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GELIDA ALMA

A las once de la noche, cuando la gente puritana vagabundea en cuatro


paredes, hay quienes prefieren llegar al meollo de la noche y de las
sensaciones intensas, en una de esas ansias de experiencias nuevas fue
cuando vislumbre a lo lejos una figura que se contorneaba en cada paso,
disipando el aire cargado de nicotina, girando levemente el cuello y sonriendo
como solo las grandes deidades pueden, es así como empezó el juego de
miradas aquella noche, miradas a veces disparadas sin sentido en el intento de
no evidenciar una clara atracción.

Aquel night club atestado de mujeres frívolas y calculadores, que solo clavaban
la mirada en el grosor de la billetera también tenía una magia de sensación de
éxtasis al entrar, -todo parroquiano debió haber pisado alguna vez un lugar así-
fue la auto explicación que me di al verme reflejado en el espejo frontal partido
por rombos coquetones que se llevaban y atraían las figuras esbeltas de las
damas de compañía, solo en esa noche decidí observar aquellas mariposas
nocturnas que tanto impulsan el libido de solo “ganarse” como lo decía Johan,
un compañero de la universidad que había impulsado aquella salida tan
repentina, pero aquella idea cambio drásticamente cuando tuve la oportunidad
de invitarle una copa, mirándole sin cesar a los ojos mientras hablaba y me
contaba situaciones divertidas de aquel antro, adjudique aquellos labios a los
pétalos de rosas suaves y tersos, un deseo insostenible de pegarlos a los míos
empezó a inundar mis pensamientos y fue entonces cuando decidí invitarla a
bailar, -uno pegadito, exclamo ella- y fue cuando pude sentir ese cuerpo rosar,
y crisparme toda la piel, sus manos entrelazadas con las mías y esa minifalda
tan corta y excitante mostraba sus piernas y el movimiento de aquellas al girar
alrededor de mi cuerpo, pasaron casi treinta minutos cuando advertí que las
copas habían ya inundado mis sentidos y los estaban afinando a tal punto que
quise besarla, cerré mis ojos cuando percate que estos en lugar de recibir unos
labios toparon con una mejilla fría como hiel, esa sonrisa burlona y a la vez
tierna me dejaron estático, sin pensar en la escasa billetera con la que contaba,
señale una botella de Johnnie Walker Green Label a lo que ella sonrió
pensando en la comisión que recibiría, en ese momento no me importo que se
muestre fría y calculadora porque sus ojos decían algo diferente encriptado en
esa figura tan sensual y ese disfraz de niña mala, decían que aún conservaba
ternura, (interrumpiendo mis pensamientos)-que no piensas en manosearme-
dijo como extrañada, acaso te gustan ese tipo de compañías-replique,
entonces vi que sus ojos se hacían un poco más grandes y se dispenso por
tener que ir al baño, al llegar de nuevo a nuestra pequeña mesa, me sorprendió
con un cruce de piernas que confundían mis pupilas, dejándome con la
interrogante de seguir un tobillo o el otro, de pronto lance la mirada hacia sus
ojos, solo los había distinguido en tamaño sin notar que eran del color de la
miel hirviente, tenía esos ojos llenos de prohibiciones y encanto que solo se
ven una vez en la vida, el cuerpecito esbelto se movía al ritmo de la música,
sentada como invitándome a bailar otra vez en lugar de seguir conversando,
entendí desde ese momento que el idioma para aquella damita era el leguaje
del cuerpo y no el de las palabras, al tenerla otra vez en mis brazos siguiendo
el menear de su cintura note que ella escrutaba detalladamente mis
movimientos, sobre todo los de mis pies que parecían moverse a un ritmo
contrario, vaciló al verme tratar de seguirla y me dijo-te falta ritmo jovencito, al
ver esos pequeños hoyos finalizando los labios en cada mejilla el sentimiento
de estar ante la especie más tierna de la tierra volvieron a pasearse entre cada
vuelta que no siempre manejaba, (y yo escuchado el tun tun del meneo
salsero), de pronto una frase soltó de mis labios- ¿crees en el amor a primera
vista? – Solo creo en las cosas que vea o sienta replicó- mirándome desafiante
su respuesta siguió caracterizando su personalidad superflua.

