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Aportes a la disciplina
Autores:
Alicia Menéndez y Alejandro López
(Coordinadores)
Ana Inés Cajarville
Carmen Cal
Enrique Sabaj
Felicia Paz
Graciela Curbelo
Ingrid Henig
Karla Cappiello
Lucía Spagnuolo
Ma. Jesús Huget
Patricia Vázquez
Raquel Ojeda
PSICOMOTRICIDAD. Aportes a la disciplina
ISBN: 978-9974-xxxxxxxxxxxxx
Agradecimientos.....................................................................................7
Introducción
Alicia Menéndez.............................................................................. 8
Prólogo
Ana Cerutti ..................................................................................... 9
Capítulo 1
Conceptos fundamentales..................................................................13
Función, funcionamiento y funcionalidad psicomotora
Ingrid Henig | Ma. Jesús Huguet.................................................. 15
Revisión de la clasificación clásica de los trastornos psicomotores
Ingrid Henig | Raquel Ojeda | Patricia Vázquez......................... 37
Aproximación al concepto de terapia psicomotriz con adultos
Alejandro López Gómez | Karla Cappiello | Lucía Spagnuolo....... 63
La formación personal vía corporal, la vivencia y la construcción
del saber
Karla Cappiello.............................................................................. 71
Ética y psicomotricidad
Carmen Cal..................................................................................... 85
Capítulo 3
Psicomotricidad con adultos y adultos mayores...............................175
Metodología de la intervención psicomotriz con adultos y
adultos mayores
Alejandro López Gómez | Karla Cappiello | Lucia Spagnuolo..... 177
Psicomotricidad terapéutica en el área del uso problemático de
sustancias psicoactivas
Graciela Curbelo......................................................................... 197
6
Agradecimientos
Siempre es para mí una buena noticia, saber acerca de una nueva pu-
blicación que intente dar cuenta del devenir de la disciplina, y más aún,
como en este caso, que los autores en su mayoría, son colegas con los cuales
tuve la oportunidad de compartir diferentes instancias, en distintos mo-
mentos de mi historia profesional (docencia, Jornadas de intercambio de
saberes, grupos de estudio, de supervisión, espacios de desempeño profe-
sional, entre otros) Llevo conmigo en el registro de la memoria a estos
jóvenes profesionales, consustanciados con una posición ética, solidarios
y comprometidos con esta disciplina compleja, que es la psicomotricidad,
y hoy, responsables de la formación de nuevos colegas desde la Carrera de
Psicomotricidad de la Universidad Católica del Uruguay. Conocimientos
teórico/prácticos, afectos y emociones se ligan, desligan y re ligan a lo largo
de la lectura de estas páginas.
Buena noticia también, porque las publicaciones son imprescindibles
para el desarrollo de la profesión. Independientemente del formato (digital
o impreso) es necesario tener acceso a material que tenga cierto control de
calidad. Por un lado, son pocas las publicaciones extranjeras de fácil acceso
en Uruguay, las cuales provienen fundamentalmente de experiencias Argen-
tinas y Españolas. Por otro, en el país se ha publicado y se publica material
que da cuenta de investigaciones poblacionales y clínicas, con metodologías
cuantitativas y cualitativas, principalmente a partir del último decenio del
siglo pasado. Sin embargo, de estas, un importante número no ingresan al
circuito comercial, quedando restringidas a los marcos institucionales par-
ticulares donde se elaboran (UdelaR, CAIF, Secretaria de Infancia/PNN,
UNICEF). Mientras otro número, nada despreciable, han sido impresas en
editoriales cuya presencia en el mercado, fue efímera.
La psicomotricidad es una profesión apasionante, que puede desple-
garse en los ámbitos de la salud, de lo educativo y de lo socio comunitario.
3. Op cit.
1. Introducción
La Psicomotricidad disciplina en construcción, tiene por objeto de
estudio el movimiento, la afectividad y la inteligencia como un todo inte-
grado e indisociable
Es la esencia misma de la Psicomotricidad, compleja e interdisciplina-
ria, la que nos lleva a intentar conceptualizar y articular del punto de vista
clínico-metodológico (con la práctica) los aspectos estructurales de la fun-
ción motriz (o perceptivo-motriz); pero principalmente aquellos aspectos
que hacen que el sujeto disponga de ella para la interacción con el ambiente
(intención, planificación/organización, expresión, emoción, pulsión).
En la intención de avanzar en la construcción de la especificidad de la
disciplina, los conceptos de función, funcionamiento y funcionalidad psico-
motora han sido campo fértil para la reflexión, buscando integrar las dife-
rentes dimensiones que hacen a las producciones corporales.
El objetivo de esta producción escrita es avanzar en su esclarecimiento,
desde la perspectiva de la Clínica Psicomotriz Infantil.
2. Desarrollo
2.1. Función psicomotora
a. Concepto de función
Se acude al sentido etimológico del término función:
Agustina (5 años) toma la tijera y quiere cortar trozos de papel glasé. Colo-
ca incorrectamente los dedos por lo que no le es posible manipular ni hacer
un uso funcional del instrumento para resolver adecuadamente la actividad.
Rasga el papel en lugar de cortarlo. La Psicomotricista la ayuda para que
realice un adecuado sostén, lo que pone en evidencia las dificultades mas allá
de la toma del instrumento (adecuada coordinación bimanual que permita
realizar una adecuada maniobra sostén-manipulación, manejo funcional de
la tijera logrando abrir y cerrarla alternadamente, coordinación óculo-ma-
nual). La niña procura adoptar la nueva modalidad de prensión con buena
disposición.
Es claro, como cada una de las actividades realizadas por los niños,
pone en juego varias de las funciones psicomotoras. Es evidente la predo-
minancia de la que se pretende ilustrar.
Percepción / gnosia
Rebollo (2012) plantea que son dos etapas del mismo proceso:
La percepción, implica el reconocimiento de que se ha producido un
estímulo y la posibilidad de discriminar entre varios aspectos de ese estí-
mulo (ej: magnitud, discriminación espacial, etc.). Aportando un ejemplo:
frente a una pelota, se reconoce la presencia del objeto, que está cerca, que
es grande y redonda.
En el caso de la gnosia, se llega a la conceptualización y por lo tanto al
verdadero conocimiento y reconocimiento. Implica a su vez:
• un nivel asociativo: requiere el aporte de más de una modalidad
perceptiva
• un nivel semántico: porque se llega a la significación (implica haber
accedido a la función simbólica).
Retomando el ejemplo de la pelota, se llega a su conocimiento como
un objeto que rueda, que sirve para jugar, con el que se juega al fútbol, u
otros deportes.
Otros autores no establecen distinción entre percepciones y gnosias.
Rebollo A. (2012,98), presenta una clasificación de las percepciones
y gnosias:
Percepciones simples: integran una modalidad sensorial:
• Percepción visual
• Percepción auditiva
• Participación táctil o háptica
Praxias
Rebollo (2003) sostiene que la praxia es el movimiento más evolucio-
nado, característico del hombre y cita a Piaget, quien define: “Las praxias
o acciones no son movimientos cualesquiera sino sistemas de movimientos
coordinados en función de un resultado o de una intención...” (p.166).
Prosigue la autora: “Son movimientos, acciones o gestos de complejidad
variable, planificados, que tienen un fin determinado, que son aprendidas
y por lo tanto conscientes, pero con la repetición se automatizan.” (p.166).
El plan es un elemento fundamental de las praxias, por tanto, requieren de
la función semiótica. Al automatizarse, dejan de ser conscientes.
Considera entonces etapas en su instrumentación: una etapa de pla-
nificación, otra de ejecución y finalmente otra de automatización. Y dos
aspectos indisociables para su desarrollo: el investimiento y la ejercitación.
(Rebollo, 2003)
Existen, según Rebollo (2012):
• Praxias que tienen por fin la comunicación con otros individuos (ej:
gestos simbólicos de saludo, mímicas, lenguaje de sordos, etc.) y
• Praxias destinadas al conocimiento y uso de los objetos.
Coordinación motriz
La coordinación motriz es una función compleja, a la que múltiples
autores han intentado conceptualizar.
Para Da Fonseca (2005) “la coordinación de movimientos es una organi-
zación de acciones motoras en función de un objetivo anticipado, lo que presu-
pone una interrelación consciencia-acción” (p.91).
Esta postura del autor, quien no incluye la coordinación en la lista
de factores/funciones psicomotoras e impresiona acercar el concepto de
coordinación al de praxia, es controversial con respecto al enfoque de la
Neuropediatría en nuestro medio. La tendencia imperante actual considera
3. Conclusiones
La concepción integradora de la motricidad en relación con las fun-
ciones psicocognitivas (como la atención, memoria, lenguaje, etc.) y con
la afectividad, fundamenta a la Psicomotricidad como dimensión del ser
humano, y la expresión “Función Psicomotora”
El concepto de función psicomotora remite a lo general de la especie
humana: hay estructuras anátomo-funcionales involucradas, un origen, un
desarrollo esperable para cada edad.
La función psicomotora como propia del hombre, consiste en un pro-
ceso o sistema de procesos que se sustentan en un sistema complejo a nivel
anátomo-fisiológico y habilitan una actividad de adaptación particular (no
pasiva sino activa y creativa) que es el movimiento humano.
Se toma en cuenta al movimiento no sólo como producto de una con-
tracción muscular sino como “comportamiento” (Da Fonseca, 2005).
El desarrollo de la función está potencialmente habilitado por un
equipamiento biológico indemne, o de lo contrario obstaculizado por vul-
4. Referencias bibliográficas
Asociación Americana de Trastornos Mentales. (2013). Manual diagnóstico y
estadístico de los trastornos mentales DSM-5. España: Ed. Masson.
