21 Puntos de Vista
No te abstengas de lo que
P. Charbel El Alam
Orden Libanesa Maronita
D amas, sino de lo que tu Señor
urante uno de
nuestros diálogos
antes del inicio de la
Cuaresma, en relación a la
práctica del ayuno y la abs-
tinencia, mi padre espiritual
compartió conmigo estas
palabras: ‘No te abstengas
de lo que amas, sino de lo
que tu Señor no ama en
ti’. La frase resonó profun-
damente en mí y me sirvió
como guía para entender
el verdadero propósito de
ambas prácticas durante
este importante tiempo li-
túrgico que estamos co-
menzando a vivir.
El ayuno, como parte de
la gracia original del hom-
bre antes de la caída, pue-
de entenderse como una
expresión de la armonía
perfecta que existía entre el
hombre y Dios en el estado
original de la creación.
Adán y Eva vivían en per-
fecta comunión con Dios
en el Jardín del Edén. El
mandato de Dios de abs-
tenerse de comer del árbol
de la ciencia del bien y del
mal no solo era para ellos
una prueba de obediencia,
sino también un acto de
confianza y dependencia
de Dios.
El ayuno, en este con-
texto, podría interpretarse
como una manifestación de
la libre voluntad del hombre
de alinearse con la volun-
tad de su Creador. Al abs-
tenerse de comer del árbol
prohibido, Adán y Eva esta-
ban demostrando su amor
y lealtad a Dios, así como
confianza en su sabiduría y
provisión.
Sin embargo, esta armo-
nía perfecta se rompió y el
ayuno asumió un significa-
do diferente. Después de
la caída, el ayuno se con-
virtió en un medio de pu-
rificación, arrepentimiento
y renovación espiritual. En
lugar de reflejar simplemen-
te la perfecta unidad con
Dios, el ayuno se trans-
formó en una herramienta
no ama en ti
para restaurar esa comunión
rota y para luchar contra las
tentaciones y debilidades
humanas.
Por eso, espiritualmente
es valioso entender el ayuno
como un medio para buscar
recuperar la armonía con
Dios que se perdió después
de la caída en el Jardín del
Edén. Como un camino para
acercarse a Dios, purificar el
alma y restaurar la relación
con Él, buscando así volver
a ese estado paradisíaco de
inocencia y comunión per-
fecta.
El ayuno no es, por tan-
to, un concepto nuevo que
surgió más tarde en la his-
toria religiosa, sino que tiene
raíces profundas que se re-
montan al relato de la crea-
ción.
Esta relación entre el ayu-
no y la obediencia a la volun-
tad divina nos recuerda que
no se trata solo de privarnos
de algo, sino de un acto de
sumisión y adoración a Dios.
A través del ayuno, expresa-
mos nuestra dependencia
de él y nuestra disposición
para seguir sus mandamien-
tos. Es una forma de recor-
darnos a nosotros mismos
que nuestras necesidades
más profundas son espiri-
tuales y que la verdadera sa-
tisfacción proviene de nues-
tra relación con Dios.
Por eso me gusta decirte
como me dijo mi padre espi-
ritual: no te abstengas de lo
que amas, sino de lo que tu
Señor no ama en ti; así esta-
rás viviendo verdaderamen-
te el ayuno.
Más que solo de privarnos
de ciertas comidas o pla-
ceres físicos, tenemos una
Semana del 18 al 24 de febrero, 2024 - Eco Católico
El ayuno, como parte de la gracia original
del hombre antes de la caída, puede
entenderse como una expresión de la
armonía perfecta que existía entre el
hombre y Dios en el estado original de la
creación.
oportunidad para examinar
nuestras acciones y actitu-
des. En lugar de simplemen-
te abstenernos de lo que
disfrutamos, se nos invita a
identificar y abstenernos de
aquello que no está en línea
con lo que Dios ama y desea
en nuestras vidas.
Esto requiere un nivel más
profundo de conciencia y
disciplina. Nos lleva a pre-
guntarnos: ¿Cuáles son las
motivaciones detrás de mis
acciones diarias? ¿Estoy ac-
tuando de manera que refle-
jo los valores y enseñanzas
de mi fe? ¿Hay comporta-
mientos o actitudes en mi
vida que necesitan ser ajus-
tados o abandonados para
vivir más plenamente según
la voluntad de Dios?
Se trata de cultivar una
relación más profunda con
Dios y vivir de acuerdo con
sus anhelos para nosotros.
Al centrarnos en lo que Dios
ama y desea, nos acerca-
mos más a él y encontramos
un mayor significado y pro-
pósito en nuestras vidas.
Además de la abstención
física de ciertos alimentos o
placeres, el ayuno también
implica poner una intención
específica. La Cuaresma es
una oportunidad para pre-
sentar a Dios nuestras nece-
sidades espirituales, físicas y
emocionales.
Podemos pedir a Dios que
intervenga en todas aque-
llas situaciones difíciles que
podemos estar viviendo,
como problemas familiares,
tormentas financieras, peca-
dos o enfermedades físicas.
Es un tiempo para poner
nuestra confianza en Dios y
pedir su guía y ayuda a tra-
vés de la intercesión de la
Virgen María y San José. Al
hacerlo, reconocemos que
Dios tiene el control sobre
nuestras vidas y confiamos
en su amor y misericordia
para llevarnos en este de-
sierto a la tierra prometida a
través de cualquier dificultad
que enfrentemos.
Los invito a orar herma-
nos, con estas palabras: Pa-
dre celestial, en este tiempo
de Cuaresma, te abrimos
nuestros corazones para re-
cibirte y nuestros oídos para
escucharte. Concédenos la
gracia de vivir este camino
de preparación con sinceri-
dad y humildad. Ayúdanos a
profundizar en nuestra rela-
ción contigo, a través de la
oración, el ayuno y la limos-
na. Que este tiempo nos lle-
ve a una renovación espiri-
tual profunda y nos acerque
más a tu amor y tu gracia.
Que la luz de tu Espíritu San-
to guíe nuestros pasos en el
camino de regreso a Tu casa
y fortalezca nuestra fe, para
que podamos caminar en la
verdad y vivir según Tu vo-
luntad. Por Jesucristo nues-
tro Señor. Amén.