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Tema 10: Magmas y elementos

traza
Versión 2.1, noviembre 2014

Este tema pretende resumir los procesos y los productos principales del ciclo endógeno,
aquellos que dependen de la dinámica interna del planeta y cuya fuente de energía es la
desintegración radiactiva de U, Th y K junto con el calor original almacenado en la Tierra
durante su formación. Los productos principales del ciclo endógeno son, dede luego, las rocas
ígneas, que constituyen la mayor parte de la corteza y todo el manto. Del estudio de las rocas
ígneas podemos extraer información muy valiosa que nos permite reconstruir los procesos que
las han formado. Esta relación entre los productos y los procesos gira en torno al
comportamiento de los elementos traza durante la fusión y la cristalización, por lo que
dedicaremos gran parte de este tema a explicar con detalle cómo se puede usar la información
sobre la abundancia de los elementos traza en las rocas ígneas para conocer su origen y
reconstruir su evolución. Antes de meternos de lleno con los elementos traza y sus
aplicaciones vamos a resumir brevemente la información necesaria sobre la formación de
magmas y el por qué de su variabilidad química. Esta información de base es necesaria para
luego entender mejor el papel de los elementos traza en todos esos procesos.

Tectónica de placas, convección y generación de magmas


[Albarède (2003), introducción al capítulo 11]

La Tectónica de placas es una teoría muy poderosa que unifica la geodinámica de la corteza
con la del manto superior y permite interpretar sus rasgos geológicos. La superficie de la Tierra
está cubierta por una decena de placas rígidas que pueden contener o no corteza continental.
Las placas tienen unos 80 km de espesor por debajo de los océanos y algo más del doble por
debajo de los continentes. Las placas se separan a lo largo de las dorsales y convergen en las
zonas de subducción, donde una de las placas retorna al manto por subducción.

El movimiento de las placas no es algo independiente de la convección en el manto, sino su


expresión superficial. El manto, como ya sabemos, no está fundido. Sin embargo, como le
ocurre al hielo de un glaciar, es capaz de fluir muy lentamente en estado sólido a lo largo de
periodos de tiempo geológicos. La convección es un movimiento generalizado y continuo del
manto mantenido por la inversión de densidad que provocan los cambios de temperatura. La
configuración estable es aquella en la que el material más denso se sitúa por debajo del
material menos denso. Pero el aumento de temperatura disminuye la densidad, por lo que un
material que es más denso que otro que tiene encima puede, si su temperatura aumenta,
hacerse menos denso que el suprayacente y tender a ascender. Como además el material más
caliente se deforma con más facilidad (porque disminuye su viscosidad), el calor generado por
la desintegración de U, Th y K en el manto no solo lo hace más caliente y menos denso, sino
también menos viscoso, lo que favorece los movimientos de convección. La dependencia de la
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viscosidad con la temperatura actúa, por tanto, como un regulador térmico para el manto. El
manto caliente sale a la superficie en las dorsales y el manto frío regresa al interior en las
zonas de subducción. Es decir, la convección tiene el efecto de extraer calor del manto,
sustituyendo material caliente por otro a menor temperatura, enfriado en la superficie. De
esta forma el calor se pierde a través de la superficie de la Tierra por conducción en la litosfera
y por advección de magmas en las dorsales y en otras zonas volcánicas. Como la pérdida de
calor por conducción a través de la litosfera es muy ineficiente, se puede decir que el manto no
se enfría por la superficie, sino internamente por el retorno de material frío.

Las inversiones de densidad se mantienen gracias al calor proporcionado por la desintegración


de los elementos radiactivos (U, Th y K) que el manto contiene, y por el calor suministrado
desde el núcleo. La mecánica de fluidos nos enseña que la convección en un medio calentado
desde abajo es inestable, con ascensos esporádicos y rápidos de material caliente hacia la
superficie: son las plumas mantélicas y los puntos calientes que generan en la superficie y que,
según los modelos de convección, se forman en la base del manto. El frente de estas
inestabilidades convectivas produce, al llegar a la superficie, gigantescos episodios de
volcanismo, capaces de cubrir con coladas de lava extensiones del tamaño de España en
periodos de tiempo cortos desde el punto de vista geológico (pocos millones de años) o de
partir continentes (la separación de Norteamérica y Europa o la de la Antártida y Australia se
cree que se debieron a la irrupción de plumas del manto). La cola de la pluma puede
permanecer activa durante decenas de millones de años; como durante ese tiempo las placas
litosféricas se mueven, la pluma va dejando un rastro de islas volcánicas que ponen de
manifiesto su actividad, como es el caso de la cadena de islas de Hawaii.

Figura 1. Modelo tridimensional de la convección en el manto de la Tierra. En azul se muestra la parte


“fría” del sistema de convección (las estructuras alargadas en la superficie se corresponden con las zonas
de subducción) y en amarillo la “caliente” (con pilares verticales que se corresponden con las plumas del
manto) (tomado de la página http://sebago.mit.edu/szhong/index.html).1

Conforme las placas litosféricas se enfrían al alejarse de la dorsal que las vio nacer, se hacen
más densas y llega un momento en el que comienzan a hundirse de nuevo a en el manto en
forma de estructuras planares, en lo que conocemos como zonas de subducción. El peso de
esta sección de la placa tira del resto de ella, haciendo que en la dorsal se generen las
condiciones para que nuevo material caliente procedente del manto llegue hasta la superficie
y construya nuevas secciones de placa, en un proceso continuo muy diferente al episódico por
el que se forman las plumas del manto. Es decir, las zonas de subducción son la parte

1 Dos interesantes videos con simulaciones 3D de la convección en el manto se pueden encontrar en


vimeo.com/35213650 y www.youtube.com/watch?v=-kDb0HlDsIM.
Tectónica de placas, convección y generación de magmas 3

descendente del sistema de convección, mientras que la parte ascendente está formada por
las plumas que se forman cerca del límite con el núcleo (Figura 1).

Los continentes están formados por material relativamente félsico y ligero (menos denso que
el manto), por lo que se comportan como un corcho fijado sobre la parte superior de las placas
litosféricas. Las cadenas montañosas se forman cuando dos de estos “corchos” colisionan, en
cuyo momento una pequeña fracción de las rocas continentales puede ser transportada hasta
grandes profundidades, de hasta 200 km. En profundidad, las rocas se ven sometidas a
grandes presiones y temperaturas que hacen que sus minerales cambien dando lugar a rocas
metamórficas de alta presión y alta temperatura (en facies de eclogitas).

Figura 2. Esquema que ilustra la manera en que se produce la fusión parcial del manto en los tres
ambientes principales de generación de magmas (a) Fusión por ascenso de la astenosfera y
descompresión en las dorsales oceánicas. (b) Fusión por aumento de temperatura y descompresión en
una pluma del manto; aquí el grado de fusión parcial queda limitado por la presencia de una litosfera
gruesa (línea de puntos) que impide un ascenso y descompresión mayores. Los fundidos a esta
profundidad se generan por porcentajes de fusión menores que en el caso anterior. (c) Fusión por
descenso de la temperatura del solidus como consecuencia de la presencia de agua en la cuña mantélica
situada sobre una zona de subducción. (d) Ambiente geotectónico en el que se forma cada uno de los
magmas anteriores (tomado de Gill, 2010).

Los tres procesos de fraccionamiento químico a gran escala más importantes actualmente en
la Tierra son, por lo dicho hasta ahora, la formación de la litosfera oceánica (en las dorsales), el
vulcanismo debido al ascenso de plumas del manto (en los puntos calientes) y la formación de
la corteza continental (en las zonas de subducción). El fraccionamiento se lleva a cabo por
fusión y cristalización, que son los mecanismos fundamentales por los que las rocas ígneas se
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forman y los que permiten entender la diversidad de su composición química. Estos mismos
procesos son los que determinan de manera indirecta la variabilidad geoquímica de las rocas
metamórficas y de las rocas sedimentarias detríticas (areniscas y lutitas), ya que en última
instancia tanto unas como otras proceden de las rocas ígneas. Y el producto estrella en estos
tres ambientes de generación de magmas (dorsales, puntos calientes y zonas de subducción)
son los basaltos (Figura 2), aunque en las zonas de subducción, cuando se produce la colisión
de dos placas continentales, comparten “estrellato” con otro producto ígneo de gran
importancia: los granitos. Por tanto, este tema se centra sobre todo, aunque no solo, en
explicar cómo se forman los basaltos (y los granitos) y lo hace prestando especial atención a
cómo se comportan los elementos traza (incluidos los isótopos) durante los procesos de fusión
y cristalización.

La variabilidad geoquímica de los magmas

[ Albarède (2003), sección 11.1]

Los dos tipos más abundantes de rocas ígneas son los basaltos en la corteza oceánica y los
granitos en la corteza continental. Los basaltos llegan a la superficie a una temperatura de
entre 1150 y 1250C, mientras que un líquido granítico lo hace a unos 900-1000C. La Tabla 1
da la composición química en elementos mayores para las rocas ígneas más representativas.
Como se observa en la tabla, el basalto es una roca rica en hierro, magnesio y calcio; el granito,
por el contrario, es rico en sílice y en elementos alcalinos (Na y K) ¿A qué se deben estas
grandes diferencias en composición química? La respuesta, como vamos a ver en este tema,
está en los dos mecanismos responsables de la variabilidad de las rocas ígneas: la fusión (del
manto o la corteza) y la diferenciación magmática (cristalización fraccionada). Esto lo veremos
con detalle más tarde, al analizar el comportamiento de los elementos traza, pero antes es
conveniente resumir las características principales de ambos mecanismos, la fusión y la
diferenciación (aunque estos conceptos se introducen y explican con mucho más detalle en la
asignatura de Petrología endógena).

Tabla 1. Composición química de algunas rocas ígneas representativas: basaltos toleíticos y alcalinos,
andesita y granitos (todos los valores están en porcentaje en peso de cada óxido) (tomado de Albarède,
2003, tabla 11.1).
Localidad Roca SiO2 TiO2 Al2O3 FeO MgO CaO K2O Na2O P 2 O5
Dorsal Basalto toleítico 50.9 1.2 15.2 10.3 7.7 11.8 0.1 2.3 0.1
Hawaii Basalto alcalino 45.9 4.0 14.6 13.3 6.3 10.3 0.8 3.0 0.4
Hawaii Basalto toleítico 49.3 2.8 13.4 11.5 7.7 11.0 0.4 2.3 0.3
Siberia Basalto toleítico 48.7 1.4 14.8 10.3 7.3 9.7 0.9 2.4 0.1
Cascades Andesita 60.4 0.9 17.5 6.4 2.8 6.2 1.2 4.3 0.2
Australia Granito (I) 69.5 0.4 14.2 3.2 1.4 3.1 3.2 3.5 0.1
Australia Granito (S) 70.9 0.4 14.0 3.2 1.2 1.9 2.5 4.1 0.2

Fusión del manto y la corteza


Por todo lo que sabemos, los procesos de fusión en la Tierra se limitan a los primeros 100 km
del manto, dando lugar a magmas basálticos, y a la corteza, generando granitos. Existe alguna
discusión sobre la posibilidad de que la fusión se produzca también en zonas más profundas,
sobre todo en la base del manto, donde se han detectado algunas anomalías en la propagación
de las ondas sísmicas (en la llamada capa D’’), pero las evidencias son todavía muy
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fragmentarias.

