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EXPOSICION

DE LA

DOCTRINA MÉDICA

HOMEOPÁTICA ,

ORGANON DEL ARTE DE CURAR.

POR S. HAHNEMANN,
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Traducido de la 5. Edicion Alemana y de la 2. Francesa

POR EL DOCTOR LOPEZ-PINCIANO.

Del Gremio y Claustro de la Universidad de Montpelier ; ex- Tesorero Archivero de la


Sociedad Quirúrgica de Emulacion de la misma Ciudad; Miembro de la Real Acade
mia del Departamento del Gard; de la Sociedad Real de Medicina, Cirurgía y Far
macia de Tolosa de Francia ; del Círculo Médico , del Círculo Quirúrgico y de la
Sociedad Anatómica de Montpelier; Corresponsal del Instituto Real de Ciencias de
Turin; de la Real Academia Médico - Quirúrgica de Barcelona; ex- Médico en Gefe
del Real Canal de Castilla, &c. , &c.
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Madrid,

IMPRENTA DE D. M. CALERO , CALLE DEL AVE - MARIA , NUM.2 .

1835 .
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3.asia.

Se consideraran como furtivos todos los ejemplares que no lleven en este sitio la
firma del traductor.

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Prefacio .

La antigua medicina , ó la Alopatía , para decir algo


de ella en general, supone en el tratamiento de las en
fermedades , tan pronto una superabundancia de sangre,
que jamas tiene lugar, tan pronto de principios y de
acritudes morbíficas. En consecuencia , sustrae la san

gre necesaria á la vida , y trata ya sea de barrer la


supuesta materia morbífica , ya de llamarla á otros pun
tos , por medio de los vomitivos, de los purgantes, de
los sudoríficos , de los sialagogos , de los diuréticos , de los
vejigatorios, de los cauterios , &c. Se imagina, por este
medio, disminuir la enfermedad y destruirla material
(
mente ; mas solo consigue aumentar los padecimientos
del enfermo, y privar al organismo de las fuerzas y de
·
los jugos nutritivos necesarios à la curacion. Ataca el
cuerpo con dosis considerables, largo tiempo continua
das, y frecuentemente renovadas, de medicamentos
heróicos , cuyos efectos prolongados, y las mas veces
*
temibles la son desconocidos . Parece que ella misma
se propone desfigurar la accion , acumulando muchas '

sustancias desconocidas en una sola fórmula. En fin ,


con un largo uso de estos medicamentos , añade á la
enfermedad ya existente, otras nuevas enfermedades
4

medicinales , que es imposible a veces curar. No de


ja jamas tampoco para mantenerse en buen crédito
con los enfermos (*) , de emplear, siempre que puede,

medios que por su oposicion suprimen y palían duran


te algun tiempo los síntomas ; pero que dejan tras
de sí mucha mas disposicion á reproducirlos, es decir,
que exasperan la enfermedad misma. Mira sin razon

los males que ocupan las partes exteriores del cuerpo,


como de naturaleza puramente local, como aislados é
independientes ; y cree haberles curado cuando les hace
desaparecer con tópicos, que obligan al mal interno á
dirijirse sobre una parte mas noble y mas importante.
Cuando no sabe que hacer contra la enfermedad, que
se rebusa á ceder, ó que va siempre agravándose , em
prende al menos á tientas modificarla con los alterantes,
notablemente con el calomel, el sublimado corrosivo y
otras preparaciones mercuriales à altas dosis.
1
Hacer al menos incurables, y aun á veces mortales,
los noventa y nueve centésimos de las enfermedades
que afectan la forma crónica, sea debilitando y ator
mentando sin cesar el mismo enfermo, postrado ya por
sus propios males, sea acarreándole nuevas y temibles
afecciones, tal parece ser el objeto de los funestos es
fuerzos de la antigua medicina , objeto que facilmente
se consigue, una vez puesto al corriente de los métodos
mas acreditados, y hecho sordo á la voz de la con
ciencia.

(* ) El mismo motivo la hace buscar ante todas cosas un nombre determinado ,


griego sobre todo , para designar la afeccion , afin de hacer creer al enfermo que
se la conoce ya de fargo tiempo, y que se está mucho mejor en estado de poderla
curar. OR 06. Cha V fionTy
5

No faltan argumentos al Alopatista para defender


todo el mal que hace ; pero se estriba siempre al efecto
en las preocupaciones de sus maestros, ó en la autori
dad de sus libros . Allí encuentra con que justificar las
acciones mas opuestas y mas contrarias al buen sentido ,
por altamente que las condenen los resultados . Solo
cuando una larga práctica le ha convencido de los tris

tes efectos de su pretendido arte, y cuando él se limita


á insignificantes bebidas, es decir, á no hacer nada aun
en los casos mas graves, es únicamente cuando em
piezan los enfermos á morir menos frecuentemente en
tre sus manos.

Este arte funesto, qué de una dilatada serie de siglos ,


se halla en posesion de decidir arbitrariamente de la
vida y la muerte de los enfermos , que sacrifica diez
3
veces mas hombres que las guerras mas mortíferas,

y que hace a millones de otros infinitamente mas


dolientes de lo que eran en un principio, le exami
naré bien luego con algunos detalles, antes de esponer
los principios de la nueva medicina , que es la sola ver
dadera.

Es muy diferente de esto la Homeopatía. Demuestra


sin dificultad á todos cuantos raciocinan , que las enfer
medades no dependen de ninguna acritud , de ningun
principio morbífico material , sino que consisten única
mente en una desharmonizacion dinámica de la fuerza

que anima virtualmente el cuerpo del hombre. Sabe


que la curacion solo puede tener lugar á beneficio de
la reaccion de la fuerza vital contra un medicamento

apropiado, y que se verifica tanto mas segura y pron


6

tamente, cuanto que esta fuerza vital conserve aun


mas * energía en el enfermo. Así evita todo lo que

podria debilitarle por poco que fuese (*) ; así se guar


da en cuanto posible, de excitar el menor dolor, por
que el dolor agota las fuerzas ; así no emplea mas
que medicamentos de que conoce bien los efectos, es
decir , el modo de modificar dimánicamente ; busca en
tre estos aquel cuya facultad modificante (la enferme
dad medicinal) es capaz de hacer cesar la enfermedad

natural por su analogía con ella (similia similibus) ;


raras y
y administra este solo á dosis raras y débiles , que sin
causar dolor ni debilitar, escitan sin embargo una re
accion suficiente. Resulta de aquí que estingue la en
fermedad natural sin estenuar, molestar ni torturar al
enfermo, y que las fuerzas vuelven por sí mismas á me
dida que se pronuncia el mejoramiento . J11Este trabajo
que tiende " á restablecer la salud de los enfermos en
poco tiempo , sin inconvenientes y de un modo com

pleto, parece facil, mas es dificultoso y exije muchas


meditaciones.

La Homeopatía se presenta pues á nosotros como una


medicina muy sencilla , siempre la misma en sus prin
cipios y en sus procedimientos , que forma un todo

aparte, perfectamente independiente, 1 y que se rehusa


4324

La Homeopatía no vierte una sola gota de sangre ; nó purga , ni hace jamas


vomitar, ni sudar ; no repercute ningun mal externo con tópicos: y ni prescribe
baños calientes, ni labativas medicamentosas ; no aplica ni vegigatorios, ni sina
pismos , ni sedales, ni cauterios ; jamas excita la salivacion; jamas quema las car
nes hasta el hueso con moxas ó hierro ardiendo.
á toda asociacion con la perniciosa doctrina de la anti
gua escuela (*) .

(*) Yo mismo me reprendo de haber tomado en otro tiempo las maneras de la


Alopatía aconsejando aplicar sobre la espalda , en las enfermedades psóricas, un
emplasto de pez que excita la comezon , y de recurrir á conmociones eléctricas muy
pequeñas en las paralisis. Como estos medios son rara vez útiles, y que la Homeo
patía se ha perfeccionado lo bastante para no tener ya necesidad de ellos , retiro el
consejo que habia dado de emplearlos, y en el cual se ha encontrado un pretesto
para tratar de combinar juntamente la Homeopatía y la Alopatía.
}
, 21
EXPOSICION

DE LA

DOCTRINA MEDICA

HOMEOPATICA ,

ORGANON

DEL ARTE DE CURAR .

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INTRODUCCION .

[.

Golpe de vista sobre los Métodos alopático y paliativo de las


Escuelas que han dominado hasta este dia en Medicina .

Desde que los hombres existen sobre la tierra, se han hallado,


individualmente ó en masa, espuestos á la influencia de causas
morbíficas, físicas ó morales . Mientras han permanecido en es
tado de pura naturaleza, tuvieron bastante con un corto número
de remedios , porque la sencillez de su género de vida no les ha·
cia accesibles mas que á pocas enfermedades. Mas las causas
de alteracion de la salud y la necesidad de socorro han aumen
*
tado proporcionalmente á los progresos de la civilizacion ;des
de entonces, es decir, desde los tiempos de Hipócrates, ó de dos
mil quinientos años á esta parte, ha habido hombres consagrados
al tratamiento de las enfermedades, multiplicadas cada dia de
2
10

mas en mas, y á quienes condujo la vanidad á buscar en su ima .


ginacion medios de aliviarlas. Tantas cabezas diversas dieron á
luz una infinidad de doctrinas sobre la naturaleza de las enfer
medades y de sus remedios, que se decoraron con el nombre de
sistemas, y que se hallaban todas en contradiccion unas con otras
como consigo mismas. Cada una de estas sútiles teorías admira
ba desde luego al mundo por su profundidad ininteligible, y
atraia á su autor una multitud de entusiastas prosélitos, de los
cuales ninguno podia sin embargo deducir de ella cosa alguna
útil á la práctica, hasta que otro nuevo sistema, muchas veces
enteramente opuesto al precedente, hiciese olvidar á este, y á su
vez se apoderase durante algun tiempo de la fama. Mas ningu
no de estos sistemas se hallaba en armonía con la naturaleza, ni
con la esperiencia. Todos eran otros tantos tejidos de sutilezas,
fundadas sobre consecuencias ilusorias , que á nada podian ser
vir á la cabecera del enfermo , y que solo eran apropósito para
alimentar vanas disputas .
Al lado de estas teorías, y sin dependencia alguna de ellas, se
formó un método que consiste en dirigir mezclas de medicamen
tos desconocidos contra formas de enfermedades arbitrariamente
admitidas, todo esto segun miras materiales en contradiccion
con la naturaleza y la esperiencia, y por consiguiente sin resul
tados ventajosos. Esta es la antigua medicina, que se llama
Alopatía.
Sin desconocer los servicios que un gran número de médicos
han hecho á las ciencias accesorias del arte de curar, á la física,
á la química, á la historia natural, en sus diferentes ramas, y á
la del hombre en particular, á la antropologia, á la fisiologia, á
la anatomía, & c . , solo me ocupo aquí de la parte práctica de la
medicina, para manifestar cuan imperfecto ha sido el modo con
que se han tratado las enfermedades hasta este dia . Mis miras
se elevan mucho sobre esta rutina mecánica que se burla de la
vida tan preciosa de los hombres, tomando por guia colecciones
de recetas, cuyo número siempre en aumento prueba á que pun
to se estiende desafortunadamente todavia semejante uso. Dejo
11

-
este escándalo á la plebe médica, y me ocupo tan solo de la me
dicina reinante, que se persuade de que su antigüedad la dá
realmente el carácter de una ciencia.

Esta vieja medicina se gloría de ser la sola que merece el títu


lo de racional, porque es la sola, dice ella, que se ocupa en
indagar y alejar la causa de las enfermedades ; la sola tambien
que sigue las huellas de la naturaleza en el tratamiento de las
enfermedades.
Tolle causam ! esclama sin cesar ; mas se limita á este vano
clamor. Se figura poder hallar la causa de la enfermedad , mas
no la halla en realidad, porque no se puede ni conocerla, ni por
consiguiente encontrarla. En efecto, la mayor parte, la inmen
sa mayoridad misma de las enfermedades, siendo de origen y
de naturaleza dinámicas, su causa no puede hallarse al alcance
de los sentidos. Se veian pues obligados á imaginarla . Compa
rando, por un lado, el estado normal de las partes internas del
cuerpo humano despues de la muerte (anatomía) con las altera
ciones visibles que estas partes presentan en los sugetos muertos
de enfermedades (anatomía patológica) ; por otro, las funciones
del cuerpo vivo ( fisiologia ) con las infinitas aberraciones que
esperimentan en los innumerables estados morbosos (patologia,
semeyótica) , y sacando de allí las conclusiones respecto al modo
invisible con que se efectuan los cambios en el interior del hom
bre enfermo, se llegaba á formar una imágen vaga y quimérica,
que la medicina teórica miraba como la causa primitiva de la
enfermedad ( 1 ) , de la cual se hacia despues la causa próxima ,

(1) Su conducta habria sido mas conforme á la sana razon y á la naturaleza de


las cosas , si, para ponerse en estado de curar la enfermedad , hubieran tratado de
descubrir la causa ocasional, y si despues de haber comprobado la eficacia de un
plan curativo en las afecciones procedentes de una misma causa ocasional , hubie
sen podido luego aplicarle igualmente con buen éxito en aquellas cuyo orígen
era el mismo, como por ejemplo, el mercurio, que conviene en todos los chancros
venereos, es tambien apropiado á las úlceras del glande producidas por un comer
cio impuro ; si, repito , hubiesen descubierto que todas las demas enfermedades
crónicas (no venereas) tienen por causa ocasional la infeccion reciente ó antigua por
un miasma psórico, y hallado segun esto un método curativo comun, tan solo modi
+
12

la esencia íntima, y aun la enfermedad misma ; aunque el buen


sentido diga que la causa de una cosa no puede ser esta cosa
misma. Ahora bien, ¿ cómo se podia, sin querer engañarse á sí
propio, hacer de esta esencia incomprensible un objeto de cura
cion, prescribir contra ella medicamentos cuya tendencia cura
tiva era igualmente desconocida, al menos de la mayor parte de
ellos, y sobre todo acumular muchas de estas sustancias desco
nocidas en lo que se llamaba recetas ?
Sin embargo el sublime proyecto de encontrar à priori una
causa interna é invisible de la enfermedad se reducia, á lo menos
entre los médicos reputados como los mas razonables de la
antigua escuela, á investigar, tomando tambien en verdad por
base los síntomas, aquello que se podia presumir ser el carácter
genérico de la enfermedad presente ( 1) . Se queria saber si era
el espasmo, la debilidad ó la parálisis, la fiebre ó la inflamacion,
la induracion ó la obstruccion de tal ó tal parte, la plétora san
guínea, el esceso ó el defecto de oxígeno , de carbono, de hidro
geno ó de azoe en los humores ; la exaltacion ó depresion de la
vitalidad del sistema arterial, venoso, ó capilar ; una falta en
las proporciones relativas de los factores de la sensibilidad, de
la irritabilidad , ó de la nutricion. Estas conjeturas, honradas
por la escuela con el nombre de indicaciones procedentes de la

ficado por las consideraciones terapeúticas relativas á cada caso individual , que le
permitiese curarlas todas. Entonces se ballarian en derecho de decir que tenian
á su vista la sola causa de las enfermedades crónicas no venereas , à la cual se de
beria tener en consideracion para tratarlas con buen éxito. Mas durante tantos
siglos no han podido curar las innumerables afecciones crónicas, porque ignoraban
que el miasma psórico fuese su manantial ; descubrimiento que pertenece á la Ho
meopatía y que la ba puesto en posesion de un método curativo eficaz. Sin em
bargo se lisongeaban de ser los solos cuyo tratamiento fuese racional y dirigido
contra la causa primera de estas enfermedades, aunque no tuviesen la mas leve
sospecha de esta verdad tan útil , que todas provienen de un orígen psórico, y
que en consecuencia no las pudiesen jamas curar realmente .
(1) Todo Médico que trata las enfermedades en consecuencia á caractéres
tan generales, aunque se arrogase el título mismo de homeopatista no seria menos
por eso en realidad un alopatista generalizador; porque no se puede concebir la
homeopatia sin la individualizacion la mas absoluta.
13

causa, y consideradas como la sola racionalidad posible en


medicina, eran demasiado hipotéticas y demasiado falaces para
poder gozar de la menor utilidad en la práctica. Incapaces
tambien, aunque hubiesen estado fundadas, de hacer conocer el
mejor remedio que se puede emplear en tal ó tal caso dado,
lisonjeaban únicamente el amor propio del que las habia laborio
samente dado á luz ; mas le inducian la mayor parte del tiempo
en error, cuando trataba de obrar consiguiente á ellas. Era mas
bien por ostentacion el hacer esto , que no en la seria esperanza
de poder llegar por su medio al conocimiento de la verdadera
indicacion curativa.
¿ Cuántas veces no sucedia que el espasmo ó la parálisis parecian
existir en una parte del organismo, en tanto que la inflamacion
aparentaba tener lugar en otra ?
Por otra parte, de dónde podian sacarse seguros remedios
contra cada uno de estos pretendidos caractéres generales ? Se.
mejantes medios no habrian podido ser mas que los específicos,
es decir, los medicamentos análogos á la irritacion morbífica en
su modo de obrar ( 1 ) ; mas la antigua escuela los proscribia
como muy perjudiciales (2), porque en efecto la esperiencia
habia demostrado que con las fuertes dosis consagradas por el
uso , comprometian la vida en las enfermedades, en quienes la
aptitud á sentir las irritaciones homogéneas existe á un grado
tan alto. Pues la antigua escuela no sospechaba que se pudie
se administrar los medicamentos á dosis muy débiles, y aun estre
madamente pequeñas . Así no se debia y no se podia curar por
la via directa, y la mas natural, es decir, por remedios homogé

(1) Llamados hoy dia homeopáticos.


(2) " En los casos en que la esperiencia habia revelado la virtud curativa de
" los medicamentos que obraban de una manera homeopática , cuyo modo de accion
" era inesplicable, se salia de la dificultad declarándoles específicos, y esta palabra
" propiamente hablando , vacia de sentido , dispensaba de reflexionar en adelante
" sobre el objeto en cuestion. Mas hace ya largo tiempo que estos estimulantes
" homogéneos, es decir , específicos ú homeopáticos , han sido desterrados cual si
" ejerciesen una influencia estremamente dañosa . " (Rau , Ueber d . homæpath
4 Heilverf. Heidelberg. 1824, p. 101 , 102) .
14

neos y específicos ; pues que la mayor parte de los efectos que


producen los medicamentos eran y permanecian desconocidos ,
y que, aun cuando se les hubiese conocido, jamas se habria
podido, con tales constumbres de generalizacion , adivinar la
sustancia que era mas apropósito emplear.
Sin embargo, la antigua escuela que conocia muy bien que es
mas racional seguir el camino recto que marchar por sendas es
traviadas, creia aun curar directamente las enfermedades elimi
nando su pretendida causa material. Porque le era casi imposible
renunciar á estas ideas groseras, tratando, ya sea de formarse una
imágen de la enfermedad , ya de descubrir las indicaciones cu
rativas; del mismo modo que no estaba en su poder reconocer la
naturaleza, á la vez espiritual y material del organismo, de un
ser tan elevado que las alteraciones de sus sensaciones y acciones
vitales, que se llaman enfermedades, resultan principal y aun
casi únicamente de impresiones dinámicas, y no podrian ser
determinadas por ninguna otra causa.
La escuela consideraba pues, toda materia alterada por la en
fermedad, ya fuese solameute turgescente, ya espelida al esterior,
como la causa excitatriz de esta enfermedad, ó por lo menos, en
razon de su pretendida reaccion , como la que la entretiene ; y
esta última opinion se halla admitida aun hoy dia.
He aquí porqué creia operar curaciones dirigidas contra las
causas, haciendo todos sus esfuerzos para espulsar del cuerpo
las causas materiales que suponia á la enfermedad . De aquí su
atencion en hacer vomitar, para evacuar la bilis en las fiebres
biliosas ( 1), su método de prescribir vomitivos en las afecciones
del estómago (2) , su interés en espulsar la pituita y las lom

( 1) Rau (loc . cit. p.176) , en tiempo en que no se hallaba aun perfectamente ini
ciado en la Homeopatía, mas en el cual tenia sin embargo un íntimo convenci
miento del carácter dinámico de la causa de estas fiebres, las curaba ya con una
ó dos pequeñas dosis de un medicamento homeopático , sin administrar ningun
evacuante, de lo que refiere dos casos notables .
(2) En una afeccion gástrica que sobreviene de una manera pronta, con erup
tos continuos y repugnantes de alimentos corrompidos, y en general con abati
15

brices en la palidez de la cara, la bulimia, los lijeros retortijo

miento del moral , frio en los pies y las manos , & c , la medicina ordinaria solo se
ha ocupado hasta ahora del contenido alterado del estómago. Un buen vomitivo
debe , segun ella , ser administrado para procurar la espulsion de las materias.
El mayor número de veces , se llena esta indicacion por medio del tártaro estibia
do, mezclado ó no con la ipecacuanha. Mas recobra el enfermo la salud tan lue
go como ha vomitado ? Oh ! no. Estas afecciones gástricas de orígen dinámico son
ordinariamente producidas por alguna revolucion moral (contrariedad , pesar, susto),
por un enfriamiento, por un trabajo de espíritu ó de cuerpo que se ha hecho inme
diatamente despues de haber comido . El emético y la ipecacuanha no son nada
apropósito para hacer cesar esta desharmonía dinámica, y el vómito revolucionario
que determinan no lo es tampoco mucho mas : por otra parte, los síntomas morbo -
sos particulares, cuya manifestacion ellos mismos provocan , han dirigido un nuevo
ataque á la salud, introduciendo el desórden en la secrecion biliaria , de manera
que si el enfermo no goza de una constitucion muy robusta, debe resentirse aun
durante muchos dias de este supuesto tratamiento dirigido contra la causa, aunque
la totalidad del contenido del estómago haya sido espulsada de un modo violento .
Mas si en lugar de estos evacuantes, que siempre le perjudican , se hace respirar
una sola vez al enfermo un glóbulo de azúcar, del grandor de un grano de mosta
za, y que haya sido embebido de jugo de pulsatila muy dilatado , lo que infalible.
mente restablece el orden y la armonía en la economía entera y en el estómago
en particular, se encuentra curado en el corto espacio de dos horas. Si se notan
todavia algunos eruptos , son mas bien debidos á gases destituidos de sabor y de
olor ; el contenido del estómago no se halla ya alterado, y para la próxima comis
da el sujeto ha recobrado su apetito habitual ; se halla perfectamente sano y dis
puesto . He aquí lo que se debe llamar una verdadera curacion que ha destruido la
causa. La otra solo lleva este título por usurpacion ; no hace mas que fatigar al
enfermo y dañarle.
Los medicamentos vomitivos jamas convienen á un estómago lleno de alimentos,
aunque sean difíciles de digerir. En semejante caso , la naturaleza sabe desemba
razarse del demasiado- lleno por los vómitos espontáneos que excita, y que es todo
lo mas permitido activar por medio de titilaciones mecánicas hechas sobre el velo
del paladar y la cámara posterior de la boca. Se evita de este modo los efectos ac
cesorios que resultarian de la accion de los medicamentos vomitivos, y un poco de
cafe hecho con agua basta despues para hacer pasar á los intestinos las materias que
pudieran quedar aun en el estómago.
Mas si, despues de haber sido llenado en demasia, el estómago no poseyese ó
hubiera perdido la irritabilidad necesaria á la manifestacion espontánea del vó
mito, y que el enfermo, atormentado por vivos dolores al epigastrio, no esperi
mentase la menor tendencia á vomitar, en semejante paralisis de la viscera gástrica,
un vomitivo no tendria mas efecto que el de determinar una inflamacion peligrosa
ó mortal de las vias digestivas, en tanto que pequeñas dosis frecuentemente reite
16

nes y la hinchazon del vientre en los niños (1 ) , su costumbre


de sangrar en las hemorragias (2) , y principalmente la impor
tancia que dá á las emisiones sanguíneas de toda especie (3), co
mo indicacion principal á llenar en las inflamaciones. Obrando

radas de una fuerte infusion de cafe, reanimarian dinámicamente la excitabilidad


deprimida del estómago , y le pondrian en estado de impeler por sí solo por arriba
ó por abajo las materias contenidas en su interior , por grande que fuese la canti
dad. Aquí todavia el tratamiento que los médicos ordinarios pretenden dirigir con
tra la causa no se halla en su lugar.
Existe hoy dia en uso , aun en las enfermedades crónicas, cuando el ácido gás
trico se hace superabundante y refluye á la boca, lo que no es raro , adminis
trar un vomitivo para desembarazar al estómago de su presencia. Mas , desde el
dia siguiente, ó algunos dias despues , la visera contiene otro tanto , sino contie
ne mas . Los agrios cesan de sí mismos, por el contrario, cuando se ataca su cau
sa dinámica con una ligerísima dosis de ácido sulfúrico estremadamente dilatado ,
ó todavia mejor con un remedio antipsórico homeopático para los demas sintomas.
De este modo es como , en muchos de los tratamientos dirigidos, en concepto de
la antigua escuela , contra la causa morbífica, el objeto favorito era espeler tra
bajosamente y con detrimento del enfermo el producto material de la desarmonia
dinámica, sin inquietarse de modo alguno en examinar y reconocer el manantial
dinámico del mal , para combatirle homeopáticamente , tratando así las enferme
dades de un modo racional .
(1) Sintomas que dependen de un miasma psórico, y que ceden facilmente, sin
vomitivos ni purgantes, á suaves antipsóricos (dinámicos ) .
(2) Aunque casi todas las hemorragias morbosas dependen únicamente de una
desarmonía dinámica de la fuerza vital , sin embargo la antigua escuela las señala
por causa la superabundancia de sangre , y no puede impedirse de prescribir san
grias para desembarazar al cuerpo de este supuesto demasiado-lleno Las desa
gradables consecuencias que de ello resultan , la caida de las fuerzas, la tenden
cia y aun la transicion al tifo, son puestas por ella en la cuenta de la enfermedad ,
de que muchas veces entonces no puede ya t: iunfar. En una palabra , aun en el
caso en que no se libre el enfermo , cree ella haberse conducido en conformidad
con el adagio causam tolle , haber satisfecho , por hablar su lenguaje , todo cuanto era
posible hacer por el enfermo y no tener nada que vituperarse respecto al éxito.
(3) Bien que no haya á caso jamas una sola gota de sangre sobrante en el cuer
po humano viviente , la antigua escuela no admite menos por eso una supuesta
plétora ó superabundancia de sangre como la causa material principal de las infla
maciones, que debe en consecuencia combatir por las sangrías , las ventosas
escarificadas y las sanguijuelas. A esto es á lo que llama obrar de una manera
racional , y dirijir el tratamiento contra la causa . Aun llega, en las fiebres in
flamatorias generales , en las pleuresias agudas , hasta considerar la linfa coagula
ble, ó lo que se llama la costra, como la materia pecante, y se esfuerza en hacer
17

de este modo cree obedecer á indicaciones verdaderamente de


ducidas de la causa, y tratar los enfermos de un modo racional .
Se imagina igualmente, ligando un polipo, estirpando una
glándula tumefacta, ó haciéndola destruir por la supuracion

que salga todo lo posible por sangrías reiteradas, aunque no sea raro ver á esta
costra hacerse mas gruesa y mas densa á cada nueva emision sanguinea . De esta
manera es como, cuando la fiebre inflamatoria no quiere ceder, vierte muchas
veces la sangre á punto de matar al enfermo, á fin de hacer desaparecer la costra
ó la supuesta plétora, sin sospechar que la sangre inflamada no es mas que un pro
ducto de la fiebre aguda, de la irritacion inflamatoria morbosa, inmaterial ó
dinámica, que esta última es la única causa de la grande borrasca que tiene lugar
en el sistema vascular, y que se la puede destruir con una dosis mínima de un
remedio homeopático , por ejemplo, con un globulo de azúcar embebido de jugo
de acónito al decillonésimo grado de dilucion , evitando los ácidos vegetales ; de
tal suerte que la mas violenta fiebre pleurítica, con todos los síntomas alarmantes
que la acompañan, se halla completamente curada en el espacio de veinte y cua
tro horas á lo mas, sin ningana emision sanguínea , sin el menor antiflogístico, y
que un poco de sangre sacada entonces de la vena, por via de esperimento,
no se halla ya cubierta de costra inflamatoria, mientras que en otro enfermo, bajo
todos conceptos semejante , que haya sido tratado segun el método supuesto racio
nat, si es que escapa de la muerte, despues de numerosas sangrías y de crueles pa-.
decimientos, enlanguece frecuentemente todavia meses enteros antes de poder,
flaco y estenuado, tenerse sobre sus piernas, y que, en muchos casos, sucumbe
á una fiebre tifosa, á una leucoflegmacia, ó á una tisis ulcerosa , consecuencia
frecuente de un tal tratamiento.
Aquel que toma el pulso tranquilo del sujeto una hora antes del frio que precede
siempre á la pleuresia aguda no es dueño de su sorpresa cuando , dos horas des
pues, luego que se ha declarado el calor , trata de persuadirle que una enorme
pletora entonces existente hace necesarias las reiteradas sangrias, y se pregunta
que milagro ha podido infundir las libras de sangre cuya emision se exige , en los
vasos del enfermo, que dos horas antes ha visto pulsar con un movimiento tan so
segado . No puede sin embargo tener en sus venas una onza de sangre mas de
aquella que se hallaba en ellas dos horas antes cuando el sujeto se encontraba bien!
Así, cuando el partidario de la medicina alopática practica sus emisiones san
guíneas, no es seguramente un superfluo de sangre el que quita al enfermo ataca
do de fiebre aguda, pues que este líquido no puede jamas hallarse en exceso ; le
priva sí , de la cantidad de sangre normal é indispensable á la vida, al restableci
miento de la salud, pérdida enorme que no le es ya posible reparar. Sin embargo
se imagina haber obrado segun el axioma Causam tolle, al cual dá tan falsa inter
pretacion ; en tanto qua la sola y verdadera causa de la enfermedad era , no una
superabundancia de sangre que realmente no existe, mas una irritacion inflamato
ria dinámica del sistema sanguíneo, como lo prueba la curacion que se obtiene en
3
18

determinada á beneficio de irritantes locales, disecando un


quiste esteatomatoso ó meliccrítico , operando un anevrisma ,
una fistula lacrimal, ó una fístula del ano, amputando un seno
canceroso ó un miembro cuyos huesos se hallan atacados de ca
ries, & c., haber curado las enfermedades de un modo radical,
haber destruido las causas. Tiene la misma creencia cuando
emplea sus repercusivos, y deseca antiguas ulceras de las piernas
por el empleo de los astringentes , de los óxidos de plomo, de
cobre y de zinc, asociados es verdad á purgantes , que no dis
minuyen el mal fundamental, y solo consiguen debilitarle ;
cuando cauteriza los chancros ; destruye localmente las vegeta
ciones y verrugas, y rechaza la sarna con los ungüentos de
azufre, de plomo, de mercurio ó de zinc ; en fin cuando hace
desaparecer una optalmia con las disoluciones de plomo y de
zinc y combate los dolores de los miembros por medio del bál
samo opodeldoch, de las pomadas ammoniáceas ó de las fumiga -
ciones de cinabrio y de ambar. En todos estos casos se imagina
haber estinguido el mal y operado un tratamiento racional diri
gido contra la causa¡ Mas cuáles son las consecuencias! Nuevas
formas de enfermedades, que se manifiestan infaliblemente, mas
temprano ó mas tarde, y á que se dá, cuando aparecen, por enfer
medades nuevas, las cuales siendo siempre mucho mas desagra

semejante caso por la administracion, á dosis prodigiosamente débiles del jugo


de acónito, que es homeopático á esta irritacion.
La antigua escuela no escasea tampoco las emisiones sanguíneas parciales, y
sobre todo las copiosas aplicaciones de sanguijuelas, en el tratamiento de las
inflamaciones locales. El alivio paliativo que de ellas resulta en los primeros
momentos no se halla coronado por una curacion rápida y completa : lejos de
esto la debilidad y el estado valetudinario á que queda siempre expuesta la parte
que ha sido tratada de este modo , muchas veces tambien el resto del cuerpo , de
muestra bastantemente cuanto se engañaban en atribuir la inflamacion local á
una pletora local, y cuan tristes son los resultados de las emisiones sanguíneas;
mientras que esta irritacion inflamatoria, de apariencia local , que es puramente
dinámica, puede ser destruida de una manera pronta y duradera por una pequeña,
dosis de acónito, ó segun las circunstancias de belladona, á favor de cuyo medio ,
se halla curada la enfermedad sin necesidad de recurrir á sangrías, que nada es
capaz de justificar,
19

dables que la afeccion primitiva, refutan sobrado altamente las


teorías de la escuela . Esto la deberia abrir los ojos, probando
que el mal tiene una naturaleza inmaterial profundamente oculta ;
que su origen es dinámico, y que no puede ser destruido inas
que por una potencia dinámica.elugen ab Etsigong odoret

La hipótesis que generalmente ha preferido la escuela hasta los


tiempos modernos, y aun podria decirse hasta este dia , es la de
los principios morbificos y de las actitudes, que á la verdad
sutilizaba mucho . Era necesario desembarazar de estos princi
pios á los vasos sanguineosly linfáticos por los órganos urinarios
y las glándulas salivares ; al pecho, por las glándulas traqueales
y bronquiales ; al estómago y al canal intestinal, por el vómito
y las dejecciones alvinas ; sin lo cual no se creia estar en derecho
de decir que el cuerpo habia sido limpiado de la causa material
excitante de la enfermedad, y que se habia operado una cura
radical segun el principio tolle causam .
Practicando en la piel aberturas , que la presencia habitual de
un cuerpo estraño convertia en úlceras crónicas (cauteriós, seda -¨
les ), se imaginaba trasegar la materia pecante del cuerpo, que
jamas se halla enfermo sino dinámicamente, como se hace salir
la hez de un tonel dándole un barreno . Creia tambien atraer

los malos humores al esterior con vejigatorios entretenidos á


51
perpetuidad. Mas todos estos precedimientos absurdos y con
trarios á la naturaleza , no conseguian mas que debilitar los
enfermos y hacerles en fin incurables. Convengo en que era
mucho mas cómodo para la debilidad humana el suponer, en last
enfermedades que se trataban de curar, un principio morbifico
del cual- pudiese el entendimiento cencebir la materialidad , tanto
mejor cuanto que los enfermos mismos se prestaban con gusto
á semejante hipótesis : efectivamente admitiéndola, no habia mas
que ocuparse de hacer tomar una cantidad f de medicamentos
suficiente para purificar la sangre y los humores, excitar el
sudor, facilitar la espectoracion , barrer
i. el estómago y los intes
tinos . He aquí porque todas las Materias médicas que han apa
recido desde Dioscorides, guardan un silencio casi absoluto sobfe
20

la accion propia y especial de cada medicamento, y se limitan,


despues de haber enumerado sus virtudes supuestas contra tal ó
tal enfermedad nominal de la patologia, á decir que promueve la
orina, la espectoracion ó el flujo menstrual, y sobre todo que
tiene la propiedad de espulsar por arriba ó por abajo el conteni
do del canal alimenticio , porque en todos tiempos los esfuerzos
de los prácticos han tenido por tendencia principal la espulsion
de un principio morbífico material y de muchas acritudes que
creian ser la causa de las enfermedades . .....
Todos estos eran vanos sueños , suposiciones gratuitas, hipó
tesis destituidas de base, habilmente imaginadas para comodidad
de la terapéutica que se linsogeaba tener por este medio una
tarea mas fácil que llenar cuando tratase de combatir principios
morbíficos materiales. hoop dah b
Mas la esencia de las enfermedades y su curacion no se acomo
dan á nuestros sueños ni á los deseos de nuestra pereza . Las enfer
medades no pueden , por complacer á nuestras locas hipótetis ,
dejar de ser aberraciones dimánicas que nuestra vida espiritual
esperimenta en su modo de sentir y de obrar , es decir , cambios
inmateriales en nuestro modo de ser.
Las causas de nuestras enfermedades no podrian ser materiales ,
pues que la menor sustancia material estraña ( 1 ) , por suave que
nos parezca, que se introduce en los vasos sanguíneos, es recha
zada inmediatamente como un veneno por la fuerza vital, ó si no
puede serlo, ocasiona la muerte. Si el mas pequeño cuerpo
estraño llega á insinuarse en nuestras partes sensibles, el principio
de vida que está distribuido por todo nuestro interior no descan.
sa un momento hasta que haya conseguido espelerle por medio
del dolor, de la fiebre, de la supuracion ó de la gangrena. Y

(1 ) Cesó de pronto la vida por la injeccion de un poco de agua pura en una vena
(Véase Mullen, en Birch, History of royal society, vol . IV ) . El aire asmosférico
introducido en las venas ha causado la muerte ( Véase J-H. Voigt, Magazin fuer
den neuesten Zustand der Naturkunde, tom. III , p . 25) . Aun los líquidos mas dulces
introducidos en las venas, ban puesto la vida en peligro (Véase Autenrieth ,
Pysiologie, 11, § 784). 41 201
1
21

en una enfermedad de la piel que date de una veintena de años,


el principio vital, cuya actividad es infatigable ૐ sufriria con
paciencia tanto tiempo, en nuestros humores, un principio ex·
antemático material, un virus dartroso, escrofuloso ó gotoso ?
¿ Qué nosologista ha visto jamas ninguno de estos principios
morbíficos de que con tanta seguridad habla, y sobre quienes pre
tende construir un plan de conducta médica ? ¿ૐ Quién podrá jamas
hacer ver manifiestamente á los hombres un principio gotoso, un
virus escrofuloso ?

Aun en el caso mismo de que la aplicacion de una sustancia


material á la piel, ó su introduccion en una herida, haya pro
pagado las enfermedades por infeccion, ¿ quién podria probar
que, como con tanta frecuencia se afirma en nuestras patogénias,
la menor particula material de esta sustancia penetre en nuestros
humores ó se halle absorvida ( 1 ) ? Por mucho que se laven las
partes genitales con el mayor cuidado y lo mas pronto posible,
esta precaucion no garantiza de la enfermedad chancrosa vene
rea . Basta un débil soplo de un hombre atacado de viruelas
para producir esta enfermedad en un niño sano y bueno.
¿ૐ Qué peso debe penetrar de este principio material en los hu
mores para producir, en el primer caso, una enfermedad ( la sífilis )
que, faltando el tratamiento, durará hasta el último término de
la vida, no se estinguirá hasta la muerte ; y en el segundo , una
afeccion (las viruelas ) que hace frecuentemente perecer con ra
pidez en medio de una supuracion casi general (2) ? ¿ Es posible

(1) A una niña de ocho años que habia sido mordida por un perro rabioso , en
Glasglow, un cirujano la cortó sobre la marcha toda la parte en que habian
obrado los dientes , lo que no impidió á la muchacha tener, treinta y seis dias
despues , la rabia, de que murió al cabo de dos dias. ( Med. comment . of Edimb. ,
dec. II, vol. II, 1793).
(2) Para esplicar la produccion de la cantidad frecuentemente tan considerable
de materias fecales pútridas y de ichor ulceroso que se observa en las enfermedades,
y poder representar estas sustancias como la causa que determina y entretiene el
estado morboso, aunque no se haya visto penetrar en el cuerpo nada de material
en el momento de la invasion; se ha imaginado otra hipótesis que consiste en ad
mitir que ciertos principios contagiosos muy sùtiles obran en el cuerpo á modo de
22

admitir en estas dos circunstancias y otras análogas, un princi


pio morbífico material que se haya mezclado con la sangre ? Se
ha visto muchas veces cartas escritas en la habitacion de un
enfermo comunicar la misma enfermedad miasmática á la persona
que las lee. ‫ ¿ ܀‬Se puede pensar entonces que exista alguna cosa :
material que penetre en los humores ? Mas á qué tantas prue
bas ? ¿ Cuántas veces no se ha visto espresiones ofensivas ocasio

nar una fiebre biliosa que ponia la vida en peligro, una indiscreta
profecía causar la muerte en la época anunciada, y una sorpresa
agradable ó desagradable suspender súbitamente el curso de la
vida ? ¿ Dónde se halla entonces el principio morbífico material
que se ha insinuado en sustancia dentro del cuerpo, que ha produ
cido la enfermedad, que la entretiene, y sin cuya material expul
sion por los medicamentos, se haria imposible toda curacion
radical ? f.
Los partidarios de la hipótesis tan grosera como la de los
principios morbificos deberian avergonzarse de desconocer á
este punto***
la 1 naturaleza espiritual de nuestra vida y el poder
dinámico 01
de las causas que dan origen á las enfermedades , y de
deprimirse así hasta el innoble papel de las gentes que, en sus
1:9 1988
vanos ?esfuerzos para barrer las materias pecantes, cuya existencia
es una quimera, matan los enfermos, en vez de curarlos .
Los esputos,
MI = con frecuencia tan desagradables , que se ob
51 105 TENT sita ng catwit calz-í
levaduras, conducen los humores al mismo grado de corrupción que ellos , y los.
convierten de este modo en un fermento semejante á ellos mismos, que entretiene
y alimenta la enfermedad. Mas por qué tisanas depurativas se podia esperar
conseguir desembarazar al cuerpo de un fermento que se reproduce incesantemente,,
v espelerle de la masa de los humores de un modo tan completo que no quedase la
menor:partícula de él , pues que en la hipótesis admitida , una sola habria bastado
1
á corromper de nuevo los humores , y á reproducir , como anteriormente , nuevos
principios morbíficos ? ¡ Seria pues imposible curar jamas estas enfermedades al
modo de la escuela! Sé vé à que groseras inconsecuencias conducen las hipótesis,
aun las mas sútiles, cuando reposan sobre el error. La sifilis mejor constituida,
despues de haber separado la psóra que muchas veces la complica, cura bajo la
influencia de una é des pequeñísimas dosis de la treintésima dilucion del mercurio
metálico;) -jdaniteracion sifilítica general de los humores se encuentra así destruida
para siempre, de. un modo dinámico.
23

servan en las enfermedades ¿ serian precisamente acaso la mate


ria que las engendra y las entretiene ( 1 ) ? No son siempre
mas bien productos de las enfermedades, es decir del desarreglo,
puramente dinámico que ha esperimentado la vida ?
Con estas falsas ideas materiales sobre el origen y la esencia
de las enfermedades , no es de admirar que, en todos tiempos,
los pequeños como los grandes prácticos, y aun los inventores de
los sistemas los mas sublimes, no hayan tenido por fin principal
mas que la eliminacion y la espulsion de una pretendida materia
morbifica ; y que la indicacion mas frecuentemente establecida
haya sido la de incindir ó cortar esta materia, hacerla móvil ,
procurar su salida por la saliva, los esputos, el sudor y la orina,
de purificar la sangre por la accion inteligente de las tisanas ,
de desembarazarla así de las acritudes é impurezas que jamas
tuvo, de trasegar el imaginario principio de las enfermedades
con sedales, fuentes, vegigatorios permanentes, y mas principal
mente de hacer salir la materia pecante por el canal intestinal,
por medio de los laxantes y purgantes, decorados con el título
de aperitivos y de disolventes á fin de darles mas importancia y
una esterioridad mas imponente.
Si admitimos ahora aquello, de que no es permitido dudar, que
á escepcion de las enfermedades provocadas por la introduccion
de sustancias enteramente indigestas ó nocivas en los órganos
digestivos ú otras visceras huecas, por el paso de cuerpos estraños
á traves de la piel, &c., no existe ninguna otra que tenga por
causa un principio material ; que todas al contrario, son única
mente y siempre el resultado especial de una alteracion virtual y
dinámica de la salud cuán malos no deben parecer al hombre
sensato, los métodos de tratamiento que tienen por base la exput
sion (2), pues que á nada bueno pueden conducir en las principa

(1) Si fuese así , bastaria sonarse bien para curar infalible y rápidamente de
un coriza cualquiera, aun del mas inveterado.
(2) La espulsion de las lombrices tiene alguna apariencia de necesidad en las
enfermedades dichas verminosas . Se halla lombrices en algunos niños y ascarides
en un gran número de ellos. Mas estos parásitos dependen de una afeccion gene
24

les enfermedades (las crónicas), y que por el contrario perjudi


can siempre enormemente ?

ral (psóra), unida á un género de vida insaludable. Que se mejore el régimen


y que se cure homeopáticamente la psóra, lo que es mucho mas fácil en esta edad
que en ninguna otra época de la vida , y no quedaran ya mas lombrices, ni los niños
se hallaran mas incomodados, en tanto que se las vé prontamente reaparecer
en cantidad, despues de haber empleado los solos purgantes , aunque se haya aso
ciado á ellos el semen- contra.
Mas, se dirá , no conviene seguramente descuidar cosa alguna á fin de arrojar
del cuerpo la lombriz solitaria, este monstruo creado para tormento del género
humano .
Sí, se hace salir algunas veces la tœnia. Mas, ¡ á precio de cuantos padeci
mientos consecutivos y de cuantos peligros para la vida ! No querria yo tener
sobre la conciencia la muerte de todos los que han debido sucumbir á la violencia
de los purgantes dirigidos contra este parásito, y los años de languidez que han
sufrido los que escapaban á la muerte. ¡ Y cuántas veces no sucede todavia que
despues de haber reiterado durante muchos años seguidos estas purgas destructoras
de la salud y de la vida, no sale el animal , ó se reproduce ! ¿ Qué seria esto pues
si no existiese la menor necesidad de espulsarle y matarle por medios violentos y
crueles, que ponen con frecuencia en peligro los dias del enfermo ? Las diversas
especies de tœnias no se encuentran mas que en los sujetos psóricos, y desapare
cen siempre cuando está curada la psóra. Hasta el momento de la curacion viven
sin incomodar demasiado al hombre , no inmediatamente en los intestinos , mas en
el residuo de los alimentos, donde , sumidas como en un mundo peculiar á ellas,
quedan tranquilas y encuentran todo lo necesario á su nutricion. Mientras dura
este estado de cosas, no tocan á las paredes de los intestinos , ni causan detrimen
to alguno á aquel cuyo cuerpo les encubre . Mas tan luego como una enfermedad
aguda cualquiera se apodera del sujeto, el contenido de los intestinos se hace in
soportable al animal, que se enrosca y retuerce, irrita las paredes sensibles del
tubo alimenticio, y escita una especie de cólico espasmódico, que no contribuye
poco á aumentar los padecimientos del enfermo . Del mismo modo, el niño no se
agita ni se remueve en la matriz mas que cuando la madre está enferma, y perma.
pece quieto en el agua donde nada , mientras aquella se siente bien.
Es digno de notar que los síntomas observados en esta época en las personas
que tienen la lombríz solitaria, son de tal naturaleza que la tintura del elecho macho
á la dosis mas exigua, determina rápidamente su est incion de un modo homeopá
tico, porque hace cesar aquello que , en la enfermedad , causaba la agitacion del
parásito. El animal , hallándose en adelante á su gusto , continua á vivir tran
quilamente en las materias intestinales, sin incomodar al enfermo de un modo
muy sensible , hasta que el tratamiento antipsórico esté bastante adelantado para
que la lombriz no encuentre mas en el contenido del canal intestinal , las sustancias
propias á servirle de alimento, y que desaparezca por sí mismo para siempre,
sin que se haga necesario el menor purgante.
25

Las materias degeneradas y las impurezas que se dejan ver en


las enfermedades, no son otra cosa, como todos deben conocer,
que productos de la enfermedad, de quienes sabe desembarazar·
se el organismo, de un modo á veces demasiado evidente, sin
el auxilio de la medicina evacuante, y que se reproducen todo.
el tiempo que dura la enfermedad . Estas materias se présentan
frecuentemente al verdadero mélico como síntomas morbosos y
le ayudan a formar el cuadro de la enfermedad de que se sirve
despues para buscar un agente medicinal homeopático propio
á curar esta.
Más los actuales partidarios de la antigua escuela no quieren
que se crea que solo tienen por objeto, en sus tratamientos , espe
7
ler principios morbíficos materiales. Así dan á las numerosas
y variadas evacuaciónes que emplean, el nombre de método
derivativo, y pretenden no hacer en esto mas que imitar la na
turaleza del organismo enfermo, que, en sus esfuerzos para
restablecer la salud , resuelve la fiebre por el sudor y la orina ;
la pleuresia por la hemorragia nasal , los sudorés y los esputos
mucosos ; otras enfermedades por el vómito , la diarrea y el flujo
de sangre ; los dolores articulares por ulceraciones de las pier
nas ; la angina por la salivacion, ó por metástasis y abscesos :
que produce en partes distantes del asiento del mal.
Segun esto, creen no
1 . tener nada mejor que hacer que imitar
la naturaleza, y toman caminos de rodeo en el tratamiento de la
mayor parte 6 de las enfermedades. " Asi marchando sobre las
huellas de la fuerza vital enferma abandonada á sí misma, proce-"
I
den de una manera indirecta ( 1) aplicando irritaciones hetero
géneas mas fuertes sobre partes distantes del asiento de la enfer
medad, promoviendo , y } entreteniendo de ordinario " tambien
evacuaciones por los órganos que mas difieren de los tejidos aféc .
}"
tados, á fin de desviar en cierto modo el mal hacia esta nueva
localidad. :1 57 3 I

( 1 ) En vez de estinguir el mal prontamente, sin dilacion y sin agotar las fuerzas,
como lo hace la Homeopatía con el auxilio de potencias medicinales dinámicas
dirigidas contra los puntos enfermos del organismo .
D
26

Esta derivacion ha sido y es todavia uno de los principales


métodos curativos de la escuela reinante hasta este dia.
Imitando así á la naturaleza medicatriz, segun la espresion
empleada por otros, tratan de escitar violentamente, en las partes .
que están menos enfermas y que pueden soportar mejor la enfer→
medad medicamentosa, nuevos síntomas que, bajo la apariencia
de crisis y la forma de evacuaciones, deben, segun ellos, deri
var la enfermedad primitiva ( 1 ) , á fin que sea permitido á las
fuerzas medicatrices de la naturaleza operar poco á poco la reso
lucion . (2).

Los medios de que se sirven para llegar á este resultado son, el


empleo de sustancias que promuevan el sudor y la orina , las
emisiones sanguíneas, los sedales y cauterios, y de preferencia
los irritantes del canal alimenticio propios á determinar evacua.
ciones, sea por arriba, sea principalmente por abajo, cuyos
últimos iritantes han recibido tambien los nombres de aperitivos
y de disolventes (3) .
En auxilio de este método derivativo se llama á otro que tiene
mucha afinidad con él, y que consiste en poner en uso los irri
tantes antagonistas : los tejidos de lana sobre la piel, los baños de
pies, los nauseabundos, los tormentos del hambre impuestos al

(1) Cómo si se pudiesen derivar las cosas inmateriales ! Así es siempre pa


ra ellos una materia morbífica, por sutil que la suponga.
(2) Las enfermedades mediocremente agudas son las solas que tienen costum
bre de estinguirse de un modo sosegado cuando han llegado al término de su curso
natural, sea que se empleen remedios alopáticos que no tengan demasiada energía,
sea que se abstenga de ellos ; reanimándose la fuerza vital , sustituye entonces poco
á poco el estado normal al estado anormal , que se ha debilitado gradualmente.
Mas en las enfermedades muy agudas en las crónicas, que forman la inmensa
mayoría de aquellas á que está sujeto el hombre, falta este recurso tanto á la
grosera naturaleza como á la antigua escuela : aquí los esfuerzos espontáneos de
la fuerza vital y los procedimientos imitativos de la Alopatía son impotentes para
acarrear una revolucion : todo lo mas puede resultar una tregua de corta duracion ,
en cuyo tiempo el enemigo reune sus fuerzas, para reaparecer tarde ó temprano
mas terrible que nunca.
(3) Esta espresion anuncia tambien , que se supone sin embargo la presencia de
una materia morbífica que se pretende disolver y espeler.
27

estomago y al canal intestinal, los medios que escitan el dolor, la


inflamacion y la supuracion en puntos mas ó menos distantes, co
mo los sinapismos , las cantaridas, el torvisco , los sedales, las fuen
tes, la pomada de Autenrieth, la moxa, el hierro ardiendo, la acu
puntura, & c. En todo esto se sigue aun las huellas de la grosera
naturaleza, que, entregada á sí misma, trata de desembarazarse
de la enfermedad dinámica por dolores que determina en regio
nes distantes del cuerpo, por matástasis y abscesos, por erupcio
nes cutaneas y úlceras supurantes, y cuyos esfuerzos en esta
parte son enteramente inútiles cuando se trata de una afeccion
crónica.
No es pues un cálculo razonado, sino solamente una indolente
imitacion la que ha puesto á la antigua escuela en la senda de
estos métodos indirectos, tanto derivativo como antagonista, que
la ha conducido á procedimientos tan poco eficaces, tan debilitan
tes y tan nocivos, para darse el aire de calmar ó de desviar las
enfermedades durante algun tiempo, pero sustituyendo al antiguo
un mal mas desagradable todavia , ¿Puede llamarse curacion á
semejante resultado ?
Se han limitado á seguir la marcha de la naturaleza instintiva
en los esfuerzos que esta hace, y que solo se ven coronados de un
ligero buen éxito ( 1 ) en las enfermedades agudas poco intensas.

( 1 ) La medicina ordinaria consideraba los medios que emplea la naturaleza de


organismo para aliviar á los enfermos que no hacen uso de medicamento alguno
como perfectos modelos, dignos de imitarse . Mas se engañaba mucho. Los es
fuerzos miserables y sumamente incompletos que hace la fuerza vital para auxiliar
se á sí misma en las enfermedades agudas, son un espectáculo que debe escitar al
hombre á no contentarse con una esteril compasion y a desplegar todos los recursos
de su inteligencia , á fin de poner un término , por medio de una curacion real , á
los tormentos que se impone á sí misma la naturaleza . Si la fuerza vital no puede
curar homeopáticamente una enfermedad que ya existe en el organismo, promovien
do otra enfermedad nueva y semjeante á esta ( § 43-46) , lo que efectivamente se
halla muy rara vez á su alcance ( 50) , si el organismo, privado de todos los
socorros de fuera, queda reducido á triunfar por sí solo de una enfermedad que
acaba de estallar (su resistencia es del todo impotente en las afecciones crónicas),
no vemos mas que esfuerzos dolorosos y muchas veces peligrosos por salvarse á
cualquier precio, esfuerzos que no es raro tengan por resultado la muerte.
28
-
No se ha hecho mas que imitar la potencia vital conservadora
abandonada á sí misma, que, apoyándose únicamente sobre las

No pudiendo ver lo que pasa en la economia del hombre sano, tampoco nos es
permitido descubrir lo que sucede en ella cuando está alterada la vida. Las
operaciones que tienen lugar en las enfermedades no se anuncian mas que por los
cambios perceptibles , por los síntomas , por cuyo solo medio puede espresar nues
tro organismo los desórdenes ocurridos en su interior , de modo que , en cada caso
dado , ni aun sabemos distinguir entre los síntomas , aquellos que son debidos á
la accion primitiva de la enfermedad de aquellos que tienen por origen las reaccio
nes por medio de las cuales trata la fuerza vital de salir del peligro. Unos y
otros se confunden juntamente á nuestra vista , y no nos ofrezcon mas que una ima
gen reflejada al esterior de todo el conjunto del mal interior, pues que los infruc
tuosos esfuerzos con que la vida , abandonada á sí misma, trata de hacer cesar la
enfermedad, son tambien padecimientos del organismo entero . He aquí porque
las evacuaciones que escita ordinariamente la naturaleza ál fin de las enfermedades,
cuya invasion ha sido brusca , y que se llaman crisis, hacen con frecuencia mas
mal que bien.
Lo que la fuerza vital hace en estas supuestas crisis, y el modo con que lo ve
rifica, son otros tantos misterios para nosotros, tanto como todos los actos interio
res que tienen lugar en la economía orgánica de la vida. Lo que existe de cierto
sin embargo, es que , en el curso de estos esfuerzos , hay mas o menos partes pa
cientes que se hallan sacrificadas por salvar las demas. Estas operaciones de la
fuerza vital que tienden á combatir una enfermedad aguda, únicamente segun las
leyes de la constitucion orgánica del cuerpo, y no segun las inspiraciones de un
pensamiento meditado , no son , el mayor número de veces , mas que una especie
de Alopatía. A fin de desembarazar por una crísis los órganos primitivamente
afectados, aumenta la actividad de los órganos secretorios, hácia los cuales se de
riva así la afeccion de los primeros ; sobrevienen vomitos, diarreas , flujos de ori
na, sudores, abscesos , & c , y la fuerza nerviosa, atacada dinámicamente, trata
de descargarse en cierto modo por productos materiales.
La naturaleza del hombre , abandonada á sí misma, no puede salvarse de las
enfermedades agudas mas que por la destruccion y el sacrificio de una parte del
mismo organismo, y si no se sigue de ello la muerte, á lo menos la armonía de la
vida y de la salud no puede restablecerse mas que de un modo lento é incom
pleto.
La grande debilidad á que quedan espuestos los órganos atacados del mal, y aun
el cuerpo entero despues de esta curacion espontánea, el enflaquecimiento, & c ,
prueban bastante cuanto acaba de decirse .
En una palabra, toda la marcha que sigue el organismo al tratar de desembara.
zarse por sí solo de las enfermedades que le agovian, no hace ver al observador
inas que un tejido de padecimientos, y no le manifiesta nada que pueda ó que de ".
ba imitar, si realmente quiere ejercer el arte de curar.
29

leyes orgánicas del cuerpo, tampoco obra mas que en virtud de


estas leyes, sin juzgar ni reflexionar sus actos, Se ha copiado
á la grosera naturaleza, que no puede como un cirujano inteli
gente, aproximar los labios abiertos de una herida y reunirlos por
primera intencion ; que en una fractura es impotente, por mu
cha cantidad de materia ó sea que derrame, á enderezar y poner
bien de frente los dos extremos del hueso ; que no sabiendo ligar
una arteria herida, deja á un hombre lleno de vida y de fuerza
sucumbirá la pérdida de toda su sangre ; que ignora el arte de
reducirá su situacion normal la cabeza de un hueso sacada de su
sitio á consecuencia de una luxacion, y aun hace en poco tiempo
imposible á la cirujía su reduccion, por la tumefaccion que deter.
mina en los alrededores ; que para desembarazarse de un cuerpo
estraño violentamente introducido en la córnea transparente,
destruye el ojo entero por la supuracion ; que en una hernia
estrangulada, no sabe vencer el obstáculo mas que con la gan
grena y la muerte ; que, en fin, en las enfermedades dinámicas,
hace con frecuencia , por los cambios de forma que las dá, la
posicion del enfermo mucho mas desagradable que no lo era
anteriormente. Aun hay mas esta fuerza vital no inteligente
admite sin vacilar en el cuerpo las mayores plagas de nuestra
existencia terrestre, los manantiales de innumerables enfermeda
des que afligen la especie humana despues de tantos siglos, es
decir, los mismas crónicos, la psóra , la sifilis, y la sycósis.
Muy lejos de poder desembarazar al organismo de uno solo de
estos miasmas, no tiene ni aun el poder de suavizarles ; por el
contrario les deja ejercer tranquilamente sus estragos hasta que Ia

muerte viene á cerrar los ojos del enfermo, muchas veces despues
de largos y tristes años de padecimientos.
¿ Cómo la antigua escuela, que se dice racional, ha podido,
en una cosa tan importante como la curacion, en una obra que
exige tantas meditaciones y discernimiento , tomar á esta ciega
fuerza vital por su institutora, por su única guia, imitar sin re
flexion los actos indirectos y revolucionarios que verifica en las
enfermedades, seguirla , en fin, como el mejor y el mas perfecto
30

de los modelos, en tanto que la razon, este don magnífico de la


divinidad nos ha sido dispensado para poderla exceder infinita
mente en los auxilios dados á nuestros semejantes ?
Cuando la medicina dominante, aplicando así, como tiene
costumbre de hacerlo , sus métodos antagonista y derivativo, que
estriban únicamente en una imitacion inconsiderada de la energía
grosera, automática y sin inteligencia que vé desplegar á la vida,
ataca á órganos inocentes, y les impone dolores mas agudos que
los de la enfermedad contra quien se dirigen, ó, como sucede el
mayor número de las veces , les obliga á evacuaciones que disipan
en pura pérdida las fuerzas y los humores, su fin es desviar, há
cia la parte que irrita, la actividad morbosa que desplegaba la
vida en los órganos primitivamente afectados, y desarraigar
así violentamente la enfermedad natural, excitando una enferme
dad mas fuerte de otra especie sobre un punto que habia sido
respetado hasta entonces ; es decir, sirviéndose de medios indi
rectos y estraviados que agotan las fuerzas y llevan casi siempre
consigo el dolor ( 1 ) .
Es verdad que por estos falsos ataques la enfermedad, cuando
es aguda, y que por consiguiente su curso no puede ser de
larga duracion, se transporta sobre partes distantes y no pareci

(1) La esperiencia diaria muestra cuan poco buen efecto produce esta maniobra
en las enfermedades crónicas. Es tan solo en el más corto número de casos , don
de se verifica la curacion. ¿ Mas se atreveria nadie á lisongearse de haber conse
guido una victoria, si en lugar de atacar á su enemigo. de frente y con armas igua
les, y terminar la contienda con su muerte , se limitase à incendiar el pais que está
á su espalda, á cortarle toda retirada, y á destruir cuanto se halla á su al
rededor? Se consigue bien , por semejantes medios, debilitar el valor de su ad
versario ; mas no se llena enteramente el fin : el enemigo no está anonadado , se
halla todavia allí, y cuando haya repuesto sus almacenes , volverá á levantar la
cabeza, mas feroz que en un principio. Sin embargo el pobre pais, enteramente
estraño á la pendencia, se / halla talmente arruinado, que no podra rehacerse en
mucho tiempo . He aquí lo que sucede á la Alopatía en las enfermedades crónicas,
cuando, sin curar la enfermedad , arruina y destruye al organismo por medio de
ataques indirectos contra inocentes órganos distantes del asiento de esta última.
Tales son los resultados, en que no deberia hallar seguramente un motivo de enva
necerse.
31

das á las que ocupaba primitívamente ; mas no se halla curada.


