Hacia 1,430 a. C., el reino hitita encontró finalmente un go-


bierno estable bajo el rey Tudhaliyas I, que logró algunas victorias
sobre Mitanni.

371
Amenofis II reinó hasta 1,412, cuando fue sucedido por su hijo
Tutmosis IV. Éste promovió una política de paz con Mitanni, y lle-
gó incluso a tomar por esposa a una de sus princesas (algo com-
pletamente inusitado hasta entonces). Con Tutmosis IV empezó a
cobrar importancia un dios que hasta entonces sólo había desem-
peñado un papel secundario en el panteón egipcio, el dios Atón. Es
probable que en ello influyera la reina.

La religión hitita era mucho más simple que la egipcia, por lo


que tal vez a la reina le resultó más fácil identificar sus creencias
con el culto a un dios modesto como Atón frente al sofisticado culto
a Amón-Ra. En cualquier caso, lo cierto es que Tutmosis IV le rin-
dió un ostensible homenaje.

Hacia 1,400 a. C., murió el rey hitita Tudhaliyas I, que será


sucedido por su yerno Arnuanda I. Con el siglo XIV se inicia la
llamada Edad Micénica griega. Las ciudades del Peloponeso, con
Micenas a la cabeza, arrebataron gradualmente a Creta su dominio
sobre el mar Egeo. Al parecer, los griegos micénicos eran el resul-
tado de la fusión entre un pueblo indoeuropeo que llevaba ya siglos
ocupando el norte de Grecia con un pueblo nativo no indoeuropeo,
conocido como Pelásgico, que ocupaba las costas y las islas. No
hay muchos detalles de este periodo, pero de algún modo los in-
doeuropeos grecohablantes absorbieron la cultura de los pelásgicos
(que a su vez éstos habían tomado de los cretenses) y se convirtie-
ron en una clase dominante. Prueba de ello es que en 1,400 a. C.,
cayó definitivamente en manos de los griegos micénicos la ciudad
de Cnosos, y a partir de entonces la escritura lineal A (no descifra-
da) fue sustituida por una escritura de aspecto similar, la lineal B,
que ha resultado ser una forma de griego arcaico. Los documentos
descifrados contienen recetas e instrucciones para el trabajo. No
hay literatura, ni ciencia, ni historia, por lo que podemos pensar
que los micénicos eran una mezcla sencilla de comerciantes, nave-
gantes y guerreros. Tal vez los griegos indoeuropeos fueron los que
promovieron la rebelión contra el dominio cretense y ello les diera
a su vez el predominio sobre los pelásgicos. La lengua pelásgica
debió de conservarse en un segundo plano frente a la griega durante
varios siglos. Por su parte, los griegos situados más hacia el interior
no recibieron con igual intensidad la antigua cultura cretense, sino
que permanecieron en un estadio más primitivo frente a los griegos
micénicos. Es probable que esta diferenciación cultural se corres-

372
ponda con la diferenciación de dos de los dialectos más importantes
del griego clásico: los griegos micénicos debían de hablar el dialec-
to jónico, mientras los griegos del interior debían de hablar el eóli-
co. La cultura micénica se extendió hasta el sur y el centro de Italia.

6.1.13 Los fenicios.

Mientras tanto Canaán florecía bajo el protectorado egip-


cio. Los fenicios revolucionaron la escritura. Todos los sistemas
de escritura conocidos hasta entonces se basaban en asignar un
signo a cada palabra. Esto hacía que la escritura fuera un arte
muy complejo, pues había que recordar cientos de signos distin-
tos. Ocasionalmente, algunos signos se usaban con valor fonético
para modificar el significado de otro signo, pero los fenicios fue-
ron los primeros que desarrollaron la idea y crearon un sistema
de escritura alfabética, es decir, un sistema en el que cada signo
representa un sonido, de tal modo que con un reducido inventario
de signos (alfabeto) se puede representar cualquier palabra. Para
ello eligieron palabras que empezaran por cada uno de los signos
de su lengua y convinieron en usar sus signos para representar úni-
camente a dicho sonido inicial. Por ejemplo, la palabra “buey” era
aleph, cuyo primer sonido era una oclusión glótica que no existe
en castellano, y su signo pasó a ser la primera letra del alfabeto
cananeo. Las siguientes fueron beth, gimel y daleth, que significan
“casa”, “camello” y “puerta”, respectivamente, pero para los feni-
cios pasaron a representar los sonidos b, g y d, respectivamente. El
alfabeto fenicio no tenía signos para las vocales. Ello se debe a que
en las lenguas semíticas cada raíz léxica está asociada a un grupo
específico de consonantes, de modo que las vocales sólo tienen una
función de apoyo, en todo caso con un valor gramatical que puede
deducirse del contexto, es decir, en la lengua cananea no había gru-
pos de palabras como “peso” y “piso”, que comparten las mismas
consonantes con significados completamente distintos, por lo que,
si se escribían las consonantes, cualquier hablante podía reconstruir
las vocales. La escritura ha sido inventada independientemente por
varias culturas a lo largo de la historia, pero todos los sistemas de
escritura alfabética conocidos provienen del fenicio.

Por otra parte, el comercio fenicio se enriqueció con productos


novedosos. Mejoraron las técnicas egipcias de fabricación del vi-
drio, pero sobre todo descubrieron la púrpura, un tinte rojo extraído

373
de unos moluscos con el que se elaboraban tejidos de color brillante
que no desteñían al ser lavados. Los fenicios guardaron celosamen-
te el secreto de la elaboración de este tinte, con lo que monopoliza-
ron su comercio durante siglos. La púrpura fue muy codiciada, y se
vendía a precios elevados. Entre las ciudades que más se beneficia-
ron de estas innovaciones estaban Tiro y Sidón.

En 1,387 a. C., ocupó el trono de Egipto Amenofis III, hijo de


Tutmosis IV y de la princesa de Mitanni con la que se casó. Bajo su
reinado Egipto disfrutó de un largo periodo de paz. El nuevo faraón
se casó también con una princesa de Mitanni, llamada Tiy, de la
que estaba profundamente enamorado, como se deduce de diversas
inscripciones. Construyó para ella un monumental lago de recreo
de más de un kilómetro de largo en la orilla occidental del Nilo.
Durante su reinado el dios Atón siguió ganando protagonismo. Es
posible que Amenofis III, influido por sus padres y su esposa, lle-
gara a considerarlo como a su dios principal, si bien oficialmente
mantuvo los ritos tradicionales. Sin embargo, parece ser que su hijo
no recibió una educación religiosa “tradicional”, sino que nunca
llegó a identificarse con las antiguas creencias egipcias.

La alianza entre Egipto y Mitanni había perjudicado gravemen-


te al reino hitita. En 1,385 a. C., el rey Arnuanda I murió enfrentán-
dose a invasiones y rebeliones internas, y fue sucedido por su hijo
Tudhaliyas II, quien, reuniendo los restos del ejército real, logró
recuperar el control del estado.

Mientras tanto, Babilonia seguía sumida en el periodo de de-


cadencia que produjo la invasión de los casitas. Mitanni cayó en
una crisis interna debido a disputas en la sucesión al trono, al igual
que había ocurrido en el reino hitita en los años anteriores, mien-
tras que éste se recuperó con las campañas militares del príncipe
Shubbiluliuma, hijo de Tudhaliyas II, que fue proclamado rey en
1,371, después de que una conspiración derrocara a su hermano
Tudhaliyas III.

6.1.14 Akenatón y el monoteísmo.

En 1,370 a. C., murió Amenofis III. En su honor se construyó


un magnífico templo, cuya entrada estaba flanqueada por dos enor-
mes estatuas suyas. Una de ellas tenía la propiedad de emitir una

374
nota al amanecer. Sin duda los sacerdotes habían preparado algún
dispositivo mecánico que dio lugar a muchas leyendas. El trono fue
ocupado por el que en un principio se llamó Amenofis IV, pero que
en 1,366, cuatro años después, cambió por el de Akenatón. Su an-
tiguo nombre significaba “Amón está complacido”, mientras que el
nuevo era “Agradable a Atón”. Con ello el nuevo faraón declaraba
su apostasía respecto del dios principal de los egipcios, Amón-Ra,
y su intento de sustituirlo por el dios Atón. El nuevo faraón tenía
ideas revolucionarias en materia religiosa. Al principio represen-
taba a Atón con cuerpo humano y cabeza de halcón, pero pronto
abandonó esta imagen y la sustituyó por una representación del Sol,
como un disco del que partían rayos que terminaban en manos. Al
igual que Ra, el dios Atón era para Akenatón el dios del sol, pero el
faraón negaba todos los mitos que los egipcios habían reunido en
torno a Amón-Ra. Para Akenatón, su dios era el mismo Sol, no un
dios antropomorfo que dominaba el Sol, sino el mismo Sol, un ente
celeste que proporcionaba la luz, el calor y la vida a la Tierra y ve-
laba por todas las criaturas. Más aún, Akenatón no se conformó con
elevar el rango de Atón entre los dioses egipcios, sino que lo con-
virtió en sumo hacedor y afirmó que era el único dios verdadero.
Se trata del primer caso de monoteísmo en la historia (la tradición
judía remonta su monoteísmo al principio de los tiempos, pero es
muy improbable que Abraham tuviera a su dios por único).

Akenatón trató de abolir la religión egipcia, objetivo que natu-


ralmente era imposible, incluso para el monarca más poderoso del
mundo. Se encontró con la incomprensión del pueblo y con la opo-
sición implacable de los poderosos sacerdotes. Decidió construir
una nueva capital dedicada íntegramente al culto a Atón. La llamó
Aketatón (el horizonte de Atón) y fue emplazada a mitad de cami-
no entre Menfis y Tebas. Allí construyó templos y palacios para sí
mismo y para la nobleza que le era leal. El templo de Atón era un
edificio singular, pues carecía de techo, para que el Sol pudiera lu-
cir siempre en su interior. Akenatón terminó aislándose en su nueva
capital desatendiendo los asuntos exteriores. Se dedicó casi exclu-
sivamente a perseguir al antiguo clero, a rectificar inscripciones eli-
minando las referencias a los dioses y a difundir sus creencias en el
entorno reducido de su familia y la corte.

La mujer de Akenatón se llamaba Nefertiti, y es muy conocida


porque se conserva un hermoso busto de piedra con su imagen. Pro-

375
bablemente era una princesa asiática, como su madre. La familia
real –el matrimonio y sus seis hijas– ocupaba un lugar central en el
nuevo culto que ideó el faraón. Sus himnos hablan de amor univer-
sal y revelan un pensamiento místico y humanista. Akenatón pro-
pició también un arte natural y verista. Hasta entonces, los egipcios
representaban siempre las cabezas de perfil, el tronco de frente y las
piernas de nuevo de perfil, de modo que las poses resultaban artifi-
ciales y las expresiones faciales eran siempre similares. En cambio,
Akenatón y Nefertiti se retrataron en poses informales, en escenas
cotidianas, jugando con sus hijas, en momentos de afecto, etc. El
propio Akenatón es representado como un hombre feo, barrigudo y
de muslos gruesos, un realismo inusitado en Egipto.

Akenatón y Nefertiti con sus hijos.

Durante el reinado de Amenofis III había ascendido al poder un


general semita llamado Yanhamu, que llegó a ser gobernador de los
territorios egipcios en Palestina. No fue el único cananeo que gozó

376
de una posición de prestigio en Egipto. Es probable que alguno de
ellos –o varios– diera origen al mito bíblico sobre José, un cananeo
que ascendió de la esclavitud a virrey de Egipto. Bajo el reinado de
Akenatón Yanhamu estuvo en Egipto, y es plausible que ocupara el
alto cargo de “director de los graneros”, lo que acabaría vinculán-
dolo con una antigua leyenda egipcia, originariamente atribuida a
Imhotep, según la cual José interpretó los sueños del faraón y pre-
vino siete años de hambre, y así ordenó a tiempo almacenar las pro-
visiones necesarias para alimentar al pueblo en los años de escasez.

Mientras tanto, el rey hitita Shubbiluliuma había recuperado las


provincias que su reino había perdido años atrás y en 1,365 a. C.,
asoló Mitanni. Formó así un imperio –conocido como Nuevo Reino
Hitita– al que los reyes del suroeste de Anatolia y el norte de Siria
estaban sometidos por tratados desiguales. Al tiempo que Mitanni
decaía, en Asiria surgió un rey poderoso, Ashur-Uballit, que logró
la total independencia de su reino respecto de Mitanni.

Se suponía que Mitanni era aliado de Egipto, pero Akenatón no


respondió a las peticiones de ayuda, ni tampoco a las de los virreyes
y generales de Egipto en Siria, que le informaban de que las posi-
ciones egipcias se veían seriamente amenazadas y solicitaban que
enviara a Yanhamu con un ejército. En efecto, unas nuevas tribus
nómadas semíticas habían surgido de Arabia, al igual que sucediera
con los amorreos tiempo atrás, y amenazaban las posesiones egip-
cias en Canaán. Eran los hebreos. Pese a la negligencia de Ake-
natón, los ejércitos egipcios pudieron impedir que los hebreos se
instalaran permanentemente al oeste del Jordán. Sin embargo, los
recién llegados formaron tres reinos al este: Amón, Moab y Edom.
Los hebreos adoptaron la lengua cananea (estrechamente emparen-
tada con la suya), así como el alfabeto, con algunas adaptaciones.
Paulatinamente fueron asimilando diversos aspectos de la cultura
cananea.

En 1,362 a. C., murió Akenatón, que tenía seis hijas, pero nin-
gún hijo que pudiera sucederle. El trono fue ocupado por uno de sus
yernos, Smenkere, que teóricamente profesaba el culto a Atón, pero
no hizo nada para impedir que todas las innovaciones religiosas
promovidas por Akenatón quedaran en el olvido. Los conversos a
la nueva religión la abandonaron rápidamente, los sacerdotes recu-
peraron todo su poder.

377
En 1,352 a. C., ocupó el trono un segundo yerno de Akenaton.
En principio se llamo Tutankatón, cambiando su nombre luego por
el de “Tutankamón”. Esto confirmaba el retorno a la religión tradi-
cional. Tebas pasó a ser de nuevo la capital del imperio y la ciudad
de Aketatón fue abandonada y se convirtió en una “ciudad fantas-
ma”. Como faraón, Tutankamón no tuvo gran importancia: tenía
unos doce años cuando inició su reinado y murió sobre los veinte.
Ha pasado a la historia por ser el único faraón cuya tumba no fue
saqueada por los ladrones, debido a que en la construcción de una
tumba para un faraón posterior la entrada de la tumba de Tutanka-
món fue cubierta por unas piedras de forma accidental, y así pasó
desapercibida.

Tutankamón

A la muerte de Tutankamón, en 1,338, el trono egipcio no tenía


heredero. Finalmente se hizo con el poder un devoto de la religión
de Akenatón, llamado Ay, que al parecer no era de sangre real, pero
se casó con la viuda de Tutankamón para legitimar su título. Ay in-
tentó reconstruir la obra de Akenatón, pero se trataba de un intento
desesperado. Los sacerdotes buscaron el apoyo de un general com-
petente, Horemheb, al que lograron convertir en faraón en 1,333

378
casándolo con una princesa. Horemheb erradicó definitivamente el
culto a Atón y reorganizó el país. Envió expediciones para restable-
cer el control egipcio sobre Nubia, pero prefirió no enfrentarse a los
hititas en Siria.

En 1,330 a. C., murió el rey asirio Ashur Uballit, que fue suce-
dido por su bisnieto Enlil-ninari.

Babilonia empezaba a dar muestras de recuperación tras la in-


vasión de los casitas. Éstos habían reconstruido el templo de Mar-
duk y ahora patrocinaron la reconstrucción de Ur.

En 1,322 a. C., murió el rey hitita Shubbiluliuma víctima de una


epidemia, que al año siguiente mató también a su hijo y sucesor Ar-
nuanda II. El trono pasó entonces al segundo hijo de Shubbiluliu-
ma, Mursil II. El nuevo rey supo mantener el poder del Nuevo Rei-
no conteniendo eficazmente las revueltas relativamente frecuentes
de los reinos sometidos. Ocupó las posiciones egipcias en Siria y
sometió completamente a Mitanni.

En 1,319 a. C., murió el rey asirio Enlil-ninari, que fue sucedido


por su hijo Arik-den-ili, que a su vez fue sucedido en 1308 por su
hijo Adad-ninari I.

En 1,306 a. C., murió el faraón Horemheb y es reemplazado por


uno de sus generales, Ramsés I, con el que comienza la XIX dinas-
tía. En realidad sus dos antecesores no pertenecían a la familia de
la XVIII dinastía salvo por matrimonios de conveniencia, pero los
egipcios los incluyeron en ella. Ramsés I era ya mayor, por lo que
reinó poco más de un año. En 1,304 fue sucedido por su hijo Seti
I. El nuevo faraón restableció todo el poderío del Nuevo Imperio
egipcio. Recuperó las posiciones de Siria, si bien no pudo aplastar
a los hititas, con los que tuvo que firmar una paz de compromiso.

6.1.15 Del hierro al acero.

A principios del siglo XIII a. C., los hombres aprendieron a fun-


dir el hierro y combinarlo con carbón para producir acero. El hierro
mineral es blando e inútil, pero el acero es un metal duro que per-
mitía fabricar armas mucho más poderosas que las de bronce, por
lo que tenía un valor estratégico incalculable. El descubrimiento

379
tuvo lugar al sur del Cáucaso, en una zona controlada a la sazón
por el poderoso reino hitita. Las técnicas de fundición del hierro
eran mucho más complicadas que las del bronce, pues requieren
temperaturas mucho más elevadas. Además no se conocían muchos
yacimientos. Los hititas mantuvieron la nueva técnica en secreto, a
la espera de poder utilizarla a gran escala. Así, durante algún tiem-
po las regiones civilizadas ignoraron su existencia. Sin embargo,
para las tribus nómadas indoeuropeas unas pocas armas de hierro
podían ser decisivas en pequeñas luchas con tribus vecinas, así que
las nuevas técnicas se difundieron hacia el norte entre los pueblos
indoeuropeos. Se iniciaba así la Edad del Hierro.

El hierro llegó hasta Grecia. Hay constancia de que las tribus


eolias que habitaban la Grecia interior, menos civilizadas que las
tribus jónicas de la Grecia micénica, importaban del norte hierro
fundido en pequeñas cantidades, si bien no lo fabricaban. Los histo-
riadores griegos se refieren a estas tribus con el nombre de Aqueos.
No hay muchos datos sobre quiénes eran los aqueos. Tal vez fueran
simplemente los griegos eolios o tal vez éstos absorbieron, pacífi-
camente o no, a nuevas tribus del norte que les trajeron el conoci-
miento del hierro junto con nuevos rasgos culturales. Por ejemplo,
una costumbre diferenciada de los aqueos que permite seguirles el
rastro frente a los micénicos es que en lugar de enterrar a sus muer-
tos los incineraban. La incineración parece haber surgido con las
nuevas técnicas de fundición que requería el hierro. Los aqueos
debieron de ser un pueblo más rudo que los micénicos, pero éstos
debieron de ver en ellos un refuerzo conveniente para sus campañas
militares.

Combinando la arqueología con la tradición griega posterior, la


Grecia micénica ofrece esta imagen: había una oligarquía dominan-
te (probablemente indoeuropea, frente a un pueblo de origen pelás-
gico). Los nobles son carnívoros y prefieren los lechones, mientras
que el pueblo es vegetariano y se alimenta principalmente de trigo
tostado y pescado. Los nobles beben vino y usan la miel como edul-
corante, mientras que el pueblo bebe agua. La propiedad de la tierra
está vinculada a la familia, en cuyo seno rige una especie de régi-
men comunista. No hay una división del trabajo en oficios, sino que
cada familia fabrica lo que necesita. Hasta el rey siega, cose y clava
tachuelas. No labraban metales, sino que importaban el bronce del
norte y, en escasas cantidades, el hierro. Usaban carros tirados por

380
mulos, aunque eran caros y pocos podían permitírselos. Había es-
clavos, pero poco numerosos y, por lo general, bien tratados. Princi-
palmente eran mujeres que se ocupaban de las labores domésticas.
Usaban el oro como dinero (a peso, sin acuñar monedas), pero sólo
para transacciones importantes, lo habitual era pagar con pollos,
medidas de trigo, cerdos, etc. La riqueza de una familia no se medía
por su dinero sino por sus posesiones. Daban gran importancia a la
elegancia y la belleza física. Sus trajes eran de lino, a modo de saco
con un agujero para la cabeza, si bien trataban de adornarlos con
bordados y otros detalles. Un buen vestido era considerado como
algo muy valioso. Las casas de los pobres eran de adobe y paja, las
de los ricos de piedra y ladrillo. Constaban de una estancia única
con un agujero en el techo a modo de chimenea. No tenían templos,
sino que las estatuas de los dioses quedaban al aire libre.

6.1.16 Troya.

Por esta época debió de empezar a cobrar importancia la ciu-


dad de Troya. Estaba situada en la costa de Anatolia, en un lugar
estratégico para controlar el paso por el Helesponto, un estrecho
que comunica el Mediterráneo con un pequeño mar, la Propóntide,
que a través del estrecho del Bósforo comunica a su vez con el
Mar Negro. El Mar Negro, ofrecía grandes posibilidades para el
comercio, alejado del disputado Mediterráneo y con una extensa
costa llena de pueblos no muy civilizados a los que se podía ofrecer
artículos de lujo a cambio de minerales y otras materias primas. Al-
gunos comerciantes llegaron incluso a China por esta vía, de donde
importaban artículos exóticos, como el Jade. Así, Troya estaba en
condiciones de aprovecharse directa e indirectamente de este co-
mercio, sin más que exigir un tributo a todo el que quisiera cruzar
el Helesponto.

No se sabe a ciencia cierta quiénes eran los troyanos. La ciudad


estuvo habitada desde mucho tiempo atrás, pero ahora había caído
bajo el control de una nobleza grecohablante. Tal vez fueran grie-
gos micénicos que la habían ocupado a modo de colonia, pero es
más plausible que los “nuevos” troyanos fueran un grupo de creten-
ses que, ante la decadencia de su nación, decidieron trasladarse a un
lugar más propicio para “volver a empezar”. Su buen conocimiento
del Mediterráneo les habría llevado a Troya, donde habrían some-
tido a la población asiática y se habrían convertido en un molesto

381
rival para los griegos micénicos.

Troya

Mientras tanto, en la Media Luna Fertil, las grandes potencias


cambiaban de reyes. Hacia 1,300 a. C., el rey Ashur-Uballit ya ha-
bía muerto, pero su hijo continuó reforzando a Asiria y llegó a sa-
quear el agonizante reino de Mitanni. En 1,295 muere el rey Mursil
II y es sucedido por Muwatalli, bajo cuyo gobierno el reino hitita
siguió siendo la potencia dominante en Siria y, por consiguiente,
la mayor preocupación para Egipto. En 1,290 murió el faraón Seti
I, y fue sustituido por su joven hijo Ramsés II, que reinó durante
sesenta y siete años, marca sólo superada en la historia de Egipto
por el antiguo rey Pepi II. Ramsés II resulto ser el ególatra más
poderoso del mundo. Cubrió Egipto de monumentos en su honor,
con inscripciones que relataban jactanciosamente sus victorias y su
grandeza. Incluso puso su nombre en monumentos más antiguos
para atribuirse méritos ajenos. Amplió el ya enorme templo de Te-
bas, de modo que se convirtió en el templo más grande y fastuoso
construido jamás en la historia. La mayor sala del templo, la sala
hipóstila, medía unos 5,000 metros cuadrados y su techo se sus-

382
tentaba mediante 134 columnas de 21 m de altura. En 1,288 a. C.,
subió al trono hitita Hattusil III, que en 1,286 tuvo que enfrentarse
a una expedición egipcia encabezada por el propio Ramsés II. La
batalla tuvo lugar cerca de la ciudad de Kadesh. La única informa-
ción que tenemos sobre ella es la versión oficial del faraón, según la
cual el ejército egipcio fue pillado por sorpresa y se tuvo que retirar
precipitadamente, pero Ramsés decidió vencer o morir, se lanzó él
solo contra todo el ejército enemigo y lo mantuvo a raya hasta que
sus hombres se reorganizaron y recibieron refuerzos. Finalmente
los hititas fueron estrepitosamente aniquilados. No hay motivos
para creer nada de todo esto. Pasará lo que pasara en la batalla, la
realidad es que el poder hitita no disminuyó lo más mínimo, sino
que la guerra se mantuvo durante tres años, hasta que ambos reyes
firmaron una paz de compromiso en 1,283.

Se inició así el periodo de mayor esplendor de la cultura hitita.


En los archivos de Hattusa, su capital, se han encontrado miles de
tablillas escritas en hitita y algunas en acadio con anales, tratados,
leyes, actas de distribución de tierras y textos religiosos, algunos en
lenguas muertas (en la época). Egipto, pese al acuerdo de paz, inició
una serie de intrigas, estimulando a Asiria contra el reino hurrita. El
rey Adad-Ninari I ocupó el reino de Mitanni, vasallo de los hititas,
tras lo cual se otorgó a sí mismo el título de Gran Rey, y envió una
carta al rey Muwatali tratando de rebajar la tensión ocasionada por
la invasión. En ella trataba a Muwatalli de hermano, algo frecuente
en la época entre los reyes de potencias del mismo rango, pero la
respuesta de Muwatalli fue bastante brusca: ¿Acaso somos hijos del
mismo padre o de la misma madre? Pese a todo, no estalló la guerra
entre ambos reinos, ya que Muwatalli estaba más preocupado por
Egipto que por Asiria. Adad-Ninari I murió en 1,275, y fue sucedi-
do por su hijo Salmanasar I. Luego murió Muwatalli, en 1,272, y
fue sucedido por su hijo Mursil III.

6.1.17 El Imperio Asirio.

En 1,270 a. C., Salmanasar I arrebató definitivamente a los hiti-


tas lo que había sido el reino de Mitanni, fecha en la que podemos
considerar que éste desaparece definitivamente de la historia, pa-
sando a formar parte del que se conoce como Primer Imperio Asi-
rio. Asiria recuperó todo el territorio que había poseído en tiempos
de Shamshi-Adad I, el fundador de la dinastía que había gobernado

383
ininterrumpidamente en Assur tanto en los buenos como en los ma-
los tiempos. Salmanasar usó las riquezas y los esclavos obtenidos
con sus conquistas para embellecer Assur, la capital, y Nínive, la
segunda ciudad más emblemática del reino. Sin embargo, conside-
ró que su nuevo imperio requería una nueva capital, y así fundó a
mitad de camino entre ambas la ciudad de Calach. Mursil III murió
en 1,265, y fue sucedido por su tío Hattusil III.

Hacia 1,250 Canaán empezó a recibir el embate de nuevas tri-


bus nómadas emparentadas con los hebreos que cien años antes
habían ocupado el este de Canaán. Sin embargo, este parentesco
no influyó en los hebreos, que rechazaron a los recién llegados. Las
primeras en hacer su aparición debieron de ser las tribus de Rubén,
Isacar y Zabulón, formaron la coalición de Lía (el nombre de una
diosa de los pastores cananeos, vinculada con la Luna), a la que lue-
go se sumaron como tributarios Gad y Aser. La primera de estas dos
tribus deriva su nombre de un dios de la buena fortuna, cuyo culto
se extendía desde Fenicia hasta Arabia. Aser proviene de Ashir, que
era una diosa cananea también de culto muy difundido. La ciudad
de Hesbón, situada en el límite septentrional de Moab, aprovechó
que el ejército moabita estaba concentrado al este contra los recién
llegados y se rebeló con éxito, deshaciéndose de las pocas tropas
moabitas de la zona. Las tribus de Lía reaccionaron rápidamente y
aprovecharon el caos creado por Hesbón. Atacaron la ciudad y la
arrollaron, con lo que se abrieron paso hasta el Jordán. Ocuparon
un territorio entre Amón y Moab que más adelante se quedaría en
exclusiva la tribu de Rubén.

En 1,245 a. C., murió Salmanasar I, y fue sucedido por su hijo


Tukulti-Ninurta I, bajo el cual el imperio asirio llegó a su máxima
extensión. Condujo campañas a los montes Zagros y llegó hasta
el Cáucaso, donde un grupo de hurritas se acababa de asentar for-
mando el reino de Urartu. Luego derrotó a los casitas en el sur y los
sometió a tributo, y más tarde ocupó Elam. De este modo, Asiria
dominaba ahora toda Mesopotamia. Además, Asiria conoció así las
nuevas técnicas hititas para tratar el hierro, si bien todavía no se
disponía de él en cantidades necesarias para que fuera relevante. En
1,237 el rey hitita Hattusil III fue sucedido por su hijo Tudhaliyas
IV. Durante su reinado la cultura hitita recibió muchas influencias
hurritas y mesopotámicas (probablemente el reino hitita recibió
muchos refugiados de lo que había sido Mitanni y de otras regiones

384
ocupadas por Asiria). El nuevo rey supo sofocar las revueltas que
periódicamente se producían en distintos puntos de los dominios
hititas, e incluso extendió sus fronteras hacia el oeste, alcanzando
el Egeo.

Mientras tanto, el Imperio Egipcio disfrutaba de un periodo de


paz y prosperidad. La corte era ostentosa y magnificente como nun-
ca lo había sido, Ramsés II tenía muchas esposas que le dieron una
multitud de hijos, pero a medida que se iba haciendo mayor fue
dejando de lado los asuntos del gobierno, y como consecuencia la
nobleza fue ganando poder. La mejora del nivel de vida hizo difí-
cil encontrar hombres con vocación militar, por lo que el ejército
se nutría cada vez más de mercenarios extranjeros, de los que no
se podía esperar el arrojo de los soldados movidos por un fervor
patriótico, e incluso podían volverse peligrosos en épocas difíciles.
Así, aunque aparentemente todo estaba en orden, lo cierto es que
las bases del poder egipcio estaban siendo minadas poco a poco.

6.1.18 Los hebreos.

Durante los últimos años del reinado de Ramsés II la presión


sobre los reinos hebreos de Edom, Amón y Moab seguía aumentan-
do. Llegó una nueva tribu dirigida por un caudillo poderoso: Josué,
cuya tribu era especialmente belicosa, parecía tener muy claro el
objetivo de cruzar el Jordán e invadir Canaán. Por ello acogió gus-
toso en su seno a los hombres más fieros que encontró en la zona:
por una parte a una tribu de honderos ambidiestros de gran puntería
y por otra a un pueblo de pastores oriundo del norte de Palestina lla-
mado Bene-jamina, cuyo caudillo tenía el título de Dawidum (posi-
ble origen del nombre David). Éstos formaron la tribu de Benjamín,
y formaron con los hombres de Josué una coalición identificada con
el nombre de Raquel, una diosa de características similares a las de
Lía (las diferencias de culto Lía/Raquel se usaron como signos dis-
tintivos de los dos grandes grupos tribales que acechaban Canaán).
La coalición de Raquel se engrosó pronto con las tribus de Dan y
Neftalí.

Josué pacto una alianza con las tribus de Lía para facilitar su
plan de invasión. La confederación se llamó Israel, que significa
algo así como “Dios lucha con nosotros”. Hacia 1,226 a. C., Josué
cruzó el Jordán con sus hombres y ocupó una rica franja de tierra

385
a la que llamaron Efraím (región fértil), mientras que Benjamín
ocupó la zona inmediatamente más al sur. Es posible que la tribu
original de Josué estaba formada por dos clanes poderosos, uno de
los cuales ocupó Efraím y el otro fue extendiéndose hacia el norte
hasta tener su territorio propio, llamados Manasés. Así, las tribus
de Raquel pasaron a ser tres: Efraím, Manasés y Benjamín. De la
federación original de Raquel surgió también una tribu diminuta:
la tribu de Leví, que era una clase sacerdotal que ocupó pocas ciu-
dades dispersas. Posteriormente la tribu de Leví fue considerada
como una tribu de Lía, en lugar de una tribu de Raquel.

En 1,223 a. C., murió Ramsés II y fue sucedido por Meneptah,


su decimotercer hijo, que ya tenía entonces sesenta años. Meneptah
condujo el ejército egipcio a Canaán para rechazar a los israelitas
invasores. Como testimonio de la campaña dejó una inscripción
según la cual “Israel está arrasado y no tiene semillas”. Claro esto
era una exageración propia de los “partes oficiales”, pues los is-
raelitas seguían allí y, el faraón no pudo terminar con los israelitas
viéndose obligado a volver a Egipto a marchas forzadas, ya que
su reino estaba en peligro proveniente de un lugar insospechado:
el mar, cuyo tránsito marítimo por el Mediterráneo era esencial-
mente comercial. En el Egeo había impuesto su hegemonía Creta,
desarrollando una armada que encontró resistencia mínima. Así los
egipcios que usaban barcos para transportar sus tropas a Canaán,
lo hacían siempre bordeando la costa. Nadie hasta entonces había
enviado tropas en barcos para librar una batalla importante lejos de
sus costas.

Sin embargo, los griegos micénicos empezaron a aventurarse


por el mar con fines militares. La vía comercial del mar Negro es-
taba bajo el control de Troya.

Oriente había adquirido fama de ser una tierra rica y paradisia-


ca. Los griegos tenían una leyenda al respecto, según la cual mucho
tiempo atrás un grupo de cincuenta héroes mitológicos capitanea-
dos por Jasón, emprendieron una arriesgada aventura hacia oriente
en busca del vellocino de oro, la piel de un carnero divino cuya
lana era de oro, símbolo de la prosperidad de las tierras lejanas.
Ellos se embarcaron en la nave Argos, por lo que eran conocidos
como los Argonautas, entre los cuales estaban Teseo, el que venció
al Minotauro y liberó a Atenas del dominio cretense, Hércules y su

386
padre Peleas, Orfeo y muchos otros. Troya, resultó ser un pequeño
obstáculo en el camino, pues cuando trató de impedir el paso a la
expedición, Hércules desembarcó, saqueó la ciudad y mató al rey
Laomedonte junto con todos sus hijos excepto Príamo, que era el
rey. Nada de esta narración tiene visos de realidad, más bien debe-
mos suponer que son historias inventadas por los griegos micéni-
cos, para animar al pueblo, o tal vez a los aqueos, pueblo tan poco
interesado por el mar como Egipto, y lanzarse sobre Troya para
acabar con su hegemonía.

Guerra Grecia – Troya.

Las leyendas griegas hablan de una coalición de Argivos y


Aqueos en una expedición contra Troya. En principio “argivo” hace
referencia a la ciudad de Argos, que era una de las ciudades micéni-
cas más importantes, pero es probable que el término se usara para
referirse indistintamente a todos los griegos micénicos. Según la
tradición, la guerra se debió a que Paris, el hijo de Príamo, se llevó
–no está muy claro si por la fuerza o de mutuo acuerdo– a Helena,
la mujer de Menelao, rey de Esparta, quien solicitó la ayuda de su
hermano Agamenón, rey de Micenas, para recuperarla. A su vez,
éstos reclamaron la ayuda de otros reyes, como Ulises de Ítaca o el
aqueo Aquiles. Al margen de los detalles poéticos, las tradiciones
griegas parecen describir dos facciones en pie de igualdad: los ar-
givos, capitaneados por Agamenón y los aqueos, capitaneados por

387
Aquiles. La ciudad de Troya fue destruida y los griegos convirtie-
ron el acontecimiento en una de sus gestas más memorables.

Las leyendas griegas continúan explicando que, al volver a su


patria, los héroes se encontraron con situaciones turbulentas. Las
fábulas narran sucesos más románticos en torno a adulterios, enve-
nenamientos y disputas por el poder, pero la realidad histórica sub-
yacente era de otra naturaleza. Los pueblos indoeuropeos que eran
belicosos, se habían ido extendiendo por la Europa oriental. Estos
posiblemente pasaban por un periodo de escasez o superpoblación,
por lo que se expandían en todas direcciones y desplazaban a otros
pueblos. La Grecia micénica empezó a sufrir el acoso de otro pue-
blo indoeuropeo, emparentado con los griegos pero menos civiliza-
do: los Dorios. Los dorios tenían armas de hierro, lo que les con-
cedía una superioridad contra los griegos micénicos. Como fruto
de estas convulsiones el Mediterráneo se llenó de hordas de piratas
que sobrevivían atacando y saqueando las ciudades costeras. Esta
mezcla heterogéneas de dorios, griegos micénicos y habitantes de
poblaciones variadas, no encontraron mejor salida que lanzarse al
mar. Un grupo numeroso de estos piratas desembarcó en las costas
de Libia y se unió a los nativos en un ataque contra Egipto.

Los egipcios que nunca habían sufrido un ataque por mar, lla-
maron “Pueblos del Mar” a los invasores. Meneptah consiguió ex-
pulsarlos a duras penas, pero el poder egipcio se vio seriamente
dañado. De Egipto, los pueblos del mar pasaron a Chipre, desde
donde amenazaron las costas de Canaán y de Anatolia.

En 1,211 a. C., un nuevo faraón, Seti II, se hizo con el trono de


Egipto, destronando para ello a Meneptah y casándose con su viu-
da. Se inicia así una rápida sucesión de faraones débiles que reinan
durante breves periodos de tiempo (Seti II reinó cinco años).

En 1,209 a. C., murió el rey hitita Tudhaliyas IV, que fue suce-
dido por su hijo Arnuanda III. La presión de los pueblos del mar
se hacía cada vez más insoportable para todos los pueblos del Me-
diterráneo, a la vez que los pueblos indoeuropeos presionaban a la
ya descoyuntada Grecia micénica por un lado y a los hititas y otros
pueblos de la Europa oriental por otro. Mesopotamia seguía bajo
el Imperio Asirio, pero tras la muerte de Tukulti-Ninurta en 1,208
se sumió también en la crisis que afectaba a sus vecinos. Canaán

388
sufría los embates de los israelitas. En 1,207 murió Arnuanda III y
le sustituye el que iba a ser el último rey hitita: Shubbiluliuma II.

Durante el siglo XII a. C., aparece en México la cultura Olmeca.


Los olmecas construyeron centros ceremoniales y desarrollaron el
arte sacro: altares monolíticos, estelas con bajorrelieves, esculturas.
Idearon una escritura jeroglífica y tenían un calendario. Las aldeas
aumentaron de tamaño y se construyeron casas sobre plataformas
de tierra. Adoraban a deidades jaguares, relacionadas con la lluvia.
El control social estaba en manos de chamanes y hechiceros. En
el Perú, los chavín se extendían hacia las costas norte y sur del
Oceáno Pacifico y de idéntica manera en los Andes. Para facilitar la
vinculación entre el centro ceremonial de Chavín de Huantar y los
territorios de su influencia se implementaron caminos rudimenta-
rios para los peregrinos que viajaban hacia allí.

Las estepas euroasiáticas, desde el Danubio hasta Siberia, fue-


ron ocupadas por los Escitas, un pueblo indoeuropeo cuya lengua
estaba emparentada con la de los arios. Eran ganaderos itinerantes
y sometieron a la población campesina.

La mayor parte del mundo civilizado sufría conmociones en


mayor o menor medida. Egipto había rechazado a los pueblos del
mar, pero tras la muerte de Meneptah cayó casi en la anarquía. Los
pueblos del mar pasaron a Chipre, y desde allí atacaron Fenicia. En
1,200 a. C., arrasaron las ciudades de Tiro y Sidón. En 1,191 muere
el rey Shubbiluliuma II y, con él, el imperio hitita desaparece de la
historia, desmembrado por los pueblos del mar y las sublevaciones
internas. No obstante, la cultura hitita no se perdió, sino que se
conservó en una serie de minúsculos reinos neohititas que sobre-
vivieron dominados por una u otra potencia según los tiempos. Al
noroeste de Anatolia empezaron a destacar los Frigios. En la Ilíada
son mencionados como aliados de Troya, antes de la llegada de los
pueblos del mar, pero su auge llegó tras ellos. Tal vez se aprovecha-
ron de los desórdenes o tal vez los invasores ocuparon Frigia y se
convirtieron así en “nuevos frigios”.

Asiria inició un largo periodo de luchas frustrantes en las que


trataba de dominar sin éxito a los territorios circundantes, pero no
pudo controlar a Babilonia y, sobre todo, al poderoso reino de Urar-
tu. En realidad Asiria ganaba la mayoría de las batallas, pero sus

389
enemigos se recuperaban más fácilmente mientras estaba ocupada
en otros lugares. De todos modos, la situación fue sin duda caótica
e incierta para toda la zona.

Por su parte, Egipto logró reponerse temporalmente. En 1,186,


un gobernante tebano llamado Setnajt, que afirma ser descendiente
de Ramsés II, logra unificar todo Egipto y se convierte en el primer
faraón de la XX dinastía. En 1,184 le sucede su hijo con el nombre
de Ramsés III. Mientras tanto la Grecia Micénica iba de mal en
peor. Equipados con armas de hierro, los dorios fueron abriéndose
paso lentamente sin que los orgullosos aqueos pudieran hacer nada
por evitarlo.

6.1.19 Los filisteos.

Desde Chipre, los pueblos del mar atacaron Canaán y avanza-


ron de nuevo hacia Egipto. En 1,177 a. C., Ramsés III logró recha-
zarlos en la que se considera la primera batalla naval de la historia,
pero ésta sería su última campaña. Egipto perdió sus posesiones
imperiales y sus fronteras se redujeron al valle del Nilo. El Nuevo
Imperio había terminado. Palestina fue ocupada por los pueblos del
mar. Éstos se llamaban a sí mismos Peleset, aunque actualmente
se les conoce como Filisteos. El nombre de “Palestina” deriva de
Peleset. Los filisteos eran principalmente griegos, una oleada que
precedió a la de los dorios y que fue empujada al mar por éstos,
pero al llegar a Palestina se encontraron con una cultura superior a
la suya y no dudaron en asimilarla. En poco tiempo habían abando-
nado su lengua propia y adoptaron la cananea (una forma arcaica
de hebreo). Los filisteos ocuparon cinco ciudades gobernadas cada
una por su propio rey, que mantenían una débil coalición. Tres de
ellas estaban junto a la costa: Asdod, Ascalón y Gaza, mientras que
otras dos estaban en el interior: Ecrón y Gat.

Sin la intervención egipcia, los israelitas penetraron fácilmente


a Canaán. Poco a poco enfrentaron las ciudades, esclavizando a las
más débiles y pasando a cuchillo a las más beligerantes. Pero, no
pudieron imponerse a los filisteos, que pese a ser pocos, tenían ar-
mas de hierro, y por el contrario, los filisteos sometieron a tributo, a
la tribu israelita de Dan y a otras dos tribus invasoras que sólo más
tarde fueron incluidas en la federación de Israel: las tribus de Judá
y Simeón. La primera parece estar muy relacionada con los edomi-

390
tas, mientras la segunda fue una tribu menor que fue absorbida por
Judá.

Mientras tanto Babilonia había quedado libre de la dominación


asiria, pero sus gobernantes casitas no fueron capaces de aprove-
char la situación y quedó en la anarquía. Quien sí reacciono fue el
antiguo Elam, que envió expediciones para saquear Babilonia. En
1,174 los elamitas se llevaron dos grandes reliquias: la estela con el
código de Hammurabi y la estela de Naram-Sin.

En 1,158 a. C., murió Ramsés III, que fue sucedido por una
serie larga de reyes, todos llamados Ramsés, y por ello conocidos
como ramésidas. Se abría un periodo en el que el poder del faraón
fue decayendo en favor del poder sacerdotal. Todas las tumbas de
Tebas (excepto la de Tutankamón) fueron saqueadas.

En Grecia, los dorios ocupaban posiciones más al sur de Grecia,


desplazando a las tribus eolias. Hacia 1,150 una de ellas, la de los
tesalios, ocupó la región donde se establecerían definitivamente, y
tomaron el nombre de Tesalia.

Por esta época la ciudad fenicia de Sidón se había recuperado


del ataque de los pueblos del mar y disponían de armas de hierro.
Las tribus israelitas estaban distribuidas. La de Leví era la menor
de todas y ocupó algunas ciudades dispersas. La tribu de Dan esta-
ba junto a los territorios filisteos, pero un grupo de danitas que no
estaba dispuesto a soportar la dominación filistea decidió emigrar
hacia el norte, tomó la ciudad de Lais, la saqueó y se estableció en
ella, rebautizándola con el nombre de Dan. Judá y Simeón estaban
sometidas a los filisteos, mientras Gad y Rubén, al otro lado del
Jordán, litigaban con los reinos hebreos de Amón y Moab. Aser, por
su parte, quedó bajo la dominación de Sidón. Las tribus del norte
(aparte de Aser) tenían menos problemas, y parece que la de Efraím
disfrutaba de un cierto liderazgo entre ellas.

Los cananeos del norte aprovecharon el resurgimiento de Sidón


para planear una gran ofensiva contra los israelitas. La liga cananea
fue encabezada por Jabín, rey de la ciudad de Hazor. La tribu más
cercana sobre la que se cernía la amenaza era Neftalí, que a la sa-
zón tenía como caudillo a Barac. Éste debió de comprender que sus
hombres no podrían resistir por sí solos a un ejército bien dotado,

391
así que se apresuró a pactar con Efraím.

Según el Tanaj y la Biblia, por aquel entonces Efraím estaba


dirigido por una mujer llamada Débora, la cual –bajo la condición
de capitanear el ejército–, aportó no sólo sus propios hombres sino
también los de las tribus de Manasés y Benjamín –las otras dos tri-
bus de Raquel, al parecer bajo el dominio de Efraím–. Puesto que
también les afectaba de cerca la amenaza cananea, las tribus de Za-
bulón e Isacar se unieron a la coalición, con lo que en total fueron
seis las tribus a las que se enfrentó Jabín. Los israelitas aplastaron
a sus oponentes junto al monte Tabor, destruyeron Hazor y, a partir
de entonces los cananeos ya no supusieron ningún peligro serio
para Israel.

Hacia 1,120 a. C., otra tribu eolia, los beocios, se vio obligada a
asentarse al sur de Tesalia ante el avance dorio. La región se cono-
ció desde entonces con el nombre de Beocia.

Hacia 1,124 a. C., un babilonio nativo consiguió hacerse con el


poder y puso fin a la dominación casita. Se llamaba Nabucodonosor
I. También derrotó completamente a los elamitas. Por un momento
parecía que Babilonia iba a dominar de nuevo Mesopotamia, pero
no fue así. Por aquel entonces, Asiria también estaba recuperán-
dose. En 1,115 llegó al trono Teglatfalasar I, el cual dispuso de un
ejército con armas de hierro con el que derrotó a Nabucodonosor
I en 1,103 y reconstruyó lo que había sido el imperio de Tukul-
ti-Ninurta. Por el oeste llegó hasta Fenicia, donde hizo tributarias
a Biblos y a Sidón. La frontera más conflictiva era Arabia. Durante
los años de anarquía precedentes, las tribus árabes habían hostigado
como de costumbre a Mesopotamia. Ahora Teglatfalasar I intentaba
detenerlas. Esta vez se trataba de los Arameos, contra los que Asi-
ria inició una serie de campañas. En general, las campañas contra
los nómadas nunca son definitivas, pues los guerreros nómadas se
retiran fácilmente y aparecen por otras zonas indefensas, o sencilla-
mente desaparecen hasta que pasa el peligro.

También los israelitas sufrían ahora los ataques de los nóma-


das de Arabia. Los llamados Madianitas azotaban principalmente
a la tribu de Manasés. El caudillo de esta tribu era entonces Ge-
deón. La Biblia describe una trama con la que Gedeón cuestionó
la supremacía de Efraím. Al parecer, Gedeón formó una coalición

392
con las tribus del norte que habían luchado contra los cananeos en
el monte Tabor, pero sin dar a Efraím ningún trato preferente. Al
contrario, le informó tarde y parcialmente de sus planes, de modo
que cuando atacó por sorpresa a los madianitas los guerreros de
Efraím no estaban presentes, sino que Gedeón los condujo a los
vados del Jordán, por donde esperaba que huyeran los madianitas.
Así, Efraím destruyó a los madianitas en fuga, pero todo el mérito
recayó sobre Gedeón. Sin embargo, Efraím no acepto la situación e
Israel estuvo al borde de la guerra civil. Gedeón tuvo que reconocer
la supremacía de Efraím.

Los pueblos del antiguo Medio Oriente.

Las tribus de Israel tuvieron que enfrentarse cada vez con más
frecuencia a luchas internas por el poder. Hasta entonces, cada tri-
bu estaba dirigida por un caudillo o juez elegido por aclamación
popular. Esto funcionaba bien cuando los israelitas eran sencillas
tribus nómadas, pero ahora el poder significaba riqueza, con lo
que cada vez fue más codiciado. Así, con la fama que había adqui-
rido Gedeón era natural esperar que fuera sucedido por uno de sus
hijos, así que uno de ellos, Abimelec, decidió matar a sus numero-
sos hermanos para ser el único pretendiente legítimo a la judicatu-
ra. Sucesos como estos movieron a algunos israelitas a proponer

393
una monarquía hereditaria que evitara los conflictos en la sucesión.
Pero elegir un rey podía ocasionar conflictos más violentos que la
sucesión de cualquier juez. Entre tanto, las aspiraciones al lideraz-
go continuaban. En la tribu de Gad surgió un caudillo capaz, lla-
mado Jefté, que consiguió una victoria completa contra el reino de
Amón. Por lo visto, Efraím consideró que Jefté no le había con-
sultado debidamente sus planes, por lo que le exigió cuentas igual
que lo había hecho con Gedeón. Sin embargo, Jefté no se amilanó,
sino que dejó que Efraím enviara un ejército a pedirle cuentas, lo
derrotó, e incluso pudo cortarle la retirada por los vados del Jordán
hasta aniquilarlo completamente. Esto sucedió hacia el 1,100 a. C.,
y así terminó la supremacía de Efraím.

Durante el siglo XI a. C., China experimentó cambios impor-


tantes en su estructura política y social. Tras un reinado de unos
500 años, la dinastía de los Chang fue derrocada, y se instauró la
dinastía Cheu. Su primer rey fue Wu, y provenía de los confines
occidentales del país. Estableció la capital en Hao, en el valle del
Wei. Distribuyó el territorio entre los miembros de su familia y los
aliados. Se originó así un sistema feudal en el que unos grandes se-
ñores ejercían a la vez la autoridad política y religiosa, regulando el
culto tradicional a los antepasados. Estos señores gozaban de gran
independencia, y la sumisión al rey era meramente formal. Sólo los
parientes más próximos (que ocuparon los estados de Qi, Lu y Jin)
estuvieron realmente sometidos al monarca. En los siglos siguien-
tes se llamó Wu a una clase de sacerdotes hechiceros que gozaron
del respeto (o a veces del temor) de los chinos de todas las clases
sociales. En esta época la diversidad cultural china se había subsu-
mido en una identidad nacional por la que los chinos se distinguían
a sí mismos de los bárbaros no civilizados del entorno. El mundo se
concebía como un cuadrilátero, a cada uno de cuyos lados corres-
pondía un color y una divinidad. Por encima de los dioses de los
puntos cardinales, del Sol, de la Luna, de la Tierra, de las montañas,
nubes, ríos y demás fenómenos naturales, estaba Shangdi, la divini-
dad suprema omnipotente, que residía en un palacio junto con cinco
ministros. No obstante, Shangdi no contaba con santuarios, ni se le
ofrecían sacrificios. Los antepasados del rey estaban en contacto
con Shangdi. Los vivos podían ponerse en contacto con sus antepa-
sados mediante un oráculo basado en la observación de huesecillos.

El rey Wu fue sucedido por su hijo Ch’eng, cuyo reinado le-

394
gitimó definitivamente el cambio dinástico. Se conservan muchos
documentos sobre ceremonias y actos de investidura encaminados
sin duda a que la antigua nobleza aceptara a los nuevos amos.

En México aparecen las primeras manifestaciones arquitectó-


nicas olmecas: los poblados se concentran alrededor de los cen-
tros ceremoniales, se construyen casas sobre plataformas de piedra,
templos, basamentos escalonados y montículos funerarios. Aparece
una mitología más estructurada. Los principales dioses eran Hue-
hueteotl, dios del fuego y Tlaloc, dios de la lluvia. Se han encon-
trado cabezas colosales de más de dos metros de altura, lápidas,
sarcófagos y muchas obras de gran maestría técnica. En el Perú
los Chavín habían consolidado un imperio desde las estribaciones
de los andes de la sierra de Ancash hasta la meseta del Collao en
Bolivia, donde florecían los Pucara a orillas del Lago Titicaca en la
parte del actual Perú. La cultura bisagra entre los Chavín y los de
la meseta del Collao, eran los Paracas, los eximios navegantes del
Océano Pacifico Sur.

Hacia 1,100 a. C., los dorios ocuparon el Peloponeso, con lo


que completaron la conquista de Grecia y terminó definitivamente
la Edad Micénica. Grecia cayó en la paz de los cementerios. Duran-
te los desórdenes de los años precedentes, los campesinos tendieron
a atrincherarse en ciudades amuralladas, que ahora se convirtieron
en unidades autosuficientes bajo el dominio dorio, conocidas como
Polis. La palabra Polis significa “ciudad” en griego, pero la polis
no era una ciudad en el sentido usual. Era una ciudad-estado sin
ninguna relación con las polis vecinas, con una economía de sub-
sistencia y, en esta época, en los umbrales de la miseria. Mientras
los griegos micénicos se habían mezclado con los pelásgicos, los
dorios adoptaron una actitud clasista, o incluso racista, frente a los
micénicos, reducidos a la esclavitud. Esparta se convirtió en una de
las principales polis dorias, mientras que Micenas, Tirinto y otras
ciudades importantes del periodo anterior fueron incendiadas y re-
ducidas a tristes aldeas. Hubo, no obstante, pocas regiones que se
libraron del dominio dorio. Una de ellas fue el Ática, con Atenas a
la cabeza, y otra era Arcadia, situada en los montes más altos del
Peloponeso. En estas zonas surgió una identidad jonia que reivindi-
caba su legítima ocupación de Grecia, frente a los dorios invasores.
Así, mientras los dorios tenían a los jonios como iguales a sus es-
clavos, los jonios tenían a los dorios como salvajes. Una parte de la

395
población jonia emigró a las islas del Egeo. La primera en recibir-
los fue Eubea, la isla mayor del Egeo y más próxima al continente.
Allí se fundó la ciudad de Calcis, cuyo nombre deriva de la palabra
griega para “bronce”. Probablemente fue un centro de trabajo del
bronce. Al este de Calcis estaba la ciudad de Eretria, que alcanzó
cierta importancia.

