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y silencio a la atención,
si me ayuda la memoria,
le faltaba lo mejor.
y si al sentir la guitarra
de mi sueño me dispierto.
y de la vigüela al son
y alentar mi corazón.
y si llegan a escuchar
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Yo he conocido cantores
y se divierten cantando;
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ni el tiempo lo ha de borrar;
ninguno se ha de animar
a corregirme la plana;
no pinta quien tiene gana
y nada me ladiará,
he de decir la verdá,
Ya verán si me dispierto
y no se sorprenda naides
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yo no he de aflojar manija
si no se corta la cuerda
o no cede la clavija.
y no se quiere parar;
me he decidido a venir
y me dejan trabajar.
Sé dirigir la mansera
sé correr en un rodeo,
trabajar en un corral;
me sé sentar en un pértigo
Y empriéstenmé su atención
y de aquí no me levanto.
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y de esto no me abochorno,
II
y el asunto lo requiere;
de tormentos y dolores,
En la orilla de un arroyo
solitario lo pasaba;
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estaban en parlamento
no podíamos aplacar
estaban irresolutos,
Y déle en su lengüeteo
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el indio es de parecer
peliando y me convidó;
Volvieron al parlamento
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y revoliando la lanza.
sigún yo me lo imagino:
cuidándonós a porfía;
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y luego, en continuación,
de toda la muchedumbre,
III
empeñaos en la partida:
Se endurece el corazón,
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un continuo safarrancho,
si el viento de la desgracia
y gime constantemente.
a que se ha de someter,
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es astuto y receloso,
es audaz y vengativo.
y de puro desconfiaos,
ninguna conversación;
a la orilla de un pajal;
en el desierto infinito,
hicimos como un bendito
al toque de la oración.
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si a rodar se determina,
y ha de entender si le digo,
Guarecidos en el toldo
ejercitando la industria
En semejante ejercicio
va a parar al asador.
la persecución se lleva;
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a procurarse el sustento
y le brinda el alimento
es curioso de oservar:
IV
y en alguna madrugada,
se largaban a invadir.
atados a la cintura.
no fatiga el mancarrón;
es su espuela en el malón,
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un cuernito de venao
y si no lo han oservao
y jamás a su capricho:
y agarran, al aclarar,
Su señal es un humito
a engrosar la comitiva.
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y de asolar no se cansa;
de su pingo y de su lanza
es fiero de condición;
no gólpea la compasión
en el desierto no habrá
un istinto de crueldá.
Es tenaz en su barbarie,
el deseo de mejorar
en su rudeza no cabe:
y el pretenderlo es en vano,
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le pertenece al cristiano.
apiar de su condición;
si no la riega el sudor.
de vacuno y yeguarizo:
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pa no aflijirse es preciso
Aquéllo es un hervidero
de pampas, un celemín;
acomodaos en cargueros
Su pretensión es robar.
no quedar en el pantano;
no se llevan al gobierno
a hacerse la repartija.
Se reparten el botín
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Y satisfecho el salvaje
volviendo a su haraganiar,
ni su convenencia entienden;
pero, si yo no me engaño,
y de la chusma y de lanza
hasta pa su diversión,
el hacer su papelón.
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el hombre de corazón;
Pa servir a un desgraciao
cuando en su camino va
no hay peligro que la asuste;
Es piadosa y diligente
la tratan al estropajo.
el marido es su señor;
ni siquiera en el amor.
permanece sosegao;
escupir un crucifijo;
no ocuparé su atención;
me olvidé de la junción.
capitanejos y el trompa
tocando con toda pompa
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ioká-ioká repitiendo;
desgreñadas y rotosas,
VI
y nosotros solitarios;
la justicia es un deber
A la voluntá de Dios
en su vida trabajosa
el corazón no se alegra;
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gritaban alborotaos:
y al óido le da de gritos;
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si a escapárseles alcanza
le da delirios la fiebre
ni de saber me reputo,
y lo augaron en un charco
el destino se revela:
de la fiebre y la virgüela.