Nada hay en este tratamiento revolucionario que se refiera de un
modo directo é inmediato á los órganos primitivamente enfermos,
y que merezca el título de curacion. Si se hubiese abstenido de
estos desagradables ataques hechos á la vida del resto del orga
nismo, se habria visto con frecuencia á la enfermedad aguda.
disiparse por sí sola de un modo acaso mas rápido, dejando menos
padecimientos en pos de sí, causando un consumo menos grande
de fuerzas. No se puede por otra parte poner, ni el procedi
miento seguido por la grosera naturaleza, ni su copia alopática,
en paralelo con el tratamiento homeopático directo y dinámico ,
que conservando las fuerzas, estingue la enfermedad de una ma
nera inmediata y rápida.
Mas, en la inmensa mayoría de las enfermedades, en las afec
ciones crónicas, estos tratamientos perturbadores, debilitan
tes é indirectos de la antigua escuela, no producen casi jamas nin
gun bien. Su efecto se limita á suspender por un corto número
de dias tal ó tal síntoma incómodo, que vuelve tan luego como la
naturaleza se ha acostumbrado á la irritacion distante ; la enfer
medad renace mas desagradable, porque los dolores antagonis
tas ( 1), y las imprudentes evacuaciones han debilitado la energía
de la fuerza vital.
Mientras que la mayor parte de los alopatistas, imitando de un
modo general los esfuerzos salutarios de la grosera naturaleza
entregada á sus propios recursos, introducian así en la práctica
estas derivaciones que se dicen útiles, y que cada uno variaba
segun las indicaciones sugeridas por sus propias ideas, otros diri

(1) ¿ Qué resultado favorable tienen jamas estas fuentes empleadas con tanta
frecuencia, que , estienden á lo lejos su olor fétido ? Si en los primeros quince
dias, mientras no causan todavia muchos dolores, parecen, por antagonismo, dis
minuir ligeramente una enfermedad crónica, mas tarde , cuando el cuerpo se ha
habituado al dolor , no tienen otro efecto que debilitar al enfermo y abrir así un
campo mas vasto á la afeccion crónica. ¿ Se hallaria pues ahora, en el siglo diez
y nueve, médicos que considerasen estos exutorios como arbañales por donde sale
la materia pecante ? Hay casi motivos de creerlo.
32

giéndose á un fin mucho más elevado, favorecian con todo su poder


la tendencia que manifiesta la fuerza vital á desembarazarse de
las enfermedades por medio de las evacuaciones y de las metásta→
sis; trataban en cierto modo de sostenerla activando estas deriva
ciones y estas evacuaciones, y creian poderse abrogar por esta
conducta el título de ministros de la naturaleza.
Como sucede con bastante frecuencia en las enfermedades
crónicas, que las evacuaciones promovidas por la naturaleza pro
porcionan algun poco de alivio en los casos de dolores agudos,
de parálisis, de espasmos, & c., creia la antigua escuela que el ver
dadero medio de curar las enfermedades era favorecer, entretener
y aun aumentar estas evacuaciones. Mas no se conocia que
todas las supuestas crisis producidas por la naturaleza abando
nada á sí misma, no proporcionan mas qué un alivio paliativo y
poco duradero, y que lejos de contribuir á la verdadera ca
ración, agravan por el contrario el mal interior primitivo, por
la consuncion que hacen de las fuerzas y de los humores . Jamas
he visto tales esfuerzos de una naturaleza grosera proporcionar el
restablecimiento permanente de un enfermo ; jamas estas evacua
ciones escitadas por ef organismo ( 1 ) han curado una enfermedad
B
crónica. Por el contrario, en todos los casos de este género se
ve despues de un corto mejoramiento, cuya duracion va siempre
disminuyendo, la afeccion primitiva agravarse manifiestamente, y
los accesos hacerse mas frecuentes y mas fuertes, aunque no cesen
las evacuaciones . Del mismo modo cuando la naturaleza, abur

donada a
•••• sus propios medios en las afecciones crónicas internas
que comprometen la vida, no sabe ausiliarse mas que promovien
do la aparicion de síntomas locales esternos, á fin de desviar el
daño de los órganos indispensables á la existencia, trasportán
dole por metástasis sobre aquellos que no lo son ; estos efectos de
GI inteligencia, sin reflexion , sin
una fuerza vital enérgica , pero sin
prevision, no conducen de ningun modo á11una correccion real,

ruite 10 1
(1) Las evacuaciones promovidas por el arte nunca han podido tampoco con .
seguirlo.
33

à la curacion ; no son mas que paliaciones, cortas suspensiones


impuestas á la enfermedad interna á espensas de una gran parte
de los humores y de las fuerzas, sin que la afeccion primitiva
haya perdido nada de su gravedad . Todo á lo mas puede sin
2
el concurso de un verdadero tratamiento homeopático, retardar
la muerte que es inevitable.
La Alopatía de la antigua escuela, no contenta de exagerar
mucho los esfuerzos de la grosera naturaleza, les daba una fal
sísima interpretacion. Imaginándose sin razon que son verdade
ramente salutarios, trataba de favorecerles, de darles un mayor
desarrollo, con la esperanza de conseguir asi destruir el mal por
entero y proporcionar una curacion radical . Cuando , en una
enfermedad crónica, la fuerza vital parecia corregir tal ó tal
síntoma desagradable del estado interior, por ejemplo, á benefi
cio de un exantéma húmedo, entonces el que se llama Ministro
de la naturaleza aplicaba un epispástico ó cualquiera otro exuto
rio sobre la superficie supurante que se habia establecido, para
sacar de la piel una cantidad de humor mucho mayor todavia, y
ayudar así á la naturaleza á curar, alejando del cuerpo el prin
cipio morbífico. Mas luego cuando la accion del medio era
demasiado violenta, el dartro ya antiguo, y el sugeto demasiado
irritable, la afeccion esterna aumentaba mucho, sin ventajas
para el mal primitivo y los dolores haciéndose mas vivos quita
ban el sueño al enfermo, disminuian sus fuerzas y con frecuencia
determinaban tambien la aparicion de una erisipela febril de mal
carácter ; tan pronto, cuando el remedio obraba con mas benig
nidad sobre la afeccion local , acaso reciente todavia egercia
una especie de homeopatismo esterno sobre el síntoma local que
la naturaleza habia determinado en la piel para aliviar la afeccion
interna, renovaba así esta última á la cual se hallaba unido un
mayor daño, y esponia la fuerza vital, por esta supresion del
síntoma local, á promover otro mas desagradable sobre alguna
parte mas noble. Sobrevenia en reemplazo una oftalmia temible ,
la sordera, espasmos del estómago, convulsiones epilépticas ,
5
34

accesos de sofocacion , ataques de apoplegía , enfermedades men

tales, & c. ( 1) .
La misma pretension de ayudar á la energía vital en sus esfuer
zos curativos , conducia al Ministro de la naturaleza, cuando la
enfermedad hacia afluir la sangre en las venas del intestino recto
ó del ano (hemorroides ciegas) , á recurrir á las aplicaciones de
sanguijuelas , muchas veces en gran número , á fin de facilitar
una salida á la sangre por este lado. La emision sanguínea
proporcionaba un corto alivio, muchas veces demasiado ligero
para merecer que se hablase de él ; pero debilitaba el cuerpo y
daba lugar á una congestion mucho mayor todavia en la estremi
dad del canal intestinal, sin contraer la menor disminucion al

mal primitivo .
En la generalidad de casos en que la fuerza vital enferma, tra
taba de evacuar un poco de sangre por el vómito, la espectora
cion, & c , á fin de dismuinir la gravedad de una afeccion interna
peligrosa , se apresuraba á prestar favor á estos supuestos esfuer
zos salutarios de la naturaleza y sacaba sangre de las venas en
abundancia ; lo que no dejaba jamas de ofrecer inconvenientes
para lo sucesivo, y debilitaba manifiestamente al cuerpo .
Cuando un enfermo estaba sugeto á frecuentes nauseas, bajo
pretesto de entrar en las miras de la naturaleza, se le prodigaban
vomitivos, que jamas hacian bien, pero que muchas veces
arrastraban consecuencias desagradables, accidentes graves, y
aun la muerte misma .
Algunas veces la fuerza vital, para calmar un poco el mal
interno, promueve infartos frios en las glándulas esteriores . EI
Ministro de la naturaleza cree servir bien á su divinidad 1con
duciendo estos tumores á supuracion por medio de todas las
fricciones y aplicaciones enardecientes, para sumergir despues

(1) Estas son las consecuencias naturales de la supresion de los sintomas locales
de que se trata, consecuencias que el médico alopatista mira frecuentemente
como enfermedades en un todo diferentes y nuevas.
35

el instrumento cortante en el absceso llegado á maduréz, ý hacér


derramar la materia pecante al exterior. Mas la esperiencia ha
enseñado mil y mil veces cuales son los males interminables que
2 ، ‫ܪ‬، ‫ܪ‬ The
casi sin escepcion , resultan de esta práctica.
Como el alopatista ha visto muchas veces grandes padecimîen
tos ser un poco aliviados, en las enfermedades crónicas, por
8
sudores nocturnos acaecidos espontáneamente ó por ciertas
dejecciones naturales de materias líquidas, se crée llamado á
seguir estas indicaciones de la naturaleza ; piensa aun deber
segundar el trabajo que se hace á su vista, prescribiendo un
tratamiento sudorífico completo, ó el uso continuado durante
muchos años de los que él llama laxantes suaves, ´á fin de de
sembarazar con mas seguridad al enfermo de la afeccion que le
atormenta ; pero esta conducta de su parte nunca tiene mas que
un resultado contrario, es decir que agrava siempre la enfer
medad primitiva . 42

Cediendo al imperio de esta opinion que ha abrazado' sin


exámen, á pesar de su falta absoluta de fundamento , el alopa
tísta continua en segundar ( 1 ) los esfuerzos de la energía vital
088
} 1
(1) No es raro , sin embargo , que la antigua escuela se permita una marcha
inversa, ' es decir, que cuando los impulsos de la fuerza vital que tienden a aliviar
el mal interno promoviendo evacuaciones ó excitando síntomas locales al esterior ,
perjudican evidentemente al enfermo, desplegue contra ellos todo el aparato de
sus repercusivos : de este modo combate los dolores crónicos , el insomnio y
las ciarreas antiguas , con el opio á fuertes dosis ; el vómito con las pocionecif Is
efervescentes, los sudores fetidos de los pies con los pediluviós frios y las fomen
taciones astringentes; los exantémas con las preparaciones de plomo y de zinci
las hemorragias uterinas con las injecciones de vinagre; ( los sudores colicuativos
con el suero aluminoso ; las poluciones nocturnas con una gran cantidad de alcanfor
A ,
los accesos de calor al cuerpo y á la cara con el nitro, los ácidos vegetales y el
ácido sulfúrico ; la hemorragia nasal tapando las narices con planchuelas em
papadas en alcooló en liquidos astringentes ; -lass ulceras de los miembros inferio
res con los óxidos de zinc y de plomo, & c : mas millares de hechos testifican cuan
1
tristes son los resultados de esta práctica . El adepto de la antigua escuela se
gloria, de viva voz y por escrito, de ejercer una médicina racional y de inquirir
la causa de las enfermedades , para curarla siempre radicalmente ; pues véasele
aquí combatiendo un solo sintoma aislado , y siempre con gran detrimento del
enfermo.
36

enferma, en exagerar aun las derivaciones y evacuaciones que


jamas couducen al objeto, y sí mas bien á la ruina de los enfermos,
sin apercibirse que todas las afecciones locales, evacuaciones
y aparentes derivaciones, que son otros tantos efectos excitados
y entretenidos por la fuerza vital abandonada á sus propios re
cursos á fin de aliviar un poco la enfermedad primitiva, hace
de ellas mismas parte del conjunto de los síntomas de la enfer
medad, contra la totalidad de los cuales no habria habido mas
remedio verdadero y espédito que un medicamento elegido
segun la analogía de los fenómenos determinados por su accion
sobre el hombre sano, ó en otros términos, que un remedio
homeopático .
Como todo cuanto hace la grosera naturaleza para aliviar
en las enfermedades, sea agudas, sea sobre todo crónicas, es
muy imperfecto, y aun constituye ya una enfermedad, se debe
creer bien que los esfuerzos del arte hechos en el sentido mismo
de esta imperfeccion para aumentar sus resultados, perjudican
todavia mucho , mas, y que por lo menos en las enfermedades
agudas no pueden corregir lo que tienen de defectuoso las tenta
tivas de la naturaleza, pues que el médico, no hallándose en esta
do de seguir las vias ocultas por las cuales determina la fuerza
vital sus crisis, no podria operar mas que al esterior por medios
enérgicos, cuyos efectos son menos benéficos que los de la natu
raleza abandonada á sí misma, pero en compensacion mucho
mas perturbadores y mas funestos ; porque este alivio incompleto
que consigue la naturaleza proporcionar por las derivaciones y
las crisis, no puede obtenerse siguiendo el mismo camino : que
da pues por mucho que haga, muy inferior á este miserable so
corro, que al menos tiene la facultad de alcanzar la fuerza vital
abandonada á sus propios recursos.

Se ha tratado, sacrificando la membrana pituitaria , de pro


ducir artificialmente hemorragias nasales imitando las epístasis
1
naturales, para calmar, por ejemplo, los accesos de una cefa
lalgiá crónica. Indudablemente se podia asi sacar bastante san
gre de las narices para debilitar al enfermo ; pero el alivio era
37

mucho menor del que habia existido en otro tiempo en que por
su propio impulso, la fuerza vital habia hecho fluir tan solo
algunas gotas de sangre.
Uno de estos sudores ó diarreas llamadas críticas, 2 que la
fuerza vital, siempre diligente, excita á consecuencia de una
incomodidad repentina motivada por el pesar, el susto, un en.
friamiento, & c ; y aun un simple borborismo tiene mas eficacia
para disipar, momentáneamente al menos, los padecimientos
agudos del enfermo, que todos los sudoríficos ó purgantes de una
botica, que solo consiguen ponerle peor. La esperiencia diaria
no permite dudar de ello .
Sin embargo la fuerza vital, que no puede obrar por sí misma
mas que de un modo conforme á la disposicion orgánica de
nuestro cuerpo, sin inteligencia, sin reflexion, sin dicernimiento,
no nos ha sido dada para que la mirásemos como la mejor guia
digna de seguirse en la curacion de las enfermedades; ni menos
todavia para que imitásemos servilmente los esfuerzos incomple
tos y valetudinarios que hace para volver la salud, añadiendo
aun á ello actos mas contrarios que los suyos al fin que se propo .
ne alcanzar ; para que economizásemos los trabajos de inteligen
cia y de reflexion necesarios al descubrimiento del verdadero
arte de curar; en fin, para que pusiésemos en lugar del mas
noble de todos los artes humanos una mala copia de los ausilios
poco eficaces que la grosera naturaleza se halla en estado de dar,
cuando se la abandona á sus propios recursos.
ૐ Qué hombre de bien de sano juicio querria imitarla en sus
esfuerzos conservadores ?
Estos esfuerzos son precisamente la
enfermedad misma, y la fuerza vital morbosamente afectada es la
que produce la enfermedad que se descubre ! El arte debe pues
de toda necesidad aumentar el mal cuando la imita en sus pro
cedimientos, ó suscitar peligros cuando suprime sus esfuerzos.
La Alopatía hace uno y otro : ¡ y es esto á lo que llama una
medicina racional !
¡ No ! Esta fuerza innata en el hombre, que dirige la vida del
modo mas perfecto durante la salud, y cuya presencia se hace
}

38

sentir igualmente en todas las partes del organismo, en la fibra


sensible como en la fibra irritable, en una palabra que es el resorte
infatigable de todas las funciones normales del cuerpo, no ha
sido creada para ausiliarse á sí misma en las enfermedades, para
cgercer una medicina digna de imitacion. ¡ No la verda
dera medicina, obra de reflexion y de discernimiento, es una
creacion del entendimiento humano, que, cuando la energía
automática de la fuerza vital ha sido arrastrada por la enferme
dad á acciones anormales, sabe, por medio de un remedio homes
pático, imprimirla una modificacion morbosa análoga, pero un
poco mas fuerte, de modo que la enfermedad natural no pueda ya
influir sobre ella, y que despues de la desaparición , que no se
hace esperar mucho tiempo, de la nueva enfermedad promovida
por el medicamento, vuelva á las condiciones del estado normal,
á su destino de presidir al mantemento de la salud , sin häber
esperimentado, durante esta conversion , ningun ataque doloroso
"
ó' capaz de debilitarla. La medicina homeopática enseña los
medios de llegar á este resultado.
·
Un número bastante considerable de enfermos tratados segun
los métodos de la antigua escuela que se acaban de reseñar, esca.
1
paban de sus enfermedades, no en fos casos crónicos (no vene

reos) , mas en los casos agudos, que ofrecen menos peligro. Sin
embargo, solo conseguian esto por medio de rodeos tan penosos,
yᎩ de un modo frecuentemente tan imperfecto, que no se podia
decir que fuesen deudores de sus curaciones á la influencia de un
arte suave en sus procederes. En las circunstancias en que el
peligro nada tenia de inminente, unas veces se contentaban con
reprimir las enfermedades agudas por medio de emisiones san
guíneas, ó por la supresion de uno de sus principales síntomas ,
.
á beneficio de un paliativo enantiopático, otras tambien se las
suspendia por medio de irritantes y revulsivos aplicados sobre
puntos mas o menos distantes del órgano enfermo, hasta que se
hubiese terminado el curso de su revolucion natural, es decir que
se las oponia medios indirectos , que daban lugar á una pérdida
de fuerzas y de liumores . Obrando asi, la mayor parte de cuanto
39

era necesario para alejar completamente la enfermedad, y reparar


las pérdidas esperimentadas por el sugeto, quedaba todavia por
hacer confiado á la fuerza conservadora de la vida . Esta tenia
pues que triunfar del mal agudo natural, í y de las consecuencias
de un tratamianto mal dirigido. Ella era tambien la que, en*
ciertas circunstancias señaladas por el solo acaso, tenía que des
plegar su propia energía para volver las funciones á su ritmo
normal, lo que solo conseguia muchas veces con el mayor traba
jo , de un modo incompleto, y no sin accidentes de naturalezą
diversa . 14
Es dudoso que esta marcha, seguida por la medicina actual en
las enfermedades agudas, abrevic ó facilite realmente un poco el
trabajo á que debe entregarse la naturaleza para proporcionar la
curacion; pues que ni la Alopatía, ni la naturaleza pueden obrar
de un modo directo, y pues que los métodos derivativo y anta
gonista de la medicina solo son á propósito para determinar un
ataque mas profundo en el organismo, y contraer una 27 mayor pér
dida de fuerzas. ht
La antigua escuela posee ademas otro método curativo, que se
llama excitante y fortaleciente ( 1) , y que procede con el ausilio
de sustancias dichas excitantes, nervinas, tónicas, confortantes,
fortalecientes . Hay motivo de sorprenderse que se atreva á
hacer vanidad de este método .
¿ Ha conseguido jamas disipar la debilidad que produce, en
tretiene y aumenta con tanta frecuencia una enfermedad crónica,
prescribiendo, como tantas veces lo ha hecho, el vino del Rhin
ó el de Tokay ? Como este método no podia curar la enfermedad
crónica, origen de( la " debilidad, las fuerzas del enfermo dismi
nuian tanto mas , cuanto mas vino se le hacia tomar, porque á las
excitaciones artificiales , opone la fuerza vital un descaecimiento
durante la reaccion.

¿ર Se ha visto jamas la quina, ó las sustancias tan diversas que

( 1 ) Este es, propiamente hablando , enantiopático , y volvere todavia á ocu


parme de él en el texto del Organon ( § 59) .

}
40

se comprenden bajo el nombre colectivo de amargos, devolver las


fuerzas en estos casos frecuentes ? Estos productos vegetales
que se suponia ser tónicos y fortificantes en todas circunstancias,
¿ no tenian la prerogativa, como las preparaciones marciales, de
añadir frecuentemente nuevos males á los antiguos, en consecuen
cia de su accion morbífica propia , sin poder hacer cesar la de
bilidad dependiente de una antigua enfermedad desconocida ?
Los unguentos nervinos ó los otros tópicos espirituosos y bal
sámicos , han disminuido jamas de un modo duradero, ó aun
solamente momentáneo, la parálisis incipiente de un brazo ó de
una pierna que proceda, como sucede tan amenudo, de una en
fermedad crónica, sin que esta misma haya sido curada ? Las
conmociones eléctricas y galbánicas han tenido jamas otro
resultado, en semejante circunstancia, que hacer poco á poco
mas intensa y finalmente total la parálisis de la irritabilidad
muscular y de la escitabilidad nerviosa ( 1 ) ?
Los excitantes y afrodisiacos tan decantados, el ambar gris,
la tintura de cantáridas, las criadillas de tierra, el cardamomo,
la canela y la vainilla ૐ no acaban casi siempre por convertir
én una impotencia total la debilidad gradual de las facultades
viriles, cuya causa es constantemente un miasma crónico no
divisado ?

¿ Cómo se puede decantar una adquisicion de fuerza y de es


citacion que dura algunas horas, cuando el resultado subsi
guiente acarrea para siempre un estado contrario, segun las leyes
de la naturaleza de todos los paliativos?
El poco bien que proporcionan los excitantes y fortificantes á
las personas tratadas de enfermedades agudas segun la antigua

(1) Un boticario tenia una pila voltáica cuyas descargas moderadas mejoraban
por algunas horas el estado de las personas atacadas de dureza de oido. Bien
luego estos sacudimientos quedaban sin efecto , y era necesario, para obtener el
mismo resultado, hacerlos mas fuertes, hasta que á su vez llegasen estos tambien
á ser ineficaces . Despues de lo cual los mas violentos, tenian todavia, en los
principios, la facultad de devolver el oido por algunas horas á los enfermos, pero
concluian por dejarles despues entregados á una absoluta sordera.

7
41

manera, es mil y mil veces excedido por los inconvenientes que


resultan de su uso en las enfermedades crónicas.
* Cuando la antigua medicina no sabe como gobernarse para
atacar una enfermedad crónica, usa á ciegas de los medicamen,
tos que designa bajo el nombre de alterantes. Echa mano de los
mercuriales, del calomel, del sublimado corrosivo, del unguento
mercurial, temibles medios que estima sobre todos los demas,
hasta en las enfermedades no venereas, que dispensa con tanta
prodigalidad y hace obrar durante tan largo tiempo sobre el
cuerpo enfermo, que la salud acaba por ser arruinada completa
mente. Determina es verdad grandes cambios ; mas estos cam、
bios no son jamas favorables, y constantemente se halla la salud
destruida sin recurso por un metal que es pernicioso al mas alto
grado, todas las veces que no se sabe emplear con oportunidad.
Cuando, en todas las fiebres intermitentes epidémicas, frecuen
temente estendidas en vastas comarcas, prescribe á altas dosis la
quina, que no cura homeopáticamente mas que la verdadera
fiebre intermitente de los pantanos, aun admitiendo que la psóra
no se oponga á ello, da una prueba palpable de su conducta
ligera é inconsiderada; pues que estas fiebres afectan un carácter
diferente cada vez , por decirlo asi, que se presentan ; y que de
consiguiente reclaman casi cada vez tambien otro remedio homeo.
pático, del cual una pequeñísima dosis , única ó repetida, basta
entonces para curarlas radicalmente en algunos dias. Como estas
enfermedades vuelven por accesos periódicos ; como la antigua
escuela no considera mas que el tipo en todas las fiebres intermi
tentes ; finalmente, como no conoce ni quiere conocer otros fe
brifugo mas que la quina, se persuade que para curar estas
fiebres, la basta estinguir el tipo por dosis acumuladas de quina
ó de quinina, lo que el instinto inconsiderado, mas bien inspira
do aqui, de la fuerza vital trata de impedir con frecuencia
durante muchos meses . Mas el enfermo, engañado por este tra

tamiento falaz, no deja jamas, despues que se ha suprimido el


tipo de su fiebre , de esperimentar padecimientos mas vivos que

los causados por la fiebre misma. Se pone pálido y asmático ;
6
42 :

sus hipocondrios parecen comprimidos por una ligadura ; pier


de el apetito ; su sueño jamas es tranquilo ; no tiene ni fuerza
ni valor ; la hinchazon se apodera con frecuencia de sus piernas,
de su vientre, y aun de su cara y de sus manos... Asi sale del
hospital, curado, á lo que se pretende, y muy frecuentemente
son necesarios despues muchos años de un tratamiento homeopá
tico penoso, no para volverle á la salud, mas solamente para
arrancarle á la muerte.
La antigua escuela hace vanidad de que con el ausilio de la
valeriana, que en semejante caso obra como medio antipático,
consigue disipar por algunas horas el tarciturno estupor de que
se acompañan las fiebres nerviosas .Mas como el resultado que
obtiene no es de duracion ; como se halla obligada á aumentar
incesantemente la dosis de valeriana para reanimar al enfermo
durante algunos momentos, no tarda en ver aun las mas fuertes
dosis no producir ya el resultado que espera, en tanto que la reac
cion determinada por una sustancia cuya impresion estimulante
no es mas que un simple efecto primitivo, paraliza enteramente
la fuerza vital, y consagra el enfermo á una muerte próxima que
el tratamiento supuesto racional hace inevitable. Sin embargo
la escuela no conviene en que mata con seguridad en semejante
caso, y solo atribuye la muerte á la malignidad de la enfermedad.
Un paliativo acaso mas temible todavia es la digital purpurea,
de que la escuela reinante se muestra tan ufana cuando quiere
disminuir el pulso en las enfermedades crónicas. La primera
dosis de este poderoso medio , que obra aqui de un modo enantio
pático, disminuye á no dudar el número de las pulsaciones
arteriales durante algunas horas ; mas no tarda el pulso en
recobrar su celeridad . Se aumenta la dosis , para obtener que
se afloje todavia un poco, lo que tambien se consigue ; hasta que
las dosis aumentadas, de mas en mas, no producen ya nada seme
jante, y que durante la reaccion , que al fin no se puede ya evi
tar, la celeridad del pulso sea muy superior á lo que era antes
de la administracion de la digital : el número de las pulsaciones
se aumenta entonces á tal punto que no se puede ya contarlas ; el
43

enfermo no tiene el menor apetito ; ha perdido todas sus fuerzas;


en una palabra está trasformado en un verdadero cadáver.
Ninguno de los que se trata así escapa á la muerte, si no es para
caer en una manía incurable ( 1). 1
He aqui como dirigia el alopatista sus tratamientos. Mas los en
fermos se veian obligados á someterse á esta triste necesidad, pues
que nada habrian hallado mejor entre los demas Médicos, toman
do como tomaban todos su instruccion del mismo manantial im
puro.
La causa fundamental de las enfermedades crónicas no venereas
y los medios capaces de curarlas permanecian desconocidos á
estos prácticos, que se pavoneaban de sus curaciones dirigidas,
segun ellos, contra las causas, y del cuidado que decian tomar
de remontar en su diagnóstico al origen de estas afecciones (2) .
ૐ Comó habrian podido curar el inmenso número de las enferme
dades crónicas con sus métodos indirectos, imperfectas y peligro
sas imitaciones de los esfuerzos de una energía vital automática ,
que no han sido destinados á convertirse en modelos de la con
ducta que se debe seguir en medicina ?
Miraban lo que á ellos les parecia ser el carácter del mal como
la causa de la enfermedad, y segun esto dirigian sus pretendidas
curaciones radicales contra el espasmo, la inflamacion ( pletora) ,
la fiebre, la debilidad general ó parcial, la pituita, la putridez ,
las obstrucciones, & c, que se imaginaban disipar con el ausilio de
sus anties pasmódicos, antiflogísticos, fortificantes, escitantes, an
tisépticos, fundentes, resolutivos, derivativos, evacuantes, y otros

(1) Y sin embargo uno de los corifeos de la antigua escuela , Hufeland, alaba
todavia la digital para llenar esta indicacion . " Nadie negará, dice , que la de
" masiada energía de la circulacion no pueda ser calmada por la digital." La
esperiencia diaria niega este efecto de parte de un remedio enantiopático heróico.
(2) Es en vano que Hufeland quiera hacer honor á su vieja escuela de entregarse
á esta indagacion ; porque se sabe que antes de la publicacion de mi Tratado de
las enfermedades crónicas, la Alopatía habia ignorado durante veinte y cinco siglos
el verdadero orígen de estas afecciones. ¿ No habia pues debido asignarlas otro
que era de consiguiente falso ?
44.

medios antagonistas, que no les eran á ellos mismos conocidos


mas que de un modo superficial .
Mas no bastan indicaciones tan vagas para hallar remédios
que sean de un verdadero ausilio, y menos que en cualquiera
- otra parte en la Materia médica de la antigua escuela, que como lo
he demostrado en otro lugar (1 ) , solo se fundaba el mayor núme
ro de veces sobre simples congeturas y sobre conclusiones dedu
cidas de los efectos obtenidos en las enfermedades.
Se procedia de un modo igualmente aventurado, cuando,
dejándose guiar por indicaciones todavia mucho mas hipotéticas,
se obraba contra la falta ó la superabundancia de oxígeno, de
azoe, de carbono ó de hidrógeno en los humores ; contra la exal
tacion ó la disminucion de la irritabilidad , de la sensibilidad, de
la nutricion, de la arterialidad , de la venosidad ó de la capilari .
dad ; contra la astenía, &c. , sin conocer ningun medio de con
seguir unos fines tan quiméricos . Todo esto era pura ostentacion .
Eran sí tratamientos ; pero que ninguna ventaja reportaban á los
enfermos.
Mas toda apariencia, aun de tratamiento racional en las enfer
medades, desaparece en el uso consagrado por el tiempo, y aun
erigido en ley, de asociar juntamente sustancias medicamentosas
diversas, para constituir lo que se llama una receta ó una fór
mula. Se coloca á la cabeza de esta fórmula, bajo el nombre de
base, un medicamento que no está sin embargo conocido respecto
á la estension de sus efectos medicinales, mas que se cree debe
victoriosamente combatir el carácter principal atribuido á la
enfermedad por el Médico ; se añade á él, como adjuvantes, una
ó dos sustancias no menos desconocidas bajo el punto de vista
del modo con que afectan el organismo , y que se destinan , sea
á llenar alguna indicacion accesoria, sea á corroborar la accion
de la base ; despues se añade un supuesto correctivo, de quien
no se conoce mucho mejor la virtud medicinal propiament
e

(1 ) Véase, en los Prolegómenos de mi Tratado de materia médica pura, el capí


tulo sobre los Manantiales de la Materia médica ordinaria (t. I. , p. 1).
45

dicha ; se mezcla todo esto junto, y haciendo todavia entrar á


veces un jarabe ó un agua destilada que posee igualmente pro
piedades medicamentosas aparte, y se cree que cada uno de
los ingredientes de esta mezcla llenará en el cuerpo del enfermo el
papel que le ha sido designado por el pensamiento del médico , sin
dejarse perturbar, ni inducir en error por las demas cosas de que
está acompañado, lo que no se debe razonablemente esperar.
El uno de estos ingredientes destruye al otro, en totalidad ó en
parte, en su modo de obrar, ó le da, lo mismo que á los restantes,
un nuevo modo de accion en que no se habia pensado, de manera
que el efecto sobre el cual se contaba no puede verificarse. Mu
chas veces el inesplicable enigma de las mezclas produce, lo que
no se esperaba ni se podia esperar, una nueva modificacion de la
enfermedad, que no se percibe en medio del tumulto de los sín
tomas, mas que se hace permanente cuando se prolonga el uso de
la receta ; de consiguiente, produce una enfermedad facticia, que
se añade á la enfermedad original, una agravacion de la enferme
dad primitiva ; ó si el enfermo no hace uso largo tiempo de la
misma receta, si se le da otra ú otras compuestas de ingredientes
diversos, resulta al menos un aumento de la debilidad, porque las
sustancias que estan prescritas en igual sentido, tienen general.
mente poca ó ninguna relacion directa con la enfermedad primi
tiva, y no hacen mas que atacar sin utilidad los puntos á que
no habian alcanzado tanto sus tiros.
Aun cuando fuese conocida la accion de los medicamentos
sobre el cuerpo humano (el médico que formula la receta no
conoce con frecuencia la de la céntima parte de ellos ) , mez
clar muchos juntos, de los cuales varios estan ya tambien
muy compuestos, y que cada uno debe diferir mucho de los
demas bajo el aspecto de su energía especial, para que esta
mezcla inconcebible sea tomada por el enfermo á dosis copiosas
y frecuentemente repetidas, y sin embargo suponer que se espera
de su parte un efecto curativo determinado, es uno de aquellos
absurdos que indignan á todo hombre sin preocupaciones y
46

acostumbrado à reflecsionar (1 ) . El resultado está naturalmente


en contradiccion con lo qué se espera de un modo tan positivo .
Sobrevienen cambios á no dudar ; pero no hay entre ellos uno
solo que sea bueno, que sea conforme al fin que se propone. "

( 1) Existen hasta en la escuela ordinaria hombres que han reconocido todo


el absurdo de las mezclas de medicamentos, aunque ellos mismos sigan esta
eterna rutina condenada por su razon. Así , Herz se espresa del modo siguiente
(Diario de Hufeland, 11 , p. 33) : "¿ Se trata de hacer cesar el estado inflamatorio ?
66
no empleamos solos ni el nitro, ni la sal ammoniaco , ni los ácidos vegetales;
66 mas mezclamos ordinariamente juntos muchos antiflogísticos , ó les hacemos
alternar unos con otros. ¿ Se pretende resistir á la putridez ? no nos basta para
" conseguir este objeto, administrar en gran cantidad uno de los antisépticos
" conocidos, la quina , los ácidos minerales , el arnica, la serpentaria, & c.;
preferimos mas bien unir muchos juntos, contando mayormente sobre el resultado
" de su accion combinada ; ó ignorando lo que mas convendria en el caso presente,
" acumulamos cosas opuestas, y abandonamos á la casualidad el cuidado de hacer
66 producir, por unas ó por otras , el alivio que nos proponemos. Así es muy raro
" que se escite el sudor , que se purifique la sangre, que se resuelvan las obstruc
66
ciones, que se promueva la espectoracion , y aun que se purgue à beneficio de
un solo medio. Nuestras fórmulas, para llegar á este resultado, son siempre
" complicadas , casi jamas simples y puras ; asi no se las puede considerar
("
como esperiencias relativas á los efectos de las diversas sustancias que entran en
" su composicion. A la verdad, en nuestras fórmulas , establecemos doctoral
mente una gerarquía entre los medios, y llamamos base á aquel á quien confia
mos, propiamente hablando, el efecto , dando á los demas el nombre de adju
“ vantes, de correctivos, & c . Mas es evidente que la arbitrariedad hace en
66 gran parte el gasto de esta clasificacion . Los adjuvantes contribuyen tan bien
" como la base al efecto total, aunque, á falta de escala , no podamos determinar
<< su grado de participacion. La influencia de los correctivos sobre las virtudes
❝de los demas medios no puede tan poco ser del todo indiferente ; deben aumen
66 tarlas, disminuirlas ó darlas otra direccion. El cambio salutario que determi
66 namos, con el auxilio de semejante fórmula , debe pues ser siempre considerado
"" como el resultado del conjunto de su contenido, y nosotros no podemos concluir
66
" jamas cosa alguna relativa á la actividad especial de cada uno de los ingredien
** tès de que se compone. Sabemos muy poco lo que hay de esencial en todos los
" medicamentos, y nuestras ideas son demasiado limitadas respecto á las afinida.
66 des que , desplegan, acaso por centenares , cuando se les mezcla unos con otros,
para que podamos decir con seguridad cuales seran el modo y el grado de ener
gía aun de la sustancia mas indiferente en apariencia, cuando se haya introdu
cido en el cuerpo humano, combinada con otras sustancias,
47

Desearia yo saber, á cual de estas maniobras egecutadasá ciegas


en el cuerpo del hombre enfermo, se podria llamar una curacion .
No se debe esperar la curacion mas que de lo que todavía
queda al enfermo de fuerza vital, despues que se ha reconducido
esta fuerza á su ritmo normal de actividad con un medicamento
apropiado. En vano se esperaria conseguir esto estenuando el
cuerpo segun los preceptos del arte. Sin embargo la antigua
escuela no sabe oponer á las afecciones crónicas mas que medios
propios para martirizar á los enfermos, para agotar los humores
y las fuerzas, y para abreviar la vida. ¿Puede pues salvar
cuando destruye ? ૐ Merece el título de arte de curar ? ¿ૐ Obra
lege artis del modo mas opuesto á su fin, ó hace, se podria
creer, con intencion lo contrario precisamente de cuanto con
vendria egecutar ? ¿ૐ Se la puede preconizar ? ¿ૐ Se la debe tolerar
por mas tiempo ?
En estos últimos tiempos se ha sobrepujado ella á sí misma
bajo el punto de vista de su crueldad con los enfermos y de
"1
lo absurdo de sus acciones. Todo observador imparcial debe
convenir en ello, y aun médicos salidos de su propio seno, como
Kruger Hansen , se han visto precisados por el aviso de su
Bath K
conciencia, á confesarlo públicamente .
‫ان‬
Ya era tiempo que la sabiduría del divino Criador y conserva
dor de los hombres pusiese un término á estas abominaciones, y
que hiciera aparecer una medicina inversa , que lejos de agotar
los humores y las fuerzas con vomitivos, purgantes , baños ca
lientes , sudoríficos ó sialagogos ; de verter á torrentes la sangre
indispensable á la vida ; de atormentar con medios dolorosos ; de
añadir incesantemente nuevas enfermedades á las antiguas ; y
de hacer en fin á estas incurables con el uso prolongado de medi
camentos heróicos de accion desconocida , en una palabra, de
uncir los bueyes detras del arado, I y de abrir desapiadadamente
una ancha via á la muerte, conserve en cuanto posible las fuerzas
de los enfermos , y les conduzca tan suave como rápidamente
á una curacion duradera , con el auxilio de un corto número de
48

agentes simples, perfectamente estudiados, bien elegidos, y


administrados á dosis mínimas . * Ya era tiempo que hiciese des
cubrir la Homeopatía .

EGEMPLOS DE CURACIONES HOMEOPATICAS


HECHAS INVOLUNTARIAMENTE POR MEDICOS
DE LA ANTIGUA ESCUELA.

La observacion, la meditacion y la esperiencia me han hecho


conocer que á la inversa de los preceptos trazados por la Alopa
tía, la marcha que debe seguirse para obtener verdaderas curacio
nes, suaves, prontas, seguras y duraderas, consiste en elegir, en
cada caso individual de enfermedad, un medicamento capaz de
producir por sí mismo una afeccion semejante á la que se trata
de curar .
Este método homeopático no habia sido enseñado por persona
alguna; antes de mí nadie le habia puesto en práctica. Mas si es
el solo conforme á la verdad , como cualquiera puede convencerse
conmigo, se debe esperar, que si bien ha estado tanto tiempo
desconocido, cada siglo ofrezca sin embargo huellas palpables
de él ( 1 ) . Tal es en efecto lo que sucede .
En todos tiempos las enfermedades que han sido curadas de
una manera real, pronta , duradera y manifiesta, con medica
mentos, y que no han debido su curacion á que se haya hallado
alguna circunstancia favorable; á que la enfermedad aguda hu

(1) Porque la verdad es éterna como la Divinidad misma. Los hombres pué
den descuidarla durante largo tiempo, pero al fin llega el momento, en que para
cumplirse los decretos de la Providencia , sus rayos atraviesan las nubes de las
preocupaciones, y estienden sobre el género humano una claridad benéfica que
nada es capaz de estinguirla en adelante.
49.

biese acabado su revolucion natural ; ó en fin á que las fuerzas


del cuerpo hubieran recobrado poco a poco la preponderancia,
durante un tratamiento alopático ó antipático (porque ser curado
directamente difiere mucho de ser curado por una via indirecta),
estas enfermedades , digo, han cedido, aunque sin saberlo el mé
dico, á un remedio homeopático , es decir dotado del poder de sus-
citar por sí mismo un estado morboso semejante á aquel cuya
desaparicion proporcionaba.
No hay ni aun hasta las curaciones reales obtenidas á favor de
medicamentos compuestos, cuyos egemplos son por otra parte
demasiado raros , en quienes no se reconozca que el remedio
cuya accion dominaba á la de los demas era siempre de natura
leza homeopática .
Mas esta verdad se ofrece todavia á nosotros mas evidente en
ciertos casos en que los médicos, violando el uso que solo admite
mezclas de medicamentos formulados bajo forma de recetas, han ,
curado prontamente con el ausilio de un medicamento simple .
Se ve entonces con sorpresa que la curacion fue siempre el efecto
de una sustancia medicinal capaz de producir ella misma una
afeccion semejante á la que padecia el enfermo, aunque no su
piese el médico lo que se hacia y solo obrase asi en un momento
de olvido de los preceptos de su escuela. Administraba un re
medio cuando la terapéutica recibida le habria prescrito admi
nistrar precisamente el contrario, y solo por esta razon se cu
I
raban sus enfermos cón prontitud .
Voy á esponer aqui algunos egemplos de estas · curaciones 1
homeopáticas, que hallan su interpretacion clara y precisa en la
doctrina hoy dia reconocida y viviente de la Homeopatía, pero
que no es menester mirar como argumentos en favor de esta últi
ma, ‫ י‬en atencion á que no tiene necesidad de apoyo ni de soste
nimiento (1 ).

(1 ) Si en los casos de que se va á hablar, han escedido las dosis de los medica
mentos á las que prescribe la medicina homeopática , ha debido seguirse natural
mente el daño que en general acarrean las altas dosis de agentes homeopáticos.
7
50

Ya el autor del Tratado de las Epidemias, atribuido á Hipó


crates (1 ), habla de un colerà morbo rebelde á todos los remedios,
que curó únicamente por medio del heléboro blanco, sustancia
que sin embargo escita por sí misma el colera, como lo han visto
Foreest, Ledel, Raimann y muchos otros (2) .
La sudeta inglesa, que se manifestó por la primera vez en
1485, y que, mas mortífera que la peste misma, arrebataba en un
principio, segun el testimonio de Willis, noventa y nueve enfer
mos por ciento, no pudo ser soyuzgada hasta el momento en
que se empezo á dar sudoríficos á los enfermos. Desde esta
época, murieron ya pocas personas, segun observa Sennert (3).
Un flujo de vientre, que tenia muchos años de duracion, y
amenazaba una muerte inevitable, y contra el cual todos los medi
camentos habian sido administrados sin efecto, fue, con gran
sorpresa de Fischer (4) , y no mia, curado de un modo rápido y
duradero por un purgante que administró un empírico .
Murray, que elijo entre muchos otros y la esperiencia diaria
colocan el vértigo, las nauseas y la ansiedad entre los principales
síntomas que produce el tabaco. Pues fué precisamente de
vértigos, de nauseas y de ansiedad de que se desembarazó Die

Sin embargo diversas circunstancias, que no es siempre posible descubrir, hacen


que suceda con bastante frecuencia, aun á dosis muy considerables de remedios ho
meopáticos, determinar la curacion , sin causar perjuicio notable , ya sea porque la
sustancia vegetal haya perdido parte de su energía, ya porque sobrevengan
abundantes evacuaciones que destruyen siempre mucho el efecto del remedio, ya
en fin porque el estómago haya recibido al mismo tiempo otras sustancias capaces
de contrabalancear la fuerza de las dosis por la accion antidótica que ejercen.
(1) Liv. V., al principio.
(2) P. FOREEST, XVII1 , obs. 44. LEDEL Misc . nat . cur . dec. III, ann. 1, obs . 65.
REIMANN, Bresl. Samml . 1724 , p . 535. —Es cuidadosamente el no haber referido , en
este ejemplo ni todos los siguientes, mis propias observaciones ni las de mis discí
pulos sobre las propiedades de cada medicamento, sino tan solo las de los médicos
de los tiempos pasados. Mi objeto, al hacer esto , ha sido manifestar que la medi
cina homeopática habria podido ser hallada antes de mí.
(3) De febribus , IV , cap. 15.
(4) En HUFELAND's Journal fuer praktische Heilkunde, X, IV , p . 127 .
51

merbroeck ( 1 ) con el uso de la pipa, cuando llegó á ser atacado


de estos síntomas en medio de la asistencia que dispensaba á las
víctimas de las enfermedades epidémicas de Holanda .
Los efectos nocivos que algunos escritores, Georgi entre
otros (2), atribuyen al uso del Agaricus muscarius entre los
habitantes del Kamtschatka, y que consisten en temblores, con–
vulsiones, epilepsia, se han hecho salutarios entre las manos de
C.-G. Whistling (3) , que ha empleado esta seta con el mejor
éxito contra las convulsiones acompañadas de temblor, y entre
las de J.-C. Bernhardt (4) , que se ha servido igualmente de ella
con ventaja en una especie de epilepsia.
La observacion hecha por Murray (5) , que el aceite de anis cal
ma los dolores de vientre y los cólicos flatulentos ocasionados
por los purgantes, no debe sorprendernos, sabiendo que J.-P.
Albrecht (6) ha observado varios dolores de estómago producidos
por este líquido, y P. Forcest (7) cólicos violentos debidos
igualmente á su accion.
Si F. Hoffmann pondera la ciento- en -rama ó yerba de San Juan
en muchas hemorragias ; si G.-E. Stahl, Buchwald y Loeseke
han hallado util este vegetal en el flujo hemorroidal escesivo ; si
Quarin y los redactores de la Colecion de Brerlau hablan de
hemoptisis cuya curacion ha proporcionado ; si en fin Thoma
sius, como refiere Haller, la ha empleado con éxito en la metror.
ragia ; estas curaciones se refieren evidentemente á la facultad
que goza la planta de provocar por sí misma flujos de sangre y
la hematúria, como lo ha observado G. Hoffmann (8) , y sobre

(1) Tractatus de peste. Amsterdam, 1665 , p . 273.


(2) Beschreibung aller Nationen des russischen Reiches , p. 78, 267, 281 , 321,
329, 352.
(3) Diss. de virt, agaric. musc. Jena, 1718, p. 13.
(4) Chym. Vers. und Erfahrungen. Leipsick, 1754 ; obs. 5, p. 324. —GRUNER, De
viribus agar. musc. Jena, 1778 , p . 13 .
(5) Appar. medic. , I , p . 429, 430.
(6) Misc. nat. cur. , dec. II , ann. 8, obs. 169.
(7) Observat. et curationes, lib . 21 .
(8) De medicam . officin , Leyden , 1738.
1
52

todo de escitar la epístasis, como lo ha comprobado Bockler ( 1).


Scovolo (2), entre muchos otros, ha curado una emision dolo
rosa de orina purulenta por medio de la ura ursi; lo que no
habria podido verificarse si esta planta no tuviera el poder de
provocar por sí misma ardores al orinar, con emision de una
orina viscosa, como lo ha reconocido Sauvages (3) .
Aun cuando las numerosas esperiencias de Stoerck, Mar
ges, Planchon, Dumonceau, F.-C. Junker, Schinz, Ehrmann y
otros no hubiesen establecido que el colchico cura una especie
de hidropesia, deberia ya esperarse esta propiedad de su parte,
en razon de la propiedad especial que posee de disminuir la
secrecion renal, al mismo tiempo que escita continuos deseos de
orinar, y de dar lugar á la salida de una corta cantidad de orina
de un encarnado ardiente, como lo han visto Stoerck (4) y de- Ber
ge (5) . Es evidente tambien que la curacion de un asma hipo
condriaca, efectuada por Goeritz (6) con el ausilio del colchico,
y la de un asma complicada de hidrotorax , determinada por Sto
erck (7) , á beneficio de esta misma sustancia, estan fundadas en
la facultad homeopática que posee de provocar por sí misma el
asma y la dispnea, efectos de que de- Berge (8) ha comprobado la
realidad .

Muralto (9) ha visto, como cualquiera puede diariamente


convencerse tambien , que la jalapa, independientemente de los
cólicos, ocasiona una grande inquietud y mucha agitacion. Todo
médico familiarizado con las verdades de la Homeopatía hallará

(1) Cynosura mat . med . cont. , p . 552.


(2) En GIRARDI , De uva ursi. Padua , 1764 .
(3) Nosolog. , III , p. 200.
(4) Lib . de colchico. Viena, 1763, p. 12,
(5) Journal de médecine, XXII .
(6) A.-E. BUECHNER, Miscell . phys . med. mathem ., ann . 1728. jul. p . 1212,
1213. Erfurt, 1732.
(7) Ibid. , cas. 11 , 13, Cont. cas. 4, 9,
(8) Ibid., loc cit .
(9) Miscell. nat. cur . cap . dec. II , a . 7, obs, 112.
53

pues natural que de esta propiedad derive aquella que G.-W.


Wedel la atribuye con razon ( 1 ) de calmar frecuentemente los
retortijones que agitan y hacer gritar á los tiernos niños, y de
proporcionar un sueño tranquilo á estos pequeños seres. asleili
Se sabe, como está bastantemente testificado por Murray,
Hillary y Spielmann, que las hojas de sen ocasionan cólicos, y
que producen segun G. Hoffmann ( 2) y F. Hoffmann (3) , flatuo
sidades, y agitación en la sangre (4 ), causa ordinaria del insomnio.
A consecuencia de esta virtud homeopática natural del sen es
como Detharding (5) ha podido curar con su ausilio cólicos vio
lentos y desembarazar á muchos enfermos de sus insomnios .
Stoerck, que tanta sagacidad tenia, estuvo en el caso de com
prender que el inconveniente que hallaba en el dictamo de pro
vocar á veces un flujo mucoso por la vagina (6), derivaba pre
cisamente del mismo manantial que la facultad, en virtud de la:
cual esta raiz le habia servido tambien para curar una leucorrea
crónica (7) .
Stoerck habria debido igualmente sorprenderse de curar una es
pecie de exantéma crónico general, húmedo y fagedénico , con la
clemátida (8), despues de haber reconocido él mismo ( 9) que
esta planta tiene el poder de provocar una erupcion psórica en
todo el cuerpo .
Si la eufrasia ha curado, segun Murray ( 10), la lipitud y una
especie de oftalmia , ¿ cómo ha podido producir este resultado,
sino por la facultad que Lobel ( 11) ha notado en ella de escitar
una especie de inflamacion de los ojos ?
( 1) Opiolog. , lib. I , pag. 1, II , p. 38.
(2) De medicin. officin. , lib. I, cap. 36.
(3) Diss. de manna, § 16.
(4) EN MURRAY, loc. cit. II , p . 507.
(5) Ephem. nat . cur . cent . 10, obs . 76 .
(6) Lib. de flamm. Jovis. Viena , 1769, cap . 2.
(7) Ibid., cap . 9.
(8) Ibid. , cap. 13.
(9) lbid., cap . 33.
(10) Appar. medic . , II , p. 221 .
(11) Stirp. adversar., P. 219.
54

Segun J.-H. Lange ( 1) la nuez moscada se ha mostrado muy


eficaz en los desmayos histéricos. La . causa natural de este fe
nómeno es homeopática, y depende de que cuando se administra
dicha sustancia en alta dosis á un hombre sano, da lugar, segun
J. Schmid (2) y Callen; (3), al embotamiento de los sentidos y
á una insensibilidad general..
La antigua costumbre de emplear el agua de rosa al esterior
contra las oftalmias, parece un testimonio tácito de la existencia
de una propiedad curativa para los males de ojos en las flores
del rosal . Dicha propiedad reposa sobre la virtud homeopática
que tienen estas flores de escitar por sí mismas una especie de
oftalmia, efecto que Echtius (4), Ledel (5) y Rau (6) las han
visto realmente producir.
ΕΠ zumaque venenoso tiene la propiedad , segun De Rossi (7) ,
Van Mons (8) , J. Monti ( 9) , Sybel ( 10) y otros , de hacer salir
sobre el cuerpo granos que poco á poco le cubren todo entero,
se concibe facilmente de aqui que esta planta haya podido curar
homeopáticamente algunas especies de dartros , como Dufresnoy
y Van Mons nos dicen que realmente lo ha hecho . ¿ Qué es lo
que ha dado al zumaque venenoso , en un caso citado por Alder
son ( 11 ) , el poder de curar una parálisis de los miembros in
feriores , acompañada de debilidad de las facultades intelectuales,
sino es la propiedad de que goza evidentemente de producir por
sí mismo una postracion total de las fuerzas musculares , estra—

(1) Domest. Brunsvic. 136.


(2) Misc. nat. cur. , dec. 11 , ann. 2, obs. 120.
(3) Arzneimittellehre, II , p . 233.
(4) En ADAMI , Vita medic . , p. 72.
(5) Misc. nat. curios . , dec. 11 , ann. 2, obs. 140.
(6) Ueber den Werth des homœop. Heilverf., p, 73, 1
(7) Obs. de nonnulis plantis quæ pro venenatis habentur. Pisa , 1767.
(8) En DUFRESNOY, Ueber den wurzelnden Sumach , p. 206.
(9) Acta Inst. Bonon. sc. et. art. , III , p. 165.
(10) En Med. Annalen . , 1811 , julio.
(11 ) En Samml. aus. Abh. f. pr. Ærzte, XVIII , 1. '
55

viando el espíritu del sugeto á punto de hacerle creer que va á


morir, como lo ha visto Zadig (1)?
Segun Carrere (2), la dulcamara ha curado las mas violentas
enfermedades ocasionadas por el enfriamiento. Esto solo puede
consistir en que esta yerba es mui propensa á determinar, en
tiempos frios y húmedos incomodidades parecidas á las que resul
tan de un resfriamiento, como lo han observado el mismo Carrere
(3) y Starck (4) . Fritze (5) ha visto á la dulcamara producir

convulsiones, y De Haen (6) la ha visto igualmente dar lugar á
convulsiones acompañadas de delirio . Pues bien, otras convul
siones acompañadas de delirio ban cedido, entre las manos de este
último médico, á pequeñas dosis de dulcámara. Se buscaria en
vano en el imperio de las hipótesis, la causa que hace que la
dulcamara se haya manifestado tan eficaz en una especie de dar
tro, á presencia de Carrere(7) , de Fouquet (8) y de Poupart (9) ;
mas la simple naturaleza que reclama la Homeopatía para cu
rar con seguridad, la ha puesto á nuestro alcance, en la facultad
que tiene la dulcamara de escitar por sí misma la manifestacion
de una especie de dartro. Carrere ha visto al uso de esta planta
provocar una erupcion dartrosa que cubrió el cuerpo entero da.
rante quince dias ( 10), otra que se estableció en las manos ( 11 ), y
una tercera que fijo su asiento en los labios de la vulba ( 12)
Ruecker ( 13) ha visto á la escrofularia suscitar una anasarca

(1) En HUFELAN's Journal der prakt. Heilk. , V, p . 3.


(2) CARRERE Y STARCKE , Abhandl. ueher die Eigenschaft des Nachtschattens øder
Bittersuesse. Jena , 1786, p . 20-23.
(3) Ibid.
(4) En CARRERE, ib .
(5) Annalen des Klinischen Instituts, III, p . 45.
(6) Ratio medendi , t . IV, p. 228.
(7) Ibid. p . 92.
(8) En RAZOUZz , Tables nosologiques, p. 275.
(9) Traité des dartres . Paris, 1782, p. 184, 192
( 10) Ib. p . 96.
(11) Ib.p. 149 .
(12) Ib. p. 164.
(13) Commerc. liter. Noric., 1731 , p . 372.
56

general . Esta es la razon porque Gataker (1) y Cirillo (2) han


conseguido con su ausilio curar (homeopáticamente) una especie
de hidropesía.
Boerhaave (3), Sydenham (4) y Radcliff (5) no han podi
do curar otro género de hidropesía mas que á beneficio del saú
co, porque, como nos enseña Haller ( 6) , el saúco determina una
tumefaccion serosa por su sola aplicacion al exterior del cuerpo .
De Haën (7), Sarcone (8) y Pringle (9) han hecho un home
nage á la verdad y á la esperiencia, confesando que habian
curado pleuresias con la escila, raiz cuya grande acritud de
bia hacerla proscribir en una afeccion de este género, donde el
sistema recibido no admite mas que remedios dulcificantes, de
mulcentes y refrigerantes. El dolor de costado no ha desapare
cido menos por eso á beneficio de la escila, y á consecuencia de
la ley homeopática ; porque J- C . Wagner ( 10) habia ya visto
la accion libre de esta planta provocar una especie de pleuresia
y de inflamacion del pulmon.
Un gran número de prácticos, D. Cruger, Ray, Kellner,
Kaau - Boerhaave y otros ( 11 ) , han observado que el estramonio
escita un delirio estravagante y convulsiones. Esta facultad es
precisamente la que ha puesto á los médicos en estado de curar,
con su ausilio, la demonomania ( 12) (delirio caprichoso acompa
ñado de espasmos en los miembros) y otras convulsiones, como

(1) Versuche und Bemerk , der Edinb . Gesellschaft. Altemburgo , 1762, VII , p .
95, 98
(2) Consult. medichi , T. III , Napoles, 1738 , en 4 °
(3) Historia plantarum, P. I, p . 207 .
(4) Opera, p. 496.
(5) En HALLER, Arzneimittellehere , p . 349 .
(6) En VICAT, Plantes vénéneuses, p . 125.
(7) Ratio medendi, P. I , p . 13.
(8) Geschichte der Krankh. in Neapel. t. I, § 175. 1
(9) Obs. on the diseases of the army, ed. 7 , § 143.
(10) Observationes clinicæ, Lubeck, 1737.
( 11 ) C. Cruger, en Misc. nat. cur. , dec. III , ann . 2, obs . 88. - Kaau-Boer
haave , Impetum faciens. Leyden , 1745 , p. 282. - Kellner, en Brest . Samml. 172.
(12) Veckoskrift for Lækare, VI, p. 40..

A
57

粘 P
lo han hecho Sidren ( 1 ) y Wedenberg (2) . Si entre las manos
de Sidren (3), ha curado dos coreas, que habian sido determina
das, la una por el susto, la otra por el vapor del mercurio, es
porque tiene en sí misma la propiedad de escitar movimientos
involuntarios en los miembros, como lo han observado Kaau
Boerhaave y Lobstein. Varias observaciones, entre otras las de
Schenck, establecen que puede borrar la memoria en muy poco
tiempo ; no es pues de admirar que segun dice Sauvages y
Schinz, posea la virtud de curar la amnésia. • En fin Schmalz (4)
ha conseguido curar por medio de esta planta una melancolía
que alternaba con la manía, porque segun dice Da Costa (5 ) tiene
el poder de provocar un estado de cosas análogo en el hombre
sano á quien se administra.
Muchos médicos, como Percival, Stahl y Quarin, han obser
vado que el uso de la quina ocasionaba pesadeces de estómago.
Otros han visto á esta sustancia producir el vómito y la diarrea
(Morton, Friborg, Bauer y Quarin) ; el síncope ( D. Cruger y
Morton) ; una gran debilidad , una especie de ictericia (Thomson,
Richard, Stahl y C - E . Fischer) ; el amargor de boca (Quarin y
Fischer); en fin la tension del bajo vientre. Pues es precisamente
cuando estas incomodidades y estos estados morbosos se hallan1
reunidos en las fiebres intermitentes, que Torti y Cleghorn re
comiendan no echar mano mas que de la sola quina. Del mismo
modo, el ventajoso empleo que se hace de esta corteza en el
estado de estenuacion ; en las digestiones laboriosas y falta de
apetito que quedan á consecuencia de las fiebres agudas, sobre
todo cuando se las ha tratado por medio de la sangría, los eva
cuantes y los debilitantes, se funda en la propiedad que tiene de

1
(1) Diss. de stramonii usu in malis convulsivis. Upsal, 1773.
(2) Ibid.
(3) Dissert. morborum casus, spec. I. Ups. , 1785.
(4) Chir. und medizin . Vorfaelle. Leipsic , 1781 , p . 178.
(5) En SCHENCK I , obs . 139.
58

producir una estremada postracion de fuerzas, de anonadar el


cuerpo y el alma, de hacer la digestion ponosa y de suprimir el
apetito, como lo han observado Cleghorn, Friborg, Cruger,
Romberg, Stahl, Thomson y otros..
2Cómo se habria podido detener mas de una vez flujos de san
gre con la ipecacuana, 1 como lo han conseguido Baglivi, Bar
beyrac, Gianella, Dalberg, Bergius y otros, si no poseyese
tambien este medicamento en sí mismo la faculdad de eşcitar
hemorragias, como lo han notado en efecto Murray, Scott y
Geoffroy ? ¿ Cómo podria ser tambien salutaria en el asma,id ý
sobretodo en el asma espasmódico, cual nos la pintan Akensi
de ( 1) , Meyer ( 2) , Bang ( 3 ) Stoll (4 ) , Fouquet (5) y Ranoë (6),
si no tuviese por sí misma la facultad de producir, sin escitar
evacuacion alguna, el asma en general, y el asma espasmodico
en particular, que Murray (7) , Geoffroy ( 8 ) y Scott ( 9) han
visto provenir de su accion sobre la economía ? ¿ Puede exigirse
pruebas mas claras de que los medicamentos deben ser aplicados
á la curacion de las enfermedades en razon de los efectos morbo
sos que producen ?
Seria imposible comprender como la hava de San Ignacio ha
podido ser tan eficaz en una especie de convulsion, cual loase -
guran Herrmann ( 10) , Valentin ( 11 ) y un escritor anónimo (12) ,
si no tuviese en sí misma el poder de provocar convulsiones

(1) Medical Trans., I , nº 7, p. 39.


(2) Diss. de ipecac. refracta dosi usu, p. 34.
(3) Praxis medica, p. 1 346.
(4) Prælectiones, p. 221 ,
(5) Journal de médecine, t. 62, p. 137 .
(6) En Act. reg. soc. med. Hafn. II , p. 463 ; III, p. 361 .
(7) Medic. pract. Bibl. , p. 237 .
(8) Traité de la Matière médicalé, II , p. 157.
(9) En Med. comment. of Edinb . IV , p. 74.
(10) Cynosura mat. med. II , p. 231.
(11) Hist. simplic. reform., p . 194, § 4.
(12) En Act. Berol., dec. II , vol. 10, p. 12.
59

análogas, como Bergius (1), Camelli (2) y Durius (3) se han


convencido.
Las personas que han recibido golpes y contusiones esperi
mentan dolores de costado, deseos de vomitar, latidos y ardores.en
los hipocondrios, todo acompañado de ansiedad y de temblores,
de sobresaltos involuntarios , semejantes á los que producen las
commociones eléctricas, durante la vigilia y durante el sueño ,
hormigueo en las partes ofendidas , & c. Pues el arnica, pudien
do producir por sí misma sintomas análogos, como lo testifican
las observaciones de Meza, Vicat, Crichthon, Collin, Aaskow,
Stoll y J.-C. Lange, se concibe sin dificultad que esta planta
cure los accidentes debidos á un golpe, una caida, una contusion ,
como lo han observado hace ya muchos siglos una multitud de
médicos y de pueblos enteros, photosh
Entre los desórdenes que provoca la belladona en el hombré
sano, se encuentran síntomas cnyo conjunto forma una imágen
muy parecida á la especie de hidrofobia ocasionada por la mor,
dedura de un perro rabioso, enfermedad que Mayerne (4), Mun
ch (5) , Buchholz ( 6 ) y Neimike ( 7) han curado real y perfec
tamente con está planta (8) . 2 El sugeto busca en vano el sueño ;
tay for
(1) Materia medica, p . 150.
(2) Philos. trans 2 vol. XXI, n° 250.
(3) Miscell. nat . cur . , dec . III , ann. 9, 10 .
(4) Praxeos in marbis internis syntagma alterum. Viena, 1697, p. 136 .
(5) Beobachtungen bey angewendeter Belladonne bey,,den Menschen. Stendal , 1789 .
(6) Heilsame Wirkungen der Belladonne in ausgebrochener Wuth. Erfurt, 1785.
) 2 **F 4:18 x}
(7) En J-H MUNCH's Beobachtungen, Th. I p. 74. "
(8) Si ha sucedido muchas veces á la belladona no tener buen éxito en la rabia
declarada, tampoco se debe perder de vista que solo puede curar en este caso por
la facultad que tiene de producir efectos semejantes á los de la enfermedad,
de consiguiente no debería haber sido administrada mas que à dosis
minimas, como todos los remedios homeopáticos, lo que demostraremos en el Or
ganon. Mas el mayor número de veces se ha dado á dosis enormes, de modo que
morian los enfermos mas bien del remedio que de la enfermedad. Sin embargo
puede tambien suceder que exista mas de un grado ó de una especie de hidrofobia
y de rabia, y que eu consecuencia, segun la diversidad de los síntomas, el reme
dio homeopático mas conveniente sea á veces el beleño, y otras tambien el estra-,
monio. ... :
60

tiene la respiracion difícil ; una sed ardiente, y acompañada de


ansiedad le devora ; apenas se le presenta líquidos cuando inme
diatamente les rechaza; su cara está encendida, sus ojos fijos y
centellantes (F.-C. Grimm) ; esperimenta sofocacion al beber
(E. Camerarius y Sauter) ; en general, se halla incapaz de tragar
cosa alguna (May, Lottinger, Sicelius, Buchave, D'Hermont,
Manetti, Vicat, Cullen ) ; siente alternativamente miedo y deseos
de morder á las personas que le rodean ( Sauter, Dumoulin , Bu
chave, Mardof) ; escupe á su alrededor (Sauter) ; trata de escapart,
se (Dumoulin, E. Gmelin, Buch'oz ) ; en fin su cuerpo está en una
continua agitacion ( Boucher, E. Gmelin y Sauter) . La bella
dona ha curado tambien varias especies de manía y de melanco
lía, en los casos referidos por Evers, Schmucker, Schmalz,
Munch padre é hijo y otros, porque posee en sí misma la facultad
de producir ciertas especies de demencia, tales como las que han
sido señaladas por Rau, Grimm, Hasenest, Mardof, Hoyer,
Dillenius y otros . Henning ( 1 ) , despues haber inutilmente
tratado durante tres meses una amaurosis con manchas abigarra
das de la córnea , por una multitud de medios diferentes, llegó á
imaginarse que esta afecion podia muy bien ser debida á la gota,
de que el enfermo no habia sin embargo esperimentado jamas el
menor ataque, y fue conducido asi por la casualidad á prescribir
la belladona (2) , que proporcionó una curacion rápida y esenta
de todo inconveniente . No cabe duda que habria hecho eleccion
de este remedio desde el principio si hubiese sabido que no se
puede curar mas que con el ausilio de medios capaces de produ
cir sintomas semejantes á los de la enfermedad, y que la bella
dona no podia dejar, segun la infalible ley de la naturaleza, de
curar aqui homeopáticamente, porque, cual testifican Sauter (3)

(1) En HUFELAND's Journal, XXV, iv , p. 70-74 .