Mientras tanto, Egipto seguía bajo el reinado oficial de los


ramésidas y bajo el dominio real de los sacerdotes. En 1,093 a. C.,
fue asesinado el rey asirio Teglatfalasar I y sus sucesores no supie-
ron mantener el imperio. Las invasiones arameas se hicieron más
efectivas y toda Mesopotamia permaneció en la anarquía durante
más de un siglo, a lo largo del cual se libraron continuos y estériles
combates entre Asiria, Babilonia y Urartu. En 1,075 a. C., murió
Ramsés XI y fue sucedido por el sacerdote de Amón, pese a no
guardar ningún parentesco con el antiguo rey. Por otro lado, en la
región del delta se proclamó rey simultáneamente otro sacerdote
que inauguró la XXI dinastía. Egipto volvía a estar dividido.

6.1.20 Los israelitas.

En Canaán, los fenicios y los filisteos ocupaban la costa con


cierta prosperidad, mientras los israelitas iban afianzando sus con-
quistas. Aunque originalmente eran un conglomerado de tribus muy
distintas en todos los aspectos, la necesidad de hacer causa común
frente a los cananeos fue unificándolos y paulatinamente fueron
creando una mítica historia común basada en tradiciones diversas.

El relato bíblico afirma que los israelitas eran originariamente


esclavos en Egipto, a los que un patriarca llamado Moisés liberó
con la ayuda de un dios poderoso. Éste hizo un pacto con los israe-
litas: a cambio de ser adorado les concedería una tierra prometida,
habitada hasta entonces por pecadores a los que debían destruir en
su nombre y con su ayuda. La forma en que debían adorar a este
dios quedaba completamente estipulada en la alianza a través de
un código escrito de diez mandamientos. Los israelitas (incluido el
propio Moisés) incumplieron en muchas ocasiones estas leyes, así
que fueron castigados a vagar por el desierto del Sinaí durante cua-
renta años, de modo que sólo sus hijos verían la tierra prometida.
Moisés fue sucedido por Josué, que “conquistó fácilmente Canaán
con la ayuda divina”.

396
Se ha puesto en cuestión que esto tenga una base histórica, pero
indudablemente la ley mosaica existe y, aunque probablemente tie-
ne muchos añadidos posteriores, su núcleo es un complejo sistema
de leyes diseñado para regular la vida de un pueblo de ganaderos
nómadas. Además de los diez mandamientos primitivos, había todo
un sistema de leyes transmitidas oralmente que regulaban por com-
pleto la vida itinerante de los israelitas en sus aspectos penales,
sociales (regulación de la propiedad, incluida la esclavitud), reli-
giosos y hasta cuestiones de higiene y alimentación. La base del
sistema de justicia era el ojo por ojo y diente por diente: los delitos
de sangre se pagaban con la muerte y los daños a la propiedad con
multas. No es razonable suponer que dichas leyes fueron creadas
después, cuando los israelitas ya no eran un pueblo nómada (al
contrario, muchas de ellas quedaron desfasadas) y, a la vez, la ley
mosaica era demasiado refinada para haber sido ideada por toscos
pastores. Por otra parte, la leyenda de Moisés y sus antecedentes
están adornados con fábulas de indudable origen egipcio.

Una conjetura razonable es que Moisés dirigió la retirada de


un grupo (relativamente pequeño) de cananeos cuando los hicsos
fueron expulsados de Egipto y los condujo hacia el Sinaí. Tal vez
planeó reclutar un ejército entre la población nómada de la penín-
sula para reconquistar Egipto o al menos una parte de Canaán.
Tal vez alertó a los nativos de que un Egipto resurgido amenazaba
con dominar de nuevo sus tierras y los llevó consigo hacia el sur
(librándolos, en cierto sentido, de la esclavitud egipcia). Tal vez así
se convirtió en caudillo de una tribu que después se desdoblaría en
las tribus de Efraím y Manasés. En cualquier caso, alguien llama-
do Moisés guio por el desierto a un pueblo de pastores nómadas y
según el Tanaj y la Biblia, les dio leyes. El relato de las escrituras
encaja muy bien: como todos los legisladores de la época, Moisés
no podía esperar que sus leyes fueran respetadas si no tenían un
origen divino, así que debió de escoger el dios más temido por sus
hombres, un dios de las tormentas al que los pastores suplicaran
clemencia en los peores temporales, se retiró a un monte y volvió
con unas tablas de piedra en las que estaban esculpidos los diez
mandamientos básicos de su ley.

Moisés fue más meticuloso que Abraham al describir a su dios.


Probablemente no lo inventó, sino que lo tomó de entre los nume-
rosos dioses que a la sazón debían de tener sus hombres. Proba-

397
blemente, este dios se llamaba Eloím. Se conocen dos textos de
la época en la que los israelitas ya estaban asentados en Canaán,
uno correspondiente a la tribu de Efraím y otro a la de Judá, los
cuales relatan tradiciones similares, pero el dios de Efraím se lla-
ma Eloím, mientras que el dios de Judá se llama Yahveh. La tribu
de Judá fue una de las últimas que se unió a la confederación de
Israel, y es probable que identificara un dios propio con el dios de
Efraím (igual que los egipcios identificaron en su día los dioses
Ra y Amón). La versión final del Tanaj y la Biblia fue escrita por
los judíos, por lo que el nombre definitivo del dios de Moisés fue
Yahveh. De hecho, los israelitas desarrollaron más adelante la idea
de que pronunciar el nombre de dios era un sacrilegio. Es posible
que ello fuera un medio, que los sacerdotes usaron para evitar polé-
micas sobre si el dios común de los israelitas era Eloím, Yahveh, u
otro. Esto casi hace que los judíos olvidaran el nombre de su dios.
En efecto, el hebreo sólo escribe las consonantes, si bien más tarde
se ideó un sistema de signos ortográficos para indicar las vocales.
En las ediciones del Tanaj y la Biblia, sobre las consonantes YHVH
los judíos anotaban las vocales de Adonay, el Señor, que es lo que
leían en la práctica para no pronunciar el inefable nombre de Dios.
La combinación de las consonantes de Yahveh con las vocales de
Adonay produce una palabra extraña al oído hebreo que evolucio-
na de forma natural a Jehovah. Aún hoy hay creyentes que llaman
así a su dios, sin darse cuenta que este nombre es simplemente un
híbrido absurdo de vocales y consonantes de dos palabras distintas.

Las leyes de Moisés, claramente es el esfuerzo por asegurar el


temor de dios en su pueblo, así como un intento de excluir la com-
petencia de otros cultos. Basta leer los dos primeros mandamientos:

1) Yo soy el Señor, dios tuyo, que te he sacado de la tierra de


Egipto, de la casa de la esclavitud. No tendrás otros dioses delante
de mí.
2) No harás para ti imagen de escultura ni figura alguna de las
cosas que hay arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni de las que
hay en las aguas, debajo de la tierra. No las adorarás ni rendirás
culto. Yo soy el Señor, dios tuyo, el fuerte, el celoso, que castigo la
maldad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta gene-
ración, de aquellos que me aborrecen; y que uso de misericordia
hasta millares de generaciones con los que me aman y guardan mis
mandamientos. (Shemot o Éxodo 20: 2 al 6).

398
Moisés no tenía las pretensiones de Akenatón, y en ningún
momento insinuó que su dios fuera el único verdadero. Sólo decía
que su dios no toleraba que quienes le adoraban rindieran culto
también a otros ídolos. Moisés instituyó una clase sacerdotal que
cuidaba de las cuestiones del culto y le sustituían como juez en los
casos menores. Según la Biblia, el sacerdocio estaba encomendado
a la tribu de Leví, a la cual pertenecía el propio Moisés. Tal vez los
levitas fueran los cananeos que escaparon de Egipto con Moisés
cuando los hicsos fueron expulsados.

Las Tablas de la Ley fueron guardadas en un arca sagrada, el


Arca de la Alianza, pues Dios prometió a los israelitas una “tierra
de la que mana leche y miel”, como a menudo es descrita en el Ta-
naj y la Biblia, si seguían sus leyes.

Respondió el Señor: Yo estableceré Alianza con este pueblo en


presencia de todos; haré prodigios nunca vistos sobre la tierra, ni
en nación alguna: para que vea ese pueblo que tú conduces la obra
terrible que Yo, el Señor, he de hacer. Tú observa todas las cosas
que Yo te encomiendo en este día y Yo mismo arrojaré de delante
de ti al amorreo, y al cananeo, y al heteo, al ferezeo también, y
al heveo, y al jebuseo. Guárdate de contraer jamás amistad con
los habitantes de aquella tierra, lo que ocasionaría tu ruina. Antes
bien destruye sus altares, rompe sus estatuas y arrasa los bosquetes
[consagrados a sus ídolos]. No adores a ningún dios extranjero.
El Señor tiene por nombre Celoso. Dios quiere ser amado Él solo.
No hagas liga con los habitantes de aquellos países, no sea que
después de haberse corrompido con sus dioses y adorado sus esta-
tuas, alguno te convide a comer de las cosas sacrificadas. No des-
posarás a tus hijos con sus hijas, no suceda que, después de haber
idolatrado ellas, induzcan también a tus hijos a corromperse con la
idolatría. (Shemot o Éxodo 34: 10 al 16).

Este texto contiene anacronismos, que reflejan la prevención


original de Moisés, que no estaba dispuesto a que sus hombres co-
metieran el mismo error que los hicsos y así, para evitar que con-
vivieran con los pueblos invadidos con riesgo de que éstos termi-
naran alzándose contra ellos, inventó e inculcó en sus hombres la
intolerancia religiosa. En efecto, cada vez que los israelitas tienen
ocasión de conquistar una ciudad, el mandato divino es siempre
pasar a cuchillo a todos sus habitantes, incluso a las mujeres y a los

399
niños. Los israelitas aplicaron esta política siempre que la ocasión
lo permitió.

Si Moisés salió de Egipto cuando expulsaron a los hicsos, en-


tonces su peregrinaje no fue de cuarenta años, sino de unos tres-
cientos. Quizá el plan original de Moisés fue reconquistar Egipto o
al menos Canaán, lo antes posible, pero en un momento dado debió
de darse cuenta de que el Nuevo Imperio Egipcio era intocable, por
lo que les dijo: a causa de sus muchos pecados, Dios había decidido
que ninguno de ellos vería la tierra prometida, sino que se la daría a
sus hijos, después de que ellos murieran en el desierto.

Los israelitas usaban la palabra “hijo” en sentido muy laxo,


igual podía significar “nieto”, o “bisnieto”, o lo que fuera. De este
modo, los israelitas o una parte de los que después serían llama-
dos israelitas, permanecerán en la península del Sinaí, o tal vez en
Arabia, mientras Egipto era invencible, conservando la ilusión de
la tierra prometida, y salieron de nuevo a escena tan pronto como
detectaron signos de debilidad.

Hay una parte del relato del Tanaj y la Biblia, que no encaja
con esta interpretación, que indica una procedencia distinta. Según
esta parte, los israelitas descendían de José (en realidad de José y
sus once hermanos, pero este añadido es sin duda muy posterior),
que era cananeo, que de esclavo, había pasado a virrey de Egipto.
La leyenda de José parece provenir de los tiempos de Amenofis
III y Akenatón (cuando Moisés ya llevaría muerto mucho tiempo).
La familia de José proliferó, pero “Entre tanto, se alzó en Egipto
un nuevo rey, que nada sabía de José” (Shemot o Éxodo 1: 8) y
los israelitas fueron reducidos a la esclavitud. Después, el dios de
Moisés lanza sobre Egipto una serie de plagas hasta que el faraón
decide liberar a los israelitas, luego se arrepiente de su decisión y
sale a perseguirlos, pero el dios de Moisés abre un pasillo en las
aguas del mar Rojo y lo vuelve a cerrar cuando los israelitas ya ha-
bían pasado al otro lado, mientras el faraón egipcio moría ahogado.
¿De qué faraón escaparon los israelitas? La Biblia dice también que
los esclavos israelitas “... edificaron al faraón las fuertes ciudades
almacenes de Pitón y Ramesés” (Shemot o Éxodo 1: 11), Así que el
faraón debía de ser Ramsés II o, a lo sumo, su hijo Meneptah. Pero,
por supuesto, ninguno de ellos murió en el mar Rojo.

400
Es probable que alguna de las tribus israelitas que edificaron las
ciudades de Pitón y Ramesés escapara de la parte oriental del delta
del Nilo en tiempos de Meneptah. Las siete plagas pueden ser un
recuerdo de las calamidades que sufrió Egipto con la invasión de
los pueblos del mar y, ciertamente, éstas pudieron darles la oportu-
nidad de escapar. El nombre de la tribu de Isacar parece provenir
de Sokar, que era un dios egipcio. Las historias de los recién llega-
dos acabarían fundiéndose anacrónicamente con las leyendas sobre
Moisés, aportando más colorido a la salida de Egipto. El intervalo
tradicional de cuarenta años puede ser un compromiso entre los tres
siglos de una fuente y los pocos años de otra.

Al llegar a Canaán, los israelitas entraron en contacto con la


leyenda de Abraham, probablemente a través de los hebreos. Al pa-
recer, los Idumeos se consideraban descendientes de Esaú, el pri-
mogénito de Isaac, hijo a su vez de Abraham, y, por consiguiente,
legítimos herederos de la tierra que le había sido concedida a éste
por su dios. Por su parte, los moabitas y amonitas se consideraban
descendientes de Lot, sobrino de Abraham. Esto obligó a modifi-
car las leyendas sin descaro. Por ejemplo, la relación de Esaú con
Edom es explicada así en el Bereshit o Génesis: Había un día gui-
sado Jacob cierta menestra cuando Esaú, que volvía fatigado del
campo, se llegó a él y le dijo: Dame esa menestra roja que has
cocido, pues estoy sumamente cansado. Por cuya causa se le dio
después el sobrenombre de Edom [que, por una falsa etimología, se
interpreta como “rojo”]. (Bereshit o Génesis 25: 29 - 30).

Esta teoría legitimaba las posesiones hebreas, pues el dios de


Abraham había otorgado Canaán a sus descendientes. En Bereshit o
Génesis 14: 13, Abraham es llamado Abram el hebreo. Ahora bien,
Josué llegaba también con un dios que le había prometido una tierra
que, sin duda, tenía que ser Canaán. No debió de ser difícil iden-
tificar el dios de Moisés con el dios de Abraham. Para consolidar
la recién creada confederación israelita, Josué debió de convencer
a sus adeptos que todos ellos descendían de Abraham a través de
su nieto Jacob. Con el tiempo se limarían los detalles: al igual que
Esaú había tenido doce hijos (que se correspondían con otras tantas
tribus idumeas), también Jacob tuvo doce descendientes, uno de
ellos era José, que a su vez tuvo dos hijos: Efraím y Manasés, y
once hermanos, en correspondencia con las once tribus restantes.
Sin embargo la leyenda necesitaba algunas modificaciones que, de

401
nuevo, el Tanaj y la Biblia recoge sin complejos, intercalado en la
historia de Jacob, sin que guarde relación alguna con lo anterior
y lo posterior, encontrándonos con este sorprendente pasaje: Que-
dose solo y he aquí que se le apareció un personaje que comenzó
a luchar con él hasta la mañana. Viendo este varón que no podía
sobrepujar a Jacob, le tocó el tendón del muslo, que al instante se
secó. Y le dijo: déjame ir, que ya raya el alba. Jacob respondió:
No te dejaré ir si no me das la bendición. ¿Cómo te llamas?, le
preguntó. Él respondió: Jacob. No ha de ser ya tu nombre Jacob,
sino Israel [que, por una etimología no del todo correcta, significa
“hombre que lucha con Dios”], porque si con el mismo Dios te has
mostrado grande, ¿cuánto más prevalecerás contra los hombres?
Preguntóle Jacob: ¿cuál es tu nombre? Respondió: ¿por qué quie-
res saber mi nombre? Y allí mismo le dio su bendición. (Bereshit o
Génesis 32: 24 - 29).

Jacob sigue llamándose Jacob. Sólo en el libro del Shemot o


Éxodo pasa a ser llamado Israel. De este modo, los israelitas pasa-
ron a considerarse hijos de Jacob. Según estas cuentas, las tribus
de Israel pasaron a ser doce: Efraím y Manases eran dos medias
tribus, que componían la tribu de José. La diosa Raquel pasó a ser
la madre de José y Benjamín, mientras que Lía se convirtió en la
madre de Rubén, Isacar y Zabulón. Gad y Aser pasaron a ser hijos
de una esclava de Lía, mientras que la madre de Dan y Neftalí fue
una esclava de Raquel. El supuesto antecesor de la tribu sacerdotal
de Leví, así como los de los últimos miembros de la coalición, Judá
y Simeón, debieron de incorporarse tardíamente entre los hijos de
Lía. La tierra concedida por el dios de Abraham a sus descendientes
se convirtió en una mera promesa que no se realizó hasta que sus
auténticos herederos, esto es, los israelitas, ocuparon Canaán. De
nuevo, algunos puntos débiles del argumento se fueron retocan-
do más adelante. Por ejemplo, Jacob no era realmente el heredero
de Abraham (por línea directa), sino que lo era Esaú, pero Esaú
decidió cederle amablemente los derechos a cambio de la famosa
menestra roja (que, más concretamente, era un plato de lentejas).
Además, Jacob se las arregló con la ayuda de su madre para que
Isaac lo declarara su heredero en su lecho de muerte, confundién-
dolo con Esaú. En fin, añadiendo a esto una serie de profecías que
garantizaban que era voluntad divina que Jacob heredara los dere-
chos de Abraham, los israelitas se encontraron con que su invasión,
se mirara como la voluntad de Dios.

402
El Tanaj y la Biblia dan indicios de que Josué debió de aprove-
char la historia de Abraham para infundir ánimo a sus hombres. Al
parecer, Dios ordenó a Josué que los circuncidara a todos. Proba-
blemente fue Josué quien “descubrió” que el dios de Abraham (o el
de Moisés) había ratificado su alianza con el rito de la circuncisión,
rito de origen egipcio que practicaban los cananeos, pero no los
israelitas. Josué debió de explicar a sus hombres que durante los
años de peregrinaje por el desierto habían abandonado la circunci-
sión, y sin duda ése era el motivo por el que Dios no les ayudaba
a conquistar la tierra prometida, pero la orden que Dios le daba
ahora hacía presagiar que, una vez circuncidados, los reconocería
como su pueblo elegido y los conduciría triunfantes a la victoria.
Especulación aparte, es razonable pensar que unos hombres toscos
amedrentados por la opulencia de las tierras civilizadas (algo re-
vueltas, pero civilizadas al fin) redoblarían su ánimo tras un ritual
tan molesto como el que se les proponía. Un hombre dispuesto a
eso merecía sin duda los favores del “dios de los ejércitos”, como
se le empezaba a llamar.

Según el libro de Josué, el efecto de la circuncisión fue inme-


diato: los israelitas ganaron todas las batallas. Dios separó las aguas
del Jordán para facilitar el paso de su pueblo. Para tomar Jericó,
sólo tuvieron que hacer sonar unas trompetas –siguiendo la indi-
cación divina– y las murallas cayeron, luego fueron tomando una
ciudad tras otra matando a cada rey junto con todos sus habitantes,
el Sol detuvo su curso para que Josué pudiera terminar una batalla,
etc. En cambio, en el libro de los Jueces la invasión se describe
como un proceso mucho más penoso, lleno de avances y retrocesos,
un proceso que se llevó a cabo a lo largo de unos cien años.

La religión israelita era muy diversa. Todas las tribus debieron


de adoptar como dios principal al dios de Efraím, identificado con
el de Abraham, llamado Eloím o Yahveh. Le erigieron un santua-
rio en Silo, en territorio de Efraím, donde se guardaba el Arca de
la Alianza, que contenía las tablas con los diez mandamientos y
era el centro de numerosas peregrinaciones y rituales. Los levi-
tas consiguieron que las pocas ciudades que quedaron a su cargo
se convirtieran en una especie de santuarios respetados por todos,
donde podían refugiarse los perseguidos en busca de justicia. Tal
vez ellos conservaron más o menos íntegras las tradiciones del cul-

403
to a Yahveh, en particular su recelo y desprecio hacia otros dioses,
pero lo cierto es que esta pretendida exclusividad fue siempre mi-
noritaria entre los israelitas: cada tribu había traído sus propias
creencias a las que no estaba dispuesta a renunciar. Los israelitas
adoraban a una multitud de dioses de origen sumerio, acadio, ba-
bilonio, cananeo o incluso egipcio: Baal, Astarté, Anat, etc. Estaba
muy difundida la creencia de que los muertos viajaban a un lugar
llamado Seol, sobre el que, al parecer, Dios no tenía jurisdicción,
donde permanecían para siempre, si bien se les podía invocar con
ayuda de unas estatuillas sagradas llamadas Terafim con las que
se les podía consultar y predecir el futuro. Otra manifestación re-
ligiosa israelita la constituían los profetas. Aunque el concepto de
profeta evolucionó considerablemente a lo largo de la historia, en
esta época eran una especie de místicos que entraban en trance y su-
puestamente tenían visiones adivinatorias. Los profetas en éxtasis
debían de intimidar bastante a las gentes sencillas, así que gozaban
de cierta autoridad.

Los principales enemigos de los israelitas eran, sin duda, los


filisteos. La Biblia contiene muchas leyendas sobre las luchas entre
israelitas y filisteos, la más famosa de las cuales es la de Sansón
y Dalila. Hacia el 1,050 a. C., los filisteos infligieron una grave
derrota a los efraimitas cerca de Silo. Efraím trató de reponerse re-
curriendo a sus aliados, pero la disciplina filistea superó con creces
a la desorganización israelita y los filisteos vencieron de nuevo.
Una derrota completa de Efraím podía suponer la creación de un
imperio filisteo y el desastre para todos los israelitas. Efraím trató
de dar un golpe de efecto: transportó el Arca de la Alianza desde
Silo hasta las inmediaciones de los ejércitos filisteos. Esto infundió
ánimos a sus hombres, pues pensaban que ahora su dios estaba con
ellos (la idea de que Dios está en todas partes no se le había ocu-
rrido todavía a nadie, la cuestión entonces para los israelitas era
más bien si Yahveh sería capaz de derrotar a los dioses filisteos).
Sin embargo, los filisteos confiaron en sus propios dioses, atacaron
inmediatamente y las armas de hierro prevalecieron una vez más
sobre las armas de bronce y el dios israelita juntos. Silo fue destrui-
da para siempre y el Arca de la Alianza fue capturada. Los filisteos
dominaron los territorios de Efraím y Benjamín, poniendo en jaque
al resto del territorio israelita.

Sin embargo, parece ser que resistió una especie de guerrilla en

404
las montañas encabezada por un líder religioso llamado Samuel,
que pronto ganó una gran reputación entre todos los israelitas. Más
tarde, cuando Samuel ya era mayor, destacó un joven benjaminita
llamado Saúl. Hacía tiempo que los israelitas se planteaban la con-
veniencia de elegir un rey, pero ahora Samuel retomó la cuestión
con más insistencia y propuso elegir a Saúl. Si Israel quería sobre-
vivir necesitaba unirse bajo un mando único. La idea no acababa de
convencer a los profetas y, aunque la mayoría de los israelitas debía
de verla con buenos ojos, el problema era que ninguna tribu parecía
dispuesta a aceptar un rey de otra tribu por el mero hecho de que
conviniera aceptar uno.

Sin embargo, Saúl logró la reputación necesaria gracias a unos


incidentes ocurridos en Gad, al este del Jordán. Los amonitas ha-
bían cercado la ciudad de Jabes-Galaad y sólo aceptaban la rendi-
ción si sus habitantes consentían que se les sacara el ojo derecho (o
al menos, así lo contaron luego los israelitas). Por ello, los sitiados
decidieron resistir y pidieron ayuda a las tribus del otro lado del
Jordán. Saúl aceptó la petición, reunió todos los hombres que pudo,
eludió a los filisteos, llegó a la ciudad antes de lo previsto, sorpren-
dió a los amonitas y liberó la ciudad. Fue la primera hazaña de la
que los israelitas podían enorgullecerse desde los tiempos de Jefté.
El éxito de Saúl hizo triunfar a la corriente partidaria de elegirlo rey
y Samuel, haciendo valer su propia reputación, se apresuró a inves-
tirlo con un ritual religioso apropiado. Esto sucedió hacia el 1,020
a. C. El nuevo rey estableció su capital en Guibá, en el territorio de
Benjamín, a unos cinco kilómetros al norte de Jerusalén.

Por esta época llegó al trono de Tiro el rey Abibaal. La ciudad


tenía ya varios siglos de historia, pero hasta este momento había
estado supeditada a Sidón, la principal ciudad fenicia. Sin embargo,
ahora la situación iba a cambiar. La ciudad entera fue trasladada a
una isla rocosa, donde era prácticamente inexpugnable y podía ser
bien defendida con la ayuda de una flota. Los fenicios contaban con
una larga tradición naval que se había venido abajo con la llegada
de los pueblos del mar. Bajo Abibaal, la ciudad de Tiro fue recupe-
rando esa tradición y ello le dio la supremacía frente a la antigua
Sidón.

Volviendo a los israelitas, los filisteos se propusieron abortar


la creación del reino de Saúl, pero no les resultó fácil. Jonatán, el

405
hijo de Saúl, derrotó a una pequeña guarnición filistea cercana a
Guibá, mientras su padre se atrincheraba en Michmash, un poco
más al norte. Los filisteos avanzaron contra Michmash, pero fue-
ron sorprendidos por una rápida incursión de Jonatán. Los filisteos
calcularon mal el número de tropas que les atacaba y decidieron re-
tirarse. Ante esta situación, Judá, sometida desde un principio a los
filisteos, decidió rebelarse y se declaró fiel a Saúl. Un ejército unido
judeo-israelita derrotó a los filisteos en Shocoh, al sur de Jerusalén,
y todo Judá quedó anexionada a Israel. Saúl llevó sus tropas a Judá
y derrotó a los amalecitas, un pueblo nómada que vivía al sur y que
causaba los típicos estragos periódicos. Así el rey mostró su poder
a Judá al tiempo que se ganaba su gratitud.

Sin embargo, Saúl no fue tan buen diplomático como general.


Por una parte recelaba de su hijo Jonatán, que había conseguido
gran popularidad ante el ejército y temía que pudiera derrocarle.
Llegó a ordenar la ejecución de Jonatán por cierta violación de un
ritual, pero el ejército se opuso y tuvo que revocar la orden. La si-
tuación se volvió más tensa. Por otro lado, Saúl disputó a Samuel la
autoridad religiosa, lo que le valió la enemistad del propio Samuel.
Tras otros roces menores, la situación más tensa se produjo a raíz
de la campaña contra los amalecitas. Al parecer, Samuel había indi-
cado a Saúl cuál era la voluntad de Yahveh: Ve, pues, ahora y des-
troza a Amalec, y arrasa cuanto tiene: no le perdones ni codicies
nada de sus bienes, sino mátalo todo, hombres, mujeres, mucha-
chos y niños de pecho, bueyes y ovejas, camellos y asnos. (Shemuel
o Samuel 15: 3).

Saúl sólo mató a los amalecitas, pero perdonó la vida a su rey


Agag, (tal vez para usarlo como rehén) y distribuyó el botín entre
sus soldados como recompensa (en lugar de sacrificarlo a Dios).
El caso es que Samuel humilló públicamente a Saúl, tras lo cual
consideró prudente retirarse a un segundo plano, pero Saúl sabía
que en lo sucesivo contaba con la oposición de Samuel y, con él,
la de los profetas. Saúl se volvió receloso hasta la paranoia. Entre
las víctimas de sus sospechas estaba, además de su hijo, un joven
judío que se había trasladado a Guibá tras la anexión. Se llamaba
David, y pertenecía a una importante familia de Belén, al sur de Je-
rusalén. David era un político inteligente (más que Saúl) y también
un buen general. Al principio gozó del favor de Saúl, que le con-
cedió la mano de su hija Mical, pero era íntimo amigo de Jonatán,

406
lo que suscitó los recelos del rey. Como David no era hijo suyo, lo
tenía más fácil para urdir su muerte, pero Jonatán le previno y Da-
vid abandonó sigilosamente Guibá y llegó a Judá, donde tuvo que
mantener una guerra de guerrillas contra Saúl. David contaba con
el apoyo de Samuel y los profetas, tal vez por el mero hecho de que
se oponía a Saúl.

El rey persiguió implacablemente a David. Llegó a matar a un


grupo de sacerdotes al enterarse de que uno de ellos había ayudado
a David cuando huyó de Guibá. Con el tiempo, logró que a David
le costara más obtener ayuda, hasta el punto que en un momento
dado decidió pasarse al bando de los filisteos. Éstos vieron ahora su
oportunidad. Israel estaba convulsionado por revueltas internas en-
tre los partidarios de Saúl, los de Jonatán, los profetas, y ahora uno
de los oponentes de Saúl se aliaba con ellos. Sin duda, un vigoroso
ataque filisteo en estas condiciones iba a tener éxito.

Hacia el año 1,000 a. C. un ejército filisteo se enfrentó nueva-


mente a Israel. Jonatán optó por ayudar a su padre ante la gravedad
de los hechos, pero el ejército israelita fue arrollado por el pesado
armamento filisteo. Jonatán murió en la batalla y Saúl, cuando lo
vio todo perdido, se suicidó. Los filisteos obtuvieron de nuevo la
hegemonía sobre Israel, como si Saúl nunca hubiera existido.

A principios del primer milenio (si no antes) los pueblos in-


doeuropeos llegaron hasta Italia. Llevaron consigo el hierro y las
nuevas costumbres asociadas a la metalurgia, como la incineración
de los muertos. No introdujeron ningún tipo de organización políti-
ca, sino que con el tiempo irían cristalizando distintas culturas a lo
largo de toda la península. Francia empieza a ser ocupada por los
Celtas, que introducen nuevas técnicas agrícolas.

En el este, los arios estaban plenamente instalados en la India.


Por esta época se consolidó una rígida división social en cuatro
clases. Estaban los brahmanes (sacerdotes), los chatria (guerreros),
los vaisya (ganaderos y comerciantes) y los sudra(los antiguos abo-
rígenes de la India, ahora reducidos a la esclavitud). En un largo
proceso que arranca incluso antes de la invasión, los arios fueron
desarrollando una religión antecedente del actual hinduismo. Los
brahmanes eran los únicos que podían conocer los ritos y los textos
sagrados, conocidos como veda o revelación, redactados en sáns-

407
crito pero no por escrito, sino que se transmitían oralmente. El dios
principal era Visnú, también llamado Siva, quien se ocupaba del
mundo a través de sus numerosas esposas, entre ellas la benevo-
lente Parvati, la guerrera Durga y la destructora Kali. El hinduismo
se refiere a su doctrina como sanatana-dharma, que significa algo
así como “ley cósmica universal sin origen”, pues, al contrario que
otras religiones, el hinduismo no tiene ningún fundador renombra-
do. Uno de sus aspectos más destacados es la idea de los ciclos y
la reencarnación. Por ejemplo, cuando un hombre muere, se reen-
carna en una de las cuatro clases según la medida en que hubiera
respetado el orden cósmico en sus vidas anteriores. Así, bien mi-
rado, las desigualdades por el nacimiento eran una expresión de la
justicia universal.

Las acciones de un individuo determinan su próxima reencar-


nación, son su karma, pero el hombre cuenta con distintas vías para
salir del ciclo de reencarnaciones (samsara) y llegar finalmente a
la liberación (moksa). Puesto que todo pensamiento influye en el
karma, una de las vías era el control del pensamiento mediante la
meditación (la vía de la meditación). La principal técnica de medi-
tación era el yoga. Por otra parte, estaba la vía de las obras, consis-
tente en observar cuidadosamente los rituales tradicionales con la
esperanza de acumular así un karma favorable y meritorio.

En Centroamérica, Guatemala proliferan las comunidades agrí-


colas formadas por pueblos con una lengua común y que se extien-
den por la península de Yucatán.

En Perú la cultura Chavín, plenamente agrícola, aunó a un am-


plio territorio a sus habitantes que adoraban a un dios felino, más
adelante este dios se llamara Wiracocha. Su orfebrería en oro es la
más antigua de América. Chavín de Huantar florecía como centro
administrativo y ceremonial, con su plaza bordeada de plataformas
y una gran pirámide truncada de piedra, cuyo interior es un conjun-
to de galerías, cámaras y escaleras, donde se encuentran estelas con
representaciones de seres humanos con atributos felinos y aspecto
feroz. En este templo se hacían iniciaciones de sacerdotes, que eran
la clase dirigente de este imperio.

La ciudad fenicia de Tiro seguía afirmándose como potencia


marítima. Comerciaba con Egipto y con Grecia, y empezaba a ex-

408
plorar el Mediterráneo occidental.

Los griegos jonios, tras haber ocupado paulatinamente las islas


del Egeo, empezaron a poblar la costa oriental. Fueron ellos quie-
nes la bautizaron como “Anatolia”, que en griego significa “sol na-
ciente”. Así mismo adaptaron las palabras semitas “assu” y “ereb”
(este y oeste), convirtiéndolas en Asia y Europa. Más precisamente,
parece ser que fueron los cretenses quienes adaptaron así las pa-
labras semitas, y los jonios las tomaron de los cretenses. La costa
oriental del Egeo, juntamente con las islas, recibió el nombre de
Jonia. Se fundaron doce ciudades en la costa, la más importante
de las cuales era Mileto. Así los griegos entraron en contacto con
los frigios, que por aquel entonces dominaban casi toda la mitad
occidental de Anatolia, pero no se opusieron a la colonización grie-
ga. Al contrario, se sintieron atraídos por su cultura y mantuvieron
siempre relaciones amistosas. Su capital más importante era Gor-
dion. Los griegos decían que había fundado Gordias, que había sido
un campesino al que Zeus designó para ser rey de Frigia mediante
un oráculo.

Grecia continental empezaba a conseguir cierta estabilidad tras


los estragos de la invasión doria. Hesíodo describe la Grecia de tres
siglos más tarde y habla de cabañas de adobe con una única estan-
cia para hombres y animales. Se pasa frío en invierno y calor en
verano. Se come grano, cebollas, queso, leche y miel, pero no muy
a menudo. Hay paludismo, y para huir de él hay que ir a colinas
pedregosas, donde en su lugar hay hambre. No se podía comprar o
vender con oro o cualquier otra cosa que sirviera de moneda. Para
comprar un carro varias familias tenían que juntar sus reservas de
grano. Periódicamente, los amos dorios venían de la ciudad a re-
quisar parte de la cosecha, o incluso parte de los hombres, como
soldados. Los nobles dorios llevaban una vida sobria, pero más lle-
vadera. Algunos hombres encontraron una nueva forma de ganarse
la vida: entreteniendo a sus amos con historias antiguas y no tan
antiguas. Naturalmente, no eran historias sobre campesinos y sus
cabañas de adobe. Trataban sobre héroes, reyes y dioses. Así, en
Grecia fue surgiendo una de las mitologías más ricas de la historia,
modelada en gran parte a conveniencia de los nuevos amos.

Así, el triunfo de los dorios frente a los griegos micénicos tuvo


su lógica contrapartida celestial: el dios principal de la religión mi-

409
cénica era Cronos, pero fue abatido por el dios principal de los
dorios: Zeus, exactamente igual como Cronos había desplazado en
su día a la diosa Gea. Naturalmente, el relevo de poder no podía de-
berse a una usurpación ilegítima. La leyenda explicaba que cuando
Cronos derrocó a su padre Urano, éste le vaticinó que lo mismo le
sucedería a él. Para evitar la profecía, Cronos devoraba a sus hijos
tan pronto nacían, pero su esposa Rea reemplazó uno de ellos por
una piedra, que el padre se tragó sin apreciar la diferencia. El hijo
que se salvó fue Zeus, quien, tras una serie de vicisitudes, destro-
nó a su cruel padre y le obligo a regurgitar a sus hermanos (que
seguían vivos, porque eran inmortales). Entre ellos estaban Hera
(la que sería su última esposa), Poseidón y Hades. Los tres herma-
nos se repartieron el universo: Zeus quedó como rey de los cielos,
Poseidón como dios de los mares y Hades como dios del mundo
subterráneo de los muertos. De ellos surgiría la nueva generación
de dioses griegos que gradualmente eclipsaría a las dos anteriores
(la pelásgica y la micénica).

Igual que los sumerios situaron sus héroes míticos antes del di-
luvio, ahora los griegos situaban a los suyos en la era micénica, la
Edad de Oro que precedido a la presente Edad del Hierro, como
ellos la describían. En la historia mítica de los griegos, Europa se
convirtió en la primera pobladora de Creta, madre del rey Minos.
Había una leyenda que debió de gustar especialmente a los dorios
(si no es que fue íntegramente diseñada para ellos). Hacía referencia
a Hércules, hijo del propio Zeus y de la reina Alcmene, esposa del
rey tebano Anfitrión. Se contaban muchas historias sobre él, que lo
convertían en el héroe griego por excelencia, pero la que ahora nos
ocupa hace referencia a sus (numerosísimos) hijos, que resultaron
ser una horda de poderosos bandidos, los heraclidas. Uno de ellos
retó uno por uno a los soldados que el rey de Micenas había envia-
do para expulsarlos de Grecia. Las condiciones eran que si él les
vencía a todos, los heraclidas gobernarían Micenas, mientras que si
perdía se iría del país con todos sus hermanos, que se comprome-
tían a no volver al menos hasta cincuenta años más tarde (esto es,
en las personas de sus hijos y nietos). El caso es que perdió, por lo
que los heraclidas se fueron, pero a la tercera generación, cumplido
el pacto, volvieron y se adueñaron de Grecia. Evidentemente, los
nietos de los heraclidas eran los dorios que, por consiguiente, al in-
vadir Grecia no hicieron sino volver a la tierra de sus antepasados.
Es la versión griega de la tierra prometida de los israelitas.

410
En cuanto a los israelitas, tras la muerte de Saúl se encontraban
completamente a merced con parte del ejército llevándose consigo
a Isbóset, el único hijo de Saúl que quedó con vida, y se retiró al
este del Jordán, lejos de la influencia filistea. Los reinos hebreos,
siempre hostiles hacia los israelitas, aprovecharon las circunstan-
cias. Así, el reino de Moab absorbió totalmente a la tribu de Rubén.
Mientras tanto, David aprovechó la situación y convenció a los an-
cianos de Judá de que lo proclamasen rey de Judá, y estableció su
capital en Hebrón, una ciudad fortificada a unos 30 kilómetros de
la capital filistea de Gad. Al contrario que Saúl, el rey David era un
astuto diplomático, y supo convencer a los filisteos de que bajo su
gobierno los israelitas serían un fiel títere del que jamás tendrían
que preocuparse.

6.1.21 El rey David.

David tuvo suerte: Isbóset discutió con Abner a causa de una


mujer, y éste se enfadó hasta el punto de iniciar negociaciones con
David para ayudarle a derrocar al que había sido su protegido. Da-
vid exigió a Abner que le entregara a Mical, la hija de Saúl que
había sido su esposa antes de verse obligado a huir de Guibá. Sin
duda David comprendía la importancia de poder presentarse como
yerno de Saúl a la hora de reclamar el trono de Israel. Abner le en-
tregó a Mical y pactó con David. Posiblemente le cedió una parte
del ejército israelita. Luego Joab, el general de David que hacía de
intermediario, mató a Abner a traición, supuestamente por una ven-
ganza personal (pues Abner había matado a su hermano, o al menos
eso dijo Joab), pero es más probable que siguió órdenes de David,
para impedir que Abner pueda volverse atrás y revelara el pacto a
Isbóset. David lamentó públicamente la muerte de Abner, pero Joab
siguió en su cargo.

Está claro que la casa de Saúl decaía, mientras David se hacía


más fuerte. Tal vez ello motivo a dos oficiales de Isbóset a cortar la
cabeza de su rey y llevársela a David. No es descabellado suponer
que David fue el inductor de esta nueva traición, pero oficialmente
se mostró más consternado aún que con la muerte de Abner. Según
el Tanaj y la Biblia, mandó matar a los dos asesinos, se les cortó las
manos y los pies y fueron colgados públicamente junto al estanque
de Hebrón. Ahora Israel estaba sin rey. En una situación tan críti-
ca, bajo la doble amenaza hebrea y filistea, la necesidad de un rey

411
fuerte era indiscutible, y el único candidato era David, el poderoso
rey de Judá, yerno de Saúl. Una embajada israelita fue recibida en
Hebrón, donde suplicó a David que aceptara reinar en Israel y éste
aceptó. Era el año 991 a. C.

La Biblia llama Israel al reino de David, pero en realidad nun-


ca fue un reino unido. Por una parte el Israel propiamente dicho,
ocupaba los dos tercios septentrionales del territorio, y del reino
de Judá, en la parte sur. Los israelitas nunca consideraron a Judá
como parte de su pueblo. El Tanaj y la Biblia se esfuerza por ocul-
tar este hecho porque fue escrita por judíos, pero el verse obligados
a recurrir a un rey judío debió de ser humillante para los israelitas.
David era consciente sin duda de estos problemas y empleó toda su
diplomacia. Su primera medida fue cambiar la capital (los israelitas
no hubieran tolerado mucho tiempo ser gobernados desde el centro
de Judá). La ciudad ideal era Jerusalén. Estaba situada en la fron-
tera entre ambos territorios, era una ciudad amurallada fácil de de-
fender. Ésta era a la vez su mayor virtud y su mayor inconveniente:
Jerusalén era tan fácil de defender que israelitas, judíos y filisteos
nunca habían podido conquistarla. Seguía en poder de una tribu
cananea, los Jebuseos.

De algún modo, en 990 David se las arregló para tomar Jeru-


salén. Ni el Tanaj ni la Biblia explica cómo lo hizo, así que es pro-
bable que empleara alguna treta no muy honrosa. Tampoco es fácil
explicar por qué los filisteos toleraron impasibles el ascenso de Da-
vid. De algún modo, David debió de convencerles de que trabajaba
para ellos, pero tras la toma de Jerusalén los filisteos le exigieron
que abandonara la ciudad como muestra de lealtad. David se negó y
así entró en guerra. Sin embargo, los israelitas estaban ahora creci-
dos por su notable victoria en Jerusalén y David disponía de buenos
generales. El resultado fue una victoria completa sobre los filisteos,
que desde este momento abandonaron para siempre toda idea impe-
rialista. Se retiraron a sus ciudades tradicionales y pagaron tributo
a David. Una vez establecida la nueva capital en Jerusalén, los es-
fuerzos de David por unificar su reino bimembre se encaminaron
hacia la religión.

Desde que los filisteos destruyeron el santuario de Siló, los is-


raelitas no tenían ningún centro religioso común. Cada aldea ado-
raba a sus dioses locales en pequeños altares, situados especial-

412
mente en las colinas (sin duda un vestigio de la antigua cultura
nómada de los israelitas: los pastores suelen venerar a sus dioses
celestes en lugares elevados). De la fértil mitología israelita, la par-
te que más posibilidades unificadoras brindaba era la referente a
Moisés y su alianza con Dios. En torno a ella se conservaba el Arca
de la Alianza, que los filisteos habían capturado y conservado en la
ciudad de Quiryat-Yearim, al norte de Judá (los filisteos temían a
los dioses extranjeros tanto como a los propios, así que no se atre-
vieron a destruir el Arca, y tampoco a introducirla en su territorio).
David llevó el Arca a Jerusalén y la situó en un santuario próximo a
su palacio. Nombró sumo sacerdote a Abiatar, el único supervivien-
te del grupo de sacerdotes que Saúl hizo ejecutar por considerar-
los partidarios de David. Posiblemente en este periodo fue cuando
empezaron a tomar forma las leyendas bíblicas que presentan a las
doce tribus de Israel viajando unidas por el desierto a las órdenes de
Moisés ayudados por su dios.

Unida política y religiosamente la nación, David se vio con


fuerzas para iniciar una expansión imperialista. En el fondo esto
puede verse como una medida más para aunar a su pueblo con un
sentimiento de superioridad patriótica. Uno a uno, conquistó los
reinos hebreos de Amón, Moab y Edom. Luego avanzó aún más
al norte. No intentó atacar a los fenicios (hubiera sido un suicidio
sin la ayuda de una flota). En su lugar, firmó con ellos tratados
comerciales. Sin embargo, sometió a tributo a las poblaciones del
Éufrates superior. De este modo los israelitas se vieron dueños de
un imperio de dimensiones respetables. Los límites que Dios fija a
la tierra prometida cuando le habla a Abraham según la Biblia son
precisamente los de este imperio.

El mayor problema de David era la sucesión. Por una parte es-


taba la casa de Saúl. Ahora que los tiempos eran buenos, era fácil
que las corrientes nacionalistas israelitas (anti-judías) reclamaran
un rey israelita. Bajo uno u otro pretexto, David se las arregló para
ejecutar a todos los descendientes de Saúl que pudieran reclamar
el derecho de sucesión. Sólo quedaba un hijo lisiado, incapacitado
para reinar, por lo que David lo acogió en su casa, como muestra de
buena voluntad hacia la casa de Saúl. Más problemas le ocasiona-
ban sus propios hijos.

Era costumbre de los monarcas orientales, disponer de un harén

413
tan numeroso como fuera posible. Esto daba una imagen de mag-
nificencia frente a sus súbditos como a los extranjeros. Una forma
de sellar alianza con otro pueblo era incorporar al harén una de sus
princesas, que constituía un honor. El problema estaba en que las
distintas mujeres rivalizaban entre sí, y todas trataban de que sus
hijos gozaran de mayores privilegios frente a los de las demás, y era
particularmente muy delicado la cuestión de cuál de ellos heredaría
el trono. Frecuentemente, cuando el rey moría, uno de los hijos
mataba a sus hermanos, dirimiendo así la disputa por la sucesión.
Sin embargo, una jugada inteligente podía ser matar a la vez al rey
y a los hermanos, mientras éstos estaban desprevenidos esperando
la muerte de su padre.

La monarquía de Israel era joven, pero cayó en todos estos tópi-


cos. El hijo favorito de David era Absalón, quien fue gradualmente
ganando partidarios hasta que en 970 a. C., reunió un ejército en
contra de su padre y marchó contra Jerusalén. David fue cogido
por sorpresa, pero seguía siendo un buen estratega. En lugar de
resistir un asedio en la capital –que hubiera sido humillante–, logró
escabullirse, y huyó al otro lado del Jordán, para organizar todas las
tropas leales que pudo disponer y volvió a Jerusalén, donde no tuvo
dificultad en aplastar a su inexperto hijo. David ordenó capturarlo
vivo, pero Joab, el jefe del ejército, consideró más prudente matar-
lo. La crisis alentó a los israelitas descontentos con un rey judío.
Un benjaminita llamado Seba encabezó un alzamiento que David
sofocó con relativa facilidad. Aunque el rey demostró por segunda
vez tener las riendas bien sujetas, lo cierto es que estas rebeliones
mostraban que su gobierno no estaba tan bien afirmado como él
había pretendido.

Mientras tanto murió Abibaal, el rey de Tiro. En 969 a. C., fue


sucedido por Hiram I, que siguió impulsando la expansión de los
fenicios por el Mediterráneo. Parece ser que fue por esta época
cuando los fenicios aprendieron a orientarse en mar abierto me-
diante las estrellas, lo que facilitó las grandes expediciones a tierras
lejanas.

6.1.22 El rey Salomón.

El rey David, en 961 a. C., estaba ya próximo a la muerte y


las tensiones de la sucesión eran mayores que nunca. Al parecer,

414
David había designado como heredero a Adonías, su hijo mayor
tras la muerte de Absalón. Adonías contaba con el apoyo de Joab y
con el de Abimelec, el sacerdote. Sin embargo, la esposa favorita
de David era Betsabé, la cual gozaba de cierta influencia, la nece-
saria para intrigar en favor de su hijo Salomón. Se ganó el apoyo
del general Banaías, que sin duda vio la posibilidad de sustituir a
Joab, y el del sacerdote Sadoc, que vio la posibilidad de sustituir a
Abimelec. Al parecer, Adonías se vio prácticamente coronado rey
antes de la muerte de su padre, celebrándolo con un banquete. La
reina Betsabé jugó bien sus cartas. Ella, Banaías y Sadoc afirmaron
que David les había expresado en su lecho de muerte su voluntad
de que su sucesor fuera Salomón. Acusaron a Adonías de usurpador
y lograron volver al pueblo contra él. Joab y Abimelec no pudieron
hacer nada. El primero fue asesinado y el sacerdote tuvo que reti-
rarse de la vida pública. Banaías consiguió la jefatura del ejército y
Sadoc el sumo sacerdocio.

Hacia 960 a. C., la ciudad de Tiro fundó su primera colonia de


ultramar: Útica, situada en la costa africana justo al sudoeste de la
isla de Sicilia. Sin duda, las largas expediciones fenicias necesita-
ban de ciudades intermedias donde hacer escalas. El Mediterráneo
estaba libre de competencia, pues Grecia y Creta prácticamente no
existían y Egipto casi tampoco.

Salomón, el nuevo rey de Israel hizo lo que frecuentemente ha-


cen los usurpadores al llegar al trono: desplegar magnificencia que
nadie se atreva a cuestionar su realeza. El Tanaj y la Biblia descri-
ben el harén de Salomón, formado por unas mil mujeres, entre es-
posas y concubinas. Salomón ordenó construir un soberbio templo
a Yahveh en Jerusalén, donde residiría el Arca de la Alianza. La
construcción quedó al cuidado de los arquitectos y artesanos de
Tiro.

El rey Hiram I, puso dos flotas a disposición de Salomón, una


en el Mediterráneo y otra en el mar Rojo. La primera llegó hasta
España y pasó incluso el estrecho de Gibraltar. Era la primera vez,
que un barco navegó por el océano Atlántico. En la desembocadura
del Guadalquivir fundaron la ciudad de Tartesos, y a poca distancia
la ciudad de Gades, la actual Cádiz. La segunda flota tenía su base
en Elat, en el extremo norte del mar Rojo, y en sus expediciones
llegaba hasta el sur de Arabia.

415
En el año 954 a. C., se terminó el templo de Yahveh, tras lo
cual Salomón inició la construcción de un palacio real, mucho más
grandioso que el templo, así como otros templos para otros dioses
distintos de Yahveh, en especial para los dioses principales de los
reinos sometidos de Moab y Amón.
|
La Biblia describe con orgullo que Salomón tenía en su harén
una princesa egipcia. Esto es cierto, pero el Egipto de esta época
no era el de antaño. La esposa egipcia de Salomón era hija de Psu-
sennes II, que gobernaba únicamente sobre el delta del Nilo, en
un reino menor que el de Salomón. Su ejército estaba compuesto
mayoritariamente por mercenarios libios. Su comandante era Shes-
honk. Indudablemente Sheshonk acabó por tener en sus manos el
poder real, hasta el punto que Psusennes II debió de verse obligado
a casar una de sus hijas con el hijo de Sheshonk, signo de que éste
albergaba aspiraciones al trono. Es probable que fue esta situación
la que llevó a Psusennes II a solicitar la ayuda de Salomón, de modo
que fue el faraón el que tuvo el honor, que una hija suya formara
parte del harén de Salomón, y no al revés.

Con la riqueza que obtuvo del comercio, Salomón aumentó su


ejército, compró caballos en Asia Menor y construyó carros. Paula-
tinamente, los gastos de la corte empezaron a superar los ingresos.
Salomón tuvo que reformar el cobro de impuestos. Para ello divi-
dió el imperio en doce distritos que no tenían nada que ver con las
antiguas fronteras tribales, y puso a cargo de cada uno de ellos a un
gobernador. La mayor eficiencia en el cobro de impuestos causó
un lógico descontento del pueblo, que también se veía obligado
a colaborar en las grandes construcciones. Además, Salomón dejó
a Judá libre del pago de impuestos, mientras que los israelitas se
veían equiparados a los pueblos conquistados, como Amón, Moab
y Edom. Esto causó aún mayor resentimiento. Algunas autoridades
religiosas israelitas empezaron a cuestionar la legitimidad del tem-
plo de Jerusalén, recordando que el auténtico santuario de Yahveh
debía estar en la antigua Siló.

Por otra parte, la situación exterior, hasta entonces favorable a


Israel, empezó a cambiar. En 940 a. C. murió Psusennes II, con lo
que terminó la dinastía XXI. El primer rey de la dinastía XXII fue
naturalmente Sheshonk I, quien estableció su capital en Bubastis
y poco después logró hacerse con el control de Tebas, con lo que

416
Egipto volvió a estar unido. Mientras tanto, las tribus arameas que
llevaban más de un siglo infiltrándose y hostigando a los asirios,
empezaron a organizarse. Los arameos no parecen haber aportado
ninguna cultura nueva, sino que absorbieron la de los pueblos que
encontraron, en especial la de algunos reinos neohititas. Al norte de
Israel se formaron principados arameos. Un hombre llamado Rezón
fue erigido rey y estableció su capital en Damasco, muy cerca de la
frontera israelita. El nuevo reino es conocido como Siria, pero ese
es el nombre que le dieron los griegos mucho después.

