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Trabajos y Comunicaciones
Tau, L. (1978). Medioevo y modernidad en el XVI español. Trabajos y Comunicaciones, 23, 157-166. En
Memoria Académica. Disponible en:
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.1114/pr.1114.pdf
(*) El present e trabajo - destinado a los alumnos de Histori a Moderna- intenta dar
unas notas explicativas para la com prensi ón integral de un momento fundamental en
la historia de España y de Occidente, siguiendo el consejo de Braudel de que una
historia general exige siempre un esquema de conjunto.
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Carlos, el último César cristiano lo advertía :
" Bien se -escribe a su hijo - que otras muchas cosas os podría y
debría decir. De las que podría no hacen por agora al caso, porque las
más sustanciales son las dichas y cada día , según la necesidad lo requiera ,
se dirán. Las que debría están tan oscuras y dudosas que no se cómo
decirlas ni que os debo de aconsejar sobre ellas, porque están llenas de
confusiones y contradicciones o por los negocios o por la conciencia . . ." .
y después de testimoniar lo difícil del tiempo que vive surge lo esencial
a no perder de vista :
" . .. En éstas dudas siempre os atened a lo más seguro, que es a Dios y
no cureis de lo otro.. . Yo estoy tan irresoluto y confuso en lo que tengo
de hacer que quien de tal art e se halla, mal puede decir a otro en el
mismo caso lo qu e le conviene . . •"
a) La guerra divinal.
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hechos, sabiendo lo que se arriesga y aún a pesar de eso se juega con su
destino.
Doña Estefanía de Req uesens, en los d ías que se prep arab a la ex pe di-
ción a Tunez, desc ribe en carta a su madr e - la co ndesa de Palamós- la
im presión que <la la Corte :
"l o rest ant e de palacio está co mo es ráo y to da la cort, axilas que van
com los qu e restan, qu e par que som el ju y final "
b) El mesianismo español.
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según escribía un autor anónimo a principios del XVIII, mientras se segu ía
esperan do al monarca apto y virtuoso, casi taumaturgo.
"No so n capaces aque llos españoles desmoro nados espiritualmente, de
pensar en planes más tangibles y realizables para reconstruir España " ,
comenta Palacio s Atard (en Anuario de la Historia del Derecho Español,
XVIII , 1947 ,694).
e) La unidad de la Fe.
Hay un entusiasmo español que alienta la "Christianitas" solidaria soña-
da por Vives, Silíceo , Sepúlveda o Fran cisco de Vitoria. Aquí la Cristian-
dad se identifica con Europa y la guerra se hará contra los enemigos
interi ores. Aquellos que turban la paz de la "ordinatio totius mu ndi". Es
el concepto medieval que busca la conversión o la eliminación del hereje
porque con su quie bra interior, con su falta de paz , iría a quebrar - tarde
o temprano- la paz de todo el Cuerpo.
Carlos entendió la causa del Imperio y de la unidad en la Fe como una
sola y misma tarea y trató de reconstitu ir el manto desgarrado de la
Iglesia en una visión por demás auténtica y realista de la reforma interior
que precisaba con urgencia .
"El fin de mi .ida a It alia - dirá la Cró nica de San ta Cruz- es para
trabajar y procur ar co n el Papa que se celebre un general Concilio en Italia
o en Alemania para desarraigar las herejía s y reformar la Iglesia. Y ju ro,
por Dios que me crio y por Cristo, su Hijo que nos redimió, que ninguna
cosa de este mundo tanto me atormenta como es la secta y herejía de
Lut ero, acerca de la cual tengo dc trabajar para que los historiadores que
escribieron cómo en mi tiempo se levantó puedan también escribir que con
mi favor e industria se acabó . . . "
LA POLITlCA RELIGIOSA.
" Hijo ... he det ermi nado . . . de dejaro s en mi lugar para que goberneis
éstos reinos". .
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sabilidad. Vacilante e idealista, genuinamente espa ñol, estará abie rt o al
mundo nuevo, pero desde España y pensando en España en primer lugar.
