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De comuneros a instructores de esquí:

Génesis y Apocalipsis de un proyecto de desarrollo regional


Por: Carlos Garrocho

El Director de Desarrollo Económico del municipio de Lerdo Rodrigo Ramírez Pichardo -economista
egresado de la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma del Estado de las Cruces-
procedía de una familia numerosa de clase media baja. Inteligente, se había distinguido como
estudiante en la universidad, tanto por sus buenas calificaciones, como por haber organizado
diversos eventos deportivos y culturales.

Al terminar su licenciatura, en el verano de 1984, Rodrigo intentó cursar algún programa de maestría
en administración pública, pero las condiciones económicas familiares y personales no le fueron
favorables. Ingresó como analista al gobierno estatal, cuando tenía 24 años, por invitación de uno de
sus ex-profesores de la universidad. Se casó a los 26, e ingresó por primera vez a la administración
pública municipal un año después. En ese tiempo se afilió al Partido Revolucionario Institucional
(PRI), más por razones de desarrollo profesional en la administración pública, que por inclinaciones
ideológicas. A veces, confiesa que se siente atraído por algunas ideas de izquierda y quizá por
esto, es cada vez más crítico de lo que llama “la derechización del PRI".

Rodrigo ha escalado posiciones en la burocracia. local, a pesar de no pertenecer a ningún grupo


político y de no contar con el apoyo de políticos importantes. Dicen sus amigos, que el éxito profe-
sional de Rodrigo se debe a la calidad de su trabajo y a su sentido de responsabilidad, lo que se
complementa con los diversos diplomados y cursos en planeación y administración pública que toma
cada que le es posible.

EL MUNICIPIO DE LERDO

Al asumir su responsabilidad administrativa en el gobierno municipal, en enero de 1994, Rodrigo se


dio a la tarea de analizar toda la información estadística disponible sobre el municipio de Lerdo.


Con la colaboración de René Rosas. Carlos Garrocho es profesor-investigador del El Colegio Mexiquense. La elaboración de este caso fue coordinada por la División
de Administración Pública del CIDE y auspiciada por la Fundación Ford.

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Quería tener un diagnóstico económico-social del municipio, y lo quería pronto. "Sin información no
hay planeación, y sin planeación todo fracasa", era una de las frases que le gustaba repetir a sus
colaboradores.

Las estadísticas municipales indicaban que Lerdo era uno de los municipios más urbanizados e
industrializados del estado y del país; su cabecera municipal una de las 10 ciudades más impor-
tantes de la nación; el municipio, uno de los de mayor crecimiento demográfico, a nivel nacional,
durante los últimos 10 años. Todo indicaba que Lerdo era un municipio inmerso en un acelerado pro -
ceso de desarrollo económico.
Sin embargo, cuando Rodrigo examino los datos con mayor detalle, observó que existían
importantes desigualdades íntramunicipales. En particular, destacaba por su pobreza la región sur
del municipio, que es dominada en términos topográficos por la majestuosidad de uno de los
volcanes más altos del país: el Nevado de Lerdo, localizado a escasos 48 kilómetros al sudoeste de
la capital municipal. Los índices de analfabetismo en esa región eran 2.2 veces más altos que los del
municipio en su conjunto, y la proporción de la población económicamente activa que ganaba uno o
menos de un salario mínimo, era casi el doble que la municipal. También se registraban altos índices
de hacinamiento en las viviendas y baja cobertura de servicios públicos. El panorama era preocu-
pante.

Revisando documentos diversos, Rodrigo descubrió que hacía mucho tiempo que la población
localizada en las cercanías del volcán vivía en condiciones de pobreza extrema. En parte por tener
poca accesibilidad a centros urbanos importantes (el trayecto a Lerdo dura más de una hora en auto
transporte, y no hay una ruta comercial de autobuses), pero sobre todo, por la acentuada carencia de
tierras y recursos naturales adecuados para las actividades industriales, agrícolas o ganaderas.
Como resultado, la población había estado al margen del desarrollo municipal y estatal desde hacía
décadas. Por el bajo nivel de vida de las comunidades del nevado, nadie pensaría que se
localizaban a sólo una hora de una de las ciudades más grandes e industrializadas del país.

Cuando analizó los censos de población, Rodrigo encontró que el perfil demográfico de la región era
muy contrastante. Los jóvenes migraban en cuanto podían. Permanecían los menos audaces, los
niños y los viejos. La mayoría de los que se quedaban trabajaban tierras comunales, sembrando
poco y cosechando menos. Un reporte de la Dirección de Medio Ambiente decía que para obtener
algún ingreso y defenderse del frío, los habitantes del Nevado talaban inmoderadamente los

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bosques. El volcán -símbolo y orgullo del municipio- estaba en vías de convertirse en otra tragedia
ecológica, de las tantas que habían hecho famoso al estado. Finalmente, las condiciones sanitarias
en la región eran deficientes y los niños vivían permanentemente enfermos, sobre todo de pade-
cimientos respiratorios y gastrointestinales.