(2) Solo por congetura se ha dispensado á la belladona el honor de colocarla en
el número de los remedios contra la gota. La enfermedad que podria tener toda
via algun derecho de abrogarse el nombre de gota, ni es ni podrá ser jamas curada
por la belladona .
(3) En HUFELAND's Journal, XI .
61

y Buchholz ( 1 ) , ella misma escita una especie de amaurosis con


manchas abigarradas delante de los ojos.
El beleño ha hecho desaparecer, á presencia de Mayerne (2)
Storck, Collin y otros, espasmos que tenian una grande seme
janza con la epilepsia . Ha producido este efecto por la razon
misma que posee la facultad de escitar convulsiones muy análogas
á la epilepsia, como se halla indicado en las obras de E, Came
rarius, C. Seliger, Hunerwolf, A. Hamilton, Planchon, Da
Costa y otros.
Fothergill (3) , Storck, Hellwig y Ofterdinger han emplea
do con éxito el beleño en ciertos géneros de enagenacion mental.'
Mas habria probado aun mejor en semejante caso, en mano de un
número mucho mayor de médicos, si no se hubiese querido curar
con su auxilio mas enagenaciones mentales que aquella que
tiene analogía con la especie de locura estúpida que Van Hel
mon, Wedel, J.-G. Gmelin, Laserre, Hunerwolf, A. Hamil
ton, Kiernander, J. Stedmann, Tozzetti, F. Faber y Wendt
han visto suceder á la accion de esta planta sobre la economía.
Reuniendo los efectos que estos últimos observadores han visto
producir al beleño, se forma la imágen de un histérico llegado
ya á un grado bastante considerable . Pues bien ; encontramos en
J.-A.-P. Gessner, en Stoerck y en las Actas de los curiosos de
la naturaleza (4), que un histérico que tenia mucha semejan
za con el referido fue curado con el empleo de esta planta.
Schenkbecher (5) jamas habria podido curar con el beleño
1
un vértigo que tenia veinte años de duracion , si este vegetal no
poseyese en alto grado la facultad de producir generalmente un
I
estado análogo, como lo testifican Hunerwolf, Blom, Navier,

(1 ) En HUFELAND's Journal,V, I , p. 252


(2) Prax. med. , p . 23.
(3) Mem. of the med. soc. of London , I , p . 310, 314.
(4) IV, obs. 8,
(5) Von der Kinkina, Schierling, Bilsenkraut, u. s. w. Riga , 1769, p.162.
Anhang.
62

Planchon, Sloane, Stedmann, Greding, Wepfer, Vicat y Bernin


gau .
Mayer Abramson ( 1 ) atormentaba de largotiempó á un mániá
tico celoso con remedios que no producian el menor efecto en él,
hasta que al fin le hizo tomar, á titulo de soporífico, el beleño , que
determinó una rápida curación . Si hubiese sabido que esta
plantá escita los celos y manías en las personas sanas, y si hubie
se conocido la ley homeopática, sola base natural de la terapeúti
ca, habria podido administrar desde el principio el beleño con
toda seguridad , y evitar asi el fatigar al enfermo con remedios
que no siendo homeopáticos, no debian serle de ninguna utilidad.
Las complicadas formulas que Hecker (2) empleó, con el me
jor resultado, en un caso de constriccion espasmódica de los pár
pados, habrian sido inútiles si una feliz casualidad no hubiese
hecho entrar en ellas el beleño, que, segun Wepfer (3) provoca
una afeccion análoga en las personas sanas .
Witherin (4 ) no consiguió tampoco triunfar de una constric
cion espasmódica de la faringe, con imposibilidad de tragar, has
ta el momento en que administró el beleño , cuya accion especial
consiste en determinar una compresion espasmódica de la gar
ganta, con imposibilidad de egecutar la deglucion, efecto, que
Tozzetti, Hamilton, Berningau , Sauvages y Hunerwolf le han
visto producir, y en alto grado.
ૐ Cómo seria dable que el alcanfor fuese tan salutario cual pre
tende el verídico Huxham (5) , en las fiebres dichas nerviosas
lentas , en que el calor está menos elevado, en que la sensibilidad
está embotada, y en que las fuerzas generales se hallan conside
rablemente
""" disminuidas, si el resultado de su accion inmediata
017
sobre el cuerpo no fuese la manifiestacion de un estado en todo

( 1 ) En HUFELAND's Journal. XIX , 11, p. 60.


(2) Ibid. I , p. 354.
(3) De cicuta. aquatica Bâle , 1716 , p . 320.
(4) Edinb. med. commenti, dec . II, B, VI, p. 263.
(5) Opera. t. I , p . 172 , t . II, p . 84,
+63

semejante á aquel, como lo han observado G. Alexander, Cullen


y F. Hoffmann?
Los vinos generosos tomados en pequeñas dosis curan homeo
páticamente la fiebre inflamatoria pura. C. Crivellati (1 ) H.
Augenius (2), A. Mundella (3) y dos anónimos (4) han reunido
todas las pruebas. Ya Asclepiades (5 ) habia curado , una infla
macion del cerebro con una pequeña dosis de vino. Un delirio
febril, acompañado de respiracion estertorosa, y semejante á la
embriaguez profunda que el vino produce, fue curado en una
sola noche por el vino que Rademacher (6) hizo beber al enfer
mo. ¿ Es f posible desconocer aquí el poder de una irritacion
medicinal análoga ?
Una fuerte infusion de thé ocasiona en las personas que no es
tan acostumbradas palpitaciones de corazon y ansiedad : así tam
bien, tomada en pequeñas dosis, es un escelente remedio.contra
estos accidentes producidos por otras causas, como G.-L. Rau; lo
ha comprobado (7).
Un estado semejante á la agonía, en el cual esperimentaba el
enfermo convulsiones que le quitaban el conocimiento, que al
ternaban con accesos de respiracion espasmódica y entrecortada,
á veces también suspirante y estertorosa, y que, se ‫ ני‬acompañaban
de un frio glacial en la cara y en el cuerpo, con lividez de los
pies y de las manos, y debilidad del pulso (estado enteramente
análogo al conjunto de accidentes que Schweikert y otros han
visto resultar de la accion del opio) , fue primeramente tratado
sin éxito por Stutz ( 8) con el álcali ; mas curó despues de un
modo rápido y duradero por medio del opio. -
¿ Quién no reco
noce aqui el método hemeopático, puesto en accion sin saberlo

(1) Trattato dell'uso e modo di dare il vino nelle febbri acute. Roma, 1600 .
(2) Epist. T. II , lib. 2, ep. 8.
-(3)-Epist. 14. Bâle , 1538 .
(4) Eph. nat. cur. , dec. II , ann. 2, obs. 53- Gazette de santé, 1788.
(5) Cœl, Aurel. Acut. lib. I, c. 16
(6) En HUFELAND's Journal, XVI , 1 , p. 92.
(7) Ueber den Werth des homœopathischen Heilf. Heidelberg, 5 1824, p.75.
(8) En HUFELAND,S Journal, X , IV.
" 64

el mismo que le emplea ? El opio produce tambien, segun Vicat,


J.C. Grimm y otros, una fuerte y casi irresistible tendencia al
sueño, acompañada de abundantes sudores y de delirio . Este
fue un motivo para que Osthoff ( 1 ) no le administrase en una
fiebre epidémica que presentaba síntomas muy análogos; porque
el sistema cuyos principios seguia, prohibia recurrir á él en
semejante circunstancia . Sin embargo, despues de haber ago
tado inutilmente todos los remedios conocidos, y creyendo á su
enfermo á punto de morir, tomó el partido de darle á todo evento
un poco de opio, cuyo efecto fue salutario, y debia necesaria
mente serlo segun la eterna ley de la Homeopatía. J. Lind
confiesa igualmente (2) que el opio quita los dolores de cabeza
con calor de la piel y manifestación difícil del sudor ; que la
cabeza se descarga, el ardiente calor de la fiebre desaparece, la
.
piel se
1 ablanda, y un abundante sudor baña su superficie. Mas
Lind no sabia que este benéfico cfecto del opió , es debido á
que á pesar de los axiomas de la escuela, esta sustancia produce
en el hombre sano sintomas morbosos muy análogos á aquellos .
Han existido sin embargo algunos médicos por cuyo espíritu ha
pasado esta verdad como un relámpago, pero sin hacer nacer en
él ni aun la sospecha de la ley homeopática . Alston (3) dice
que el opio es un medio enardeciente, mas que no es menos cier
tamente propio para moderar el calor cuando ya existe. De la
Guerenne (4) administró el opio en una fiebre acompañada de un
violento dolor de cabeza, de tension y dureza del pulso, de seque
dad y aspereza en la piel, de calor urente, en fin de sudores debi
litantes cuya dificil exhalacion era continuamente interrumpida
por la estremada agitacion del enfermo . Este medio le probó bien;
mas no sabia que si el opio habia acarreado un resutado ventajoso,
es porque posee la facultad de producir un estado febril entera

(1) En Salzb. med. chirurg. Zetiung, 1805, III , p . 110.


(2) Vers. ueber die Krankheiten denen Europæer in heissen Klímaten unterworfen
sind, Riga, 1773,
(3) En Edinb. Versuchen, V. P. I, art. 12.
(4) EN ROEMER, Annalen der Arzneimittellehre , I , 1 , p. 6.
65

mente análogo en las personas que gozan de perfecta salud ,


como lo han reconocido muchos observadores. En una fiebre
soporosa en que el enfermo, privado de la palabra , { se hallaba
tendido, con los ojos abiertos, los miembros embarados, el
pulso pequeño é intermitente, la respiración dificil y estertorosa,
sintomas perfectamente semejantes á los que puede escitar el opio
por sí mismo, segun la relacion de Delacroix, Rademacher,
Crumpe, Pyl, Vicat, } Sauvages y muchos otros, esta sustancia
fue la sola á quien C.-L. Hoffmann ( 1) vió producir buenos
efectos, I que naturalmente fueron un resultado homeopático.
Wirthenson (2) , Sydenham (3) y Marcus (4) han conseguido
tambien curar fiebres letárgicas con el opio. El letargo cuya
curacion obtuvo De Meza (5) , no pudo ser vencido mas que por
esta sustancia, que en semejante caso obra homeopáticamente,
pues que ella misma ocasiona el letargo. Despues de haber ator
mentado largo tiempo con remedios desapropiados á su situacion,
es decir no homeopáticos, á un hombre atacado de una enferme
dad nerviosa pertinaz, cuyos principales síntomas eran la insen
sibilidad y el entorpecimiento de los brazos, de los muslos y del
bajo vientre, C.-C. Mathaei ( 6) le curó en fin por el opio, que
segun Stutz, J. Young y otros tiene la propiedad de escitar
por sí mismo accidentes semejantes de gran fuerza, y que por
consiguiente, como todo el mundo ve, solo curó en aquel caso
por el conducto de la Homeopatía. Segun que ley se operó la
curacion de un letargo de muchos dias de fecha, que obtuvo
Hufeland por medio del opio (7) , sino es segun la de la Homeo
patía, que se ha desconocido hasta ahora ? Jamas se declaraba

)
** (D
(1) Von Scharbock, Lustseuche , u . s . w . Munster, 1787, p. 295. (5)
(2) Opii vires fibræ cordis debilitare, etc. Munster, 1775. (5)
(3) Opera, p. 654.
(4) Magazin fuer Therapie, I, I , p. 7.
(5) Act . reg soc. med. Hafn. III , p. 202. Got allei
(6) En STRUVE's Triumph. der Heilk. III. 429 (8)
(7) En HUFELAND's Journal, XII, 1, Cenife
‫؟‬
66

una epilesia sino durante el sueño del enfermo ; De Haen reco


noció que no era este un sueño natural, si no mas bien un ador

mecimiento letárgico, con respiracion estertorosa , enteramente


semejante al que produce el opio en las personas sanas ; sin
embargo solo á favor del opio pudo transformarle en un sueño
normal y verdadero, al mismo tiempo que desembarazó al enfer
mo de su epilepsia ( 1 ) . ¿ Cómo seria posible que el opio, que
cual nadie ignora , es de todas las sustancias vegetales aquella
cuya administracion á pequeñas dosis produce la constipacion de
vientre mas fuerte y mas pertinaz, fuese sin embargo uno de los
remedios sobre que mas se puede contar en las constipaciones
que hacen peligrar la vida, si no se verificase esto en virtud de
la ley homeopática tan desconocida hasta aqui , es decir si la
naturaleza no hubiera destinado los medicamentos á vencer las
enfermedades naturales por una accion especial de su parte, que
consiste en producir una afeccion análoga ? Este opio, cuya
primera impresion es tan poderosa para estreñir el vientre, facilitó
á Tralles (2) el único medio de salvacion en un caso que habia
inutilmente tratado hasta entonces con los evacuantes y otros
medicamentos no apropiados á la circunstancia. Lentilius (3) y
G.-W. Wedel (4), Wirthenson, Bell, Heister y Richter (5)
han comprobado igualmente la eficacia del opio, aun adminis
trado solo, en esta enfermedad . Bohn se habia convencido tam
bien por esperiencia que los opiáceos podian solos desembarazar
las entrañas de su contenido en el cólico llamado miserere (6), y
el grande Hoffmann, en los casos mas peligrosos de este género,
solo se referia al opio combinado con el licor anodino (7) . Todas

(1) Ratio medendi, V , p. 126.


(2) Opii usus et abusus, sect . II , p . 260.
(3) Eph. nat. cur . , dec . III , ann. 1, App. p . 131 .
(4) Opiologia, p. 120.
(5) Anfangsgruende der Wundarzneikunde, V, § 328. - Chronische Krankheiten
Berlin . 1816 , II , p. 229.
(6) De officio medici.
(7) Medicin, rat, system. T. IV, P. II , p . 297.
67

las teorías contenidas en los doscientos mil volúmenes de medicina


que gravitan sobre la tierra podrian darnos acaso una esplica
cion racional de este hecho y de tantos otros semejantes, siendo
todas ellas, como son, enteramente estrañas á la ley terapéutica
de la Homeopatía ? ¿ Son por ventura sus doctrinas las que nos.
conducen al descubrimiento de esta ley natural tan francamente
espresada en todas las curaciones verdaderas , rápidas y dura
bles, es á saber, que cuando se aplica los medicamentos al trata
miento de las enfermedades, es menester tomar por guia la seme
janza de los efectos que producen en el hombre sano con los
sintomas de estas afecciones ? 1,.
Rave ( 1 ) y Wedekind (2) han detenido metrorrágias alarman
tes con el ausilio de la sabina , que como todos saben, determina
hemorragias uterinas, y en consecuencia el aborto en las muge
res sanas . ૐ Podria desconocerse aqui la ley homeopática, aque
lla que prescribe curar similia similibus ?
¿ Seria el almizcle con corta diferencia específico en las espe
cies de asma espasmódico á quienes se ha dado el nombre de
Millar, si no tuviese por sí mismo la propiedad de ocasionar
sofocaciones espasmódicas sin tos, como lo ha observado F. Hoff
mann (3)? 1
¿સ્ટ્ Es posible que la yacuna garantice de las viruelas diversa
mente que de un modo homeopático ? porque, sin hablar de
otros grandes rasgos de semejanza que existen con frecuencia
entre estas dos enfermedades, tienen esto de comun, que no
pueden manifestarse mas que una sola vez en el curso de la vida,
que dejan cicatrices igualmente profundas, que ambas determi
nan la tumefaccion de las glándulas axilares, una fiebre análoga,
una rubicundez inflamatoria al rededor de cada grano, la oftal
mia y las convulsiones. La vacuna destruiria tambien las vi
ruelas que acaban de estallar, es decir, curaria esta afeccion ya

(1) Beobachtungen und Schluesse , II, p. 7.


(2) En HUFELAND's Journal, X, 1, p . 77.
(3) Med- ration. system. , III , p. 92.
68

existente, si las viruelas no la fuesen muy superiores en intensi


dad. No la falta pues, para producir este efecto, mas que un
esceso de energía que, segun la ley natural, debe coincidir con
la semejanza homeopática para que pueda efectuarse la curacion
(§ 152). 3 La vacuna considerada como medio homeopático, no
puede pues tener eficacia más que cuando se la emplea antes de
la aparicion, en el cuerpo, de las viruelas, que son mucho mas
ella . De esta manera escita una enfermedad muy
fuertes que ella.
análoga á la variola, y por consiguiente homeopática, despues
de cuyo curso el cuerpo humano que, por lo regular, no puede ser
atacado mas que una sola vez de una enfermedad de este género,
se encuentra en adelante al abrigo de todo contagio semejante ( 1 ) .
Se sabe que la retencion de orina es uno de los accidentes
mas ordinarios y mas penosos que producen las cantáridas. Este
punto ha sido suficientemente establecido por J. Camerarius,
Baccius, Fabricio de Hilden, Foreest, J. Lanzoni, Wan der Wiel
y Werlhoff (2) . Las cantáridas administradas al interior con
precaucion deben por consiguiente ser un remedio homeopático
muy salutario en los casos análogos de disúria dolorosa . Pues
esto es lo que efectivamente sucede . Sin contar todos los médi
cos griegos, que en lugar de nuestra cantárida, empleaban el Me
loe cichorii de Fabricius, Fabricio de Aquapendente, Capo di
Vacca, Riedlin, : Th . Bartolino (3) , Young (4) , Smith (5 ) , Ray
mond (6) , de Meza ( 7) , Brisbane (8) y otros, han curado per

(1) Esta curacion homeopática anticipada (que se llama preservacion ó profi


laxia) nos parece tambien posible en otros casos. Así creemos, que llevando uno
sobre sí azufre pulverizado, puede preservarse de la sarna de los trabajadores en
lana , y que tomando una dosis de belladona por pequeña que sea, se garantiza
tambien de la fiebre escarlatina .
(2) V. mis Fragmenta de viribus medicamentorum positivis. Leipsic, 1805, I , p . 83.
(3) Epist.4, p. 345.
(4) Phil. trans. , n ? 280.
(5) Medic. communications , II , p. 505.
(6) En Auserles. Abhandl. fuer pract. Aerzte, III , p. 460.
(7) Act. reg. soc . med. Hafn. , II , p. 302.
(8) Auserles. Faelle, Altemburgo, 1776 .
69

fectamente con cantaridas varias iscúrias muy dolorosas que no


eran debidas á un obstáculo mecánico. Sydenham ha visto este
medio producir los mejores efectos en casos del mismo género;
le alaba mucho , y le habria empleado con gusto si las tradicio
nes de la escuela, que, creyéndose mas prudente que la naturale
za, prescribe dulcificantes y demulcentes en semejante circuns.l
tancia, no le hubiesen separado contra su propio convencimiento
de poner en uso el remedio que es específico ú homeopático (1) .
En la gonorrea inflamatoria reciente, en que Sachs de Lewenheim,
Hannæus, Bartholin, Lister y, antes que todos, Werlhoff, han ad
ministrado las cantáridas en muy pequeñas dosis con pléno éxito,
esta sustancia ha hecho desaparecer los síntomas mas graves que
empezaban á declararse ( 2) . Ha producido este efecto en virtud
de la propiedad que goza, segun el testimonio de casi todos los
observadores, de ocasionar una iscúria dolorosa , el ardor de
orina, la inflamacion de la uretra (Wendt), y aun, por su simple
aplicacion al exterior, una especie de gonorrea inflamatoria
(Wichmann) ( 3).
El uso del azufre al interior causa con . bastante frecuencia cn
las personas irritables un tenesmo acompañado algunas veces de
dolores en el bajo vientre, y de vómitos, como lo asegura Wal
ther (4) . Pues solo es en virtud de esta propiedad concedida al
azufre como se ha podido (5) curar por su medio afecciones disen
téricas, un tenesmo hemorroidal segun Werlhoff (6), y cólicos
ocasionados por las hemorroides, como asegura Rave (7) . Es bien

(1) Opera, ed. Reichel, t. II , p . 124.


(2) Digo " los síntomas mas graves que empiezan á declararse" , porque el
resto del tratamiento exije otras consideraciones ; pues, si bien hay algunas gonor
reas tan leves que desaparecen prontamente por sí mismas, y casi sin{ auxilios
.. ,
existen otras mucho mas graves , principalmente aquella que tanto se ha generali
zado desde las campañas de los franceses, y que se comunica por el coito, como
la enfermedad chancrosa, aunque sea de una naturaleza enteramente diversa.
་ (3) Auswahl aus den Nureberger gelehrten Unterhaltungen. I , p. 249.
(4) Prog. de sulphure et marte. Leipsic , 1743, p. 5.
(5) Med. National- Zeitung, 1798, p . 153.
(6) Observat. de febribus, p. 3, § 168 .
(7) En HUFELAND'S Journal, VII, 1 , p. 168,
70

sabido que las aguas de Toeplitz, como todas las demas aguas
sulfurosas tibias y calientes, provocan la aparicion de un exan.
téma que semeja mucho á la sarna de los que trabajan en lana..
Pues es precisamente esta virtud homeopática la que las hace
aptas á curar diversas erupciones psóricas. ૐ¿ Qué puede ha
ber de mas sofocante que el vapor del azufre ? Sin embargo
Bucquet cita ( 1 ) el vapor del azufre en combustion como el me
dio que mejor prueba para reanimar las personas asfixiadas por
cualquier otra causa .
Leemos, en los escritos de Beddoes y otros, que los médicos
ingleses han hallado al ácido nítrico de grande ausilio en la
salivacion y las ulceraciones de la boca ocasionadas por el uso
del mercurio. Este ácido no habria podido ser útil en semejante
caso, si no poseyese por sí mismo la facultad de provocar la
salivacion y ulceras en la boca, bastando, para que se manifiesten
dichos efectos, aplicarle en baño á la superficie del cuerpo, como
lo testifican Scott (2) y Blair (3) , y como se ve sobrevenir igual
mente despues de administrarle el interior, cual lo aseguran
Alyon (4) , Luke (5 ), J. Ferriar ( 6) , y G. Kellie ( 7) .
Fritze (8 ) ha visto un baño cargado de potasa caústica produ
cir una especie de tétano, y A. de Humboldt ( 9 ) ha conseguido,
por medio de la sal de tártaro fundida, especie de potasa semi
caústica, llevar la irritabilidad de los músculos hasta el punto de
producir la rigidez tetánica. La virtud curativa que egerce
la potasa caústica en todas las especies de tétanos,
y otros la han hallado tan ventajosa ¿ podria ser esplicada de un

(1) Edinb. med. comment. , IX.


(2) En HUFELAND's Journal, IV, p. 353. [
(3) Neueste Erfahrungen . Glogau, 1801 .
(4) En las Mem. de la Soc. d'émulation, I , p. 195.
(5) En Beddoes.
(6) En Sammlung auserles . Abhandl. fuer pract. Aerzte, XIX , 11 .
(7) Ibid. XIX , I.
(8) En HUFELAND's Journal, XII , 1, p . 116.
(9) Versuch ueber die gereizte Muskel und Nervenfaser. Posen y Berlin , 1797.
71

modo mas simple y mas verdadero que por la facultad de que


goza este álcali de producir efectos homeopáticos ?
? Elarsénico , cuya inmensa influencia sobre la economía hace
que nadie se atreva á decidir si no puede ser mas temible entre
las manos de un imprudente, que salutario entre las de un sabio,
el arsénico no habria operado tan asombrosas curaciones de cancer
de la cara á presencia de una multitud de médicos, entre quienes
solo citaré á Falopio (1 ), Bernhardi (2) y Roennow ( 3 ) , si este
óxido métalico no tuviese la facultad homeopática de producir
en las personas sanas, tubérculos muy dolorosos y difíciles de
curar, segun Amatus Lusitanus (4) ; ulceraciones muy pro
fundas y de mal carácter, segun Heinreich (5) y Knape (6) ; y
ulceras cancerosas , segun el testimonio de Heinze (7) . No
estarian unánimes los antiguos en el elogio que hacen del emplasto
magnético ó arsenical de Angel Sala (8) , contra los bubones
pestilenciales y el carbunclo , sino tuviese el arsénico, como
aseguran Degner (9) y Pfann ( 10) , la propiedad de dar lugar
á tumores inflamatorios que pasan prontamente á la gangrena , y
á carbunclos ó pústulas malignas, como lo han observado Verzas
cha ( 11 ) y Pfann ( 12) . ¿Y de dónde vendria la virtud curativa que
manifiesta en algunas especies de fiebres intermitentes , virtud tes
tificada por tantos millares de egemplos, pero en cuya aplicacion
práctica no se pone todavia bastante précau cion , y que, procla

(1) De ulceribus et tumoribus , lib. 2, Venecia, 1563.


(2) En el Journal de méd. , chir. et pharm., LVII , 1752. Marzo.
(3) Konigl. vetensk. Hadl. n f. a. 1776,
(4) Obs. et cur. , cent. II , cur. 34.
(5) Act, nat. cur. , II , obs, 10.
(6) Annalen der Staatsarznéyk. I, 1.
(7) En HUFELAND's Journal. 1813, Setiembre," p. 48.
(8) Anatom. vitrioli , tr . II, In Opp. med. chym. , Francfort, 1647, p. 381 , 468.
(9) Act. nat. cur. , VI.
(10) Annalen der Staatsarzneykunde , loc. cit .
(11) Obs. med. cent . Bâle , 1677 , obs. 66.
( 12) Sammlung merkwuerd. Faelle. Nuremberg, 1750, p . 119, 130 .
12

f
mada hace ya muchos siglos por Nicolas Myrepsus, ha sido
despues puesta fuera de duda por Slevogt, Molitor, Jacobi, J.-C.
Bernhardt, Jungken, Fauve, Brera, Darwin, May, Jackson y
Fowler, sino estuviera fundada en la facultad de provocar la
fiebre que han señalado casi todos los observadores de los incon
venientes de esta sustancia, en particular Amatus Lusitanus,
Degner, Buchholz, Heun y Knape ? Podemos creer á E. Ale
xander ( 1 ) cuando dice que el arsénico es un remedio soberano
contra la angina de pecho, pues que Tachenius, Guilbert, Preu
ssius, Thilenius y Pyl le han visto determinar una viva opresion
de pecho ; Griselius (2) una disnea que llegaba casi hasta la
sofocacion; en fin Majault sobre todo (3) accesos de asma escita
dos subitamente al andar y acompañados de una grande postra
cion de fuerzas.l
G Las convulsiones que determinan el cobre, y segun Tondi,
Ramsay, Fabas, Pyl y Cosmier, el uso de los alimentos carga
dos de partículas cobrosas ; los reiterados ataques de epilepsia
que han producido, á presencia de J. Lazerme ( 4 ) la intro
# :
ducción de una moneda de cobre en el estómago, y á la dè
Pfundel (5) la ingestion de la sal amoniaco cobrosa en las vias
digestivas, . esplican sin dificultad á los médicos que se to
man la molestia de reflexionar, como ha podido el cobre curar la
corea, segun refiere R. Willan (6) , Walcker (7), Thuessink (8)
y Delarive (9) ; como las preparaciones cobrosas han propor
cionado con tanta frecuencia la curacion de la epilepsia, cual

(1) . Med. comm. of Edinb. , dec. II, t. I , p . 85.


(2) Misc. nat. cur., dec. I , ann . 2, p . 149.
(3) En Sammlung auserles . Abhandl. , VII , 1.
(4) De morbis int, capitis . Amsterdam, 1748, p. 253.
(5) En HUFELAND's Journal, II, p . 264; y como asegura Burdach, en su Sistem
der Arzneien. I, Leipsic , 1807 , p . 284.
(6) Samml. auserles. Abhandl . , XII , p. 62.
(7) Ibid. X1 , 3 , p . 672.
(8) Waarnemingen, no 18.
(9) En KUHN's phys. med . Journal, 1800 , Enero, p . 58,
73

lo testifican los hechos referidos por Batty, Baumes, Bierling,


Boerhaave, Causland, Cullen, Duncan, Feuerstein, Hevelius,
Lieb, Magennis, C.-F. Michaëlis, Reil, C Russel, Stisser, Thi
lenius, Weissmann, Weizenbreyer, Whithers y otros.n
Si Poterius, Wepfer, F. Hoffmann , R-A. Vogel, Thierry y
Albrecht han curado con el estaño una especie de tisis, una
fiebre ética, catarros crónicos y un asma mucoso, es porque
dicho metal tiene en sí mismo la propiedad de determinar ana
especie de tisis, como Stahl ( 1 ) habia podido ya convencerse .
ૐ Y como le habria sido dable operar esta curacion de dolores de
estómago que Geischlaeger le atribuye, si no pudiese producir
por sí mismo alguna cosa semejante ? Pues esta propiedad de

que goza la han comprobado el mismo Geischlaeger (2) y
Stahl (3) antes que él.
El desagradable efecto que tiene el plomo de ocasionar una
constipacion pertinaz de vientre y aún la pasion iliaca, como lo
han observado Thunberg, Wilsou , Luzuriaga y otros ¿ no nos dá
á entender que este metal posee tambien la virtud de curar estas
dos afecciones ? porque debe como todos los demas medicamen
tos del mundo , poder combatir y curar de un modo duradero›
por su facultad de escitar síntomas morbosos, los males natura
les que tengan semejanza con los que él engendra . , Pues bien ;
Angel Sala (4) ha curado una especie de ileo, y J. Agricola (5)
otra constipacion de vientre que ponia en peligro la vida del en ,
fermo, con el empleo del plomo al interior. Las pildoras satur
ninas con que muchos médicos, Chirac, Van Helmont, Naudeau,
Pererius, Rivinus, Sydenham, Zacutus Lusitanus, Bloch y otros
han curado la pasion iliaca y la constipacion inveterada, no obra
ban solamente de un modo mecánico y por su peso, porque si tal
hubiera sido el origen de su eficacia , el oro, cuyo peso es muy su

(1) Mat. med. , cap. 6 , p . 83 .


(2) En HUFELAND's Journal, X, 111 , p. 165.
(3) Mat. med. , loc. cit. A Kwiet
(4) Opera, p. 213. 0. .*; ""
(5) Comment. in J. Poppii chym . med . , Leipsic , 1638, p . 223. i .
10
74

perior al del plomo, se habria manifestado preferible en semejan


te caso ; mas obraban sobre todo como remedio saturnino interno
y curaban homeopáticamente. Si Otton Tachenius y Saxtorph
han curado en otro tiempo hipocondrias rebeldes con el ausilió
del plomo, es menester recordar que este metal tiende por sí
mismo á provocar afecciones hipocondriacas , como puede verse en
la descripcion que da Luzuriaga ( 1 ) de sus perjudiciales efectos.
No se debe admirar que Marcus (2) haya curado rápidamen.
te una tumefaccion inflamatoria de la lengua y de la faringe con
un remedio (el mercurio ) que segun la esperiencia diaria y mil
veces repetida de los médicos, posee una tendencia específica á
determinar la inflamacion y la tumefaccion de las partes internas
de la boca, fenómenos á que tambien da lugar por su simple
aplicacion á la superficie del cuerpo, bajo la forma de unguento
ó de emplasto, como lo han esperimentado Degner (3) Friese (4)
Alberti (5), Engel ( 6) , y una infinidad de otros. La debilidad
de las facultades intelectuales ( Swedianer) (7) , la imbecilidad
(Degner) (8) , la enagenacion mental ( Larrey) (9) , que se han
·
visto resultar del uso del mercurio, unidas á la facultad casi es
pecífica que se conoce en este metal de provocar la salivacion,
esplican como ha podido curar G. Perfect ( 10) de un modo du
radero , con el mercurio, una melancolía que alternaba con un
flujo de saliva. R Por qué han probado tan bien los mercuriales
á Seelig ( 11 ) en la angina acompañada de la púrpura , á Hamil

(1) Recueil period. de littérature, I, p . 20.


(2) Magazin, II , 11.
(3) Act. nat, čur. , VI , app .
(4) Geschichte und Versuche einer chirurg. Gesellschaft. Copenague , 1774.
(5) Jurisprudentia medica , V. p. 600.
(6) Specimina medica. Berlin , 1781 , p . 99.
(7) Traité des maladies vénér. II , p . 368.
(8) Loc. cit.
(9) En la Descript. de l'Egypte, t . I.
(10) Annalen einer Anstalt fuer Wahnsinnige. Hanovres, 1801.
(11) En HUFELAND's Journal, XVI , 1, p. 24.
75

ton (1), Hoffmann (2), Marcus (3) , Rush (4), Colden (5 ), Bai-
ley y Michaëlis (6) en otras esquinancias de mal carácter. Es
evidentemente porque este metal suscita por sí mismo una espe
cie de engina, de las mas desagradables (7) . No es homeopá
ticamente como ha curado Sauter (8) una inflamacion ulcerosa
de la boca, acompañada de aftas y de una fetidez de aliento se
mejante á la que aparece en el ptyalismo, prescribiendo gárga
ras con la disolucion de sublimado ; y como Bloch (9) ha hecho
desaparecer aftas en la boca con el empleo de las preparaciones
mercuriales, pues que entre otras ulceraciones bucales produce
esta sustancia especialmente una especie de aftas, como nos lo
aseguran Schlegel ( 10) y Th. Acrey ( 11 ) ?
Hecker ( 12) ha empleado con buen éxito muchas mezclas de
medicamentos en una caries sobrevenida á consecuencia de las
viruelas. 1 Afortunadamente, entraba en todas estas mezclas el
mercurio, al cual se concibe debia ceder la enfermedad, pues
que es del corto número de los agentes medicinales que tienen la
facultad de provocar por sí mismos la caries, como lo prueban

(1) Edinb . med. comment,, IX, 1 , p. 8.


(2) Medic. Wochenblatt, 1787, nº 1 .
(3) Magazin fuer specielle Therapie, II , p. 334.
(4) Medic, inquir, and observ,, nº 6.
(5) Med. obs, and inquir., n . 19 , p . 211 .
(6) EN RICHTER's Chirurg. Biblioth., V, p. 737–739.
(7) Se ha tratado tambien de curar el croup por medio del mercurio , però casi
siempre sin buen éxito ; porque este metal no puede producir por sí mismo en la
membrana mucosa de la traquiarteria, un cambio análogo á la modificacion parti
cular que determina en ella esta enfermedad. El higado de azufre calcáreo, que
escita la tos molestando á la respiracion , y todavia mejor, como lo he comprobado ,
la esponja quemada , obran de un modo mucho mas homeopático en sus efectos es
peciales, y prestan de consiguiente un ausilio mas eficaz , sobre todo á dosis muy
exiguas.
(8) En HUFELAND's Journal, XII , II.
(9) Medic. Bemerk . , p . 161 .
( 10) En HUFELAND's Journal, VII, 14.
(11) Lond. med. journ., 1788.
(12) En HUFELAND's Journal, I , p . 362.
76

tantos tratamientos mercuriales exagerados, ya sea contra la sifilis,


ya tambien contra otras enfermedades , y entre ellos los de G.-P.
Michaëlis ( 1 ) . Este metal, tan temible cuando se prolonga su
empleo, á causa de la caries de que se hace entonces la causa
escitadora, egerce sin embargo una influencia homeopática su
mamente salutaria en la caries que sucede a las lesiones mecá
nicas de los huesos, de lo cual J. Schlegel (2), Joerdens (3) y
J.-M. Muller (4) nos han transmitido egemplos muy notables.
Por otra parte las curaciones de caries no venéreas de diferente
especie que han sido igualmente obtenidas á beneficio del mercu
rio por J.-F.-G. Neu (5) y J.-D. Metzger (6) , suministran una
nueva prueba de la virtud curativa hòmeopática de que se halla
dotada esta sustancia .
Leyendo los escritos que han sido publicados sobre la electri
cidad médica, cualquiera se sorprende de la analogía existen
te entre las incomodidades ó accidentes morbosos que á veces
ha ocasionado este agente, y las enfermedades naturales, com
puestas de síntomas enteramente semejantes, cuya curacion
permanente ha determinado por Homeopatía. Es inmenso el
número de autores que han observado la aceleracion del pulso
entre los primeros efectos de la electricidad positiva ; pero Sau
vages (7) , Delas ( 8 ) y Barillon ( 9) han visto paroxismos com
pletos de fiebre que habian sido escitados por la electricidad.
Esta facultad que tiene de producir la fiebre es la causa á quien
se debe atribuír que haya podido bastar ella sola á Gardini (10)

(1) En HUFELAND's Journal, 1809, VI , Junio, p . 57.


(2) Ibid. , V, p. 605, 610.
(3) Ibid. X , II .
(4) Obs. med. chir. , II , cas. 10.
(5) Diss. med. pract. , Gottinga , 1776. "
(6) Adversaria, P. II , sect . 4.
(7) Bertholon de St. - Lazare, Medizinische Elektricitet: Leipsic , 1788, T. I,
P 239, 240.
(8) Ib. , p. 232.
(9) Ib. , p. 233. I }
( 10) Ib . , p . 232. JAZI 750
778

Wilkinson ( 1), Syme (2) y Wesley (3), para curar una terciana ,
y aun Zetzel (4) y Willermoz (5) para hacer desaparecer cuarta
nas. Se sabe que la electricidad determina ademas en . los mus
culos, contracciones que semejan á los movimientos convulsivos.
De Sans: (6) podia aup; 7con su influencia, provocar tan frecuen
temente como le agradaba, convulsiones duraderas en el brazo
de una niña. Es en razon de esta facultad concedida á la
1
electricidad que de Sans ( 7) y Franklin (8 ) la han aplicado
con éxito en el tratamiento de las convulsiones, y que Theden (9)
ha conseguido con su ausilio) curar á una niña de diez años á
quien un rayo habia hecho perder la palabra y el uso del brazo
izquierdo, determinando al mismo tiempo un movimiento invo.
luntario continuo de los brazos y de las piernas, *x acompaña
do de una contraccion espasmódica de los dedos de la mano
izquierda. La electricidad 彩 determina igualmente una especie
de esciática, que Jallabert ( 10) y otro ( 11 ) han * observado : asi
tambien ha podido curar homeopáticamente esta afeccion, como
lo han comprobado Hiortberg, Lovet , Arrigoni, Dabouix , Mau
duyt, Syme y Wesley. Muchos Médicos han curado un especie
de oftalmia con la electricidad, es decir á beneficio del poder que
tiene esta última de provocar por sí misma las inflamaciones de
los ojos como resulta de las observaciones de P. Dickson ( 12) y
Bertholon ( 13) . Ultimamente en manos de Fushel ha curado
avak slanihan , nfveg ós 799
(1) Bertholon de St- Lazare, t. 1, p. 5a) penzio
、› ¦ (2) Ib. , p. 250.5ingga ir col 100 210
(3) Ib., p. 249. TOTECA
DEDEL COL
(4) Ib. , p. 251 . VETERINARIA
(5) Ib. , p. 250.
(6) Ib., p. 274.
(7) Ib., p. 274,
(8) Recueil sur l'électr . médic. II, p. 386.
(9) Neue Bemerkungen und. Erfahrungen, III .
(10) Expériences et observations sur l'électricité.
(11) Philos. Trans. , vol . 63 .

(12) Bertholon, loc. cit. , p. 466 .
Hi S 4...
(13) Loc. cit., II, p. 296.
78

tambien varices, cuya virtud curativa debe á la facultad que


Jallabert ( 1 ) ha comprobado en ella de producir tumores
varicosos.i
:
Albers refiere que un baño caliente á cien grados del termó
metro de 1 Fahrenheit moderó mucho el vivo calor de una fiebre
aguda, en que la arteria radial daba ciento treinta pulsaciones por
minuto, y las redujo á ciento diez. Loeffler ha reconocido
que las fomentaciones calientes son muy útiles en la encefalitis
producida por la insolacion ó por la accion del calor de las estu
fas (2), y Callisen (3 ) mira las afusiones de agua caliente sobre
la cabeza como el mas eficaz de todos los medios en la inflamacion
del cerebro.
Si se hace abstraccion de los casos en que los médicos ordina
rios han aprendido á conocer, no por sus propias investigaciones
sino por el empirismio del vulgo, el remedio específico de aquellas
enfermedades que permanezcen siempre semejantes á sí mismas ,
aquel por consiguiente con cuyo ausilio pueden curarse de un mo
do directo , como el mercurio en la afeccion venerea chancrosa, el
arniça en la enfermedad producida por las contusiones , la quina
en la fiebre intermitente de los pantanos, el azufre en polvo en la
sarna recientemente desarrollada, &c .; sì, repito, se pone á un lado
estos casos, hallaremos que por todas partes, sin casi alguna
escepcion, los tratamientos de las enfermedades crónicas empren
didos con tanto aire de confianza por los partidarios de la antigua
escuela, solo han dado por resultado el atormentar á los enfermos,
agravar su situacion, y aun conducirles al sepulcro, imponiendo
gastos ruinosos á las familias.
Algunas veces tambien una mera casualidad les conducia al tra
tamiento homeopático (4) ; pero no conocian la ley natural en

(1) Bertholon, Loc. cit. Jaj


(2) En HUFELAND's Journal, III , p . 690.
(3) Act. soc. med. Hafn, IV, p. 419.
(4) Así por ejemplo , creen espeler de la piel la materia de la transpiraėjon,
detenida segun ellos en esta membrana durante los resfriados, cuando en
796

virtud de la cual se verificaban y debian verificarse las curacio


nes de este género .

medio del frio de la fiebre dan á beber una infusion de flores de sauco, planta
ue tiene la facultad homeopática de hacer cesar una fiebre semejante y de res
tablecer al enfermo , cuya curacion es tanto más pronta y más segura , sin sudor,
cuanto menos bebe de esta infusion, ni toma ninguna otra cosa. Cubien de
cataplasmas calientes y renovadas con frecuencia los tumores agudos y duros cuya
escesiva inflamacion, acompañada de dolores f insoportables, no da entrada á la
supuracion: bajo la influencia de este tópico, no tarda la inflamacion en ceder,
los dolores se mitigan, y se pronuncia el absceso , como puede reconocerse por el
aspecto lustroso de la elevacion, por su color amarillento y su blandura.:: Creen
entonces haber reblandecido el tumor con la humedad, mientras no han hecho mas
que destruir homeopáticamente el esceso de inflamacion con el calor mas fuerte de
la cataplasma, y facilitar por este medio la pronta manifestacion de la supuracion .
¿ Por qué emplean con buen éxito, en algunas oftalmias, el óxido rojo de mercu
rio, que hace la base de la pomada Saint- Yves, y que, si se dispensa á alguna 1
sustancia el poder de inflamar el ojo , debe necesariamente poseerle ? ¿ Es acaso
difícil conocer que obran en esto de un modo homeopático ? ¿ Cómo un poco de 蓄
jugo de peregil proporcionaria un alivio instantáneo en la disuria tan frecuente en
los niños, y en la gonorrea ordinaria, distinguida principalmente por los dolorosos
y vanos conatos de orinar que la acompañan, si no gozase este jugo por sí mismo
de la propiedad de escitar, en las personas sanas, deseos de orinar dolorosos, y á
que es imposible satisfacer ; si , de consiguiente, no curase homeopáticamente ?
La raiz de saxifraga mayor que provoca una abundante secrecion de mucosidades
en los bronquios y en la garganta, sirve para combatir con buen éxito la angina
llamada mucosa; y se detienen algunas metrorragias con una pequeña dosis de hojas
de sabina, que poseen la facultad de determinar por sí mismas hemorragias uteri
nas : en una y otra circunstancia , se obra sin conocer la ley de la Homeopatía ,
El opio en pequeñas dosis , que estriñe el vientre, ha sido reconocido como uno
de los principales y mas seguros medios contra la constipacion que acompaña á
las hernias estranguladas y al ileo, sin que este descubrimiento haya conducido al
de la ley homeopática, cuya influencia era sin embargo tan sensible en semejante
caso. Se han curado ulceras no venereas de la garganta con pequeñas dosis de
mercurio, que obra entonces homeopáticamente . Muchas veces se ha detenido la
diarrea por el empleo del ruibarbo , que determina evacuaciones alvinas. Se ha
curado la rabia con la belladona, que produce una especie de hidrofobią. Se ha
becho cesar, como por encanto , el coma, tan peligroso en las fiebres agudas, con
una pequeña dosis de opio, sustancia dotada de virtudes enardecientes y estupe
facientes. Y despues de tantos ejemplos , que tan alto hablan , todavia se vé
algunos médicos perseguir la Homeopatia con un encarnizamiento que solo puede
anunciar el alarma de una conciencia atormentada en un corazon incapaz de
corregirse ! ... ༣! ་ 15 COR 4% ( ,,
80.

Es pues de la mas alta importancia para el bien del género hu


"
mano averiguar como se hacen, propiamente hablando, estas
curaciones tan notables por su rareza como por sus efectos sor
bi
prendentes. El problema es del mayor interés. Efectivamente
hallamos, y los egemplos que acaban de citarse lo demuestran
bastante, que estas curaciones nunca se verificaron sino con el
ausilio de medios homeopáticos, es decir que poseian la facul
tad de provocar un estado morboso
3. " , ** semejante á la enfermedad
1:
que se trataba de curar. Han sido operadas de un modo pronto
y duradero por medicamentos sobre quienes los que les pres
1.
' cribian, en contradiccion con todos los sistemas y todas las
terapéuticas del tiempo, habian recaido como por casualidad,
muchas veces sin saber demasiado lo que se hacian ni porque
obraban de este modo, confirmando asi por el hecho y contra
su voluntad, la sola ley natural en terapéutica, la de la Ho
meopatía; ley que las preocupaciones médicas no habian per
mitido se investigase hasta ahora, á pesar del infinito número
de hechos y de indicios que debian poner en la via de su des
cubrimiento.
La misma medicina doméstica, ejercitada por personas estrañas
á nuestra profesion, pero dotadas de sano juicio y de un espíritu
observador, habia hallado que el método homeopático era el mas
seguro, el mas racional y el menos sugeto á errar.
1:
Se aplica colicostra elada sobre los miembros que acaban de
congelarse, ó bien se les frota con nieve ( 1 ) .
fs ole +91
( 1) M. Lux ha establecido sobre estos ejemplos, sacados de la práctica domes
tica, su método curativo per idem (æqualia æqualibus) , que designa bajo el nom
bre de Isopatía y que algunas cabezas escéntricas miran ya como el nec plu̸
ultra del arte de curar, sin saber como podrian realizarle . # 毋
Mas si se juzga sanamente estos ejemplos , la cosa aparece bajo un aspecto dis
ferente. Las fuerzas puramente físicas son de diversa naturaleza que las fuerzag
dinámicas de los medicamentos , en su accion sobre el organismo viviente .
El calor y el frio del aire ambiente , del agua ó de los alimentos y bebidas , no
egercen por sí mismos una influencia absoluta sobre el cuerpo sano. Una de las
Condiciones para el mantenimiento de la salud, es que alternen el frió y el calor
uno con otro ; así no son medicamentos por si mismos. De consiguiente, cuando
81

El cocinero que acaba de escaldarse la mano, la presenta al


fuego, á una cierta distancia, sin parar la atencion en el dolor
que resulta de esto en un principio, porque sabe por esperiencia
LIELA Ja , du 1 aduenilsalemommy12
adbilom si botimda

obran como médios curativos en las enfermedades del cuerpo, no lo hacen en virtud
de su esencia, ó á título de sustancias nocivas por sí mismas, como lo son los me
dicamentos aun á las dosis mas exiguas, sino únicamente en razón de su cantidad
mas o menos considerable, es decir del grado de temperatura , lo mismo que, para
tomar otro ejemplo de las fuerzas puramente físicas, una masa de plomo estropea
dolorosamente una mano, no porque sea de plomo , pues que una oja delgada no
produciria este efecto, sino porque contiene mucho metal y es muy pesada .
1 Así pues , si el frio y el calor son útiles en ciertas afecciones del cuerpo tales
como las congelaciones y las quemaduras , solo lo son en virtud de su grado , del
mismo modo tambien que es solamente llegando á un grado estremado , como pueden
atacar la salud and del
del cuerpo.
"
Establecido bien esto, hallamos189 que, en los ejemplos deducidos de la práctica
doméstica, no es la aplicación prolongada del grado de frio á que se ha elevado el
miembro, lo que le restablece isopáticamente , pues , lejos de esto , estinguiria en él
la vida sin recurso ; sino mas bien , la de un frio solamente análogo á aquel (homeo
páticamente) , y disminuido despues 63 poco a poco hasta una temperatura tolerable.
Asi , la colicostra helada que se 1aplica r en una habitacion, sobre un miembro conge
lado , no 19 tarda
5. en deshelarse
wa . , en tomar por grados la temperatura de la habitacion,
y en curar asi 13 al miembro de una manera físicamente homeopática. Del mismo
modo, una 1. quemadura hecha en la mano con agua hirviendo no cura por la reapli
cacion de esta agua hirviendo, sino solamente por la accion de un calor un poco
menos vivo, por la inmersion del miembro en un líquido calentado á sesenta gra
dos, cuya temperatura disminuye á cada instante hasta igualarse con la del apo
‫دار‬
sento,
} Asi tambien, para dar otro ejemplo de acción física, el dolor y la hincha -
zón causados
ethi por un golpe recibido en la frente disminuyen homeopáticamente
cuando se apoya el pulgar sobre la parte, primero con vigor y despues con una
fuerza siempre decrescente, mientras que un golpe semejante al que los ha determi
nado, lejos de calmarles, no haria mas que aumentar isopáticamente el mal ."
Respecto á» los hechos que refiere M. Lux como curaciones isopáticas, algunas
contracturas enE hombres, y una paralisis de los riñones en un perro, ocasionadas
unas y otra por 5un enfriamiento, y que cedieron en poco tiempo al baño frio, no
1990 razon
60 650,00pretenderSEK 100 esplicarlas
Tax r0D por
3d la isopatía.
5 Los accidentes que se desig
nan bajo el nombre de enfriamientos, son impropiamente atribuidos al frio , pues
que con la mayor .1frecuencia se les ve sobrevenir, en los sujetos predispuestos ,
á la accion de una rápida corriente de aire , qué ni aun podia decirse fresco.
Los efectos
ON 0907 diversificados de un baño frio sobre el organismo viviente, en el esta- ´
-do de salud y de enfermedad, tra tampoco pueden ser de tal modo considerados bajo
un punto de vista úni único
co, que haya derecho para establecer sobre ellos un sistema
tan atrevido . Que el medió mas seguro de curar la mordedura de las serpientes "
11
82

que obrando así puede en muy poco tiempo, y aun muclias veces
en algunos minutos, curar perfectamente la quemadura, y hacer
) eo cb sl'uzor omp
desaparecer hasta el menor vestigio de dolor (b
Otras personas inteligentes, igualmente estrañas á la medicina,
por, egemplo los barnizadores, aplican sobre las } quemaduras
42
una sustancia que por sí misma escita un sentimiento análogo de
árdor, es á saber, el espíritu de vino caliente ( 2) ó la esencia de
trementina
1. 14 (3), y se curan asi en pocas horas, sabiendo muy
dal 91 astics

" venenosas sea el de aplicar sobre la herida porciones de estos animales, como lo
dice M. Lux, es una asercion digna de archivarse entre las fábulas que nos han
transmitido nuestros padres , hasta que se haya confirmado por esperiencias que no
permitan la menor duda . En fin , que un hombre ya hidrófobo haya sido , se dice ,
curado en Rusia , con la saliva de un perro rabioso
"} que se le hizo tomar, este se
dice no es suficiente para inducir ú un médico conciencioso á repetir semejante
prueba , ni para justificar la adopcion de un sistema tan poco verosimil como el
de la isopatía.
(1) Fernel (Therap. , lib. VI, cap. 20) consideraba ya la esposicion al fuego
de la parte quemada como el medio mas apropiado para Al hacer cesar el dolor. J.``
Hunter ( On the blood, p . 218) recuerda los graves inconvenientes que resultan del
tratamiento de las quemaduras por el agua fria, y prefiere mucho mas el método
de aproximar las partes al fuego. Se separa en esto de las doctrinas tradicciona
les, que prescriben los refrigerantes contra la inflamacion (contraria contrariis):
mas la esperiencia le habia enseñado que una calefaccion homeopática (similia
similibus) era lo que habia de mas salutario,
(2) Sydenham ( Opera, p . 271 ) dice que las reiteradas aplicaciones de alcool son
preferibles á cualquiera otro medio ‫ܬܐ‬contra las quemaduras . B. Bell (System. of
surgery, 1789) rinde igualmente tributo
་་ Já la esperiencia, que indica los medios
homeopáticos como los solos eficaces . He aqui el modo con que se espresa : El
" alcool es uno de los mejores medios contra las quemaduras de toda especie .
" Cuando se } aplica, P parece primeramente aumentar el dolor (
,7 lugar un ag
hacer
Véase mas abajo
á un agradable
! senti
" 164); pero no tarda este en mitigarse, para 1
" miento de sosiego. Nunca es tan poderoso Neste método como cuando se sumerge
" la parte en alcohol ; pas si no puede practicarse
CON CUTE la immersion , es menester te
" ner la quemadura continuamente cubierta con una compresa $empapada en este¹¹
liquido." Yo añado que el alcool caliente, y aun 1 12muy caliente , alivia de un“
modo todavia mas pronto y mas seguro , porque es mucho mas S homeopático que
el alcool frio. 3 Tal es lo que confirma la esperiencia
qu " adosis
. em
(3) E. Kentish, 3 que tenia que tratar á obreros muchas y
obveces de una
manera horrible, en las minas de ulla, porDIED la esplosion de los
Chi gases 7.eb org.TE,X
inflamables
es hacia aplicar esencia de trementina caliente ó alcool,SINODI
por ser
1980el mejor remedio
V016
83

bien que los unguentos dichos refrigerantes ho producirian el }


mismo resultado en igual número de meses,13 y que el agua fria
no haria mas que empeorar el mal (1) , o , dros 15, m.dad y los
que se pudiese emplear en las quemaduras graves ( Essay on burns, Londres, 1798) .
Ningun tratamiento puede ser más homeopático que este ; pero tampoco hay nin
guno que tenga mas eficacia.biv Im
Heister, cirujano habil y lleno
" de buena fé, recomienda tambien esta práctica
JOUTERIESSEED
por su propia esperiencia ( Instit. ' chirurg., t. I, p. 333) ; alaba la aplicacion de la
esencia de trementina, del alcool y de las cataplasmas tan calientes como pueda
resistirlas el enfermo.
Mas nada demuestra mejor la asombrosa preeminencia del método homeopático ,
HOCYTESTen por por si
es decir de la aplicacion á las partes quemadas de sustancias que
mismas una sensacion de calo
calor y de quemadura , sobre el método paliativo, que
consiste ‹èn › hacer uso de medios refrigerantes y frigorificos, que las esperiencias
puras en las cuales, para comparar los resultados de estos dos procedimientos
contrarios, se les ha empleado simultáneamente, sobre el mismo sugeto y en que
3
maduras de un mismo grado de intension.
S Así , J. Bell, debiendo tratará una señora que se habia quemádó los dos bra
zos con caldo, cubrió el uno con esencia de trementina, é hizo sumergir el otro
en água fria. El primero po ocasionaba ya mas dolores al cabo de media hora,
mientras que el segundo continuó todavia por seis horas muy dolorido : apenas la
enferma le sacaba del agua, cuando ya sentia en él los dolores mas agudos ;
la curacion de esté brazo exigió tambien mucho mas tiempo que la del otro.
J. Anderson (en ›Kentishis loc. out , p . 43) ha tratado igualmenté una muger
.66 д cara
que se habia quemado la cara y los brazos con manteca hirviendo. а са
36 que se hallaba muy encarnada y muy dolorida, fue cubierta con aceite de tre
1
" mentina algunos minutos despues del accidente; en cuanto al brazo , la enferma
" le habia ya sumergido por sí misma en agua fria , y manifestó el deseo de esperar
66 por espacio de algunas horas el efecto de este tratamiento; al cabo de siete
“ horas, la cara estaba mejor y la enferma aliviada por esta parte. Respecto
« al brazo, â cuyo alrededor se habia renovado con frecuencia el liquido , se haji
«scian sentir en él vivos dolores tan luego como se le sacaba del agua, y la infla→
coumacion se babia aumentado manifiestamente . Al dia siguiente supe que la en
“ ferma habia experimentado grandes dolores ; la inflamacion se habia estendido
" por cima del codo ; muchas grandes ampollas habian reventado, apareciendo !
“ tambien gruesas escaras en el brazo y 6 la mano, que se cubrieron entonces con
66 una cataplasma caliente. La cara no ocasionaba ya la menor sensacion dolorosa,
" pero fue necesario emplear todavia los emolientes para conseguir la curacion del
❝brazo,” on eso sa bis volo « a al ladk h of 630 p ea al llurs mod 1. obia
¿Quien no advierte aqui la inmensa ventaja del tratamiento homeopático, sese
decir, de un agente que produce efectos semejantes á los del mal mismo , sobre el
método antipático que prescribe la antigua escuela ?
(1) J. Hunter no es el solo que señala los graves inconvénientes del tratamiento
84

A
Un viejo segador, por poco habituado que esté á los licores
fuertes, no bebe sin embargo jamas agua fria cuando el ardor del
sol y la fatiga del trabajo le han puesto en un estado de tabardi❤
llo el peligro de obrar asi le es bien conocido ; toma un poco
de licor escitante ; traga una pequeña bocada de aguardiente.
La esperiencia, manantial de toda verdad,
་་ le ha convencido de
las ventajas y de la eficacia de este procedimiento homeopático.
El calor y el cansancio que esperimentaba no tardan en dis
minuirse ( 1 ) . 123
P
Han existido tambien de1 tstiempo en
, རྩྭ 1. tiempo médicos que han
sospechado que si los medicamentos curan las enfermedadesFII
es por
la virtud de que estan dotados de producir síntomas morbosos,
1266 51
análogos (2) .
Asi el autor del libro Περὶ τόπων τῶν κατ᾽ ἄνθρωπον (3 ) que hace
parte de la coleccion de las obras comprendidas bajo 90 el nombre
1
de Hipocrates, dice estas palabras notables Aidrà poiα YOUGOS
γίνεται, καὶ διὰ τὰ ὅμοια προσφερόμενα ἐκ νοσούντων ὑγιαίνονται... διὰ τὸ
ἐμέειν ἐπετος παύεται.
Médicos menos antiguos han sentido y proclamado igualmente
la verdad del método homeopático. Asi Boulduc (4) se ha
convencido
157 de que "la propiedad purgante del ruibarbosėra sla
causa de la facultad que tiene esta raiz de suspender la diarrea . #GUST

10 10
de las quemaduras con el agua fria. Fabricio de Hilden ( De combustionibus libe
llus, Bâle, 1607, cap. V , p. 11 ) asegura igualmente que las fomentaciones frias
son muy perjudiciales en esta clase de accidentes , que producen los efectos mas
desagradables , y que la inflamacion , la supuracion y á veces la gangrena son sus
resultados. Seat **
(1) Zimmerman ( De l'Expérience, t. II) nos dice que los habitantes de los pai
ses cálidos hacen lo mismo con el mejor suceso, y que acostumbran beber una
corta cantidad de líquido espirituoso cuando se hallan muy acalorados. 316 ) Bud
(2) Mi intencion, al citar los siguientes pasages de escritores que han presen→→
tido la homeopatía , no es tampoco la de probar la escelencia de este metodo, que
se establece por sí mismo , sino de evitar se me vitupere haber pasado en silencio
estas especies de presentimientos, por abrogarme la prioridad de la idea.
(3) Bâle, 1538, p.72
(4) Mém. de l'Acad. 1roy., 1710. 15... *** ( * )
085

Detharding 0% ha adivinado ( 1) que la infusion de sen calma el


cólico en los enfermos em virtud de la propiedad que tiene de esci
"
tar cólicos en las personas sanasi , cap or o'lmanogdbni al
Bertholon (2) dice que en las enfermedades, la electricidad dis
minuye y acaba por hacer desaparecer un dolor muy análogo, al
que ella misma provoca.
Thoury (3) asegura que la electricidad positiva acelera por sí
misma el pulso, mas que le retarda tambien cuando se halla ya
demasiado acelerado á causa de una enfermedad .
Storck (4) ha tenido la idea de que trastornando el estramonio
la cabeza y produciendo la manía en las personas sanas, se le po
dria muy bien administrar á los maniáticos para ver de volverles
la razon determinando un cambio en la marcha de sus pen
samientos.
Mas, de todos los médicos, aquel cuya conviccion á este respec
to se halla espresada del modo mas formal, es el Dinamarques
Stahl (5), que habla en estos términos : " La regla admitida en
" medicina, de tratar las enfermedades por remedios contrarios ú
66 opuestos á los efectos que estas producen (contraria contrariis),
❝es completamente falsa y absurda . Estoy persuadido, por la in
❝versa, que las enfermedades ceden á los agentes que determinan
" una afeccion semejante ( similia similibus ) ; las quemaduras,
" con el ardor del fuego á que se aproxima la parte; las congela
❝ciones, con la aplicacion de la nieve y del agua fria ; las infla
" maciones y las contusiones, con la de los espirituosos. De este
❝modo es como he conseguido hacer desaparecer la propension
❝á las acedías con muy pequeñas dosis de ácido sulfúrico, en
،، casos en que se habian administrado inutilmente una multitud
" de polvos absorventes . "

(1) Eph. nat. cur . , cent. X, obs. 76.


(2) Medizinische Elektricitet , II , p. 15 y 282.
(3) Mem. lu á l'Acad. de Caen .
(4) Libell. de stram. , p. 8.
(5) En J. HUMMEL, Comment. de arthritideltam tartarea, quam scorbutica, seu po
dagra et scorbuto . Budingœ, 1738, en 8 , p . 40-42.
(86

Así se ha estado mas de una vez bien cerca de la grande verdad .


