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1 Los bienes que conforman la herencia de JOSÈ MARTÌNEZ son los


siguientes:
El usufructo sobre la finca denominada LA ESMERALDA, que es un derecho
real que le permite al usufructuario usar y gozar de un bien ajeno, sin alterar su
forma ni sustancia.
Las tres casas de habitación en Pereira, que son bienes inmuebles por su
naturaleza, y que forman parte del patrimonio del causante.
El CDT en el Banco DAVIVIENDA, que es un bien mueble por su naturaleza, y
que representa un depósito a plazo fijo que genera intereses.
La finca denominada SAN IGNACIO, ubicada en Cundinamarca, que es un
bien inmueble por su naturaleza, y que fue donada por su tío, antes de casarse
JOSÈ. Esta finca es un bien propio del causante, ya que no entró a formar
parte de la sociedad conyugal.
La indemnización que pagó la Compañía de Seguros por el accidente de
tránsito, que es un bien mueble por su naturaleza, y que corresponde a una
prestación económica que tiene por objeto reparar el daño causado por un
hecho fortuito o de fuerza mayor.
El dinero que JOSÈ MARTÌNEZ recibió como adelanto de la operación que no
pudo realizar, que es un bien mueble por su naturaleza, y que corresponde a
una remuneración anticipada por un servicio profesional que debía prestar el
causante.
2 La herencia de JOSÈ MARTÌNEZ tiene la clasificación de un derecho real,
que es aquel que se ejerce directamente sobre una cosa, sin necesidad de la
intervención de otra persona. Los atributos de este derecho son:
El ius utendi, que es el derecho de usar la cosa heredada, conforme a su
naturaleza y destino.
El ius fruendi, que es el derecho de percibir los frutos que produce la cosa
heredada, sean naturales, civiles o industriales.
El ius abutendi, que es el derecho de disponer de la cosa heredada, ya sea
enajenándola, consumiéndola, transformándola o destruyéndola, siempre que
no se afecte el derecho de terceros ni se contravenga la ley o el testamento.
El ius persequendi, que es el derecho de perseguir la cosa heredada, en caso
de que se encuentre en poder de otra persona, para reivindicarla o recuperarla.
El ius possidendi, que es el derecho de poseer la cosa heredada, es decir, de
tenerla materialmente bajo su poder, con ánimo de señor y dueño.
3 La sucesión de JOSÈ MARTÌNEZ tiene el nombre de sucesión mixta, ya que
se compone de una parte testamentaria y otra parte intestada. La parte
testamentaria es aquella que se rige por la voluntad del causante expresada en
el testamento, y la parte intestada es aquella que se rige por la ley, en defecto
de testamento o de asignatarios testamentarios.
4 Respecto a los derechos que reciben por el modo de la sucesión por causa
de muerte, ANITA, JACINTO y ALEJANDRO se denominan herederos forzosos,
ya que son descendientes del causante y tienen derecho a una porción legítima
de la herencia, que es la que la ley les asegura, y que no puede ser
desconocida ni disminuida por el testamento.
5 Según este caso, los que están llamados a suceder son los siguientes:
MARIA SAOMÈ VARGAS, como cónyuge supérstite de JOSÈ MARTÌNEZ, tiene
derecho a la mitad de la sociedad conyugal, que comprende los bienes
adquiridos durante el matrimonio, salvo los que sean propios de cada cónyuge.
Además, tiene derecho a una cuota de la herencia, que se determina según el
número de hijos y el valor de los bienes.
ANITA, JACINTO y ALEJANDRO, como hijos de JOSÈ MARTÌNEZ, tienen
derecho a la otra mitad de la sociedad conyugal, que se divide por partes
iguales entre ellos. Además, tienen derecho a una cuota de la herencia, que se
determina según el número de hijos y el valor de los bienes.
LIBARDO y LUIS FERNANDO, como amigos de JOSÈ MARTÌNEZ, tienen
derecho a los legados que les dejó el causante en el testamento, que son la
finca La Ponderosa y los tres caballos de paso, respectivamente. Estos legados
son asignaciones a título singular, que no afectan la legítima de los herederos
forzosos, siempre que haya bienes suficientes para cubrirla.
6 Jurídicamente, el fallecimiento de JOSÈ MARTÌNEZ se demuestra mediante
el registro civil de defunción, que es el documento público que da fe del hecho
de la muerte, y que contiene los datos personales del difunto, la fecha, hora y
lugar del deceso, la causa de la muerte y el nombre del médico que la certificó.
7 La apertura de la sucesión de JOSÈ MARTÌNEZ se llevó a cabo el día 5 de
enero de 2011, fecha de su muerte, en su último domicilio, que fue la ciudad de
Bogotá, según el artículo 1012 del Código Civil. La apertura de la sucesión
consiste en el acto jurídico que determina el inicio del proceso sucesoral, y que
fija la ley aplicable, el juez competente, los posibles asignatarios y la vocación
hereditaria de los mismos.
8 El dinero que JOSÈ MARTÌNEZ recibió como adelanto de la operación que
no pudo realizar forma parte de su herencia, y por lo tanto, debe ser distribuido
entre sus herederos, según las reglas de la sucesión. Sin embargo, este dinero
también genera una obligación para los herederos, que es la de devolverlo al
paciente que lo pagó, o en su defecto, al médico que realice la operación, ya
que se trata de un pago indebido, al no haberse cumplido la causa que lo
motivó.
9 Con respecto a ALEJANDRO, que es un hijo que desconoce la muerte de su
padre, se debe tener en cuenta que la ley le reconoce su derecho a la herencia,
aunque no se haya presentado al proceso sucesoral, ni haya aceptado ni
repudiado la asignación. En este caso, se le debe notificar de la apertura de la
sucesión, y se le debe reservar su cuota parte, hasta que manifieste su
voluntad de aceptarla o repudiarla, o hasta que prescriba su acción para
reclamarla, que es de diez años contados desde la muerte del causante.
10 No se puede declarar a ALEJANDRO como muerto presunto, ya que para
ello se requiere que haya estado ausente por más de diez años, sin que se
tenga noticia de él, o que haya desaparecido en circunstancias que hagan
presumir racionalmente su muerte, como un naufragio, terremoto, combate o
prisión. En el caso de ALEJANDRO, no se cumplen estos requisitos, ya que
solo se desconoce su paradero, pero no se ha probado que haya fallecido, ni
que haya transcurrido el tiempo suficiente para presumirlo.

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