Una vez que agotó las fuentes documentales, Rodrigo decidió recorrer la región, con el fin de
recolectar información de primera mano, conversar con los habitantes y sensibilizarse del problema.
Llamo a uno de sus asistentes, y le pidió que tuviera lista una camioneta para visitar el volcán el
siguiente fin de semana.

EL RECORRIDO POR EL VOLCÁN

EL NEVADO de Lerdo registra una altura de 4,578 metros sobre el nivel del mar y es una de las
principales atracciones turísticas del estado. Surgió hace millones de años, y al cesar su actividad
volcánica un enorme tapón de lava selló su boca formándose dos hermosas lagunas en el cráter. El
paisaje es maravilloso, y más -le dijeron a Rodrigo- entre noviembre y marzo, cuando la nieve cubre
prácticamente todo el volcán. Por ello -quizá- Lázaro Cárdenas escogió el mes de enero -en 1936-
para declarar al Nevado de Lerdo, parque nacional.

En algún documento, Rodrigo había leído que el trazo del parque tuvo como límite inferior la cota de
3,000 metros de altitud sobre el nivel del mar, abarcando una extensión de 51,000 hectáreas. Sin
embargo, el gobierno federal nunca pagó las indemnizaciones correspondientes a los ejidatarios y
comuneros. En consecuencia, la región del volcán es Parque Nacional sólo en el papel; en los
hechos, el trámite de expropiación nunca se concluyó.

La región del volcán sigue permaneciendo boscosa, pero -como pudo darse cuenta Rodrigo- ha sido
terriblemente atacada por lo taladores clandestinos: cientos de hectáreas de bosques se pierden sin
ninguna posibilidad de reposición cada año y esta ha acelerado la erosión de las laderas del volcán.
Algunos habitantes viejos del Nevado le comentaron: “el volcán ya no es lo mismo, los bosques se
han replegado y con ellos las lluvias y la nieve”.

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No obstante, existen todavía diversas variedades de árboles, y conforme se asciende al volcán
Rodrigo y su asistente encontraron ayacahuites, oyameles, pinos y vegetación de pastizales alpinos
en la parte superior. También encinos, arbustos y herbáceas. Rodrigo observó que había algunas
tierras dedicadas a la agricultura, pero sólo en las faldas del volcán y con propósitos de
autoconsumo. El clima es tan frío y la topografía tan caprichosa que hacen imposible usar el suelo
para el cultivo extensivo de cualquier cosa, e imposibilitan el surgimiento de actividades económicas.

Los habitantes de la región se abastecen de ciertos alimentos, ropa y utensilios de cocina, mediante
las visitas de comerciantes itinerantes -llamados aboneros- que recorren la zona en viejas ca-
mionetas o automóviles transformados en estanquillos ambulantes. Los aboneros visitan las
comunidades ofreciendo sus mercancías a precios más altos que en la ciudad, pero entregándolos
casi a la puerta de las viviendas y aceptando pagos a plazos.

Rodrigo comprobó que el ingreso de la población de la región era muy bajo -la mayoría de los
habitantes en edad de trabajar eran auto empleados - y por lo tanto eran muy pocos los negocios
existentes. Principalmente pequeñas tiendas de abarrotes que ofrecían frituras diversas; pan
industrializado, refrescos y cervezas. "El poco circulante monetario hace imposible el surgimiento de
otros negocios", concluyó Rodrigo.

Platicando con algunos residentes, Rodrigo se enteró que los viajes que realiza la población a Lerdo,
son principalmente por razones de trabajo -viajes semanales o quincenales- y por servicios de salud.
Usualmente, los viajes por servicios médicos tienen como destino el hospital pediátrico del Sistema
de Desarrollo Integral de la Familia (DIF) localizado en Lerdo. A Rodrigo le impactó sobremanera
que, entre los tiempos de transporte y el tiempo de espera para ver al doctor, los usuarios de la
región que van al hospital del DIF requieren invertir casi siete horas para recibir 20 minutos de
consulta.

Rodrigo y su asistente pararon en varias escuelas para revisar el estado de las instalaciones y
platicar con los profesores de temas diversos. Se dieron cuenta que el sistema educativo en la región
estaba en crisis. La mayoría de las aulas estaba en malas condiciones, y los niveles de ausentismo
de profesores y alumnos eran muy altos, debido, sobre todo, a las enfermedades respiratorias y
digestivas que a menudo les aquejaban. En consecuencia, los índices de deserción en las escuelas

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del Nevado eran casi dos veces más altas que el promedio estatal, y la eficiencia terminal de las
primarias 40 por ciento más baja.