Esa noche echado en mi cama, distraído por una polilla que revoloteaba toda la
alcoba, en realidad solo alrededor del fluorescente pero al contraste con la luz
parecía un gran monstruo de grandes dimensiones, sonreí ya que ese día
había conocido a una polilla, como se le conocía en mi ámbito social a estas
damas, mariposa de la noche que siendo tan solo una simple mortal, cuando
está en su esfera se muestra como una diosa y es admirada por sus adeptos.
Empecé a tocarme pensando en ella, recordando sus muslos sensuales y de
pronto pare cuando recordé su sonrisa y sus pupilas tan llenas de vida,-
¿porque le pregunte si creía en el amor a primera vista, acaso fue el Green
Label? Entonces seguí recordándola, mientras note que la polilla se había
cansado de revolotear alrededor del foco, y ahora estaba intentando con
pequeños impactos salir por la ventana, llego a mi cabeza la frase de mi
abuelito; “si no crees que algo pequeño puede lograr grandes impactos, intenta
dormir con un zancudo en la recamara”.

Abrí la ventana y deje retirarse al bicho, al verlo volar sentí una pesadumbre
inexplicable, pero me envolví nuevamente a la realidad con un comercial en la
televisión, una conocida cerveza había roto con los prototipos clásicos de
mujeres en bikinis y ceviches frescos en la playa, y en cambio estaba lanzando
un sesudo mensaje a la población peruana que decía; la suerte no existe, y
¿quien la necesita?, es cierto si todos empujamos hacia la misma dirección
podremos lograr grandes impactos, y otra vez vino a mi mente la frase de mi
abuelito.

En la sociedad donde yo vivía, apenas lograba entablar una conversación con


alguna vecina, era la comidilla para que empiecen nuevos rumores sobre lo
extraña que era ya de por si mi familia, un padre soltero viviendo con sus dos
hijos era mucho menos común que ver a una madre soltera, mi madre una
mujer cromada en oro el alma y rubíes la razón, admiraba su forma de
conllevar las relaciones sin entrelazar su yo niño con su yo adulto, tenía un
equilibrio emocional que no concordaban con su signo zodiacal como decía la
tía Mari.

Habría recibido ella una propuesta económica en Canadá que nos libraría de
las catástrofes económicas por las que estábamos pasando, mi padre; un
bohemio sin causa, quien ahora aparentemente había encontrado una, la
desdicha de no encontrarse con la mujer que lo aguantaba y soportaba sus
serenatas internas a media noche, con el olor de alcohol que le daba un toque
de verdad,-a veces pensé que a mi madre le gustaban estas serenatas
madrugadoras, ya que pocas veces intento separarse de él realmente.