Pero jamas se ha pasado de una idea fugitiva, y de este modo
la indispensable reforma que debia sufrir la vieja terapéutica
para hacer lugar al verdadero arte de curar, á una medicina pura
y cierta, solo ha podido establecerse en nuestros dias. v synin
Javor mio, slib om
4544 william fubft belo ri om eenmans (3) preds
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b. Tomasino on : ob naruo è c'mole obsiksnah
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DE LA MEDICINA " 0:04

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Lein
11 Benk
02.1 4 2 ', side obno 3 2Lb .
laomries 4 9: 0 9 orogong na n ris macreo q lenciouT

1. La primera, la única vocacion dél médico, es la de volver


la salud á las personas enfermas ( 1 ), á que se llama curar.
2. El bello ideal de la curacion consiste en restablecer la salud
de un modo pronto, suave y permanente; en quitar y destruir la
enfermedad por entero, por el camino mas corto, mas 巍 seguro y
"If ! 1° hove sho.. 1 Filena

(1) Su mision no es, como han creido tantos médicos que han perdido su tiem
po y sus esfuerzos en alcanzar celebridad, la de forjar sistemas combinando tva→
ciedades é hipótesis, sobre la esencia íntima dé la vida y la produccion de las en
fermedades en el interior.i
plicar los fenómenos more del cuerpos ó la de tratar incesantemente de es
y su causa próxima, que se nos ocultará siempre,
}
anegando el todo en un fárrago de abstracciones ininteligibles, cuya pompa dog
mática engañá á los ignorantes, mientras que los enfermos suspiran én vano por
socorros. Bastante cantidad tenemos de estos desvarios científicos, á que se da el
nombre de Medicina teórica, y para quienes se han instituido hasta cátedras espe
ciales. Ya es tiempo de que todos los que se llaman médicos cesen al fin de enga
ñar á los pobres humanos con palabras vacias de sentido, y de que empiecen á
obrar, és decir á favorecer y curar realmente á los enfermos. f
0001 G ქge op

menos nocivo, procediendo segun inducciones faciles de com

prender.
3. Cuando el médico percibe distintamente lo que hay que
curar en las enfermedades, es decir, en cada caso morboso indi
vidual (conocimiento de la enfermedad, indicacion) ; cuando
tiene una nocion
ción precisa
precisa de
de lo que hay de curativo en los medi
lo que
camentos, esto es, en cada medicamento en particular (conoci
miento de las virtudes medicinales) ; cuando, guiado por razo
nes evidentes, sabe escoger la sustancia cuya accion hace mas
apropiada á cada caso (eleccion del medicamento) , adoptar para
ella el modo de preparacion que mas conviene, estimar la cantidad
á que debe administrarse, y juzgar del momento en que esta
dosis pide ser repetida, en una palabra , hacer de lo que hay de
curativo en los medicamentos á lo que hay de indudablemente en⚫
fermo en el sujeto una aplicacion tal que deba seguirse la cura
cion; cuando en fin, en cada caso especial conoce los obstáculos al
restablecimiento de la salud, y sabe alejarlos para que este último
sea duradero, entonces solamente es cuando obra de un modo
racional y conforme al fin que se propone, entonces solamente
merece el título de verdadero médico. soin mok 10 Ml I
4. El médico es al mismo tiempo conservador de la salud,
cuando conoce las cosas que la desarreglan, que producen y
entretienen las enfermedades, y sabe alejarlas del hombre sano.
5. Cuando , se trata de efectuarouna curacion, el médico sc
ausilia de cuanto puede averiguar ya sea respecto de la causa
ocasional mas verosimil de la enfermedad aguda, ya de las
principales fases 1 de la enfermedad crónica, que le permitan
hallar la causa fundamental de esta, debida el mayor número de
veces
"ES iá unpiuna
miasma91crónico . IZOL
92 Sup‚LET En las investigaciones
2965000951
de este género
debe prestarse 2 consideracion á la constitucion física del enfermo,
sobre todo si se trata de una afeccion crónica, al giro de su espí
ritu y de su carácter, á sus ocupaciones, á su género de 57 vida, á
9109611
sus costumbres , á sus relaciones sociales y domésticas , á su edad,
59 ha B 1.9.4 ..
á su sexo, &c. obitasa ob eniony cardul ; rod FonBull aondoq col ǹ wî
6. Cualquiera perspicacia de qué pueda estar dotado el obser
89

vador exento de preocupaciones , el que conoce la futileza de las


especulaciones metafísicas á que no presta la esperiencia apoyo
alguno, solo puede percibir en cada enfermedad individual sim
ples modificaciones , accesibles á los sentidos, del estado del cuer
po y del alma, simples signos de enfermedad, accidentes, sínto .
mas, es decir, deviaciones del precedente estado de salud , que
son sentidas por el enfermo mismo, notadas por las personas de
que se halla rodeado, y observadas por el médico. El conjunto
de estos signos apreciables representa la enfermedad en toda su
estension, es decir, que constituye la forma verdadera,1. la sola
que se pueda concebir ( 1 ) .
7. Como en una enfermedad respecto á la cual nada se presen
ta que separar de la causa que manifiestamente la ocasiona ó la
entretiene (causa occasionalis ) (2) , no se puede percibir otra
far la chuqooq u 42

(1 ) No penetro como ha podido suceder que á la cabecera del enfermo , sin ob


servar con cuidado los síntomas y dirigir el tratamiento en consecuencia, se haya
imaginado que no se debia buscar y que no se podria hallar el objeto de curacion
mas que en el interior del organismo , que es inaccesible á nuestras miradas. No
entiendo como se haya podido tener la ridícula pretension de percibir el cambio
sobrevenido en este interior invisible, sin considerar los síntomas; de reconducirle
a las condiciones del orden normal con medicamentos (desconocidos ! ), y de pre
sentar este método como el solo fundado y racional . Lo que se manifiesta á los
sentidos por medio de los síntomas ¿ no es acaso para el médico la enfermedad
misma, no pudiendo ver jamas el ser espiritual , la fuerza vital que crea las afec
ciones, y bastándole por otra parte la intuicion de sus efectos morbosos para ha
llarse en estado de curar ? ¿ Qué mas puede desear la antigua escuela con esta
prima causa que va á buscar en el´interior sustraido á nuestras miradas, en tanto
que desdeña el lado sensible y manifiesto de la enfermedad, es decir los síntomas,
que nos hablan un lenguage tan claro ? " El médico que se entretiene en investi
" gar las cosas ocultas en el organismo, puede engañarse todos los dias. Mas el
" homeopatista, trazando con cuidado el cuadro fiel del grupo entero de los sínto
" mas, se proporciona una guia sobre quien puede contar," y cuando ha conseguido
" alejar la totalidad de estos signos, tambien ha destruido seguramente la causa
" interna y oculta de la enfermedad." (Rau, loc. cit. p. 103).
(2) . No hay necesidad de decir que todo médico que, raciocina empieza por se
parar la causa ocasional; la enfermedad cesa ordinariamente despues por sí misma .
Asi se alejan las flores demasiado olorosas que determinan el síncope y accidentes
histéricos, se estrae de la córnea el cuerpo estraño que provoca una oftamia, se le
12
890

cosa mas que los síntomas, es menester tambien, sin dejar de te


ner en consideracion la presencia posible de un miasma y las
circunstancias accesorias (V. 5 ), que los síntomas solos sirvan
de guia en la eleccion de los medios propios á curar. El conjun.
to de los síntomas, esta imagen reflejada al esterior de la esencia
interior de la enfermedad, es decir, de la afeccion de la fuerza
vital, debe ser la principal ó la sola cosa por la cual dé á cono
cer la enfermedad el medicamento que 18 necesita, la sola que
4
determine la eleccion del remedio mas apropiado . En una
palabra, la totalidad ( 1 ) de los síntomas es la principal y la sola
cosa de que deba el médico ocuparse en un caso morboso indi
vidual cualquiera, la sola que tiene que combatir con el poder
de su arte, á fin de curar la enfermedad y de transformarla en
salud.
8. No se podria concebir, ni probar por esperiencia alguna,
que despues de la estincion de todos los síntomas de la enferme
dad y de todo el conjunto de los accidentes perceptibles, pueda
quedar otra cosa mas que la salud, y que el cambio morboso
que existia en el interior del cuerpo no haya sido enteramente
extinguido (2) .
vanta, para aplicarle mejor , el aparato demasiado apretado que amenaza determi
nar en un miembro la gangrena, se descubre y se liga la arteria cuya herida da
lugar á una hemorragia alarmante, se trata de hacer devolver por el vómito las
bayas de belladona que han podido tragarse, se sustraen los cuerpos estraños que
se han introducido en las aberturas del cuerpo (la nariz, la faringe, el oido, la
uretra, el intestino recto, la vagina), se tritura la piedra en la vegiga, se abre
el ano imperforado del recien nacido , & c.
(1) No sabiendo frecuentemente á que otro espediente recurrir, la antigua es
cuela ha tratado mas de una vez de combatir y suprimir con medicamentos , en las
enfermedades, uno solo de los diversos síntomas que determinan. Este método se
halla conocido bajo el nombre de Medicina sintomática. Escita con razon el des
precio general, no solamente porque no proporciona la menor ventaja real, sino
tambien porque de él resultan graves inconvenientes . Un solo sintoma no consti
tuye mejor la enfermedad que una sola pierna el hombre entero. Este método era
tanto mas perjudicial, cuanto que atacando asi un síntoma aislado , se le comba
tia únicamente con un remedio opuesto (es decir de un modo enantiopático y pa
liativo) , de manera que una vez terminado el corto alivio, se le veia reaparecer
mas grave que anteriormente.
(2) Cuando un hombre ha sido curado por un verdadero médico, de manera que
91

9. En el estado de salud, la fuerza vital que anima dinámica❤


mente la parte material del cuerpo, egerce un poder ilimitado.
Esta entretiene todas las partes del organismo en una admirable
armonía vital, bajo el aspecto del sentimiento y de la actividad,
de modo que el espíritu dotado de razon que reside en nosotros
puede emplear libremente estos instrumentos vivos y sanos pára
conseguir el fin elevado de nuestra existencia .
10. El organismo material, supuesto sin fuerza vital, no puede
ni sentir, ni obrar, ni hacer cosa alguna para su propia conser
1
vacion ( 1 ). Es únicamente al ser inmaterial que le anima en el
estado de salud y de enfermedad á quien debe el sentimiento y
el desempeño de sus funciones vitales.
11. Cuando el hombre cae enfermo, esta fuerza espiritual,
activa por sí misma y presente por todas partes en el cuerpo, es
en un principio la sola que resiente la influencia dinámica de el
agente hostil á la vida. Ella sola, despues de haber sido desar
monizada por esta percepcion, puede proporcionar al organis
mo las desagradables sensaciones que esperimenta, y promover
en él las acciones insólitas que llamamos enfermedad. Siendo
invisible por sí misma y solamente perceptible por los efectos

no quede la menor señal , el mas ligero síntoma de enfermedad , y que todos los
signos de la salud hayan vuelto á presentarse de un modo duradero , ¿ puede supo
nerse sin ofender el entendimiento humano que la enfermedad entera existe todavia
en el interior ? Tal es sin embargo lo que pretende uno de los corifeos de la an .
tigua escuela , Hufeland, cuando dice: " La homeopatía puede muy bien quitar
los síntomas pero la enfermedad permanece . " ¿Obra de este modo en despecho de
los progresos que hace la homeopatía para la felicidad del género humano,
ó porque aun tiene formada una idea grosera de la enfermedad, porque la conside
ra, no como una modificacion dinámica del organismo, sino mas bien como una co
sa material, capaz de permanecer escondida , despues de la curacion, en algun rin
con del interior del cuerpo, y de tener cualquier dia el capricho de manifestar su
presencia aun en medio de la salud mas floreciente ? He aqui hasta donde llega
la ceguedad de la antigua patologia ! No debe pues estrañarse , segun esto, que
solo haya podido producir una terapéutica cuyo único objeto es el de barrer el
cuerpo del pobre enfermo. 1
(1) Se halla muerto , y por lo mismo sometido únicamente á la potencia del mun
do físico esterior , entra en putrefaccion , y se resuelve en sus elementos químicos. '>
92

que produce en el cuerpo, no espresa ni puede espresar esta


fuerza su desarmonía mas que por una manifestacion anómala:
en el modo de sentir y de obrar de la porcion del organismo
accesible á los sentidos del observador y del médico, por sín
tomas de enfermedad .
12. No hay mas que la fuerza vital des armonizada, que pue
da producir las enfermedades ( 1 ) , 1 Los fenómenos morbosos
accesibles á nuestros sentidos espresan, pues, al mismo tiempo
todo el cambio interno, es decir, la totalidad de la desarmonía
de la potencia interior. En una palabra, ponen la enfermedad
toda entera en evidencia. De consiguiente la curacion, esto es,
la cesacion de cuanto se notaba de enfermo, la desaparicion de
todos los cambios apreciables que son incompatibles con el es
tado normal de la vida, tiene por condicion y supone necesa
riamente que la fuerza vital esté restablecida en su integridad
y el organismo entero vuelto á la salud.
13. Se sigue de aqui que la enfermedad , inaccesible á los pro
cedimientos mecánicos de la cirujía, no es como la pintan los
alopatistas, una cosa distinta** del todo viviente del organismo y
de la fuerza vital que le 1 anima, ocultada en el interior del
cuerpo y siempre material, cualquiera que sea el grado de su
tileza que se la quiera desde luego atribuir . Semejante idea
solo podia emanar de las cabezas embebidas en las doctrinas del
materialismo. Ella es la que durante millares de años ha lan
zado la medicina en los falsos caminos que ha recorrido y en
que se ha separado de su verdadero destino.
14. De todos los cambios morbosos invisibles que sobrevie
nen en el interior del cuerpo, y cuya curacion se puede realizar,
no existe uno solo que los signos y los síntomas no hagan re

(1) De ninguna utilidad podria ser al médico saber como la fuerza vital determi
na al organismo á producir los fenómenos morbosos , es decir como crea la enfer
medad; asi tambien lo ignorará eternamente. El dueño de la vida no ha hecho
accesible á los sentidos mas que lo necesario y suficiente á conocer, en la enfer
medad, para proporcionar la curacion.
93

conocer al observador atento. Asi lo ha querido la voluntad


infinitamente sabia del Soberano conservador de la vida de los
hombres. noi #Qob Homes 15961
15. La desarmonía , invisible para nosotros, de la fuerza que
anima á nuestro cuerpo, no hace mas que uno, en efecto, con el
conjunto de los síntomas que esta fuerza produce en el organis
mo, que hieren nuestros sentidos, y que representan la enfer
dad existente. El organismo es á no dudar el instrumento ma
terial de la vida; pero tan imposible seria concebirle no anima
do por la fuerza vital que , siente y que gobierna de un modo
instintivo, como concebir esta misma fuerza vital independiente
mente del organismo. Ambos á dos no hacen
+37 mas que uno, aun
que 1 nuestro espíritu divida esta unidad en dos ideas tan solo
por su propia comodidad .

16. Siendo nuestra fuerza vital una potencia dinámica, la no


civa influencia sobre el organismo sano de los agentes hostiles
que vienen del esterior á turbar la armonía del juego de la vida
no podria pues afectarla
: mas que de una manera puramente di
námica . El médico tampoco puede por consiguiente remediar
sus desarmonías (las enfermedades) sino haciendo obrar sobre
ella sustancias dotadas de fuerzas igualmente dinámicas ó virtua
les, cuya impresion percibe por medio de la sensibilidad ner
viosa presente en todas partes. Asi los medicamentos no pue
den restablecer ni restablecen realmente la salud y la armonía
de la vida mas que obrando dinámicamente sobre ella, despues
que la observacion atenta de los cambios accesibles á nuestros
sentidos en el estado del sugeto (conjunto de los síntomas) ha
proporcionado al médico nociones sobre la enfermedad, tan com
pletas como necesitaba tenerlas para hallarse en el caso de cu
rarla.

17. La curacion que sucede á la estincion de todo el conjunto


de los signos y accidentes perceptibles de la enfermedad, tenien
do al mismo tiempo por resultado la desaparicion del * cambio
interior en que se funda esta última, es decir, en todos los casos,
94

la destruccion del total de la enfermedad ( 1 ), es claro segun esto


que el médico solo tiene que quitar la suma de los síntomas para
hacer simultáneamente desaparecer el cambio interior del cuerpo
y cesar la desarmonía morbosa de la fuerza vital, esto es, para
estinguir el total de la enfermedad, la enfermedad misma(2). Mas
destruir la enfermedad es restablecer la salud, primero y único
fin del médico penetrado de la importancia de su mision, que
consiste en socorrer á su prójimo, y no en perorar con un tono
dogmático.
18. De esta verdad incontestable, que fuera del conjunto de los
síntomas nada se puede hallar en las enfermedades por medio
de lo cual sean estas susceptibles de espresar la necesidad que 1
tienen de ausilio, debemos concluir, que no puede haber otra
indicacion del remedio digno de elegirse mas que la suma de los
síntomas observados en cada caso individual.
19. No siendo pues las enfermedades mas que cambios en el

(1) Un sueño , un presentimiento, una supuesta vision hija de una imaginacion


supersticiosa, una solemne profecía de muerte infalible en cierto dia y á cierta ho
ra, han producido muchas veces todos los síntomas de una enfermedad incipiente y
progresiva, los signos, de una muerte próxima , y la muerte misma en el momento in
dicado, lo que no habria podido verificarse si no se hubiera operado en el interior
del cuerpo un cambio correspondiente al estado que se manifestaba al esterior. Por
la misma razon, en casos de esta naturaleza , se ha conseguido alguna vez , ya
sea engañando al enfermo, ya, insinuándole un convencimiento contrario, disipar
todos los signos morbosos que anunciaban la proximidad de la muerte, y restablecer
súbitamente la salud, cosa que no habria podido suceder, si el remedio moral no
hubiese hecho cesar los cambios morbosos4 internos y externos cuyo resultado de
bia ser la muerte.
(2) El soberano conservador de los hombres no podia manifestar su sabiduría
y su bondad en la curacion de las enfermedades que les afligen, sino haciendo
percibir claramente al mé dico aquello que necesita quitar á estas enfermedades
para destruirlas y restablecer así la salud. ¿ Que deberiamos pensar de su sabi
duría y de su bóndad, si, como pretende: la escuela dominante, que afecta sumer
av adivinadora en la esencia de todas las cosas, hallándose aquello
gir una mirada
que se debe curar en las enfermedades envuelto en una oscuridad mística y oculto
en el interior del organismo, estuviera en consecuencia el hombre reducido á la
imposibilidad do conocer el mal y de consiguiente tambien á la de curarle.
95

estado general del hombre, que se anuncian por signos morbosos,


y no siendo tampoco posible determinar la curacion mas que
convirtiendo el estado de enfermedad en el de salud, se concive
facilmente que los medicamentos no podrian curar las enferme
dades sino tuviesen la facultad de cambiar el estado general del
hombre, que consisté en sensaciones y acciones, y que es única→
mente sobre esta facultad donde reposa su virtud curativa. ⠀
20. No hay medio de reconocer en sí misma, por los solos
esfuerzos de la inteligencia, esta facultad oculta en la esencia
íntima de los medicamentos, esta aptitud virtual á modificar
el estado del cuerpo y por este mismo trecho á curar las enferme.
dades. Es solo por la esperiencia, por la observación de los
efectos que producé influyendo sobre el estado general de la
economía, como se consigue conocerla y formar una idea clara
I
de ella.
300
21. No siendo la esencia de los medicamentos conocida en sí
misma, lo que nadie puede poner en duda, y no pudiendo las
esperiencias puras, aun hechas por los observadores dotados de
la mas rara perspicacia, } hacernos percibir otra cosa capaz de
constituirles en medicamentos ó medios curativos sino esta facul
tad de producir cambios en el estado general de la economía,
sobre todo en el hombre sano, en quien determinan muchos
síntomas morbosos bien caracterizados, debemos concluir de
aqui, que cuando los medicamentos obran como remedios, no
pueden igualmente egercer su virtud curativa más que por esta
facultad que poseen de modificar el estado general de la economía
dando lugar á síntomas particulares. De consiguiente es nece
sario limitarse á los accidentes morbosos que provocan los
medicamentos en el cuerpo sano, como á la sola manifestacion
posible de la virtud curativa que gozan, si se quiere saber res
pecto á cada uno de ellos, cuales son las enfermedades que se
hallan en estado de curar.

22. Mas como no se descubre en las enfermedades, ninguna


otra cosa que se necesite quitarlas, para convertirlas en salud
96

sino es el conjunto de sus signos y síntomas, y como tampoco se


percibe en los medicamentos ninguna otra cosa de curativo mas
que su facultad de producir síntomas morbosos en los hombress
sanos, y de hacerles desaparecer en los enfermos, se sigue de
aqui, que los medicamentos solo toman el carácter de remedios y
se hacen capaces de estinguir enfermedades, 2 escitando ciertos
accidentes y síntomas, determinando una cierta enfermedad ar
tificial que destruye los síntomas ya existentes, es decir, que
hace cesar á la enfermedad natural que se desea curar. Se
sigue tambien, que para estinguir la totalidad de los síntomas
deLi una enfermedad
37. es menester buscar un medicamento que
tenga tendencia á producir síntomas semejantes ó contrarios ,
segun se haya sabido por esperiencia que el modo mas facil,
mas cierto, mas seguro y mas duradero de quitar los síntomas
de la enfermedad y de restablecer la salud, sea oponer á estos
últimos otros síntomas medicinales semejantes ó contrarios (1) .
D ZOHDIS
23. Pues bien, todas las esperiencias puras, todos los ensayos
hechos con cuidado, nos enseñan que síntomas morbosos continuos
lejos de poder ser eclipsados y estinguidos por síntomas medicina
les opuestos, como los que escita el metodo antipático, enantiopátí

HONDA
rolo # HOL > 111 3 .
(1) El otro modo, ademas de estos dos, de emplear tambien los medicamentos
contra las enfermedades es el método alopático, aquel en que se administran los
remedios capaces de producir síntomas que no tienen la menor relacion directa
con el estado del enfermo, no siendo ni semejantes ni opuestos, sino absoluta
mente heterogéneos . He demostrado, en la introduccion, que este método es una
imitacion grosera y perjudicial de los esfuerzos imperfectos que un impulso ciego
y puramente instintivo muéve á la fuerza vital , perturbada por cualquier desagra
dable influencia, á intentar para salvarse á cualquier precio, escitando y entrete
niendo una enfermedad en el organismo; porque la ciega fuerza vital no ha sido
creada mas que para entretener la armonía en el organismo, mientras dura la sa
#
lud, y una vez desarmonizada , no es mas apta para restituirse al estado normal ,
que los síntomas para constituir la enfermedad misma. Sin embargo, por poco
á proposito que sea, se emplea hace tanto tiempo en la escuela actual , que no es
mas permitido al médico pasarla en silencio, que al historiador callar las opresio
nes que ha esperimentado el género humano durante miles de años bajo gobiernos
absurdos y despóticos .
97

co ó paliativo, reaparecen, por el contrario, mas intensos que


nunca, y agravados de un modo muy manifiesto, despues de ha
ber simulado calmarse por algun tiempo ( V. 58-62 y 69) .
24. No queda pues otro modo de emplear con ventaja los
medicamentos contra las enfermedades, que recurrir al método
homeopático, en el cual se busca, para dirigirle contra la univer
salidad de los síntomas del caso morboso individual, aquel de en
tre todos los medicamentos cuyo modo de obrar sobre el hombre
sano sea bien conocido y que posea la facultad de producir la
enfermedad artificial mas parecida á la enfermedad natural que
se tiene á la vista.
25. Mas el solo é infalible oráculo del arte de curar, la espe
riencia pura ( 1 ) , nos enseña, en todos los ensayos hechos con
cuidado, que en efecto , el medicamento que obrando sobre hom
bres sanos, ha podido producir mayor número de síntomas
semejantes á los de la enfermedad cuyo tratamiento se propone,
posee realmente tambien cuando se emplea á dosis bastantemente
atenuadas, la facultad de destruir de un modo pronto, radical y
duradero, la universalidad de los síntomas de este caso morboso ,
és decir ( V. 6-16) la enfermedad presente toda
1 entera ; ella nos
enseña que todos los medicamentos curan las enfermedades
cuyos síntomas se aproximan lo mas posible á los suyos, y que
entre estas últimas ninguna hay que se le resista.

f (1 ) No quiero decir en esto una esperiencia semejante á la de que se alaban


nuestros prácticos vulgares despues de haber, durante largos años, combatido con
un farrago de recetas complicadas una multitud de enfermedades que jamas han
examinado con cuidado, pero que , fieles á los estravíos de la escuela, han conside
rado como bastantemente conocidas por los nombres que tienen en la patologia,
creyendo descubrir en ellas un principio morbífico imaginario ó cualquiera otra
愿 anomalía interna no menos hipotética . A la verdad siempre ven algo en ellas, pero
no saben lo que ven , y llegan á resultados que solo un Dios podria aclarar en me
dio de un concurso 'tan considerable de fuerzas diversas que obran sobre un sugeto
desconocido, resultado de que no puede sacarse la menor induccion . Cincuenta
años de una esperiencia semejante son como cincuenta años pasados en un Kalei
doscopio, que lleno de cosas desconocidas y variadas, voltease continuamente so
bre sí mismo: se habrian visto millares de figuras cambiando á cada instante, sin
poder esplicarse ninguna de ellas .
13
98

26. Este fenómeno estriva sobre la ley natural de la homeopa


tía, ley desconocida hasta ahora, aunque se haya tenido de ella
alguna vaga sospecha, y aun que haya sido siempre la base
de toda curacion verdadera, es á saber, que una afeccion diná
mica, en el organismo viviente, se estingue de un modo duradero
por otra mas fuerte, cuando esta última, sin ser de la misma
´especie que ella, se la parece mucho en cuanto á la manera con

que se manifiesta ( 1 ) .
27. La potencia curativa de los medicamentos está pues fun
dada ( V. 12-26) en la propiedad que tienen de dar lugar á
síntomas semejantes á los de la enfermedad y que esceden en
fuerza á estos últimos . De donde se sigue que la enfemerdad
no puede ser extinguida de un modo seguro, radical , rápido y
duradero , mas que á beneficio de un medicamento capaz de
provocar el conjunto de síntomas mas semejante á tla totalidad
de los suyos, y dotado al mismo tiempo de una energía, superior
á la que ella posee.

(1 ) De esta manera tambien es como se tratan los males físicos y morales. ¿ Por
qué el brillante planeta Júpiter desaparece en el crepúsculo de la mañana á los
›nervios ópticos de aquel que le contempla ? porque una potencia semejante, pero
mas fuerte, la claridad del dia naciente, obra entonces sobre estos órganos. ¿ Con
qué se acostumbra calmar los nervios alfatorios ofendidos de olores desagradables?
con tabaco que afecta á la nariz de un modo semejante , pero mas fuerte . No es
-seguramente-ni-e icon música , ni -con -dulces como se podria curar el disgusto
del olfato, porque estos objetos son relativos á otros nervios. Por qué medio se
sofoca en el oido compasivo de los concurrentes los lamentos del infeliz condenaSet do
á baquetas ? por el agudo sonido del pito, asociado al ruido del tambor. ¿ Cómo
se encubre el estruendo distante del cañon enemigo, que llenaria de terror el alma
del soldado ? con el bronco eco del bombo. Ni esta compasion ni este terror ha
B brian podido ser reprimidos, ya sea por amonestaciones, ya por la distribu 49 cion
la tristeza y los pesares se estinguen en
de brillantes uniformes. Del mismo modo MIDORG
o
- el alma con la noticia , aunque fuera falsa , de un disgustoV mayor sucedid á otra
o persona. Los inconvenientes de una alegría demasiado % viva 6 son precavidos por
6 el café, que por sí mismo dispone el alma á las impresiones agradables. Ha3154sido
necesario que los alemanes, sumidos por espacio de muchos siglos en la apatía y
la esclavitud, fuesen abrumados bajo el tiránico yugo del extranjero , para que se
despertase en ellos el sentimiento de la dignidad del hombre, y levantasen /4 la91 ca
beza por la primera vez.
99

28. Como esta ley terapéutica de la naturaleza se manifiesta


altamente en todos los ensayos puros y en todas las esperiencias
sobre cuyos resultados se puede contar, y que de consiguiente
el hecho es positivo, nos importa bien poco la teoría cientifica
del modo con que se verifica. Doy muy poca importancia á
las esplicaciones que se podrian proponer al efecto. Sin embargo
la siguiente me parece ser la mas verosimil, porque estriba
unicamente en datos suministrados por la esperiencia .
29. En toda enfermedad que no pertenece esclusivamente al

dominio de la cirugía, proviniendo solo de una desarmonía
particular de la fuerza vital, respecto al modo con que se egecutan
las sensaciones y las acciones, el remedio homeopático acarrea á
esta fuerza una 1 enfermedad medicinal ó artificial análoga, pero
un poco más fuerte, que reemplaza desde luego la enfermedad
natural. Cediendo entonces * 』 al impulso del instinto , la fuerza
vital, que solo se halla ya enferma de la ateccion , medicinal,
1
pero que lo está un poco mas que anteriormente, se ve obligada, á
desplegar Cmayor energía contra esta nueva enfermedad ; mas
siendo poco duradera la accion de la potencia medicinal que la
desarmoniza ( 1 ) , no tatda aquella en triunfar, de manera que,

(1) La poca duracion de actividad de las potencias capaces de producir en


fermedades artificiales, à quienes damos el nombre de medicamentos , hace que, á
1
pesar de su superioridad sobre las enfermedades naturales, halle la fuerza vital
CUA A
mucha menos dificultad en triunfar de ellas que de estas últimas. Teniendo las
enfermedades naturales una duracion de actividad muy dilatada, el mayor número
de veces tan larga como la vida misma ( psora, sifilis , sycosis), jamas pueden ser
vencidas por la sblá fuerza vital . Se necesita para estinguirlas que afecte el mé·
dico á esta mas enérgicamente por medio de un agente capaz de provocar una
enfermedad muy análoga, pero dotada de una potencia superior (remedio , homeo
pático). Este agente, introducido en el estómago, ó respirado por la nariz, obli
{
ga en algun modo á la energia vital ciega é instintiva, y su impresion ocupa el lu
´gar de la enfermedad natural existente hasta entonces, de tal modo que la fuerza
* ´vital solo se halla en lo sucesivo atacada por la enfermedad medicamentosa, de
'quien no es sin embargo presa mas que algunos dias, porque la accion del
U
medicamento (del curso de la enfermedad determinada por él) no dura mucho
CI
tiempo . “ La curacion de las enfermedades que tienen ya muchos años de…..fecha,
proporcionada ( 46) por la aparicion de la variola ó del sarampion (que so! o
duran algunas semanas), es un fenómeno del mismo género.
100

como había sido desembarazada en un principio de la enfermedad


natural , lo es ahora tambien de la enfermedad medicinal ó fac
ticia sostituida á aquella, y vuelve por consiguiente la vida del
organismo al camino de la salud . Esta hipótesis, que es muy
verosimil, reposa sobre las proposiciones siguientes .
30. Los medicamentos, sin duda tambien porque depende de
nosotros variar la dosis, parecen tener una facultad de desarmo
nizar el cuerpo humano muy superior á la de las irritaciones
2
morbíficas naturales ; porque las
enfermedades naturales se
curan y destruyen con medicamentos apropiados.

31. Las potencias enemigas, tanto físicas como morales, que
atacan nuestra vida, y que se llaman influencias morbíficas, no
poseen de un modo absoluto la facultad de alterar la salud ( 1);
solo caemos enfermos , bajo su influencia, cuando nuestro orga
nismo está bastantemente predispuesto á sentir el ataque de las
causas morbíficas, y á dejarse poner por ellas en un estado en
que las sensaciones que esperimenta y las acciones que egecuta
sean diferentes de las que tienen lugar en el estado normal .
Estas potencias no determinan pues la enfermedad, ni en todos
los hombres, ni en un mismo hombre en todos tiempos.
**
32. Mas es muy diferente lo que sucede respecto á las potencias
morbificas artificiales que llamamos medicamentos. Efectivamen .
te, en todos los tiempos, en todas las circunstancias, un verdadero
medicamento obra sobre todos los# 1hombres, escita en ellos los
sintomas que le son propios, y aun provoca algunos visibles
cuando se le administra á dosis bastante fuertes ; de manera que
todo organismo humano viviente cualquiera, debe ser, en todo
bi...
tiempo, y "3de una manera absoluta , atacado y en cierto
12 t 31.2modo
K 19.
−1'2————Sİ366H 171
( 1) Cuando digo que la enfermedad es una** aberracion ó una desarmonizacion
del estado de salud , no pretendo dar por esto una esplicacion metafísica de la na
" turaleza
intima de las enfermedades en general, ó de cualquier caso morboso en
particular. ! Quiero designar únicamente por este medio lo que no son ni pueden
onseridas enfermedades, es decir, espresar que no consisten en cambios mecánicos
mecánic ó
squimicos de la sustancia material del cuerpo, que no dependen de un principio
morbífico material , y que son esclusivamente alteraciones espirituales o dinámicas
de la vida. tjons IN 22 esat at t ENDEMOS Ediyo
101
Cor

infectado por la enfermedad medicinal ; lo que, como acabo de


J
decir, no sucede respecto á las enfermedades naturales.
33. Resulta pues incontestablemte
29thor de todas las observacio
nes (1), que el organismo humano tiene mucha mas propension'
á dejarse desarmonizar por las potencias medicinales que por las
influencias morbificas y los 1 miasmas contagiosos ; ó lo que
equivale á lo mismo, que las influencias morbíficas solo tienen
un poder subordinado, y aun con frecuencia muy condicional ,
de producir enfermedades, en tanto que las potencias medicinales P
le tienen absoluto, directo é infinitamente superior .
34. La mayor intensidad que tienen los medicamentos para
producir las enfermedades artificiales, no es sin embargo la sola
$condicion exigible para que disfruten del poder de curar las
enfermedades
fx** naturales. Es necesario ante todas cosas, para
que una界面 curacion se efectue, que haya fa mas grande semejanza
posible entre la enfermedad que se trata y la que el medicamento
puede suscitar en el cuerpo humano, á fin de que esta analogía,
unida á la intensidad un poco mas fuerte de la afeccion medicinal ,
permita á esta de reemplazar la otra, y de quitarla asi toda su
influencia sobre la fuerza vital. Esto es tan cierto, que la natu
raleza misma no puede curar una enfermedad ya existente aña
diendo á ella otra enfermedad desemejante por fuerte que esta
3
sea, y que el médico no tiene igualmente tampoco el poder de
determinar curaciones cuando no emplea medicamentos suscepti
bles de producir, en el hombre sano, un estado morboso semejante
V
á la enfermedad que se halla á su vista.
35. Para hacer resaltar mas estas verdades vamos á examinar
...
tres casos diferentes ; á saber, ' la marcha de la naturaleza en dos
Pa ‫اد‬

( 1) He aqui ur hecho notable de esté género: cuando antes del año de 1801
reinaba todavia de tiempo en tiempo , entre los niños, de un modo epidémico la fie
bre escarlatina lisa de Sydenham , atacaba sin escepcion á los que no la habian
padecido en la epidemia precedente ; mas en la epidemia de que yo mismo fuí
testigo en Konigslutter, todos los niños que tomaron bien á tiempo una ligerísima
dosis de belladona, estuvieron esentos de esta enfermedad sumamenté contagiosa.
Para que puedan los medicamentos preservar de una enfermedad epidémica, es
necesario que su potencia de modificar la fuerza vital sea superior á ella.
3244
+102
ob edras omg of
enfermedades naturales desemejantes que se hallan á la vez’èn
un mismo sugeto, y el resultado del tratamiento médico ordinario
Jresla ck
de las enfermedades con medicamentos alopaticos, incapaces de
escitar un estado morboso artificial semejante á aquel cuya cura
cion se trata de producir. Este exámen demostrara, por Wha
Une 021
parte, que no está en la potencia de2'1la naturaleza misma el curar
una enfermedad ya existente
}: 11 enfermedad desemejante,
O 1.otra
con
aunque sea mas fuerte ; y por otra, que los medicamentos , aun
los mas enérgicos, jamas podrian determinar la curacion de una
enfermedad cualquiera, no siendo homeopáticos .
11 36.
C I. Si las dos enfermedades desemejantes que se hallan á
la vez en el hombre tienen una fuerza igual, ó si la mas antigua
es mas fuerte que la otra, la nueva enfermedad será rechazada 126
‫ܪ‬، ‫ܐ‬
del cuerpo por la que ya existia antes de ella, y no podrá
establecerse alli ,Asi un hombre,7.11atormentado ya de una afec
15 +
cion crónica grave, no esperimentará
04 los ataques de una disen
1 0° 15 I.
tería autumnal, ó de cualquier otra C epidemia moderada .} Segun. ;
Larrey (1), la peste del Levante
"') no estalla en los sitios en que
39 B bi
reina el escorbuto, ni se infestan de ella tampoco las personas que
Sure
padecen de dartros. El raquitismo impide 164á la vacuna desarro
llarse, á lo que dice Jenner, Hildenbrand
121322 asegura que
i3 los011
tísicos
no se resienten de las fiebres epidémicas, á menos que estas no
• sean muy violentas. r Fi on olmaba
37. Del mismo modo, una enfermedad
194 crónica
7: antigua no
cede al método ordinario JICL
de curacion con medicamentos alopáti
3
cos, es decir incapaces de producir**en el hombre sano un estado
análogo al que la caracteriza.Resiste á los tratamientos de este
J634 " G 60 5.
género, aun prolongados durante años enteros, con tal que no
i sean demasiado violentos. Esta asercion se verifica cada dia en
là práctica, y no tiene necesidad de ser apoyada con egemplos.
31.1la enfermedad nueva, que no semeja á 9:
,,, 38. II . Si la antigua es
1 mas,fuerte que# 6510A esta última, la suspende hasta que ‫ܚ ܩ ܝ ܐ‬ella
‫ܐ‬ misma
haya acabado su curso, ó sea curada ; pero entonces reaparece la
ཨབྲསཝེནཉྩན an མ་ བ
199, 28 092 Ar batba si moh Jom ob mit
(I) Mémoires et observations, en la Description de l'Egypte, tom. I.
103

antigua. Tulpius90nos refiere 2( 1) que dos niños, habiendo contrai


MUAJ
do la
1) tiña, dejaron de esperimentar accesos de epilepsia á que
habian€ estado sujetos hasta entonces, pero que volvieron los acce
sos despues de la desaparicion del exantéma
89 b: 1. Op.9 de la cabeza. Schoepf
ha visto estinguirse IN
la JOI
sarna por la manifestacion del escorbuto,
y renacer despues de la curacion de esta h última enfermedad (2).
Un violento tifo ha suspendido
11 los progresos de una tísis pulmo
JIL
nal ulcerosa, que recobróRsu marcha 11inmediatamente despues de
JMBH CO
la cesacion de la afeccion Itifosa
foun (3) . La manía que se déclara en
un tísico
35 eclipsa la tisis con todos
A sus síntomas; pero la enferme
dad del pulmon renace y mata al enfermo si la enagenacion mental
llega á cesar (4) . Cuando 2el sarampion
، ‫ ܐ ܐ‬y las viruelas reinan jun
tos, y han atacado uno y otro al mismo niño, sucede ' ordi
nariamente que el sarampion ya declarado
# 12 ) se suspende por la
variola que estalla, y no recobra. ‫ر‬su curso
$23 hasta
‫ا‬ :1 ) la curacion de
esta : sin embargo Mangeto 1ha ) visto A tambien (5) las viruelas,
plenamente declaradas á consecuencia de la inoculacion , ser de
tenidas durante cuatro dias por un sarampion que sobrevino, y
despues de cuya descamacion se 2 reanimaron,
2541 para recorrer luego
sus periodos hasta el fin. Se ha visto
vi igualmente la erupción del
1
sarampion, al sesto dia de *. la inoculacion, detener el trabajo
inflamatorio de esta última, y no 607
estallar la variola hasta que el
otro exantema hubo terminado su ‫ܐܐ‬período
‫ܐܝ‬ septenario (6) . *** En
una epidemia rubeólica, estalló el sarampion en muchos de los
‫ܕ‬
inoculados, cuatro ó cinco dias despues de‫را‬la insercion, y retar
dó hasta sú entera desaparicion la erupcion de las viruelas, que
solamente se " verificó entonces y marcho despues de
(L 3:4 ajun 1501
modo

(1 ) Obs. , lib. I, obs . 8.


En el Journal de Hufeland, XV , 1 .
Chevalier en1 Nouvelles Annales
- 10(3) Rousi BC 137 &los Médecine française de Hufeland, II
JA helf D wrdiccobonde1 la1-5 6 ) 201
pag. M192.
ania phthis supe
(4) i rveniens eam cum omnibus suis phænomenis auffert, verum
t
mor phthisis et occidit , abeunte manía . Reil . Memor . fasc . III , V, p . 171 .
(5) En Edinb . med . comment. t. 1,t. 2 ruk * nsin ba
(6) Juan Hunter , Traité des maladies vénérienne .
s
COR
104
‫ܐ‬
regular ( 1) . La verdadera fiebre escarlatina de Sydenham (2),
con angina, fue eclipsada al cuarto dia por la manifestacion de
la vacuna, que siguió hasta su T fin, y solamente despues** de la
terminacion de esta se vió á la escarlata manifestarse de nuevo .
Mas, como estas dos enfermedades parecen ser de igual fuerza,
se ha visto tambien á la vacuna ser suspendida, al octavo dia,
por la erupcion de una verdadera escarlata, y desaparecer su
areola encarnada, hasta que esta hubo terminado su curso, en
cuyo momento volvio á tomar tambien aquella el suyo y le conclu
yó con regularidad (3) . Una vacuna estaba ya á punto de llegar á
su perfeccion, al octavo dia, cuando estalló un sarampion que la
dejó inmediatamente estacionaria, y solo recobró y concluyó su
marcha despues de la descamacion de este, de manera que segun
refiere Kortum (4) tenia el décimo- sesto dia el aspecto que ordi
nariamente presenta al décimo . Se ha visto tambien prender la
vacuna aun en medio de un sarampion declarado, mas no empe
zar á recorrer sus periodos hasta que se estinguió esta última
!
afeccion ; tal es lo que nos refiere igualmente Kortum (5) . Yo
mismo he tenido ocasion de ver una angina parotidea desapare
de la yacu
f cer tan luego como se estableció el trabajo particular
¡ na. Solo fue despues que la vacuna hubo acabado su curso, y
que la areola encarnada de los granos hubo desaparecido, cuan 2
do se manifestó en las glándulas parótidas y submaxilares una
nueva tumefaccion acompañada de fiebre, que recorrió su perio
do ordinario de siete dias . Esto mismo se verifica en todas las
enfermedades desemejantes ; la mas fuerte suspende á la mas
débil , á menos que no se compliquen juntas, lo que rara vez
sucede en las afecciones agudas ; pero nunca se curan recíproca
mente.
(1) Rainay, en Med, comment . of Edinb., 111, p. 480.. Is a
H 2) Ha sido descrita muy exactamente por Withering y Plenciz ; pero difiere
mucho de la miliar purpúrea ( ó del Roodvonk) á quien se gustaba llamar fiebre
escarlatina. Solo en estos últimos tiempos es cuando estas dos enfermedades, ori
ginariamente muy diversas, se han aproximado entre sí por sus síntomas.
(3) Jenner, en Medizinische Annalen, 1800, Agosto , p.. 747 .
(4) En el diario de Hufeland, XX, III, P. 50 % stisne prop dì rest
(5) Loc. cit.
105

39. La escuela médica ordinaria ha sido testigo de estos hechos


durante siglos enteros. Ha visto la naturaleza misma impotente
de curar ninguna enfermedad por la adicion de otra, por inten
sa que fuese esta última, cuando la que sobreviene no es semejan
te á la que ya existe en el cuerpo . ¿ Qué debe pensarse de ella,
cuando no ha dejado por eso de tratar las enfermedades crónicas
con medios alopáticos, es decir, con sustancias que las mas veces
no podian escitar por sí mismas mas que un estado morboso no
semejante á la afeccion que se trataba de curar ? Y aun cuando
los médicos no hubiesen observado hasta entonces la naturaleza
con bastante atencion no les habria sido posible conocer por los
tristes efectos de sus procedimientos, que se hallaban sobre un
camino estraviado, tan solo propio á alejarles del fin que se pro
ponian ? ¿ No advertian que empleando segun su costumbre
medios alopáticos violentos contra las enfermedades crónicas, no
hacian mas que crear una enfermedad artificial no semejante á la
primitiva, que reducia sí á esta al silencio y la suspendia duran
te todo el tiempo de su propia curacion, pero que la dejaba rea
parecer tan luego como la disminucion de las fuerzas del enfermo
no permitia ya continuar minando el principio de la vida con los
vivos ataques de la alopatía ? Asi es como las purgas enérgicas
y repetidas con frecuencia limpian realmente bastante pronto
la piel del exantema psórico ; mas, cuando el enfermo no puede
ya soportar la afeccion desemejante que se ha producido violen
tamente en sus entrañas, cuando se ve obligado á renunciar á los
'purgantes, la erupcion cutánea reaparece tal cual existia ante
riormente, ó la psora interna se manifiesta por un sintoma
desagradable cualquiera, atendido que ademas de la afeccion
primitiva, que en nada ha disminuido, el enfermo tiene actual
mente su digestion desarreglada y sus fuerzas estinguidas. Del
mismo modo cuando los médicos ordinarios producen y entre
tienen ulceraciones en la superficie del cuerpo, creyendo destruir
por este medio una afeccion crónica, no consiguen jamas el fin
que se proponen, es decir que jamas curan, porque estas ulceras
facticias son enteramente estrañas y alopáticas al mal interno.
14
106

Sin embargo, como la irritacion causada por muchos cauterios


es con frecuencia un mal superior, aunque desemejante, al estado
morboso primitivo, le sucede a veces reducir á でeste por algun
tiempo al silencio ; pero solo consigue suspenderle estenuando
gradualmente al enfermo . Una epilepsia, que habia sido supri
mida durante muchos años por los cauterios, reaparecia cons
tantemente, y mas violenta, que nunca , cuando se trataba de
suprimir el exutorio, como lo testifican Pechlin ( 1) y otros.
ni
Pero ni los purgantes son mas alopáticos respecto á la sarna,
k
los cauterios por lo que hace á la epilepsia, que las mezclas de
ingredientes desconocidos , de que se hace uso en la práctica
vulgar, lo son relativamente á las innumerables otras formas de
enfermedad . Estas mezclas no hacen tampoco otra cosa que
debilitar al enfermo y suspender el mal durante un lapso de
tiempo muy corto, sin poderle curar, ademas que su adminis
tracion repetida nunca deja de añadir un nuevo estado morboso
al antiguo .
40. III . Puede tambien suceder que la nueva enfermedad ,
despues de haber obrado largo tiempo sobre el organismo, con
cluya por unirse con la antigua afeccion, á pesar de la falta de
semejanza que hay entre ellas, y que de aqui resulte una en
fermedad complicada, de tal modo sin embargo que cada una
ocupe una region especial en el organismo, y que se instale en
los órganos que la convienen, abandonando los demas á la otra
que no se la parece. Así un venéreo puede aun hacerse sarnoso
Ꭹ vice versa. Siendo las dos enfermedades desemejantes, ¿no
podrian estinguirse y curarse reciprocamemte ? Los síntomas
venéreos se cclipsan en un principio, cuando la erupcion psóri
ca empieza ; mas, con el tiempo , siendo la } enfermedad venérea
tan fuerte por lo menos como la sarna, las dos afecciones se
asocian una con otra (2) , es " decir, que cada cual se apodera

(1). Obs phys . med . , lib. 2, obs. 30.


(1 ) Exactas esperiencias y curaciones que, he obtenido de estas especies de
afecciones complicadas, me han convencido que no resultan de un amalgama
107

únicamente de las partes del organismo mas apropiadas, y que el


sugeto se encuentra mas enfermo y mas difícil de curar.
En caso de concurso de dos enfermedades agudas contagiosas
que no semejan entre sí, por ejemplo de la variola y del sa -

rampion, ordinariamente la una suspende á la otra, como se ha


manifestado poco há . Sin embargo han existido algunas epide
mias violentas donde en casos raros, dos enfermedades agudas
desemejantes han invadido simultáneamente un solo y mismo
cuerpo, y se han complicado, por decirlo así, una con otra du
rante un corto espacio de tiempo. En una epidemia en que las
viruelas y el sarampion reinaban á la vez , hubo trescientos
casos en que una de estas dos enfermedades suspendió á la otra, en
que el sarampion no estalló hasta los veinte dias despues de la
erupcion de la variola, y las viruelas diez y siete á diez y ocho
dias despues de la del sarampion , es decir una vez terminado el
periodo total de la primera enfermedad ; pero existió uno en el
cual P. Russell ( 1 ) halló simultáneamente estas dos enfermedades
desemejantes en el mismo sujeto. Rainey (2) ha observado el sa
rampion y la variola juntos en dos niñas . J. Maurice (3) dice no
haber hallado mas que dos casos de este género en su práctica . Se
hallan tambien egemplos semejantes en Ettmuller (4 ) y algunos
otros. Zencker (5) ha visto la vacuna seguir su curso regular
juntamente con el sarampion y la fiebre miliar purpúrea, y Jenner
la vacuna recorrer tranquilamente sus periodos en medio de un
tratamiento mercurial dirijido contra la sifilis.

de dos enfermedades, sino que existen simultáneamente en la economía, ocupando


cada una las partes que estan mas en armonía con ella. En efecto, la curacion
se verifica de un modo completo alternando oportunamente el mercurio y los me
dios convenientes para curar la sarna , administrados uno y otros á las dosis y
bajo la forma de preparacion mas adecuadas.
(1) Transactions of a soc. for the improvem. of med. and chir. knowl, II .
(2) Med. conmen't. of. Edinb. , III , p . 480.
(3) Med. and phys. journal, 1805.
(4 ) Opera , II , P. 1 , cáp. 10 .
(5) En el diario de Hufeland , XVII.
108

41. Las complicaciones ó coexistencias de muchas enfermeda


des en un mismo sugeto, que resultan de un largo uso de medica
mentos no apropiados y deben orígen á los desgraciados proce
dimientos de la medicina alopática vulgar, son infinitamente
mas frecuentes que aquellas á que dá lugar la naturaleza misma.
Repitiendo incesantemente el empleo de remedios que no con
vienen, se acaba por añadir á la enfermedad natural que se pre
tende curar, los nuevos estados morbosos, á veces muy obstinados,
que estos remedios deben excitar por la naturaleza misma de sus
facultades especiales . No pudiendo curar estos estados por
una irritacion análoga, es decir por Homeopatía, una afeccion
crónica con la cual no tienen la menor similitud, se asocian poco
á poco con esta última, y añaden así una nueva enfermedad
facticia á la antigua, de manera que el sugeto se hace doble
mente enfermo, mucho
*** mas difícil de curar, y aun á veces tambien
2.
enteramente incurable. Multiplicados hechos consignados en
los diarios ó en los tratados de medicina , vienen en apoyo de
esta asercion . Se halla tambien una prueba de ella en los fre- .
cuentes casos en que la enfermedad chancrosa venérea, compli
cada sobre todo con la afeccion psórica, y aun con la gonorréa
ó la sycosis, lejos de curar con tratamientos largos ó repetidos de
dosis considerables de preparaciones , mercuriales mal elegidas,
se coloca en el organismo al lado de la enfermedad mercurial
3*
crónica , que se desarrolla poco a poco ( 1 ) , y forma con ella
una monstruosa complicacion, designada bajo el nombre de sifi
lis lárvea, que sino es absolutamente incurable, tampoco puede
por lo menos ser conducida al estado de salud sino con la mayor
dificultad. gokat.ub the rate. C

42. La naturaleza misma,


212 como he dicho, permite algunas

31A
(1) Porque independientemente de los síntomas análogos á los de 9.5 la enfermedad
venérea, que le permiten curar homeopáticamente esta última , el mercurio pro
duce todavia otros muchos que no semejan á los de la șifilis , y que , cuando se le
administra á altas dosis, sobre todo en la complicacion tan comun de la psora, de
terminan nuevos males, y hacen grandes estragos en el cuerpo.
109

veces la coincidencia de dos ó de tres enfermedades espontáneas


en un solo y mismo cuerpo. Mas es menester notar bien que
esta complicacion solo se verifica respecto á enfermedades dese
mejantes, que segun las leyes eternas de la naturaleza, no pueden
extinguirse y curarse recíprocamente. Esto se efectua, á lo que
parece, de tal modo que las dos ó tres enfermedades se dividen
por decirlo asi el organismo, y que cada una de ellas ocupa en
él las partes que mas la convienen, division que puede hacerse
sin perjudicar á la unidad de la vida, á causa de la falta de
similitud que haya entre ellas.
43. Mas el resultado es muy diverso cuando dos enfermedades
análogas llegan á encontrarse en el organismo, es decir, cuando
á la enfermedad ya existente se añade otra mas fuerte que se la
semeja. Aqui es donde se conoce como puede determinarse la
curacion por la via1. de la naturaleza, y como debe conducirse el
hombre para curar.
44. Dos enfermedades que se semejan no pueden ni rechazarse
mutuamente, como en la primera de las tres hipotesis preceden
tes ; ni suspenderse la una á la otra, como en la segunda, de
modo que la antigua reaparezca despues de extinguida la nueva,
ni en fin, como e
en la tercera, existir una al lado de otra en el
mismo sujeto, y formar una enfermedad doble ó complicada .
45. No ! dos enfermedades que difieren mucho una de otra en
cuanto al género ( 1 ) , mas que se semejan en gran manera respecto
á sus manifestaciones y á sus efectos, es decir en los síntomas y
padecimientos que determinan, se extinguen siempre mutuamente
tan luego como llegan á‫ ر‬encontrarse en un mismo sugeto. La
mas fuerte destruye á la mas débil. Este fenómeno no es di
fícil de concebir. La enfermedad mas fuerte que sobreviene,
teniendo una grande analogía con la antigua en su modo de obrar,
invade,
J y aun con preferencia,
OR 59 a las partes que habia hasta enton
ces atacado esta última, que mas débil que ella, se extingue, no

(1) Véase anteriormente 26, la nota.


110

pudiendo ejercer mas su actividad ( 1). En otros términos, desde


que la fuerza vital desarmonizada por una potencia morbífica,
llega á ser dominada por una nueva potencia muy análoga, pero
superior en energía, no siente mas que la impresion de esta sola,
y la precedente, reducida á la condicion de una simple fuerza
sin materia, debe cesar de egercer una influencia morbífica, y
consiguientemente de existir.
46. Se podria citar muchos egemplos de enfermedades que la
naturaleza ha curado homeopáticamente con otras enfermedades
capaces de producir síntomas semejantes . Mas, si se quieren
hechos claros y al abrigo de toda contestacion , es necesario
limitarse al corto número de enfermedades siempre semejantes
á sí mismas que proceden de un miasma permanente, y que por
esta razon, son dignas de recibir un nombre particular.
Entre estas afecciones se presenta, en primera línea, la vario
la, tan famosa por el número y la intension de sus síntomas, y
que ha curado una multitud de males caracterizados por síntomas
semejantes á los suyos.
Oftalmias violentas y que llegan hasta la abolicion de la vista,
son uno de los accidentes mas comunes de las viruelas. Pues
bien, Dezoteux (2) y Leroy (3) refieren cada cual un caso de of
talmia crónica, que fue curada de un modo perfecto y duradero
por la inoculacion .
Una ceguera que tenia ya dos años de fecha, y que habia sido
ocasionada por la repercusion de la tiña, cedió completamente á
la variola, segun Klein (4) .
' Cuántas veces no ha sucedido que ocasionen las viruelas la
sordera y la dispnea ? J.-F. Closs (5) las ha visto curar estas

‫܂‬.
(1 ) Del mismo modo que la imágen de la llama de una lámpara es rápidamente
eclipsada en el nervio óptico por un rayo de sol , que hiere nuestra vista con
mas fuerza. J
(2) Traité de l'inoculation , p . 189.
(3) Heilkunde für Mutter, p. 384.
(4) Interpres clinicus, p. 293.
(5) Neue Heilart der Kinderpocken. Ulma, 1769 , p. 68; y Specim . , obs., n. 18 ,
111

dos afecciones, tan luego como llegaron á su mas alto grado de


intensidad. Una tumefaccion muy considerable de los testículos
es un síntoma frecuente de la variola.. Asi se ha visto, segun
1
Klein (1 ), á este exantena curar homeopáticamente una intu
mescencia voluminosa y dura del testículo izquierdo que era el
resultado de una contusion . Un infarto análogo del testículo fue
igualmente curado por ella, á presencia de otro observador (2) .
Se cuenta tambien una especie de disentería en el número de
los desagradables accidentes que determinan las viruelas : por
este motivo han curado ellas homeopáticamente la disentería en
un caso que refiere F. Wendt (3).
Nadie ignora que cuando sobreviene la variola despues de la
insercion de la vacuna, destruye inmediatamente á esta de un
modo homeopático, y no la permite llegar á su perfeccion, tanto
porque tiene mas fuerza que ella, como porque se la parece mu
cho. Mas, por la misma razon, cuando la vacuna llega al tér
mino de, madurez, su grande semejanza con la variola hace que
homeopáticamente disminuya y modere mucho á esta última,
cuando llega á declararse, imprimiéndola un carácter mas benig
F
no, + como lo testifican Muhry (4) y otros muchos autores.
La vacuna, ademas de las pústulas preservativas de las virue
las, escita tambien una erupcion cutánea general de otra natura
leza. Consiste este exantéma en granos cónicos, ordinariamente
pequeños, rara vez gruesos y supurantes, secos, que descansan
sobre areolas rubicundas poco estensas, entremezcladas con
frecuencia con pequeñas manchas de color encarnado, y acom
pañadas á veces del mas vivo prurito. En muchos niños, pre
cede este exantema algunos dias á la aparicion de la areola
encarnada de la vacuna ; pero es aun mas frecuente que se decla
re despues, y desaparezca ai cabo de pocos dias, dejando so.

r
(1) Interpres clínicus.
(2) Nov. act. nat. cur. , vol. I, obs. 22.
(3) Nachricht. von dem Krankeninstitut zu Erlangen , 1783.
(4) En Roberto Willan, sobre la Vacuna.
112

bre la piel unas manchitas encarnadas y duras. Unicamente por


razon de analogía con este exantema es como la vacuna, tan
luego como ha prendido, hace homeopáticamente desaparecer
de un modo completo y duradero las erupciones cutáneas con
frecuencia muy antiguas é incómodas, que existen en ciertos
niños, como lo aseguran un gran número de observadores ( 1) .
La vacuna, cuyo síntoma especial es el causar una tumefac
cion del brazo (2) , ha curado, despues de su erupcion, un brazo
que estaba tumefacto y medio paralizado (3).
La fiebre de la vacuna, que sobreviene en la época de la apa
ricion de la areola encarnada, ha curado homeopáticamente
dos fiebres intermitentes, como refiere Hardege (4) ; lo que
confirma la observacion hecha ya por J. Hunter (5) que dos
fiebres (ó enfermedades semejantes) no pueden subsistir juntas
en un mismo cuerpo (6).
El sarampion y la coqueluche tienenmucha semejanza entre
sí bajo el aspecto de la fiebre y del carácter de la tos. Así Bos .

(1) Principalmente Clavier, Hurel y Désormeaux, en el Bulletin des Sciences


médicales de l'Eure , 1808. Véase tambien Journal de médecine continué, XV, 206.
(2) Balhorn, en el diario de Hufeland , X , II .
(3) Stevenson, en los Annals of medicine de Duncan , vol. I , P. II, no . 9.
(4) En el diario de Hufeland , XXIII .
(5) Traité de la maladie vénérienne. Paris, 1787; en 8. fig.
(6) En las anteriores ediciones del Organon he citado aqui ejemplos de afec
ciones crónicas curadas por la sarna, que despues de los descubrimientos que he
comunicado al público en el primer volúmen de mi Tratado de las enfermedades
crónicas, solo pueden considerarse bajo un cierto punto de vista como curaciones
homeopáticas. Los grandes padecimientos disipados asi (asmas sofocantes y tisis
ulcerosas) eran ya de origen psórico desde un principio ; eran síntomas hechos
alarmantes de una antigua psora completamente desarrollada ya en el interior, á
quienes la aparicion de una erupcion psórica , determinada por una nueva infec
cion, reconducia à la sencilla forma de una enfermedad psórica primitiva; lo que
hacia desaparecer al mal antiguo y á los sintomas amenazadores de la existencia.
Esta vuelta á la forma primitiva no puede por consiguiente ser mirada como un
medio eurativo homeopático de los síntomas muy desarrollados de una antigua
psora, sino bajo el concepto de que la nueva afeccion pone á los enfermos en el
estado, infinitamente mas favorable, de poder en lo sucesivo ser curados con ma
yor facilidad de toda la psora por el empleo de los medicamentos antipsóricos.
113 .

quillon ( 1 ) ha notado en una epidemia en que estas dos enferme


dades reinaban juntas, que entre los niños que tuvieron el saram
pion se halló muchos que no fueron atacados de la coqueluche .
Todos habrian estado exentos, y para siempre, tanto como inac
cesibles en adelante al contagio del sarampion , si la coqueluche
no fuese una enfermedad que solo semeja en parte á este, es decir,
si tuviese la coqueluche un exantema análogo al del sarampion ;
hé aqui porque el sarampion no puede preservar homeopática
mente de la coqueluche mas que un cierto número de niños, y esto
tan solo mientras dura la epidemia.
Mas cuando el sarampion halla una enfermedad que se le pare
ce en su síntoma principal (el exantema) puede sin dificultad
extinguirla y curarla homeopáticamente . Asi es como se curó
un dartro crónico ( 2) de un modo pronto, perfecto y duradero
por la erupcion del sarampion , como lo ha observado Kortum (3) .
Una erupcion miliar que hacia seis años cubria la cara, el cuello
y los brazos , donde causaba un ardor insoportable y que se reno
vaba en todas las variaciones atmosféricas, se redujo, por la
aparicion del sarampion , á una simple tumefaccion de la piel, que
cesó tambien enteramente, tan luego como aquel hubo desapare
cido, y no volvió á reproducirse jamas (4) .
47. Nada puede demostrar al médico de un modo mas claro
y mas persuasivo, cual es la eleccion que debe hacer entre las
potencias capaces de suscitar enfermedades artificiales (los me
dicamentos) para curar de un modo cierto, permanente y pronto,
á imitacion de la naturaleza.
48. Todos los ejemplos que acaban de exponerse hacen ver
que jamas, ni los esfuerzos de la naturaleza , ni el arte del mé
dico pueden curar una enfermedad cualquiera con una potencia
morbífica desemejante, por enérgica que sea , y que solo puede
ejecutarse la curacion á beneficio de una potencia morbífica

(1) Element. de medic. pract. de Cullen , P , II , 1. 3. cap. 7.


(2) O por lo menos desapareció este síntoma.
(3) En el diario de Hufeland, XX, III , p. 50 .
(4) Rau, loc. cit. , p . 85,
15
114

capaz de producir síntomas semejantes y un poco mas fuertes .


La causa de esto estriva en las leyes eternas é irrevocables de la
naturaleza, que se han desconocido hasta ahora.
49. Hallariamos mayor número de estas verdaderas curaciones
homeopáticas naturales, si por una parte, los observadores hu
biesen puesto en ello mas atencion , y si por otra, la natura
leza tuviese á su disposicion muchas mas enfermedades capaces
de curar homeopáticamente.
50. La naturaleza misma apenas si tiene otros medios homeo
páticos á su disposicion que las enfermedades miasmáticas poco
numerosas que aparecen siempre semejantes á sí mismas como la
sarna, el sarampion , la variola ( 1 ) . Mas de estas potencias
morbificas, las unas ( la variola y el sarampion ) son mas peligro
sas y mas alarmantes que el mal á que podrian remediar ; y la
otra (la sarna) exige ella misma, despues de haber determinado
la curacion, el empleo de medios capaces de extinguirla á su
vez, circunstancias que ambas á dos hacen su empleo, como
medios homeopáticos, difícil , incierto y peligroso . ¡ Y cuán
pocas se encuentra ademas en el número de las enfermedades
del hombre, que tuviesen su remedio homeopático en las virue.
las, el sarampion y la sarna ! La naturaleza no puede, pues ,
curar mas que muy pocas enfermedades con estos medios arries
gados. Solo se sirve de ellos en perjuicio del enfermo ; porque
las dosis de estas potencias morbíficas no son, como las de los
medicamentos, susceptibles de ser atenuadas en razon de las
circunstancias ; y, para curar la antigua enfermedad análoga
de que un hombre se halla atacado, le rinden bajo el molesto y
peligroso peso de la enfermedad toda entera variólica , rubeólica ó
psórica . Sin embargo se ha visto que su concurso ha producido
á veces hermosas curaciones homeopáticas, que son otras tantas
pruebas irrecusables en apoyo de esta grande y única ley tera
péutica de la naturaleza : curar las enfermedades con remedios
que produzcan síntomas semejantes á los suyos.

(1 ) Y el miasma exantemático que coexiste con el de la vacuna en la linfa va


cúnica.
115

51. Estos hechos habrian bastado ya para revelar al genio del


médico la ley que acaba de enunciarse . ¡ Mas véase qué ventajas
tiene aqui el hombre sobre una naturaleza grosera, cuyos actos
son inconsiderados ! ¡ Cuánto no multiplican los medicamentos
estendidos por toda la creacion, las potencias morbificas de que
él puede disponer en alivio de sus hermanos dolientes ! En ellos
encuentra los medios de excitar estados morbíficos tan variados,
como las innumerables enfermedades naturales á que deben servir
de remedios homeopáticos. Constituyen otras tantas potencias
morbíficas cuya fuerza se extingue por sí misma despues de
determinar la curacion, y que no exigen, como la sarna, otros
medios para estinguirlas á su vez. Son verdaderas influencias
que el médico puede atenuar al infinito, y que está en su facul
tad disminuir la dosis á punto de no dejarlas mas que una fuerza
un poco superior á la de la enfermedad natural análoga, en cuya
curacion deben emplearse . Con tan preciosos auxilios no se nece
sita dirigir violentos ataques al organismo para estirpar un mal
antiguo y obstinado, y la transicion del estado doliente á la
salud duradera se hace de un modo suave é insensible, aunque
con frecuencia rápido.
52. Despues de ejemplos de una evidencia tan palpable, es
imposible á todo médico que raciocine, perseverar todavia en la
aplicacion del método alopático ordinario, en la administracion
de medicamentos cuyos efectos no tienen ninguna relacion direc
ta ú homeopática con la enfermedad, y que atacan el cuerpo
en sus partes menos enfermas, escitando evacuaciones, contra
irritaciones, derivaciones, & c. ( 1 ) . Debe serle imposible persis
tir en la adopcion de un método que consiste en provocar, á cs
pensas de las fuerzas del enfermo, la manifestacion de un estado
morboso enteramente diferente de la afeccion primitiva, con do
sis elevadas de mezclas en que entran medicamentos por la ma
yor parte desconocidos. El uso de tales mezclas no puede te
ner otro resultado que el que se sigue de las leyes generales de
la naturaleza, cuando una enfermedad desemejante se une á

( 1) V. anteriormente en la Introduccion .
116

otra en el organismo humano, es decir, que la afeccion lejos de


curar, se halla por el contrario siempre agravada . Tres son los
efectos que podran entonces tener lugar : 1. Si el tratamiento
alopático, aunque muy largo, es suave, la enfermedad natural
quedará la misma, y el enfermo habrá solamente perdido una
parte de sus fuerzas, porque, como ya se ha dicho , la afeccion
anteriormente existente en el cuerpo no permite á una nueva
afeccion desemejante, que es mas débil, establecerse tambien
en él. 2. Si los remedios alopáticos atacan la economía con
violencia, el mal primitivo parecerá ceder por algun tiempo, y
reaparecerá, animado de la misma fuerza por lo menos, tan lue
go como se interrumpa el tratamiento, porque, como se ha dicho
igualmente, la nueva enfermedad, siendo fuerte, calma y sus
pende por algun tiempo á aquella mas débil y desemejante que
existia antes de ella . 3. En fin, si las potencias alopáticas son
empleadas á dosis elevadas y durante largo tiempo, este trata
miento, sin curar jamas la enfermedad primitiva, solo conse
guirá añadir á ella nuevas enfermedades facticias, y hará la
curacion mucho mas difícil de obtener, porque como tambien
se ha visto , cuando dos afecciones crónicas llegan á encontrarse,
se colocan la una al lado de la otra en el organismo y se estable
cen en él simultáneamente.

53. Las curaciones verdaderas y suaves se verifican , pues,


únicamente por la via homeopática. Esta via, como anterior
mente hemos visto(7-25) , consultando la esperiencia y ausilián.
donos con el discernimiento, es la sola por medio de la cual
pueda curar el arté las enfermedades del modo mas seguro , mas
rápido y mas permanente, porque descansa sobre una ley eterna
é infalible de la naturaleza .