En lo político la situación era muy estable. Al parecer, la política partidista nunca había sido muy
intensa en la región. Pocas bardas tenían pintas políticas y el Instituto Electoral Federal (IFE)
reportaba que el abstencionismo en las votaciones más recientes superaba el 75 por ciento. Los
maestros comentaron que las relaciones de poder social se basaban en la capacidad económica de
algunos comuneros -los ahorros acumulados en base al trabajo de todos los miembros de la familia-
o al prestigio ganado en las labores de todos los días.

Las comunidades del Nevado son muy conservadoras, y no sólo en las cuestiones políticas. En su
momento de apogeo, el Programa Nacional de Solidaridad (PRONASOL) envió a algunos
promotores a organizar los llamados comités de Solidaridad, con el fin de que las comunidades
gestionaran recursos para realizar obras diversas. Pero no fueron muy bien recibidos; es más, se
retiraron sin haber podido organizar un sólo comité. Hace unos años llegaron a la región algunos
pastores protestantes, pero -tal como les ocurrió a los promotores del PRONASOL - no consiguieron
organizar a la población, ni lograr adeptos a sus iglesias. La población ha practicado un sincretismo
religioso por cuatro siglos, y así parece que lo seguirá haciendo.

Por la tarde, al final del recorrido, Rodrigo concluyó que los recursos físicos -lo que en sus textos de
economía regional llamaban las condiciones naturales de la producción- eran absolutamente
insuficientes para detonar endógenamente un proceso de desarrollo económico auto sostenido. La
región requería con urgencia de estímulos externos para romper el círculo pernicioso de la pobreza.

Lamentablemente -pensaba Rodrigo- las finanzas municipales enfrentaban una situación difícil
debido a los cuantiosos créditos contraídos por administraciones anteriores (¡para ese año el
tesorero municipal calculaba una reducción real de 20 por ciento en el presupuesto municipal!), por
lo que no se podía pensar siquiera que el municipio destinara recursos, para proyectos de inversión
en materia de desarrollo regional. Pero las condiciones de pobreza que había observado Rodrigo, lo
convencieron de que uno de los grandes retos de la administración municipal debería ser impulsar la
activación económica de la región del volcán.

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En la camioneta, de regreso a Lerdo, Rodrigo comentaba con su asistente: "Dado que no existen las
condiciones naturales necesarias para activar el desarrollo económico, la única opción es
construirlas, y a partir de ellas implementar un proyecto importante de desarrollo regional" Sin
embargo, tomando en cuenta la debilidad de las finanzas municipales, la única fuente dé
financiamiento que se le ocurría a Rodrigo era el sector privado. Por lo tanto, se necesitaría estimular
a inversionistas privados para que participaran en proyectos atractivos en términos financieros, y que
a la vez promovieran el desarrollo económico de la región. Callado y observando el camino, Rodrigo
pensaba: "el problema es identificar él, o los proyectos que cumplan con esas dos premisas."

Súbitamente, ya casi para llegara Lerdo, Rodrigo recordó que hacía como 20 años había escuchado
hablar a su padre de un proyecto turístico para la región del volcán. Incluso, pareció acordarse que
hacía unos 10 años algo se había publicado en los diarios sobre el mismo asunto. Nunca conoció los
detalles, pero le encargó a su asistente que los investigara. "Paradójicamente -se le ocurrió a
Rodrigo- las violentas pendientes del volcán y lo inhóspito de su clima, podrían ser los recursos
naturales en los que podría sustentarse el desarrollo económico de la región."

LOS ANTECEDENTES DEL PROYECTO

DE ACUERDO con las instrucciones de Rodrigo, su asistente revisó los archivos municipales para
ver si existían registros de proyectos económicos para la región del volcán. Especialmente los de
corte turístico. A los dos días, Rodrigo encontró sobre su escritorio un resumen con los resultados de
la investigación de archivo.

La sorpresa de Rodrigo fue mayúscula: "¡La idea de un proyecto turístico para el Nevado de Lerdo
tenía cuando menos sesenta años!" Se trataba de una idea recurrente que ya habían propuesto
otros, que como él, seguramente entendieron que la situación económica de la región del Nevado
sólo se podría revertir mediante un estímulo económico externo.