Dejando esta posibilidad de lado, la fusión del manto se produce en tres zonas principales: las
dorsales oceánicas, los puntos calientes y las zonas de subducción. En cada una de ellas, como
muestra la Figura 2, la fusión se produce por un mecanismo diferente: descompresión en las
dorsales, aumento de la temperatura en los puntos calientes, y adición de agua en las zonas de
subducción. En los tres casos es fundamental distinguir entre un magma primario, generado
por un proceso de fusión parcial, y un magma diferenciado, el cual, tras formarse, pierde parte
de sus minerales por cristalización. Los procesos que dan lugar a los magmas diferenciados
serán resumidos más tarde. Ahora vamos a ver los factores que afectan a la composición
química de los magmas primarios formados en el manto y en la corteza, y que son los
responsables de su variabilidad. Cinco son los factores fundamentales: la naturaleza de la roca
que funde, la presión, la temperatura, el contenido en agua y la fertilidad.

La naturaleza del material original. La fusión parcial de la peridotita del manto superior,
compuesta por olivino, piroxeno y un mineral alumínico (plagioclasa, espinela o granate
dependiendo de la profundidad), da lugar a magmas basálticos. La fusión de la corteza
continental, formada por sedimentos hidratados acumulados por erosión (lutitas y areniscas) y
sus equivalentes metamórficos (pizarras, esquistos, gneises), produce líquidos graníticos.

La presión. La presión P a cualquier profundidad de fusión z es igual al peso de las rocas


suprayacentes, P = gz, donde  es la densidad de las rocas situadas entre la superficie y la
profundidad z. A profundidades pequeñas la fusión del manto produce basaltos toleíticos (es
decir, basaltos que son algo más ricos en sílice y algo más pobres en magnesio que los basaltos
de dorsal típicos, los más comunes). A mayor profundidad la tendencia se invierte y los
magmas basálticos generados son más ricos en Fe y Mg y más pobres en Si: son los basaltos
alcalinos (Figura 3).

Figura 3. Tipos de magmas basálticos que se producen por fusión parcial del manto dependiendo de la
temperatura, la presión y el porcentaje de fusión (tomado de Winter, 2009, figura 10.11).

La temperatura. Para un sistema de una composición dada y a una presión dada, la


temperatura está directamente relacionada con el porcentaje de fusión. Los elementos
mayores que se incorporan al fundido con más facilidad (Si, Al, Ca, K, Na Ti) y los elementos
traza incompatibles (Rb, Zr, Ba, tierras raras, Th, U, etc.) son muy abundantes en los primeros
fundidos, cuando el porcentaje de fusión es bajo. Conforme la fusión progresa, el fundido se
hace progresivamente más rico en elementos compatibles (Mg, Cr) y el magma basáltico se
convierte en un magma picrítico, que al cristalizar da lugar a basaltos picríticos (Figura 3). Es
decir, la temperatura y la composición del fundido no son variables independientes: cerca de la
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temperatura eutéctica (la mínima temperatura a la que comienza la fusión en un sistema de


composición dada) el porcentaje de fusión es bajo y la composición del líquido está controlada
por los sólidos residuales; conforme la temperatura aumenta también lo hace el porcentaje de
fundido y la composición de ese líquido evoluciona hacia la composición de la roca original. En
el manto, un incremento simultáneo de temperatura y porcentaje de fusión produce magmas
muy ricos en magnesio, las komatiitas, que son lavas ricas en Mg conocidas solo en terrenos
de la era Arcaica. Su formación se explica por unos porcentajes de fusión muy elevados en el
manto, del orden del 50%, y son una evidencia clara de que el manto estuvo a temperaturas
más altas en las etapas iniciales de la historia de la Tierra.

Contenido en agua de la fuente. El efecto que el agua produce sobre la fusión es similar al de
otros elementos con un bajo punto de fusión (como los elementos alcalinos). El agua puede
formar minerales hidratados (como el anfíbol o las micas) en el manto pero también puede
disolverse en minerales “nominalmente anhidros” como los piroxenos o el olivino, reduciendo
drásticamente su viscosidad. El agua, además, es muy soluble en los fundidos silicatados
porque rompe con facilidad los enlaces dobles Si-O-Si para formar dos enlaces simples Si-OH.
La presencia de estas “impurezas” disminuye mucho el punto de fusión de una roca y lo hace
en proporción a su porcentaje molar. Como el agua tiene un peso molar muy bajo (18), su
efecto en términos del porcentaje en peso sobre el punto de fusión es mucho más grande que
para otros elementos incompatibles como el Ti o el P. Mientras no exista una fase gaseosa
independiente (vapor de agua), el comportamiento del agua en un fundido silicatado es muy
similar al de otros elementos incompatibles. Por ejemplo, es notorio que el cociente H 2O/Ce es
prácticamente constante (igual a 300) en todos los magmas basálticos, con independencia de
su origen (dorsales, islas oceánicas, zonas de subducción). Pero como el agua es la impureza
más abundante, tarde o temprano alcanza su punto de saturación y forma una fase vapor
independiente conforme el magma asciende. A partir de este momento la concentración de
agua en el magma está controlada principalmente por la presión. Pero el agua no solo
disminuye la temperatura de fusión de una roca, también cambia la composición del fundido
resultante, haciéndolo más rico en sílice que si la fuente es anhidra.

Figura 4. Relación entre la abundancia de


elementos volátiles (agua fundamentalmente) en
un magma y su contenido en sílice. Se observa
claramente que cuánta más tiene un magma,
más rico en sílice es (modificado de Schmincke,
2004).

Fertilidad. La fertilidad es la abundancia de minerales con un bajo punto de fusión en una roca.
Afecta a la capacidad de la roca para producir un magma. A una temperatura dada, una roca
del manto rica en piroxeno y minerales alumínicos (por ejemplo, una lherzolita) producirá más
fundido que una peridotita con gran cantidad de olivino (por ejemplo, una dunita).

El análisis químico de las lavas, en especial de sus elementos traza, puede interpretarse de
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forma cuantitativa por medio de los modelos de fusión en equilibrio o fusión parcial, lo que
proporciona claves para entender la manera en la que el manto se funde. El proceso de fusión
en sí es muy complicado y todavía hay aspectos que no se comprenden del todo. En esencia,
la fusión comienza en los contactos entre diferentes minerales, formando una red de líquido
interconectado a través de los límites de grano (Figura 5). Como el líquido es menos denso que
el sólido residual, tiende a separarse y migrar hacia arriba, acumulándose poco a poco en
fracturas (en las zonas donde la temperatura es más baja) hasta llegar a la superficie formando
sistemas volcánicos.

Figura 5. Geometría de una roca parcialmente fundida. El


líquido se forma en los contactos entre los diferentes
cristales de la roca, formando una red por la que el
fundido puede moverse y migrar hacia arriba. La foto
muestra el resultado de un experimento de fusión parcial
en el que la cápsula con la muestra fue luego enfriada
para que el fundido se transformara en vidrio. Luego, los
cristales remanentes se disolvieron con un ácido que no
atacaba al vidrio, dejando de esa forma visible la
geometría de la red de fundido (fotografía tomada de la
página eesc.columbia.edu/courses/v1011/topic_4_3.htm).

La fusión en la corteza continental se produce en la mayor parte de los casos en presencia de


agua y genera fundidos de composición granítica. Durante la fusión, la composición del líquido
está controlada por los minerales residuales, cuarzo y feldespatos sobre todo, dando lugar a un
líquido eutéctico de composición muy constante. Numerosos indicadores geoquímicos apunta
a la presencia, en la zona de origen de los granitos, de material sedimentario. Entre estos
indicadores el más claro es el cociente isotópico 18O/16O, cuyo valor en muchos granitos (18O =
9-15‰) es el característico de los procesos de meteorización a baja temperatura. Durante los
periodos orogénicos se producen importantes episodios de fusión cortical; si aceptamos que
una intrusión granítica, de unos 150 km de longitud, 50 km de anchura y 6 km de espesor
(dimensiones comunes para los batolitos en orógenos antiguos y zonas de escudo), representa
el producto de una fusión parcial del 30%, esto quiere decir que en el momento de su
formación tuvo que existir una capa de corteza de unos 20 km de espesor en estado
parcialmente fundido. En otras palabras, el proceso de fusión cortical es un proceso de gran
escala. No son raras las cadenas de batolitos que se extienden sobre longitudes de varios miles
de kilómetros, marcando en muchos casos la traza de antiguas zonas de subducción/colisión.

Algunos granitos, conocidos como granitos-S (Tabla 2), se forman cuando rocas sedimentarias
o sus equivalentes metamórficos se funden en la corteza inferior. Sus elevados valores de δ18O
(9-15‰) implican que las rocas a partir de las cuales se formaron tenían su origen en un
ambiente de temperatura baja y rico en agua (es decir, la superficie terrestre). La abundancia
de moscovita y los bajos cocientes Fe3+/Fe2+ de los granitos-S indican que la fuente contenía
grandes cantidades de minerales de la arcilla. Además, sus altos valores del cociente isotópico
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Sr/86Sr nos dicen que las rocas fuente habían evolucionado durante cientos de millones, e
incluso miles de millones, de años y que tenían un cociente Rb/Sr alto, típico de rocas
sedimentarias y metasedimentarias.

Por el contrario, otro tipo de granitos, conocidos como granitos-I (Tabla 2), tienen valores
bajos de δ18O (6-9‰), indicativos de una fuente de origen ígneo (típicamente otras rocas
plutónicas más antiguas). La abundancia de anfíbol en estos granitos atestigua que la roca
fuente era rica en Ca y Na; más del 25% del hierro está oxidado, mientras que el Sr es mucho
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menos radiogénico que en los granitos-S. Todas estas características geoquímicas apuntan a la
fusión de las zonas más profundas de la corteza continental.

Tabla 2. Características geoquímicas principales de los granitos-S y los granitos-I (tomado de Winter,
2001, parte de la tabla 18.3).

*Cociente molar Al2O3/(CaO+Na2O+K2O)

El magmatismo granítico está casi exclusivamente limitado a los continentes terrestres,


aunque se han encontrado algunos granitos en Islandia y otras islas oceánicas, e incluso en las
dorsales oceánicas. Sin embargo, las características isotópicas de estos granitos las
emparentan claramente con los basaltos más que con los granitos continentales. Estos
granitos han tenido que formarse por la fusión de los basaltos y los gabros de la corteza
oceánica aunque, en raras ocasiones, pueden ser el producto final de la diferenciación extrema
de un magma basáltico primario. Hablando de diferenciación magmática, vamos a abordar
este importante proceso a continuación.

Diferenciación magmática
Una de las causas principales de la variabilidad química de los magmas es la diferenciación. Si
no fuera por este proceso, las rocas ígneas serían muy monótonas: basaltos, granitos y poco
más. Esto es todo lo que produce la cristalización de los magmas primarios (magmas basálticos
por fusión parcial del manto y magmas graníticos por fusión parcial de la corteza continental).
Sin embargo, el camino de un magma primario desde su fuente hasta su lugar final de
emplazamiento es muy largo (tanto en el tiempo como en el espacio) y durante el recorrido
muchas cosas pueden suceder (y, de hecho, suceden).