La situación explotó en 938 a. C., cuando un efraimita llamado


Jeroboam estaba a cargo de los grupos de trabajo forzado encarga-
dos de las construcciones. Influido por Ajab, un líder religioso que
defendía la restauración de Siló, inició una rebelión que Salomón
pudo sofocar, pero Jeroboam recibió mucho apoyo popular y logró
huir a Egipto, donde Sheshonk I lo acogió amistosamente. No era
el primer prófugo israelita al que Sheshonk acogía. Ya tenía aloja-
do a Hadad, un edomita que también había intentado rebelarse sin
éxito contra Salomón. Probablemente Sheshonk I vio en Israel una
amenaza desde que su antecesor entabló alianza con Salomón, y
ahora proyectaba lentamente un ataque. La ocasión se presentaría
con la muerte de Salomón, que tuvo lugar en 931 a. C. y fue sucedi-
do por su hijo Roboam. Éste no tuvo dificultades en la realización
del ritual necesario para ser proclamado rey de Judá, pero para ser
aceptado como rey de Israel debía pasar otros rituales en Siquem,
el antiguo centro político de Efraím. Los israelitas trataron de ob-
tener concesiones y exigieron una disminución de los impuestos.
Roboam respondió con una altanera negativa, e Israel se rebeló.
Probablemente Sheshonk estimuló la rebelión, e inmediatamente
envió a Jeroboam, que fue proclamado rey de Israel y estableció
su capital en Siquem, si bien pronto la trasladó a Tirsa, algo más al
norte. Esto no supuso únicamente una partición del reino, sino un
completo desmembramiento. Siria se apropió del norte de Israel,
Amón recuperó su independencia, mientras que Israel retuvo a du-
ras penas a Moab. Judá retuvo a Edom. En el 926 a. C., Sheshonk I
invadió Judá, saqueó Jerusalén y se llevó buena parte de los tesoros
que Salomón había acumulado. Sin duda Judá se convirtió en tribu-
taria de Egipto durante algún tiempo.

Mientras tanto, Jeroboam se encontró con ciertos problemas


políticos que debía resolver. Durante los reinados de David y Salo-

417
món se hizo un considerable esfuerzo por aunar a todos los israeli-
tas y judíos en torno a un culto común, con centro en Jerusalén. Sin
embargo, dicho culto era ahora una amenaza para la monarquía
israelita. Si Israel seguía rindiendo culto al dios de Jerusalén, sus
ejércitos podrían negarse a atacar a Judá en caso de necesidad por
cuestiones religiosas. Jeroboam podría haber reconstruido Siló,
pero tal vez consideraba peligroso de todos modos compartir un
dios con Judá. En su lugar, fomentó dos centros religiosos, uno al
sur, en Betel, a sólo 16 kilómetros de Jerusalén, y otro al norte, en
Dan. En ambos colocó la figura de un toro joven, cuyo culto esta-
ba muy arraigado en Efraím, y organizó una clase sacerdotal que
cuidara de los rituales. Esto originó una perpetua enemistad entre
la realeza y la aún poderosa clase sacerdotal dedicada al culto de
Yahveh o, de Eloím (dioses), que era el nombre que los israelitas
daban al dios bíblico.

De esta época datan los documentos más antiguos que se cono-


cen sobre la religión judeo-israelita. En ellos podemos apreciar los
esfuerzos realizados durante los reinados de David y Salomón por
dotar a judíos e israelitas de una tradición común. Supuestamente,
las doce tribus de Israel llegaron juntas a Canaán conducidas pri-
mero por Moisés y luego por Josué. En realidad Josué debió de ser
uno de los jueces o caudillos que tenía cada tribu, pero los manda-
tos simultáneos de estos caudillos son presentados como sucesivos,
de modo que aparentemente las doce tribus estuvieron siempre bajo
un mando común incluso antes de la monarquía. El dios de Moisés,
identificado con el de Abraham, desempeña un papel central en el
destino de Israel: cada vez que los israelitas sufren un revés, ello
se interpreta como la represalia divina por una ofensa atribuida al
pueblo o a sus dirigentes (normalmente la adoración de otros dio-
ses); cada vez que las cosas van bien, ello es signo del favor de Dios
hacia algún varón virtuoso. Entre los casos más forzados están el de
una epidemia de peste que hubo durante el reinado de David. Según
la Biblia, la causa fue que David ofendió a Dios ordenando hacer
un censo de Israel.

Además de los textos históricos y pseudohistóricos (como la


historia de Abraham, Isaac, Jacob-Israel, sus doce hijos, etc.) tam-
bién encontramos mitos cananeos de origen sumerio adaptados a la
visión del mundo judeo-israelita. Hay una vaga historia de la crea-
ción del hombre, así como una versión del diluvio universal segui-

418
da de extensas genealogías de los patriarcas, que se corresponden
con nombres de pueblos y tribus. Por ejemplo, Noé, el supervivien-
te del diluvio según la versión israelita del mito, tuvo tres hijos:
Sem, Cam y Jafet. Del último descendían los pueblos más lejanos,
entre ellos los egipcios, de Sem descendían los propios israelitas y
pueblos afines, como los hebreos, mientras que Cam era el antece-
sor de los cananeos y otros pueblos sojuzgados (Canaán era uno de
los hijos de Cam). En una primera versión, Cam (o Canaán) castró
a su padre mientras éste dormía borracho. La versión final de la
Biblia suavizó el crimen de Cam reduciéndolo a “ver desnudo a
su padre y no cubrirlo”. En cualquier caso, Noé maldijo a Cam (y
a sus descendientes), condenándolo a ser “esclavo de los esclavos
de sus hermanos”, lo que justificaba que los israelitas mataran o
esclavizaran a los cananeos. Los egipcios habían importado tiempo
atrás esclavos negros procedentes del África central. Los israelitas
explicaron el color negro de su piel como signo de que eran descen-
dientes del maldito Cam, y así introdujeron en la historia una idea
que, aunque no consta explícitamente en el Tanaj y la Biblia, sería
retomada en muchas ocasiones de la tradición judía por su extrema-
da conveniencia: los negros están hechos para ser esclavos.

Mientras tanto, en 919 a. C. murió el rey de Egipto Sheshonk I


y fue sucedido por Osorkon I, que heredó un Egipto relativamente
próspero, si bien el nuevo rey no supo o no pudo hacer más que
mantenerlo a duras penas.

El rey Roboam de Judá murió en el 913 a. C. y fue sucedido por


su hijo Abiyyam, que murió a los dos años y fue sucedido a su vez
por su hijo Asa, en 911. Los judíos recordaban el reinado de David
como su época más gloriosa, y nunca cuestionaron el derecho al
trono de sus descendientes. No ocurría lo mismo en Israel, cuya
mayor debilidad fue en todo momento la falta de una tradición
tanto política como religiosa. Por esta época los arameos estaban
sólidamente instalados en Siria. El reino de Damasco, bajo el rey
Benhadad I, se había extendido en los últimos años hasta conver-
tirse en una nación tan grande como Israel. Sin embargo, también
la vecina Asiria estaba resurgiendo. El mismo año que Asa subió
al trono de Judá, el rey Adad-Narari II ocupaba el trono de Asiria
y empezó a reorganizarla. Pronto empezó a mostrar su poder sobre
los principados arameos.

419
Jeroboam murió en 910 a. C. y fue sucedido por su hijo Nadab,
pero no logró mantenerse en el trono más de un año. Un general
llamado Basa dio un golpe de estado en 909 y ocupó el trono. Para
consolidar su cuestionable derecho al trono estimuló la guerra con-
tra Judá. El rey Asa envió presentes al rey sirio rogándole que ata-
cara a Israel. Benhadad I accedió complacido ante esta posibilidad
de expansión, y así se formó una alianza gracias a la cual la débil
Judá pudo resistir a Israel.

Hacia el 900 a. C. surge en Italia la primera civilización equi-


parable a las orientales. Se trataba de un pueblo que se llamaba a
sí mismo Rasena. Los griegos los llamaron Tirrenos, mientras que
nosotros los conocemos por el nombre que les dieron los romanos:
los etruscos. No conocemos muy bien la cultura etrusca, pues su
lengua no ha sido descifrada. Está descartado que los etruscos fue-
ran indoeuropeos. Los romanos decían que vinieron de Asia menor,
y es posible que estuvieran en lo cierto, pues con las conmociones
de los siglos precedentes es plausible que algún grupo de hombres
se decidiera a recorrer un largo trecho en busca de paz, e Italia
era probablemente la tierra más cercana que podía proporcionarla.
Llegaron por tierra desde el norte, y parece ser que fueron pocos.
Formaron una oligarquía que poco a poco fue organizando y domi-
nando más ciudades, potenciando, asimilando y desarrollando las
culturas locales. Su cultura era matriarcal, al igual que muchas cul-
turas mediterráneas y orientales primitivas, y en oposición al mar-
cado carácter patriarcal de los pueblos indoeuropeos. Su religión se
centraba en los ritos funerarios y el culto a los muertos. También
estaba muy arraigada su creencia en diversas técnicas de predicción
del futuro, especialmente a través del examen de las entrañas de las
aves, o de su vuelo. El arte etrusco presenta rasgos muy originales,
tal vez de influencia oriental. En las estatuas destaca la forzada cur-
vatura de la boca, la llamada “sonrisa etrusca”, que les confiere una
expresión extraña, casi cómica.

Los etruscos se extendieron por la costa noroeste de Italia, des-


de el río Arno hasta el río Tíber. Su frontera este la marcaban los
montes Apeninos. El resto de Italia estaba poblado por diversas cul-
turas indoeuropeas. Al sur de Etruria había un territorio conocido
como el Lacio, en el que se distribuían unas treinta ciudades-estado
independientes con una cultura afín y una lengua común (el latín).
Tras la llegada de los etruscos se aliaron en una Liga Latina, enca-

420
bezada por la ciudad de Alba Longa.

Mientras tanto, una nueva tribu aria descendió sobre Mesopota-


mia. Eran los medos. Venían del norte y se asentaron en el noroeste
del moderno Irán, al suroeste del mar Caspio. Dicha zona pasó a
llamarse Media. Los medos trajeron una innovación: los caballos
domesticados hasta entonces eran pequeños, capaces de tirar de un
carro, solos o en parejas, pero no de soportar directamente el peso
de un jinete. Los medos domesticaron una raza de caballos gran-
des, similares a los actuales, y aprendieron a montarlos, convir-
tiéndose en los más hábiles jinetes de la antigüedad.

En 897 a. C. el rey de China adjudicó unas tierras a un jefe


bárbaro criador de caballos llamado Feizi, a cambio de que le su-
ministrara monturas. Así se formó el estado de Qin. De él deriva la
palabra “China”.

En 889 a. C. murió el rey asirio Adad-Narari II y fue sucedido


por su hijo Tukulti-Ninurta II, quien por vez primera dispuso de un
ejército íntegramente equipado con armas de hierro. Esto lo convir-
tió en el ejército más poderoso del planeta. Además, los asirios re-
volucionaron la técnica del asedio. Hasta entonces, la estrategia de
una ciudad sitiada era resistir a la espera de que los sitiadores deses-
peraran o fueran víctimas de las enfermedades que inevitablemente
surgían ante la total falta de higiene de los campamentos militares.
Con los asirios, el asedio dejó de ser un simple intento de matar de
hambre a los sitiados. Idearon máquinas para derribar murallas, las
dotaron de ruedas para acercarlas y las blindaron para proteger a
los hombres que las movían. Mediante pesados arietes abrían una
brecha por la que el ejército sitiador penetraba en la fortificación
y se encontraba con toda la población a su merced, atrapada por
sus propias murallas. Los asirios se ganaron una fama de crueldad
nunca oída hasta entonces. Poco a poco, Asiria fue creciendo y re-
construyendo su antiguo imperio.

Canaán permanecía ajena a estos hechos. En 887 a. C. una cons-


piración derrocó al último rey del linaje de Hiram de Tiro. El cabe-
cilla fue el sumo sacerdote Etbaal, que ocupó el trono. Al mismo
tiempo el rey sirio Benhadad I atacó a Israel, llegando hasta el mar
de Galilea y anexionándose sus costas orientales. La ciudad de Dan
fue destruida, al parecer para siempre, pues ya no se la vuelve a

421
mencionar en la Biblia. El rey Basa de Israel tuvo que hacer las pa-
ces con Judá para poder ocuparse de Siria. Así fracasó su intento de
consolidar su dinastía con una conquista militar, como había hecho
David años atrás. Cuando murió, en 886, estalló una guerra civil y
su hijo Ela fue depuesto y ejecutado. Antes de terminar el año se
hizo con el trono un hábil general llamado Omri, que logró rechazar
a los sirios y reforzar el dominio sobre Moab. Omri comprendió
bien cuáles eran los puntos débiles del reino de Israel. Uno era la
falta de una capital bien emplazada, capaz de resistir asedios con
dignidad. Judá tenía a Jerusalén, pero Tirsa era completamente in-
adecuada. Jeroboam la había elegido principalmente para abando-
nar Siquem, para evitar suspicacias sobre una hegemonía efraimita
que hubiera podido ser mal vista por una parte considerable de los
israelitas. Un poco al oeste de Tirsa había una colina muy bien si-
tuada a mitad de camino entre el Jordán y el Mediterráneo. Pertene-
cía a la familia de Shemer, pero el rey la compró y la fortificó. Con
el tiempo se convertiría en la ciudad más grande de Israel. La llamó
Shomron, nombre derivado de su antiguo dueño, pero los griegos la
llamaron más tarde Samaria. Omri la convirtió en capital de Israel,
y lo continuó siendo hasta la desaparición del reino.

Pero Omri sabía que una capital fuerte no lo era todo. La mo-
narquía israelita no gozaba de todo el respaldo popular que sería
deseable. Más aún, el pueblo no tenía un sentimiento de unidad
nacional similar al que existía en Judá. En gran parte, la ventaja de
Judá residía en una religión fuerte, el culto a Yahveh, que al mismo
tiempo que identificaba a todo el pueblo en una causa común, legi-
timaba a la casa de David como gobernante por designio divino. El
culto a Yahveh era minoritario en Israel, y tampoco parecía buena
idea fomentarlo, pues ello podría dejar a Israel indefenso frente a
Judá. También estaba el riesgo de que una buena parte del pueblo
no lo aceptara por desprecio a los judíos. Omri se alió con el rey ti-
rio Etbaal. Ambos eran usurpadores, así que debió de ser fácil para
ambos apoyarse mutuamente para consolidar sus tronos. Etbaal ha-
bía sido sumo sacerdote, y su estrategia fue la de difundir el culto
a sus dioses, principalmente la diosa Astarté. Omri consideró que
dicho culto podría ser también adecuado para su pueblo, y decidió
apoyarlo. Para sellar su acuerdo, Ajab, el hijo de Omri, se casó con
Jezabel, la hija de Etbaal.

En 883 a. C. murió Osorkon I el rey de Egipto. Si éste había

422
logrado mantener a duras penas la autoridad que le había legado su
padre, tras su muerte la desorganización fue en aumento y el ejérci-
to se hacía cada vez más incontrolable. El mismo año murió Tukul-
ti-Ninurta II, tras un breve reinado de cinco años. Fue sucedido
por su hijo Asurnasirpal II, quien destruyó los principados arameos
(excepto Siria), restableció la prosperidad de Asiria y reconstru-
yó la antigua ciudad de Calach, convirtiéndola nuevamente en la
capital del reino. Allí construyó un gran palacio de unos 24,000
metros cuadrados de superficie, decorado con bajorrelieves de gran
realismo, muchos de los cuales representan al rey en escenas de
caza. Asurnasirpal II es recordado como el más cruel de los reyes
asirios. Impuso una política de terror que hizo desistir a los pueblos
sometidos del más mínimo intento de rebelión, pero que dejó una
huella imborrable de odio a Asiria en todo Oriente Próximo. En sus
crónicas se menciona por primera vez a los Caldeos, otro grupo de
tribus semíticas procedentes de Arabia y que hostigaban las fron-
teras de Mesopotamia.

En 879 a. C. murió Omri, y fue sucedido pacíficamente por su


hijo Ajab, quien continuó la política de su padre de difundir el culto
a Astarté por Israel.

En 878 el rey Li ocupó el trono chino. Bajo su reinado se pro-


dujeron disturbios, probablemente debidos a causas naturales. Por
esta época China contaba con una clase de comerciantes y artesa-
nos, pero que no trabajaban independientemente, sino que estaban
al servicio de los nobles. Los agricultores complementaban su eco-
nomía con el cultivo del gusano de seda.

Lo expuesto ha permitido encajar diferentes aspectos de la his-


toria del Medio Oriente, lo cual nos permite tener una visión sobre
lo que ocurrió allí y en otras partes del mundo, ahora nos toca tratar
el origen de la masonería especificamente.

423
424
VII. EL MEDIO ORIENTE
Y
EL NACIMIENTO DE LA MASONERIA.
Uno de los aspectos que más opinión ha generado dentro de los
masones es: ¿Dónde se originó la masonería?

La práctica actual de la masonería especulativa, sus inicios de


formalización ocurren en 1,717 cuando cuatro logias londinenses
deciden formar la Gran Logia de Inglaterra y sus Grandes Maes-
tros, dan forma y ritualizan los tres grados de la masonería en 1,723
con la publicación de las Constituciones de Anderson, introducien-
do así la Leyenda del Arquitecto Constructor del Templo del rey
Salomón, llamado Hiram Abif. Pero esto no quiere decir que antes
de esta fecha no existía masonería.

La masonería operativa existía desde mucho antes de 1,717 y


así es como diversos autores masones y no masones, dieron inicio a
la especulación sobre diversos probables orígenes. Algunos sostie-
nen que posiblemente su origen se remonta a la época del Imperio
Romano, donde existían los “Colegios”. Los ingenieros de cada

425
provincia del Imperio Romano estaban agrupados en asociaciones
profesionales denominadas Collegiae. La “Asociación de Inge-
nieros” recibía el título oficial de Fabrorum tignatoriorum collegi,
existiendo también una abreviatura para facilitar la anotación de
tan prolijo enunciado, expresada simplemente con “Fab. tig. c.”, tal
como figura en lápidas sepulcrales de sus miembros. Estos colegios
estaban organizados de manera muy similar a las logias masónicas
modernas.

Otros estudiosos sostienen que la masonería se originó en Egip-


to. En el paraje de Deir el-Medineh, Bruyére, descubrió numerosas
tumbas, pertenecientes a los miembros de una cofradía que agrupa-
ba constructores, albañiles, grabadores y pintores que se instalaron
en Deir el-Medineh a partir de finales de la XVIII Dinastía, hacia
1,315 a. C.

En cada tumba, se anotó el oficio del difunto, la tumba 267 por


ejemplo, es la del, “jefe de los artesanos”, “modelador de las imá-
genes de los dioses en la morada del Oro”. Las capillas fueron
decoradas por los propios artesanos y encontramos en las pinturas,
el codo sagrado, la escuadra, distintas formas de nivel y muchos
otros objetos simbólicos que conocieron una duradera posteridad
en la masonería.

Los miembros de esta antiquísima sociedad iniciática se deno-


minaban los “Servidores en el lugar de verdad o de armonía”, y
correspondía al faraón, mantener la armonía entre el cielo y la tie-
rra, confiando gran parte de los trabajos artísticos a esta sociedad
que expresaba además de la habilidad constructiva, el esoterismo
egipcio.

La cofradía de Deir el-Medineh, es considerada como una ma-


sonería adelantada en el tiempo, la división de la colectividad en
chozas o logias, eran los talleres donde se repartían las tareas, en
similitud a las primeras logias de masones alemanes de la Edad
Media, que llaman también “chozas” a sus talleres. Los iniciados
egipcios llevaban el título de “El que escucha al maestro”, tenían
tres grados que correspondían a sus habilidades constructivas o es-
pecialidades: aprendiz, compañero y maestro. El aprendiz se define
como el hijo que acaba de nacer o, más bien, de renacer; el apren-
diz iniciado, se pone al servicio de los compañeros que le confían

426
trabajos desagradables para poner a prueba su buena voluntad y su
deseo de servicio. Los compañeros están al servicio de los maestros
que, por su parte, se ocupan de los “escritos celestiales”, es decir,
de los planos, bocetos, y de las reglas simbólicas del arte, sin las
que ninguna representación tendría sentido.

Otros masones, han rastreado el origen de la Masonería, directa-


mente en la construcción del Templo del Rey Salomón y de ahí a las
pirámides de Egipto o a cualquier otra civilización que construyó
con piedras. Orígenes masónicos también suponen en otros grupos
como los Caballeros Templarios, los Rosacruces, los Illuminati de
Baviera o incluso en adeptos secretos del mito de la Atlántida. Pero
las antiguas consideraciones de los masones operativos, dicen que
la masonería se originó en el Medio Oriente y nosotros precisamos
en este libro, que ello ocurrió en Sumeria.

John Hamill, bibliotecario y “Curador” de la Gran Logia Unida


de Inglaterra en su libro “La Historia de la Francmasonería Ingle-
sa” publicado en 1,994 además de presenta un excelente resumen
de las diversas teorías de los orígenes de la masonería, reconfirma
“que la Masonería especulativa se formó sobre la organización
operativa debido a que, en ese momento, era imposible practicar
abiertamente actividades de oposición a la intolerancia de la polí-
tica del Estado y la religión que por entonces imperaba”. Es decir
la masonería operativa y la masonería especulativa están vincula-
das íntimamente y que ambas son una en sí misma.

Recoge también la hipótesis de Andrew Durr, que la continui-


dad de ambas masonerías desde sus orígenes resalta más la caridad
que el aspecto filosófico.

Esta ve la masonería como un desarrollo del creciente movi-


miento de autoayuda en el siglo XVII. Sin sistema de Estado de
Bienestar, los que cayeron enfermos o en tiempos difíciles tuvieron
que depender de la caridad local y el trabajo regido por la Ley de
los Pobres. Diferentes grupos de oficios comenzaron a hacer sus
propios arreglos. Se reunían y convivían en posadas y tabernas,
manteniendo una caja en la que los miembros pagan “cuotas” en
cada reunión y de la cual los miembros podrían sacar dinero en
tiempos de necesidad. A partir de esta práctica que se conocían
como Caja Clubes. Inicialmente estaban reservados a los miembros

427
de un comercio particular, y hay pruebas que utilizaron ritos iniciá-
ticos primitivos. También parece que, como logias operativas esco-
cesas, las Caja Clubes comenzó a admitir miembros no inherentes
a su comercio en particular. Se ha planteado la posibilidad de que
la masonería se originó simplemente como un Club de la caja de
masones operativos que más tarde comenzaron a admitir miembros
de otros oficios.

Existen en torno al origen de la masonería una enorme canti-


dad de mitos que, a lo largo del tiempo, se han ido asentando con
un cierto halo de “oficialidad” apoyada en la falta de historicismo
crítico de un importante número de “especialistas” masonólogos,
en la vocación y creencia romántica de muchos profanos y maso-
nes, o en la simple y llana mitificación o tergiversación interesada.
Afortunadamente, sobre todo en los últimos años, desde las institu-
ciones masónicas más relevantes, se viene trabajando una exégesis
científica sobre la historia y evolución de la orden, asi como de los
ritos masónicos, que va permitiendo que la “luz de la razón” alum-
bre también sobre lo que la masonería fue y es en realidad.

Si bien no hay acuerdo sobre los orígenes reales de la maso-


nería, los resultados finales son claros: una fraternidad en todo el
mundo, una fraternidad sin fronteras, la mejora moral, el apoyo mu-
tuo, la tolerancia religiosa, el mejoramiento cívico, la libertad de
pensamiento, y la caridad universal.

El masón común deriva del propio ritual sus primeras nociones


de la historia del Oficio. A medida que va progresando en su cono-
cimiento de las ceremonias, aprende que durante la construcción
del templo del Rey Salomón en Jerusalén, los constructores califi-
cados (albañiles o masones), se dividían en dos clases: Aprendices
y Compañeros. Todos trabajaban bajo las órdenes de tres Grandes
Maestros (el Rey Salomón, Hiram -Rey de Tiro- y Hiram Abiff el
arquitecto), los cuales compartían ciertos secretos, conocidos tan
solo por ellos tres. Aprende, asimismo, que esos secretos fueron
perdidos con el asesinato de Hiram Abiff –asesinato que se produjo
debido a su negativa de divulgar los secretos– y que se adoptaron
ciertos secretos en substitución de los primeros “hasta que el tiem-
po o las circunstancias restauren los secretos originales”.

Del ritual se deduce inmediatamente que la Francmasonería ya

428
existía y estaba establecida en la época del Rey Salomón y que ha
permanecido desde entonces como un sistema intacto. El masón
comprende pronto que el ritual no contiene una verdad histórica o
literal, sino una alegoría dramática mediante la cual se transmiten
los principios y axiomas fundamentales del Oficio.

A partir de esto, nada detiene a los masones, que hicieron in-


tentos de encontrarle un parentesco con los Collegia Fabrorum ro-
manos (las escuelas de constructores de la época), la palabra “es-
cuela” parecía llevar implícita la existencia de un culto filosófico
o “mistérico” ligado a los constructores romanos. La leyenda de
los Magistri Commacini (Maestros Comacinos), parecía brindar un
fundamento religioso al Oficio. Se afirmó que los hábiles y renom-
brados masones de la región del lago de Como, en el norte de Italia,
poseían secretos tan recónditos, susceptibles de ser comunicados a
otros operativos. Decían que habían recibido instrucciones de via-
jar por Europa para compartir sus habilidades y “misterios”.

Se revisaron diligentemente las tradiciones y registros de los


Steinmetzen alemanes y del Compagnonnage francés en busca de
rastros de algún elemento especulativo, pero no se encontró ningu-
na que fuera determinante.

En los últimos años, admitiendo las pruebas de una filiación


directa entre masones operativos y masones especulativos, se están
explorando la posibilidad de que los fundadores de la Masonería
Especulativa se encubrieron bajo la apariencia de una organización
o guilda para desarrollar actividades e ideas que era imposible prac-
ticar o profesar abiertamente en la época de la Edad Media (Del si-
glo V al siglo XV) y el Renacimiento (Siglo XV y XVI), período en
el cual se cree que evolucionó la Francmasonería –finales del siglo
XVI y transcurso del siglo XVII que es el inicio de la Edad Moder-
na–. Este inicio de la Edad Moderna, se caracterizó por la estrecha
relación entre la política y la religión. Durante esos años las dife-
rencias de opinión en estas materias podían dividir las familias y
eventualmente conducir a guerras civiles. En particular lo que con-
cierne a la religión, existían sanciones legales contra aquellos que
decidían no seguir los dictados del Estado. Surgen en consecuencia,
dos ideas posibles en relación con el origen de la Francmasonería
durante ese período.

429
Primero, que los fundadores eran un grupo opuesto a la intole-
rancia política y religiosa del Estado, que deseaban reunir hombres
de diferentes concepciones políticas y religiosas pero que compar-
tían un objetivo de mejoramiento social, en un momento histórico
en la cual dichas concepciones eran consideradas subversivas, y
por tanto se restringía absolutamente la discusión de estos asun-
tos con quienes no fuesen miembros. Estos rasgos parecen haberse
practicado desde que se originó la Francmasonería.

Segundo, que los fundadores eran un grupo de religiosos cris-


tianos no conformistas, que se oponía a la dominación de la reli-
gión por parte del Estado. Dicho grupo no se proponía deponer la
religión predominante, sino que deseaba promover la tolerancia y
la creación de una sociedad en la cual los hombres fueran libres de
seguir los dictados de su conciencia en materia religiosa.

En ambos grupos, existe un objetivo común: la promoción de la


tolerancia y la consiguiente creación de una mejor sociedad. El uso
de la alegoría, era una técnica didáctica común en la época: ¿Qué
mejor alegoría para representar la creación de una sociedad supe-
rior que la construcción de un edificio? Existía inclusive una me-
táfora bíblica a la mano: la construcción del Templo de Salomón.

Establecido el marco alegórico, seguía lógicamente el paso de


adoptar la forma de una guilda o corporación de constructores. Así
las reuniones se convirtieron en Logias, los oficiales principales
pasaron a denominarse Maestro y Vigilantes y las herramientas de
trabajo del tallador de piedras fueron utilizadas tanto por sus fun-
ciones materiales prácticas, como por su valor simbólico.

Otros masones por su parte expresan cuatro enfoques: el esoté-


rico, el místico, el simbólico y el romántico. Estos cuatro enfoques
tienen dos factores en común: la creencia de que la Francmasonería
existe desde “tiempo inmemorial”, y una aparente incapacidad para
distinguir entre el hecho histórico y la leyenda.

Las escuelas esotéricas y místicas están de hecho interesadas


en la transmisión de ideas y tradiciones esotéricas, que son una lí-
nea de investigación válida, pero al acercarse a su objeto, convier-
ten similitudes de grupos muy separados en el tiempo, en evidencia
de una tradición continua transmitida de un grupo a otro. Es decir,

430
una especie de sucesión apostólica esotérica, cuyos seguidores de
estas escuelas, tienden a profesar, ideas heterodoxas acerca de la
naturaleza y propósito de la masonería, atribuyéndole implicacio-
nes místicas, religiosas e inclusive ocultas.

Los partidarios de la aproximación esotérica toman los princi-


pios, los rituales, las formas, los símbolos y el lenguaje de la Franc-
masonería y rastrean similitudes en los otros grupos (ignorando el
hecho de que los principios y muchos de los símbolos son universa-
les y no son particulares de la masonería). Suponen que esas simi-
litudes no son fortuitas sino deliberadas y constituyen, por lo tanto,
prueba de una tradición continua, que es admitida pero hay algunos
reparos.

Colocan gran énfasis en los grados adicionales, revistiéndolos


de una antigüedad y viendo en ellos un contenido esotérico y un
simbolismo.

La escuela esotérica compara los otros ritos iniciáticos de otras


escuelas, y encuentran similitudes -reales o impuestas- y supone un
parentesco.

La escuela simbolista busca los orígenes de la Francmaso-


nería mediante la comparación y la correlación del simbolismo y
del lenguaje ritual, y trata de encontrar la filiación directa entre la
Francmasonería y varias religiones, cultos, misterios y sociedades.
Al igual que la escuela esotérica, esta línea de investigación posee
validez; pero como una antropología del simbolismo y no como
investigación acerca de los orígenes de la Francmasonería. La inci-
dencia de ciertos símbolos, gestos y terminología condujeron a esta
escuela a comparar la Francmasonería con religiones de los amerin-
dios, ceremonias Mayas, rituales mitraicos y aborígenes, pinturas
de templos egipcios, marcas de casta hindúes, etc. Ya lo dijimos y
lo repetimos: El problema es que los símbolos Masónicos no son
exclusivos de la Francmasonería, sino que son universales.

Dentro de la escuela simbolista se encuentran quienes han bus-


cado el origen del ritual Masónico mediante la exégesis de obras
de escritores bien conocidos, con el fin de encontrar ejemplos de
“lenguaje masónico”.

431
Todas estas formas de estudiar la masonería, consideran que
hay documentos masónicos más antiguos a 1,717 como es el caso
de Los Antiguos Cargos de los Constructores, que se remontan al
Manuscrito Regius, escrito en 1,390, que en general, se ajustan a
las normas y reglamentos de la fraternidad moderna unos 300 años
antes a lo ocurrido en 1,717 y que evidentemente hubo mucha do-
cumentación más, pero como menciona Anderson, estos fueron eli-
minados por temor a que caigan en manos inapropiadas y puedan
ser utilizadas en contra de la orden.

Wallace McLeod demostró que alrededor del año 1,520, cuan-


do el “Original de los Antiguos Cargos” apareció, la costumbre
masónica de apoyo mutuo y la caridad había sido codificada en un
reglamento escrito por los operativos, lo cual demuestra que la ma-
sonería con miembros aceptados de 1,717 estaban solo practicando
antiguas costumbres de la masonería operativa.

18 También que cada masón recibirá y cuidará de masones ex-


tranjeros cuando lleguen al país y los pongan a trabajar según la
costumbre, si se tienen bloques moldeados en la obra se los pondrá
a trabajar una quincena (fortnight) como mínimo y se le pagará su
jornal y si no hay bloques para que coloque se lo asistirá con algún
dinero para que pueda llegar a la Logia más próxima y también
que todo masón servirá honestamente al trabajo y honestamente lo
terminará si es a destajo o jornalero y recibirá su paga si lo merece
(Old Charges - Antiguos Cargos).

Para Miguel Martín Albo en su libro “La Masonería Una Her-


mandad de Carácter Secreto” en la Parte I acápite “La antigüedad
y el origen tradicional de la masonería. El Libro de Las Constitu-
ciones de Anderson” dice que Anderson hizo una “visión simbólica
y siguiendo con la estructura cronológica llegando hasta la Ingla-
terra de su tiempo. La asimilación de todos los conceptos vertidos
en las Constituciones marcó, sin embargo, la idiosincrasia de la
mayor parte de las logias que habrían de subsistir a la crisis de
los siglos XVII y principios del XVIII. Respecto a su influencia e
importancia, basta comprobar las innumerables ediciones que de
la obra se realizaron en toda Europa en los siglos posteriores. Es
por ello que la justificación de Anderson respecto a la procedencia
de la masonería desde los tiempos más primitivos y antiguos de la
historia supuso, aunque hoy nos resulte difícil de comprender, un

432
punto de inflexión en la ideología y en el avance de la francmaso-
nería”. Es decir para el mencionado escritor, la propuesta de que la
masonería tiene un origen primitivo y antiguo es de Anderson que
publica en 1,723 La constituciones que llevan su nombre.

La propuesta mencionada, no es exacta, ya que otros documen-


tos de mayor antigüedad como las Constituciones Góticas habían
manifestado una antigüedad que se remonta a los tiempos bíblicos,
antigüedad que Anderson hizo suya y considera que la masonería
especulativa respecto a la masonería operativa, era la continuación
y evolución de la misma.

Por otra parte el referido escritor en su acápite “Etienne Boileau


y el Livre des Metiers”, nos dice que en 1,268 Etienne Boileau,
preboste del rey San Luis de Francia redacto los estatutos de las co-
fradías parisinas en una obra conocida por el nombre de “Livre des
Metiers”, mediante el cual se reglaba los oficios, así como los usos
y costumbres de los mismos, cuya estructura definitiva llego con
plenitud al medioevo, cuyo escalón más bajo estaba ocupado por
los aprendices bajo la vigilancia de un maestro, inmediatamente
después quedaban los oficiales, conocidos como obreros o “com-
pagnons” en el ámbito del reino franco. Estas cofradías estaban
dirigidos por “juramentados”, elegidos por los maestros de cada
oficio, bajo la protección de un Santo Patrón que les daba derecho
para disponer de capillas en las iglesias, así como disponer de un
día de fiesta que era aprovechado para realizar reuniones.

En estos “Livre des Metiers”, el rey tenía el privilegio de la


venta de “maestrías”, dándose el caso que algunos que gobernaban
los oficios ni siquiera formaban parte del mismo. Posteriormente
el privilegio antes mencionado también lo ejercieron las “munici-
palidades” para impones su autoridad a los diversos gremios. Así
mismo Miguel Martín Albo hace mención que en un determinado
momento las sociedades de constructores se dividieron en dos ra-
mas: Uno dependiente de las iglesias, cuya especial jurisdicción
les hacía independientes de nobles y ciudades, llegando en algunos
casos a estar libres o desvinculados del poder del Rey. El segundo
grupo seguirá dependiendo de las reglamentaciones estrictamente
nobiliarias, urbanas o reales.

En el “Livre des Metiers”, lo referido a los albañiles, canteros, y

433
plastriés morteliers se hallan escritos en el título XLVIII. El “Livre
des Metiers”, también conocido como el “Libro de Jacob”, es la
primera gran colección de regulaciones sobre los diversos negocios
en París. Los derechos existentes de los trabajadores estaban prote-
gidos por un “orden social cristiano”.

De lo expuesto por Miguel Martín Albo desprenderemos que


efectivamente ya había masonería operativa reglamentada en Fran-
cia desde por lo menos 1,268 y que la antigüedad de los orígenes
de la masonería consignada en Las Constituciones de Anderson
se remonta a tiempos bíblicos conforme también lo indicaban las
Constituciones Góticas.

Pero la masonería no tubo evolución igual en los diferentes paí-


ses de Europa, así en Inglaterra y Escocia esta tenía sus propias pe-
culiaridades. Hasta finales del siglo XI los clérigos británicos via-
jaban hacia Alemania con la pretensión de predicar el cristianismo
a la vez que se construían iglesias y monasterios. Dos siglos más
tarde, contingentes de trabajadores alemanes llegaron hasta Esco-
cia e Inglaterra, estableciéndose así un fluido tránsito de operarios
entre ambas regiones, de esta manera las ideas de los germanos
fueron captados por los masones ingleses, asentándose luego con
las invasiones normandas a Inglaterra. Tanto daneses como sajones
monopolizaban las actividades constructivas que llegó a eviden-
ciarse aún más con la llegada del “gótico”.

En Inglaterra del siglo XIII y XIV la participación de opera-


rios expertos extranjeros era evidente ya que ellos no disponían
de suficiente número de expertos en la materia. Así en tiempos de
Athelstan ordeno traer de Francia a muchos trabajadores, así como
solicitar que se reúnan los estatutos, reglamentos y obligaciones
que regían a los colegios romanos que por entonces aún estaban
vigentes entre los arquitectos de Europa, llevándose a cabo una
Asamblea General en York, en junio del año 926. Estos estatutos
fueron revisados recién en 1,350 bajo la monarquía de Eduardo III.

Los Registros de las Logias de Escocia a partir del período de


transición, de masonería operativa a masonería especulativa con li-
bres y aceptados masones, sin duda apoyan la evolución de los gre-
mios canteros en clubes de caballeros, aunque se carece por com-
pleto de registros ingleses similares. Las primeras logias animan

434
banquetes de convivencia, debates filosóficos y discursos científi-
cos. Sólo dos temas de discusión fueron prohibidos en las logias de
entonces: religión y política, temas que siguen estando prohibidas
en la actualidad.

En masonería no hay dogmas oficiales, lo que implica que cada


miembro de la Orden puede conferirle al ritual, mucho o poco sig-
nificado, como desee. Ni siquiera en Inglaterra existe un patrón
único, ya se trate de un ritual controlado de manera centralizada o
de una interpretación del ritual que deba ser aceptada por todas las
logias. Esto se puede corroborar en situ, cuando se visita logias de
potencias u orientes distintos, que practican el mismo rito.

¿Llegaremos a descubrir los verdaderos orígenes de la Franc-


masonería? Es un interrogante que queda abierta y eso es lo que
pretendemos resolver.

7.1 ¿QUÉ DICEN LOS ANTIGUOS DOCUMENTOS MA-


SÓNICOS?

Los antiguos documentos masónicos también llamadas Las


Constituciones Góticas, manifiestan que la masonería tiene un ori-
gen muy antiguo, veamos lo que dicen:

7.1.1 Manuscrito Regius 1,390.

El manuscrito Regius data de alrededor del año 1,390. Fue pu-


blicado en 1,840 por James O. Halliwell, se hace mención a él en un
inventario de la biblioteca John Theyer realizado en 1,670. Ésta bi-
blioteca fue vendida a Robert Scott, constando en un nuevo inven-
tario realizado con tal motivo en 1,678. El manuscrito perteneció
después a la Biblioteca Real hasta 1,757, de donde tomó el nombre
de “Regius” (Real), fecha en la que fue donado por el rey Jorge II al
Museo Británico, donde permanece.

EL ARTE DE LOS CUATRO CORONADOS.

Escuchad lo que he leído, Que muchos años después, con gran


espanto, El diluvio de Noé fue desencadenado, La torre de Babilo-
nia comenzó a erigirse, La más grande obra de cal y piedra Que
jamás hombre alguno haya visto; Tan alta y grande fue pensada

435
Que siete mil su altura sombra arrojaba; El rey Nabucodonosor la
hizo construir Tan potente para la defensa de sus hombres, Que si
un tal diluvio ocurriera. La obra sumergir no pudiera; Pero tan fie-
ro orgullo tenían, y tanta jactancia, Que todo el trabajo se perdió;
Un ángel les castigó sus lenguas dividiendo, Y así nunca más uno
al otro se comprendieron.

Muchos años más tarde, el buen clérigo Euclides El oficio de


geometría enseñó por el mundo, Y en este tiempo hizo también Di-
versos oficios en gran número. Por la alta gracia del Cristo en
el cielo. Las siete ciencias fundó; Gramática es la primera, lo sé,
Dialéctica la segunda, me congratulo, Retórica la tercera, que no
se niegue, Música la cuarta, os lo digo, Astronomía es la quinta,
por mis barbas, Aritmética la sexta, sin duda alguna, Geometría la
séptima, y cierra la lista, Pues es muy humilde y cortés.

En verdad, la Gramática es la raíz, Todos la aprenden en el li-


bro; Pero el arte supera este nivel, Como del árbol el fruto es mejor
que la raíz; La Retórica mide un lenguaje esmerado, Y la Música es
un suave canto; La Astronomía da el nombre, querido hermano, La
Aritmética demuestra que una cosa es igual a otra, La Geometría
es la ciencia séptima, Y distingue la verdad de la mentira, lo sé.
Quien de estas siete ciencias se sirva, bien puede ganar el cielo.

De esta forma, por la buena ciencia de la geometría, Comenzó


el oficio de la masonería; Así fundó el clérigo Euclides, Este oficio
de geometría en tierras de Egipto. En Egipto a todos lo enseñó, Y
en distintos países de todas partes, Durante muchos años, según he
oído, Antes de que el oficio llegara a este país. Este oficio llegó a
Inglaterra, como os he dicho, En los días del buen rey Adelstonus;

Se habla de los constructores de la torre de Babilonia y que años


después Euclides, enseño el oficio de la geometría por el mundo y
consideran que él es el fundador del oficio en Egipto. Por otra parte
el oficio llego a Inglaterra en la época del rey Athelstan.

7.1.2 Manuscrito Cooke.

1,410 e:.v:. Conservado en el Museo Británico:

El Hijo directo de la estirpe de Adán, descendiente de las siete

436
generaciones de Adán, antes del Diluvio, fue un hombre llamado
Lameth, que tenía dos mujeres; de la primera, Ada, tuvo dos hijos:
uno llamado Jabal y otro Jubal. El mayor, Jubal, fue el primer fun-
dador de la Geometría y de la Construcción y construyó casas y
es llamado en la Biblia “pater habitancium in tentoriis atque pas-
torum”, es decir, padre de los hombres que viven en tiendas, o sea,
en casas. Y fue maestro de Caín y jefe de todos sus trabajadores
cuando hizo la Ciudad de Enoc, que fue la primera ciudad nunca
construida y que Caín entregó a su hijo y la llamó Enoc. Y ahora
es llamada Ephraim.

Refiriéndose como fuente a la Biblia afirma que “Jubal” fue el


primer fundador de la Geometría y de la Construcción, y que fue
maestro de Caín y jefe de todos sus trabajadores, cuando Caín cons-
truyó la Ciudad de Enoc.

Verificado el Tanaj y la Biblia encontramos:

Bereshit 4 o Génesis 4
17 Y conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a
Enoc; y edificó una ciudad, y llamó el nombre de la ciudad del
nombre de su hijo, Enoc.
18 Y a Enoc le nació Irad, e Irad engendró a Mehujael, y Mehu-
jael engendró a Metusael, y Metusael engendró a Lamec.
19 Y Lamec tomó para sí dos mujeres; el nombre de la una fue
Ada, y el nombre de la otra, Zila.
20 Y Ada dio a luz a Jabal, el cual fue padre de los que habitan
en tiendas y crían ganados.
21 Y el nombre de su hermano fue Jubal, el cual fue padre de
todos los que tocan arpa y flauta.
22 Y Zila también dio a luz a Tubal-caín, artífice de toda obra
de bronce y de hierro; y la hermana de Tubal-caín fue Naama.

Caín construyó la Ciudad de Enoc, que es la primera ciudad


que menciona el Bereshit o Génesis del Tanaj y la Biblia respecti-
vamente. Por otra parte, tanto Jabal como Jubal son descendientes
posteriores de la línea de Caín.

Expliquemos como es esto:

Caín su hijo Enoc.

437
Enoc su hijo Irad
Irad su hijo Mehujael
Mehujael su hijo Metusael
Metusael su hijo Lamec
Lamec y su esposa Ada tuvieron dos hijos: Jabal y Jubal
Lamec y su esposa Zila tuvieron dos hijos: Tubalcaín y Naama

En consecuencia Jubal no fue el fundador de la construcción,


porque cuando este nació hacía cuatro generaciones que se había
construido la ciudad de “Enoc”. El primer edificador de ciudades
según lo escrito en el Tanaj y la Biblia fue Caín.

7.1.3 Manuscrito Dowland.

Documento en Inglés Medieval de principios del siglo XVI.

La Biblia relata, en el cuarto capítulo del Génesis, que antes del


Diluvio de Noé había un hombre llamado Lamec y que este hom-
bre tuvo dos esposas, una llamada Adá y otra llamada Silá. Adá
engendró dos hijos varones, Yabal y Yubal, y su segunda esposa
Silá un varón y una mujer. Estos cuatro hijos fundaron todas las
ciencias del mundo. Tal como se relata en el antedicho capítulo, el
hijo mayor Yabal fundó la ciencia de la Geometría, llenó los cam-
pos con rebaños de ovejas y corderos y fue el primero en construir
una casa de piedra y madera. Su hermano Yubal fundó la ciencia
de la Música, el canto, el arpa y el órgano. El tercero de los herma-
nos, Tubal-Caín fundó el oficio de la herrería con oro, plata, cobre,
hierro y acero; y la hija fundó el oficio de Tejer. Y como sabían
que Dios se tomaría su venganza por el pecado, ya fuese por fuego
o por agua, escribieron su conocimiento en dos pilares de piedra
para que pudiera ser encontrado después del Diluvio de Noé. Uno
era de mármol, para que no pudiese ser destruido por el fuego y el
otro de latastro1 (clepped lanters) para que no pudiese ser disuelto
por las aguas.

Nuestra intención es dar verdadera cuenta acerca de cómo y en


qué manera fueron encontradas estas piedras y acerca del conoci-
miento que llevaban escrito. El gran Hermarines, hijo de Cubys, el
cual era hijo de Sem, a su vez hijo de Noé, posteriormente llamado
Hermes el padre de los hombres sabios, fue quien encontró uno
de los dos pilares de piedra, descubrió el conocimiento que allí

438
estaba escrito y lo enseñó a otros hombres. Hay mucho trabajo de
Masonería en la construcción de la Torre de Babilonia. El Rey de
Babilonia, cuyo nombre era Nemrod, bajo la petición de su primo
el Rey de Nínive, mandó allí sesenta Masones y les dio, entre otras,
estas órdenes: que fuesen fieles los unos con los otros y se ama-
sen verdaderamente, y que sirvieran noblemente a su señor para el
justo merecimiento de su paga, y para que su maestro pudiera ser
venerado por ello y recibir sus honores. Así fue como la Masonería
recibió su primer encargo.

En este documento, se dice que Yabal hijo de Lamec, fundo


la ciencia de la Geometría y junto a sus hermanos escribieron en
pilares de piedra sus conocimientos para que no puedan ser destrui-
dos por el fuego o el agua. Sem hijo de Noé descubrió uno de los
pilares y obtuvo el conocimiento que allí estaba escrito y lo enseñó
a otros hombres. Nemrod rey de Babilonia envió sesenta masones
bajo la petición de su primo el Rey de Nínive, y les dio, entre otras,
la orden, que fuesen fieles los unos con los otros y se amasen ver-
daderamente, y que sirvieran noblemente a su señor para el justo
merecimiento de su paga, y para que su maestro pudiera ser vene-
rado por ello y recibir sus honores. Este fue el primer encargo de la
Masonería.

7.1.4 Manuscrito Gran Lodge N° 1.

1,583 e:.v:.

V.- Cómo comenzó primero este arte excelente es lo que os voy


a decir. Antes del diluvio de Noé había un hombre que se llamaba
Lamech, así como se encuentra escrito en la Biblia, en el capítulo
cuarto del Génesis. Este Lamech tenía dos esposas, una se llamaba
Ada y la otra Sella. De su primera esposa Ada tuvo dos hijos, uno
llamado Jabel y el otro Jubal. De la otra esposa, Sella, tuvo un hijo
una hija. Estos cuatro niños inventaron todos los oficios que hay
en el mundo. El hijo mayor, Jabel, fundó el oficio de geometría di-
vidiendo los rebaños y los terrenos en los campos, y fue el primero
que construyó una casa de piedra y de madera, así como se halla
mencionado en dicho capítulo. Su hermano Jubal fundó el oficio
de músico, el canto vocal (e instrumental), sea con el arpa o con el
órgano. El tercer hermano, Tubalcaín, fundó el oficio de herrero,
(que trabaja) el oro, la plata, el cobre, el hierro, y el acero. En

439
cuanto a la hija, fundó el oficio del tejido.

VIII.- Durante la construcción de la torre de Babilonia, se ha-


cía mucha masonería. El rey de Babilonia, que se llamaba Nemrod,
era él mismo masón y amaba el oficio, como dice entre otros el
maestro de las historias. Cuando la ciudad de Nínive y las otras
ciudades del este fueron construidas, Nemrod, el rey de Babilonia,
envió allí... masones a petición del rey de Nínive, su primo. Y cuan-
do los envió, partir de ese día les dio el deber así concebido: (a sa-
ber) que deberían ser veraces uno con otro; y que deberían servir
a su señor de acuerdo con su salario, de manera que su maestro
pudiera obtener respeto y todo lo que le venga. Les dio muchos
otros deberes; y fue la primera vez que todo masón tuvo un deber
en su oficio.

Nuevamente se menciona a Jabel que fundó el oficio de la geo-


metría, pero se menciona además que Nemrod era un masón que
construyo Ninive y otras ciudades y que participo en la construc-
ción de la torre de Babilonia.

Analicemos a Nemrod conforme al Tanaj y la Biblia.

Bereshit 10 o Génesis 10.


6 Los hijos de Cam: Cus, Mizraim, Fut y Canaán.
7 Y los hijos de Cus: Seba, Havila, Sabta, Raama y Sabteca. Y
los hijos de Raama: Seba y Dedán.
8 Y Cus engendró a Nimrod, quien llegó a ser el primer pode-
roso en la tierra.
9 Este fue vigoroso cazador delante de Jehová; por lo cual se
dice: Así como Nimrod, vigoroso cazador delante de Jehová.
10 Y fue el comienzo de su reino Babel, Erec, Acad y Calne, en
la tierra de Sinar.
11 De esta tierra salió para Asiria, y edificó Nínive, Rehobot,
Cala,
12 y Resén entre Nínive y Cala, la cual es ciudad grande.

Nimrod fue el nieto de Cam, hijo este de Noé que se salvó del
diluvio junto a su padre y sus descendientes en particular se asenta-
ron en las tierras de “Sumeria” a las que conocían como el “Sinar”,
lo que no admite duda, que el reinado de Nimrod estuvo allí: Y fue
el comienzo de su reino Babel, Erec, Acad y Calne, en la tierra de

440
Sinar. De esta tierra salió para Asiria, y edificó Nínive, Rehobot,
Cala, y Resén entre Nínive y Cala, la cual es ciudad grande.

Bereshit 11 o Génesis 11.


1 Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas
palabras.
2 Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una lla-
nura en la tierra de Sinar, y se estabecieron allí.
3 Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozá-
moslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra y el
asfalto en lugar de mezcla
4 Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya
cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos
esparcidos sobre la faz de toda la tierra.
5 Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edifica-
ban los hijos de los hombres.
6 Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen
un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir
ahora de lo que han pensado hacer.
7 Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua,
para que ninguno entienda el habla de su compañero.
8 Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tie-
rra, y dejaron de edificar la ciudad.
9 Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí con-
fundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció
sobre la faz de toda la tierra.

El Tanaj y la Biblia menciona que los descendientes de los tres


hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet tenían una sola lengua. “Cuando
salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se
establecieron allí”. La tierra del Sinar es “Sumeria” y allí “dijeron:
Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue
al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos so-
bre la faz de toda la tierra”. Estos hombres que se asentaron allí
construyeron la “Torre de Babel”, pero su dios Jehová exclamo y
dijo: “He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo len-
guaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de
lo que han pensado hacer” y luego dispuso: “descendamos, y con-
fundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su
compañero” y los esparció sobre la faz de la tierra. Como es natural
estos hombres sabían de construcción o masonería desde la época

441
de Caín, con quien construyeron la primera ciudad de “Enoc”, lue-
go del diluvio estos constructores que eran descendientes de Noé a
través de sus tres hijos Sem, Cam y Jafet, poblaron la tierra. Para
“edificar” la ciudad y la torre, requería de constructores (masones),
que había entre estos hombres y lo realizaron. La torre de Babel
fue una estructura comúnmente conocida entre los sumerios como
Zigurat.

7.1.5 Manuscrito Iñigo Jones.

1,607 e:.v:.

Que antes del Diluvio Universal, que comúnmente es llamado


inundación de Noé, había un hombre llamado Lamech, tal como se
puede leer en el capítulo IV del Génesis; quien tenía dos esposas,
una llamada Ada, la otra Zilla; por Ada, tuvo dos hijos, Jabal y
Jubal, por Zilla, tuvo un hijo llamado Tubal y una hija llamada
Naamah: los cuatro hijos fundaron el comienzo de todos los oficios
en el mundo: Jabal fundó la geometría y dividió rebaños de ovejas,
primero construyó una casa de piedra y troncos.

Su hermano Jubal fundó el arte de la música él era el padre de


todos los que pulsan el arpa y el órgano.

Tubal-Cain era el instructor de todo artífice en bronce e hierro,


y la hija fundó el arte del tejido.

Estos hijos sabían bien que Dios tomaría venganza por el pe-
cado o por fuego o por agua; por ello escribieron las ciencias que
habían fundado en dos columnas, que serían encontradas después
de la inundación de Noé.

Una de las columnas era de mármol, por lo cual no sería que-


mada por ningún fuego, y la otra piedra era laternes (latomus?
Ladrillo?) Por lo que no sería anegada con ningún agua. Nuestro
siguiente intento es contarles verídicamente, cómo y de qué mane-
ra estas piedras fueron encontradas sobre las cuales estas ciencias
estaban escritas.

