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El Colegio San José de la Sierra de las Hermanas Dominicas

Colegio San José de la Sierra (Mérida)

Explicación del editor (HRC):

Roberto Rondón Morales es un merideño nacido en Chiguara (Venezuela), con


el que hemos venido construyendo una importante amistad en el marco de las
discusiones propiciadas por el Grupo Miradas Múltiples. Además, con el tiempo
se ha convertido en colaborador de nuestro blog. Desde hace unos meses ha
escrito varios artículos sobre la historia de la educación católica, de la ciudad de
Mérida.
1. Colegio Madre Mazzarela:
2. Colegio Inmaculada:
3. Colegio San Luis:
Otros temas también ha ocupado el interés de Rondón Morales publicados en
éste blog como: la Universidad Venezolana; la organización de los servicios de
salud en Mérida y; aspectos de la vida política contemporánea. Hoy nos ofrece
la interesante historia del Colegio de San José de la Sierra de las hermanas
Dominicas.

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Roberto Rondón Morales

El Colegio San José de la Sierra tiene una larga e interesante historia que une
esta Obra Educativa a la evolución de la Congregación Dominica en Mérida. El
advenimiento del gobierno civil de J.J. Rojas Paúl (1888-1890) desplazó
temporalmente las guerras, las armas y la corrupción gubernamental
prevalentes, y se pensó en la salud y la educación de los ciudadanos. Por
falta de recursos nacionales, las autoridades eclesiásticas y filántropos
promovieron la venida de órdenes religiosas europeas a tal fin. Los jesuitas,
dominicos y franciscanos regresaron. Los salesianos llegaron por primera vez.
También se crearon, por decisión episcopal, congregaciones nacionales.

Las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, españolas, llegaron para


administrar el Hospital San Juan de Dios en Mérida, pero en 1897 anunciaron
su retiro por falta de recursos prometidos, a pesar de los esfuerzos del
Presidente del Estado General Esteban Chalbaud Cardona y del Obispo
Antonio Ramón Silva. Frente al retiro de las Hermanas de Santa Ana, como
solución, el Presidente del Estado solicitó al Dr. Foción Febres Cordero
preguntara a su hija Georgina si se responsabilizaría de la administración de
este Hospital. Las Hermanas Georgina Febres Troconis y Julia Picón Febres
quisieron conocer previamente la opinión del Obispo, quien comisionó por
razones de un viaje, al Provisor Dr. F. Franco Lizardo para entrevistarse con
las Hermanas, a quienes les comunicó que debían asumir esta
responsabilidad a pesar de ser sólo dos personas. Finalmente, la lamentable
despedida de las Hermanas de Santa Ana ocurrió el 5 de julio de 1900. Pronto
se acercaron a la congregación incipiente, las señoritas Rosa
Rodríguez, María Jiménez Pulido y Victoria Chuecos como aspirantes, y
la señora Ángela de Chuecos para colaborar en otras funciones.

El nombre de la nueva institución religiosa propiciada por las Hermanas


Georgina y Julia fue Santa Rosa de Lima por la admiración a la virgen limeña,
nombre con el que estuvo de acuerdo su Director Espiritual, Presbítero
Evaristo Ramírez. Finalmente, se completó el nombre como Hermanas de la
Caridad de Santa Rosa de Lima.

La erección de la Congregación Diocesana de las Hermanas de la Caridad de


Santa Rosa de Lima se realizó el 21 de febrero de 1903, por el Obispo que
decidió declarar canónicamente a la nueva Congregación.

En estos actos, recibieron de manos de Monseñor Antonio Ramón Silva, el


sayal las postulantes Luisa Lárez, Josefa Moreno y Rosa Chuecos. Renovaron
sus votos las Hermanas Julia Picón Febres, María Jiménez, Isabel Uzcátegui y
Antonia Picón. Finalizaron las ceremonias religiosas y culturales
conmemorativas en el Hospital San Juan de Dios, de cuya administración se
encargaron.

Las primeras Hermanas del Hospital San Juan de Dios fueron Georgina
Febres Cordero Troconis, Julia Picón Febres, Isabel Uzcátegui, María Jiménez
Pulido, Rosa Chuecos, Antonia Pino, Josefa Moreno y Eva María Lacruz.

