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Revista Antropologías del Sur Año 3 N°6 2016 Págs.

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¿Pertenencia o identidad? imPlicancias de


dos categorías socioculturales Para los
derechos indígenas y la lucha contra el racismo
¿Belonging or identity? implications of two categories
for indigenous cultural rights and fighting against racism
Álvaro Bello m.*
Fecha de recepción: 15 de mayo de 2016- Fecha de aprobación: 22 de julio de 2016

Resumen

En este artículo realizamos un examen crítico de algunos de los usos y desarrollos actuales del concepto de identidad,
particularmente de la identidad étnica y la etnicidad, ambos vinculados a los pueblos indígenas y afrodescendientes y la
construcción de fronteras o límites de inclusión/exclusión social basados en la cultura. Planteamos la revisión y discusión
de estos conceptos, teniendo como marco un contexto que desde el posestructuralismo y el posmodernismo ha establecido
una cierta hegemonía del relativismo cultural, el primordialismo y el esencialismo, que con el propósito de ampliar la mirada
de lo social y los ámbitos de derechos, naturalizan las diferencias culturales haciendo de cuestiones como las identidades
sociales un producto más cercano a la biología que a las relaciones sociales, las prácticas y los discursos.

Palabras claves: Identidad, pertenencia, esencialismo, derechos indígenas

Abstract

This article presents a critical review of some of the uses and developments of the concept of identity, particularly of ethnic
identity and ethnicity, both linked to indigenous peoples and Afro-descendants and construction of borders or boundaries of
social inclusion/ exclusion based in culture. We propose a review and discussion of these concepts, framed by a context that
since the post-structuralism and postmodernism has established a certain hegemony of cultural relativism, primordialism and
essentialism, that in order to broaden the look of the social and areas rights, naturalize cultural differences making issues
such as social identities closer to biology than social relations, practices and speeches product.

Keywords: Identity, belonging, essentialism, indigenous rights

* Doctor en Antropología, Universidad Nacional Autónoma de México. Investigador Núcleo Científico-Tecnológico en Ciencias
Sociales y Humanidades, Universidad de la Frontera, Temuco, Chile. Correo-e: alvaro.bello@ufrontera.cl
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Introducción: los estudios sociales y los universalidad supuestamente falsa, abstracta e


“nuevos” problemas de la diversidad y la raza impuesta desde Occidente que ha proclamado
verdades absolutas cuyo único interés parece
“La lucha por el reconocimiento de la haber sido el de perpetuar un orden colonial
perspectiva cultural empezó con desven- racializado, lo que incluye a los derechos huma-
taja, y se le podría considerar más bien nos e ideologías como el marxismo y en general
una tentativa por liberar a la antropología a todo pensamiento que provenga de Europa.
de la cárcel del naturalismo”.
Hoy en día no es posible desconocer la
Marshall Sahlins importancia de la cultura y las identidades
dentro de los procesos de organización del
orden mundial y de las jerarquías que han
En un breve texto publicado hace algu- perdurado pese al fin formal del colonialismo,
nos años atrás, David Harvey, el connotado sin embargo, la paradoja es que la crítica al
geógrafo británico marxista, advertía algo que universalismo eurocentrado se hace desde un
para los cánones discursivos hegemónicos de locus que busca instalar un nuevo universa-
la actualidad puede llegar a ser una transgre- lismo, el pensamiento otro y la pluriversidad,
sión abiertamente hostil al pensamiento que una idea que como diría Žižek (1998) se ubica
proclama con felicidad el fin de las verdades en un lugar ambiguo supuestamente fuera de la
absolutas y del universalismo, señalaba que política, más bien instalado en la “prepolítica”,
la heterogeneidad y “veneración de los frag- y se organiza desde una lógica geopolítica,
mentos”, que los posmodernos tanto celebran, donde importa sobremanera el lugar geográfico
son absolutamente congruentes con los proce- en el que han surgido estos diversos discursos,
sos de acumulación de capital, los que no solo ya sean hegemónico o contrahegemónicos, ya
prosperan con la diferencia y la heterogeneidad sea occidente, Europa, el sur, el norte, Lati-
social sino que además las producen activa- noamérica o Estados Unidos, y se les otorga
mente (Harvey 2014: 138-139). a cada uno de ellos diversos grados de validez
y jerarquía moral en base a su historia (colo-
La crítica de Harvey surge dentro de un nial), evaluándoselas con base a un conjunto
contexto en el que se busca desplazar la econo- de argumentaciones discursivas, esteticistas y
mía como campo de explicación de los procesos utópicas. Un ejemplo de ello es la idea de “epis-
sociales y crítica al capitalismo y el orden social temologías del sur” adoptada por Boaventura
imperante, para reemplazarla por paradigmas de Sousa Santos (2011) donde el sur no es solo
basados en la cultura. La otredad, la diversi- un espacio geográfico, sino que representa la
dad y la heterogeneidad cultural se instalan posición de lo subalterno, el sur dominado por
como categorías claves y hegemónicas tanto debajo del norte dominante y hegemónico,
dentro de la academia como de los discursos un sur (¿homogéneo, justo y sin jerarquías?)
de los movimientos sociales. Este pensamiento desde donde surgen los proyectos alternati-
señala que la cultura y las identidades cultura- vos, como el “buen vivir”, como opción utópica
les (subalternas, dominadas, excluidas) posee- frente a la crisis del pensamiento occidental y el
rían validez y legitimidad per se frente a una agotamiento de los paradigmas eurocentrados.
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Este tipo de planteamientos ha amplificado Complejidad, cosmopolitismo y cultura


