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Coordinación Editorial: Rosa Campos de la Rosa

Primera edición, 1974


Segunda edición, 1984
Tercera edición, 1993
Cuarta edición, 2001

D.R. @ 1984, Ruy Pérez TamaYo


El Colegio Nacional
Luis González Obregón núm. 23. Centro Histórico
C. P. 06020, México, D.F.
Teléfonos 57 02 93 84' 57 89 43 30 Fax 57 02 l7 79

ISBN 97&64G.16m

Impreso y hecho en México


Í)inted and mad¿ in Mexico

Correo electrónico: colnal@ internet' com.mx


Página: Ítttp: / / www-colegionacional'org.mx

ILU§TRAC¡ONTS POR EL AUTOR

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QÁ,uy Uérez

Cuento escrito especialmente para políticos, fun-


cionarios, periodistas, lo cutores, sociólogos, eco,
nomistas, industriales, profesores, estu-
diantes, artistas, filósofos, científicos,
humanistas, hombres, mujeres,
niños y el público en ge-
ace mucho tiempo, en una ciu-
dad antigua y lejana, vivía un
Viejo Alquimista. Era un hom-
brc pct¡ueno, flaco y encorvado, con la bar-
ba y eI poco pelo que le quedaba blancos, y
siempre andaba vestido con la misma bata
larga y el gorro puntiagudo que usan todos
los sabios. Nadie sabía su edad y ya nadie se
la preguntaba, desde una ocasión en que
dos jóvenes lo interrogaron sobre este pun-
to y el Viejo Alquimista contestó, sonrien-
dó:
¿cuántos años tengo?... La ver-
-Qrr.
dad, no lo sé exactamente. Apenas ayer,
cuando era niño, todavía existían dragones
que guardaban celosamente la entrada de
las torres donde bellas princesitas espera-
ban impacientes ser liberadas por jóvenes y
apuestos caballeros. Pero yo dediqué todo "...cra, 7tn hombre pequeño, flaco y eicorüado..."

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mi tiempo a Ia búsqueda del Pájaro Azul, del Viej,o Alquimista, pero aI misrro ü.*po
que vivía detrás del Arco lris; no lo encon- reafirmados en su superioridad, ya que
tré, quiá porque estaba muy lejos, y en el ambos eran perfectamente capaces de re-
camino fui perdiendo la Ingenuidad y las cordar zu edad con toda precisión.
Ilusiones, que son indispensables para po- El Viejo Alquimista llenaba todos sus
der verlo.. . Muchos años después, cuando días y parte de sus noches con tres ocupa-
ttn¡e Ia frescura y la fuerz,a de la juventud, ciones: trabajaba en zu laboratorio, dictaba
Ios dragones habían desaparecido junto una cátedra en el Antiguo Colegio Real, y
con las torres y las princesitas, por Io que daba largos paseos solitarios en los bosques
me hice üajero y me fui a correr por todo vecinos a la ciudad. Me hubiera gustado
el mundo. Dos siglos más tarde quise ser poder decir que nuestro personaje realiz.aba
poderoso y acumulé riquezas... estas tres actiüdades con tal exactitud que
Incrédulm, lc jóvenes cambiaron una la gente podía poner sus re§es al verlo
rápida mirada y se alejaron moviendo la pasar, pero por desgracia el Viejo Alqui-
eabeza, entristecidos por Ia incoherencia mista no tenía una conciencia clara de los

"...¡odcada por un pcqucño jardln c¡ donde sbmprc había flores..."


elevados valores de la disciplina y de Ia re- davla anterior al de tan augusta insütución
gularidad; además, creo que en aquel tiem- educativa. En cierta ocasión, unos estudian-
po no había relojes. tes desocupados separaron la gn¡esa malla
El Viejo Alquimista vivla en r¡na casita de enredadera que cubría la torre, rasPa-
cercana al Antiguo Colegio Real, rodeada ron el polvo hasta desctrbrir la pared, y se
por un pequeño jardín donde siempre ha- encontraron con un material blanco, Iiso y
bla flores. En aquél pals Im inüemos eran "muyduro. Entonces corrieron lavoz de que
muy fríos y cuando nevaba todas las plantas
se helaban, pero en el jardln del V§o
Alquimista las flores seguían tan frescas y
olorosas como en la primavera. Por eso la
gente murmuraba que eI sabio tenía pode-
res extraños, y durante un tiempo corrió
el rumor de que era amigo del Gigante
Egoísta. Pero como este personaje era de
otro cuento, y como, ademfu, el Viejo Al-
quimista no le hacía daño a nadie y sie¡n-
pre tenía la bolsa y el corazón abiertos para
todos, eI rumor desapareció sin dejar hue-
lla. En las noches, el Viejo Alquimista se
sentaba frente a su chimenea prendida y
lela gmesos volúme-
nes escritos en idio-
mas extraños, o sim-
plemente miraba con Fclíz Vicio Alguimkta. . ."

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". . .uÍ
lrF, ojos entrecerrados la
danza interminable de
las llamas. Entonces la tore estaba hecha de marfil y pronto se
se sentía r¡n FelizVie- conoció al laboratorio del Viejo Alquimi§-
jo Alquimista. ta como la Torre de Marfil. Sin embargo, eI
nombre no fue adoptado oficialmente Por
las Altas Autoridades del Antiguo Colegio
Real, entre otras razones, Porque Ia ciudad

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I laboratorio del Viejo Alquimista era pobre y todo eI mundo sabe que los
era un sitio misterioso. Bstaba alo- países con pocos recursos fitmca hacen in-
iado en una antiqufuima torre versiones erftravagantes, sobre todo cuando
cubierta totalmente por enredaderas, con hay tantos otros problemas urgentes por
ventanas muy altas y estrechas, y con rma resolver.
sola puertecita que el sabio siempre dejaba La poca luz que entraba al interior de la
abierta cuando estaba trabajando, quiá torre dejaba ver alambiques, retortas, fue-
con la esperanza de que alguna vez alguien lles, crisoles y otros instrumentos, una ca-
lo visitara. La torre formaba Parte del An- lavera humana y varios cráneos de vaca.
tiguo Colegio Real, pero su origen era to' Había también muchos libros, entre ellos
La Torre de Marfil

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el Speculum Secretorum Alchemiae, de sas, por Io que, con toda justicia, las auto-
Roger Bacon, el Semita Recta, de Albertus ridades de la Iocalidad ordenaban a su
Magnus, y la Summa perfectionís. TJna verdugo que cortara la cabeza. al indiscreto
gran chimenea, cuyo fuego nunca se apa- que las había puesto en ridículo.
gaba, y donde r¡na enoÍne vasija de cobre
En las ciudades ricas, Ios laboratorios de
despedía humos azufrosos, ocupaba una los alquimistas recibían grandes sumas
esquina; encima cle una pesada mesa se en_ de dinero y contaban con numerosos apren_
ontraban una esfera ptolomeica y un as- dices y muchos aparatos; además, Ias au_
trolabio. Colocada en un sitio donde llega_ toridades habían comprendido que arlmen-
ba Ia luz de una de las ventanas había una tando el número de sabios deücados a Ia
silla rodeada de manuscritos y otros libros; búsqueda de la Piedra Filosofal tambien
ahí se sentaba el Viejo Alquimista a esperar multiplicaban las probabilidades de encon-
que se completara algún experimento, o a trarla, por Io que invertían una parte im-
Ieer y meditar sobre sus resultados y los de portante de su riqueza en establecer y pa-
otros sabios. Ocasionalmente iba a su gran trocinar cada vez más laboratorios. Los
pesa y-, con la a¡rda de una vela y una sabios en esas ciudades poderosas gozaban
Iente de aumento, escribía con finísima Ie_ de gran prestigio en la Corte; se hacían
tra el resumen de sus investigaciones. EI ricos e influyentes; sus palabras eran escu_
Viejo Alquimista abrigaba Ia eiperanza de chadas con respeto, y sr¡s consejos seguidos
que algún día las Altas Autoridades del al pie de Ia letra por las autoridades. Estos
Antiguo ColegioReal le concedieran Ia gra- sabios viajaban a todas partes, recogiendo
cia de su permiso y Ia generosidad de sus personalmente los adelantos alcanzados en
arcas para publicar un übrq la Summa otros laboratorios, y disertando con pom-
Alchemiae: eue pacientemente había es- posidad sobre sus propias investigaciones.
crito- Con frecuencia se sentaban en la Mesa
Real, entre princesitas y Oidores vestidos
de rojo, y comían tanto que casi todos eran
gordos.
omo tantos otros sabios de su épo- EI prestigio de los Alquimistas Gordos
ca, eI Viejo Alquimista también era muy grande, y siempre había muchos
se dedicaba a la búsqueda de Ia aprendices jóvenes que deseaban trabajar
Piedra Filosafal. Según Arnaldo de Villa_ en sus laboratorios, ya que de esa manera
nova: "Existe en Ia Naturaleza una cierta no sólo conocían con rapidez cosas maravi-
materia pura que, al descubrirla y perfec- llosas, sino que tambien adquirían eI aura
cionarla por medio del arte, convierte a sí de sabiduría y superioridad de sr¡s mayores.
misma y en proporción a todos los cuerpos Pasado el tiempo, los poderosos de otras
imperfectos que toca',. Tan maravillosa ciudades invitaban a r¡no de Ios aprendices
sustancia era perseguida con paciencia en más viejos a establecer su laboratorio y con-
la mayoría de los laboratorios de aquel tinuar la brisqueda de la Piedra Filosofal,
tiempo, y de vez en cuando algún sabio con la esperanza de que el Gran Trabajo
anunciaba que sus experimentos habían te- se hiciera bajo su patrocinio y dentro de sus
nido éxito. Sin embargo, siempre se trataba murallas. El aprendiz se transformaba en-
de noticias prematuras o simplemente fal- tonces en Alquimista Gordo y se incorpo-

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raba a Ia comunidad que disfrutaba de Para nuestra historia, lo importante es
tantos privilegios y de tantos bienes. que los Alquimistas Gordos de las ciudades
Hacla mucho tiempo que los Reyes de poderosas eran los que dictaban los proce-
Francia habían establecido un premio para dimientos del Gran Trabajo; ninguno de
el Alquimista más distinguido de cada añq Ios sabios que trabajaban en ciudades más
galardón que se entregaba en una gran fies- pobres se hubiera atreüdo a introducir
ta en el Palacio Real. Obtener este premio modificaciones, a inventar nuevos pasos o a
era la máxima aspiración de casi todos los cambiar el orden o los tiempos. Lo menm
alquimistas, sobre todo poryue, una vez ob- que Ie hubiera pasado es que los otros al-
tenido, el afortunado pasaba a formar parte quimistas se hubieran reído de él y lo ha-
del selecto grupo de Ios Infalibles. El pre- brían despreciado; también babla el riesgo
mio se conocía oomo el Premio LeBon y de que perdiera su laboratorio y fuera a
siempre lo ganaba un Alquimista Gordo. dar a una mazmora por.el resto de sus
Los procedimientos para obtener la Pie- días, si los Oidores vestidos de rojo se hu-
dra Filosofal eran de tres tipos: Primitivos, bieran enterado de que no seguía al pie de
Aproximados y el Gran Trabajo propia- Ia letra las prescripciones de los Alqümistas
mente dicho. Cuando la purificación se ini- Gordos de las ciudades ricas. No es que a
ciaba con oro, era necesario fundirio con los Príncipes y a los Oidores vestidm de ro-
antimonio, "hasta que todo se haga líquido, jo les interesara lo que hacían sus sabios; el
no hagas ninguna operación"; el oro puri- motivo por el que sostenían sus laboratorios
ficado se disolvía en aqua. regia y Ia plata y les permitían trabajar era mfu bien de-
purificada eD aqua fortis. Las sales obteni- corativo. Despu& de todo, ningún Príncipe,
das por cristalización y evaporación se cal- por más pobre que fuera, podía aspirar a
cinaban ¡ después de otros pasos secretos ser tomado en cuenta en los Conciüos y
que debían realizarse con juicio y pruden- Alianzas con otras ciudades si no tenía Oi-
cia, las sales sóficas sublimadas se encerra- dores vestidos d. -jq un caballo blanco,
ban en el Vaso de Hermes o Huevo Filo- un [rago, un enano y un alquimista.
sofal y estaban listas para el Gran Trabajo. ¿Y nuestro Viejo Alquimista? La ciudad
Los Doce Procesos del Gran Trabajo eran: donde viüa era pobre y su laboratorio, co-
Calcinación, Congelaci6n, Fijación, Solu- mo ya he descrito, estaba destartalado y
ción, Digesti6n, Destilaci6n, Sublimación, oscuro; Ios uniforrnes de los Oidores vesti-
Separación, Ceración, Fermentación, Mul- dos de rojo estaban llenos de remiendos y
tiplicación y Proyección. En cualquier mo- agujeros; el caballo blanco del Príncipe era
mento, por el descuido más insignificante un jamelgo triste y rengo; el mago tenía
o Ia desviación más mínima de los procedi- pocos poderes, y su enano era tuerto. Entre
mientos, el experimento fracasaba; de he- los habitantes de la ciudad había mucha
cho, nunca pudo completarse de manera pobreza y en inviemo el Hambre caminaba
perfecta, y por eso no se obtuvo la Piedra por las calles, seguida de cerca por la som-
Filosofal. En la actualidad, cuando todo bra alargada de la Muerte. Hacía muchí-
podría hacerse electrónicamente y por me- simo tiempo (ya he dicho que no se sabe
dio de computadoras de gran eficiencia, el cuánto), el Viejo Alquimista había sido
interés por la Piedra Filosofal ha decaído, aprendiz en el laboratorio de un Alquimista
y ya nadie se ocupa de ella... Gordo en una ciudad de las más ricas. AI
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regresar a su ciudad natal, el abuelo del ros. Casi nunca molestaba al Príncipe con
Príncipe (¿o fue el bisabuelo?) le había peticiones y, aunque no era muy famoso, los
ordenado continuar Ia búsqueda de la Pie- sabios que lo conocían, Io respetaban.
dra Filosofal en su torre y desde entonces Hacia algún tiempo el Viejo Alquimista
estaba ahí. Cuando eI Viejo Alquimista había tenido un aprendiz trabajando con
üajaba a otra ciudad, casi siempre a visitar él y lo había querido como a un hijo, pero el
un laboratorio y conversar con su alqui- Príncipe de llusionburg, otra ciudad cer-
mista, se echaba un saco al hombro con cana cuyo sabio había muerto repentina-
algo de ropa y comida, tomaba su mismo mente, se lo había cambiado a zu Príncipe
bastón torcido y se iba caminando pr los por dos hermosas ciervas blancas. Ahora su
bosques y caminos, durmiendo bajo los ár- antiguo aprendiz era un sabio completo,
boles y hablando con las arüllas y los pája- conocido como el Alquimista Joven'
na mañana de primavera, el quitó la bata (que con las prisas se había
Viejo Alquimista se despertó puesto al revés), se hizo vna ta?a de café
oyendo las desafinadas Úompe- amargo y se dispuso a salir hacia su labo-
tas que anunciaban una proclama del Prín- ratorio, mientras pensaba: "Esto significa
cipe. Se levant6 de un saltq se vistió rápi- que vendrán los Alquimistas Gordos... Si
damente, salió corriendo de su casita y no no fuera porque el Príncipe quiere que yo
par6 hasta llegar a la esquina donde tres defienda las Tesis y afirme Ias Contrarias,
soldados seguían tocando aquella faurÍ.arria inventaría que debo visitar alguna otra ciu-
antimozartiana. Desde su caballo, un Oidor
vestido de rojo, estirado y rimbombante, Ie-
y6 de un pergamino desenrollado las si-
guientes palabras:

Prlncipede esta ciudd por la


-Yo,
Gracia de Dios, cuidadoso de su pres-
tigío, atento a s7r, iqueza, defensor d.e
ru fé y amorosa can sus ciudadanos.
He díspuesto que durante la próxima
luna llena se celebren en el Salón de
los Caballeros de mí ougusto Castillo,
con toda la Pompa y Majestad que
mi Graciosa Presencía reguieren, las
Disputacianes Sobre Arte Alquímico,
la Sagrada Cábala y la Tercera Cien-
cia, que habrán de iluminar con su,
brillantez una aez más nuestra ciudad.,
que se honra con mi Serena y Gene-
rosa Largueza.
". . .un Oidor oestído de rojo, esti¡ado y imbom-
bante. . ,"
hambre! --gritó un cha-
-¡Tenemos
maco, escondido entre la gente, revelando
una vez más la falta de respeto y la escasa
gratitud del pueblo, y especialmente de los dad durante la luna llena-Pero vendrá mi
jóvenes, frente a los gestos de verdadera antiguo Maestrq que ha sido distinguido
apeffura genero§a de las altas autoridades. con el Premio LeBon, y debo ofrecerle mis
Un soldado lo buscó con la espada desen- respetos y congratulaciones..." Salió de su
vainada, empujando a los vecinos, pero casa, respiró el aire suave de Ia mañana,
como alguien le quitó el sombrero emplu- saludó con una reverencia amorosa a las
mado de u¡¡ golpe y la gente empu,6 a flores de su pequeño jardín e inició la carni-
reírse, el soldado regres6 con sru¡ compa- nata hacia la Torre de Marfil con una dul-
ñeros maldiciendo enre dientes. ce sonrisa, mientras pensaba: "También
El Viejo Alquimista volvió a srr casa, se vendrá el Alquimista Joven..."