Felipe, administrador escrupuloso y casi excesivamente prudente , aceptó el
condicionamiento del acontecer en que estaba inmerso. Pero intransigente
en lo esencial hizo de España fortaleza inexpugnable. Ya no se sentía
"guardián y defensor de Occidente" sino solamente Rey de España, pero
con una misión universal : asumir la denfesa de la Fe y de la Iglesia.
Heredaba en esto al Imperio y al medioevo .
Para esta tarea el pensamiento español elaboró los títulos de su legitimi-
dad política y de su misión nacional. El dominio del mundo para España
que Campanella propugnaba se fundaba en la unidad conservada con
penoso sacrificio y en las dimensiones universales de sus dominios, "donde
nunca se 'hace de noche" . Tanto que se esboza la idea del Imperio de las
Indias. Así aparece en carta de Hemán Cortés de 1522 :
" He deseado que Vuestra alt eza (a Carlos V) supiese las cosas de esta
tierra, que son tanta s y tales que. . como ya en otra relación escribí, se
puede intitular de nuevo emperador de ella y con título y no meno s mérito
que el de Alemania, qu e por la gracia de Dios Vuestra Sacra Majestad ya
posee •.." .
Idea de un nuevo poder ecum énico que - de haberse plasmado- hubiera
respondido a la traslación del eje del mundo : del Mediterráneo al Atlánti-
co , una nueva unidad en medio de la fragmentación europea. Solórzano
Pere yra dedica su obra De indiarum iure a Felipe IV y lo llama
" rey de las Españas y de las Indias y emp erador siempre augusto de las
regiones del sol".
es elabora da para los tratadistas. Suárez dirá que la transmisión del poder
- que reside en Dios como fuente- se hará mediante " consejo y elección
humana" (De Leg. , L. IlI , cap . IV) . Nueva participaci ón política del
cuerpo social. Por 10 tanto es un poder político de base nacional, con
misión universal "desde las Españas" , pero que acepta vinculaciones y
limitaciones mo rales. El Padre Mariana escri be :
"creo que ha de residir constantemente en la Repúbli ca la facultad de
reprimir los vicios de los reyes y destron arlos cuan do se haya n manchado
con cierto s crí menes e ignorado el verdadero camino de la gloria, hayan
querido ser menos amados que temido s . . .",
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ca, como tal la más eminente, pero a ella se ajusta y a ella se debe por
entero. Se cerraba así el círculo de una teoría política de indudable
trascendencia : el pueblo primitivo depo sitario del poder que emana de
Dios pero el rey ' se mueve en exigencias de virtud 'y de justicia , pues "sólo
hay potestad para el bien" .
Ese cuerpo social, con sus fines, regula el mando. Las contenciones del
poder se piensan no en función de utilidad personal sino del bien que
procura. Contención del poder por obra de la fe religiosa, de las socieda-
des menores que lo limitan en su esfera y por la coacción directa de la
Iglesia como sociedad soberana y perfecta. .
Por eso el poder cuando se torna injusto o impío o tirano puede y
debe ser resistido usando de legítima defensa.
Si "el reino es el cuerpo de la República " debe ser coherent e e
internamente homogéneo.
Para ello el bien de la unidad religiosa debía ser mante nido con audaz
intransigencia. La herejía repugnaba a la ortodoxia española y había que
mant ener lejos al pueblo de todo asomo de herejía . El Aquinate había
afirmad o que la fe de la gente sencilla es tanto más firme cuanto menos
han o ído hablar en contra de la misma (cfr. S.T., 11, 1, X, c. 7). A los
españoles la fragmentación religiosa aparecía como un verdadero crimen.
Ante ella los grandes teólogos del XVI prop ugnan la tradicional actit ud del
"Orbis Christianus" contra los herejes y esa .será la orientación esencial del
rey.
Alfonso de Castro (1495-1558) dirá en su En ciclopedia de. Herejes que
"entre todos los crí menes humanos no existe ninguno que pueda perjudi -
car a toda la Cristiandad rnás qu e la herej fa".
Por eso el mismo Castro añade que apenas ningún luterano ha osado
entrar en España ...