las voces de quienes sostienen que el univer-
salismo es una más de las narrativas poscolo- Mientras el mundo actual se caracteriza por
niales, una parte constitutiva del pensamiento la movilidad, la hibridez, los flujos y las inter-
eurocentrado que esconde la colonialidad conexiones que movilizan capitales, sentidos,
como perpetuación de la dominación. Como poblaciones, discursos, imágenes e informa-
opuesto al universalismo abstracto y occiden- ción en medio de una extensa complejidad
tal lo que hoy debe ocupar la reflexión acadé- cultural, como lo señaló hace ya varios años
mica es la pluralidad de saberes, del ser y del Ulf Hannerz (1997), un mundo donde se entre-
hacer (Mignolo 2013), la construcción de una tejen formas diversas de vivir y relacionarse,
“paradigma otro” y de nuevas epistemologías, una parte de la antropología y de los llamados
como las “epistemologías del sur”, que se estudios culturales, que han promovido acti-
encontrarían ancladas en los saberes locales vamente la comprensión de las identidades y
y el conocimiento propio. la cultura en América Latina, parecen haber
optado por entender estos conceptos como
De este modo, y a propósito de lo planteado nociones fijas, ahistóricas y ligadas a un oculto
por Harvey, quienes celebran la emergencia o no declarado factor racial o “natural”. A través
de los “paradigmas otros” como opuestos a los de ideas como autenticidad2 o ancestralidad,
paradigmas hegemónicos y dominantes, han por ejemplo, se busca construir la legitimi-
llegado a sostener el carácter racista y colonia- dad de la cultura colectiva, plateando que los
lista del marxismo, y del mismo Carlos Marx, comportamientos sociales funcionan de modo
nos obstante el papel clave de esta ideología casi estructural en ciertos grupos o socieda-
para la construcción del pensamiento crítico des sobre la base de criterios supuestamente
respecto del capitalismo. Esta idea se encuen- compartidos de homogeneidad, consensos y
tra en la línea de lo que Walter Mignolo llama objetividad (Grillo, 2003). La cultura sería así
la lógica del “desprendimiento epistémico”, un factor fundamental para la construcción de
algo así como el acto de “sacudirse” de todas la identidad o de una determinada forma de
las ideologías y formas de pensamiento euro- alteridad. El problema es que estos procesos
centradas para buscar formas de pensamiento estarían fundados a juzgar por los argumen-
propio. Esta “crítica decolonial” que el autor tos que se dan, por un cierto determinismo
ubica como punto de partida en la Conferencia biológico, natural o sanguíneo, más que por la
sobre descolonización de Bandung de 1955, construcción de límites y fronteras sociales y
sería el inicio de un pensamiento “otro”, “fron- políticas, como se avanzó en las últimas déca-
terizo” y “no alineado” cronológicamente, con das a partir de trabajos como los de Fredrik
las líneas de pensamiento ideológico domi- Barth o las perspectivas constructivistas, situa-
nante del capitalismo y el comunismo1. cionalistas o contractualistas (Restrepo, 2004)
y que hoy conviven con el esencialismo.

Al parecer el giro discursivo de los últimos


años tiene una profunda responsabilidad en la
emergencia esencialista, pues la retórica y el
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discurso sobre las identidades de los sujetos procesos, capacidad y eficacia del concepto de
parece haberse confundido con las prácticas identidad para resolver estas preguntas.
sociales concretas, así como con las estra-
tegias políticas que articulan la acción colec- Contrario a los principios que dieron origen a la
tiva del grupo. En vez de intentar comprender reflexión sobre la identidad, las posturas actua-
cómo el discurso de la identidad busca cons- les han hecho de este concepto algo cada vez
truir realidades, muchos antropólogos han deci- más amplio, ambiguo y sin límites, de tal modo
dido asumir tales discursos como la realidad, que el concepto de identidad tiene la tendencia
prescindiendo de la necesaria mirada crítica y a moverse fuera de los contextos, de los signi-
ubicando la identidad en un plano que aparece ficados y las prácticas (Anthias, 2013), transfor-
como un rasgo social inmanente. mándose en una categoría borrosa y confusa,
que propone muchas preguntas y escasas
Recientemente un estudio del Programa de respuestas, tal vez por lo que Stuart Hall, seña-
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) laba hace algunos años en su conocido texto
publicado en Chile el año 2012 que trata sobre “¿Quién necesita identidad?”, esto es que la
las relaciones interculturales y las formas en identidad es algo inacabado que parece estar
que las personas definen sus identidades siempre en construcción, a medio camino entre
proporcionó importante información de perso- lo que intenta borrar y lo nuevo que quiere decir
nas encuestadas y entrevistadas que declaran (Hall, 1996). De modo que más que las defini-
pertenecer a un pueblo indígena. Estas perso- ciones de identidad o los enfoques, el problema
nas señalan mayoritariamente que se sienten desde el punto de vista de Hall parece estar
‘mapuche y chileno al mismo tiempo’ o bien en aquello, no en la identidad misma, sino en
‘aymara y chileno al mismo tiempo’. El mismo lo que esta, su producción, práctica y discurso,
estudio señala que esto no debería sorpren- desea comunicar o decir, en cómo se confor-
der si se acepta que varios pueblos o culturas man sus límites, qué es y qué no es, y cómo
pueden formar parte de una misma sociedad o de qué está constituida, es social, biológica
nacional y ser ciudadanos, incluyendo su identi- o construida, es grupal o individual, es racional
dad colectiva como pueblo. Lo que sí es llama- o subjetiva. Estas preguntas son más pertinen-
tivo en el estudio es la variedad de respuestas: tes en el contexto actual en el que el concepto
un 42% de los mapuche urbanos y 66% de los de identidad tiene un poder mágico que parece
pertenecientes al sector rural optaron por una explicar lo social sin explicarlo realmente.
de dos alternativas: ‘solo mapuche’ o ‘mapuche
primero y chileno después’. Entre los aymara, los Los problemas del concepto de identidad
valores correspondientes bajan a 25 % (aymara se relacionan tal vez con una serie de condi-
urbanos) y 24% (aymara rurales). Incluso, la ciones políticas, económicas y sociales donde
mitad de los mapuche rurales se sienten solo ha adquirido una gran eficacia simbólica para
mapuche y no se sienten chilenos (Durston, los actores, este es el caso de los movimientos
2012). Pero qué significa sentirse solo mapuche sociales y los discursos de las organizaciones y
o solo chileno, son posibles las adscripciones liderazgos indígenas. Y se da en el campo del
múltiples y cómo se generan, qué papel tienen derecho donde el discurso jurídico ha asumido
los movimientos sociales y el Estado en estos una visión estática y anquilosada de la cultura.
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Además, se trata de una categoría de gran términos de las definiciones identitarias o de lo