Como los magmas son, en general, menos densos que los materiales sólidos que los rodean,
tienden a ascender debido a su flotabilidad, primero por percolación, cuando la matriz sólida
es deformable, y luego a favor de fracturas, cuando la roca está suficientemente fría para
comportarse de forma frágil. Conforme el magma asciende se enfría al entrar en contacto con
las paredes de los conductos, por lo que llega un momento en el que comienza a cristalizar; es
decir, se forman cristales dentro de una masa fundida mayoritaria. La secuencia en la que los
diferentes minerales cristalizan está determinada por su solubilidad y está muy bien
establecida tanto experimentalmente como por cálculos termodinámicos. Por ejemplo, en los
magmas basálticos a alta presión (a gran profundidad), el primer mineral en cristalizar es el
olivino, seguido por el clinopiroxeno y finalmente por la plagioclasa. Si el enfriamiento se
produce a menor profundidad (< 15 km), como ocurre por debajo de las dorsales, el orden de
cristalización es olivino, plagioclasa y clinopiroxeno. Las diferentes secuencias de cristalización
dejan su huella en la evolución de la concentración de los elementos mayores en los diferentes
tipos de basaltos (de dorsal, de isla oceánica y de arco, Figura 6). Como el Mg es mucho más
compatible que el Fe en los minerales máficos (tanto el olivino como los piroxenos son
minerales máficos), el cociente FeO/MgO (que es un buen índice de la diferenciación)
disminuye al aumentar el grado de cristalización. La mayor parte de los basaltos de isla
oceánica evolucionan a presión media y la plagioclasa no cristaliza; por tanto, en un gráfico con
el cociente FeO/MgO en el eje horizontal, la concentración de Al2O3 aumentará con la
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diferenciación (de izquierda a derecha en el gráfico de la Figura 6), ya que ningún mineral se
lleva el Al y este se concentra en el líquido residual (el magma diferenciado). Es decir, en estos
basaltos el Al se comporta como un elemento incompatible. Por el contrario, en los basaltos de
dorsal, que evolucionan a menor presión, sí que cristaliza la plagioclasa cuando el magma
asciende y se enfría, por lo que la cantidad de Al en el líquido residual disminuye al aumentar
la diferenciación (el Al se comporta en estos fundidos como un elemento compatible). Por
último, en los basaltos de arco, el contenido en agua relativamente alto evita que la
plagioclasa cristalice en las primeras etapas de la diferenciación por lo que se acumula en los
líquidos residuales (Figura 6, campo etiquetado “Arc”).

Figura 6. Tendencias evolutivas para algunos elementos mayores en los diferentes tipos de basaltos
atendiendo a su ambiente de formación: basaltos de dorsal (MORB), basaltos de punto caliente (OIB) y
basaltos de zonas de subducción (Arc). Las flechas muestran el efecto que la cristalización de cada
mineral produce en los elementos que aparecen en los ejes. El cociente FeO/MgO se utiliza como un
índice de diferenciación, ya que el Mg es mucho más compatible que el Fe en los minerales máficos como
el olivino y el piroxeno. Por tanto, al recorrer el gráfico de izquierda a derecha el grado de diferenciación
aumenta (tomado de Albarède, 2003, figura 11.5).

Algunos de los minerales que cristalizan son más densos que el líquido residual (como el
olivino y el piroxeno), mientras que otros son menos densos (como la plagioclasa). Los más
densos tienden a hundirse y quedarse atrás conforme el resto del magma asciende; los menos
densos, sin embargo, flotan en el líquido y se acumulan en la parte superior del sistema
magmático. Tanto en un caso como en otro se forman cumulados. Este proceso de
cristalización gradual acompañada de la separación de los minerales formados es lo que se
denomina diferenciación magmática por cristalización fraccionada. Como cada mineral
elimina del sistema unos elementos determinados, este proceso de cristalización fraccionada
va cambiando la composición del líquido residual, lo que origina series magmáticas de
composiciones muy variadas. Por ejemplo, la serie basalto-fonolita-traquita es característica de
muchas islas oceánicas y está muy bien representada en las Islas Canarias. En general, la
evolución geoquímica de estas series magmáticas está muy bien estudiada y se comprende
con bastante claridad. En muchos casos la evolución corresponde a un simple proceso de
cristalización fraccionada, aunque en otras ocasiones el proceso de diferenciación es algo más
complicado e involucra la asimilación de parte de las rocas encajantes (lo que se denomina
técnicamente asimilación y cristalización fraccionada, AFC en sus siglas en inglés); en otras
ocasiones el estudio geoquímico de la serie de lavas de un volcán pone de manifiesto la
existencia de episodios de relleno de la cámara magmática que también complican un poco la
evolución en su conjunto.
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Figura 7. Diferenciación magmática en los tres ambientes principales de generación de magmas. Los
triángulos azules muestran la variabilidad de los magmas en las dorsales. Como el proceso fundamental
por el que se forman los basaltos de dorsal es la fusión parcial del manto, sin apenas diferenciación
posterior, su variabilidad química es muy pequeña. Los cuadrados verdes muestran la variabilidad de los
magmas en las islas oceánicas. En este caso la diferenciación magmática es importante, dando lugar a la
serie basalto-tefrita-fonolita como, por ejemplo, en las Islas Canarias. Por último, los círculos rojos
muestran la evolución química de los magmas en las zonas de subducción. Se observa una gran
variabilidad química, que da lugar a la serie basalto-andesita-dacita-riolita, característica de muchas
orógenos de subducción como los Andes o Japón (tomado de Rogers, 2008, figura 5.13).

Por lo visto en la Figura 6, está claro que los elementos compatibles (como Ni, Cr, Sc, Sr) van a
ser buenos trazadores de la cristalización fraccionada, ya que su concentración varía mucho en
las primeras fases de la cristalización (al ser compatibles, estos elementos entran en la red de
los primeros minerales formados y se empobrecen rápidamente en el fundido residual). Así
por ejemplo, el Ni indica la cristalización de olivino, el Cr y el Sc la de piroxeno, y el Eu y el Sr la
de la plagioclasa. Por el contrario, los elementos incompatibles estarán uniformemente
enriquecidos en el líquido residual y sus variaciones relativas de concentración no nos dicen
casi nada del proceso de cristalización fraccionada. Por ejemplo, la cristalización de un 10% de
olivino solo aumenta en un 11% la concentración de Th o La (elementos incompatibles) en el
magma residual, pero disminuye en un 77% la concentración de Ni (elemento compatibles).
Los elementos incompatibles son, sin embargo, muy buenos trazadores de los procesos de
fusión parcial. Por tanto, como conclusión importante sobre el comportamiento de los
elementos durante la generación de magmas y su evolución posterior, es importante retener
la siguiente generalización:

Los elementos incompatibles son buenos trazadores de los procesos de


fusión parcial y los elementos compatibles son buenos trazadores de los
procesos de diferenciación magmática por cristalización fraccionada.

Todo lo dicho hasta aquí sobre diferenciación magmática aplica sobre todo a los magmas
basálticos. Los magmas graníticos son mucho más viscosos y la separación física de minerales y
líquido residual es mucho menos eficiente. Debido a ello las rocas graníticas son generalmente
más difíciles de interpretar que los basaltos atendiendo a su geoquímica. Suelen cristalizar en
profundidad, dando lugar a rocas plutónicas en las que no se ha producido la separación de los
minerales conforme el magma se enfriaba. De hecho, de la observación de una muestra de
roca granítica es casi imposible asegurar si se trata del resultado de la cristalización in situ de
Los elementos traza y su fraccionamiento durante la fusión parcial y la cristalización
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fraccionada

un magma de la misma composición o de la separación de un cumulado derivado de la


diferenciación de otro magma, o de una combinación de los dos procesos anteriores.

Los elementos traza y su fraccionamiento durante la fusión


parcial y la cristalización fraccionada

[ White (2013), Secciones 7.1, 7.6 y 7.7]

En el apartado anterior hemos introducido de forma cualitativa los dos procesos más
importantes que explican la variabilidad química de los magmas (y de las rocas ígneas
resultantes): la fusión parcial y la cristalización fraccionada. Podemos decir sin exagerar que
entendiendo ambos procesos entendemos todo lo esencial sobre el origen y la evolución de las
rocas ígneas. Pero para tener una comprensión más profunda de estos dos procesos y, sobre
todo, para poder utilizar nuestro conocimiento no solo para saber si una roca determinada es
el resultado de la fusión parcial del manto o de la cristalización fraccionada de un magma
basáltico, sino para cuantificar el porcentaje de fusión o de cristalización que dicha roca ha
requerido para formarse, es necesario adentrarse en el mundo de los elementos traza. Solo así
seremos capaces de plantear modelos cuantitativos de la fusión y la cristalización. Para ello
primero tenemos que saber qué es un elemento traza y porqué solo con ellos podemos
construir estos modelos cuantitativos.

Los elementos traza en las rocas y su importancia para conocer su


origen

[ White (2013), Sección 7.1.1]

En este apartado vamos a estudiar el comportamiento de los elementos traza en los magmas y
vamos a introducir algunos métodos que nos permitan modelizar su comportamiento de
manera cuantitativa. Aunque los elementos traza constituyen, por definición, una parte muy
pequeña del sistema químico de interés (un magma, una roca, un yacimiento, etc.),
proporcionan una información geoquímica y geológica que no está en proporción con su
abundancia. Hay varios motivos para ello.

 Primero, las variaciones de concentración de los elementos traza son mucho mayores que
las variaciones de concentración de los elementos mayores, a menudo por muchos
órdenes de magnitud (por ejemplo, la sílice, SiO2, varía de unas rocas ígneas a otras en el
rango 40-70%, un factor 2 a lo sumo, mientras que el uranio varía en esas mismas rocas de
4.7 ppb en una peridotita a 2.7 ppm en un granito, un factor 500).
 En segundo lugar, en cualquier sistema hay muchos más elementos traza que elementos
mayores. La mayor parte de los sistemas naturales están compuestos por, a lo sumo, 10
elementos mayores, entre los cuales suman el 99% o más de su masa. Esto deja unos 80
elementos dentro de la categoría de trazas. Cada uno de estos 80 elementos tiene unas
características químicas en cierta medida únicas, por lo que se puede extraer de cada uno
de ellos una información química diferente. Es decir, los 80 elementos traza contienen
siempre información no disponible cuando se estudian las variaciones de concentración de
los elementos mayores.
 En tercer lugar, el rango de comportamientos de los elementos traza es muy amplio y
colectivamente son sensibles a procesos para los cuales los elementos mayores son
completamente ciegos. Un ejemplo es la profundidad a la que se produce la fusión parcial
12 Tema 10: Magmas y elementos traza

en el manto. Como sabemos, cuando el manto se funde produce unos magmas cuya
composición, en elementos mayores, depende muy poco de la profundidad; en otras
palabras, siempre se generan basaltos. Sin embargo, determinados elementos traza son
muy sensibles a la profundidad de fusión y permiten estimarla (esto es así porque los
minerales en la fuente dependen de la profundidad y esto hace que algunos elementos
traza pasen de ser compatibles a incompatibles, por lo que su concentración en los
líquidos formados será muy diferente). Otro ejemplo es la composición a gran escala del
manto de la Tierra: es muy difícil poner de manifiesto ninguna heterogeneidad en el manto
estudiando únicamente los elementos mayores de los magmas que allí se producen. Por el
contrario, se ha demostrado ampliamente que la concentración de los elementos traza en
el manto es bastante variable, lo que permite diferenciar, con la ayuda de los cocientes
isotópicos, una serie de reservorios químicamente diferenciados dentro del manto.
 Y, por último, el comportamiento de los elementos traza es invariablemente más simple
que el de los elementos mayores puesto que obedecen la ley de Henry. Esto hace que sea
mucho más fácil modelizar su comportamiento y predecir su abundancia a partir del
conocimiento de su coeficiente de reparto.