Bergés, J. (1997). Desgrabación de seminario Síntoma psicomotor y lenguaje (do-
cumento inédito). Buenos Aires.
Berruezo P.P. (2000): El contenido de la psicomotricidad. En Bottini, P. (ed.)
Psicomotricidad: prácticas y conceptos. pp. 43-99. Madrid: Miño y Dávila.
Calmels, D. (1998). Cuerpo y Saber. Buenos Aires. D&B Editores
Calmels, D. (1997). Del examen motor al psicomotor. En González y Sykuler
(eds.) Reuniones clínicas en Psicomotricidad. Buenos Aires.
Calmels, D. (2003). Qué es la Psicomotricidad? Los trastornos psicomotores y la
práctica psicomotriz. Buenos Aires: Grupo Editorial Lumen
De Ajuriaguerra, J. (1984). La escritura del niño, Volumen I y II. Barcelona:
Ed. Laia
Da Fonseca, V. (2000). Estudio y génesis de la Psicomotricidad. 2da. Edición.
España. Editorial INDE.
Da Fonseca, V. (2005). Manual de observación psicomotriz. Significación psico-
neurológica de los factores psicomotores. Barcelona: INDE
Diccionario de Medicina (2009). Barcelona: Editorial Océano Mosby
Frostig, M., Home, D., Miller, A. (2000). Figuras y formas. Programa para el
desarrollo de la percepción visual. España: Ed. Médica Panamericana S.A
García, B. (2005). La evaluación psicomotriz y su especificidad como herra-
mienta diagnóstica en el niño preescolar y escolar. En Aportes 1, Revista
1. Introducción
El propósito de este trabajo es recoger la revisión crítica que nuestro
equipo docente ha venido realizando a través de 10 años en la transmisión
de la temática de los llamados trastornos psicomotores.
El discurso de la Psicomotricidad Clínica Infantil ha evolucionado
desde la noción del trastorno psicomotor como déficit, a la del trastorno
psicomotor como síntoma, con referencia en el Psicoanálisis. Cada sujeto es
único, por su bagaje constitucional, su historia y contexto vital; por lo que
el síntoma psicomotor es una producción subjetiva y singular.
De acuerdo con autores de referencia (Bergés, 1997 y González, 2009,
entre otros), se concibe al síntoma psicomotor en la infancia como una mo-
dalidad particular de funcionamiento psicomotor, que remite a vicisitudes
en la constructividad corporal temprana. Se construye en la relación con
los semejantes significativos y conlleva malestar y/o sufrimiento al niño y
su familia. El Psicomotricista observa y describe los signos visibles, valora
su intensidad, los historiza y contextualiza.
A su vez, se interroga sobre el sentido del síntoma psicomotor. Por su
dimensión inconsciente, es un enigma que nunca será totalmente descifra-
do.
En la actualidad uruguaya, el Psicomotricista continúa teniendo como
paradigma teórico referencial a los trastornos psicomotores clásicos, pro-
puestos por la escuela francesa. Sin embargo, es necesario revisar su vigencia,
De acuerdo con Calmels (2003): “La disgrafía (...) opera como un cen-
sor de perturbaciones en la construcción de la corporeidad.” (p.59)
Para Berruezo (2004), “la disgrafía es un trastorno de tipo funcional que
afecta a la calidad de la escritura en su aspecto de realización gráfica” (p.42),
por lo que no se debe considerar como tal si las dificultades se explican por
razones de otro orden.
Para hacer un diagnóstico de disgrafía es necesario tener en cuenta una
serie de condiciones. C. de León, (2010):
• Capacidad intelectual en los límites normales o por encima de la
media
• Ausencia de daño sensorial grave o de traumatismos motores que
pueden condicionar la calidad de la escritura.
3. Conclusiones
En el proceso diagnóstico, el Psicomotricista escucha el discurso de
los padres y el del niño, en su decir verbal y corporal. La escucha atenta nos
permitirá aproximarnos a la comprensión de la singularidad del niño y el
síntoma, así como al sentido que éste adquiere en la familia. Es necesario
asumir una posición ética de respeto por el niño en tanto sujeto, com-
prendiendo que la complejidad de su situación no puede reducirse a una
categoría diagnóstica. “En síntesis, nadie puede ser reducido a un “sello” sin
desaparecer como sujeto, en cuanto humano, todo sujeto es complejo, contradic-
torio, multideterminado e impredecible” Janin (2005, 104)
Esto implica una revisión continua de nuestros supuestos y criterios,
nuestra forma de nombrar y dar cuenta de lo que observamos, referencián-
donos en los avances que se van dando en el campo conceptual de la Psico-
motricidad y de otras disciplinas que buscan explicar los fenómenos del de-
sarrollo y sus alteraciones. Ante todo, es necesario apartarnos del paradigma
del trastorno psicomotor como déficit, y sensibilizarnos frente al malestar
o sufrimiento que representa, respetando el dinamismo de los procesos del
desarrollo en esta etapa de la vida.
Tal como lo plantean Marcelli y Ajuriaguerra, “El desarrollo, la ma-
duración del niño, son por sí mismos fuentes de conflictos que, como todo
2. La terapia psicomotriz
La implementación de una intervención psicomotriz con enfoque te-
rapéutico dirigida a diferentes poblaciones de adultos y/o ancianos debe
sustentarse en un marco conceptual, relacionado a la mirada psicomotriz
sobre el cuerpo y el sujeto. Aún cuando metodológicamente existan dife-
rencias entre las intervenciones, la dirección de éstas, deberán ser consisten-
tes con el abordaje psicomotriz terapéutico.
En nuestro país las diversas formas de abordaje psicomotriz terapéuti-
co, reeducación, terapia y clínica, coexisten, pero en general aplicadas a la
infancia. De allí que la bibliografía sobre psicomotricidad terapéutica gene-
ralmente refiere al bebe, al niño o al adolescente. No obstante, el proceso
de constructividad corporal se da a lo largo de toda la vida, tal que el sujeto
debe apropiarse de su cuerpo a partir de las diferentes situaciones que atra-
viesan a lo largo del ciclo vital. En consecuencia, resulta pertinente pesar y
construir un abordaje psicomotriz en la edad adulta y anciana.
En este punto es clave reflexionar sobre el concepto de terapia psi-
comotriz. Tomando aportes de distintos autores (Da Fonseca, Contant y
Calza, Calmels, Bergés), se puede realizar una primera aproximación con-
ceptual a la terapia psicomotriz orientada a adultos definiéndola como:
una terapia de mediación corporal, que promueve el desarrollo de la ma-
yor capacidad funcional posible del individuo, entendido como totalidad
somatopsíquica, inserto en un contexto socio histórico y cultural deter-
minado.
- De mediación corporal.
Refiere tanto a la posición del Psicomotricista como del usuario/pa-
ciente. En el abordaje psicomotriz se procura armar un “escenario” donde el
usuario pueda entrar en escena mediante su cuerpo, cuyas acciones reflejen
su recorrido vital y de aprendizajes, entrecruzado por los mitos, creencias,
discursos de la sociedad y del momento histórico en que está inscripto.
3. Referencias biblográficas
Aucouturier, B., Darrault, I., Empinet, J. L.. (1985). La práctica psicomotriz:
reeducación y terapia. Barcelona: Científico-Médica.
Berruezo y Adelantado, P. (2001). El contenido de la Psicomotricidad. Re-
flexiones para la delimitación de su ámbito teórico y práctico. Revista
Iberoamericana de Psicomotricidad y Técnicas Corporales, 2(1), 39-48.
1. Resumen
El siguiente trabajo apunta a profundizar en los lineamientos metodo-
lógicos generales de la formación personal vía corporal (F.P.V.C) materia eje
en la formación del psicomotricista, concomitantemente con la formación
teórica y práctica.
Se intenta delinear la metodología de trabajo que la subtiende, desde
una mirada general (una entre tantas posibles) evitando abordar las particu-
laridades en relación a la implementación de la misma en las instituciones
universitarias que forman psicomotricistas en el Uruguay.
En un inicio se destaca la importancia del encuadre: la sala de psi-
comotricidad, en donde se despliega el proceso de aprendizaje (en su más
amplio sentido). Espacio-temporalidad que oficia de sostén y contención
que está conformada por constantes y variables que se encuentran en inter-
juego dialéctico.
A continuación se desarrolla la metodología de trabajo de la materia
(F.P.V.C) con los momentos que la componen. Se intenta acceder a una
aproximación teórica que colabore con su definición a partir de aportes
de diferentes autores tanto de la disciplina como de otras afines. Se busca
diseñar un marco teórico que cargue de significado tanto a la vivencia como
al análisis psicomotor, desnaturalizando su uso y precisando el marco con-
ceptual que podría sustentarlo.
Más adelante se abordan los objetivos que guían la intervención: ob-
jetivos dirigidos a facilitar un proceso donde el futuro licenciado en Psico-
motricidad pueda aprehender aquellas competencias relacionales propias
2. Introducción
La formación del psicomotricista se configura en la interrelación de
tres pilares: la formación teórica, la formación práctica y la formación per-
sonal vía corporal. Para profundizar en torno a esta última, se requiere dar
cuenta de su metodología de trabajo, encuadre, sus objetivos y del rol del
formador.
Esta manera particular de abordar la formación de grado del psico-
motricista inicia en 1970 a partir del trabajo de André Lapierre y Ber-
nard Aucouturier, donde nace la formación personal del psicomotricista en
Barcelona, planteada como propuesta que se contrapone a una pedagogía
directiva o estructurada y donde el juego es utilizado como estrategia prin-
cipal (Lapierre, 2005) Estos aportes atraviesan (entre otros) las formas de
ser y hacer de los psicomotricistas en el Uruguay.