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I acercarse la fecha de las Dis- tonados entre sus caballos; a pesar de la
putaciones sobre Arte Alquími- prohibición proclamada por los Oidores
cq la Sagrada Cábala y la Ter- vestidos de rojo, las mujeres lavaban su rro-
cera Ciencia, la ciudad se vistió de lujo: pa y bañaban a sus hijos en las fuentes
desde lejos se vla la muralla adornada con de agua potable de la ciudad; Ia música de
banderitas de colores y los estandartes del laúdes, pífanos y tambores se escuchaba
Príncipe; llegaban peregrinos de todas par- toda Ia noche y no dejaba donnir a los
tes; el mercado estaba repleto de personas vecinos; éstos salían enojados a protestar,
y los comerciantes aprovecharon para nrbir pero pronto se contagiaban de la alegrla
escandalosamente los precios de sus mer- general y se iban bailando con los mú§coc.
cancías. El pueblo se quejó ante los Oidores Un día a¡tes de las Disputaciones la gente
vestidos de rojo y éstos acudieron a corregir empezó a ganar lugar en las almenas de Ia
el arbitrario aumento, haciéndolo con tal muralla cercana al castillo, en las copas de
eficiencia, que sólo los comerciantes que los árboles o en las caballerizas reales; los
eran socios o parientes de los Oidores vesti- mfu atrevidos se instalaron en las escaleras
dos de rojo pudieron mantener la elevación mismas, deseosos de ver pasar de cerca a los
de los precios. legendarios príncipes de oftas ciudades y a
Las calles empedradas resonaban con el sus comiüvas.
paso de los carmajes y el caracolear de los Y, por fin, llegó el día de la luna llena;
caballos de los visitantes de otras ciudades; ¡el día de la celebración de las Disputa-
grupos de Cruzados escandalizaban en las ciones !
tabernas; había juglares, saltimbanquis y
marionetas en cada esquina; de las casas
colgaban los pendones de terciopelo azul
y oro con las arutas del amado Príncipe. lle-
as escaleras del castillo estaban
Se proclamaban bandos con frecuencia, nas de gente, que aP€nas dejaba
anr¡nciando nuevos impuestos en distintas espacio para que los Alquimistas
ramas y por diversos conceptos, indispen- Gordos, precedidos por los Oidores vestidos
sables para obtener fondos y sufragar las de rojo, acompañados por sus aprendices y
fiestas de las Disputaciones. Los ciudadanos seguidos por otros sabios meno§ importan-
aceptaban resignados cada nuevo recargo tes (y también menos bien comidos), zu-
fiscal, conscientes de que el Príncipe y los bieran lentamente, con los ojos entrecerra-
Oidores vestidos de rojo sabían mejor lo dos y la cata levantada, Gomo corresponde
que convenía ala ciudad; unos estudiantes a personas tan distinguidas y de tan elevada
perversos, que se atrevieron a decir en pú- posición. Los Príncipes de las ciudades ricas,
blico que el dinero para las celebraciones vestidos y enjoyados cada quien de acuerdo
deberla descontarse de los enormes sueldos a su opulencia, habían llegado antes y los
que tenfan los soldados mercenarios, fueron esperaban en la terraza repleta de cortesa-
encerrados en r¡n calaborn durante un mes. nos y doncellas. El Príncipe de Samarkanda
Conforme la fecha de la luna llena había entrado en una caffoa arastrada
se acercaba, la expectación crecía en la por dos Unicornios irisados; el Sultán de
ciudad. Los viajeros ya no encontraban Ultratierra traía un cortejo de 400 gigantes
alojamiento y dormían en las calles, amon- negros, y Ia bellfuima Reina de Ashamuran

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caminaba sobre una alfombra de gimientes El pueblo se había concentrado en el cas-
orquídeas vivas; también había venido el tillo, atraído más por la promesa de que al
Emperador de los Trajes Nuevos y Trans- terminar las Disputaciones se quemaría vi-
parentes, Iuciendo eI más nuevo y el más va a una bruja, que por las largas y tediosas
transparente de todos sus trajes. El Viejo controversias de los sabios, que siempre ha-
Alquimista reconoció a su Príncipe, ago- blaban de asuntos remotos e incomprensi-
biado por la mal disimulada enviüa, junto bles. Además, el Príncipe había hecho cir-
a sus dos esbeltas ciervas blancas. Se había cular el rumor de que al final del banquete
puesto su hermoso collar de esmeraldas per- con que iba a festejar a sus distinguidísimos
sas (¡el más bello de toda la comarca!), visitantes, los restos de Ia comida se arroja-
pero su esplendente belleza palidecía al rían por las escaleras del castillo. Esto
lado de las joyas increíbles que los otros sirvió para reunir a una verdadera mu-
Príncipes ostentaban con crueldad displi- chedumbre en la residencia real y, así,
cente. impresionar a los Príncipes visitantes con
visto al Doctor Fausto --dijo en el interés de los vecinos en asuntos tan ele-
-He un caballero de amplia
vozbaja capa a una vados como las Disputaciones.
hermosa cortesana. El Viejo Alquimista, aI igual que mu-
Io habeis reconocido? chos de los Alquimistas Gordos, habla par-
-¿Cómo
guntó ella, con un mohín curioso. -pre- ticipado antes en ceremonias similares a Ia
os ha mirado como si fueseis que.ahora se iniciaba. Siempre había tenido
-Porque.. ----contestó el galante caba-
Margarita. graves dudas sobre su utilidad, y conocía
llero, haciendo una caravarra, mientras la de memoria los procedimientos: sentados
dama sonreía pensando: "¿Quiénes serán en primer plano estaban los Príncipes, es-
ese Fausto y esa Margartta?" clavos supremos del poder y de Ia gloria,
Cuando los Altos Dignatarios ya ocupa- entrelazados en su interminable lucha por
ban sus sillones aterciopelados en el Salón la superioridad de sus respectivas riquezas
de los Caballeros, y los Alquimistas Gordos materiales, sus joyas y zus ejércitos; había
sonreían levemente, pensando en eI tremen- después un Magnífico y Excelentísimo Su-
do banquete que seguiúa a las Disputacio- perPresidente, que como regla era un sabio
nes, corrió el rumor de que una joven del gordo, hueco e inflado como una piel de
pueblo había reconocido al Judlo Errante batracio putrefacto; también se nombraban
entre la multitud. También se dijo que Pa- varios Maguíficos y Excelentísimos Vice-
racelso había estado en el mercado, ven- Presidentes, todos envidiosos aspirantes al
diendo zu Elíxir de la Vida jtrnto a su libro lujoso sillón del SuperPresidente, que detrás
Opus Paramirum., pero cuando los Oidores de obsequiosas sonrisas apenas escondían la
vestidos de rojo fueron a buscarlo ya había daga de su ambición impaciente. IJn mr¡n-
desaparecido. El ambiente era tenso y de do de Honorables Secretarios corría de un
gran expectativa; sentado en una pequeña lado para otro, compitiendo por el favor
silla de madera, detrás de los aprendices de Oidores vestidos de rojo, cortesanas, ca-
de los Alquimistas Gordos, el Viejo Alqui- balleros y otros personajes menores. Final-
mista recorría con mirada inquieta a los mente, estaban las comparsas de toda esta
asistentes, buscando con impaciencia al comedia: los sabios que iban a tomar parte
Alquimista Joven, a quien no había visto. en las Disputaciones.

A
T6
El Alquimista Gordo Mayor

or cortesía con los visitantes, ha- mano del Señor en la Naturaleza, su Di-
bl6 primero el Alquimista Gordo vino Propósito al crear aire, tierra, mar,
Mayor. Después de resoPlar invo- animales y plantas para que su Hijo Bien-
iocrones al Altísimo y a Todos los Santos, amado pudiera disfrutarlas, y su Terrible
dijo destilando autoridad por toda su enor- Ira cuando sus Ieyes son transgredidas. No-
me superficie: sotros los sabios trabajamos humildemente
Arte Alquímico, la Sagrada Cábala --{ijo sin la menor humildad-, para mos-
-El
y la Tercera Ciencia sirven para descubrir trar a los hombres lo que Dios, en su In-
con certeza y sin ninguna duda la gloriosa finita Sabiduría, ha creado para nuesro
h
A
I7
beneficio. Cuando hayamos terminado Ciencias prescriben un Método Infalible y
nuestra ardua labor, las Tres Ciencias se- muy Bueno que todos los sabios inteligentes
rán un espléndido catálogo de todos los como yo seguimos al pie de la letra: por
hechos conocidos y por conocer en el Mun- medio de un gran libro y de todos los apren-
do, porque ese es nuestro propósito y esa dices que puedan conseguirse (y q,re noso-
es nuestra única meta: describir toda la tros tenemos, gracias a la generosidad de
realidad catalogar todas las cosas, hacer mi amado Príncipe) -dijo, inclinándose
el resumen de la obra perfecta de Dios. hacia el Príncipe de Samarkanda, que en
Para llegar a tan ansiado fin --continuó ese momento concertaba con el Sultán de
el Alquimista Gordo Mayor-, las Tres Ultratierra una Alianza para atacar aI Rey
de Nkgrtshwpv- anótense en inviemo los
nombres, tamaños, pesos, olores, sabores,
durezas, aristas, orificios, apófisis, insercio-
nes, §rrcos y espacios de todo lo que en el
Mundo existe, cuidando de hacerlo tam-
bién en otoño, verano y primavera. Nuestro
entendimiento debe ser como una hoja
Iimpia de pergamino donde la Naturaleza
escriba sus hechos con su ágil pluma de
pavo real; el Más Grande y Mejor Sabio
señalándose discretamente a é1 mis-
-dijo
m&- es aquel que más fielmente registra
y anota todos los hechos, de acuerdo con los
Preceptos de Hermes, al mismo tiempo que
aborrece la Invención, los Sueños y otras
creaciones del entendimiento.
Bl Alquimista Gordo MaYor hizo
una reverencia hacia los Príncipes y
volvió a su lugar, confiado en que
su discurso lo acercaba mucho al
ansiado Premio LeBon.
Ahora tocaba su turno al Sabio
Gordísimo, quien como no Po-
día pararse debido a su increíble
abdomen, dijo lo siguiente desde zu
adornado sillón:
todo el debido respeto a mi
-Con
distinguido colega, el Alquimista
Gordo Mayor se incli-
-ambos
naron suavemente el uno hacia
el otre, cuyas inspiradas Pa-
labras hemos escuchado con
El Sabio Gordísimo embeleso considero mi obliga-

h
Tb
amados Prínci- ]Mmntre los sabios reunidos en las
-'rrÉ lHñJ había uno muy fa-
por su habilidad con las
^Disputaciones
Jl{;L-./Almoso

,! palabras; además, como era ciego, tdos Io


respetaban y lo olan con mucha atención.
El Sabio Ciego trabajaba en Ia Corte del
Emperador de los Trajes Nuevos y Trans-
|#y;{;W,::;!#"ti'¿: parentes y era, gracias a este sabio, que su
monarca había afcanzado tan gran fama
de elegancia y originalidad. Entonces habló

r el Sabio Ciego:

dos-En
verdad os digo, queridos y respeta-
colegas míos, que los dos teneis algo de
taz6n, pero tan escasa cada uno, que si las
sumamos todavía no alcanza para definir
aI Arte Alquímico, Ia Sagrada Cábala y la

*nl? "!iÑ, i",i:;i:i:, HI§,,: Te_rcera Ciencia. Como ustedes tienen el

\,:11, :: F,t írtt


;; maraülloso don de la üsta, que yo no po-
seo, no se han dado cuenta de que eI sabio

W#tr:##ffi
contribuye con sus sentidos a crear Ia Na-
turaleza que estudia. En un mundo de cie-
gos, ¿existirían los colores? Decidme, mi
contleso que admirado Alquimista Gordo Mayor: ¿ten-
;;t7
iI,":":;
v i"Á"ión'
dría tu inmenso catálogo de las cosas de
*r rysri ;* n
Metoo;;;riá, d", "12
iíiíi*f, ?l li§:; recoser
este Mundo una columna para anotar los
colores? Y tú, mi sapientísimo colega Sabio
a \,Íuyor
et !\ii,í"r" aPrendices Gordísimo, ¿cuáles serían las Leyes Eter-
te, ?'iiu"t¡e5
y""áatos, pero no al nas de los colores, si no conocieras de su
gran A]0ur^1':.rrodot
'Ápt¡,: carrrPo. En su existencia? No, mis envidiables sabios y
Ion nyes111' *-' :: *t"
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^-*"'ino d'":'2::
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#"*::#:T En- amigos, lo que nosotros percibimos de la
Naturaleza Perfecta, creada por Dios To-
dopoderoso, es lo que nos permiten las ven-
Infinita ndu!rlrt¡¡6¿ Obra'
ias Leves
--.--áq
Y" fi;"rivi";:;ffiffi, á#
D'¿t'-
tanas de nuestros sentidos: color, olor, sa-
bor, dureza. Los sentidos del sabio también
l'::"-;;aí.'os,
fol¡r,u¡ E ,o N tl'":^ biblioteca
mayor forman parte del Misterio de Ia Creación
y gracias a ellos podemos apreciarla, pero
sólo en una parte Infinitesimal. La verda-

W{x dera Esencia de las cosas se nos escapa por


completo. Imaginemos una silla, la Silla
de los Filósofos; Ios que pueden verla per-
"tr;^;:;:;JÁ'p'o' ciben zu forma y sus colores, si la palpamos
sentiremos zu dureza, si la olemos percibire-
mos su olor, y así sucesivamente. Pero éstas

B
§.:
§
a.;
a
¡
.:::

son las propiedades de Ia silla, no.,son la


Silla misma; esta última sólo podemos con-
cebirla en nuestra mente. AI reunir los da-
tos que hemos recogido con nuestros senti-
dos, al integrarlos en nuestra inteügencia,
estamos creando nosotros a [a Silla. Esto e§
lo que representan el Arte Alquímico, Ia
Sagrada Cábala y Ia Tercera Ciencia: la
creación de la Naturalaa en nuestro P€n-
samisrto.
Como los Príncipes no entendieron las
palabras del Sabio Ciego, pensaron que
eran profund.t y seguramente ciertas. El
Alquimista Gordo Mayor miraba atemo-
izado a su Príncipe de Samarkanda; el
Sabio Gordfuimo se había dormido en su
amplio sill6n y roncaba fuertemente. Pero
entonces tocaba el turno al sabio de
la Corte de la Reina de Ashamu-
ran, un hombre pálido y calvq de
proccdencia desconocida, que usa-
ba gruesos anteojos y hablaba
el Latín con un fuerte acento,
a quien se conocía oomo el Al-
quimista Extranjero. Dijo lenta-
mente:
amados PrrínciPes Y Prnn-
-Mis
cesas, mis rrespetados sabios colegas,
señorras y señorres: El Arte Alquímico,
la Sagrada Cábalay la Tercerra Ciencia no
son ni un catálogo indiscrriminado de las
cosas del Mundo, ni una colección de Leyes
y Rreglas Eternas, ni una crreación de nues-
tros sentidos. Todos ustedes están equivoca-
dos, perro yo no miró a la Reina de As-
-y
hamuran, que le obsequió con una discreta
sonrisa triunfal. Con mayor ánimo, il Al-
quimista Extranjero siguió diciendo-:
IJstedes crreen que nuestrro trrabajo puede
hacerse en forrma contemplativa y que
basta con obserrvarr, anotarr y Pensarr.
Perro se han olvidado de lo más imporr-
El Sabio Ciego tante, que yo dirré en una sola palabrra:

áo
¡experrimentarr! Pondrré un ejemplo, que
vi hace poco en una ciudad con una torre
inclinada. Siemprre que se ha crreido
que una piedrra de diez arrobas de pe-
so cae más aprrisa que una piedrra
que pese nada más una arroba,
¿verrdad? Pues un sabio amigo
mío buscó las dos piedrras de di-
ferrente peso, subi6 a Ia torre
inclinada y las dejó caerr al mis-
mo tiempo. Porr casualidad, en
ese momento pasaban cerrca de
Ia torre otrros sabios, que ense-
ñaban en sus cátedrras que la pie-
drra pesada cae más aprrisa que la
liviana. ¡Cuál no serría su sorrprre-
sa cuando vierron que las dos piedrras
llegarron a[ suelo aI mismo tiempo!
Los sabios gordos y sus aprendices se
miraron con inquietud, mientras el público
contemplaba fascinado al Alquimista Ex-
ranjero; Ios Príncipes empezaron a imagi-
nar esquernas para atraerlo a sus respecti-
vas ciudades y Ia Reina de Ashamuran
continuaba sonriendo con aire de triunfo.
Después de tu:a par¡sa, eI Alquimista Ex-
tranjero sigui6 diciendo:
conocerr los prrofirndos miste-
-Parra
rrios de Ia Naturraleza debemos interro-
garrla; en las Trres Ciencias, las prreguntas
se llaman experrimentos. IJn experrimento
es una manipulación inteligente que obü-
ga a la Naturraleza a rrevelar un secrreto.
La Naturraleza es femenina y porr eso nos
engaña y nos oculta su verrdaderro ser
Ia Reina de Ashamuran dejó de
-aqul
sonreir- perro con experrimentos noso-
trros podcmos descubrrir Ia verrdad que se
esconde detrrás de las aparriencias.

