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4G0039 APU Propiedad Intelectual Parte General v1-0
4G0039 APU Propiedad Intelectual Parte General v1-0
Todas nuestras actividades, las importantes y las triviales, son producto de nuestras ideas.
El ser humano funciona a ideas.
Pero debemos realizar una diferenciación muy importante. Una cosa es una idea para
realizar algo y otra muy distinta su expresión concreta, determinada, es decir, la expresión
de la forma concreta de su realización. No es lo mismo la idea que inspira una canción y la
canción ya compuesta. No es lo mismo la idea de desarrollar un programa de computación
que sirva para ciertas tareas y el programa elaborado. No es lo mismo la idea de construir
una casa que el plano para hacerla.
De esta manera, las ideas producen negocios, problemas, canciones, obras de teatro,
jugadas de fútbol, bromas, aparatos para hacer gimnasia, programas de computación,
notaciones musicales, planes de evacuación para casos de incendios, dibujos, planos de
puentes, arreglos florales, etc.
Sobre esta realidad humana y social que va produciendo cosas gracias a ideas actúa el
derecho y lo hace mediante este proceso:
Obsérvese que las clasificaciones que se producen como consecuencia de este paso
podrían haber sido distintas.
Planchas que ahorran energía, bicicletas ultralivianas y plegables en cuatro, bolígrafos que
escriben bajo el agua, minihelicópteros individuales de uso urbano, carbón para hacer
asado que no solo no ensucia las manos, sino que las limpia y suaviza, etc. ¿Qué tienen de
común?
En el segundo caso, se trata de cosas tangibles que solucionan problemas prácticos, son
de utilidad material.
A las primeras, la ley las agrupa y las denomina “obras intelectuales”, y para ellas
desarrolla el régimen jurídico de la propiedad intelectual o derecho de autor; a las
segundas, la ley las agrupa y las protege con el régimen de patentes de invención.
En forma similar fueron protegidas las marcas comerciales, es decir, aquellos símbolos que
identifican un producto dentro de un mercado y los diseños industriales.
OBRAS INTELECTUALES
Son creaciones artísticas, literarias, científicas y pedagógicas. La protección fundamental
es que nadie puede reproducirlas sin el consentimiento del autor, propietario o titular. El
régimen jurídico tiene estas características:
EL CARÁCTER TEMPORAL
¿Por qué si sobre un objeto material somos dueños para siempre mientras no lo
transmitamos en vida o a nuestros herederos, estos derechos son solo de validez
temporal?
En las obras intelectuales, la razón es esta: supongamos que alguien escribe una poesía,
un soneto, como el siguiente:
Al promediar la tarde de aquel día
Cuando iba mi habitual adiós a darte
Fue una leve congoja de dejarte
Lo que me hizo saber que te quería
En consecuencia, la ley establece que las obras intelectuales pertenecerán a sus creadores
por un determinado tiempo y luego pasarán al patrimonio común, no al Estado, como a
veces se cree. Así serán de uso público, libres de derechos. De esta manera, podemos
ejecutar las obras de J. S. Bach o recitar el Martín Fierro cuanto queramos y sin solicitar
permiso de nadie.
Lo que interesa ahora es saber cuáles son los plazos de protección. Históricamente, ha
sucedido algo curioso. Por ejemplo, la ley argentina (ley 11.723) fue dictada en el año
1933 y estableció un plazo de protección de 30 años después de la muerte del autor. Es
decir, al autor le pertenecía el derecho de explotar la obra durante toda su vida y a sus
herederos, durante los 30 años después de su muerte. Este plazo fue considerado el de
equidad entre los intereses de los autores y los de la sociedad.
En 1933, los autos eran negros, los hombres usaban sombrero desde muy jóvenes, casi
todo el mundo escribía a mano, con pluma, las novedades de los libros publicados en
Europa llegaban con muchos meses de demora, desde que se escribía un libro y hasta que
se publicaba pasaba muchísimo tiempo, las comunicaciones y los viajes eran lentos, el
promedio de vida no llegaba a los 60 años, etc. Este era el contexto en el cual se
establecieron 30 años como fórmula de equidad.
a) Debe ser Novedosa. La obra intelectual no debe existir antes. Parece trivial,
si ya existía es solo una copia. Pero toda obra intelectual tiene
antecedentes, parecidos, similitudes. Hasta podríamos decir que toda obra
intelectual es la modificación de otra anterior previamente existente.