Por todo lo anterior, la geoquímica de los elementos traza ha sido una herramienta
fundamental para comprender la evolución de la Tierra. De hecho, como veremos en temas
posteriores, una parte importante de lo que sabemos sobre la evolución del núcleo, el manto y
la corteza proviene del estudio de la abundancia de los elementos traza. Por ejemplo, la
abundancia de los elementos traza siderófilos en el manto y en los magmas derivados del
manto nos ha permitido inferir que la segregación del núcleo de hierro-níquel de la Tierra se
completó casi al mismo tiempo que la acreción. También sabemos, gracias a los elementos
traza, que la mayor parte del manto superior ha pasado por el proceso de fusión parcial en
algún momento de su historia y que estos productos de la fusión parcial del manto han ido
creando de forma paulatina la corteza continental, o que el manto sufrió un intenso proceso
de desgasificación en los primeros cientos de millones de años de historia de la Tierra.
Además, los patrones de concentración de los elementos traza son diferentes en cada
ambiente de formación de magmas, por lo que dichos patrones sirven para inferir el ambiente
en el que las rocas ígneas se han formado y los procesos que han tenido lugar (Figura 8). Los
patrones de elementos traza serán tratado en detalle en el tema siguiente.

Figura 8. Patrones de elementos traza


en dos tipos de basaltos: basaltos de
dorsal (ocean ridge basalt) y basaltos
de isla oceánica (ocean island basalt).
Los patrones son claramente diferentes,
lo que permite inferir que el manto no
es completamente homogéneo (hay
reservorios independientes) y también
permite asociar cada basalto a un
ambiente tectónico (tomado de
Albarède, 2009, figura 2.7).

¿Qué es un elemento traza?


El término “elemento traza” es un poco complicado de definir. Una definición operativa, al
menos válida para todo tipo de rocas (ígneas, metamórficas y sedimentarias) puede ser la
siguiente:
Los elementos traza y su fraccionamiento durante la fusión parcial y la cristalización
13
fraccionada

Un elemento traza es todo elemento que no es un constituyente


estequiométrico en las fases del sistema de interés.

¿Qué es un constituyente no estequiométrico? Básicamente significas que los elementos traza


entran en los minerales en forma de impurezas, sustituyendo en posiciones cristalográficas
específicas a los elementos mayores que componen los minerales. Es decir, un elemento traza
es, de acuerdo con esta definición, una impureza en un mineral específico. Es obvio que esta
definición es algo ambigua. Según ella, un elemento puede ser traza en un sistema pero no en
otro (Figura 9). Por ejemplo, el potasio nunca forma minerales propios en los basaltos de
dorsal y su concentración raramente supera las 1500 ppm; por tanto, el potasio es un
elemento traza en los basaltos MORB. Sin embargo, el K no es, ni mucho menos, un elemento
traza en un granito, ya que los feldespatos alcalinos lo incorporan como uno de los elementos
básicos (no se puede formar ortosa si no hay potasio). En general, en la mayor parte de las
rocas silicatadas (tanto ígneas como metamórficas o sedimentarias) O, Si, Al, Na, Mg, Ca y Fe
son “elementos mayores”. Por su parte, H, C, S, K, P, Ti, Cr y Mn son a veces “elementos
mayores” en el sentido de que son componentes estequiométricos de determinados minerales
(es decir, forman minerales propios en los que dichos elementos ocupan posiciones
cristalográficas bien definidas y están en proporciones fijas). Este conjunto de elementos, que
forman minerales propios pero están en cantidades pequeñas se les suele denominar, de
forma poco precisa, “elementos menores”. Todos los demás elementos de la tabla periódica se
comportan siempre como elementos traza en la inmensa mayoría de sistemas ígneos y
metamórficos, con la excepción de algunos casos excepcionales, como en pegmatitas y en
yacimientos minerales.

Figura 9. El Ni en el olivino no es un constituyente estequiométrico y además está en concentraciones


pequeñas; es decir, es una impureza. Por tanto, el níquel en el olivino es un elemento traza. A la derecha
se muestran de forma esquemática los diferentes tipos de impurezas que pueden darse en una red
cristalina.

La definición anterior no es aplicable a las aguas naturales, ya que en este caso solo hay una
fase, el agua, y no tiene una estequiometría fija. En el agua de mar, por ejemplo, todo lo que
no es Cl, SO4, CO32, HCO3, Mg+, Ca2+, K+ y Na+ (aparte del H2O, por supuesto) puede ser
considerado un elemento traza (aunque en el mundo de las disoluciones el término elemento
no es el más correcto y es mejor hablar de especies). Todos los elementos anteriores suman
más del 99.9% de la masa disuelta en el agua de mar. Sin embargo, sí que hay un aspecto que
une a los elementos denominados traza en las rocas y en las aguas naturales:

La presencia de los elementos traza no afecta de manera significativa a


las propiedades químicas y físicas del sistema en su conjunto.

Esto también podría servir de definición de elemento traza, aunque no está exenta de
14 Tema 10: Magmas y elementos traza

problemas: es común que un elemento traza afecte de forma determinante al color de un


mineral (por ejemplo, el color verde de un piroxeno con Cr), por lo que es evidente de que los
elementos traza a veces modifican las propiedades físicas del sistema (en este caso el color,
como se muestra en la Figura 10). Y el CO2, que en la atmósfera tiene una concentración muy
pequeña de alrededor de 360 ppm, afecta sin embargo de manera importante a su
transparencia a la radiación infrarroja. En concentraciones todavía menores, el ozono en la
atmósfera superior controla la transparencia a la radiación ultravioleta. Vemos, por tanto, que
esta definición tampoco es satisfactoria.

Figura 10. Los elementos cromóforos son elementos que,


aun estando en cantidades traza, modifican de manera
drástica en color de los minerales. En la imagen se
muestra un cristal de turmalina con dos partes de
diferente color debido a la presencia de cantidades muy
pequeñas de Mn en la parte de la izquierda, que le dan
una coloración rosa.

Otra posible definición de elemento traza es:

Un elemento cuya actividad obedece la ley de Henry en el sistema de


interés.

Esta definición implica que la concentración de un elemento traza A en un sistema dominado


por un elemento mayor B es suficientemente pequeña para que las interacciones A-A sean
despreciables en comparación con las interacciones B-A.

La ley de Henry fue formulada en el contexto de la solubilidad de gases en líquidos, pero


puede ser extrapolada a cualquier tipo de disolución, incluidas las soluciones sólidas en
minerales (que son las que más nos interesan en este contexto). El químico francés J. W. Henry
descubrió en 1800 que, cuando la cantidad de gas que está disuelta en un líquido es pequeña,
la concentración del gas disuelto es directamente proporcional a la presión parcial del gas por
encima de la disolución:

Pi  kXi , Xi 1. (1)

En esta ecuación Pi es la presión parcial del gas i (puede haber más de un gas disuelto y la ley
de Henry sigue cumpliéndose para cada uno de ellos), Xi es la concentración del gas en la
disolución (expresada en términos de fracción molar) y k es la constante de Henry. Aplicada a
soluciones sólidas, la ley de Henry dice que la actividad de un componente traza en una
solución sólida es directamente proporcional a la fracción molar de dicho componente:

ai  kXi , Xi 1, (2)

donde ai es la actividad del componente i en la solución sólida. Por ejemplo, el ortopiroxeno


sabemos que es en realidad una solución sólida de dos componentes: la ferrosilita, FeSiO3, y la
enstatita, MgSiO3, de modo que un ortopiroxeno natural tiene la fórmula (Mg,Fe)SiO3, donde
las fracciones molares de Fe y Mg cumplen XMg Opx
 XFeOpx  1 . Como la disolución de un
componente en otro no es ideal (en el sentido termodinámico del término), la relación entre la
actividad del Fe en el ortopiroxeno y su fracción molar no sigue en general una tendencia
simple, como muestra la Figura 11. Pero cuando la cantidad de Fe (o de Mg) en el ortopiroxeno
Los elementos traza y su fraccionamiento durante la fusión parcial y la cristalización
15
fraccionada

es pequeña, entonces la relación entre su actividad y su fracción molar sí que siguen una pauta
simple, que está de acuerdo con la ley de Henry: ambas, actividad y fracción molar, son
proporcionales y la constante de proporcionalidad es la constante de Henry:

aFeOpx  kXFeOpx , Fe Mg . (3)

Figura 11. La ley de Henry aplicada a las soluciones sólidas. El gráfico muestra la relación entre la
actividad y la fracción molar para el Fe y el Mg en un ortopiroxeno (opx). La disolución de ambos
componentes no es ideal (no siguen la línea diagonal que implica que la actividad y la fracción molar son
iguales), pero cuando la concentración de uno de los componentes es pequeña existe una
proporcionalidad entre la actividad de dicho componente y su fracción molar. Esta proporcionalidad es la
ley de Henry (línea de trazos) (tomado de Winter, 2001, figura 27.3).

Posiblemente no hay una definición de elemento traza que sea universalmente válida. Pero
para nuestros propósitos cualquiera de las tres definiciones anteriores puede valer, siempre
que tengamos en cuenta que un elemento puede comportarse como traza en un sistema pero
no en otro. Haremos un uso intensivo de la última de las definiciones (en términos de la ley de
Henry) cuando describamos los modelos de fusión parcial y cristalización fraccionada. Para
ello, primero tenemos que recordar el último concepto importante: el de coeficiente de
reparto, que ya vimos en el Tema 1.

Coeficiente de reparto mineral-fundido: concepto de compatibilidad

[ White (2013), Sección 7.3]

Una de las maneras más habituales de cuantificar la manera en que un elemento se distribuye
entre dos fases es por medio del coeficiente de reparto. Recordando lo que vimos en el Tema
1, el coeficiente de reparto (también conocido como coeficiente de distribución y abreviado K,
Kd, KD o D) se define como:

concentración del elemento i en la fase 


D . (4)
concentración del elemento i en la fase 

Normalmente se indican en forma de superíndice las fases entre las que se produce el reparto
y como subíndice el elemento que se reparte. Por tanto, el coeficiente de reparto del
elemento i entre las fases  y  se escribe como:
16 Tema 10: Magmas y elementos traza

C i
Di -  , (5)
C i

donde C hace referencia a la concentración del elemento en cuestión. En el caso particular en


el que una de las fases sea un fundido y la otra un mineral en equilibrio con dicho fundido solo
se añade como superíndice la información relativa al mineral y en este caso el coeficiente de
reparto se expresa siempre colocando en el numerador la concentración del elemento traza
en el mineral y en el denominador la concentración en el fundido (es decir, la fase  se hace
corresponder con el mineral y la fase  con el fundido:

C imineral
Dimineral  . (6)
C ifundido

Por ejemplo, el coeficiente de reparto del rubidio (Rb) entre un olivino y un fundido de
Ol
composición basáltica se escribe DRb .

El coeficiente de reparto es una manera conveniente de relacionar la concentración de un


elemento en dos fases diferentes, siempre y cuando ambas fases estén en equilibrio. Nunca
hay que olvidar que el coeficiente de reparto solo es válido si el sistema ha alcanzado el
equilibrio. Por tanto, cuando se mide la concentración de un elemento en dos fases distintas
para calcular su coeficiente de reparto, hay que prestar mucha atención a que ambas fases no
muestren evidencias de desequilibrio químico.