El Alquimista Extranicro

h
2T
T
ocaba su turno al Sabio Negro, que eI siguiente orden contaba con los gran-
había llegado en la comitiva del
-y
des dedos de su negra rrano--l Primero,
Sultán de Ultratierra. El Sabio encontrar el problema; segundo, hacer "na
Negro era r¡n hombre inmenso, del color Invención sobre Ia respuesta; tercero, Pro-
del carbón, que reía contínuamente mos- bar Ia Invención con un "enperrimento-'
trando sr¡s monnes y blanquísimos dientes; -{tra vez risas de todos, incluyeudo al Sa-
antes que Sabio había sido esclavo, pero bio Negro-, y si el Método no concuerda
cuando el Sultán de Ultratierra strpo de zus con la Invención Ievantaba sus dos
profrmdos conocimientos de Magia Negra,
-y
brazos al cielo--pues entonces, ¡haccr otra
Verde y Amarilla, mandó que le cortaran fnvención! la', i^, j" j.. . . ! se rela lle-
las cadenas y lo nombró zu sabio. Por eso
-y
no de felicidad y contentq coreado Por los
siempre estaba de buen humor y le encan- Príncipes, los Oidores vestidos de rojo,
taba jugar bromas a todo mundo. Nadie los caballeros, Ias damas y todos los de¡nás
sabía dónde había aprendido el Arte Al- asistentes. Los únicos que no se relan eran
químico, la Sagrada Cábala y la Tercera los Alquimistas Gordos, que con gran serie-
Ciencia, y los sabios envidiosos de otras ciu- dad movían la cabeza indicando su desa-
dades decían que era lugarteniente del Dia- probació,n. También el Viejo Alquimista
blo en el Infierno y que el calor de las se reía, tratando de esconderse para que los
Ilamas eternas lo habla rn¡elto del color otros sabios no Io üeran disfrutando del
del carMn. Pero el §abio Negro se reía de buen humor del Sabio Negro. Al tenninar
las consejas, cerrando los ojos y revelando las risas, el Sabio Negro siguió diciendo:
zu espejeante dentadura. Como en Ultra- que propongo es algo semejante a
tierras todos eran igualmmte negros, nadie
-Lo
lo que dijo mi admirado amigo el Sabio
crela los nrmores y, cn cambio, todos ad- Ciego, y es que los mismos sabios forr¡amos
miraban Ia felicidad y la alegría del Sabio parte del Arte Alquímico, la Sagrada Cá-
Negro. En esta ocasión, caminó lentamente bala y la Tercera Ciencia; digo que for-
hasta el centro de la SaIa de los Caballeros, memos parte, Porque nosotros hace¡nos las
hizo rma elegante reverencia y dijo: fnvenciones con nuestro entendimianto,
eminente colega, el Alquimista Ex- aunque no sea tan grande como nuestro es-
-Mi
tranjero, nos recuerda Ia importancia de los tómago . . .l^, j^, ia, ja. . . Y si ahora re-
"er¡rerrimentos" imitación del acento cordamos lo que dijo el Sabio Extranjero
-17
desperté Ia risa de todos, menm del Alqui- sobre los "experrimentos" ... i^, iu, i^,
mista Extranjero; Pero el Sabio Negro ja... ya tmemos el Método completo.
también se rió y continuó diciendo-: Pero Nuestro Gran Trabajo tenninado será una
yo pregunto, ¿cómo se escoge el experi- serie de Problernas, Invenciones, Experi-
mento que debemos hacer? A continuación, mentos y Soluciones o nuevas Invenciones,
yo mismo me contesto: eI e:rperimento debe más Experimentos, más Soluciones o mejo-
resolver un problema. Inmediatamente, me res fnvenciones... Ja, j", jt, jn!...
pregunto otra vez: ¿dónde se encuentran
los problemas? Y con la misma rapidez
contesto: en la Natr¡raleza. Tenemos en-
tonces que el Arte Alqulmico, la Sagrada
Cábala y la Tercera Ciencia proceden con

A
22
:1

El Sabio Ncgso
medio del estudio y la meditación. Segr¡n
6lN ;ffii: ,.;,:"ttJ:?Iffi* :i este'Métodq dos de Ios Cuatro Pasos, eI
§/ Viejo Alquimista, pero como es- primero y el tercero, son de Ia Naturaleza;
taba sentado detrás de los otros sabios y Ios otros dos, eI segundo y el cuarto, son
de zus aprendices, la gente pensó que las del Entendimiento. Pero en mi último viaje
Disputaciones hablan terminado y se dis- a una ciudad lejana tuve oportrmidad de
puso a abandonar Ia Sala de los Caballeros; admirar la obra pictórica de un Maestro
además, los Alquimistas Gordos ya tenlan Divino en una CapilIa de nombre Scroveg-
hambre y lo que seguía era el banquete. ni, así llamada en recuerdo del Reginaldo
Pero el Viejc Alquimista corrió hasta el del mismo nombre, que eI Dante condenó
centro de la Sala de los Caballeros, mos- al Séptimo Círculo de su I¡fierno por usu-
trando con su sonrisa que todavía disfruta- rero. Este Maestro, Abrogio da Colle (sus
ba de la felicidad del Sabio Negro, y aplau- amigos le llaman Giotto), ha cubierto por
üó fuertemente para llamar Ia atención completo las paredes de la capilla con pin-
mientras gritaba: turas al fresco que representan El Juicio
se vayan todavía, mis amigos! Final, Escenas de la Vida de Cristo, e His-
-¡No
Aún falta el final. Como yo soy el sabio torias de Joaquín y de la Virgen. Los fres-
residente de esta ciudad, me corresponde cos son un milagro de composición y colori
terminar las Disputaciones. Les prometo el aire es tan ligero que los ángeles flotan
ser breve y no retrasar el banquete en el cielo y el asno de Ia Huída a Egipto
-Los
Príncipes volvieron a sentarse, más que na- parece salirse de Ia pared. Con justísima
da por no ofender al Príncipe anfitrión, raz6n se pregr¡ntarán ustedes qué relación
aunque algunos mostraron cara de impa- tiene el Giotto con nuestro tema, y, como
ciencia. Cuando se hizo el silencio, eI Viejo he prometido ser breve y no cansÍrrlos, me
Alquimista miró lentamente a su alrededor apresuro a aclarar mi Tesis. Y es que eI
y dijo: Giotto no ha reproducido sus divinos cua-
muchos años yo pensé igual dros copiando a la Naturaleza; ni siquiera
-Durante
que mi admirado amigo, el Sabio Negro. en Ia Toscana es el aire tan transparente
Estuve convencido de que el Arte Alquími- o el cielo tan luminoso. A pesar de mere-
co, la Sagrada Cábala y_la Tercera Ciencia cerlo, creo que el Giotto no ha tenido de-
seguían el Método de los Cuatro Pasos Fun- lante de sus ojos las Santísimas Imágenes
damentales, que son, en primer lugar: Ia que ha pintado; y si no las ha visto, enton-
identificación de una incógnita en la Obra ces las ha creado dentro de é1, antes de
Perfecta de Dios, por medio de nuestros plasmarlas para gloria de Nuestro Señor
sentidos; en segundo lugar: h fnvención por todos los tiempos venideros. Los frescos
de la respuesta a la inc6gnita, por medio de ' del Giotto en la Capilla Scrovegni son una
una Teoría o Hipótesis que sueña nuestro creación artística. En estas Grandes Obras
entendimientq; en tercer lugar: una ope- Io que se admira es Ia proyección del en-
ración o Experimento, realizado de tal ma- tendimiento y de la imaginación del artista,
nera que nos permita determinar si nuestra no la concordancia de los hechos represen-
Invención es correcta; si el Experimento tados en la realidad.
se contrapone a nuestra fnvenci6n, debe- Meditando sobrg Ia inmensa belleza que
mos abandonarla e imaginar otra, por había disfrutado, em¡recé a pensar que el

&
2
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Método de los Artistas y el M&odo del creado dentro de sí mismo snr imagen de
Arte Alqufmicq la Sagrada Cábala y la una parte del Universo: el Giotto pinta la
Tercera Ciencia son muy parecidos. Por fa- serenidad, que él llcva dentro, en el rostro
vor, no piensen que aspiro a comparanne de Joaquín, y d amigo el Sabio Negro es-
con Giotto, Palesrina o el Dante; sóIo hablo coge de la Naturalez.a el problema que él
del Método, guardando las proporciones mismo ha creado dentro de su admirable
que a ml conciernm, armque en el caso de cabeza...
mis distinguidos colegas sabios se incli- Si ustedes han aceptado hasta aqul mis
-y
nó hacia los impacientes y hambrientos torpes ideas, prosigan conmigo r¡n poco
Alquimistas Gordor- no dudo que la com- más lejos. De los Cuatro Pasos Fundamen-
paración serla justlsima, o hasta honraría tales del Método de las Tres Ciencias, ya
a algunos artistas. Pero volviendo a Ia se- tres son producto del Entendimiento: sólo
mejanza de los dos Métodos, consideien depende de la Natu¡alera el Experimento,
Por un momento el primero de los Cuatro que realizamos para probar la bondad de
Pasos Fundamentales que he mencionado: nuestra Invención. Sin embargo, r¡na parte
percibir un problema en la Obra Maravi- de este Experimento es también hija de la
Ilosa de Nuestro Señor, en la Naturaleza, inteligencia, poryue lo pensamos y lo pla-
por meüo de nuestros sentidos. La realidad nearnos hasta que est:rmos seguros de que
está frente a nosotros, inmensa y variadísi- va a servir zu propósito. Si nuestra fnven-
rna, más compleja que los movimientos cir- ción dice que rma arroba de plumas pesa
culares perfectos de los astros; más rica menos que una arroba de plomo, el orperi-
que los legendarios Astrolabios de Esmeral- mento no podrá consistir en arrojar las
da Tallada del Sultán Harum-al-Raschid; plumas y el plomo al agua para ver cuál
y sin embargo, no§otros separamos de esa flota; eI Experimento tendrá que incluir
maraña incomprensible de cos¿rs y de he- una arroba de plumas, una arroba de plo-
chos unos cuantos que identificamos como mo y r¡na balanza para pesarlas. Y final-
un problema. ¿Perciben ustedes Ia parado- mente, de todo lo que ocurre en la Natu-
ja? Para aislar de la Naturaleza los escasos raleza durante nuestro Experimento, sólo
componentes de una incógnita, necesitamos recogemos lo que nos sirve. En nuestro
enfrentarnos a ella con ¡.¡n mecanismo de ejemplo anterior, no anotamos quc Ia aro-
selección previamente establecido, como ba de plumas es un saco grande mientras
cuando en el Mar de Ia India los pescado- que la arroba de plomo es una bolsa pe-
res arrojan sus redes tejidas en mallas am- queña de municiones; tampoco nos importa
plias, de modo que los peces chicos no sean que las plumas huelen a avestruz y las mu-
capturados y sólo saquen peces grandes. El niciones a pólvora; y asl sucesivamente. Mi
primer paso en eI Método del Arte Alg,rí- Tesis es que el Experimento no depende
mico, la Sagrada Cábala y la Tercera Cien- nada más de la Naturaleza, sino que la
cia es arrojar a la Naturaleza que nos rodea inteligencia también Io conforma, lo filtra
la red de nuestro entendimiento, tejida con y lo interpreta. Por Io tanto, los Cuatro
Ios hilos de nuestros sentidos; sin embargo, Pasos Fundamentales del Método del Arte
cada turo de nosotros ha separado Ia malla Alquímico, la Sagrada Cábala y la Tercera
de esa red de acuerdo con sr¡s propios sue- Ciencia son obra del Entendimiento. ¿Qué
ños. Lo mismo que el artista, el sabio ha distingue entonces el artista del sabio? Mi

h
ü
Tesis es que las únicas diferencias son dos: Mirando un juglar mover habilidosa-
mientras el artista persigue Ia expresión de mente un aro, eI Príncipe de Samarkanda
una emoción estética, el sabio intenta co- pensaba: "¿Q,ré habrá querido decir el
nocer la Verdad de las cosas; además, el Alquimista Viejo? ¿Serán taq semejantes
juicio sobre la creación artlstica Io hace las Bellas Artes y Ias Tres Ciencias. . . ?"
el corarÁn de los hombres, mientras el jui- Pero pronto descartó esta preocupación, al
cio sobre la Verdad será el grado de con- observar que el Emperador de los Trajes
cordancia de nuestras Invenciones con los Nuevos y Transparentes cuchicheaba con
resultados de nuestros Experimentos. el Sultán de Ultratierra y sospechó de in-
mediato que algo tramaban contra é1. Dos
horas más tarde, cuando el banquete llega-
entado en eI centro de la Gran Mesa ba a su fin y los Sabios Gordos se habían
Real, eI Príncipe Anfitrión presidía dormido sobre la mesa, resoplando como
eI banquete que celebraba el feliz fuelles y acordeones, el Príncipe de Samar-
término de las Disputaciones. A ambos Ia- kanda estaba satisfecho: en ese tiempo no
dos se encontraban los otros Príncipes Visi- s6lo había disuelto una peügrosa Alianza
tantes (la Reina de Ashamuran se había contra é1, que habían concertado el Prínci-
indignado cuando el Gran Visir le señaló pe Anfitrión y el Sultán de tlltratierra,
con toda delicadeza que el balcón de las sino que habla establecido una Alianza con
damas estaba en el segundo piso de la SaIa el Emperador de los Trajes Nuevos y
de Banquetes, pero en honor a Ia costum- Transparentes contra Ia Reina de Ashamu-
bre zubió y sc instaló con su séquito frente ran, y en el mismo tiempo había logrado
al balcón de los niños), y en dos mesas que el Príncipe Anfitrión le diera permiso
laterales estaban los Oidores vestidos de al Alquimista Viejo para visitar Samar-
*jo y el Alquimista Gordo Mayor, el Sabio kanda y quedarse unos dlas con el Alq"i-
Gordísimo, eI Sabio Ciego, el Alquimista mista Gordo Mayor. El Príncipe de Samar-
Extranjero y e[ Sabio Negro. El Viejo Al- kanda pens6 en retirarse, porque el dla
quimista había pedido permiso a su Prín- había sido largo y se sentía cansado, pero
cipe para retirarse temprano pues se sentla no lo hizo por temor a que los demás Prín-
muy carlsado,lo que el Príncipe le concedió cipes aprovecharan su ausencia para disol-
en forma distante, pero muy afectuosa. El ver sus Alianzas y reagruparse una vez más
banquete proseguía y los platillos seguían en su contra. Entonces retó a un juego de
llegando en hilera casi interminable, con ajedrez al Sultán de Ultratierra y se con-
la satisfacción de los Alquimistas Gordos cenró lo más que pudo en los movimientos
que, oon las amplias mangas de las batas de las piezas, mientras los trovadores toca-
remangadas, comían voraan€nte grandes ban eI Iaúd y la flauta y cantaban melodio'
bocados de todo lo que les presentaban. En samente debajo del balcón de las damas.
el centro de Ia Sala de Banquetes unos sal-
timbanquis ejecutaban difíciles saltos y
suertes que los Príncipes miraban con aire
Iejano, mientras bebían de copas enjoyadas n ese mismo momento el Viejo
el vino amargo de la cosecha especial del Alquimista estaba frente a Ia chi-
castillo. menea de zu casita, sentado en su

A
26
cómoda silla y ftrmando su larga y antigua lo que aprovechó eI Alquimista Viejo para
pipa, repasando los episodios del día y pre- decirle:
guntándose una vez más, casi entre zueñog favor, señor, siéntese ustd
por qué no había llegado el Alquimista -Pero, ¡rorque le olruca r¡na taza de té.
y permítame
Joven. Tan concentrado estaba en sus pen- ¿O quiá preferiría algo un poco más fuer-
samientos, que no se dió cu€nta ct¡ando te?. . .
una sombra alargada pasó dos veces por gracias, prefiero el té {ijo
fuera de sus ventanas, ni tampoco que dos -Muchas
secamente el desconocido y mirando a zu
ojos amarillos y brillantes Io estuüeron mi- alrededor encontró un banco, lo empujó
rando durante r¡n rato a través de lia cerra- con su bastón hasta ponerlo enfrente del
dura de su puerta. sabio y se sentó con un rápido y elegante
De pronto, eI Viejo Alquimista se so- movimiento.
bresalt6 al dane cuenta de que frente a éI Ahora el Viej,o Alquimista @ía mirar
estaba parado un personaje, a qüen no directamente la cara del desconocido y se
había oído entrarr pero que lo había sacado dió cuenta de que nnnca lo había visto,
de su adormecimiento aI cubrir con su cuer- ar¡nque sus facciones tenían un dejo fami-
po el fuego de la chimenea. Cuando eI liar. La cabeza era grande, con frente
sabio se iba a incorporar de zu silla, eI visi- ancha y noble, la nlañz generosÍr y algo
tante le pr¡so ruia mano firme, pero amable, ganchuda, los labios apenas dos líneas ho-
en eI hombro, y le dijo con voz seca y rizontales que dejaban ver los dientes fi-
metáüca: nos, firrnes y completos. Pero lo más extra-
favor, mi querido amigo, no se ordinario eran los ojos, de color amarillo
-¡Por
levante usted! Le ruego me perdone venir claro y casi transparentes, con una vivaa
l

a esta hora y sin anunciafine, pero estoy extrema y al misno tiempo eI aspecto de
de paso por Ia ciudad y casi por accidente las cosas muy antiguas. Miraba fijamente
pude escucharlo a usted en las Disputacio- aI Viejo Alquimista mientras le hablaba,
nes. Su inmensa sabiduría me produjo des- torciendo apenas la boca en r¡na mueca de
de el primer momento una gran admiración forzada cortesía; estaba vestido ricamente,
y pregunté eu lia ciudad cómo podría en- pero sin estridencias, y le colores de su
contrarlo. Su gran fama le ha hecho oono- traje y capa zugerían medio lutq porque
cido de todos y fue fácil dar con su casita. eran grises y negros.
Cuando llegué estaba usted tan ensimisma- que me pres€nte --dijo el
I

do en pensamientos, seguramente tan im- -Permítame


desconocido, una vez que el sabio Ie había
portantes y profundos, gue esperé un rato pasado una taza de té y se habla sentado
para ver si salla usted de ellos sin que le frente a é1, moviendo lentamente el az&car
internrmpiera, . . de la zuya-. Soy. ..
que estaba dormido. .. --dijo el Judío Errante el Viejo
-Creo Vrejo con sencillez.
Alquimista -El
Alquimista. -murmuró
tal como me lo imaginaba, tam- Veo que voy a pasar una
-¡Ah!,
bién posee usted la modestia en grado zu-
-¡Magnífico!
velada encantadora -{ijo su interlocu-
Do, como todos los grandes hombres, tor-. Pero, si usted no tisre inconveniente,
como... desconocido se interrumpió preferiría que me llamara por mi nombre
-El
momentáneamente, buscando un nombre, de pila, que aunque merros conocido tam-

A
2T
T
bién es menos desagradable. Me llamo un hombre cultivado, despierto a las Bellas
Ahashuerus. Artes como Ia pintura, la mrisica y Ia poe-
-Encantado
-{ijo el Viejo Alquirnis- sía. ..
ta-. Y yo soy el Viejo Alquimista, para además, estar ya un poco viejo...
servir a usted. -Y
---*uspiró el Viejo Alquimista en tono apo-
Dejemos las formalidades, mi logético.
-Bien.
querido amigo --dijo Ahashuerus, con aire no hablemos de edades; mi que-
determinadc-; yo he venido a verle por- -¡Pero
rido amigo! Ahashuerus, con un
que después del concierto de rebuanos que -replicó
guiño que quiso ser simpático--. Por razo-
nos regalaron los seudosabios que le prece- nes que no üenen al caso, ese tema me
dieron en las Disputaciones de esta mañana, resulta r¡n poco incómodo. Prefiero que
sus palabras fueron tan luminosas como conversemos sobre sus sabias Tesis en las
un amanecer en los Alpes, tan claras co- Disputaciones de hoy. ..
mo un diamante pulido de l,as minas de dije todo lo que sé al respecto...
Oriente, tan refrescantes como un arroyito -Ya
--dijo el Viejo Alquimista con voz can-
de agua cristalina. Además, reveló usted ser sada.