Si se parte de la premisa de que la psicomotricidad es una disciplina
de mediación corporal, donde el psicomotricista implica su propio cuerpo
en el vínculo con el otro a partir de diversos mediadores corporales de
expresión y comunicación, los autores desarrollan su metodología para el
despliegue de estas competencias relacionales incluyendo esta formación
específica.
La misma consta de una metodología original, que difiere de las peda-
gogías académicas clásicas, y se desarrolla en un espacio diverso al del aula
común, con un encuadre y un formador (psicomotricista) cuya interven-
ción es singular, que se lleva a cabo a través del movimiento con su sustento
tónico-emocional.
72 Karla Cappiello
La sala de psicomotricidad como el espacio de aprendizaje es aquel
que el psicomotricista utilizará en su ámbito laboral, con sus materiales, sus
posibilidades y las normas que lo atraviesan.
En cuanto al diseño es variado, pudiendo incluir talleres extensos y
esporádicos o abordajes más cortos y continuos.
Esta metodología original plantea un abordaje grupal, donde cobra
gran importancia el grupo en esta construcción activa del saber, así como la
riqueza y potencia del mismo en este tipo de formación, tanto a nivel de la
experiencia como del análisis psicomotor.
La F.P.V.C. como práctica grupal implica el trabajo en interrelación
con el otro, donde el poder transformador del grupo se da a ver en el de-
venir del proceso. La originalidad de su pedagogía facilita el encuentro y
la construcción colectiva, la socialización de la experiencia, la reflexión y
despliegue del pensamiento crítico. Facilita la autoría de pensamiento don-
de aprendientes y formadores pueden construir una posición en relación
a la transmisión del saber que apunta al intercambio, al proceso activo y
contextualizado. Se entiende al aprendiente como sujeto que se constituye
vinculado a su historia y su contexto, mirada que respeta la heterogeneidad
del mismo, des-normalizándolo y rompiendo con la uniformidad que ca-
racteriza a la educación del cuerpo actual.
Subyace a esta metodología de enseñanza -aprendizaje original, una
postura en relación a las maneras de educar al cuerpo, a cómo se lo con-
ceptualiza, a la transmisión del saber y también a la forma de pensar una
evaluación de la misma coherente con la posición asumida. Estas tensiones,
si bien se registran, exceden la extensión-intención de este trabajo.
3. Acerca de la metodología
3.1. El encuadre
El encuadre según Pichón Riviere (1972) consiste en un conjunto de
constantes metodológicas que habilitan la comprensión de un proceso, im-
plica un espacio- tiempo que presenta ciertas características: las constantes,
como el espacio y los materiales, el tiempo de la formación (duración y
progresividad) los recursos humanos (formador y aprendientes) y el rol del
formador. Las variables están conformadas por el propio proceso.
La existencia de condiciones estables que otorgan seguridad, confianza
y ofician de referencia, habilitan el despliegue del aprendizaje y el registro
de los aspectos que muestran los cambios. Estas constantes son el marco de
3.2. Momentos
La metodología que subtiende a esta postura planteada, propone dos
momentos necesarios para la in-corporación de saberes propios del psi-
comotricista (Aucouturier et al., 1985). Estos son la vivencia-experiencia
(términos que aparecen como sinónimos y que se usarán indistintamente)
y el análisis psicomotor, a partir de la narración o puesta en palabras de la
primera.
74 Karla Cappiello
3.3. La experiencia
Se selecciona el siguiente marco conceptual que habilita a pensar acer-
ca de este primer momento donde se jerarquiza la experiencia vivida/viven-
cia.
Este primer momento supone la primacía del juego como estrategia,
del lenguaje no verbal prioritariamente, los materiales (aros, colchonetas,
prismas de polifom, escalera, espaldar, pelotas, palos, maderas) y la música
utilizada como facilitadora del despliegue expresivo.
En relación a la vivencia, se vincula dicho concepto (erlebnis) que Or-
tega y Gasset tradujo por vivencias (Ortega y Gasset en Álvarez González,
2010)concepto homólogo al de experiencia, entendido como unidad de
significación que permite acceder a la comprensión de la experiencia per-
sonal y privada, que habilita al grupo a comprender la significación que
esta experiencia vivida o vivencia tiene para quien la transita, a partir de la
reflexión.
Se organiza de manera progresiva (tanto en cada taller como en los
diferentes años) a partir de estrategias transversalizadas por la actitud lúdi-
ca, como lo son la senso-percepción, las técnicas de relajación adaptadas,
las actividades sensorio-motrices, la narración oral, el trabajo en torno al
plano simbólico, donde la planificación de cada taller es inherente al rol
del formador en su actitud de escucha del momento que transita el grupo.
Vivencia se utiliza entonces para hablar de la experiencia vivida, según
Gadamer en Castañeda (2009) se usa para designar el contenido de lo que
ha sido vivido, siendo este contenido el resultado o efecto que ha ganado
permanencia, peso y significado respecto a los otros aspectos del vivir.
La incorporación del sujeto aprendiente activo supone para Dilthey ci-
tado por Castañeda (2009) que a partir de la puesta en juego de la experien-
cia y su comprensión, la misma es narrada y transmutada en un fragmento
significativo a nivel del grupo, siendo factible entonces su reinterpretación.
Se conforma así una unidad de sentido, distinguiendo la subjetividad que
se configura a partir de la experiencia, pero que se recorta por sobre otras
experiencias, donde se integra la capacidad reflexiva, habilitando el surgi-
miento de unidades de significado, denominadas vivencia.
El término vivencia no se vincula entonces a algo dado, tampoco a
cualquier acontecimiento vivido, sino que supone que el contenido cons-
truye un significado permanente en relación a la experiencia para el que la
ha transitado. Acto dialéctico que implica ser transformado por la experien-
cia a la vez que la misma transforma el medio que la contiene.
76 Karla Cappiello
de la formación del psicomotricista (teoría, práctica y F.P.V.C) requieren
de ser puestas en palabras (desde el lenguaje oral y/o escrito) para ser com-
prendida e interpretada, generando hipótesis que orienten al formador y al
aprendiente acerca de su proceso de in-corporación de saberes.
Saberes al decir de Calmels (1997) que se vinculan con un hacer, sa-
borear, degustar, probar, no como información acumulada y desligada de la
propia historia y proceso.
La experiencia así narrada da cuenta de la hondura de nuestra cuerpo,
a partir de una metodología donde la intersubjetividad se destaca. Se piensa
la narración como facilitadora en tanto que “para comprender algo huma-
no, personal o colectivo, es preciso contar una historia” (Ortega y Gasset en
Peña Vial 2002, p. 82)
Se puede pensar la narrativa como “la cualidad estructurada de la ex-
periencia entendida y vista como un relato; por otro... las pautas y formas
de construir sentido, a partir de acciones temporales personales...” (Bolivar-
Botiá, 2002, p. 44). La vivencia narrada, otorga significado a la experiencia
vivida, habilitando una particular reconstrucción de ésta a partir del pro-
ceso reflexivo.
Es así que la experiencia vivida puede expresarse a partir de la narrati-
va, mediando la vivencia y configurando la construcción de sentido. En la
propuesta se ofrece la posibilidad del sujeto de apelar a su capacidad rela-
cional, entendiendo al discurso comunicativo como acto inter-subjetivante.
El proceso dialógico así conformado es un modo privilegiado en la cons-
trucción de saberes.
La originalidad de esta metodología implica el integrar una propuesta
pedagógica que incluye tanto la experiencia o vivencia como la puesta en
juego de un dispositivo que destaca el ámbito intersubjetivo y la expresión
de experiencias, habilitando la posibilidad de generar sentidos acerca de las
mismas a partir del discurso. Propuesta que liga a la historia y contexto del
aprendiente y el formador, postura que intenta desnaturalizar el discurso
imperante donde el aprendiente es un mero receptor de información, pasi-
vo y a-histórico, uniforme y normatizado.
Original en contraposición con el discurso dominante, racionalista
y neutro, se construye un espacio (el del análisis psicomotor) facilitador
de un discurso narrativo que se carga de afectividad e incluye a un sujeto
dialógico, facilitando el situar al aprendiente en su proceso, des-uniformi-
zándolo y particularizando su proceso.
Estas instancias facilitan la comprensión de lo acontecido, incardinán-
dola a los demás pilares de la formación (teoría y práctica) entendiendo a la
3.5. Objetivos
El objetivo de la misma es colaborar en la construcción del rol del
psicomotricista como uno de sus pilares fundantes.
La formación personal habilita la sensibilización progresiva del re-
gistro tónico-emocional, facilitando el despliegue de la capacidad para la
comprensión de señales (no verbales) el despliegue e integración de los re-
cursos gestuales y lingüísticos, ampliando asimismo el valor expresivo del
eje tónico-pósturo-motriz.
El psicomotricista intenta comprender la escena, lo que el otro da a
ver, así como realizar registros para entender la dinámica de los aspectos
afectivo-emocionales movilizados en la misma.
Se lleva a cabo con la intención de desarrollar en el aprendiente com-
petencias que redunden en un despliegue del rol lo más acertadamente
posible: competencias relacionales fundamentales para el intercambio con
el usuario, generando una mayor apertura hacia la recepción de la variedad
de significaciones de su expresividad motriz.
Se fomenta así el incremento de la disponibilidad corporal para dis-
frutar el caudal expresivo y comunicativo del cuerpo, del despliegue de la
capacidad lúdica, del placer de jugar a partir de las capacidades creativas y
78 Karla Cappiello
comunicativas del aprendiente y del formador. La actitud de escucha, la
capacidad de observación y la disponibilidad corporal se encuentran ínti-
mamente relacionadas y abarcan un entramado de requisitos para su conso-
lidación, como la mirada habilitadora y que no juzga, el desarrollo de una
escucha sensible, el ajuste de la gestualidad, las producciones corporales a
la demanda del otro.