El primer antecedente se remontaba hasta el gobierno de Filiberto Guadarrama (1929-1933). En su


administración, el Licenciado Guadarrama se propuso construir en el volcán un centro de deportes
invernales y, como primer paso, decidió la construcción del camino al Nevado. "¡El mismo camino
que utilicé para hacer mi recorrido por la región hace apenas unos días!", pensó Rodrigo, casi en voz
alta.

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En esos años, el centro de deportes invernales se promovió entre la iniciativa privada mediante
reuniones y excursiones al volcán, organizadas por un pequeño grupo de inversionistas y
encabezado por el propio gobernador. También se planteaba el establecimiento de una clínica para
tuberculosos y de otros servicios para la población aledaña. Sin embargo, el proyecto no prosperó,
sobre todo por la falta de financiamiento, ya que se requerían varias decenas de millones de dólares.

Casi 25 años después -en el gobierno de Gustavo González; 1957-1963- renació el proyecto. La
Dirección de Turismo del Estado lo promovió como un parque de deportes ambientales, que incluía
una pista de esquí. En esa ocasión el proyecto avanzó a tal grado, que incluso se adquirió equipo en
el extranjero para armar un funicular y poner en marcha el parque invernal. No obstante, por
problemas aduanales no especificados en los documentos del archivo, el equipo permaneció varado
en el puerto de Veracruz durante meses. Esto se combinó con problemas para reunir la inversión
necesaria: el proyecto perdió fuerza y volvió a detenerse. En los archivos no se reportaba el destino
que había tenido el equipo. "Tal vez -pensó Rodrigo con sentido del humor- todavía esté por ahí
perdido en Veracruz. "

Unos años después, en la administración del profesor Carlos Lara, 1969-1975, se volvió a considerar
impulsar el proyecto. Esta vez se propuso incluir dos pistas de esquí y construir un hotel, varios
restaurantes y espacios comerciales. La extensión que ocuparía el centro de esquí sería de 51,000
hectáreas, y se incluían tierras con todo tipo de titularidad: ejidal, comunal, estatal, federal, municipal
y privada. Sin embargo, la situación tan compleja de la tenencia de la tierra generó numerosos
problemas legales y, una vez más, el proyecto no prosperó.

Entre 1981 y 1986, durante la gubernatura de Alfredo Carrillo, el proyecto salió a flote por cuarta vez.
El planteamiento, en esa ocasión, incluía numerosos equipamientos y la instalación de un teleférico
que atravesaría las dos lagunas del cráter del volcán. Pero el proyecto era demasiado ambicioso, el
costo altísimo -cercano a 120 millones de dólares- y los problemas técnicos numerosos. Por estas
razones, más los problemas de la tenencia de la tierra, el proyecto volvió a fracasar.

La revisión histórica del proyecto, en sus diversas modalidades, le permitió a Rodrigo concluir varias
cosas que seguramente le serían de utilidad en el futuro próximo. "Nunca pensé que la his toria fuera
tan útil", comentó con su asistente al terminar de estudiar los antecedentes del proyecto.

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EL CENTRO DE DEPORTES INVERNALES

RODRIGO reflexionó unos días sobre el proyecto para la región del volcán. Las restricciones que
tendría que respetar el proyecto, para ser exitoso, le parecían claras. Le preocupaban sobre todo
dos: resolver con sensibilidad el problema de la tenencia de la tierra y convencer a la iniciativa
privada de la viabilidad y bondades de un proyecto turístico en el Nevado.

Con mucha cautela, Rodrigo comenzó durante 1994 a pulsar la opinión de funcionarios estatales - en
particular de la Dirección de Turismo del Estado - de colegas, amigos y de grupos de inversionistas
de la entidad y de la capital del país. Para su sorpresa y gusto, encontró algunos oídos receptivos, y
lo mejor- un grupo privado de la capital del país, dispuesto a realizar estudios preliminares para
evaluar la viabilidad técnica y financiera de un proyecto turístico en el volcán. Este grupo de
inversionistas -Despacho de Ingenieros Nacionales (DIN) - se dedicaba principalmente a la cons-
trucción de grandes obras de ingeniería, tanto en México como en Latinoamérica, y estaba
considerado como uno de los más importantes y visionarios del país.

Rodrigo estaba muy animado. Contar con el apoyo de un grupo de inversionistas como DIN,
garantizaba casi el éxito de cualquier proyecto. Sin embargo, los estudios deberían realizarse de
manera confidencial, para evitar fugas de información que malograran la maduración del proyecto.
Los estudios preliminares se realizaron en los últimos meses de 1994 y los primeros de 1995, y
mostraron que el proyecto contaba con muchas probabilidades de ser viable tanto en términos
técnicos, como financieros. De acuerdo con la exploración de mercado, año con año numerosos
esquiadores procedentes de la capital del país y de Centroamérica, viajaban a importantes centros
de esquí de los Estados Unidos y Canadá. Esos turistas invernales constituirían el mercado potencial
de un centro de esquí de menor costo -localizado en Lerdo que funcionara durante cinco meses -de
noviembre a marzo- y que se promocionara como un centro de entrenamiento de invierno.