difusión en las ciencias sociales y es una base que entiende por cultura. En todo caso mucho
fundamental para el diseño y ejecución de polí- de estos procesos están mediados por la tras-
ticas sociales basadas en el reconocimiento y la posición de negociaciones y complejas formas
diferencia. En todos estos ámbitos las nociones de contestación de los propios indígenas a la
de identidad y cultura que circulan son ambi- política de Estado.
guas, amplias y muchas veces vagas.
El punto es que esta selección de rasgos
En las políticas públicas, por ejemplo, los identitarios, hecha por el Estado o por diver-
planificadores y ejecutores consideran muchas sos grupos de interés también cobra sentido
veces que quienes deben ser objeto de las para los propios sujetos de la política pública.
políticas diferenciadas deben cumplir con una Ya sea como estrategia o como aceptación no
serie de requisitos y condiciones que los califi- contestada, los sujetos de las políticas públi-
que como indígenas. Para ello se echa mano a cas buscan cumplir con las expectativas y
un conjunto de repertorios y marcadores cultu- condiciones que se les imponen, asimilando
rales que son fundamentales porque simbo- las categorías y acomodándola a sus repre-
lizan el modo en que el Estado ve o desea sentaciones y prácticas. Aquí cobra sentido
ver a los indígenas, así se valida y legitima la la vieja idea de fronteras identitarias de que
“calidad de indígena”, como lo hace un certifi- hablaba Fredrik Barth hace años. Sobre todo
cado solicitado por el Estado chileno para que cuando se trata de las políticas de Estado, las
las personas con dicha calidad puedan optar identidades en general y la etnicidad como
a fondos públicos3. Esta categoría se realiza identidad cultural y política en particular, tienen
a partir de un conjunto de representaciones un enorme potencial en la producción de iden-
reduccionistas y fragmentarias como el uso de tidades esenciales. Este es un de los mejores
la lengua, el apellido o vivir en la comunidad ejemplos de la ambigüedad e incluso de la
de origen. Cabe agregar que los funcionarios arbitrariedad acerca de lo que se entiende por
públicos que trabajan en el diseño y ejecución identidad, el problema aquí es que se trata de
de políticas públicas son claves en la definición políticas públicas lo que tiene un impacto no
de los que es y no es indígena. Las políticas solo en la forma que se realizan tales políticas,
públicas indígenas asumen estas definiciones sino que, en la sociabilidad, las interacciones y
a pesar de la evidencia empírica de que millo- el modo en que se construyen las relaciones a
nes de personas que no cumplen con estos escalas más amplias. El punto es que asumir
requisitos se autoidentifican o sienten que la identidad como algo estático es contrario a
pertenecen a un determinado pueblo indígena. la idea de transformación y cambio en la que
Muchas de estas decisiones son tomadas al muchas veces está inspirada la práctica polí-
amparo de la lógica sectorial o de modelos de tica de los pueblos indígenas. Como señala
planificación que busca delimitar a los suje- Anthias (2012:5), la identidad vista como
tos de las políticas con el fin de hacerlas más proceso abre posibilidades a la transformación
eficientes frente a la escasez de recursos del de las prácticas y a la capacidad de agencia de
Estado. Lo que hay aquí además es una lógica los sujetos, en cambio la fijación de la cultura
de dominación, donde el Estado impone los y la identidad puede llevar a la clausura social.
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Por lo mismo, no se debe abandonar la posi- De ahí la necesidad de recuperar categorías