El gran Hermes (llamado Trismegistus, o tres veces grande)


siendo a la vez rey, sacerdote y filósofo, (en Egipto) el encontró

442
una de ellas y vivió en el año del mundo dos mil y setenta y seis, en
el reino de Ninus, y algunos piensan que era nieto de Cush, quien
era nieto de Noé, él fue el primero que comenzó a abandonar la
astrología para admirar las otras maravillas de la naturaleza; el
probó, que había un dios, creador de todas la cosas, el dividió el
día en doce horas.

Se piensa también que él fue el primero que dividió al zodiaco


en doce signos, él era de Osiris rey de Egipto; y se dice que había
inventado la escritura ordinaria y los jeroglíficos, la primera ley
de los egipcios; y diversas ciencias, y las enseñó a otros hombres.

Y durante la construcción de Babilonia mucho hizo la maso-


nería; y el rey de Babilonia el poderoso Nimrod, en persona, era
masón tal como lo cuentan antiguas historias, y cuando la ciudad
de Nínive, y otras ciudades de oriente tuvieron que ser construidas,
Nimrod el rey de Babilonia envió allí masones ante el pedido del
rey de Nínive su primo; y cuando él los envió, él les dio un deber
de esta manera.

Que serían sinceros unos con otros, y se amarían verdadera-


mente; y que servirían al señor sinceramente por su paga, así, que
su maestro tendría honor, y todo lo que le corresponde, y muchos
otros deberes él les dio; y esta fue la primera vez que cada masón
tuvo algún deber de su oficio.

Aquí también se menciona a Jabal que funda la geometría, se


habla de Hermes Tresmesgisto, de Cush, de Osisris y Egipto. Nue-
vamente se indica que Nemrod fue masón.

7.1.6 Manuscrito Dumfries N° 4.

1,710 e:.v:.

Cómo empezó primero este arte, yo os lo voy a decir. Antes del


diluvio de Noé había un hombre llamado Lamach, que tenía dos
esposas. Una era Adah, y la tal Adah dio al mundo dos hijos, el
primogénito era Jabel, y el otro hijo Jubal. De la otra esposa tuvo
un hijo llamado Tubalcaín y una hija llamada Naamah. Estos hijos
inventaron todas las artes y oficios en el mundo. Jabel era el ma-
yor e inventó la geometría; guardaba los rebaños de ovejas, que

443
en los campos tuvieron corderos, para los que construyó abrigos
de piedra y de madera, como podéis ver en el capítulo cuarto del
Génesis.

Su hermano Jubal inventó el arte de la música vocal e instru-


mental, y el tercer hermano inventó el trabajo de la forja (de los
metales) tales como el bronce y el hierro. Y su hermana inventó el
arte de tejer y de manejar el huso y la rueca.

Estos niños sabían que Dios quería vengarse sobre la tierra del
pecado por el fuego o por el agua.

Pero ellos estaban, para beneficio de la posteridad, más aten-


tos al arte que habían inventado que a sus propias vidas. Por ello
grabaron el arte que habían inventado sobre pilares de piedra, de
manera que se pudieran encontrar después del diluvio. Una era
de la piedra llamada mármol, que no puede ser consumida por el
fuego; el otro monumento era de (ladrillo), que no puede disolverse
en el agua.

Luego, tras el diluvio, el gran Hermorian, hijo de Cush, que


era hijo de Ham, el segundo hijo de Noé, fue llamado el padre de
la sabiduría debido a esos pilares que encontró después del diluvio
con las artes inscritas encima. Las enseñó durante la construcción
de la torre de Babilonia. Allí se le llamó Nimrod o potente ante el
Señor. Nimrod profesó la masonería por deseo del rey de Nínive,
su primo. Dicho Nimrod hizo masones y les recomendó al señor
del país para que construyeran toda clase de edificios entonces
de moda; y les enseñó signos y marcas, de manera que pudieran
reconocerse uno al otro en medio del resto de la humanidad sobre
la tierra.

Nuevamente Jabel crea la geometría, Nemrod es masón que


construye Ninive, además que les enseña signos y marcas para que
se reconozcan los masones en medio de la humanidad sobre la tie-
rra.

Como se habrá percibido en ninguno de estos documentos se


menciona “la creación de la masonería”, pero si se menciona de
forma reiterada “la creación de la geometría”. Al respecto John
Hamill, Bibliotecario y Curador de la Gran Logia Unida de Ingla-

444
terra y Past Master de la Logia de investigación Quatuor Coronati
N° 2076 dice:

La primera historia del Oficio apareció, con sanción oficial,


como parte de las primeras Constituciones compiladas y publica-
das en nombre de la primera Gran Logia por el Reverendo Doctor
James Anderson en 1723.

La obra de Anderson consiste principalmente en la historia le-


gendaria del Oficio de los constructores, desde Adán, en el Jardín
del Edén, hasta la formación de la primera Gran Logia de Ingla-
terra en 1717. Anderson no efectúa distinción alguna entre Ma-
sonería Operativa y Masonería Especulativa, con lo cual quedó
implícito que la una era la continuación de la otra. Anderson ha
sido criticado con frecuencia por su historia; pero esas críticas no
son justas con él. Él no pretendía escribir una historia en el sentido
en que la entendemos actualmente, sino que se proponía producir
una apología que estableciera una honorable filiación para una
institución relativamente nueva. Él ni siquiera afirmó haber escrito
una obra original, sino que, como lo explicó en la segunda edición
de las Constituciones (1738), simplemente resumió las antiguas
Constituciones Góticas.

Fue de ellas que él retomó las tradiciones según las cuales las
Logias de Francmasones habían existido desde tiempos antiguos;
igualmente retomó de allí la idea de que varias personalidades bí-
blicas históricas, y otras puramente legendarias habían sido pa-
trones, promotores o Grandes Maestros del Oficio así como de que
un cierto príncipe Edwin había convocado una gran asamblea de
Masones en York hacia el año 926 de la era cristiana. Durante
dicha asamblea les habría otorgado una constitución y les habría
ordenado reunirse trimestralmente para gobernar sus Logias. Se
da la impresión de que la Gran Logia o Asamblea siguió existiendo
en forma ininterrumpida desde esa fecha hasta 1717.

De no haber producido Anderson una versión revisada y con-


siderablemente aumentada de su historia para la segunda edición
de las Constituciones, la versión de 1723 hubiera sido aceptada
por lo que en realidad era: una apología construida a partir de la
leyenda, el folklore y la tradición.

445
En la edición de 1738, Anderson parece haberle dado, desafor-
tunadamente, rienda suelta a su imaginación, pues construyó una
detallada “historia” de la Masonería Inglesa desde la supuesta
Asamblea de York, hasta la resurrección de la Gran Logia en 1717
y la continuó inclusive hasta 1738.

Para Anderson los términos Geometría, Arquitectura y Maso-


nería eran sinónimos. Cualquier monarca inglés o personalidad
histórica que de cualquier manera hubiera patrocinado arquitectos
o Masones, fue ubicado en su lista, bien sea como un Gran Maestro
o, por lo menos, como un Gran Vigilante de la Francmasonería.
Con el fin de “comprobar” el antiguo e ininterrumpido linaje de la
Institución, Anderson aseguró que la unión de las cuatro Logias de
Londres para formar una Gran Logia en 1717, no había represen-
tado la creación de una nueva organización, sino que había sido
la restauración de una antigua organización que había caído en
“descomposición”, debido a la negligencia de su Gran Maestro
Christopher Wren (Teoría acerca del origen de la Masonería, R.•.
H.•. John Hamill).

Con esta aclaración las Constituciones Góticas, documentos que


existían antes de 1,717, nos dicen que la primera ciudad construida
fue Enoc realizado por Caín; que la masonería fue creada por Ja-
bal hijo de Lamec. Luego del diluvio el masón más importante fue
Nemrod que construyo Ninive y otras ciudades, así como la Torre
de Babel, y cuando los masones fueron dispersados por el mundo,
Nemrod les enseño signos y marcas para que puedan reconocerse.
En otras palabras, la masonería se originó en el Medio Oriente,
luego que Caín se separó de sus padres Adán y Eva, después del
asesinato de Abel.

Como recordaremos Adán y Eva habían sido expulsados del


jardín del Edén que se encontraba ubicado entre los ríos Tigris,
Éufrates, Pisón y Gihón. Es decir en el territorio o área donde se
asentaron originalmente los sumerios, quienes dicen que el hombre
fue creado en E.DIN, cuya ubicación ya tratamos con amplitud en
capitulo anterior.

Por otra parte John Hamill remarca que: Debido a que la histo-
ria escrita por Anderson fue publicada con la sanción de la Gran
Logia, se le atribuyó el carácter de historia sagrada, tanto más por

446
cuanto su contenido no fue impugnado por quienes tomaron parte
en los eventos de 1717. Su trabajo resultó de tan grande acepta-
ción que continuó siendo publicado reiteradamente sin alteracio-
nes, simplemente con actualizaciones, en todas las subsiguientes
ediciones de las Constituciones de la Gran Logia hasta la última
edición de 1784 (Teoría acerca del origen de la Masonería, R.•. H.•.
John Hamill).

7.1.7 La masonería según las escrituras.

Despues de 1,717 se publicaron otros documentos, dentro de los


cuales esta el de John Tillotson autor del texto “La masonería según
las escrituras”, que es mencionado por Montesquieu y el caballero
de Ramsay en una de sus cartas. La Enciclopedia Británica, men-
ciona a Tillotson (1,630 - 1,694). En 1,670 se convirtió en canóni-
go y en 1,672 decano de Canterbury. Este último año también fue
elegido miembro de la Royal Society. Fue deán de la catedral an-
glicana de Saint-Paul (San Pablo) en Londres, antes de convertirse
en 1,691 en arzobispo anglicano de Canterbury. En 1,675 editó los
Principios de la religión natural, de Wilkins. Hay bastantes compi-
laciones de sus sermones, como Cincuenta sermones y la regla de
fe (1,691), Cuatro sermones referentes a la divinidad y a la encar-
nación de nuestro bienaventurado salvador (1,693) y los Sermones
póstumos (1,694). Una curiosa recopilación de algunos de ellos, ti-
tulada Selección de discursos sobre diversos temas (Select orations
on various subjects), impresa a título póstumo en 1,737, contiene
el texto de “La masonería según las escrituras” (On Scripture ma-
sonry) que fue publicado posteriormente en el vol. 74, pp. 89-98, de
“Ars Quatuor Coronatorum”, Londres, 1,961.

La fecha exacta del texto se desconoce, pero es evidente que


fue escrito entre 1,672 y 1,694, cuando era miembro de la Royal
Society, cuyos miembros eran destacadísimos intelectuales y hom-
bres de ciencia de la época, quienes desde 1,645 tenían reuniones
semanales en Londres de filósofos naturales y científicos de otras
áreas del conocimiento, en particular de lo que por aquel entonces
se denominaba “Nueva Filosofía” o “Filosofía Experimental”, y
existen pocas dudas de que estas reuniones filosóficas son las que
Robert Boyle llamaba el Colegio Invisible o Colegio Filosófico en
su correspondencia en 1,646 y 1,647. El grupo tenía sus normas
de funcionamiento, se reunía una vez por semana y para evitar que

447
se desviara la discusión de su propósito original estaba prohibido
hablar de la divinidad, asuntos de estado o actualidad, limitándose
los temas a tratar a la Nueva Filosofía, las materias relacionadas –
Medicina, Anatomía, Geometría, Navegación, Estática, Mecánica,
etc.– y los experimentos. Tras la restauración monárquica con el
ascenso al trono de Carlos II en 1,660, las reuniones se reanudaron
en Londres uniéndose a ellas el grupo que había permanecido en
Oxford. La primera reunión tuvo lugar el 28 de noviembre. Tras
una lectura a cargo de Christopher Wren, los asistentes decidieron
fundar una Sociedad para la promoción del Saber Experimental Fí-
sico-Matemático, reunirse una vez por semana (los miércoles), es-
tablecer una cuota de ingreso de 10 chelines y una cuota semanal de
un chelín para sufragar los experimentos. Pues a esta organización
pertenecía John Tillotson.

Que dice Tillotson sobre los orígenes de la masonería:

-Dios el arquitecto del universo.

Habiendo ordenado el edificio del universo en número, peso y


medida, y habiendo echado los cimientos del mundo, Dios nuestro
muy sabio maestro desplegó el cordel sobre sí, y, como dice Job,
lo suspendió en el vacío por (medio) de una misteriosa geometría.
Se convirtió así en la imagen sensible de la masonería divina, cuyo
eterno plan, cuyo modelo arquetípico, era el objeto de su sabiduría
y de su inmenso conocimiento antes de que el mundo fuera.

-El volumen sagrado.

El Libro de Dios, su voluntad y sus obras son los modelos de


la masonería sagrada. Está llena de sublimes misterios, no comu-
nicados a todos. No todos toman parte en el Espíritu de Dios, sólo
son hermanos de la santa liga aquellos que han (recibido) la adop-
ción para poder decir Abba, Padre.

-Niega que Caín y los que construyeron la torre de Babel son


masones.

Caín no fue aceptado porque abatió a su hermano. Una lección


para todos los hombres fieles y benévolos: construyó una ciudad
que, al no estar hecha con justicia y virtud, no fue masonería; la

448
moralidad y la piedad son tan esenciales a la ciudad como la ar-
quitectura. Los constructores de Babel fueron dispersados, ya que
no poseían ni los signos de la verdadera masonería ni el espíritu
que la caracteriza.

-El pueblo de Abraham un pueblo masón.

De hecho, Dios hizo de la raza de Abraham una sociedad elegi-


da, un pueblo particular que debería ser la regla de la masonería.
David comprendió que no había actuado así con ningún otro pue-
blo, y que los paganos no tenían conocimiento de sus leyes. Estas
últimas eran el secreto de la comunidad judía, y estaban asociadas
en el culto judío a símbolos y a signos sensibles.

-La palabra masón.

La palabra masón, que es una de las últimas palabras exotéri-


cas (el nombre trascendente, el nombre sagrado, es menos cono-
cido y no puede ser verdaderamente pronunciado más que por los
iluminados) viene del francés maison, que significa casa.

-Las herramientas del masón están santificadas.

No hay un aspecto de la masonería, desde el porche hasta las


murallas, del umbral y del dintel asperjado contra el mal mensaje-
ro, hasta la cámara elevada donde los apóstoles se reúnen; no hay
un instrumento, desde el hacha que Eliseo ordenó recuperar hasta
la plomada del profeta, ni una figura, desde la línea hasta el círculo
de los cielos, que no estén santificados por una mención expresa-
da en la lengua de Canaan. Y la referencia a la totalidad de este
sistema, en cualquier sociedad, está autorizada por los muchos pa-
ralelos (que se encuentran) en la tribuna sagrada de la Escritura.

-Las puertas del cielo.

La ciudad de nuestro Dios tiene doce puertas para que los ele-
gidos penetren por el este, por el oeste, por el norte y por el sur, a
fin de residir en el reino de Dios. La puerta estrecha es el pasaje
a lo que se llama belleza, por el cual entraremos en el corazón (al
son de) la alabanza.

449
7.1.8 Manuscrito Graham 1,726.

Fue escrito en 1,726, sus creadores eran aún “masones opera-


tivos”. Se publicó por primera vez en 1,967 en Londres en el volu-
men 80 del Ars Quatuor Coronatorum. En ella se dice:

-Pero, ¿cómo fue posible que los trabajos de los babilonios fue-
ran erigidos antes de que el evangelio comenzara a brillar?

-Yo os respondo devolviéndoos vuestra propia pregunta, porque


la presunción de los babilonios de los que acabo de hablar había
ofendido de tal modo al espíritu de Dios que las lenguas dejaron
de ser comprendidas por su pecado a fin de que la humanidad no
volviera jamás a actuar así sin el permiso divino, que quiere que
nada pueda hacerse sin fe ni oración.

-¿Esto es tradicional?

- Sabemos esto por tradición, y también por referencia a la


Escritura, que dice que Shem, Ham y Japheth, deseosos de llegar
junto a la tumba de su padre Noah, trataron de ver si podrían en-
contrar allí algo susceptible de conducirles al secreto del poder
detentado por ese famoso predicador. En efecto, deseo que todos
reconozcan que todas las cosas necesarias al mundo nuevo se en-
contraban en el arca con Noah.

Ahora bien, estos tres hombres ya habían acordado que, si no


encontraban lo que buscaban, lo primero que encontraran debería
servirles de secreto. No dudaban, sino que creían muy firmemente
que Dios tenía el poder, y también que manifestaría su voluntad por
medio de su fe, su oración y su obediencia, de manera que lo que
encontraran se mostraría ante ellos tan potente como si hubieran
recibido el secreto de Dios mismo en su origen.

Llegaron entonces a la tumba, donde no encontraron nada más


que el cadáver casi enteramente descompuesto. Cuando cogieron
un dedo, éste se desprendió falange por falange, y lo mismo ocu-
rrió con el puño y con el codo. Entonces levantaron el cadáver y
lo sostuvieron, poniendo un pie contra su pie, una rodilla contra
su rodilla, el pecho contra su pecho, una mejilla contra su mejilla,
y una mano en su espalda, y se pusieron a gritar: Ayuda, Oh Pa-

450
dre, como si dijeran: Oh, Padre del cielo, ayúdanos ahora, porque
nuestro padre terrestre ya no puede hacerlo. Entonces, dejando de
nuevo el cadáver, y no sabiendo qué hacer, uno de ellos dijo: Hay
tuétano en este hueso, y el segundo dijo: Pero es un hueso seco, y
el tercero dijo: apesta.

Se pusieron de acuerdo entonces para darle un nombre que fue-


ra conocido por la Masonería hasta este día. Después, se fueron
a sus asuntos y a partir de ese momento sus obras fueron buenas.

Es por ello que debe creerse, pero también comprenderse, que


su poder no venía de lo que encontraron o del nombre que le die-
ron, sino de su fe y de su oración. Las cosas continuaron así, y la
voluntad dio firmeza a la acción.

Los autores del Manuscrito Graham adjudican el saber de la


masonería a los habitantes de la tierra antes del diluvio, cuyo saber
Noah (Noé) lo traía en el arca. A su muerte sus tres hijos buscaron
el secreto, pero no lo hallaron. Sin embargo cuando llegaron a la
tumba de su padre intentaron levantar el cadáver, en la forma como
la masonería especulativa hace con el cuerpo de Hiram Abif en la
ceremonia del tercer grado. Esta narración es coherente con todos
los antiguos documentos de la masonería especulativa, que dicen
que la masonería se inició con Caín y continuo con sus descen-
dientes hasta que llego el diluvio, Los que se salvaron con Noé
a la cabeza son los que traían al mundo pos diluvio el arte de la
construcción.

7.1.9 Discurso del caballero de Ramsay del 26 de diciembre


de 1,736.

Sus famosos discursos los pronunció siendo Gran Orador de la


Orden en Francia y trata sobre los aspectos esotéricos de los altos
grados del “Escosismo”. Incluso se le considera el principal res-
ponsable de la proliferación de dichos grados en el Ritos Escoses
Antiguo y Aceptado adoptado en Francia en 1,738.

Noé debe ser considerado como el autor y el inventor de la ar-


quitectura naval así como el primer gran maestro de nuestra orden.

La ciencia arcana fue trasmitida por medio de una tradición

451
oral desde Noé hasta Abraham y los patriarcas, el último de los
cuales llevo nuestro arte sublime a Egipto. Fue José quien dio a los
egipcios la primera idea para la construcción de los laberintos de
las pirámides y de los obeliscos que se han admirado en todas las
épocas. Es por esta tradición patriarcal que nuestras leyes y nues-
tras máximas se difundieron en Asia, Egipto, Grecia y entre todos
los gentiles; sin embargo, rápidamente nuestros misterios fueron
alterados, degradados, deformados y mezclados con supersticio-
nes y la ciencia secreta solo se conservó pura en el pueblo de Dios.

Nuevamente se ubica los inicios de la orden, después del dilu-


vio en el Medio Oriente, donde nació Abraham en Ur, una antigua
ciudad sumeria. Así mismo dice que el arte nacido en el Medio
oriente fue llevado al Egipto.

7.1.10 Discurso del caballero de Ramsay en la Recepción de


Francmasones 1,737.

Si señores, las famosas fiestas de Ceres en Eleusis, de las que


habla Horacio, asi como aquellas de Isis en Egipto, de Minerva en
Atenas, de Urania entre los Fenicios y de Diana en Escitia tenían
relación con nuestras solemnidades. En estas fiestas se celebraban
misterios donde se podía encontrar muchos vestigios de la antigua
religión de Noé y de los patriarcas; luego se cerraban con banque-
tes y libaciones, pero sin los excesos, los desenfrenos y la intempe-
rancia en que cayeron poco a poco los paganos.

7.1.11 La historia temprana de la masonería luego de 1,717:


George Oliver.

La forma de pensar sobre los orígenes de la masonería en 1,717,


era la que habían planteado los masones operativos y que hacían
suyo los masones especulativos, toda esa forma de pensar estuvo
presente cuando los ingleses en 1,717 decidieron formar la Gran
Logia de Londres y se mantuvo como tal por muchísimos años. Así
el Rev. George Oliver, iniciado en 1,801 en la Logia de San Pedro,
es uno de los más distinguidos masones ingleses, recordado como
un anticuario laborioso y por sus teorías sobre la historia temprana
de la Masonería. Se le coloca como el fundador de lo que bien pue-
de llamarse la escuela literaria de la Francmasonería.

452
Christian Jack en su libro “La masonería: historia e inicia-
ción” dice: En 1,823, Oliver escribía estas sorprendentes líneas:
“Nuestra sociedad existía antes de la creación de este globo te-
rrestre, por entre los diversos sistemas solares”. Sólo retomaba un
mito según el cual una sociedad iniciática digna de este nombre se
confunde con el propio orden del universo. Por ello algunos her-
manos podían afirmar, sin desorden mental alguno, que la masone-
ría estaba ya viva antes de la creación de la tierra y se encontraba
distribuida por el cosmos.

No olvidemos, por otra parte, que los rituales comparan la lo-


gia con el universo y que los iniciados trabajaban bajo la bóveda
cósmica y en presencia del sol y de la luna.

Los antiguos textos masónicos, que datan de la época en que


los masones tenían todavía, como tarea principal, crear edificios,
se preocupan por establecer una genealogía mítica. Dios, dicen,
fue el primer masón puesto que creó la luz. Nombró al arcángel san
Miguel como primer gran maestro de la primera gran logia.

Adán fue el primer hombre iniciado. Fiel a las instrucciones de


Dios, creó una logia con sus hijos y juntos trabajaron por la expan-
sión de la orden. En sus Constituciones, Anderson precisa: “Adán,
nuestro primer padre, creado a imagen de Dios, el Gran Arquitecto
del universo, debió de tener las ciencias liberales, especialmente la
geometría, escritas en su corazón”.

Así, la masonería quería probar que conservaba el recuerdo


del origen de todo y que la institución iniciática era de origen no
humano. Como escribe el hermano autor de un documento titulado
Los auténticos Hijos de la Luz, “no vivimos en el tiempo histórico,
profano, sino en el tiempo sagrado”.

Adán, en la perspectiva masónica, no es el hombre caído y el


pecador sino, más bien, el antepasado iniciado que dio forma a la
tradición esotérica y la transmitió a las generaciones futuras.

Todos los grandes personajes de la antigüedad fueron miembros


de la orden: Solón el legislador, el profeta Moisés, el matemático
Tales, el geómetra Pitágoras, el mago Zoroastro. Quienes crearon
o propagaron una enseñanza iniciática sólo podían ser masones,

453
puesto que Dios había fundado la masonería para que en ella se
reunieran los sabios.

Estos sabios tenían un punto en común: el conocimiento de la


geometría, arte supremo que nos enseña a medir y a construir. Es
indispensable para todas las clases de la sociedad, tanto para los
mercaderes como para los maestros de obra. Por la voz de la geo-
metría el Gran Arquitecto se expresa y revela sus secretos.

El principal sucesor de Adán fue Lamech, cuyo nombre hebreo


significa “fuerza”. Encontramos aquí una analogía con los tres pi-
lares del templo masónico; el primero es el pilar Sabiduría, el se-
gundo el pilar Fuerza, el tercero el pilar Belleza. Tras el tiempo de
la Sabiduría, inaugurado por Dios, llegó el de la Fuerza confiado
a Lamech.

Los hijos de Lamech hicieron prodigiosos descubrimientos gra-


cias a la iniciación masónica. Jabal creó una geometría muy avan-
zada y la música, Tubalcain la alquimia y el arte de forjar. Por lo
que a su hermana se refiere, organizó ritos iniciáticos femeninos a
partir del tejido.

Pero la humanidad comenzaba a olvidar la voluntad de Dios


y a extraviarse en la ignorancia. Los hijos de Lamech, previendo
una catástrofe, inscribieron los resultados de sus descubrimientos
en dos grandes columnas de piedra. Llegó entonces el diluvio que
sumergió a los impíos. Las dos columnas, sin embargo, escaparon
a la destrucción. Cuando la cólera divina se hubo apaciguado, un
tal Hermes o Hermonan las encontró; comprendiendo la importan-
cia de las revelaciones inscritas en la piedra, decidió transmitirlas
a los hombres capaces de hacerlas revivir.

Hermes reconstruyó logias en Babilonia, donde adoptó el nom-


bre de Nemrod. Edificó, con la ayuda de los nuevos masones, pala-
cios, torres y templos. Trabajó también en Nínive y mandó a treinta
hermanos a Oriente, para que el esoterismo masónico fuera cono-
cido por toda la tierra.

Nemrod enseñó a los masones los signos y los tocamientos ri-


tuales que les permitirían reconocerse entre sí en no importa qué
país. Les recomendó que se amaran los unos a los otros, que evita-

454
ran cualquier querella y que veneraran a sus maestros que poseye-
ran los secretos del arte.

Cuando Nemrod murió, Dios lo transformó en estrella y le co-


locó en los cielos; levantando los ojos hacia la bóveda cósmica,
los hermanos podrían orientar sus pasos guiándose por la estrella
de Nemrod.

Abraham, tras haber recibido la investidura masónica, enseñó


las ciencias secretas a los egipcios, Euclides fue su discípulo y le
sucedió, desplegando una intensa actividad: construcción de tem-
plos, de claustros, de puentes. Euclides recomendó a los hermanos
que mantuvieran las leyes divinas escritas en sus corazones y eli-
gieran a sus futuros maestros en función de su sabiduría. Nunca,
decía Euclides, elegiréis como maestro a un hombre que no esté
iniciado en el arte de construir o que carezca de inteligencia; no
seáis esclavos de los sentimientos, ni de la fortuna, ni del nacimien-
to. Permaneced fieles al rey de vuestro país y preservad eternamen-
te el sagrado nombre de “hermano”.

Como se puede percibir Oliver, hacía suyo el pensamiento de


los masones operativos sobre los orígenes de la masonería, y no
sería el único ni el último autor.

7.2 ¿QUE DICEN LAS TABLILLAS SUMERIAS SOBRE


LOS MASONES?

Las evidencias arqueológicas nos muestran que es Sumeria el


Primer Centro Civilizatorio del mundo, es decir el primer lugar
donde se construyo una ciudad, y en ella las edificaciones tenían
como materia prima principal la arcilla, que se utilizó para hacer
ladrillos –los sumerios fueron los “primeros” en hacer ladrillos–.
Esto hizo posible la construcción de casas para el pueblo, palacios
para los reyes y templos imponentes para los dioses. Se atribuyen a
los sumerios, dos avances tecnológicos que hicieron posible com-
binar la ligereza, con una fuerte resistencia en todos los objetos
de arcilla: la armazón y la cocción. Los arquitectos modernos han
descubierto que se puede hacer hormigón armado –un material de
construcción sumamente fuerte–, echando cemento en moldes con
un entramado interior de varillas de hierro; pero hace siglos los
sumerios fueron capaces de dar a sus ladrillos, una gran fortaleza

455
mezclando la arcilla húmeda con trozos de carrizo o paja. También
sabían que a los objetos de arcilla se les podía dar resistencia y
durabilidad cociéndolos en el horno. Fue gracias a estos avances
técnicos que se hizo posible la construcción de los primeros edi-
ficios del mundo, así como la elaboración de la primera cerámica
duradera.

En Sumeria inicialmente los conocimientos fueron monopolio


de los sacerdotes, quienes después tuvieron que hacerlo extensivo
ha quienes cumplían con ciertos requisitos o podían pagar una edu-
cación, la misma que constaba de dos niveles: elemental y superior.
La elemental a su vez tenía dos niveles: Primario, en el que se ense-
ñaban al alumno rudimentos básicos –lectura, escritura, vocabula-
rio, principios de aritmética y geometría–, y otro Secundario –en el
que se estudiaban textos religiosos, redacción, matemáticas, botá-
nica y medicina–. Los alumnos aprendían estas materias mediante
unos textos redactados por los profesores en tablillas de barro. És-
tas se almacenaban en jarras de arcilla o estanterías. La enseñanza
primaria duraba hasta la adolescencia.

La enseñanza superior se impartía en centros especializados


y se prolongaba hasta la madurez. Las materias que se enseñaban
eran más complejas, como ciencias, astrología, matemáticas, ciru-
gía y farmacia. Desconocemos si a la escuela acudían las mujeres,
aunque sí se sabe que en Sumer y Acad nacieron las primeras poe-
tisas de la historia.

Esto es un hecho constatado, basado en la presencia de abun-


dantes tablillas con ejercicios repetitivos y otros formatos escolares.
Existen textos que sitúa este aprendizaje en la denominada “casa de
las tablillas”, donde un estudiante narra sus actividades:

“Escolar, ¿dónde has ido desde tu más tierna infancia? He ido


a la escuela. ¿Qué has hecho en la escuela? He leído mi tablilla, he
tomado mi desayuno, he preparado mi nueva tablilla, la he llenado
de escritura, la he terminado; después se me ha indicado que diga
mi lección y a mediodía, se me ha indicado mi ejercicio de escri-
tura. Al final de la clase he ido con los míos...” (Noah Kramer: La
historia comienza en Sumer).

Estas escuelas para el aprendizaje del futuro escriba, fueron

456
creciendo a medida que el estado centralizado se constituía como
protagonista de la historia sumeria, desde la poderosa ciudad estado
de Uruk hasta la emergencia de Ur y la posterior preponderancia
babilónica. Habiéndose encontrado, de estos períodos, decenas de
miles de tablillas realizadas con motivos administrativos y econó-
micos, estos evidencian la presencia de un nutrido grupo de escri-
bas en todo este tipo de actividades. Leer y escribir eran la base de
sus tareas, tanto en lo que se refiere a redactar cartas e informes
como escribir glorificaciones, a los reyes y los dioses. Pero también
conocían las técnicas contables fundamentales, que les permitían
dirigir la administración del palacio o el templo, llevar el registro
del almacenamiento de productos, sus transacciones, el reparto de
raciones o el pago a los suministradores de productos o servicios.

Los estudiantes de estas escuelas, deben haberse familiarizado


con las tablillas de arcilla y el cálamo o cálamos de que dispusiera.
El maestro les enseñaría la dirección de la escritura, sea en tiempos
arcaicos de arriba a abajo o, en tiempos babilónicos, de izquier-
da a derecha. Esta afirmación sobre las técnicas de enseñanza está
basada, en que se han encontrado pequeñas tablillas rectangulares
o lenticulares, donde se aprecian dos columnas de signos, una co-
rrectamente escrita, la del maestro, y otra de manera más torpe, la
del estudiante.

Desde el punto de vista matemático, se han hallado también ta-


blas de multiplicaciones, recíprocos, cuadrados y sus consiguientes
raíces cuadradas, etc. Junto a ellas se encuentran largas listas temá-
ticas de problemas como el cálculo de volúmenes para tareas de ex-
cavación de canales, donde se puede apreciar las tres dimensiones
del paralelepípedo excavado y el cálculo de su volumen.

Han salido a la luz también listas de coeficientes que resultan de


difícil estudio en la actualidad. Probablemente esto ocurría en los
niveles superiores de la enseñanza del escriba, el maestro (ummia)
y el constructor (dim), estos coeficientes debían actuar al modo en
que determinados números son utilizados por los actuales ingenie-
ros. Estos coeficientes, recientemente estudiados en profundidad,
han dado lugar a un conocimiento importante de las técnicas de
cálculo de los dim o masones mesopotámicos.

A principios del IV milenio (4,000 a. C.), cuando se inician las

457
ocupación sistemática de la parte sur de Mesopotamia, el territorio
que rodea a la desembocadura de los ríos Tigris y Éufrates, que son
terrenos fundamentalmente llano y salpicado de pantanos, maris-
mas y brazos de agua cuyo control resulta esencial tanto para pro-
tegerse de las inundaciones como para mejorar su aprovechamien-
to, extendiendo su presencia a campos no irrigados naturalmente.
Labores de este tipo corresponden a organizaciones sociales de las
familias y clanes dentro de una estructura jerarquizada en mayor o
menor grado. Así pues, se asiste en ese tiempo, tras el dominio de
las técnicas esenciales de la agricultura y la ganadería, al control de
las técnicas de regadío.

El sistema de riego más frecuente consistía en desviar el cauce


del río mediante una presa hacia un canal central del que derivaban
canales subsidiarios que, a su vez, se subdividían en acequias que
eran las que discurrían como una red a través de los campos que
debían ser irrigados. Habitualmente, estas acequias estaban algo
elevadas respecto al terreno de manera que bastaba abrir un agu-
jero o compuerta en las mismas para que, por gravedad, el agua
inundara el campo. Hasta el primer milenio no se tuvo en cuenta la
necesidad de drenar el agua sobrante de los campos de manera que,
antes de ello, el agua sobrante quedaba embolsada sobre el terreno
provocando la subida del nivel freático y, con él, la salinización
progresiva de los campos.

Junto a las compuertas que permitían la distribución del agua,


existían otras obras importantes en el curso de los canales (sobre
todo los centrales) como es el caso de los diques y los reguladores.
Los primeros eran muros de contención en forma de rampas cuya
construcción, así como los reguladores o muros de ladrillo en el ca-
nal, se hicieron cuando su nivel era bajo, para su reparto en canales
secundarios que estaban a una altura más elevada que dicho nivel.
De la envergadura e importancia de estas obras, da cuenta el hecho
de que la construcción de un regulador era una obra celebrada en
inscripciones de las tablillas, así como las desviaciones de los ríos
Tigris o Éufrates, para cuya construcción, se necesitaba la interven-
ción de un grupo numeroso de trabajadores, que obedecían a una
autoridad con control político de la zona y una capacidad organiza-
tiva a través de los escribas encargados de realizar el control. Pero
sobre todo de la capacidad, de los arquitectos, ingenieros y maso-
nes (albañiles), que planificaban y realizaban estas obras.

458
De un regulador construido en Lagash durante el tiempo de En-
metena da cuenta el siguiente texto: “Cuando Ningirsu ordenó sus
ofrendas regulares en el templo Girnun y determinó el destino de
Enmetena en el templo Eninnu, y Nanse lo miró con aprobación
desde Sirara, Enmetena construyó para Ningirsu el regulador del
canal Lummagin-du, de 648,000 ladrillos cocidos y 1,840 gur de
betún”.

No cabe duda la enorme capacidad organizativa, así como de


la gran calidad de sus arquitectos, ingenieros y masones, que rea-
lizaban estos trabajos especializados, ya que la importancia de los
canales no solo era para la producción agrícola, con un adecuado
manejo de las aguas, sino que también estas eran utilizados para el
comercio, ya que por los canales centrales que son los más cauda-
losos, podían navegar barcos de mediano calado que transportaban
productos a lo largo de la tierra mesopotámica. Así pues, por la
envergadura de las obras y su importancia económica, era preciso
organizar el trabajo de los hombres que excavaban estos canales
con precisión. Ello empezaba por determinar el volumen de la tierra
a excavar y, conforme al tipo de suelos asignados a los trabajadores,
determinar el jornal y su costo, con los que se puede determinar el
número de trabajadores que debían enrolarse y los jornales que se-
rían necesarios para su construcción y mantenimiento. Estas cons-
trucciones ya por si evidencian que la masonería tiene su origen
en Sumeria y del cual se extendió a toda Mesopotamia e incluso el
Egipto. Pero no solo era eso.

Carlos Maza Gómez en su libro “Matemáticas en Mesopota-


mia” explica con amplitud los diversos cálculos que hacían para
excavar sus canales, no solo las cubicas simples, también las trape-
zoidales, así como el cálculo para el mantenimiento de las mismas,
cuidando el diseño original y la complejidad del trabajo; ya que no
es lo mismo la tarea de limpiar un canal primario, como un canal
secundario, como tampoco hacer el trabajo de la parte superficial,
la parte intermedia y la parte profunda de estos canales. Por eso era
de suma importancia, calcular los jornales, materiales y otros para
determinar el costo de las obras y proveer los recursos correspon-
dientes para su ejecución.

En cuanto a las construcciones de templos y edificios adminis-


trativos, realizaban cálculos pormenorizados de los materiales de

459
construcción. Como no disponían de canteras de piedras construían
con ladrillos de diferentes tamaños, conforme a la necesidad arqui-
tectónica, por ello eran cuidadosos en estimar la cantidad de los
diferentes tipos de ladrillos, el costo de producción de cada tipo de
ladrillo, que consideraba detalladamente el costo de la excavación
del material a usarse, el costo del mezclado de la arcilla, paja y
agua, el moldeado, secado, transporte y apilado, que constituía el
costo de fabricación del ladrillo. El costo de construir el muro que
incluía la elaboración del mortero para unir los ladrillos, así como
la altura del muro. Esta sociedad de eficientes constructores, que no
contaba con canteras de piedras, tenía que hacer el mantenimiento
de sus construcciones, con regularidad, por ello hicieron cálculos
de sus costos de demolición y limpieza, siendo el “Lugal” (rey) el
primer albañil o masón, responsable de las construcciones nuevas y
del mantenimiento de las antiguas.

7.2.1 El origen de la palabra masón.

La palabra masón no era conocida como tal en Sumeria, Aca-


dia, Babilonia, Egipto o el Imperio Romano. Los constructores eran
profesionales albañiles y a los que trazaban los planos y dirigían las
obras en Sumeria se les conocía como Arquitecto, de idéntica ma-
nera ocurría en Egipto. En ambas culturas los constructores estaban
especializados y conforme a su habilidad clasificados para el pago
correspondiente.

La palabra masón viene del francés macon que significa: perso-


na hábil que hace o moldea algo, albañil. La palabra francesa ma-
con, procede del vocablo germánico “makon” que significa hacer.
Su raíz indoeuropea es mag que significa ablandar, suavizar.

Mag: ablandar, suavizar

La palabra masón, masonería, masónico, etc. Fue usada en Italia

460
varios siglos antes que en Francia e Inglaterra. Así en una escritura
notarial efectuada en el 918 en Gravedona, en el Lago de Como
(Lombardía), un tal Petelpertus de Graveduna vende ciertas tierras
en Ponte e Clure (hoy Chiuro, distrito de Puente en Valentina) a
cierto Alloni del mismo lugar de Clure, la escritura dice: “vendo…
mia portio de accesa tam in monte quam in planis, tam de poria
quam et de solivo, qui pertinet de casa maconica”. La casa maconi-
ca se refiere a una casa hecha de cal y ladrillos o piedras.

Du Cange reporta las palabras: machio, macho, mado, mattio,


cuyo significado en francés es macon y el latín latomus (albañil).

Las voces massonería, massonerius, massonus, se encuentran


en un catálogo manuscrito en Tolosa 1,328 y en un instrumento del
año 1,304. Esta palabra quedó hasta ahora en lengua francesa, en
la terminología técnica albañil, para indicar aquello que hoy llama-
mos edificación, albañilería.

La palabra masonería se encuentra en un verbal del 21 de fe-


brero de 1,400 de los actos del Duomo de Milán, cuya fabricación
se encontraba, casi toda, en manos de maestros comancinos y es-
pecialmente de los mensuradores (campionesi). En un verbal de la
época, se leen las siguientes palabras: Nos inzignerii et operari ma-
sonerie y más aún: Nobis videtur quod si habeant unum bonum Ma-
gistrum operarium massoneriae, qui faciat cambiare… (Merzario,
Los maestros Comanchinos. Milan 1,893). Por entonces estaban en
pleno apogeo los Maestros Comancinos y ya existían las guildas
francesas, las corporaciones inglesas y escocesas.

La palabra masonería por tanto ya se usaba el siglo X en Italia.


En el siglo XIV es totalmente usada en Europa para indicar a las
corporaciones de albañiles, pero en lengua latina y no en italiano.
No era el latín clásico, era el latín bárbaro muy cercano al vulgar.

Con lo expuesto dejamos sentado que la palabra masón signifi-


ca albañil. Y que el uso de la palabra masón se dio en el siglo X en
Italia y se extendió su uso hacia el siglo XIV en toda Europa. Por
tanto la palabra masón antes del siglo X, no existía y se utilizaba la
palabra “albañil”, para designar a los constructores.

En el caso de los sumerios, son los primeros que dejaron evi-

461
dencia escrita sobre sus actividades, usos, costumbres y religión,
antes que ninguna otra cultura, y en ellas hallamos la mención de
“albañil” en los mes que entrego Enki a Inanna, texto que mencio-
namos como un ejemplo.

Por otra parte la ciudad y la edificación en Sumeria tenía una


connotación sinónima de civilización, diferentes a lo que manifies-
ta el Tanaj y la Biblia, donde las ciudades y edificaciones son las
manifestaciones de la vanidad del hombre.

7.2.2 Las ciudades en los mitos sumerios, acadios y babilo-


nios.

Las tablillas sumerias narran que los anunnakis (hijos de Anu


el dios supremo), construyeron ciudades para ellos antes del dilu-
vio y antes de crear al hombre. Es decir estas construcciones no lo
hizo el hombre. El hombre comenzó a construir ciudades luego que
algunos anunnakis rebeldes procrearon hijos con las hijas de los
hombres, a quienes les enseñaron todas las artes.

Luego del diluvio, los sobrevivientes humanos y los anunnakis,


empezaron a reedificar las antiguas ciudades que habían sido des-
truidas en la gran catástrofe.

Para conmemorar la última visita de Anu a la tierra, se intro-


dujo una nueva cuenta del paso del tiempo: por años de la Tierra,
no por Shars de Nibiru, para contar lo que sucediera en la Tierra.

En la Era del Toro, dedicada a Enlil, comenzó la cuenta de


años de la Tierra. Cuando los líderes regresaron al Edin, el lugar
de la primera región civilizada, los Anunnaki les enseñaron a los
Terrestres cómo hacer ladrillos con el barro, para con ellos cons-
truir ciudades, luego del diluvio. Así narran las tablillas sumerias.

Donde una vez sólo se habían levantado las ciudades de los


Anunnaki, se levantaron ahora ciudades tanto para ellos como para
los Terrestres. En las nuevas ciudades se consagraron recintos sa-
grados para los grandes Anunnaki, que eran sus nobles moradas, a
las que la Humanidad llamó Templos. En ellos, se servía y se daba
culto a los Anunnaki como Señores Nobles, se les honraba con ran-
go-números, la línea sucesoria a la Humanidad hicieron saber: Anu,

462
el celestial, tenía el rango de sesenta, a Enlil se le dio el rango de
cincuenta, a Ninurta, su hijo principal, Enlil le concedió el mismo
rango. El siguiente en la sucesión era el señor Enki, sostenía el ran-
go de cuarenta; a Nannar, el hijo de Enlil y Ninlil, se le asignó el
rango de treinta. A su hijo y sucesor, Utu, le tocó el rango de veinte;
al resto de los hijos de los líderes Anunnaki se les concedió el ran-
go-número de diez. Los rangos de los cincos se compartieron entre
las mujeres Anunnaki y las esposas.

Después que se terminaran Eridú y Nibru-ki y sus morada-tem-


plos, se construyó en Lagash el recinto del Girsu para Ninurta, allí
guardaba su Pájaro-celeste Negro. Eninnu, Casa de Cincuenta, se
le puso por nombre a la morada-templo de Ninurta y Bau, su es-
posa; El Cazador Supremo y el Golpeador Supremo, armas que le
regalara Anu, protegían el Eninnu. Donde había estado Sippar antes
del Diluvio, encima del suelo-barro, Utu fundó una nueva Sippar.
En el Ebabbar, la Casa Brillante, se levantó una morada para Utu
y su esposa Aya; desde allí, Utu promulgó leyes de justicia para la
Humanidad. Donde a causa del lodo-cieno no se pudieron seguir
los planos de antaño, se eligieron nuevos emplazamientos. Adab,
un lugar no distante de Shurupak, se convirtió en el nuevo centro
de Ninharsag. Allí, su morada-templo recibió el nombre de la Casa
del Socorro y del Conocimiento Sanador; en su santuario guardó
Ninharsag los Mes y las narraciones de cómo se había creado a los
Terrestres.

A Nannar se le proporcionó una ciudad con rectas calles, cana-


les y muelles; Urim era su nombre, a su morada-templo se le llamó
Casa de la Simiente del Trono, reflejaba los rayos de la Luna sobre
sus tierras.

Ishkur volvió a las tierras montañosas del norte, su morada se


llamó la Casa de las Siete Tormentas; Inanna residió en Unug-ki,
vivía en la morada que Anu le había regalado. Marduk y Nabu vi-
vieron en Eridú, en el Edin no tenían sus propias moradas.

En la Primera Región, en las tierras del Edin y en las ciudades


con recintos, sus señores Anunnaki enseñaban trabajos y oficios a
los Terrestres. No mucho después se irrigó los campos, pronto las
embarcaciones navegaron por canales y ríos; rediles y graneros es-
taban rebosantes, la prosperidad henchía la tierra. Ki-Engi, Tierra

463
de los Nobles Vigilantes, se llamó a la Primera Región. Después,
se decidió dejar que las gentes de cabeza negra tuvieran una ciudad
para ellos mismos; Kishi (más conocido como Kis o Kic), Ciudad
Cetro, se llamó, en Kishi comenzó la realeza del Hombre. Allí, en
terreno consagrado, Anu y Enlil implantaron el Objeto Brillante
Celestial.

En él, Ninurta designó al primer rey, Hombre Poderoso fue su


título real. Para hacerlo centro de la Humanidad Civilizada, Ninurta
viajó a Eridú para obtener de Enki las tablillas ME que conservaban
las fórmulas divinas para la realeza. Con el atuendo adecuado, Ni-
nurta entró en Eridú con respeto, preguntó por los ME de la realeza:
Enki, el señor que salvaguarda todos los MEs, concedió a Ninurta
cincuenta MEs. En Kishi, se les enseñó a las gentes de cabeza negra
a calcular con números. La celestial Nisaba les enseñó a escribir, la
celestial Ninkashi les mostró cómo hacer cerveza. En Kishi, dirigi-
dos por Ninurta, proliferó el trabajo del horno y la herrería carretas
con ruedas, tirados por asnos machos, se crearon hábilmente en
Kishi.

En Kishi se promulgaron leyes de justicia y de recta conducta.


Fue en Kishi donde el pueblo compuso himnos de alabanza a Ni-
nurta: de sus heroicas hazañas y victorias cantaban, de su terrorífico
Pájaro Negro cantaban, de cómo había sometido a los bisontes en
tierras lejanas, cómo había encontrado el metal blanco para mez-
clarlo con el cobre.

Según los mitos mesopotámicos, la ciudad no nació de un acto


malintencionado, que pusiera fin a un periodo idílico como sugiere
el Tanaj y la Biblia, sino que la ciudad era la cuna del mundo. Si la
Ciudad de los Tiempos Remotos no hubiera existido, el universo no
hubiera sido creado. Por tanto la ciudad y la cultura urbana no eran
consideradas perniciosas –formas que degradan al ser humano–
sino que eran la fuente de la vida. La ciudad era un ente perfecto,
para los sumerios.

Los babilonios atribuyeron sus logros culturales a los dioses,


que habían revelado su propia forma de vida a sus antepasados mí-
ticos (sumerios y acadios). Suponían que la misma Babilonia era
una imagen del cielo, que cada uno de sus templos era una copia de
un palacio celeste.

464
Esta vinculación con el mundo divino se celebraba y se perpe-
tuaba cada año en la gran fiesta de año nuevo (Akitu), que sería fija-
da definitivamente en el siglo XVII a. C. Se celebraba en la ciudad
santa de Babilonia, durante el mes de nisán (mes de marzo), en esta
fiesta se entronizaba solemnemente al rey, y su reinado quedaba
confirmado un año más. Con todo, la estabilidad política sólo se
podía mantener en tanto que participaba del gobierno los dioses,
que formaron el orden a partir del caos primordial cuando crearon
el mundo. Los siete días sagrados de la fiesta trasladaban a los par-
ticipantes del tiempo profano al mundo sagrado y eterno de los dio-
ses mediante prácticas rituales. Se sacrificaba un chivo expiatorio
para borrar el año viejo que concluía. La humillación pública del
rey y la entronización de un “rey de carnaval”, tenían la función de
reproducir el caos original: se fingía una batalla para representar de
nuevo la lucha de los dioses contra las fuerzas destructoras. Estas
acciones simbólicas tenían un valor sacramental, hacía posible que
los babilonios se sumergieran en el poder sagrado o mana del que
dependía su gran civilización. Pensaban que la cultura era un logro
frágil, que en cualquier momento podía ser víctima de las fuerzas
del desorden y la desintegración. El cuarto día de la fiesta, por la
tarde, sacerdotes y cantores entraban en el santo de los santos para
recitar el Enuma Elish, el poema épico que cantaba la victoria de
los dioses sobre el caos. Esta historia era un relato de los hechos
relacionados con el origen físico de la vida sobre la tierra, un acto,
intencionalmente simbólico, para sugerir un gran misterio y dar a
conocer su poder sagrado.

Como era imposible contar la creación de un modo literal, debi-


do a que nadie estuvo presente en aquellos acontecimientos, el mito
y los símbolos, eran las únicas formas adecuadas para describirlos,
al igual que las historias, que fueron perennizadas en el Tanaj y la
Biblia.

Una ojeada al Enuma Elish, nos permite intuir de algún modo la


espiritualidad que dio a luz, varios siglos después, al Dios creador
de los hebreos, aunque los relatos de la creación tendrán a la lar-
ga una forma muy distinta en el Tanaj, la Biblia y el Corán. Estos
mitos no desaparecieron nunca por completo, sino que volvieron
a contar la historia de Dios en un lenguaje monoteísta, después de
mucho tiempo.

465
Para el sumerio, su aprecio por la cultura urbana, consideraba
al mundo como una gran ciudad y el paraíso como una urbe. La
preeminencia de lo construido y de la cultura, sobre la naturaleza.
Lo modelado y lo intervenido, sobre lo “natural” –una visión que
sin duda, escapa a nuestro imaginario, por nuestra influencia mar-
cadamente “bíblico”–. Esta forma de ver el mundo, dio lugar a dos
géneros literarios, que son propios del Próximo Oriente antiguo.

Primero, los himnos a templos de sus divinidades. Destacan los


hermosos poemas de Enheduanna (2,285 - 2,250 a. C.), la primera
poetisa conocida de la historia, hija del emperador acadio Sargón
I, sacerdotisa de la diosa de la guerra y el deseo, Inanna. Así, por
ejemplo, Enheduanna cantaba al Eanna, en sus escritos en sumerio,
al templo de la diosa Inanna en Uruk:

Morada en Kullah (barrio sagrado de la ciudad de Uruk) de


cósmicos poderes
Engalanado con la irradiación de la princesa (la diosa Inanna)
Fruto perfectamente formado
Vibrando con tu madurez irresistible
Descendiendo del corazón del cielo
Santuario construido para el toro (un emblema de potencia de
la diosa)
Eanna (nombre del santuario)
Morada de las siete esquinas (número mágico que evoca los
siete niveles siderales)
Siete fuegos encendidos a medianoche
Siete deseos aprehendidos
Tu princesa, pura (la diosa Inanna)
Ella es todo el horizonte…
(Enheduanna, “Himno a los Templos”, Nº 16)

Segundo, un género sorprendente sobre las lamentaciones acer-


ca de la destrucción de ciudades. Éstas eran consideradas como una
catástrofe, como el fin del mundo. Todo se derrumbaba, se acababa.
Las certezas, los pilares, las defensas se hundían. La caída de la ciu-
dad, en esta cultura, era una manera de entender el mundo: ocurría
por el abandono de los dioses, y sobre todo de la divinidad tutelar
de la ciudad.

La partida o abandono de los dioses se debía a la pérdida de

466
confianza que sufría el rey, por una decisión o acción equivocada,
que habría disgustado al cielo. Los dioses no castigaban a la ciudad:
La dejaban simplemente a su suerte.

Considerando que toda ciudad pertenecía a los dioses, creían


que éstos eran quienes la habían fundado, o habían autorizado su
fundación, en tiempos pretéritos, incluso algunos antediluvianos, y
que eran propietarios de todo el espacio de la ciudad y del territorio
circundante. La partida de las divinidades dejaba a la ciudad, a mer-
ced de cualquier enemigo, el cual, sin la protección de los dioses,
pronto la tomarían, la destruirían y derrocaría al rey y a su linaje.

Por otra parte, el invasor o vencedor, de algún modo, gozaba del


favor divino. Los dioses le habían autorizado a atacar y vencer a la
ciudad. Por tanto, la nueva dinastía que se establecía invitaba a los
dioses a regresar, restableciendo el orden físico y cósmico.

El género literario de las “Lamentaciones sobre la destrucción


de una ciudad”, llámese Ur, Lagaš, Eridú, todo Súmer y Acad in-
cluso, tenía por tanto una función política. Estos poemas eran tex-
tos políticos, que cantaban las excelencias de una nueva dinastía,
que justificaba su golpe de estado por el desapego que los dioses
sentían ante los gobernantes precedentes.

La buena relación entre el cielo y la tierra se simbolizaba por el


esplendor de la ciudad, en la cosmovisión sumeria y mesopotámica,
una visión contrapuesta a la que narra siglos después el Tanaj y la
Biblia, donde la prosperidad urbana era símbolo de vanagloria, de
abandono a su dios, en este caso, de la piedad y la humildad del ser
humano ante la divinidad.