Francisco de Vitoria sostiene la misma tesis. La persecución 'de los
herejes está en armonía con el criterio general
"de los derechos civil y canóni co, incluso el derecho pontifi cio entrega
los herejes relapsos al brazo secular".
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Es Domingo Bañez (1528-1604) el que sostiene que los viejos principios
formulados para el "Orbis Christianus" deben tener vigencia en el estado
español:
"El rey - dice- castiga a los herejes como a enemigos , com o a rebeldes
extremadamente malvados que ponen en peligro la paz del Reino, la cual
no puede mantenerse sin la unidad de la fe. Por eso se los quema en
España".
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últimos hay que arbitrar una solución radical. Felipe 11, hijo de su tiempo,
promulgó el 10 de enero de 1567 el Decreto por el cual se les daba tres
años de plazo para aprender el castellano, e le prohibe el u o de su
lengua y de sus libros, se los obliga a celebrar bodas a puertas abiertas y a
desterrar baños , costumbres e indumentarias. El levantamiento de 1567 a
1570 es la lucha por la propi a supervivencia . Pero a princip ios del XVII ,
entre 1609 y 1641 la expulsión será t otal. Al deci r de Vincke es "la pureza
de la sangre y la ortodoxia que repelen a la heterodoxia organizada que
es, en defmitiva, un pecado contra la propia sangre " .
Acaso ignoraban los teólogos que la coacción es' ilícita en materia de
conciencia? Sin duda que no. Pero haciendo jugar la teoria. de los bien es
en disputa encontraban que por el fin era aceptable. Por eso el proceder
de los reyes resulta aprobado y alentado. Aquí nuevamente aparece el
tiempo de la modernidad y sus propias razones de conveniencia nacional. Luis
de Malin a incluso se plantea la cuestión de si es lícito reducir a los hij os
de los moriscos rebeldes a la esclavitud y lo resuelve en sentido afirmativo,
al igual que Suárez,
"no obsta nte -añade de Molina- el cat ólico rey de España, Felipe 11,
proc ediendo con escrupulosidad casi temerosa dictó una ley que honr a su
corazón cristia nís imo. Decidió que los hijos de los rebe ldes. menores de
edad en la época del levant amiento y de caer prisioneros, fuesen puestos en
libertad tenie ndo en cue nta su inoce ncia, como, en efecto, se cumplió".
Los teólogos españoles, como bien afirma Hoftner, no venc iero n del
todo la "tentación del poder" propia del triunfalismo antiprotestante y así
se llegaba a la identificació n de esas dos pot est ades diferent es qu e son la
Iglesia y el E tado y que habían vivido u propio pro ce o de difere n cia-
ción durante el medioevo. En defmitiva le harían procurar al poder
potítico el Reino Celeste , que anida fundamentalmente en el interior del
corazón, allí donde se produce el misterioso encuentro de libertad y de
Grac ia que provoca el acto de fe.
Pero la actitud real viene del ambientey. de los pensadores de su
tiempo por una part e y por la otra de la fervie nte convicción religiosa del
rey, vuelto a un ideal humano y de gobernante que anclaba sus raíces en
el pensamiento medieval.
EL PRINCIP E EN ESPAÑA
y en 1543
"•. .Ie habeis de tener (a ·Dios) siempre delante de los ojos. Nunca os
descuideis de servirle. Sed devot o y temeroso de ofenderle y amar le sobre
todas las cosas. Sed favorecedor y susten tad su fe. Nunca permitais que
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herejías entren en vuestros reinos. Favoreced la santa Inquisición Y tened
cuidado de ·mandad a los oficiales della que usen bien y rectamente de sus
oficios y administren buena justicia, y en fin, por cosa de l mundo no
hagais cosa ni por cosa que os pueda acontecer, que sea en su ofensa . . .".
Como rey cristiano debe primero oír Misa todos los días para que
" Dios QS ilumine aquel d ía para que acertéi s en cuantos negocios
pongai s mano y que ya que ha puest o en vuestros hombros todo el peso
del gobierno de su pueblo cristia no, ponga en vuestro entendimiento luz
para que acerte is en toda s las providencias y determinaciones que deis . . ." .
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