54. He observado ya en otra parte (43-49) que nada hay de


verdadero mas que esta via homeopática, porque de los tres solos
modos con que se puedan emplear los medicamentos contra las
enfermedades, no hay tampoco mas que ella que conduzca di
rectamente á una curacion suave, segura y duradera, sin perju
dicar al enfermo por otro lado, ó sin debilitarle. El método
117

homeopático puro es tan ciertamente el solo por medio del cual


pueda el arte del hombre determinar curaciones, como es eviden
te que no se puede tirar mas de una línea recta de un punto á
otro.
55. El segundo modo de emplear los medicamentos en las
enfermedades, el que yo llamo alopático ó heteropático, es el que
mas generalmente ha sido empleado hasta ahora . Sin ninguna
consideracion á lo que hay, propiamente hablando, enfermo en el
cuerpo, ataca las partes que mas ha respetado la enfermedad
para derivar el mal hacia ellas. Ya he tratado de este método
en la Introducion ( 1 ), por lo que no hablare mas de él aqui.p
56. El tercero y último (2) modo de emplear los medicamentos
contra las enfermedades, es el antipático, enantiopático ó palia
tivo. Este es el medio por el cual los médicos han conseguido
mejor hasta ahora darse el aire de aliviar los enfermos, y sobre
el que mas han contado para ganar su confianza, lisongeándoles
con un alivio instantáneo. Vamos á demostrar cuan poco eficaz
es, y aun á que punto puede ser nocivo en las enfermedades que
no tienen un curso muy rápido . A la verdad, es la sola cosa
que en la egecucion del plan de tratamiento de los alopatistas,
se refiera á una parte de los padecimientos ocasionados por la
enfermedad natural . ૐ Mas en qué consiste esta relacion ? vamos
á ver que por su naturaleza es precisamente la que mas se deberia
evitar si se quisiera no engañar á los enfermos, y no entretenerse
á espensas suyas . {
57. Un médico vulgar que desea proceder segun el método
antipático, no presta atencion mas que á un solo síntoma, aquel

(1) V. la Introduccion ..
(2) Podria quererse admitir un cuarto modo de emplear los medicamentos
contra las enfermedades; á saber , el método isopático, el de tratar una enfermedad
por el mismo miasma que la ha producido . Mas, aun suponiendo que esto fuese
posible, lo que ciertamente seria un precioso descubrimiento , como no se adminis
tra el miasma á los enfermos sino despues de haberle modificado hasta cierto punto
por las preparaciones que se le hacen esperimentar, la curacion tampoco podria
verificarse en este caso sinò oponiendo simillimum simillimo. S
118

de que el enfermo se queja mayormen , y descuida todos los


te
demas por numerosos que sean . Prescribe contra este síntoma

un remedio conocido por producir el efecto directamente contrario ,


porque segun el axioma contraria contrariis proclamado durante
mas de mil y quinientos años por la antigua escuela , este remedio
es aquel de quien debe esperar el socorro (paliativo ) mas pronto .
Asi , administra fuertes dosis de opio contra los dolores de toda
especie, porque esta sustancia embota rápidament la sensibili
e
dad ; prescribe la misma droga contra las diarreas, porque detiene
en poco tiempo el movimiento peristáltico del canal intestinal á
quien deja poco menos que insensible . La administra igualmente
contra el insomnio , porque sumerge prontament en un estado de
e
estupor y de entorpecim . Emplea los purgantes cuando el
iento
enfermo se halla ya molestado de largo tiempo por la constipacion .
Hace sumergir la mano escaldada en el agua fria , que por su frial
dad, parece quitar de pronto y como por encanto los dolores agu
dos de la quemadura . Cuando un enfermo se queja de tener frio y
de carecer de calor vital , le hace entrar en un baño caliente , que
le reanima sobre la marcha . El que manifiesta tener una debili
dad habitual, recibe el consejo de beber vino , que bien luego
le conforta y parece restaurarle . Algunos otros médios antipá
ticos , es decir, opuestos á los síntomas , se ponen igualmente en
uso sin embargo quedan muy pocos mas de los que acabo de
enumerar, porque el médico ordinario solo conoce los efectos
propios ó primitivos de un cortísimo número de medicament .
os
58. No insistiré sobre el vicio ( V.7, la nota) que tiene este
*
método de no referirse mas que á un solo síntoma, y de consi
guiente, que á una pequeña parte del todo, de cuya conducta no
se debe evidentemente esperar cosa alguna en alivio del conjunto
de la enfermedad, que es lo único á que aspira el enfermo. Pre
guntaré sin embargo á la esperiencia para saber de ella si , entre
los casos en que se ha hecho de esta manera una aplicacion antipá
tica de medicamentos contra una enfermedad crónica ó continua,
podria citarnos uno solo en el cual el alivio de corta duracion
que se obtiene, no haya sido seguido de una agravacion manifiesta
119

no solamente del síntoma paliado asi en un principio , mas tam


bien de la enfermedad toda entera. Pues bien, todos los que han
observado con atencion convendrán en decir, que despues de
esta ligera correccion antipática, que no dura largo tiempo, el
estado del enfermo empeora siempre y sin excepcion , aunque el
médico vulgar trate ordinariamente de esplicar este aumento
demasiado evidente, atribuyéndole á la malignidad de la enfer
medad primitiva, ó á la manifestacion de una enfermedad
nueva (1 ).
59. No se ha tratado todavia jamas ningun síntoma grave de
una enfermedad continua con tales remedios opuestos y palia
tivos, sin que al cabo de algunas horas no haya reaparecido el
mal, aun evidentemente agravado. Asi, para disipar una ten
dencia habitual á adormecerse , se administraba el café, cuyo
efecto primitivo es de mantener despierto ; pero tan luego como
se habia agotado esta accion, la propension al sueño reapare
cia mas fuerte que antes . Cuando un hombre estaba sujeto á
despertarse, sin pensar de modo alguno en los demas síntomas
de su enfermedad, se le hacia tomar, al entrar en la cama,
opio, que en virtud de su accion primitiva, le proporciona
ba aquella noche un sueño de entorpecimiento y de estupor ;
mas el insomnio no era por eso menos obstinado en las noches

( 1 ) Aunque los médicos no hayan tenido hasta ahora la costumbre de observar,


sin embargo no ha podido ocultárseles que al empleo de los paliativos se sigue in
faliblemente una agravacion del mal . Hallamos un ejemplo notable de este género
en J.-H. Schulze (Diss . qua corporis humani momentanearum alterationum specimina
quædam expenduntur. Halle, 1741 , § 28) . Una cosa muy parecida nos es aseve
rada por Willis ( Pharm, rat. , sect. 7, cap. I, p. 298) : Opiata dolores atrocissimos
plerumquè sedant atque indolentiam.... procurant, eamque.... aliquandiu et pro stato
quodam tempore continuant , quo spatio elapso, dolores mox recrudescunt et brevi ad
solitam ferociam augentur . Y pag. 295: Exactis opii viribus illicò redeunt tormina
nec atrocitatem suam remittunt , nisi dum ab eodem pharmaco rursus incantantur . Del
mismo modo J. Hunter (en su Tratado de las enfermedades venéreas) dice, que el
vino aumenta la energía en las personas débiles, sin comunicarlas un verdadero
vigor, y que las fuerzas se deprimen despues en la misma proporcion en que habian
sido escitadas, de manera que el sugeto lejos de ganar algo en esto, pierde por el
contrario una gran parte de su fortaleza.
120

siguientes. Se oponia el opio á las diarreas crónicas, sin consi


deracion á los demas síntomas, porque su efecto primitivo es el
de estreñir el cuerpo ; pero los cursos, despues de haber sido
suspendidos por algun tiempo, reaparecian mas desagradables
que anteriormente . Los dolores vivos, y repetidos en frecuentes
accesos se calmaban momentáneamente por la influencia del opio,
que entorpece la sensibilidad ; pero jamas dejaban de renovarse
con mayor violencia, y aun á veces tambien á un grado insopor
table, ó eran reemplazados por otro mal mucho mas desagrada-
ble. El médico vulgar no conoce nada mejor contra una antigua
tos, cuyos accesos se presentan principalmente durante la noche,
que el opio, siendo su efecto primitivo estinguir toda especie de
irritacion; puede muy bien suceder que note el enfermo algun
alivio en la primera noche, pero en las siguientes se presentará
la tos mas molesta que nunca, y si se obstina el médico en com
batirla con el mismo paliativo, aumentando gradualmente la dosis,
suele seguirse tambien là fiebre y los sudores nocturnos. Se ha
creido disipar la debilidad de la vegiga, y la retencion de orina
que arrastra consigo, administrando la tintura de cantáridas que
estimula las vias urinarias ; de aqui se siguen en un principio
algunas evacuaciones forzadas de orina , pero la vegiga se hace
despues menos irritable, menos susceptible de contraerse,, y se
halla en vísperas de caer en parálisis . Se ha creido poder com.
batir una disposicion inveterada á la constipacion con purgantes
á altas dosis, que provocan abundantes y frecuentes dejeccio
nes ; pero este tratamiento tiene por efecto secundario poner el
vientre mucho mas estreñido. Un médico vulgar aconseja
beber vino para hacer desaparecer una debilidad crónica ; mas
este líquido solo estimula mientras dura su efecto primitivo,
y la reaccion que se sigue, tiene siempre por resultado disminuir
todavia mas las fuerzas. Se espera calentar y confortar un es
tómago frio y perezoso con el uso de los amargos y de las espe
cias ; pero el efecto secundario de estos paliativos, que solo
excitan durante su accion
་་་ primitiva, es acrecentar todavia la
inaccion de la viscera gástrica. Se ha imaginado que convenian
121

los baños calientes para remediar á la falta habitual de calor


vital ; pero, al salir del agua se encuentran los enfermos aun
mas decaidos, mas difíciles de entrar en calor y mas frioleros
que no lo estaban antes. La inmersion en el agua fria alivia
instantáneamente los dolores ocasionados por una fuerte quema 1
dura ; pero este dolor aumenta despues á un grado increible, la
inflamacion se estiende ámpliamente en las partes circunveci
nas ( 1 ) , y adquiere por este procedimiento mucha mas intensi
dad. Se pretende curar un resfriado antiguo con los esternu
tatorios, que escitan la secrecion de las mucosidades nasales ,
sin observar que en último resultado concluye siempre este mé1
todo por agravar el accidente que se le cree propio á curar.
La electricidad ó el galvanismo, potencias que en un principio
ejercen una grande influencia sobre el movimiento muscular, res
tituyen prontamente la facultad de obrar á miembros largo tiem
po debilitados y casi paralizados ; pero su efecto secundario es
la estincion absoluta de toda irritabilidad muscular y una pará
lisis completa . La sangría es propia, se dice, para hacer cesar
el aflujo habitual de sangre á la cabeza ; pero se sigue siempre
á su empleo que la sangre se dirige en mayor abundancia á la
partes superiores. La única cosa que los mas de los médicos
saben oponer á la extincion casi paralítica del fisico y del moral,
síntoma predominante en muchas especies de tifos, es la vale
riana á altas dosis, por ser esta planta uno de los mas poderosos
estimulantes que se conocen ; pero se les ha ocultado que la es
citacion producida por la valeriana es un puro efecto primitivo,
y que terminada la reaccion del organismo, el estupor y la im .
posibilidad de obrar, es decir, la parálisis del cuerpo y el ano
nadamiento del espíritu aumentan infaliblemente : no han visto
que los enfermos á quienes se ha prodigado la valeriana, en este
caso opuesta ó antipática, son precisamente aquellos de quienes
se apodera la muerte con mas seguridad. Cuando el pulso está
pequeño y acelerado en las caquexias, los médicos de la antigua

(1) Véase la Introduccion, al final ,


16
122

escuela ( 1 ) consiguen amortiguarle por muchas horas con una


sola dosis de digital purpúrea, cuyo efecto primitivo es el de
* pulso en recobrar la mís
calmar la circulacion ; mas no tarda el
#117
ma velocidad que anteriormente : las dosis repetidas y progresi
vamente mas fuertes de digital prueban cada vez menos, y con
cluyen por no poderle amortiguar ya en adelante; lejos de estó,
el número de las pulsaciones llega a ser incalculable durante la
reaccion, se pierde el sueño con el apetito y las fuerzas, y uña
muerte pronta se hace inevitable , si no se declara la manía. En
una palabra, la antigua escuela no ha contado jamás cuantas
veces sucede que los medicamentos antipáticos tengan por efecto
secundario aumentar el mal ó acarrear alguna cosa todavia peor;
pero la esperiencia nos suministra bastantes pruebas para llenar
el alma de horror.
60. Cuando estos desagradables resultados , què naturalmenté
se deben esperar de parte de los medicamentos antipáticos, Ile

gan á manifestarse, el médico vulgar cree salir de la dificultad


administrando una dosis mayor, cada vez que el mal empeora.
Pero tampoco se sigue de esto mas que un alivio de corta dura
**
cion; y de la necesidad en que incesantemente se halla de au
mentar las dosis del paliativo, resulta tan pronto que se declare
una enfermedad mas grave, tan pronto que la vida se halle en
peligro, y aun que sucumba el enfermo . Pero jamas se obtiene
asi la curacion
**** de un mal que ya existe de algún tiempo , ó còn
mayor razon inveterado .
61. Si los médicos hubiesen sido capaces de reflexionar sobre
los tristes resultados de la aplicacion de los remedios antipati
cos, hace mucho tiempo que habrian encontrado esta grande
verdad, que solo siguiendo una marcha directamente opuesta
á aquella, es como se puede obtener un método de tratamiento
C
que proporcione curaciones reales y permanentes. Habrían
conocido que asi como un efecto medicinal contrario á los sínto
mas de la enfermedad (remedio administrado antipáticamente)

(1 ) Véase Hufeland, en su opúsculo intitulado: Die Homœopathie, p. 20.


123

no proporciona mas que un alivio de corta duracion, á cuya


consecuencia se empeora el mal constantemente, asi tambien el
método inverso, es decir, la aplicacion homeopática de los medi
camentos, su administracion fundada sobre la analogía entre los
síntomas que provocan y los de la enfermedad, debe producir
una curacion perfecta y duradera, con solo tener cuidado de
sustituir á las enormes dosis de que hacen uso, las mas débiles
que sea posible emplear. Mas á pesar de las pocas dificulta
des que presenta esta serie de raciocinios, á pesar de que nin
gun médico ha determinado una curacion permanente en las
enfermedades crónicas, sino en cuanto sus fórmulas encerraban
por casualidad un medicamento homeopático predominante,
á pesar del hecho, no menos positivo, que la naturaleza no ha
producido jamas una curacion rápida y completa sino por me
dio de una enfermedad semejante añadida por ella á la anti
gua ( V. 46), á pesar de todo esto, no han podido durante una
serie tan dilatada de siglos, llegar á una verdad en quien única
mente se halla la salvacion de los enfermos.
62. Tratando de esplicarme á mí mismo, por una parte los per
niciosos resultados del tratamiento antipático ó paliativo, por otra
los felices efectos que produce por el contrario el método homeo
pático, lo he conseguido con el ausilio de las siguientes conside
raciones, que emanan de numerosos hechos, y que nadie había
hallado antes que yo, aunque se tuviesen por decirlo así á la
vista, aunquè fuesen de una evidencia perfecta, y de una im
portancia infinita para la medicina.

68. Toda potencia que obra sobre la vida, todo medicamento,


desarmoniza mas ó menos la fuerza vital, y produce en el hom
bre cierto cambio que puede durar mas o menos tiempo . A este
cambio se llama efecto primitivo . Aunque producido á la vez
por la fuerza medicinal y por la fuerza vital, pertenece sîn em
bargo mas á la potencia que obra sobre nosotros . Mas nuestra
fuerza vital tiende siempre á desplegar su energía contra esta
influencia. El efecto que de aqui resulta, que pertenece á
nuestra potencia vital de conservacion, y que depende de su ac
124

tividad automática, lleva el nombre de efecto secundario ó de


reaccion .
-.64. Mientras dura el efecto primitivo de las potencias morbí
ficas artificiales (medicamentos) sobre un cuerpo sano, la fuerza
vital parece desempeñar un papel puramente pasivo, como si
estuviera obligada á esperimentar las impresiones de la potencia
esterior, y á dejarse modificar por ella. Mas algun tiempo
despues parece despertarse en cierto modo . Entonces, si hay en
ella algun estado directamente contrario al efecto primitivo, ó á
la impresion que ha recibido, manifiesta una tendencia á produ
cirle proporcional á su propia energía y al grado de influencia
egercida por la potencia morbosa artificial ó medicinal. Si no
existe en la naturaleza un estado directamente opuesto á este
efecto primitivo, trata de establecer su propia preponderancia
anulando el cambio que habia sido producido en ella por una
accion esterior (la del medicamento), y sustituyendo á aquel su
propio estado normal.

65. Los egemplos del primer caso resaltan á la vista de todo


el mundo. Una mano que se ha tenido sumergida en agua ca
liente tiene mucho mas calor desde luego que la otra que no ha
esperimentado la inmersion (efecto primitivo) ; pero, algun tiem
po despues de haber sido sacada del agua y bien enjuta , se en
fria y queda en fin con mucho menos calor que la del lado opues
to (efecto secundario) . El gran calor que procede de un egercicio
violento (efecto primitivo), es seguido de horripilaciones y de
frio (efecto secundario). El hombre que se # habia calentado
ayer bebiendo abundante vino (efecto primitivo) , es hoy sensible
á la menor corriente de aire ( efecto secundario) . Un brazo que ha
permanecido largo tiempo en agua de nieve, se halla desde luego
mucho mas pálido y mas frio que el otro (efecto primitivo); pero,
retirésele del agua y enjúguese con cuidado y se pondrá no sola
,mente mas caliente que el otro, sino tambien enardecido, rubicun
do é inflamado ( efecto secundario) . El café fuerte nos estimula des
de luego (efecto primitivo) , pero nos deja despues una pesadez y
una tendencia al sueño (efecto secundario) que se sostienen largo
125

rato, si no le combatimos de nuevo por algun tiempo , y de


un modo puramente paliativo, tomando otra vez café. Despues
de haberse proporcionado el sueño, ó mas bien un estupor pro
fundo, por medio del opio (efecto primitivo) , se tiene tanta mas
dificultad en dormir á la noche siguiente (efecto secundario) .
A la constipacion que determina el opió (efecto primitivo)
sucede la diarea (efecto secundario) ; y á las evacuaciones
que producen los purgantes (efecto primitivo) , una constipacion ,
un estreñimiento de vientre que duran muchos dias ( efecto secun
dario) . Así es como al efecto , primitivo de las altas dosis de una
potencia que modifica profundamente el estado de un cuerpo
sano, no deja jamas la fuerza vital, por su reaccion, de oponer un
estado directamente contrario, cuando puede determinar alguno.
66. Mas se concibe facilmente que el cuerpo sano no da ningun
signo de reaccion en sentido contrario, despues de la acción de
una dosis débil y homeopática de las potencias que cambian el
modo de su vitalidad . Es cierto que aun una pequeña dosis de
todos estos agentes
9 Ci produce efectos primitivos apreciables, cuando
se pone en** ello la atencion necesaria ; mas la reaccion que egerce
despues el organismo viviente, jamas excede el grado necesario
al restablecimiento del estado normal. ;

67. Estas verdades incontestables que se presentan por sí


mismas á nosotros cuando consultamos la naturaleza y la espe
riencia, esplican por una parte, porqué el método homeopático
es tan ventajoso en sus resultados, y demuestran por otra todo
lo absurdo de aquel que consiste en tratar las enfermedades con
medios antipáticos y paliativos ( 1).

(1) Solo en los casos muy urgentes, en que el peligro que corre la vida, y la
inminencia de la muerte no diesen tiempo para obrar á un medicamento homeopá
tico, y no admitiesen una espera de algunas horas, ó á veces tampoco de algunos
minutos, en las enfermedades sobrevenidas de repente en sugetos que poco antes
se hallaban buenos, como las asfixias, la fulguracion, la sufocacion, la congela
cion, la submersion , & c. , solo en estos casos es permitido y conveniente empezar
al menos por reanimar la irritabilidad y la sensibilidad por medio de los paliativos,
tales como las ligeras conmociones eléctricas, las lavativas de café fuerte, los olo
res escitantes, la accion progresiva del calor, & c . Desde el momento en que la
$126

68. Vemos á la verdad, examinando lo que sucede en las cura


ciones homeopáticas, que las infinitamente pequeñas dosis que
bastan á sobrepujar y destruir las enfermedades naturales, por
la analogía que existe entre los síntomas de estas últimas y los
de los medicamentos, dejan desde luego en el organismo, despues
de la extincion de la enfermedad primitiva, una ligera afeccion
medicinal que sobrevive á esta. Mas la exiguidad de las dosis
hace á esta enfermedad talmente ligera, fugitiva y susceptible de
disiparse por sí misma, que no tiene necesidad el organismo de
desplegar contra ella una reaccion superior á la que es necesaria
para elevar el estado presente á el grado habitual de la salud, es
decir, para restablecer completamente esta última ; pues que una
vez extinguidos todos los síntomas de la enfermedad primitiva,
no necesita grandes esfuerzos para conseguir dicho fin ( V∙ 65).
69. Lo contrario sucede precisamente en el método antipático
ó paliativo. El síntoma medicinal que opone el médico al

vida fisica se halla reanimada, el juego de los órganos que la entretienen vuelve á
tomar su curso regular, porque no existia aqui enfermedad (a) , sino solamente
suspension ú opresion de la fuerza vital, que sin embargo se encontraba en estado
de salud. A dichos casos se refieren además los diversos antidotos contra los
envenenamientos repentinos ; los alcalis contra los ácidos minerales, el bigado
de azufre contra los venenos metálicos, el café, el alcanfor y la ipecacuana
contra los envenenamientos por el opio , & c.
J No se debe creer que un remedio homeopático ha sido mal elegido contra un
caso dado de enfermedad, porque algunos de sus síntomas no correspondan mas
que antipáticamente á ciertos caractéres morbosos de mediana ó débil importancia.
Con tal que los demas síntomas de la enfermedad, sobre todo los mas fuertes y mas
pronunciados, en fin aquellos que la caracterizan, hallen en el temedió síntomas que
les cubran, les eclipsen, les estingan y les anonaden, el corto número de síntomas
antipáticos que hayan podido manifestarse , desaparecen por sí mismos cuando deja
de obrar el remedio, sin que retarden de modo alguno la curacion .
(a) La nueva secta ecléctica (lá de los insuficientistas) se apoya, aunque en vano
sobre esta observacion, para admitir por todas partes escépciones de la regla en las
enfermedades, y poder aplicar á su gusto los palíutivos alopáticos; se podría creer que
solo obra asi por économizarse el trabajo de buscar el remedio homeopático que exacta
mente conviene á cada caso morboso, ó mas bien para no tomarse el de ser verdadero
médico homeopatista, al mismo tiempo que se da el aire de tal; mãs todos estos hechos
se reducen á poca cosa.
127

síntoma morboso, (como el entorpecimiento que constituye el


efecto primitivo del opio, opuesto a un dolor agudo), no es
enteramente estraño y alopático á este último. Existe entre los
dos síntomas una relacion evidente, pero inversa.
La extincion
del síntoma morboso debe ser efectuada aqui por un : síntoma
medicinal opuesto. Pues esto es imposible. No hay duda que
el remedio antipático obra precisamente sobre el punto enfermo
del organismo, tan bien como podria hacerlo un remedio homeo
pático ; pero se limíta á ocultar en algun modo el síntoma mor
boso natural, y á hacerle insensible por un cierto tiempo . En
el primer momento de la accion del paliativo, no siente ya el
organismo ningúna afeccion desagradable, ni de parte del sínto
ina morboso ni de la del síntoma medicinal, que parecen haberse
destruído recíprocamente y neutralizado de un modo por decirlo
asi dinámico. Tal es lo que sucede por egemplo al dolor y á la
facultad estupefaciente del opio ; porque en el primer momento,
el organismo se siente como en estado de salud, no esperimentando
ni sensacion dolorosa, ni entorpecimiento. Mas no pudiendo
el síntoma medicinal opuesto ocupar en el organismo el mismo
sitio de la enfermedad ya existente, como sucede por el método
homeopático en que el remedio escita una enfermedad artificial
semejante á la natural, y solamente mas fuerte que ella, no pu
diendo por consiguiente, digo, hallarse afectada la fuerza vital
por el medicamento antipatico de una nueva enfermedad análoga
ă la que hasta entonces la habia atormentado, tampoco puede
desaparecer esta última. La nueva enfermedad hace sí al orga
nismo insensible en los primeros momentos, por una especie de
neutralización dinámica ( 1 ) , si puedo espresarme así ; pero no

(1) Las sensaciones opuestas ó en contraste no se neutralizan de un modo


permanente en el cuerpo del hombre vivo, como las sustancias dotadas de propie
'dades opuestas lo hacen en un laboratorio de química, donde se ve por ejemplo,
al ácido sulfúrico y la potaŝa formar, uniéndose, un cuerpo enteramente diferente
de ellos, una sal neutra, que ni es ya ácido ni alcali, y que tampoco se descom
pone al fuego. Semejantes combinaciones, que producen algo de estable y de
neutro, jamas se verifican en nuestros órganos sensitivos, respecto á impresiones
128

tarda en estinguirse por sí misma, como toda afeccion medicinal;


y entonces no solamente deja á la enfermedad en el mismo estado
en que se hallaba anteriormente, mas tambien, como no se
pueden administrar jamas los paliativos sino á grandes dosis
para proporcionar un alivio aparente, pone á la fuerza vital
en la precision de producir un estado opuesto ( V. 63-65 ) á el
que habia escitado el medicamento paliativo, de determinar un
efecto contrario al del remedio, es decir, de dar lugar á un esta.
do de cosas análogo á la enfermedad natural no destruida aun,
Luego esta fadiccion que proviene de la fuerza vital misma
(reaccion contra el paliativo), no puede dejar de aumentar la
intension y la gravedad del mal ( 1 ) . Asi el síntoma morboso
(parte de la enfermedad ) se agrava tan luego como ha cesado
el efecto del paliativo, y tanto mas, cuanto que este paliativo
haya sido administrado á dosis , mas elevadas. Para no salir del
ejemplo que nos hemos propuesto , cuanto mas fuerte sea la
cantidad de opio administrada para encubrir el dolor, tanto mas
se acrecienta este tambien en su violencia primitiva, una vez que
el opio ha cesado de obrar (2).450 ol. 474 !a.
dinámicas de opuesta naturaleza. Existe sí un principio, una apariencia de neu
tralizacion ó de destruccion recíproca; pero las sensaciones opuestas no se eclip
san una á otra de un modo permanente . Un afligido no suspende mas que por un
instante la espresion de su dolor al ver un espectáculo agradable; olvida bien lue
go las distracciones, y vuelven á correr sus lágrimas mayormente copiosas que antes.
(1) Por clara que parezca esta proposicion, ha sido sin embargo mal interpre
tada, y se ha objetado contra ella, que un paliativo debe ‫ ܐ ܐ‬tambien curar por su
efecto consecutivo que semeja á la enfermedad existente , como lo hace un remedio
homeopático por su efecto primitivo. Mas presentando esta dificultad, no se ha
reflexionado que el efecto consecutivo jamas es un producto del medicamento , sino
que procede constantemente de la reaccion que ejerce la fuerza vital del organis
mo, y que de consiguiente esta reaccion de la fuerza vital , motivada por el empleo
de un paliativo, es un estado semejante al síntoma de la enfermedad, que se au
.I 158 07 ༄སྒྲ ཀང་
menta por este medio.
(2) Asi en el obscuro calabozo donde apenas puede divisar el preso los objetos
que le rodean, si se enciende de repente un poco de alcool, esparcirá á no dudar
una claridad consoladora; pero una vez estinguida la llama, cuanto mas brillante
haya sido, tanto mas profundas le parecerán al desgraciado las tinieblas en que se
halla envuelto; asi tambien tendrá mas dificultad que antes en distinguir lo que
existe á su alrededor. 7 04 PA
(129

70. Despues de lo que acaba de decirse, no se podrian desco


nocer las verdades siguientes : Las.. !

1.º El médico solo tiene que curar los padecimientos del en


fermo y las alteraciones del ritmo normal apreciables por los
sentidos, es decir, la totalidad de los síntomas por medio de los
cuales la enfermedad indica el medicamento mas apropiado para
socorrerla ; todas las causas internas que podrian atribuirse á
esta enfermedad, todos los caractéres ocultos que se pretendiera
asignarla, todos los principios materiales de que se quisiera ha
cerla depender, serian otros tantos sueños vanos.poly " ..! i
2. La desarmonía que llamamos enfermedad no puede ser
transformada en salud mas que por otra desarmonía escitada á
beneficio de medicamentos. La virtud curativa de estos últimos
consiste, pues, únicamente en el cambio que hacen esperimentar

al hombre, es decir, en la provocacion de síntomas morbosos
+
específicos. Las esperiencias hechas sobre 1 personas sanas son
el mejor y el mas puro medio de conocer esta virtud. :. <

3. Segun todos los hechos conocidos, es imposible curar la


enfermedad natural con el auxilio de medicamentos que poseen
en sí mismos la facultad de producir, en el hombre sano, un es
tado morboso ó un síntoma artificial desemejante. El método
alopático no proporciona jamas realmente la curacion . La
naturaleza misma tampoco determina jamas curacion alguna
añadiendo á una enfermedad otra desemejante, por fuerte que
pueda ser esta última.
4. Todos los hechos concurren tambien á demostrar que ún
medicamento susceptible de dar lugar, en el hombre sano, á
un síntoma morboso opuesto á la enfermedad que se trata de cu
rar, no produce mas que un alivio fugitivo en una enfermedad
ya antigua, no proporciona jamas la curacion, y la deja siempre
reaparecer al cabo de cierto tiempo, 9 mas grave de lo que era
anteriormente . El método antipático y puramente paliativo es
pues en un todo contrario al fin que se propone en las enferme
dades antiguas y de alguna importancia .
5. El tercer método, el solo á quien uno pueda dirigirse,
17
130

en una palabra, la Homeopatía, que, calculando bien la dosis, em


plea contra la totalidad de los síntomas de una enfermedad natu
ral un medicamento capaz de escitar, en el hombre sano, síntomas
tan semejantes como posible á los que se observan en el enfermo,
es el solo método realmente salutario, el solo que estingue las
enfermedades ó las aberraciones puramente dinámicas de la fuer
za vital, de una manera fácil, completa y permanente. La natu .
raleza misma nos da en esta parte un egemplo, en ciertos casos
fortuitos en que añadiendo á una enfermedad existente otra en
fermedad nueva que se la parece, la cura con prontitud y para
· CO
siempre. :
71. Como no es posible ya dudar que las enfermedades del
hombre solo consisten en grupos de ciertos síntomas, y que la
posibilidad de destruirlas con medicamentos , es decir, de volver
las á la salud, depende únicamente de la facultad inherente á
las sustancias medicinales de provocar síntomas morbosos seme
jantes á los de la afeccion natural, la marcha que se debe seguir
en el tratamiento está reducida á los tres puntos siguientes :
… 1.º ¿ Por qué via llega el médico á averiguar lo que necesita
saber relativamente á la enfermedad, para hallarse en el caso de
emprender la curacion ?
1 2. ¿Como debe estudiar los instrumentos destinados á la cura.
cion de las enfermedades naturales, es decir, la potencia morbí
fica de los medicamentos ?
3. ¿Cuál es el mejor modo de aplicar estas potencias morbífi
cas artificiales ( los medicamentos) en la curacion de las en
fermedades ? 2

72. Por lo que respecta al primer punto, se hace necesario


que entremos primeramente en algunas consideraciones genera
les. Las enfermedades de los hombres forman dos clases,
Las unas son rápidas operaciones de la fuerza vital salida
de su ritmo normal, que se terminan en un tiempo mas ó menos
largo, pero siempre de mediocre duracion . A estas se llama
enfermedades agudas. Las otras, poco manifiestas y aun con fre
cuencia imperceptibles en su principio, se apoderan del orga
131


nismo cada una á su modo, le desarmonizan dinámicamente, y
le alejan poco a poco talmente del estado de salud, que la
energia vital automática destinada al mantenimiento de este, no.
puede oponerlas mas que una resistencia incompleta, ' mal diri.
gida é inútil, y que, en la impotencia en què se encuentra de
estinguirlas por sí misma, se ve obligada á dejarlas progresar
hasta que al fin acarrean la destruccion del organismo. Estas
son conocidas bajo el nombre de enfermedades crónicas ; y prod
vienen de la infeccion por un miasma crónico.
73. Respecto á las enfermedades agudas, pueden distribuirse
en dos categorías . Unas que atacan a hombres aislados , con
motivo de las causas dañosas cuya influencia han esperimentado.
Los excesos en el beber y en el comer, la privacion de los ali
mentos necesarios , las violentas impresiones físicas, el enfria
miento, el acaloramiento, las fatigas, los esfuerzos , &c , ó las
escitaciones, las afecciones morales, son frecuentemente su cau
sa. Mas suelen tambien depender el mayor número de veces
de recrudescencias fugitivas de una psora latente, que vuelve á
su• estado de adormecimiento, cuando la enfermedad crónica no
es demasiado violenta, ó cuando ha sido curada con prontitud.
Otras atacan muchos individuos á la vez y se desarrollan aqui y
allí (esporádicamente), bajo el imperio de influencias meteó
ricas ó telúricas de quienes solo se halla, por el momento, un
corto número de hombres dispuestos á sentir la acción . A esta
clase pertenecen aquellas que atacan muchos hombres á la vez,
que dependen por entonces de una misma causa, 蒙 se manifiestan
con síntomas muy análogos (epidemias) , y suelen hacerse con
tagiosas cuando obran sobre masas unidas y apiñadas de in
dividuos. Estas enfermedades ó fiebres (1) son cada una de
}" * . ،1 . ‫ܠ ܂‬
( 1) El médico homeopatista, que no participa de las preocupaciones de la ves
cuela ordinaria, es decir, que no asigna como ella á estas fiebres un número deter.
minado de donde no pueda pasar la naturaleza, ni las impone nombres que obli
guen á seguir tak ỏ tal marcha prefijada de tratamiento, tampoco reconoce las de
nominaciones de fiebre de las cárceles, fiebre biliosa, tifo, fiebre pútrida, fiebre
nerviosa, fiebre mucosa; cura todas las enfermedades, tratando á cada una en ra
zon de lo que ofrece de particular.
132

naturaleza especial, y como los casos individuales que se mani


fiestan tienen el mismo orígen, ponen estas tambien constante
mente á los que atacan en un estado morboso idéntico, que
abandonado á sí mismo, se termina en poco tiempo por la muerte
ó la curacion. La guerra, las inundaciones y el hambre son
frecuentemente las causas de estas enfermedades ; mas pueden
depender tambien de miasmas agudos, que reaparecen siempre
bajo la misma forma, y á quienes de consiguiente se da nombres
particulares : de estos miasmas los unos no atacan al hombre mas
que una sola vez en el curso de su vida, como la variola, el
sarampion, la coqueluche, la fiebre escarlatina (1 ) de Syden
ham, & c., y los otros pueden atacarle repetidas veces como la
peste de Levante, la fiebre amarilla, el colera morbo asiático, & c .
74. Desafortunadamente debemos contar ademas en el número
de las enfermedades crónicas, estas afecciones tan generalizadas
que producen los alopatistas por el uso prolongado de medica
mentos heróicos á dosis elevadas y siempre en aumento, por cl

abuso del calomel, del sublimado corrosivo, del unguento mercu


rial, del iodo, del opio, dé la valeriana, de la quina y de la
quinina, de la digital, del ácido prúsico, del , azufre y del

ácido sulfúrico, de los purgantes prodigados durante años
enteros, de las sangrías, de las sanguijuelas, de los cauterios, de
los sedales, & c. Todos estos medios debilitan desapiadadamente
la fuerza. vital, y cuando esta no sucumbe á ellos poco á a poco y
de un modo particular á cada uno, alteran por lo menos su ritmo
normál á tal punto, que para garantir la vida de ataques hostiles,
se ve obligada á modificar el organismo, á estinguir ó exaltar
fuera de regla la sensibilidad y la escitabilidad en un punto
mới nhất tại tất cả nhân tạ
(1 ) Desde 1801 han confundido los médicos una miliar purpúrea venida del Oes
tes(roodvonk) con la fiebre escarlatina , aunque los signos de estas dos afecciones
sean enteramente diversos; aunque el aconito sea el medio curativo y preservativo
de la primera, y la belladona el de la segunda ; en fin , aunque la primera, afecte
siempre la forma epidémica, mientras la otra solo se presenta las mas veces de un
modo esporádico. Estas dos afecciones se han amalgamado de algun tiempo á esta
parte, en ciertas localidades, en una fiebre eruptiva de especie particular, contra
la cual ninguno de dichos remedios ha podido hallarse perfectamente homeopático.
133

cualquiera, á dilatar ó constreñir, reblandecer ó endurecer ciertas


partes, á determinar aqui y alli lesiones orgánicas, en una palabra,
á mutilar el cuerpo tanto al esterior como al interior (1) . No la
queda otro recurso para preservar la vida de una destruccion
total, en medio de los ataques incesantemente reiterados de
potencias tan destructoras. 19
75. Estos trastornos de la salud, debidos á las fatales prácticas
de la alopatía, y de quienes nunca se han visto mas tristes ejem
plos que en los tiempos modernos, constituyen las mas désagra
dables y las mas incurables de todas las enfermedades crónicas.
Siento decir que parece imposible descubrir ó imaginar en nin
gun tiempo un medio de curarlos, llegados ya á cierto grado .
1 76. El Todo- Poderoso, { creando la homeopatía, solo nos ha
dado armas contra las 1 enfermedades ร naturales. En cuanto á
estos desórdenes que un falso arte ha fomentado con frecuencia
** esterior del organismo
durante años enteros en el interior y el
humano, con medicamentos y tratamientos nocivos, solo perte
nece á la fuerza vital el repararlos,G cuando no ha sido demasiado
estenuada, y cuando puede, sin que nada la moleste, } consagrar
muchos años á tan laborioso trabajo. Cuando mas, es permitido
llamar á su ausilio medios dirigidos contra algun miasma crónico
que podria muy bien hallarse todavia de larga fecha . No hay
ni puede haber medicina humana capaz de reconducir al estado
normal estas innumerables anomalías, debidas con tanta frecuent
cia al método alopático. L BIF CA ) 1
77. Se da muy impropiamente el epiteto de crónicas á las ent
fermedades de que llegan á ser atacados los hombres que estan
sin cesar espuestos á influencias nocivas de que podrian sustraer
se ; que hacen habitualmente uso11de alimentos ó修复 de bebidas per
judiciales á la economía; que se entregan á excesos ruinosos para

(1) Si el enfermo sucumbe al fin, el que le ha tratado , descubriendo á la aber.


tura del cadaver los desórdenes orgánicos, que son el resultado de su impericia,
jamas deja de persuadir á los inconsolables parientes que deben considerarles como
un mal primitivo é incurable. Los tratados de anatomía patológica contienen los
productos de estos lastimosos errores.
134

la salud ; que carecen á cada instante de los objetos necesarios á


la vida ; que viven en comarcas mal sanas, y sobre todo en sitios
pantanosos ; que habitan en cuevas ó en otros parages cerrados ;
que carecen de aire ó de movimiento; que se estenúan con inmode .
rados trabajos de cuerpo ó espíritu ; que estan continuamente
devorados por pesares , &c. Estas enfermedades, ó mas bien estas
privaciones de salud, que cada cual se acarrea á sí mismo, desa
parecen con solo cambiar el régimen, á menos que no exista al
gun miasma crónico en el cuerpo, y no se las puede dar el nom
bre de enfermedades crónicas, aboumoni m
78. Las verdaderas enfermedades crónicas naturales son aque
llas que deben su orígen á un miasma crónico, que progresan ince
santemente cuando no se las oponen medios curativos específi
cos, y que apesar de todas las precauciones imaginables respecto
al régimen del cuerpo y del espíritu, oprimen al hombre con pa
decimientos siempre mayores hasta el término de su existencia.
Estas constituyen los mas numerosos y los mas grandes tormentos
de la especie humana, siendo así que nada pueden contra ellas ni
el vigor de la complexion , ni la regularidad del género de vida,
ni la energia de la fuerza vital, dastlandel cat
79. Entre estas enfermedades miasmáticas crónicas que, cuan
do no se las cura, solo se extinguen con la vida, la única que se
haya conocido hasta ahora es la sifilis. La sycosis, de quien tam
poco puede triunfar la fuerza vital por si sola, no ha sido con
siderada como una enfermedad miasmática crónica interna, que
forma una especie parte ; y se la creia curada, una vez destruidas
las escrccencias ó vegetaciones de la piel, sin considerar que su
foco ó manantial quedaba siempre el mismo.
-280 . Un miasma crônico infinitamente mas importante que los
referidos, es el de la psora. Los otros dos descubren la afec
cion interna específica de donde proceden ; el uno por medio de
los chancros, y el otro á beneficio de escrecencias en forma de
1 coliflores, Solo tambien despues
JINL de haber infestado
8. todo el or
ganismo, es cuando anuncia la psora su inmenso miasma crónico
interno por medio de una erupcion cutánea enteramente particu
135

1
lar, } acompañada de un prurito voluptuoso insoportable y de
un olor especial. Esta psora es la sola verdadera causa funda
mental y productora de las innumerables formas morbosas (1)
4
que bajo los nombres de debilidad nerviosa, histérico, hipocon $
dria, manía, melancolía, demencia, furor, epilepsia y espasmos
de toda especie, reblandecimiento de los huesos ó raquitismo,
escoliosis y cyfosis, caries, cancer, fungus hematoides, tejidos
accidentales, gota, hemorroides, ictericia y cyanosis, ' hidropesía,
amenorrea, gastrorrágia, epistasis, hemoptisis, hematuria, me
trorragia, asma y supuracion de los pulmones, impotencia y
esterilidad, jaqueca, sordera , catarata y amaurosis , mal de piedra,
parálisis, abolicion de un sentido, dolores de toda especie, & c. ,
figuran en las patologias como otras tantas enfermedades propias,
distintas é independientes las unas de las otras .
81. El tránsito de este miasma por medio de millones de organis
mos humanos, en el transcurso de algunos centenares de generacio
**
nes, y el estraordinario desarrollo que ha debido adquirir con es.
te motivo, esplican hasta cierto punto como puede actualmente
desplegarse bajo formas tan diferentes, sobre todo si 3 se pone en
51924-4

( 1). Me han sido necesarios doce años de investigaciones para hallar el máṇan
tial de este increible número de afecciones crónicas, descubrir esta grande ver
dad que se habia ocultado á todos mis predecesares y contemporáneos, establecer
las bases de su demostracion, y conocer al mismo tiempo los principales, medios
curativos capaces de combatir las formas de este monstruo de mil cabezas. Mis
observaciones relativas á esto se hallan consignadas en el Tratado de las enferme→
dades crónicas que publiqué en 1828. Antes de haber profundizado esta impor
tapte materią, solo podia enseñar á combatir todas las enfermedades crónicas co
mo individuos aislados, con las sustancias medicinales hasta entonces conocidas
por sus efectos sobre el hombre sano, de manera que mis discípulos trataban cada
caso de afeccion crónica como una enfermedad á parte, como un grupo distinto
de síntomas, lo que no se oponia á aliviarlas con frecuencia lo bastante para que
la humanidad doliente tuviera que felicitarse de los beneficios de la nueva doctri
na, Cuánto mas satisfecha no debe estar la escuela moderna, ahora qué se ha
aproximado mayormente á la perfeccion, y que ha encontrado para la curacion de
los males crónicos debidos á la psora, remedios todavia mas homeopáticos (los an
tipsoricos) , entre quienes puede el verdadero médico elegir aquellos cuyos sín→
tomas medicinales correspondan mejor á la enfermedad crónica que desea curar !
136.1

consideracion el infinito número de circunstancias (1) que con


tribuyen ordinariamente á la manifestacion de esta grande diver
sidad de afecciones crónicas (síntomas secundarios de la psora),
sin contar la variedad infinita de las complexiones individua
les. No es pues de admirar que organismos tan diferentes, pc
netrados del miasma f psórico y sometidos á tantas influencias
nocivas, esteriores é interiores, que obran frecuentemente sobre
ellos de una manera permanente, ofrezcan tambien un número
incalculable de afecciones, de alteraciones y de males, que la an
tigua patologia (2) ha citado hasta ahora como otras tantas en .

(1) Algunas de estas causas que modificando la manifestacion de la psora, la im


primen la forma de las enfermedades crónicas, dependen evidentemente , ya sea
del clima y de la constitucion natural particular del sitio que se habita, ya de las
diversidades que ofrece la educacion fisica y moral de la juventud, en unas partes
descuidada, en otras demasiado tardía ó demasiado exagerada, & c. , ya del abuso
que se hace de las relaciones sociales, del régimen, de las pasiones, de las costum
bres, de los usos y del hábito.
(2) ¿ Cuántos no se hallan entre el número de estos nombres, que tienen un do
ble sentido, y con cada uno de los cuales se designan enfermedades muy diferen
tes, que con frecuencia solo se parecen entre sí únicamente por un síntoma, como
fiebre intermitente , ictericia, hidropesia, tisis, leucorrea, hemorroides, reumatismo,
apoplegía, espasmo, histérico, hipocondría, melancolía, manía, angina, parálisis,
&c., que se dan por enfermedades fijas, constantemente semejantes á sí mismas, y
á quienes, en razon del nombre que llevan, se las trata siempre segun un mismo
plan ? ¿Cómojustificar la identidad del tratamiento médico por la adopcion de
un nombre igual ? Y si no debe ser el tratamiento constantemente el mismo ¿á
qué un nombre idéntico, que supondria tambien coincidencia en el modo de ser
atacado por los agentes medicinales? Nihil sanè in artem medicam pestiferum ma
gis unquàm irrepsit malum, quàm generalia quædam nomina morbis imponere, iisque
aptare velle generalem quamdam medicinam : asi es como se expresa Huxham (Opp.
phys. med., t. I. ) , médico tan ilustrado como conciencioso. Fritze se queja tam
bien (Annalen, I, p. 80.) de que se da un mismo nombre á enfermedades diversas.
“Aun das enfermedades epidémicas, dice, que probablemete se propagan por un
miasma especifico en cada epidemia, reciben nombres de la escuela reinante,
“ cual si fuesen enfermedades estables, ya conocidas, y se reprodajesen siempre
bajo una misma forma. Asi sucede que se habla de unà fiebre de los hospitales,
“ de una fiebre de las cárceles, de una fiebre de los campos, de una fiebre pútrida,
« de una fiebre biliosa, de una fiebre nerviosa, de una fiebre mucosa, aunque cada
“ epidemia de estas fiebres erráticas se manifieste bajo la forma de una enferme
1871

fermedades distintas, designándolas bajo una multitud de nombres


particulares. i...
: 82. Aunque el descubrimiento de este grande i manantial dé
afecciones crónicas haya hecho á la médicina adelantar algun
tanto respecto á la naturaleza del mayor número de las enferme.
dades que se presentan en la práctica, sin embargo, en cada
A ed J
‫ ܐ ܕ ܕ܂‬. Cum AgUSED 58 2 15.
“ dad nueva, que jamas se habia presentado aun, y que varía mucho, tanto en su
66
curso, como en sus síntomas mas pronunciados y en toda la manera con que se
" conduce. Cada una de ellas difiere en tal conformidad de las epidemias anteriores>
66 que no por
eso dejan de llevar el mismo nombre, que seria necesario chocar de
" frente con todos los principios de la lógica para imponer á enfermedades tan diver
"sas uno de los nombres que han sido introducidos en la patologia, y arreglar despues
" la conducta médica en en consecuencia al nombre de que se hubiera abusado SLasi .
" Sydenham es el único que se ha penetrado de esta verdad ( Opp. cap. 2. de
" Morb . epid. p. 43); pues insiste en esta parte sobre que no se debe jamas
66
creer en la identidad de una enfermedad epidémica con otra que se haya mani
" festado ya anteriormente, ni tratarla á consecuencia de esta aproximacion, por
66
que las epidemias que han estallado en diversas épocas, han sido siempre dife
66 rentes unas de otras: Animum admiratione percellit JA , quàm discolor et sui plane
¿ ´dissimilis morborum epidemicorum faciés, quæ tam aperta horum morborum diversi
" tas tum propriis ac sibi peculiaribus symptomatis , tum etiam medendi ratione, quam
“ hi ab illis disparem sibi vindicant, satis illucescit. Ex quibus constat, morbos, épide
" micos, utut externa quatantenus specie et symptomatis aliquot utrisque pariter conve
"nire paullo incautioribus videantur, re tamen ipsa , si bene adverteris animum, alienæ
** ==
" Tesse admodum indolis' et distare ut aera lupinis“ .
Es claro, segun se vê, que estos inútiles nombres de enfermedades , de que tanto
se abusa, no deben tener la menor influencia en el plan de tratamiento ' adoptado
por el verdadero médico, que sabe muy bien que no debe juzgar ni tratar las en
fermedades por la semejanza nominal con un síntoma aislado , * sino por la analogía
de todos los signos del estado individual de cada enfermo ; y cuyo deber consiste
en investigar escrupulosamente los males, y no en presumirles á beneficio de hipó
tesis gratuitas. Sin embargo, si alguna vez se creyese tener necesidad de nombres
de enfermedades para hacerse inteligible al vulgo en pocas palabras, cuando se
habla de un enfermo en particular, no deben emplearse al menos mas que nombres
colectivos. Se debe decir, por ejemplo, el enfermo tiene una especie de corea,
una especie de hidropesía , una especie de fiebre nerviosa, una especie de fiebre
intermitente. Pero jamas deberá decirse: tiene el corea, la hidropesía, la fiebre
nerviosa, la fiebre intermitente, & c., porque seguramente no existen enfermeda
des. permanentes, y siempre semejantes á sí mismas, que merezcan estas denomi
naciones.
18
1381

enfermedad crónica (psórica) que es llamado á curar el médico


homeopatista, no debe cuidar menos que antes de estudiar bien
los síntomas perceptibles y todo cuanto tiebeto de particular ;
porque no es mas posible en estas enfermedades que en las otras,
obtener una verdadera curación sin individualizar cada caso
particular de un modo riguroso y absoluto; solamente es necesario
distinguir si la enfermedad es aguda ó si es crónica, porque en
el primer caso los síntomas principales se diseñan mas rápida
mente, el cuadro de la enfermedad ṣe traza en mucho menos
tiempo, y hay muchas menos preguntas que hacer, ofreciéndose
por sí mismos la mayor parte de los signos á los sentidos del
observador ( 1 ) . · Cu
83. Este exámen de un caso particular de enfermedad que
tiene por obgeto presentarle bajo las condiciones formales de la
01 Is 25 "
individualidad, solo exige de parte del médico un espíritu sin
prevencion , sentidos perfectos, atencion al observar, y fidelidad
al trazar el retrato de la enfermedad. Me limitaré á esponer
aqui los principios generales de la marcha que se debe seguir ;
mas solo se adoptarán aquellos que sean aplicables á cada caso
especial. * Zelenog d in
84. El enfermo hace la relacion de lo que esperimenta ; 1 las
personas que le rodean cuentan de que se ha quejado, como se ha
conducido, y cuanto han notado en él ; el médico ve, escucha
en una palabra observa con todos sus sentidos lo que existe de
alterado y de estraordinario en el enfermo. Escribe todo sobre
el papel en los mismos términos de que se han servido el enfermo
y los asistentes . Los deja concluir sin interrumpirles (2), á
menos que no se estravien en digresiones inútiles. Tiene sola
mente cuidado, al empezar, de invitarles á que hablen con
lentitud, á fin de poder seguirlos, al escribir todo cuanto juzgue
digno de notar.

( 1) Segun esto , la marcha que voy á trazar para entregarse à la investigacion


de los síntomas, no conviene mas que en parte a las enfermedades agudas.
(2) Toda interrupcion rompe el encadenamiento de las ideas del que habla, y
no le vuelven despues las cosas á la memoria tales como habia querido decirlas.
139

· 85. A cada meva circunstancia què el enfermo ó los asistentes


refierany debe el médico empezar un nuevo renglon, á fin de que
los síntomas esten todos escritos separadamente, los unos debajo
de los otros. Por este medio, le sera facil añadir á las noticias
vagas que le hayan sido comunicadas en un principio, las nocio .
nes mas exactas que pueda adquirir despues .
86. Cuando el enfermo y las personas que le rodean hayan
acabado de decir espontáneamente su relato, el médico se informa
rá con mas precision de cada síntoma, procediendo en esta parte
dél modo siguiente. Vuelve á leer todos cuantos ha señalado,
y respecto á cada uno en particular, pregunta por egemplo :
¿á qué epoca se verificó tal accidente ? ¿ fue esto antes de hacer uso
de los medicamentos que ha tomado el enfermo hasta ahora ó
mientras los tomaba, ó solamente algunos dias despues que ha
cesado de emplearlos ? ¿ Qué dolor, qué sensacion , exactamente
descritas, se han manifestado en tal parte del cuerpo ? ¿ Qué sitio
ocupaba con exactitud ? ¿ Se hacia notar este dolor solamente
por accesos ? ૐ ó era mas bien continuo y sin cesar ? ૐ Cuánto
tiempo duraba ? ૐ A qué epoca del dia ó de la noche, y en qué
posicion del cuerpo se hacia mas violento, ó cedia en un todo ?
¿ Cuál era el carácter exacto de tal accidente, de tal circuns
tancia ?
87. El médico se hace precisar asi cada uno de los indicios
que se le habian suministrado en un principio, sin que jamas
sus preguntas esten concebidas de manera que parezcan dictar
en algun modo la respuesta ( 1) , ó poner al enfermo en el caso de
no quedarle que responder mas que si ó no. Obrar diversamente
seria esponer al que se interroga, á negar ó á firmar por indife
rencia ó por complacer al médico, una cosa falsa, ó solo medio
cierta, ó en un todo diferente de lo que realmente ha sucedido.
Así pues, resultaria de aqui un cuadro infiel de la enfermedad,
y por consecuencia una mala eleccion de medios curativos.

(1) Por ejemplo, el médico no debe decir: Ha sucedido tal cosa de este modo
ó del otro ? Dar semejante giro á las preguntas es sugerir al enfermo respuestas
falsas é indicaciones engañosas .
140

88. Cuando el médico halla que en esta relacion espontánea,


no se ha hecho mérito, ya sea de muchas partes ó funciones del •
cuerpo, ya de las disposiciones del espíritu, pregunta si nada
tienen que decir relativamente á tal parte, á tal funcion , á tal ó
cual disposicion moral ( 1) ; pero debe poner el mayor cuidado en
limitarse á términos generales, á fin de que la persona que le su
ministra las aclaraciones, se vea obligada á esplicarse de un modo
categórico sobre estos diversos puntos.
89. Cuando el enfermo ( porque es á él, excepto en las enfer
medades simuladas, á quien debe el médico referirse de preferen
cia por todo lo que respecta á las sensaciones que esperimenta)
ha suministrado asi espontáneamente todas las noticias necesarias,
y completado bastante bien el cuadro de la enfermedad, el mé
dico debe dirigirle todavia algunas preguntas mas especiales, si
aun no se cree bastantemente ilustrado (2). ,

(1) Por ejemplo: Hace el enfermo del cuerpo? Cómo orina ? Cómo es el sueño
durante el dia, durante la noche? Cuál es la disposicion de su espíritu , de su hu
mor? Hasta qué punto es dueño de sus sentidos? Dónde nota la sed? Qué sabor
tiene de boca? Cuáles son los alimentos y bebidas que mas apetece? Cuáles los
que mas le repugnan? Halla en cada alimento y en cada bebida el sabor que de
be tener, ó encuentra en ellos un gusto estraño? Cómo se halla despues de ha
ber comido ó bebido? Tiene algo que decir respecto á su cabeza, á sus miembros,
ó á su vientre?
(2) Por ejemplo; cuantas veces ha hecho el enfermo del cuerpo? De qué na
turaleza eran las deposiciones? Las dejecciones blanquecinas eran mucosas ó fe
cales? Se hallaba ó no acompañada de dolores la espulsion de los escrementos ?
Cómo eran exactamente estos dolores, y en qué sitio se esperimentaban? Qué es
lo que ha devuelto el enfermo por arriba? El mal sabor de boca que tiene es pú
trido, amargo, ácido , ó de qué especie ? Se advierte antes, durante , ó depues de
haber comido y bebido ? A qué época del dia le nota mas particularmente ? Qué
gusto tienen los eruptos? Sale turbia la orina, ó no se enturbia hasta pasado algun
tiempo? De qué color es al salir? Qué aspecto presenta el sedimento? Qué se no
ta en el enfermo cuando duerme? Se queja? Gime? Habla? Grits? Despierta des
pavorido? Ronca al inspirar , ó al despedir el aire? Se mantiene siempre de espal
das, ó de qué lado se echa? Se tapa bien por sí mismo , ó no puede aguantar la ro
pa? Se despierta facilmente, ó tiene un sueño profundo? Cómo se encuentra al
despertar? Se manifiesta con frecuencia tal ó tal incomocidad? Con qué motivo? Es
cuando el enfermo está sentado , echado , de pie , ó andando? Es solamente en ayu
nas, por la mañana temprano, ó mas bien por la tarde despues de la comida?

3
141

90. Despues que el médico ha concluido de poner por escrito


todas las respuestas, anota ademas cuanto él mismo observa en el
enfermo ( 1 ), y trata de saber si lo que ve, existia ya ó no cuando
este disfrutaba aun de salud .
91. Los síntomas que tienen lugar y lo que esperimenta el
enfermo mientras hace uso de un medicamento, ó poco tiempo
despues, no dan la imagen pura de la enfermedad . Por el
contrario, los síntomas y las incomodidades que se han manifes
tado antes del empleo de los medicamentos, ó muchos dias des
pues que se ha cesado de administrarlos, dan una verdadera
nocion de la forma originaria de esta afeccion, Estos son,
pues, los que el médico debe anotar de preferencia. Cuando la

Cuándo se ha presentado el frio? Ha sido únicamente una sensacion de frio , ó un2


frio verdadero? Tenia la piel caliente mientras se quejaba de frio? No esperi
mentaba mas que un sentimiento de frio sin horripilaciónes? Tenia calor sin estar
encendida la cara? Qué partes del cuerpo se advertian calientes al tacto? Se que
jaba el enfermo de calor, sin estar la piel caliente? Cuánto tiempo ha durado el frio,
y cuánto el calor? Cuándo se ha presentado la sed? Durante el frio , el calor, antes
ó despues? Era muy intensa? Qué deseaba beber el enfermo? Cuándo se ha pro
punciado el sudor? Ha sido al principio, ó al fin del calor? Cuánto tiempo ha
transcurrido entre uno y otro? Se ha manifestado durante el sueño ó estando des
pierto? Qué abundancia podria tener? Era caliente , ó frio? En qué partes del
cuerpo se presentó? Qué olor tenia? De qué se quejaba el enfermo antes ó du
rante el frio, antes ó despues del calor, antes ó despues del sudor , & c.?
(1) Por ejemplo : ¿ Cómo se ha conducido el enfermo durante la visita ? ¿Es .
taba de mal humor, irritado, brusco, lloroso, tímido, desesperado ó triste , tran
quilo ó confiado , & c.? ¿ Se hallaba sumido en estupor, ó no estaba en general en
su cabal juicio ? Se halla ronco ? Habla muy bajo ? Dice cosas fuera de tiempo?
Se nota algo de insólito en su conversacion ? Qué color tiene su cara, sus ojos
ó su piel en general ? Cuál es le grado de espresion y de vivacidad de su rostro y
vista ? Cómo está la lengua, la respiracion , el olor del aliento, el oido ? Estan
dilatadas ó contraidas las pupilas ? Con qué prontitud y hasta qué grado se mue.
ven á la luz y en la oscuridad ? Cuál es el estado del pulso y del bajo vientre ?
Se halla humedecida la piel ó caliente, fria ó seca , sobre tal ó tal parte del
cuerpo ó generalmente ? Está tendido el enfermo con la cabeza caida hacia atras,
con la boca medio ó enteramente abierta, con los brazos cruzados por cima de la
cabeza ? Descansa sobre la espalda, ó en qué posicion ? Tiene mas o menos
dificultades en sentarse sobre la cama ? En una palabra, el médico pone en con
sideracion todo cuanto ha podido observar, y que le parece digno de ser anotado.
142

afeccion es crónica, y ha hecho ya el enfermo uso de remedios,


puede dejársele algunos dias sin administrarle ninguno, ó sin
darle al menos otra cosa que sustancias no medicinales, y se
difiere tanto el examen riguroso, porque es el medio de obtener
los síntomas permanentes en toda su pureza, de poder formarse
una imagen fiel de la enfermedad... LA V

92. Mas cuando se trata de una enfermedad aguda, que


presente tanto peligro que no permita ninguna dilacion, y cuan.
*
do el médico nada puede averiguar respecto al estado que ha
precedido al uso de los remedios, entonces se limita á observar
el conjunto de los síntomas tal como haya podido ser modifica
do, á fin de examinar al menos el estado presente de la enferme
dad, es decir, de poder abrazar en un solo y mismo cuadro la
afeccion primitiva y la afeccion medicinal adjunta, que, hecha
ordinariamente mas grave y mas peligrosa que la otra, por me
dios el mayor número de veces contrarios á los que se habrian
debido administrar, reclama frecuentemente auxilios muy pron
tos y la aplicacion rápida del remedio homeopático apropiado,
para que no perezca el enfermo á consecuencia del tratamiento
irracional que ha sufrido.
93. Si la enfermedad aguda ha sido ocasionada anteriormen–
te, ó si la enfermedad crónica lo ha sido hace mas o menos tiem.
po, por un acontecimiento notable, que el enfermo ó sus pa
cientes preguntados en secreto no descubren, es necesario que
el médico use de destreza y de circunspeccion para llegar á co
nocer esta circunstancia ( 1 ) .

