Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El escritor israelí, que acaba de publicar La vida juega conmigo, una nueva
novela, reconoce que “ahora estamos devastándonos y vemos cómo cada bando
muestra su lado más oscuro hacia el otro”.
A veces hay períodos de remisión, pero nunca existe una verdadera quietud o
calma, o confianza en la opción de tener un futuro, porque las guerras pueden
estallar de un minuto a otro. Todas las últimas comenzaron de un momento a
otro, y puedo decirle que tiene un efecto muy devastador porque nada se siente
certero. Cuando ves o experimentas algunos días o semanas de tranquilidad o de
confianza, inmediatamente sospechas que es una ilusión. Siempre sientes que la
guerra es el estado mental correcto y que la paz es una ilusión…y sentirte
tentado por gente que aboga por la paz, te puede desarmar, te puede dejar
indefenso…
Activistas israelíes se manfiestan a favor de la coexistencia con los palestinos, en la Ciudad Vieja de
Jerusalén, el 19 de mayo. FOTO: Menahem KAHANA / AFP)
Los miedos son reales…
Aquí en Israel hemos creado algunos milagros y eso no podemos ignorarlo. Hemos
logrado muchas cosas en términos de cultura, agricultura, en la industria de la
tecnología de punta, al crear una forma de vida que es muy israelí, pero esto no
es suficiente. Y mientras no tengamos paz, no vamos a poder explorar la vida en
todas sus dimensiones. Y si los palestinos no tienen un hogar, nosotros no
deberíamos tener un hogar tampoco. Y si no nos sentimos en casa, ellos no van a
tener una. Así que dependemos los unos de los otros y estamos entrelazados. Y
ahora estamos devastándonos y vemos cómo cada bando muestra su lado más
oscuro hacia el otro. Y lo que ocurre dentro de Israel es tan preocupante…. Y de
repente ves cómo vecinos se atacan con tanto odio y brutalidad.
Quería escribir esta historia porque no sabía nada con respecto a estos campos
que Tito creó para arrestar y atormentar a la gente que sospechaba que estaba a
favor de Stalin. Pero luego una señora mayor me contactó por teléfono y
comenzó a contarme la historia de su vida en este campamento y también fuera
de éste. Y el enorme dilema casi bíblico al que se vio enfrentada con una
decisión que fue dolorosa y que la atormentó por el resto de su vida. Me atrajo
tanto su historia, una historia tan emocional, que dije “ok, voy a escribirla”. Le
dije “querida Eva” (en la vida real su nombre es Eva, no Vera como dice en el
libro), le dije “querida Eva, no voy a documentar todo como una cosa tras otra,
exactamente como eres, no soy un documentalista. Voy a imaginarte y voy a
fantasear con quien eres, pero todo lo que me imagine no será contradictorio con
tu personaje, con tu composición interna. Sólo será verte a ti a través de mis
ojos. Tú, a través de mis ojos”. Y ella inmediatamente dijo “sí, por supuesto, tú
eres un artista, es por eso que te escogí para que escribas la historia”. Y creo
que fue una mujer muy valiente en cada aspecto, así como también en
permitirme que escriba su historia porque, quién sabe, podría no haber sido leal
hacia ella.
Sí, tenía 97 años. Y durante los últimos 20 años de su vida fuimos amigos muy
cercanos. Ella era una mujer muy especial. Por un lado, era fanática cuando se
trataba de ideas, valores y lealtades, era muy firme y hermética. Pero a la vez era la
persona más cálida, amable, compasiva y empática. Y dejó un gran impacto en
todos los que la conocieron.
Ella tuvo que tomar una decisión que tuvo un enorme impacto en su hija y
que afectó su relación. ¿Cómo vivió ella esa situación tan terrible que ninguna
madre quisiera vivir?
Creo que lo que ella trató de ilustrar o de retratar, es que ella vivió en un
periodo, en una era, donde las ideas eran más importantes que los seres
humanos. Que los seres humanos sólo existían para el servicio de la era o del
ideal, del principio. Y ella decía: “no vas a entenderlo”, “vives en otra
generación”, “vives en otra realidad”; no era sólo conmigo, sino que también con
sus hijos y nietos, ella sentía que nadie podía entenderla. Y lo que trato de hacer
en el libro es evitar acusarla, yo no soy su juez, no soy su trabajador social, no
soy su maestro. Yo trato de crear algunos momentos donde incluso el lector más
duro dirá “bueno, al menos tengo suerte de nunca haberme visto enfrentado con
una decisión tan terrible”, o “al menos nunca me vi en tal situación de ser tan
humillado por interrogadores”.
Diría que fue la extremidad de la historia. Y también que cada libro que escribo
es sobre una persona que se ve enfrentada a la arbitrariedad. Puede ser la
arbitrariedad de los campos nazis, de los campos de exterminación, puede ser
sobre la arbitrariedad de nuestro cuerpo, la arbitrariedad que tiene nuestro
cuerpo sobre nuestra alma. Puede ser la arbitrariedad de la ocupación militar,
puede ser la arbitrariedad total de la muerte. Y yo he escrito sobre todos ellos y
he dicho que una vez que describo esta arbitrariedad con mis propias palabras,
de forma inesperada ya no me encuentro congelado frente a esta arbitrariedad,
no estoy paralizado, no soy una víctima.