bilidad de comprender e interpretar los proce- identitarias centradas en los procesos sociales,
sos sociales que derivan de la diferencia cultu- en las asimetrías políticas y económicas, en las
ral ni menos negar la importancia que tiene la significaciones y la intersubjetividad que dan
producción de identidades en el entramado origen al sentido de pertenencia de determina-
social, el Estado y las instituciones. No se dos grupos o sectores de la sociedad. Importa
puede negar tampoco la evidencia histórica de más saber por qué determinados grupos de
que los procesos de dominación y de subalter- la sociedad argumentan desde una supuesta
nidad, de amplios sectores sociales en América homogeneidad identitaria, no obstante la
Latina, tienen su origen o están conectados con evidencia de la diversidad y de las múltiples
la cultura o los sistemas de clasificación social adscripciones de los sujetos, de la variedad de
basados en categorías y jerarquías culturales. modos de pertenencia y de las múltiples rela-
El problema son los supuestos culturalistas ciones sociales. De este modo, a la larga más
y raciales que se han instalado en el análi- que la identidad en sí mismo y más que la diver-
sis y representaciones de las identidades, así sidad lo que en realidad debiera importar es el
como en el campo del derecho a la diferencia vínculo (¿dialéctico, complejo?) entre identidad
y la identidad. La palabra ancestralidad, que y diferencia o entre igualdad y desigualdad. De
inicialmente se refiere a la relación de los suje- modo que la identidad cultural más que una
tos con los antepasados, se asocia por lo gene- estructura fija es un núcleo productor de dife-
ral al concepto de identidad y busca demostrar rencia y desigualdad, un lugar desde donde se
discursivamente, la existencia de un continuum disputa poder, recursos y posiciones dentro de
cultural que a falta de evidencias históricas la estructura social, de tal modo que se trata
busca encontrarla en la sangre, en tanto funda- de una categoría móvil, muchas veces ambi-
menta la identidad como un componente social gua y en permanente construcción. Por ello
ligado a la sangre y al parentesco, lo que la habría que distinguir o más bien diferenciar la
haría inmutable y legitima. Parece que el exce- identidad de lo que algunos autores denominan
sentido de pertenencia, que es una forma de
sivo celo por remarcar la diferencia cultural,
adscripción, inclusión o cohesión en contextos
como un eje central de la demanda por dere-
y temporalidades específicas.
chos diferenciados, está llevando al discurso
de las identidades al campo del relativismo y El sentido de pertenencia se sitúa más bien
el primordialismo, hasta un punto que incluso en los procesos históricos, en los contextos
instala la intolerancia, la censura o la sospecha político-sociales y territoriales más que en
hacia quienes son críticos de estas posturas. marcadores culturales o evidencias naturales
De hecho, las posturas esencialistas de la iden- de identidad. Mientras la identidad, tal como
tidad en las ciencias sociales se asocian cada se nos presenta hoy, busca fijar a los sujetos,
vez más a un discurso moralizante y de perma- saturando los procesos sociales de eviden-
nente alucinación por la identidad de los otros, cias o marcadores culturales que demues-
más que al análisis crítico de su competencia tran su legitimidad político-social, el sentido de
y validez dentro del ámbito de la política y el pertenencia sitúa a los sujetos y a los grupos
conflicto social. dentro de procesos y contextos determinados,
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los asocia con las dinámicas que dan sentido para comprender el fenómeno de la identidad,
a la diferencia y no asume la diferencia cultural por otra parte, de la mano de la complejidad
como un hecho per se. El sentido de pertenen- y la heterogeneidad, la posibilidad de abrir
cia busca desplazar, por tanto, las pretensiones las puertas a las explicaciones multicausales,
totalizadoras que finalmente niegan la plura- incluyendo (una vez más) aquellas con base
lidad y la multiplicidad de afiliaciones sociales en la raza o de manera velada en explicaciones
de los sujetos a través de una imposición arbi- que van más allá de la cultura. Los “tiempos
traria de una prioridad fijada o determinada por heterogéneos” exigían explicaciones heterogé-
la identidad (Sojo, 2009). Frente a una discursi- neas como lo señala uno de los principios del
vidad que busca hablar de identidades que no paradigma poscolonial. Tal diversificación del
cambian o que no parecen ser afectadas por el concepto de identidad es tal vez lo que explica
tiempo y los procesos históricos, el sentido de su difusión incluso fuera del ámbito académico.
pertenencia se mueve en las aguas de la histo- Como señala Trouillot en relación al concepto
ria, del cambio y la transformación. de cultura, el éxito de la identidad es su desa-
parición teórica (2002:37), su difusión en la
academia, en los estudios culturales y en el
discurso público de un modo que ya no requiere
El concepto de identidad y sus avatares de fundamentos conceptuales ni teóricos para
su argumentación.
El concepto contemporáneo de identidad
étnica se desarrolló a la par de las actuales Pero en este contexto han surgido voces
concepciones de cultura, ambas categorías que buscan integrar como un todo, la relación
buscaron alejarse de la raza y el racismo sobre entre raza y etnicidad. Por ejemplo, Mahmood
todo a partir de la segunda mitad del siglo XX4. Mamdani (2004), un antropólogo ugandés de
La identidad étnica, como la cultura, es también ascendencia india, busca discutir la raza y la
un producto del llamado “giro cultural” en las etnicidad como identidades políticas, impues-
ciencias sociales, que desplazó el objetivismo y tas a través de la fuerza de la ley colonial, y
el empirismo como acercamiento a los fenóme- reproducidas por la ley y el Estado en el período
nos sociales centrándose en los significados, la poscolonial. Para ello explica el caso africano
interpretación y la subjetivación de los procesos en el que las identidades fueron impuestas por
sociales. Desde distintos enfoques teóricos y la fuerza de la ley colonial, donde los grupos
políticos, la identidad étnica y por ende la dife- fueron clasificados por los censos a través de
rencia y la diversidad cultural de los pueblos demarcaciones raciales y de políticas específi-
indígenas, buscaron ser comprendidos como cas en los que la distinción tiene una significa-
productos sociales, construcciones surgidas de ción legal directa, expresada en leyes comple-
las interacciones sociales y de la subjetivación tamente discriminatorias que favorecían o
de la cultura en situaciones de desigualdad, excluían a unos u otros. El período poscolonial
conflicto y dominación. Este cambio epistémico debió refirmar la fuerza de una autoridad única y
generó dos corrientes simultáneas, en cierta por eso la separación en grupos fue contestada
forma contradictorias y complementarias. Por por los líderes tradicionales que buscaron obte-
una parte, la diversificación de explicaciones ner poder en las decisiones políticas, por ello
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fueron reconocidas sus identidades en clave de El problema actual de las definiciones de la