Dentro de dichas competencias se realzan la capacidad de escucha,
de descentración de sí mismo hacia el otro, para poder recibirlo con ma-
yor sensibilidad, aceptando sin juicios de valor el discurso multiforme del
usuario.
Esta actitud o posición (terapéutica o educativa) se da a ver en su in-
tervención psicomotriz. El encuentro a nivel corporal profundiza sobre las
posibilidades de acuerdo y diálogo tónico que permitirán la apertura a la
escucha empático-tónica propia de la disciplina.
Se destacan en relación a ello la disposición del psicomotricista para
“reaccionar con una tonalidad afectiva, una expresividad o una conducta
características”. (Camps, 2008, p. 125)
Esta forma característica de actuar frente al usuario, según Aucoutu-
rier, Darrault y Empinet (1985) determina que pueda acompañarlo en sus
vivencias, afectos, “aceptándolo tal cual es, no como le gustaría que fuese”
(p.47) sin juzgarlo. Supone el estar disponible al encuentro, implicándose
en el vínculo, no obstante manteniendo cierta distancia y no dejándose
invadir ni invadiendo al otro. Competencias que tienden a desarrollar en
el aprendiente una actitud de espera, de contención, de escucha de las re-
sonancias tónico-emocionales recíprocas, articulando esta formación con el
marco teórico y práctico.
Los objetivos de la F.P.V.C. se construyen en relación a que la in-
tervención del psicomotricista con el usuario sea lo más ajustada posible,
no es una terapia personal sino la formación para el desarrollo de dichas
competencias relacionales, tales como la capacidad de escucha donde se
potencia la capacidad de descentrarse hacia el otro, aceptarlo y recibirlo con
sensibilidad, no rechazar ni juzgar los contenidos y calidad de su expresi-
vidad motriz, con-moverse (moverse con) preparando al aprendiente para
lograr una intervención asertiva, no ambigua, capaz de otorgar al usuario la
seguridad afectiva y física necesaria para su evolución.
Esta formación aborda también la escucha y el control particular de
uno mismo, en un balance que implica centrarse y descentrarse, capacidad
de centrarse en uno mismo que permita percibir las modificaciones tónico-
emocionales en el intercambio con el otro, registrar aquellas sensaciones
3.6. El formador-enseñante
El rol del formador (el cómo se juega su rol) como se pone en acción
es también un elemento fundamental del encuadre, siendo este quien ga-
rantiza el sostén del encuadre, con firmeza y estabilidad. El mismo puede
flexibilizarse en función de la capacidad de continencia del grupo, debe
existir una témporo-espacialidad que garantice la seguridad y la evolución
de los talleres, habilitando el proceso dialéctico entre los aprendientes y el
formador.
Este formador- enseñante (porta saberes propios de la disciplina y sa-
beres pedagógicos) que se desarrollan en el contexto de la educación supe-
rior, con las normas y reglas que esto conlleva y la interrelación poder-saber
y los juegos de verdad inherentes a toda institución.
El papel del formador-enseñante se sustenta en la claridad del encua-
dre, así como en la calidad de la acogida a los aprendientes: desde su pre-
sencia, sostén postural, manifestaciones corporales que se apuntalan con la
formación permanente. Este rol se funda en el establecimiento de un clima
de seguridad y respeto hacia el aprendiente y el grupo, erigiéndose en re-
ferente para el mismo, siendo fundamental su capacidad de sostén grupal.
Sostén entendido como prestar apoyo, oficiar de base y contención, según
80 Karla Cappiello
Calmels (2001) fundamento, donde el formador contiene tanto las produc-
ciones grupales como individuales.
Su compromiso es estar a la escucha (en este vocablo cuyo núcleo de
sentido es utilizar el oído, prestar oídos) de las producciones grupales, des-
centrándose hacia el grupo, lo que requiere de un estado de cierta tensión,
con una marcada intencionalidad y “cierta curiosidad o inquietud hacia lo
que allí ocurre”. (Nancy, 2015 p. 15)
Una atención intencional, un prestar oídos hacia lo que acontece en
el grupo, para poder entender (o tender hacia) y otorgar sentidos a la pro-
ducciones grupales, brindando el tiempo necesario para el despliegue de
la creatividad, observando las variaciones tónicas, la postura, la mirada el
repertorio expresivo que le permita dar respuestas acertadas.
El formador es también símbolo de ley y seguridad, mantiene las
normas y principios de la sala de psicomotricidad que garantizan el esta-
blecimiento de la confianza, donde el paso al acto o la agresión no están
habilitados.
Desde la postura pedagógica el formador-enseñante remite a la posibi-
lidad de conceder al aprendiente la facultad de abrir un espacio para su au-
toría de pensamiento. Se remarca la importancia de mantener el encuadre
de la FP.V.C. en el campo educativo, evitando la confusión con abordajes
terapéuticos, no obstante se explicitan los efectos terapéuticos que tiene
dicha formación que tiende a un cambio de actitud en la persona.
La planificación de los talleres y su progresividad se articulan tanto
transversal como a lo largo del proceso, forman parte de la metodología de
trabajo. Es un espacio por excelencia facilitador de los procesos de integra-
ción de distintos saberes, teóricos, prácticos, íntimos (que apuntan al co-
nocer y conocerse) donde esta articulación tan conflictiva en otros ámbitos
académicos se da fundamentalmente por las características del encuadre,
donde prima la posibilidad de encarnar los saberes, la reflexión intencional
y que otorga sentidos y una gran movilización afectiva que es contenida y
sostenida por dicho encuadre.
3.7. Tensiones
Esta formación, sostiene su existencia como pilar a la hora de cons-
truir saberes en torno al ser psicomotricista, siendo fundamental en la ad-
quisición de las competencias específicas del mismo. Supone una progresi-
vidad necesaria que otorga al estudiante de grado la contención y seguridad
necesarios para desplegar su expresividad motriz y construir sentidos en y
con el grupo.
82 Karla Cappiello
prácticas, matizadas por los principios de (di)visión del mundo, las que
producen cuerpos” Galak (2017,p.6) la F.P.V.C. como formación integrada
a la educación formal:
¿Cómo se piensa la evaluación de la misma?
Entonces:
• ¿La F.P.V.C debe evaluarse?
• En caso de afirmarlo ¿Cómo se plantearía la evaluación de la F.P.V.C?
• En caso de negarlo ¿Es posible pensar en la transmisión del saber sin
evaluación?
• ¿Es viable configurar una evaluación académica coherente con la
metodología de la F.P.V.C?
• ¿Por qué y para qué se evalúa?
4. Referencias bibliográficas
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84 Karla Cappiello
Ética y psicomotricidad
Carmen Cal
1. Introducción
El presente artículo, pretende abordar la dimensión ética en el ejerci-
cio profesional de la Psicomotricidad.
En la primera parte, de carácter teórico, se distinguirán las nociones
de: ética, moral, deontología y bioética (así como sus principios básicos);
para luego introducir la de “ética profesional”, a los efectos de reflexionar
sobre trabajo y profesión en el siglo XXI.
En la segunda parte, el punto qué son las profesiones se describirán:
rasgos profesionales, la identidad y pertenencia y las derivaciones de la ética
profesional (códigos profesionales).
Para finalizar, se proponen una serie de situaciones clínicas/educati-
vas/preventivas dentro de la profesión del Licenciado en Psicomotricidad,
en las que especialmente se debe establecer la reflexión ética.
“La ética es la convicción revolucionaria, y a la vez,
tradicionalmente humana de que no todo vale igual,
de que hay razones para preferir un tipo de actuación a otros”.
Fernando Savater (2006, [1982])
2. ¿Qué es la ética?
Cuando se piensa en cuestiones de ética, no se trata de posiciones
abstractas, alejadas del conocimiento ordinario.
Es frecuente entender ética y moral como la misma cosa. Cortina
(2013) plantea que la ética incide en las decisiones correctas de la conducta
humana, a través de cánones morales, no señala lo que es bueno o malo
hacer (eso lo hace la moral), sino cuándo lo es (eso es la ética).
86 Carmen Cal
En la ética antigua (la de autores como Platón y Aristóteles; o de doc-
trinas como el estoicismo1 y el epicureísmo2), la cuestión de las virtudes
respecto de sí mismo ocupaba un lugar central dentro de la ética.
En la ética moderna, el problema que pasa a ocupar el lugar del núcleo
de la cuestión moral es el de la relación interpersonal.
Al hablar de relaciones interpersonales, no todas ellas están atravesadas
por un carácter ético.
Sin embargo, el centro de esas relaciones sigue siendo la persona hu-
mana, que es algo más que un mero ser que habita la naturaleza. Su pre-
sencia y sus actos generan conflictos interpersonales (donde aparecen por
lo menos dos individuos involucrados) o podría haber un conflicto intra-
personal (cuando hay una oposición entre el deber y el deseo). (Guariglia,
Vidiella; 2011)
Entonces al pensar en cuestiones de ética, se piensa habitualmente
en situaciones que involucran un conflicto (Guariglia, Vidiella; 2011). Po-
dríamos describir a la ética como una brújula, ya que tiene como finalidad
ayudarnos a dominar el difícil arte de orientarnos correctamente en la vida,
o decirlo como lo planteó Aristóteles- en múltiples ocasiones- a lo largo
de su obra, cuando exponía que nuestro carácter es el resultado de nuestra
conducta.
MORAL ÉTICA
88 Carmen Cal
Los párrafos precedentes permiten dar un contexto adecuado a otro
concepto, que vinculan Ética y Profesión, y que se trata de la Deontolo-
gía3.