Recibí hoy una llamada para formatear una computadora, la de mi primo, la tía
Mari se encargaba de revisar periódicamente si faltaba algo en su casa o si
tenía un ápice de verse mal, intentaba llevar una vida aparentemente
ordenada, siempre preocupándose por que todo marchara correctamente, pero
algo la cegaba y es que si le hubiera dado la misma importancia a su
computadora que a sus hijos, y hubiera reemplazado al técnico por un
psicólogo, o quizás ella necesitaba ver periódicamente también uno, o más
bien un oftalmólogo, no hubiera pasado lo sucedido luego con ellos.
La tía Mari se le encontraba siempre en un lugar, frente al televisor viendo las
telenovelas, mexicanas sobre todo. Cualquier persona extranjera que la
hubiera acompañado en una programación hubiera jurado que se encontraba
en México disfrutando de una tele llorona de Televisa.
Al llegar a su incólume sala, había encerado el parquet con tal minuciosidad
que casi podía ver sus sonrojadas mejillas reflejarse en él. Esperando una de
sus típicas frases las que siempre vociferaba llenándola de orgullo, esta vez fue
un nuevo cuadro, uno que parecía un triangulo comiéndose un circulo con
fondo negro con pequeñas chipas de blanco rompiendo con los colores
eléctricos de las figuras geométricas dándoles un impacto de estar en otra
dimensión,- ¿qué te parece? Pregunto, - muy lindo tía, respondí mientras note
que debajo del sillón sobresalía un pequeña bolsita, imaginaba lo que era pero
gire la mirada hacia el cuadro nuevamente, y repetí, -muy lindo.
-es un cuadro de un pintor muy conocido, diego delfín, acaba de ser premiado
en París, ¿cómo se encuentra tu papa?
-bien, levante un sonrisa burlona y dije, ayer llego muy borracho y debe estar
durmiendo en este momento.
-su mirada se torno retraída y sus ojos se pusieron prendidos al ver la
naturalidad con la que aceptaba mi desdicha, entonces al darse cuenta que ya
no era necesario ponerme en ridículo, pues me había tomado el trabajo de
hacerlo y se lo había ahorrado a ella también, - bueno la computadora esta en
el cuarto de mi Cesítar, sube que estuvo toda la tarde renegando porque un
virus se apodero de su máquina,-no hay problema dije, mientras subía
imaginaba que algún video pornográfico debió causarle ese virus a la laptop de
su “Cesítar”, al subir las ventanas estaban abiertas, y trataba de esconder algo
en su bolsillo, entre en carcajadas cuando vi que el “bate” estaba quemando
sus pantalones, sabía lo que sucedía pero siempre tuve un carácter algo
parecido al de mi tía, dejaba que las cosas sucedan y nunca hacia nada por
cambiarlo, quizás esa era la razón por la cual admiraba tanto a mi madre, ella
siempre preocupada por todo, por nosotros, nos hablaba, preguntaba cosas
que importaban, cada palabra de ella me hacia reflexionar, una mujer
inteligente, interesante y siempre dispuesta a cambiar lo que andaba mal, y
también esa era la razón por la que detestaba tanto a mi tía, porque se parecía
a mí, porque era como yo, y yo en ese momento me odiaba, por mi falta de falo
al tomas decisiones.
Al llegar a casa, sábado por la tarde, la ciudad empieza a cobrar vida, a veces
llamaba a Carlos para tomar unas cervezas junto con Johan mientras mi padre
no estaba, veíamos el desfile de faldas dirigiéndose a la discoteca que
quedaba cerca a mi casa, y nos empilábamos tomándonos unos tragos para
luego ir en busca de algo de diversión nocturna, pero empezó a vibrar el celular
y recibí la llamada de Yanina, jamás supe si ese en verdad era su nombre,
algunas veces la vi escuchar otros nombres y voltear, quizás tuvo varios, en
ese momento recordé lo que había pasado la noche anterior, recordé como
ebrio intente besarla, una mujer como ella llamándome, tan hermosa, su
belleza era sobria, sus cabellos encrespados cayéndose sobre sus pechos tan
redondos formando una v estirada,-¿crees que puedas venir hoy pregunto?,
quede mudo un instante y luego mire hacia mis costados, ellos me miraron
también como esperando que le diera una excelente noticia,-claro que sí, estoy
llegando como a las once dije,- no! A esa hora tengo que fichar con un cliente,
puedes llegar antes o sino mejor no vengas. Quizás ese fue el primer momento
que empezó a ejercer dominio sobre mí, en el fondo de todos mis actos
siempre estuve buscando alguien que domine mi voluntad, alguien que me
haga sufrir ese misterioso sufrimiento de mi padre, jamás lo entendí, jamás
entendí porque teniendo a la mujer más maravillosa la dejo de lado, la
abandono de esa forma, porque fue tan misterioso, porque nunca hablo
conmigo sobre sexo, porque no me llevaba a los partidos de futbol como otros
padres a sus hijos, ¿por qué él vivía su mundo interno? Recuerdo muy bien el
día en que mi padre me prometió ir a ver una exposición de pintura, él sabía