No podíamos dudar
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lo vinieron a buscar
lo defendimos nosotros,
no lo dejamos lanciar.
y la mortandá seguía;
El recuerdo me atormenta,
se renueva mi pesar;
ya para no levantar.
y aumentaba mi aflición
Se le pasmó la virgüela
me recomendó un hijito
que en su pago había dejado.
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De rodillas a su lado
yo lo encomendé a Jesús;
VII
en el desierto murió.
yo mesmo lo sepulté;
y todo me fastidiaba;
el pesar me dominaba,
y entregao al sentimiento,
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en mi triste desventura
al lao de su sepoltura.
Allí pasaba las horas
en mi pago y en mi amigo.
y entregado a mi aflición,
a bolazos y a coraje.
No preciso juramento,
He presenciado martirios,
crímenes y atrocidades
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al punto me dirigí
Cauteloso me acerqué
VIII
de manera positiva,
de pampas a su partido,
mataron a su marido
y la llevaron cautiva.
a su lado lo tenía;
la china la aborrecía
naides la va a redimir,
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la china no la dejaba
se lo quitan y lo venden
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en su bárbara torpeza,
y la empezó a amenazar;
azotándolá seguía;
y la infeliz se atajaba,
"Confechando no querés"
a su tierna criatura
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cometió tranquilamente
sollozando me lo dijo,
IX
De ella fueron los lamentos
ni un istante tutubié.
Yo no sé lo que pasó
y me ganó la distancia;
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y ya se armó la tremenda.
al momento conocí;
me miraba y lo miraba;
yo al indio le desconfiaba
el temor desaparece,
a la tribu si se ofrece.
En tamaña incertidumbre,
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a ver si se me venía.
y me atropelló el salvaje;
es preciso que se ataje
aumentaba su coraje.
En la dentrada no más
si me da bien me lo quiebra,
A la primer puñalada
haciéndomelás silbar
arriba de la cabeza.
me enredé en el chiripá
Ni pa encomendarme a Dios
juntito de la cabeza
el bolazo retumbó.
y no me daba lugar
ni siquiera a enderezarme.
y, olvidando su aflición,
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si no es ella, de siguro
y mi valor se duplica
En cuanto me enderecé
no se podía descansar
Y me chorriaba el sudor;
en un apuro mayor
el indio no se desfoga;
y lo empecé aventajar.
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lo castigó, en mi concencia
su Divina Majestá
En cuanto trastabilló,
Al sentirse lastimao
su valor no se quebranta;
le salían de la garganta
Lastimao en la cabeza
la sangre lo enceguecía;
se le erizaba el cabello
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si se sacudiera el mundo.
en el cuchillo lo alcé,
en peso lo levanté
ensartado lo llevé,
de rodillas en el suelo,
sollozando dolorida.
en su dolor y quebranto
abandonar el desierto,
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A la afligida cautiva
mi caballo le ofrecí:
en cuanto yo lo silbaba
de dentrarle a un avestruz
Lo varea en la madrugada;
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y ya el potro ni cocea.
al domarlo no le pega,
ya dócil el animal.
me sé sacudir el polvo,
o tironén en el suelo.
y si ven al chafalote
y no quieren confesarlo.
El animal yeguarizo
es de mucha conocencia
es animal consentido:
lo cautiva la pacencia.
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Al muerto, en un pajonal
y, después de maniobrarlo,
y, al decidirme a venir,
hlce la resoluclón
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y, si duerme, la cabeza
y no lo puede oservar,
guárdese de caminar,
ganábamos un paraje
y miserias padecimos;
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y en humilde vasallaje,
a la majestá infinita,
Al fln la misericordia
es preciso soportar
de mi infeliz compañera.
prefiero el de la frontera".
ya no puedo continuar.
permítanmé descansar:
XI
pa refrescar el garguero,
y prepara su estrumento,
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porque no me convenía
revolver el avispero;
si en mi cuenta no me yerro:
de la muerte de moreno,
aunque si yo lo maté
pero él me precipitó