Para Domínguez (2005:383): “La Deontología profesional será aque-
lla sección de la ética encargada de estudiar y compilar las reglas, normas y
deberes que rigen la “buena” conducta en el ejercicio de las profesiones. El
fundamento supremo ordenador de dichas conductas”
En el capítulo siete (Ser profesionales, no sólo técnicos) del libro “¿Para
qué sirve realmente la ética?”, la filósofa Adela Cortina, autora de la obra,
profundiza un rasgo central: el predominio de una cultura científico-técni-
ca que ha provocado que sólo se conciban las mejoras sociales a través de la
investigación científico-técnica (Cortina, 2013). Y agrega que este tipo de
cultura ha traído grandes dificultades para el ejercicio práctico de la reflexión
racional, consciente, personal que nos permita diferenciar entre los que son
buenos profesionales y los que son simples técnicos:
La distinción aristotélica entre acciones técnicas y prácticas, nos permite
diferenciar entre las acciones que solamente valen en relación con el fin
que se busca con ellas; y las que son valiosas por sí mismas, porque encie-
rran un bien que deseamos alcanzar (Cortina, 2013:133)
3. La Deontología del deon, deontos, significa obligación y logía indica conocimiento, estudio.
El concepto acuñado por J. Bentham (1748-1832), en su vertiente etimológica es definido como
la ciencia de los deberes o la teoría de las normas morales. (Domínguez,2005).
4. Collegium (collegia en plural, palabra latina que da “colegio” en idioma castellano y que
etimológicamente significa “juntos por ley”) era el nombre de una institución romana con un
importante papel en el derecho romano; tenía el carácter de una asociación privada y estaba
regido por su propio estatuto (la lex collegii) donde se establecían sus órganos y finalidad, los
criterios de admisión de los asociados y otros asuntos propios.
90 Carmen Cal
sociedad humana, para lo cual se precisa el concurso de la comunidad de
profesionales que como tales se identifican ante la sociedad.
Las primeras profesiones de las que tenemos noticia son esencialmente
tres: sacerdote, médico, jurista.
Cada una de ellas proporciona a la humanidad un bien indispensable
para la vida personal y social: el cuidado del alma, el cuidado del cuerpo
y el de la relación social. Por eso, quienes ejercen estas profesiones no sólo
tienen que seguir un peculiar aprendizaje en cada caso para ingresar en
la profesión, sino que deben pronunciar un juramento (Profesión= dar fe
pública) por el que se comprometen a obedecer sus reglas y a intentar pro-
porcionar el bien correspondiente, más allá de su interés egoísta (Gracia,
1988). Con ello, se incorporan al grupo de quienes a su vez pronunciaron
el juramento, pasaron un período de aprendizaje y se comprometieron con
las mismas metas.
92 Carmen Cal
Profesional: ya que no es normativa, ni exigible; es motivadora y recae en la
conciencia individual.
Como profesión vinculada a la salud, nos cabe compartir el cuidado del
ser humano, de la persona, desde los principios de la bioética:
a. Principio de respeto a la persona – Formulación positiva o prescriptiva:
“[...] todo ser humano debe ser tratado en cualquier intervención sobre sus
dimensiones vitales como persona, es decir, como dotado de una dignidad
o valor intrínseco”. – Formulación negativa o prohibitiva: “[...] nunca es
lícito manipular o intervenir en el ser humano-persona, en ninguna de sus
dimensiones vitales, como un medio para un fin extrínseco a él”.
94 Carmen Cal
lugar ocupa en el proceso terapéutico la negociación de los honora-
rios a pagar y a cobrar?.
5. Referencias bibliográficas
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96 Carmen Cal
Capítulo 2
Psicomotricidad en la infancia
El cuerpo en la escuela:
de la Práctica Psicomotriz
Educativa a la orientación y
seguimiento psicomotriz1
Ma. Jesús Huguet
1. Introducción
La intervención psicomotriz en el contexto educativo ha sido permea-
da por los cambios sustanciales que imponen las condiciones de época, en
especial aquellas ligadas al consumo, la globalización y los avances tecnoló-
gicos. A partir de la experiencia de intervención psicomotriz con niños de
nivel de cinco años de ciclo inicial y el posterior seguimiento y orientación
en la escuela primaria, en una institución educativa privada de la ciudad de
Montevideo, intentaremos dar cuenta de los recursos a los que los psicomo-
tricistas podemos recurrir para responder a los problemas que se nos plan-
tean en el espacio educativo. Interesa especialmente pensar la posición del
psicomotricista en contexto, lo que implica el encuentro con los diferentes
actores que se encuentran en la escena (niños, familias, maestros, psicólo-
gos, psicopedagogos), y de qué manera contribuimos a la construcción de
una forma coherente de pensar y hacer.
1. Este artículo es una versión modificada y corregida de la presentación realizada como parti-
cipante de la Mesa Redonda: “La Práctica Psicomotriz integrada a las instituciones educativas”.
Congreso Psicomotricidad Instituto Cediiap 2010: “La Psicomotricidad y su contexto”.
Del mismo modo, impresionaría que algunos de los juegos que habi-
tualmente se despliegan en el espacio psicomotriz han sufrido transforma-
ciones importantes en la última década. Tanto en el ámbito educativo como
clínico, hoy nos encontramos con que los niños presentan necesidad de
realizar actividades de gran descarga motriz, destacándose la impulsividad,
escasa capacidad de escucha y las dificultades en la descentración. Si bien
se mantienen los juegos tradicionalmente observados en la sala en la edad
pre-escolar, en los últimos años se presentan con insistencia aquellos ligadas
4. Psicomotricidad en la escuela
Desde su nacimiento en nuestro país, la psicomotricidad como prác-
tica profesional, ha multiplicado su inserción en contextos muy variados.
Gestada y parida en un hospital, rápidamente suma al trabajo clínico, su
inserción en la Educación y Atención Primaria en Salud.
En el Uruguay la práctica psicomotriz en la educación lleva un reco-
rrido de más de 35 años, tiempo en el cual se ha ampliado y profundizado
la modalidad de intervención originaria, según los principios del Prof. Ber-
nard Aucouturier, introducidos por Ana Cerutti.
Este planteo a cerca de la coherencia como condición necesaria para
que la psicomotricidad actúe en el campo de la educación, nos lleva a pre-
guntarnos sobre los modos actuales de inserción de nuestra disciplina en los
distintos contextos educativos.
5. Consideraciones finales
La intervención psicomotriz en el ámbito educativo se recorta como una
práctica excepcional para acompañar al niño y su familia en la actualidad.
Consideramos que la experiencia psicomotriz compartida en el espacio edu-
cativo puede resultar una oportunidad privilegiada para el niño, donde explorar
la corporeidad en el espacio real, promover la creatividad, la fantasía y la construc-
ción de narrativas propias, liberar el gesto, aceptar la sorpresa y la espera.
Hoy más que nunca, los que nos ocupamos de la infancia, debemos re-
sistir, desde una posición ética, los embates que el mundo globalizado impone.
Compartimos la idea, que más que encontramos en una época de cambios,
asistimos a un cambio de época y por momentos, tenemos la impresión de no
llegar a tiempo para metabolizar las vertiginosas transformaciones que ésta nos
trae. Debemos pues, mantener una escucha atenta, estar dispuestos a generar
preguntas, a trabajar con otros en la frontera desde nuestra especificidad.
Pensar y re-situar las nuevas manifestaciones del cuerpo infantil que
se nos presentan en nuestra práctica cotidiana, dentro de un contexto de
época, posibilita encontrar nuevos sentidos y empezar a “hacer” con ellos.
El ejercicio constante de ir de la práctica a la teoría, para volver nuevamen-
te a la práctica, permite comprender la expresión de la corporeidad y el sentido
del síntoma psicomotor en la escuela. Entendiendo que lo que se inscribe en el
funcionamiento psicomotor de un niño, no es simplemente el despliegue de tal
o cual conducta, sino la percepción que tenga de sí mismo, de su cuerpo y su
accionar en un contexto particular, y principalmente, en la forma que éstos sean
significados y devueltos por los adultos con los que interactúa cotidianamente.
6. Referencias bibliográficas
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1. Introducción
La psicomotricidad como disciplina de intervención dentro del ám-
bito educativo tiene una trayectoria histórica que acompaña la evolución
de los conceptos fundamentales (ser humano, cuerpo, psiquismo) y se ve
reflejada en sus formas de abordaje y en su tecnicidad.
Desde 1969, año en el cual Picq y Vayer partiendo desde la educación
física, publican la primera edición de “Educación psicomotriz y retraso
mental” hasta la actualidad han surgido muchas propuestas de interven-
ción que más allá de diferencias conceptuales, coinciden en afirmar que el
cuerpo y el movimiento están en la base de los aprendizajes.Vayer (1977),
citado por Muntaner (1986), plantea “No solamente el cuerpo es el origen
de todo conocimiento, sino que es en sí mismo el medio de relación y de
comunicación con el mundo exterior”. (p. 210).
En 1966 Le Boulch desarrolla la Psicocinética, como un “método ge-
neral de educación más que como medio pedagógico, utiliza el movimiento
humano en todas sus formas” (1977, p. 17) y en 1971 publica “Hacia una
ciencia del movimiento humano: introducción a la Psicocinética”.
A partir de ese momento y hasta el presente han surgido y se han
puesto en práctica diferentes propuestas de psicomotricidad educativa pro-
piciadas por los factores que según Maigre y Destrooper (1976) son los
siguientes:
114 Alicia Menéndez | Ana Inés Cajarville | Enrique Sabaj | Felicia Paz
2. Interrelación entre concepto de salud y la práctica
psicomotriz educativa
Al definir la psicomotricidad en el marco educativo como un agente
promotor de salud, es importante recordar la declaración de Alma-Ata de la
Organización Panamericana de la Salud, que en 1978 plantea “La Confe-
rencia reitera firmemente que la salud, estado de completo bienestar físico,
mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades, es
un derecho humano fundamental y que el logro del grado más alto posible
de salud es un objetivo social sumamente importante en todo el mundo,
cuya realización exige la intervención de muchos otros sectores sociales y
económicos, además del de la salud.”
