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Nos hemos reunido hoy aquí para manifestar nuestra alegría, acompañando a Kelvi y Fernando,
que han decidido consagrar su unión y declarar ante Dios su promesa de amor, con un sí de fe y
esperanza; con total compromiso, respeto y sobre todo a la ilusión del amor que les mantiene unidos
desde el primer día.
Quiero en nombre de ellos, darles la bienvenida e invitarlos a compartir esta eucaristía, puestos en
pie, recibamos a nuestro celebrante.
-Canto de entrada-
Antífona de Entrada
Sacerdote:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Todos: Amén.
Sacerdote:
La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del padre y la comunión del Espíritu Santo esté con
todos ustedes. Todos: Y con su espíritu.
Hermanos: Nos hemos reunido aquí para celebrar la unión de Karla y Fernando, en sagrado
matrimonio.
Bienvenidos sean ustedes, familiares y amigos. Esta reunión no es solo un acto Social, es una
reunión de la iglesia de Cristo, presente aquí; por eso nuestra alegría es alegría de la iglesia. Vamos
a escuchar la palabra de Dios, que de un modo eficaz y misterioso se realizara en el sacramento
del matrimonio y de la Eucaristía.
Acto Penitencial
Sacerdote: Antes de celebrar esta santa Eucaristía, pidamos perdón a Dios y a nuestros hermanos
por todas nuestras faltas y reconozcamos nuestros pecados.
Sacerdote:
Señor, Tu que con un designio maravilloso consagraste la unión conyugal para prefigurar en ella a
unión de Cristo con su iglesia, concede a estos hijos tuyos, Kelvi y Fernando, que realicen en su
vida de esposos este designio que conocen por la fe.
Liturgia de la Palabra
Monitor: Valeria de Hernández
En la primera lectura, el libro del Eclesiastés nos invita a ver el poder de la unión en Cristo, con los
ojos de la fe. Escuchemos con atención.
“Más valen dos que uno, porque obtienen más fruto de su esfuerzo. Porque si cayeren, el uno
levantará a su compañero; pero, ¡Ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante.
También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; más ¿cómo se calentará uno solo?
Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe
fácilmente.”
El Apóstol San Pablo, nos invita a apreciar el amor centrado en la fe de Cristo; pero sobre todo nos
revela el misterio de vivir en servicio y amor en el matrimonio. Pongamos atención a la segunda
lectura.
“Hermanos: vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros como oblación y víctima
de suave aroma. Sed sumisos los unos a los otros en el temor de Cristo.
Las mujeres a sus maridos, como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo
es Cabeza de la Iglesia, el salvador del Cuerpo. Así como la Iglesia está sumisa a Cristo, así también
las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo.
Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella,
para santificarla, purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la palabra, y presentársela
resplandeciente a sí mismo; sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa
e inmaculada. Así deben amar los maridos a sus mujeres como a sus propios cuerpos. El que ama
a su mujer se ama a sí mismo.
Porque nadie aborreció jamás su propia carne; antes bien, la alimenta y la cuida con cariño, lo
mismo que Cristo a la Iglesia, pues somos miembros de su Cuerpo. Por eso dejará el hombre a su
padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne. Gran misterio es éste,
lo digo respecto a Cristo y la Iglesia. En todo caso, en cuanto a vosotros, que cada uno ame a su
mujer como a sí mismo; y la mujer, que respete al marido.”
A continuación, el Evangelio nos invita a amarnos los unos a los otros, a que todos seamos uno, así
como el Padre y el Hijo son uno. Queridos hermanos nos disponemos a escuchar el Santo
Evangelio, puestos en pie cantemos el aleluya.
-Antífona Aleluya-
“Dios nos llamó por medio del Evangelio, para poseer la gloria la de nuestro Señor Jesucristo,
Aleluya.”