Una vez introducido el coeficiente de reparto podemos ya definir de forma cuantitativa unos
términos que ya hemos usado en múltiples ocasiones: los de elemento compatible y elemento
incompatible. Un elemento incompatible es aquel cuyo coeficiente de reparto mineral-
fundido es menor que la unidad (a todos los efectos, mucho menor que la unidad),

Di  1 (elemento incompatible) , (7)

mientras que un elemento compatible es aquel cuyo coeficiente de reparto es igual o mayor
que la unidad,

Di  1 (elemento compatible) . (8)

Como el coeficiente de reparto de un elemento depende del mineral en el que entra (o del que
sale), un mismo elemento puede tener un coeficiente de reparto menor que 1 en un mineral y
mayor que 1 en otro mineral. Por tanto, el significado de los términos compatible e
incompatible solo tiene sentido una vez especificado el mineral en el que el elemento se
incorpora. En la mayor parte de los casos, los términos compatible e incompatible hacen
referencia específicamente al reparto entre un fundido silicatado de composición básica y los
minerales que pueden estar en equilibrio con él (los minerales comunes en rocas máficas y
ultramáficas: olivino, piroxeno, plagioclasa y anfíbol). Son estos los minerales que dictan si un
elemento traza litófilo se enriquece o no en la corteza terrestre, y es en este contexto donde
estos términos adquieren toda su relevancia.

El coeficiente de reparto en realidad no es constante (para un elemento y un mineral


particulares), sino que depende de una serie de factores composicionales y ambientales. Los
más importantes son:

La composición del fundido con el que el mineral está en equilibrio. Sin duda es el factor más
determinante en el valor del coeficiente de reparto de un elemento entre un mineral y un
fundido. De hecho, un mismo elemento (por ejemplo, las tierras raras) puede ser compatible
Los elementos traza y su fraccionamiento durante la fusión parcial y la cristalización
17
fraccionada

en un mineral (por ejemplo el anfíbol) si éste está en equilibrio con un fundido ácido e
incompatible si está en equilibrio con un fundido básico. Esto lo demuestra claramente la
Figura 12, donde se puede ver el valor del coeficiente de reparto de todos los elementos de las
tierras raras en la hornblenda para cuatro composiciones distintas de un fundido silicatado.
Como sabemos, el coeficiente de reparto igual a 1 separa el comportamiento compatible (> 1)
del incompatible (< 1) y esto se muestra en la figura con dos niveles de gris: blanco para los
elementos incompatible y gris para los compatibles. Está claro que en un fundido de
composición basáltica todas las tierras raras son incompatibles en la hornblenda, y que todas
son compatibles en un fundido riolítico. Para los fundidos intermedios la mayor parte de las
tierras raras se comportan de modo compatible, salvo el La y el Ce, que son incompatibles.

Figura 12. Coeficiente de reparto de las tierras raras entre el anfíbol y magmas de diferente composición,
desde basáltica a riolítica. Queda claro que un mismo elemento puede comportarse como compatible o
incompatible dependiendo de la composición del magma (Best, 2002, Igneous and Metamorphic
Petrology, Blackwell, 2nd ed., figura 2.21).

Figura 13. Efecto de la temperatura y la presión


sobre el coeficiente de reparto de las tierras raras
(representadas por el holmio) en el clinopiroxeno
en un magma con un 50% de SiO2. En vez de
representarse el coeficiente de reparto se muestra
su logaritmo neperiano (ln) debido a la gran
variación que los cambios de temperatura y
presión inducen. El coeficiente de reparto del Ho
en el Cpx disminuye con el aumento de la
temperatura (de derecha a izquierda en el gráfico)
y con el descenso de la presión (cruces: presión
más alta; círculos: presión más baja) (Rollinson,
1993, Using geochemical data: evaluation,
presentation, interpretation. Pearson Prentice-
Hall, figura 4.3a)

La temperatura y la presión. Temperatura y presión son las dos variables externas que más
influyen en el coeficiente de reparto de un elemento entre un mineral y un fundido. A veces es
difícil de separar el efecto de la temperatura del de la composición del fundido, ya que en casi
todos los casos la temperatura del liquidus depende de la composición del fundido. A pesar de
estas dificultades, parece claro que la norma es que el coeficiente de reparto disminuya al
18 Tema 10: Magmas y elementos traza

aumentar la temperatura (Figura 13) y que esta tendencia se mantiene dentro del rango de
presiones típico al que se produce la fusión parcial en el manto. La Figura 13 también pone de
manifiesto que si se mantiene la temperatura constante, el coeficiente de reparto aumenta al
aumentar la presión en el rango 0-2 GPa (más para los cationes monovalentes y trivalentes que
para los divalentes y tetravalentes). Sin embargo, sobre una geoterma la presión y la
temperatura aumentan a la vez, por lo que el efecto de una y otra sobre el coeficiente de
reparto tienden a compensarse.

Estas tendencias generales son válidas solo para las presiones y temperaturas de fusión en el
manto superior. A profundidades mayores (2-15 GPa) las tendencias cambian y la mayor parte
de los elementos traza disminuyen su coeficiente de reparto al aumentar la presión.

El estado de oxidación del fundido. El estado de oxidación de un magma afecta al coeficiente


de reparto de aquellos elementos que pueden encontrarse en más de un estado de valencia.
Los casos más relevantes en los magmas son los metales de transición (del escandio al zinc) y,
dentro de las tierras raras, el europio (que puede tener valencia +2 o +3) y el cerio (que puede
tener valencia +3 o +4). Lo habitual es que si un elemento puede entrar en la red de un
mineral en un estado de valencia (por ejemplo, el Fe2+ en el olivino) no lo pueda hacer al
cambiar su estado de valencia (el Fe3+ entra con mucha dificultad en la red del olivino). Es
decir, un elemento puede ser compatible si se presenta en un estado de valencia e
incompatible si se presenta en otro, y la valencia de un elemento depende del estado de
oxidación del magma con el que está en equilibrio. Esto se pone claramente de manifiesto en
la Figura 14, donde se observa como el vanadio, que en un magma puede estar en los estados
de oxidación +3 y +4, se hace más incompatible en el olivino al aumentar la concentración de
oxígeno en el magma. Esto es así porque al aumentar la concentración de oxígeno la
proporción de V4+ en el magma aumenta y la de V3+ disminuye. Como el radio del V4+ es
demasiado pequeño (y la carga demasiado grande) para los huecos octaédricos del olivino, no
se acomoda con la misma facilidad que lo hace el V3+, más grande y de menor carga.

Figura 14. Cambio del coeficiente de reparto


del vanadio en el olivino con el estado de
oxidación del fundido. El estado de oxidación
está expresado tomando como referencia la
fugacidad de oxígeno en el sistema cuarzo-
fayalita-magnetita (QFM: quartz-fayalite-
magnetite). QFM = 0 significa que la
concentración de oxígeno es la misma que
habría en el sistema cuarzo-fayalita-
magnetita. Valores negativos indican menor
concentración de oxígeno (magma más
reducido) y valores positivos indican mayor
concentración de oxígeno (magma más
oxidado). Los diferentes símbolos
corresponden a datos experimentales de
diferentes autores (tomado de Laubier et al.,
2014, Earth and planetary Science Letters,
vol. 392 pp. 265–278, figura 1a).

Resumiendo los puntos anteriores: el coeficiente de reparto mineral/fundido de un elemento


no es un valor único. Si lo parece cuando se habla de que el uranio se comporta de manera
incompatible mientras que el magnesio lo hace de manera compatible es porque, como se ha
dicho antes, la frase completa debería llevar la coletilla “compatible/incompatible en un
fundido de composición básica en equilibrio con los minerales normales en una roca básica o
ultrabásica a las temperaturas y presiones típicas de la fusión parcial del manto superior”. Con
Los elementos traza y su fraccionamiento durante la fusión parcial y la cristalización
19
fraccionada

esta coletilla quedan bien definidas las condiciones en las que el concepto de compatibilidad
se utiliza. Pero como es una coletilla muy larga y se supone que esta restricción ha quedado
clara desde el principio (lo que es mucho suponer), pues se suele omitir. Nosotros haremos lo
mismo, pero siempre recordándola en la parte trasera de nuestro cerebro.

¿Existe alguna manera de saber si un elemento se va a comportar de manera compatible o


incompatible en un sistema de composición básica o ultrabásica? Aunque en detalle el
comportamiento geoquímico de un elemento depende de gran cantidad de parámetros de la
red cristalina del mineral en el que un elemento traza se incorpora, a grandes rasgos dos son
parámetros que más influyen: el radio y la carga del elemento en el mineral. Por tanto, un
gráfico con el radio iónico en un eje y la carga iónica en el otro eje, como los que ya
introdujimos en el Tema 1, permite separar los elementos traza de forma razonablemente
precisa, aunque no exenta de errores, en compatibles e incompatibles (no perdiendo nunca de
vista de que nos estamos restringiendo al caso de sistemas de composición básica o
ultrabásica). La Figura 15 muestra uno de estos gráficos. La banda gris separa los elementos
compatibles (a la izquierda y por debajo de la banda gris) de los elementos incompatibles (a la
derecha y por encima de la banda gris). Se observa que los elementos mayores (en basaltos y
peridotitas) se comportan de manera compatible (Al, Mg, Fe, Ca), como por otra parte es
lógico.

Figura 15. Diagrama carga-radio en el que pueden separarse los elementos traza litófilos según su
comportamiento compatible (parte inferior izquierda del diagrama) o incompatible (parte derecha y
parte superior del diagrama) en un fundido de composición básica (tomado de Gill, 2010, figura 2.7.1).

Así como todos los elementos son compatibles por el mismo motivo (todos ellos tienen radios
y cargas relativamente pequeños), los elementos incompatibles lo son por dos motivos
diferentes: los llamados elementos de alto campo (HFS: High Field-Strength) son
incompatibles porque su carga eléctrica es muy alta (+4 o +5) y esto hace que no entren con
facilidad en la red cristalina de los minerales de las rocas máficas y ultramáficas porque
requieren de otra sustitución simultánea que compense el exceso de carga positiva; por otro
lado, los llamados elementos litófilos de ión grande (LIL: Large Ion Lithophile) son
incompatibles porque sus iones son muy grandes (>0.1 nm) y no se acomodan bien en los
mismas huecos cristalográficos que los elementos mayores. Dentro de este grupo se incluyen
los elementos de las Tierras Raras (REE: Rare Earth Elements), que son extremadamente
importantes en geoquímica. Aunque ambos conjuntos de elementos traza (HFS y LIL) son
incompatibles, su comportamiento geoquímico es muy diferente y merece la pena recordarlo.
20 Tema 10: Magmas y elementos traza

En la Figura 15 algunos elementos incompatibles aparecen en negrita y otros en cursiva. Esta


distinción hace referencia a la movilidad (solubilidad) de dichos elementos en un fluido acuoso.
Los elementos en cursiva son móviles en fluidos acuosos mientras que los que aparecen en
negrita son inmóviles. Vemos que todos los elementos inmóviles en fluidos acuosos son de
tipo HFS y todos los elementos móviles son de tipo LIL (pero no todos los elementos LIL son
móviles ni todos los elementos HFS son inmóviles). Estas diferencias son importantes para
entender las abundancias de los elementos traza en los magmas de las zonas de subducción.