Esta definición que integra el concepto de bienestar físico, mental y
social, más allá de la ausencia de enfermedad, lleva consigo la necesidad de
promover diversos programas de atención sanitaria, que estén al alcance de
todos los individuos de la comunidad. Estos programas se insertan en la
llamada Atención Primaria de la Salud (APS).
Weinstein (1989), desarrolla el concepto de salud, poniendo el énfa-
sis en las “capacidades” como posibilidades del hombre, las cuales no es-
tán aisladas sino que se potencian entre sí, en estrecha interrelación con
el contexto en el cual está inserto. Weinstein, define la salud como “un
conjunto integrado de capacidades biopsicosociales de un individuo o de
un colectivo”(1989,p.55).
Algunas de las capacidades planteadas por Weinstein, se pueden vin-
cular con los objetivos de la Práctica Psicomotriz Educativa, lo que fortalece
la idea de conceptualizarla como práctica promotora de salud y brinda un
marco para generar intervenciones desde el rol del psicomotricista en las
instituciones educativas.
116 Alicia Menéndez | Ana Inés Cajarville | Enrique Sabaj | Felicia Paz
Favorecer la capacidad de comunicación es un objetivo clave en la
práctica psicomotriz educativa. Un niño que es capaz de comunicar sus
necesidades y deseos, es un niño que está abierto al otro y por lo tanto al
aprendizaje.
El psicomotricista logra a través de su formación una capacidad de
escucha que contemple el lenguaje corporal, gestual y verbal del niño. Esta
escucha empática promueve la comunicación y favorece en el niño el desa-
rrollo de las posibilidades de expresión y del lenguaje oral.
118 Alicia Menéndez | Ana Inés Cajarville | Enrique Sabaj | Felicia Paz
Prevención terciaria: es la última acción dirigida hacia el niño en pe-
ligro de dejar la institución educativa por estructuras especializadas inte-
gradas o no a a la escuela. Estas acciones tienden a dar oportunidades de
expresión y acomodación al grupo a y a la institución, con los apoyos y
adecuaciones que el niño necesite.
En nuestro país se ha venido desarrollando la Práctica Psicomotriz
Educativa según los lineamientos del profesor Bernard Aucouturier de for-
ma sistemática y creciente en Instituciones educativas públicas y privadas
desde 1986. En ese año la psicomotricista Ana Cerutti, pionera en la dis-
ciplina y especializada en el Centro de Tours con Aucouturier, inaugura la
primera sala de psicomotricidad en un institución educativa privada de la
ciudad de Montevideo.
Esta práctica se basa en el despliegue de la expresividad motriz del
niño, entendiendo por expresividad motriz la manera tónico-emocional de
ser y de estar en relación con el espacio con los objetos y con los demás. Es
la forma privilegiada de expresión del niño, superando en estas etapas del
desarrollo al lenguaje oral.
En la formación de grado de la Licenciatura en Psicomotricidad, se
presenta y profundiza en el marco teórico-práctico de intervención psico-
motriz propuesto por el profesor Bernard Aucouturier, como línea princi-
pal entre otros autores, pero se promueve además la posibilidad de abrir
la propuesta de intervención desarrollando otros encuadres y modalidades
que se ajusten a las diferentes realidades institucionales.
En este sentido se propone la intervención del Psicomotricista en la
Institución Educativa en tres niveles: los niños, el equipo técnico-docente
y a las familias. Si bien nuestra intervención se da principalmente dentro
de la prevención primaria, muchas veces nos encontramos actuando dentro
del segundo y el tercer nivel.
120 Alicia Menéndez | Ana Inés Cajarville | Enrique Sabaj | Felicia Paz
dando la posibilidad de investigar, experimentar y crear situaciones indivi-
duales y de encuentro con los otros, pares y adultos. Esta forma de pensar
e intervenir promueve el intercambio reflexivo con el maestro, poniendo el
foco en las necesidades del grupo de niños, así como la construcción de una
coherencia educativa, donde la Psicomotricidad se integre y fusione con el
proyecto educativo institucional.
En la elección de materiales para cada sesión se toma como principio
la permanencia de un tipo de material a lo largo de todo el ciclo (semestre,
año) con el fin de ofrecerle a los niños la posibilidad de anticipar imágenes
de posibles juegos y brindarles un marco referencial segurizante: siempre se
acondiciona un espacio con materiales que promueven la actividad sensorio-
motriz, con colchones y colchonetas, lugar para el salto, la caída, los giros.
Asimismo, la introducción de nuevos materiales en las sesiones, es un
componente motivador y favorece la imaginación y la creatividad.
Lapierre afirma: “Hemos constatado en efecto, que cuando hay en la
sala multitud de objetos diferentes, los niños en su avidez de explorarlo todo,
pasan sin cesar de un objeto a otro, sin conseguir fijar su elección y su aten-
ción, y estructurar así una actividad más o menos continuada” (1985, 64)
También hemos observado que el reencuentro con materiales ya utili-
zados en sesiones distanciadas temporalmente, genera emoción y placer, y
tal como plantea Lapierre (1985), luego de haber jugado con los objetos en
sucesivas sesiones, podrán asociarlos en juegos cada vez más creativos.
122 Alicia Menéndez | Ana Inés Cajarville | Enrique Sabaj | Felicia Paz
2) Con el equipo técnico-docente institucional:
El trabajo con el equipo técnico-docente de la institución, implica tra-
bajar a favor de una concepción de niño y de desarrollo integral y de la reva-
lorización del lugar del cuerpo y la acción en el proceso de aprendizaje.
Es imprescindible la búsqueda de un lenguaje común que cristalice
en un proyecto educativo coherente que más allá de la incorporación de las
sesiones de psicomotricidad educativa, proponga una mirada respetuosa al
desarrollo del niño, su estilo de aprendizaje y su contexto familiar.
El cuerpo es el lugar donde se inscriben los aprendizajes a lo largo de la
vida de un sujeto. En él se reflejan tensiones, emoción, placer, displacer;
es mediante él que sabemos de alegrías y tristezas, de comodidad e inco-
modidad, de bienestar o de enfermedad. (Apel,1997, p. 13).
124 Alicia Menéndez | Ana Inés Cajarville | Enrique Sabaj | Felicia Paz
3) Con las familias:
La intervención psicomotriz en educación puede tener diferentes mo-
mentos de encuentro con los padres:
a. Sesiones abiertas, donde se los invita a participar junto con los ni-
ños. En estos encuentros donde se juega y se involucra el cuerpo, se
rescata la capacidad de juego de los adulto y una mayor compren-
sión y valorización del juego en el desarrollo infantil.
b. Entrevistas personales, a demanda de la familia o de la institución,
que apuntan a evacuar dudas sobre el proceso del niño o realizar
señalamientos generales acerca del mismo.
Estos encuentros ofrecen un marco facilitador para el despliegue de
las capacidades de los padres ya sea en un nivel de fomento de la sa-
lud, abriendo un espacio para el diálogo sobre el desarrollo general
niño; o señalando vicisitudes que pueda estar atravesando.
c. Talleres teóricos reflexivos donde se abordan aspectos del desarro-
llo del niño y cómo acompañarlo en los diferentes momentos del
proceso.
4. En síntesis
En el transcurso de estos años de experiencia de práctica docente-asis-
tencial, hemos desarrollado y redefinido una forma de intervenir dentro de
la institución educativa que nos identifica y en la que se refleja coherencia
con los principios de promoción de salud y prevención, detallados en este
trabajo.
Partimos desde una concepción y en definitiva, una transmisión del
saber específico, muy centrada en la sala de psicomotricidad como ámbito
exclusivo de trabajo y nos fuimos incorporando a la dinámica de las Institu-
ciones aportando desde nuestra especificidad a los diferentes protagonistas
(niños, padres, equipo técnico-docente), desde una mirada de respeto y
co-aprendizaje, logrando la flexibilidad necesaria para que la intervención
resulte “a medida” de cada institución y su circunstancia. En este recorrido,
el intercambio reflexivo, cuestionador, crítico y constructivo se ha logrado
126 Alicia Menéndez | Ana Inés Cajarville | Enrique Sabaj | Felicia Paz
junto con cada grupo de estudiantes. Ellos han posibilitado y gestionado
con compromiso las diversas maneras de definir el rol del psicomotricista
en las Instituciones de práctica.
Esta forma de “hacer” que nos resulta coherente con nuestros fun-
damentos teóricos, y funcional en relación a las dinámicas institucionales,
pone el énfasis, precisamente, en el rol del psicomotricista, más que en su
técnica, y en una particular mirada al desarrollo del niño y su contexto
educativo y familiar. Por ese motivo preferimos nombrar esta modalidad de
intervención como: Intervención Psicomotriz en Educación.
El eje articulador de la Intervención Psicomotriz en Educación, se
puede sintetizar en las siguientes ideas fuerza:
• Enfatizar junto al equipo educativo, el concepto de cuerpo como
generador de aprendizajes significativos a partir de las experiencias
sensorio-motoras y de la oportunidad de simbolizarlas.
• Aportar a la concepción de cuerpo como mediador privilegiado de
la comunicación en la relación que los adultos (maestros-profesores)
establecen con los niños.
• Propiciar el despliegue por parte del equipo docente de la necesaria
disponibilidad corporal y afectiva para que el niño se desarrolle ple-
namente.
• Valorizar el juego espontáneo en todos los ámbitos de la institu-
ción.
• Acompañar al niño en su desarrollo psicomotor, fomentando el des-
pliegue de sus posibilidades motrices, intelectuales y socio-afecti-
vas.