que a mí me encantaba pintar, desde niño dibujaba a los tíos como caricaturas,
y eso causo que desde pequeño sientan una antipatía por mí, el día tan
esperado llego, él apareció pero sus ojos estaban perdidos, su camisa abierta
sin un botón superior, y su rostro tenia contusiones, había sido asaltado, pero
algo agregaba el dolor de ver a mi padre maltrecho, el olor a alcohol que
caracterizaba su aura, era tan pequeño que esa imagen se quedo impregnada
en mis recuerdos, en mi corazón como un tatuaje al principio dolió, luego era
algo para enseñar, como lo hice con la tía Mari. Mi padre era un poeta, se
había tomado a pecho la generación de los poetas bohemios, y los seguía al
pie de la letra, se parecía tanto a mí físicamente que muchos me decían luchito
por el nombre de mi padre antes de llamarme por mi nombre, pero siempre
luche por no parecerme a él, lamentablemente el inconsciente a veces puede
más que el consciente, y por más que me encuentre con amigos en una
reunión, todos ebrios contándonos nuestras desdichas, siempre fui introvertido
y contaba solo cosas que quería que me sucedieran, nunca lo que en verdad
me importaba, solo con ella fui feliz, solo a ella le conté mis penas, ella sabia
tanto de mi, a veces creo que le pagaba también por escucharme, porque lo
hacía con tanto interés que me enamoraba mas de ella, la veía y su sonrisa me
iluminaba el día.
-si, en este momento estoy saliendo para allá, espérame que quiero quedarme
toda la noche contigo, quizás desistas de fichar con ese viejo, agregue.
-oí una risa burlona y replico, espero que tengas como apropiarte de mi toda la
noche. Bueno te corto que me toca bailar.
-hoy nos toca el “Teo” dije y ellos me miraron extrañados, ayer estuvimos ahí
dijo Johan, ¿no me digas que te templaste de esa ruca?
-nada que ver, hoy seguro que me la llevo, agregue.
-tranquilo pues, no quieras creerte don Juan, recuerda la última vez que
intentaste hacer eso, como la chata Jacqueline te puso en tu lugar.
Reí, pero en mis oídos seguían resonando esa melodiosa voz, que me decía;
te cortó porque me toca bailar, después habría de verla desnudándose ante
mis ojos, bailando ese table dance, mostrándome la perfección con la que
había sido hecha, sus curvas infinitas filosas y peligrosas, su vientre cabía en
una mano mía, y sus ojos coquetos siempre me buscaban, ella en realidad
estaba interesada en mi en ese momento, quizás arruine ese instante de
éxtasis al enamorarme de ella, quizás ella quería vivir una aventura eterna,
pero solo supe que la amaba, amaba su rostro, la amaba porque me dominaba.
Una risa rompió lo que estaba añorando, y Johan dijo; en que piensas, siempre
tan misterioso como tu viejo.
Entonces lo empuje y cerré mi puño, pero no llegue a consumar el acto,-
¡jódete! dijo, si sigues así te vas a quedar sin amigos, y ambos me dejaron
solo, recordando lo que había sucedido, solo quería que llegue mi padre, verlo
a la cara una vez más borracho, con la mirada perdida, y poder sacarle algo de
dinero para ir a verla.
Entonces escuche que alguien se quejaba, era mi hermana que al parecer
estaba llorando, era tan gélido con ella, era un mal hermano, yo sentía que mi
papa en el fondo nos quería como yo quería a mi hermana, pero jamás me
había nacido acariciarla, abrazarla, preguntarle porque se comporta como si no
fuera de este planeta, solo atinaba a vislumbrarla, a veces le gritaba y ella solo
sollozaba. -En fin, algún día mi hermana cambiara y tendrá alguien a su lado
que la quiera. Lamento tanto haber pensado así en ese momento, si pudiera
regresar en el maldito tiempo, remendaría tantas cosas, pero es muy tarde solo
me queda recordar.
Esa noche hable con ella como nunca, me decía amor y yo a ella mi diosa, sus
labios fueron míos y sus ojos me reflejaban, pedí tragos hasta reventar la
billetera, en realidad la de mi padre, y toda la remeza del mes, llegue al libido
con ella, y el al parecer el alcohol fulmino la noche antes de lo pensado.
Amanecí despierto en un muladar, sin dinero recordando la silueta de Yanina,
recordando como me enamoraba con su baile, y después no recordando
mucho lo sucedido, entonces el residuo de la droga desorbito mis ojos... ¡si!
Había sido drogado, empecé a correr y veía manchas de sangre por las
paredes que me cegaban después los ojos, y un miedo que ensordecían mis
oídos se apodero de mi, solo recuerdo que alguien gritaba, ese día fui a parar
al mar y aquel comportamiento nihilista y materialista me golpearon a la cara,
en el suelo se encontraba un periódico que tenia como portada la cara de mi
primo detenido por hacer un pase de droga, el cuerpo ensangrentado de una
mujer y la noticia de una niña de 15 años que se había cortado las venas.

Enrique Saavedra

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