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El ruiseñor y la rosa

Un pequeño ruiseñor vivía en un jardín de una casa, cerca de la ventana de un estudiante.

Un día el estudiante estaba muy triste, porque se había enamorado y su joven amada le había pedido
que le trajera una rosa roja en pleno invierno si quería que bailara con él en la próxima fiesta.

- ¡Qué extraño es el amor! – pensó el ruiseñor – posee el mayor valor de todos pero no
se puede comprar con nada. Debe de ser amor verdadero porque él sufre lo que yo canto, lo
que es alegría para mí, es pena para él.

Así, el ruiseñor decidió ayudar al estudiante y fue volando al rosal que estaba debajo de la ventana
del estudiante:

- Rosal, dame una rosa roja, y te cantaré las canciones más dulces.

- Mis rosas son rojas, tan rojas como el coral del océano, pero el invierno ha helado mis venas,
y no tendré más rosas este año.

- ¡Solo necesito una rosa, nada más! ¿No hay ninguna forma de conseguirla?

- Hay una manera, pero es terrible. Solo se puede conseguir una rosa roja si lanzas tus notas de
música al claro de luna y teñirlas con sangre de tu propio corazón. Cantarás para mí con el pecho
apoyado en mis espinas toda la noche, las espinas atravesarán tu corazón y tu sangre correrá por
mis ramas, así nacerá una rosa roja.

- Es un precio alto el de la vida a cambio de una rosa, pero lo cierto es que el amor es la esencia
de la vida ¿y que es el corazón de un ruiseñor comparado con el de un hombre?

De este modo, el ruiseñor, al llegar la noche, apoyó su pecho contra el rosal y comenzó a cantar
las más bellas canciones que sabía.

La luna fue surcando el cielo y el canto del ruiseñor no cesaba.

- ¡Apriétate contra mi espina ruiseñor o no saldrá la rosa!, y el ruiseñor se clavó un poco


más la espina en el corazón, y su canto se volvió más bello aún.

Así pasó toda la noche; al amanecer el canto se silenció. El pequeño ruiseñor había muerto, pero
sobre el rosal lucía la más bella rosa que nunca había crecido en el jardín.

El estudiante abrió su ventana, y dijo:

- ¡Qué suerte he tenido, una rosa roja!. La cortó y se fue corriendo a entregársela a su
amada sin percatarse que bajo el rosal yacía el cuerpo del ruiseñor muerto.
La amada abrió la puerta al estudiante, quien le ofreció la flor, pero ella con cara de desprecio
le dijo: - Esa rosa no pega con el olor de mi vestido. Además, el sobrino del Duque me ha regalado
un colgante de rubís y perlas. ¿Qué es una rosa comparada con el valor de estas joyas? – y le cerró
la puerta con un golpe.

El joven, bajó las escaleras de la casa de su amada muy triste, tiró la rosa a un charco y maldijo:

- ¡Qué tontería es el amor, no es práctico, ni lógico y no sirve para nada!

Entonces el estudiante volvió a su casa, él no sabía nada del amor, solo sabía de cosas que estaban
escritas en los libros

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