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Conclusiones

La migración es un fenómeno muy estudiado debido a sus causas y


consecuencias tanto por el país cuya población se va del mismo como para el país que
recibe a la población de otra nación, el cual genera muchos efectos y consecuencias para
ambos en ámbitos sociales y económicos. Dichos efectos dependerán de la medida y la
cantidad de personas que decidan moverse de un territorio a otro y de cómo se utilicen
los fondos que recibe el país emisor de migrantes en forma de remesas, donde mucho
tiempo se ha criticado que a pesar de que éstas ayudan a la balanza de pagos vuelven al
país dependiente de las mismas y generan otros efectos negativos a las economías.

Es evidente que Honduras enfrenta un déficit significativo en su enfoque hacia la


población deportada. La falta de políticas públicas específicas y la debilidad en la
proyección gubernamental requieren una revisión urgente y una acción concertada para
garantizar que los deportados reciban el apoyo necesario para reintegrarse de manera
exitosa en la sociedad hondureña. Este proceso no solo implica abordar las necesidades
inmediatas, sino también trabajar hacia soluciones a largo plazo que contribuyan a
mitigar las causas fundamentales de la migración y brinden oportunidades significativas
para un futuro más sostenible y próspero en Honduras.

Recomendaciones

Como recomendaciones, faltaría hacer un análisis mucho más a fondo de la


situación de las remesas en el país y de las expectativas de la población hondureña
acerca del fenómeno migratorio y que tan posible sería migrar en futuro de acuerdo a las
condiciones actuales del país, como también de considerar las condiciones estructurales
que no permiten a la población potencial vivir en las condiciones óptimas para seguir
viviendo en el país.

Se destaca el papel crucial de las iniciativas llevadas a cabo por organizaciones


de la sociedad civil y empresas privadas para ayudar a los deportados. Estas iniciativas,
aunque loables, no deben asumir toda la responsabilidad de proporcionar apoyo a esta
población vulnerable. El Gobierno debe asumir un papel más activo y liderar la creación
e implementación de políticas integrales que aborden de manera efectiva los desafíos
específicos que enfrentan los deportados.

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