En septiembre de 1917, en el Hospital y en conversación sobre la posibilidad


de practicar una variedad de caridad cristiana, incluida la formación de niñas,
pensaron en la alternativa de encontrar una casita para tal fin. En charla
posterior con el Pbro. Enrique María Dubuc, se planteó la advocación de San
José para la futura institución.

Con estas ideas, llegó a las puertas del Hospital San Juan de Dios, un joven
con un mensaje para la Madre Superiora Sor Margarita del Corazón de Jesús.
En esta misiva, la señora Josefa Salas de Salas ofrecía a la Congregación la
escritura y las llaves de un terreno y una casita ubicada en Milla, futura
base de la Congregación, la Casa Generalicia y el Asilo de Niñas o Internado
San José de la Sierra, de lo que “estarán eternamente agradecidas”.

Con gran regocijo por esta donación, manifestaron que “Sería la Casa de las
Niñas Pobres”. Esta casa comenzó a ser organizada con contribuciones de
algunas señoras caritativas que regalaron camas, colchones, loza, y otros
útiles, pero se decidió no habitarla hasta hacerle reparaciones, para lo que
no había recursos económicos. Para ello, las Madres Margarita y Julia
decidieron recoger colaboraciones tanto en la ciudad como en el campo.

En el recorrido en búsqueda de colaboraciones para el Asilo, hubo un hecho


curioso. En la casa Burguera de Tovar, contactaron con la ciudadana
norteamericana Lydia Hannel, quien luego de conversaciones de tipo
religioso, decidió convertirse a la religión católica, tomó los
sacramentos, y luego hizo profesión de vida religiosa con el nombre de Sor
María de San José.

La recolección de colaboraciones estuvo bajo la responsabilidad de la


Madre Margarita del Corazón de Jesús, y luego, de las Hermanas Trinidad de
la Virgen María y Sor María de San José. Con estos recursos, se construyó la
Capilla de la Casa San José, que se bendijo el 19 de marzo de 1918, y que dio
paso a las futuras construcciones del nuevo Santuario y de la Casa
Generalicia.
En abril de 1918, en esta nueva residencia, la Madre Julia y las Hermanas
Francisca, Jesús y Escolástica abrieron el Asilo con catorce (14) niñas.

El Santuario San José, financiado a base de limosnas, era una obra


maravillosa, finalizado en agosto de 1922, y bendecido el día de la
celebración de la Patrona Santa Rosa de Lima por el Obispo Antonio Ramón
Silva, los Canónigos y otros venerables sacerdotes, entre los cuales estaba
Monseñor Enrique María Dubuc, ya obispo de Barquisimeto, quien presidió la
ceremonia.

El 10 de enero de 1920, el benefactor de la Obra y Capellán del Asilo de


Niñas, Pbro. Guillermo Parra sugirió la elaboración de una hermosa
pintura del Patriarca San José, que luego, el reverendo padre Luis Apolinar
Granados solicitó al reconocido pintor Marcos León Marín.

En 1923, fue designada como Madre Luisa de los Dolores, quien tenazmente,
y a pesar de las recriminaciones formuladas porque se perdería la libertad
lograda como Congregación Diocesana, insistió en la afiliación con la
Congregación Santo Domingo de Guzmán, que había reingresado a
Venezuela por el Estado Táchira en 1926, para dirigir institutos
educacionales y parroquiales; luego a Mérida, donde establecieron la
Cofradía del Santísimo Rosario en la Catedral y la Venerable Orden Terciaria
de Santo Domingo para seglares.

Los dominicos llegados desde Colombia regresaron a ese país en 1951, pero
fueron reemplazados en Venezuela por religiosos venidos de
Filipinas, Vietnam y China, que huían de las persecuciones religiosas.

La idea de la anexión a la Congregación Dominica fue consultada a la


Reverenda Madre Julia, una de las fundadoras de la Congregación Santa
Rosa de Lima en Mérida, y quien era muy apreciada por la Superiora
Dominica Madre Luisa de los Dolores, responsable de esta Congregación en
Venezuela.

