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LAS ESCRITURAS, NUESTRA SALVAGUARDIA

(Maranata 28-03)

¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán
herederos de la salvación? Hebreos 1:14.
Mientras el pueblo de Dios persevere en su fidelidad, mientras se aferre mediante la fe
viviente a Jesús, estará bajo la protección de los ángeles celestiales, y no se le permitirá a
Satanás que aplique sus artes infernales sobre ellos para destruirlos. Pero los que se separen
de Cristo por medio del pecado, estarán en gran peligro...
Satanás está más celosamente dedicado ahora a jugar el juego de la vida por las almas, que
en todo otro momento anterior; y a menos que estemos constantemente en guardia,
pondrá en nuestros corazones orgullo, amor propio, amor al mundo y muchos otros malos
rasgos de carácter. Empleará también toda artimaña posible para que vacile nuestra fe en
Dios y en las verdades de su Palabra. Si no tenemos una profunda experiencia en las cosas
de Dios, si no tenemos un cabal conocimiento de su Palabra, seremos engañados para
nuestra ruina por los errores y sofismas del enemigo. Las falsas doctrinas minarán el
fundamento de muchos, porque no habrán aprendido a distinguir entre la verdad y el error.
Nuestra única salvaguardia contra los engaños de Satanás consiste en estudiar
diligentemente las Escrituras, y comprender con inteligencia las razones de nuestra fe,
cumpliendo cabalmente cada deber conocido. La complacencia de un solo pecado conocido
nos debilitará y nos envolverá en tinieblas, sometiéndonos a terribles tentaciones...
¿Ascienden nuestras súplicas a Dios mediante la fe viviente? ¿Estamos abriendo las puertas
del corazón a Jesús, al mismo tiempo que cerramos todas las entradas a Satanás? ¿Estamos
obteniendo diariamente mayor luz y fortaleza, para que podamos perseverar en la justicia
de Cristo? ¿Estamos vaciando nuestro corazón de todo egoísmo y purificándolo, como
medida preparatoria para recibir la lluvia tardía del cielo?...
Debemos tratar de apartarnos del pecado, reposando en los méritos de la sangre de Cristo;
y entonces, en el día de la aflicción, cuando el enemigo nos oprima, caminaremos entre los
ángeles. Serán como muro de fuego alrededor de nosotros; y un día caminaremos con ellos
en la ciudad de Dios.—The Review and Herald, 19 de noviembre de 1908.

• Petición del día: Que podamos hacer del estudio y el escudriñamiento de la palabra
de nuestro Dios un sólido fundamento para este tiempo.
• Promesa del día: ¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra.
Salmos 119:9

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