"...esc hombre es uno de los mds apasionados e incansables estudiosos de la Naturaleza.,."

át
r
I
I
i

le ruego me escuche un se sacó Ia pipa de la boca oomo para decir


-Entonces,
momento, con paciencia se algo, después se inclinó hacia adelante y se
-Ahashuerus
echó hacia adelante en su banco y habló quedó viendo eI fuego de su chimenea.
en tono agitado, mirando a su interlocu- Ahashuerus volüó a Ia carga diciendo en-
tor-. Acabo de visitar una lejana ciudad fáticamente:
donde tuve e[ gusto de conocer a un hom- lástima que ese hombre tan in-
I
bre que trabaja para el Gran Duque -¡Quéno quiera unir sus esfuerzos a los
teügente
L- Ludovico Sforza, también llamado el Moro. de tantos otros magos, sabios y alquimis-
tas!. .. Pero simplemente se rehusa a in-
i

A usted Ie gustaría conocerlo porque no


I
¡
t

sólo es matemático, astrónomo, ingeniero, teresarse en r¡n trabajo tan elevado y de


, constructor, inventor y experto en las artes tanta importancia para todos... Cuando
I
I
de la guerra, sino que además es r¡no de los le escribió a Ludovico el Moro su cafta de
mfu grandes pintores que existen. Ha zu- presentación, Ie señaló con detalle todo lo
perado ya a Andrea del Verrocchio, su que podía hacer, como constn¡ir diversas
famosísimo maestro. Pero si esto fuera todo, clases de puentes para rrsar en batallas o
no Ie estaia hablando ahora a usted de éI, en sitios de ciudades, destmir murallas que
mi admirado amigo. Si lo menciono es resisten a los cañones, fabricar barcos
porque ese hombre es uno de los más apa- que nunca se hunden, pero jamás le men-
sionados e incansables estudiosos de la Na- cionó siquiera que podía ¡ealizar el Gran
turaleza; trabaja día y noche en el anfi- Trabajo y encontrar la Piedra Filosofal. ..
teatro de disecciones, dibujando los detalles -{uiz^ porque no puede.. . -murmu'
más inuincados del cuerpo humano con ró el Viejo Alquimista.
a
trazo seguro y elegante; ilusionado con Ia quiá porque no quiere! -{ijo
i
I
,
posibilidad de aprender a volar, obserwa
-iOh
en triunfo Ahashuenrs, satisfecho de haber
durante horas Ia mecánica y los movimien- roto el silencio de zu anfitrión. Se paró de
tos de los pájaros, y hasta ha construido ya un salto y aptmtándolo con la mano, siguió
una máquina para volar; preocupado por üciendo con intensidad-: ¿Y por qué no
Ia hidráulica, ha diseñado diversas bombas quiere? Es posible que nunca haya sido
para pozos, compuertas Para canales y otras educado en e[ Arte Alqulmico, la Sagrada
I maravillas. Además, está proyectando la Cábala y la Tercera Ciencia, ya que desde
estatua ecuestre más maravillosa que co- Ios 12 años de edad ingresó como aprendiz
nocerá el mundo. Sin embargo, a pesar de de Verrocchio. Pero un genio como él no
su increíble versatilidad, hay una sola cosa requiere instrucción; si tuviera interés, re-
que este hombre no hace... ¿quiere usted cogerla en corto tiempo todos los textos
saber qué es?... detuvo su secretos de las Tres Ciencias y aprenderla,
-Ahashuens
largo discurso, seguro de haber despertado mejorando de paso, todo Io que hay qué
la curiosidad del Viejo Alquimista; Pero aprender... ¡No, él no quiere, no quie-
como éste siguió mirándolo con ojos en- re!... Ahashuems seguía apuntándo
trecerrados mientras chupaba su pipa, pro-
-y
al Viejo Alquimista con su largo y puntia-
siguió-: Este sabio, este genio a que me gudo dede ¡Y en cambio usted mi esti-
refiero... ¡no busca la Piedra Filosofal! mado amigo, usted se ha pasado toda zu
El Viejo Alquimista se movió ligeramen- vida buscando la Piedra Filosofal y no sabe
te en su silla, fumó dos o tres veces más, nada de geología aplicada, de hidráulica,
:

A
li 29
*
E
de mecánica, de las artes de ta gucrra y de üene el tie*po limitado... y pronto todos
tantas otras cosas útiles y prácticas!... serán recibidos en [a Paz Eterna del Reino
por fin me doy cuenta de a de Nuestro Serlor.. . con una sola excep
-Vaya,
dónde quiere r¡sted llegar, Ahashuerus ción... terminó esta última
--dijo el Viejo Alquimista-. Lo que le frase en -Ahashuerus
un hilito de vo4 bajó la cabaa y
preocupa es por qué Ios alquimistas hace- se sentó en su banco, sin mirar aI V§o
mos algo que parece inútil, mientras este Alquimista. Este guardó silencio un minuto
genio que tanto le ha impresionado recbaz.a más y apoyando su nurno zuavemente en eI
nuestro trabajo y en cambio practica artes antebrazo de Ahashuerus, le dijo:
de valor inmeüato, cuyos resultados tienen también he pensado en ese pro-
aplicación directa a problemas importan- -YoAhashuen¡s, I me ha parecido que
blema,
tes, que interesan a los Príncipes y que sur- es complejo; por lo tanto, mi respuesta ten-
gen todos los dlas. .. drá que ser igualmente compleja y dudo
Exactamente! Tiene usted una capa- que le satisfaga. Pero de todos modos voy a
-¡ admirable para resumir mis torpes
cidad dársela, ya que me ha hecho eI honor de
palabras con gran claridad y sencillez -{i- pedírmela. Viejo Alquimista se echó
jo Ahashuerus en tono adulatorio, y des- para atrás en-Elsu silla y continuó hablando,
pués de una pausa agregó, ahora con un como si no hubiera nadie más en la habi-
dejo nostálgice: Como usted sabe, llwo tación-: Cuando nos pregr¡ntamos por
ya algunos años de rodar por el Mundq y qué trabaja un hombre en algo, debemos
seguiré mientras EI no me perdone... pero distinguir entre la motivacióm para eI tra-
ese no es el asunto. Como le ügo, en toda bajo y eI contenido de este trabajo. La
mi larga üda he encontrado que los sabios motivación puede tener varios disfraces:
que practican Ias distintas ciencias caen riqueza, poder, fama, honores, sabidurfa,
en uno de dos grupos: los que trabajaa en santidad, vida eterna... no
problemas prácticos, de interés prira sus
-Ahashuenrs
se moüó pero respiró hondo- y tantas
Príncipes y que benefician a zus ciudades, otras cosas que componen la ambición hu-
y los que se dedican a trabajos tan esoté- mana. Pero detrás de Ia máscara está siem-
ricos como la Piedra Filosofal, el Misterio pre la misrna cara: Ia satisfacción de un
de Ia Vida, o la captura del Pájaro Azul. . . deseo personal y egoísta. Nuestro deseo es
Et Viejo Alquimista sonrió melancólica- como la Materia Prima e Indivisible de
mente y siguió fumando zu pipa, esperando que están hechas todas las cosas: aunque
que Ahashuens terminara. su forma cambie su esencia sigue siendo Ia
misma. En un meüo eclesiástico, la moti-
-Y hoysuerTesis
defender
Ia mañana, después de oirlo
en las Disputaciones con vación aparente del trabajo será la santi-
tanta elocuencia y con tanta pasión, me dad; en un ambiente guerero, el poder y
convencí de que es usted, mi sapientlsimo la gloria; enre comerciantes, la riqueza
amigo, la única persona que puede aclarar- y los honores. Pero la fuerza que empuja a
me mis dudas, que puede revelarme por emprender las Grandes Obras no tiene, en
qué se gasta toda r¡na vida en algo inútil los humanos, más que r¡na proyección in-
(¡perdón, no quiero ofenderlo!) cuando terna; en el fondo todos somos egolstas y
hay tantas otras cosas importantes y prácti- lo que queremos es satisfacer nuestros de-
cas que pueden hacerse y cuando además se seos. Con esto, Ahashuen§, creo que puedo

A
30
adelantarle Ia primera parte
de mi respues- miwro Efixir de la Vida sirve para
ta: ese personaje g:rdq;;rr. a.r"¡,o curar
que estudia eI rnrelo de_ios
pá¡aros, y este
todos los males_ y tdas t", *f;;;d;d;
Viej,o Alquirnista_gue.ahora
Ie habla, que
es.la panac., uár.rr"r
Pied3 Fitosofal también
fsl"á poco, ta
busca Ia piedra fi.*t"1,
,*1", trabaja- mar las piedras más comunl y
pu;; transfor-
mos por la misnra raz,6n. vulgares en
Los dos tenemos
el mismo deseo, Ios dos p."."ffios preciosas, y además reblandecl"
;.4;;;
tisfacción de Ia misma ;g"r,il
Ia sa_
Ios dos l:^:Íl"
oescubrir a
r clista.res. T.-ú¿; i*. p""
cualquier persona, donde qü.r"
queremos saber. Los dos queremou
encon- que esté escondida, y para entender
trar algo nuevo, Ios_dos esperarnos el len-
que Ia guaje de todas Ias criatura,
Naturaleza nos revele un slretooc,rlto ardillas
resto del Mundo. y si Ia sabiduría "l
y- pájaros, etc. Claro, "*
usted está pensando
I. pur."" que todo esto estarla muy üien si la
demasiado pedante como deseq 3!ora
estoy dis-
prr-.To a aceptar, para mi
humiiae caso, Ia
Piedra Filosofal exisüera, p.*'**o ote
satisfacción de Ia simple c*ior¡a"a... convencido de que es r¡n mito y
que nunca
Ahashuerus Ievantó Ia cara vamos a encontrar nada, nuestro
y miró al trabajo
Alquimista, que estaba hablando Ie parece inritil,
¿no €x¡ asf?. . .
Yi.jq con
Ios ojos cerrados- y ury expresidn
de gran ,-Arí es -dijo desde muy tejos Ahas-
nuen¡s.
tranquüdad; ta luz rojiz.a y cambiante
del sr¡pongamosr por un momento,
fuego en Ia chimenea Io iluminaba -P.19
en for_ que la Piedra Filosofal sí existe y gue eI üa
ma caprichosa, dando-la impresión
de que de mañana el Sabio Negro
se movía y al mismo tiem¡ro fpo.g¿-yo
estaba quieto. que
La mirada amarilla y io*p"r.",. de
si alguien va a encontrarla, será "".o éI),
Iogra reatízar eI Gran,Trab"j,
Ahashuerus parecla bJiecto y
quimista, aI sillón, a",ár.o, *- entrega al sultán de Ult¡atierra
Ia pared "i
¿;;
"*¡r casita mo
eI Supre-
y seguir indefinidament; sin que Magisterio del EIfuir de Ia Via.,
nada Ia Panacea Universal y Ia Fuent.
f.
detuviera._-le prontq el'Viejo'Áq,ri*ir,u áe-U Ju-
continu6 diciendo: ventud Eterna... _dijo eI Viejo
a&ui-
mista.
vamos al contenido de nuestro
-Pero como una maldición üvi-
:f!"r" ltuí Ia palabra .fr". pu*ce ser
"inútil',. Usted *! na.-Serla...
..
gich;, eilri r.*, Ahashuerus.
que Ia brisqueda de F
-susurró
. -D.
modo que piedra
si Ia
la piedrá fmrof¿ rro ex¡ste, nuestro trabajo es
Fitosofal no
ti,ene r.ezultados prácticos.
n" oiq qu. inúti! pero si es
real y un día Ia r
"i* *.-
:e
eq:woca:
gurada -el
no sólo
que ta encuentre 1.",
riqueza y salud, sino una
habeire r*,-;,#ff ffi;f,'f tX:
manidad, Io que Ie hemos traído
Tyl":S"-üda, ya que con Ia piedra üene gran desgracia...
L ,ro"
eI Elfuir de Ia Vid; o Gran --el Viejo atquimista se
prendo que este aspecto
ff*¡r.-Co_- Ievantó de su sillón y aú?Á lor-i.no,
del éxito no Ie de la
parezra, a usted muy atractivo _eI chimenea, aüvando .t lr.go
q;; habra
Alquimista hizo rura parsa, abrió Vrqo puesto--ln poco triste, volvió
a sent¿rrse,
tos ojos encendió su pipa y continuó_, p"rrn¡t _
para mirar a Ahashuenrs, pero
lo .rrcontrO
ta1!-istante, tan enrn¡ettoen si
*i;á, qo" Tl g".
qole
Ie so¡prenda, Ahaüuen¡!¡, dicién-
que yo no sé si Ia piedra Filosofal
volvió a cerrarlos continuÁ;
r p.rá or" mente existe. Mi postura es distinta
real-
a Ia de

A
3T
Ios Alquimistas Gordos, que ¡rcniguen a la momento de reflorión debería convencerle
Piedra Filosofal con Ia convicción ciega de de que mientras todo lo práctico es útil, lo
que es una realidad y posee todas las ma- contrario no es necesariamente cierto. No
ravillosas propiedades que le atribuyen; todo Io útil es práctico, en eI sentido de que
pero mi postura también es diferente de la contribuya a corto plam a resolver algún
del extraordinario personaje que tanto le problema específico o a hacer nuestra vida
ha impresionado (y que usted acepta), que material más cómoda. La utilidad del co-
en principio niega la e¡ristencia de Ia pie- nocimiento obtenido por las Tres Ciencias
dra Filosofal. Yq simplemente, no sé. Para debe medirse en otras unidades, menos rela-
resolver mi duda puedo hacer una de dos cionadas con nuestras necesidades momen-
cosas: o adoptar arbitrariamente una po- táneas, generalmente incidentales a Ia épo-
sición, o ir todos los días a mi liaboratorio ca histórica en que estamos viviendo. La
a tratar de aprender la verdad. . . razÍn de esto es que, además de enfrentarse
embargo --dijo Ahashuerus-, a problemas inmediatos, el hombre tam-
-Sin
usted mismo, mi estimado amigo, dice que bién necesita atender otras demandas deri-
no sabe si al final sus arduos trabajos ten- vadas de su propia estructura, que lo pre-
drán un resultado positivo. Es muy posible sionan con igual o mayor urgencia que las
que pudiera estar desperdiciando muchos exteriores. Me refiero a su curiosidad, a zu
años, o toda la üda, buscando algo que no hambre de conocimiento, a su incapacidad
existe, mientras que si aplica todo su es- de üvir en la incertidumbre. Frente a los
fuerzo y sus grandes conocimientos a otra misterios de la Naturaleza, nosotros hemos
área, quizá menos elevada, pero en sí más inventado una serie de explicaciones, en
práctica, sus probabilidades de éxito están parte por ignorancia y en parte porque
aseguradas.. . nuestro entendimiento no tolera r¡na pre-
Io que usted ha dicho ahora, gunta sin respuesta. Pero a trav& de los
-Con
Ahashuerus
-dijo el V§o Alquimista-,
ha dado en Ia clave de mi respuesta. Para
años también hemos diseñado un Método
para asomarnos poco a poco a nuestras
un Viejo Alquimista como yq eI éxito no explicaciones e irlas sustituyendo por otras
consiste en encontrar Ia Piedra Filosofal, que tengan mayores probabilidades de co-
sino en hallar Ia Verdad: lo que yo quiero rresponder a la realidad. El camino es largo
saber es si Ia Piedra existe o no eriste. De y está lleno de dificultades y decepciones.
nmnera que si no Ia encuentro, y además Aristóteles dijo: "La brisqueda de Ia Ver-
estoy razonablemente seguro de haber he- dad es de cierta manera difícil y de otra
cho todos los esfuerzos de que soy capaz manera fácil. Porque es evidente que nadie
(po. ero trabajo desde la mañana hasta la puede dominarla por completo o ignorarla
noche), también he tenido &ito, porque en su totaüdad. Pero cada quien agrega r¡n
he alcanzado lo que buscaba, que era el poco a nuestro conocimiento de la Natura-
Conocimiento el Viejo le.za y de todos los hechos reunidos surge
-y atrás en zuAlquimista
vió a echarse para
vol-
silla, cerró los cierta grandeza. . ." Esta es la utüidad más
ojos y continuó con voz cansada-: Como elevada y más genuinamente humana de
hombre de mr¡ndo, Ahashuerus, usted co- las Tres Ciencias. Pero zu admirado amigo,
mete el misno trágico error de confundir que construye máquinas de guerra y crm-
lo práctico con lo útil. Sin ernbargo, un puertas para canales de irrigación, nos

§.
revela con su trabajo otro aspecto de Ia cuartq o si sóIo habla sido un sueño. Pero
utilidad del Método, ya que sin él los prin- después pensó que era lo misnmq "por-
cipios generales en que se basan sus obras quq después de todo, El Judlo Errante no
no se hubieran establecido y no podrlan es más que el personaje de una leyenda. . ."
llevarse a cabo. Sin matemáücas o geome-
tría sus enorrnes ballestas nunca darlan en
eI blanco, sus catapultas se desintegrarían otas de una Cátedra dictada por
contra los muros de las ciudades sitiadas el Viejo Alquimista a $§ alum-
y, ar¡nque observara el vuelo de los pájaros Aula Magna del Antiguo
nos en el
por cien años, jamás lo comprenderla. No, Colegio Real; algunas hojas del principio
Ahashuerus, no ¡rodemos clasificar al cono- desaparecieron, seguramente comidas por
cimiento obtenido por eI Método de las los innumerables ratones que habla en Ia
Tres Ciencias en útil e inútil, usando para Torre de Marfil, que gustaban mucho del
ello los intereses mezquinos y transitorios pergamino.
del momento en que vivimos... pro-
-Mi
fesión es explorar lo desconocido, exami- .. ?or destitación en el agua, que desti-
.