Los inversionistas planteaban la realización del proyecto en tres etapas. En la primera, se


construirían tres pistas de esquí de diferente grado de dificultad, dos vías de acceso (una llegaría
hasta la cumbre del volcán y la otra a la parte baja), un restaurante, un sistema sencillo de
transportación a la cumbre del Nevado llamado tele-ski e instalaciones y diverso equipamiento de
apoyo. En la segunda, se instalarían los servicios de alojamiento, hotel y cabañas; y en la tercera y

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última etapa se trabajaría sobre la construcción de restaurantes y bares, una escuela o centro de
capacitación para esquiar, y otras instalaciones más sofisticadas.

El grupo de inversionistas se mostraba satisfecho con las expectativas derivadas de los estudios
preliminares y estaba dispuesto a comenzar los trámites necesarios para iniciar el proyecto. La
inversión se calculaba -en su primera etapa- en poco más de 50 millones de dólares, y empezaría a
rendir dividendos a partir del sexto año, a razón de más de 8 millones de dólares anuales. De los
resultados de la primera etapa dependería continuar con las otras dos, lo que representaría una
inversión total cercana a los 100 millones de dólares.

Lo que pedía el grupo de inversionistas al municipio era la concesión por 50 años de las tierras de
propiedad municipal localizadas en la zona del desarrollo turístico, facilidades administrativas
diversas, exenciones fiscales por 30 años, todas las licencias necesarias de uso del suelo y manejo
de aguas, algunas inversiones en infraestructura, y el aval municipal ante diversas agencias fede-
rales. A Rodrigo le parecía razonable y se sentía optimista de que el proyecto no sólo se realizaría,
sino que sería exitoso.
Rodrigo identificaba varias ventajas en el proyecto: promovería el desarrollo de la región al generar
empleos y derrama económica; no se dañaría al medio ambiente (aire, flora, fauna, agua, tierra)
porque el esquí, y en general los deportes invernales, son ecológicamente amistosos; y se captarían
divisas de los turistas de invierno, que de otra manera se fugarían al extranjero.

Existía un problema que a primera vista podría desanimar a cualquiera, pero que los estudios
preliminares ya tenían resuelto "en teoría": el Nevado pocas veces tiene la nieve suficiente como
para permitir la práctica del esquí. Sin embargo, se podría producir nieve de manera artificial, lo que
es usual en la mayoría de los centros de esquí de todo el mundo. La producción artificial de nieve es
100 por ciento segura en términos ambientales y el procedimiento es sencillo: cuando las
condiciones de temperatura y humedad alcanzan ciertos niveles, se activan unas máquinas llamadas
cañones (cannons) que, mediante un sistema de aire comprimido, expulsan grandes cantidades de
agua en forma de spray; cuando el agua entra en contacto con un medio ambiente a punto de con-
gelación, se convierte en nieve. Dado que la producción artificial de nieve requiere de grandes
cantidades de agua, la primera fase del proyecto también incluía represas para almacenarla.

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LAS PRIMERAS NEGOCIACIONES

UNA vez que se convenció que los análisis preliminares arrojaban resultados positivos, Rodrigo
consideró que era el momento de tratar de establecer alianzas con otros funcionarios del municipio.
Su idea era formar una corriente de opinión favorable al proyecto, antes de planteárselo al presidente
municipal.

Su primer aliado podría ser el tesorero municipal, economista y casi compañero de generación de
Rodrigo en la Universidad de Las Cruces. Rodrigo le planteó el proyecto una tarde de agosto, pero a
pesar de su entusiasmo -y de sus números y gráficas- sólo recibió del tesorero una expresión de
incredulidad. Incluso, el tesorero pensó en un principio que Rodrigo estaba bromeando; y cuando
escuchó que el proyecto costaría alrededor de 50 millones de dólares - ¡casi cuatro veces los
egresos municipales totales de ese año! - no quiso ni seguir hablando del asunto. Medio en serio y
medio en broma, despidió a Rodrigo de su privado diciéndole que "luego hablarían del proyecto
con... más calma".

Rodrigo estaba desconcertado ante la actitud del tesorero, pero no se desanimó. "El tesorero tiene
poca visión empresarial" -pensó. "Lo que necesito es lograr el apoyo de alguno de los funcionarios
más influyentes de la administración. Si lo logro, convencer al presidente municipal y al Cabildo será
sencillo."