Sacerdote:
En aquel tiempo, hubo una boda en Caná de Galilea, a la cual asistió la madre de En aquel tiempo,
hubo una boda en Caná de Galilea, a la cual asistió la madre de Jesús. Este y sus discípulos también
fueron invitados. Como llegara a faltar el vino, María le dijo a Jesús: “Ya no tienen vino”. Jesús le
contestó “Mujer ¿Qué podemos hacer tú y yo? Todavía no llega mi hora”. Pero ella dijo a los que
servían: “Hagan lo que él les diga”.
Había allí seis tinajas de piedra, de unos cien litros cada una, que servían para las purificaciones de
los judíos. Jesús dijo a los que servían: “Llenen de agua esas tinajas”. Y las llenaron hasta el borde.
Entonces les dijo: “Saquen ahora un poco y llévenselo al encargado de la fiesta”. Así lo hicieron, y
en cuanto al encargado de la fiesta probó el agua convertida en vino, sin saber su procedencia,
porque sólo los sirvientes lo sabían, llamó al novio y le dijo: “Todo mundo sirve primero el mejor vino,
y cuando los invitados ya han bebido bastante, se sirve el corriente. Tú, en cambio, has guardado
el vino mejor hasta ahora.”
Esto que hizo Jesús en Caná de Galilea fue el primero de sus signos. Así manifestó su gloria y sus
discípulos creyeron en él.
-Homilía-
En estos momentos, Kelvi y Fernando harán sus promesas matrimoniales. Juntamente con ellos
Dios, el eterno guardián, se compromete a serles fiel. Ellos fundirán su amor con el querer del
altísimo. Ese es el poder del amor, por el que dejamos de pertenecernos para ser parte de Dios y
para que Él sea todo para nosotros.
Así pues, el amor no mide las consecuencias de la entrega, no pone condiciones. No presenta
excusas, no expone reclamos ni exigencias. El amor es entrega total.
Sacerdote:
Kelvi y Fernando, han venido para que el Señor, ante el misterio de la Iglesia con la
bendición de sus padres y ante esta comunidad cristiana, consagre con su sello el amor
que ustedes se tienen. Este amor Cristo lo bendice abundantemente y con un nuevo
sacramento a ustedes a quienes por el bautismo ya lo han santificado. Va a enriquecer y
dar fuerza para que guarden siempre mutua fidelidad y puedan cumplir las demás
obligaciones del matrimonio. Así pues, ante esta comunidad cristiana que representa la
iglesia, les pregunto:
Sacerdote:
Kelvi y Fernando ¿Vienen a contraer matrimonio sin ser coaccionados, libre y
voluntariamente?
Sacerdote:
¿Están decididos a amarse y respetarse mutuamente, siguiendo el modo de vida propio del
matrimonio, durante toda la vida?
Sacerdote:
¿Están dispuestos a recibir de Dios responsable y amorosamente los hijos que Él les
mande, y educarlos según la ley de Cristo y de su Iglesia?
Consentimiento y Votos
Sacerdote:
Así, pues, ya que quieren establecer entre ustedes la alianza santa del matrimonio, unan
sus manos y expresen su consentimiento delante de Dios y de su Iglesia.
Fernando:
Yo, Fernando, te recibo a ti, Kelvi, como mi esposa y me entrego a ti, y prometo serte fiel
en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad y así amarte y
respetarte todos los días de mi vida.
Kelvi:
Yo, Kelvi, te recibo a ti, Fernando, como mi esposo y me entrego a ti, y prometo serte fiel
en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y
respetarte todos los días de mi vida.
Sacerdote:
El Señor que hizo nacer en vosotros el amor, confirme este consentimiento mutuo, que han
manifestado ante la Iglesia.
Sacerdote:
Bendice Señor, estos anillos que se van a entregar uno al otro, en señal de amor y de
fidelidad eterna.
Fernando:
Kelvi, recibe esta alianza, que es símbolo de mi amor y la fidelidad que te guardaré por
siempre. Llévalo siempre contigo, pues donde tú vayas iré yo, donde tú vivas, viviré yo y tu
Dios será mi Dios.
