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El conflicto armado ha sido una problemática que ha originado diversos obstáculos para el

desarrollo de un país herido a causa de esta situación. Efectos como el desplazamiento forzado, la
violación de derechos humanos, el impacto a la economía, y la inseguridad han hecho una grieta
grande en la paz y la reconciliación de las partes afectadas. Para este corto texto daré mi opinión
respecto a la consecuencia del conflicto armado con la que estuve más relacionada: el
desplazamiento forzado. Además, evocaré un libro que me hizo cambiar mi pensamiento y
sensibilizar más con esta cruda realidad que hasta el día de hoy sigue teniendo influencia en la
sociedad colombiana.

La persona que más relaciono con esta dura consecuencia es mi madre. Criada en una familia
negra, campesina y de abolengo. Yo escuchaba sus historias de pequeña, historias de recuerdos de
la violencia bipartidista. Ella contaba con gran tristeza la historia de su desarraigo, del conflicto y el
temor que ella expresaba, yo lo sentía. Como mi madre muchas personas, campesinos
trabajadores y familias sufrieron esta pena. El desarraigo, el desconcierto y la zozobra pasaron por
la mente de los civiles afectados por las inclemencias del conflicto armado. Cuando me fue
contada esta historia por parte de mi madre casualmente en mi colegio estábamos leyendo el libro
“Desterrados: Crónicas de un desarraigo” cuyo autor se escapa de mi memoria en este momento,
pero lo considero un escritor que encarna sentimientos en sus letras. Este libro es una de mis
obras colombianas favoritas. Cada testimonio emanaba melancolía e incertidumbre. El Libro me
permitió conocer y conectar con cada afectado de allí aparece. Pude entender la realidad que
afrontó cada persona víctima de eso y asegurar que es un acto que va en contra de la dignidad
humana, va en contra de los derechos fundamentales y me causa pena y dolor, además de
motivos de cambio, vivir en mí país. Como dice una canción que cantaba de niña “que el pueblo de
este niño tome conciencia que la violencia no lleva un fin…” (Ancizar Castrillón, Hay que sacar al
diablo)

(Argumentativo)

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