De todos los funcionarios de la administración municipal, el ingeniero Hernán Leaño, Director de


Obras Públicas, era el de mayor peso político; tanto por su gran experiencia en el servicio público,
como por el hecho de ser amigo cercano del presidente municipal. Aunque era 23 años mayor que
Rodrigo, el ingeniero Leaño siempre le había dispensado un trato amigable, incluso asistían juntos al
estadio de fútbol, para ver los encuentros de primera división los domingos por la mañana. "El
ingeniero Leaño es un hombre de experiencia, seguramente percibirá las bondades del proyecto.
Debo hablar con él cuanto antes", decidió Rodrigo.

Dos días después de su entrevista con el tesorero, Rodrigo le planteó el proyecto con lujo de detalles
al ingeniero Leaño. Sin embargo, no despertó su interés en lo más mínimo; y por sus comentarios,
Rodrigo dedujo que ya sabía algo del proyecto. "La idea me parece muy... interesante" -dijo el
ingeniero Leaño dubitativamente- "pero yo le recomiendo, Rodrigo, que no se apresure, que la siga...

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reflexionando con calma... Recuerde que Roma no se hizo en un día, y lo mismo le diría de su...
centro de esquí".

Rodrigo percibió cierto paternalismo en la voz del ingeniero Leaño. No obstante, trató de demostrarle
que el proyecto ya estaba suficientemente trabajado y que las posibilidades de éxito eran muchas.
Pero el ingeniero Leaño, sólo asentía de manera neutra, diciendo "Interesante... parece muy...
interesante", sin añadir nada más.
Rodrigo entendió el mensaje. Ni el tesorero, ni el ingeniero Leaño -y probablemente ningún otro
funcionario- querían comprometerse con su proyecto, a pesar de los resultados tan alentadores de
los estudios preliminares.

LA NEGOCIACIÓN INTERNA Y LA COMUNICACIÓN EXTERNA

A pesar del poco apoyo recibido de parte de otros funcionarios de la administración municipal, la
confianza y prestigio del grupo de inversionistas interesados en el proyecto, convencieron a Rodrigo
que debería discutir la idea con el presidente municipal a la mayor brevedad. "Finalmente -le decían
los inversionistas a Rodrigo- nosotros somos los del dinero, somos los que estamos arriesgando el
capital; el cabildo sólo tiene que dar su autorización y otorgarnos un apoyo mínimo." Rodrigo pidió
audiencia con el presidente municipal y se entrevistó con él. Pero las discusiones sobre el proyecto
fueron mucho más intensas de lo que Rodrigo había esperado.

El presidente municipal -ingeniero y ex funcionario de la Secretaría de Desarrollo Social del Gobierno


Federal ya estaba enterado del proyecto, y al principio tampoco tomó en serio la propuesta de
Rodrigo. No obstante, Rodrigo insistió en que el proyecto no sólo era viable, sino que tenía el apoyo
financiero de uno de los grupos de inversionistas más importantes del país. Este último argumento
pareció calar hondo en el presidente municipal y lo convenció de autorizar a Rodrigo para que
presentara el proyecto en la siguiente reunión del cabildo, con el fin de discutirlo formalmente.

El cabildo de Lerdo tenía algunas características interesantes, derivadas del hecho de que el
municipio ha sido tradicionalmente un enclave priísta. Por lo tanto, no sorprendía ni la facilidad con la
que el PRI había ganado hasta entonces las elecciones municipales, ni que, en general, los cabildos
estuvieran integrados casi totalmente por miembros del PRI dada la poca competitividad de los
demás partidos en el municipio de Lerdo; el presidente municipal tuvo buen cuidado en seleccionar

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para la integración del cabildo, a ex colaboradores -subordinados todos y la mayoría provenientes
del gobierno federal- a los que conocía desde hacía años. Por lo tanto, el presidente municipal
normalmente enfrentaba una mayor intensidad en el intercambio de ideas -y la discusión
administrativa, técnica y política- con sus funcionarios, que con el cabildo.

La primera sesión de discusión, en la que Rodrigo planteó sus ideas, fue totalmente adversa al
proyecto. A los funcionarios municipales y al cabildo no les impresionaron mayormente los resultados
de los estudios que les mostró Rodrigo. Le preocupaba más la reacción de la opinión pública ante lo
que parecía, a primera vista, un proyecto provinciano demasiado ambicioso y poco viable. Que,
además, ya había fracasado en el pasado. La postura crítica de los medios de comunicación
-particularmente la radio: el medio más influyente en Lerdo- ante el proyecto, era anticipada por
todos, incluso por Rodrigo. La mayoría consideró que el costo en imagen política para el gobierno
municipal sería demasiado alto, ya que era muy probable que se le calificara de poco serio en sus
propuestas; además, se corría el riesgo de que toda la administración -exitosa en algunas áreas-
fuera indeleblemente marcada por lo extraño que, en efecto, resultaba el proyecto turístico del
Nevado.

