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ENTREMÉS DEL MANCEBO QUE CASÓ CON MUJER BRAVA

SEGÚN EL EJEMPLO XXXV DE EL CONDE LUCANOR


PERSONAJES
PATRONIO
EL MANCEBO
EL PADRE DEL MANCEBO
LA MOZA
EL PADRE DE LA MOZA
LA MADRE DE LA MOZA
MUSICOS Y DANZANTES

PRÓLOGO
(Sale PATRONIO ante la cortina y habla al público)
PATRONIO
Ahora escuchen, señores, si se quieren divertir con un antiguo cuento. Sepan que soy
Patronio, criado y consejero del ilustre Conde de Lucanor, el cual tiene por costumbre
consultarme sobre cuantas dudas lo asaltan. Y esta vez la duda es que a un criado suyo
le proponen casamiento con una moza más rica que él y de más alto linaje; y aun siendo
favorable en lo económico, no se atreve a llevarlo a cabo por un recelo que tiene. Y el
recelo es que la moza es la más fuerte y la más brava cosa que hay en el mundo, y tan
áspera de carácter que, a buen seguro, no habrá marido que con ella pueda. Por eso yo
Patronio, consejero fiel, quiero sacar hoy al teatro este cuento que viene aquí como
anillo al dedo, para que a ustedes y a mi amo sirva de ejemplo. Y es La historia del
mancebo que casó con mujer brava, y del truco que usó para dominarla desde el preciso
instante en que se casaron.
Escuchen la historia, escrita en un famoso libro, uno de los primeros libros de cuentos
que por estas tierras de España se escribieron. Y vaya el gozo y la reflexión que les
cause, a la mayor gloria de su autor, el infante don Juan Manuel, que hace seiscientos
años fue en Castilla cortesano discreto, poeta de cantares y autor de libros de caza y de
sabiduría. (Se retira PATRONIO y suben al tablado EL MANCEBO y EL PADRE DEL
MANCEBO.)

ESCENA PRIMERA
PADRE
Te digo, hijo mío, que lo pienses mejor antes que llame a esa puerta. Que la moza en
cuestión es mucho más rica que nosotros y de más alto linaje; y malo es que la mujer
aventaje en prendas y fortuna a su marido.
MANCEBO
Es cierto. Pero piense también, padre, que siendo usted pobre, nada me tiene que dar
para vivir a mi honra. Y siendo eso así, si no me concierta el casamiento que le pido, me
veré forzado a hacer una vida austera o a irme de estas tierras en busca de mejor
ventura.
PADRE
Mucho me maravilla tu intento y osadía. Tanto más cuanto que en todo son diferentes.
Tú eres pobre y ella es rica. Más tierras tiene de las que podrías andar a caballo en todo
un día, aun yendo al trote.
MANCEBO
No repare en eso; que si ella tiene fortuna, yo se la aumentaré con mi esfuerzo. Y si sus
tierras son tantas que no se pueden andar en todo un día, aun yendo al trote, ¡yo se las
andaré al galope!
PADRE
Pero hay más: y es que cuanto tú tienes de buenas maneras, otro tanto las tiene esa moza
de malas y enrevesadas.
MANCEBO
A eso le respondo, padre, que no hay mula falsa donde hay buen jinete; y que yo sabré
tenerle fuerte la rienda desde el principio.
PADRE
Mira, mancebo, que nunca su padre la pudo dominar. Y que tal carácter tiene la
condenada que no habrá, fuera de ti, hombre en el mundo que quisiera casarse con
semejante diablo.
MANCEBO
Llame a esa puerta, padre. La moza es brava, pero brava y todo, es mi gusto. Si su padre
nos la concede, yo sabré cómo han de pasar las cosas en mi casa desde el primer día.
Llamad sin miedo.
PADRE
Puesto que tú lo quieres, sea. No dirás luego que no te lo advertí con tiempo. Pidamos
ahora la moza y quiera el cielo que no nos la concedan. ¡Ah de la casa!
(Llama con su cayado y se descorre la cortina mostrando la casa de LA MOZA. Está
solo EL PADRE, ocupado en seleccionar semillas.)

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