Está en la página 1de 4

Templocentrismo, pandemia y realidad

¿Es posible ser iglesia sin templos?


Dr. David Suazo J.
08/09/2020

La pandemia ha puesto en evidencia cuán templocéntricos hemos sido


como iglesia. Muchas iglesias locales y pastores entraron en crisis no solo por
la pandemia, sino porque vieron cómo sus templos permanecían cerrados, sin
poder realizar allí las actividades normales. Algunas pocas iglesias ya tenían
actividades virtuales a la vez que presenciales. A estas iglesias les fue más
fácil seguir funcionando de manera virtual, haciendo uso de la tecnología
digital. La mayoría, sin embargo, tuvo que hacer cambios grandes y de
emergencia. Algunas iglesias se pusieron en modo “pausa”, sin hacer mayor
cosa, esperando que todo esto pase. Otras entraron en un paréntesis,
suspendiendo muchas cosas que se estaban haciendo y haciendo otras o de
manera distinta, pero con la idea de regresar a la normalidad después de que
pase esta crisis.

Sin embargo, creo que la mayoría ha hecho un viraje, diseñando


actividades virtuales con la idea de que seguirán funcionando así de alguna
manera aún después de que pase la crisis. En todo esto se nota la nostalgia por
las actividades presenciales en el templo y con razón. El problema mayor que
veo es que hemos identificado lo presencial, lo relacional físico con las
actividades dentro del templo y con el culto público y allí radica nuestro
templocentrismo. Cuando pregunto si es posible ser iglesia sin templo no me
refiero a que se puede ser iglesia sin reunirnos presencialmente. Por ahora
estamos siendo iglesia sin templo y sin reunirnos físicamente, pero tarde o
temprano necesitaremos estar juntos para ser iglesia en su sentido más
completo, aunque no necesariamente en templos. ¿Hay lecciones de la
historia? ¿Hay lecciones de la Biblia? Veamos.

Un poco de historia

Ya he comentado en ensayos anteriores que en los primeros siglos de la


era cristiana no había templos formales en donde se reunieran los creyentes.
Eso no significa que no se reunieran. Al principio las reuniones se hacían en
casas particulares, sin mayor elaboración litúrgica, sino con algo muy sencillo
y discreto. Se sabe que las ceremonias como la santa cena y los bautismos se
realizaban prácticamente en cada reunión, pero no sabemos tan exactamente
cómo se hacían.
2

Con el correr del tiempo las casas se fueron acondicionando y algunas


de ellas se dedicaron al uso exclusivo de las reuniones cristianas con
bautisterio incluido. Lo que se sabe es que las actividades en estos lugares
eran lo mínimo necesario y casi se limitaban a reuniones una vez por semana
en diferentes horarios, dependiendo de las circunstancias de cada lugar. El
ministerio pastoral se hacía afuera, en los hogares de las familias o en los
lugares públicos como plazas y mercados en donde los líderes se reunían con
los hermanos de manera informal para charlar, enseñar o planificar.

Cuando, a partir del siglo IV ya el cristianismo fue, primero tolerado y


luego oficializado en el Imperio, se empezó a construir templos más formales
y, desde entonces hasta ahora, el templo se volvió el centro de la mayoría de
las actividades de la iglesia y se ha producido lo que yo he llamado
“templocentrismo”. En la Edad Media las catedrales y las basílicas fueron no
solo construcciones enormes y fastuosas, sino fueron también el centro de la
vida religiosa, social e incluso política. La Reforma Protestante del siglo XVI
cambió un poco esta realidad, pero no mucho. En el mundo eclesiástico
protestante y evangélico el templo sigue siendo el centro de la actividad de la
iglesia, aunque siempre ha habido actividades que se realizan afuera.

Hubo períodos en que los templos estaban cerrados por causas mayores
como guerras, desastres naturales, pestes o persecución, pero siempre se
esperaba volver a abrir los templos cuando esas circunstancias cambiaran. A
veces no se podía realizar ninguna actividad; otras veces se hacía lo mínimo y
otras veces había que esconderse para hacer algo. Lo que hoy estamos
viviendo con la pandemia es similar, en un sentido, a lo que ha sucedido antes,
pero es muy diferente en otros. Es similar porque los templos están cerrados,
pero es diferente, porque las actividades no se han suspendido y las iglesias
han seguido funcionando más o menos con normalidad, pero con templos
cerrados.