(1) Si las causas de la enfermedad tienen algo de humillante ó de ruborosó, y si


los enfermos ó los que les rodean vacilan en confesarlas, ó por lo menos en decla
rarlas espontáneamente, el médico debe tratar de descubrirlas por medio de pre
guntas hechas con miramiento, ó de informes tomados en secreto. Se colocan en el
número de estas causas las tendencias al suicidio, al onanismo, al abuso de los place
res del amor, los escèsos contra naturaleza, los desórdenes en materia de comida o
bebida, el abuso de alimentos dañosos, la afección venérea & psórica, el amor des→
graciado , los celos, las contrariedades domésticas, el despecho , la tristeza debida á
desgracias de familia, la imposibilidad de vengarse, un miedo supersticioso, el
hambre, una diformidad en las partes genitales, una hernia, un prolapso, & c.
1431

94. Cuando se inquiere el estado de una enfermedad crónica,


es menester pesar bien las circunstancias particulares en que
puede hallarse el enfermo respecto á sus ocupaciones ordinarias,
á su género de vida habitual, y á sus relaciones domésticas. Sex
examina si no hay nada en estas circunstancias, que haya po
dido ocasionar ó que entretenga la enfermedad, á fin de contri
buirá la curacion alejando aquellas que se crean suspectas (1).
1.95. El examen de los síntomas precedentemente enumerados y
de todos los demas signos de enfermedad , debe pues, en las afec
ciones crónicas, ser lo mas exacto posible, y aun descender á
minuciosidades. En efecto, es en estas enfermedades donde se
hallan mas pronunciados, donde semejan menos á los de las
afecciones agudas, y donde piden ser estudiados con el mayor
esmero si se desea que el tratamiento tenga buen éxito. Por
otra parte, los enfermos se han acostumbrado talmente á sus
largos padecimientos, que hacen poco ó ningun caso de peque
ños síntomas, con frecuencia característicos y aun decisivos res.
pecto á la eleccion del remedio, mirándoles por decirlo asi, co
mo enlazados de un modo necesario á su estado físico, como
haciendo parte de la salud, cuyo verdadero sentimiento han
olvidado despues de quince ó veinte años que padecen, y res
pecto á los cuales no conciben la menor sospecha de que tengan
alguna conexion con la enfermedad principal.
96. Por otra parte, los enfermos mismos son de tan diverso
Co

(1) En las enfermedades crónicas de las mugeres, es necesario sobretodo tener


en consideracion la preñez , la esterilidad, la propension al acto venéreo , el parto ,
los abortos, la lactancia, y el estado del flujo menstrual . Por lo que respecta
á esté último, jamas se debe olvidar de preguntar si se presenta á épocas demasiado
înmediatas ó distantes, cuanto tiempo dura , si fluye là sangre sin interrupción ó
solamente á intérvalos, cual es la cantidad de la evacuacion , si la sangre es de
color subido, si se manifiesta la leucorrea antes que empiece ó despues que ha
cesado aquella ; pero se cuidará principalmente de averiguar cual es el estado del
físico y del moral, que sensaciones y que dolores se presentan antes, durante o des
pues de las reglas ; si padece la muger de flores blancas, de que naturaleza son
estas, en que abundancia, que sensaciones las acompañan, en fin, en que circuns
tancias y con que motivo se han manifiestado.
144

humor, que algunos de ellos, notablemente los hipocondriacos


y otras personas sensibles é impacientes, pintan sus padeci
mientos con colores demasiado vivos, y se sirven de espresiones
exageradas para inducir al médico á socorrerlos prontamente (1).
97. Otros por el contrario, ya sea por pereza, ya por un
pudor mal entendido, ya en fin por una especie de melindre y de
timidez no dicen cosa alguna respecto á muchos males, solo les
indican en términos oscuros, ó les señalan cual si fuesen de bien
poca importancia .
98. Si es cierto, pues, que deba atenderse sobre todo á lo que
el enfermo mismo dice de sus males y de sus sensaciones, y pre
ferir las espresiones que emplea al pintarles, porque sus pala
bras se alteran casi siempre pasando por la boca de las perso
nas que le rodean, no lo es menos que en todas las enfermedades,
y mas especialmente en aquellas que tienen un carácter crónico,
el médico necesita poseer en alto grado la circunspeccion, el tac
to, el conocimiento del corazon humano, la prudencia y la pa
ciencia indispensables para conseguir formarse una idea verdade
ra y completa de la enfermedad y de todos sus detalles. J ( 16
99. En general, la investigacion de las enfermedades agudas y
de aquellas que se han declarado recientemente, presenta mas
facilidad, porque el enfermo y los que le rodean tienen herida la
imaginacion de la diferencia entre el estado actual de cosas y la
salud tan recientemente perdida, en fin, porque su memoria con
serva la imágen todavia fresca. El médico debe saber todo igual
mente en este caso ; pero no necesita anticiparse á los indicios,
que se presentan la mayor parte por sí mismos.
(1) Aun el hipocondriaco mas insufrible jamas se imagina accidentes ó incomo
didades que realmente no sienta. Cualquiera puede convencerse de** esto compa
rando las quejas de que se duele en tiempos diferentes, mientras el médico no le
administra cosa alguna, ó no le da por lo menos ninguna sustancia medicamentosa.
Solo debe cercenarse algo de sus lamentaciones, ó atribuir al menos la energía
de las expresiones que emplea, á su escesiva sensibilidad . Respecto á esto, hasta
la misma exageracion del cuadro que hace de sus padecimientos, llega á ser un
síntoma importante en la serie de los que constituyen la imágen de su enfermer
dad. Se encuentran en un caso muy diverso los maniáticos, y los que fingen estar
enfermos por malicia ó cualquiera otra razon .
€145

100. 4 Por lo que respecta á la indagacion del conjunto de los


síntomas de las enfermedades epidémicas y esporádicas, es muy
indiferente que alguna cosa parecida haya existido ya ó no en
el mundo bajo tal ó tal nombre. La novedad ó el carácter de
especialidad de una afeccion de este género no contrae ninguna
diferencia, ni en el modo de estudiarla, ni en el de tratarla. En
efecto, debe siempre mirarse la imágen pura de cada enfermedad
que domina actualmente como una cosa nueva y desconocida, y
estudiarla á fondo en sí misma, si se pretende ser verdadera
mente médico, es decir, no remplazar jamas la observacion con
la hipótesis, ni mirar nunca un caso dado de enfermedad como
conocido, sea en totalidad, sea solamente en parte, sino des
pues de haber profundizado con esmero todas las manifestacio
Esta conducta es tanto mas necesaria aquí, cuanto que toda
epidemia reinante es bajo muchos aspectos, un fenómeno de espe
cie particular, que cuando se le examina con atencion, se en .
cuentra diferir mucho de las demas epidemias antiguas á quienes
Se habia sin " razon impuesto el mismo nombre. Es menester sin
embargo esceptuar las epidemias que provienen de un miasma
siempre semejante á sí mismo, como la variola, el sarampion, & c.
101. Puede suceder que el médico que trata por la primera vez
á un hombre atacado de enfermedad epidémica, no encuentre so
bre la marcha la imágen de la afeccion, atendido que no se con
sigue conocer bien la totalidad de los síntomas y signos de estas
enfermedades colectivas, sino despues de haber observado mu
chos casos. Sin embargo un médico ejercitado podrá muchas
veces, desde el primero ó el segundo enfermo, aproximarse tanto
al verdadero estado de cosas, que conciba una imágen caracte
rística, y aun se halle en el caso de determinar el remedio homeo
pático á que se debe recurrir para combatir la epidemia.
102. Si se tiene cuidado de escribir los síntomas observados en
muchos casos de esta especie, el cuadro de la enfermedad irá
siempre perfeccionándose. No será ni mas digreso, ni mas ver .
" característico, y abrazará mayormente
boso, sino mas gráfico, mas
las particularidades de la enfermedad colectiva . Por una parte
19
$146

los síntomas generales ( por egemplo, falta de apetito, pérdida de


sueño, &c. ) adquieren un grado mas alto de precision ; por otra
jos síntomas notables, especiales, raros en la epidemia misma, y
solo propios á un corto número de afecciones, se trazan y forman
el carácter de la enfermedad ( 1). Todas las personas atacadas de la
epidemia padecen, es verdad, una enfermedad que proviene deł
mismo origen, y que es por consiguiente igual ; pero la esten
sion completa de una afeccion de este género, y la totalidad de
sus síntomas, cuyo conocimiento es necesario para formarse una
idea perfecta del estado morboso, y elegir en virtud de ella el re
medio homeopático mas en armonía con este conjunto de acci
dentes, no pueden observarse en un solo enfermo ; es necesario
para conseguirlo, sacar por abstraccion los síntomas del cuadro
de los sufrimientos de muchos enfermos dotados de diferente
constitucion.
103. Este método que se hace indispensable seguir en las en
fermedades epidémicas, por la mayor parte agudas, he debido
aplicarle tambien , de un modo mas exacto de lo que se habia hecho
Jiasta ahora, á las enfermedades crónicas producidas por un mias.
ma que permanece siempre semejante á sí mismo en cuanto al
fondo, y particularmente á la psora. Estas afecciones exigen en
efecto que se investigue el conjunto de sus sintomas; porque ca
da enfermo no presenta mas que algunos de ellos, no ofrece, por
decirlo así, mas que una porcion de los fenómenos morbosos cuya
coleccion entera forma el cuadro completo de la caquexia con
siderada en su conjunto . Solo, pues, observando un gran núme
ro de personas atacadas de estas clases de afecciones, es como se
consigue reunir la totalidad de los síntomas que pertenecen á cada
miasma crónico, y particularmente al de la psora, condicion in
dispensable para llegar al conocimento de los medicamentos que
siendo propios para curar homeopáticamente la caquexia entera,

(1) Entonces es cuando el estudio de los casos subsecuentes manifestará al més


dico que, con el ausilio de los primeros, ha encontrado ya un remedio aproxima
tivamente homeopático , si la eleccion fue buena, ó si debe recurrir á un medio .
todavia mas apropiado .
147

son tambien al mismo tiempo los verdaderos remedios de todos


los males crónicos individuales que de ellas se derivan.
104. La totalidad de los síntomas que caracterizan el caso pre
sente, ó, en otros términos, la imágen de la enfermedad, hallán
dose una vez puesta por escrito (1), está hecho ya lo mas difícil.
El médico debe despues tener siempre á la vista esta imágen, que
sirve de base al tratamiento, sobre todo en las enfermedades cró
nicas. Puede considerarla en todas sus partes, y hacer resaltar
los signos característicos, á fin de oponer á estos síntomas, es de
cir, á la enfermedad misma, un remedio exactamente homeopátipo,
cuya eleccion ha sido determinada por la naturaleza de los acci
dentes morbosos que él mismo puede producir por su accion pura.
Durante el curso del tratamiento se examinan los efectos del re
medio y los cambios sobrevenidos en el estado del enfermo, para
borrar del cuadro primitivo de los síntomas aquellos que han de·
saparecido en totalidad, notar aquellos de que aun queda alguna

(1) Los médicos de la antigua escuela se hallan muy á gusto en esta parte. No so
lamente nose entregan á una investigacion escrupulosa de todas las circunstancias de
la enfermedad, sino que tambien interrumpen a menudo al enfermo en la relacion
detallada que desea hacer de sus padecimientos, para apresurarse á escribir una
receta compuesta de ingredientes cuyo verdadero efecto les es desconocido. Nin
gun médico alopatista se informa con precision de todas las particularidades de la
enfermedad que tiene á la vista, y ninguno de ellos piensa todavia mucho menos
en ponerlas por escrito. Cuando vuelve á ver al enfermo al cabo de algunos dias,
ha olvidado en gran parte ó totalmente las débiles noticias que se la habian sumi
nistrado, y que sus multiplicadas visitas2 á otras muchas personas han borrado
completamente de su memoria . Todo há entrado por un oido y salido por otro.
En la nueva visita, se concreta igualmente á algunas preguntas generales , hace
como que toma el pulso, mira la lengua, é inmediatamente, sin motivo racional,
escribe otra receta, ó hace continuar con la antigua. Despues, despidiéndose
cortesmente, recorre los otros cincuenta o sesenta desgraciados entre quienes debe
dividirse su mañana , sin que se fatigue de modo alguno su entendimiento. He
aqui como lo mas serio del mundo, el exámen conciencioso de cada enfermo, y el
tratamiento fundado en esta esploracion, se trata por los sugetos que se llaman
médicos, y que pretenden ejercer una medicina racional. El resultado es casi
generalmente malo, como se debia esperar, y sin embargo los infelices enfermos
se ven obligados á dirigirse a tales gentes, ya sea porque no tienen otra cosa en
que escoger, ya por seguir la costumbre recibida.
148

cosa , y añadir las nuevas incomodidades que hayan podido


acaecer. nor Jemen

105. El segundo punto del deber del verdadero médico es in


vestigar los instrumentos necesarios á la curacion de las enferme
dades naturales, estudiar la potencia morbifica de los medica."
mentos, á fin de que cuando se trate de curar, pueda hallar entre
ellos uno cuya serie de síntomas constituya una enfermedad fac-
ticia, lo mas semejante posible al conjunto de los principales sín-:
tomas de la enfermedad natural que se propone destruir. "
*
106. Se necesita conocer la potencia morbífica de los medica
mentos en todo su desarrollo . En otros términos, es ménester
que los síntomas y modificaciones que puedan sobrevenir á con-
secuencia de la accion de cada uno de ellos en la economía, ha
yan sido bien observados antes de confiar poder hallar entre
ellos remedios homeopáticos contra la mayor parte de las enfer
medades naturales. 11 D

107. Si para conseguir este fin no se diesen los medicamentos


mas que á las personas enfermas, aunque solo se las prescribiesen
sencillos y uno á uno, se averiguaria poco ó nada de sus efectos
puros, porque mezclándose los síntomas de la enfermedad natural

ya existente, con los que los agentes medicinales pueden produ


cir, seria muy difícil poder distinguir á estos últimos de una ma
nerabien clara .
108. No hay, pues, medio mas seguro ni mas natural, para re
conocer infaliblemente los efectos propios de los medicamentos
sobre el hombre, que ensayarlos separadamente unos de otros,
y á dosis moderadas, en las personas sanas, y observar los cambios
que de ellos resultan en el estado físico y en el moral, es decir ,
los elementos de enfermedad que pueden producir estas sus
tancias ( 1 ) ; porque, como hemos visto anteriormente ( V. 24-27) ,

(1) Ningun médico que yo sepa, sino es el grande é inmortal Haller, ha sospe
chado en el discurso de veinte y circo siglos este método tan natural, tan absolu
tamente necesario y tan únicamente verdadero , de observar los efectos puros y
peculiares de cada medicamento, para concluir de ello cuales son las enfermeda
149

toda la virtud curativa de los medicamentos está únicamente


fundada en el poder que tienen de modificar el estado del hombre,
y procede de la observacion de los efectos que resultan del eger
cicio de esta facultad. S
..109. Yo he sido el primero que haya seguido esta marcha, con
una perseverancia que solo podia proceder y sostenerse ( 1) ent
el convencimiento íntimo de esta grande verdad, tan preciosa
para el género humano, que la administracion homeopática de
los medicamentos es el solo método seguro de curar las enfer
medades (2) . 0:b
110. Recorriendo cuanto han dicho los autores sobre los efec
tos nocivos de sustancias medicinales que por negligencia, in.
tencion criminal, ú otro motivo han llegado en gran cantidad
hasta el estómago de personas sanas, noté cierta coincidencia
entre estos hechos y las observaciones que habia obtenido en mí
mismo y en otros, con motivo de algunas esperiencias intentadas
á fin de reconocer el modo de obrar de las mismas substan
cias en el hombre sano. " Se les cita como casos de envene
namiento y como pruebas de los efectos perniciosos inherentes al
uso de estos agentes enérgicos. La mayor parte de los que les re
fieren se han propuesto en ello señalar un peligro. Algunos tam
bien les enuncian para hacer ostentacion de la habilidad que han

des que pueda ser apto á curar. Haller solo, antes que yo, ha reconocido la ne
cesidad de seguir esta marcha (véase el prefacio de su Pharmacopœa Helvets Bâlə
1771 , en fol, p. 12): Nempè primum in corpore sano medela tentanda est, sine-per
grina ulla miscella; odoreque et sapore ejus exploratis, exigua illius dosis ingerenda est
ad omnes, quæ indè contingunt, affectiones, quis pulsus, quis calor, quæ respiratio,
quænam excretiones, attendendum. Inde ad ductum phænomenorum, in sano obviorum
transeas ad experimenta in corpore ægroto, &c. Mas ningun médico se ha aprove
chado de este precioso aviso; nadie ha fijado siquiera en él la atencion .
(1) He consignado los primeros frutos de mis trabajos , tales como se hallaban,
en un opúsculo intitulado: Fragmenta de viribus medicamentorum positivis, sive în

sano corpore humano observatis, p. I , II , Leipsic , 1805 , en 8. Otros mas maduros
lo han sido en las diversas ediciones de mi Materia médica pura, y en mi Tratado
de las enfermedades crónicas. 15 4
+ (2) No puede haber otro verdadero método de curar las enfermedades dinámi
cas, (es decir, no quirúrgicas) mas que la homeopatía, del mismo modo que no
150

desplegado, hallando medios de restablecer poco a poco la sáluð, ›


en hombres que la habian perdido de un modo tan violento. Mu
chos en fin, + para descargar su conciencia de la muerte de los
enfermos, alegan la malignidad de estas sustancias, que Haman
entonces venenos. Ninguno de ellos ha sospechado que los sin
tomas en quienes solo querian ver pruebas de la venenosidad de
los cuerpos capaces de producirlos, eran indicios ciertos que
manifestaban existia en estas mismas sustancias la facultad de ha
cer cesar, á título de remedio, los síntomas semejantes de enfer
medades naturales. Ninguno ha pensado que los males que
escitan, sean el anunció de su homeopaticidad salutaria. Ningu
no ha comprendido que la observacion de los cambios á que dan
lugar los medicamentos en las personas sanas, fuese el único me
dio de conocer las virtudes curativas de que están dotados estos
últimos, porque no se puede llegar á dicho resultado ni por ra
zonamientos á priori, ni por el olor, el sabor, ó el aspecto de las
sustancias medicinales, ni por el análisis químico, ni adminis
trando á los enfermos recetas en que se hallen asociados á un nú❤
mero mas o menos considerable de otras drogas. Ninguno en
fin ha preveido que estas relaciones de enfermedades medicina .
les suministrarian un dia los elementos de una verdadera y pura
Materia médica, ciencia que, desde su origen hasta la actualidad,
solo ha consistido en una aglomeracion de congeturas y de fic
ciones, ó que en otros términos, todavia no ha tenido una exis
tehoia real (1). ... obate *

es posible tirar mas que una sola línea recta entre dos puntos dados. Es necesa
rio, pues, haber profundizado muy poco el estudio de la homeopatía, no haber vis.
to jamas ningun tratamiento homeopático bien motivado, ni haber sabido juzgar
hasta qué punto se hallan privades de fundamento los métodos alepáticos, para
pretender hacer marchar estas detestables prácticas al lado de la verdadera medi
cina, y presentarlas como hermanas, de que no tiene la mener necesidad. La ho
meopatía pura, que casi jamas falla en sus curaciones, que casi siempre obra con
el mas seguro y ventajoso éxito, la homeopatía, repito, rehusa toda asociacion de
este género. J
(1) Véase lo que respecto á esto he dicho en mi Memoria sobre los manantiales
impuros de la Materia médica ordinaria (Prolegómenos de la Materia médică´ pura,
telep
toTop of esf vi Dat ( ro gian
161 3

111. La conformidad de mis observaciones sobre los efectos


puros de los medicamentos con estas antiguas advertencias, que
habían sido hechas con miras muy diferentes, y aun la de estas
últimas con otras del mismo género que se hallan diseminadas en
los escritos de diversos autores, nos proporcionan facilmente el
convencimiento de que las sustancias medicinales, dando lugar
á un cambio morboso en el hombre sano, siguen en ello leyes
naturales, positivas y eternas, y que en virtud de estas leyes, son
capaces de producir, cada una en razon de su individualidad,
ciertos síntomas morbosos que jamas dejan de escitar.
112. En las decripciones que nos han dejado los antiguos au
tores respecto á las consecuencias frecuentemente funestas que
acarrean los medicamentos tomados á dosis tan exageradas, se
notan tambien algunos síntomas que no se habian manifestado al
principio de estos tristes acontecimientos, sino solamente hácia
el fin, y que son de naturaleza totalmente opuesta á los del
período incipiente. Estos síntomas, contrarios al afecto primi
tivo ( V 63) ó á la accion propiamente dicha de los medicamentos
sobre el cuerpo, son debidos á la reaccion de la fuerza vital del
organismo. Constituyen el efecto secundario ( V. 62-67); del
cual rara vez se observan señales cuando se emplean dosis mode
radas á título de ensayo, y de quien nunca ó casi nunca se ve ef
menor vestigio cuando las dosis son débiles, porque en los
fratamientos homeopáticos, la reaccion del organismo viviente
no pasa del grado rigurosame
nte necesario para restablecer el
estado natural de salud ( V. 67).
113. Las sustancias narcóticas son las solas que hacen escep
cion en esta parte. Como en su efecto primitivo estinguen en
igual grado la sensibilidad y la percepción que la irritabilidad,
h
sucede con bastante frecuencia cuando se las ensaya sobre
personas-sanas, aun-á- dosis- moderadas, que se observe durante
la reaccion, una exaltacion de la sensibilidad y un aumento de
la irritabilidad. !
114. Mas esceptuando los narcóticos , todos los medicamentos
que se ensayan á dosis moderadas sobre sugetos sanos, solo
152

dejan percibir sus efectos primitivos, es decir, los síntomas capa


ces de indicar que modifican el ritmo habitual de la salud, y que
escitan un estado morboso destinado á durar un tiempo mas ó
menos largo. et wip windig
115. Entre los efectos primitivos de algunos medicamentos,
se hallan muchos que son opuestos en parte, ó por lo menos bajo
ciertas consideraciones accesorias, á , otros síntomas cuya apari
cion tiene lugar ya sea antes, ya despues, Esta circunstancia
no basta sin embargo para hacerles considerar como efectos con
secutivos propiamente dichos, ó como un simple resultado de
la reaccion de la fuerza vital. Constituyen solamente una al
ternacion de los diversos paroximos de la accion primitiva, y
se les llama efectos alternantes.
116. Algunos síntomas son escitados por los medicamentos
frecuentemente, es decir, en un gran número de sugetos : otros
lo son rara vez, ó sea en pocas personas; otros en fin, solo se
producen en un limitadísimo número de iudividuos.
117. A esta última categoría es á donde pertenecen las idio
sincrasias. Por estas se entiende las constituciones particulares,
que si bien deben considerarse como sanas, tienen sin embargo
una tendencia á dejarse poner en un estado mas o menos pro
nunciado de enfermedad, por ciertas cosas que no parecen hacer
la menor impresion ni producir el menor cambio en otras mu
#6921 sobre tal ó tal per
chas personas ( 1) . } Mas 13esta falta de accion
sona es tan solo aparente. En efecto, como la produccion de
todo cambio morboso cualquiera supone en la sustancia me
dicinal la facultad de obrar, y enJE la fuerza vital que anima el
organismo la aptitud á ser afectada por ella, no pueden atribuir7
se únicamente á la constitucion particular del sugeto las alte
raciones manifiestas de la salud , que tienen lugar en las idiosin
Atcere İs

( 1 ) El olor de las rosas produce desmayos en muchas personas: otras contraen


enfermedades , á veces alarmantes, à consecuencia de haber comido almejas, can
grejos, huevas de besugo &c., ó despues de haber tocado las hojas de ciertos zu
maques, 0812
&c. ? nboroboat & el nó
153

crasias. Hay necesidad de referirlas al mismo tiempo á las cosas


que las han producido, y en quienes debe residir la facultad de
egercer la misma influencia sobre todos los hombres, con la sola
diferencia que entre los sugetos que disfrutan de salud solo se
encuentra un corto número que tenga una tendencia á dejarse
poner por ellas en un estado tan evidentemente morboso. Lo que
prueba que estas potencias hacen realmente impresion sobre todos
los hombres, es que curan homeopáticamente en todos los enfer
mos los mismos síntomas morbosos, que aquellos cuya manifes
tacion solo parecen determinar en las personas sugetas á las
idiosincrasias ( 1) .
118. Cada medicamento produce efectos particulares en el
cuerpo del hombre, y ninguna otra sustancia medicinal puede
determinar otros que sean exactamente semejantes (2) .
119. Del mismo modo que cada especie de planta difiere de
todas las demas por su configuracion, su modo propio de vege
tar y de crecer, su sabor y su olor ; del mismo modo que cada
mineral difiere de los demas respecto á sus cualidades esteriores
y á sus propiedades químicas, circunstancia que habria debido
ya bastar por sí sola para evitar toda confusion , así tambien
todos estos cuerpos difieren entre sí respecto á sus efectos morbí .
-
ficos y de consiguiente á sus efectos curativos (3) . Cada sustan

(1) Asi es como la princesa María Porphyrogenete , en presencia de su tia Eu


doxia , hacia volver en sí, salpicándole con agua de rosa (rò ræv jódwv oráλayμa
á su hermano el emperador Alexias, que se hallaba sugeto á caer en síncope) 1
(H byz. Alexias, lib . 15 , p. 503, ed . Prosser.) . Horstius ( Opp . III , p. 59) ha en
contrado el vinagre rosado muy eficaz en el síncope.
(2) Esta verdad habia sido tambien conocida por Haller, que dice (prefacio de
su Hist. stirp . Helv. ) : Latet immensa virium diversitas in iis ipsis plantis, quarum
facies externas dudum novimus , animus quasi et quodcumque cœlestius habent, nondum
perspeximus.
(3) El que sabe que la accion de cada sustancia sobre el hombre difiere de la de
todas las demas, y que aprecia la importancia de este hecho, tampoco tiene difi
cultad en comprender que , médicamente hablando, no pueden existir sucedáneos,
es decir, medicamentos equivalentes y capaces de remplazarse mútuamente. Solo
aquel para quien son desconocidos los efectos puros y positivos de las sustancias
medicinales, puede incurrir en la insensatez de querernos persuadir que un reme
20
154

cia ejerce sobre la salud del hombre una influencia particular y


determinada, que no permite se la confunda con otra ( 1 ) ,
120. Es menester, pues, distinguir bien los medicamentos unos
de otros, pues que es de ellos de quien depende la vida y la
muerte, la enfermedad y la salud de los hombres. Para esto ,
es necesario hacer con cuidado esperiencias puras, que tengan
por objeto descubrir las facultades que poseen y los verdaderos
efectos que determinan en las personas sanas ; procediendo así,
se consigue conocerlos bien y evitar toda equivocacion al apli
carlos en el tratamiento de las enfermedades, porque solo un
remedio bien elegido puede volver al enfermo, de un modo
pronto y duradero, el mayor de los bienes de la tierra, la salud
del cuerpo y del espíritu .

dio es capaz de remplazar á otro, y determinar el mismo efecto salutario en un


caso dado de enfermedad. Asi es como los niños, en su simplicidad, confunden
las cosas mas esencialmente diferentes, porque apenas las conocen sino por su ex
terior, no teniendo la menor idea de sus propiedades íntimas , de su verdadero va
lor intrínseco.
(1) Si esto es exactamente la verdad, como no cabe duda, un médico celoso de
pasar por hombre razonable y de tranquilizar su conciencia, no puede prescribir
en lo sucesivo mas medicamentos que aquellos cuyo verdadero valor conozca per
fectamente, es decir , que aquellos cuya accion haya estudiado sobre los hombres
sanos con bastante esmero para estar persuadido , que aquel que elige puede pro
vocar un estado morboso muy análogo á la enfermedad natural que se trata de cu
rar; porque, como anteriormente se ha visto , ñi el hombre ni la naturaleza propor
cionan jamas una curacion completa, pronta y permanente, sino con el auxilió de
un medio homeopático. Ningun médico puede, pues, evitar en adelante entregar
se á investigaciones de este género, sin las cuales tampoco podria adquirir, res
pecto á los medicamentos, los conocimientos indispensables al egercicio de su pro
fesion tan descuidados hasta ahora . La posteridad creerá dificilmente que se ha
yan limitado hasta aqui los prácticos á administrar siempre á ciegas en las enfer
medades , remedios cuyo verdadero valor ignoraban, y cuyos efectos puros y diná
micos jamas habian estudiado sobre el hombre sano; que tenian la costumbre de
asociar juntamente muchas de estas sustancias desconocidas, y de accion tan di
versificada, abandonando despues á la suerte los resultados de estas mezclas . Asi
es como un insensato entra en el obrador de un artista , coge con ambas manos to
das las herramientas que se le presentan , y se figura que por su medio podrá con
cluir una obra que ve ya comenzada. ¿ Quién puede dudar que la echará á perder
con su ridículo modo de trabajar, y aun acaso tambien que la mutilará de un modo
irreparable?
155

121. Cuando se estudian los efectos de los medicamentos sobre


el hombre sano, no se debe perder de vista que basta ya admi
nistrar las sustancias llamadas heróicas á dosis poco elevadas,
para que produzcan cambios aun en la salud de las personas
robustas. Los medicamentos de naturaleza menos fuerte deben
administrarse á dosis mas elevadas, cuando se desea tambien
esperimentar su accion . En fin, cuando se trata de conocer la
de las sustancias mas débiles, solo se puede elegir para objeto
de esperiencia á las personas, que si bien esten esentas de enfer .
medad, se hallen ademas dotadas de una constitucion delicada ,
irritable y sensible.
122. En las esperiencias de este género, de donde depende la
certeza del arte de curar y la conservacion de todas las generacio
nes venideras, no se emplearán mas que medicamentos que se co
nozcan bien, y respecto á los cuales se tenga el convencimiento de
que estan puros, que no han sido falsificados, y que poseen toda
su energía .

123. Cada uno de estos medicamentos debe ser tomado bajo


una forma simple y esenta de todo artificio . Por lo que hacc á
las plantas indígenas, se esprime su jugo, que deberá mezclarse
con un poco de alcool, á fin de impedir que se corrompa . Res
pecto á los vejetales extranjeros, se les pulveriza ó se prepara
con ellos una tintura alcoólica, que deberá mezclarse con cierta
cantidad de agua antes de administrarla . Las sales y las gomas,
en fin, no deben ser disueltas en el agua hasta el momento mismo
en que se van á tomar. Si no se puede proporcionar la planta
mas que en estado seco, y si tiene esta por su propia naturaleza
virtudes poco enérgicas, se ensayará bajo la forma de infusion ,
es decir, que despues de haberla picado muy menuda, se vierte
encima agua hirviendo, en la cual se la deja sumergida durante
algun tiempo ; debe beberse la infusion inmediatamente despues
de preparada, y mientras está todavia caliente ; porque todos
los jugos de las plantas y todas las infusiones vegetales á que no
se asocia el alcool , pasan rápidamente á la fermentacion, á la
corrupcion, y pierden asi su virtud medicinal.
156

124. Cada sustancia medicinal que se somete á ensayos de


este género, debe emplearse sola y perfectamente pura . Se evitará
cuidadosamente añadir á ella ninguna sustancia estraña, ó tomar
ningun otro medicamento, ya sea el mismo dia, ya en los siguien
tes, mientras se desee observar los efectos que es capaz de
producir.
125. Es necesario que el régimen sea muy moderado mientras
dure la esperiencia. Deberá abstenerse en lo posible de las espe
cias, y limitarse á alimentos sencillos y únicamente nutritivos,
evitando con cuidado las legumbres verdes (1 ) , las raices, las
ensaladas y las sopas con verduras, por ser unos alimentos que,
apesar de las preparaciones culinarias que han sufrido, conservan
siempre una corta energía medicinal, que perturbaria el efecto
del medicamento. La bebida será la misma de que diariamente
se hace uso ; solo se tendrá cuidado de que sea lo menos esti
mulante posible (2).
126. El que intenta la esperiencia debe, todo el tiempo que
dure, evitar entregarse á trabajos molestos de cuerpo y de espi
ritu, á escesos en todo género, y principalmente á pasiones
desordenadas. Es necesario que ningun negocio urgente le
impida observarse con cuidado, que ponga por sí mismo una
atencion escrupulosa en todo lo que sucede en su interior, sin
que nada le distraiga , á fin de unir á la salud del cuerpo el grado
de inteligencia necesario para poder designar y describir clara
mente las sensaciones que esperimenta .
127. Los medicamentos deben ser esperimentados tanto en
hombres como en mugeres, á fin de evidenciar las modificaciones
relativas al sexo que pueden producir.
128. Las observaciones mas recientes han demostrado que las

(1) Pueden permitirse los guisantes, las alubias verdes, y aun las zanahorias,
por ser las legumbres verdes que tienen menos virtudes medicinales.
(2) La persona que se somete á las esperiencias no debe estar acostumbrada al
uso del vino puro , del aguardiente, del café ó del thé , por lo menos haberse
deshabituado de bastante fecha de estas bebidas perjudiciales, entre quienes las
unas son escitantes y las otras medicamentosas.
157

sustancias medicinales no desplegan, ni con mucho, la totalidad


de las fuerzas encerradas en ellas, cuando se administran en
estado grosero, ó tales como nos las ofrece la naturaleza. Solo
manifiestan completamente sus virtudes despues de haber sido
conducidas á un alto grado de dilucion por medio de la moledura
y de la sucusion ó sacudimiento, modo muy sencillo de prepa
rarlas que desarrolla á un punto increible y pone en plena accion
sus fuerzas hasta entonces latentes y en cierto modo sumidas en
el sueño. Está reconocido hoy dia que el mejor modo de ensa
yar, aun las sustancias miradas como débiles, consiste en tomar
durante muchos dias consecutivos cuatro ó seis globulos embebi
dos en su treintésima dilucion, que se humedecen con un poco
de agua, y que se tragan en ayunas.
129. Si una dosis semejante solo produgese débiles efectos , se
puede, para hacer estos mas pronunciados y mas sensibles , aña
dir cada dia algunos glóbulos, hasta que se haga el cambio per
ceptible ; porque un medicamento no afecta á todo el mundo con
igual fuerza, reinando una grande diversidad en esta parte. Se
vé algunas veces á una persona que parece delicada afectarse
apenas con un medicamento generalmente reconocido por muy
enérgico, mientras lo es fuertemente con otras sustancias mucho
mas débiles. Del mismo modo hay sugetos muy robustos que
esperimentan síntomas morbosos considerables por parte de agen
tes medicinales suaves en apariencia , y que por el contrario no
tan poco los efectos de otros medicamentos mas fuertes. De
consiguiente, como jamas se sabe con anticipacion cual de estos dos
casos tendrá lugar, conviene que cada uno empiece por una pe
queña dosis, y la aumente despues de dia en dia, si lo contempla
necesario.

130. Si desde el principio, y por primera vez, se ha dado una


dosis bastante fuerte , resulta de ello una ventaja, y es que la per
sona que se somete á la esperiencia, conoce el órden de sucesion
de los síntomas , y puede notar con exactitud el momento en que
cada uno aparece, cosa muy importante en el conocimiento del
carácter de los medicamentos, porque así se manifiesta del modo
158

menos equívoco el órden de los efectos primitivos y el de los efec


tos alternantes. De este modo basta con frecuencia una dosis muy
débil cuando el sugeto puesto en esperiencia está dotado de una
grande sensibilidad, y se observa con mucha atencion . En cuanto
á la duracion de la actividad de un medicamento , solo se consigue
conocerla comparando juntos los resultados de muchas espe
riencias.
1
131. Cuando se necesita , únicamente para adquirir algunas no
ciones, administrar durante muchos dias consecutivos dosis pro
gresivamente aumentadas del medicamento á una misma persona,
se consigue á no dudar conocer por este medio los diversos esta
dos morbosos que esta sustancia puede producir en general; pero
no se adquiere ninguna noticia respecto á su sucesion , porque la
dosis siguiente cura con frecuencia alguno de los síntomas escita
dos por la que la ha precedido, ó produce en su lugar un estado
opuesto. Los síntomas de esta naturaleza deben ser anotados en
tre dos paréntesis, como equívocos, hasta que nuevas esperien
cias mas puras hayan decidido, si se debe ver en ellos una
reaccion del organismo ó un efecto alternante del medicamento.
132. Mas cuando se trata únicamente de averiguar los sínto
mas que una sustancia • medicinal , sobre todo débil , puede
producir por sí misma, sin ocuparse de la sucesion de estos sínto
mas ni de la duracion de la actividad del medicamento, es prefe
rible aumentar diariamente la dosis por espacio de muchos dias
consecutivos . El efecto del medicamento todavia desconocido,
aun el mas suave, se manifestará de este modo, principalmente
si se ensaya en una persona sensible.

133. Cuando la persona que se somete á la esperiencia siente


una incomodidad cualquiera por parte del medicamento, es útil
y aun necesario, para determinar exactamente el sintoma, que to
me sucesivamente diversas posiciones, y observe los cambios que
de ellas se siguen. De este modo examinará si con los movimien
tos comunicados á la parte doliente, andando en la habitacion
ó al aire libre, manteniéndose en pie, sentándose ó echándose,
el síntoma aumenta, disminuye ó se disipa, y si vuelve ó no, to
159

mando la primera posicion, si cambia bebiendo ó comiendo, ha


blando, tosiendo, estornudando, ó desempeñando cualquiera otra
función del cuerpo. Debe observar igualmente á que hora del
dia ó de la noche se manifiesta de preferencia. Todas estas par→
ticularidades descubren cuanto existe de peculiar y de carateris
tico en cada síntoma.
134. Todas las potencias esteriores, y principalmente los me
dicamentos, tienen la propiedad de producir, en el estado del
organismo viviente, cambios particulares que varian en cada una
de ellas. Mas los síntomas propios de una sustancia medicamen
tosa cualquiera no se manifiestan todos en la misma persona,
ni simultáneamente, ni en el curso de una misma esperiencia ; por
el contrario se vé al mismo sugeto sentir de preferencia tan pronto
este, tan pronto aquel, en una segunda ó tercera esperiencia, de
manera con todo eso que en la cuarta, octava, ó décima persona,
puedan acaso presentarse muchos de los síntomas que se han ma
nifestado ya en la segunda , la sestá , ó la novena . Tampoco vuel
ven á manifestarse los síntomas constantemente á la misma hora.
135. Solo á beneficio de multiplicadas observaciones hechas
sobre un gran número de sugetos de ambos sexos conveniente
mente elegidos y tomados en todas las constituciones, es como se
consigue conocer de un modo casi completo el conjunto de to
dos los elementos morbosos que un medicamento tiene la facultad
de producir. No se tiene certeza alguna respecto á los síntomas
que puede provocar un agente medicinal, es decir, á las faculta
dés puras que posee de alterar la salud del hombre, sino cuando
las personas que la ensayan por segunda vez observan pocos nue
vos accidentes, ó esclusivamente los mismos que se habian notado
en la vez primera .
136. Aunque, como acaba de decirse, un medicamento puesto
en esperiencia sobre el hombre sano, no pueda manifestar en una
sola persona todas las alteraciones de salud que es capaz de pro
ducir, y solo las evidencie en cierto número de sugetos diferen
tes unos de otros por lo que hace á su constitucion física y á sus
disposiciones morales, sin embargo tampoco es menos cierto que
160

una ley eterna é inmutable de la naturaleza le ha dispensado una


tendencia á escitar dichos síntomas en todos los hombres (V. 110).
De aqui procede que determina todos sus efectos, y aun aquellos
que produce rara vez en las personas sanas, cuando se le admi
nistra á un enfermo atacado de males semejantes á los que de él se
derivan. Administrado entonces, aun á dosis las mas débiles, pro

voca en el enfermo, si ha sido elegido homeopáticamente, un
estado artificial análogo á la enfermedad natural, que la cura de
un modo rápido y permanente.
137. Cuanto mas moderada sea la dosis del medicamento que
se pretende ensayar, tanto mas pronunciados serán tambien sus
efectos primitivos, los solos que importa principalmente conocer;
no habrá ninguna señal de reaccion, ni se percibirá mas que
ellos . Suponemos desde luego que la persona á quien se ha
confiado la experiencia, ame la verdad, sea moderada bajo to.
dos conceptos , tenga una sensibilidad bien desarrollada, y se
observe con la mayor atencion posible. Por el contrario, si la
dosis es escesiva, no solamente se manifestarán muchas reaccio
nes entre los síntomas, sino que ademas los efectos primitivos se
presentarán de un modo tan precipitado, tan violento y tan
confuso, que sea imposible hacer ninguna observacion exacta.
Añadamos tambien el peligro que de ello puede resultar para el
esperimentador, peligro que no es dado mirar con indiferencia
cuando se respeta á sus semejantes y se ve un hermano hasta en
el último hombre del pueblo .
138. Suponiendo que todas las condiciones asignadas anterior
mente á una experiencia pura, para que sea válida ( V. 124-127),
hayan sido cumplidas, las incomodidades, los accidentes y las
alteraciones de la salud que se manifiestan mientras dura la
accion de un medicamento, dependen esclusivamente de esta
sola sustancia, y deben atribuírsela desde luego , aun cuando la
persona hubiese mucho tiempo antes esperimentado espontánea
mente síntomas semejantes. La reaparicion de estos síntomas en
el curso de la esperiencia, prueba solamente que en virtud de su
constitucion propia, esta persona tiene una predisposicion espe
161

cial á que se manifiesten en ella . En el caso presente dichos


síntomas son verdaderos efectos del medicamento, no pudién.
dose admitir hayan venido por sí mismos en un momento en que
un poderoso agente medicinal domina toda la economía.
139. Cuando el médico no ha esperimentado el remedio sobre
sí mismo, y le ha hecho ensayar sobre otra persona, se hace
necesario que esta escriba las sensaciones, incomodidades y
cambios que siente en el instante mismo en que les observa. Es
menester tambien que indique el tiempo transcurrido desde que
tomó el medicamento hasta la manifestacion de cada síntoma, y
que haga conocer la duracion de este si se prolonga mucho. De
berá el médico leer este informe en presencia del sugeto que ha
hecho la esperiencia, inmediatamente despues de concluida, ó si
dura por algun tiempo, deberá leerle todos los dias , á fin de que
el esperimentador, teniendo todavia su memoria fresca, pueda
responder á las preguntas que juzgue conveniente dirigirle re
lativamente á la naturaleza exacta de cada síntoma, y ponerle
en estado ya sea de añadir los nuevos detalles que reune, ya de
hacer las rectificaciones y modificaciones necesarias ( 1 ).
140. Si la persona no sabe escribir, será necesario que el
médico la pregunte cada dia para saber de ella todo cuanto ha
esperimentado. Mas este exámen debe limitarse en gran parte
á escuchar la narracion que haga ella misma . Se abstendrá el
médico cuidadosamente de pretender adivinar ó congeturar
cosa alguna preguntará lo menos posible, ó en caso de hacerlo,
deberá ser con la misma prudencia y la misma reserva que se
han recomendado anteriormente ( V. 84-99) , como tambien con
las precauciones indispensables al tomar los informes convenien
tes para formar el cuadro de las enfermedades naturales.
141. Mas de todas las esperiencias puras relativas á los cam

(1) El que comunica al público semejantes esperiencias, es responsable del ca


rácter de la persona que se ha sometido á ellas , y de las aserciones que emite res
pecto á cuanto aquella dice haber esperimentado. Esta responsabilidad es de de
recho, pues que se trata del bienestar de la humanidad doliente.
21
162

bios que producen en la salud del hombre los medicamentos


simples y á los síntomas cuya manifestacion pueden determinar
en las personas sanas, siempre serán las mejores aquellas que
haga sobre sí mismo, con las precauciones prescritas, un médico
dotado de buena salud, esento de preocupaciones y capaz de
analizar todo cuanto siente. Jamas se está tan cierto de una
cosa como cuando se ha esperimentado por sí mismo (1 ).
142. Saber el modo de conducirse para descubrir, principal
mente en las enfermedades crónicas (que casi todas permanecen
semejantes á sí mismas), entre los síntomas de la afeccion primi
tiva, algunos de los que pertenecen al medicamento simple em
pleado en la curacion ( 2 ) , es un motivo de investigaciones que

(1) Las esperiencias hechas sobre sí mismo tienen ademas una ventaja que seria
imposible obtener de otro modo . En primer lugar proporcionan el convencimiento
de esta grande verdad , que la virtud curativa de los medicamentos se funda única
mente en la facultad de que gozan de producir cambios en el estado físico y moral
del hombre . En segundo enseñan á comprender sus propias sensaciones, sus
"
pensamientos , su moral , origen de toda verdadera sabiduría ( väl σEAUTÒV)
y hacen adquirir el talento de observacion , de que no puede dispensarse ningun
médico . Las observaciones hechas sobre otro no ofrecen el mismo interes que las
practicadas sobre uno propio. El que observa á los demas debe siempre temer que
no esperimenten exactamente lo que dicen , ó que no espliquen de un modo conve
niente lo que sientan . Jamas hay una seguridad de no haber sido engañado , al
menos en parte . Este obstáculo en el conocimiento de la verdad , que jamas pue
de evitarse enteramente examinando los síntomas morbosos escitados en otro por
la accion de los medicamentos , no existe en los ensayos hechos sobre sí mismo . El
que se pone en esperiencia sabe con exactitud lo que siente, y cada nuevo ensayo
que hace sobre su propia persona es para él un motivo de aumentar mas sus inves
tigaciones, haciéndolas estensivas á otros medicamentos. Seguro , como está , de
no poder engañarse , se hace mucho mas hábil en el arte tan importante de obser
var, y redobla su celo al mismo tiempo , porque aquel le enseña á conocer los verda
deros recursos de la medicina, que en tanta escasez se hallan todavia. No se crea tam
poco que las pequeñas incomodidades que se contraen ensayando los medicamentos
son perjudiciales á la salud. La esperiencia prueba por el contrario, que bacen al
organismo mas apto á rechazar todas las causas morbíficas, naturales ó artificiales,
y le endurecen contra su influencia . La salud llega á hacerse mas sólida y el cuerpo
mas robusto.
(2) Los síntomas que no se han notado en el curso de toda la enfermedad , ó que
solo se han observado mucho tiempo antes de ella, en una palabra, que son nue
vos y pertenecen al remedio .
163

exige el mayor discernimiento, y que se debe confiar solamente


á los maestros en el arte de observar.
143 Cuando despues de haber esperimentado de este modo
un gran número de medicamentos simples sobre el hombre sano "
se hayan notado cuidadosa y fielmente todos los elementos de
enfermedad, todos los síntomas que pueden producir por sí
mismos como potencias morbíficas artificiales , entonces sola
mente se poseerá una verdadera Materia médica , es decir, un
cuadro de los efectos puros é infalibles ( 1 ) de las sustancias
medicinales simples . Así se tendrá un código de la naturaleza ,
en el cual esten escritos un considerable número de síntomas
propios á cada uno de los agentes esperimentados ; y siendo
estos síntomas los elementos de las enfermedades artificiales , se
conseguirá curar con su auxilio muchas enfermedades naturales
semejantes. Estos son los solos verdaderos instrumentos homeo.
páticos, es decir específicos, capaces de proporcionar curacio
nes seguras y duraderas .
144. Esclúyase severamente de esta Materia médica todo lo
que sea congetura, asercion gratuita ó ficcion . En ella solo
se debe hallar el lenguage puro de la naturaleza, interrogada con
cuidado y de buena fé.
145. Se necesitaria seguramente un número muy considerable
de medicamentos cuya accion pura sobre las personas sanas
fuese bien conocida, para que nos hallásemos en estado de encon
trar un remedio homeopático contra cada una de las innumerables
enfermedades naturales que afligen al hombre, es decir, una
potencia morbífica artificial que fuese análoga á cada una de
ellas (2) : sin embargo gracias á la multitud de elementos morbífi

( 1) En estos últimos tiempos se ha confiado el cuidado de esperimentar los me


dicamentos á personas obscuras y distantes, que se hacian retribuir por desempe
ñar este encargo, y cuyas observaciones se publicaban despues. Mas este método
parece privar de garantía moral , de certeza y de valor verdadero á este impor
tante trabajo, sobre que deben estribar las bases de la sola medicina que merezca
este nombre.
(2) En un principio me hallé solo para estudiar los efectos puros de los medica
mentos, que era la principal y la mas importante de mis ocupaciones. Posterior
164

cos que ha permitido ya observar cada uno de los medicamentos


enérgicos ensayados hasta ahora en las personas sanas, solo queda
hoy dia un corto número de enfermedades contra quienes no se
puede encontrar entre estas sustancias, un remedio homeopático
razonable ( 1 ) , que restablezca la salud de una manera suave,
cierta y permanente, es decir, con mucha mas seguridad que se
podria hacer recurriendo á las terapéuticas generales y especiales
de la medicina alopática, cuyas mezclas de medicamentos des
conocidos no hacen mas que desfigurar y agravar las afeccio
nes crónicas, y retardan mas bien que aceleran la curacion de
las enfermedades agudas.
146. El tercer punto de la obligacion de un verdadero médico
es emplear las potencias morbificas artificiales (medicamentos)
cuyos efectos puros se han comprobado sobre el hombre sano,
del modo mas conveniente para determinar la curacion homeo
pática de las enfermedades naturales.
147. Aquel de entre estos medicamentos cuyos síntomas cono
cidos tienen la mayor semejanza con la totalidad de los que
caracterizan una enfermedad natural dada, aquel debe ser el
remedio mas apropiado, el mas seguramente homeopático , que
se pueda emplear contra esta enfermedad ; y debe ser conside
rado en efecto como el remedio específico .
148. Un medicamento que posee la aptitud y la tendencia á
producir una enfermedad artificial en lo posible semejante á la
enfermedad natural contra la cual se emplea, y que se administra
á justa dosis, afecta precisamente, en su accion dinámica sobre
la fuerza vital morbosamente desarmonizada , las partes del orga
nismo que habian sido hasta entonces presa de la enfermedad

mente me han ayudado en este trabajo varios médicos jóvenes, cuyas observacio
nes he examinado yo mismo escrupulosamente, Mas¡ qué no se conseguirá hacer
en materia de curaciones , cuando numerosos observadores, sobre cuya esactitud se
pueda contar, hayan contribuido con investigaciones hechas sobre sí mismos á en
riquecer esta Materia médica, la sola verdadera que puede existir ! El arte de
curar se aproximará entonces á las ciencias matemáticas , respecto á su certeza.
( 1) Véase anteriormente 109 , la nota,

dengan
1
165

natural, y escita en ellas la enfermedad artificial que puede


producir por su naturaleza. Esta se sustituye, en razon de au
similitud y de su preponderancia, á la enfermedad natural.
De aqui se sigue, que desde el momento en que la fuerza vital
automática no se halla ya dominada por esta última, solo depen.
de de la otra. Mas habiendo sido muy débil la dosis del remedia,
la enfermedad medicinal desaparece bien pronto por sí misma.
Vencida, como lo es toda afeccion medicinal moderada, por la
energía desarrollada de la fuerza vital , deja al cuerpo libre, es
decir, en un estado de salud perfecta y duradera.
149. Cuando se ha hecho bien la aplicacion del remedio
elegido de modo que sea perfectamente homeopático ( 1 ) , la
enfermedad aguda que se trata de combatir por maligna y
dolorosa que sea, se disipa en pocas horas si es reciente, y en

(1) A pesar de las numerosas obras destinadas á disminuir las dificultades de


esta investigacion, á veces tan trabajosa , del remedio mas apropiado bajo todos
conceptos á cada caso especial de enfermedad , exige todavia que se estudie en los
manantiales mismos, que se proceda con la mayor circunspeccion, y que nada se
resuelva hasta haber seriamente pesado una multitud de circunstancias diversas .
La mejor recompensa que puede aspirar el que se entrega á este género de in,
vestigaciones, es la tranquilidad de una conciencia segura de haber llenado fiel
mente sus deberes. ¿Cómo un trabajo tan minucioso, tan molesto, y sin embargo
el solo capaz de poner en estado de curar las enfermedades con certeza , podria
interesar á los partidarios de la nueva secta espúrea, que no adoptando mas que
las formas esteriores de la Homeopatía, prescribe los medicamentos, por decirlo
asi, al vuelo (quidquid in buçcam venit) , y que, cuando el remedio que ha elegido
á la ventura no alivia inmediatamente , lejos de vituperar su propia indolencia y
abandono, acusa á la doctrina de imperfeccion? Esta gente hábil se consuela sin
dificultad del poco éxito de los medios apenas semi-homeopáticos que emplea, re
curriendo en seguida á los procedimientos de la alopatía, que la son mas familia.
res, á algunas docenas de sanguijuelas , á inocentes sangrías de ocho onzas , &e.
Si sobrevive el enfermo, esclaman diciendo que no habria podido salvarse por nin
gun otro método, dando claramente á entender que estos medios tomados , sin ca
lentarse mucho la cabeza , de la rutina de la antigua Escuela, han tenido en el fon
do todo el mérito de la curacion. Si sucumbe , consuelan lo mejor que pueden á los
parientes, manifestándoles que nada se ha perdonado de cuanto era humanamente
posible hacer para salvarle. ¿Quién querria dispensar á estos hombres inconside
rados , y peligrosos el honor de admitirles entre los iniciados en arte trabajoso,
pero salutario, á que se da el nombre de medicina homeopática?
166

un corto número de dias si es algo mas antigua ; desaparece


toda señal de incomodidad ; no se percibe ningun ó casi ningun
vestigio de la enfermedad artificial ó medicinal, y se restablece
la salud por una transicion rápida é insensible. Los males
crónicos, y principalmente los que estan complicados, exigen
mas tiempo para curarse. Las enfermedades medicinales cróni
cas que la medicina alopática produce con tanta frecuencia al
lado de la enfermedad natural que no ha podido destruir, piden
sobre todo mucho mas tiempo, y aun son á veces incurables á
causa de las sustracciones de fuerza y de jugos vitales, resultado
de los medios de tratamiento que los partidarios de esta medicina
gustan emplear.
150. Si cualquiera se queja de uno ó dos síntomas poco pronun
ciados, que haga poco tiempo nota, no debe el médico ver en esto
una enfermedad perfecta, que reclame seriamente los ausilios
del arte. Una pequeña modificacion en el régimen y en el
género de vida basta ordinariamente para disipar tan ligeras
indisposiciones.
151. Mas cuando los síntomas pocos numerosos de que se que
ja el enfermo tienen mucha violencia, el médico observador
descubre ordinariamente muchos mas, que no se hallan tan bien
delineados, y que le dan una idea completa de la enfermedad .
152. Cuanto mas intensa es la enfermedad aguda, tanto mas
numerosos y pronunciados son ordinariamente los síntomas que
la componen, y tanto mas fácil es tambien hallar un remedio que
la convenga, siempre que los medicamentos conocidos respecto
á su accion positiva, y entre quienes se tiene que escojer, sean
bastantemente numerosos. Entre las series de síntomas de un
número considerable de medicamentos, no es dificil hallar una
que contenga elementos morbosos de que se pueda componer un
conjunto de síntomas muy análogo á la totalidad de los que ca
racterizan á la enfermedad natural que se tiene á la vista. Este
medicamentó es, pues, justamente el remedio que se desea.
153. Cuando se busca un remedio homeopático específico, es
decir, cuando se compara el conjunto de los signos de la enfer
167

medad natural con las series de síntomas de los medicamentos


bien conocidos , para hallar entre estos últimos una potencia
morbífica artificial , semejante al mal natural cuya curacion está
en problema, es necesario sobre todo y casi esclusivamente fijar..
se en los síntomas predominantes, singulares, estraordinarios y
característicos ( 1 ) , porque á estos es á quien deben correspon
der síntomas semejantes en la serie de los que emanan del medi
camento que se busca, para que este último sea el remedio con
cuyo auxilio convenga mayormente emprender la curacion. Por
el contrario, los síntomas generales é indeterminados, como la
falta de apetito, el dolor de cabeza, la languidez, el sueño agita
do, el sentimiento de incomodidad , & c. , merecen poca atencion ,
porque casi todas las enfermedades y casi todos los medicamen
tos producen estos efectos ú otros bastante análogos.
154. Cuanto mas efectos semejantes contenga la contra-imágen
formada con la serie de síntomas del medicamento que parece
merecer la preferencia, y cuanto mas parecidos sean estos á los
síntomas estraordinarios, pronunciados y característicos de la
enfermedad natural, tanto mayor será de una y otra parte la
semejanza, y con tanta mayor razon podrá decirse que el me
dicamento es conveniente , homeopático y específico en dicho
caso. Una enfermedad que no exista de larga fecha cederá fa
cilmente , sin graves incomodidades, á la primera dosis de este
remedio

155. Digo sin graves incomodidades, porque cuando un reme


dio perfectamente homeopático obra sobre el cuerpo, solo los
síntomas correspondientes á los de la enfermedad son únicamente
eficaces, solo ellos trabajan en estinguir á estos últimos ocupan
do su lugar. Los demas síntomas con frecuencia numerosos , que
la sustancia medicinal produce, y que á nada corresponden en
la enfermedad presente, apenas se manifiestan, y el enfermo se
mejora por instantes . La razon de esto es que la dosis de un
medicamento, cuya aplicacion homeopática trata de hacerse, no

( 1) Bonninghausen ha hecho un importante servicio a la homeopatía, con su


Esposicion de los síntomas que caracterizan á los medicamentos antipsóricos .
168

necesitando ser mas que muy exigua, se encuentra dicha sustan


cia demasiado débil para desarrollar aquellos de entre sus sínto
mas que no son homeopáticos, en las partes del cuerpo esentas
de enfermedad . No deja pues obrar mas que á sus síntomas
homeopáticos sobre los puntos del organismo hechos ya presa
de la irritacion que resulta de los síntomas análogos de la enfer
medad natural, á fin de escitar allí la fuerza vital enferma á pró
mover una afeccion medicinal análoga, pero mas fuerte, que ex
tingue la enfermedad natural.
156. Sin embargo, no existe acaso ningun remedio homeopá
tico por bien elegido que haya podido ser, que, sobre todo á
dosis poco atenuada, no produzca por lo menos, mientras du.
ra su accion, ligeras incomodidades ó algun pequeño síntoma
nuevo, en los enfermos muy irritables y sensibles . Es casi im
posible, en efecto, que los síntomas del medicamento cubran
tan exactamente á los de la enfermedad como un triángulo pue
de hacerlo respecto á otro que tenga ángulos y lados iguales á
los suyos. Mas esta anomalía, insignificante en un caso favorable,
es oscurecida facilmente por la energia propia del orgánismo vi
viente, sin que ni aun el enfermo mismo lo note, á menos que
sea de una sensibilidad excesiva . No progresa menos por eso el
restablecimiento de la salud, siempre que no se lo estorben con
influencias medicinales estrañas, errores de régimen ó pasiones.
157. Mas, aunque sea cierto que un remedio homeopático ad
ministrado en corta dosis estingue suavemente la enfermedad
aguda análoga á él, sin desarrollar sus otros síntomas no homeopá
ticos , es decir, sin escitar nuevas y graves incomodidades, sin
embargo se observa casi siempre que produce, poco tiempo des
pues de haber sido administrado, al cabo de una ó mas horas
segun la dosis, una especie de pequeña agravacion, talmente pa
recida á la afeccion primordial, que el enfermo mismo la toma
por un crecimiento de su propia enfermedad. Mas esto es tan
solo realmente una afeccion medicinal muy análoga al mal primi
tivo y que le excede un poco en intensidad.
158. Este pequeño agravamiento homeopático del mal durante
$169

las primeras horas, presagio feliz que anuncia las mas veces que
la enfermedad aguda cederá á la primera dosis, nada ofrece que
no sea regular : porque la enfermedad medicinal debe natural
mente ser un poco mas fuerte que el mal á cuya estincion se la
destina, si se desea que le sobrepuge y le cure, del mismo modo
tambien que una enfermedad natural solo puede destruir y ha
cer cesar á otra que se la parece , cuando tiene mas fuerza y mas
intensidad que ella ( V. 43-48 ) .
159, Cuanto mas débil es la dosis del remedio homeopático,
tanto mas ligero y de corta duracion es tambien el aumento apa
rente de la enfermedad en las primeras horas.
160. Sin embargo, como es casi imposible atenuar bastante la
dosis del remedio homeopático para que no sea esta susceptible
de corregir, esceder y curar perfectamente la enfermedad que
se le semeja ( véase la nota del 249 ) , se concibe sin dificultad
que toda dosis de este medicamento que no sea la mas pequeña
posible, puede aun ocasionar una agravacion homeopática du
rante la primera hora que transcurre despues de haberla tomado
el enfermo ( I).

(1) Esta preponderancia de los síntomas medicamentosos sobre los sintomas mor
bíficos naturales, que semeja á una exasperacion de la enfermedad, ha sido tam
bien notada por otros médicos, todas las veces que ponia la casualidad entre sus
manos algun remedio homeopático . Cuando despues de haber tomado el azufre, se
queja el sarnoso de que aumenta su erupcion , el médico que no conoce la causa,
le consuela diciéndole que es necesario salga toda la sarna para poder curar ; mas
ignora que es un exantema provocado por el azufre , que toma la apariencia de
una exasperacion psórica. Leroy nos asegura que el pensamiento ( Viola tricolor)
empezó por empeorar una erupcion de la cara, que hizo despues desaparecer ;
pero no sabia que esta exageracion aparente del mal provenia tan solo de haber
administrado una dosis escesiva del medicamento que era , en dicho caso, homeo
pático. Lysons (Med . trans . , vol . I , Londres, 1772 ) dice, que las enfermeda
des de la piel que con mayor seguridad ceden á la corteza del olmo, son tambien
aquellas que esta sustancia hace aumentar en un principio. Si no hubiera admi
nistrado, segun costumbre de la medicina alopática, la corteza del olmo á dosis
enormes, sino mas bien, como lo exijia el carácter homeopático , la hubiese hecho
tomar á dosis estremadamente pequeñas, los exantemas contra quienes la prescri
bia, habrian podido ceder sin esperimentar este aumento de intensidad, ó dando
solamente lugar á uno muy ligero.
22
170

181. Si refiero á la primera ó las primeras horas el agravamien


to homeopático, ó mas bien la accion primitiva del remedio bo
meopático que parece aumentar un poco los síntomas de la en
fermedad natural, solo debe entenderse este término por lo que
respecta á las afecciones agudas recientemente acaecidas ( 1 ) ; mas
cuando aquellos medicamentos cuya accion se prolonga mucho,
tienen que combatir un mal antiguo é inveterado, y que de con
siguiente la dosis debe continuar obrando durante muchas ho
ras consecutivas, entonces se ven pronunciarse de tiempo en
tiempo en los seis, ocho ó diez primeros dias, algunos de los efec
tos primitivos de estos medicamentos, algunas de estas exaspe
raciones aparentes de los síntomas del mal primordial, que duran
una ó muchas horas, en tanto que el mejoramiento general se
pronuncia de un modo muy notable en los intérvalos. Una vez
transcurrido este corto número de dias, el alivio ocasionado por
los efectos primitivos del medicamento, continua todavia soste
niéndose largo tiempo , sin que nada le perturbe.
162. Siendo aun muy limitado el número de los medicamentos
cuya accion verdadera y pura se conoce exactamente, sucede al
gunas veces que solo se halla en la serie de los síntomas del re
medio mas homeopático una porcion de los síntomas de la
enfermedad que se trata de curar, y que de consiguiente se hace
necesario emplear esta imperfecta potencia morbífica artificial,
á falta de otra que lo sea menos.
163. En este caso, no se debe esperar del remedio que se em .
plea, una curacion completa y exenta de inconvenientes. Se ven
sobrevenir durante su administracion algunos accidentes que no
se observaban antes de la enfermedad, y que son otros tantos sín

( 1) Aunque el efecto de los medicamentos dotados por sí mismos de la accion


mas prolongada, se disipe rápidamente en las enfermedades agudas, dura largo
tiempo en las afecciones crónicas ( debidas á la psora) , de donde procede que las
medicamentos antipsóricos no determinan muchas veces esta exasperacion homeo
pática en los primeros momentos, sino que la producen despues y á diferentes bo
ras en los ocho ó diez dias que siguen á su administracion .
171

tomas accesorios procedentes de un medicamento imperfectamente


apropiado. Verdad es que este inconveniente no impide al re
medio estinguir una gran parte del mal, hacer desaparecer los
síntomas morbosos semejantes á los síntomas medicinales, ni que
de ello resulte un principio muy pronunciado de curacion ; pero
tampoco se deja de observar la produccion de algunos males ac
cesorios, que pueden sin embargo hacerse siempre muy modera
dos si se procura atenuar bastantemente la dosis .
164. El corto número de síntomas homeopáticos que se encuen .
tra entre los del medicamento á quien la falta de otro mas apró
piado obliga á recurrir, jamas perjudica á la curacion cuando se
compone en gran parte de los síntomas extraordinarios que dis
tinguen y caracterizan á la enfermedad ; no sé obtiene ménos por
esto la curacion , sin graves incomodidades .
165. Mas cuando, entre los síntomas del medicamento elegido,
no se encuentra ninguno que semeje perfectamente á los síntomas
predominantes y característicos de la enfermedad; cuando no ex
iste en el medicamento nada que corresponda á esta última mas que
respecto á los accidentes generales é indeterminados (desfalleci
miento, languidez, dolor de cabeza, &c . ) ; y cuando, entre los
medicamentos conocidos no se halla ningun otro mas homeopá
tico que se pueda preferir, tampoco debe prometerse el médico .
un resultado ventajoso inmediato de la administracion de un re
medio tan imperfecto.
166. Este caso es sin embargo muy raro, habiendo aumentado
mucho en estos últimos tiempos el número de medicamentos es
tudiados, y cuando se presenta, disminuyen los inconvenientes
que de él se derivan, pudiéndose emplear en adelante un remédio
cuyos síntomas semejen mas á los de la enfermedad .
167. En efecto, si el uso del medicamento imperfectamente ho
meopático que se emplea en un principio, acarrea males acce.
sorios de alguna gravedad , no se espera, en las enfermedades
agudas, que la primera dosis haya consumado toda su accion;
antes que la haya realizado, se examina de nuevo la modificacion
que ha sufrido el mal, y se añade lo que queda de los síntomas
172

primitivos á los fenómenos recientemente presentados, para for


mar del todo una nueva imágen de la enfermedad .
168. Entonces se encuentra mas facilmente, entre los me¬
dicamentos conocidos, un remedio análogo, del cual bastará ha
cer uso una sola vez, si no para destruir enteramente la enferme
dad, al menos para hacer la curacion mucho mas facil. Si no
basta este nuevo medicamento para restablecer completamente la
salud, se examina de nuevo lo que todavia queda del estado en
fermo, y se elige despues el remedio homeopático mas apropiado
á la nueva imágen que se obtiene. De este modo se continúa hasta
haber conseguido el fin , es decir, hasta devolver al enfermo el
pleno goce de la salud .
169. Puede suceder que examinando una enfermedad por la
primera vez, y eligiendo por la primera vez tambien el remedio,
scencuentre que la totalidad de los síntomas no esté bastantemente
cubierta por los elementos morbíficos de un solo medicamento, lo
que depende del corto número que hay todavia de aquellos cuya
accion pura se halle bien conocida ; y que dos remedios rivalicen
en conveniencia, siendo el uno homeopático para tal parte de los
síntomas de la enfermedad, siendo el otro mucho mas para el res
to de ella. Sin embargo no es admisible emplear desde luego
aquel de estos dos remedios que se juzgue ser mas conveniente,
y administrar inmediatamente despues el otro ; porque habien
do variado las circunstancias, no convendria ya este último al
resto de los síntomas subsistentes, y porque en semejante caso se
necesitaria examinar de nuevo el estado de la enfermedad, para
juzgar, segun la imágen que se formase de ella, cual seria el re
medio que homeopáticamente conviniese entonces mas á su nuevo
estado .
170. En este caso, como siempre que se verifica algun cambio
en el estado de la enfermedad, es necesario, pues, examinar lo
que todavia queda actualmente de los síntomas, y elegir un re
medio conveniente en lo posible al nuevo estado presente del
mal, sin pensar de modo alguno en el medicamento que, en un
principio, habia parecido ser el mejor despues de aquel que se ha
173

empleado. Sucederá pocas veces que el segundo de los dos reme


dios que primitivamente se habian juzgado convenientes, lo sea
todavia en este momento. Mas si despues de un nuevo exámen
del estado del enfermo, se hallase que aun podia convenirle, esto
seria un doble motivo para concederle la preferencia.
171. En las enfermedades crónicas no venéreas, que proce
den por consiguiente de la psóra, es con frecuencia necesario,
para curar, emplear uno despues de otro muchos remedios, ca
da uno de los cuales, ya sea que no se de mas que una sola dosis
de él, ya que se le repita muchas veces consecutivas , debe ser
elegido homeopático al grupo de síntomas que subsiste todavia
despues de haber agotado su accion el precedente.
2 172. Igual dificultad se origina del demasiado corto número
de los síntomas de la enfermedad , circunstancia que no merece
menos fijar la atencion , pues que consiguiendo separarla , se
vencen casi todas las dificultades que, ademas de la penuria
de los remedios homeopáticos conocidos, puede presentar el
mas perfecto de todos los métodos curativos.
173. Las solas en fermedades que parece tener pocos síntomas
y prestarse por esto menos facilmente á la curacion, son aquellas
que se podrian llamar parciales, porque no tienen mas que uno
ó dos síntomas principales y predominantes, que encubren á casi
todos los demas. La mayor parte de estas enfermedades son
crónicas.