• Favorecer en el niño el descubrimiento y utilización de mediadores
de comunicación verbales y no verbales para la expresión de necesi-
dades, deseos y resolución de conflictos.
• Apoyar desde el equipo educativo y técnico, la creación de instancias
de acción y reflexión junto con las familias y la comunidad, donde se
valoricen las prácticas de crianza y la promoción de tiempos y espa-
cios de encuentro de calidad entre los adultos y los niños, buscando
fomentar valores que promuevan la conciencia ciudadana.
5. Bibliografía
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128 Alicia Menéndez | Ana Inés Cajarville | Enrique Sabaj | Felicia Paz
Fundamentos teóricos
y prácticos de una
metodología de
intervención en clínica
psicomotriz infantil
Ingrid Henig
1. Introducción
Esta modalidad de Intervención en Clínica Psicomotriz Infantil y su
sustento teórico, constituye la base de la propuesta de formación teórico-
práctica correspondiente a la asignatura Psicomotricidad Terapéutica con ni-
ños y adolescentes, ubicada en el cuarto año de la Licenciatura de Psicomo-
tricidad de la Universidad Católica del Uruguay.
Se ha delimitado el perfil psicomotor de los niños asistidos en los lugares
de práctica, a los derivados por dificultades en la motricidad global o manual,
dificultades grafomotoras, inestabilidad o inhibición psicomotora de entidad
leve a moderada y dificultades en el proceso de lateralización. Los niños con
patologías neuromotoras, psiquiátricas, déficit sensorial o retraso mental gra-
ve, exceden las posibilidades de este encuadre docente-asistencial.
Según el diccionario de la RAE, Metodología designa la “ciencia del mé-
todo”, y método significa “modo de decir o hacer con orden”. Hay una moda-
lidad de quehacer clínico, un orden organizador que constituye un marco
referente. A su vez, en cada situación clínica se da un proceso de reconstruc-
ción, necesario para intervenir clínicamente y adaptarse a las necesidades de
cada niño en particular. Son incontables las variables a considerar.
Para el mismo diccionario mencionado, intervenir significa: “tomar
parte de un asunto”, “sobrevenir, ocurrir, acontecer”. De eso se trata cuando a
través del acompañamiento clínico a un niño con una problemática psico-
motora y su familia, se procuran formas más saludables de ser y hacer con
el cuerpo.
4. Lev Vygotski. (1986-1934) psicólogo ruso de origen judío, uno de los más destacados teó-
ricos de la psicología del desarrollo, fundador de la psicología histórico-cultural.
5. Vítor da Fonseca. Portugal. Licenciado en Motricidad humana, Maestro en Ciencias de la Edu-
cación en el área de las dificultades de aprendizaje. Doctor en Educación Especial y Rehabilitación.
9. J. Lacan (1964) conceptualiza este lugar de saber absoluto en la posición de “sujeto supuesto saber”.
7. Conclusiones
Sistematizar la experiencia en una metodología de trabajo tiene un
efecto organizador. Ayuda a redimensionar sus fortalezas y concientizarse
sobre las dificultades. A partir de allí es posible un considerable enriqueci-
miento.
8. Bibliografía general
Aucouturier, B. (2004). Los fantasmas de acción y la práctica psicomotriz. Barce-
lona: Colección Biblioteca Infantil
Bergés, J. y Bounes, M. (1983). La relajación terapéutica en la infancia. Barce-
lona: Masson
Carmen Cal
1. Introducción
Al abordar el tema de intervenciones familiares en psicomotricidad,
es necesario plantear, al menos un par de cuestiones previas:
1. El interés particular en el tema, cuando en la práctica profesional
como Psicomotricista se involucra y se incluye el trabajo con la
familia.
2. Ante la vastedad de materiales sobre la temática en cuestión, se im-
pone la necesidad de ordenar y seleccionar los constructos teóricos
a los que se hará referencia.
Las intervenciones con familias en la clínica psicomotriz; aparecen atrave-
sadas por las conceptualizaciones que se tengan sobre temas como:
• Infancia
• Cuerpo
• Desarrollo
• Crianza
• Parentesco
• Familias
Este escrito, se propone como objetivos:
• Ubicar teóricamente los aportes de diferentes disciplinas a la temá-
tica FAMILIA.
Definición
Las presentes definiciones, han sido tomadas del diccionario de la Real
Academia Española (RAE) en su 22° edición:
Familia. (Del lat. familĭa).
1. f. Grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas.
2. f. Conjunto de ascendientes, descendientes, colaterales y afines de un
linaje.
3. f. Hijos o descendencia.
Etimología
Etimológicamente, el término familia procede del latín famīlia, “grupo
de siervos y esclavos patrimonio del jefe de la gens”, a su vez derivado de
famŭlus, “siervo, esclavo”, que a su vez deriva del osco famel.
El término abrió su campo semántico para incluir también a la esposa
e hijos del pater familias, a quien legalmente pertenecían, hasta que acabó
reemplazando a gens.
Tradicionalmente se ha vinculado la palabra famŭlus, y sus términos
asociados, a la raíz fames («hambre»), de forma que la voz se refiere, al con-
junto de personas que se alimentan juntas en la misma casa y a los que un
pater familias tiene la obligación de alimentar.
2.1. Sociología
La familia es, en primera instancia una forma de organización de las
relaciones sociales.
2.2. Antropología
La familia, como grupo primario, constituye el denominador común
de todas las sociedades conocidas.
Sin embargo, para autores como Claude Levy-Strauss en “Polémica
sobre el Origen y la Universalidad de la Familia” (1956):
La complejidad del problema reside en el hecho de que, si bien no existe
ley natural alguna que exija la universalidad de la familia, hay que explicar
el hecho de que se encuentre en casi todas partes. Tratar de resolver este
problema implica, en primer lugar, definir lo que entendemos por «fami-
lia». Dicho intento no puede consistir en integrar las numerosas observa-
ciones prácticas realizadas en distintas sociedades, ni tampoco en limitar-
nos a la situación que existe entre nosotros. Lo pertinente es construir un
modelo ideal de lo que pensamos cuando usamos la palabra familia. Se
vería, entonces, que dicha palabra sirve para designar un grupo social
que posee, por lo menos, las tres características siguientes: 1) Tiene
su origen en el matrimonio. 2) Está formado por el marido, la espo-
sa y los hijos(as) nacidos del matrimonio, aunque es concebible que
otros parientes encuentren su lugar cerca del grupo nuclear. 3) Los
miembros de la familia están unidos por a) lazos legales, b) derechos
y obligaciones económicas, religiosas y de otro tipo ye) una red pre-
cisa de derechos y prohibiciones sexuales, más una cantidad variable
y diversificada de sentimientos psicológicos tales como amor, afecto,
respeto, temor, etc.(destacados nuestros)
FAMILIA DE PROCREACIÓN
FAMILIA B
DE ORIENTACIÓN Z EGO
2.3. Psicología
Estrada (2007) la describe como una célula social, cuya membrana
protege en el interior a sus individuos y los relaciona al exterior con otros
organismos semejantes.
3. En síntesis
Ubicando entonces a esa estructura organizativa de lo humano –la
familia–; en ella se otorga: parentazgo biológico y herencia psicológica.
Parentazgo biológico:
Cuando coinciden los lazos de sangre y los institucionales.
Desde la horada primitiva (cromagnon) existieron procesos de prohibición.
Leyes que regulaban las relaciones dentro y entre los grupos.
El objetivo de reproducirse y cuidar a la cría, determinaba también la
forma organizativa de los grupos.
clan flia.extensa
Herencia psicológica
Entre todos los grupos humanos, la familia desempeña un papel pri-
mordial en la transmisión de la cultura.
La acción de la familia predomina en la educación inicial, la represión
de los instintos y en la adquisición de la lengua.
Gobierna los procesos fundamentales del desarrollo psíquico, la or-
ganización de las emociones de acuerdo con tipos condicionados por el
ambiente (base de los sentimientos); transmite estructuras de conducta
propias de la sociedad a la que pertenece y que incluye el legado mítico del
patronímico. (Lacan, 1989 [1938])
1. ¿Qué es lo que uno escucha de lo que los padres tienen para decir
al llegar a nuestra consulta?
VIÑETA 1:
VIÑETA 2:
VIÑETA 3
C. tiene 10 años, cursa 2º año escolar por 2ª vez y presenta serias difi-
cultades en el aprendizaje escolar.
Consulta en este otoño nuevamente en Psicomotricidad a solicitud del
colegio al que concurre, dado que según la maestra de clase “hace mal la
letra cursiva” y “le falta motricidad fina”.
PREGUNTAS:
• 10 años fueron necesarios para acercarnos a un diagnóstico que nos
plantea un límite claramente en el cuerpo: C. tiene pocas neuronas...
• ¿hubiera sido posible trabajar mejor sabiendo este diagnóstico de
antemano?
• ¿qué tanto pasa por la conformación neurológica y qué tanto pasa
por la constitución subjetiva?
• C. presentó signos de desconexión ¿por lo neurológico o por el tipo
de relacionamiento con el otro o por ambas cosas?
• ¿Cómo se determina la incidencia de uno u otro factor?
• ¿Para qué nos serviría determinar la incidencia de esos factores?
• ¿Es pertinente insistir con lo motriz cuando los avances que ha lo-
grado son muchos, pero en lo escolar se insiste en la motricidad fina?
• ¿Quién le dice a C. el para qué de todas las consultas, el tiempo que
pasa en los médicos, el resultado de los últimos estudios?
• ¿A los padres le cambia en algo el “saber” de lo que sucede con C.?
• Al leer el informe de la RMg. la sensación que tuve fue de alivio... de
alivio de no haberme enterado antes de este diagnóstico. Creo que
me hubiera jugado como freno mucho más que la ignorancia de lo
que tenía la niña. Al no saber <ocupar el lugar de no saber> me ani-
mé a hacer cosas mucho más heterodoxas que si ya hubiera sabido
que había un límite en el cuerpo...