La ciudad sumeria ordenada, era el signo de que la naturaleza


había sido ordenada y de que entre los niveles celestiales del cos-
mos, el terrenal e infernal, reinaba la armonía. La ciudad sumeria,
no era un signo, ni una causa del mal, sino por el contrario, el sím-
bolo de que el mundo estaba ordenado, como no lo había estado
cuando fue creado.

¡Oh, Ciudad, que osaste atacar al Ekur,


tú que has desafiado a Enlil!
Agadé, tú que osaste atacar al Ekur,

467
Tú que has desafiado a Enlil.
Que tus bosquecillos queden reducidos a un montón de polvo...
Que los ladrillos de arcilla de que estás
Hecha vuelvan a su abismo,
Que sean ladrillos malditos por Enki.
Que tus árboles vuelvan a sus bosques,
Que sean los árboles malditos por Ninildu.
Tus bueyes abatidos
Que así puedas abatir a tus mujeres en su lugar.
Tus carneros degollados
Que así puedas degollar a los niños en su lugar.
Tus pobres
Que así puedan ser obligados
A ahogar sus preciosos (?) hijos...
Agadé, que tu palacio, construido con el corazón alegre,
Se convierta en una ruina lamentable...
Que en los lugares donde se celebraban tus ritos y tus fiestas,
La zorra que vaga por las ruinas,
Menee el rabo.
Que en los caminos de sirga de tus barcas,
No medren más que hierbajos;
Que en los caminos de tus carros,
No medre más que la «planta que gime»;
Más aún, que en los caminos de sirga
Y los embarcaderos de tus barcas
Ningún ser humano pueda pasar,
A causa de las cabras salvajes,
De las sabandijas (?),
De las serpientes y de los escorpiones.
Que en tus llanuras,
Donde crecían las plantas que calman el corazón,
No medre más que la «caña de lágrimas».
Agadé, que en lugar de tu agua dulce,
No fluya más que un agua amarga.
Que el que diga: «Quisiera establecerme en esta ciudad»,
No encuentre sitio adecuado para instalarse; Que el que diga:
«Quisiera descansar en Agadé»,
y no encuentre sitio adecuado para dormir.
(Lamento por la destrucción de Acad).

Esta consideración tan positiva de las construcciones, arquitec-

468
tura y la intervención en un espacio físico terrenal, se corrobora en
el mito del llamado Paraíso sumerio (mito distinto del de la uru-ul-
la, pero que cuenta lo mismo, ofreciendo un punto de vista similar
sobre la urbe), es decir, un mito en el que se describe a E.din, el
espacio de los inicios: “cuando el león no atacaba, el lobo no mor-
día, los pájaros no picoteaban, los ancianos no morían, la tierra
carecía de límites, los canales estaban vacíos…”

La descripción del edén sumerio se realiza con términos distin-


tos a los convencionales. Se trataba de un mundo al que le falta de
todo, donde nada se desenvolvía correctamente: el hecho de que un
león no atacase no era normal, pues este animal no se comportaba
como un león, no asumía su ferocidad natural; del mismo modo, los
ancianos tenían que morir, pues, en caso contrario, irían desfalle-
ciendo eternamente. Del mismo modo, la carencia de límites, que
podría ser considerada como una característica provechosa (el mun-
do carecería de compartimentos y fronteras), tampoco era deseable,
porque nada ni nadie podía ocupar el lugar que le correspondía, y,
por otra parte, no existía barrera entre el mundo de los vivos y el de
los muertos. En el imaginario mesopotámico, los límites eran nece-
sarios. Delimitar el espacio propiamente humano. De algún modo,
mantenían a los dioses, siempre inquietantes, a distancia. Pero estos
límites tenían que estar previamente trazados. Es decir, se requería
la intervención de un “ordenador”, un técnico que alterase el espa-
cio indiferenciado. Del mismo modo, los canales de riego vacíos
no servían para nada. Eran entidades faltas de vida. En el Edén los
canales de riego no eran necesarios puesto que la tierra fructificaba
sin que el ser humano tuviera que intervenir. Pero un canal seco,
evocaba imágenes de sequía, que la vida se había quebrado.

Los sumerios consideraban, que un operario debía completar la


creación. En el imaginario mesopotámico pre babilónico, el Edén
es un espacio que necesita mejoras. Tal como ha sido creado o for-
mado, está incompleto. Los seres no pueden cumplir con su misión,
y la vida no logra arraigarse. Un adecentamiento, una construcción
es requerida para que lo dejado se complete. La imagen del Edén
sumerio es la de un espacio abandonado a su suerte; un espacio
vacío a la espera de ser completado. En estos mitos, la Ciudad de
los Tiempos Lejanos no ha sido aún construida. Y, por eso mismo,
el Edén no es el Paraíso, sino un erial invivible. ¿A quién se le en-
comendaría la labor de conclusión de la creación?

469
Para los mesopotámicos, tanto la realeza como, la ciudad, eran
instituciones que no habían sido creadas por los hombres. Eran,
por tanto, incuestionables. Eran obra de los dioses. Cinco capita-
les, santas o sagradas como Eridu, Bad-tibira, Larsa, Sippar y Shu-
ruppak, o profanas como Kis, Uruk, Ur, Nippur y otras, se proyec-
taron desde lo alto. Los mismos reyes primigenios tan sabios como
los Siete Sabios de los inicios, con los que mantenían relaciones, y
con los que, en alguna ocasión se confundían, eran seres extraordi-
narios, héroes sin duda, que vivieron miles de años. La lista de los
primeros reyes sumerios, establecida a finales del III milenio a. C.,
remontaba hasta los orígenes de la humanidad, cuando en el mundo
solo vivían dioses. El diluvio marcó un final y un nuevo inicio. Las
ciudades constituían el marco en el que la humanidad prosperó. El
mundo no se concebía sin ciudades. Verdaderas ciudades: centros
de poder y de reparto, asentadas en un territorio que dominaban
pero del que dependían. La noción, la imagen de la ciudad era tan
nítida que, solo existía una palabra en sumerio –uru– para designar
a esta entidad. No eran necesarias metáforas ni circunloquios. La
designación de los pueblos, por el contrario, se podía hacer con
un sinfín de sinónimos. La realidad del campo era cambiante. La
relación entre la naturaleza, los pueblos y los campos, era confusa
o difícil de precisar. La relación del campo con la ciudad, era clara
y definida.

El mismo signo con el que se escribía el nombre ciudad tiene la


fuerza sintética de un logotipo: el perfil de un edificio bajo con un
piso superior retranqueado, que permite la existencia de una amplia
terraza. La ciudad se simbolizaba por su centro: el palacio real, y
el templo, lo que sugeriría que las ciudades no estaban domina-
das por innumerables santuarios como se había pensado hasta hace
unos veinte años, sino que el poder era “civil” por designio de los
dioses –los reyes no eran dioses ni tenían estatuto divino–, y que
toda estructura arquitectónica de cierto tamaño no tenía por qué ser
un templo: bien podían corresponder a templos, pero sobre todo a
edificios públicos: administrativos, comunales, judiciales, etc.

Desde el inicio de la guerra entre Irán e Irak en 1,980, solo algu-


nas misiones arqueológicas han proseguido sus trabajos. Siria, has-
ta entonces era considerada como un espacio provinciano, en el que
se asentaron culturas o ciudades que palidecían ante el esplendor
del sur de Irak, pero ahora la mayor actividad arqueológica en Siria,

470
ha facilitado el descubrimiento de ciudades como Habura Kabiba
y, sobre todo, Ebla. La primera fue considerada como una colonia
sumeria, por el parecido entre estructuras arquitectónicas de Habu-
ra Kabiba y de Uruk. En Ebla, situada lejos del delta del Tigris y el
Éufrates, al norte del desierto sirio, se halló una de las bibliotecas
más grandes de tablillas en sumerio que se conoce. Desde los años
80, el estudio de la cultura o la lengua sumeria pasa necesariamente
por Ebla. Algunos estudiosos, ante los descubrimientos de los últi-
mos veinte años, se preguntan ¿Estas ciudades fueron colonias su-
merias?, porque se pensaba que Súmer no fundó colonias o urbes.

Por otra parte ha surgido la interrogante, si las culturas de Sú-


mer y Acad no son sino el reflejo de culturas originadas en el norte
del valle del Tigris y el Éufrates, o en Anatolia, todas en el norte de
Irak, en Siria y en Turquía anatólica.

El descubrimiento del primer santuario de la historia, llama-


do Göbekli Tepe, en Anatolia, del X milenio a. C., perteneciente
a la transición entre el paleolítico y el neolítico, refuerza la nueva
creencia de los especialistas: la posible primacía cultural del norte
sobre el sur, y la necesidad de reescribir la historia, que hasta ahora,
explicaba que la cultura urbana se originó en el sur de Irak y, no en
el norte de Siria y en Anatolia.

Las formas culturales, ¿Descendieron hacia el delta, o ascen-


dieron por los valles del Tigris y el Éufrates hasta Anatolia? Na-
gar (hoy Tell Brak), en el norte de Siria, compuesta por estructuras
urbanas y recintos sagrados, de los milenios VI y V a. C., ¿Son
anterior a Uruk?, considerado hasta los años 90, como la primera
ciudad de la historia. La huella de Nagar es menor que la de Uruk,
pero ¿Cuál fue la “primera” ciudad?

¿Cuándo un pueblo se “convierte” en ciudad? ¿Qué es una ciu-


dad? Son preguntas a las que las respuestas que se dan, están enca-
silladas en esquemas culturales e ideológicos, inevitables, útiles a
veces, pero que encauzan excesivamente o limitan el juicio.

Si leemos con detenimiento los mitos sumerios y las historias


del Tanaj y la Biblia referidos al diluvio, encontraremos que ha-
bía ciudades antes del cataclismo. Los sumerios mencionan que los
dioses construyeron 5 ciudades cercanas al Golfo Pérsico: Eridu,

471
Bad-tibira, Larsa, Sippar y Shuruppak, desde donde los anunnakis
realizaban diversas actividades relacionadas a la extracción y tras-
lado de minerales como el oro. Estas ciudades fueron destruidas por
el diluvio. La familia o grupo de humanos que se salvó liderados
por Ziuzudra el Noé sumerio (Utnapishtim o Atrahasis) descendie-
ron de su barca en el monte Ararat y esperaron a que descendiera
el agua para ir repoblando el Oriente Medio. Esto explicaría dos
cosas:

1.- Que antes del diluvio las ciudades se construyeron cerca al


Golfo Pérsico, lo que significa que las ciudades y la acción civiliza-
dora de dio del Sur hacia el Norte.
2.- Después del diluvio y corroborado por los restos arqueoló-
gicos, especialmente referidos a las actividades agrícolas y ganade-
ras, la civilización se da del Norte hacia el Sur. Y eso es lo que los
restos arqueológicos recientes mencionados, dan evidencia.

La historia se reescribe cada vez, pero poco se difunde de esta


nueva historia. Justifican manifestando que nada puede aún darse
por sentado. Los hallazgos arqueológicos recientes que modifican
la historia actual, son fruto de la casualidad y de la historia política
del Próximo Oriente. No es el resultado de una búsqueda sistemá-
tica y lógica. Se esta excavando donde se puede, donde se permi-
te. Finalmente, también tenemos que tener en cuenta que ciudades
“sumerias” importantes como Ur y Eridu, hoy tierra adentro, eran
puertos marítimos o del delta: una parte de sus estructuras se han
perdido en el mar, lo que dificulta su apreciación. La línea de la cos-
ta ha variado, debido a oscilaciones del nivel del mar y los aportes
de aluviones por los ríos, que han ganado terreno a las aguas.

El curso de los ríos, de los brazos cercanos al o en el delta, tam-


bién ha variado considerablemente en los últimos 6,000 años, las
aguas avanzan en terrenos sin pendiente, situados a nivel del mar, y
serpentean como pueden. A estos cambios se suman las filtraciones
de agua. El nivel freático, era muy alto en la época sumeria. Los
constructores se enfrentaban a problemas graves de humedades,
que solucionaban con gruesas capas de gravilla insertadas entre los
cimientos y la base de los muros, y capas de alquitrán y de cal, que
intercalaban entre las capas de ladrillos. El nivel freático, ha segui-
do ascendiendo desde la época sumeria. Por tanto, es probable que
un cierto número de yacimientos estén hoy cubiertos por el lodo, o

472
disueltos por las aguas fluviales o freáticas.

Este problema, no afecta a yacimientos situados más al norte,


donde la pendiente es más acentuada, y donde las aguas del subsue-
lo no disuelven tanto las construcciones de adobe. Por estas razo-
nes, una parte de la historia del sur de Irak se ha perdido para siem-
pre, pérdida agravada en los más de treinta años últimos con guerra
y saqueos, lo que impide valorar con justicia el aporte del sur de
Irak a la cultura, frente a la mejor conservación de los yacimientos
del norte, una zona donde los descubrimientos significativos siguen
siendo posibles, contrariamente a lo que acontece en el sur.

Los conflictos políticos, religiosos y culturales en el Próximo


Oriente están reflejados en los estudios. Arqueólogos iraníes sostie-
nen que se han hallado restos arqueológicos de ciudades al noroeste
de Irán, en la llanura centroasiática entre los mares Negro y Caspio.
De este modo, las fuentes de la cultura se desplazarían hacia el
oeste, e Irán se convertiría en el país arqueológicamente preemi-
nente. ¿Estará allí el origen de la cultura mundial?, ¿Disminuirá la
importancia de Irak? La lucha actual entre chiitas y sunitas teñiría
la lectura del origen de la cultura escrita y urbana posiblemente.

Por ahora, los estudiosos siguen señalando, que la cultura ur-


bana nació en Mesopotamia del sur (antes que en el norte, y en
cualquier otra parte del mundo). En cuanto a la escritura pictográ-
fica, se sigue pensando que Mesopotamia del sur y Egipto fueron
los ámbitos geográficos o culturales donde se inventó, recayendo
la primacía en Sumeria de Mesopotamia, mientras no haya nuevos
hallazgos que trastoquen la cronología.

Es habitual relacionar la aparición casi simultánea de tres formas


culturales o de relación del hombre con el mundo: la agricultura y
Ciudad, la realeza y la escritura. Así, la creciente población en el
sur de Mesopotamia requirió una agricultura eficaz, que necesitaba
del regadío intensivo en las tierras desérticas limítrofes, la apertura
de canales y su mantenimiento, y la presencia de un poder central
fuerte para la gestión de estos trabajos de la tierra cada vez más
complejos, ubicados en las ciudades, desde donde centralizaban las
órdenes, que necesitaba de la escritura y de las matemáticas para la
contabilidad de los productos intercambiados, la toma de medidas
y tasación de los campos y propiedades. Parece lógico, que estas

473
tres maneras de ocupar el espacio: organización política (realeza),
urbanística (ciudad, campos cultivados, irrigación, ganadería) y
contable, estaban unidos, porque se necesitaban.

El rey, término que, por desgracia, evoca formas de gobierno


europeos modernos, nada tenían que ver con lo que los en sí y los
lugal –términos sumerios que se suelen traducir por “rey”–, signi-
ficaban, ya que estos ni siquiera existían en esa época; pero por las
funciones atribuidas y el poder ejercido por aquéllos en Europa,
que ordenaba y organizaba el territorio, gracias a estructuras polí-
ticas fuertes, y gestionaban el comercio gracias a la contabilidad y
la escritura, se usan para designar a estos primigenios gobernantes
sumerios.

Esta creencia debe ser superada. Se trata de un esquema que no


refleja lo que los descubrimientos arqueológicos aportan. Los cono-
cimientos agrícolas de los sumerios y los acadios no alcanzaban el
nivel y los conocimientos actuales que los ecologistas le atribuyen
a las culturas antiguas, supuestamente más atentas a la conserva-
ción de la naturaleza; la agricultura de esa época, agotó las tierras y
favoreció que las sales afloraran a la superficie, lo que provocó que
los suelos se volvieran yermos. Los conocimientos técnicos reque-
ridos para la apertura y el mantenimiento de los canales de regadío
eran limitados, y estas estructuras, muy sencillas, no necesitan un
control que implicara el nombramiento de una legión de funciona-
rios o burócratas.

La relación entre gestión contable y escritura ha sido cuestio-


nada. La escritura no fue inventada solo por motivos “profanos y
prácticos”, como es, llevar las cuentas del reino, o anotar las tran-
sacciones, sino que hay otras causas que tienen que ver con el po-
der, sin duda, pero un poder más eficaz: Así, la aparición de la
escritura estaría relacionada con el rito y el ritual y habría servido
para interrogar a los dioses y guardar las respuestas divinas a las
angustiadas preguntas humanas. La escritura posiblemente fue un
arma mágica, inventada mucho antes que las primeras tablillas, así

474
y pese a su laconismo los primeros textos hallados, en Uruk, del
3,300 a. C., revelan un grado de complejidad impropio de una escri-
tura balbuceante, y unas estructuras gramaticales ya consolidadas.
Es decir la escritura en la cultura sumeria se dio para perennizar
la palabra de los dioses, así el lenguaje escrito y hablado sumerio,
se utilizó hasta la época de los babilonios para referirse a las cosas
de los dioses, era el lenguaje culto y literario, que permaneció en
uso en la época de los acadios, especialmente en los rituales reli-
giosos.

Lo que si está claro es que la ciudad es una estructura física


y social inventada o desarrollada plenamente en el sur de Irak, a
mediados del V milenio a. C., como lo demuestran los restos de
la ciudad “sumeria” o “presumeria” de Uruk, que perduró hasta la
invasión árabe en el siglo VII d. C.

Uruk fundada siguiendo un proceso llamado sinoicismo, se


aplicara en muchas ciudades sumerias: dos o más poblaciones veci-
nas se unieron políticamente para crear una “conurbación”, tutela-
da por dos barrios sagrados, dedicados respectivamente al dios del
cielo, y a Inanna, su hija, la diosa de la procreación y la destrucción.
La ciudad llegó a ocupar casi seis kilómetros cuadrados. Algunos
estudiosos piensan que, en el IV milenio a. C., tenía casi cien mil
habitantes y era desde luego, por aquel entonces, la ciudad más
poblada del mundo y quizá la única ciudad. “En los mitos sumerios
los dioses ordenaron la reconstrucción de las ciudades que habían
sido destruidos por el diluvio”.

En ambos barrios sagrados o barrios sacerdotales, se hallaron


gran número de grandes edificios, que se construyeron y recons-
truyeron, una y otra vez, en el mismo lugar. Su tamaño era tal y
su estructura tan peculiar (carecían de cocinas, letrinas, etc.) que
se pensó que eran templos. Los estudiosos creyeron que Uruk, al
igual que Eridu, tuvieron que ser “ciudades santas”, sometidas al
poder clerical, algo así como el Vaticano. Una infinidad de sacerdo-
tes tenían que recorrer la urbe y mandar. Hoy, esta visión tan beata,
marcada por las imágenes que nos hemos hecho acerca de culturas
antiguas, está también cuestionada. Estos grandes edificios no eran
viviendas particulares ciertamente, sino espacios públicos (la si-
tuación y el número de los accesos los convertía en espacios poco
recluidos y, por tanto, poco aptos para el culto, al menos tal como lo

475
imaginamos hoy), pero no necesariamente religiosos (aunque, toda
la ciudad, al igual que cualquier ciudad mesopotámica, pertenecía
a los dioses, que fueron éstos quienes las fundaron y velaban por
ellas).

Podían ser edificios para asambleas de ancianos, u otros orga-


nismos, quizá presididos por un “rey”, que regían la ciudad, o, in-
cluso silos o almacenes. Ningún texto, ningún resto permite saber
cuál era su función. Eran espacios para la ciudad, pero no siempre
entregados al piadoso culto de los dioses.

La ciudad mesopotámica de los milenios IV y III a. C. –ante-


rior al imperio acadio unificado–, controlaba un territorio limitado,
conocido con la expresión ciudad-estado, que es la más adecuada.
La noción de estados propios, enfrentados entre sí, luchando ava-
ramente por el control de un territorio, no existía aún. Las ciudades
estaban constantemente en guerra, los límites de las tierras eran
fluctuantes, y no se sabe si existía una identificación patriótica entre
el campo y la ciudad. Lo que sí es evidente, es que ambas estruc-
turas, urbana y campesina, se necesitaban y estaban relacionadas.

La ciudad requería los productos del campo, el cual no se li-


mitaba a producir para su consumo local, sino también para las
necesidades de la urbe. El régimen territorial posiblemente mixto:
“público” y “privado”, donde las tierras pertenecían a los templos,
a la corona y a las ciudades (terrenos comunales), así como a par-
ticulares, que podían venderlos o arrendarlos. Los propietarios no
trabajaban la tierra, sino que poseían una mano de obra que labo-
raba lo que no poseía. Las transacciones comerciales se resolvían
con “plata”. El dinero propiamente dicho no existía (El dinero es
una invención oriental acontecida en Licia, en la costa turca, hacia
el siglo VI a. C.), se pagaba con una cantidad de metal precioso: “la
plata”. Se utilizaban tiras de metal de plata calibradas, enrolladas
en espiral. Éstas se pesaban y se cortaban en función al valor de las
ventas.

Las tierras estaban parceladas, pues tenían los conocimientos


geométricos necesarios para proceder a la división de las tierras,
que eran delimitadas mediante mojones (llamados kudurrus, aun-
que éstos fueron comunes, sobre todo, en épocas tardías, como en
el imperio neoasirio, en el primer milenio a. C.), en los que se deta-

476
llaban a quién pertenecían las tierras, junto con himnos a los dioses
protectores de la tierra y maldiciones contra los invasores.

Las comunicaciones se efectuaban en carros tirados por onagros


(un tipo de equino), por tierra, y en naves a vela por canales que
no eran siempre de regadío únicamente. Incluso en el interior de
la ciudad de Uruk, se combinaban vías terrestres y lacustres. Los
habitantes se desplazaban en barca por la ciudad.

Aunque se han encontrado ciudades en el valle del Indo, en el


Perú (Sechin Bajo y Caral), datadas del IV y III milenio a. C., todo
parece indicar que las primeras urbes aparecieron en Mesopotamia,
en Sumeria. Urbes, que a diferencia de los pueblos y las grandes
aglomeraciones, implicaban una diferenciación social y producti-
va. Existía la división del trabajo. El cuerpo social de la ciudad se
componía de la corte, quizá de asambleas de notables, de sacerdo-
tes, soldados y artesanos, donde los constructores eran verdaderos
profesionales, especializados, todos dedicados a una sola actividad
y, por tanto, necesitados del trabajo complementario del resto de la
sociedad. Esta división, que sigue caracterizando a la ciudad con-
temporánea, no parece que existiera en Egipto por entonces, pero
se repitió, posiblemente inspirada por Mesopotamia (las evidencias
apuntan a ella). Esta inspiración llegó hasta la época de los griegos,
que tenían el mito de fundación de su “primera” ciudad, creada
por Cadmo, un príncipe oriental fenicio, que funda Tebas. Según la
mitología griega, Cadmo mató un dragón y, aconsejado por Atenea,
sembró sus dientes, de donde nacieron los espartanos, que ayuda-
ron a Cadmo a construir la ciudad.

Aunque existieron ciudades nuevas, como la posible colonia su-


meria de Habuba Kabira, la mayoría de las ciudades resultaron de
la evolución de poblados, cuyo origen se remonta al neolítico. La
escasa implantación de nuevas ciudades sumerias respondía a un
ideario: las ciudades pertenecían enteramente a los dioses (cinco
o seis de éstas habían descendido del cielo en tiempos pretéritos,
anteriores al Diluvio, según contaban las leyendas y mitos), toda
construcción tenía que estar “santificada” por el cielo. Ningún hu-
mano, entonces, podía tomar la decisión de crear algo por sí mismo.
Así, la capital del imperio acadio, Acad o Agadé, fue una ciudad
de nueva característica fundacional. Pero los mitos insisten en su
decadencia y destrucción, precisamente porque, según la épica, el

477
emperador Sargón I se atrevió a construir de motu proprio (las tra-
diciones hebreas, cristianas y musulmanas, por su parte, atribuyen
la fundación de Agadé al impío Nemrod, creador –o arquitecto– de
la torre de Babel, según cuenta la Biblia). Por otra parte, Sargón se
deificó y se construyó un templo: puesto que Agadé era una ciudad
nueva fundacionalmente, atribuida a la decisión de los hombres y
no de los dioses, no podía presentarse como un espacio consagrado,
desde la noche de los tiempos, a los dioses principales de sumeria.

La escasez de ciudades fundadas, planificadas o proyectadas


según un plan urbanístico, explica la desmadejada estructura de la
mayoría de las ciudades sumerias. Pese a que los templos o las
grandes edificaciones poseen una planimetría ortogonal, suelen es-
tar orientados según los puntos cardinales, rodeando “plazas” de
planta rectangular, bien proporcionadas, y rodeados de murallas.
Las ciudades suelen presentar una trama de estrechos callejones
sin salida, vías tortuosas, e inexistencia de espacios públicos tales
como mercados.

Las medidas de la ciudad tenían un origen sobrenatural. Los


números se escribían mediante signos cuneiformes que tenían va-
rias lecturas y designaban objetos o realidades aparte de cifras, que
enriquecían el significado de los edificios proyectados, los cuales se
dotaban de las cualidades nombradas por los signos. Es posible in-
cluso que las medidas hubieran sido escogidas en función de otros
significados, diferente de los numéricos.

En sumeria, algunos números se asociaban a determinadas divi-


nidades. Por tanto, la suma de los valores numéricos de los signos
que componían el nombre de una ciudad tenía que corresponder al
valor numérico del nombre de la divinidad tutelar –número mágico
o sagrado–, que tenía que proyectarse en el espacio y corresponder
a la longitud de la muralla. Este modelo esotérico, se aplicará tam-
bién en fundaciones neoasirias.

Debemos resaltar que esta sociedad o cultura sumeria, era emi-


nentemente urbana. Es decir una sociedad de constructores albañi-
les, la cultura de los primeros masones del orbe.

Los soberanos tenían como tarea principal el mantenimiento de


los templos. Éstos, construidos con ladrillos de adobe, se desmoro-

478
naban rápidamente, pese al grosor de los muros, tanto por las infil-
traciones de las aguas freáticas (todo el sur de Irak se halla a nivel
del mar), como por las ocasionales lluvias destructivas, así como el
siempre cambiante curso de los ríos que podían alejarse tanto que
desabastecían las ciudades de agua, o acercarse hasta socavar los
cimientos. Preservar la arquitectura era un signo de buen gobierno.
Además de la guerra, la función del rey era el cuidado de los san-
tuarios y de las instalaciones (canales, almacenes, vías de comuni-
cación) demostrando el control que ejercía sobre el mundo. Donde
los masones o albañiles eran altamente especializados.

Aunque los trabajos fueran de construcción, se solían presen-


tar como tareas de reconstrucción de monumentos que habían sido
planificados y construidos, en otro tiempo, por seres superiores, a
los que el soberano atendía y cuyas acciones emulaba o imitaba:
La construcción y reconstrucción era por tanto un signo de piedad
como de poder. Un rey poderoso tenía la obligación de preservar o
ampliar el legado arquitectónico. Era casi su única misión, ya que
los dioses, satisfechos por el cuidado de sus moradas, seguirían
protegiendo la ciudad. Al mismo tiempo, dichas labores facilitaban
el movimiento cíclico del tiempo. Toda nueva reconstrucción clau-
suraba una época extinta e inauguraba una nueva con todo el es-
plendor. De esta manera los albañiles o masones eran los ejecuto-
res de la voluntad divina. Los ayudantes del ordenador del mundo.

Las construcciones venían precedidas por la fabricación y co-


locación de un buen número de “primeros ladrillos” estampilla-
dos con relatos fundacionales, oraciones y maldiciones (dirigidas
a cuantos enemigos se atrevieran a destruir la obra de los dioses),
y de clavos de terracota, hincados en los muros, en los que estaba
inscrito el nombre y los cargos de quien era el propietario de la
obra. Toda reconstrucción tenía entonces que empezar por la colo-
cación de estos testimonios que ayudarían a saber qué ritos fueron
seguidos cuando tuvo lugar la construcción o reconstrucción an-
terior, qué oraciones fueron recitadas, qué objetos sagrados, qué
materiales fueron empleados, a fin de que la nueva reconstrucción
fuera lo más parecida a la anterior y, de este modo, asegurar la
pervivencia de la obra. Las divinidades aceptarían y preservarían
la reconstrucción, puesto que ya se habían manifestado a favor de
una reconstrucción precedente. De este modo, la obra seguía en
gracia del cielo, y el poder real no peligraba. Este es el origen del

479
primer ritual de los constructores, de los albañiles o masones, ritual
y costumbre que se ha perennizado hasta nuestra época actual: “La
Ceremonia de colocación de la Primera Piedra”.

Šulgi, uno de los reyes más poderosos de la tierra, perteneciente


a la Tercera Dinastía de Ur (finales del III milenio a. C.) exclamaba:
“para Nanše (diosa del grano y de la escritura, representada con
espigas y un cálamo, con el que escribía y dibujaba, en la mano),
la reina poderosa, la señora del territorio de la frontera, Šulgi, el
hombre fuerte, el rey de los países de Sumer y Acad, construyó para
ella su Eshesheahegara, su templo sagrado”.

El rey era la mano de obra de la divinidad, que mandaba im-


periosamente, apareciendo en sueños ante el monarca, construir o
reconstruir un recinto sagrado según proyecto trazado por el cielo,
y realizado por el albañil o masón. La imagen del rey arquitecto
Gudea, de la ciudad de Lagash, a finales del III milenio a. C., qui-
zá el mayor constructor de la historia de Mesopotamia, ha llegado
hasta nuestra época inmortalizado en esculturas. Los consejos di-
vinos acerca del proyecto y la construcción de un templo eran ór-
denes que los soberanos tenían que cumplir. La obra se dirimía en
los conciliábulos entre la divinidad y su fiel servidor, el monarca.
La divinidad le iluminaba durante la obra. Sin la ayuda divina el
rey-constructor se hallaba perdido: “Ningirsu, construiré tu templo,
pero no he recibido ninguna señal tuya”, exclamaba el rey Gudea,
desorientado, a poco de iniciar la obra encomendada por el cielo.

Ante las obras sagradas emprendidas por el rey, los dioses no


abandonaban la ciudad. De algún modo, la arquitectura y el urba-
nismo eran el sustento del poder real; lo legitimaban. El rey era el
mediador entre la tierra y el cielo, sus labores edilicias garantiza-
ban que el cielo no dejara de lado a los hombres. El símbolo del
mantenimiento o del reforzamiento de los lazos entre los hombres
(el rey) y los dioses era, precisamente, el buen estado de las cons-
trucciones: templos, palacios, murallas y canales.

El arquitecto Carlos Calvimontes Rojas, en su artículo “El nú-


mero de oro en el testimonio de Gudea”, hace un interesante análi-
sis sobre las dimensiones del plano de la escultura de Gudea que se
aprecia en la foto, y las proporciones antropométricas del hombre
y la proporción aurea. Otros estudiosos también encontraron estas

480
mismas proporciones aplicadas a la construcción de las infraestruc-
turas más icónicas del mundo antiguo. Así la proporción fue utili-
zado por los constructores de todas las culturas más antiguas: Los
sumerios, egipcios, caralinos (Perú) e hindús, y continuó su aplica-
ción con los griegos y romanos hasta su universalización a través de
los masones de la edad media. ¿Esto es una casualidad?

Estatua del rey arquitecto Gudea, portando un plano.

¿Existió o existe una sociedad cuya ideología y religión está


más dedicada a la construcción, que la sumeria? En el mundo anti-
guo no, en el mundo moderno tampoco. En las sociedades diferen-
tes a la sumeria, las construcciones se hicieron para satisfacer ne-
cesidades humanas. En la cultura sumeria se hicieron por designio,
para satisfacer a los dioses.

7.2.3 Los Ritos de Construcción.

La actividad principal de los sumerios (IV milenio a. C.) fue la


construcción de templos y palacios, los que se convirtieron en cen-
tros absolutos del quehacer cotidiano, que imbricaban la condición
primordial de toda existencia, ya que sin el binomio dios-rey, o lo

481
que es lo mismo, templo-palacio, no podía existir la ciudad, la cual
era a su vez un reflejo del macrocosmos, que debía desenvolverse
en perfecta armonía con el microcosmos, es decir, el hombre. Si no
había esta armonía, el caos dominaría el mundo. Si no hay ciuda-
des, peligraría el hombre. Por esta razón había ritos de construcción
y/o reconstrucción.

Lo más importante dentro del complejo urbanístico de la ciudad


sumeria era la torre llamada zigurat, y una en particular ha cobrado
importancia, conocida en Babilonia como Etemenanki “la Casa de
la fundación del Cielo y de la Tierra”, e identificada por los hebreos
como la “Torre de Babel”; estaba orientada según los cuatro pun-
tos cardinales, y en sus medidas había intervenido la numerología
sagrada, cuyo conocimiento estaba en manos de los sacerdotes. Así
pues, a los ojos del pueblo, aquel edificio era mucho más que un
símbolo; era la representación del centro exacto del Espacio, desde
el cual la Suprema Fuerza Vital irradiaba sobre la Tierra entera,
atestiguando con ello la presencia de su creador, Marduk en la cos-
movisión babilonia y la triada (An, Enki y Enlil) en la cosmovisión
sumeria y acadia.

Desde la época sumeria la conservación y restauración de las


edificaciones hechas con ladrillos de arcilla, era una actividad de
suma importancia, sobre todo del zigurat que para ellos era consi-
derado “la casa de dios”, no en sentido figurado, sino más bien en
sentido literal, ya que estos dioses vivían y gobernaban las ciudades
desde estas edificaciones, desde épocas ancestrales, según sus mi-
tos, desde antes del diluvio.

Cuando los dioses designaron reyes, estos se comprometieron


a servir a los dioses, cuya mayor obligación era el mantenimiento
constante de “la casa de dios”, para evitar que estos los desamparen
y los invadan otros. Los reyes intentaron siempre realzar aquel edi-
ficio sagrado. Así ocurrió con los sumerios, acadios y babilonios.
Nabopolasar recibió de Marduk la orden de restaurar el Etemena-
ki, y tras consultar los oráculos para descubrir el día más propicio,
puso manos a la obra.

Para determinar el “día más propicio” se consultaba a las estre-


llas cuya manifestación eran los signos zodiacales, los solsticios y
equinoccios, que dividían el cielo en cuatro ternarios regidos por

482
cada signo zodiacal en un doceavo. Esto quiere decir que ellos ya
conocían los signos zodiacales, algunos con otros nombres, sin em-
bargo los caldeos definieron mejor estos signos y así llegaron hasta
nuestra época. Sobre este particular en nuestro libro “Los Misterios
de los Signos Zodiacales” tratamos el tema con mayor detalle.

Lo primero que había que hacer era buscar y sacar a la luz, con
ayuda de un hacha especial, santificada por el sumo sacerdote, el
Temenu, nombre sumerio del Texto de Fundación, generalmente
grabado en un pequeño cilindro o clavo votivo. Estos clavos, fabri-
cados de bronce o arcilla, con la cabeza de un dios, tenían el poder
de apartar a los espíritus malignos y arrojarlos de sus escondites.
Una vez hallado el Temenu, el rey lo untaba con miel, cerveza y
aceite y lo volvía a enterrar, teniendo buen cuidado de ocultar su
nueva posición. Esto era si se trataba de un trabajo de mantenimien-
to o reconstrucción.

En el caso de una nueva construcción, los ritos tenían que ser


estrictamente observados. Si algún detalle pasaba inadvertido en
los preliminares de la construcción de un edificio, se maldecía so-
lemnemente al culpable. Antes de colocar la primera capa de ladri-
llos que constituiría los cimientos de la nueva estructura, era esen-
cial estar bien seguro del sitio exacto, tal como estaba indicado en
el Temenu, pues no se permitía error de ningún género. Los textos
eran precisos sobre este punto: “Ni un dedo más ni un dedo menos
que las medidas prescritas”.

En el Tenemu fundacional, se indicaba con exactitud, a que dios


estaba dedicado la construcción que dará la solidez mágica a la
construcción, el rey que se haría cargo de su construcción y de su
mantenimiento y otras informaciones adicionales.

Era corriente enterrar objetos de diversa índole juntamente con


el texto fundacional; en el caso de la reconstrucción del Etemenan-
ki, Nabopolasar hace constar que depositó en los cimientos oro,
plata y piedras preciosas. Justamente, es el mismo Nabopolasar,
acompañado de todo su séquito, quien tiene el honor de levantar
con sus manos las ruinas del viejo templo; para estos hombres, el
trabajo físico significaba una forma más de servir a la Divinidad y,
de alguna forma, doblegar su orgullo personal, quedando esto con-
firmado por las palabras pronunciadas por el rey: “Para Marduk, mi

483
señor, incliné mi cerviz, desaté el ropaje que cubría mi Majestad y
transporté ladrillos y arcilla sobre mi cabeza”.

El rey era el primero en trabajar en una nueva construcción o


en la remodelación de una antigua, ya que si no lo hacía, su dios le
castigaría y perdería el trono.

En cuanto a la ubicación del templo, tampoco debemos pensar


que se construía en cualquier lugar, su elección tenía vital impor-
tancia, que estaba reservada al colegio de iniciados o sacerdotes,
que a través de una serie de signos telúricos, geománticos y astroló-
gicos, determinaban con precisión el “espacio sagrado”.

El vocablo templo tiene varias acepciones en mesopotamia: el


“Monte Casa”, la “Casa del Monte de todos los Países”, el “Monte
de las Tempestades”, el “Vínculo entre el Cielo y la Tierra”. Es
evidente que establecen una comparación entre el templo y la mon-
taña, en este caso de una montaña cósmica o celeste (el sistema so-
lar), dado que cada uno de los siete pisos del zigurat estaba pintado
de un color diferente y en relación con un planeta, siendo el último
de oro por representar al Sol.

Cuando un peregrino subía a uno de los tantos zigurats que ha-


bía en Mesopotamia, se iba acercando al centro del mundo, y al lle-
gar a la terraza superior realizaba una ruptura de nivel, trascendien-
do el espacio profano, heterogéneo, y penetrando en una “tierra
pura”, sagrada. El ascenso a esta montaña-templo se hacía por una
escalera exterior de forma espiral, semejante a un tornillo, y que lo
emparenta con todos los montes sagrados, como el Olimpo, Meru,
Helicón, Ararat, lo que permitía al hombre ponerse en contacto con
los dioses, con el mundo espiritual, a través de la prodigiosa espiral
de la evolución.

En los Cilindros A y B del Museo de Louvre, que corresponden


a la época de Gudea se puede apreciar la importancia del ritual de
la construcción.

La solemnidad era tal que: Él… los días Gudea prolonga las
noches de Ningirsu (?). Debido a la construcción de la casa de
su amo, ni dormía por la noche, ni tampoco lo tenga en su cabeza
durante la siesta. Ello se debía a que si el dios se considerara ofen-

484
dido o no complacido, Gudea sería castigado por el dios perdiendo
la corona.

Para la miraba con favor por Nanse, por el favorito de Enlil,


para el gobernante ... por Ningirsu, por Gudea, nacido en agosto
santuario por Ĝatumdug, Nisaba abrió la casa de comprensión y
Enki puso derecho el diseño de la casa.

Aquí se nota la importancia de Enki, quién corregía con su ins-


piración los planos de la construcción, con lo cual los otros dioses
asentían su aceptación.

Hacia la casa cuya aureola llega al cielo, cuyos poderes abra-


zar el cielo y la tierra, cuyo dueño es un señor con una mirada
feroz, cuya guerrero Ningirsu es experto en la batalla, en dirección
E-Ninnu-el-blanco-Anzud-pájaro, Gudea fue desde el sur y admiró
el norte. Desde el norte se dirigió hacia él y admiraba el sur. Midió
con cuerda exactamente un Iku. Condujo en estacas en sus lados y
les verificó personalmente. Esto le hizo muy feliz.

Aquí Gudea comprueba las dimensiones indicadas en el plano


con el terreno donde se construirá, así como la orientación que esta
tendrá, luego del cual muestra su complacencia.

Cuando cayó la noche, se fue al antiguo templo a orar, para que


la inclinación de la tarima de la RGI-religiosa (es decir Ningirsu)
se convertiría favorable para Gudea. Al amanecer, tomó un baño y
arregló su traje correctamente. Utu vemos abundancia, ven fuera
para él, Gudea dejó Iri-kug por segunda vez; sacrificó un toro per-
fecto y un niño perfecto. Se fue a la casa y saludó ella

La noche anterior al inicio de obra, era costumbre que el rey


orase en un templo y al amanecer sacrificaba un toro puro y un niño
puro antes de la ceremonia.

Puso agua clara en el ...... de la moldura de ladrillo - adab,


tambores sim y ala estaban jugando para el gobernante. Preparó la
tierra excavada para hacer (?) El ladrillo, y miel azadonado, man-
teca y aceite precioso en él.Trabajó bálsamo (?) Y esencias de todo
tipo de árboles en la pasta. Él levantó la carga de la canasta santa
y lo puso junto a la moldura de ladrillo. Gudea coloca la arcilla en

485
el molde de ladrillo y actuó exactamente según lo prescrito, con lo
que el primer ladrillo de la casa a la existencia en el mismo llego,
mientras que todos los que estaban allí rociaban aceite o perfume
de cedro. Su ciudad y la tierra de Lagas pasaron el día con él en
la alegría.

La Ceremonia o ritual de inicio de construcción, como en la


actualidad se iniciaba con la colocación de la primera piedra. En
Sumeria se colocaba el “Ladrillo del Destino” con todas las ins-
cripciones antes dichas, pero su elaboración estaba revestido de una
sacralidad y un proceso especial que describe el Cilindro.

Ladrillo del destino o Tablillas fundacionales de Il (monarca o ENSI de la


ciudad de Umma), ambas con la misma inscripción dedicada a la diosa ∂TAG.
NUN. Período presargónico, ca. 2430 a. C. © Oriental Institute of The Univer-
sity of Chicago.

Sacudió la moldura de ladrillo y dejó el ladrillo que se seque.


Miró el ...... con satisfacción. Él ungió con esencia de ciprés y bál-
samo (?). Utu gozó sobre el ladrillo puesto en el molde por Gudea,
y el rey Enki ...... ...... el levantamiento como un gran río. ...... Y
Gudea entró en la casa.

486
Luego de comprobar que el ladrillo estaba adecuadamente he-
cho, dejo que se seque y luego lo ungió con esencia de ciprés y
bálsamo. Nuevamente se menciona a Enki que es el dios protector
de los masones sumerios.

Levantó el ladrillo fuera de la ...... del molde, y parecía como


una corona sagrada usada por An. Levantó el ladrillo y dio la vuel-
ta en su pueblo: era como santo equipo de lanzamiento de Utu
sus cabezas (?). El ladrillo levantar la cabeza hacia la casa era
como si las vacas de Nanna estaban ansiosos por estar atado en
su pluma. Dejó el ladrillo, entró en la casa y como si él mismo se
Nisaba saber los secretos más íntimos (?) De números, comenzó
estableciendo abajo (?) De la planta de la casa. Como si fuera un
joven la construcción de una casa por primera vez, dulce sueño
nunca entró en sus ojos. Al igual que una vaca mantener un ojo en
su cría, se fue en constante preocupación a la casa. Al igual que
un hombre que toma pero poca comida en la boca, se dio la vuelta
sin descanso. La intención de su amo había quedado claro para
él, las palabras de Ningirsu se habían vuelto tan conspicua como
bandera a Gudea. En (?) Que su corazón latía con fuerza, debido
a la construcción de la casa, alguien... una observación ominosa
propicio. Esto le hizo muy feliz.

Verificado la perfección del ladrillo del destino que parecía una


corona sagrada usada por An el dios supremo sumerio, levanta el
ladrillo y da la vuelta en su ciudad como una prueba de la satis-
facción de los dioses por la obra que se iniciará, luego del cual lo
coloca en los cimientos, pero el compromiso adquirido con el dios
a quien se dedica la obra es tal que su corazón late con fuerza por la
propiciosa aceptación del dios.

Como se puede ver el ritual más importante es la colocación de


los ladrillos fundacionales, que la literatura los refiere como “ladri-
llos del destino” y de la que se desprende la gran importancia que
éstas tenían en los rituales sumerios. Por ejemplo, en el Himno al
Templo Eninnu, la obra maestra de la literatura sumeria, conser-
vado en los Cilindros A y B en el Museo del Louvre, su presencia
es constante, especialmente en la narración del primer y segundo
sueño propiciatorio del rey Gudea de Lagash, su protagonista. En
el primero, cuando en el cielo, el dios En-lil se presenta a Gudea
y le indica que se reconstruya el templo, aparece ya una mención

487
al ladrillo: El “ladrillo del destino” levantó su cabeza hacia él,
/ estiró (ávidamente) su cuello hacia él para la construcción del
templo puro, / y en aquella visión nocturna, hacia su rey, / cuando
Gudea abrió sus ojos sobre su señor Ningirsu, / éste le habló so-
bre su templo y su construcción: / las grandes “fuerzas divinas”
del Eninnu él se las puso ante sus ojos. La presencia del “ladrillo
del destino” se acentuará más adelante, durante el segundo sueño,
al narrar el ritual de consagración del templo. Además se hablaba
de placas fundacionales (la segunda modalidad) en este caso una
placa de lapislázuli con un plano del templo, un cesto de albañil y
un “molde puro”, es decir, el utilizado para hacer el “ladrillo del
destino”: Una primera mujer, ¿quién era?, ¿quién no era? / Apare-
ció (luego); sobre la cabeza le sobresalía un apropiado tocado, / en
una mano tenía un cálamo de plata pura, / sobre una tablilla en sus
rodillas estaban diseñadas las “estrellas del buen cielo”./ Ella la
consultaba. / Había un segundo (hombre) como un guerrero, quien,
/ poderoso en fuerza, sujetaba una placa de lapislázuli en la mano,
/ sobre la cual establecía el plano de un templo. / Delante de mi se
hallaba una cesta pura, / se había dispuesto un molde puro, / se
había colocado el “ladrillo del destino” dentro del molde para mí.

La ceremonia incluía, entre otros ritos, la comprobación de que


el ladrillo emplazado en el depósito fundacional era el originario,
“el divino”, con lo que se aseguraban así los buenos augurios: La
cesta pura colocada delante de ti, el molde puro del ladrillo dis-
puesto / el “ladrillo del destino” colocado dentro del molde / era
realmente, el ladrillo sagrado de Eninnu. El sueño continúa con
el ritual de la colocación del “ladrillo del destino”: Gudea en el
Baragirnunna / dejó reposar su corazón. / El día había pasado,
se bañó; / arregló sus vestidos como era debido, / Utu salió para
él de las nubes de la abundancia. /... entró en la ciudad purifica-
da, / ofrendó un toro perfecto, un cabrito perfecto, / fue al templo,
levantó la mano hasta la boca. /en la caja del molde del ladrillo
vertió agua propicia / (y el agua le) sonó al gobernante como ins-
trumentos sin y ala; / mojó en el hoyo de los ladrillos la capa de
arriba, / añadió miel, crema y aceite noble, suave, / perfume bulaq,
perfume pi y juncos; / trabajó la pasta. Levantó la sagrada cesta, la
acercó al molde; / Gudea metió barro en el molde, / hizo aparecer
«la cosa apropiada»,/ hizo surgir brillantemente el ladrillo para el
templo . . . / Golpeó el molde, sacó el ladrillo para que se secara .
. . / levantó el ladrillo: / era como una corona pura que lleva An; /

488
alzó el ladrillo, entre su pueblo, lo llevó (allí) . . . / situó el ladrillo,
midió a pasos el templo, / estableció el diseño del templo / (como
un auténtico) Nisaba, que conoce el sentido de los números.

Otros estudiosos como Campbell y Will en el año 2,004 recogen


otro texto de una ceremonia fundacional: (El rey) depositó el agua
bendita en el armazón del molde del ladrillo. Para el soberano
unos tambores y un timbal (?) acompañaban al canto adab. Colocó
el sello del ladrillo de manera que (el lado inscrito) estuviera ha-
cia arriba; lo roció con miel, mantequilla y crema; mezcló ámbar
gris y esencia de toda clase de árboles e hizo una pasta. Levantó la
impecable cesta y la depositó delante del molde, actuó exactamente
como estaba escrito y observó cómo se creaba el ladrillo más her-
moso de la casa. Mientras tanto, todos los allí presentes rociaban
aceite y esencia de cedro, mientras él dejaba que su ciudad… se
regocijara. Golpeó el molde del ladrillo: el ladrillo salió a la luz
del día. Miró con enorme satisfacción el sello en la arcilla... lo
untó con esencia de ciprés y ámbar gris. El dios del sol se regocijó
con (su) ladrillo, lo había puesto en el molde que se elevó como la
crecida de un río.

De hecho, el ladrillo simbolizaba la construcción; la propia pa-


labra (sig en sumerio) también significaba edificio y ciudad. El pri-
mer ladrillo representaba así al dios de la construcción, al que en
los rituales se hacían ofrendas de comida y bebida. A partir de la
constatación arqueológica de la presencia de estos ladrillos funda-
cionales desde la época de Gudea de Lagash (2,120 a. C.) dentro
del periodo de la fase de la Supremacía Gútea, podemos pensar
que es en este momento cuando empieza esta costumbre, lo que
implicaría que sería coetánea a la realización del Cilindro A, sin
embargo, por la complejidad del ritual se deja claro, que era una
tradición ya de ápoca anterior. Esta tendencia se mantiene en los
distintos periodos posteriores. Por ejemplo, de época babilónica
en el Louvre se conserva uno procedente del templo de Shamash,
dios del sol y la Justicia, en Mari, donde se refiere la obra de Yah-
dum-Lîn, rey de la ciudad (1,825–1,810 a. C.); en los cimientos de
este templo se encontraron diversos ejemplares de ladrillos de fun-
dación con una interesante inscripción histórica y religiosa (de 157
líneas), descubierta en el año 1,953, fue estudiada en el año 1,955
por Dossin (1,955, 1–28; Parrot 1,969, 345). También en el Lou-
vre hay ejemplares asirios de distintas épocas: uno del Palacio de

489
Nimrod de Assurnasirpal II (883–859 a. C.) y siete de época de Sar-
gón II (721–705 a. C.), de procedencia desconocida. Tales ladrillos
resulta una fuente de información básica por las inscripciones que
presentan. Los textos inscritos, realizados o mano o estampados a
molde, suelen ser alabanzas a los dioses titulares de las edificacio-
nes, explicando el uso y la finalidad de ésta, o bien a los soberanos
que en el futuro habrán de restaurar dichos edificios. En ocasiones
los propios moldes de estampación se incorporan a los depósitos
fundacionales, lo que se justificaría por la importancia que como
garantía de autenticidad les asignaba el Himno al Templo Eninnu;
así, en el Louvre se conserva un ejemplar de molde de terracota
para estampar inscripciones en ladrillos de fundación procedente
del templo del dios Soleil, en Larsa, 1,850 a. C.

Las placas de fundación empiezan a utilizarse desde mediados


del tercer milenio a. C., habían placas de fundación, de piedra, ba-
rro, y menos comúnmente de cobre. La importancia del ritual de
inicio de la construcción justifica que se empleara en estas placas
un material como la piedra, tan poco habitual en la Baja Mesopota-
mia, por la ausencia de canteras en la zona. Aunque algunas placas
o tablas de fundación son anepigráficas, es decir, sin inscripciones,
las más frecuentes son inscritas. Estas últimas, a las que de modo
amplio se las conoce como documentos de fundación, son además
las más interesantes como testimonio y fuente de información his-
tórica en general y sobre procesos constructivos en particular.

La costumbre de incluir en los depósitos fundacionales docu-


mentos de fundación, es decir placas epigráficas, no era exclusiva
de Mesopotamia a finales del tercer milenio a. C. De hecho, su
uso también está constatado entre los hurritas, quienes, en cualquier
caso utilizaban placas metálicas con más frecuencia; por ejemplo,
en el Louvre se conserva un ejemplar de cobre y piedra de un tem-
plo dedicado al dios Nergal por Tishatal, príncipe de Urkish, halla-
do en Bassin du Habur, que tiene el interés intrínseco de incluir el
texto más antiguo existente en lengua hurrita. Concretamente, las
pétreas se realizaban por lo general en caliza y de modo ocasional
en clorita (de forma exclusiva o mixta) e incluso en lapislázuli, una
piedra muy preciada en la época y que, como se refleja en el Cilin-
dro A de Gudea, se empleaba durante los rituales fundacionales;
entre ellas destaca la serie de placas anepigráficas que se conserva
en el Louvre procedente del Templo de la diosa Isthar en Mari, rea-

490
lizadas en piedra caliza y lapislázuli entre el 2,500 y el 2,400 a. C.

Cuando se trata de piezas de lapislázuli, evidentemente sus di-


mensiones son menores, entre 4 y 5 cm de altura. También las reali-
zadas en clorita son algo más pequeñas que las de piedra caliza, no
superando los 10 cm de altura. Considerando la omnipresencia del
barro como material en las distintas facetas de las culturas mesopo-
támicas, es lógica la existencia en los distintos periodos históricos
de placas epigráficas en barro cocido; por ejemplo, en el Louvre
se conserva una de finales del siglo XIX a. C., dedicada a la cons-
trucción del templo de Dagán en Terqa por Samsi-Addu, y también
alguna del periodo asirio. Sin embargo, las placas cerámicas no
fueron las más habituales en los edificios especialmente significa-
tivos. De hecho, por su excepcionalidad, se optará por materiales
más singulares y menos frecuentes en la zona como son la piedra y
metales como el bronce, el cobre y más raramente oro y plata. Entre
las placas epigráficas pétreas que datan del tercer milenio a. C., y
que fueron halladas en Tello, en ambos casos correspondientes al
reinado de Eanatum. La primera, de 29 × 19,50 × 18 cm, presenta
una inscripción en sumerio (recogida y transcrita en el Catálogo del
Museo) en la que se enumeran las construcciones realizadas por el
príncipe con ocasión de sus victorias; está dedicada al dios Ningur-
su, titular del estado de Lagash, y está fechada hacia el 2,450 a. C.
La otra, algo más pequeña, de 20,50 × 14,50 × 7,20 cm y también
un poco más tardía (2,400 a. C.), procede del gran templo de la villa
de Babtibira.