Tabla 3. Coeficiente de reparto de elementos traza importantes en diferentes minerales de una roca
máfica o ultramáfica (tomado de White, 2013, tabla 7.5).
Elemento Olivino Opx Cpx Plagioclasa Espinela Granate Anfíbol
Li 0.041 0.11 0.59 0.45
Be 0.035 0.047 0.36
B 0.034 0.027 0.117 0.08
K 0.00017 0.0028 0.18 0.002 0.35
Sc 0.37 0.6 0.8 0.065 0.048 0.688
V 0.3 2.6 1.81 0.04 38 1.48
Ga 0.024 0.74 0.86 4.6
Ge 0.097 0.25 1.4 0.51 0.1
Rb 0.000044 0.0033 0.025 0.007 0.437
Sr 0.000063 0.0068 0.157 2.7 0.0099 0.184
Y 0.0098 0.014 0.62 0.013 5.42 0.634
Zr 0.00068 0.004 0.195 0.001 0.06 2.12 0.3
Nb 0.00005 0.015 0.0081 0.033 0.08 0.0538 0.197
Cs 0.0015 0.0039 0.026
Ba 0.0000034 0.0067 0.0022 0.33 0.0007 0.282
La 0.0000088 0.0056 0.052 0.082 0.01 0.0164 0.058
Ce 0.000019 0.0058 0.108 0.072 0.065 0.116
Pr 0.000049 0.006 0.056 0.178
Nd 0.007 0.277 0.045 0.363 0.273
Sm 0.000445 0.0085 0.462 0.033 0.0064 1.1 0.425
Eu 0.0078 0.458 0.55 0.0061 2.02 0.387
Gd 0.011 0.034 0.725
Tb 0.00324 0.011 0.0078 0.779
Dy 0.015 0.711 0.03 4.13 0.816
Ho 0.00927 0.019 0.783
Er 0.021 0.66 0.02 3.95 0.699
Tm 0.025
Yb 0.0366 0.032 0.633 0.014 0.0076 3.88 0.509
Lu 0.042 0.623 3.78 0.645
Hf 0.001 0.021 0.223 0.05 1.22 0.638
Ta 0.00005 0.015 0.013 0.11 0.06 0.11
Pb 0.0076 0.01 1.07 0.0001
Th 0.000052 0.0056 0.014 0.19 0.0014 0.016
U 0.00002 0.015 0.013 0.34 0.0059

Hasta ahora solo hemos hablado del coeficiente de reparto de un elemento en un mineral.
Pero una roca rara vez está formado por un solo mineral ¿Cómo se calcula entonces el
coeficiente de reparto de un elemento en una roca? Para ello lo único que necesitamos
conocer es el valor del coeficiente de reparto en cada uno de los minerales por separado
(Tabla 3), junto con el porcentaje de cada mineral en la roca:
Los elementos traza y su fraccionamiento durante la fusión parcial y la cristalización
21
fraccionada

n
Di   X k Dik . (9)
k 1

En esta ecuación Xk es la fracción (en peso) del mineral k en la roca y Dik es el coeficiente de
reparto del elemento i en dicho mineral. La suma se extiendo a todos los minerales que tiene
la roca ¿Cuál es el coeficiente de reparto del Ce en una peridotita formada por 60% de olivino,
20% de ortopiroxeno, 15% de clinopiroxeno y 5% de granate? Aplicando la ecuación (9) al caso
particular de n = 4 minerales, tenemos:

DCe  XOlDCe
Ol
 XOpx DCe
Opx
 XCpx DCe
Cpx
 XGrtDCe
Grt
. (10)

Para la peridotita del ejemplo XOl = 0.6, XOpx = 0.2, XCpx = 0.15 y XGrt = 0.05, por lo que el
coeficiente de reparto del cerio es (tomando los valores de la Tabla 3):

DCe  0.6  0.000019  0.2  0.0058  0.15  0.108  0.05  0.065  0.020 . (11)

Este es el valor que hay que usar como coeficiente de reparto para el cerio en el caso
particular de una peridotita como la del ejemplo. La Figura 16 muestra el coeficiente de
reparto del Ce (y del resto de las Tierras Raras) en los minerales más comunes de las roas
básica y ultabásicas y en ella se ha marcado el valor de 0.02 obtenido para la peridotita del
ejemplo. La ecuación (9) pone de manifiesto un aspecto importante: no solo el coeficiente de
reparto depende del mineral, también depende, para una roca, de la proporción relativa de
cada mineral. En un caso extremo un elemento puede comportarse de manera compatible o
incompatible en una misma roca dependiendo del porcentaje de sus minerales constituyentes.

Figura 16. Coeficiente de reparto de los


elementos de las Tierras Raras en los minerales
más comunes en rocas máficas y ultramáficas.
Los elementos están ordenados según su grado
de compatibilidad en magmas máficos. La línea
naranja horizontal marca en valor 1 de
coeficiente de reparto, por lo que todos los
puntos por encima son de elementos con
comportamiento compatible (solo algunos en el
granate) y todos los que están por debajo (la
mayoría) son de elementos incompatibles. En la
figura se ha marcado el valor de 0.02 para el
coeficiente de reparto en la peridotita del
ejemplo descrito en el texto (tomado de White,
2013, figura 7.16).

Modelos de fusión parcial

[ White (2013), Sección 7.6]

Una vez introducidos los conceptos de elemento traza y coeficiente de reparto, ya estamos en
disposición de abordar el asunto que prometíamos al principio del tema: el estudio
cuantitativo de los procesos de fusión parcial y cristalización fraccionada. Ha costado, pero
22 Tema 10: Magmas y elementos traza

este largo preámbulo ha sido necesario para que quedara claro por qué son los elementos
traza los que nos van a permitir plantear los modelos de fusión y cristalización necesarios para
cuantificar los procesos magmáticos.

Una advertencia antes de empezar, válida siempre que se usan modelos. Un modelo es una
representación simplificada de la realidad y, como tal, no reproduce la realidad en todos sus
detalles, sino que destila su esencia y nos permite entenderla en términos matemáticos. Si las
simplificaciones introducidas al elaborar el modelo son correctas, los resultados del modelo
serán comparables con la realidad que intente explicar; es decir, habrá un acuerdo entre el
modelo y el sistema real ¿Cómo se representa este “acuerdo”? Normalmente comparando,
para las variables de las que el modelo depende, sus valores con los valores medidos en el
sistema real. Por ejemplo, un buen modelo de fusión parcial será aquel que prediga con
suficiente precisión la concentración de un elemento traza en una roca, dados los valores de
los coeficientes de reparto y del porcentaje de fusión parcial.

Figura 17. Los modelos (derecha) son siempre una representación simplificada de la realidad (izquierda).
Para pasar de la realidad a un modelo necesitamos una teoría, teoría que casi siempre está escrita en
forma matemática. Los objetos y las interacciones entre objetos reales se traducen en el modelo en una
serie de variables y ecuaciones que relacionan dichas variables. Esa “traducción” es lo que se denomina
una teoría científica. Si la “traducción” es buena, el modelo (o la teoría que nos ha permitido formular el
modelo) será capaz de hacer predicciones que luego podremos comparar con la realidad (figura tomada
de la página web http://backreaction.blogspot.cz/2012/06/nature-mathematics.html).

La realidad será siempre mucho más complicada que el modelo propuesto para explicarla. Y
esto es lo que ocurre en los modelos de fusión parcial y cristalización fraccionada que vamos a
introducir a continuación. Se trata de los modelos más simples que son capaces de reproducir
cuantitativamente las concentraciones de los elementos traza en las rocas formadas por fusión
parcial o cristalización fraccionada. Por ello, los supuestos en los que se basan son mucho más
simples que los mecanismos reales que operan durante la fusión parcial y la cristalización
fraccionada, mecanismos que pueden llegar a ser enormemente complicados. Tanto en la
fusión parcial como en la cristalización fraccionada vamos a introducir dos modelos diferentes:
en el primero el proceso se desarrolla en equilibrio en un sistema cerrado, de manera que la
masa del sistema (sólido residual + fundido) permanece constante, mientras que en el segundo
se produce una separación del fundido y los sólidos (sistema abierto). Veremos cómo las
predicciones de ambos modelos son diferentes y eso nos servirá para saber si una roca en
cuestión se ha formado por la evolución de un magma en sistema cerrado (fusión parcial en
equilibrio y cristalización en equilibrio) o en sistema abierto (fusión parcial fraccionada y
cristalización fraccionada). Existen en la literatura muchos otros modelos de fusión y de
cristalización de magmas, que no vamos a describir aquí, y que intentan acercarse más a la
realidad de lo que ocurre cuando una roca se funde o cristaliza. Estos modelos están muy bien
resumidos en los apartados 7.6 (fusión parcial) y 7.7 (cristalización fraccionada) de White
(2013). El apartado 7.6 termina con una sección titulada “Modelos realistas de la fusión del
manto” en la que se describen los ingredientes no tenidos en cuenta en los modelos más
Los elementos traza y su fraccionamiento durante la fusión parcial y la cristalización
23
fraccionada

sencillos y que, sin embargo, sí están presentes cuando el manto de la Tierra se funde para dar
lugar a un magma basáltico. Es una manera de intentar cerrar (o, al menos, disminuir) el hueco
entre modelos y realidad.

Fusión parcial en equilibrio


El modelo de fusión parcial en equilibrio asume que la fusión se realiza en un sistema cerrado;
es decir, el fundido no se separa de los sólidos residuales hasta que el proceso termina. Si, por
ejemplo, una parte del manto superior sufre una fusión parcial del 15%, el modelo de fusión en
equilibrio asume que el fundido generado (15%) se mantiene en contacto con la roca sólida
(85%) hasta alcanzar el equilibrio químico (Figura 18). Esto permite a los elementos distribuirse
entre el fundido y los sólidos de acuerdo con sus coeficientes de reparto (que, no olvidemos,
únicamente son válidos en situaciones de equilibrio). Solo cuando se ha alcanzado el equilibrio
puede el fundido comenzar a migrar en forma de magma hacia la superficie y formar, una vez
solidificado, un roca ígnea (un basalto en este caso). Dicho de otra forma, todo el “lote” de
fundido se reequilibra con el sólido antes de comenzar su migración. La palabra “lote” en
inglés es batch, por lo que a este modelo de fusión se le conoce también como batch melting
en inglés.

Figura 18. Proceso de fusión parcial en equilibrio de una roca. La secuencia muestra la fusión parcial de
una parte del manto superior, partiendo del estado inicial (izquierda) en el que toda la roca (formada por
olivino, ortopiroxeno y clinopiroxeno) está en estado sólido. El segundo “fotograma” de la secuencia
muestra la roca al comienzo de la fusión (el porcentaje de fundido, en negro, es de 1%) y el tercer
fotograma muestra la roca en un estado avanzado de fusión parcial (un 30% de fundido). En todo
momento el fundido y los sólidos residuales se mantienen juntos y en equilibrio químico (tomado de Gill,
2010).

Como la fusión se produce en sistema cerrado, la masa total del sistema permanece constante
durante todo el tiempo. Esto permite formular el proceso de fusión en equilibrio como un
balance de masa en el que la masa total de cada elemento traza se distribuye entre el fundido
y los sólidos residuales de acuerdo a la masa total inicial y al coeficiente de reparto:

CL 1
 . (12)
C0 D  (1  D)F

En esta ecuación, CL es la concentración de un elemento traza en el líquido formado y F la


fracción de fundido (F = 0 significa que no ha comenzado todavía la fusión y F = 1 significa que
toda la roca se ha fundido). La concentración inicial del elemento traza en la roca es C0 y D es el
coeficiente de reparto roca-fundido para el elemento en cuestión. Por supuesto, el coeficiente
de reparto que hay que utilizar es el coeficiente total en la roca, el que viene dado por la
ecuación (9), no el de cada mineral individual.