identidades culturales con el fin de alcanzar un identidad, es que se ha transformado en una
consenso social que permitiera dar gobernabili- dimensión irreductible, en un a priori demasiado
dad al Estado. La clasificación racial da así paso complejo para ser explicado de una sola forma,
a la identificación cultural que distingue entre tal como se acostumbra a plantear desde los
grupos indígenas con derechos ancestrales, por paradigmas posestructuralistas y posmoder-
ejemplo, antiguos habitantes de un territorio, y nos que consideran toda verdad como relativa,
otros que quedan excluidos de estos beneficios incompleta y subjetiva (Harvey, 1992). Es así
por tener un origen distinto pues son producto como esta postura no se hace cargo de algunas
de desplazamientos de población generados de sus tantas contradicciones, por un lado, apela
por el propio régimen colonial. De este modo, la a la fragmentación y a la movilidad y, por otro
ley fuerza a los grupos a reconocerse en deter- lado, frente a la inexistencia de verdades univer-
minados grupos étnicos con lo que la etnicidad sales defienden la idea de identidades inmóviles
pasa de ser una identidad cultural a una iden- y homogéneas. Y todo ello a pesar de las eviden-
tidad política. De esta manera Mamdani logra cias incontestables de que las identidades son
explicar el vínculo que existe entre las identida- cada vez más abiertas y heterogéneas, de que
des raciales y las identidades étnicas y el modo los marcadores culturales, la transculturación,
en que hasta hoy día tienen efecto en las socie- el hibridismo, el mestizaje, el cosmopolitismo y
dades africanas poscoloniales. todas las formas de intersección de la cultura son
lo común y nos hablan de identidades en perma-
Desde otro punto de vista Stuart Hall (1996) nente cambio. A pesar de ello, hay quienes desde
dice que uno de los problemas de la identidad posturas moralistas o desde un nuevo “infanti-
es su “irreductibilidad”, lo que se explica por su lismo”, como dice John Beverley, parafraseando
carácter central para la cuestión de la agencia y a Lenin, en relación a los estudios culturales y
la política. Al decir esto, Hall aclara que se refiere decoloniales en América Latina y de los que el
no solo al campo de la acción política como mismo ha formado parte, insisten en negar tales
práctica sino sobre todo a un campo discursivo. evidencias construyendo imaginarios identitarios
Es en este lugar de la política y la contingencia cerrados, homogéneos, inmutables, infranquea-
donde la identidad discursiva se produce y se bles y cuya razón última pareciera ser la sangre,
reproduce. En esta misma línea, Arfuch señala el parentesco o los genes.
que el surgimiento de la identidad vino a ampliar
y a democratizar el campo de las identificacio- Como hemos dicho, el sentido de pertenen-
nes sociales, en tanto se abrió a la pluralidad cia puede ser una salida a este nudo en tanto
de sujetos, las subalternidades, la “otredad” y la que abre la posibilidad de ver las adscripciones
crítica al etnocentrismo, en cierto modo, como identitarias como derivadas más bien de proce-
señala la autora (2003: 23), la ampliación de las sos territoriales e históricos concretos, más que
identidades y las nuevas narrativas surgidas de de marcadores irreductibles. La identidad y, en
ellas puede ser vista como una democratización particular la identidad étnica, es la base desde
de los saberes y como una nueva jerarquía otor- la cual la antropología ha buscado separar las
gada al ámbito de la subjetividad. categorías raciales y la raza misma de la cultura
dentro de las interacciones y procesos sociales.
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Sin embargo, la identidad se ha transformado y territorios concretos y las dinámicas que estas
progresivamente en una categoría compuesta desigualdades generan dentro del grupo o
de un conjunto de cualidades irreductibles y respecto de otros sujetos que se encuentran en
estáticas perdiendo así su capacidad de apor- similares condiciones. Frances Stewart (2002),
tar a la construcción de sociedad cosmopoli- ha planteado la necesidad de considerar en el
tas donde la diferencia cultural, más que una análisis de los conflictos sociales las llamadas
barrera racialmente infranqueable, sea una “inequidades horizontales”, esto es, inequidades
cualidad o una dimensión positiva de socieda- que se dan dentro de grupos definidos cultural-
des democráticas y heterogéneas. mente; se trata de inequidades que adquieren
formas multidimensionales y complejas y son
Por otra parte, la irreductibilidad de la identi-
generadas por un desigual acceso a recursos
dad y su renovado enlace con la raza plantean
políticos, económicos y sociales dentro de un
una serie de problemas para los modelos polí-
mismo grupo culturalmente diferenciado. Esto
ticos y societales como la interculturalidad y el
es importante porque en estos grupos, como en
multiculturalismo, pues como hemos dicho las
otros, hay activos procesos de movilidad social,
políticas de reconocimiento para ser posible,
estratificación y diferenciación, no se trata de
buscan demarcar las fronteras identitarias, la
grupos homogéneos y estáticos como preten-
distinción y la exclusividad de los grupos con el
den algunos discursos de la identidad. Al mismo
fin de legitimar derechos específicos; la para-
tiempo, el grupo que es objeto de políticas
doja es que tales ejercicios y prácticas profun-
específicas del Estado y por el acceso a recur-
dizan la distancia intercultural radicalizándola
sos y bienes, por lo general escasos, perciben
y afectando con ello los modos de compresión
y constatan que sus posibilidades de movilidad
mutuos y los espacios de interacción, coope-
respecto de otros grupos son limitadas. Más
ración y diálogo. Ello sin embargo parece ir a
allá de lo obvio de estas constataciones lo que
la par con el modo de acumulación flexible que
importa es cómo se procesan estas inequi-
opera o es generador de fragmentación, esto
dades a nivel societal o por parte del Estado,
es, que se desarrolla justamente sobre la base
cuáles son las interpretaciones y evaluaciones
del socavamiento de los principios generales
que los sujetos tiene de estos procesos y cómo
y universales en pos del relativismo y el ensi-
las personas las conectan con su condición de
mismamiento social como señala David Harvey
grupo culturalmente diferenciado.
(1992), en su clásico y breve texto “El capita-
lismo: la fábrica de la fragmentación”.

