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ISBN: 978-956-17-0712-2
y así era hace un siglo y medio atrás, cuando Valparaíso empezó a ser una ciudad.
Pero Valparaíso no nació exactamente allí. Nació un par de cuadras hacia el oriente, donde un estrecho y profundo valle
desembocaba al mar. El valle de Quintil.
Todo comenzó, para nosotros, en los primeros días de septiembre de 1536, cuando fondeó en el surgidero un “navío sotil”
llamado Santiaguillo.
Traía el barquichuelo víveres, equipo y herrajes para las cabalgaduras de la expedición de don Diego de Almagro, “e venía mal
acondicionado e hacía mucha agua e no traía ya estopa ni pez para se poder calafatear”.
El fondeadero, que entonces no tenía nombre, yacía “en un punto veinte leguas adelante de la cabecera de Chile” y tras la playa
asomaba un mísero poblado de indios changos.
Juan de Saavedra, que llegó al encuentro del Santiaguillo, con algunas tropas de Almagro, vio todo esto y lo llamó
Valparaíso.
“El paisaje risueño, rico de corrientes y murmullos de follajes, se fue tornando agrio y estéril”.
Un turista que conocía la descripción antigua, preguntó, recién llegado, en qué fecha a Valparaíso lo habían
cambiado de ubicación.
Un viajero del siglo pasado quedó convencido que el nombre de Valparaíso no significaba “valle del paraíso” sino
“balde paraíso”, es decir, paraíso vano.
Otros dicen que Saavedra lo llamó así porque había nacido en un lugarejo de Castilla la Nueva, “a siete leguas de
Cuenca”, llamado Valparaíso.
Lo que nadie ha dicho es que don Juan de Saavedra quiso hacer un chiste. Juan de Saavedra era un humorista.
Como toda ciudad que se respeta, Valparaíso no tiene fecha de fundación.
Los españoles fueron generalmente sabios para elegir sitios donde fundar sus
ciudades. Por eso a Valparaíso no lo fundó nadie. Simplemente lo parió Juan de “calles traicioneras que nos hacen girar sin fin y nos devuelven agotados, al punto de partida”.
Saavedra, con una sonrisa.
Y los que vinieron después recogieron esa sonrisa amarga, porque sin una
sonrisa en el corazón no se puede vivir en una ciudad como ésta, tan demasiado
llena de demasiados.