Esta ecuación es extremadamente útil y describe el enriquecimiento relativo o el


empobrecimiento relativo (relativo a la concentración inicial C0) de un elemento traza en el
24 Tema 10: Magmas y elementos traza

líquido en función del grado de fusión F. Por ejemplo, ¿cuál es el enriquecimiento relativo de
un elemento incompatible (con un coeficiente de reparto total D = 0.01) en el líquido para un
porcentaje de fusión del 10%? Un porcentaje del 10% es equivalente a una fracción de fundido
F = 0.1 (en la ecuación anterior el grado de fusión viene dado en fracción, no en porcentaje),
por lo que el enriquecimiento relativo es

CL 1
  9.2 . (13)
C0 0.01  (1  0.01)  0.1

Es decir, tras una fusión del 10%, el fundido formado tiene una concentración casi 10 veces
mayor del elemento en cuestión que en la roca original antes de empezar a fundirse ¿Y cuál es
la concentración absoluta? Para ello necesitamos saber la concentración inicial del elemento
en la roca. Si, por ejemplo, esta concentración es de 23 ppm, la concentración en el fundido
será de 23 ppm  9.2 = 211 ppm. La Figura 19 muestra de forma gráfica la solución de la
ecuación (12) para elementos con diferentes coeficientes de reparto. Cada línea corresponde
a un coeficiente de reparto distinto, cuyo valor viene indicado sobre la línea. Las líneas en azul
representan el comportamiento de los elementos incompatibles (D < 1) y las líneas rojas el de
los elementos compatibles (D > 1). En el gráfico de la izquierda ambos ejes de coordenadas
están en escala lineal, mientras que en el de la derecha están en escala logarítmica para que se
aprecie mejor el comportamiento para grados bajos de fusión parcial, que son los más
comunes en la Naturaleza (F < 0.1-0.2).

Figura 19. Concentración de un elemento traza en el fundido durante la fusión en equilibrio. Los curvas
en azul muestran el comportamiento de los elementos incompatibles (el número asociado a cada curva
es el valor del coeficiente de reparto) y las curvas rojas el de los elementos compatibles. El gráfico de la
izquierda tiene ambos ejes con escalas lineales y el de la derecha con escalas logarítmicas para apreciar
mejor lo que ocurre cuando el porcentaje de fusión F es pequeño (que es lo más habitual en condiciones
naturales).

Tanto la ecuación (12) como la gráfica de la derecha en la Figura 19 permiten reconocer la


existencia de dos comportamientos diferentes en los elementos incompatibles:

 Cuando D ≪ F el enriquecimiento relativo de un elemento incompatible es inversamente


proporcional a la fracción de fundido. Es decir,
Los elementos traza y su fraccionamiento durante la fusión parcial y la cristalización
25
fraccionada

CL 1
 . (14)
C0 F

Este es el comportamiento de un elemento muy incompatible a casi cualquier grado de


fusión. En la gráfica de la derecha en la Figura 19 este comportamiento se muestra como
una línea recta de pendiente 1 etiquetada D = 0. Este caso extremo es muy útil ya que
permite conocer el grado de fusión que ha generado un magma analizando simplemente la
concentración en la roca resultante de un elemento con un coeficiente de reparto próximo
a cero (por ejemplo, el lantano).

 Cuando el porcentaje de fusión es muy pequeño, es decir, F ≪ 1, la ecuación (12) se


simplifica a

CL 1
 , (15)
C0 D

lo que significa que el enriquecimiento de un elemento incompatible en el fundido es


inversamente proporcional a su coeficiente de reparto. Por ejemplo, un elemento con D =
0.1 estará enriquecido 10 veces en un magma que sea el resultado de un grado bajo de
fusión parcial (F < 1% como se observa en la Figura 19, gráfica de la derecha), y un
elemento con D = 0.01 estará enriquecido unas 100 veces si el porcentaje de fundido es
menor del 0.1%.

La Figura 19 también pone de manifiesto que la concentración de los elementos compatibles


en el fundido se mantiene constante dentro del rango de porcentajes de fusión típicos de los
procesos magmáticos. Dicho de otro modo, si uno quiere extraer información de un magma
que se ha formado por fusión parcial debe analizar los elementos incompatibles (cuanto más
incompatibles, mejor, ya que su concentración es inversamente proporcional al porcentaje de
fusión) y no los elementos compatibles (ya que su concentración apenas varía durante el
proceso de fusión parcial).

Fusión parcial fraccionada (sin agregación y con agregación)


Consideremos ahora el caso en el que solo una fracción muy pequeña (infinitesimal en
términos matemáticos) de fundido se equilibra con los sólidos residuales antes de separarse.
En otras palabras, el fundido se separa del residuo sólido tan rápido como se forma. Este caso
puede dar lugar a dos escenarios magmáticos diferentes dependiendo de que luego cada
fracción de fundido de lugar a un magma diferente (y, por ende, a una roca diferente cuando
el magma solidifica) o que todas las fracciones se vayan reuniendo para formar un solo
magma. El primer escenario se denomina fusión fraccionada sin agregación (Figura 20, parte
superior) y el segundo fusión fraccionada con agregación (Figura 20, parte inferior).

Desde luego, el enriquecimiento o empobrecimiento de un elemento traza en los fundidos


formados en estos dos escenarios no van a ser los mismos, ya que la relación que se establece
entre la concentración de un elemento en el líquido y el grado de fusión es diferente en cada
caso. La concentración relativa de un elemento traza en el escenario de fusión fraccionada sin
agregación viene dada por la ecuación
1
CL 1
 1  F  D ,
1
(16)
C0 D

donde, como antes, CL es la concentración del elemento traza en el fundido, C0 la


26 Tema 10: Magmas y elementos traza

concentración inicial del elemento traza en la roca antes de comenzar la fusión, D es


coeficiente de reparto total del elemento traza y F la fracción total (no la incremental) de
fundido. Esta última precisión es importante, al tratarse de un proceso incremental durante el
cual cada pequeña fracción de líquido formada se separa del sólido remanente: la “F” que
aparece en la ecuación (16) y en el eje horizontal de la Figura 21 es la fracción total acumulada
de fundido desde el momento inicial, tal como se indica en la Figura 20 debajo de cada uno de
los recipientes en los que se recoge el fundido:
n
F   Fi  F1 F2   Fn . (17)
i 1

Fusión fraccionada sin agregación

F1 F2 F3 Fn

Análisis químico Análisis químico Análisis químico Análisis químico


F  F1 F  F1  F2 F  F1  F2  F3 F  F1  F2  F3   Fn

Fusión fraccionada con agregación

F1 F2 F3 Fn

Análisis químico Análisis químico Análisis químico Análisis químico


F  F1 F  F1  F2 F  F1  F2  F3 F  F1  F2  F3   Fn

Figura 20. Arriba: fusión fraccionada sin agregación. Abajo: fusión fraccionada con agregación. En el
primer caso cada incremento de fusión se recoge en un recipiente diferente y su contenido se analiza
independientemente de los demás recipientes. En el segundo caso todos los incrementos de fusión se
recogen en el mismo recipiente, cuyo contenido se analiza tras cada nuevo incremento.

La Figura 21 muestra la evolución de la concentración relativa de un elemento traza conforme


el porcentaje acumulado de fusión varía de 0 a 1 (gráfico de la izquierda, con los ejes en escala
lineal) o de 0.001 a 1 (gráfico de la derecha, con los ejes en escala logarítmica). Vemos que la
evolución es muy distinta a la que predice la fusión en equilibrio (Figura 19). En la fusión en
Los elementos traza y su fraccionamiento durante la fusión parcial y la cristalización
27
fraccionada

equilibrio, la concentración relativa de todos los elementos traza, tanto compatibles como
incompatibles, tiende a 1 conforme el porcentaje de fusión aumenta. Esto es obvio si
pensamos que, cuando el sistema está completamente fundido (F = 1), todos los elementos
traza que estaban inicialmente en la roca sólida están ahora en el fundido, por lo que su
concentración, relativa a la concentración inicial en la roca, tiene que ser uno en la fusión en
equilibrio. Sin embargo, en la fusión fraccionada sin agregación cada fracción de fundido se
lleva una parte de la masa inicial de cada elemento traza y, como el sistema ya no es cerrado,
los elementos incompatibles se empobrecen cada vez más en las fracciones sucesivas hasta
que no queda nada (es decir, su concentración tiende a 0 en vez de a 1), y los elementos
compatibles se enriquecen cada vez más, y lo hacen sin límite (en teoría, hasta que su
concentración es infinita en la última fracción de líquido, cuando ya toda la roca original se ha
fundido), como se desprende de la ecuación (16), cuyo límite cuando F tiende a 1 es infinito
para todo elemento traza con un coeficiente de reparto D > 1 (elemento compatible).

Figura 21. Concentración de los elementos traza en el fundido durante la fusión fraccionada sin
agregación.

Sin embargo, si nos limitamos a los porcentajes de fusión parcial más normales en los procesos
magmáticos (entre F = 0.1% y F = 10-20%), las predicciones de ambos modelos de fusión no
son tan distintas, sobre todo para los elementos compatibles, como se muestra en la Tabla 4.

Tabla 4. Comparación de la concentración relativa de un elemento incompatible (D = 0.01) y otro


compatible (D = 10) en los modelos de fusión parcial en equilibrio (F_eq) y fusión fraccionada sin
agregación (FF_sin) para cuatro valores distintos de la fracción de fundido.
D = 0.01 D = 10
F
F_eq FF_sin F_eq FF_sin
0.001 (0.1%) 91 91 0.10 0.10
0.01 (1%) 50 37 0.10 0.10
0.1 (10%) 9.2 0.003 0.11 0.11
0.2 (20%) 4.8 2.5108 0.12 0.12

Es cierto que los elementos incompatibles disminuyen su concentración de forma más rápida
en el caso de la fusión fraccionada sin agregación que en la fusión en equilibrio, pero las
tendencias son similares y las concentraciones límite cuando el porcentaje de fusión es muy
pequeño son las mismas (iguales a 1/D en ambos casos).

Pero todavía nos queda un caso de fusión parcial por discutir. La ecuación que describe el
28 Tema 10: Magmas y elementos traza

enriquecimiento o empobrecimiento relativos de un elemento traza durante la fusión


fraccionada con agregación (es decir, cuando todas las fracciones de fundido desde 0 hasta F
se juntan luego para formar un solo magma) es:

CL 1  1

 1  1  F  D  , (18)
C0 F  

donde todas las variables tienen el mismo significado que en los casos anteriores. La
resolución de esta ecuación para diferentes valores del coeficiente de reparto se muestra en
las dos gráficas de la Figura 22 (como en los dos casos anteriores, el gráfico de la izquierda
tiene los ejes en escala lineal y el de la derecha en escala logarítmica). Las curvas son
claramente distintas a las de la fusión parcial sin agregación ya que la concentración de los
elementos incompatibles no disminuye a cero conforme aumenta el porcentaje de fusión, sino
a uno, como en el caso de la fusión en equilibrio. De hecho, como se observa mejor en la
gráfica de la derecha, la evolución de la concentración de los elementos incompatibles es muy
similar a la de la fusión parcial en equilibrio (Figura 19), y lo mismo ocurre para los elementos
compatibles, al menos para porcentajes de fusión menores del 20%.

Figura 22. Concentración relativa de los elementos traza en el fundido durante la fusión parcial con
agregación.