174. Su síntoma principal puede ser ó un mal interno, por


egemplo una cefalálgia de muchos años de fecha, una diarrea
inveterada, una antigua cardialgia, &c. , ó una lesion esterna.
Estas últimas afecciones son las que se llaman mas particular
mente enfermedades locales.
175. Por lo que respecta á las enfermedades parciales de la
primera espécie, la falta de atencion de parte del médico es con
frecuencia la sola causa que le impide percibir los demas sínto
mas, con cuyo auxilio podria completar el cuadro de la enfer
medad.
176. Hay sin embargo algunas enfermedades, en corto núme
174

ro, que apesar de todo el cuidado con que se las pueda examinar
en un principio ( V. 84-98), no manifiestan mas que uno ó dos
síntomas fuertes y violentos; todos los otros solo existen á un
grado poco pronunciado .
177. Para tratar con buen éxito este caso, no obstante que se
presenta rara vez, se empieza por elegir, segun la indicacion de
los síntomas poco numerosos que se perciben, el medicamento
que parece ser el mas homeopático.
178. Podrá muy bien suceder que este remedio, elegido segun
todas las exigencias de la ley homeopática, ofrezca la enferme→
dad artificial que su analogía con la enfermedadad natural, hace
apropiada para operar la destruccion de esta última, y esto será
tanto mas posible, cuanto que los síntomas del mal natural scan
mas notables, mas pronunciados y mas característicos .
179. Pero lo que mas frecuentemente sucede, es que solo com
venga en parte á la enfermedad y que no se adapte á ella de un
modo exacto, por no haberse podido hacer la eleccion á conse
cuencia de un número suficiente de síntomas.
180. Así, obrando entonces sobre una enfermedad á la cual no
corresponde mas que en parte, el medicamento escitará males
accesorios, como en el caso ( V. 162 y siguientes ) en que ha sido
imperfecta la eleccion por la penuria de remedios homeopáticos.
Dará, pues, lugar á muchos de los accidentes que pertenecen á
la serie de sus propios síntomas. Mas estos accidentes son igual
mente síntomas propios de la enfermedad misma, los cuales
no habia notado el enfermo hasta este momento, ó que solo
habia esperimentado rara vez, y que no hacen entonces mas que
desarrollarse á un grado superior. Se manifestarán ó se exaspe
rarán accidentes, que poco tiempo antes no percibia el enfermo,
ó que solo scntia de un modo muy indeterminado .
181. Se objetará acaso que los males accesorios y los nuevos
sintomas de enfermedad que entonces aparecen, deben atribuirse
al remedio que acaba de ser administrado. Tal es su origen en
efecto (1 ) . Sin duda que provienen de este remedio ( V. 105) , Mas

(1) A menos que no sean debidos á un grande esceso en el régimen alimenticio,


1
175

no son menos por eso síntomas que la enfermedad era apta


por sí misma á producir en el sugeto ; y el medicamento, en su
cualidad de escitador de accidentes semejantes, les ha sacado á
luz solamente, les ha determinado á presentarse. En una pala
bra, latotalidad de los síntomas que entonces se manifiestan, debe
ser considerada como perteneciente á la enfermedad misma, como
constituyendo su verdadero estado actual, y bajo este punto de
vista es tambien como se la debe considerar al tratarla.
182. Asi es como la eleccion de los remedios, casi inevitable
mente imperfecta á causa del demasiado corto número de sínto
mas presentes, rinde sin embargo el servicio de completar el
conjunto de los síntomas de la enfermedad, y facilita de este
modo la investigacion de un segundo remedio mas homeopático .
183. A menos, pues, que la violencia de los accidentes nueva
mente desarrollados no exija prontos socorros, lo que debe ser
raro á causa de la exiguidad de las dosis homeopáticas , y lo es
sobre todo en las enfermedades muy crónicas, es necesario,
cuando el primer medicamento nada produce ya de ventajoso,
trazar un nuevo cuadro de la enfermedad, segun el cual se elige
un segundo remedio homeopático que sea exactamente conforme
á su estado actual. Esta eleccion será tanto mas facil, cuanto
que el grupo de los síntomas ha llegado ya á ser mas numeroso
y mas completo ( 1) .
184. Se continua del mismo modo, despues del efecto com
pleto de cada dosis, anotando el estado en que queda la enferme
dad, señalando los síntomas todavia subsistentes , y la imágen

á una pasion violenta , á un movimiento tumultuoso del organismo, como la apari


cion ó cesacion de las reglas , la prenez, el parto, & c.
(1) Un caso muy raro en las enfermedades crónicas, pero que se halla con bag.
tante frecuencia en las afecciones agudas, consiste en que, á pesar de la exiguidad
de los síntomas, el enfermo se encuentra sin embargo muy mal , de manera que
puede atribuirse este estado al entorpecimiento de la sensibilidad, que no permite
al sugeto advertir claramente los dolores y las incomodidades. En semejante caso
el opio hace cesar este estado de estupor del sistema nervioso, y los síntomas de la
enfermedad se pronuncian manifiestamente durante el periodo de la reaccion del
organismo.
176

que de aqui resulta sirve á encontrar un nuevo remedio tan ho


meopático como se pueda . Esta es la marcha que se debe seguir
hasta la curacion .
185. Entre las enfermedades parciales, aquellas que se han

llamado locales ocupan un lugar importante. Por estas últimas
se entiende, los cambios y padecimientos que sobrevienen en las
partes esteriores del cuerpo . La escuela ha enseñado hasta aqui
que en semejante caso solo se hallaban afectadas las partes este
riores, y que no tomaba interes alguno en la enfermedad el
resto del cuerpo, proposicion absurda en teoría, y que ha con
ducido á las aplicaciones terapéuticas mas perniciosas.
186. Aquellas enfermedades, de las llamadas locales, cuyo
origen es reciente, y que proceden únicamente de una causa
esterior, parece ser las solas que tengan realmente derecho á
este nombre. Mas es necesario entonces que la lesion sea muy
poco grave : porque cuando tiene alguna importancia, el orga.
nismo viviente se resiente todo entero, se declara la fiebre, & c.
Pertenece á la Cirugía tratar estos males, en tanto que se hace
necesario dispensar ausilios mecánicos á las partes dolientes, para
alejar y extinguir los obstáculos igualmente mecánicos que se
oponen á la curacion, que ella misma solo debe esperar de la
fuerza vital. En esta categoría entran, por egemplo, las reduc.
ciones, la reunion de las heridas, la estraccion de los cuerpos
estraños que han penetrado en las partes vivientes, la abertura
de las cavidades esplánicas, ya sea para sustraer un cuerpo que
molesta la economía, ya para facilitar la salida á derrames ó
colecciones de líquidos, la coaptacion de las estremidades de un
hueso fracturado, la consolidacion de una fractura á beneficio de
un vendage conveniente, & c. Mas cuando, á consecuencia de
semejantes lesiones, el organismo entero reclama ausilios diná
micos activos para hallarse en estado de terminar el trabajo de la
curacion; cuando, por egemplo, se necesita recurrir á medica
mentos internos para hacer cesar una violenta fiebre procedente
de una grande contusion, de una dilaceracion de las partes
blandas, carnes, tendones y vasos; cuando es menester combatir
177

el dolor ocasionado por una quemadura ó por una cauterizacion ,


entonces empiezan las funciones del médico dinamista, y se
hacen necesarios los ausilios de la homeopatía.
187. Mas es muy diverso lo que sucede respecto á los males,
cambios y padecimientos que sobrevienen en la superficie del
cuerpo sin reconocer por causa una violencia esterior , ó en
consecuencia á lo mas, de una lesion esterior casi insignificante.
Estas enfermedades tienen su origen en una afeccion interna .
Es pues tan absurdo como peligroso darlas por síntomas pura
mente locales, y tratarlas esclusivamente, ó con corta diferencia,
con aplicaciones tópicas, como si se tratase de un caso quirúr.
gico, cual han hecho hasta ahora los médicos de todos los
siglos.
188. Se da á estas enfermedades el epiteto de locales, por
que se las cree afecciones fijadas esclusivamente en las partes
esteriores, y en quienes el organismo toma poco ó ningun
interes, como si en cierto modo ignorase su existencia ( 1 ) .
189. Sin embargo, basta la menor reflexion para concebir que
un mal esterno que no ha sido ocasionado por una grave violen
cia esterior no puede aparecer, ni persistir, ni mucho menos empeo
rar sin una causa interna, sin la cooperacion del organismo ente
ro, sin que de consiguiente se halle enfermo este último. No podria
manifestarse si la salud general no estuviera desarmonizada, si
la fuerza vital dominante, si todas las partes sensibles é irritables,
y todos los órganos vivientes del cuerpo no tomasen parte en ello.
Ni aun seria concevible su produccion si no fuese el resultado de
una alteracion de la vida entera; ¡ tan eminentemente estan unidas
entre sí las partes del cuerpo, formando un todo indivisible
respecto á su modo de sentir y obrar ! No puede sobrevenir una
erupcion en los labios, un panadizo, sin que precedente y simul
táneamente, no exista algun desarreglo interior en el sugeto.
190. Todo verdadero tratamiento médico de un mal sobreve
nido en las partes esternas del cuerpo, sin ser motivado por una

(1) Este es uno de los multiplicados y perniciosos absurdos de la antigua Escuela.


23
178

violencia esterior, debe pues tener por obgeto el anonadamiento


y la curacion, á beneficio de remedios internos, del mal general
que padece el organismo entero. Solamente de este modo podrá
ser considerado como racional, seguro y radical.
191 Esta proposicion se halla puesta fuera de duda por la
esperiencia, que demuestra , que todo remedio interno enérgico
produce, inmediatamente despues de haber sido administrado,
cambios considerables en el estado general del enfermo y es
pecialmente en el de las partes esteriores afectadas, aun cuando
estas partes esten situadas en las estremidades del cuerpo. Estos
cambios son de naturaleza la mas salutaria : consisten en la cura
cion del hombre todo entero, que hace desaparecer al mismo
tiempo el mal local sin que sea necesario emplear ningun reme
dio esterior, siempre que el remedio interior que se dirige contra
el conjunto de la enfermedad haya sido bien elegido y sea
perfectamente homeopático.
192. El mejor modo de conseguir este fin consiste, cuando se
examina el caso de enfermedad, en tomar en consideracion, no
solamente el carácter exacto de la afeccion local, mas tambien
todas las demas alteraciones que se notan en el estado del enfermo,
sin que se las pueda atribuir á la acción de los medicamentos.
Todos estos síntomas deben ser reunidos en una imágen completa,
á fin de proceder á la investigacion de un remedio homeopático
conveniente entre los medicamentos de quienes se conoce los
síntomas morbosos que pueden determinar.
193. Este remedio , dado únicamente al interior, y del cual
bastará una sola dosis si el mal es de origen reciente, cura simul
táneamente la enfermedad general del cuerpo y la afeccion local.
Semejante efecto de su parte debe probarnos que el mal local
dependia únicamente de una enfermedad del cuerpo entero, y
que se le debe considerar como una parte inseparable del todo,
como uno de los síntomas mas considerables y mas pronunciados
de la enfermedad general .
194. No conviene en las afecciones locales agudas que se
han desarrollado rápidamente, ni en las que existen ya de larga
179

fecha, hacer la aplicacion sobre la parte enferma de ningun


tópico, aun cuando estuviera compuesto de la sustancia que to
mada interiormente fuese homeopática ó específica, y aun cuan
do se administrase simultáneamente este agente medicinal al
interior. Porque las afecciones locales agudas, como inflama
ciones, erisipelas, & c. , que han sido producidas, no por lesiones
esternas de una violencia proporcionada á la suya, sino por
causas dinámicas ó internas , ceden ordinariamente á los remedios
interiores susceptibles de producir un estado de cosas, interno
y esterno, semejante al que actualmente existe ( 1 ) . Si no desa
parecen del todo por este medio, si, apesar de la regularidad del
género de vida , queda todavia algun vestigio de enfermedad que
la fuerza vital no puede volver á las condiciones del estado nor
mal, entonces la afeccion local aguda era, como sucede con
frecuencia, el producto de la animacion de una psora ador
mecida hasta alli en el interior del organismo , y que se halla
ya á punto de manifestarse bajo la forma de una enfermedad
crónica,
195. En estos casos, que no son raros, es necesario para ob
tener una curacion radical, dirigir un tratamiento antipsórico
apropiado á la vez contra las afecciones que todavia persisten ,
y contra los síntomas que esperimentaba ordinariamente el en .
fermo en otro tiempo . Por lo deinas, el tratamiento antipsórico
interno solo se hace necesario en las afecciones locales crónicas
que no son manifiestamente venéreas.
196. Se podria creer que la curacion de estas enfermedades se
efectuaria de una manera mas pronta empleando no solamente al
interior, mas tambien al esterior, el medio reconocido homeo
pático para la totalidad de los síntomas, y que un medicamento
aplicado sobre el punto enfermo mismo deberia producir en él
un cambio mas rápido.
197. Mas este método debe ser desechado , no solamente en las

(1) Por ejemplo, el aconito, el rhus, la belladona , el mercurio, & c,


180

afecciones locales que dependen del miasma de la psora, sino


tambien en las que proceden del miasma de la sifilis ó del de la
sycosis. Porque la aplicacion simultánea de un medicamento
al interior y al esterior, en las enfermedades que tienen por sín
toma principal una afeccion local fija, ofrece el grave inconve
niente que el mal esterior ( 1 ) desaparece ordinariamente mas
pronto que la enfermedad interna, lo que puede hacer creer, sin
causa, que la curacion es completa, ó por lo menos hace difícil y
aun á veces imposible juzgar si la enfermedad total ha sido es
tinguida por el remedio administrado interiormente.
198. El mismo motivo debe hacer desechar la aplicacion pura
mente local sobre los síntomas esteriores de una enfermedad mias.
mática, de los medicamentos que pueden curar esta última cuan
do se les administra al interior. Porque limitándose á suprimir
localmente estos síntomas, se sigue despues una obscuridad im
penetrable respecto al tratamiento interno necesario al perfecto
restablecimiento de la salud : el síntoma principal, la afeccion lo
cal ha desaparecido, y solo quedan los demas síntomas mucho
menos significativos y constantes, que con frecuencia son muy
poco característicos para que se pueda deducir de ellos una
imágen clara y completa de la enfermedad .
199. Si no se hubiese todavia hallado el remedio homeopático
de la enfermedad (2 ) cuando el síntoma local ha sido destruido
por la cauterizacion, la escision ó las aplicaciones desecantes, el
caso se hace mucho mas embarazoso, á causa de la incertidum
bre y de la inconstancia de los síntomas que todavia quedan; por
que el síntoma esterno que, cual ninguna otra circunstancia, ha
bria podido servir de guia en la eleccion del remedio, é indicar
cuanto tiempo se le debia emplear al interior para estinguir
completamente la enfermedad , se halla sustraido á la observacion.
200. Si existiese todavia este síntoma se habria podido hallar

(1) La erupcion psórica reciente, los chancros, las coliflores .


(2) Como sucedia antes de mí respecto á los medicamentos antisycósicos y an
tipsóricos.
181

el remedio homeopático conveniente al conjunto de la enferme


medad ; una vez descubierto este remedio, la persistencia de la
afeccion local anunciaria que la curacion aun no era perfecta, en
tanto que su desaparicion probaria que se habia estirpado el mal
de raiz, y que la curacion era absoluta, ventaja que jamas se
puede apreciar lo bastante.
201. Es evidente que la fuerza vital encargada de una enferme.
dad crónica de que no puede triunfar por su propia energía, solo
se decide á producir una afeccion local en un punto esterior
cualquiera, á fin de mitigar, sacrificando órganos cuya integri
dad no es absolutamente necesaria á la existencia, un mal interno
que amenaza romper los resortes esenciales de la vida y destruir
la vida misma. Su objeto es transportar en cierto modo la en
fermedad de un punto á otro, y sustituir un mal esterno á un mal
interno. La afeccion local acalla de esta manera la enfermedad
interior, pero sin poder curarla ni disminuirla esencialmente ( 1) .
El mal local nunca es sin embargo otra cosa que una parte de la
enfermedad general, mas una parte que la fuerza vital órganica
ha exagerado mucho, y trasladado á la superficie exterior del
cuerpo, donde el peligro es menos considerable, á fin de dismi
nuir otro tanto la afeccion interior. Esta última se halla muy
distante de estar curada por eso : bien al contrario, hace poco á
poco progresos, de manera que la naturaleza se vé obligada á
aumentar y agravar tambien el síntoma local, á fin de que con
tinúe este remplazándola hasta cierto punto y proporcionándo
la una especie de alivio. Así, las antiguas úlceras de las piernas
se ensanchan mientras la psora interna no se halla curada, y los
chancros aumentan de estension mientras la sifilis interna no de

(1) Los cauterios (fuentes) de los médicos de la antigua Escuela producen algo
parecido á esto. Las úlceras que el arte determina al esterior mitigan, es verdad,
muchas enfermedades crónicas internas, pero solo las acallan por un corto espacio
de tiempo, sin poderlas curar ; por otra parte debilitan el organismo, y le atacan
de un modo mas profundo que podrian hacerlo la mayor parte de las metástasis
provocadas instintivamente por la fuerza vital.
182

saparece, á medida que con el transcurso del tiempo la enferme.


dad total toma mas desarrollo y adquiere mayor intensidad.
202. Si el médico, empapado en los preceptos de la escuela or
dinaria, destruye el mal local con remedios esteriores, en la per
suasion en que está de curar así la enfermedad entera, là na❤
turaleza remplaza este síntoma despertando los padecimientos
interiores y los demas síntomas que, si bien ya existian, aparenta
ban estar hasta entonces adormecidos, es decir, exasperando la
enfermedad interna: es pues falso que, como se acostumbra á decir,
los remedios esteriores hayan hecho entrar entonces el mal local
en el cuerpo, ó que le hayan repercutido á los nervios.
- 203. Todo tratamiento esterno de un síntoma local que tiene
por objeto estinguirle en la superficie del cuerpo, sin curar la en
fermedad miasmática interna, que se propone, por ejemplo, hacer
desaparecer la erupcion sarnosa de la piel por medio de unturas,
cicatrizar un chancro cauterizándole, destruir una vegetacion con
la ligadura ó el hierro incandescente, este pernicioso método, tan
generalmente empleado hoy dia, es el principal manantial de las
innumerables enfermedades crónicas, con nombre ó sin el, bajo
cuyo peso gime la humanidad entera. Es una de las acciones
mas criminales de que la medicina haya podido hacerse culpa
ble. Sin embargo, así es como se ha obrado hasta ahora, no en.
señándose ninguna otra regla de conducta en las Escuelas ( 1 ) .
204. Si se esceptúa los males crónicos que dependen de la in◄
salubridad del género de vida habitual, y estas innumerables en
fermedades medicamentosas ( V. 74 ) que son producidas por los
falsos y peligrosos métodos de tratamiento, cuyo empleo gustan
tanto prolongar los médicos de la antigua escuela, aun en las
afecciones mas ligeras, todas las demas enfermedades crónicas
dependen sin excepcion de un miasma crónico, de la sifi

(1) Porque todos los médicamentos que se mandaban administrar al interior en


semejante caso, no servian mas que para agrayar el mal, no poseiendo la vir
tud específica de curarle en su totalidad: sin embargo, atacaban el organismo, le
debilitaban y le contraían otras enfermedades medicamentosas crónicas.
183

lis, de la sycosis y sobre todo de la psora, miaşma que se hallaba


en posesion del organismo entero y penetraba todas sus partes,
aun mucho antes que apareciese el síntoma local característicó,
la erupcion psórica, el chancro y el bubon, ó las vegetaciones ;
y cuando se les sustrae este síntoma, estallan inevitablemente
tarde o temprano, dando lugar á una multitud de afecciones de
las cuales ninguna seria tan frecuente, si los médicos hubiesen pen
sado en curar radicalmente los mismas mismos, y en estinguirlos
en el organismo con remedios homeopáticos internos, sin atacar
sus síntomas locales con tópicos.
205. El médico homeopatista jamas trata los síntomas pri
mitivos de los miasmas crónicos, como tampoco los males secun
darios que resultan de su desarrollo, con medios locales, ya sea
que obren de un modo dinámico ( 1 ) , ya mecánico . Cuando
unos ú otros llegan á presentarse, se ocupa únicamente en curar
el gran miasma que constituye la base ; de este modo desapare
cen por sí mismos los síntomas primitivos y los males secunda
rios. Mas 2 como no era este método el que antes se seguia,
y como desafortunadamente se encuentran las mas veces los sín◄

( 1 ) En consecuencia, no puedo aconsejar, por ejemplo , la destruccion local del


cáncer de los labios ó de la cara (fruto de una psora muy desarrollada) con la
pomada arsenical del hermano Cosme, no solamente porque este método es suma
mente doloroso y falla muy a menudo, sino tambien , y sobre todo, porque semejante
medio dinámico, si bien desembaraza localmente al cuerpo de la úlcera cancerosa,
no disminuye de modo alguno la enfermedad fundamental ; de manera que la fuer
za conservadora de la vida se ve obligada á dirigir el foco del gran mal que exis
te en el interior , á una parte mas esencial (como sucede en todas las metastásis), y
de provocar de este modo la gota serena, la sordera, la demencia, el asma sufocan
te, la hidropesía, la apoplegia , & c. Mas la pomada arsenical tampoco consigue des
truir la ulceracion local sino cuando esta última es poco estensa y la fuerza vita
conserva mucha energia: pues bien, en semejante estado de cosas , todavia es po
sible curar el mal primitivo por entero. La estirpacion del cáncer, ya sea de la
cara, ya de los pechos , y la de los tumores enquistados, proporcionan igualmente
el mismo resultado . La operacion es seguida de un estado algo mas sensible to
davia, ó por lo menos se anticipa bastante la época de la muerte. Estos efectos
tienen lugar en una cantidad innumerable de casos; pero la antigua Escuela no
persiste menos por esto en su obcecacion. 男艺
184

tomas primitivos ( 1) borrados ya al esterior por los médicos que


le han precedido, tiene con la mayor frecuencia que ocuparse
de los síntomas secundarios de los males provocados por el de
sarrollo de los miasmas, 'y sobre todo de las enfermedades cróni
cas debidas á una psora interna. Remito en esta parte á mi Tra
tado de las enfermedades crónicas, en el cual he indicado la mar
cha que se debe seguir, de un modo tan exacto como es dado á
un hombre solo hacerlo despues de largos años de esperiencia,
de observacion y de meditacion.
206. Antes de emprender la curacion de una enfermedad cró
nica, es necesario investigar con el mayor cuidado (2) si ha sido
infectado en otro tiempo el enfermo de la sifilis ó de la gono
rrea ; porque si así fuese, deberia recibir el tratamiento un im
pulso especial en este sentido, y aun no tener otro objeto, si
solo existian signos de sifilis ó de sycosis, cosa que es muy rara
hoy dia. Mas aun en el caso mismo en que se tratase de curar
la psora, es menester igualmente procurar saber si ha existido
una infeccion de este género , pues que en este caso habria com
plicacion de dos enfermedades, como sucede cuando los signos
no son puros , porque siempre, ó casi siempre, cuando el médico
cree ver una antigua enfermedad venérea, es mas bien una com
plicacion de sifilis y de psora lo que tiene á la vista, siendo el
miasma psorico antiguo la causa fundamental mas frecuente de
las enfermedades crónicas, que todavia vienen á menudo á des

(1) La erupcion psórica, chancros (bubones) , coliflores .


(2) Cuando se toman informes de este género no conviene dejarse engañar por
las aserciones de los enfermos y de sus allegados, que asignan por causas á las en
fermedades crónicas, aunque sean las mas graves y mas inveteradas, un enfriamiento
esperimentado algunos años antes, un susto recibido en otro tiempo , un esfuerzo,
un pesar, &c. Estas causas son demasiado pequeñas para producir una enferme
dad crónica en un cuerpo sano , entretenerla en él por espacio de años enteros, y
hacerla cada vez mayor con el tiempo, como sucede á todas las enfermedades cró
nicas que proceden de una psora desarrollada. Causas mucho mas importantes
que estas deben haber presidido al origen y á los progresos de un mal crónico
grave y rebelde; y las que se acaban de enumerar escasamente son capaces de sa
car un miasma crónico de su adormecimiento letárgico.
185

figurar y exasperar mostruosamente las aventuradas maniobras


de la alopatía.
207. Si es cierto lo que precede, el médico homeopatista de
be informarse tambien de los tratamientos alopáticos á que la per
sona atacada de enfermedad crónica ha podido estar sometida
hasta entonces; de los medicamentos que se han empleado de pre
ferencia y mas frecuentemente; de las aguas minerales á que se
ha recurrido y de los efectos que ha determinado su uso. Estas
noticias le son necesarias para concebir hasta que punto ha1 de
generado la enfermedad de su estado primitivo, corregir en parte
estas alteraciones artificiales si es posible, ó evitar por lo menos
los medicamentos de que hasta entonces se ha abusado.
208. La primera cosa que se debe hacer despues , es averi
guar la edad del enfermo, su género de vida , su régimen, sus
ocupaciones, su situacion doméstica, sus relaciones sociales, &c .
Se examina si estas diversas circunstancias contribuyen á exas
perar el mal, hasta que punto puede favorecer el tratamiento ó
contrariarle. Tampoco se descuidará investigar si la disposi
cion de espíritu, ó el modo de pensar del enfermo ponen obstácu
lo á la curacion, si se las debe dar otra direccion, favorecerlas ó
modificarlas .
209. Solamente despues de varias conferencias consagradas á
proporcionarse todas estas ilustraciones prévias, debe el médico
trazar, segun las reglas anteriormente espuestas, un cuadro en lo
posible completo de la enfermedad , á fin de poder marcar los
síntomas predominantes y característicos en virtud de los cuales
elige el primer remedio antipsórico ú otro, tomando por guia
en el principio del tratamiento la mayor analogía posible de
los síntomas.
210. Se refieren á la psora casi todas las enfermedades que
antes he llamado parciales, y que parecen mas difíciles de curar
en razon de este carácter mismo, es decir, en razon de que todos
los demas accidentes suyos desaparecen delante de un gran
síntoma predominante. En esta categoría entran las enferme
dades del espíritu y del moral. Estas afecciones no forman sin
24
186

embargo una clase aparte y cnteramente separada de las demas ;


porque el estado del moral y del espíritu cambia en todas las
enfermedades llamadas corporales ( 1 ) , y se le debe comprender
entre los síntomas principales que importa anotar, cuando se
quiere trazar una imágen fiel de la enfermedad , en virtud de la
cual se pueda despues combatirla con buen éxito.
211. Esto llega á ser de tal importancia, que el estado del mo
ral del enfermo es el que decide sobre todo en la eleccion del
remedio homeopático : porque este estado es un síntoma carac
terístico, uno de aquellos que no deben ocultarse al médico
acostumbrado á hacer observaciones exactas .
212. El creador de las potencias medicinales ha tenido tam
bien singularmente consideracion á este elemento principal de
todas las enfermedades, el cambio del estado del moral y del
espíritu porque no existe un solo medicamento heróico que
no opere una notable modificacion en el genio y modo de pensar
del sugeto sano á quien se administra, y cada sustancia medici
nal produce una diferente.
213. Jamas, pues, se curará de una manera conforme á la na
turaleza, es decir, de un modo homeopático , mientras en cada
caso individual de enfermedad , aunque sea aguda, no se haya
igualmente puesto en consideracion el síntoma del cambio
ocurrido en el espíritu y el moral, y elegido por remedio
un medicamento susceptible de provocar por si mismo, no
solamente síntomas análogos á los de la enfermedad, sino

(1 ) ¿Cuántas veces no se encuentran enfermos que, á pesar de hallarse molestados


de larga fecha por enfermedades muy dolorosas, conservan sin embargo un humor
suave y apacible, de manera que se siente uno penetrado de respeto y de compa
sion al considerarles? Mas cuando se ha triunfado del mal , lo que con frecuencia
es posible por el método homeopático , se ve algunas veces estallar el cambio de
carácter mas horroroso, y volver á presentarse en el sugeto la ingratitud , la dureza
de corazon, las intenciones mas depravadas, los caprichos mas abominables
que formaban su carácter antes de caer enfermo. Tampoco es raro que la enfer
medad entorpezca al hombre sabio, aumente la capacidad de un talento limitado,
y haga del sugeto mas apático un hombre lleno de presencia de espíritu y de reso
cion.
187 ,

tambien un estado móral y una disposicion de espíritu seme


jante (1).
214. Cuanto tengo que decir relativamente al tratamiento de
las afecciones del espíritu y del moral se reducirá, pues, á poca
cosa : porque no se las puede curar diversamente que á todas
las demas enfermedades, es decir, que en cada caso individual
se hace necesario oponerlas un remedio que tenga una potencia
morbífica en lo posible semejante á la de la enfermedad misma,
considerando el efecto que produce en el cuerpo y en el alma
de las personas sanas.
215. Casi todas las enfermedades que se llaman afecciones del
espiritu y del moral no son otra cosa que enfermedades del
cuerpo en quienes la alteracion de las facultades morales é inte
lectuales se ha hecho escesivamente predominante sobre los
demas síntomas, cuya diminucion se verifica con mas ó menos
rapidez, de modo que concluye por tomar el carácter de una
enfermedad parcial y casi de una afeccion local .
216. Estos casos no son raros en las enfermedades llamadas
corporales que amenazan la existencia, como la supuracion del
pulmon, la alteracion de cualquiera otra viscera esencial, la
fiebre puerperal, & c., en quienes, aumentando rápidamente de
intensidad el síntoma moral, degenera la enfermedad en una
especie de manía, de melancolía ó de furor, lo que aleja el peli
gro de muerte que resultaba hasta entonces de los síntomas físicos.
Estos últimos se corrigen á punto de volver casi al estado de
salud, ó mas bien disminuyen en tal conformidad que solo se
puede percibir su presencia poniendo el mayor cuidado , perse
verancia y destreza en las observaciones . De este modo dege
neran en una enfermedad parcial ó, por decirlo asi , local , en
quien el síntoma moral, antes muy ligero , ha llegado á tomar

(1) El acónito produce rara vez, ó acaso nunca , una curacion rápida y dura
dera, cuando el humor del enfermo es igual y apacible; nila nuez vómica, cuando
el carácter es suave y flegmático; ni la pulsátila , cuando es alegre, sereno y obs
tinado ; ni el haba de San Ignacio , cuando el humor es invariable y poco sugeto å
sentir pena ni susto .
188

tanta preponderancia que se ha hecho el mas pronunciado de


todos, que ha remplazado en gran parte á los demas, y que
mitiga su violencia obrando sobre ellos á modo de un paliativo.
En una palabra, el mal de los órganos groseros del cuerpo ha
sido transportado á los órganos casi espirituales del alma, que
ningun anatómico ha podido descubrir todavia ni descubrirá
jamas con su escalpelo.
217. En las afecciones de este género, es necesario proceder
con un cuidado enteramente particular en la investigacion del
conjunto de los signos, tanto respecto á los síntomas corporales,
como notablemente al síntoma principal y característico , al es
tado del espíritu y del moral . Este es el solo medio de conse
guir despues encontrar, en el número de los medicamentos
cuyos efectos puros son conocidos, un remedio homeopático
que tenga la potencia de estinguir la totalidad del mal á la vez,
es decir, cuya serie de síntomas propios contenga algunos que
semejen lo mas posible no solamente á los síntomas corporales
del caso presente de enfermedad , sino tambien , y sobre todo, á
sus síntomas morales.

218. Para llegar á poseer la totalidad de los síntomas, es nece.


sario en primer lugar describir exactamente todos aquellos que
ofrecia la enfermedad corporal antes del momento en que, por el
predominio del síntoma moral , ha degenerado en afeccion del
espíritu y del alma . Las personas que rodean al enfermo podrán
proporcionar estas noticias.

219. Comparando estos síntomas precedentes de la enfermedad


corporal con las señales que aun subsisten actualmente, pero casi
borradas, y que todavia se reproducen á veces bastante sensible
mente cuando tiene el enfermo algun momento lúcido, ó cuando
la enfermedad mental esperimenta una diminucion pasagera,
nos convencerémos plenamente de que por mas que se hallen
eclipsados, nunca han dejado de existir.
220. Si se añade á todo esto el estado del moral y del espíritu
que las personas colocadas al rededor del enfermo, y aun el
médico mismo, han observado con el mayor cuidado , se obtiene
189

una imágen completa de la enfermedad, y se puede despues pro


ceder á la investigacion del medicamento homeopático apropiado
para curarla, es decir, si la afeccion mental existe ya de algun
tiempo, de aquel medio antipsórico que tenga la propiedad de
producir síntomas semejantes, y principalmente un desórden
análogo en las facultades morales. -
221. Sin embargo de esto, si el estado de calma y de tranqui
lidad ordinaria del enfermo ha sido súbitamente remplazado
bajo la influencia de un susto, de un pesar, de las bebidas espi
rituosas, &c., por la demencia ó el furor, ofreciendo asi el ca
rácter de una enfermedad aguda, no se puede, aunque la afeccion
provenga casi siempre de una psora interna, tratar de combatirla
desde luego con el empleo de los remedios antipsóricos. Es
necesario en un principio oponerla los medicamentos apsóricos,
por egemplo, el acónito, la belladona, el estramonio, el beleño,
el mercurio, & c., á dosis estremadamente débiles, á fin de dis
minuirla lo bastante para volver la psora á su anterior condicion
latente, lo que hace se crea al enfermo restablecido.
222. Mas guárdese bien de mirar como curado el sugeto á
quien se ha libertado asi de una enfermedad aguda del moral ó
del espíritu con remedios apsóricos . Lejos de esto, es menester
apresurarse á hacerle esperimentar un tratamiento antipsórico
sostenido, para desembarazarle del miasma crónico, que ha vuel
to en verdad á su estado latente, pero que no se halla menos
dispuesto á reaparecer de nuevo ( 1) . En efecto no hay ya que

(1) Sucede muy rara vez que una afeccion del espíritu ó del moral que tenga
ya cierto tiempo de fecha, cese por sí misma (transportándose la enfermedad in
terna á los órganos mas groseros del cuerpo) . A esta especie pertenecen aquellos
casos poco comunes en que se ven salir algunos hombres de las casas de orates,
curados en apariencia. Fuera de estos, dichos establecimientos continuan siem
pre llenos , y para entrar nuevos locos necesita haber proporcionado la muerte al
gunas plazas vacantes. Ninguno sale curado de un modo verdadero y permanen
te! Prueba evidente , entre otras muchas, de la nulidad de la medicina á que ri
dículamente se ha dado el epiteto de racional. Cuántas veces, por el contrario,
no ha conseguido la pura y verdadera medicina, la homeopatía, devolver la salud
190

temer un acceso semejante al que se ha hecho cesar siempre que


el enfermo permanezca fiel al género de vida que le ha sido
prescrito.
223. Mas sino se recurre al tratamiento antipsórico, se debe
estar casi cierto de que bastará una causa mucho mas leve toda
via de la que provocó la primera aparicion de la manía, para
reproducir un segundo acceso mas grave y mas prolongado,
durante el cual se desarrollará la psora de un modo completo, y
degenerará en una enagenacion mental periódica ó continua,
cuya curacion será despues mucho mas dificil de obtener por
medio de los antipsóricos .
224. Caso que la enfermedad mental no se halle aun entera.
mente formada, y que exista la duda de si realmente resultà de
una afeccion corporal, ó si es mas bien la consecuencia de una
educacion mal dirigida, de malas costumbres, de una moralidad
pervertida, de un espíritu descuidado, de la supersticion ó de la
ignorancia, el medio siguiente podrá hacer salir de la dificultad .
Se dirigirán al enfermo exhortaciones amistosas, se le presentarán
motivos de consuelo, se le harán serias amonestaciones, se le
propondrán razonamientos sólidos : si el desórden del espíritu
no procede de una enfermedad corporal, cederá bien luego ; mas
si no es asi, el mal empeorará rápidamente; el melancólico se
pondrá todavia mas sombrío, mas abatido y mas inconsolable; el
maniático mas malicioso y mas exasperado; el hombre demente
mas imbecil (1) .
225. Existen tambien, como se acaba de ver, algunas enfer
medades mentales, en corto número , que no provienen única
mente de la degeneracion de una enfermedad corporal y que

del cuerpo y del espíritu á los infelices que padecian de enagenaciones mentales,
restituyéndoles al mundo para quien se hallaban perdidos ?
(1) Parece que el espíritu siente conocer la verdad de estas representaciones, y
que obra sobre el cuerpo cual si quisiera restablecer la armonía perdida: mas la
reaccion de este último, por medio de su enfermedad, sobre los órganos del espíritu
y del alma, aumenta el desórden que ya reina en ellos, y se descarga asi de sus
propios padecimientos.
191

estando el cuerpo mismo poco resentido , traen su orígen de


afecciones morales, como un pesar prolongado , contrariedades,
despecho, graves ofensas, y sobre todo del temor y del susto.
Estas tambien influyen con el tiempo sobre la salud del cuerpo
y la comprometen muchas veces á un alto grado.
226. Solo en las enfermedades mentales ocasionadas asi, y ali
mentadas por el alma misma, se puede contar sobre los remedios
morales, però unicamente mientras estan todavia recientes y no
han alterado mucho el estado del cuerpo. En este caso, es
posible que la confianza que se inspira al enfermo, las exhorta
ciones afectuosas que se le prodigan, los discursos sensatos que
se le hacen, y con frecuencia un engaño dirigido con arte,
restablezcan prontamente la salud del alma, y mediante un regimen
apropiado, vuelvan tambien el cuerpo á las condiciones del es
tado normal.
227. Mas estas enfermedades tienen igualmente por orígen
la presencia de un miasma psórico, que no se hallaba todavia á
punto de desarrollarse de un modo completo, y la prudéncia
exige que se someta el enfermo á un tratamiento antipsórico
radical, si se quiere evitar que recaiga en la misma afeccion
mental, como sucede con demasiada frecuencia.
228. En las enfermedades del espíritu y del moral producidas
por una afeccion del cuerpo, cuya curacion se obtiene únicamen
te á beneficio de un medicamento homeopático antipsórico, se
gundado por un género de vida calculado con prudencia, es bue
no sin embargo añadir á estos medios cierto régimen á que debe
sujetarse el alma. Es necesario que bajo este concepto el médico,
y cuantos rodean al enfermo, observen escrupulosamente con él la
conducta que se haya creido mas conveniente. Al maniático fu
rioso se le opone la serenidad y frescura de una voluntad firme é
inaccesible al temor ; al que exhala sus padecimientos en sus
piros y lamentaciones, se le manifiesta una compasion muda por
la espresion de los rasgos de la cara y el carácter de las actitudes;
se escucha en silencio la habladuría del insensato, sin mostrar
por esto que no se le presta la menor atencion, como se debe ha
192

cer, por el contrario, respecto á aquel cuyas acciones y discursos


son ofensivos . Por lo que hace á los estragos que podria cometer
un maniático, se debe solo tratar de precaverlos, de impedirlos,
sin vituperárselos jamas , disponiendo todo de manera que nunca
haya necesidad de recurrir á los castigos y tormentos corpora
les ( 1 ) . Esta última condicion es tanto mas facil de llenar cuanto
que el uso de los medios coercitivos ni aun puede justificarse en la
repugnancia de los enfermos en tomar los remedios; porque en el
método homeopático son tan débiles las dosis, que jamas se des
cubren por el gusto las sustancias medicinales, y que se pueden ha
cer tragar al enfermo en su bebida, sin que se aperciba de ello.
229. La contrariedad , las amonestaciones demasiado vivas, las
advertencias demasiado acerbas, y la violencia, convienen tan
poco como una condescendencia débil y tímida, y no perjudican
menos que esta en el tratamiento de las enfermedades mentales . Pero
sobre todo la ironía y el engaño de que pueden apercibirse, es lo
que mas irrita á los maniáticos y agrava su estado. El médico y el
que les vigila deben siempre aparentar creer que gozan de su ra
zon. Se debe tambien pensar en alejar de ellos todos los objetos
esteriores que puedan perturbar sus sentidos ó su alma. No
existen distracciones para su espíritu nebuloso. Para su alma
sublevada ó esclavizada en las cademas de un cuerpo enfermo,
no hay ni recreos salutarios, ni medios de ilustrarse, ni posibili .
dad de calmarse con palabras, lecturas, ó de cualquier otro modo.
Nada puede proporcionarles el sosiego sino es la curacion . La

(1 ) No podria admirarse lo bastante la dureza y la estravagancia que desplegan,


en muchas casas de locos de Inglaterra y de Alemania , médicos que, no cono
ciendo el único método verdadero de curar las enfermedades mentales, el em
pleo contra ellas de los medicamentos homeopáticos antipsóricos , se limitan á
torturar y agoviar en fuerza de golpes á los seres mas dignos de compasion entre
todos los desgraciados. Empleando medios tan indignos, se deprimen mas que los
capataces de los presidios ; porque estos obran inhumanamente sobre criminales
en razon del encargo que han recibido; mientras aquellos, demasiado ignorantes
ó demasiado perezosos para buscar un método conveniente de tratamiento , pare
ce que solo cometen tantas crueldades con los inocentes enfermos por despecho
de no poderlos curar.
193

tranquilidad y el bienestar solo vuelven á su alma cuando su


cuerpo se halla restituido á la salud.
230. Si el remedio antipsórico que se ha elegido para un caso
dado de enagenacion mental, enfermedad que se sabe estar diver
sificada al infinito, es perfectamente homeopático á la imágen fiel de
la afeccion, conformidad tanto mas fácil de hallar, cuanto que el
número de los medicamentos bien conocidos es considerable y que
el síntoma principal, es decir, el estado moral del enfermo, se pro
nuncia altamente, entonces la mas pequeña dosis basta con fre
cuencia para producir en poco tiempo un alivio muy notable,
que no se habria podido obtener por los diversos médios alopá
ticos administrados á las dosis mas fuertes y prodigados casi
hasta el punto de acarrear la muerte. Aun puedo asegurar por
una larga esperiencia, que la superioridad de la homeopatía sobre
todos los demas métodos curativos imaginables, en ninguna
parte se manifiesta con mas brillo que en las enfermedades men
tales antiguas debidas á afecciones corporales, ó desarrolladas al
mismo tiempo que ellas.
231. Existe todavia una clase de enfermedades que merecen
un exámen particular. Estas son no solamente las que vuelven
á épocas fijas, como las innumerables fiebres intermitentes y las
afecciones en apariencia no febriles que afectan la misma forma ;
sino tambien aquellas en quienes ciertos estados morbosos alter
nan con otros á épocas irregulares .
232. Estas últimas (las enfermedades alternantes) éstan igual
mente muy diversificadas ( 1 ), y pertenecen todas á la gran serie

(1) Es imposible que dos ó tres estados diferentes alternen juntos. Puede suce
der, por ejemplo, por lo que respecta á la alternacion de dos estados diversos , que
se manifiesten ciertos dolores en las estremidades inferiores tan luego como des
aparece una oftalmia, y que vuelva despues esta apenas hayan cesado los dolores;
ó que alternen de cerca espasmos y convulsiones con otra afeccion cualquiera ,
ya sea de todo el cuerpo , ya de una de sus partes. Mas es posible tambien, en
caso de una triple alianza de estados alternativos de una enfermedad continua ,
que á una superabundancia aparente de salud, á una exaltacion de las facultades
del cuerpo y del espíritu (alegría insólita , vivacidad escesiva , sentimiento exage
25
194

de las crónicas. La mayor parte son un resultado del desarrollo


de la psora, complicada alguna que otra vez con un miasma
sifilítico. Esta es la razon porque se las cura en dicho caso con
medicamentos antipsóricos alternados con los antisifilíticos ,
como he manifestado en mi Tratado de las enfermedades crónicas.
233. Las enfermedades intermitentes propiamente dichas, ó
típicas, son aquellas en quienes á un estado morboso sucede otro
semejante despues de un intervalo bastante regular de bienestar
aparente, y se estingue de nuevo despues de haber existido por
un espacio de tiempo igualmente determinado. Este fenómeno
se verifica, no solamente en las numerosas variedades de fiebres
intermitentes, sino tambien en las enfermedades de apariencia
apirética que se presentan y desaparecen á épocas fijas..
234. Los estados morbosos en apariencia apiréticos que afec 、
tan un tipo bien pronunciado, es decir, que vuelven á épocas
fijas en un mismo sugeto, y que en general no se manifiestan de
un modo esporádico ó epidémico, pertenecen todos á la clase de
las enfermedades crónicas. La mayor parte dependen de una
afeccion psórica pura, rara vez complicada con la sifilis, y se
combaten con buen éxito por el género de tratamiento que
reclama dicha enfermedad . Sin embargo se hace algunas veces
necesario emplear como medio intercurrente una ligerísima dosis
homeopática de quina, para extinguir completamente su tipo
intermitente.
235. Respecto á las fiebres intermitentes (1) que reinan de

rado de bienestar, apetito inmoderado , & c. ) , se vea suceder bruscamente un hu


mor sombrío y melancólico, una insufrible disposicon á la hipocondría, con des
arreglo de muchas funciones vitales, de la digestion, del sueño , & c . , y que rem
place á este segundo estado , de un modo mas ó menos pronto , el sentimiento de in
comodidad que esperimentaba el sugeto habitualmente . Muchas veces no existe ya
el menor vestigio del estado anterior cuando se establece el nuevo. Muchas veces
tambien quedan aun algunas señales de él. En ciertas circunstancias, los estados
morbosos que alternan juntos son , por su naturaleza, enteramente opuestos entre
sí, como por ejemplo, la melancolía y la locura alegre ó el furor.
(1) Hasta ahora la patologia, que aun no ha salido del estado de infancia, no
conoce mas que una especie de fiebre intermitente , á quien llama tambien fiebre
195

un modo esporádico ó epidémico, y no de aquellas que son


endémicas en las comarcas pantanosas, hallamos con frecuencia
que cada uno de sus accesos ó paroxismos se encuentra igualmen
te compuesto de dos estados alternantes contrarios, frio y calor, ó
calor y frio ; pero mas frecuentemente lo está de tres, frio, calor

fria. Tampoco admite otra diferencia mas que la del tiempo en que vuelven á
reproducirse los accesos, y funda sobre esto las denominaciones de fiebre cotidiana ,
terciana, cuartana, &c. Pero, aun prescindiendo de la diversidad que ofrecen re
lativamente á las épocas de sus paroxismos, las fiebres intermitentes presentan to
davia otras diferencias mas importantes. Hay una multitud de estas fiebres á que
no se puede dar el nombre de frias , porque sus accesos consisten únicamente en
calor; otras que no estan caracterizadas mas que por el frio seguido ó no de su -
dor; otras ademas hielan todo el cuerpo del enfermo , y le hacen sin embargo es
perimentar una sensacion de calor, ó sino escitan en él una sensacion de frio, aun
que su cuerpo parezca muy caliente al tacto ; en muchas, uno de sus paroxismos
se limita á horripilaciones ó solo frio , mientras el siguiente no consiste mas que en
calor remplazado ó no por el sudor; alli, el calor se pronuncia primero , y el frio
se declara despues; aqui, el frio y el calor hacen lugar á una completa apiréxia ,
mientras el paroxismo siguiente , que no se verifica hasta pasadas muchas horas, se
halla representado únicamente por sudores; en ciertos casos no se observa la menor
señal de sudor; en ciertos otros el acceso se compone esclusivamente de él, sin
frio y sin calor, ó corre el sudor tan solo durante este último. Del mismo modo
existe una infinidad de diferencias relativas sobre todo á los síntomas accesorios,
al carácter particular del dolor de cabeza , al mal sabor de boca , al dolor de estó
mago, al vómito , á la diarrea, á la falta ó al grado de la sed , al género de los do
lores que se sienten en el cuerpo y los miembros , al sueño , al delirio , á las altera
ciones del humor, á los espasmos, &c. , que se manifiestan antes ó despues del frio,
antes ó despues del calor, antes ó despues del sudor, sin contar todavia multitud
de otras variedades. Todos estos caractéres constituyen seguramente fiebres inter
mitentes muy diversas, cada una de las cuales reclama como es natural un trata
miento homeopático que la sea propio. Verdad es, debe confesarse, que casi to
das pueden ser suprimidas (como frecuentemente sucede) por grandes, por enormes
dosis de quina ó de sulfato de quinina, es decir, que estas sustancias impiden su
reaparicion periódica y destruyen su tipo; mas cuando el medicamento ha sido
empleado contra fiebres intermitentes á que no convenia, tampoco se halla curado
el paciente por mas que se haya estinguido el tipo de su afeccion , está enfermo
de otro modo , y veces mucho mas de lo que estaba anteriormente; es el blanco
de una enfermedad quínica especial y crónica, que no siempre es dado á la ver
dadera medicina hacerla desaparecer en poco tiempo . ¡ Y es esto lo que se llama
curar !
196

y sudor. Por esta razon se hace necesario que el remedio que


se elije contra ellas, y que se toma en general en la clase de los
apsóricos esperimentados , pueda igualmente escitar en las perso
nas sanas, dos ó tres estados alternantes análogos, ó que tenga
por lo menos la facultad de provocar por sí mismo, con todos
sus síntomas accesorios, aquel de los dos ó tres estados alternan
tes, frio, calor y sudor, que sea el mas fuerte y el mas pronun
ciado. Sin embargo, es principalmente en razon de los síntomas
del estado del enfermo durante la apirexia, por donde se debe
guiar el médico en la eleccion del remedio homeopático (1).
236. El método que mas conviene y que mas útil es en estas
enfermedades, consiste en dar el remedio inmediatamente ó al
menos muy poco tiempo despues de terminado el acceso. Adminis .
trado de este modo, tiene el tiempo necesario de producir en el or
ganismo todos los efectos que dependen de él para restablecer la
salud sin violencia ni borrasca ; en tanto que si se le hiciera tomar
inmediatamente antes del paroxismo, por altamente homeopático
ó específico que fuera, su efecto coincidiria con la reproduccion
natural de la enfermedad, y determinaria en el organismo un
combate tal, una reaccion tan viva, que el enfermo perderia por
lo menos mucha parte de sus fuerzas, y que su vida misma
podria correr peligro (2) . Mas cuando se da el medicamento
apenas concluido el acceso, y antes que se prepare á presentarse
ni de lejos el paroxismo siguiente, se halla el organismo en la
mejor disposicion posible para dejarse modificar tranquilamente
por el remedio y volver asi al estado de salud.
237. Si el tiempo de la apiréxia es muy corto, como en algu.
nas fiebres graves , ó si está señalado por accidentes que se
refieren al paroxismo precedente, entonces es necesario adminis.
trar el remedio homeopático tan luego como el sudor ó los demas

(1) Benninghausen ha discutido el primero esta vasta materia, y facilitado con


sus investigaciones la eleccion del remedio que conviene en las diversas epidemias
de fiebres intermitentes.
(2) Se tiene la prueba de esto en los casos, desafortunadamente poco raros, en
que una moderada dosis de opio, administrada durante el frio de la fiebre, ha cau
sado de una manera pronta la muerte del enfermo.
197

síntomas que indican la terminacion del acceso empiezán á


disminuir.
238. Solo cuando el medicamento conveniente haya, con una
sola dosis, estinguido muchos paroxismos y devuelto manifies
tamente la salud, pero que sin embargo se vean reaparecer al
cabo de algun tiempo indicios de un nuevo acceso, se puede y'
debe repetir el mismo remedio, con tal que la totalidad de
los síntomas sea todavia igual. Mas esta vuelta de la misma
fiebre, despues de un intervalo de salud, solo es posible cuando
la causa que ha provocado la enfermedad por primera vez,
continúa egerciendo todavia su influencia sobre el sugeto, como
sucede en las comarcas pantanosas. En semejante caso no se
consigue con frecuencia obtener una curacion permanente mas
que alejando al sugeto de esta causa ocasional ; por egemplo,
aconsejándole ir á habitar la sierra si la fiebre que padecia era
debida á efluvios cenagosos .
239. Como casi todos los medicamentos, en el egercicio de
su accion pura, escitan una fiebre particular, y aun una especie
de fiebre intermitente, que difiere de todas las fiebres provocadas
por otros medicamentos, la inmensa lista de las sustancias medi
cinales nos ofrece los medios de combatir homeopáticamente
todas las fiebres intermitentes naturales. Aun ahora mismo
hallamos ya algunos muy eficaces contra una multitud de estas
afecciones en el corto número de medicamentos ensayados hasta
aqui sobre personas sanas .
240. Cuando se ha reconocido que un remedio homeopático
ó específico en una epidemia reinante de fiebres intermitentes ,
no cura sin embargo á un enfermo de un modo completo, y que
no es la influencia de un sitio pantanoso lá que se opone á la
curacion, el obstáculo viene constantemente entonces de un
miasma psórico oculto, y se deben por consiguiente poner en uso
los medicamentos antipsóricos hasta que se halle la salud perfec
tamente restablecida.
241. Las fiebres intermitentes que se declaran epidémicamente
en comarcas donde nunca han sido endémicas, deben conside.
198

rarse como verdaderas enfermedades crónicas compuestas de


accesos agudos aislados. Cada epidemia especial tiene su ca
rácter propio, comun á todos los individuos á quienes ataca, y
que cuando se la ha examinado en el conjunto de los síntomas
comunes á todos los enfermos, indica el remedio homeopático ó
específico conveniente tambien en la totalidad de casos. En
efecto, este remedio cura casi generalmente á los enfermos que
antes de la epidemia gozaban de una salud regular, es decir, que
no se hallaban atacados de una afeccion crónica debida al desar
rollo de la psora.
f
242. Mas si, en una epidemia de fiebres intermitentes, se han
dejado pasar los primeros accesos sin curarlos , ó si han sido
debilitados los enfermos por falsos tratamientos alopáticos, en
tonces la psora, que desafortunadamente existe en estado de
sueño en un número tan considerable de sugetos, se desarrolla,
reviste aqui el tipo intermitente, y desempeña en apariencia el
papel de la fiebre intermitente epidémica, de manera que el
medicamento que habria sido salutario en los primeros paroxis
mos, y que rara vez pertenece á los antipsóricos, deja de conve
nir, y no puede ya ser en adelante del menor ausilio. Desde
aquel momento no se tiene ya á la vista mas que una fiebre inter
mitente psórica, de quien se triunfa ordinariamente con una
ligerísima dosis de azufre ó de higado de azufre, que casi nunca
hay necesidad de repetir.
243. En las fiebres intermitentes con frecuencia muy graves,
que afectan á un individuo aislado, fuera de toda influencia de las
emanaciones pantanosas, se debe, como en las enfermedades
agudas en general, empezar por ensayar durante algunos dias
un remedio apsórico, homeopático al caso presente ; pero si se
retarda la curacion , debe tenerse entendido que entonces se
trata de una psora que está á punto de desarrollarse, y de
consiguiente que los antipsóricos son en dicho caso los solos
medios de que se pueda esperar un ausilio eficaz .
244. Las fiebres intermitentes endémicas en las comarcas pan
tanosas y en los paises sujetos á inundaciones, embarazan mucho
199

á los médicos de la Escuela reinante. Sin embargo un hombre


puede acostumbrarse en su juventud á la influencia de un pais
cubierto de pantanos, y disfrutar grande salud , siempre que se
concrete á un género de vida regular, y que no se halle asaltado
por la miseria, las fatigas ó las pasiones destructoras. Las fiebres+
intermitentes endémicas le atacarán á lo mas á su llegada al pais,
pero una ó dos pequeñas dosis de quina, preparadas segun el
método homeopático, bastarán á curarle prontamente, siempre
que no se separe de la regularidad en el modo de vivir. Mas
cuando un hombre que hace bastante ejercicio y que sigue un
régimen conveniente en todo lo que se refiere al espíritu y al
cuerpo, no cura de una fiebre intermitente de los pantanos con la
influencia de este solo medio, se debe estar cierto que existe en
él una psora á punto de desarrollarse, y que su fiebre intermi
3
tente solo cederá á un tratamiento antipsorico ( 1). Sucede algu
nas veces, si este hombre abandona sin tardanza la comarca pan
tanosa para ir á habitar otra seca y elevada, que renace en él la
salud, abandonándole desde luego la fiebre, si aun no habia
echado profundas raices, es decir, que la psora vuelve de nuevo
al estado latente, porque no habia llegado todavia á su último
grado de desarrollo ; pero jamas cura en un todo, jamas goza de
una salud perfecta, si no se somete al uso de los remedios anti
psóricos.
245. Despues de haber visto la consideracion que se debe
tener en los tratamientos homeopáticos á las variedades princi-'
pales de las enfermedades, y á las circunstancias particulares'
que pueden ofrecer, pasamos á ocuparnos de los remedios mismos,
del modo de emplearlos, y del género de vida que debe observar
el enfermo mientras se halla sometido á su accion.
Todo alivio que se pronuncia francamente en las enfermedades
agudas ó crónicas, y hace continuos progresos, es un estado que

(1) Las dosis considerables y frecuentemente reiteradas de quina, y el sulfato


de quinina, pueden libertar al enfermo de los accesos típicos de la fiebre intermi
ténte de los pantanos, pero no queda por eso menos enfermo de otro modo, hasta
que se le administran los remedios antipsóricos.
200

prohibe formalmente la repeticion de cualquier medicamento


por todo el tiempo que dura ; en razon de continuar todavia el
medicamento empleado, produciendo todo el bien de que es
susceptible. Toda nueva dosis de un remedio cualquiera, aun
que sea de aquel administrado últimamente, y que se ha manifes
tado salutario hasta dicho momento, solo conduciria entonces á
perturbar el trabajo de la curacion.
246. Sucede seguramente algunas veces, cuando la dosis del
medicamento homeopático es muy exigua, que si nada perturba la
accion de este remedio, continua mejorando lentamente el estado
del enfermo, y proporciona en cuarenta, cincuenta ó cien dias,
todo el bien que se puede esperar de él en la circunstancia en
que se le emplea. Mas por una parte este caso es raro, y por otra
se halla tan interesado el médico como el enfermo en disminuir
este largo período todo lo posible, á fin de obtener una curacion
mucho mas pronta, Observaciones recientes y repetidas gran nú
mero de veces, nos han enseñado que puede conseguirse este resul
tado, á tres condiciones sin embargo: primeramente, que la elec
cion del medicamento haya sido homeopática bajo todos conceptos;
en segundo lugar, que se le administre á la dosis mas exigua,
que es la menos susceptible de irritar la fuerza vital, mas con
servando siempre bastante energía para modificarla conveniente
mente ; en fin, que esta débil, pero eficaz dosis del medicamento
elegido con el mas escrupuloso cuidado, sea repetida en los inter
valos (1 ) que la esperiencia enseña convenir mejor para acele
rar en lo posible la curacion, sin que por tanto la fuerza vital,
que debe crear en consecuencia una afeccion medicinal análoga
á la enfermedad natural, pueda sentirse impelida á reacciones
contrarias al fin que se pretende alcanzar .
247. A estas condiciones, las dosis mínimas de un remedio
perfectamente homeopático pueden ser , repetidas con un éxito

(1) El autor coloca aqui una larga nota que suprimimos en razon de hallarse
reproducida por entero en el primer volúmen del Tratado de Materia médica pura,
cuya traduccion debe seguir á la de esta obra ( Prolegómenos .- Sobre la repeticion
de un medicamento homeopático).
201

notable y aun increible á veces, por intérvalos de catorce, doce,


diez, ocho y siete dias . Se puede aun aproximarlás mucho mas en
las enfermedades crónicas que difieran poco * de las afecciones
agudas, y qué exijan A: alguna premura. Las distancias pueden
todavia disminuir en las enfermedades agudas, reducirse á veinte
y cuatro, doce, ocho y cuatro horas. En fin pueden ser de una
hora, y aun solo de cinco minutos en las afecciones extremada
mente agudas. Todo esto debe regularse en razon de la mayor
ó menor rapidez del curso de la enfermedad y de la accion del
medicamento que se emplea.
248. La dosis de un mismo medicamento se repite muchas
veces en razon de las circunstancias. Mas solo se reitera hasta
la curacion, ó hasta que, dejando el remedio de producir alivio
alguno, el resto de la enfermedad ofrece un grupo diferente de
síntomas, que reclama la elecion de otro remedio homeopático.
249. Todo medicamento prescrito para un caso de enfermedad ·4.
,
y que en el curso de su accion provoca síntomas nuevos, no
inherentes á la afeccion que se desea curar y graves, tampoco es
á propósito para proporcionar una verdadera• curacion (1). No
se le puede mirar ‫ زی‬como homeopático . ‫ ہے‬En semejante caso se
hace necesario, si la agravacion es considerable, apresurarse á
recurrir á su antídoto para estinguirla, en parte, autes de elegir un
medicamento cuyos síntomas semejen mayormente á los de la:
enfermedad, ó si los accidentes no son muy graves, administrar
bien luego otro remedio que tenga mas conformidad I con el
cstado presente del mal .
(1) Habiendo demostrado la esperiencia que es casi imposible atenuar tanto un
remedio perfectamente homeopático, que no baste á determinar un mejoramiento
pronunciado en la enfermedad contra quien se dirige ( V. 161 , 179) , seria obrar
en sentido inverso
8.X del fin que se propone , y querer dañar al enfermo, el imitar á
la medicina vulgar, que cuando no consigue algun alivio, y aun viendo empeorar
las cosas, repite el mismo medicamento, y á veces dobla la dosis, en la persuasion
en que se halla de que no ha podido servir por haberle administrado en cantidad
demasiado pequeña. Si el enfermo no ha cometido alguna imprudencia, ya sea
física, ya moral , toda la agravacion que anuncian los nuevos síntomas , prueba
mas bien que el remedio elejido no era conveniente al caso, que nó que la dosis
haya sido muy débil...
26
BSERCIAL INVATE
A
L

TECA
BIBLIO
B
202

250. Esta conducta se hace todavia mas imperiosa si, en un


caso urgente, el médico observador que espia con cuidado los
acontecimientos, advierte al cabo de seis, ocho ó doce horas,
que se ha engañado en la eleccion del último remedio, porque el
estado del enfermo empeora un poco de hora en hora y se mani
fiestan muchos síntomas. En semejante acontecimiento le es
permitido, y aun es de su deber, reparar la falta que ha hecho,
eligiendo otro remedio homeopático que no solamente convenga
de un modo tolerable al estado actual de la enfermedad, sino que
sea el mas apropiado posible ( V. 161).
251. Existen algunos medicamentos, por egemplo, la haba de
San Ignacio, el zumaque venenoso, y acaso tambien la brionia,
cuya facultad de modificar el estado del hombre consiste princi
palmente en efectos alternantes, especie de síntomas de accion
primitiva que estan en parte opuestos los unos á los otros . Si
despues de haber prescrito una de estas sustancias, en virtud de
una eleccion exactamente homeopática, no viese el médico sobre
venir algun alivio, una segunda dosis tan exigua como la pri
mera, y que podria ya administrar al cabo de algunas horas si la
enfermedad fuese aguda, le conduciria prontamente á su obgeto
en el mayor número de casos ( 1 ) .
252. Mas si, por lo que respecta á los restantes medicamentos,
se viese en una enfermedad crónica (psórica) , que el remedio mas
homeopático (antipsórico) administrado á la dosis conveniente
(la mas pequeña posible), no proporcionára alivio, este seria un
signo cierto de que la causa que entretiene la enfermedad subsiste
todavia, y que hay en el género de vida del enfermo, ó en lo
que le rodea, alguna circunstancia que se debe empezar por
alejar, si se desea obtener una curacion duradera .
253. Entre los signos que en todas las enfermedades, y sobre
todo en las de carácter agudo, anuncian un ligero principio de
alivio ó de exasperacion, que no está al alcance de todo el mundo

(1) Como lo he demostrado ámpliamente en los Prolegómenos del artículo con


sagrado á la haba de San Ignacio ( Tratado de Materia médicapura).
203

notar, los mas pronunciados y los mas ciertos se deducen del hu


mor del enfermo y del modo con que se conduce bajo todos con
ceptos. Si empieza el mal á corregirse, por poco que sea, el
enfermo se siente mas á su gusto, se halla mas tranquilo, tiene
mas libertad de espíritu, renace en él el valor, y todas sus mane
ras son por decirlo asi mas naturales. + Se verifica lo contrario si
la enfermedad empeora, aunque sea muy ligeramente ; en este
caso se advierte en el humor y el espíritu del enfermo, en todas
sus acciones, en todos sus gestos, y en cuantas posiciones toma,
alguna cosa de insólito, que no se oculta á un observador atento,
però que se esperimenta mucha dificultad en describir (1).
254. Si se añade ademas, ya sea la aparicion de muchos sínto
mas, ya la exasperacion de los que anteriormente existian , ó
:.
por el contrario, la disminucion de los síntomas primitivos, sin
que se bayan manifestado ningunos otros nuevos, el médico do
tado de un espíritu observador y penetrante no podrá menos de
conocer bien luego si se ha agravado ó mitigado la enfermedad,
aunque en el número de los enfermos se hallen algunos incapaces
de asegurar si estan mejor ó peor, y otros tambien que no lo
quieren decir.
255. Sin embargo, aun en este último caso, se puede obtener
un pleno y entero convencimiento, refiriéndose á los síntomas

(1 ) Los signos de mejoramiento relativos al humor y al espíritu del enfermo se


manifiestan poco tiempo despues que ha tomado el remedio, cuando la dosis há
sido convenientemente atenuada, es décir, lá mas pequeña posible. Una dosis ma
yor de lo que exige la necesidad, aunque sea del remedio mas homeopático, obra
con demasiada violencia, y determina inmediatamente un desorden demasiado con
siderable y demasiado prolongado en las facultades intelectuales y morales, para
que pueda advertirse de pronto el menor mejoramiento en el estado de estas últimas.
Haré observar aqui que esta règla tan importante es una de aquellas contra que mas
pecan los homeopatistas que empiezan, y los médicos que pasan de la antigua á la
nueva Escuela. Estos últimos, alucinados por las preocupaciones, temen en seme
jante caso recurrir á las dosis mas pequeñas de las mayores diluciones de los me→
dicamentos, y se privan asi de las grandes ventajas que se han conseguido con
ellas mil y mil veces ; no pueden hacer lo que alcanza la verdadera homeopatía,
y se dan sin razon por sus iniciados. 1
204

anotados en el cuadro de la enfermedad, y revisándoles uno


despues de • otro de acuerdo con el enfermo. Cuando este
último no espone nuevos síntomas , de que anteriormente no hu
biera hablado, cuando ninguno de los antiguos accidentes se ha 3
agravado, cuando en fin se ha observado yà cierto alivio en las
7
facultades morales é intelectuales, es seguramente necesario que
el medicamento haya determinado una diminucion esencial de
la enfermedad, ó que se halle á punto de producirla. Mas sizes
tando bien elegido el remedio, tardase mucho en manifestarse la
mejoría, se deberá atribuir á alguna falta cometida por el enfer
mo, ó á la escesiva duracion de la exasperacion homeopática
(V. 157) provocada por la sustancia medicinal, y en este úl
timo caso, concluir de aqui que la dosis no ha sido bastante débil.
256. Por otro lado, si el enfermo espone algun síntoma impor
tante desarrollado recientemente, y capaz de convencer que no
era el medicamento perfectamente homeopático, por mas que:
tenga la condescendencia de decir que se siente mejor, el médico
lejos de creerle, debe por el contrario considerar su estado como
mucho mas grave que antes, y no tardará en convencerse de ello

por sus propios ojos .