nar los misterios de Ia Naturaleza para lando por las cenizas. So.bemos que esto es
comprenderla; la búsqueda de Ia Piedra asl porque i destilamos Aceite de colores
Filosofal es una actividad noble, porque en cenizas [ogratnos separarlo puro y en s'us
representa la aspiración del Hombre, im- partes elementales: el Aceite Roio, como
perfecto como es, de alcanar la Perfección la sangre del Toro Celeste; el Aceite Blan-
Absoluta, En cambio, el oficio de su ilustre co,más cristalino y sereno que el agua; y el
admirado es otro: él quiere construir un Aceite Verde, que conaiene a todas las
üque, hacer trna máquina que vuele, des- plantas y s:us semejantes.
cribir nuesüa anatomla hasta el úItimo de- Ha*a aqul la cátedta sobre destilación,
talle. Yo quiero saber la Verdad; él quiere tomada del Summa Perfectionis, que uste-
resolver problemas... Los dos tenemos si- des deben repasar tres ueces, cuando la luna
tio en este Mundo, los dos curnplimos ftrn- ruba en el cielo. Quiero terminar mi lec-
ciones importantes para el Hombrer Quien, ción de hoy hablondo sabre otro tema, que
ademfu de necesitar pan y justicia, también consídero de inte¡és para todos, pero espe-
tiene sueños de amor y felicidad, ambicio- cíalmente para aquellos de ustedes que tar'
nes de poder y riqueza, y deseos de satis- de o temp¡ano serón Card.enales, Grandes
facer zu curiosidad y zu sed de conocimien- Capítanes, Oidores aestid.os de roio, o P¡ln-
tos; y a veces, aunque sólo sea muy de vez cipes, % ?o¡ lo tanto, tendrán el poder de
en cuando, también tiene la inclinación y las decisiones en sus tnonos. Me refiero a los
la capacidad divinas para disfrutar la pro- usos de la Alquimio en los asttntos de
fi¡nda belleza filosófica del Dante, o la los hombres y las ciudades. He sabido que
plasticidad transparente del Giotto. . . algunos estudiantes de erte Antiguo Colegio
Cuando el Viejo Alquimista abrió los Real han formado una Liga Contra el Arte
ojos, se encontró solo en su cuarto. Se que- Alqufmico, la Sagrada Cábala y la Tercera
dó un largo rato sentado frente al fuego de Ciencia, alegando que están inspiradas por
zu chimenea, tratando de decidir si Ahas- el Maligno; que los Alquimistas somos alia-
huen¡s realmente habla estado ahí, en su dos de Sotanás porque nuestros trabaios son

A
55
utilizados para enuenenar o los que estor- cuerpos enfermos. Ciertos arquitectos cons-
ban, para enloquecer a los campesinos y truyen cámaras de tortura, pero otros leaan-
robarles su tierra y rus onimales; y que si no tan catedrales majestuosos, que recuerdan
hubíeta Alquimia tos hombres serlan bue- la Infinita Bondad del Señor. Las Ciencias
nos porque no tendrlan los medios para ser son el medio, descubren la Verdad, e inaen-
malos. La misma Liga Contra las Tres tan los procedimientos, pero son incapates
Ciencias proclama que los ingenieros cons- de decid.ir los usos a que se aplican. Tal
truyen máquinas de guerar los matemóti- decisión depende exclusiaamente de los
cos calculan la aeloci.dad, y dirección de las hombres, que i han pactado con eI Demo-
balas para matar más gente, y los arquitec- nio usarán la Verda"d y los procedimientos
tos d,iseñan castillos con cámaras de tortura. para hacer daño, para matar y robat, per-
La Liga Contra las Tres Ciencias pide que siguiendo solamente sus infernales arnbicio-
desaparettan todas las Ciencías, que son nes. Así corno hoy hombres buenos y malos,
inuentos del Demonio para perder al Hom- Príncipes Buenos y Malos, estu"diantes bue-
bre en la Tierra y cerrarle las puertas del nos y malos, tambíén hoy Alquimistas
Cielo. buenos y malos; pero ru afición por el m*
Yo quiero decirles gue, en el ardor de su ligno no depend,e de su condición de Alqui-
Santa Fé y deseosa de realizar Buenas mistas sino de sa calidad humana.
Obras, la Liga Contra las Tres Ciencias Los inuito, scítores estudiantes, a que
confunde la sombra con el carro. El Ma- formemos una Liga, pero no Contra el Arte
ligno no está en las Ciencias sino en el Alquímico,la Sagrada Cábal.a y la Tercera
corazón de los hombres. Caln na utilizó un Ciencia, sino contra las Hombres Malos; si
t)eneno preparado por un Alquimista para nuestro Liga cuenta con la bendición del
matar a Abel, aunque iguíendo el razona- Altísímo y tenemos suerte y fuerz.a, üeremos
miento de la Liga Contro las Tres Ciencias, alejarse de nosotros o Satanás y slu.s tenta-
Satanás treó al burro can una quijada del ciones, y podremos aproaechar todo lo útil
tamaño y peso conueníentes para que sir- y constructiuo que se deriaa de las Tres
aiera a tan abominable crimen. Y si pensa- Ciencias. Pero si caemos en el error de ir
mos de esa manera, ¿qué podemos decir contra las Obras de Díos y oluid.amos que
al recordar al Buen Asno que lleaó a la Dul- el Demonio no se escande en ella¡ sino en el
císima Virgen en s-u Huida a Egipto? Es corazón de los hombres, estaremos hociendo
cierto que algunos malos Alquimistar (yo ufl graue perjuicio e impidiendo que lo
más bien los llamaría Magos), aprooechan Sabi.duría Infinita del Señor preaalezca
portes del Método para preparar t)enetros, sobre la Tierro.
pero los mísmos procedimientos iraen para
hacer los bálsamos que aliaian nuestros En el nombre de Dios, He dicho.

A
34
reocupado por no haber visto al do) con sus amigos los pájaros de cosas
Alquimista Joven Durante las Dis- extraordinarias y escuchando Io que ellos
putaciones, el Viejo Alquimista so- Ie contaban; todo lo que se veía desde lejos
licitó permiso por escrito a zu Prlncipe para era rm hombrecillo a la mitad de un cami-
ir a visitarlo; cuando el mensajero real Ie no largo en un valle lleno de flores, rodeado
entregó la respuesta afirmativa y el perga- por r¡na nube de pájaros alegres y mi-
mino sellado con el salvoconducto para dosos...
viajar, tomó su bastón torcido, echó unas En la tarde llegó a la montaña y empe,6
provisiones en su saco y se fue hasta la Gran a subir entre Ios árboles, buscando a sus
Puerta de Ia ciudad. Ahí los guardias le amigas las ardillas que pronto aparecieron
dijeron que había paz en las montañas (las y lo acompañaron, ágiles y saltarinas, por
bandas de forajidos y ladrones habían ga- todo el camino y hasta eI otro lado del rlo,
nado ya tanto dinero que ahora eran ciu- donde encontró un claro y se sentó a des-
dadanos respetables) y que podía üajar cansar, a comer un trozo de pan y una re-
t,
i: sin peligros. El Viejo Alquimista les dió las banada de queso, y a fumar una pipa. Las
gracias, esperd a que bajaran el gran puen- ardillas lo rodearon, atentas y silenciosas,
te levadizo, lo cruzó con alegría y, después escuchando una vez más Ia historia de la
de despedirse desde lejos de Ios guardiaq Ardilla Valiente, que el Viejo Alquimista
agitando su puntiagudo gorro, se alejó por siempre les contaba. Tan interesados esta-
el camino que cruzaba el valle en dirección ban el sabio y sus pequeñas amigas en las
a las montañas. aventuras de Ia Ardilla Valiente que no §e
::
:l

g-po
a:

Era un día espléndido, con el sol brillan- dieron cuenta cuando se acercd
do muy alto en el cielo, eI campo cubierto Ricardo el Trovador. Este era "l
un joven
de flores y los árboles moviéndose zuave- alegre que llevaba su laúd colgado al hom-
mente, empujados por un vientecillo ju- bro y que siempre iba vestido de colores y
guetón y perfumado que corría por todo el con t¡n sombrero adornado con bellas plu-
valle. El Viejo Alquimista se sentía feliz mas de pavo real; se ganaba la üda cami-
y empezó a silbar alegremente, pero sin nando de ciudad en ciudad y cantando en
darse cuenta pas6 de sus simples melodías fiestas y tabernas. No deseando internrm-
medievales al lenguaje misterioso de los pá- pir el cuento del Viejo Alquimista ni asus-
jaros (que él conocía) que pronto acudie- tar a las ardillas, Ricardo el Trovador se
ron y empezaron a volar alrededor de é1. sentó silenciosamente detrás de un gran
Asustado, eI Viejo Alquimista intentó ale- árbot cercano a esperar que terminara el
jarlos, poryue no queúa que desde las relato. Cuando, después de grandes peli-
murallas de la ciudad se dieran cuenta que gros, la Ardilla Valiente por fin regresaba
conversaba con los pájaros, pero éstos le a su fubol favorito y era recibida y premia-
dijeron: da por el Gran Rey Ardilla, Ricardo el
te asustes, nadie nos está viendo Trovador, desde su escondite, acompañó
-No
Desde aquí arriba podemos ver que los las últimas palabras del Viejo Alquimista
guardias están distraidos y no miran hacia con r¡nos suaves acordes de su laúd.
el campo... si aquí está nuestro buen amigo
-¡Pero
Ricardo el Trovador! -{ijo sorprendido
El Viejo Alquimista se sintió más tran-
quilo y siguió su camino, hablando (silban- el Viejo Alquimista a sus amigas, aI escu-

A
55
§
4
?
t:

:1,

l.

char las notas que pareclan surgir del bos- pletas, en el Prlncipe es rma.mueca que
que. apenas esconde tortuosidad, ambició,n y la
Vrejo Alquimista! ¡HoIa, que- ir¡mensa tragedia de su inescapable pequ€-
-¡Hola,
ridas ardillas! eI joven Trovador, fiez. Y Io mismo es cierto para los menos
-saludó
apareciendo de atrás del árbol donde es- encumbrados, gue van por la vida deter-
peraba y quitándose el sombrero con un minados a hacer Io que sea para aleanzar
gesto alegre. la riqueza material, que los aleja fatalmm-
se asusten ustedes -{ijo el Viej,o te y para siempre del niño pequeñito que
-No a las ardillas, gue habían desa-
Alquimista todos fueron y ya nr¡nca volverán a ser...
parecido rápidamente al escuchar la mírsica --dijo con tristeza Ricardo eI Trovador.
y la voz del joven-, no se trata de un Despu& de una pausa, agregó con serie-
cazador. Ricardo es r¡n hombre bueno e dad-: Viejo Alquimista, yo tengo pocas
incapaz de hacerles daño... despu&, cosas en eI mundo. Y las pocas cosÍls que
-Y
dirigiéndose al Trovador, le dijo--: Ven, tengo, las necesito poco. Pero al mismo
siéntate aquí conmigo un rato y cuéntame tiempo soy inmensamente rico, porque po-
qué has hecho desde la ütima vez que nos seo un gran amor por la belleza y porque
vimq. Ia conciencia de mi tamaño infinitesimal y
de muy lejos, Viejo Alquimista de Io efímero de mi existencia no me preo-
-Vengo cupan. Cuando me pregunto: ¿qué hago
-dijo Ricardo el Trovador, sentándose a
nr lado--. Estuve en Ia Ciudad de las Mon- yo en este mundo?, mi respuesta es inme-
tañas Nevadas y en el País de Nksrtshnop. diata y alegre: ¡cantar! Cuando busco de
He cantado mis canciones más bellas en sus qué depende mi seguridad, €ncuentro que
fiestas y he tocado mi laúd en las venta- se basa en no alejarme de mí misno, de
nas de $u¡ casas, pero aunque mi mfisica es Ricardo el Trovador cuando era niño...
alegre y yo deseo divertirlos, Ios hombres embargo, mi buen amigo -dijo el
no muestran interés en escucharme. Están -Sin
Viejo Alquimista-, cuando erasniñono te-
! siernpre tan ocupados que no les queda nlas que preocuparte por no dejar de serlo,
tiempo para ser felices.. . Sólo he logrado sino que simplemente vivías de acuerdo con
atraer a los niños, que me rodean y me tu edad en el mundo encantado que te Per-
siguen por las calles. .. Tú que sabes tanto, tenecía. En cambio, ahora que has crecido,
Viejo Atquimista, erplícame una oos¿l: debes hacer un gran esfuerzo para corurer-
¿por qué los hombres dejan de ser ni- var las virn¡des y las alegrías de tu infancia.
ños?... Como has mantenido Ia pureza de tus sue-
todos, mi buen Trovador, no to- ños y el idealismo de tus valores, el esfuerzo
-No
dos --dijo sonriendo eI sabie-. Tú mismo que realmente haces es mínimo; en general,
eres un claro ejemplo de que algunos hom- cuando el niño crece, abandona juntas su
bres saben conservar íntegros Ia ingenuidad inocencia y sus sencillas ambiciones, y
y Ia pureza'de la infancia. . . adopta otras que Io enfrentan a los demás
la mayorla de los hombres la han hombres como enemigos. De un jardín flo-
-Pero Si comparas la sonrisa de un niño
olvidado. rido de juegos ingenuos, el mundo se trans-
con la de un Prlncipe te darás cuenta de Io forma en un sombrlo e implacable campo
terrible de la transformación: lo que en el de batalla. La realidad cotidiana cam-
niño es inocencia, frescura y alegría com- bia...

A
56
la bclleza, el amor y la poesía ció la Guerra de las Praderas, en que de-
-Pero
también existen e¡r el mundo de los adul- rrotamos a Ios Rubios Bárbaros...
tos. .. el Trovador. de eso hace muchísimos años!
-protestó -¡Pero Ricardo el Trovador, sin poder
-Naturalmente -dijo el Viejo Alqri- -<:rclamó
mista-, pero ya no predominan, ya no reprimir su sorpresa.
ocupan toda nuestra atención ni llenan EI Viejo Alquimista prosiguió, igrrorando
nuestro universo, como Io hacían cuando Ia intern¡pción: Emperador me
fuímos niños. En su lugar, emergen poco llamó para que lo -...e1
a¡rdara en la campaña.
a poco otras metas, m& complejas, produc- Al principio yo sólo era un Pequeño Con-
tos de la sociedad en que vivimos, muchas sejero Adjuntq pero desempeñé mi papet
de las cuales son como espejismos que des- con tal celo y con tanta fortrma que a las
lumbran a los hombres con sus falsas pro- pocas semanas ya gozaba de la confianra
mesas y los hacen egoístas y ambiciosos. plena del Gran Capitán General. Quiso el
§ól,o los artistas corlo tú, mi buen Trovador, destino que en la Batalla de los Dragones,
resisten esas ilusiones vanas y continúan que como tú recuerdas decidió a nuestro
viviendo en el mundo feliz de las cosas favor la Guerra de las Praderas, la estra-
realmente importantes. . . tegia seguida por el ejército de nuestro
tú, Viejo Alquimista? Emperador fuera producto de un diseño
-¿Y el Trovador con una-preguntó
Ricardo sonrisa- mío. Cuando regresamos victoriosos a nues-
¿Gmo es posible que estando tan cerca del tra Ciudad, el Emperador nos recibió con
Príncipe y habiendo pasado tantos años m grandes honores y durante varios días co-
la misna ciudad no hayas sido cautivado nocí Ia embriaguez intoxicante del uiunfo
por su ambición? ¿Cómo has podido con- cortesano. Pero todaüa no terninaba de
servar tu espíritu tranquilo y limpio y tu sonar Ia mrisica de los festejos que celebra-
capacidad para hablar con las ardillas?.. . ban la destrucción de los Rubios Bárbaros,
El V§o Alquimista se quedó callado un cuando eI Emperador me llamó ante su
ratq se rascó la cabez.z y dijo suavemente: augusto trono y me propuso que dejara mis
. Cuando era joven como tú trabajos en la AIta Alquimia, la Sagrada
-¿Yo?..
eres ahora, y empezaba a trabajar de Cábala y la Tercera Ciencia, y aceptara
aprendiz en el laboratorio de mi Maestro, quedarme en su Palacio somo Consejero,
el Gran Alquimista de la Ciudad de las con la promesa de que pasado un tiempo
Campanas Encantadas, tuve la oportuni- (yo era todavía muy joven) me haría su
dad de ver de cerm el juego de la política Gran Visir...
del poder. Mi Maestro me favorecía con su pasó entonces? in-
I
i
amistad y con frecuencia me llevaba al Pa- -Y ¿qué
teresado el Trovador. -preguntó
lacio del Emperador, quien lo consultaba acepté encantado. Si-
-Naturalmente,
t

I
para toda clase de asuntos. Con la irres- guieron unos breves meses en que disfruté
!i
,i!
ponsabilidad y eI arrojo de mi juventud, en del poder y adquirí gran influencia en la
:, varias ocasiones me permitl expresar mis Corte. La ambición creció dentro de mí
puntos de vista sin que nadie los hubiera como un cáncer, y me olvidé del laborato-
soücitado, pero lo hice con tan buena suerte rio, de mis libros y de mi astrolabio. Creí
que casi siempre los acontecimientos se en- que podía cambiar aI mundo y a todos los
cargaron de darme la ruz6n Cuando se ini- hombres y hasta llegué a pensar con des-