No obstante, las cifras de Rodrigo y algunas visitas que realizaron posteriormente los inversionistas
al palacio municipal, empezaron a ganar alguna simpatía para el proyecto de parte del presidente y
de algunos regidores. Pero, de cualquier manera, había varios funcionarios recelosos del proyecto;
en particular, el Director de Medio Ambiente quien repetía con insistencia "que se debería verificar
rigurosamente y cuanto antes, que la producción artificial de nieve fuera ecológicamente segura".

Los inversionistas privados le presentaron al presidente municipal las cifras más impactantes del
proyecto: una inversión inicial en la región de más de 50 millones de dólares; la creación de 1,000
empleos directos y 2,200 indirectos durante la construcción del centro de entrenamiento dé esquí; la
generación de 450 empleos permanentes directos y 1,200 indirectos cuando el centro estuviera en
operación; la protección ecológica del entorno físico derivada del centro de esquí, los flujos de
turistas y de dinero no sólo a la región sino a todo el municipio; el apoyo que tenían de las cámaras
de comercio y las asociaciones de hoteleros y restauranteros; el impacto político de un proyecto tan
ambicioso y bien sustentado.

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Los argumentos de los inversionistas privados convencieron al presidente municipal y a varios
regidores que deberían apoyar el proyecto y hacerlo público. El proyecto atrajo inmediatamente la
atención de los medios de comunicación: periódicos locales y nacionales, la radio e incluso la
televisión se ocuparon del asunto y comenzaron a llamarlo el Centro de Esquí Alpino del Nevado de
Lerdo. La mayoría de las notas periodísticas al respecto registraban un tono irónico y se presentaban
más como referencia a algo insólito, que con propósitos genuinamente informativos.

Rodrigo ya había previsto la actitud de los medios, pero confiaba en que, si se les proporcionaba
información completa y detallada, informarían con mayor veracidad a la población sobre el proyecto y
así se podrían ganar adeptos entre la opinión pública. Sin embargo, los medios de comunicación
continuaron concentrándose en los aspectos inusuales del proyecto.

GOBIERNO y SOCIEDAD

CUANDO el proyecto se hizo público, la Dirección de Medio Ambiente del Gobierno Municipal y la
Secretaría del Entorno del Gobierno del Estado, anunciaron públicamente que se realizarían pruebas
para evaluar el impacto ambiental de la nieve artificialmente producida. Al llamarla nieve
artificialmente producida, muchos entendieron que era nieve artificial, y que de alguna manera
tendría componentes químicos.

Los medios de comunicación -sobre todo la radio- así lo difundieron y esto alarmó a grupos y
organismos ambientalistas de Lerdo, y a los residentes de la región del volcán. No era para menos,
aún se recordaban los tremendos daños ecológicos que se produjeron en la región del Nevado en
1981, como consecuencia de un plan para producir artificialmente lluvia. En esa ocasión, se
bombardearon nubes con nitrato de plata y los daños ecológicos -especialmente a las tierras de
labor- fueron graves y de larga duración.

Cuando Rodrigo intentó explicar en los medios, que el procedimiento de crear artificialmente nieve
no involucraba componentes químicos, sino unas máquinas mezcladoras de agua y aire llamadas
cañones, lo que logró -por asociación de ideas- fue que la población recordara con mayor nitidez los
bombardeos con nitrato de plata. Por ejemplo, un profesor de la Facultad de Geografía de la
universidad estatal recordó el asunto en un evento académico de carácter nacional realizado en
Lerdo, y algunos agricultores, entrevistados por el influyente noticiero radiofónico "Así ocurre”

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externaron sus temores al uso de cañones, de la siguiente manera: "si con los lanzadores de nitrato
de plata para producir lluvia nos fue como nos fue, ¡imagínese lo que pasará con nuestras tierras
cuando usen cañones para producir nieve!"

La población y los grupos ambientalistas -particularmente de la universidad estatal; el Tecnológico de


Montefino campus Lerdo y otras asociaciones civiles- empezaron a presionar a los organismos
gubernamentales responsables de proteger el medio ambiente. Estos organismos federales,
estatales y municipales -como estrategia defensiva- adoptaron una posición muy crítica respecto al
proyecto, y anunciaron que se realizarían, a la brevedad posible, las pruebas de impacto ambiental
de todos los procedimientos para crear artificialmente nieve. Querían salvaguardar su posición a toda
costa, y se preveía que serian sumamente estrictos en las evaluaciones.