257, El verdadero médico se abstendrá de tomar un cariño
especial por ciertos remedios que la casualidad le ha proporcio
nado con frecuencia ocasion emplear con buen éxito. Esta
predileccion le haria descuidar frecuentemente otros que fuesen
mas homeopáticos , y de consiguiente mas eficaces. (2
258. Evitará igualmente tener la menor prevencion contra otros
remedios que le hubiesen hecho esperimentar algunas contrarie
dades por haberles elegido mal, es decir, por su propia falta.
Deberá tener siempre presente en su imaginacion esta grande
verdad, que de todos los medicamentos conocidos, uno solo me
rece la preferencia, aquel cuyos síntomas tienen la mayor seme
janza con la totalidad de los que caracterizan la enfermedad.
21
Ninguna pequeña pasion debe mezclarse en un asunto tan serio
de que depende la vida de los hombres.
259. Como es indispensable en la práctica homeopática que
205

las dosis sean débiles, se concive fácilmente que es menéster


alejar del régimen y del género de vida de los enfermos todo
cuanto pudiera ejercer en ellos una influencia medicinal cual :
quiera, á fin de que el efecto de dosis tan exiguas no sea estin
guido, sobrepujado ó perturbado por cualquier estimulante es-›
traño (1 ). Litiv sh by arvitiato 1. HowH09 est
260. En las enfermedades crónicas es donde mas importa
alejar con cuidado todos los obstáculos de este género, pues que
ya se hallan de ordinario agravados por ellos ó por otros errores
de régimen frecuentemente desconocidos ( 2) . J 1
wing of a bea ;; ) L NINA 6 I
T
(1) Los suaves sonidos de la flauta, que de lejos y en el silencio de la noche
disponen un corazon sensible al entusiasmo religioso , hieren inutilmente el Eviento'
cuando se hallan acompañados de gritos y ruidos disonantes .
4 (2) Por ejemplo, el café, el thé, la cerveza que contiene sustancias vegetales
dotadas# de propiedades medicamentosas inconducentes GA al estado del enfermo, los
licores preparados con aromas medicinales , toda clase de ponche, el chocolate
muy especiado, las aguas de olor y los perfumes de todo género , los ramille
tes de flores muy olorosas, las preparaciones dentríficas, pulverulentas ó líquidas,
en que entran sustancias medicinales, las bolsitas perfumadas, los manjares muy
condimentados, las pastas y sorbetes aromatizados, las legumbres que consisten en
yerbas, raices ó renuevos medicinales, el queso hecho, las carnes manidas, el to
cino y la manteca de cerdo , el ganso y el pato, la ternera muy joven, los alimen
tos ácidos. Todas estas cosas producen una accion medicinal accesoria, y debe en
consecuencia el enfermo evitarlas con cuidado . Se le prohibirá tambien el abuso 21 de
todos los placeres de 283
la mesa, incluido el del azúcar y de la sal. No le serán per
mitidas las bebidas espirituosas, el demasiado calor en las habitaciones, el uso in
***
terior de ropas de franela ( que deberán remplazarse en el verano con otros vestidos ,
primero de algodon, despues de lienzó) ; la vida sedentaria en habitaciones no ven
tiladas, el abuso del ejercicio puramente pasivo (á caballo, en carruage, en colum
pio) el de la lactancia , la costumbre de acostarse para dormir la siesta y de dormir
mucho, los placeres nocturnos , la falta de aseo, las voluptuosidades contra natura
leza, las lecturas eróticas. Se evitarán los motivos de cólera , de sentimiento y de
despecho, el juego tomado con pasion, los trabajos forzados de cabeza y de cuerpo,
la residencia en comarcas pantanosas, las necesidades urgentes, & c. Todas estas
influencias deben, en lo posible, evitarse y alejarse con esmero, si se desea obtener
la curacion, que harian mas dificil y aun acaso imposible tales obstáculos. Algu
nos de mis discipulos hacen el régimen mas dificultoso de observar, prohibiendo á
los enfermos varias otras cosas bastante indiferentes; mas no merece aprobarse
esta conducta.
206

261. El régimen que mas conviene en las enfermedades cró→


nicas mientras se hace uso de los medicamentos, consiste en
alejar todo lo que podria embarazar la curacion, y en establecer
si es necesario condiciones inversas, prescribiendo por egemplo
distracciones inocentes, un ejercicio activo al aire libre, alimen
tos convenientes, nutritivos y privados de virtudes medicina
les, &c .
262. Por el contrario en las enfermedades agudas, si se escep
tua la enagenacion mental, el instinto conservador de la vida
habla de un modo tan claro y perentorio que el médico no tiene
mas que recomendar á los asistentes que no contrarien la natu
raleza reusando al enfermo lo que pide con instancia, ó tratando
de persuadirle á tomar cosas que podrian perjudicarle.
263. Los alimentos y bebidas que pide una persona atacada
de enfermedad aguda no son, es verdad, por la mayor parte
mas que cosas paliativas y aptas á proporcionar un alivio mo.
mentáneo; pero tampoco tienen cualidades propiamente hablando
medicinales, y corresponden tan solo á una especie de necesidad.
Mientras la satisfaccion que se proporciona por este medio el en
fermo esté concretada en sus justos límites, los débiles obstáculos
que podria oponer á la curacion radical de la enfermedad (1) estan
compensados, y algo mas, por la potencia del remedio homeopáti
co, por la libertad en que se pone á la fuerza vital, y por el sosiego
que acompaña á la posesion de un objeto ardientemente deseado.
La temperatura de la habitacion y las cubiertas de la cama deben
regularse segun los deseos del enfermo, en las enfermedades agu
das. Se cuidará de alejar todo lo que pudiera causarle alguna
contencion de espíritu, ó conmover su moral.
264. El verdadero médico solo puede contar sobre la virtud
curativa de los medicamentos cuando les posée lo mas puros y

(1) Sin embargo, este caso sucede rara vez. Asi, por ejemplo, el enfermo
casi nunca tiene sed mas que de agua pura en las enfermedades francamente infla
matorias, que reclaman de un modo tan imperioso el açónite, cuya accion queda
ria destruida penetrando en el organismo bebidas saturadas con ácidos vegetales.
207

mas perfectos posible. Necesita, pues, saber apreciar por sí


mismo su pureza.
$265. Es un caso de conciencia para él tener el convencimiento
íntimo de que el enfermo toma siempre el remedio que realmente
le conviene.
266. Las sustancias procedentes del reino animal y del reino
vegetal solo gozan plenamente de su virtudes medicinales cuando
estan crudas (1).
267. El modo mas perfecto y mas seguro de apoderarse de
la virtud medicinal de las plantas indígenas que se pueden
proporcionar frescas, consiste en esprimir el jugo, que al instan.
te se mezcla exactamente con partes iguales de alcohol . Se deja
reposar la mezcla por espacio de veinte y cuatro horas en un
frasco tapado, y despues de decantar el liquído claro, en cuyo
fondo se halla un sedimento fibroso y albuminoso se conserva

(1) Todas las sustancias animales y végétales crodas tienen mas ở medos virtu
des médicinales, y pueden modificar el estado del hombre, cada una á sú módo•
Las plantas y los animales de que se alimentan los pueblos civilizados tienen so
bre las demas la ventaja de contener mayor cantidad de partes nutritivas, y de
poseer virtudes medicinales menos enérgicas, que disminuyen todavía mucho por
medio de las preparaciones que se las hace esperimentar, comó la espresión def
jugo nocivo (el cazabe en América;) la fermentación (de la pasta cơn que se hace
el pan, de la colieostra, &c.) las fumigaciones, la ebullición, la torrefaccion, &c. ,
que destruyen ó disipan las partes á que adhieren estas virtudes. La adicion de la
sal (salazon) y de la vinagre (ensaladas) produce tambien este efecto, pero resul
tan de ello otros inconvénientes.
Las plantas dotadas de las virtudes medicinales más enérgicas, se despojat
igualmente de ellas en todo ó en parte, cuando se las trata de esta misma mañera.
Las raices de iris, de rábano silvestre, de peonía, &c., se vuelven casi inertes por
la desecacion. El jugo de los vegetales mas violentos se reduce muchas veces á
una masa totalmente inerte por la acción del calor que sirve para préparar los es
tractes ordinarios. Basta dejar algun tiempo quieto el jugo de la planta más da~
ñosa, para que pierda todas sus propiedades; paša rápidamente por sí mismó á la
fermentacion vinosa, cuando la temperatura és moderada, se agria al instantë, y
se putreface despues, lo que acaba de destruir en él toda sú virtud medicinal; el
sedimento que entonces se precipita al fondo no es ya mas que una fécula inerte.
Las yerbas verdes que se amontonan en un punto pierden igualmente la mayor
parte de cuanto contienen de medicamentoso, por la especie de exudación que es
perimentan.
208

para el uso de la medicina ( 1 ) . El alcohol añadido al jugo se


opone á que se desarrolle la fermentacion, tanto al presente
como en lo sucesivo . Se tiene el líquido al abrigo de los rayos
del sol en frascos de cristal bien tapados. De este modo la virtud
medicinal de las plantas se conserva entera, perfecta y sin la
menor alteracion (2) .
盛 268. Respecto á las plantas, cortezas, granas y raices exóticas,

que no se pueden obtener al estado fresco, un médico prudente


no aceptará jamas los polvos sobre la fe de otro. Antes de em
plearlas en su práctica, deberá examinarlas enteras y no prepa
radas, á fin de poder convencerse de su pureza (3) .

( 1) Bucholz (Taschenbuch fuer Scheidekuenstler und Apotheker, 1815 , I , VI ) ase


gura á sus lectores (y el que ha dado cuenta de su obra, en la Leipziger Literatur
zeitung, 1816, nº 82, tampoco lo desdice) , que se debe este excelente modo de pre
parar los medicamentos á la campaña de Rusia ( 1812) , de donde vino á Alemania ,
Mas, describiéndole con las mismas palabras con que lo está en la primera edicion
de mi Organon, se le olvida decir que yo soy el inventor, habiéndole publicado dos
años antes de la campaña de Moscou ( en 1810). ¡ Se prefiere mas bien aparentar
creer que un descubrimiento ha venido de los desiertos del Asia, que no atribuir
el honor de él á un compatriota! Antiguamente, es verdad, se mezclaba alcohol
con los jugos de las plantas, por ejemplo, á fin de poderles conservar algun tiempo
antes de preparar con ellos los estractos; pero jamas se ha hecho esta adicion con
la mira de administrar despues la mezcla misma á título de remedio.
(2) Aunque generalmente convenga mezclar partes iguales de alcohol de jugo
recientemente esprimido para hacer que se precipite la materia fibrosa y la albu
mina, sin embargo se hace á veces necesario modificar esta proporcion, y poner
en consecuencia un doble de alcohol , cuando se trata de plantas muy cargadas de
mucosidades, como la consuelda, el pensamiento, & c. Respecto á las plantas po
ca jugosas, como el oleandro (rosa damascena) , el box, la sabina, el galo ( cerezo
de Luisiana) , el lódano (xaguarzo) , & c. , se debe empezar por molerlas hasta que
formen una pasta homogénea ,y húmeda, á que se añade despues una doble canti
dad de alcohol , que uniéndose, al jugo vegetal, permite obtenerle bien por medio
de una prensa; mas pueden tambien molerne estas plantas secas con azúcar de le
che hasta el millonésimo grado de atenuacion, disolver entonces un grano de es
tos polvos, y servirse de la disolucion para obtener las diluciones subsecuentes
( V. 271) , page
(3) Para conservarlas bajo la forma de polvos, se necesita de una precaucion no
empleada hasta el dia en las boticas, donde no pueden conservarse , sin que se al
teren, ni aun los polvos mejor secos de las sustancias animales y vegetales. Con
209

269. Por un procedimiento que la es propio y que jamas se ha


bia ensayado antes de ella , la medicina homeopática desarrolla de
tal modo las virtudes medicinales dinámicas de las sustancias gro
seras, que proporciona á todas una accion de las mas penetrantes,
y aun á aquellas que antes de haber sido tratadas asi, no ejercian
la menor influencia medicamentosa sobre el cuerpo del hombre.
270. Se toman dos gotas de la mezcla de partes iguales de un
jugo vegetal fresco con el alcohol, se las hace caer sobre noventa
y ocho gotas de líquido alcoholico puro, y se dan dos fuertes sacu
dimientos al frasco que contiene el total. Se tienen despues otros
veinte y nueve frascos llenos hasta sus tres cuartas partes con no
venta y nueve gotas de alcool, y en cada uno de los cuales se vier
te sucesivamente una gota del líquido contenido en el precedente,
cuidando siempre de dar dos sacudimientos á cada frasco ( 1) . El

siste, pues, en que estas materias, aunque se hallen perfectamente secas, retienen
todavia cierta humedad, condicion indispensable á la coherencia de su tejido , que
no impide á la droga permanecer incorruptible mientras se conserva entera, pero
que llega á ser superfiua desde el momento en que se la • pulveriza . Se sigue de
aqui , que una sustancia animal ó vegetal que estaba bien seca cuando entera , da
unos polvos ligeramente húmedos , que no tardan en alterarse y enmohecerse en los,
frascos, aunque esten bien tapados, si antes no se ha tenido cuidado de privarles de
toda su humedad . El mejor modo de conseguirlo consiste en estenderlos sobre un
plato hondo de hoja de lata, que se calienta en un baño- maría , y dejarlos asi, revol
viéndolos á menudo , hasta que no se reunan ya en burujones, y se deslicen fácil
mente todas sus partículas unas sobre otras como la arena fina . Secos de este mo
do, y conservados en frascos bien enlacrados, quedan para siempre inalterables ,
y conservan sus virtudes primitivas, sin enmohecerse jamas ni criar mitas ( pe
queños insectos) . Debe cuidarse particularmente de poner los frascos al abri
go de la luz , en cajas ó gavetas. Cuando puede penetrar el aire en estos frascos,
cuando estan espuestos á la acción de los rayos del sol ó de la claridad difusa , las
sustancias animales y vegetales pierden de mas en mas sus virtudes, lo que ya las
sucede cuando se hallan en grandes pedazos , y con mayor razon cuando estan re
ducidas á polvos.
(1) Fundándome sobre multiplicadas esperiencias y observaciones exactas, y
deseando establecer un término preciso y medio en el desarrollo de la virtud de
los medicamentos líquidos, he juzgado á propósito recomendar no se den mas que
dos vigorosas oscilaciones á cada frasco; en otro tiempo solia darles algunas mas,
10 que desarrollaba demasiado la potencia de los remedios. Hay algunos homeo
patistas que llevan consigo los medicamentos homeopáticos bajo la forma líquida
27
210

último, ó el treintésimo , contiene la dilucion al decillonési


mo grado de potencia [ X ] , que es la que se emplea mas á
menudo .
271. Todas las demas sustancias destinadas á los usos de la
medicina homeopática , como los metales puros, los oxidos y
sulfuros metálicos, las demas sustancias minerales, el petróleo,
el fósforo, las partes y jugos de las plantas que solo se pueden
proporcionar en estado seco, las sustancias animales, las sales
neutras y demas, son conducidas al millonésimo grado de
atenuacion pulverulenta, moliéndolas por espacio de tres horas ;
despues de lo cual se disuelve un grano de los polvos, y se trata
la disolucion en veinte y siete frascos sucesivos, del mismo
modo que se hace respecto á los jugos vegetales, á fin de condu
cirles hasta el treintésimo grado del desarrollo de su poten
cia ( 1 ).
272. No cs, en ningun caso, necesario el emplear mas de un
medicamento simple á la vez (2) .
273. No se puede concebir que quepa la menor duda respecto
á si es mas razonable y mas conforme à la naturaleza no emplear
á la vez en una enfermedad mas que una sola sustancia medicinal
bien conocida, ó prescribir una mezcla de muchos medicamentos
diferentes.

en el curso de sus visitas, y que suponen no se exageran por este medio sus virtu
des con el tiempo. Sostener una thesis semejante es probar que no se posee un es
píritu de observacion bastante exacto. He disuelto un grano de anatron (sal ál
kali natural ) en media onza de agua mezclada con un poco de alcohol , y le he os
cilado durante media hora , sin interrupcion , en el frasco que contenia el líquido ,
y que solo estaba lleno de este último hasta las dos terceras partes de su capaci
dad; he encontrado despues que esta disolucion igualaba en energía á la trein
tésima potencia .
(1) Como se halla mas estensamente espuesto en los discursos que preceden á la
enumeracion de los síntomas de los medicamentos comprendidos en el primer volú
men del Tratado de materia médica pura.
(2) A la verdad, algunos homeopatistas han ensayado en los casos en que un
remedio convenia á una sola parte de los síntomas, y otro á los restantes , adminis
trar los dos medicamentos á la vez ; mas prevengo seriamente desconfiar de esta
maniobra, que jamas podrá ser necesaria , aun en los casos mismos en que pudiera
parecer útil .
211

274. Como el verdadero médico halla en los medicamentos


simples y no mezclados todo lo que puede desear, es decir ,
potencias morbíficas artificiales que por su facultad homeopática
curan completamente las enfermedades naturales; y como es un
precepto muy prudente no tratar jamas de hacer con muchas
fuerzas lo que se puede realizar con una sola, tampoco deberá
tener jamas la pretension de administrar como remedio otra cosa
que un solo medicamento simple á la vez : pues sabe que aun
cuando se hubieran estudiado sobre el hombre sano los efectos
específicos y puros de todos los medicamentos simples , no
dejariamos por eso de hallarnos fuera de estado de preveer y
calcular el modo con que dos sustancias medicinales , mezcladas
entre sí, pueden contrariarse y modificarse recíprocamente en sus
efectos . Tampoco ignora que un medicamento simple, admi
nistrado en una enfermedad cuyo conjunto de síntomas semeja
perfectamente á los suyos, basta por sí solo para curarla de un
modo perfecto. Se halla bien convencido en fin, de que aun en
el caso mas favorable, aquel en que el remedio no estuviera
perfectamente en armonía con el mal , respecto á la semejanza de
los síntomas, proporcionaria por lo menos algunas ventajas á la
materia médica, confirmando los nuevos síntomas, que entonces
escitase, á los que habia ya provocado anteriormente en las
esperiencias sobre personas sanas; ventajas de que se la priva
haciendo uso de medicamentos compuestos ( 1).
275. La oportunidad del medicamento en un dado caso de
enfermedad no solo se funda en su eleccion perfectamente homeo
pática , sino ademas en la exactitud ó mas bien en la exiguidad
de la dosis á que se administra . Si se propina una dosis dema .
siado fuerte de un remedio, aunque sea del todo homeopático,
perjudicará infaliblemente al enfermo, por mas que la sustancia
medicinal sea salutaria por su naturaleza ; pues la impresion

(1 ) El médico que raciocina se limita á administrar al interior el remedio que


haya elegido lo mas homeopáticamente posible ; abandonará á los rutinarios las
tisanas, las aplicaciones de saquitos de yerbas, las fomentaciones con cocimientos
vegetales, las lavativas , y las fricciones con tal o tal especie de unguento .
212

que de ello resulta es demasiado fuerte, y sentida con tanta mas


viveza, cuanto que en virtud de su carácter homeopático , el
remedio obra precisamente sobre las partes del organismo que
mas han esperimentado ya los ataques de la enfermedad natural.
276. Esta es la razon porque un medicamento, aun siendo
homeopático, perjudica constantemente cuando se le administra
á dosis muy elevada, y es tanto mas nocivo cuanto mas fuerte
es la dosis. La elevacion misma de la dosis acarrea tanto mas
daño al enfermo, cuanto que el remedio es mas homeopático, y
que su potencia dinámica ha sido mas desarrollada (1). Una
fuerte dosis de un medicamento semejante hará mayor mal que
otra igual dosis de una sustancia medicinal alopática, esto es,
nada conforme con la enfermedad ; porque entonces la agrava
cion homeopática ( V. 157-160 ) , es decir, la enfermedad artificial
muy análoga á la enfermedad natural que ha escitado el remedio
en las partes mas dolientes del organismo, llega hasta el punto
de dañar (2 ) , en tanto que si se hubiera mantenido en los justos
límites, habria efectuado suavemente la curacion . El enfermo,
á la verdad, no padece ya la enfermedad primitiva, que ha sido
destruida homeopáticamente ; pero padece tanto mas de la
enfermedad medicinal, y de la debilitacion consiguiente, cuanto
mas intensa haya sido la dosis.

277. Por la misma razon, y porque un remedio administrado


á dosis bastante débil se manifiesta tanto mas admirablemente
'eficaz cuanto mayor cuidado se ha puesto en elegirle mas homeo
pático, un medicamento cuyos síntomas propios se armonicen
perfectamente con los de la enfermedad, deberá ser tanto mas

(1) Los elogios que algunos homeopatistas poco numerosos han dado en estos
últimos tiempos á las fuertes dosis, dependen, por una parte, de que habian ele
gido las primeras diluciones del medicamento , con corta diferencia como yo mismo
lo hacia hace veinte años, cuando aun no habia sido ilustrado por la esperiencia;
por otra , de que los medicamentos elegidos por ellos no eran perfectamente bo
meópáticos.
(2) Véase la nota del 246,
213

salutario cuanto mas se aproxime la dosis á la exiguidad nece


saria para acarrear suavemente la curacion .
278. Se trata actualmente de saber cual es el grado de exigui
dad que mejor conviene para dar á la vez el carácter de certeza
y de suavidad á los ventajosos efectos que se desea producir,
esto es, cuanto ha de disminuirse la dosis del remedio homeo
pático en un dado caso de enfermedad, para obtener la mejor
curacion posible de esta última . Se concibe facilmente que no
es á las congeturas teóricas á quien debemos dirigirnos para
facilitar la solucion de este problema ; que no es por medio de
ellas por donde se puede establecer, considerado cada medica
mento en particular, á que dosis basta administrarl
arlee para deter
minar el efecto homeopático y conseguir una curacion tan pronta
como suave . Todas las sutilezas imaginables de ninguna utilidad
podrian ser en este caso. Solo á beneficio de esperiencias puras y
de observaciones exactas es como se puede llegar á dicho resulta
do. Seria absurdo objetar las altas dosis que emplea la práctica
alopática vulgar, cuyos medicamentos no se dirigen á las partes
dolientes mismas, sino solamente á aquellas que no estan
atacadas por la enfermedad . Nada se puede concluir de aqui
contra la tenuidad de las dosis cuya necesidad demuestran las
esperiencias puras en los tratamientos homeopáticos .
279. Las esperiencias puras establecen de un modo absoluto
que cuando la enfermedad no depende manifiestamente de una
profunda alteracion en un órgano importante, aunque pertene
ciese á la clase de las crónicas y de las complicadas, y cuando
se tiene cuidado en alejar del enfermo toda influencia medicinal
estraña, la dosis del remedio homeopático jamas podria ser
bastante débil para hacerle inferior en fuerza á la enfermedad
natural ; que puede estinguir y curar á esta última mientras
conserve la energía necesaria para provocar, inmediatamente
despues de haber sido tomada, síntomas parecidos á los suyos y
un poco mas intensos ( V. 157-160).
280. Esta proposicion , sólidamente establecida por la espe
riencia, sirve de regla para atenuar la dosis de todos los medica
214

mentos homeopáticos, sin excepcion, hasta un grado tal que


despues de haber sido introducidos en el cuerpo, no produzcan
mas que una agravacion casi insensible. Importa poco entonces
que la atenuacion llegue hasta el punto de parecer imposible á
los médicos vulgares,, cuyo espíritu solo se alimenta de ideas
materiales y groseras ( 1) ; las declamaciones deben cesar cuando
la infalible esperiencia ha pronunciado su decision .

(1) Sepan de los matemáticos que cualquiera que sea el número de partes en
que se divida una sustancia , cada porcion contiene sin embargo todavia una corta
cantidad de ella , y que de consiguiente la mas pequeña partícula que se pueda
imaginar nunca deja de ser algo , jamas se convierte en nada ! Sepan de los fisi
cos que existen inmensas potencias que no tienen peso , como el calórico , la luz,
& c ,, y que, por este mismo hecho , son infinitamente mas sutiles que el contenido
medicinal de las mas pequeñas dosis de la homeopatía! Pesen , si pueden, las pa
labras ofensivas que determinan una fiebre biliosa, ó la dolorosa noticia de la
muerte de un hijo único, que hace perecer á una madre tierna ! Toquen , aunque
sola sea durante un cuarto de hora, un iman capaz de sostener cien libras, y los
dolores que esperimentarán podrán enseñarles que las influencias imponderables
son capaces tambien de producir sobre el hombre los efectos medicinales mas vio
lentos ! Háganse aplicar suavemente los que tengan una débil complexion , há.
ganse aplicar, repito, sobre la boca del estómago , durante algunos minutos , la es
tremidad del pulgar de un magnetizador que haya fijado decididamente su volun
tad, y las desagradables sensaciones que esperimentarán podrán hacerles arrepen
tir bien pronto de haber querido asignar límites á la actividad de la naturaleza!
El alopatista que, ensayando el método homeopático , no se atreve á adminis
trar unas dosis tan débiles y tan atenuadas, no tiene mas que preguntarse á sí mís
mo qué peligro corre prescribiéndolas. Si nada hubiese de real fuera de lo que
tiene peso, si todo lo que no le tiene debiera equivaler á cero, una dosis que le pa
rece nada, tampoco podria ocasionar otro resultado desagradable mas que el de
no producir efecto alguno,. lo que por lo menos es una cosa mucho mas inocente
que los resultados á que conducen las fuertes dosis de los medicamentos alopáticos.
¿ Porqué quiere mas bien dar crédito á su inesperiencia rodeada de preocupacio
nes, y juzgarla mas competente en la materia que una esperiencia de muchos
años que se apoya en los hechos ? Por otra parte , el medicamento homeopático,
á cada division ó dilucion , adquiere un nuevo grado de potencia por el sacudi
miento que se le comunica, medio ignorado antes de mí de desarrollar las virtudes
inherentes á las sustancias medicinales , y que es de tal modo enérgico , que en es
tos últimos tiempos la esperiencia me ha obligado á reducir á dos el número de los
sacudimientos , de que anteriormente prescribia diez para cada dilucion.
115

281. Tienen todos los enfermos, principalmente por lo que res


pecta á su enfermedad, una increible tendencia á sentir el influjo
de las potencias medicinales homeopáticas. No existe un solo
hombre, por robusto que sea, que, aun solamente atacado de una
enfermedad crónica, ó de lo que se llama un mał local, no ad
vierta bien luego un cambio favorable en la parte enferma,
despues de haber tomado el remedio homeopático conveniente, á
la mas pequeña dosis posible ; que en una palabra no esperimente
por el efecto de esta sustancia, una impresion superior á la que
podria hacer sobre un niño recien nacido, pero sano. ¡ Cuán
ridícula es, pues, la incredulidad puramente teórica, que rehusa
entregarse á la evidencia de los hechos !
282. Por débil que sea la dosis del remedio, con tal que pro
duzca la mas ligera agravacion homeopática, con tal que tenga
la potencia de provocar síntomas semejantes á los de la enferme
dad primitiva, pero un poco mas fuertes, afecta de preferencia,
y casi esclusivamente, las partes ya doloridas del organismo,
que se hallan muy predispuestas á recibir una irritacion tan se
mejante á la suya . De este modo sustituye á la enfermedad natu .
ral otra enfermedad artificial que se la semeja mucho, y que sola
mente difiere en ser un poco mas fuerte . El organismo viviente
solo padece ya en lo sucesivo de esta última afeccion , que, segun
su naturaleza, y en razon de la exiguidad de la dosis que la ha
producido, cede bien luego á los esfuerzos que hace la energía
vital para restablecer el orden normal, y deja asi, cuando la
afeccion era aguda, el cuerpo esento de padecimientos, es decir,
perfectamente sano.
283. Para proceder de un modo conforme á la naturaleza, un
verdadero médico solo administrará el remedio homeopático á
la dosis exactamente necesaria para sobrepujar y estinguir la
enfermedad presente, de modo que, si por uno de estos erro
res perdonables á la debilidad humana, hubiese hecho eleccion de
un medicamento que no conviniera, el daño que resultase de esto
seria tan ligero que la sola fuerza vital ó la administracion de
otro remedio mayormente homeopático, dado tambien á la mas
pequeña dosis posible, bastarian á repararle.
216

284. El efecto de las dosis tampoco se debilita en la misma


proporcion que disminuye la cantidad material del medicamento
en las preparaciones homeopáticas. Ocho gotas de tintura to
madas de una vez no producen sobre el cuerpo humano un
efecto cuatro veces mayor que una dosis de dos gotas ; solo le
determinan con corta diferencia doble. Del mismo modo una gota
de la mezcla de una gota de tintura con diez de un líquido sin
propiedades medicinales, no produce un efecto decuple de aquel
que determina una gota diez veces mas dilatada, sino solamente
un efecto apenas doble. La progresion continua asi segun la
misma ley, de manera que una gota de la dilucion mas dilatada
debe producir todavia y produce realmente un efecto muy con
siderable ( 1 ).
285. Se atenua tambien la fuerza del medicamento disminu
yendo el volúmen de la dosis, es decir, que cuando en vez de
hacer tomar una gota entera de cualquier dilucion, solo se ad
ministra una pequeñísima fraccion de esta gota ( 2), el objeto á
que se tiende (el de hacer su efecto menos pronunciado) , se halla

(1) Supongamos que la gota de una mezcla que contenga un décimo de grano de sus
tancia medicinal produzca un fecto = a; una gota de otra mezcla que solo encier
re un centécimo de grano de esta misma sustancia, no determinará mas que un
efecto =2; si contiene un diezmi- lésimo de grano del medicamento, elefecto será =2:
si un millonésimo , será = 2 , y asi por lo que respecta á todas las demas; por mane
ra que, en igualdad de dosis, el efecto del remedio sobre el cuerpo solo se debilita
cerca de una mitad cada vez que disminuye su cantidad nueve décimas partes delo
que anteriomente era. He visto con mucha frecuencia á una gota de la tintura de
nuez vómica al decillonécimo grado de dilucion , producir exactamnete la mitad del
efecto que otra al cuatrillonésimo grado, administrándolas una y otra á la misma
persona y en las mismas circunstancias.
(2) Lo mejor que cabe hacer al efecto es emplear pequeños globulitos de azú
car del grandor de un grano de adormidera. Uno de estos glóbulos, im.
pregnado del medicamento y puesto en el vehículo, constituye una dosis que con
tiene cerca de la trecentésima parte de una gota, porque trescientos globulitos de
esta epecie se hallan bastantemente empapados con una sola gota de alcohol. Co
locando este granito sobre la lengua , sin beber despues cosa alguna , se disminuye
considerablemente la dosis. Mas si , por ser muy sensible el enfermo, hubiera ne
cesidad de emplear la dosis mas pequeña posible, obteniendo sin embargo el re
sultado mas pronto, puede limitarse á una simple y única inspiracion.
217

perfectamente conseguido . La razon de esto es fácil de concebir :


habiendo disminuido el volúmen de la dosis, se sigue natural
mente que debe tocar menos nervios, y que si bien aquellos con
quienes entra en contacto comunican á no dudar la virtud del
remedio al organismo entero, solo la transmiten á un grado mu
cho mas débil .
286. Por la misma razon , el efecto de una dosis homeopática
aumenta en proporcion de la masa del líquido en que se la di
suelve para hacerla tomar al enfermo, aunque la cantidad de
sustancia medicinal quede la misma. Entonces el remedio se
halla puesto en contacto con una superficie mucho mas estensa,
y el número de los nervios que sienten el efecto es mas conside
rable. Aunque los teóricos pretenden que se debilita la accion
del medicamento dilatándole en un líquido , la esperiencia dice
precisamente lo contrario , al menos por lo que respecta á los
medios homeopáticos (1 )
287. Se debe advertir sin embargo que hay una grande dife
rencia entre mezclar imperfectamente la sustancia medicinal con
cierta cantidad de líquido, y operar esta mezcla de un modo tan
íntimo (2) que las menores fracciones de este líquido, contienen

( 1) El vino y el alcohol , los mas simples de todos los escitantes , son tambien los
solos cuyo efecto enardeciente y embriagante disminuye cuando se les dilata en
mucha agua .
(2) Cuando empleo la palabra íntimo quiero decir, que sacudiendo una vez la
gota de líquido medicinal con cien gotas de álcohol , esto es, que tomando en la
mano el frasco que contiene todo, y moviendo con rapidez y fuerza el brazo de
arriba á bajo, obtendré ya por este medio una exacta mezcla; pero que dos, tres ó
diez movimientos semejantes harán esta misma mezcla mucho mas íntima todavia,
es decir, desarrollarán en cierto modo la potencia del medicamento , y harán su ac
cion sobre los nervios mucho mas penetrante . Cuando se ejecuta la dilucion de las
sustancias medicinales, se hace bien en no dar mas que dos sacudimientos á cada
uno de los veinte ó treinta frascos sucesivos, si solo se desea desarrollar modera
damente su potencia activa. Tambien será ventajoso, al atenuar los polvos , no
insistir demasiado moliéndolos en el mortero: asi , cuando se necesite mezclar un
grano entero del medicamento con los primeros cien granos de azúcar de leche , no
se molerá con fuerza mas que durante una hora, espacio de tiempo que tampoco se
" deberá esceder respecto á las atenuaciones subsecuentes, á fin de que el desarrollo
de la fuerza del remedio no salga de sus límites,
28
218

una cantidad de medicamento proporcionalmente igual á la que


existe en todas las demas. En efecto, la mezcla tiene mucha
mas potencia medicinal en el segundo caso que en el primero .
De aqui se pueden deducir las reglas que deben seguirse en la
disposicion de las dosis, cuando se haga necesario debilitar lo
mas posible el efecto de los remedios, para que los puedan tole
rar los enfermos mas sensibles ( 1) .
-288. La accion de los medicamentos líquidos (2) sobre noso
tros es tan penetrante, se propaga con tal rapidez, y de un
modo tan general, desde el punto irritable y sensible que ha
recibido la primera impresion de la sustancia medicinal, á todas
las demas partes del cuerpo, que casi se la podria llamar un
efecto espiritual, dinámico ó virtual.
289. Toda parte de nuestro cuerpo que posee el sentido del
tacto es tambien susceptible de recibir la impresion de los me
dicamentos, y de propagarla á todas las demas (3) .
290. Despues del estómago, la lengua y la boca son las partes
del cuerpo mas susceptibles de recibir las influencias medicina
les. Sin embargo el interior de la nariz, el intestino recto, los
órganos genitales y todas las partes dotadas de una grande sen.
sibilidad, tienen casi la misma aptitud á esperimentar la accion
de los medicamentos. La misma causa hace que se introduzcan
estos últimos en el cuerpo por la superficie de las heridas y de
las úlceras, con casi tanta facilidad como por la boca ó por las
vias aereas .

(1) Cuanto mas se progresa en las diluciones, teniendo cuidado de comunicar


dos sacudimientos á cada una , tanto mas rápida y penetrante parece hacerse la
accion medicinal que ejercen sobre la fuerza vital y el estado del sugeto . Su fuer
za disminuye muy poco por este medio , aun cuando en vez de conducirlas á X
como es de costumbre, se eleven á XX , L, C , ó mas; solo la duracion de activi
dad es la que parece acortarse en este caso progresivamente.
(2) Omitimos la nota que coloca en este sitio el autor, y que se halla por com
pleto tambien en los Prolegómenos del primer volúmen del Tratado de materia mé
dica pura, cuya traduccion debe seguir inmediatamente á la de este volumen.
(3) La falta de olfato en un enfermo no impide á los medicamentos que inspira,
ejercer, completamente sobre él su accion medicinal y curativa.
219

291. Aun los órganos que han perdido el sentido á que estaban
especialmente destinados, por egemplo, la lengua y el paladar
privados del gusto, la nariz despojada del olfato, comunican á
todas las demas partes del cuerpo el efecto de los remedios
que solo obran inmediatamente sobre ellos, de un modo tan per
fecto como si estuvieran en posesion de su facultad propia .
292. La superficie del cuerpo, aunque cubierta de piel y de
epidermis, no es por eso menos apta á recibir la accion de los
medicamentos, sobre todo de los que estan líquidos. Sin em
bargo las porciones mas sensibles de esta cubierta son tambien
las que tienen mas facilidad en esperimentarla ( 1 ).
293. Creo necesario hablar tambien aqui del magnetismo
animal, cuya naturaleza difiere tanto de la de los demas reme
dios. Esta fuerza curativa, que se deberia llamar mesmerismo del
nombre de su inventor, sobre la realidad de la cual solo los in
sensatos pueden suscitar dudas, y que la voluntad firme de un
hombre benevolo hace afluir en el cuerpo de un enfermo, por
medio de tactos, obra de un modo homeopático escitando sínto
mas semejantes á los de la enfermedad, objeto que se consigue á
beneficio de una sola pasada hecha, estando la voluntad medio
cremente tensa, deslizando lentamente la palma de las manos
sobre el cuerpo desde el vértice de la cabeza hasta la estremidad
de los pies (2) . Bajo esta forma el mesmerismo conviene, por

(1) La frotacion parece no favorecer la accion de los medicamentos sino en


cuanto hace la piel mas sensible y la fibra viviente no solamente mas apta â per
cibir en cierto modo la virtud medicinal, mas tambien á comunicar al resto del or
ganismo esta sensacion modificadora del estado general en que se encuentra. Cuan
do se empieza por frotar la parte interna de los muslos , basta despues aplicar en
0
ella simplemente la pomada mercurial para obtener el mismo resultado médic
que si se hubiese frotado directamente con el unguento. Porque todavia se ignora
si tiene ó nó esta última operacion por resultado , ya sea de hacer penetrar el metal
en el cuerpo, ya de hacerle absorver por los vasos linfáticos. Sin embargo , la ho
meopatía casi jamas necesita para curar, recurrir al empleo de los medicamentos
en fricciones.
(2) La menor dosis homeopática determina sin embargo los mas brillantes
resultados cuando ha sido administrada con oportunidad. No es raro ver á médicos
220

egemplo, en las hemorragias uterinas, aun en su último período,


cuando se hallan á punto de causar la muerte. Obra tambien dis.
tribuyendo la fuerza vital con uniformidad en el organismo,
cuando se halla en esceso en un punto y en defecto en otro, cual
sucede cuando la sangre se dirige á la cabeza, cuando un sugeto
debilitado esperimenta un insomnio acompañado de agitacion y
de incomodidad, & c . En este caso se practica una sola pasada
semejante á la precedente, pero un poco mas fuerte. En fin,
obra comunicando inmediatamente fuerza vital á una parte debi
litada ó al organismo entero, efecto que ningun otro medio
produce de un modo tan seguro y menos propio á perturbar lo
restante del tratamiento médico . Se llena esta tercera indicacion
tomando una voluntad fija y bien pronunciada , y aplicando las
manos, ó la estremidad de los dedos, sobre la parte debilitada en
que la afección crónica interna ha fijado el asiento de su princi
pal síntoma local, como por egemplo, en las úlceras antiguas,
la gota serena, la parálisis de un miembro, &c. ( 1 ). A este sitio
pertenecen ciertas curas aparentes que han operado en todos
tiempos los magnetizadores dotados de una gran fuerza natural.
Pero el resultado mas brillante de la comunicacion del magnetis

incompletamente homeopatistas imaginarse que obran con la mayor sensatez , pres


cribiendo á los enfermos atacados de afecciones graves, dosis poco distantes de me
dicamentos diversos, aunque elegidos homeopáticamente y empleados en altos gra
dos de dilucion. De este modo les sumergen en un estado tal de sobreescitacion ›
que se hallan fluctuando entre la vida y la muerte, y que basta despues el menor
medicamento para arruinarlos de un modo inevitable. En semejante caso no se
necesita mas que una suave pasada magnética sobre la parte que padece en
especialidad, para restablecer la armonía en la distribucion de la fuerza vital, y
proporcionar de este modo descanso , sueño y curacion.
(1) Aunque la operacion de completar localmente la fuerza vital , operacion
que se debe reiterar de tiempo en tiempo , no pueda proporcionar una curacion du
radera cuando la afeccion local , siendo inveterada , depende como siempre sucede,
de un miasma interno general , sin embargo esta corroboracion positiva, esta satu
racion inmediata de fuerza vital, que se halla tan distante de ser un paliativo en
este caso como el comer y el beber respecto al hambre y la sed, no es de pequeño
auxilio en el tratamiento real de toda la afeccion por medio de los medicamentos
homeopáticos .
221

mo á la economía entera es el haber vuelto á la vida á personas


sumidas largo tiempo en un estado de muerte aparente, con solo
la voluntad firme y bien tensa de un hombre lleno de fuerza vi
tal (1 ), especie de resurreccion de que refiere la historia muchos
egemplos incontestables.
294. Todos esto métodos de practicar el mesmerismo reposan
sobre el affujo de una mas o menos grande cantidad de fuerza
vital en el cuerpo del enfermo.Por esta razon han recibido el
nombre de mesmerismo positivo (2). Mas existe otro que
merece el de mesmerismo negativo, porque produce un efecto
inverso. Aqui se refieren las pasadas hechas para sacar á
un sugeto del estado de somnambulismo, y todas las operaciones
manuales de que se componen los actos de calmar y de ventilar.
El modo mas seguro y mas simple de descargar, por el mesme
rismo negativo, la fuerza vital acumulada en esceso en una
parte del cuerpo de un sugeto que no ha sido debilitado , consiste
en mover rápidamente la mano derecha abierta, á una pulgada
de distancia del cuerpo, desde el vértice de la cabeza hasta la
estremidad de los pies (3) : cuanto mas rápida es esta pasada

(1 ) Principalmente de uno de estos hombres como se encuentran pocos, que á


una constitucion robusta y una considerable bondad de alma, reunen la circuns
tancia de ser poco propensos á los placeres del amor , y pueden sin trabajo acallar
sus deseos; en quienes de consiguiente todos los espíritus vitales , empleados otras
veces en la secrecion del esperma , estan dispuestos en grande abundancia á comu
nicarse á los demas hombres, á consecuencia de los tactos segundados de una vo
luntad decidida . Algunos de los magnetizadores dotados del poder de curar, que
he tenido ocasion de conocer , se hallaban en esta categoría.
(2) Tratando aqui de la virtud curativa , cierta y manifiesta del mesmerismo po
sitivo, no hablo mas que del abuso que de él se hace cuando, repitiendo estas pa
sadas durante medias horas, horas enteras , y aun dias, se determina en las personas
débiles de nervios este enorme trastorno de toda la economía humana que se cono
ce bajo el nombre de sonambulismo, estado en el cual el hombre , sustraido al mun
do de los sentidos, parece hallarse mas bien en el de los espíritus, estado contra
rio á la naturaleza, y sumamente peligroso, por cuyo medio se ha intentado mas
de una vez curar las enfermedades crónicas.
(3) Es una regla conocida que la persona que se desea magnetizar positiva á
egativamente , no debe tener objeto alguno de seda sobre su cuerpo .
222

tanto mas fuerte es la sustraccion que determina. Puede, por


egemplo, cuando una muger anteriormente viva ( 1) ha sido
sumida en un estado de muerte aparente por la supresion de sug
reglas debida á una conmocion violenta, volverla á la vida
sustrayendo la fuerza vital probablemente acumulada en la
region precordial y restableciendo el equilibrio en todo el orga
nismo (2) . Del mismo modo una ligera pasada negativa calma
la agitacion á veces muy grande y el insomnio molesto que
resultan de una pasada positiva demasiado fuerte practicada
sobre un sugeto muy irritable.

(1) De consiguiente, una pasada negativa, sobre todo muy rápida, seria estre
madamente perjudicial á una persona atacada de debilidad crónica y en quien la
vida tuviera poca energía.
(2) Un joven y robusto aldeano, de 18 años de edad, fué magnetizado , á causa
de una ligera incomodidad, por una muger que practicó sobre él repetidas y vigo
rosas pasadas con la estremidad de los dos pulgares, en la region precordial , por
bajo de las costillas; inmediatamente cayó, pálido como la muerte, en un estado de
insensibilidad y de inmovilidad tal, que fueron inútiles todos los medios empleados
para volverle en sí, y que se le creyó realmente muerto . Mandé á su hermano ma
yor que practicase en él una pasada negativa con toda la rapidez posible desde el
colodrillo hasta la estremidad de los pies; al momento recobró sus sentidos , y se
encontró tan lleno de salud y bien dispuesto, como si no le hubiera sucedido cosa
alguna.

00


DEVOELEN

341*
A A

$253000
TABLA ANALITICA

DE

MATERIAS .

PREFACIO. 3
INTRODUCCION . 9
Golpe de vista sobre los métodos alopático y paliativo de las Escuelas que
han dominado hasta este dia en medicina. Ibid.
Ejemplos de curaciones homeopáticas hechas involuntariamente por médicos
de la antigua Escuela. 48
Entre las personas estrañas al arte de curar , se han encontrado tambien mu
chas que habian ya observado que los tratamientos homeopáticos eran los
solos eficaces. 80
Se han visto ademas en todos tiempos algunos médicos que consideraban este
modo de tratar las enfermedades como el mejor de todos. 82
ORGANON DE LA MEDICINA. 87
1-2. La sola mision del médico es la de curar las enfermedades de una ma
nera pronta, suave y duradera . Ibid.
No consiste pues en forjar teorías, sistemas y esplicaciones. Ibid.
3.4. El médico debe examinar en las enfermedades, cuanto hay que curar, y
en los diversos medicamentos, cuanto egerce el poder curativo , á fin de
hallarse en estado de apropiar esto á aquello. Debe saber conservar tam
bien la salud de los hombres. 88
5. Para curar se pone en contribución todo cuanto pueda averiguarse res
pecto á la causa ocasional , la causa fundamental y demas circunstancias . Ibid.
6. La4 enfermedad no consiste, para el médico mas que en la totalidad de
los síntomas. Ibid·
Impotencia de los esfuerzos de la antigua Escuela para descubrir la esencia ó
-la causa primera de las enfermedades . 89
7. Considerando las circunstancias (5) , el médico no necesita , para cura▾ una
enfermedad, mas que hacer desaparecer la totalidad de los síntoma” . Ibid.
Se debe separar la causa que evidentemente ocasiona y entretien la enfer
medad. Ibid.
224
No dirigiéndose el método paliativo mas que contra un solo síntoma , debe
90
o.
8. ser ruidchad
Destdese os todo s los síntomas , la enfermedad se halla curada . Ibid.
Ibid.
No tiene razon la antigua Escuela en negar esta proposicion .
9. Durante la salud , una fuerza espiritual , (autocracia , fuerza vital ) rige el
91
organismo , y mantiene en él la armonía .
10. Sin esta fuerza espiritual , que le vivifica , el organismo se halla muerto. Ibid.
11. En la enfermedad , no hay primitivamente mas que la fuerza vital que esté
desarmonizada de una manera morbosa ; y espresa su padecimiento (el cambio
interno ) por medio de anomalías en el modo de obrar y de sentir del orga
Ibid.
nism o . l za
12. Es inúti , para curar , saber como la fuer vital produce los síntomas. 92
La desaparicion de la totalidad de los síntomas pone tambien un término al
padecimiento de la fuerza vital, es decir , á todo el estado morboso , interno
Ibid.
estern
13.y Admi o . que las enfermedades no- quirúrgicas son cosas especiales y sepa
tir
radas del cuerpo del hombre , que se establecen ó se alojan en él , es una
idea absurda , á la cual debe la alopatía todo el mal que ha podido pro
Ibid.
14.duciTodr .o cuanto existe en la enfermedad susceptible de ser curado , se ma
Ibid.
nifiesta al médico por medio de los síntomas.
15. El padecimiento de la fuerza vital y los síntomas morbosos que de él resul
93
tan, constituyen un todo indivisible , una sola y misma cosa.
16. Nuestra fuerza vital espiritual solo puede desarmonizarse por la influencia
virtual de las causas morbíficas , y no puede tampoco ser rearmonizada mas
Ibid.
que por la accion dinámica de los medicamentos .
17. Disipando la totalidad de los síntomas , destruye el médico la totalidad de
Ibid.
la enfermedad. 91
Egemplos en apo yo de esta proposicion.
d
18. La totalida de los síntomas es la sola indicacion que debe guiar en la elec
Ibid.
19.cion
El del
cambi o dio
reme que. producen las enfermedades en el modo de sentir y de
obrar ( el conjunto de los síntomas ) no puede ser curado por los medicamen
tos, sino en cuanto tengan estos la facultad de determinar igualmente un cam.
Ibid.
bio en el modo de sentir y de obrar del hombre .
20. Esta facultad que tienen los medicamentos de escitar cambios en el modo
de sentir y de obrar , solo puede conocerse exactamente por medio de su ac
95
21.cion sínteomas
Lossobr personas sanasque
morbosos . producen los medicamentos en el hombre sano
constituyen el solo medio que permita conocer la virtud curativa que
Ibid.
en esto bas. la esperiencia que los medicamentos que determinan sínto
22.poɛe
Si prue
mas semejantes á los de la enfermedad , son los agentes terapéuticos que
curan esta última del modo mas seguro y mas duradero , á estos medica
225

mentos es á quien se debe recurrir para proporcionar la curacion. Si por el


contrario, demuestra que la curacion mas cierta y mas permanente es la
que se obtiene por medio de las sustancias medicamentosas que determinan
síntomas opuestos á los de la enfermedad, deberá darse la preferencia á los
agentes capaces de producir este resultado. 95
El empleo de medicamentos cuyos síntomas no tienen, propiamente hablando, la
menor relacion con los de la enfermedad , y que afectan el cuerpo de un
modo muy diferente que esta, constituye el método alopático, que debe
ser desechado. 96
23. Los síntomas morbosos pertinaces no pueden ser curados por síntomas me
dicinales de un carácter opuesto al suyo ( método antipático ). Ibid.
24-25. El método homeopático , ó el que emplea medicamentos que determinan
síntomas semejantes á los de la enfermedad , es el único cuya constante
eficacia demuestra la esperiencia. 97
26. Esta preeminencia se halla fundada sobre la ley terapéutica de la natura
leza que exige , en el hombre vivo, que toda afeccion dinámica sea estin
guida de un modo duradero por otra mas fuerte que se la parezca mucho , y
solo difiera de ella al modo que una especie se diferencia de otra pertene
ciente al mismo género. 98
Esta ley se aplica tanto á los males físicos como á las afecciones morales. Ibid.
27. Toda la virtud curativa de los medicamentos estriba, pues, en la semejan
za de sus síntomas con los de la enfermedad. Ibid.
28-29. Ensayo de una esplicacion de esta ley terapéutica de la naturaleza . 99
30-33. El cuerpo del hombre es mucho mas accesible á la accion perturbadora
de las potencias medicinales que á la de las enfermedades naturales. 100
34-35. La exactitud de la ley terapéutica natural se evidencia principalmente
en que los tratamientos alopáticos jamas son coronados de buen éxito en las
enfermedades inveteradas, y en que dos enfermedades naturales ó existen
tes en el mismo cuerpo no pueden estinguirse y curarse mutuamente cuando
son desemejantes. 101
36.-I. Una enfermedad ya existente en el cuerpo rechaza á otra nueva de
semejante que venga á establecerse en él, siempre que sea mayor ó por lo
menos igual su intensidad. 102
37. Por la misma razon, los tratamientos no homeopáticos poco violentos, tam
.poco pueden curar las enfermedades crónicas. Ibid.
38,-II. Una afeccion nueva sobrevenida en un hombre enfermo ya, si es
cede en intensidad á la primitiva y no se la parece, puede suspenderla mien
tras dure, pero jamás la cura. bid.
39. Por la misma razon un tratamiento alopático violento en vez de curar
las enfermedades crónicas , no hace mas que suspenderlas por todo el tiempo
que dura la enérgica accion de medicamentos que no pueden producir sín
tomas semejantes á los de la enfermedad, despues de lo cual reaparece esta
última tanto ó mas grave que antes. 105
29
226

40.- III. Puede suceder tambien que despues de haber obrado durante
largo tiempo sobre el cuerpo , la nueva enfermedad se asocie à la que ya
existia antes de ella, y que no se la parecia ; de aqui resulta una compli
cacion de dos enfermedades desemejantes, que no se destruyen una á
otra. 106
41. Mas á menudo que en el curso de la naturaleza , sucede, en el de los trata
mientos dirigidos segun el método ordinario, que una enfermedad artificial
producida por el uso prolongado de un medicamento alopático violento, se
asocie á la antigua enfermedad que no se la parece , y que de consiguiente
no podria ser curada por ella ; de manera que el hombre atacado de la afec
cion crónica se halla entonces doblemente enfermo. 108
42. Las enfermedades que se complican de este modo ocupan en razon de
su desemejanza , el sitio que mas conviene á cada una de ellas en el orga
nísmo. Ibid.
43-44. Mas no sucede lo mismo cuando á una enfermedad ya existente viene
á reunirse otra semejante , y algun tanto mas fuerte, porque entonces esta
última estingue y cura á la otra. 109
45. Esplicacion de este fenómeno. Ibid.
46. Egemplos de enfermedades crónicas que han sido curadas por la aparicion
accidental de otra enfermedad semejante , pero mas intensa. 110
47-49. Aun entre las enfermedades que se asocian entre sí por el solo impulso
de la naturaleza, no pueden estinguirse y curarse recíprocamente mas que
aquellas cuyos síntomas se semejan. Jamas pertenece esta facultad á una
enfermedad desemejante. De aqui debe el médico inferir cuales son los
medicamentos que pueden curar de un modo cierto, es decir, los remedios
homeopáticos. 113
1
50. La naturaleza solo posee un cortísimo número de enfermedades que poder
emplear homeopáticamente contra otras, y aun todavia en este caso encuen
tra una multitud de inconvenientes . 114
51. Por el contrario , el médico posee innumerables agentes de curacion que
tienen notables ventajas sobre aquellos de que puede disponer la natura
leza. 115
52. Cuanto se verifica en la naturaleza le enseña que solo debe tratar las en
fermedades con remedios homeopaticos, y no con agentes alopáticos , que
lejos de curar al enfermo, empeoran constantemente su situacion. Ibid.
53-54. No hay mas que tres modos posibles de emplear los medicamentos con
tra las enfermedades. 116
1. El homeopático, único eficaz y salutario. 117
55. 2. El alopático ó heteropático . Ibid.
56. 3. El antipático ó enantiopático , que solo es paliativo. Ibid.
Ensayos aventurados con la isopatía. Ibid
57. Esposicion del método en virtud del cual se prescribe, contra un síntoma
aislado de enfermedad, un remedio que produce un efecto opuesto (contraria
contrariis) . Ibid.
227

Egemplos. 118
58. Este método antipático no solamente es vicioso porque conformándose
con sus preceptos, no se combate mas que un solo síntoma, sino tambien
porque, en las enfermedades crónicas, spues de haber disminuido el mal
en apariencia durante algun tiempo, le deja en seguida reproducirse mas
grave que en un principio. Ibid.
Testimonio de los autores . 119
59. Efectos perjudiciales de algunos tratamientos antipáticos . Ibid.
60. El aumento gradual de las dosis, cuando se insiste en el empleo de un
paliativo, lejos de curar las enfermedades crónicas, no hace mas que exaspe
rar el estado del enfermo. 122
61. Los médicos habrian debido conocer en consecuencia, que la única direc
cion ventajosa que podia seguirse era la de adoptar el método directamente
opuesto á este, ó sea el homeopático . 1bid.
62. Razon en que depende que el método paliativo es perjudicial , y el homeo
pático es únicamente el salutario . 123
63. Se funda principalmente en la diferencia que existe entre el efecto primiti
vo producido por la accion de un medicamento cualquiera sobre el cuerpo ,
y el efecto consecutivo determinado despues por la reaccion del organismo,
ó de la fuerza vital . Ibid.
64. Esplicacion del efecto primitivo y del efecto secundario . 124
65. Ejemplos de uno y otro. Ibid.
66. Las menores dosis posibles de medicamentos homeopáticos son las únicas
que determinan la reaccion de la fuerza vital á manifestarse esclusivamente
por el restablecimiento del equilibrio de la salud. 125
67. Se sigue de todas estas verdades , que el método homeopático es el única
mente salutario, y que al antipático ó paliativo obra en sentido inverso
del fin que se propone . Ibid.
Casos escepcionales en que puede ser útil recurrir á la administracion antipȧ
tica de los medicamentos. Ibid.
68. Cómo emana de estas verdades la escelencia del método homeopático . 126
69. Cómo se sigue de ellas el cáracter nocivo del método antipático. Ibid.
Las sensaciones opuestas no se neutralizan en el sensorio del hombre , ni obran
unas sobre otras como lo hacen, en química, las sustancias dotadas de pro
piedades opuestas. 127
Egemplos en apoyo de esta asercion. 128
70. Idea sumaria del método hemeopático . 129
71. Se necesitan tres cosas para curar : 1. conocer la enfermedad ; 2. conocer
el efecto de los medicamentos ; 3. saber emplear estos con oportunidad . 130
72. Consideraciones generales sobre las enfermedades agudas y crónicas. Ibid.
73. Enfermedades agudas esporádicas, epidémicas; miasmas agudos. 131
74. De todas las enfermedades crónicas las mas desagradables son las que
produce el falso arte de los alopatistas . 132
228

75. Estas son tambien las mas incurables de todas. 133


76. Solamente la fuerza vital , cuando se halla todavia bastante vigorosa , puede
reparar los desórdenes causados por la alopatía, y aun muchas veces nece
sita largo tiempo para esto, por mas que se destruya á la par el miasma pri
mitivo con el empleo de los medios homeopáticos . Ibid.
77. Enfermedades llamadas impropiamente crónicas. Ibid.
78. Enfermedades crónicas propiamente dichas; todas proceden de miasmas
crónicos. 134
79. Sifilis y sycosis. Ibid.
80-81 . Psora. Esta es la madre de todas las enfermedades crónicas propia
mente dichas, si se esceptuan las sifiliticas y las sycósicas. Ibid.
Enfermedades nominales de la patologia vulgar. 136
82. Cada caso individual de enfermedad crónica exige que se haga una elec
cion exacta de un medicamento apropiado para él, entre los remedios espe
cíficos que se han descubierto contra estos miasmas crónicos, y notablemente
contra la psora. 137
83. Cualidades que se requieren en el sugeto que desea formar el cuadro de la
enfermedad , 138
84-99. Modo de conducirse el médico para descubrir los rasgos de la enfer
medad y trazar el cuadro de ella. Ibid.
100-102. Estudio de las enfermedades epidémicas en particular. 145
103. Se necesitaria seguir la misma marcha para hallar la causa fundamental
de las enfermedades crónicas no sifilíticas y trazar el gran cuadro general
de la psora. 146
104. Utilidad de poner por escrito el cuadro de la enfermedad para empezar
y seguir el tratamiento. 147
Modo con que proceden los médicos de la antigua Escuela en la investigacion
del estado morboso. Ibid.
105-114. Reglas que se deben observar en el estudio de los efectos puros de
los medicamentos sobre las personas sanas. Efecto primitivo , Efecto conse
cutivo. 148
115. Efectos alternantes de los medicamentos. 152
116-117 Idiosincrasias . Ibid.
118-119 . Cada medicamento tiene efectos peculiares y diferentes de todos los
demas. 153
No pueden de consiguiente existir medicamentos sucedáneos. Ibid.
120. Cada medicamento exige , pues , que se indague con cuidado todo cuanto
hay de particular en sus efectos propios. 154
121-140. Modo con que se debe proceder cuando no se ensayan en sí mismo
los medicamentos y se hacen las tentativas sobre otras personas sanas. 155
141. Las esperiencias que un médico en perfecta salud hace con los medica .
mentos son preferibles á las demas. 161
112. Es dificil llegar a conocer los efectos puros de los medicamentos por
solo su empleo en las enfermedades . 162
229

143-145. Unicamente estudiando los efectos puros que resultan de la accion de


los medicamentos sobre personas sanas, es como se puede conseguir formar
* una verdadera materia médica. 163
146 Modo mas ventajoso de aplicar en la curación de las enfermedades los me
dicamentos, cuyos efectos puros son ya conocidos. Y 164
147. El medicamento mas homeopático es tambien el que mas conviene , y
constituye propiamente hablando el remedio específico . Ibid.
148. Congeturas respecto al modo probable con que se verifica la curacion
homeopática. Ibid.
149. La curacion homeopática de una enfermedad sobrevenida de pronto, se
egecuta tambien con rapidez ; pero en las enfermedades crónicas exige un
tiempo proporcionalmente mayor. 165
Diferencia entre la homeopatía pura y la secta que pretende combinar á la
vez los métodos homeopático y alopático. 1bid.
150. Ligeras indisposiciones. 166
151. Las enfermedades considerables tienen muchos síntomas. Ibid.
152. Las enfermedades que tienen bastantes síntomas pronunciados ofrecen
la ventaja de poder hallar con mas seguridad para ellas un remedio homeo
pático. Ibid.
153. Síntomas que se deben tener mas particularmente en consideracion . Ibid.
154. Un remedio perfectamente homeopático cura sin grandes incomodidades. 167
155. Causa en que depende que la curacion homeopática se halle esenta de
incomodidades. Ibid.
156. Causas de las ligeras escepciones que se observan en esta parte . 168
157-160. La enfermedad medicamentosa que semeja mucho a la enfermedad
natural, y la escede un poco en intension , lleva tambien el nombre de agra
vacion homeopática. Ibid.
161. En las enfermedades crónicas ( psóricas ) , las agravaciones homeopáticas
producidas por los medicamentos del mismo orden ( antipsóricos ) se verifi
can de tiempo en tiempo por espacio de muchos dias. 170
162-171. Conducta que se debe seguir en el tratamiento cuando el número de
los medicamentos conocidos es demasiado pequeño para poder hallar un re
medio perfectamente homeopático . Ibid.
172-184. Modo de conducirse en el tratamiento de las enfermedades que ofre
cen muy pocos síntomas. 173
185-203 . Tratamiento de las enfermedades que presentan síntomas locales ;
el tratamiento local es siempre nocivo en este caso. 176
204-205 . Todas las enfermedades crónicas propiamente dichas , aquellas que no
están ocasionadas por un mal régimen de vida , deben ser únicamente
tratadas por medicamentos homeopáticos apropiados al miasma que las
fomenta , y administrados al interior . 183
206. Investigacion preliminar del miasma que constituye la base de la enfer
medad, ya esté simple, ya complicado con otro, ó con otros dos. 184
230

207. Informaciones relativas á los tratamientos que han sido puestos anterior
mente en uso. 185
208-209. Otros informes preliminares que deben tomarse antes de trazar el
cuadro de la enfermedad crónica. Ibid.
210-230. Tratamiento de las enfermedades llamadas mentales. Ibid.
231-232. Enfermedades alternantes. 193
233-234. Enfermedades que adoptan un tipo. 194
235-244. Fiebres intermitentes. Ibid.
245-251 . Modo de emplear los remedios. 199
252-256. Signos del alivio incipiente. 202
257-258 Ciega predileccion por ciertos remedios favoritos, é injusta aversion
por otros. 204
259-261 . Régimen alimenticio de las enfermedades crónicas. Ibid.
Cosas perjudiciales en el modo de vivir. 205
262-263 . Régimen alimenticio de las enfermedades agudas. 206
264-266. Eleccion de los remedios mas enérgicos y más puros. Ibid.
Cambios determinados en algunas sustancias por las préparaciones que las
hacen aptas á servir de alimentos. 207
267. Preparacion de los remedios mas enérgicos y mas duraderos con las plan
tas que pueden proporcionarse frescas. lbid.
168. Sustancias vegetales secas. 208
Preparacion de los polvos que se desean conservar. Ibid.
169-271. Modo de preparar los remedios homeopáticos con las drogas simples,
para desarrollar en lo posible sus virtudes medicinales. 209
272-274. No se debe administrar al enfermo mas que un solo medicamento sim
ple á la vez . 210
275-287. Cantidad de las dosis en los tratamientos homeopáticos. Manera de
aumentarlas ó de disminuirlas, Modo de acrecentar su energía. 211
288-292. Que partes del cuerpo son mas o menos accesibles á la accion de los
medicamentos. 218
293-294 Magnetismo animal. 219
Su empleo positivo y su empleo negativos. 221

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