Un poco de Biblia

¿Nos ordena las Biblia reunirnos en templos? Bueno, nos ordena


reunirnos, pero no necesariamente en templos. De hecho, no había templos
cristianos en tiempos del Nuevo Testamento. Muchos citan Hechos 2:46 para
decir que hay que reunirse en el templo y en los hogares. En realidad, la
descripción de lo que la primera comunidad cristiana hizo en ese tiempo no es
lo que nosotros hacemos hoy. Para empezar, estos cristianos eran todos judíos
3

y el templo a que se refiere el texto es el templo judío, más exactamente el


atrio. Ese era el lugar común de reuniones de todos y estos nuevos judíos
cristianos también se reunían allí. No se dice qué hacían allí, pero es
improbable que hicieran cultos públicos. En los hogares, más en privado, sí
había ceremonias y culto. 1 Cor. 16: 2 parece indicar que la iglesia se reunía
cada primer día de la semana (domingo) y en 1 Cor 11:17,18, 20 y 33 se habla
de congregarse y reunirse en el contexto de la cena del Señor y de una cena
“ágape” comunitaria. Esto se hacía en alguna casa. En 1 Cor. 14:26 se habla
de nuevo de reunirse, pero esta vez en el contexto del culto público. Aquí hay
instrucciones más específicas en cuanto al culto público, pero no hay
referencia al lugar de la reunión. Se entiende que todo se realizaba en alguna
casa, quizá acondicionada para estas reuniones.

Ya hemos mencionado en otros ensayos el texto de Heb. 10:25 que


también se ha usado para pedir a los creyentes que lleguen al templo a los
cultos. El pasaje sí dice que debemos congregarnos, pero no dice que debe ser
en el templo. En el contexto de ese pasaje sobresale el concepto de
comunidad, así que el congregarse tiene que ver con estar y hacer cosas
juntos, tal como se describe en Hechos 2:42-47. Ahora, en medio de la
pandemia, nos congregamos virtualmente cada quien desde su casa o desde un
sitio donde haya conexión de internet.

Muchos líderes cristianos han solicitado a las autoridades que se


permita reabrir los templos, aún en medio de la crisis, siguiendo los protocolos
de sanidad. Un argumento que se ha usado es que la Biblia nos manda
reunirnos en templos y, entonces, no estaríamos cumpliendo con un mandato
bíblico. Ya vimos que sí hay mandato de reunirse, pero no necesariamente en
templos.

Un poco de actualidad

Siendo que los templos se han convertido en el centro de la actividad de


la iglesia, el hecho de que estén cerrados ha causado una crisis en las iglesias
locales. Por eso entendemos la lucha por la reapertura de los templos e incluso
la desobediencia civil en algunos casos. Sin embargo, a la luz de lo que
entendemos como identidad de iglesia y la realidad que estamos viviendo, la
reapertura de templos no debería ser nuestra prioridad, al menos por ahora. Es
posible que en algunos casos ya sea posible tener reuniones presenciales con
un número limitado de personas; es posible que se pueda organizar reuniones
4

con pocas personas (no más de 10) en otros lugares como hogares o
restaurantes, sin tener que reabrir los templos.

Un elemento importante de la identidad de la iglesia es, precisamente,


que estemos juntos, que podamos reunirnos y hacer cosas juntos y ahora eso
no ha podido realizarse. Aunque sentimos que algo nos hace falta, todavía
seguimos siendo iglesia. Cuando podamos reabrir los templos plenamente
seguramente lo celebraremos a lo grande, pero mientras tanto, podemos seguir
siendo iglesia y haciendo muchas cosas de maneras diferentes. Quizá al
regresar a los templos, éstos ya no serán importantes. Quizá dejemos de ser
templocéntricos y podemos seguir diciendo que para el creyente el futuro
siempre es mejor.

También podría gustarte