Del periodo del reinado de Gudea de Lagash, se conserva en el


Louvre una placa calcárea procedente de Tello con dedicatoria a
Inanna y de 12,30 × 8,30 × 3,30 cm. La tradición continúa en épo-
ca babilónica, contándose también con ejemplos de distintos reyes
de Larsa (Warad-Sîn, 1,830 a. C., Kudur-Mabuk y de Rîm-Sîn de
Larsa, 1,820 a. C.) y con algunos de Hammurabi (a comienzos del
siglo XVIII a. C.) relativos a la construcción de canales y al tem-
plo de Borsippa. Las metálicas son menos frecuentes. Los prime-
ros ejemplos corresponden a placas de comienzos del XVIII a. C.,
realizadas en cobre, aunque las más interesantes son asirias. Con-
cretamente, se trata del depósito fundacional del Palacio del rey
Sargón II (721–705 a. C.) en Khorsabad, antiguo Dûr-Sharrukên,
que aparecieron dentro de un cofre de piedra enterrado en la ci-
mentación palaciega. El depósito está integrado por placas son de

491
cobre, de plata y magnesita (carbonato de magnesio). Con algunas
variantes, insistiendo en la titularidad y el patronazgo real, sus ins-
cripciones evocan la construcción de la ciudad, sus palacios y sus
templos, con indicación expresa de los materiales empleados tanto
en las obras de edificación como en las tareas de ornamentación; la
información se acompaña de maldiciones a quienes destruyeran las
obras realizadas por el monarca. Esta tradición se perpetuaría con
los persas aqueménides. Así, en el Palacio de Persépolis (Fars), se
han encontrado depósitos fundacionales en las distintas salas que
han permitido datarlas y adscribirlas en reinados.

Clavo de Fundación de la época de Gudea.

Los clavos de fundación, son unas figuras terminadas en vértice


agudo (punta) que quedaban insertas en la cimentación o bien cla-
vadas en los muros de la construcción. Unos son en forma de cono,
mientras que otros representan figuras humanas; se realizan bien en
metal (cobre o bronce) como en terracota, con independencia del
tipo de que se trate. La costumbre de introducir clavos de fundación
es coetánea a la aparición de las otras modalidades de piezas fun-

492
dacionales, habiendo ejemplares constatados desde mediados del
tercer milenio a. C. Desde entonces se mantiene ejemplos hasta
época de Hammurabi, aunque la mayoría de los conservados en los
fondos museísticos analizados corresponden al tercer milenio a. C.
Los clavos de fundación a modo de cono aparecen desde mediados
del tercer milenio a. C., conservándose en el Museo del Louvre
ejemplares de las época de Gudea, Sîn-Kâshid de Uruk (siglo XIX
a. C.) y Hammurabi (siglo XVIII a. C.). En el caso de clavos de
fundación con forma de figurillas, sobre las cuales Buren (1,930-
1,931) aportó las primeras consideraciones sobre el tema: las di-
mensiones varían según el material, siendo evidentemente mayores
los de barro cocido que los de metal, que alcanzan en torno a 12 cm
de altura y 6 cm de diámetro.

Los de terracota, al menos en los conservados en el Louvre,


admiten más oscilaciones, entre 30 y 20 cm de altura y 13 y 9 cm
de diámetro. Como en el caso de los clavos en forma de cono, los
primeros documentados corresponden a ejemplares en cobre de la
primera mitad del tercer milenio a. C. Concretamente son las halla-
das en el Templo de Girsu (Tello), del 2,700 – 2,600 a. C., y las de
época de Ur-Nanshe de Lagash (2,550 – 2,500 a. C.). Normalmente
representan a genios, dioses o reyes portando herramientas de cons-
trucción, como por ejemplo de un martillo, un clavo o una cesta de
constructor. La figura que porta una cesta suele corresponder a un
rey; esta iconografía aparece también en las estelas de la época y
ha de ser contextualizada en el complejo ritual de iniciación de la
construcción. Recuérdese el Himno al Templo Eninnu: Delante de
mí se hallaba una cesta pura, / se había dispuesto un molde puro,
/ se había colocado el «ladrillo del destino» dentro del molde para
mí La cesta pura colocada delante de ti, el molde puro del ladrillo
dispuesto / el «ladrillo del destino» colocado dentro del molde /
era realmente, el ladrillo sagrado de Eninnu (Gudea) . . . La cesta
pura, el molde idóneo del ladrillo del destino / (los recogió para él)
Eninnu; miel (y cerma portaba en un cubo), / con la cabeza ergida
caminó; / Lagalkurdub iba delante, / Igalima le guiaba el pie, /
Ningizzida, su dios, / le tenía asido por la mano Levantó la sagrada
cesta, la acercó al molde; / Gudea metió barro en el molde.

Los ejemplos que tenemos de estas figurillas representando


a reyes portando la cesta del constructor son: Gudea, Urnamu y
Amar-Sin de Ur. Menos comunes son las representaciones anima-

493
les sobre clavos; se documento un ejemplar en cobre procedente de
Tello (2,120 a. C.) que representa a un toro y otro de una figurilla
con cabeza de león y patas de rapaz. En el Museo Británico también
existe algún ejemplar, concretamente procedente de Zerghul, en el
reino de Lagash (2,130 a. C.). En el mundo hurrita, en el que tam-
bién encontraremos casos de clavos de fundación el tema animal
era más frecuente.

Posiblemente algunos querrán saber si los egipcios también te-


nían estas costumbres. Aunque con claras diferencias, esta tradi-
ción de colocar depósitos fundacionales con la finalidad mágica de
asegurar la pervivencia de la obra en el tiempo estuvo presente en
otras culturas orientales de la Antigüedad y naturalmente en Egipto.
La costumbre se extiende desde las Primeras Dinastías en el Impe-
rio Antiguo hasta la época cristiana, por lo que son coetáneos a los
mesopotámicos (que se remontan al III milenio a. C.); un recorrido
por los Museos de Louvre, Británico, Bagdad y especialmente el
del Cairo, donde se conservan muchas y buenas colecciones, que
permite constatar que los ejemplos más interesantes corresponden
al paréntesis que transcurre entre el Imperio Nuevo (concretamente
desde la dinastía XVIII, momento en que se produce una diversi-
ficación tipológica) y la Época Saíta (siglo II a. C.). El hecho de
que fuera precisamente en la Dinastía XVIII cuando se acentuaron
las relaciones comerciales y bélicas con el Oriente Mesopotámico
puede hacernos pensar que este hábito en Egipto se tomó de los
sumerios o mesopotámicos, como resultado de una proyección ex-
terior adaptada a las formas, tipologías y necesidades constructivas
del país y, por tanto, con las evidentes diferencias respecto a Meso-
potamia ya referidas.

En la construcción egipcia –como también en la mesopotámica–


la costumbre de introducir depósitos fundacionales en las cimenta-
ciones se asociaba generalmente a los templos, emplazándose en
los ángulos del conjunto o de alguna de sus partes (salas hipóstilas,
patios, santuarios), bajo los pilones o bajo los paramentos de los
ejes axiales del templo. Sin embargo, también los encontramos en
palacios –como en la Persia Aqueménide–, en ciudades y fortalezas
y en algunas tumbas reales; citamos como ejemplo, que en algunas
tumbas del Valle de los Reyes de las dinastías XVIII y XX, han
aparecido excavados en la orografía pozos con depósitos fundacio-
nales al comienzo de la entrada de acceso, bien uno a cada lado o

494
incluso ocasionalmente más de uno, o bien uno en el centro de su
eje axial.

La presencia de los depósitos fundacionales en los templos


obedecía a complejas ceremonias de iniciación de la construcción,
frecuentemente realizado, en el tendido de la cuerda (pedjshes) y,
como rito principal, del replanteo de la obra, además de la purifi-
cación del solar, la excavación de la primera zanja de cimentación,
el vertido de arena sobre la cimentación, el modelado del primer
ladrillo o de los primeros ladrillos y, finalmente, el enterramiento
de los depósitos fundacionales.

En la imagen, recogida del Templo de Edfu, en la que el rey y el


dios Saftkhet marcan los límites del templo, corta la primera cuer-
da, vierte semillas o granos de incienso en la zanja de cimentación
y moldea el primer adobe. Los depósitos fundacionales se situaban
dentro de un pozo cuyo diámetro, desde el Imperio Medio, cuando
ya empiezan a hacerse mayores, oscila entre 1 y 2 m; por ejemplo,
el de la imagen, correspondiente al Templo de Hatshepsut en Deir
er Bahari, es de catorce hiladas de ladrillo, un metro aproximada-
mente de diámetro y una profundidad que oscila entre 1.5 y 1.8
m. La disposición de las piezas del depósito no obedece a reglas
fijas, aunque apuntan la existencia de ciertas tendencias en cada
época. También difieren en el material. En Egipto, los materiales
de las piezas de los depósitos fundacionales suelen ser comunes
(predominando la arcilla, la piedra, la fayenza y la madera) y rara-
mente son de materiales costosos o excepcionales, contrariamente
a lo que sucede en Mesopotamia. Otra importante diferencia es que
los objetos fundacionales egipcios no suelen presentar inscripcio-
nes; cuando las tienen casi siempre corresponden a los Imperios
Medio y Nuevo y consisten sólo en el nombre del faraón promotor
de la obra y del dios titular (con la fórmula habitual de “el buen rey
(nombre del rey), bajo (nombre de la divinidad), Señor de (nombre
de la Ciudad o del Templo)”, o bien, en figurillas y piezas cerámicas
de la Dinastía XII, listados de los enemigos del reino Egipto a los
que se derrotaba simbólicamente enterrándolos bajo la edificación.

Los depósitos fundacionales egipcios, en especial, se diferen-


cian en las tipologías; aunque en ocasiones consisten sólo en ani-
males sacrificados, por ejemplo cabezas de bueyes y gansos, estos
depósitos pueden incluir una amplia variedad de elementos, acen-

495
tuándose la diversidad tipológica a partir del Imperio Nuevo, sien-
do estas:

-Vajillas, vasijas y objetos de ajuar funerario y ritual (por ejem-


plo, vasos para ofrendas alimenticias) realizados en piedra o en
fayenza. En algunos templos, todo el depósito fundacional es de
cerámica rojiza común.
-Ofrendas alimenticias, generalmente, como sucede en las tum-
bas del Valle de los Reyes de las Dinastías XVIII y XX, carne, ver-
duras y vegetales. Amuletos (entre ellos escarabajos).
-Placas votivas, inscritas con el nombre del faraón, por lo gene-
ral realizadas en fayenza y esteatita. Estas placas proliferan a partir
del Imperio Nuevo.
-Collares de cuentas.
-Piezas a escala, a modo de pequeñas maquetas, de materiales
de construcción y de herramientas y medios auxiliares.

Este último grupo de elementos es especialmente interesante.


Entre los materiales, y pese a la envergadura determinante de la
construcción monumental en piedra en Egipto frente al papel se-
cundario del ladrillo en la construcción representativa, es mucho
más frecuente la inclusión de ladrillos, e incluso de moldes de la-
drillo realizados en madera, que de sillares. La presencia de los
ladrillos en estos depósitos, bien de dimensiones reales o a escala,
cobra especial importancia a partir del Imperio Nuevo, momento en
que éstos empiezan a proliferar, y abundan en especial a partir de la
época tardía. Sin embargo, consta desde los primeros momentos; de
hecho, uno de los ritos de la ceremonia de inicio de la construcción
era, como también lo era en Mesopotamia, la elaboración en pre-
sencia de los dioses del primer ladrillo por parte del monarca; sin
duda, un recuerdo de los orígenes de la construcción monumental
en barro, contemporánea a la gestación de la mitología egipcia. Por
ello no es extraño la presencia de moldes de ladrillo y de piezas en
los depósitos como un atavismo sumerio.

Tambien se hacen en distintos materiales, desde barro como los


del depósito de Deir el-Bahari, fayenza y fayenza silicosa, pero en
general, el ladrillo tenía un valor simbólico y mágico más amplio
para los egipcios y se vinculaba a otros rituales. Por ejemplo, cono-
cemos por la literatura y por algún testimonio arqueológico de re-
ciente aparición, que durante el parto las mujeres apoyaban sus pies

496
en sendos ladrillos del nacimiento (birth brick), en realidad adobes,
persiguiendo con ello obtener la protección del dios Meskhenet,
representado con forma de ladrillo y cabeza humana.

A partir del Imperio Nuevo, entre 1,550 y 1,079 a. C., el ladrillo


pasó a formar parte de otro ritual, en este caso vinculado a la edi-
ficación constituyendo un tipo muy especial de ladrillos fundacio-
nales, los llamados ladrillos mágicos. Consistían en cuatro piezas
que se embutían en los paramentos de las tumbas para proteger al
difunto de las fuerzas malignas y de los enemigos del dios Osiris,
orientándolas a los puntos cardinales y próximos a los ángulos de
la edificación y que se remataban con figuras de dioses o amuletos
con finalidad apotropaica, que quedaban salientes en el paramento.

En las tumbas del Valle de los Reyes, puede apreciarse el em-


plazamiento de éstos en los huecos quedados en los paramentos.
El Thebban Mapping Proyect, detecto este recurso en doce de las
tumbas excavadas en el Valle. A partir del Imperio Medio, también
se incluyen pequeños modelos de herramientas y medios auxiliares
con los que se pretendía asegurar la conservación y la permanencia
de la obra para la eternidad. Entre las herramientas se encuentran
hachas, azuelas, rodillos, y herramientas como cinceles de cantero
y albañil, escoplos o llanas de cobre. Entre los medios auxiliares
aparecen estaquillas de replanteo, trineos, cestas para transporte de
material, moldes para fabricación del ladrillo.

La importancia de la piedra en la construcción monumental


egipcia, prácticamente relego el uso del adobe a la edificación po-
pular y a elementos secundarios de las construcciones monumen-
tales, determinó la aparición en el Imperio Nuevo de esta tipología
de material fundacional, insistiéndose en las operaciones de replan-
teo de la obra y en la complejidad y la envergadura del transporte
de material pétreo, perviviendo sólo el recuerdo de la construcción
monumental en barro en los moldes de ladrillo, que en cualquier
caso, como ya hemos referido, se asocian a la ceremonia ritual de
iniciación de la construcción.

La ausencia o presencia de herramientas y medios auxiliares


concretos en estos depósitos fundacionales facilita las interpreta-
ciones sobre los procesos constructivos y la ejecución; por ejemplo,
gracias a las maquetas de trineos o balancines aparecidas en depósi-

497
tos como el del hemiespeo de Deir er Bahari (de 23.9 cm) se ha po-
dido corroborar su uso para el transporte de bloques. Si bien, al no
existir ningún ejemplar original, se ignora sus dimensiones reales.

En el Periodo Ramesida, durante la dinastía XIX, se observa


un importante cambio; el número de objetos se incrementa pero el
tipo de depósito se hace más uniforme; normalmente son muchas
piezas pequeñas de piedra y, generalmente de fayenza, con largas
inscripciones, como las que se encuentran en el templo mortuorio
de Tausret, Nebunnef o Merenptah.

En el Tercer Periodo Intermedio se emplean pequeñas placas


de cobre, bronce o fayenza y modelos de vasijas cerámicas; de este
periodo no existen muchos ejemplares aunque los de Tanis son muy
conocidos. En la Época Tardía son piezas inscritas en miniatura de
piedra y metal (modelos de ladrillos, plaquetas y vasijas cerámi-
cas), lo que se mantiene en la etapa ptolomaica como se evidencia
depósitos que se conservan en el Museo del Louvre. En el periodo
griego la influencia helénica se hace patente en la aparición de ins-
cripciones bilingües en las piezas.

7.2.4 El rey arquitecto Gudea.

Con la caída del Imperio acadio, el centro y sur mesopotámicos


a pesar de estar nominalmente en manos de la dinastía Guti y haber
sido los propios sumerios los que habían cooperado con los Guti
en la caída del Imperio acadio, las ciudades-Estado se alzaron para
recuperar su independencia.

Esta nueva etapa abarcó aproximadamente 100 años, del 2,110


al 2,004 a. C., y se caracterizó por un continuismo en torno a la
estructura administrativa y económica del Imperio acadio asentada
en las tradiciones sumerias con incorporaciones culturales de ese
periodo. Sin embargo una de estas ciudades, Ur, en perfecta simbio-
sis de lo sumerio y lo acadio, retomaría la idea imperial, volviendo
a hacer de Mesopotamia, un todo unitario. El largo periodo de paz
que se abría y la prosperidad económica, permitieron que todo lo
sumerio renaciera: Lagash, Uruk y Ur fueron los artífices.

Lagash había estado gobernada durante el Imperio acadio por


príncipes locales dependientes del poder central, después de un lar-

498
go vacío una serie de reyes relanzaron esta dinastía y prepararon el
terreno para el surgimiento del apogeo cultural que reinó en todo
el territorio sumerio y que aconteció durante la III dinastía de Ur.

De los cuatro primeros ensis, Kitusida (2,275 a. C.) fue coetá-


neo de Rimush, mientras que Engilsa (2,265 a. C.), el siguiente.
Manishtushu el tercero, Ur´a (2,245 a. C.) fue de Naram-sin y el úl-
timo Lugalushumgal (2,230-2,220 a. C.), fue a su vez de Naram-sin
y de Sharkalisharri. De los siguientes hasta Ur-Baba, se carecen de
datos históricos.

Después gobernaron en Lagash una serie de seis ensi, que por


sus vínculos familiares lograron alcanzar las más altas cotas de
prosperidad económica y cultural.

El primero de ellos fue Ur-Baba, 2,155-2,142 a. C., periodo en


el que el poder central apenas existió y coetáneo a la IV Dinastía de
Uruk, probablemente accedió al poder a través de un golpe de esta-
do; dominó un amplia zona del Sur Mesopotámico y fue recordado
por sus empresas agrícolas, centradas sobre todo en la excavación
de canales.

A Ur-Baba le sucedió su yerno Gudea, el Lugal o Ensi más sig-


nificativo de Lagash, personaje que ha pasado a la historia como
el prototipo de rey piadoso, justo, sabio y perfecto. Fue un buen
gobernante y un mejor administrador, alcanzando Lagash y proba-
blemente todo el centro y sur mesopotámicos, sus cotas más altas
en los campos del Arte y la Literatura.

Sus dominios comprendían, además de Lagash (la actual al-Hi-


ba), las ciudades de Girsu (actual Tello) y Nina-Siraran (actual
Zurghul), así como un gran número de aldeas y caseríos que se
conocen a partir de la documentación administrativa cuneiforme.
En total abarcaba un territorio de ochenta kilómetros de norte a sur
y unos cuarenta de este a oeste, con una superficie total de tres mil
kilómetros cuadrados.

El nombre de Gudea, significa en sumerio “el que fue nombra-


do”, que lo recibió probablemente con ocasión de su entronización.
A pesar del ingente número de artefactos e inscripciones referidos
a él que se conservan, no se sabe mucho sobre su vida. Se le atri-

499
buyen al menos veinte años de reinado, desde 2,141 a 2,122 a. C.
Según la costumbre mesopotámica, los años no se designaban me-
diante números, sino con nombres, es decir con frases que aludían
a los eventos más significativos que habían tenido lugar durante
el año. Así, el primer año de su gobierno se llamó “año en que
Gudea se convirtió en ensi (gobernador)”, y el último de que se
tiene noticia sobre él fue el “año en que fue construido el templo
Ebagara”. Gudea contrajo matrimonio con Ninalla, hija de su pre-
decesor Ur-Baba. Se le conoce una segunda mujer, con el nombre
de Nininimagina; no obstante, faltan datos que determinen si fue
ésta su primera esposa y Ninalla la segunda o si tuvo dos mujeres
al mismo tiempo.

Gudea fue el más célebre de los gobernadores de Lagash, del


Renacimiento Sumerio, como ya se dijo no era un rey, sino un Lu-
gal o Ensi que significaba gobernador, pero casi se ha generalizado
su significado como rey.

500
Siendo el más retratado de la historia sumeria, tiene más de 30
estatuas esculpida en roca volcánica (diorita zul) o dolerita negra.
Se le representa vestido como monje, con túnica, hombros descu-
biertos y las manos juntas en actitud de oración. Producen una im-
presión de serena majestad y de intenso fervor religioso. Las efi-
gies que se apartan de este modelo de relación paterno-filial con
la divinidad, lo muestran sentado, con una tablilla en el regazo, en
la que se inscribe o está, sin duda, a punto de trazarse el plano de
un templo. Una regla y un estilete, apoyados en la amplia tablilla,
atestiguan que Gudea es el autor del plano.

Una serie de inscripciones que tienen su nombre, conmemoran


la inauguración de templos locales, en Ur, Nippur, Adab, Uruk y
Badtivira, por lo que se supone que Lagash se habría convertido
por esta época en la potencia dominante de Sumeria. Durante su
reinado, la ciudad de Lagash disfrutó de la paz y de extraordinaria
prosperidad, que permitió cantidad de trabajos de utilidad pública,
tanto en su capital, como en las numerosas ciudades a las que ex-
tendía su hegemonía. Su mayor obra fue la construcción del templo
de Eninnu, consagrado al dios Ningirsu. En el Templo de Ningirsu
de Lagash, el clavo fundacional recoge la frase “…realizó (Gudea)
lo que debía hacerse…”. Frase muy significativa si la relacionamos
con el sueño de su autobiografía.

La consideración de la arquitectura como un arte no mecánica


sino intelectiva, con un carácter casi divino –que la convirtió en
una tarea digna de los dioses superiores–, lo deben a este rey. Sin
embargo es menester indicar que no es el primer arquitecto en la
cultura sumeria, habida cuenta que cuando fue gobernante, hacía
varios cientos de años que se habían construido varios zigurats,
patrocinados por diversos reyes y a diferentes dioses.

Gudea fue un rey atípico. No era habitual que un monarca o un


gobernante se interesara por oficios determinados, aunque fuesen
prestigiosos. Excepción que hizo de Gudea, un mandatario anóma-
lo que gustaba de practicar una actividad diferente a la de reinar.
Gudea usaba su riqueza para llenar de edificios la ciudad de La-
gash, e incluso hizo donaciones a templos de otras ciudades.

Gudea como arquitecto, fue el autor de una autobiografía (escri-


ta, sin duda, en su época y, posiblemente, dictada por él, sobre dos

501
altos y gruesos cilindros de arcilla, conservados en el Museo del
Louvre de París), en la que narra un sueño y lo que aconteció a con-
tinuación: una serie de divinidades se le aparecieron en sueños, le
comunicaron que tenía que construir un templo al dios protector de
la ciudad de Girsu (capital del estado de Lagash) y personal suyo,
Ningirsu (Señor de Girsu), y le mostraron el plano del templo, un
reflejo del plano de los cuerpos siderales el día en que debería ini-
ciar la construcción. Le dictaron, además, cómo debería operar y
qué materiales debería utilizar. Al despertarse, Gudea, extrañado e
inquieto por el sueño que no comprendía, acudió al templo de su
“madre”, una diosa, quien le explicó qué debía hacer: encontrarse
con otras divinidades a fin que le interpretasen el sueño. Al cabo
de poco, Gudea obedeció. Las obras se iniciaron tal como había
ordenado el cielo.

Su amor por la arquitectura llegó hasta tal punto, que adoptó


la costumbre de nombrar los distintos años de su mandato usando
como evento el inicio de una construcción, en vez de una guerra o
un desastre natural, como hacían otros gobernantes.

Las inscripciones conservadas de su reinado insisten en destacar


la preocupación de Gudea por la justicia social. En esos textos se
dice que durante el tiempo que duraron las obras del templo Eninnu
–el principal santuario de la ciudad de Girsu, dedicado al dios Nin-
girsu– reinaron en la ciudad la armonía, la justicia y la misericordia.
Consta asimismo que Gudea condonó las deudas a los pobres, se
preocupó de la manutención de las viudas y los huérfanos, liberó
a los siervos de su servidumbre económica, introdujo nuevos días
festivos y celebró diversas fiestas. Reflejen o no estas descripciones
la actuación real del soberano, lo que sí es cierto es que Gudea fue
el primer gobernador sumerio en subrayar estos asuntos largamente
y con detalles que no aparecen después en otros textos.

Gudea destacó sobre todo por su afán constructivo. No es ca-


sualidad que, de todos los reyes de Lagash, sólo él fuera repre-
sentado con los atributos de un arquitecto. Se conservan más de
sesenta fragmentos de estelas monumentales e innumerables clavos
de fundación –pequeñas esculturas de arcilla o bronce– con textos
inscritos que indican que Gudea fue uno de los ensi sumerios que
más templos renovo y construyó. Dos de sus inscripciones más pro-
lijas, inscritas en cilindros de arcilla (los llamados cilindros A y B),

502
contienen descripciones arquitectónicas únicas y evidencian una
terminología constructiva tan técnica que sólo es explicable por el
gran interés que mostraba Gudea en este tipo de materias.

El primer cilindro o Cilindro A, habla sobre la construcción del


templo, tanto por parte de la divinidad como por la del ensi de La-
gash y lo hace de esta manera: El dios todopoderoso Enlil, manda
a Ningirsu la construcción de un templo en su cuidad, el cual si-
guiendo las órdenes de Enlil, aparece luego en los sueños de Gudea
explicándole su misión e ilustrándole en la construcción del templo
y la forma de éste. Debido a que Sumer fue un país desprovisto de
materias primas, Gudea, hace traer rocas, madera y metales desde
todas las partes del Imperio, alcanzo después de la construcción de
éste, una gloria futura e imperecedera.

“El pastor construye el templo con metal precioso [...] El cons-


truye el Eninnu con piedras preciosas... El construye el templo con
oro y estaño” (Cilindro A de Gudea).

“Propagaré el respeto por mi templo por todo el mundo, todo


el universo que se extiende más allá del horizonte se reunirá en mi
nombre, e incluso Magan y Meluhha dejarán sus montañas y ven-
drán a él” (Cilindro A de Gudea).

El segundo cilindro o Cilindro B, nos cuenta los episodios


transcurridos después de la construcción del templo, en ella Gudea
ofrece el templo a Ningirsu y Bau y donde se oficiará la boda de los
dioses; este es el rito por el cual se procederá a la renovación de la
vida en todas sus formas, humana, animal o planta, y por el cual los
dioses proporcionarán a la ciudad abundantes cosechas y plenitud
en todos los sentidos.

Estos ritos se celebraban en el año nuevo (primavera) y tenía


carácter general ya que se celebraban en toda Mesopotamia, y es
que a través del matrimonio de los dioses, se traía la vitalidad de
nuevo a la tierra reseca. En estos rituales, el rey, representaba al
dios muerto y resucitado.

Entre las iniciativas de restauración llevadas a cabo por Gu-


dea destaca la del complejo de templos de la ciudad de Girsu. A
mediados del III milenio a. C., los reyes de Lagash mantuvieron

503
guerras constantes con el Estado vecino de Umma para hacerse con
el control de unas tierras muy extensas y productivas, y durante el
conflicto Lugalzagesi de Umma destruyó parcialmente la ciudad
sagrada de Girsu. A pesar de que Ur-Baba, predecesor de Gudea,
había emprendido labores de renovación y reconstrucción, fue el
propio Gudea quien llevó a término la restauración del conjunto.

Dentro de este gran complejo, el elemento más importante y el


más cuidado por Gudea fue el llamado Eninnu. En las inscripcio-
nes se explica el empeño y esfuerzo del rey por conseguir costosos
materiales de construcción. El sur de Mesopotamia carece de ma-
dera y piedra para la construcción, siendo la arcilla la materia prima
por excelencia del país. Para erigir y decorar un templo digno de
Ningirsu, Gudea importó cedros del Líbano, de los bosques de los
Zagros y el Tauro, maderas exóticas de países lejanos como Magán,
Meluhha y Dilmun, en la India y Omán actuales, así como cobre,
plata, oro, alabastro y cornalina.

El Eninnu constaba, según las inscripciones, de hasta 52 mo-


numentos distintos. Albergaba el templo de Ningirsu –el llamado
templo Águila Blanca (é-anzu-babbara)– y el de su esposa Baba, el
Etarsirsir, término cuyo significado aún se desconoce. Es muy pro-
bable que también sus hijos Igalim y Shulshaga tuvieran templos
pequeños o cellas en el recinto, que, según los arqueólogos, debió
de cubrir una superficie de aproximadamente cinco hectáreas.

Gudea fue sucedido en el trono de Lagash por su hijo Ur-Nin-


girsu, al que a su vez sucedió su hijo Pirigme. Se cree que luego la
ciudad perdió su posición hegemónica, seguramente en beneficio
de Uruk, que bajo el rey Utukhegal dominó todo el sur de Mesopo-
tamia y logró la expulsión definitiva de los guti, los “dragones de
la montaña”.

7.2.5 Enki el dios de la arquitectura sumeria.

En Mesopotamia, cada ciudad tenía una divinidad tutelar propia


(el dios del cielo, An, en Uruk; Enki, dios de las aguas, en Eridu;
Enlil, divinidad de los aires, en Nippur; Ningirsu, dios agrario, en
Lagash; el dios de la luna, Sin, en Ur, etc.), y un panteón de dioses.
Algunas divinidades se hallaban presentes en los distintos panteo-
nes locales.

504
El panteón mesopotámico era encabezado por An, el dios del
cielo, que tenía sus hijos:

El dios de los aires Enlil (en: señor, lil: aire o soplo, también es-
píritu), aéreo portavoz de An, y el dios de las aguas ocres, cargadas
de limo, de las marismas.

Enki (en: señor, ki: tierra, en este caso, el suelo húmedo y fan-
goso del delta).

Una cuarta divinidad, femenina esta vez, Ninhursağ (nin: señor


o señora, hur-sağ: montaña, de hur: hondonada y sağ: testa o cum-
bre; la montaña unía el inframundo y el cielo).

Estos cuatro dioses, eran los dioses principales, a los que se po-
drían añadir Nergal, rey de los infiernos, Utu, el sol, Sin, o Nanna,
la luna, e Inanna, la diosa del deseo engendrador y la destrucción.

Ninhursağ era una divinidad primigenia, conocida también


como Nammu, que había sufrido una degradación. De ser una dio-
sa-madre, creadora del mundo, esposa de An y madre de Enki, paso
a ser una figura de segunda fila, supeditada a la tríada principal
masculina: el Padre An, el hijo redentor Enki y el (colérico) espíritu
Enlil.

An era lo que se llama un dios ocioso: una divinidad primi-


genia que, luego de crear el universo, se retiro al cielo y dejo de
intervenir en los asuntos humanos. No responde a las plegarias de
los hombres, y se convierte en una figura lejana. Poco a poco, los
humanos dejan de invocarle. Entonces el gobierno del cielo, recayó
en Enlil, mientras An dormitaba. Pero Enlil era incapaz de resolver
problemas.

Así en el mito de la creación del hombre, cuando los dioses


primigenios, los dioses mineros, los Igigi, se cansaron de trabajar
a favor de los dioses supremos, encabezados por An, que se ha-
llaban asentados en lo alto, decidieron rebelarse y atacar el cielo.
Los dioses supremos se asustaron y no supieron qué hacer. Ni An
ni Enlil sabían cómo resolver el conflicto y tuvieron que acudir a
una tercera divinidad, que era conocido por su talento para resolver
problemas. Era una divinidad ingeniosa y astuta que hallaría la me-

505
jor manera de resolver, por las buenas o por las malas, un problema
dado. Esta suprema divinidad era Enki: el dios que sabía desenredar
asuntos complejos, deshacer ovillos en los que era imposible seguir
el hilo o la trama de un asunto.

La creación del “hombre” fue una solución a la revuelta de los


dioses ancestrales, que estaban cansados de trabajar para los dioses
de arriba, que pasaban las horas sin hacer nada. Era necesario que
alguien hiciera las tareas que los dioses no querían hacer. Enki en-
contró la solución: propuso que impregnaran los genes de los dio-
ses al homínido terrestre que vagaba en el África. Así con la ayuda
de su madre, la diosa Nammu, fueron introduciendo en la vagina de
las diosas-madres, óvulos de homínidos fecundados con esperma-
tozoide de los dioses, y al cabo de nueve meses fueron alumbrados.
Estas criaturas fueron los primeros humanos, criaturas híbridas que
Enki y Nammu habían creado, pero eran muy inferiores a las divi-
nidades y no podían reproducirse.

Enki.

Enki asumió la tarea de perfeccionarlos y darles capacidad para


reproducirse. Según los mitos, Enki utilizo su propio semen para

506
lograr su cometido y en consecuencia los defendió de la maldición
que An, desde el cielo les lanzó. Los griegos en su época tendrán
una figura mitológica de nombre Prometeo, cuyo predecesor es el
sumerio Enki.

Los seres humanos que habían adquirido capacidad para repro-


ducirse, crecieron y se multiplicaron. Su número aumentó hasta tal
punto, que el ruido que producían, fruto de disensiones y algara-
bías, llegó a molestar a los durmientes An y Enlil.

Furioso, An ordenó acabar con la humanidad, olvidando que


ellos fueron creados para hacer el trabajo fatigoso de los dioses y
cultivar la tierra que los alimentaba, con las ofrendas que propor-
cionaban. Cuatro plagas fueron lanzadas: hambrunas, enfermeda-
des y sequías fueron las primeras. Enki, enterado de las decisiones
del cielo, se apresuró para advertir a los hombres de lo que vendría,
y les aconsejo cómo sortear el mal que los abatiría. Cada vez que
venía una plaga, Enki aconsejaba honrar con particular devoción a
una determinada divinidad que los auxiliaría. Por ejemplo, al dios
de las lluvias, para que no cumpliría la orden o la cumpliría man-
samente, para sortear la sequía y a la vez, despertaría la envidia
del resto de las divinidades. No cabe duda, Enki era astuto y cono-
cedor de la psique de los hombres y de los dioses antropomorfos.
Como los humanos sorteaban las calamidades, los dioses intuyendo
que había un traidor. Enlil, por orden de An, anunció una cuarta
y definitiva condena, y para evitar que algún dios comunicara las
intenciones del cielo a los seres humanos, obligo a todos hacer un
juramento. Enki ya no podía avisarles directamente, pero nada le
impedía hablar a otros seres u elementos. Así cuando un día el sabio
Utnapishtim paseaba en canoa por los juncales de las marismas,
Enki empezó a susurrar a las cañas. Éstas vibraron como los tubos
de un órgano, modulando y amplificando su voz. Utnapishtim oyó
cómo las cañas parecían hablarle, comunicándole que lluvias to-
rrenciales se abatirían sobre los hombres, y no cesarían hasta que
no quedara ningún ser vivo. Tenía que construir un arca de madera,
con siete pisos (semejante a los siete niveles del cielo), impermea-
bilizada con bitumen que afloraba a la superficie en abundancia en
Sumeria y era utilizado como material de construcción. En el arca,
tendría que encerrar dos ejemplares de cualquier ser viviente, jun-
to con toda su familia, y que debería cerrar la escotilla en cuanto
cayera las primeras gotas de lluvia. Luego, deberán esperar que el

507
Diluvio, cesara y las aguas se amilanaran. Utnapishtim era sabio y
sabía quién era el que le mandaba esta orden, que cumplió diligen-
temente, tras informar a sus vecinos de que habían sido condena-
dos por los dioses. Apenas hubo concluido el arca, con la ayuda de
operarios y carpinteros, empezó a llover, de noche y de día. Hasta
los mismos dioses principales se asustaron de lo que habían desen-
cadenado, y se lamentaban. Algunos sumeriologos dicen que los
dioses no lo desencadenaron, solo sabían de la inminente llegada
del diluvio.

La diosa-madre se dio cuenta de lo que iban a perder: ¿Quiénes


les darían el sustento de los alimentos y los encumbrarian como
dioses?

Cuando cesaron las lluvias. Utnapištim abrió la escotilla. Las


aguas se extendían hasta el horizonte. El arca navego entonces con
rumbo al monte Nimush (Ararat) que apenas sobresalía.

Al séptimo día, nada más llegar, saqué una paloma: la suelto.


Se fue la paloma pero se dio la vuelta:
No se presentó asidero alguno y volvió hacia mí.
Saqué una golondrina: la suelto.
Se fue la golondrina pero se dio la vuelta:
No se presentó asidero alguno y volvió hacia mí.
Saqué un cuervo: lo suelto.
Se fue el cuervo, y notó el reflujo de las aguas;
Come –picotea, levanta la cola–: ya no volvió hacia mí.
(Epopeya de Gilgameš, Rey de Uruk, tablilla 11, vs. 147-156.
Traducción: Joaquín Sanmartín)

Utnapishtim entendió entonces que las aguas bajaban, que el


castigo había llegado a su fin, y que podía descender del arca. Rea-
lizaron un sacrificio, para dar gracias a los dioses, pero nuevamen-
te Enlil manifestó su desagrado por los humanos sobrevivientes, a
los que Enki defendió. Cuando fue interrogado ¿Porque lo hiciste?
Enki dijo: porque es mi hijo, refiriéndose de Utnapishtim. Luego
los dioses por su propia conveniencia, mandaron repoblar la tierra.
Enki logró la promesa del cielo que ya no castigaría más a los hu-
manos. El reinicio de la vida en la tierra, no era tarea fácil. Enki fue
proporcionando semillas y animales para la agricultura y ganadería,
también les dio tecnología y dirección para realizarlo. Poco a poco

508
la tierra se recuperaba, hasta que ya era un vergel. Plantas y árbo-
les frutales, así como toda clase de animales, ofrecían un sustento
suficiente. Pero los enemigos, y las amenazas, podían aparecer en
cualquier momento. Era necesario habilitar parcelas productivas,
para asegurar su fertilidad durante todo el año, construir lugares
de invocación y de encuentro con las potencias sobrenaturales para
rogarles clemencia en caso de peligro.

Estos trabajos requerían planificación, modelos y conocimien-


tos, que los hombres carecían. Enki, ya había delimitado y organi-
zado el espacio. La tierra se convirtió en Jauja –lugar donde reina la
prosperidad y abundancia–. Llenaba los canales de agua y fertiliza
la tierra, así describen, cuando caminaba sobre ella, convertido en
un toro semental. Había construido mansiones para los dioses, en
la tierra y en el cielo. El proyecto del arca –trazado en el barro
húmedo del suelo– y todas las enseñanzas sobre cómo construir,
también eran de su incumbencia. La organización del espacio, las
tareas edilicias no eran desconocidas ni nuevas para él. Disponía,
además, de un ejército de técnicos, engendrados por él, a su servi-
cio: el dios de los ladrillos, el dios del fuego, el dios carpintero, el
dios herrero, etc., todas ellas divinidades menores, pero necesarias,
abocadas a poner en práctica o supervisar distintas fases de las la-
bores constructivas.

Enki, recibía epítetos, como Nudimmud, que significa Creador


(del verbo sumerio dim, construir, que en acadio se traducía por
banû, y que ha dado nuestro moderno término de albañil), a veces
incluso designaba a una divinidad distinta de Enki, algo así como
una emanación o hipóstasis suya. Enki era considerado un dios
mañoso, ingenioso y “creativo”, más que “creador”.

Enki antes del diluvio, en la época cuando los dioses trabajaban


la tierra. Enki era una divinidad conocedora de artes y artimañas
para solventar problemas y conflictos. Su padre An, creó el mundo
y Enki lo completó. Asi, los canales vacíos del Paraíso mesopotá-
mico E.din, fueron llenados con el semen de Enki (agua y semen en
sumerio se decían del mismo modo: ao ab). Así pues, Enki anima-
ba y le daba vida al universo.

El universo creado por An, que era imperfecto, necesitaba ser


completado y reordenado. Enki no era un creador, era un recreador

509
o reordenador. Su nombre en acadio era Ea, palabra que algunos
especialistas derivan de la raíz semita ayya, que significa vida, y
que se encuentra también en el nombre de Yahvé.

Como dijimos, originariamente Yahvé fue un dios local, de la


montaña del Sinaí. La asociación con esta montaña, y con las cum-
bres en general, perduró. Yahvé desencadenaba tormentas y dilu-
vios, por esta razón lo asocian, no solo con Enki sino también con
Enlil, hecho que no sería inconcebible.

Enki como ordenador del mundo es descrito en el poema “Enki


y el orden mundial” cuyo texto traducido es publicado por la Uni-
versidad de Oxford entre otros:

Líneas del 1 al 16: Señor grandilocuente de los cielos y la tie-


rra, autosuficientes, Padre Enki, engendrada por un toro, engen-
drado por un toro salvaje, acariciado por Enlil, la Gran Montaña,
querido por santa Un, rey, árbol MES plantado en el Abzu, que se
levanta sobre todo tierras; gran dragón que se interponga en Eri-
dug, cuya sombra cubre el cielo y la tierra, una arboleda de viñe-
dos que se extienden sobre la Tierra, Enki, señor de la abundancia
de los dioses Anuna, Nudimmud, poderoso de la E-kur, fuerte de los
cielos y de la tierra. Su gran casa se basa en el Abzu, el gran barco
en el post del cielo y la tierra. Enki, de quien una sola mirada es
suficiente para perturbar el corazón de las montañas; donde bison-
tes nacen, donde nacen los ciervos, cabras montesas, donde nacen,
donde nacen las cabras salvajes, en los prados..., en huecos en el
corazón de las colinas, en verde... no visitado por el hombre, que
han fijado su mirada en el corazón de la Tierra como en las cañas
de división.

Líneas del 17 al 31: Contando los días y poniendo los meses


en sus casas, con el fin de completar los años y que presente los
años terminados al montaje de una decisión, la toma de decisiones
para regularizar los días: Padre Enki, usted es el rey del pueblo
reunido. Sólo tienes que abrir la boca para que todo multiplicarse
y para un montón que se establezcan. Sus ramas... verdes con sus
frutos... hacen honor a los dioses. ... En sus bosques es como una
prenda lanoso. Bueno ovejas y corderos buenos hacen honrar a...
Cuando... los campos preparados, ...se acumulará reservas y pilas.
...Hay aceite, no hay leche, producida por el redil de las ovejas y

510
las vacas - pluma. El pastor canta dulcemente su canción rústica,
el vaquero se pasa el día meciéndose sus bidones. Sus productos
harían honor a los finales de los almuerzos en el gran salón come-
dor de los dioses.

Como se puede apreciar es un dios muy poderoso cuya sola


mirada puede generar cambios importantes, es quién regulariza la
toma de decisiones en el tiempo, su sola palabra es suficiente para
que todo produzca y es quien posee los “Me”.

Los albañiles o masones sumerios y acadios (dim en sumerio


y banû en acadio), lo consideraban su dios tutelar, y en el poema
“Enki y el orden mundial” es mencionado de la siguiente manera.

Líneas del 341 al 348: Ató por las cadenas y las coordina con
las bases, y con el poder de la asamblea que planeaba una casa y
lleva a cabo los rituales de purificación. El gran príncipe puso las
bases, y puso los ladrillos. Enki puso a cargo de todo esto de cuyas
bases, una vez establecidas, no ceder, cuyas buenas casas una vez
construida no colapsar, cuyas bóvedas llegar hasta el corazón de
los cielos como un arco iris ( ? ) - Mušdama, maestro de obras de
Enlil.

Enki era el encargado de construir las obras que los dioses en


sus asambleas habían decidido, el realizaba el ritual de purificación
de la obra, colocando en las bases los ladrillos fundacionales o las
actuales primeras piedras, donde se establecía la orden divina de
la construcción y el compromiso del rey de mantenerlo para que la
construcción no colapse y que su altura llegue hasta el corazón de
los cielos como el arco iris. En este poema se habla de un“Maestro
de Obras” del dios Enlil, de nombre Mušdama.

Enki intervenía para culminar lo que otras divinidades habían


efectuado. Era una divinidad con recursos; conocimientos y trucos
que transmitió a los seres humanos para que pudieran hacerlo en el
mundo.

Enki proyectaba, construía, incluso con sus propias manos,


dirigía a sus ayudantes divinos, o a humanos, en sus tareas edili-
cias. Solía colocar los cimientos de importantes construcciones. Se
preocupaba de que a los seres humanos nada les faltara, si bien,

511
como era una divinidad, era impredecible, y bien podía revolverse
contra sus propias criaturas y destruirlas. Los hombres sabían que
sin Enki, no habrían podido sobrevivir. La ayuda que les brinda-
ba consistía siempre en la transmisión de conocimientos prácticos,
como habilitar un espacio, para construirse un techo protector don-
de guarecerse.

El rey Gudea, haciendo ofrenda al dios Enki

A Enki, se le cantaba en el mito de “Enki y Ninmah”:

Inteligente, pensador, investigador,


Dios, conocedor de toda sabiduría, creador,
Universal, nacido de la matriz,
Enki pone las manos en sí mismo
Y agita y agita sus pensamientos.

512
Dios, Enki, creador
De su propio, de su pensamiento
De su inteligencia, marca el mundo.

Por otra parte, Enki tenía los “Me”, que podríamos definirlo
como el Know how actual, entendiéndose en su traducción literal:
como hacer, como saber hacer o conocimientos prácticos.

Los sumerios le rendían gracias de manera hermosa: era el que


apartaba las armas y los males de las casas, y lograba que éstas se
convirtieran en un hogar. Enki no era únicamente un arquitecto o un
constructor, sino el que, tras habilitar el mundo, lograba que fuera
habitable y acogedor. Era quien creaba a los humanos, los recibía,
y velaba por y sobre ellos.

Enki era el dios de los dim en sumeria y de los banû en acadio


que son los albañiles y modernamente llamados “masón”. Por otra
parte los constructores estaban sumamente especializados como
obreros de construcción, albañiles, maestros de obra y arquitectos.

Si ya tenían diferenciados en sumeria al albañil, al maestro de


obras, al arquitecto y el dios tutelar de los constructores o masones:
Enki ¿Esto no es suficiente para afirmar que la masonería operativa
tiene su origen en Sumeria?

7.2.6 Los masones operativos sumerios.

Es en sumeria conforme a su mitología donde nace el oficio de


los constructores, la misma que fue reglamentada y legislada por
los diversos pueblos y culturas del Medio Oriente mucho antes que
ninguna otra, así en El Código de Hammurabi sobre los construc-
tores se dice:

Ley 228.- Si un arquitecto hizo una casa para otro y la termi-


nó, el hombre le dará por honorarios 2 siclos de plata por SAR de
superficie.
Ley 229.- Si un arquitecto hizo una casa para otro, y no la hizo
sólida, y si la casa que hizo se derrumbó y ha hecho morir al pro-
pietario de la casa, el arquitecto será muerto.
Ley 230.- Si ella hizo morir el hijo del propietario de la casa, se
matará al hijo del arquitecto.

513
Ley 231.- Si hizo morir al esclavo del dueño de la casa, dará al
propietario de la casa esclavo como esclavo.
Ley 232.- Si le ha hecho perder los bienes, le pagará todo lo que
se ha perdido, y, porque no ha hecho sólida la casa que construyó,
que se ha derrumbado, reconstruirá a su propia costa la casa.
Ley 233.- Si un arquitecto hizo una casa para otro y no hizo
bien las bases, y si un nuevo muro se cayó, este arquitecto reparará
el muro a su costa.
Ley 274.- Si uno tomó en alquiler el hijo de un obrero:
precio de un hombre 5 SHE de plata
precio de un ladrillero 5 SHE de plata
precio de un tejedor de plata
precio de un tallador de piedra de plata
...... de plata
...... de plata
de un carpintero de obra 4 SHE de plata
precio de un obrero de cueros ... de plata
precio de un carpintero de ribera ... de plata
precio de un obrero de la construcción ... de plata
le pagará por día.

En todo lo dicho encontramos: obrero de la construcción, al-


bañil, maestro de obras y arquitecto. Toda esta especialización del
constructor se dio en sumeria, mucho antes que en ninguna otra
cultura, de tal manera que el dim o banû, que es el moderno masón,
realizaban sus trabajos renumerados en Sumeria y en las culturas
posteriores del Medio Oriente. Es innegable que las construcciones
y la especialización de la mano de obra para tal fin se da en las
ciudades, y las más antiguas son las sumerias, donde tenían ritos y
rituales del oficio, y un dios patrocinador del oficio, que es Enki,
considerado el más sabio de los dioses. Con todo esto se puede
afirmar sin duda que los sumerios son los primeros masones de la
humanidad, y que esta verdad era conocida por los masones opera-
tivos de la edad media europea, evidenciado en sus Constituciones
Góticas, mucho antes que apareciera la masonería especulativa,
formalizada y ritualizada por una Gran Logia cuyo origen se da en
Inglaterra en 1,717, a través de la Constitución de Anderson que
fue publicada en 1,723.

Es innegable el valor de las evidencias escritas de las tablillas


sumerias, el Tanaj o Biblia hebrea y la Biblia cristiana, así como

514
diferentes documentos con valor científico, que los arqueólogos,
historiadores y universidades han publicado y que hemos puesto a
su disposición en el presente libro, donde indubitablemente se afir-
ma que el oficio de la construcción se originó en el Medio Oriente
en el seno de la civilización más antigua que dejo evidencia escrita,
y estos son los sumerios. Sin embargo allí también se originó la
enseñanza más profunda y perdurable de la iniciación: Morir para
renacer.

515
516
VIII. EL DESCENSO DE INANNA
AL INFRAMUNDO Y LOS
MISTERIOS INICIATICOS.
El documento escrito más antiguo del mundo, donde se narra el
misterio de la iniciación es “El descenso de Inanna al Inframundo”,
donde una deidad, va a la tierra sin retorno, seguido de su muerte,
resurrección y ascenso hacia el mundo cotidiano. Este documento
constituye un vasto ciclo de poemas, reconstruido a lo largo del
siglo XX, a medida que se encontraron y tradujeron más tablillas
cuneiformes que dejaron los sumerios sobre este primigenio mito.
La traducción de las tablillas, nos ofrecen la insólita visión de una
diosa que emprende con éxito la tarea imposible de ir al inframun-
do y retornar; no es un personaje secundario o incidental, como en
otros mitos posteriores, sino que ella es el centro de la acción.

Los masones especulativos ingleses del siglo XVIII así como


los masones de otros grandes orientes como el de Francia, consi-
deraban que los orígenes más antiguos del oficio, se remonta a la
época de la construcción del Templo de Salomón el primero y a la
ápoca de los egipcios el segundo, debido a que no se había hallado

517
en el siglo XVIII, información que pudiese afirmar una antigüedad
mayor a la que proporciona la Biblia y otros documentos que An-
derson utilizó para escribir “Las Constituciones” de la masonería
especulativa, la misma que pronto fue observada con documentos
de la masonería operativa, que precisaban una antigüedad mayor.
Estos documentos son las denominadas “Constituciones Góticas”,
o “Antiguos Cargos” (Old Charges), cuyas referencias basadas en
la biblia hebrea y biblia cristiana, ubican a los primeros masones
en el Medio Oriente. En estos documentos se mencionan a perso-
najes cuya existencia se ubican antes del diluvio y corresponden a
Adán y los descendientes de Caín, los mismos que fueron muertos
con la llegada del diluvio. Noé y su familia se salvaron de ella y
reiniciaron a poblar las tierras del Medio Oriente. Esto por enton-
ces fue considerado como “mito” o “leyenda”, muchos lugares que
se mencionaban no “existían”, no habían sido hallados. Conforme
avanzaban los descubrimientos arqueológicos, muchas ciudades
fueron desenterradas y encontraron tablillas de barro, con extraños
signos o símbolos cuyo significado se desconocía en los territo-
rios del actual Irak. Los estudiosos conforme encontraban mayor
cantidad de material, aligeraban la tarea de descifrar la extraña
escritura, hasta que con rigor científico se podía leer estos textos,
pero las narraciones que contenían eran más sorprendentes aún. Se
hablaba de diferentes aspectos de una civilización muy organizada,
la más antigua que había dejado registros escritos, con ciudades y
lugares que el Tanaj y la Biblia mencionaban. Las narraciones eran
coherentes con lo mencionado en el Tanaj y la Biblia, y mostraban
un panorama más rico en detalles, sobre la vida de los hombres en
el Medio Oriente y los inicios de la humanidad luego de la gran
catástrofe del diluvio.

El lugar común que el Tanaj, la Biblia y las tablillas sumerias


describen es el Medio Oriente, lugar donde empezó las actividades
agrícolas y la crianza de animales, luego de la última glaciación que
afecto a la tierra, y es en ella, donde surge el primer foco civiliza-
torio del mundo, con la cultura sumeria, que son los primeros cons-
tructores de ciudades y tienen la escritura más antigua. Allí ubican
los masones operativos a Nimrod, como el masón que construirá
diversas ciudades empezando con Uruk una antigua ciudad sumeria
y la Torre de Babel.

En la actualidad hay abundante material que ha surgido tras

518
descifrar tablillas sumerias, acadias y babilonias, cuyas narraciones
curiosamente no están en contradicción a las ya conocidas escri-
turas del Tanaj y la Biblia, que tomaron e integraron, antiguas tra-
diciones y mitos sumerios, para escribir los libros sagrados de las
religiones abrahamicas. Leer las tablillas descifradas y los libros
sagrados mencionados, nos proporciona un escenario más rico en
información, porque se complementan. Son las mismas historias,
narradas con fines diferentes.

En los capítulos anteriores, fuimos mostrando diferentes prue-


bas que fortalecían las afirmaciones de los masones operativos de
la edad media. Tenían razón, la masonería se originó en el Medio
Oriente, aun cuando algunos se resistan a admitir esta afirmación
y consideren que la parte medular de la iniciación masónica, tiene
origen egipcio, debido a que Osiris era el antecedente más antiguo
del misterio iniciático: “morir para renacer”, que se conocía por
entonces. Ahora a la luz de los más recientes descubrimientos se
puede afirmar que es sumeria, donde por primera vez se dejó por
escrito, esta enseñanza iniciática.