Tal vez se ha puesto el foco de manera exce- ¿La indigeneidad como alternativa
siva en las diferencias culturales, la culturaliza- al esencialismo?
ción de la identidad ha sido descentrada por el
pensamiento posestructuralista y los estudios Las identidades étnicas, vinculadas a la
culturales, se ha desplazado la conexión entre producción de identidades de los pueblos indí-
la diferencia cultural, las prácticas y las condi- genas, surgen como expresión de los procesos
ciones de inequidad generadas por los proce- de dominación y subalternidad de los colectivos
sos económicos y sociales dentro de espacios y sociedades indígenas sometidas al dominio
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colonial y poscolonial en América Latina. La ficado positivo no de algunas propiedades esen-


etnicidad, en este sentido, es un modo espe- ciales propias, sino a través de su relación con lo
cífico de construcción identitaria con referen- que no es, con lo que ella excede o carece” (De
cia particular a la evaluación y valoración que la Cadena & Starn, 2010: 12).
determinadas sociedades hacen de su cultura
en los procesos de interacción con el Estado y Aboriginalidad o indigeneidad representan un
la sociedad dominante. Se trata de un proceso juego de espejos acerca de lo que se busca ser
de largo alcance histórico, dinámico y en perma- o del modo en que se desea ser visto o definido,
nente transformación que resurge sobre todo a todo ello como estrategias y formas de acceder
partir de las transformaciones del Estado y la al reconocimiento, la validación y la búsqueda
economía en el marco de la reestructuración de posiciones de poder, así como una manera
capitalista en su fase de acumulación flexible. legítima de acceder de manera preferencial a
Las identidades étnicas no son solo generadas recursos o derechos sobre ellos. En este juego
por un grupo específico que desea demostrar, de espejos buscan su legitimidad no solo los
valorizar o defender su identidad, son también pueblos indígenas, sino que actores y sujetos
producto de las interacciones con el Estado, externos que también se disputan en el espacio
que es un activo productor/legitimador de iden- público el cómo y desde dónde definir lo que es
tidades y de la sociedad en la que se insertan o no es ser indígena, a partir de un entramado
tales grupos. de categorías propias y ajenas, lo que demues-
tra que la indigeneidad es histórica y relacional
La producción de la diferencia cultural en el y, como señala De la Cadena y Starn (2010),
marco de las relaciones interétnicas e intercultu- provisional y relacionado con un contexto
rales son, como lo han señalado diversos auto- dado. Teniendo en cuenta estas condiciones
res, un producto de relaciones desiguales que de producción de lo étnico no es raro que las
se reproducen en el marco de la “colonialidad” disputas por la representación sean fundamen-
(Restrepo & Rojas, 2010) y son también el resul- tales para simbolizar la diferencia. Es el caso
tado de la confluencia de diversos modos de del presidente Evo Morales que es etiquetado o
dominación en torno a los cuales los sujetos arti- desetiquetado como indígena en función de los
culan un todo, supuestamente homogéneo, para diversos intereses que están en juego entre los
combatir la exclusión y el racismo. Son también actores políticos bolivianos respecto de lo que
el resultado de las tensiones generadas por la significa ser indígena o, en este caso, de los
lucha antagónica por autoclasificarse o ser que significa ser un presidente de la república
clasificados o etiquetados por otros, piénsese de origen aymara. Así, sectores conservadores
por ejemplo en los significados de la etiqueta de la derecha intentan representar al presidente
indígena tanto en el campo social como en los Morales como un indígena que dejó de serlo
debates de la antropología. Este proceso al que porque no cumple con los requisitos “consen-
Marisol de la Cadena y Orin Starn (2010), llaman suados” que se requieren. Pero esta crítica
“indigeneidad” y Claudia Briones (1998), “abori- también viene desde los sectores más conser-
ginalidad”, y que se refieren a la idea de que lo vadores de los propios movimientos indígenas
indígena surge en campos sociales amplios de que cuestionan la veracidad de su plataforma
diferencia y de igualdad y que “adquiere su signi- de “gobierno indígena” desde el momento que
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explota los recursos naturales o da continuidad cuestionar derechos y demandas. Un ejemplo.