3+
,fl
precio en mis antiguos compañeros apren- gresé a mi laboratorio, convencido de que
dices de Alquimistas. Pero un día... mi sitio era ese y mi función en la vida era
El Viejo Alquimista se detuvo y miró a ser r¡n alquimista.. . Yo no podía ofrecer- ',: ;

su alrededor. Hacía un rato que las ardillas les a los hombres alegría y belleza, pero :{
habían salido de zu escondite y atra vez, tenía la posibilidad de entregarles algo tan
estaban sentadas en círculo frente a é1, es- valioso y tan importa¡irte, como es el conoci-
cuchándolo con atención; Ricardo Io mi- miento...
raba en silencio y respetuosamente. Empe- El Viejo Alquimista dejó de hablar. Con
z.aba a ocultarse el sol y la tarde se había mayor discreción eue [r¡nca, la nochecita
puesto color de oro. Dirigiéndose a Ricardo, había llegado al bosque y cubría amorosa-
el sabio continuó su historia: mente al pequeño grupo formado por t¡n
día me encontré con un trova- viejo nostálgico, su joven amigo y unas
-...un
dor como tú. Iba por la calle, tocando sua- ardillas curiosas, pero inmóviles. Al cabo
vemente su laúd y sonriendo cuando los de un rato, el Viejo Alquimista se puso de
niños lo rodeaban, extasiados ante zu habi- pie y dijo:
lidad musical. Yo lo miraba desde mi ca- a recoger unas ramitas para hacer
rmaje, sin que ét puüera verrne. Me -Voy
una fogata y pasar aquí la noche, Ricardo.
encant6 su frescura, su alegría sencilla y ¿Me esperas?. . .
contagiosa, su libertad ilimitada. En ese El Trovador asintió sin decir nada, y
momento sentí que mi carruaje era trna cuando e[ sabio se alejó, levantando ramas
cárcel, que en vez de hombre poderoso yo secas del suelo y seguido por su cortejo de
era un riste prisionero de mis ambiciones, ardillas, tomó su laúd y enpezí a cantar
un esclavo encadenado por mi propia ansia suavemente...
de poder. Recordé la parábola del cuarto Lamaíana siguiente el Viejo Alquimista
oscuro donde un pobre ciego buscaba en la se levantó temprano; se despidió de Ricar-
noche y a tiantas un gato negro... que no do el Trovador, que iba en otra dirección,
existe. Donde yo veía conspiraciones y y siguió su alegre caminata. Antes de que el
odios, el trovador encontraba espontanei- sol llegara a lo más alto del cielo, alcanz,6
dad y amor; mientras mi preocupación era a ver a Io lejos las murallas de Ilusionburg,
manejar a los hombres, Ia suya era diver- la ciudad donde vivía el Alquimista Joven,
tirlos. Me hundí en la profundidad más y un par de horas después el visitante lla-
recóndita de mí mismo y me pregunté: maba a la puerta de la vieja casona donde
"¿Es esto Io que realmente quieres?" Cuan- su antiguo aprendiz había instalado su la-
do urdía toda clase de explicaciones para boratorio.
acallar mi conciencia, el trovador vió mi
carruaje y se dirigió hacia mí, sonriendo

ffi
como tm sol esplendoroso. Todos mis argu-
mentos se desmoronaron cuando cantó ienvenido, mi Maestro!--dijo el
suavemente un madrigal iluminado, y al Alquimista Joven, quitfuidose su
terminar hiz,o una generosa reverencia y se gorro puntiagudo Y haciendo una
alejó por la calle, regalando a manos llenas resPetuosa caravana, mientras abrla la
toda aquella felicidad pura y sencilla. .. puerta para que entrara el V§o Alqui-
Ese mismo día abandoné el Palacio y re- mista.

tt
". ..alcanzó a oet c¿ lo lejos las murallas de lluio¡burg...',

a visitarte porque me preocuÉ alquimistas, aunque no tan viejos y raidos


no-Vine
verte en las Disputaciones -dijo el como los de su visitante.
Viejo Alquimista, después de haber salu- No hacía mucho tiempo que el Alqui-
dado afectuosamente a su joven colega y mista Joven había dejado de trabajar con
cuando ya se encontraban sentados juntos su Maestro, para venir a Ilusionburg a en-
en la mesa, refrescándose con vinillo blanco cargarse del laboratorio. Su fama como sa-
helado. Mientras hablaban, el Viejo Al- bio ya había empezado a extenderse por
quimista miraba con ojos cariñosos al otras ciudades. Además, el Príncipe de
Alquimista Joven y con frecuencia le toca- Ilusionburg, aunllue pobre, era emprende-
ba el brazo o la cabeza, como para conven- dor y ambicioso, y deseaba con todo su
cerse de que estaba ahí. El Alquimista corazán que el Gran Trabajo se reahzara
Joven era un muchacho esbelto y de ele- en su ciudad para alcanzar riqueza, ¡roder
vada estatura, con la barba y el pelo negros y gloria. Esto favorecía aL Alquimista Jo-
y rizados, grandes ojos dulces y profundos, y ven, porque su Príncipe lo ayudaba en lo
expresión seria. También vestía Ia misma que podía y Io llenaba de atenciones en su
bata larga y el gorro puntiagudo de los Corte; pero también lo mantenía casi pri-

? g §J-"*'r"o §
A
3E
ñ,rc*tr-ETf
sionero en su laboratorio, celoso de cr¡al- jor fue el Sabio Negro, no por lo que dijq
quier otra ocrrpación que lo distrajera de la sino por Ia felicidad que irradia...
búsqueda dc la Piedra Filosofal. Por eso Los dos amigos hablaron de cosas mara-
el Alquimista Joven no había asistido a las villosas durante muchas horas; cuando sc
recientes Disputaciones. hirc de noche, el Alquimista Jot ett levantó
Pero tal actitud del Prlncipe no era ne- Ia tapa de su Cajita Negra, dejando que el
cesaria. El Alquimista Joven ardía de la brillo del oro purlsimo iluminara la habita-
mañana a la noche con la pasión del tra- ción Despu& de cenar, el Viejo Alquimista
bajo; Ias pocas horas de descanso que le encendió su larga pipa y pregrmtó:
concedla a su cr¡e{po, adolorido y cada vez trabajas tan intensamente @mo
más escaso por la actividad incesante a que
-¿Aun
antes, cuando compartíamos eI Gran Tra-
lo sometla, las tomaba en un camastro bajo en mi laboratorio?
que habla hecho traer al laboratorio. Una todavía! el Alqui-
da vez al día se sentaba a la mesa para -¡Más -respondió
mista Joven con pasión-. ¡Me falta tanto
tomar, con prisa, Ios alimentos que Ie pre- por aprender!He estado ya cerca dc lograr
paraba su ama de llaves, y no era raro que el Gran Trabajo, pero mi mala suerte y mi
la sopa se enfriara esperando que el Alq.ri- corta experiencia me han traicionado. Mi
mista Joven se desprendiera de sr¡s fuelles Príncipe me ha prometido r¡n nuevo y más
y retortas. En dos ocasiones había estado a grande Vaso de Hermes, que encargd para
punto de realizar eI Gra¡r Trabajo Perfecto, ml en la Ciudad de las Montañas Nevadx,
pero pequeñas faltas (a las que la imp"- con el que espero desarrollar los ütimos 6
ciancia del Alquimista Joven no era com- pasos de la Metamorfosis Perfecta. Estoy
pletamente ajena), lo habían hecho fraca- seguro de seguir hrs sabias enseñanzas fiel-
sar en el úItimo-momento. De todos modos, mente, Maestro, y de alcanzar asl mi anhe-
era el único que habla logrado rma Pre- lado propósito. Pero hay algo que me in-
paración de oro tan Puro que sr¡ brillo quieta y no me deja dormt--tl Alquimista
zustituía a la luz de las velas en la noche. El Joven se detuvo en el centro del cuarto,
Alquimista Joven guardaba el oro purlsimo mirando al vacío-. Tengo miedo de que
en una Cajita Negra durante el dla; crrando se me adelante uno de los Alquimistas Gor'
Itegaba Ia noche, abrla la tapa de su Cajita dos. Ellos tienen todos los aparatos que
y lah;r. llenaba su laboratorio. Horas más necesitan y muchos aprendices; cuando les
tarde, cua¡¡do finalmente se iba a dormir, hace falta una sustancia especial, sus Prln-
cerraba la tapa de Ia Cajita. cipes envlan veloces mensajeros por ella a
mucho perdenne tus sabias pa- donde se encuentre, con instn¡cciones de
-Sentl
Iabras en las Disputaciones, Maestro- dijo pagar lo que sea, y al regreso zus Oidores
eI Alquimista Joven- p€ro estoy a la mi- vestidos de rojo dejan Pasar a los mensa-
tad de una Calcinación de Plata Sófica de jeros por las murallas sin detenerlos. En
la que espero grandes resultados... cambio, yo s6lo tengo lo que ves aquí,
dije nada que no hayamos disct¡- Maestro, que es bien poco; no cuento con
-No
tido tú y yo muchas veces intemrmpió tm plo aprendiz (no tendría dónde a§arlo
el Viejo Alqumista-; y -Io
lo misno puedo ni qué darle de comer); el cofre de mi
decirte de lo que escuché de nuesüos res- Prlncipe está casi vacío, y crrando he re-
petados y ügnos colegas. Sin duda, eI me- querido Aceite Plateado y Azufroso, Im

A
¡to
que por fin Io trajeron, füeron
lnenslJ_eros,
detenidos en las murallas ae mi propia ciu-
dad por nuestros Oidores vestiáos de rojo
durante muchísimo tiempo, ¡y obligados a
pagar un enonne impuesto! Mi prlncipe
me visita con frecuencia, impaciente por-
que mi trabajo va despacio, y esto me hace
redoblar todavía más mis esfuerms. ..
manera que tú estás compitiendo
-¿De
con los Alquimistas Gordos? el
Viejo Alquimista, fumando su -preguntó
pipa.
el Alqui-
-¡Naturalmente!
mista -contestó
extrañado por la
Joven, Pregunta-.
Estamos en el mismo camino, pero mien-
tras ellos cotren o vuelan, yo apenas si me
muevo como un torPe escarabajo. ..
raz6n de impacientarte conmi-
-Tienes
go --dijo dulcemente el Viejo Alquimis-
ta-. Cuando yo tenía tu edad también
pensaba que mi trabajo era una carrera y
que mis competidores eran los Alquimistas
Gordos. Mi única ambición entonces era
llegar a la meta antes que ellos y ganar
fama, poder, y hasta el premio LeBon...
Premio LeBon! --dijo con ojos
-¡El
brillantes y acento alucinado el Alquimista
Joven-. ¡Ese es mi sr¡eño más preciado!
¡Si yo lo ganara, los Príncipes de todas las
ciudades más ricas me invitarían a sus Cor-
tes, tendría todos los aprendices que qui-
siera, seúa uno de los Infalibles!.. .
El Viejo Alquimista lo miró largamente
en silencio, mientras su joven amigo vivía
una vez más en su imaginación el momento
triunfat en que le entregaban, en Ia legen-
daria Corte de los Reyes de Francia, el
Premio LeBon, mienuas elegantes caballe-
ros y bellísimas damas lo admiraban y to-
dos los Alquimistas del mundo lo aplaudían
(y en el fondo, lo envidiab*); también
repasaba sus riquezas, st¡s palacios, los ho-
nores que le rendirlan al üsitar otras ciu-
dades, los poemas que se escribirlan sobre El Alquimista Joaen y su Caiita Ncgra

4+
E

§
t
It
t
su descubrimiento, las estatuas que le dedi- tros semejantes. Pero todo exceso es malo
caían, el éxito... y en la actualidad el Premio LeBon está
éxito. . . --dijo el Viejo Alquimista, cortribuyendo en grart parte a enajenarnos
-El
despertando al Alquimista Joven de sus de las Tres Ciencias. Los Alquimistas he-
sueños-. Es curioso, hace poco tuve opor- mos aceptado el puente que nos tendió Ia
tunidad de disct¡tir con un visitante el sig- generosidad de los Reyes de Francia y a
nificado del éxito para los que trabajamos través de él nos hemos pasado al otro lado,
en las Tres Ciencias. Quiá te interese oír abandonando en esta orilla solitaria a nues-
un resumen de esta plática, antes de que tras queridas y ahora tristes Ciencias. ..
nos vayamos a dormir.. . yo trabajo más que ntmca,
-¡Pero
Maestro!.. . -{ijo el Alquimista
-Querido Maestro, te escucho con aten- Joven.
ción{ijo dócilmente el Alquimista Joven, sé,hijo mío, lo sé el
santándose frente z él y mirándolo con
-Lo
Viejo Alquimista-. Toda -respondió
tu vida está de-
seriedad e interés. dicada al Gran Trabajo, pero tu entazfin
embargo, antes quisiera decirte no te acompaña en tus tareas. Y aqul es
-Sin
algo sobre el Premio LeBon y su significado donde quiero recordar mi conversación so-
--dijo eI Viejo Alquimista, tocando a su bre el éxito de los Alquimistas, aunque la
amigo afectuosamente exr el brazo y son- verdad no sé si mi visitante era real o si
riendo r¡n poco-, en vista de la importan- todo fue un sueño... El éxito, decía yo,
cia que reviste para tl. Yo creo que el es alcanzar lo que se desea, es hacer reali-
Premio LeBon fue una maravillosa idea de dad nuesras ilusiones. La meta de las Tres
Ios Reyes de Francia, porque sirvid para Ciencias, y por lo tanto la de nosotros, st§
establecer t¡n lazo de unión entre los Alqoi- devotos ejecutantes, es alcanzar la Verdad,
lt mistas y el resto del Mundo; al reconocer es penetrar en el mundo oscuro de lo des-
sus Majestades la eminencia de uno de los conocido y hacer la hu,, aunque sólo sea
I
_i sabios y premiarla en una gran fiesta, tan en un rinconcito muy pequeño. Pero cuan-
grande que $§ ecos reverberan más allá de do tú mencionaste tu sueño más ansiado, no
los Pilares de Hércules y llegan a Catay, te referiste al Conocimiento sino al Premio
elevaron nuestras oscuras y casi siempre LeBon...
incomprensibles actividades a la misma ca- eso es sólo Ia consecuencia del
tegoúa de las conquistas realizadas por los
-¡Pero
triunfo! el Joven Alquimista.
más Grandes Capitanes; de las batallas ga-
-protest6
lo que el Gran Trabajo se trans-
nadas por los más Famosos Condotieros y
-Con
forma en un medio para alcarv.ar un fin
de las Obras Maestras de los más Inspira- que le es ajeno -{ijo el Viejo Alquimis-
dos Artistas. Nwtca nos habíamos visto tan ta-, en vez de ser él mismo zu propio fin.
eler¡ados (no es por inmodestia que me in- Ese es mi punto, hijo mío, cuando te digo
cluyo, sino simplemente porque pertenezco que el Premio LeBon y todas las riquezas,
al grernio), y esto sirvió para que nos sin- honores y famas que lo acompañan nos han
tiéramos parte de la sociedad de los Hom- anajenado de nuestra tarea. Ayer éramos
bres. Nos bacla falta, porque para muchos un grupo pequeño de amigos que velamos
de nosotros, y tú eres un bello ejemplo de en la realización diaria del Gran Trabajo
esto, nuestro trabajo es tan apasionante nuestra felicidad y que alcanábamos nues-
que tiende a separarnos y aislarnos de nues- tras mayores satisfacciones en su ejecución

A
42
tr

timpia y cada vez menos imperfecta; Ia n día en el verano, cuando el sol


sociedad artificial y competitiva no nos to- brillaba en el cielo y los árboles
caba, pero sobre todo, no nos había conta- mostraban sus mejores ropajes
minado con sus propios Triunfos. Sin em- verdes, el Viejo Alquimista decidió ir a
bargo, ahora las cosas han cambiado. La pasear al bosque un par de horas antes que
Ambición duerme en el corazút de los de costumbre, Se sentía contento y respira-
hombres pero tiene el sueño ligero, y los Al- ba con satisfacción el airecillo perfumado
quimistas también somos hombres; el mido de la tarde recorriendo veredas conocidas y
E
de los aplausos, el tintineo de las monedas, canturreando en voz baja una melodía
§
el susurro de Ia adulación la han desper- medieval. De pronto, al asomarse desde
, tado, y ahora ha sustituido a nuestro amor una loma al claro donde el río formaba un
1i
'§ por la Verdad y Ia Sabiduría, cambiándolo pequeño estanque, se detuvo sorprendido:
por r¡na pasión ciega y desenfrenada por sentadas a la orilla del agua estaban la
,ti

-r.E
eI Poder, la Riqueza, la Fama y hasta el Princesa Isabella y dos damas de compa-
,€: Premio LeBon. . . Lo que en un tiempo fue ñía. La Princesa era la hija única del Prín-
colaboración amistosa se ha transformado cipe, una lindísima niña de 16 años, rubia
T-t
en competencia de enemigos; la angustia como Ios rayos de sol que se filtraban a
§:
§
{t
de saber ha cedido su lugar a Ia impacien- través de los árboles y de ojos azules tan
cia de triunfar; el amor por la Verdad ha claros que parecían flores pálidas.
!.
sido reemplazado por la pasión del Poder. El Viejo Alquimista se acercó al grupo
* Los Alquimistas.hemos conocido el Mun- y quitándose su gorro puntiagudo dijo:
do; nos hemos deslumbrado con sus valo- Buenas tardes, Princesita ! ¡ Buenas
res, y los hemos adoptado, abandonando -¡ señoras damas!
tardes,
t.
los nuestros; como somos seres humanos La Princesa Isabella sonrió aI verlo y le
imperfectos, lo podíamos haber predicho. contestó:
Pero lo que no sablamos es que la tra¡s- tardes, Viejo Alquimista!
-?
formación iba a ser tan dolorosa.. . -¡Buenas
gusto de verlo! Mis amigas y yo
'€
¡Cuánto
El Viejo Alquimista cerró los ojos y se estamos disfrutando de la uanquilidad de
quedó callado un largo rato, perdido en sus la tarde. Por favor, siéntese usted aqul...
:*
pensamientos. Cuando Ios abrió, se dio El Viejo Alquimista se sentó en una pie-
t ,cuenta que el Alquimista joven se había dra al lado de la princesa y le dijo:
._-:
levantado y estaba mezclando cuidadosa- quedaré con ustedes un momento.
E
mente dos sustancias en un mortero, mien- Yo-Me
tambien salí temprano a caminar por
r tras leía de un viejo volumen un proceü- el bosque, porque el día está muy bonito y
;
miento egipcio para iniciar la precipiación me pareció una lástima quedarme encerra-
del Azufre Blanco. El Viejo Alquimista do en riú laboratorio.. .
observó a su joven amigo con ojos amoro- está siempre trabajando, Viejo
-Usted
j:

sos durante un rato, después se levantó de su Alquimista -{ijo dulcemente Ia Prince-


silla y dejando su pipa en la mesa, se pr¡so sa-. Debe hacer cosas muy interesantes. ..
su gorro puntiagudo, se acercó lentamente de lo que yo hago Puedc com-
a él y empeá a ayudarlo. . .
-Nada
petir con el placer de estar aqul con uste-
Al dla siguiente, el Viejo Alquimista re- des... galantemente el Viejo AI-
gresó a su ciudad.
-dijo
quimista.