VIÑETA 4
J. fue un bebé varón que nació con agenesia bilateral de MMSS. Reci-
bió tratamiento desde RN y cambia de psicomotricista a la edad escolar. El
proceso fue difícil en todas sus etapas pero el inicio de la pubertad marcó
una crisis acerca del cuidado de su propio cuerpo e higiene. Ya no “era de
la madre”.
Decir que J. preadolescente desencadenó el divorcio de sus padres es
una injusticia.
Pero fue necesario que esta pareja madre-padre se separara para que la
pareja madre-hijo también lo pudiera hacer,
J. elige ir a vivir con su padre y tomar contacto con otros jóvenes y
adultos varones que transitaron por sus mismas circunstancias y que ellos le
transmitieran su “saber hacer” con el cuerpo propio...
VIÑETA 5
Función materna:
Entendida como estructuración que proporciona al niño una guía in-
consciente para que los intercambios decisivos entre madre e hijo ocurran.
(Rosfelter, 1994 [1992])
Función paterna:
Cuya representación ante el niño es ejercida, durante los primeros
meses, frecuentemente por la madre, aparece afectada por la suspensión de
toda inscripción de este niño, y también por el rechazo afectivo por parte
del padre real.
No puede sostener a la madre. Porque ve como en un espejo su propio
dolor y frustración y al no sostenerla se deja abierta una puerta peligrosa a
la psicosis precoz sobreagregada al déficit orgánico.
Es una responsabilidad ética asumir que cuando trabajamos con niños
con graves patologías y sus familias, es nuestro deber considerar la magni-
tud del impacto del diagnóstico, la evolución en el tratamiento y el acom-
pañamiento a lo largo de esas crisis familiares que se producirán.
Si hay crisis, hay hijo para esos padres.
Hay algo de ese dolor inicial que se ha transformado y ha dado lugar
a construir un lugar hijo para ese niño- no un lugar cosa.
AUTORITARIO
REPRESIVO
PERMISIVO
PERMISIVO NEGLIGENTE:
AUTORITATIVO INDULGENTE
RECÍPROCO
a. Autoritativo recíproco:
• Los padres establecen claramente el principio de la “reciprocidad”.
Así, parten de la aceptación de los derechos y deberes de los hijos,
pero exigen a la vez que los hijos respeten también los deberes y
derechos de los padres.
• Las relaciones padres-hijos son, sobre todo al principio, necesaria-
mente asimétricas. Los padres ejercen consciente y responsablemen-
te la autoridad y el liderazgo que les corresponde como padres y
b. Autoritario represivo:
• El control paterno se convierte en rígido al combinarse con falta de
reciprocidad y de diálogo. El control es además minucioso y excesi-
vo, no dejando espacio a la libertad personal.
• Las normas tienen la forma de “edictos”. Aparece una acentuación
exagerada de la autoridad paterna y se inhibe en los hijos cualquier
intento de ponerla en cuestión.
• Los padres recurren menos a las alabanzas y más a los castigos, in-
cluidos los físicos, que en otros estilos. Ni los castigos ni los manda-
tos son generalmente razonados.
• Los padres se caracterizan por una “no disposición a la respuesta”.
De este modo, los padres definen las necesidades de los hijos, pero
sin la intervención de éstos. La comunicación es unidireccional y
cerrada.
• La implicación en las necesidades de los hijos es intensa, pero se
percibe por parte de los hijos como intrusismo.
• El estilo educativo “se centra en los padres” por la exclusión del pun-
to de vista de los niños.
c. Permisivo indulgente:
• Los padres no resaltan la autoridad paterna. No establecen normas
precisas ni en la distribución de tareas ni en los horarios dentro del
d. Permisivo negligente:
• Los padres se caracterizan por la no-implicación afectiva en los asun-
tos de los hijos y en el desentendimiento educativo.
• Normalmente los padres están absorbidos por otros compromisos
y reducen la responsabilidad paterna a sus mínimos. Dejan que los
hijos hagan lo que quieran, con tal de que no les compliquen la
existencia. Si sus medios se lo permiten tranquilizan su conciencia
con mimos materiales (a veces es el padre el que trata de conseguir
el afecto a través de “compras” y regalos).
Los hijos de hogares permisivo-negligentes presentan los peores
efectos socializadores.
3.1. Juego
El juego constituye una herramienta central y transversal en la in-
tervención psicomotriz con adultos. El mismo está en muchos ámbitos y
aspectos de la vida y tiene un rol central en la configuración misma de la
personalidad, a lo largo del ciclo vital.
Por otro lado, es un agente protector relacionado a la salud, al desarro-
llo de cualidades físicas, afectivas, cognitivas y promueve la socialización en
cualquier etapa de la vida, configurándose así, como un estímulo global.
En el adulto cotidianamente las actividades y experiencias que involu-
cran al cuerpo muchas veces son limitadas, pero durante el juego, el cuerpo
y el movimiento, son protagonistas. Al respecto Winnicott (1971) señala
la dialéctica mundo externo-mundo interno que se da en el sujeto durante
3.2. La música
Si bien no es contemplada en este trabajo como una estrategia en sí
misma, se trata de una herramienta que destaca como un mediador tera-
péutico, que al igual que el juego, se articula con muchas de las estrategias
y momentos de la intervención que se mencionarán, permitiendo generar
condiciones que aumenten significativamente, los niveles de compromiso y
participación de los usuarios en la actividad.
De acuerdo a Araujo (2017), la música permite entrar en comunica-
ción, favoreciendo el contacto y el movimiento. De esta forma se propicia
en las personas la expresión de sentimientos y emociones a partir de la mo-
vilización que los estímulos musicales les generan.
A la vez según Sacks (2013, en Araujo, 2017), el solo hecho de escu-
char música o imaginarla, aun en quietud tiene potencial para orientar o
anclar en la realidad a una persona cuando otras estrategias fallan, por lo
que en el caso de pacientes severos, se configura en un puerto de entrada y
mediador privilegiado.
Desde un punto de vista motor, el trabajo con música permite la me-
jora de la performance corporal en relación a la velocidad, coordinación,
sincronía, secuencia, cadencia, todo mediatizado por el disfrute.
A la vez, con algunos tipos de pacientes permite anticipar momentos
del encuadre desde un marco predecible y por lo tanto reasegurador, utili-
zándose canciones al inicio o final del taller para reafirmar las transiciones
entre espacios.
Dado que la generación de un ambiente distendido, gratificante, de
colaboración y acuerdo atraviesa metodológicamente la intervención que
aquí se plantea, el juego y la música son medios privilegiados de las pro-
puestas en muchas instancias, que pudiendo utilizarse de forma conjunta
4. Fase de evaluación
A partir de una constante observación de la expresividad motriz de los
usuarios, de la dinámica grupal, así como de la evolución de los usuarios
en función de los objetivos, el Psicomotricista irá, sesión a sesión, profun-
dizando o cambiando las estrategias de trabajo para lograr los objetivos de
la intervención.
Mediante la observación psicomotriz, entrevistas y si es pertinente la
re utilización de escalas, se irá revisando el perfil psicomotor y consideran-
do si se debe finalizar la intervención o continuarla, ya sea en la misma
dirección o cambiándola (reformulando el encuadre, los objetivos y/o las
estrategias de trabajo)
5. Consideraciones finales
Las posibilidades de articulación teórico-práctica que promueve el es-
pacio de formación curricular de la Licenciatura en Psicomotricidad de la
Universidad Católica del Uruguay, tanto para estudiantes como para do-
centes, permiten repensar constantemente la labor profesional, ampliando
las posibilidades de intervención, abarcando todo el ciclo vital.
El tipo de intervención aquí planteado y los aportes teóricos que la
sustentan, permiten una flexibilidad tal que es posible, en función de un
proyecto de intervención ajustado a la población, pensar abordajes a ser
realizados en cualquiera de los tres niveles de prevención en salud.
De todos modos, se hace necesario profundizar en algunos aspectos
que se pretende desarrollar en futuras investigaciones y publicaciones:
• estudios del impacto que la intervención psicomotriz podría tener
sobre los individuos beneficiarios
• creación de un protocolo de aproximación diagnóstica que permita
diseñar la intervención ajustada al contexto y a la población
2.1. Cuerpo
La noción de cuerpo ha ido cambiando así como la concepción de
hombre, de salud y de educación.
Cuerpo, esquema corporal, imagen del cuerpo, corporalidad y cor-
poreidad, son constructos teóricos que han dado a lugar a múltiples con-
ceptualizaciones en diferentes momentos históricos y culturas de acuerdo a
cuál era el punto de partida desde el cual se enfocaban.
Jean Le Camus (1986) nos plantea que la noción de cuerpo, aparece
al final del siglo XIX en tanto y por primera vez, en su estrecha vinculación
con el psiquismo. Habla de un cuerpo sutil e innombrable, que poco a poco
es nombrado y se transforma en el “cuerpo hábil” y más tarde en el “cuerpo
conciente”.
Lo “psicomotor” nacería como término alrededor de 1870, cuando
los desarrollos en investigación del Sistema Nervioso Central, (de aquí en
más SNC), requerían llamar de alguna forma a la relación que se establecía
2.3. Movimiento
El desarrollo y la evolución en las teorías acerca del movimiento y
de la importancia de éste en la adquisición de la noción de sí mismo, ha
tenido un largo camino desde lo neuroanatómico y fisiológico hasta el mo-
vimiento como modo de expresión, de comunicación y de transformación
del mundo. El movimiento pasa a integrarse dentro del área del compor-
tamiento. En el área del movimiento encontramos al gesto y la postura, la
4. Bibliografía
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