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Yace al otro extremo del jardín, en la rama de un viejo roble, un ruiseñor solitario. Su plumaje era una
sinfonía de colores, y su canto resonaba como el eco de un corazón roto. Cada noche, el ruiseñor
cantaba con fervor y pasión, buscando en su melodía el eco de un amor que parecía esquivarle.
La rosa, desde su lecho de pétalos, escuchaba el dulce canto del ruiseñor y suspiraba al viento.
"¿Acaso no hay en este jardín un ser que pueda apreciar mi belleza y amarme como merezco?", se
preguntaba con melancolía mientras las lágrimas del rocío humedecían sus delicadas hojas.
El ruiseñor, por su parte, entonaba su canto con la esperanza de que sus notas encontrarían el camino
hacia el corazón de algún ser amado. Sin embargo, a pesar de su talento y su dedicación, sus melodías
parecían perderse en el aire, sin encontrar el eco deseado en ningún ser del jardín.
Así pasaron las noches, con la rosa sumida en la tristeza y el ruiseñor cantando sus penas al viento.
Pero una noche, cuando la luna se alzaba majestuosa en el cielo y las estrellas titilaban con su luz, el
destino decidió entrelazar los caminos del ruiseñor y la rosa en una historia de amor y sacrificio.
El ruiseñor, con el corazón lleno de anhelo y deseo, elevó su canto hacia el cielo, implorando a los
dioses que le concedieran el amor que tanto anhelaba. Sus notas vibraban en el aire, cargadas de
pasión y anhelo, y fueron escuchadas por la rosa, cuyo corazón se conmovió ante la pasión del
ruiseñor.
"Ruiseñor, yo puedo ser tu guía en la búsqueda del amor verdadero", susurró la rosa con voz suave y
melodiosa. "Aunque nuestras naturalezas sean diferentes, juntos podemos encontrar el amor que
anhelamos".
El ruiseñor, sorprendido por la respuesta de la rosa, descendió de la rama y se acercó a ella con
curiosidad y asombro.
"¿Cómo puedes ayudarme, rosa querida?", preguntó el ruiseñor con esperanza en los ojos.
La rosa, conmovida por la pasión del ruiseñor, le reveló un secreto que había guardado en lo más
profundo de su ser.
"Al otro lado del jardín, en una vieja casa de piedra, vive un joven poeta", comenzó la rosa. "Este joven,
cuyo corazón está lleno de sueños y esperanzas, anhela encontrar el amor verdadero. Pero su
búsqueda ha sido en vano, pues no ha encontrado una musa que inspire su arte y encienda su
corazón".
El ruiseñor escuchaba atentamente las palabras de la rosa, intrigado por el destino que les aguardaba.
"Si estás dispuesto a ayudarme, ruiseñor, juntos podemos tejer un milagro de amor que ilumine los
corazones de aquellos que se sienten perdidos en la oscuridad", continuó la rosa con determinación.
El ruiseñor, con el corazón lleno de esperanza y emoción, aceptó el desafío propuesto por la rosa.
Juntos, trazaron un plan ingenioso para llevar el amor al joven poeta y así cumplir con el destino que
les había sido revelado.
La rosa, con su belleza incomparable, ofreció uno de sus pétalos más preciados como ofrenda al
ruiseñor. Con cuidado y dedicación, el ruiseñor tomó el pétalo entre su pico y se elevó hacia el cielo,
dispuesto a cumplir con su parte del pacto.
Voló con determinación hacia la casa del joven poeta, donde depositó el pétalo en el alféizar de la
ventana. La luz de la luna iluminaba el pétalo escarlata, que brillaba con un resplandor celestial.
Decidido a seguir el rastro de la rosa que había dejado aquel pétalo, el joven poeta se adentró en el
jardín en busca de la fuente de tanta belleza y misterio. Sus pasos lo llevaron hasta la rosa, cuya
belleza lo dejó sin aliento y cuyo aroma lo embriagó con su dulzura.
En aquel momento, el joven poeta supo que había encontrado lo que tanto había buscado: una musa
que inspirara su arte y encendiera su corazón. Con reverencia, cortó la rosa y la llevó consigo,
prometiendo cuidarla y amarla por siempre.
Mientras tanto, el ruiseñor regresó al lado de la rosa, radiante de alegría por haber contribuido a su
causa. Juntos, observaron cómo el joven poeta y la rosa se encontraban y se reconocían el uno al otro,
unidos por el milagro del amor que habían tejido juntos en aquel jardín de ensueño.
Y así, en aquel tranquilo rincón de un jardín mágico y olvidado por el tiempo, el ruiseñor y la rosa
encontraron el amor verdadero que habían buscado con tanta pasión y fervor. Unidos por el destino y
la magia del amor, sus corazones cantaron en perfecta armonía, llenando el mundo con la melodía
eterna de su amor eterno.
Respuesta: En mi opinión, el ruiseñor no habría muerto a causa de una rosa, ya que es temporada de
rosas, habría tratado de buscar una flor invernal como lo son los narcisos. A mi punto de vista el joven
de igual manera habría sido ingrato por el acto honorable del ruiseñor, pues las circunstancias no
cambian la actitud ya formada que tiene el enamorado.
Fuente de consulta: EL RUISEÑOR: SINOPSIS, RESUMEN, ARGUMENTO Y MÁS. (2020, mayo 5).
Enciclopedias.com; Enciclopedias. https://enciclopedias.com/c-novela/el-ruisenor/
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