8.1 EL DESCENSO DE INANNA AL INFRAMUNDO, LA


ENSEÑANZA INICIATICA.

Para nuestro estudio de El Descenso de Inanna al Inframundo,


tomaremos la traducción del poema publicado por la Universidad
de Oxford cuyo texto es el siguiente:

1-5 Desde el Gran Arriba ella abrió su oído al Gran Abajo.


Desde el Gran Arriba la diosa abrió su oído al Gran Abajo. Desde
el Gran Arriba Inanna abrió su oído al Gran Abajo. Mi señora
abandonó el cielo y la tierra para descender al inframundo. Inanna
abandonó el cielo y la tierra para descender al inframundo. Ella
abandonó su ministerio de sacerdotisa sagrada para descender al
inframundo.
6-13 En Uruk abandonó su templo para descender al inframun-
do. En Badtibira abandonó su templo para descender al inframun-
do. En Zabalam abandonó su templo para descender al inframun-
do. En Adab abandonó su templo para descender al inframundo.
En Nippur abandonó su templo para descender al inframundo. En
Kish abandonó su templo para descender al inframundo. En Aca-
dia abandonó su templo para descender al inframundo.

519
14-19 Tomó los siete poderes divinos. Ella recogió los poderes
divinos y les tomó en su mano. Con los buenos poderes divinos,
ella siguió su camino. Se puso un turbante, tocados para el campo
abierto, en su cabeza. Ella tomó una peluca para su frente. Colgó
pequeñas cuentas de lapislázuli alrededor de su cuello.
20-25 Se colocan los granos individuales en forma de huevo
sobre su pecho. Se cubrió el cuerpo con una pala vestido, el vesti-
do de la señora. Ella puso el rímel que se llama “Que un hombre
venga, que venga” en sus ojos. Ella sacó el pectoral que se llama
“Vamos, hombre, ven” sobre su pecho. Se coloca un anillo de oro
en su mano. Sostuvo el lapislázuli varilla de medición y medición
de la línea en la mano.
26-27 Inanna viajó hacia el mundo subterráneo. Su ministro
Nincubura viajó detrás de ella.
28-31 Santo Inanna dice que Nincubura: “Ven mi fiel ministro
de E-ana, mi ministro que habla buenas palabras, mi escolta que
habla palabras de confianza”.
32-36 “En este día voy a descender a los infiernos. Cuando he
llegado en el bajo mundo, crea un lamento por mí en los montículos
ruina”. Batir el tambor para mí en el santuario. Hacer las rondas
de las casas de los dioses para mí.
37-40 “lacerar sus ojos para mí, lacerar la nariz para mí. La-
cerar sus oídos para mí, en público. En privado, lacerar sus nalgas
para mí como un pobre, vístete en una sola prenda y solo ponga los
pies en el e-Kur, la casa de Enlil”.
41-47 “Cuando haya entrado en el E-Kur, la casa de Enlil, se
lamentan ante Enlil:” Padre Enlil, no dejar que nadie matar a su
hija en el mundo subterráneo. No deje que su metal precioso pue-
de alear allí con la suciedad de los bajos fondos. No deje que sus
lapislázulis preciosos pueden dividir allí con piedra de albañil. No
deje que su hoja ser cortado hasta allí con la madera del carpinte-
ro. No deje señorita Inanna se mató en el bajo mundo”.
48-56 Si Enlil no le ayuda en este asunto, vaya a Urim En el
E-barro-Kura al Urim, cuando haya introducido el E-KIC-nu-jal,
la casa de Nanna, lamentan antes de Nanna: Padre Nanna, no deje
que nadie la muerte de su hija en el mundo subterráneo. No deje
que su metal precioso puede alear allí con la suciedad de los bajos
fondos. No deje que sus lapislázulis preciosos pueden dividir allí
con piedra de albañil. No deje que su boj ser cortado hasta allí con
la madera del carpintero. No deje señorita Inanna se mate en el
bajo mundo.

520
57-64 “Y si Nanna no le ayuda en este asunto, vaya a Eridug.
En Eridug, cuando se ha entrado en la casa de Enki, el lamento
antes de Enki”: Padre Enki, no deje que nadie mate a su hija en el
mundo subterráneo. No deje que su metal precioso puede alear allí
con la suciedad de los bajos fondos. No deje que sus lapislázulis
preciosos pueden dividir allí con piedra de albañil. No deje que su
boj ser cortado hasta allí con la madera del carpintero. No deje
que a la señorita Inanna se mate en el bajo mundo.
65-67 “Padre Enki, el señor de gran sabiduría, sabe de la plan-
ta que da la vida y el agua que da la vida. Él es el que me va a
devolver a la vida”.
68-72 Cuando Inanna viajó hacia el bajo mundo, su ministro
Nincubura viajó de detrás de ella. Le dijo a su ministro Nincubura:
“Ve ahora, mi Nincubura, y prestar atención No se olviden de las
instrucciones que le he dado”.
7377 Cuando Inanna llegó al palacio Ganzer, empujó agresiva-
mente en la puerta de los bajos fondos. Ella gritó de manera agre-
siva en la puerta del inframundo: “Ábrase, portero abrir, Abre,
Neti, abre estoy sola y quiero entrar”.
78-84 Neti, el jefe portero del mundo subterráneo, respondió
santa Inanna: “¿Quién es usted?” “Estoy Inanna yendo hacia el
este”. “Si está Inanna va hacia el este, ¿por qué tiene que viajar
a la tierra del no retorno? ¿Cómo se configura el corazón en la
carretera cuya viajero nunca vuelve?”
85-89 Santa Inanna le respondió: “Porque el Señor Gud-gal-
ana, el marido de mi hermana mayor santa Erec-ki-gala, ha muer-
to; con el fin de tener sus ritos funerarios observados, que ofrece
generosas libaciones en su estela esa es la razón”.
90-93 Neti, el jefe portero del mundo subterráneo, respondió
santa Inanna: “Quédate aquí, Inanna voy a hablar con mi amante.
Voy a hablar con mi señora. Erec-ki-gala y decirle lo que usted ha
dicho”.
94-101 Neti, el jefe portero del bajo mundo, entró en casa de
su amante Erec-ki-gala y dijo: “Mi señora, hay una chica solitaria
fuera de ella es. Inanna, su hermana, y ella ha llegado a la Ganzer
palacio. Ella empujó agresivamente en la puerta de los bajos fon-
dos. Ella gritó de manera agresiva en la puerta de los bajos fondos.
Ella ha abandonado e-ana y ha descendido a los infiernos”.
102-107 “Ella ha tomado las siete potencias divinas. Ella ha
recogido los poderes divinos y les agarrado en la mano. Ella ha
llegado en su camino con todos los buenos poderes divinos. Ella ha

521
puesto un turbante, tocados para el país abierto, en su cabeza. Ella
ha tomado una peluca para su frente. Ella ha colgado pequeñas
cuentas de lapislázuli alrededor de su cuello”.
108-113 “Ella ha colocado cuentas individuales en forma de
huevo sobre su pecho. Ella ha cubierto su cuerpo con la pala ves-
tido de señora. Ella ha colocado el rimel que se llama “Que un
hombre que” en los ojos. Ella ha tirado del pectoral que se llama
“Vamos, hombre, ven” sobre su pecho. Ella ha colocado un anillo
de oro en su mano. Ella es la celebración de la varilla de medición
de lapislázuli y la medición de la línea en la mano”.
114-122 Al oír esto, Erec-ki-gala palmea al lado de su muslo.
Se mordió los labios y tomó las palabras en serio. Ella dice a Neti,
su principal Portero: “Ven Neti. Mi jefe de portero de los bajos
fondos, no descuide las instrucciones que yo les daré Deje que las
siete puertas del inframundo sean atornilladas. A continuación, de-
jar que cada puerta del palacio Ganzer sea. Abrirlo por separado.
En cuanto a ella, después de que ella haya entrado, y agachado y
tenía su ropa retirada, se la llevarán a distancia”.
123-128 Neti, el jefe del portero de los bajos fondos, prestar
atención a las instrucciones de su amante. Se atornilla las siete
puertas del inframundo. Luego abrió cada una de las puertas del
palacio Ganzer por separado. Dijo a santa Inanna: “Vamos, Inan-
na, y entrar”.
129-133 Y cuando Inanna entró, la línea vara de medir lapis-
lázuli y de medición fueron retirados de la mano, cuando entró en
la primera puerta, el turbante, tocados para el país abierto, fue eli-
minado de su cabeza. “¿Qué es esto?” “Estar satisfecho, Inanna,
un poder divino de los bajos fondos se ha cumplido. Inanna, usted
no tiene que abrir su boca contra los ritos de los bajos fondos”.
134-138 Cuando entró en la segunda puerta, las pequeñas per-
las de lapislázuli fueron retirados de su cuello. “¿Qué es esto?”
“Estar satisfecho, Inanna, un poder divino de los bajos fondos se
ha cumplido. Inanna, usted no tiene que abrir su boca contra los
ritos de los bajos fondos”.
139-143 Cuando entró en la tercera puerta, las cuentas indi-
viduales en forma de huevo fueron retirados de su pecho. “¿Qué
es esto?” “Estar satisfecho, Inanna, un poder divino de los bajos
fondos se ha cumplido. Inanna, usted no tiene que abrir su boca
contra los ritos de los bajos fondos”.
144-148 Cuando entró en la cuarta puerta, el “Ven, hombre,
venga” pectoral fue retirado de su pecho. “¿Qué es esto?” “Estar

522
satisfecho, Inanna, un poder divino de los bajos fondos se ha cum-
plido. Inanna, usted no tiene que abrir su boca contra los ritos de
los bajos fondos”.
149-153 Cuando ella entró en la quinta puerta, el anillo de oro
fue retirado de su mano. “¿Qué es esto?” “Estar satisfecho, Inan-
na, un poder divino de los bajos fondos se ha cumplido. Inanna, us-
ted no tiene que abrir su boca contra los ritos de los bajos fondos”.
154-158 Cuando ella entró en la sexta puerta, la varilla de me-
dición de lapislázuli y la línea de medición fueron retiradas de su
mano. “¿Qué es esto?” “Estar satisfecho, Inanna, un poder divino
de los bajos fondos se ha cumplido. Inanna, usted no tiene que
abrir su boca contra los ritos de los bajos fondos”.
159-163 Cuando ella entró en la séptima puerta, la pala vesti-
do, la prenda de vestir de señora, fue retirado de su cuerpo. “¿Qué
es esto?” “Estar satisfecho, Inanna, un poder divino de los bajos
fondos se ha cumplido. Inanna, usted no tiene que abrir su boca
contra los ritos de los bajos fondos”.
164-172 Después de que ella se había agachado hacia abajo y
se había quitado la ropa, que se llevaron a distancia. Luego hizo su
hermana Erec-ki-gala aumento de su trono, y en su lugar se sentó
en su trono. El Anuna, los siete jueces, dictó su decisión en su con-
tra. La miraron –era el espectro de la muerte–. Y hablaron con ella
–era la voz de la ira–. Gritaban a ella –fue el grito de culpabilidad
pesada–. La mujer afligida se convirtió en un cadáver. Y el cadáver
fue colgado en un gancho.
173-175 Después de tres días y tres noches habían pasado, su
ministro Nincubura, su ministro que habla buenas palabras, su
acompañante que habla palabras de confianza, lleva a cabo las
instrucciones de su señora, no se olvidó de sus órdenes, que no
descuidó sus instrucciones.
176-182 Hizo un lamento por ella en sus casas en ruinas. Ella
golpeó el tambor para ella en los santuarios. Ella hizo las rondas
de las casas de los dioses para ella. Ella lacerado sus ojos para
ella, lacerado su nariz. En privado se laceró sus nalgas para ella.
Como un pobre, se vistió a sí misma en una sola prenda, y solo se
puso el pie en el E-Kur, la casa de Enlil.
183-189 Cuando hubo entrado en el E-Kur, la casa de Enlil, se
lamentó ante Enlil: “Padre Enlil, no deje que nadie le de muerte de
su hija en el inframundo. No permita que su metal precioso puede
alear allí con la suciedad de los bajos fondos, no deje que sus lapis-
lázulis preciosos puedan dividir allí con piedra de albañil, no deje

523
que su boj ser cortado hasta allí con la madera del carpintero, no
deje que la señorita Inanna sea muerta en el mundo subterráneo”.
190-194 En su rabia padre Enlil respondió a Nincubura: “Mi
hija ansiaba el gran cielo y anhelaba el gran abajo también. Inan-
na ansiaba el gran cielo y anhelaba la gran continuación, así los
poderes divinos de los bajos fondos son poderes divinos, que no
deben ser anhelaba, para el que ante ellos deben permanecer en el
bajo mundo. ¿Quién, después de haber llegado a ese lugar, podía
esperar para llegar de nuevo?”
195-203 Así padre Enlil no ayuda en este asunto, así que fue
a Urim. En el E-barro-Kura al Urim, cuando ella había entrado
en el E-KIC-nu-jal, la casa de Nanna, se lamentó antes de Nanna:
“Padre Nanna, no deje que a su hija se mate en el inframundo. No
deje que su metal precioso puede alear allí con la suciedad de los
bajos fondos. No deje que sus lapislázulis preciosos pueden dividir
allí con piedra de albañil. No deje que su boj ser cortado hasta allí
con la madera del carpintero. No lo hagas dejó señorita Inanna se
mató en el bajo mundo”.
204-208 En su rabia padre Nanna respondió a Nincubura: “Mi
hija ansiaba el gran cielo y anhelaba el gran abajo también. Inan-
na ansiaba el gran cielo y anhelaba la gran continuación, así los
poderes divinos de los bajos fondos son poderes divinos, que no
deben ser anhelaba, para el que antes ellos deben permanecer en
el bajo mundo. ¿Quién, después de haber llegado a ese lugar, en-
tonces podía esperar para llegar de nuevo?”.
209-216 Así padre Nanna no le ayuda en este asunto, así que
fue a Eridug. En Eridug, cuando ella había entrado en la casa de
Enki, se lamentó ante Enki: “Padre Enki, no deje que nadie mate
a su hija en el inframundo. No permita que su metal precioso pue-
de alear allí con la suciedad de los bajos fondos. No deje que sus
lapislázulis preciosos puedan dividir allí con piedra de albañil. No
deje que su boj ser cortado hasta allí con la madera del carpintero.
No deje señorita Inanna ser muertos en el mundo subterráneo”.
217-225 Padre Enki respondió Nincubura: “¿Qué ha hecho mi
hija, Ella me tiene preocupado? Lo que ha hecho Inanna me tiene
preocupado. Lo que tiene la maestra de todas las tierras realizadas
Ella me tiene preocupado. ¿Qué tiene el hierodule...? El hecho de
ella me tiene preocupado. Así padre Enki le ayudó en esta mate-
ria. Se retira un poco de suciedad de la punta de la uña y creó el
Kur-jara. Se quitó un poco de suciedad de la punta de la otra uña y
creó la gala-tura. Para el Kur-jara ha dado a la planta que da vida.

524
A la gala-tura le dio el agua que da vida.
226-235 Entonces el padre Enki habló a la gala-tura y el
Kur-jara: Uno de ustedes rociar la planta que da la vida por ella,
y el otro el agua que da vida. Ir y dirigir sus pasos al mundo subte-
rráneo. Flit allá de la puerta como moscas. Deslizarse a través de
los pivotes de las puertas como fantasmas. La madre que dio a luz,
Erec-ki-gala, a causa de sus hijos, se ha quedado allí. Sus sagra-
dos hombros no están cubiertos por una tela de lino. Sus pechos no
están llenos como un Cagan buque. Sus uñas son como un pico (?)
sobre ella. El pelo de la cabeza se agrupa para arriba como si se
tratara de puerros.
236-245 Cuando ella dice, “Oh mi corazón”, que vais a decir.
Usted está en problemas, nuestra ama, oh tu corazón. Cuando dice
“Oh mi hígado”, que vais a decir. Usted está en problemas, nues-
tra ama, oh su hígado. (Se le pedirá entonces:) ¿Quién es usted?
Hablando desde mi corazón a su corazón, de mi hígado para su
hígado –si usted es dios, déjame hablar con usted; si está mortal,
podrá decretarse un destino para ti–. Haz que juran por este cielo
y la tierra.
246-253 Ellos le ofrecen un río lleno de agua –no lo acepte–.
Ellos le ofrecen un campo con su grano –no aceptarlo–. Pero decir
a ella: Danos el cadáver colgado en el gancho. Ella responderá:
ese es el cadáver de su reina. Decirle: ya se trate de nuestro rey, ya
sea la de nuestra reina, danos a nosotros. Ella le dará el cadáver
que cuelga en el gancho. Uno de ustedes espolvorear sobre ella la
planta que da la vida y el otro el agua que da la vida. Por lo tanto
Inanna surgió.
254-262 La gala-tura y el Kur-jara prestaron atención a las
instrucciones de Enki. Que revoloteaban por la puerta como mos-
cas. Se deslizaron a través de los pivotes de las puertas como fan-
tasmas. La madre que dio a luz, Erec-ki-gala, a causa de sus hijos,
yacía allí. Sus sagrados hombros no estaban cubiertos por una tela
de lino. Sus pechos no estaban llenos como un Cagan buque. Sus
uñas eran como un pico (?). Sobre ella, el pelo en la cabeza fue
amontonada como si se tratara de puerros.
263-272 Cuando dijo “Oh mi corazón”, que le dijo: “Usted
está preocupado, nuestra ama, oh tu corazón”. Cuando dijo “Oh
mi hígado”, que le dijo: “Usted está preocupado, nuestra ama, oh
su hígado”. (Luego se preguntó :) “¿Quién eres tú que te digo de
todo corazón a tu corazón, de mi hígado para su hígado?”. Si usted
es dioses, ¿voy a hablar con usted? Si es mortal, podrá decretarse

525
un destino para ti. La hicieron jurar este por el cielo y la tierra.
Ellos…
273-281 Se les ofreció un río con el agua –que no lo acepta-
ron–. Se les ofreció un campo con su grano –que no lo aceptaron–.
Y le dijeron: “Danos el cadáver que cuelga en el gancho”. Santo
Erec-ki-gala que responde a la gala-tura y el Kur-jara: “El cadá-
ver es el de su reina”. Y le dijeron: “Ya se trate de la de nuestro
rey o la de nuestra reina, danos a nosotros”. Se les dio el cadáver
que cuelga en el gancho. Uno de ellos roció en él la planta que da
la vida y el otro el agua que da vida. Y por lo tanto Inanna surgió.
282-289 Erec-ki-gala, dijo a la gala-tura y el Kur-jara: “Trae
tu reina…, el…se ha apoderado”. Inanna, a causa de las instruc-
ciones de Enki, estaba a punto de ascender desde los bajos fondos.
Pero a medida que Inanna estaba a punto de ascender desde los
bajos fondos, la Anuna la agarró: “¿Quién subió nunca de los ba-
jos fondos, ha ascendido ileso de los bajos fondos? Inanna para
ascender desde los bajos fondos, dejar que proporcionen un susti-
tuto de la misma”.
290-294 Así que cuando Inanna dejó el mundo terrenal, el que
está delante de ella, aunque no es un ministro, un cetro en la mano;
el que está detrás de ella, aunque no una escolta, llevan una maza
en la cadera, mientras que los pequeños demonios, como una caja
de láminas, y los grandes demonios, como las cañas de una valla,
se lo impidieron por todos los lados.
295-305 Los que la acompañaban, los que acompañaron a
Inanna, saben sin comida, sin saber beber, comer ninguna ofrenda
de harina y beber sin libación. Ellos no aceptan regalos agrada-
bles. Ellos nunca disfrutan de los placeres del abrazo conyugal, no
tienen ningún niño dulce para besar. Se arrancan la mujer de los
brazos de un hombre. Se arrancan el hijo de la rodilla de un hom-
bre. Hace la novia salir de la casa de su padre –en ley–. Toman la
esposa de distancia de los brazos de un hombre que quitan el niño
colgando de un ama de cría de mamas. Trituran sin ajo amargo
comen sin peces, que comen no hay puerros ellos, que era, quien
acompañó. Inanna.
306-310 Después de Inanna había ascendido desde el infra-
mundo, Nincubura se arrojó a sus pies en la puerta de la Ganzer.
Se había sentado en el polvo y vestido a sí misma en un trapo de
inmundicia. Los demonios dijeron a santa Inanna: “Inanna, proce-
der a su ciudad, vamos a llevarla de vuelta”.
311-321 Santa Inanna respondió a los demonios: “Este es mi

526
ministro de buenas palabras, mi escolta de las palabras de confian-
za. No se olvidó mis instrucciones. Ella no descuidar las órdenes
que le di. Ella hizo un lamento por mí en la ruina. Montículos ella
tocar el tambor para mí en los santuarios, ella hizo las rondas de
las casas de los dioses para mí, ella lacerado sus ojos para mí,
lacerado su nariz para mí... Ella lacerado sus oídos para mí en
público, en privado, ella lacerados sus nalgas para mí. Al igual que
un pobre, que vistieron a sí misma en una sola prenda.
322-328 Todo solamente dirigió sus pasos a la E-Kur, a la casa
de Enlil, y para Urim, a la casa de Nanna, y para Eridug, a la casa
de Enki. Ella lloró en presencia de Enki. Ella me trajo de vuelta a
la vida. ¿Cómo podría entregarla a usted? vayamos a otra parte.
Vamos a pasar a la Sig-Kur-caga en Umma.
329-333 En el Sig-Kur-caga en Umma Cara, en su propia ciu-
dad, se arrojó a sus pies. Se había sentado en el polvo y se vistió
con un trapo de inmundicia. Los demonios dijeron a santa Inanna:
“Inanna, proceder a su ciudad, nos lo llevaremos de vuelta”.
334-338 Santo Inanna respondió a los demonios: “Cara es mi
cantante, mi manicura y mi peluquero ¿Cómo podría darle la vuel-
ta a usted? Vayamos a otra parte. Pasemos al E-MUC-kalama en
Bad-tibira”.
339-343 En el E-MUC-kalama en Bad-tibira, Lulal, en su pro-
pia ciudad, se arrojó a sus pies. Se había sentado en el polvo y se
vistió de trapo de inmundicia. Los demonios dijeron a santa Inan-
na: “Inanna, proceder a su ciudad, nos lo llevaremos de vuelta”.
344-347 Santa Inanna respondió a los demonios: “Sobresalien-
te Lulal me sigue a mi derecha y mi izquierda ¿Cómo podría darle
la vuelta a usted? Vayamos a otra parte. Vayamos a otra parte a la
gran manzano en la llanura de Kulaba”.
348-353 La siguieron al gran manzano en la llanura de Kulaba.
Hubo Dumuzid vestido con un magnífico vestido y sentado en un
trono magnífico. Los demonios no lo agarraron por sus muslos. A
él siete de ellos vierte la leche de sus bidones. A él siete de ellos
sacudieron la cabeza como… No me dejaron jugar el pastor de la
tubería y la flauta delante de ella (?).
354-358 Ella lo miró, era el aspecto de la muerte. Ella habló
con él (?), Era el discurso de la ira (?). Ella gritó a él, era el grito
de culpabilidad pesada: “¿Cuánto tiempo más llevárselo?”. Santa
Inanna dio a Dumuzid el pastor en sus manos.
359-367 Los que la habían acompañado, que habían venido
para Dumuzid, saber sin comida, sin saber beber, comer ninguna

527
ofrenda de harina, beber no libación. Ellos nunca disfrutar de los
placeres del abrazo conyugal, no tiene ningún niños dulces de be-
sar. Se arrancan el hijo de la rodilla de un hombre. Hacen que la
novia salir de la casa de su padre-en-ley.
368-375 Dumuzid dejó escapar un gemido y se volvió muy páli-
do. El muchacho levantó las manos al cielo, a Utu: “Utu..., Usted
es mi hermano-en-ley. Soy tu relación por matrimonio que trajo
la mantequilla a la casa de tu madre me trajo leche de la casa de
Ningal. Aparta mis manos en serpiente. Manos y convertir mis pies
en los pies de serpiente, para que pueda escapar de mis demonios,
Para que no se mantienen bodega de mí”.
376-383 Utu. Acepto sus lágrimas, de Dumuzid demonios no
podían mantener el asimiento de él. Utu volvió de Dumuzid manos
en las manos de serpiente. Se volvió sus pies en los pies de serpien-
te. Dumuzid escapó de sus demonios. Como un sajkal serpiente
que…) Se apoderaron… Santa Inanna… su corazón.
384-393 Santa Inanna lloró amargamente por su marido. Ella
le desgarraba el cabello como el esparto, que arrancó hacia fuera
como el esparto. “Usted esposas que se encuentran en el abrazo
de sus hombres, ¿dónde está mi precioso esposo? Usted los niños
que se encuentran en el abrazo de sus hombres, ¿dónde está mi
hijo precioso? ¿Dónde está mi hombre? ¿Dónde…? ¿Dónde está
mi hombre? ¿Dónde…?”
394-398 Una mosca habló con Santa Inanna: “Si te muestro
donde su hombre es, ¿cuál será mi recompensa?” Santa Inanna
respondió al momento: “Si usted me muestra dónde está mi hombre
es, voy a darle este regalo: ¿Voy a cubrir…?
399-403 La mosca ayudó (?) Santa Inanna: La joven Inanna
decretó el destino de la marcha: (?). (?) En la cervecería y la taber-
na, no puede… para usted va a vivir como los hijos de los sabios.
Ahora Inanna decretó este destino y por lo que llegó a ser.
404-410 …estaba llorando. Ella se acercó a la hermana y... de
la mano (?): “Ahora, por desgracia, mi… Usted durante la mitad
del año y su hermana por la mitad del año: cuando son demanda-
dos, en ese día se alojará, cuando se exigió a su hermana, en ese
día usted será liberado”. Así santa Inanna dio a Dumuzid como
sustituto…
411-412 Santo Erec-ki-Gala - dulce es tu alabanza.

Este es el poema que narra el mito del descenso de Inanna a Ir-


kalla, el “mundo sin retorno”, el inframundo o el hades. Es la mejor

528
descripción de los “misterios” iniciáticos y de las iniciaciones en
ella, del cual toman diversas escuelas la “magia” del “morir para
renacer”, que practica la masonería y otras escuelas.

8.2 INANNA Y OTROS MITOS POSTERIORES.

Uruk era una ciudad Sumeria en la ribera oriental del río Éu-
frates, que llegó a tener una población aproximada entre 50,000 y
80,000 personas. El período de la existencia de Uruk, cubre el final
de la era de cobre y el principio de la era de Bronce (4,000 – 3,100
a. C.), y su diosa tutelar era Inanna, la deidad femenina más pro-
minente.

Se creía, que las ciudades importantes eran consagradas a un


dios que se encargaba de su protección, y a quién se rendía culto en
el templo principal. Uruk era entonces la ciudad de Inanna, diosa
del cielo y la tierra, el amor, la fertilidad y la guerra. Era parte de la
cuarta generación de los dioses Sumerios: Era Hija de Nannar, dios
de la Luna y Ningar, la luna, y hermana gemela de Utu, dios del sol
y la justicia.

Su genealogía es muy peculiar, desciende de una abuela paterna


que fue violada, (Enlil, dios del viento violó a Ninlil, señora del
aire) y de una abuela materna que fue amada (Enki, dios de la sabi-
duría desposó a Ningikuga, diosa de los juncos), y en principio se
nombra a Inanna únicamente como estrella de la mañana y del atar-
decer, pero a medida que se avanza en los relatos, ella va ganando
una relevancia y preeminencia sobre los demás dioses sumerios y
acadios.

En la figura de terracota del III milenio a. C. que representa a


la diosa Inanna, vemos que tiene alas, que indica su relación con el
cielo y la dimensión celestial. Aparece pintada de rojo y negro al-
ternativamente, como los búhos. Sus pies en forma de garra (iden-
tificada por las escamas de la parte inferior) descansan sobre dos
leones, que a su vez, descansan sobre la montaña sagrada. Los bú-
hos responden a la imagen de la diosa como “divina señora búho”.
La palabra sumeria para búho es “ninna” y en acadio “kilili”, forma
original de la que deriva Lilita, a quien mucho más tarde, en época
bíblica, se le llamó “búho” y “lechuza”. La Lilita de la mitología he-
brea es una imagen distorsionada de la diosa sumeroacadia, puesto

529
que en las historias narradas acerca de ella siempre se resaltan sus
poderes mortíferos. A lo largo del Neolítico, el búho es una imagen
de la diosa en el mundo del “más allá”.

Su figura será asociada un milenio más tarde con Ishtar en Babi-


lonia, con Astarté en Fenicia y es también precursora de Afrodita la
diosa de la belleza, el amor, el deseo y la reproducción de la mitolo-
gía griega. Era conocida como Anahit en la antigua Armenia (Urar-
tu), Astarte (Asera) en Canaán, Fenicia y en las religiones abrahá-
micas, y como tal se le halla en el Tanaj y la Biblia. En Egipto era
conocida como Isis. Todas estas diosas son representadas como el
planeta Venus.

Con Inanna aparece por primera vez descrito el inframundo, el


paradigma del descenso al mundo de los muertos, que va a formar,
tanto desde el mito como desde el ritual, el núcleo de muchos de los
llamados “cultos mistéricos” que se originaron en sumeria y de allí

530
se trasladaron a diversas culturas posteriores hasta llegar al mundo
griego donde florecieron, en Frigia y otros lugares, según eviden-
cias comprobadas, desde el siglo VII a. C., hasta la llegada del cris-
tianismo y su consolidación en la época del Imperio Romano.

Los Misterios fueron una serie de rituales iniciáticos, con un ca-


rácter secreto y cierto sentido soteriológico (rama de la teología que
estudia la salvación). Aunque al parecer los ritos precedieron, por lo
general, a los diversos relatos míticos que surgían para explicarlos
o justificarlos, en algunos casos tal vez el ritual apareció como una
celebración que pretendía conmemorar o revivir un evento mítico o
legendario. En todo caso, los Misterios se desenvuelven alrededor
del dios o la diosa a los que estaban consagrados. En la antigüedad
griega, los Misterios por excelencia fueron los de Eleusis.

La barca de Dante (Dante y Virgilio en los infiernos), Eugène Delacroix

Otra de las descripciones detalladas del inframundo, lo hará en


la época medieval Dante Alighieri. Dante en su “Divina Comedia”,
resume todo el amplio conocimiento acumulado durante siglos,
desde los antiguos clásicos hasta el mundo medieval; su fe religio-

531
sa y sus convicciones morales y filosóficas. La obra posee un rico
lenguaje lleno de símbolos y frecuentes referencias a personajes
históricos y de la antigua mitología. A ella, numerosos artistas de
todos los tiempos, le crearon ilustraciones, destacando las de Botti-
celli, Gustave, Doré, Delacroix, Dalí y otros.

Dante, según explica Rene Guénon un distinguido masón fran-


cés, fue el más célebre “iniciado” de la Edad Media. Y como gran
adversario del papado parece haber desempeñado un gran papel en
las sociedades secretas de aquel entonces: era, en particular, uno
de los jefes de la Fede Santa, Orden Tercera de filiación templaria.
Además, se convirtió en portavoz de dicho esoterismo en “La divi-
na comedia”, que se describe como “una alegoría metafísico-eso-
térica, que vela y expone al mismo tiempo las fases sucesivas por
las cuales pasa la conciencia del iniciado para alcanzar la inmor-
talidad”.

Así, “el Infierno representa el mundo profano, el Purgatorio


comprende las pruebas iniciáticas, y el Cielo es la morada de los
Perfectos, en quienes se encuentran reunidos y llevados a su zenit
la inteligencia y el amor”.

Hay varios poemas sobre Inanna, pero el más significativo es


el descenso al inframundo. Como sabemos, éste es un tema fre-
cuente en diversas mitologías, y los descensos, adquieren aspectos
variados según las culturas, aparte del más obvio, que es la muerte
misma. Los descensos son a veces una prueba iniciática o un viaje
chamánico como en el Popol Vuh, donde los Señores de Xibalbá
llaman al inframundo a Hunahpú e Ixbalanqué; la aventura para
rescatar al ser amado como el caso de Orfeo que va al inframundo
para salvar a su esposa Euridice o la hindú Savitri para salvar a su
esposo Satyavat de las manos de Yama el dios de la muerte; la bus-
ca de una persona, como hace Odiseo y Eneas; la busca de un obje-
to, como Enkidú, que va por el pukku y el mikku de Gilgamesh, o
Quetzalcóatl, que va en busca de los huesos de los ancestros; mitos
como el eleusino, donde Kore es raptada por Hades.

Como vemos, siempre hay una razón para el descenso al infra-


mundo, pero a primera vista ésta no parecería existir en el caso de
Inanna. ¿Cuál es la razón del viaje? Si descartamos que Inanna va
a los funerales del esposo de Ereshkigal, que jamás es descrito, es

532
obvio que es un pretexto. Debe existir otra razón probable para el
descenso.

Las narraciones recuperadas por los arqueólogos (tablillas de


barro), permiten conocer varias facetas de la historia de Inanna,
que abarcan desde su nacimiento hasta su descenso al inframundo,
así como numerosos himnos y cantos que le fueron dedicados. A
partir de ellos se puede apreciar que es la evolución de Inanna, lo
que permite establecer momentos específicos como joven y luego
como mujer adulta, que son explicados en los rituales de paso que
se fundan en cuatro historias que describen la búsqueda de su iden-
tidad, la obtención de sus distinciones, la elección de un amante y
por último su descenso al inframundo.

8.3 LA NIÑEZ DE INANNA Y EL ÁRBOL HULUPPU.

En la historia del “árbol Huluppu”, en primer lugar encontra-


mos a una Inanna que aún no está completa como diosa, es solo una
niña que aún no tiene sus atributos, pero es consciente de su destino
y de la posibilidad de crear su propia gloria. Por ello rescata el árbol
Huluppu del Éufrates y lo planta en su Jardín, con la esperanza de
hacerse de su madera, un lecho y un trono, “símbolos del poder y
la sexualidad”.

La historia del “árbol Huluppu”, cuenta que el árbol fue inva-


dido por tres criaturas problemáticas: una serpiente que no puede
ser hechizada, el ave Anzú y la oscura doncella Lilith, que hace su
primera aparición en los relatos de la humanidad en esta historia.

Estas criaturas son muy significativas: La serpiente encarna “la


psique inferior, oscura incomprensible y misteriosa”, que en las
tradiciones universales consideran a la fecundidad de las mujeres
con ello. El ave Anzú por su parte, roba las tablas del destino (me)
al dios Enlil, ávido de poseer el poder y conocimiento de los me.
Por último, la oscura doncella Lilith, la primera mujer creada antes
que Eva, al mismo tiempo que Adán según la tradición cabalística,
que simboliza también la perversión del deseo y el alejamiento de
la participación y respeto de las leyes. En el Tanaj y la Biblia se
encuentra en forma velada esta creación en Bereshit o Génesis 1:
27 y 2: 7.

533
La intromisión de estas criaturas indeseadas, hacen que llore
Inanna, pues materializan su propia oscuridad y frente a ella se ve
impotente; por esta razón pide ayuda a su hermano, parte humano
y parte dios: Gilgamesh, que acude para ayudar a su hermana y
ahuyenta a los intrusos usando su fuerza. En pago Inanna le regala
el Pukku y el Mikku, elementos que jugaran un papel crucial en las
posteriores aventuras del héroe.

8.4 LA REINA INANNA.

Inanna se ve enriquecida con la transformación del árbol en ma-


dera, del cual elaboran una cama y un trono. Y desde ese momento,
Inanna está preparada para ejercer su poder y sexualidad. En otro
relato “El noviazgo de Inanna y Domuzi”, se cuenta como Inanna
elige al pastor Dumuzi como esposo, y los ritos de su boda son
repetidos por los reyes de la ciudad como una forma de asegurar
la fertilidad en los campos y los úteros de las mujeres y animales
cada año.

Inicialmente Inanna quería desposase con un agricultor, pero su


hermano Utu quería que su hermana se case con Dumuzi el pastor,
hijo de Enki y hermano de Marduk.

Inanna habló: “¡El pastor! ¡No me casaré con el pastor! Sus


ropas son burdas; su lana es áspera, desposaré al labrador. El la-
brador cultiva el lino para mis vestidos. El labrador cultiva cebada
para mi mesa.”

Dumuzi habló: “¿Por qué hablas del labrador? ¿Por qué lo


mencionas? Si te da harina negra, Yo te daré lana negra. Si te da
harina blanca,Yo te daré lana blanca. Si él te da cerveza, Yo te daré
dulce leche. Si él te da pan, Yo te daré queso de miel. Le puedo dar
al labrador la crema, la leche que me sobre. ¿Por qué mencionas
al labrador? ¿Qué tiene él más que yo?”.

Esta parte del poema nos trae a la memoria al labrador Caín y al


ganadero Abel del Tanaj y la Biblia. Solo que aquí el que triunfa es
el ganadero y pierde el agricultor. Más adelante el poema habla del
matrimonio de Inanna y Dumuzi, que será el ritual del matrimonio
de los reyes sumerios y acadios, así como de los babilonios.

534
Condujo a Dumuzi hacia los dulces muslos de Inanna y habló:
“Mi reina, he aquí la elección de tu corazón. El rey, tu amado des-
posado. Que pase largos días en la dulzura de tus sagrados muslos.
Otórgale un reinado favorable y glorioso. Concédele el trono real,
firme en sus cimientos. Concédele el cayado de los juicios de los
pastores. Concédele la corona permanente con la noble y radiante
diadema. Desde donde el sol asciende hasta donde el sol se oculta,
Del sur al norte, Desde el mar superior hasta el mar inferior, Desde
la tierra del árbol huluppu hasta la tierra del cedro, Que su cayado
de pastor proteja toda Sumeria y Acadia.

Como labrador, que sus campos sean fértiles, Como pastor, que
sus rebaños se multipliquen, Que bajo su reinado haya vegetación,
Que bajo su reinado haya riqueza de grano. En las tierras panta-
nosas que haya peces y parloteo de aves, En el cañaveral que los
juncos jóvenes y los viejos crezcan altos, En las llanuras que los
árboles mashgur crezcan altos, En los bosques que los venados y
las cabras salvajes se multipliquen, En los huertos que haya miel
y vino, En los jardines que la lechuga y el berro crezcan altos, En
el palacio que haya larga vida. Que haya crecida en el Tigris y el
Éufrates, Que las plantas crezcan altas en sus riberas y llenen las
vegas, Que la Señora de la vegetación apile el grano en montones
y cúmulos. O mi Reina del Cielo y de la Tierra, Reina de todo el
universo, Que él disfrute de largos días en la dulzura de tu cintura
sagrada”.

El rey fue con la cabeza en alto hacia la cintura sagrada. Fue


con la cabeza en alto hacia la cintura de Inanna. Fue hacia la reina
con la cabeza en alto. Abrió con amplitud sus brazos a la sacerdo-
tisa sagrada del cielo.

Inanna dijo: “Mi amado, deleite de mis ojos, ven a mí. Nos re-
gocijamos juntos. Tomó su placer de mí. Me trajo a su morada. Me
tendió en el lecho fragante de miel. Mi dulce amor, que yace junto
a mi corazón, Con juegos de lengua, una por una, Mi hermoso Du-
muzi lo hizo cincuenta veces. Ahora, mi dulce amor está saciado”.

Ahora dice: ‘Libérame, mi hermana, libérame. Serás la hija


pequeña de mi padre. Ven, mi amada hermana, debo ir al palacio.
Libérame’.

535
Inanna dijo: “Mi portador de capullos, tu seducción fue dulce.
Mi portador de capullos en el manzanal, Mi portador de fruta en
el manzanal, Dumuzi-abzu tu seducción fue dulce. Mi intrépido,
Mi estatua sagrada, Mi estatua ataviada con espada y diadema de
lapizlázuli, Qué dulce fue tu seducción...”

8.5 EL PRIMER VIAJE AL INFRAMUNDO DE ENKI Y


LOS ME ENTREGADOS A INANNA.

Otro aspecto importante en los relatos de Inanna, asentada en su


trono, con todo su poder y realeza, y con un rey a su lado, es cuando
se dirige a honrar y a persuadir al dios de la sabiduría, para que le
entregue los me (atributos de la civilización). Enki (dios de la sabi-
duría), es hijo del cielo y la tierra, creador de los hombres y dios de
las aguas. Enki fue el primer dios en hacer un viaje al inframundo,
el reino de Ereshkigal. Para Enki, es un viaje lleno de peligros y
esta narrada en el poema El árbol Huluppu, donde debido a la vio-
lencia de los ataques que sufrió en su viaje, la oposición implacable
de vientos y tormentas, el árbol del Huluppu, es arrancado de la
tierra y arrojado al Éufrates, donde lo toma Inanna.

Cuando el Dios del Firmamento, An, retiró los cielos, Y el Dios


del Aire, Enlil, retiró la tierra. Cuando la Reina del Gran Abajo,
Ereshkigal, recibió por heredad el inframundo, Él zarpó; el Padre
zarpó, Enki, el Dios de la Sabiduría, zarpó hacia el inframundo.
Pequeños guijarros de viento fueron lanzados contra él; Granizos
enormes como embestida de tortugas, atacaron la quilla del barco
de Enki. Las aguas del mar devoraron la proa de su barco como lo-
bos; Las aguas del mar golpearon la popa de su barco como leones.

En ese momento, un árbol, un árbol único, un árbol huluppu


(tal vez sauce), fue plantado en las riberas del Éufrates. Un árbol
nutrido por las aguas del Éufrates. Se elevó un remolino del viento
sur y lo arrancó de sus raíces y desgarró sus ramas hasta que se lo
llevaron las aguas del Éufrates.

Una mujer que obraba con reverencia a la palabra de An, el Dios


del Firmamento, que reverenciaba la palabra de Enlil, el Dios del
Aire, recogió el árbol del río y dijo: “Yo llevaré este árbol a Uruk.
Yo plantaré este árbol en mi jardín sagrado”.

536
Inanna cuidó del árbol con su mano. Asentó con su pie la tierra
alrededor del árbol. Se preguntaba: “¿Cuánto tiempo pasará hasta
que tenga un trono brillante donde sentarme? ¿Cuánto tiempo pa-
sará hasta que tenga un lecho brillante donde acostarme?”

Los años pasaron; cinco, luego diez. El árbol engrosó, pero su


corteza no se hendió. Entonces una serpiente que no podía ser he-
chizada hizo su nido en las raíces del árbol huluppu. El ave Anzu
puso a sus pequeños en las ramas del árbol. Y la obscura doncella
Lilith hizo su hogar en el tronco.

Como podemos percibir en el poema del árbol del Huluppu,


se narra el primer viaje al inframundo realizado por Enki, pero no
describe cómo se llega allí ni cómo se puede salir de él, o cualquier
otro detalle de cómo es ese mundo.

En el poema “Inanna y el dios de la sabiduría”, donde Inanna


visita a Enki, en medio de los brindis e intoxicado por la bebida,
Enki regala a Inanna los me, un término intraducible que se entien-
de como poderes o leyes divinas. Inanna parte con todos los me en
su barca celestial mientras Enki volvía a la sobriedad. Una vez re-
cuperado de la cerveza, Enki se arrepiente de haber cedido los me,
y manda a su sirviente detener la barca en varias ocasiones, pero en
todas es frustrado por la sirvienta de Inanna, Ninshubur.

Cuando llegan a Uruk, Inanna desembarca y presenta los me al


pueblo de Sumeria. Desde estos relatos encontramos a una Inanna,
llena de poder, realeza y todos los atributos de la divinidad y la
civilización. Es esa diosa, en la cima de su poder, amada por su
pueblo y su esposo, la que decide bajar al inframundo por su propia
voluntad.

8.6 ¿PORQUE INANNA DESCIENDE AL INFRAMUN-


DO?

El inframundo para los sumerios está regido por la diosa Eres-


hkigal, quien lo recibió en heredad en el momento primigenio de
la separación entre cielo, tierra e inframundo. Los sumerios con-
sideraban que las almas de los muertos iban al inframundo, y que
la vida continuaba allí de alguna forma como en la tierra; por ello
enterraban a sus muertos con su ollas, herramientas, armas y joyas.

537
Algunos reyes antiguos se hicieron enterrar con sus cortesanos, sir-
vientes, ayudantes y con sus carrozas. Este inframundo sumerio, no
tiene nada que ver con el infierno cristiano, pues allí no hay casti-
gos ni recompensas. El inframundo sumerio, es el lugar al que van
los cuerpos de los muertos, y del que nada regresa, del que nada
se sabe, es el lugar de lo oculto, del conocimiento prohibido, de
aquello que no es accesible a la conciencia.

Las razones por las que Inanna decide visitar a su hermana ma-
yor y gemela Ereshkigal son confusas, por una parte en el relato
se aclara que su motivo era acompañar a su hermana en los ritos
de muerte de su esposo Gugalanna, quien fue muerto por Enkidu,
acompañante de Gilgamesh en su famosa aventura. Pero de eso no
se vuelve a hablar en todo el poema, lo que hace sospechar que sus
motivos podrían ser otros. Implica que Inanna no se ha contentado
con su propio dominio sino que quiere también el de Ereshkigal
¿Podría ser? Cabe esa posibilidad ya que despierta la ira de Eresh-
kigal ante la presencia de Inanna, que ha recibido ya la mejor parte
siendo diosa de la tierra y el cielo, en tanto que a ella le han dado
como herencia “la casa del polvo” el inframundo.

Sin embargo para los iniciados de las diversas escuelas, que in-
cluye a la masonería, el primer verso del poema se hace esclarece-
dor: “Desde el Gran Arriba ella prestó oído al Gran Abajo”. En
Sumeria, se usaba la misma palabra para oído y para sabiduría. En
consecuencia la motivación de Inanna para descender al inframun-
do, es su búsqueda del conocimiento. La diosa del cielo y la tierra,
deja todo para bajar al más profundo abismo. Abandona las “siete”
ciudades donde le rinden culto, y se viste con siete me para ir al
inframundo:

1. El shugurra, la corona de la estepa en la cabeza. Insignia del


poder y la luz.
2. Arregló sus rizos oscuros sobre la frente. El bucle en los ca-
bellos es signo de identificación. Se dice que se puso un velo que
cubre el rostro. El velo simboliza el ocultamiento de los secretos
3. El cetro de lapislázuli. El cetro es un símbolo de poder y de
autoridad suprema. El lapislázuli es el símbolo cósmico de la noche
estrellada. El cielo a su vez simboliza la trascendencia, el poder y
lo sagrado.
4. Gargantillas de lapislázuli. A menudo los collares tienen un

538
valor de amuleto y propiedades mágicas.
5. Pectoral de piedras finas. Simboliza el ímpetu valeroso.
6. Capa. Símbolo de majestad, se le puede ver un simbolismo
ascensional y celeste.
7. Cercos en torno de sus ojos. El ojo simboliza la conciencia,
la percepción intelectual, simboliza la esencia y el conocimiento
divino. Inanna resalta sus ojos por lo que resalta su cualidad cons-
ciente.

Como es lógico, nos preguntamos ¿Por qué Inanna escogio es-


tos siete me? Fue al azar esta elección o, ¿Quién le indico que esos
eran los me correctos? No hay nada sobre este particular en el poe-
ma que estamos analizando, pero posiblemente fue Enki el dios de
la sabiduría que había realizado el viaje al inframundo antes que
Inanna, el cual es relatado en el poema “El árbol Huluppu”.

Ataviada de esta manera Inanna llega las puertas de Irkalla (el


inframundo), no sin antes advertir a su fiel mensajero Ninshubur
que si no regresa, busque la ayuda de los dioses, además de pedirle
que mientras esté en el abismo guarde luto con gemidos y llantos.

Una vez que esta en la puerta del inframundo, Inanna exige con
voz fiera al portero Neti, que se le permita la entrada. En la versión
Acadia del mito Innana/Ishtar amenaza con entrar por su propia
fuerza, tumbar la puerta y dejar que los muertos vuelvan a la tierra.
Aquí vemos una Innana prepotente y altiva, exigiendo entrar en el
reino de la inconsciencia, presentándose ante sus puertas con todos
sus logros y virtudes, de su poder y grandeza.

Neti pone sobre aviso a su Reina Ereshkigal y esta manda dejar


entrar a Inanna por las siete puertas, desnudándola de un me en
cada puerta. El número siete, ha sido asociado en diversas tradicio-
nes con la totalidad del orden moral y la totalidad de las energías
del orden espiritual. “Simboliza un ciclo perfecto, una perfección
dinámica, y cada período lunar dura siete días… Siete indica el
sentido de un cambio después de un ciclo consumado y de una re-
novación”. Son numerosos los usos y significados del número siete
en la cultura humana. Si aceptamos que el siete significa la consu-
mación de un ciclo y el inicio de otro, entonces podemos afirmar de
nuevo que Inanna se presenta ante Neti en la cima de su poder, no
hay nada más que ella pueda desear, pues todo lo tiene, solo queda

539
enfrentarse a la muerte, lo único que le resta conocer es el secreto
del abismo, aquello totalmente opuesto a su reino y a sí misma.

Neti hace pasar a Inanna por la primera puerta y tal como man-
do Ereshkigal, hace inclinar a la reina del cielo y la tierra, que pasa
inclinada las puertas del inframundo. En la primera es despojada de
su corona, y en cada puerta le son arrebatados todos los atributos de
la divinidad, la civilización y la consciencia con los que se vistió.
En cada puerta Inanna interroga a su verdugo sobre la razón de tal
vejación y lo único que escucha es que son las leyes de la dueña del
mundo inferior. En todo esto, permanece junto a Inanna en las siete
puertas, la duda y el ansia de conocimiento que no la abandona
jamás.

Inanna ahora esta desnuda, acompañada únicamente por la


duda, sin poder, sin conocimiento, sin realeza y sin divinidad. Entra
inclinada ante Ereshkigal, su hermana mayor y se acerca al trono.
Entonces los Anunna, los jueces del inframundo, dictan sentencia
en su contra, le clavan los ojos de la muerte e Innana se convierte en
cadáver, en carne podrida que es colgada de un gancho.

Inanna se presentó ante las puertas del inframundo como reina


del cielo y la tierra, llega ante Ereshkigal como reina de nada, po-
seedora únicamente de la duda.

Tres días y tres noches después, su fiel sirvienta, clama ante


los dioses por su reina, primero va ante Enlil, dios del cielo, quien
responde:

“Mi hija anhelaba el Gran Arriba.


Inanna anhelaba el Gran Abajo.
Aquélla quien recibe los me del inframundo no regresa.
Aquélla quien va a la Ciudad Sombría allá se queda.”

Inanna recibió los me del inframundo, los poderes sobre la


muerte y la inconsciencia, el conocimiento profundo que tanto bus-
caba, pero este conocimiento le impide regresar. Nadie que tenga
poder sobre los muertos puede caminar entre los vivos, esa es la ley
de Enlil.

El único dios que presta atención a las plegarias de Ninshubur

540
y le proporciona ayuda es Enki, dios de la Sabiduría, el mismo que
había entregado los me a Inanna. Enki crea dos seres que no son
ni machos ni hembras y los envía junto con el agua de la vida al
inframundo, para que se ganen el favor de Ereshkigal consolándola
en sus dolores de parto.

Las criaturas que envió Enki sirven bien a Ereshkigal, y está en


cambio, les concede que se lleven el cuerpo de Inanna que es revi-
vida con el agua de la vida.

8.7 QUE OCURRE CON ERESHKIGAL E INANNA

De pronto ¡En el inframundo Ereshkigal va a parir! ¿Un parto


en el reino de los muertos? ¿Vida nueva en la muerte?

Las hermanas gemelas, Ereshkigal e Inanna, cada una ejerce


sobre la otra la acción que le es propia. Los enviados de Enki, en
forma de moscas, van a rescatar a Inanna, la diosa del inframundo
y Ereshkigal tiene dolores de parto. La presencia de Inanna en el
inframundo hicieron fértil a los poderes de la muerte: La diosa de
la vida muere. La diosa de la muerte pare. Este entrecruzamiento de
energías y poderes, apunta hacia una peculiar unión de contrarios.

¿A quién pare Ereshkigal? A Inanna, quien vuelve a la vida


después de los dolores de parto. Lo sorprendente del mito es que
permite ver, cómo la intrusión de Inanna en el inframundo, provoca
que estos dos poderes entren en una interacción transformadora.
“Ya no son fuerzas separadas la muerte y la vida”.

“Inanna muere, Ereshkigal pare. Un ciclo termina, un nuevo


ciclo comienza”, Inanna ha intercambiado poder y energía con su
hermana. Por fin está completa, es una sola la diosa los poderes del
cielo, la tierra y el inframundo, se ha unido lo que se separó en un
principio, es la gran diosa madre que ha atravesado todas las fases
y ha vuelto a renacer.

Pero Inanna no puede abandonar el inframundo. La regla pro-


híbe la salida: una vez que se ha entrado no se puede salir, la única
posibilidad es dejar a alguien en su lugar. Inanna luego de recorrer
la tierra elige a su esposo Dumuzi, quién no estaba acongojado por
su muerte. Entonces Ereshkigal dictamina, solo estará allá la mitad

541
del año y su hermana lo reemplazará la otra mitad, conmovida por
sus ruegos. Esto es otra prueba del poder adquirido, ahora puede
hacer dictar quién entra y quién sale.

“El viaje para obtener conocimiento, la hace despojarse de


todo lo que era y renace como alguien nuevo, con mayor poder y
sabiduría. Eso es el gran secreto de la iniciación masónica”.

Inanna ha vencido a la muerte. Convertida en un ser con mayor


poder, ahora conoce el secreto iniciático: “morir para renacer”.

¿Quién ayuda a Inanna a salir del inframundo? Su abuelo Enki,


el dios de la sabiduría. En el poema “El árbol Huluppu”, se des-
cribe el enfrentamiento del propio Enki con los poderes del infra-
mundo, de modo que él ya lo conoce. Enki había dotado a Inanna
de todos los me, las ordenanzas y atributos de poder. Enki es quién
envía auxilio para rescatarla del inframundo.