A
47
La Princesa sonrió complacida, pero no otra ciencia más para estudiarlos? ¿No les
dijo nada. Volvió,rus ojos hacia el estan- ha parecido a los sabios que las emociones
que y permaneció silenciosa durante un son importantes? ¿Puede haber algo más
ratq al cabo del cual dijo, sin mirar a trascendente que el amor?...
naüe: El Viejo Alquimista miró la superficie
--Iface tiempo que querla ir a visitarlo, tersa y brillante del agua, ondulada apenas
Viejo Alquimista, pero no lo he hecho por por el viento suave y tibio que acariciaba
temor a distraerlo de sus ocupaciones... la superficie del estanque, para después
lo hubiera hecho usted, Prince- agitar levemente los hilos de oro en la ca-
-Ojalá
sita. Yo siempre estoy a sus órdenes. Si beza de la Princesita. Buscando con cui-
todavla puedo servirla en algo. . . --el Vie- dado las palabras, dijo con voz lejana:
jo Alquimista se internrmpió al darse las Tres Ciencias no se ocupan de
cuenta de que la Princesa se había Puesto
-Si
las emociones y de los sentimientos, de la
muy triste. amistad y del a¡nor, de Ia belleza y del
quisiera pedirle una cosa, Viejo Al- heroísmo, de la compasión y de la santi-
-Yo
quimista tiemamente la Prin- dad, y de tantas otras formas de expresi6n
-¡n¿s¡s¡§
cesa, mirándolo con sus grandes ojos azu- de nuestra vida interior, no es porque las
les-. Usted debe saber la manera de curar consideren de poca importancia o inexis-
mi mal. Necesito algo que me alivie de la tentes. Para hacer la decisión de su con-
pena del amor... El Caballero a quien he tenido, las Tres Ciencias tomzrn toda la
dado mi coraz,6n está ausente y yo vivo experiencia humana y la filtran a través
enrmelta en la tristeza.. . de su Método. Lo que se queda lo llevamos
EI Viejo Alquimista dijo con dulzura: al laboratorio para estudiarlo: lo que se
querida Princesita, yo bien quisie- escapa pertenece a otras actividades como
-Mi
ra ¡rcder ayudarla a recuPerar la alegría y Ia Poesla, la Pintura, la Música, la Filoso-
la felicidad. Pero temo que mis conoci- fía. . . Los científicos no neg¿rmos Ia exis-
mientos y mi trabajo no sirvan para nada tencia de estos otros camPos; de hecho,
exr este caso. Las Tres Ciencias sólo se participamos también en casi todos, pero
ocupan de cosas que se pueden Pesar y entonces ya no como cientlficos sino como
medir; el amor no cabe en un alambique, seres humanos. Con frecuencia, en mi Ia-
la tristeza se escapa del Gran Vaso de Her- boratofr, debo destilar llquidos y aislar
mes. .. Los seutimientos no Pertenecen al de ellos sus diversos componentes; a ve-
laboratorio. .. ces de una sustancia poco atractiva voy
entonces Jijo con voz angus- obteniendo materias de hermosos @lores,
-Pero
üada la Princesa- ¿no debería inventarse como si mi frasco se fuera llenando, poco
a poco, con gotita§ de arco iris. Estoy se-
guro, Princesita, que usted disfrutaría de
esa belleza tanto como de r¡n atardecer
multicolor en las montañas. Pero ni la pro-
ducción de Ia mezcla policromada, ni la
emoción estéüca que derivo de ella, son
el objeto de mi trabajo. Lo que yo busco
es el conocimiento. La hermosura que oca-

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sionalmente surge frente a tnl, y la gran Incorporándose, e[ Viejo Alquimista hizo
l:
_'-il satisfacción que siento al disfrutarla, son una rerrerencia y üjo:
i
-.1'

elementos accidentales. Aunque siempre muchas cosas que las Tres Cien-
bienvenidos, mi prop6sito €n el laboratorio -Hry
cias no estudian y resrltaría abzurdo utili-
*I
.! no es encontrarlos, sino comprender mejor zar el Método en campos donde no tienen
';
a Ia Naturalaa... aplicación.
el amor?... preguntó Ia Princesa. Por otro lado, Princesa, no existe ningu-
-¿Y amor no se estudia, Princesita; el na otra forma válida de conocer la Verdad
-El
¿¡mor se vive -<ontestó el Viejo Alquimis- más que a trav& de las Tres Ciencias. Pa-
ta con una sonrisa-. Ni Ia balanza más ra explorar las leyes que rigen el movi-
fina puede pesar r¡n gramo de amor, ni el miento de loc astros en el cielo de nada
Alquimista más experto de la Tierra puede valen las ilusiones de los adivinm o las
destilarlo, ooncentrarlo o precipitarlo. No opiniones basadas en la pura imaginación;
eristen procedimientos secretos para sinte- lo rfoiico que sirve es la aplicación diligente
tizar el arnor. Todos los sabios del mundo del Método de las Tres Ciencias. En cam-
juntos son incapaces de explicar la turba- biq la única solución para el amor, Prin-
ción interna que se siente cuando se apro- cesita.. . es eI amor. Pero en eso no tengo
xima el ser amado. .. o la triiteza infinita Ia menor duda de que el afortunado Caba-
cuando se aleja. .. llero aliviará muy pronto su tristeza, que
Señor Vrejo Alquimista, seguramente a él lo llena también, y
-Entonces,
Tres Ciencias no pueden ayudarme? que ahora mismo Io está estimulando a re-
¿las
Uistemente la Princesa. gresar lo antes posible.
-preguntó
A
45
il
gracias, Señor Vr.jo Alqurmrs- laboratorio. En la ciudad todos sabían que
-Mit
ta... -dijo la Princesa con rma sonrisa. el Mago n!¡n@ salía de su cueva mientras
Princesita Isabella el brillara el sol; los estudiantes habían co-
Viejo Alquirnista y se alejó enre-dijo
-Adiós, los árbo- rrido la voz de que pasaba todo el día
les, canturreando en voz baja una melodía durmiendo, pero ya sabemos que los jóve-
medieval... de amor. nés irreverentes piensan que los adultos se
portan como si fueran jóvenes. Cuando
se hizo de noche, el Viejo Alquimista en-
cendió unas velas y, tomando un pesado
volumen, se dispuso a esperar aI Mago
na tarde, poco tiempo después, Mergilio. Al cabo de unas horas el Ma-
llegó un mensajero a Ia Torre go entr6 silenciosamente al laboratorio ¡
de Marfil a avisarle al Viejo despué§ de sentarse al lado del Viejo AI-
Alquimista que el Mago Mergilio deseaba quirnista, que se había dormido esperando,
hablar con éI en Ia noche y que iría a su lo despertó diciendo:
Alquimista, despiértese ya!
-¡Viejo
Hace más de una hora que estoy aquí y
por prudencia no Io he despertado antes,
pero no puedo pasarne toda Ia noche
viéndolo dormir.. .
Et Viejo Alquimista se despert6 dando
r¡n salto de la silla; al ver al Mago empezó
a deshacerse en disculpas:
perdones, Mago Mergilio! ¡Sien-
-¡Mil
to muchísimo haberlo tenido esperando,
pero usted debería haberme despertado en
cuanto llegó! Le agradezcq su gentileza y
otra vez le ruego me perdone. Ya estoy
I- ,r viejo y me quedo dormido fácilmente...
bueno, no importa --dijo el
f

-Bueno,
Mago Mergilio, satisfecho de que su truco
había dado rezultado--. Siéntese usted y
vamos a hablar de un asunto muy impor-
tantísimo. El Príncipe me ha pedido que
usted y yo combinemos fuerzas para lograr
algo muy importantísimo para é1... muy
importantísimo, . .
(Debo aclarar que para el Mago Mer-
giüo todo era "muy importantísimo").
El Viejo Alquimista lo escuchaba con
gran atencióq no sin desear haber tenido
su larga pipa en el laboratorio.
El Mago Mergilio Príncipe desea que hagamos apa-
-El
A
46
recer un cometa rojo de larga cola azul, Sagrada Cábala y la Tercera Ciencia. Con
para celebrar las bodas de zu hija la Prin- zus profundos conocimientos y su extensa
cesita'Isabella con un Caballero que regre- experiencia, puede lograr cosas muy im-
sará muy pronto. El cometa debe ser muy portantísimas.. .
importantísimo, de gr¿rn tamaño, debe bri- El Viejo Alquimista se quedó callado;
llar tres días y tres noches y desaparecer ahora más que nr¡nca le hacía falta zu lar-
al terminar las fiestas del casamiento de la ga pipa. Se incorporó de su silla, caminó
l
Princesita. Estará usted de acuerdo en que un poco en el laboratorio, se volvió a sen-
-:l
::i
''i
es muy importantísimo que logremos.. . tar y con voz serena le dijo aI Mago Mer-
cometa? ¿Hacer aparecer un co- gilio, que lo miraba con ojos impacientes:
-¿Un
meta? --d Viejo Alquimista no salía de su amigo, debo decirle algo que
-Querido
l,l asombro--. ¿A fecha fija? ¿IJn cometa considero... pues.. . muy importantfui-
rojo de larga cola aa¡l?.. . mo.. . para Ia peüci6n de nuestro Prínci-
muy importantfuimo -{ijo el Ma- pe. A pesar de que las Tres Ciencias son
-Es
go Mergilio, no sabiendo qué otra cosa capaces de hacer grandes cos¿ts, siempre
decir, y esperando que el Viejo Alquimista operan dentro de dos principios completa-
se recuperara del impacto de la solicitud mente inviolables: Ia causalidad y lo natu-
del Príncipe. ral. El principio de la causalidad establece
mi querido Mago Mergilio --di- que cada efecto tiene una o más causas;
jo,-Pero,
un poco más calmado, el Viejo Alqui- los fenómenos que observamos tienen como
mista-, este deseo del Príncipe cae com- antecedentes inmediatos otros fenómenos.
pletamente dentro de su departamento. Yo Cuando hemos establecido una secrrencia
podría calcular cuándo aparecerá el pr& clara y reproducible, si después de A siem-
ximo cometa, que ¡ror cierto no será rojo pre hemos observado que sigue B, empe-
ni tendrá Ia cola larga o azul, pero conju- zamos a pensar que A tiene una relación
rar un cometa Para que aParezca. ,. §e causal con B. El otro principio, de lo na-
sale... tural, especifica que el mundo que estudia-
que mi departamento? ¡No, mos es el accesible a nuestro entendimiento,
no,-¿Cómo
no!-dijo apasionadamente e[ Mago o sea, que lo podemos comprender porquL
Mergilio--. Yo soy un simple Mago, mis se compoña siguiendo ciertas reglas que ya
poderes son muy escasos; apenas si puedo conocemos. En cambio, la Magia se carac-
hacer que se apaguen las velas sin soplar teáza por ftmcionar en la esfera de la
--€rr ese momento se apagaron las velas acausalidad y de lo sobrenatural; los fen&
que el Vr.jo Alquimista habla encendi- menos que produce no tienen causas reco-
do-, y que se vuelvan a prender solas nocibles y con frecuencia ocurren a pesrr,
velas se encendieron solas, como Por y, a veces, hasta en contra, de las reglas del
-las
arte de magia- .. .o que se muevan las mundo de Io natural. Lo que el Príncipe
mesas de este cuarto mesas emPeza- pide es que conjuremos un cometa con
rron a moverse-; pero-las
hacer que aparezca ciertas característias y a fecha fija; esto
un cometa se sale definitivamente de mi viola Ia causalidad y pertenece al ámbito
capacidad. En cambio -dijo sonriendo de lo sobrenatural. Por lo tanto, no tiene
aduladoramente- usted es el más grande nada que ver con Ias Tres Ciencias y co-
de los Doctores en el Arte Alquímico, la rresponde por completo a la Magia.

A
47
El Mago Mergilio estaba estuPefacto e asistiré a la boda de la Princesita
indignado a la vu. Se puso a gritar:
-Yo
Isabella con su Caballero y lloraré de con-
entiendo nada de lo que usted tento al verla tan radiante y tan hermosa,
-¡No
dice! ¡Esto es muy importantísimo para el como hacemos todos los viejos en las oca-
Príncipe ! ¡ La Princesa Isabella es su única siones felices. .. -dijo tranquilamente el
hija y él quiere un cometa rojo de larga Viejo Alquimista, pensando una vez más
cola azul! ¡Usted tiene que ayudarme, en su larga y sabrosa pipa. Y agregG-:
porque yo solo no puedo hacerlo ! ¡No me Pero todavía debo decirle algo más, mi
salga ahora con que ese no es zu departa- admirado Mago Mergilio, re§pecto a las
mento!. .. Tres Ciencias, ¡rorque me interesa que se
EI Viejo Alquimista esPeró a que el lleve usted una idea más completa de su
Mago Mergilio se calmara un Poco y, apro- naturaleza y sus alcances.
vechando t¡n momento err que se calló escucho con atención --dijo el
para tomar aire, le dijo rápidamente:
-Lo Mergilio,
Mago mirando de reojo hacia
se impaciente usted conmigo, mi la puerta de la Torre de Marfil y sentán-
-No
buen amigo Mago Mergilio. Creo que jun- dose en Ia orilla de su asiento, en actitud
tos podemos conjurar una solución a este de despedirse.
problema, en vista de que no Podemos yo que las Tres Ciencias fun'
-Decía
cionan dentro del ámbito de la causalidad
conjurar el cometa que desea nuestro Píln-
cipe. Bastará con que usted corra el rumor y de lo natural --dijo lentamente el Viejo
en el Castillo de que el Sultán de Ulra- Alquimista-; pero debo agregar que eI
tierra hizo aparecer un cometa igual al que conocimiento derivado de la aplicación del
quiere nuestro Príncipe, para celebrar el Método también tiene características pe-
nacimiento de sus nuevas Panteras verdes; culiares y muy diferentes del obtenido Por
con esto, nuestro Principe cambiará inme- la Magia. La verdad es que nosotros los
diatamente zu deseo, Pues ya sabemos que científicos no sabemos nada con certeza:
no le gusta copiar los portento§ de otras el conocimiento absoluto nos está vedado,
ciudades. Al mismo tiempo, debe usted pe- en parte por nuestras propias limitaciones,
dirle a la Princesita Isabella que, como y- en parte por la Naturaleza misma. "
regalo de bdas, solicite a su padre algo --Mty importantísimo
-murmur6
el

maravilloso, pero cuidando que esté dentro Mago Mergilio, sin entender nada.
de los poderes de su Mago. Estoy segrro un sabio dice que sabe algo,
-Cuando
lo que conoce es simplemente la probabi-
que nuestro Príncipe no podrá negarse. De
esta manera, brillará usted en la Corte una lidad de que t¡n Experimento dado, que
vez. más, como se merece; la Princesita ha seguido especificaciones muy rigurosas
tendrá un feliz matrimonio, el Príncipe y generalmente muy artificiales, dé resul-
estará satisfecho. - - tados predecibles. El grado de confianza
yo habré hecho algo muY imPor- que puede tenerse en una predicción es
-¡Y
tantísimo!.. . --dijo encantado el Mago realmente la medida de nuesüa certeza;
Mergüo, feliz con la solución que le pro- ar¡n en los casos mfu simples Y, Por lo tan-
ponía el Viejo Alquimista. Sin embargo, to, más favorables, nuestro conocimiento
inmediatamente agreg&-: ¿Y usted, mi debe expresarse oomo una probabilidad,
querido arhigo?. . . derivada del número de veces que hemos