a la economía de mercado. Mientras tanto, el Hace algún tiempo en Argentina volvió a resur-
presidente Morales juega el juego de la repre- gir una vieja e insólita polémica planteada por
sentación indígena a través de la incorporación algunos antropólogos y periodistas que a partir
de ceremonias indígenas en los actos centrales de los postulados del ya fallecido investigador
de su gobierno como los actos realizados en Rodolfo Casamiquela, defienden la idea de que
las ruinas de Tiahuanaco. Es evidente que la los mapuche, que durante siglos habitaron y
disputa por la indigeneidad del presidente Mora- circularon a través de la cordillera de los Andes
les pasa también por los proyectos políticos que entre las pampas, la Patagonia norte de Argen-
están en juego y por la búsqueda de represen- tina y la Araucanía en Chile, no tienen derecho a
tación de los actores políticos. No es raro, por la tierra porque originalmente no son argentinos
otro lado, que el presidente Morales haya reci- sino “invasores chilenos” por lo tanto no cuen-
bido durante años el apoyo de los habitantes de tan con los mismos derechos de herencia de la
El Alto, un municipio surgido a luz de los proce- tierra que el resto de los connacionales. Para-
sos migratorios de las poblaciones indígenas lelamente en Chile, en un debate en Internet
del altiplano que combina una dinámica moder- sobre los conflictos entre mapuches y empre-
nizadora en lo económico y muy tradicional en sas forestales, algunas personas argumentan
lo cultural. que los mapuche no tiene derecho a la tierra
porque provienen de Argentina. Ninguna de
Este indígena “hiperreal”, en palabras de estas argumentaciones repara en que los terri-
Alcida Rita Ramos, es también el sueño y el torios habitados por los mapuche fueron incor-
delirio de quienes buscan la representación de porados por los Estados nacionales en el siglo
un sujeto indígena elaborado a partir de ciertas XIX y que por lo tanto su chilenidad y argen-
categorías, discursos e incluso (aún) de cierta tinidad corresponden a un proceso impuesto,
estética. Un holograma retórico, proyección de tanto como lo fueron las fronteras nacionales
una ilusión, un modelo ético ideal como el que que desde entonces comenzaron a ser dibuja-
produjo el indigenismo clásico (Ramos,1994). das en el antiguo territorio indígena.

