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Capítulo 3

El Club de Conquistadores emprende un viaje hacia un campamento en medio de la naturaleza,


viajando en un antiguo autobús que cruje y se balancea mientras avanza por un camino de ripio.
Shane se queja del entorno silvestre, expresando su deseo de estar en un lugar más civilizado con
acceso a comida rápida. Sin embargo, su hermana Alicia lo contrarresta, disfrutando de la idea de
explorar y sentirse como una verdadera aventurera.

Al llegar al campamento, el Sr. Cho, el director, imparte instrucciones sobre las reglas básicas de
supervivencia en la naturaleza. Los Conquistadores se dividen en grupos para construir refugios
utilizando materiales naturales que encuentran en el entorno circundante. Alex demuestra ser
líder, dirigiendo a su equipo con habilidad y determinación, mientras que Shane y Alicia, aunque
muestran un espíritu competitivo entre ellos, colaboran para completar su refugio.

Sin embargo, no todo sale según lo planeado, ya que Shane enfrenta dificultades para construir su
refugio, lo que desencadena momentos de frustración y risas entre los jóvenes. A pesar de esto,
trabajan juntos para superar los obstáculos y finalmente completar sus refugios antes de que caiga
la noche.

La jornada culmina con una cena alrededor de una fogata, donde los Conquistadores comparten
historias y disfrutan de la compañía del grupo. El ambiente es de camaradería y satisfacción por los
logros del día, mientras todos se preparan para pasar la noche en sus nuevos refugios.

DÍA 2: POR LA MAÑANA

Al principio, Alex no sabia dónde estaba. Esta- oscuro (superoscuro) y solo se veia un agujerito luz
brillando desde algún lugar sobre su cabeza. pareció oler humo, pero no estaba seguro. A lo jos,
escuchaba voces: sonidos extraños, graves y nogados.

De pronto, un rayo de luz hizo añicos la oscuri- ad, al punto que tuvo que cerrar los ojos con fuerza
cubrirselos con las manos.

¡Ey! Despierta, Bella Durmiente-llamó una voz or la abertura recién formada en la puerta de ma-
ras de su caseta-. Ya es de mañana y todavía estás el mundo de los sueños.

Alex separó los dedos y vio el rostro sonriente de icia enmarcado por la abertura enmarañada en
su seta. Mientras sus ojos se adaptaban a la luz, vio go que lo hizo terminar de despertarse de
golpe. acó la cabeza por la abertura y vio que su refugio, suelo y la gorra que cubría la cabeza de su
amiga ostraban señales claras de...

¡NIEVE!-exclamó Alex-. ¡Anoche nevó!

Y si..-se burló Alicia-. Claro que no te enteras- porque estabas demasiado ocupado hibernando.
amos, Yogi. La señora Rogers dice que tenemos que vantarnos y prepararnos para el desayuno.
Recerda que es nuestra última comida decente antes de dirigirnos a los bosques en busca de cosas
que las personas normales se rehusarían a comer.

Luego de una pausa, la muchacha agregó:


-Quizás, se rehusarían por una buena razón.

Alex se restregó los ojos con la mano cubierta por un guante.

-¿Cómo está Shane? ¿Pasó bien la noche?

Alicia frunció el ceño.

-Define "bien".

Con cierta dificultad, Alex logró salir de su caseta y miró para todos lados. Ya no podia ver el
césped marrón y verde, y las pilas de ramas y hojas des- parramadas. Todo era blanco: suelo
blanco, árboles blancos, cielo blanco...

-¿No nos dijo el señor Cho que según el pronósti- co esto no debía pasar hasta esta tarde?

Alicia dejó escapar un grito ahogado.

-¡Tienes razón! ¡Oh, no! ¡Oh, no! ¡El pronóstico se equivocó!

Comenzó a retorcerse las manos.

-¿Qué hacemos? Esto nunca pasó. Podría ser el fin de todas las cosas. ¡Corre, Alex! ¡Corre por tu
vida!

Alex se quedó mirando a su amiga.

-¿Terminaste?-le preguntó.

La muchacha pensó un momento, y luego asintió lentamente.

-Si

-¿Dónde está Shane?

Una sonrisa cruzó por el rostro de Alicia mientras levantaba un dedo y señalaba. Se veían cinco
case- tas, las que pertenecian a cuatro acampantes y su director, cubiertas por 10 cm de nieve.
Pero el lugar donde la noche anterior habia estado la sexta caseta no seguía el perfil de las demás.
Alli, la nieve cubria un monticulo mucho más pequeño de protuberan- elas. Puntas de ramas
quebradas y malezas sobre- salian de la cubierta de nieve en ángulos extraños. Y desde debajo de
esa pila retorcida de materiales, Alicia y Alex escucharon el sonido inconfundible de

alguien roncando. ¿Qué pasó?-exclamó Alex, sorprendido.

La muchacha sacudió la cabeza.

-Mi mejor estimación es que, en algún momento de la noche, Shane se olvidó dónde estaba, e hizo
lo que no debe hacer una persona dentro de una case- ta individual.

- ¿Qué?

- Se puso en pie.

- ¿Se paró?
- Sip. Entonces, se volvió a acostar y a dormir.

- ¿Está bien?

- ¿Suena a que está bien?

Ronquido.

Alex se arrodilló al lado de la pila retorcida de nieve y restos de bosque.

-Ey, Shane. Shane.

Ronquido, ronquido.

- Despierta.

- Ronquido, ronquido, ronquido.

Alicia se arrodilló al lado de su amigo.

- Pregúntale si quiere desayunar-sugirió.

- ¿Quieres desayunar, Shane?

Los ronquidos se detuvieron. De pronto, los pa- litos, las ramas, las hojas y la nieve comenzaron a
moverse. Y, entonces, como un volcán haciendo erupción sobre una isla, lo que quedaba de la
caseta se abrió en dos y Shane apareció.

- Desayunar? ¿Escuché algo de desayunar? Me gustaria unos panqueques.

Capítulo 4

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