Luego de la anuencia, el Padre Jesús María Alegretti, amigo de ambas


congregaciones, se responsabilizó de hacer las gestiones para esta afiliación,
que Monseñor Silva de otro lado, reconoció a “esta nueva relación como un
esfuerzo para progresar espiritualmente a esta humilde congregación”.

El 3 de octubre de 1923, el padre Jesús M Alegretti envió una primera carta a


manera de consulta, al Padre General de la Congregación Dominica Rvdmo.
Fray Luis Theissling en relación con esta aspiración de las Hermanas de Santa
Rosa de Lima, al tiempo que solicitaba información sobre el mecanismo para
esta afiliación, en el caso que se aprobara.

A los cuatro meses, el Reverendo Fr. Alberto Blat. O.P., en nombre del
Padre General, manifestó la aprobación de la afiliación, comunicación que
fue leída en toda la ciudad. En la comunicación, se exigía añadir al nombre de
la Congregación la designación de Dominicas, adaptar el uniforme al de las
Hermanas Terciarias, modificar las Constituciones y recitar el Oficio Parvo
según el rito dominico.

El 30 de abril de 1924, Monseñor Antonio Ramón Silva pidió a Roma


oficialmente el Diploma de Afiliación a la familia dominica, pero ya desde el
24 de marzo de 1924, se había emitido el Diploma de Agregación a la Orden
Dominica firmada por el Reverendo Padre Fray Luis Theissling, Maestro
General de la Orden y el Fray Angélico María Ferretti, Secretario, Se
denominarían Hermanas Dominicas de la Caridad de Santa Rosa de Lima.
Se solicitaron las Constituciones para adaptarlas, copias del Canto Parvo para
cumplirlo, y se hicieron los arreglos para el cambio del vestido.

“La vestición del hábito se hizo en las residencias existentes para el


momento, Rubio, San Cristóbal, Trujillo y Mérida, donde presidió la
ceremonia el para ahora, Arzobispo Antonio Ramón Silva”.

“Un silencio invadía a la catedral, roto por el órgano que cribaba con
penetrante misticismo, cuando asomaron nuestras Hermanas vestidas de
blanco”. “En verdad, no se podía comparar la pureza que irradiaba el hábito
blanco con la serenidad que emanaba del anterior. Arrodilladas de nuevo
frente al altar, semejaban una bandada de palomas a los pies del Sagrario”.

EVOLUCION DEL ASILO INTERNADO DE NIÑAS POBRES


Desde la Ley de Instrucción Pública del 23 de junio de 1923 y el Decreto del
20 de agosto de 1923, el Asilo se debió registrar en el Ministerio, lo que se
ratificó en Leyes de 1924, cuando se prohibió la obligación como asignatura
de Religión. Se inició con la Educación Primaria Elemental de cuatro grados,
incorporando más tarde la Primaria Superior de dos grados. Después de la
crisis por el decreto 321 de 1946, se afilió a la Asociación Venezolana de
Educación Católica.

A partir del Estatuto Provisional de Educación de 1949, se favoreció con


ayudas oficiales a la educación privada. En la Ley de Educación de 1955,
además se igualaron los sistemas de evaluación en institutos públicos y
privados, eliminando este conflicto.
El crecimiento geográfico y humano de la ciudad, ha obligado a una
permanente expansión, que incluyó por exigencias de ciertos núcleos de la
ciudad, la creación de los Colegios Nuestra Señora de Fátima y de La
Presentación.

La Ley Orgánica de Educación de 1980, lo convirtió en una Unidad Básica de


Educación, inicial de nueve grados, y establecimiento de un nivel secundario
tradicional y de técnico medio.

Luego hubo una adaptación a la Ley Orgánica de Educación de 2009. Un


primer nivel de educación preescolar, un segundo nivel de educación básica
con tres etapas, hasta tercer grado, 4º y 6º grados, 7º y 9º grados dirigidas a
“aprender a ser, a conocer, hacer y convivir”. Un tercer nivel medio,
diversificado y profesional con salidas como técnico medio.

Mérida, Agosto de 2021.

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