Pero así como la retórica del indígena hipe- Por otro lado, las identidades étnicas no se
rreal sirve a veces para reafirmar identidades libran de ser sometidas a las dinámicas del
y derechos, también es útil para cuestionar mercado. La identidad en los tiempos actuales
y deslegitimar las demandas de los pueblos también tiene un valor de cambio, además de
indígenas. No cumplir con ciertas condiciones un valor de uso. La identidad étnica en particu-
o expectativas de los que se espera de las lar es un campo para la producción de nuevos
identidades indígenas, es una práctica común nichos de mercado donde se transan no solo
dentro de las políticas neoliberales que buscan artesanías sino también alegorías, principios,
cuestionar el derecho a la tierra y los recursos valores, retóricas e imágenes. Lo local, lo irre-
de los pueblos indígenas. Así como la exacer- ductible, lo ancestral, otra vez se vuelve una
bación de rasgos identitarios puede producir marca o un principio comercial generador de
identidades fijadas en el tiempo y en el espacio, nuevas valoraciones como señalan Comaroff y
su ausencia puede ser un buen argumento para Comaroff (2011) en su libro Etnicidad S.A. Así,
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por ejemplo, surge el debate sobre la validez de eso no significa que debamos quedarnos atra-
mercantilizar la cultura en el campo del turismo pados en la discusión sobre la validez de los
indígena o étnico, con cuestionamientos sobre derechos colectivos, las políticas del reco-
qué mostrar, qué vender, qué poner en valor nocimiento o la autodeterminación, ello no
frente al turista. Lo mismo en el caso del patri- puede significar un permanente socavamiento
monio cultural, donde hay más de una lectura y relativismo de lo social y de sus principios
sobre la conveniencia o desventaja de patrimo- universales, así como de los principios univer-
nializar la cultura. Para muchas comunidades u sales que rigen los derechos humanos. Hay
organizaciones indígenas la patrimonialización ejemplos de sobra que demuestran que igual-
de la cultura tiene dos lecturas posibles. Mien- dad y diversidad pueden convivir y que tales
tras algunos argumentan que la patrimonializa- sistemas combinados de derechos, de repre-
ción podría significar la pérdida del control de sentación política y de políticas de Estado, en
sus recursos culturales y de su propia identi- general, puedan convivir y esta convivencia no
dad a manos del Estado, otros señalan que es mera producción discursiva sino el efecto
patrimonializar la cultura es un modo de reco- de las prácticas sociales y de las interacciones
nocimiento, de control efectivo, de protección y cotidianas que se dan en el seno de las socie-
exclusividad al alero del Estado. Dos posturas dades heterogéneas.
sobre un mismo punto, dos formas de compren-
Una segunda cuestión, es que la problemática
der y procesar el sentido de la identidad cuando
de la identidad/pertenencia no se refiere o no
esta se convierte en un nicho de mercado o en
puede ser vista solo como un ejercicio teórico o
un recurso que se transa y se vende.
académico, por el contrario, en la medida que la
cuestión de las identidades afecta la conviven-
cia y el modo en que se organizan los Estados
Conclusiones y las sociedades contemporáneas, la cuestión
de los límites identitarios, de sus contenidos,
Frente a la crisis que representa la sobre- formas y efectos son claramente un problema
interpretación de la identidad, su esencializa- político que debe resolverse en el espacio
ción y nueva racialización, lo que se requiere público y no solo en las aulas universitarias.
es agregar una actitud crítica de la diversidad
y la búsqueda de más soluciones políticas y Otra cuestión importante es la que hace refe-
económicas para las sociedades multiétnicas rencia a la raza y a los encubrimientos que de
y plurinacionales, frente al aparente atrinche- ella hace el concepto de identidad, tanto en
ramiento de amplios sectores sociales que han sus usos públicos como en la propia academia.
encontrado en su identidad no solo un modo de Hace tiempo que las ciencias sociales aban-
defender su legítimos derechos, sino también donaron las explicaciones raciales y racialistas
de encapsularse y avanzar hacia formas de para explicar los fenómenos culturales y socia-
clausura social. les, lo que significó no solo un salto epistémico,
sino que también político especialmente para la
Definitivamente los tiempos de la nación antropología. Sin embargo, como lo ha apun-
homogénea han quedado en el pasado, pero tado desde hace tiempo Peter Wade, la nega-
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ción de la raza como base del análisis social no para la academia y los movimientos sociales, es
afecta su actualidad y su uso en las prácticas mucho mayor. Se trata de derribar imágenes y
concretas de los sujetos. El uso cotidiano de representaciones que están fijadas como dispo-
categorías raciales como formas de clasifica- siciones profundas en la sociedad y en los distin-
ción social y las prácticas y discursos raciales tos campos en que se juega la diferencia cultural.
y racistas de los sujetos, parece tener plena Se trata de un conjunto de dispositivos, prácti-
actualidad en el mundo contemporáneo. En los cas, políticas sociales y discursos que refren-
años recientes, diversos órganos de Naciones dan la idea de lo irreductible de la identidad. El
Unidas han denunciado un recrudecimiento del discurso jurídico de gran eficacia simbólica para
racismo y un incremento y sofisticación de las la producción y fijación de los habitus normativos
plataformas racista y xenófobas. Esta reformu- de la vida en sociedad, por ejemplo, es profun-
lación del racismo ha ido de la mano de la aper- damente conservador en el modo en que repre-
tura de los mercados, los flujos de población senta a los pueblos indígenas, su relación con el
migratoria y la cada vez más violentas asime- cosmos y con los recursos naturales, un ejem-
trías espaciales y territoriales entre los múltiples plo de ello es la idea de “Buen Vivir” con la que
Nortes y Sures, Estes y Oestes, ricos y pobres, supuestamente se busca construir un proyecto
desarrollados y subdesarrollados. alternativo al neoliberalismo sobre la base de
identidades idealizadas y fijadas en el pasado.
Las plataformas racistas se han consolidado
también al ritmo vertiginoso con que ha crecido Finalmente, tal vez lo más importante es que
la Internet y sus múltiples formatos de comuni- el racismo no se combate con más raza. Como
cación, transferencia e intercambio de datos, dijimos, el discurso de las identidades permitió
información, imágenes y símbolos. Sin sobredi- evidenciar lo amplio y heterogéneo del campo
mensionar la importancia de Internet en estos social, pluralizando las voces y las actorías más
procesos, sobre todo teniendo en cuenta que allá de la falsa ilusión o la pesadilla de socieda-
aún son millones los analfabetos en el mundo des homogéneas y uniformes. El discurso de la
de la computación y de la World Wide Web, se identidad ha servido de base a las demandas
debe reparar en la importancia que hoy tienen sociales por derechos diferenciados y ha sido un
las llamadas redes sociales, espacios virtuales soporte de las luchas decolonizadoras y decolo-
supuestamente democráticos y abiertos desde niales así como de la crítica al capitalismo en su
donde se articulan nuevas formas de discrimi- fase de acumulación flexible que como dijimos
nación y racismo. Un ejemplo de ello es la idea nada en buenas aguas cuando se trata de la
del avatar, la identidad en las redes sociales que diversidad y la fragmentación. Por eso se debe
puede ser una imagen, un retrato o una pala- rescatar su potencial generador de más socie-
bra que actúan como máscara o reencarnación, dad y no de búsqueda de la fragmentación y
como forma de travestismo a través del cual los descohesión por la vía de otra ilusión, la idea de
usuarios se identifican o encubren y manipulan que la diversidad es una ley natural irremontable,
sus identidades con el fin de decir su verdad. indisoluble que solo nos puede llevar a una lucha
permanente entre los seres humanos.-
Pero el problema de lo racial en las identida-
des, tanto para los derechos indígenas como
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Notas
1
La Conferencia de Bandung (Indonesia) fue una reunión realizada la naturaleza de su filiación, inclusive la adoptiva;
en Indonesia entre los días 18 y 24 de abril de 1955, en la que Se entenderá por hijos de padre o madre indígena a quienes
participaron un conjunto de países que se encontraban en proceso desciendan de habitantes originarios de las tierras identificadas en
de descolonización o que se oponían a las políticas neoimperialistas el artículo 12, números 1 y 2.
del bloque soviético y norteamericano, tales como Camboya, Egipto, b) Los descendientes de las etnias indígenas que habitan el
India, Indonesia, Iraq, Irán, Libia, Vietnam del Sur y del Norte, China, territorio nacional, siempre que posean a lo menos un apellido
Japón, Turquía y Arabia saudita, entre otros. La reunión dio origen indígena;
a la organización de Países No Alineados y sentó las bases para Un apellido no indígena será considerado indígena, para los
la aplicación del derecho a la autodeterminación consagrado en los efectos de esta ley, si se acredita su procedencia indígena por
principios de la Carta de las Naciones Unidas. generaciones, y
2
El concepto de autenticidad a que nos referimos se relaciona con c) Los que mantengan rasgos culturales de alguna etnia indígena,
la exclusividad, originalidad o lo genuino otorgado por la cultura. A entendiéndose por tales la práctica de formas de vida, costumbres
diferencia de lo que señala Charles Taylor en la relación autenticidad o religión de estas etnias de un modo habitual o cuyo cónyuge
como dimensión moral del reconocimiento del otro, en el sentido de sea indígena. En estos casos, será necesario, además, que se
dignidad. Véase Taylor (2001). autoidentifiquen como indígenas.
3 4
El documento se denomina “Certificado de Acreditación de En todo caso no se debe olvidar que los intentos por separar
Calidad Indígena”. Este certificado se entrega a las personas que raza y cultura en la antropología fueron iniciados por el fructífero e
cumplan con los requisitos establecidos por el art. 2º de la Ley influyente trabajo de Franz Boas a finales del siglo XIX.
Indígena 19.253, que señala:
a) Los que sean hijos de padre o madre indígena, cualquiera sea

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