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HISTORIA DE LA “CONGREGACIÓN DE LA RESURRECCIÓN”

MÉRIDA, VENEZUELA
Reseña hecha por el Rev. Edgar Moros Ruano, Pastor, diciembre de 2017

El comienzo: 1987

Después de fuerte conflicto en el seno de la Iglesia El Mesías de Mérida, algunos miembros


de esa Iglesia comenzaron a reunirse por aparte en el barrio Zumba, debajo de un árbol y
luego en las casas de varias familias, en aquella urbanización y sus inmediaciones. El
culto inaugural se celebró el Domingo de Resurrección de aquel año de 1987, fecha
que quedó como la fecha aniversario de la Congregación. Miembros fundadores (lista
parcial): Candelaria de Peña, Ana Peña, Miriam Peña, Angélica Peña, Carlos Peña. Marilú
Pena, Rigoberto Peña, Acevedo Medina, Gloria Avendaño de Medina e hijos, Pablo
Samper, Marley de Samper e hijos, Jesús Díaz, su esposa Ana Julia Romero de Díaz e hija
Julita, Vilma Álvarez, Reinaldo Schibli, Marieta de Schibli, Ramón Graff, Mónica de Graff,
Alberto Villarroel, Lidia Chacón de Villarroel, e hijos, Ernestina de Medina, Elena Medina,
Pedro Medina, Mercedes Ramírez, Carmen Medina de Zerpa, Andri Medina, Thania de
Torres, Nelida Izarra, Yaneth Izarra, Donna Laubach Moros, Matilde Moros Laubach, Donna
C. Moros Laubach, Edgar A. Moros Laubach. El primer pastor fue el Rev. Edgar Moros
Ruano.

La Congregación y la Casa Presbiteriana 1987-1999:

El Sínodo de la IPV alquiló un amplio local situado en la Urb. Mocotíes de la ciudad de


Mérida. Se elaboró un proyecto de ministerios múltiples que se denominó La Casa
Presbiteriana. Dos parejas pastorales habrían de desarrollar este proyecto: el Rev. Gilberto
Medina y su esposa María de Medina y el Rev. Edgar Moros Ruano y su esposa la Revda.
Donna Laubach de Moros. La Congregación de la Resurrección quedaría insertada como
parte de la labor ministerial a ser desarrollada en la Casa Presbiteriana. Junto con la Casa
Presbiteriana se desarrollaron diversos ministerios: cultos de adoración, talleres y cursos
varios, intensivos de Biblia y teología como parte del programa sinodal de formación
teológica para candidatos al S.M. y para laicos, ropero abierto a los habitantes del sector,
deportes para los jóvenes del barrio en la cancha del local, convenio con la Editorial
DIAKONÍA para la impresión de la revista del mismo nombre y otros materiales, incluyendo
libros. Se celebraron reuniones del Presbiterio, de jóvenes con participación hasta de 100
personas. En el local se alojaron visitantes de diversas iglesias de la IPV. Con la ayuda de
la IP(USA) y la ARM se pudo comprar el local de la Casa Presbiteriana, el cual es
propiedad del Sínodo de la IPV.

Tanto los esposos Medina, como los esposos Moros se trasladaron posteriormente a otros
campos de trabajo. Los esposos Medina fueron trasladados a Maracaibo. Los esposos
Moros Laubach salieron de Venezuela y laboraron en Barranquilla, Colombia y luego en
Madrid, España. En la Congregación sirvieron como pastores laicos el seminarista. Pablo
Noguera y el Lic. Alberto Villarroel, sucesivamente. El Director de la Casa presbiteriana
pasó a ser el Rev. Javier Torres, quien ayudó en labores pastorales.
Crisis: 1999-2007

Surgieron problemas a partir de 1999, que tuvieron que ver con diferencias en la
conducción pastoral y choques con los miembros de la Congregación y el Director de la
Casa Presbiteriana. En estos años la Congregación de la Resurrección vivió situaciones
difíciles, que llevaron a la dispersión de los miembros y virtual desaparición de la
Congregación. El Presbiterio de Occidente repartió la mayoría de los muebles y otros
enseres entre las diversas iglesias y congregaciones (literas, mesitas y sillitas para el uso
de E.D. con los niños). El local fue alquilado al Colegio Martín Lutero y una parte del
equipamiento del local fue vendido al Colegio. Otras personas adquirieron equipos de
oficina y máquina de cortar grama. La Casa Presbiteriana quedó sin equipamiento propio.
La Congregación conservó apenas su piano y un estante, unas sillas de madera y mesas,
así como una gran cruz simbólica de lo que había sido la congregación.

Nuevo comienzo: 2008-2017

En el año 2008, al regreso de España de los Reverendos Edgar Moros Ruano y Donna
Laubach de Moros, ellos fueron asignados en reunión de las tres juntas (de los dos
presbiterios y del sínodo) en Barquisimeto, como co-pastores para reestructurar a la
Congregación de la Resurrección. Se inició un proceso de visitación y de búsqueda de los
antiguos miembros de la Congregación. En marzo o abril de 2008 se reiniciaron
actividades con el remanente de lo que fue la Congregación de la Resurrección de Mérida y
algunas personas nuevas. Se fueron incorporando poco a poco varias familias y personas:
Las reuniones y cultos se celebraron en el hogar de la familia Peña ya que el local de la
Casa Presbiteriana había sido alquilado al Colegio Martín Lutero. En el 2010 el Colegio
Martín Lutero desocupó el local de la Casa Presbiteriana. La Congregación comenzó a
reunirse de nuevo en su antiguo local. Pero ese mismo año llovió muy fuertemente en toda
la región andina. En Mérida ocurrieron deslaves y vaguadas, con el resultado de que
muchas casas se vinieron abajo y quedaron muchas personas damnificadas. La
Gobernación del Estado solicitó con urgencia el uso de todos los posibles locales para
ubicar provisionalmente a los damnificados. Nos pidieron el uso del local de la Casa
Presbiteriana, el cual pasó a ser el refugio oficial denominado Refugio Martín Lutero. La
Congregación, que apenas estaba renaciendo, se vio limitada al corredor principal ya que
las habitaciones fueron ocupadas por los refugiados.

Muy lentamente han sido reubicados los refugiados que han morado en el local de la Casa
Presbiteriana. Todavía permanecen allí siete familias. Hoy en día la Congregación tiene el
uso de tres ambientes. Poco a poco se han ido desarrollando tareas y ministerios. Un
momento de gran alegría se dio con la ordenación de uno de nuestros hijos, Alberto
Villarroel, como Ministro Educador de la IPV. Un golpe fuerte ocurrió en noviembre de 2013
con la muerte de la Pastora Donna, sin embargo la Congregación se ha ido levantando y
para este 2017 tenemos una amplia gama de actividades siguiendo la planificación por
áreas que ha desarrollado el Sínodo de la IPV. La Congregación ha hecho honor a su
nombre de LA RESURRECCIÓN, ha caído, pero gracias al Dios que no nos ha
abandonado nunca, ha resurgido. El 16 de abril próximo pasado se cumplieron 30 años de
vida de la Congregación. ALABADO SEA DIOS.

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