Kelvi:
Fernando, recibe esta alianza, que es símbolo de mi amor y la fidelidad que te guardaré por
siempre. Llévalo siempre contigo, pues donde tú vayas iré yo, donde tú vivas, viviré yo y tu
Dios será mi Dios.
Sacerdote:
Bendice, Señor, estas arras que van a entregarse uno al otro, y derrame sobre vosotros la
abundancia de sus bienes.
Fernando:
Kelvi, recibe también estas arras como prenda de la bendición de Dios y signo de los bienes
que vamos a compartir.
Kelvi:
Fernando, yo recibo estas arras como prenda de la bendición de Dios y signo de los bienes
que vamos a compartir.
Sacerdote:
Oremos por las necesidades de la iglesia y de todo el mundo, encomendemos especialmente a
nuestros hermanos Kelvi y Fernando, que acaban de celebrar con gozo su alianza matrimonial para
que alcancen la felicidad en esta vida y en la otra.
Lector: xxxxxxx
Por Kelvi y Fernando, para que Dios conserve y aumente su amor, les ayude a mantener la fidelidad
y confianza mutua.
Roguemos al Señor. Todos: Te rogamos Señor, óyenos.
Te pedimos padre por Kelvi y Fernando, para que les concedas la bendición de guiar a sus hijos y
les des medios para educarlos y formarlos conforme a tus enseñanzas, y a las enseñanzas de tu
Iglesia.
Roguemos al Señor. Todos: Te rogamos Señor, óyenos.
Por Kelvi y Fernando, para que cada día logren vencer el egoísmo y cada uno busque solo el bien
del otro, y no se cansen nunca de perdonarse y aceptarse mutuamente.
Roguemos al Señor. Todos: Te rogamos Señor, óyenos.
Te rogamos Señor para que Kelvi y Fernando sepan aceptar con Fe todas las pruebas que
enfrentarán juntos en esta vida, sabiendo, que aun cuando no lo comprendan tu les regalas
oportunamente lo que necesitan, y no siempre lo que piden.
Roguemos al Señor. Todos: Te rogamos Señor, óyenos.
Por todos los que nos hemos reunido aquí: que el Señor proteja nuestros hogares, aumente el amor
entre nosotros y nos dé más esperanza y alegría.
Roguemos al Señor. Todos: Te rogamos Señor, óyenos.
Sacerdote:
Escucha Padre de bondad, nuestras oraciones y derrama tu gracia y misericordia sobre estos
esposos, aparta de ellos todo mal y todo pecado, alégrales con la abundancia de tus bendiciones
y haz que vivan felices en el tiempo y en la eternidad.
Por Jesucristo nuestro Señor. Todos: Amén.
Liturgia Eucarística
Oración de las Ofrendas
Sacerdote:
Escucha Señor, nuestras súplicas y recibe con agrado estas ofrendas que te presentamos por estos
hijos tuyos, unidos en santo matrimonio, para que la celebración de estos misterios los confirme en
su amor y en el tuyo.
Por Jesucristo nuestro Señor. Todos: Amén.
-Canto de Ofertorio-
Antífona de la Comunión
Sacerdote:
Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella, para hacerla comparecer ante sí mismo como esposa
santa e inmaculada.
-Canto de Comunión-
Sacerdote:
Por este sacrificio de salvación, protege Señor, con tu providencia, a la nueva familia que has
instituido y unifica en un mismo corazón a los que uniste en una Santa Alianza y has alimentado
con un mismo pan y cáliz.
Por Jesucristo nuestro Señor. Todos: Amén.
Bendición Final
Sacerdote:
Que el eterno Padre los conserve unidos en el amor, para que la paz de Cristo habite en ustedes y
permanezca en su hogar. Todos: Amén.
Que tengan en los hijos una bendición, en los amigos un consuelo y en el trato con todos, una paz
verdadera. Todos: Amén.
Que, a todos ustedes aquí presentes, y en especial a estos nuevos esposos Karla y Fernando, los
bendiga Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Todos: Amén.
Sacerdote:
Pueden ir en paz. Todos: Te damos gracias, Señor.
-Canto de Final-