Este mito tiene muchas lecturas posibles. Otra de ellas conside-


ra el “poder generador complementario”, porque Dumuzi también
descienda al inframundo, dando sentido a los ritos de fertilidad,
que existían en la sociedad sumeria y de allí se proyecta a otros
posteriores, pero de ninguna manera agota el contenido mítico del
poema.

Entre los me que Enki otorgo a Inanna, está el de la “Hieródula


celeste”, pero la diosa no se limita a ese papel. El mito refleja un
ideal de diosa y de mujer mucho más completo. Lamentablemente,
en el mito y los rituales de Ishtar, la figura semítica posterior en un
milenio a Inanna, será más violenta, vulgar y promiscua, resaltando
solo los aspectos de su sexualidad y la fertilidad. La versión acádica
describe cómo al descender Ishtar al inframundo, “el toro ya no cu-
bre a la vaca, ni el carnero a la oveja”. En el mito de Eleusis, mu-
chísimos años después en Grecia, Deméter provoca la sequía por su
enojo cuando su hija Kore fue raptada por Hades. En el descenso de
Inanna hay una breve mención a una sequía, pero no por la ausencia
de ella sino de Dumuzi: “Cuando desaparezca tu cayado de pastor,
los galla provocarán que todo se seque”.

El hecho que Inanna no responda a esta dinámica, evidencia que


hay otro significado predominante. Las versiones posteriores a la

542
sumeria, trivializan la búsqueda de Inanna. Para los babilonios, Ish-
tar llega a descender al inframundo para rescatar a Tammuz el Du-
muzi babilonio, en una versión más sentimental y asimilable. Como
se puede percibir, el aspecto profundo de Inanna ya se había perdi-
do. En ésta, la sexualidad aparece como una faceta complementada
con otras: es esposa y amante, también madre y gobernante, pero
el verdadero carácter de la aventura del descenso al inframundo, se
puede apreciar en su plenitud en la versión sumeria.

Algunos estudiosos consideran que el mito de Inanna, es el últi-


mo vestigio de una era y una sociedad en que la mujer tenía un lugar
importante. Esta era es la del “matriarcado”. Si recordamos que el
pueblo sumerio no era semita ni tampoco indoeuropeo, se abre un
abismo de posibles especulaciones. ¿De dónde venían? ¿Cuál fue
su organización primitiva? ¿Es un matriarcado anterior a la cultura
sumeria y que simboliza los poderes de la madre tierra?

Pero el relato no transfiere a una figura femenina, las hazañas


propias de los héroes tradicionalmente masculinos. Este poema
nos muestra las hazañas de una figura estrictamente femenina. La
empresa del descenso al inframundo, es consistente con los rasgos
del carácter de Inanna, una figura muy poderosa, que los poemas
anteriores referidos a ella han puesto en evidencia. Inanna es una
mujer-diosa decidida, constante en sus propósitos, valiente y con
una alta estima de sí misma. Es una figura expansiva en busca de su
propia plenitud, algo que no volverá a verse desde el tercer milenio
antes de cristo, hasta el siglo XX de nuestra era. Es decir es una fi-
gura antigua con los rasgos más modernos que la mujer desea tener.

8.8 EL DESCENSO Y LOS MISTERIOS.

Son muchos los estudiosos que dicen que hay una gran enseñan-
za en el poema de “Inanna y el descenso al inframundo”, sobre el
cual se construyó diversos aspectos simbólicos de los “misterios”
muy en boga en las épocas egipcia, griega, romana y posteriores

En ella se puede observarse cómo el motivo del descenso al in-


framundo y el ascenso posterior –katábasis y Anábasis– así como el
establecimiento cíclico de este suceso, tuvo una extendida resonan-
cia en numerosos cultos mistéricos y ha pervivido en la masonería
y en otras escuelas iniciáticas.

543
Dentro de los cultos mistéricos y sociedades iniciáticas, es fre-
cuente encontrar la aventura mitológica del héroe, fórmula que es-
tructura los ritos de iniciación: separación – iniciación - retorno.

Cuando empieza la hazaña con el viaje del héroe, hay un trán-


sito del mundo cotidiano, el de todos los días, hacia un mundo so-
brenatural lleno de portentos; allí se enfrentará a pruebas, tendrá
aliados y adversarios, conocerá realidades asombrosas y sufrirá una
transmutación interior de la que emergerá conociéndose mejor, ten-
dra mayor conciencia de sus fuerzas. Entonces, el héroe o iniciado,
regresará al mundo del que partió al principio, con la posibilidad de
entregar algún tipo de don, mensaje o guía a sus pares. A veces es
capaz de regenerar una sociedad entera, pero otras veces su regalo
o sabiduría descubierta es ignorada o despreciada por los demás
(caso común entre aquellos artistas que son reconocidos generacio-
nes después), todo es cuestión de “coyunturas simbólicas”, de que
el mundo esté o no preparado para recibir su aporte.

La aventura por excelencia del héroe mítico, es el viaje al Más


Allá, al Mundo de los Muertos, Tártaro, Inframundo, Infierno, o
como prefiera llamarlo (a veces incluso se le llama “hades”, como
el dios). Aunque se trata de un oscuro y temible reino al que se entra
cuando uno muere y del cual ya no se retorna, algunos mortales o
semidioses han conseguido descender a sus dominios –motivados
por alguna interrogante, prueba impuesta o asunto a resolver– y
luego emergen sanos y salvos a la superficie.

Hades alude al dios de la muerte griego, asi Homero hacía refe-


rencia solo al dios como Hades, y a su morada o casa/dominio de-
nominaba “elisión” o morada de los muertos. El dios griego Hades
será llamado Pluton por los romanos. El hades como morada de los
muertos, es mencionado en el “Nuevo Testamento” de la Biblia, en
forma paralela a la palabra hebrea “sheol” que significa tumba o
pozo de suciedad y alude a la morada de los muertos.

En general, tanto en los mitos como en las escuelas iniciáticas,


hay la necesidad de una preparación espiritual previa, para embar-
carse en esa travesía, y estas pueden ser rituales de purificación o
sacrificios. No se puede tomar a la ligera el contacto con la muerte,
con el misterio de lo ominoso, e incluso con los territorios de nues-
tra sombra personal y la colectiva (en el sentido junguiano: el lado

544
oscuro de la personalidad, los aspectos rechazados y negados por
nosotros mismos o nuestras sociedades). Muchas veces a los héroes
se les escapa de las manos el botín que arduamente consiguieron
en el Más Allá –es el caso de Orfeo, Gilgamesh y Psique–, pero
siempre regresan más sabios, convertidos en ejemplo, y hasta con
conocimientos de carácter iniciático que le son revelados, inagu-
rando nuevas tradiciones; fue el caso de los conocimientos órficos
sobre el alma después de la muerte, que influyeron posteriormente
en el cristianismo e inauguro las tradiciones fúnebres.

En muchas de estas historias, aparece también, la figura del guía


o “ayudante sobrenatural”, que es un maestro, un iniciador que
orienta, en ocasiones incluso es una presencia directa que nos con-
duce al otro mundo; dentro del mito clásico, el dios que cumple este
papel por excelencia es Hermes o Mercurio quien –por ejemplo–
guía a Hércules en su descenso al Inframundo. Dante tuvo a Vir-
gilio (quien es reemplazado luego por Beatriz al llegar al Paraíso);
Ulises a Circe; Eneas a la Sibila; Psique a una torre que la aconse-
jó. Implican una dosis de confianza por parte del héroe, un arrojo
para seguir el llamado a la aventura, seguro de que los guardianes
aparecerán. Ellos son o representan el apoyo de nuestra personali-
dad consciente dentro de ese ámbito, mucho más grande al que nos
adentramos a explorar el inconsciente; son como el hilo de Ariadna,
que devuelve al héroe sano y salvo luego de sus andanzas en el la-
berinto, para luego renacer.

Desde el Gran Arriba, Inanna “presta oído” al Gran Abajo y ella


va en busca de un nuevo conocimiento. Al atravesar las siete puer-
tas es desnudada de sus atributos y funciones de reina y de mujer,
es decir, se habla de ese despojo necesario en los Misterios, donde
se muere a todo lo anterior y al viejo yo.

Inanna era reina de la tierra y cielo, pero al entrar al inframundo


muere y se convierte en un cadáver que se pudre en un gancho. La
característica de los Misterios es que al renacer, se resurge con un
nuevo yo, más pleno y con más poder, y en similitud también ocu-
rre en las sociedades iniciáticas en general.

Para entender esta plenitud, es necesario entender el nacimiento


de Inanna en el inframundo, donde es parido por su gemela Eresh-
kigal. Por los símbolos del relato, indubitablemente Inanna vuelve

545
a la vida, después de que Ereshkigal tiene su parto. Esto es el aspec-
to básico de la iniciación: volver a la vida, a través de la resurrec-
ción o renacimiento.

Sin embargo no solo es eso. Inanna instaura la periodicidad del


descenso y ascenso de Dumuzi y Geshtinanna al inframundo, que
enriquece y completa este patrón, ligándolo con los rituales de fer-
tilidad que serán característicos de muchos mitos y cultos, como
los de “El” y “Baal” en los hebreos o sus hijos Mot y Aleyin en
Fenicia, o quizá el del Telepinu hitita, así como los posteriores ritos
de Astarté y Adonis, tambien los de Attis en los misterios frigios de
Cibeles, y los de Kore en los misterios de Eleusis en Grecia.

Estas figuras y otras seguirán ese patrón que fue instaura en Su-
meria. El descenso es pues la experiencia de la muerte, el ingreso al
vientre de la madre tierra. Allí se sepulta a los muertos, pero tam-
bién allí es donde germinan las semillas, donde están los poderes
subterráneos de la muerte y la regeneración, así como –desde otro
ángulo– existe un fondo insondable de sabiduría, que puede repre-
sentar el lado oculto de la propia psique (alma humana).

Otros estudiosos sostienen que Inanna y Ereshkigal, son sólo


distintos aspectos de la misma diosa madre, que Ereshkigal es el as-
pecto oscuro y olvidado de la propia Inanna. Pero Inanna y Ereshki-
gal, son seres diferentes, son gemelas en el mito. Lo que sorprende
en este mito, es que Inanna en el inframundo, provoca que los dos
poderes (muerte y vida) entren en una interacción transformadora.
No son fuerzas separadas la muerte y la vida.

El simbolismo del ascenso de Inanna, es que ella ha hecho suyo


el conocimiento del inframundo. En cierta medida ella misma se
vuelve Ereshkigal, pero al recatar a Dumuzi muestra que no hay en
ella la crueldad de las leyes del Gran Abajo, pero si un sentido de
justicia distinto. Ahora, ella es más sabia.

En Inanna se juntan, las leyes de los tres reinos (Cielo, tierra e


inframundo), que implica un conocimiento más completo de sí. En
los Misterios, el conocimiento, es la entrada literal a la oscuridad,
que enriquece la cara luminosa de la conciencia, aspecto que ocurre
también en la masonería.

546
Inanna se encuentra con Ereshkigal en el inframundo, ambos
poderes actúan sobre cada una de ellas hasta fundirlas en una sola.
En los mitos posteriores de otras culturas, los viajeros al Inframun-
do llegan a “entrevistarse” con Hades, el Dios de los Muertos, o
con su esposa Perséfone. Inanna y Gilgamesh, no encuentran a Ha-
des, pues aún no existía los mitos griegos, pero se encuentran con
Ereshkigal la diosa del inframundo. Dante Alighieri, en su “Divina
Comedia”, se cuelga de las barbas del mismísimo demonio, pero
no establece una relación personal con él; Orfeo consiguió llegar
hasta el Dios de la Muerte embrujando con su música a todo guar-
dián que se le pusiera enfrente, y hasta dicen que durante algunos
momentos las almas del Inframundo olvidaron sus pesares; Hades,
conmovido, accedió a entregarle a Eurídice y dejarlos regresar a la
vida, pero le puso aquella condición de no mirar atrás que lo hizo
fracasar (como a todo el que queda ligado obsesivamente al pasa-
do). Psique, que baja a los Infiernos por encargo de Afrodita para
pedirle a Perséfone que le donara un poco de su belleza en un co-
frecito, logra su cometido (por desgracia, abrió el frasco y cayó en
un profundísimo sueño), para lograrlo sortea las trampas de la an-
fitriona: Perséfone sabía, que si uno come algo en el mundo de los
muertos debe permanecer allí para siempre, así como si se sienta
en la silla del olvido quedará inmovilizado, pero Psique estaba bien
asesorada. En cambio, Teseo y Piritoo, quedaron sentados por toda
la eternidad luego de que Hades los recibiera con una opípara cena,
muestra de su falsa hospitalidad; Teseo solo regresa a la superficie,
finalmente, cuando Hércules lo rescata.

El encuentro más insólito con el dios Hades lo protagoniza Hér-


cules, quien debía llevarse al Cancerbero (el guardián del hades),
quizás el trabajo más difícil de los doce que le asignaron: una ver-
sión cuenta que Hades concedió su permiso siempre y cuando el
héroe lograra dominar al perro de tres cabezas sin armas, sólo con
su fuerza bruta. Pero existe otra interpretación según la cual el dios
se opuso a entregar a su fiel perro, entonces Hércules derribó a Ha-
des de una pedrada, o con sus flechas, obligándolo así a prestarle a
su poco amistoso perro. Por su parte, durante la estadía de Ulises
en el tártaro ni Hades ni Perséfone se le aparecieron cara a cara.
El “tártaro” griego es el equivalente al “infierno” cristiano, pues
los griegos a la parte profunda y sombría del hades, que era usada
como mazmorra de tormento y sufrimiento, llamaban “tártaro”.

547
La aclaración de lo que era el hades y el tártaro como lugares
para los griegos es pertinente, ya que el Tanaj fue escrito en hebreo
y se traslitero al griego para constituir posteriormente el “Antiguo
Testamento” de la Biblia cristiana.

El descenso al inframundo sumerio o infierno cristiano, se em-


prende por muy diversas razones: por amor, por conocimiento, por
obligación o por servicio, sin que medie decisión alguna de nuestra
parte, generalmente para obtener algo a cambio, o por egocentris-
mo y desafío, para encontrar un guía o apoyo para el futuro.

Enfrentarse a la muerte es estar dispuestos a abandonar toda


certeza, a entregarse a lo que no se puede anticipar ni cambiar por la
voluntad solamente. Es aventurarse en lo desconocido y terrorífico
de nuestras profundidades psíquicas, de nuestras experiencias de
vida, en la esperanza de un retorno a la superficie con una integra-
ción mayor de la totalidad de nuestros aspectos. Puede ser la bús-
queda de una resurrección simbólica, de la digna culminación del
más trascendente viaje heroico de todos: el de nuestra propia vida.
Esa es pues la esencia de toda iniciación.

Los griegos tienen un poema similar, el de Perséfone que es la


base de sus misterios en su cultura. En el mito del rapto de Persé-
fone se tienen dos protagonistas, Deméter y su hija, Perséfone que
es raptada por Hades mientras se acerca a recoger un narciso. El
narciso es usado en las ceremonias de iniciación, pues representa el
entumecimiento de la muerte o el sueño, la flor crece en primavera
y se le vincula a los ritmos estacionales con sus ciclos muerte-sue-
ño-renacimiento.

Este rapto se puede interpretar como la evolución de niña a mu-


jer que en el mito de Inanna se presenta cuando se enfrenta con la
ayuda de su hermano a los demonios que habitan el árbol de Hulu-
ppu. El paso de Inanna es un paso anhelado, soñado y esperado, el
de Perséfone es traumático, sorpresivo, y lleno de dolor. Mientras
que Inanna se preparó para enfrentarse con su hermana, Perséfone
no estaba lista para ver a Hades, ni lo deseaba. En ambos mitos hay
alguien que se queda llorándolas y rogando a los dioses por ellas,
en el caso de Perséfone es su madre, Deméter.

Deméter es la diosa Griega de la agricultura, protectora del ma-

548
trimonio y la ley sagrada, portadora de las estaciones y protectora
del ciclo de la vida y la muerte. Deméter es hija de Cronos y de Rea
y por lo tanto hermana de Zeus, con quien tuvo a Perséfone.

Los gritos de Perséfone mientras era raptada fueron escuchados


por su madre, pero lo que acontecía solo fue presenciado por el Sol
y la diosa Hécate. Y fue el primero, conmovido por su dolor, quien
confesó a Deméter lo que había pasado. En el relato no se narra
nada de lo acontecido en el inframundo, sino que se habla del dolor
de Deméter y sus trabajos en la tierra.

Para comprender lo que pasa abajo, debemos echar un vistazo a


lo que pasa arriba. Deméter habita la tierra, la conciencia, y Persé-
fone el inframundo, la inconsciencia, podemos tomar la historia de
Deméter como espejo de la historia de Perséfone.

Es justamente esta naturaleza de especular, lo que nos permite


hacer una comparación con el mito de Inanna; Deméter renuncia a
su condición de diosa ante la impotencia de rescatar a su hija, igual
que Inanna se despoja de sus atributos divinos ante las puertas de
Irkalla. Tal vez entonces, Perséfone también se vea despojada de
sus condiciones anteriores, si antes de ser raptada era una doncella,
el rapto en sí mismo puede simbolizar la pérdida de su virginidad.
El llanto y las lamentaciones que durante nueve días profiere De-
méter puede ser espejo del mismo sentimiento de zozobra que em-
briaga a Perséfone ante la aterradora nueva realidad a la que se ve
enfrentada sin buscarlo.

Si Perséfone pierde su libertad, también pierde su libertad De-


méter y cuenta a las hijas del rey de Eleusis que fue raptada (igual
que Perséfone) para ser acogida como Nodriza del hijo del rey, es
decir como sirvienta, esclava en un reino que no es el suyo. Durante
su estancia en Eleusis, Deméter no se alimenta de nada vivo, no
bebe el vino que le ofrecen, ni ocupa el sitial que la esposa del rey
le cede. Deméter no quiere ocupar la silla de la reina de Eleusis,
demostrando así también el rechazo que muestra Perséfone a ser la
reina del inframundo; Perséfone no quiere estar en el reino de los
muertos, y al igual que Deméter no busca ser la reina de ese reino
desconocido. Poco a poco, gracias a las atenciones de sus anfitrio-
nes, Deméter vuelve a reír, y se encarga de preparar al hijo del rey
para ser inmortal, tal vez como forma de sustituir a su hija.

549
Cuando Deméter recupera su forma de diosa, vuelve a sentir
nostalgia por su hija, y hace que en la tierra no germine semilla al-
guna. Deméter decreta la muerte hasta que su hija regrese a su lado.
En el mito Sumerio, las semillas dejan de germinar cuando los jue-
ces del inframundo se llevan a Dumuzi consigo; hay ira en Inanna
cuando encuentra a su esposo y en Deméter cuando la apartan de su
trabajo de nodriza.

Zeus, preocupado porque la escasez de alimentos llevaría a los


humanos a la extinción, y con ellos a la extinción de los dioses, en-
vía a Hermes, el único que puede entrar y salir del inframundo para
que recupere a Perséfone; Hades acepta devolverla no sin antes ha-
cer que esta coma unas semillas de granada, símbolo de fertilidad,
obligándola así a volver cada tercio del año, pues quién come en
el inframundo debe quedarse allí. Acá encontramos otro paralelo
con el mito sumerio, entre Perséfone y Dumuzi, pues los dos deben
volver al inframundo cada cierto tiempo.

Cuando Perséfone regresa con su madre, adquiere un lugar hon-


roso al lado de los dioses inmortales, lugar que no tenía antes, pues
se convierte en señora del Inframundo. Deméter deja que la tierra
florezca de nuevo y se pone en marcha con su hija vuelta a la vida,
hacia la asamblea de los dioses.

Perséfone al igual que Inanna, regresa del inframundo revestida


de poder, y en ambos mitos se teje una explicación de las estacio-
nes, pues mientras Perséfone y Dumuzi están en el inframundo,
nada germina, y cuando regresan la vida regresa a las plantas y a
las semillas.

El mito del rapto de Perséfone, da lugar a los misterios de Eleu-


sis, que eran considerados los ritos de mayor importancia en la anti-
gua Grecia. En estos mitos se tomaba una bebida que probablemen-
te tenía elementos psicodélicos que pudieron haber debilitado la
conciencia de los participantes para permitir que afloren las formas
inconscientes, o del “inframundo”, repitiendo en ellos el mito.

Inanna y Perséfone presentan grandes diferencias en sus res-


pectivos descensos, por un lado Inanna ya es madura y poderosa
cuando emprende su camino voluntario, mientras que Perséfone es
todavía una niña a la que le gusta jugar y recoger flores. Inanna en

550
su descenso va acompañada de la duda y el afán de conocimiento,
mientras que Perséfone está llena de aflicción y temor, ambas pier-
den las condiciones que tenían antes de entrar y ambas regresan a
la tierra llenas de poder y honores.

8.9 LAS SIETE PUERTAS DEL INFRAMUNDO Y LA INI-


CIACION.

Existen varias versiones del mito, sumerio, acadio o babilónico


de “Inanna y el descenso al inframundo”, y en ellas se dice que
Inanna tuvo que pasar por siete puertas para llegar al inframundo
debido a que Erishkigal diosa del inframundo, no le cayó muy bien
la llegada de su hermana, por lo que permitió la entrada, con la
condición de dejar una ofrenda en cada una de las siete puertas del
tiempo. En la versión babilonia a Inanna le llaman Ishtar y narran
el pasaje de la siguiente forma:

“Entra, señora mía, que Kutah[5] se pueda alborozar por ti,


(40) Que el palacio de la Tierra sin Regreso se alegre De tu presen-
cia”. Cuando la primera puerta le hizo cruzar, Arrebató y quitó la
gran corona de su cabeza. “ Por qué, oh, portero, quitaste la gran
corona de mi cabeza?” “Pasa, señora mía, así son las reglas de
la Dueña del Mundo Inferior”. Cuando la segunda puerta le hizo
cruzar, Arrebató y quitó los pendientes de sus orejas. “ Por qué,
oh, portero, quitaste los pendientes de mis orejas?” “Pasa, señora
mía, así son las reglas de la Dueña del Mundo Inferior”. Cuando
la tercera puerta le hizo cruzar, Arrebató y quitó las cadenas de su
cuello. “ Por qué, oh, portero, quitaste las cadenas de mi cuello?”
“Pasa, señora mía, así son las reglas de la Dueña del Mundo In-
ferior”. (50) Cuando la cuarta puerta le hizo cruzar, Arrebató y
quitó los adornos de su pecho. “ Por qué, oh, portero, quitaste los
adornos de mi pecho?” “Pasa, señora mía, así son las reglas de
la Dueña del Mundo Inferior”. Cuando la quinta puerta le hizo
cruzar, Arrebató y quitó el ceñidor de piedras de alumbramiento de
sus caderas. “ Por qué, oh, portero, quitaste el ceñidor de piedras
de alumbramiento de mis caderas?” “Pasa, señora mía, así son las
reglas de la Dueña del Mundo Inferior”. Cuando la sexta puerta le
hizo cruzar, Arrebató y quitó las abrazaderas de sus manos y pies.
“ Por qué, oh, portero, quitaste las abrazaderas de mis manos y
pies?” “Pasa, señora mía, así son las reglas de la Dueña del Mun-
do Inferior”. Cuando la séptima puerta le hizo cruzar, (60) Arreba-

551
tó y quitó el calzón de su cuerpo. “ Por qué, oh, portero, quitaste el
calzón de mi cuerpo?” “Pasa, señora mía, así son las reglas de la
Dueña del Mundo Inferior”.

Descenso de Ishtar o Inanna al inframundo, E. Wallcousins (1883–1976)

En la versión sumeria, en la primera puerta el guardián obligó a


la diosa a entregar sus sandalias, consideradas símbolo de la volun-
tad para luchar contra sí mismo. En la segunda puerta, debió dejar
sus joyas, (cosas materiales). En la tercera puerta, entregó sus ro-
pas, (el aspirante a la luz, tiene que despojarse de las cosas ilusorias
de este mundo).

552
Para los iniciados de las escuelas iniciáticas se considera que
necesitamos morir de instante en instante, de momento en momen-
to, sólo con la muerte del Ego adviene lo nuevo. Así como la vida
representa un proceso gradual, igualmente la muerte del Yo es un
proceso de interiorización gradual, en el que la “conciencia” indi-
vidual, la “esencia” del ser, se despoja lentamente de sus inútiles
vestimentas, al igual que Inanna en su simbólico descenso, hasta
quedar enteramente desnuda y despierta en sí misma ante la Gran
Realidad de la vida, libre en su movimiento.

En la cuarta puerta, deja como ofrenda los cuencos dorados que


cubrían sus pechos, que significa renunciar a la sexualidad inferior
para trabajar con una sexualidad superior.

En la quinta puerta, dejó su collar, éxtasis de la Iluminación.

En la sexta puerta, sus pendientes y con ellos su magia.

Finalmente, en la séptima puerta, Inanna se despoja de su coro-


na de mil pétalos, que simbolizaba la divinidad.

Completamente desnuda, símbolo de su humildad, Inanna pudo


entrar en al inframundo, a la Eternidad. Cuando ya obtuvo el “co-
nocimiento” para la perfección, necesitaba salir de ella, pero Eresh-
kigal (la que pone las pruebas) se arrepintió de haberle permitido el
acceso y le prohibió la salida. Mientras tanto, en la tierra, la ausen-
cia de Inanna se sentía, las personas no se casaban y no nacían ni-
ños, por lo que los demás dioses tuvieron que intimar a Ereshkigal
para que permitiese el regreso de la diosa del amor y la fertilidad.
Una vez que hubo recuperado todas sus pertenencias (virtudes) en
cada una de las siete puertas, Inanna regresó, ya purificada, y el
mundo de los mortales volvió a la normalidad.

Otra versión cuenta que la ambiciosa diosa, ya desnuda (libre


de las cosas ilusorias de este mundo) ante el trono de Ereshkigal,
intentó ocuparlo, pero los siete jueces del mundo de los muertos le
quitaron la vida y colgaron su cuerpo inerte en un gancho, (el aspi-
rante debe vencer a los demonios de su inframundo aún a costa de
su propia vida).

La muerte de la diosa significa pues, la muerte de su naturaleza

553
errónea interior, pero luego fue rescatada a petición de los dioses
por Enki (la divinidad de la sabiduría que siempre ayuda al estu-
diante en el trabajo de eliminación de su ego y su falsa personali-
dad), y con esta ayuda retorna al mundo.

¿Qué busca el masón actual en su iniciación? ¿La luz, el cono-


cimiento, la verdad? Todo esto es la misma antigua preocupación
del profano que le es revelado en su iniciación, y para cuyo efecto
debe morir y luego renacer.

8.10 LA DISTORSIÓN DEL SIMBOLISMO DE LA SER-


PIENTE.

Como se ha visto el dios Enki, es el dios de la sabiduría en Su-


meria y el protector de la humanidad, el dios que viajo al inframun-
do y retorno de ella pese a las dificultades que tuvo que enfrentar
mucho antes que Inanna – él aconcejo llevar siete artilugios a Inan-
na–. Era el dios que patrocinaba a los constructores porque él era
también un constructor, un dios que perfeccionaba las obras y crea-
ciones del dios supremo Anu, padre de todos los dioses. Él había
perfeccionado en E.din al “hombre” haciéndolo a su semejanza y
protegiéndolo de la animadversión de Enlil. Era el dios sumerio que
salvo a la humanidad del diluvio y no tuvo reparo en declarar ante
los dioses que Atrahasis (el Noé sumerio) era su hijo. Luego del
diluvio enseño al hombre a sembrar y criar animales para produ-
cir alimento. Reconstruyo y construyo ciudades con los humanos,
enseñándoles el arte de la construcción, el arte del albañil, el arte
del masón. Los dim en sumerio y banû en acadio, son los actuales
masones o albañiles que edificaron las primeras estructuras pira-
midales llamadas Zigurat, siendo el más famoso, la mítica “Torre
de Babel” mencionado en la Biblia hebrea y cristiana, así como en
los más antiguos documentos masónicos de la Edad Media. Enki el
dios sumerio era simbolizado como una serpiente. Era un dios igual
a Enlil, que era su medio hermano y rival enconado, pero Enlil para
mantenerse en el poder, hizo cuanto le fue posible para eliminarlo o
desacreditarlo, con relativo éxito.

El Tanaj o Biblia hebrea, que es el Antiguo Testamento de la


Biblia cristiana, se escribió sobre la base de antiguas tradiciones
sumerias y acadias, adaptadas a las necesidades religiosas hebreas,
en consecuencia es natural considerar que su mensaje o descripción

554
narrativa alude a personajes y hechos mesopotámicos, y uno de los
más enigmáticos y distorsionados aspectos están relacionados con
la serpiente que insinuó a Adán y Eva para que coman el fruto del
árbol prohibido. También se dijo, que los dioses mesopotámicos
eran conocidos por los egipcios, pero con otros nombres, y similar
situación ocurría en todas las culturas del Medio Oriente y la Media
Luna Fértil, cuyo desarrollo histórico los vincula estrechamente a
todos, en los diferentes aspectos propios de su cercanía física.

Enki escogió el emblema de las serpientes entrelazadas, para


explicar varios aspectos de su ciencia. Durante milenios, a la ser-
piente lo asociaron cada vez más con el mal. Sin embargo, en la ma-
yor parte de la antigüedad, la serpiente fue una metáfora de la dua-
lidad, “simultáneamente creativa y destructiva”. Para los sumerios,
dos serpientes entrelazadas, constituía el símbolo de la dualidad de
la vida, y modernamente se explica como el ADN del esperma y
el óvulo, durante el proceso reproductivo, donde una hebra simple
de ADN de la madre y una del padre se combinan para formar una
nueva vida. Esto no solo se refiere al contacto sexual, sino también
a la creación de una vida con las contribuciones genéticas de los
dos. Este conocimiento “codificado”, es acogida a la vez tanto en el
Tanaj como en la Biblia, y en ellas se dice que: “el hombre... se uni-
rá a su mujer, y serán una sola carne” (Bereshit y Génesis 2: 24).

En Egipto, la imagen de la serpiente representaba “un espíritu


guardián o una fuerza hostil”, nuevamente la dualidad. La serpien-
te aparece en el suelo, o subido al árbol más alto e incluso “puede
volar” entre sus ramas en la persecución de una víctima, por ello
era un espantoso disuasivo para los intrusos. Por otra parte, las ser-
pientes macho y hembra tienen órganos reproductores que fueron
asociados con la fertilidad, “no sólo la fertilidad terrenal, sino tam-
bién la cósmica”.

El desprendimiento y renovación de la piel de la serpiente, sim-


boliza la inmortalidad, asi es narrado en la Epopeya de Gilgamesh.
La inmortalidad es un atributo divino exclusivo de los dioses, y el
hombre quizo imitarles buscando su divinización. La serpiente sim-
boliza la sabiduría, sabia y lista, pero también retorcida y seductora
en su lado negativo, por ello los hebreos decían: “la serpiente era
astuta, más que todos...” (Bereshit y Génesis 3: 1).

555
En un paralelismo desconcertante, encontramos en el Jardín de
Edén (el E.din sumerio), que el dios-serpiente Enki, induce a Adán
y a Eva a comer el fruto prohibido, cuya consecuencia será apren-
der de primera mano, todas las cosas de su mundo.

Los dioses Enki y Enlil fueron hermanos antagonistas. Enki era


un dios que protegía y adiestraba a sus criaturas, mientras Enlil
prohibía. Enki patrocinaba la libertad, mientras Enlil patrocinaba
la esclavitud del hombre. Enlil ocultaba el conocimiento, mientras
Enki investigaba nuevas cosas fuera de E.din y las revelaba, inclu-
so a los hombres. Enlil representa la autoridad y Enki su opositor.
Enlil consideró que era irresponsable y peligroso crear una nueva
raza inteligente de seres que podían reproducirse rápidamente, he-
cho que realizo Enki. Enlil, no aprobó la iniciación del hombre en
los asuntos de los dioses, así como tampoco su compañía, Enki por
el contrario los inició en todos los oficios y estuvo cerca de ellos
para enseñarles. El autor del Bereshit o Génesis se pone del lado de
Enlil en este tema así como en otros, de allí surge la interrogante
¿Es Enlil el Yahvé hebreo?

El hombre y la mujer mortal no se escondieron de su bienhe-


chor, el “astuto” Enki. Sin embargo, tenían razones para tener mie-
do del “puritano” Enlil. Sera Enki el que incita al hombre y a la
mujer a comer el fruto que Enlil les había prohibido, y así es como
aparecen en el Tanaj y la Biblia: Y dijo Jehová Dios (Enlil): He
aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal;
ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de
la vida, y coma, y viva para siempre. Y lo sacó Jehová (Enlil) del
huerto del Edén (Bereshit y Génesis 3: 22 y 23). A quién se refería
Enlil cuando decía “como uno de nosotros”, naturalmente a uno
igual que el, este era Enki. En el Tanaj o Biblia Hebrea no dice “Y
dijo Jehová Dios”, dice: “Habló Elohim” y Elohim no es singular,
es plural y significa “dioses”.

Continuando con la forma figurada, será Enlil el que pregunta:


“¿Quién te enseñó que estabas desnudo?” En el idioma español,
astuto y estar desnudo, son diferentes connotaciones, pero en el
hebreo que se uso en el Bereshit o Génesis, son homónimas. La ser-
piente (el sabio Enki), había hecho a Adán y Eva como los Sabios,
por esta razón Enlil pregunta: “¿Quién te enseño a ser sabio?”.

556
La estructura del Bereshit o Génesis es un triunfo en el pensa-
miento abstracto, pero resulta extraño al pensamiento moderno. Lo
que se debe recordar es que eso, es un vestigio de la “gran com-
prensión” que una vez impartieron los dioses, sólo a unos pocos,
pero gradualmente se perdió después de que ellos se fueron. El au-
tor del Bereshit o Génesis no quiso revelar todo lo que se tomó
como verdad acerca de los dioses. Muchos de sus métodos fueron
por entonces considerados vergonzosos e incluso categóricamente
maliciosos. No obstante, todavía es posible encontrar el significa-
do más profundo de su mensaje. El talento de enredar las tradicio-
nes conjuntamente, permitió al autor que pudiera selectivamente
esconder los secretos. Sólo las verdades y las enseñanzas mora-
les simples son tomadas por la lectura ingenua. Sin embargo, para
aquellos cuyos ojos se han abierto y se han vuelto como los dioses,
la vida está llena de sutilezas.

El iniciado puede discernir mejor con una historia mucho más


completa. Por ejemplo, Enki (Enoc) es a la vez criatura y creador,
y representa el ciclo cósmico de la vida. Enki es descrito primero
como “el más listo de todas las criaturas que Dios había hecho”.
Mediante su ingeniosidad, el propio Enki se convirtió entonces en
moldeador de hombres. Después, en el texto del Bereshit o Génesis,
él es re-introducido como el constructor de una ciudad. La ciudad
de Enki fue para los “dioses” una cabeza de puente y un segundo
lugar de residencia. Con el tiempo, se convirtió también en un lugar
para “los terrícolas”. Los dioses vinieron primero. Los humanos
hechos a su imagen vinieron después. ¿Era parte del plan, el gran
mestizaje que llamamos hombre moderno?, o persistimos que el
hombre es producto de una mera evolución, o quizá la creación de
un dios.

Si consideramos nuevas posibilidades, para dar respuesta a


nuestras inquietudes como humanos y naturalmente como maso-
nes, incluso ahora con nuestro entendimiento limitado de la ciencia,
hemos hecho posible que la vida pueda propagarse a lo largo de
todo el Universo. Aunque sólo hemos estado como especie en el es-
pacio, menos de un siglo, ya estamos enviando sondas más allá del
sistema solar. ¿Qué “inteligencia suprema” y para qué propósitos
“crearon” nuevas formas de vida en nuestro planeta? Lo narrado en
las tablillas sumerias, jeroglifos egipcios y ambas recogidas en el
Tanaj y la Biblia por una parte y de otra, los diferentes libros sagra-

557
dos de diferentes religiones y culturas del mundo que no tuvieron
aparente vínculo, también hacen similar referencia. Todo ello debe
ser “decodificado” a la luz de la ciencia y conocimientos actuales y
sacudirnos del oscurantismo medieval. La ciencia ofrece el camino
más seguro que la religión, para la búsqueda de dios, para lograr el
entendimiento sobre nosotros mismos y descubrir el sentido oculto
de este universo que es nuestro hogar. Las interrogantes del hombre
de la antigüedad ha perdurado hasta ahora, y las pocas respuestas
se mantuvieron “veladas” en las diferentes escuelas iniciáticas, sin
embargo, desde la lejana Sumeria, donde nacen los registros es-
critos, los iniciados guardaron el mensaje primigenio que fue tras-
mitiéndose de generación en generación, de cultura a cultura, de
religión a religión, y de iniciado a iniciado. Ahora, todos estos co-
nocimientos, deben ser explicados por los medios más expeditivos
a todos los hombres. No es hora de guardar “secretos”, que en poco
tiempo ya no serán necesarios, porque el hombre en su natural afán
de evolucionar tarde o temprano lo hallara.

Si el universo ha sido diseñado por dios, entonces debe tener


algún propósito. Si este propósito nunca se consigue, dios habrá
fracasado. Si se consigue, la continuación del universo no es nece-
sario. El universo, al menos en la forma que lo conocemos, habrá
llegado a su fin.

El hombre siempre especula, se plantea problemas y busca solu-


ciones, hasta ahora con aparente éxito, sin embargo no todo puede
ser explicado. Las religiones difieren notablemente en su concep-
ción del momento y el modo en que llegará la muerte cósmica.
Algunas desde hace mucho, nos advierten de catástrofes inminen-
tes, de un mundo apocalíptico donde el pecador será juzgado se-
veramente. Otras hablan de un venidero Reino de los Cielos que
reemplazará al duro e incierto mundo en que vivimos. Algunas reli-
giones orientales se inclinan por un sistema cíclico, donde el fin de
este mundo presagia el renacimiento de otro mundo similar.

Muchos físicos creen que el Big Crunch representa el fin del


Universo físico. Del mismo modo que cree que el Universo (todo el
espacio, el tiempo y la materia) surgió en una gran explosión, tam-
bien creen que desaparecerá en una gran implosión. Esto significa
una aniquilación total. No queda nada. Ni lugares, ni momentos,
ni cosas. Hay una singularidad final, donde todo cuanto existe su-

558
cumbe bajo la infinita fuerza destructiva de la gravedad. Es el fin,
la comadrona del Cosmos, la gravedad, es también su sepulturera.

Muchas religiones primitivas del pasado, estaban basadas en un


esquema politeísta en el que los dioses se clasificaban de acuerdo a
sus poderes. Esta idea tiene cierta similitud con las especulaciones
modernas sobre inteligencias extraterrestres. Algunos escritores
han concebido una jerarquía de poder intelectual y tecnológico, que
abarca desde la humanidad hacia adelante. Esta jerarquía podría
incluir un ser supremo. Tal ser tendría muchos de los requisitos
tradicionales que se atribuyen a Dios. Si se nos convenciera de la
existencia de esta mente (y ninguno de los argumentos científica-
mente posibles proporcionan ninguna prueba de que exista), ¿sería
ella capaz de atender a las interrogantes que el hombre se formula
en el tiempo?

8.11 EL ORIGEN SUMERIO DE LA MASONERÍA.

De todo lo expuesto, la afirmación de que la masonería se ori-


ginó en el Medio Oriente, es completamente valido, y mucho más
preciso es decir que tiene origen sumerio.

Lo expresado tiene un enfoque científico, construido a partir


de hechos verificables y documentación de origen comprobado, así
como el enfoque de la tradición de los Misterios, que correlaciona
las enseñanzas, la alegoría y el simbolismo del Oficio, con sus ho-
mólogos pertenecientes a las diversas tradiciones iniciáticas.

El pensamiento masónico recorrió un largo camino desde su-


meria hasta nuestra época, integrando conocimientos, misticismo,
esoterismo, rituales y costumbres de los constructores a lo largo de
la historia de la humanidad, hasta nuestra época, que tiene en los
diversos ritos masónicos la sapiencia milenaria de la humanidad
expresada en símbolos.

A lo largo de la historia de la humanidad, se han “reformado”


viejas leyendas y mitos que involucran a los dioses. Por citar ejem-
plos, mencionaremos el de Enki que conforme a los mitos sume-
rios fue el protector y benefactor de la humanidad, sin embargo en
forma interesada se distorsionó tanto, que su símbolo como “ser-
piente”, es considerada como la del maligno, el susurrador o el que

559
engaña. Otra figura distorsionada es el de Inanna (Ishtar), la diosa
que es “retratada” de manera vulgar y desagradable. Ishtar (Inanna
en Sumeria), como todas las grandes diosas de la fertilidad, tiene
una serie de amantes y a cada uno de ellos, les llega en su momento
a un final trágico, aunque en realidad cada uno es reencarnación
del anterior, y que hay, un enlace que conecta al antiguo amante
con el nuevo y transfiere el alma del dios que muere a su sucesor.
Ese vínculo es casi siempre representado como una rama de acacia,
que crece en la tumba del dios muerto y en la que el alma se posa
temporalmente antes de que, una vez más, se encarne en su sucesor.
Este es pues el símbolo y la referencia más antigua de la acacia en
aspectos iniciáticos, que posteriormente será retomado en la Leyen-
da masónica de Hiram Abif con los mismos propósitos.

En la historia de Gilgamesh aparece otra planta mágica, que ase-


gura la vida eterna. Para obtenerla, Gilgamesh viajo hasta encontrar
a Utnapishtim (el Ziuzudra sumerio o el Noé hebreo), quien le dice
que está en el fondo del mar y Gilgamesh, buceó hasta el fondo del
mar y subió con ella de regreso al barco en que había venido. El
nombre de esta planta es “El hombre viejo se convirtió en joven”,
que Gilgamesh “comería de la misma con el fin de recuperar su
juventud perdida cuando llegase a su tierra natal Uruk”. Por des-
gracia, una serpiente le robó la planta y se la comió, privando a
Gilgamesh de la vida eterna, por esta razón decían que la serpiente
muda de piel para recuperar su juventud. Situación posterior es des-
crita en el Tanaj y la Biblia, donde una serpiente, causó la pérdida
de la inmortalidad que tenía Adán y Eva en el jardín del Edén. El
hombre siempre busco la inmortalidad, aunque esta le es esquiva.

La Gran Madre o Diosa Madre, antes de ser representada en for-


ma humana, se le representaba en forma de animal, una de ellas la
“abeja reina”, símbolo asociado con Astarté diosa fenicia-cananea,
que es la antigua diosa Ishtar sumeria y su representante clásica,
Artemisa. Este símbolo supervivió con este atributo, incluso en la
masonería especulativa, siendo usado como una colmena de abejas
en los certificados y actas masónicos del siglo XVIII. En este perío-
do la presencia de una colmena, se explica como una alegoría del
trabajo y la industria que debe caracterizar a los masones, pero es
una explicación posterior al significado del símbolo original de la
diosa cananea que es mencionada en el Tanaj y la Biblia.

560
En la época medieval, los masones operativos esculpieron la
figura del jabalí y el oso en las construcciones de catedrales, y se
asociaba a la influencia celta de los masones ingleses, simbolizando
la autoridad espiritual y el poder temporal. Rene Guenon, comple-
mento esta idea y decía que estos símbolos eran de origen eminen-
temente hiperbóreo y que estaban ligados también a las tradiciones
hindú, sin embargo en el gran santuario de Astarté en Afqa, en la
fuente del río Adonis en el monte Líbano, hay una gran escultura
pétrea en la que vemos las imágenes de Adonis y Afrodita (Astarté).
El primero “es retratado con una lanza, relajado esperando el
ataque del oso, mientras ella está sentada con actitud de tristeza.
Cabe señalar que el animal no es un jabalí, cuya aparición en la
forma griega de la leyenda es, sin duda, tardía y el significado
oculto del bajorrelieve es que el desafortunado hombre es destrui-
do por la diosa Madre en su forma animal”. Esta antigua idea ha
sido conmemorada en las ceremonias masónicas modernas de Ga-
les hasta el último cuarto del siglo XIX, así como entre los masones
operativos de la edad media.

En dos sellos de alrededor del 2,500 a. C., que actualmente esta


en el Museo Británico e ilustrado con leyendas sumerias, se repre-
senta dos escenas. Oficialmente están descritas como “Shamash, el
dios del Sol naciente y poniente”.

Dumuzi desciende al inframundo.

Sin embargo hay otro significado. Ward en su libro “¿Quién fue

561
Hiram Abif?, considera que probablemente representa la bajada de
Dumuzi al inframundo, luego de su muerte, que originará “El des-
censo de Innana al inframundo” para recuperarlo, toda vez que era
su esposo. En los sellos, en la primera se ve al dios hundido en el
infierno en medio de lo que parecen ser conos de pino, uno de sus
emblemas, y fuera de la fosa brota un árbol joven. Sobre el dios
mortal se encuentra la diosa, que está arrojando en la fosa abierta
una “espiga de trigo”, así lo describen las autoridades del Museo,
pero parece más una granada, el símbolo de la Fertilidad y Abun-
dancia. Estos dos sellos muestran que el morir para renacer, tiene
un origen netamente sumerio, simbología que fue transmitida por
los masones de esa cultura a los posteriores a través de las escuelas
de misterios.

Dumuzi retorna del inframundo.

Continúa Ward y manifiesta: En cualquier caso, Inanna está


plantando la semilla. El dios Enki está liberando un águila, que es
una alegoría, que significa el ascenso de su alma al cielo. Cerca se
encuentra un dios con un arco en la mano, uno de los más conoci-
dos emblemas de la Gran Madre (Inanna); detrás de ellos está un
león, otro de sus símbolos bajo el cual fue adorada constantemente
en Asia Menor. Frente al león está el toro, otra alegoría habitual de
la diosa de la fertilidad y que, como hemos visto en los relatos de
Gilgamesh, se asocia particularmente con Ishtar (Inanna).

562
En “El descenso de Inanna al inframundo”, encontramos que
Inanna desciende al inframundo por su propia voluntad para buscar
el conocimiento. Este mundo esta prohibido para los seres vivos,
y de el que no se puede retornar. Ella se enfrentó a la diosa que
gobierna ese mundo y logro resurgir con más poder. Este mito es
diferente al de Osiris y Hiram Abif dentro de la masonería, y a otros
héroes y personajes de los diversos misterios. Al igual que el can-
didato en su iniciación masónica, se somete a la prueba de inicia-
ción por decisión propia, Inanna en la antiquísima sumeria la había
instituido al descender al inframundo en busca del conocimiento.
Este no es el caso de Osiris que es asesinado, ni es el caso de Hiram
Abif que tiene la misma suerte, así como otros personajes que tie-
nen motivaciones sujetas a decisiones de terceros, para descender
al inframundo. En la muerte iniciática masónica, esta se realiza por
libre decisión. La magia de la iniciación es morir para renacer a una
nueva vida, con más sabiduría y libre de antiguas ataduras que no
permite trascender.

Desde el Gran Arriba, Inanna “presta oído” al Gran Abajo y ella


va en búsqueda de un nuevo conocimiento, y al atravesar las siete
puertas es desnudada de sus atributos y funciones de reina y de
mujer, es decir es despojada de todo y muere a todo lo anterior y al
viejo yo. Inanna la reina de la tierra y cielo, al entrar al inframundo
muere y se convierte en un cadáver que se pudre en un gancho.
Nada de lo que fue le es útil.

Se enfrenta a la muerte y abandona toda certeza, se aventura en


lo desconocido y terrorífico de nuestras profundidades psíquicas,
de nuestras experiencias de vida, para retornar a la superficie con
una mayor integración de la totalidad de nuestros aspectos. Es la
búsqueda de una resurrección simbólica, un segundo nacimiento,
digna culminación del más trascendente viaje de nuestra existencia.
Esa es la esencia de toda iniciación.

El aspirante, muere de instante en instante, de momento en mo-


mento, sólo con la muerte del Ego adviene lo nuevo. Así como la
vida representa un proceso gradual, igualmente la muerte del Yo es
un proceso de interiorización gradual, en el que la “conciencia” in-
dividual, la “esencia” del ser, se despoja lentamente de sus inútiles
vestimentas, al igual que Inanna en su simbólico descenso, hasta
quedar enteramente desnuda y despierta en sí misma ante la Gran

563
Realidad de la vida: libre y con más sabiduría.

Establecido que “El descenso de Inanna al Inframundo”, es la


descripción más detallada y antigua del viaje al inframundo, así
como la enseñanza que de ella se desprende. También es menester
recordar que el primer dios sumerio que viajo al inframundo y re-
torno de el, fue Enki, el dios de la sabiduría, que es narrado en el
poema “El árbol Huluppu”. A partir de esa experiencia, Inanna se
viste con siete “me” para salir airosa de la prueba, cuando atraviesa
las siete puertas de ingreso al inframundo. El poema mencionado
no da mucho detalle de como ocurrió el descenso de Enki al infra-
mundo, cosa que si ocurre con “El descenso de Inanna al Infra-
mundo”.

Estos mitos narran la posibilidad del retorno de un muerto a


la tierra en forma temporal, por la acción de Inanna y su hermana
Ereshkigal, para que Dumuzi pueda estar seis meses en el infra-
mundo y seis meses en la tierra, que será rememorada en el festival
del “Akitu”.

En sumeria, acadia y babilonia, cada año nuevo se recreaba la


muerte y renacimiento de dios, en la fiesta llamada “El Festival de
Akitu”, que era personificado por el rey, quién recreaba “El matri-
monio sagrado”, en una escenificación de la vida, muerte y resu-
rrección en forma simbólica. La resurrección ocurría por la ben-
dición y los favores de los dioses, y rememoraba el descenso de
Inanna al inframundo, de donde lograba sacar a su esposo que había
muerto. Si el gobernante ya no tenía la bendición de los dioses,
cualquiera podría arrebatarle el trono, y para que eso no ocurra,
el rey constantemente refaccionaba o mejoraba el templo del dios
local.

“Sin embargo, la humillación del rey durante el ritual de Año


Nuevo sirve para doble propósito. Demostrar al rey que sin su
corona, la espada y el cetro no era más que otro simple mortal,
cuya suerte dependía de los dioses poderosos y de sus humildes
servidores”. Una enseñanza básica que los masones realizan: “la
humildad”.

Esta misma simbología del Akitu, también será parte de la con-


cepción hebrea, perennizada en el Cantar de los Cantares del Tanaj

564
y la Biblia con tres personajes a recordar: David, Salomón y la
salumita.

Entre los símbolos masónicos, la escuadra ocupa un lugar im-


portante, y este símbolo en su representación más antigua es ha-
llado como el símbolo del dios Nabu (hijo de Marduk y nieto de
Enki), bajo la forma de un triángulo rectángulo, en las “Leyendas
babilónicas de la Creación”.

Cuando el dios Anzu robó a Enlil “las tablas del Destino” o más
conocidos como “me”, cuya posesión era esencial para que el dios
gobernase el Universo. Enlil era un depositario de el y su forma
sugiere de hecho una “Palabra de poder” y su pérdida, sería la
“Palabra perdida”. Esta pérdida de la palabra de poder, condujo
al caos. Entonces, “Se envió un mensaje, buscando a alguien que
pudiera recuperarlo y se presentó Ninurta hijo de Enlil que venció
a Anzu o Pazuzu” recuperando los “me”, luego las aguas del río
Tigris reestablecieron las crecidas para regar las tierras, renaciendo
jardines y huertos, retornando la armonía. Para evitar otra situación
similar de “perdida” se entrego los “me” a Enki para que los admi-
nistrara y reine la armonía en el mundo. En similitud los masones
consideran que su labor es buscar la palabra perdida para reesta-
blecer la armonía perdida y el Venerable Maestro al igual que Enki
es el depositario de la sabiduría de la logia, que usa con prudencia
para beneficio de los iniciados.

En el libro “The Origin of the Craft” (El Origen del Oficio)


de Andrew Durr, se dice: En algún momento a finales de los años
1,500 y 1,600, en los albergues (la palabra usada por los cante-
ros para sus talleres o lugares de reunión) comenzaron a “aceptar”
miembros honorarios y evolucionaron en “Libres y Aceptados Ma-
sones”. Eventualmente los masones aceptados llegaron a dominar,
y se completó la transición de una artesanía práctica operativa en
una fraternidad especulativa, filosófica y social. Los masones en-
tonces cesaron de edificar con piedra y comenzó la tarea de ajustar-
se a sí mismos como mejores hombres en sus comunidades y sim-
bólicamente, “como piedras vivas para la casa eterna, en los cielos
no hecha de manos”, y a donde van dicen: “Soy un extranjero, hijo
de una viuda, vengo de oriente y voy a occidente. Traigo la regla, la
escuadra, el compás y la paleta. Me acompaña la fe, la esperanza y
la caridad. Me guía el sol, la luna y la estrella polar. Busco la pala-

565
bra perdida”. Pese a todo el esfuerzo, no podemos obligar a nadie,
a ver aquello para lo que aún no esta preparado. El arte, se inició
en Sumeria, y los masones operativos siempre lo dijeron, aunque a
algunos les cuesta aceptar.

Una recomendación final para los escépticos. “Siga el vuelo del


águila bicéfala de Sumería a Europa y comprenderá: El Real Ori-
gen de la Masonería”.
Herbert Oré Belsuzarri 33°

566
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570
571
La construcción de edificios ha sido
una ocupación común del hombre a
través de miles de años, desde que el
hombre creó las ciudades. Pero de eso
se habla muy poco en la orden, sin
embargo, admitir que la
francmasonería sea descendiente de
estas antiguas fuentes, es similar a
aceptar, que los gobier nos
democráticos actuales son
descendientes de los de Grecia, Roma y
otras culturas más antiguas, donde
habían principios e instituciones que
funcionaban, y de los cuales tomamos
sus principios y construimos sobre
ellos los nuestros, conforme a nuestras
necesidades de espacio-tiempo.

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