Sí, incluso después de perder a nuestro hijo en la guerra, el día después del
shiva, que son los 7 días de duelo en el judaísmo, volví a la historia que estaba
escribiendo, que en ese entonces era La vida entera. Y tengo que confesar que al
principio me era imposible escribir, sentía que todo estaba dañado, y era
devastador. Y luego, día a día, comencé a darme cuenta, o a sentir que la
historia podía salvarme. Y la necesidad de crear personajes, de infundirlos con
vida y luz y pasión y sexualidad y anécdotas, sentido de humor. Sólo crearlos y
llenarlos de vida, esto es lo que me devolvió la vida. No es sólo que salvé al libro,
si no que el libro también me salvó a mí.
Bueno, quizás puedo citar algo que dijo mi querido amigo Amos Oz, quien ya
falleció. Él dijo “una persona nace siendo de derecha, nace siendo territorial,
nace sospechando de otros, sus primeros impulsos van a ser luchar contra
cualquiera que quiera entrar en su territorio, o tomar algo que le pertenezca”. Y
los impulsos egocéntricos y egoístas son muy muy fuertes, y los instintos de
miedo y sospecha también son muy fuertes y ayudan a la supervivencia de cada
ser humano. Así es que para poder pensar distinto, uno realmente tiene que
superar algunas tendencias y algunos instintos. Y entender qué es ser un humano,
significa superar algunos de esos instintos primitivos, porque esta es la única
forma en que vamos a asegurar y garantizar la vida para muchas muchas
personas. Y si nos rendimos ante los instintos de violencia, de animosidad o
sospecha, vamos a vivir toda nuestra vida en guerra. Y vivir en guerra es algo que
quizás ayuda a tu supervivencia si sabes cómo ser un buen guerrero, pero a la vez
te limita como ser humano, limita tu mente, limita incluso tu lenguaje y por
supuesto tu identidad. Así que al final, quizás es más grande la supervivencia
orientada hacia evitar la guerra en vez de estar involucrado en la guerra.
Reescribir el trauma
“Creo que es porque fui muy leal al personaje de Eva, incluso a pesar de que la
inventé. No sólo a su hija le gustó, si no que a toda la familia, tiene una familia
grande en los kibutz al norte de Israel. Y el libro abrió tantas cajas que no habían
sido abiertas hasta ese entonces. Y tuve la suerte de conocer a su familia, gente
tan abierta de mente y tan honesta consigo misma, tan valientes. Se abrió un
diálogo muy profundo, un diálogo entre los miembros de la familia que conocían
a Eva pero a la vez no la conocían realmente, o quienes preferían no saber la
verdad. Y el libro permitió, o al menos sugirió el abrir este diálogo”.
Escribiendo esta historia y hablando con Eva, ¿qué aprendió que no sabía
antes con respecto a la manera en que los humanos pueden superar un
trauma y las experiencias límite como lo que sufrió ella?
No estoy seguro que los seres humanos puedan superar un trauma. Creo que
quizás la definición de un trauma es algo que es muy difícil de superar. Pero creo
que el trauma generalmente nos inmoviliza profundamente. Y nos atrapa y nos
convertimos en prisioneros de nuestro propio trauma por el resto de nuestra
vida. Pero quizás si estamos procesando este trauma de una manera adecuada y
tenemos una buena matrona que nos ayude a dar a luz a nosotros mismos de una
nueva manera, quizás encontremos un lugar en el cual estar, a pesar de este
trauma. … Así que creo que esto es a lo que más podemos aspirar, a reescribir el
trauma, y sentir la libertad que nos entrega. Y no estar completamente
atrapados y paralizados por él.
El año pasado, en la feria del libro de Frankfurt, dijo que los escritores debían
estar alertas al Covid y sus consecuencias. ¿Qué es lo que más teme que sean
las consecuencias del Covid? ¿Y se siente esperanzado de que quizás esto sea
una ventana de oportunidad para un cambio positivo?
Primero, creo que es una ventana de oportunidad para las personas. Sé de varias
personas que, por ejemplo, han decidido no volver al trabajo que tenían, que se
sentían sofocadas en ese trabajo. Sé de alguna gente que ha decidido no seguir
con su matrimonio porque no era una necesidad auténtica, seguir en ese
matrimonio. Y hay gente que no sólo ha decidido casarse, sino que también ha
decidido traer niños a este mundo. He conocido a gente muy religiosa que perdió
la fe después de la pandemia… Pero creo que al decir esto, se aplica a un número
limitado de gente, porque la mayoría de las personas inmediatamente van a
verse inmersas en sus vidas previas, en las rutinas que tenían antes y
simplemente van a tratar de olvidar este periodo que para ellos fue horrible y
humillante. Y van a haber algunas personas que van a usar esta pandemia, esta
catástrofe, como una ventaja para cambiar aspectos cruciales en sus vidas. Pero
como dije, va a ser una minoría.