A
¿tg
hecho eI mismo Experimento. La paradoja en Io cierto, disminuyendo progresivamen-
de lo que ügo es que, a pesar de que el te Ia magnitud de nuestras equivocaciones.
hombre sólo puede aproximarse a la Ver- Derrotado en principio en zu ambición de
dad, sin nr¡nca- llegar a alcanzarla, los re- igualar a Dios en Ia Tierra, el hombre es
sultados de los trabajos en las Tres Ciencias ínapaz de aceptar sus limitaciones huma-
pueden ser utilizados de manera práctica. nas y persiste, con noble, pero inútil, ter-
En su Infinita Sabiduría, Dios nos ha hecho quedad, en su lucha infinita e imposible.. .
imperfectos, pero en su Infinita Bondad, El Viejo Alquimista comproM que el
nos ha concedido la gracia de poder apro- Mago Mergilio ya había desaparecido,
vechar nuestras imperfecciones, haciendo apag6 rápidamente sus velas y se fue a su
un Mtmdo tolerante de la inexactitud y la casita, a buscar su muy deseada pipa.
verdad incompleta...
importantlsimo --suzurró el Ma-
-Muy
go Mergilio, desliándose hacia la puerta. asaron muchos años, y el Viejo
un momento yo decía que po- Alquimista siguió su vida de siem-
-Hace
demos calcular la fecha de aparición de un pre, trabajando en su Iaboratorio
cometa. Los detalles técnicos del procedi- durante el día y fumando su pipa frente
mier-rto que seguimos no vienen al caso; a su chimenea en la noche. El Príncipe se
adem§ se conocm desde hace muchlsimos ar¡sentaba con frecuencia de Ia ciudad pues
años. [.o importante es que siguiendo nues- había concertado ura Alianza con el Gran
tros cálculos, el fenómeno debe ocurrir'en Duque de Ia Ciudad Marina para defen-
un momento determinado; para ser más derlo del Rey de Nkgrtshwp. Después de
exacto, en r¡n instante determinado. Pero varias batallas, el Prlncipe habla logrado
nuestros cálculos se basan en cierto nú- derotar definitivamente al ejército mer-
mero de observaciones previas. Basta con cenario del Rey de Nkgrtshwp. Ahora se
que rma sola de estas observaciones se haya encontraba en la Ciudad Marina, espe-
equivocadq aun en rmc flrantos granitos rando que el Gran Duque cumpliera zu
de arena de nuestros relojes, para que palabra: Ia mitad de Ia próxima captura
nuestra predicción sea incorrecta. Claro de barcos turcos por la flota pirata de Ia
que si hubiéramos dicho al Príncipe que Ciudad Marina sería para eI Príncipe.
el cometa aparecería la noche anterior a Empezaba el invierno cuando llegaron
las bodas, nuestro error no hubiese sido noticias a Ia ciudad de que el Príncipe re-
aparente; Pero esto no es satisfactorio. gresaba, cargado de riquezas, ¡rorque los
Tales de Mileto, hace más de dos mil piratas hablan capturado ochenta barcos
años, podla predecir fenómenos celestes turcos llenos de oro y piedras preciosas.
con mayor oractitud. Nosotros aspiramos Pronto corrió el rumor que ahora el Prín-
a reducir el margen de error, a aumentar cipe era inmensamente rico y que la ciudad
la probabilidad de estar en lo cierto en se iba a transformar en un emporio de
predicciones mucho más finas. Y esto es belleza, que vendrían muchos ingenieros y
todo en las Tres Ciencias: sabiendo que arquitectos a construir rrn nuevo y más
la Verdad absoluta es inalcanzable, noso- grandioso castillo, así como los Artistas más
tros seguimos aspirando a ella, aumentan- famosos a decorarlo; la Corte iba a ser tan
do cada vez más h )robabilidad de estar fastuosa como la del Rey de Samarkanda,

h
4E
y hasta los Oidores vestidos de rojo ten- importa -dijo eI enano tuertr.
drían trajes nuevos y elegantes. -No tiempo...
Sólo estaré aquí poco
Todo eso era cierto y mucho más. Las El Viejo Alquimista lo invitó a sentarse
riquezas que había ganado el Py'rncipe eran y el enano tuerto se encaramó con dificul-
tan grandes que la ciudad nunca volvería tad en la silla que le ofrecían y que resul-
a s€r pobre, aunque todos Ios ciudadanos taba demasiado alta para é1. Una vez ahl
dejaran de trabajar y se dedicaran a hacer se quedó mirando al Viejo Alquimista
fiestas diariamente. Se abolieron los im- mientras éste guardaba su pesado libro
puestos porque las arcas del castillo esta- junto a otros volúmenes, atizaba un poco
ban tan llenas de oro que ya no había el fuego de la gran chimenea, y finalmente
lugar donde ponerlo; los carpinteros tra- se sentaba frente a su visitante,
bajaron üa y noche haciendo veinte enor- mucho que no lo veía, Goliath
mes cajas, del tamaño de un cuarto entero -Hace
(así había bautizado el Príncipe al enano
cada una, para guardar las joyas. Bl Prín- tuerto), y Ie agradezcn mucho que haya
cipe mand6 regalar cien monedas de oro venido a visitarme. ¿Cómo va la construc-
a cada habitante de la ciudad porque todo ción del Nuevo Castillo?... el Vie-
su castillo estaba tan lleno que ya no se jo Alquimista con ánimos de -dijo
iniciar la con-
podía entrar en ét; pero los bandos que versación.
proclamaron la buena noticia insistieron bien, ya casi está tenninado
en que lo hacla para demostrar, una vez -Bien,
--dijo Goliaü c.orl voz cansada-. A pesar
más, su Real Generosidad. de su descomunal tamaño, con catorce t(>
[.Ina tarde de inüerno, en que el Viejo rres y más de trescientos cuartos, los arqui-
Alquimista examinaba con atención unos tectos que trajo el Príncipe han utilizado
II grabados del Codex Germa¡icus, llegó un nuevas técnicas y todo parece indicar que
üsitante a zu.Torre de Marfil. Era el ena- estará listo antes de que tennine el año. El
-r- no tuerto del Príncipe. Venía arrastrando Príncipe está planeando grandes festejos
.I
ilJ un enorme saco con todas sus pertenencias para Ia inauguración.. .
y tenía una cara muy afligida. Los años no sus habitaciones, mi querido ami-
: habían pasado impunemente por él y aho- -¿Y
go? ¿Están quedando cómodas y agrada-
I
ra, además de enano y tuerto, también.es- bles? el Viejo Alquimista.
taba viejo y cansado. Dejó el saco en la -preguntó
hay habitaeiones para ml en el
puerta de Ia Torre, se limpió la nieve de -No Castillo --d i j o con amargura
Nuevo
los zapatos, y desde ahl dijo: el enano tuerto.
buenas tardes, Viejo Alquimis- le hará el Prlncipe r¡n pe-
-¡Muy
ta! ¿Me permite pasar un momento a -Entonces,
queño castillo especial a Goliath? -{ijo
verlo?. . . bromeando eI Viejo Alquimista.
tardes, querido amigo, bue- El enano tuerto movió la cabeza en sen-
nas-¡Buenas
tardes! --dijo el Viejo Alquimista, tido negativo y se quedó callado, mirando
sorprendido con la visita-. Por favor, pa- el suelo con su único ojo. Después de un
se usted, pase usted, esta es su casa. Le momento, casi interminable, dijo:
suplico lrcrdone que todo esté tan revuelto, Prlncipe ha comprado 6 enanos
pero es que hoy he tenido un día muy -El
nuevos, tres negros y tres amarillos, que no
atareado.. . solamente son jóvenes, sino que también

Bo
saben hacer malabarismo y toda clase de
suertes, contar cuentos alegres y predecir
el futuro por medio del Zodíaco" En cam-
bio, a mí me mandó llamar para decir-
me que ya no me quiere en la Corte y
que debo irr¡¡e. En pago a mis servicios
me ha obsequiado una moneda de oro...
--rl enano sacó de su bolsa una pequeña
monedita, Ia miró y rompió a llorar como
un niño.
mi querido amigo, calma --di-
jo -Calma,
conmovido el Viejo Alquimista y esperó
a que Goliath se serenara un poco-. Yo
lo invito a usted a vivir conmigo. Tengo
una casita cercana y vivo so[o...
gracias, Viejo Alquimista,
-Muchas
pero temo que no será posible
-dijo el
enano tuerto--. El Príncipe me piüó que
viniera a verlo a usted para decirle que ya
tampoco necesita de zus servicios. .. Con
su riqueza ha logrado atraer a la ciudad
a un famoso constructor de máquinas de
guerra que también es escultor, a un fa-
!

-t
t

bricante de bombas para subir agua y a un


I
I
I

tejedor de tapices de Oriente. El Príncipe


t

A
5T
dijo que Io que usted hace no sirve para pueden reemplazáfue.fácilmente en ese
nada... papel.,.-. y adem§lninguno es tuerto...
las Tres Ciencias no sirven para EI Vitejo Alquimista lo había escuchado
-¿ Que dijo el Príncipe?
nada? in- cgn;,int€ré-s, sorprendido de que el enano
¿Eso
crédulo el Viejo Alquimista.
-dijo tuerto hablara tanto. Las pocas veces que
En lugar de contestar, el enano tuerto lo había visto en la Corte del Príncipe, el
asintió con la cabeza y se quedó callado. El enano tuerto no había abierto la boca y su
Viejo Alquimista permaneció sentado fren- hermetismo era proverbial. Pero ahora
te a él un rato, perdido en sus pensamien- parecía haberse liberado de lo que le impe-
tos. Después se levantó y empezó a recorrer día hablar y estaba revelando gue, a pesar
lentamente su laboratorio, mirando sus de su pequeño tamaño, dentro de él vivía
alambiques y retortas por última va, aca- un hombre como cualquier otro. Después de
riciando su asrolabio y tocando eI lomo una pausa, el enano siguió diciendo:
de sus grandes libros. El enano tuerto lo usted, Viejo Alquimista, casi
-Pero
nunca iba a la Corte, de modo que eI
seguía con su mirada única, incapaz de
interrumpirlo o de romper el silencio. Por Príncipe no lo necesitaba para exhibirlo.
fin, se atrevió a decirle con timidez: Los nuevos sabios que el Príncipe ha con-
Alquimista... tratado hacen cosas diferentes, Io que me
-Viejo
Como si despertara de su sueño, eI Viejo
hace pensar que cuando usted se vaya ya
nadie va a trabajar en las Tres Ciencias
Alquimista le contestó tenuemente:
en esta ciudad. ¿Es posible que la ciudad
¿Me habló usted? -Y lan-
-¿Si?...
zxtda una última mirada a su gran Vaso
siga existiendo sin un Alquimista? ¿No irán
a pasar cosas terribles? La verdad, ar¡nque
de Hermes regresó al lado del enano tuer- yo no sé para qué sirven las Tres Ciencias,
to, quien Ie dijo: cuando el Príncipe me dijo que usted tam'
se ofenda usted por lo que voy a bién se irla de la ciudad me dió miedo
-No
decirle, pero yo nunca he sabido para qué quedarme aqul...
sirve lo que usted hace encerrado aquí, en cierta forma, Goliath, tiene usted
su laboratorio. Por lo que a mi respecta, -En
raz6n en lo que dice. Sin las Tres Ciencias
cuando me trajeron a esta ciudad me dije- van a pasar cosas terribles en esta ciudad
ron que mi función en la C¡orte era divertir
y proporcionar compañla a mi Príncipe,
-dijo el Viejo Alquimista-, aunque no
como las que usted pudiera imaginarse. No
aunque confieso que nunca he sido gracio- habrá terremotos ni diluvios, no nacerán
s, d el Príncipe requería mi presencia todos los niños muertos ni empezarán a
cuando se sentía solo. Pero cuando llega- hablar los perros. Pero, Poco a poco, el
ban otros Príncipes invitados, o cuando mi Maligno se irá apoderando del espíritu de
señor concedía audisrcias, yo siempre de- los hombres y éstos perderán la oportuni-
bía estar presente, vestido con mis mejores dad de satisfacer la más elevada de las
ropas, para quc todos vieran que nuestra aspiraciones.. . No se asr¡ste, amigo mío,
Corte era como las más ricas y fastuosas todavía pasarán algunos años antes de que
de otras ciudades. Por eso he pensado que esto emPiece a ocurrir. Pero usted me ha
mi función era mfu bien decorativa y sim- preguntado para qué sirve lo que yo hago
Mlica. Los seis enanos nuevos del Príncipe y quisiera decírselo de la manera siguiente:

frh
52
todos los siervoa de Dios somos imperfectos. tratar de enco:rtrar respuestas a nuestras
fuí nos hizo EI y nos prx¡o en este mundo preguntas, y, finatmeuti, tenemos una ig-
Para que tratemG de corregir nuestras im- norancia casi infinita dc la Obra del Señor.
perfecciones y n6 hagamos dignos de a- Las Tres Ciencias representan tm esfuerzo
trar en su Reino. ¡rcr reducir esta ignorancia, penetrando
El enano bajó con tristeza Ia mirada de lentamente y cqr paso inseguro en Io des-
su único ojo al suelo y el Viejo Alquimista conocido. Latara, es larga y diffcit y nadie
dijo rápidamente: sabe si el entendimiento del Hombre será
mi querido amigo, no hablo de @pe de comprender Ia totalidad de la
-Nq
las imperfecciones físicas que todos tene- Naturaleza. Perdidos en la inmensidad de
mos. Esas son superfluas y no tiener¡ im- lo desconocido, alumbrados apenas por la
portancia, excepto en las mentes frlvolas tenue luz de nuestro entendimiento, es po-
de los @rtesanos; me refiero a las deficien- sible que algún dla nos troPecemo§ con r¡n
cias en nuestras relaciones con la Obra del Misterio demasiado grande y complejo
Señor. Imaglnese usted Por r¡n mom€oto para la inteligencia que Dios nos ha dado.
a la Naturalezz, tan llena de cosas [rara- Pero aun si esto llegara a ocurrir, algo más
villosas e incomprensibles: los astros gi- habremos comprendido: que la capacidad
rando en el cielo por toda Ia eternidad, las del Hombre para p€netrar los Designios
estaciones del año, la e:ristsrcia del día y de Dios en la Naturaleza tiene un llmite.
de la noche, lias montañas y los fos, los diría que sf ... --dijo tristemente
girasoles y el trigo, los pájaroe y las luciér- -Yo
el enano tuerto.
nagas. En medio de toda esta riqueza cs- yo digo que no sé.. . --contestó el
plendorosa está el Hombre, formando parte
-Y
Viejo Alquimista-. Pero, volviendo a su
de ella, aprovechándola para satisfacer sus pregunta, mi querido amigq las Tres Cien-
necesidades, admirándola en los escasos cias son el mecanisno inventado por el
momentos que le dejan übres sr¡s diarias Hombre para decidir quién de los dos tiene
tareas, y amándola cuando posee Ia Inspi- la razlln. At Prlncipe no lc si¡ven las Tres
ración Divina para dejar hablar a su co- Ciencias porque él no está interesado en
raz6n. Pero aunque la use, la admire y la saber, sino en mandar; n¡ corazón no per-
ame, hay algo más que el Hombre debe sigue la Verdad, sino el Poder. En eso no
hacer con la Naturaleza: comprenderla. es diferente de la mayorfa de los hombres,
Dios nos ha dado sentidos y entendimiento ni es por eso más o menq¡ bueno o justo
y nos ha puesto en eI ceritro del Mundo que todos ellos. Simplemente, creo que es
creado por Bl, pero no nos ha dado el menq¡ feliz.., y menos libre de Io que
conocimiento; en zu lugar, nos ha llenado puede ser. La ambición esclaviza, mientras
de curiosidad y de ansias de saber. En su la verdad libera...
infinita §abidurfa, el Se¡1or ha dispuesto El Viejo Alquimista se quedó callado un
que existan sobre la Tierra todos los ele- largo ratq aI cabo del cual dijo:
mentos parÍr que se desarrolle el drama nuestra ciudad era pobre y
de la vida del Hombre: tenemos Ia inteli-
-Cuando
no tenlamos los medios para oompetir con
gencia necesaria para comprender los mis- Samarkanda, nuestras aspiraciones tampo-
terios de zu Obra; t€nemos el estfmulo quc co podían scr las de eIIa. La üda era sen-
nos anima y nos empuja a Preguntar y a cilla y a vec€r¡ hasta diffcil, pero en arsen-

A
55
cia de tantos atractivos y distracciones, los Como si despertara de r¡n n¡e¡1o, el Vie-
hombres de esta ciudad tenían mfu incli- jo Alquimista sonrió y dijosuavemente aI
nación a voltear hacia adentro, en busca enano tuerto:
de riquezas más personales. En esa época, está haciendo tarde, mi querido
no lejana, la búsqueda de la Verdad y Ia -Se Conviene que empecemos
amigo. a pcnsar
adquisición del Conocimiento eran actiü- en nuestro viaje. Espero que no tenga in-
dades legítimas, cuya utilidad era propor- conveniente en que nc vayamos juntos...
cionar Ia satisfacción que da el mejor contrario, Viejo Alquimista -{ijo
entendimiento de la Realidad. En esa si- el-AI
enano tuerto-. Prefiero viajar oon
tuación, Ias Tres Ciencias son útiles, porque usted a aventurarrne solo por esos caminos
la aplicación diligente del Método permite de Dios.. .
alcanzar r¡n valor que perseguimos y que Salieron juntos de la Tore de Marfil y
estimamos como importante. Pero con la fueron hasta la casita del Viejo Alquimista.
llegada de los tesoros de los barcos turcos Este recogió sus escasirs pertenencias per-
nue$ra ciudad se ha transformado: los va- sonales, tomó zu bastón torcido, miró por
lores que ahora perseguimos ya no son iri- úItima vez su sillón y zu chimeuea y salió
teriores y no tienen nada que ver con las al jardln. Con una reverencia amorosa se
Tres Ciencias. Ifemos adoptado las cos- despidió de zus flores, que parecían incon-
tumbres superficiales y las modas ostento- gruentes luciendo su belleza contra el man-
sas de Samarkanda, ahora que ya tenemos to blanquísirno de la nieve, y se alejó ca-
Ia afluencia económica para hacerlo. Y con minando al lado del enano tuerto en
esto, a pesar de que materialmente hemos dirección a Ia Gran Puerta de la ciudad.
progresado, la verdad es que como seres Confonne las figuras de los dos amigos se
humanos nos hemos empobrecido... La fueron empequeñeciendo, todas Ias flores
vida se ha hecho más compleja, pero tam- del jardín empezaron a perder sus pétalos,
bién mfu superficial e intrascendsrte. Yo se arugaron y sus delgados tallos se colap-
prefiero ir a otro sitio, no sé a dónde, en saron y desaparecieron e¡r la nier¡e...
busca de una vida más simple, pero tam- Que era como debía ser, porque todo
bien más profunda, ¡ sobre todo, más el mundo sabe que en el invierno es impo-
individual, más mía... sible que haya flores.

A
54
Esta es la cuarta edición en español,
de la cual se imprimieron 2000 ejemplares
más sobrantes Para rePosición'
Se terminó de imprimir en junio de 2001,
en los talleres de Editorial Cromocolor, S.A. de C'V',
Miravalle 703, Col- Portales,
C.P. 03570, México, D-F.

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