Podemos rastrear los cuentos de Jorge Luis Borges y descubrir sus
antecedentes que, muchas veces, el mismo autor los da a conocer.
Podemos rastrear las ideas previas y también el estilo.
Todas las creaciones musicales pertenecen a “corrientes” con las que se
identifican por sus parecidos.
El problema es: ¿cuánto debe modificarse una obra para ser otra? En
Buenos Aires, se representaba una comedia: El Romeo y la Julieta. El
asunto, los amores entre dos miembros de familias enfrentadas que
defendían su amor en un barrio de Buenos Aires. Obviamente, una
transformación de la famosa obra de Shakespeare.
La famosísima obra de Dan Brown, El Código Da Vinci, se basó en un ensayo
de Nichael Baigent y Richard Leigh y motivó un juicio por fraude. La
sentencia resolvió que si bien era el argumento muy similar, la forma de
tratarlo fue distinta, por lo que rechazó la millonaria demanda.
La obra Adiós Nonino, de Piazzola, tiene partes de su melodía que son
exactamente iguales a la Sinfonía del Nuevo Mundo, de Antonín Dvorák.
Hace muy poco tiempo, un escritor realizó una obra que tituló El Aleph
engordado. Consistió en el texto del cuento “El Aleph”, de Jorge Luis
Borges, con el agregado de párrafos. La heredera de los derechos de Borges
inició una acción penal que en un primer momento fue rechazada por
b) Debe ser Originaria. Suele llamarse a esta característica “original”, pero eso
provoca un problema de palabras porque generalmente entendemos por
“original” ser novedosa.
Originaria es una obra que nace del espíritu de una persona, allí tiene su
origen. Dentro del ambiente ideológico en el cual se desarrolló el sistema
de la propiedad intelectual, el espíritu se expresa en la poesía, en la música,
en las novelas, en las esculturas. Y esas producciones del espíritu son las
que están protegidas por el sistema de la propiedad intelectual.
¿Y los negocios? Los desarrollos de negocios, la idea principal, la
determinación de los canales de distribución del producto, las formas de
financiamiento, las estructuras de promoción, la organización para su
desarrollo, etc., ¿están protegidas por el régimen de propiedad intelectual?
La respuesta es “No”. Puede decirse que se requiere un gran esfuerzo
intelectual, y es cierto, pero no es el esfuerzo intelectual lo que está
protegido (pese a que ese error se puede leer en obras conocidas). Y la
causa es que -dentro de esa concepción- no son producciones del espíritu,
no son originarias. Solamente son originarias aquellas obras de contenido
artístico, literario, científico o pedagógico. Podría aducirse que hoy existe
una fuerte tendencia a considerar que en las creaciones comerciales u
organizacionales también se expresa lo auténtico del espíritu humano (sea
lo que sea el espíritu humano). Sin embargo, eso no ha llegado a nuestros
sistemas legales.
c) Debe ser Creativa. Una obra es creativa cuando no es trivial. Una casita:
Reproducir una obra puede ser realizado de muchas maneras: fotocopiando un libro,
cantando una canción, representando una obra de teatro, etc.
Los derechos personalísimos son derechos inalienables, es decir, que no pueden ser
enajenados ni siquiera por el mismo titular de esos derechos, son derechos de la persona
humana.
Los derechos de explotación económica son todos aquellos que permiten al autor difundir
su obra a través de autorizaciones de reproducción, ya sean onerosas o gratuitas (con lo
cual observamos una pequeña incorrección en su denominación).
El autor tiene el derecho de “configurar” la manera, las condiciones, los límites, en que
entrega su obra para la reproducción. Esto permite infinidad de variantes. Por ejemplo,
puede entregarse una novela y autorizar su edición dentro de la Argentina y Uruguay, o en
el ámbito latinoamericano, o en todo el mundo, o con un límite de 30.000 ejemplares,
para su edición exclusiva o sin perjuicio de darle el derecho a otros, o con un límite
temporal de 5 años, o a perpetuidad, por un precio o gratuitamente, etc.