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mingo –una presencia familiar en


el poblado–, se retiraba de la cos-
ta, planicie adentro, y no bajaba
hasta que las aguas descendían
a fines del verano. Cincuenta
años no habían borrado el terror,
la sombra trágica.
Allá se iba, hacia La Rincona-
da. A su mísero real de jarilla y
piedra en el medio del monte, no
lejos de la tapera que fuera el
La obra se llama El Bautista de la Rinconada y para situarnos en la puesto de sus mayores, junto al
historia digamos que se localiza en la zona de 25 de Mayo. Dicen que hilillo de agua que desprendién-
primero se oyó un ruido como un trueno lejano. Como un oscuro bra- dose del Colorado en la antigua
mido de la tierra. Así lo cuentan... era el 30 de diciembre de 1914. Ense- colonia de Los Viejos pasaba por
guida llegó el agua, incontrolable, volcadas desde las lejanías de Carri el Álamo Solo y, arrimándose a
Lauquen, en los contrafuertes cordilleranos del alto Barrancas, conti- La Rinconada, va a desaguar el
nente abajo, hacia el mar. río, allá por Lomas Bayas.
La “crezca grande”. Cuando la catástrofe se abatió sobre la entonces Huraño, arisco, por algo sus
floreciente 25 de Mayo, en la ribera pampeana del Colorado, hombres hermanos le decía “el mataco”
y animales, arboledas, viviendas, canales y acequias, todo, absoluta- era en realidad tan sólo un tími-
mente todo, fue borrado por un súbito y terrible viento de desgracia. do. Una mente que regresó ha-
Como tantos de sus vecinos, don Domingo Retamales, por entonces cia el niño. Un patético testigo de
hombre joven, perdió toda su gente, su familia, su casa, su chacra, su aquel lejano horror. En otoño e
felicidad... y también su destino. Dicen que al oír el lejano bramido, invierno se acercaba al poblado,
acordóse de ciertos rumores que habían traído días atrás viajeros pro- visitaba los puestos, con el obse-
cedentes de la Pampa del Rayo, decidió repuntar barda arriba la maja- quio de algún piche, alguna tor-
da. Por si acaso. tuguita para los chicos... y se iba.
Cuentan, también, que cuando quiso volver, todo era una encrespa- El durísimo invierno de 1967
da furia de aguas. Y a las aguas se largó con su caballo pensando en fue para él, el último. Había he-
salvar a los suyos. cho noche en su real y acaso, dur-
Fue inútil. Después de muchas leguas río abajo lo vieron pasar afe- miendo bajo el lento caer de la
rrado a un tronco que boyaba. Lo enlazaron desde la costa y lo pusie- nieve murió... Su figura, que la
ron en tierra, le brindaron fuego, alimentos y abrigo. Pero cuando vol- canción rescata, es la de aquel
vió en sí... era su sombra. Ya había perdido la razón. perfil bíblico de profeta alucina-
Y viviría así hasta morir el 10 de junio de 1967. O mejor dicho la do cuando bajaba de la travesía
noche antes, cuando la gran nevazón cubrió los campos del oeste vistiendo su zamarra cabruna y
pampeano. Más de medio siglo vivió en las nieblas de su locura mansa como Juan, el Bautista, profería
y buena. Aislado, solitario, pequeñito y frágil. La barba patriarcal hasta extrañas palabras. Tal vez, jirones
la cintura, la extraña zamarra, la melena hasta los hombros... de sueños, sombras de la razón
Cuando el río comienza a repuntar, a fines de la primavera, don Do- ausente. . .

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