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Esas dos verdades son las grandes razones por las cuales en la
crianza se cometen tantos errores. Es que ser mamá y papá es
algo que se aprende en la medida que los hijos crecen. Peor aún
es que con cada hijo que llega a la familia, los padres deben
empezar de nuevo el aprendizaje.
A muchos padres les preocupa que sus hijos no sean felices. Los
ven tristes o cansados y de inmediato suponen que están haciendo
una mala labor en la crianza.
Sí, es cierto que los padres deben proporcionar a sus hijos las
oportunidades que les permitan desarrollar sus talentos. Sin
embargo, deben cuidar que eso no se convierta en una carta
abierta a aprovecharse de ellos poniendo en su vida expectativas
tan altas que los niños solo se vean abocados a complacerlos.
Tus hijos son el reflejo de la persona que eres. La razón es que los
crías como deseaste ser criado; además, tus hijos aprenden por el
ejemplo que les das. Es por eso que la crianza no solo involucra a
tus hijos; también está dirigida a ti, en hacerte una mejor persona
y en hacerte un mejor padre o madre.
Para finalizar, solo me queda decir que ser buen padre no se trata
de ser perfecto. Tampoco se trata de colmar a los hijos de todas
las cosas materiales que se les pueda proveer. Un buen padre es
el que está dispuesto a crecer con sus hijos, a aprender con ellos;
pero mientras te empeñes en hacer todo bien sin equivocarte, lo
que puede suceder es que te equivoques más.