¿Cuál de los tres modelos de fusión parcial puede considerarse el más realista? Para responder
a esta pregunta deberíamos conocer con más detalle los procesos físicos que permiten la
separación de los líquidos silicatados de su residuo sólido en el manto. Este es un tema muy
complejo en el que no tenemos tiempo de entrar, pero que, resumiendo, apoya como modelo
más realista, de entre los que hemos visto, el de la fusión fraccionada con agregación2. De
todas formas, si comparamos la evolución de las concentraciones en la fusión en equilibrio
(Figura 19) y en la fusión fraccionada con agregación (Figura 21) vemos que es muy similar.
Podemos concluir, por tanto, que, con independencia del mecanismo real por el que se
produzca la separación del fundido y el sólido residual, el modelo de fusión más simple, el de
fusión en equilibrio, es capaz de predecir correctamente los cambios de concentración de los

2 El apartado 7.6.6 de White (2013) proporciona un buen resumen de la manera en la que los magmas se generan y su
relación con los diferentes modelos de fusión parcial discutidos en el texto.
Los elementos traza y su fraccionamiento durante la fusión parcial y la cristalización
29
fraccionada

elementos traza conforme el grado de fusión varía.

Modelos de diferenciación magmática por cristalización

[ White (2013), Sección 7.7; Albarède (2003), sección 8.1.2]

Cuando un magma comienza su viaje desde el área de generación a la superficie su


temperatura empieza a descender, lo que tarde o temprano provoca la aparición de cristales
en el seno del líquido silicatado. Dependiendo de que los cristales y el líquido se mantengan
juntos o se separen, la evolución del magma dará lugar a un tipo de rocas u otro. Si no hay
separación, la roca final tendrá la misma composición que el magma inicial. A este tipo de
cristalización se le denomina cristalización en equilibrio y es el caso opuesto a la fusión en
equilibrio que hemos visto en el apartado anterior. Por el contrario, si los cristales se separan
del líquido, el magma residual va cambiando de composición y puede dar lugar, al solidificar, a
rocas de composición muy distinta al magma original de partida. A este tipo de cristalización
se le denomina cristalización fraccionada y, como ya hemos visto, es uno de los mecanismos
más importantes por el que se produce la diferenciación magmática y las series magmáticas
(como la serie basalto-andesita-dacita-riolita).

CL = C0

F=1 F = 0.95 F = 0.9 F = 0.8 F=0


f=0 f = 0.05 f = 0.1 f = 0.2 f=1

Figura 23. Cristalización en equilibrio. Durante la cristalización en equilibrio los cristales que se forman
en el seno del líquido silicatado conforme desciende la temperatura permanecen en contacto con el
líquido hasta el final del proceso, por lo que la composición química final de la roca resultante es la
misma que la del magma inicial.

Cristalización en equilibrio
La cristalización en equilibrio es el proceso opuesto a la fusión parcial en equilibrio. En la fusión
en equilibrio se parte de un sistema completamente sólido (roca) y se termina con un sistema
completamente fundido (magma), completándose todo el proceso en sistema cerrado (la masa
inicial y final es la misma). En la cristalización en equilibrio se parte de un sistema
completamente líquido (el magma inicial) y se termina con una roca sólida, también en sistema
cerrado (Figura 23). En ambos casos la composición final del sistema (sea líquido o sólido) es la
misma que la inicial. Debido a esta simetría, la ecuación que describe la concentración relativa
de un elemento traza conforme la cristalización avanza es la misma que la que describe la
fusión en equilibrio. Por tanto, la concentración de un elemento traza durante la cristalización
en equilibrio es:

CL 1
 , (19)
C0 D  (1  D)F

donde F es la fracción de fundido residual. Sin embargo, la variable que mejor define el avance
de la cristalización en equilibrio no es la cantidad remanente de líquido sino la cantidad de
cristales formados, que vamos a llamar f. Como la cristalización se produce en sistema cerrado,
siempre se cumple que
30 Tema 10: Magmas y elementos traza

F  f 1 (20)

puesto que lo que no son cristales es líquido. Sustituyendo F por (1- f) en la ecuación (19),
tenemos

CL 1 1
  , (21)
C0 D  (1  D)(1  f ) 1  (D  1) f

que es otra manera de expresar la evolución de la concentración de un elemento traza durante


la cristalización fraccionada. La primera de las ecuaciones, la ecuación (19), nos dice cómo
cambia la concentración de un elemento traza en función de la fracción de líquido residual,
mientras que la segunda lo hace en función de la fracción de cristales formados. La Figura 24
muestra la evolución de la concentración relativa de un elemento traza de acuerdo con ambas
ecuaciones. El gráfico de la izquierda tiene como eje horizontal la fracción f de cristales
formados y el de la derecha la fracción F de líquido residual. Se observa que una gráfica es el
reflejo especular de la otra. Así como el avance de la cristalización se traduce en un
movimiento hacia la derecha en el eje horizontal f (de f = 0 a f = 1), este mismo avance se
traduce en un movimiento hacia la izquierda en el eje F (de F = 1 a F = 0). En otras palabras,
cualquiera de las dos gráficas se puede usar indistintamente para la fusión o la cristalización en
equilibrio si uno tiene cuidado en saber por qué lado del eje horizontal hay que comenzar.

Figura 24. Concentración relativa de los elementos traza durante la cristalización el equilibrio. El gráfico
de la izquierda muestra la variación con respecto a la fracción f de cristales formados y la de la derecha
con respecto a la fracción F de líquido residual. Esta última gráfica es idéntica a la de la fusión en
equilibrio. Para usarla en un proceso de cristalización, basta con recorrerla de derecha a izquierda,
comenzando con el sistema completamente líquido (F = 1).

Así como durante la fusión parcial los elementos que mejor marcan el proceso son los
elementos incompatibles (puesto que su concentración varía mucho al aumentar el porcentaje
de fusión), durante la cristalización son los elementos compatibles los que permiten hacer un
mejor seguimiento del proceso. Esto se observa mejor en la Figura 25. Las gráficas son las
mismas que en la Figura 24 pero los ejes están en escala logarítmica. Lo primero que llama la
atención es que la simetría especular que existe cuando los ejes están en escala lineal aquí no
se mantiene. Esto es debido únicamente al efecto de distorsión (ampliación de los valores
próximos a cero) que introduce la escala logarítmica. Pero lo importante es que, en el caso de
la cristalización (gráfica de la izquierda) y para valores típicos de la fracción f de cristales
Los elementos traza y su fraccionamiento durante la fusión parcial y la cristalización
31
fraccionada

formados (f < 0.2), son los elementos compatibles (líneas en rojo) los que más cambian su
concentración al variar el grado de cristalización. Los elementos incompatibles, por contra,
mantienen una concentración muy similar a la inicial hasta fracciones de cristalización de f =
0.2. Dicho de otra forma, y esto es muy importante: los elementos incompatibles son buenos
trazadores de los procesos de fusión parcial mientras que los elementos compatibles lo son de
los procesos de cristalización. Es importante recordar esto cuando uno se dispone a estudiar
las rocas resultantes.

Figura 25. Concentración relativa de un elemento traza durante la cristalización en equilibrio. Se trata de
las mismas gráficas que en la figura anterior pero con los ejes en escala logarítmica.

Cristalización fraccionada
Durante la cristalización fraccionada se produce, como ya hemos dicho, la separación de los
cristales y el líquido residual, de modo que el equilibrio cristal-líquido solo se mantiene hasta el
momento de la separación. A partir de ese momento es como si hubiéramos eliminado del
sistema los cristales, por lo que ya no pueden reequilibrarse con el líquido al avanzar la
cristalización (Figura 26).

CL = C0

F=1 F = 0.95 F = 0.9 F = 0.8 F=0


f=0

f = 0.05 f = 0.1 f = 0.2 f=1

Figura 26. Cristalización fraccionada. En este caso los cristales formados se separan del líquido residual
nada más formarse, por lo que no pueden reequilibrarse con él conforme la cristalización avanza. Esto
hace que la composición del líquido cambie poco a poco conforme los minerales que cristalizan van
retirando determinados elementos traza.

La cristalización fraccionada no es el proceso inverso de la fusión fraccionada. Y esto es así


32 Tema 10: Magmas y elementos traza

porque, al producirse ambos procesos en sistema abierto, los elementos que se “llevan” los
productos formados (líquido en la fusión parcial fraccionada y cristales en la cristalización
fraccionada) son diferentes. En la fusión fraccionada el líquido formado se lleva sobre todo los
elementos incompatibles, mientras que en la cristalización fraccionada los cristales se llevan
los elementos compatibles. Esta asimetría hace que la evolución de la concentración de los
elementos traza sea diferente en un caso y en otro. Así, la ecuación por la que se rige la
cristalización fraccionada es:

CL
 (1  f )D 1  F D 1 , (22)
C0

donde f es la fracción de cristales (fracción sólida) y F la fracción de líquido residual. Como en


todos los casos anteriores, CL es la concentración de un elemento traza en la fase líquida y C0 la
concentración inicial del elemento traza en el magma (antes de que comience la cristalización).
La figura Figura 27 muestra la evolución de la concentración relativa de un elemento traza
durante la cristalización fraccionada. El eje horizontal traza los cambios en la fracción de sólido
cristalizado, por lo que el proceso de cristalización hay que “leerlo” de izquierda (pocos
cristales formados) a derecha (muchos cristales formados). Al igual que ocurría en la
cristalización en equilibrio, son los elementos compatibles los que mejor trazan la evolución de
la cristalización.

Figura 27. Concentración relativa de un elemento traza durante la cristalización fraccionada, expresada
en términos de la fracción de sólido cristalizado, f. El gráfico de la izquierda tiene los ejes en escala lineal
y el de la derecha en escala logarítmica.

Esta propiedad se observa mejor en la Tabla 5, en la que se comparan las concentraciones


relativas de un elemento incompatible (D = 0.01) y otro compatible (D = 10) durante la
cristalización (tanto en equilibrio, C_eq, como fraccionada, CF). La concentración del elemento
incompatible prácticamente no cambia durante la cristalización (desde f = 0.1% hasta f= 20%),
mientras que la del elemento compatible cambia drásticamente (en el caso de la cristalización
fraccionada, cuando ha cristalizado un 20% la concentración del elemento en el líquido
residual es casi 8 veces menor que su concentración inicial. Por ejemplo, si la concentración
inicial de Ni es de 200 ppm en el magma inicial, su concentración en el líquido residual después
de cristalizar un 20% será de solo 26 ppm. Esta será la concentración que mediremos en la roca
resultante de la solidificación de ese 80% restante de magma (si esta solidificación final se
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produce en equilibrio, por supuesto).

Tabla 5. Comparación de la concentración relativa de un elemento incompatible (D = 0.01) y otro


compatible (D = 10) en los modelos de cristalización en equilibrio (C_eq) y cristalización fraccionada (CF)
para cuatro valores distintos de la fracción de sólido cristalizado.
D = 0.01 D = 10
f
C_eq CF C_eq CF
0.001 (0.1%) 1.0 1.0 1.0 1.0
0.01 (1%) 1.0 1.0 0.92 0.91
0.1 (10%) 1.1 1.1 0.52 0.39
0.2 (20%) 1.2 1.2 0.35 0.13

Bibliografía

Albarède FN (2009). Geochemistry: an introduction. Cambridge University Press, 342 pp.


[Apartado 8.1)

Gill R (2010). Igneous rocks and processes: a practical guide. Wiley-Blackwell, 428 pp.
[Capítulo 2]

Jambon A y Thomas A (2009). Géochimie: Géodynamique et cycles. Dunod, 406 pp.


[Apartado 2.1]

Winter JD (2001). An Introduction to Igneous and Metamorphic Petrology. Prentice-Hall,


699 pp. [Existe una segunda edición de este libro, publicada en 2009 por la misma
editorial, pero que de momento no está en la biblioteca de la Universidad]

White WM (2013). Geochemistry. Wiley-Blackwell, 668 pp. [Apartados 7.1, 7.6 y 7.7]

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