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Crónica de un día ansioso

Son las 7 am y el latido de mi corazón me despierta antes de la alarma, en 5 meses más voy a
viajar y me preocupo porque es probable que ese día pueda dejar mi carnet en casa. Mi
respiración entrecortada me deja una sensación de cansancio, y desearía que el día terminara al
mismo tiempo que recién comienza. Armo listas para ayudar en la organización, y cuando la veo,
pienso, ojalá ocurra todo pronto. A ratos respiro, y eso parece confortable, pero con un solo
ladrido de mi perro, o una queja de mi hijo, vamos, arriba de la ola otra vez.

Luego de la ola, viene el respirar y eso parece confortante, aunque dure poquito rato. Los latidos
se acumulan, los pensamientos parecen que hacen fila y por más que intenté seguir los pasos de
Marie Kondo, no hubo forma de que cada pensar y cada sentir se quedarán en su canastita.

Tic tac, tic tac… el día sigue, y yo lo he comenzado y terminado al menos unas diez veces, será que
ese mensaje que respondí en la mañana estuvo adecuado, tal vez no debí publicar eso, será que
alcanzo a llegar a fin de mes. Es junio y aún no hacemos las tareas del libro del cole.

Este escrito, a modo de confesionario, es al mismo tiempo la recopilación de diferentes escuchas,


pues en esto que llamamos “ansiedad” hay más humanidad compartida de la que imaginamos
sobre todo en estos tiempos tan revueltos.

Si bien existen diversos abordajes de la “ansiedad” a nivel médico y psicológico, cada experiencia
relacionada con la ansiedad porta una subjetividad y diversidad, cada ansiedad viene con sus
propias historias y voces. Al mismo tiempo que sucede en contextos políticos y sociales a los que
respondemos (siempre respondemos).

Poder dialogar con nuestra experiencia ansiosa puede ser también una invitación a conectar con
diferentes posibilidades de relacionarnos con ella, a mirarla con sospecha y también con
amabilidad y compasión.

En las terapias narrativas existe la convicción de que la persona no es el problema, el problema es


el problema, y es una idea que resulta tan importante cuando pensamos la ansiedad. Dejamos de
ser personas ansiosas, y pasamos a ser personas que se relacionan con una “ansiedad” (la pongo
en comillas, porque en cada experiencia se puede nombrar de manera distinta). Y en esta relación,
podemos tener la agencia para conocerla y conectar con las múltiples posibilidades de acción.

Y a ti, ¿qué voz te acoge cuando te estás relacionando con la ansiedad?

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