Por otro lado, los comuneros de la región estaban inquietos respecto a lo que habían escuchado del
proyecto. La experiencia les decía que los proyectos del gobierno siempre acababan en nada o, lo
que era peor, con pérdidas para la comunidad. El episodio del nitrato de plata, los procesos injustos
de expropiación, los diversos proyectos inacabados... todos habían alterado la forma de vida de la
comunidad, generado expectativas insatisfechas, o amenazado la única propiedad material de la
población: su tierra y sus animales de corral. Los habitantes del volcán preferían no recibir atención,
ni siquiera las visitas ocasionales de los candidatos a puestos de elección popular que, de vez en
vez, pasaban por ahí solicitando votos a cambio de despensas, y derramando promesas que la
historia mostraba que no se habrían de cumplir: mejores escuelas, más maestros, medicinas,
doctores, apoyos económicos...

En esta ocasión se hablaba de un proyecto para el volcán que involucraba cañones, y eso parecía
serio. La relación de la población con el volcán siempre ha rebasado lo mercantil -es decir, la mera
tenencia de la tierra- ha sido mística, casi religiosa. Tradicionalmente, los volcanes han sido en toda
Mesoamérica una entidad con personalidad propia. Están presentes en la vida cotidiana de la
población rural desde hace siglos, a través de diversas festividades religiosas que organizan sus
actividades agrícolas. Las comunidades no viven en el volcán, viven con el volcán, y se comunican
con él a través de algunos de sus miembros -especialmente entrenados para eso- a los que llaman
graniceros o tiemperos. Le piden al volcán lluvia, cosechas, alimentos: la vida misma, ni más ni
menos. Los cañones, de alguna manera, amenazaban al volcán.

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Los comuneros comenzaron a organizarse, auxiliados por un partido político de oposición -el Partido
de la Revolución Democrática (PRD) - que detectó la oportunidad de incrementar su presencia social
en la zona. Los comuneros no sólo temían que al producirse nieve de manera artificial se dañaran
sus propiedades, sino que desconfiaban de la legalidad de los procedimientos de compra y venta de
sus tierras, que se implementarían en caso de que el proyecto del centro de esquí progresara. La
experiencia colectiva les decía que era posible que se vieran, incluso, despojados de sus únicas
pertenencias materiales.

Los comuneros sabían que gran parte del volcán había sido declarado parque nacional en los años
treinta, pero también que recientemente el gobierno federal - a través de la Secretaría del Medio
Ambiente, Recursos Naturales y Pesca- había descentralizado los parques a los gobiernos estatales.
Decidieron entonces llevar a cabo marchas y plantones frente al palacio de gobierno estatal, para
mostrar su oposición al proyecto turístico en el Nevado. Estas manifestaciones de descontento
popular nunca reunieron a más de 250 personas, pero incomodaron profundamente al joven -pero
inteligente- Gobernador del Estado de las Cruces, quien apenas iniciaba su periodo como
gobernador interino, el anterior había pasado a ocupar una posición de primer nivel en el gobierno
federal. El gobierno del estado solicitó respetuosamente al gobierno municipal que manejara el
proyecto con mayor sensibilidad política.

Con el ánimo de convencer a la población de que el proyecto no tendía ningún impacto ambiental,
Rodrigo anunció que se llevarían a cabo, cuanto antes, las pruebas para producir artificialmente
nieve y que se estimaría rigurosamente su impacto ecológico. Dado que la producción de nieve se
haría mezclando aire y agua, el impacto ecológico de la nieve -sabía Rodrigo- sería nulo.

Sin embargo -más allá del impacto ecológico de la nieve - los organismos de protección ambiental ya
identificaban dos problemas importantes involucrados en su producción: la cantidad de agua que se
necesitaría para producir la nieve y el destino del agua cuando se deshelara. Esto alertó a la
Dirección de Agua y Saneamiento Municipal, que envió un memorando al presidente diciendo que "la
red de drenaje y alcantarillado del municipio no resistiría descargas de agua adicionales, producto
del deshielo de la nieve que se produciría artificialmente en el Nevado".

Por su parte, el PRD y algunos grupos de floricultores, externaron su inquietud de que la demanda
de agua para la producción de nieve del centro de esquí, dejara sin agua a los agricultores de los

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municipios vecinos de Lerdo. La inquietud popular se acentuó, se realizaron nuevos plantones y
comenzó a expandirse más allá de la región del volcán, como se demostraba en las quejas que
llegaron a Lerdo desde algunos municipios del sur del estado.

Rodrigo y su equipo de la Dirección de Fomento Económico demostraron, cálculos en mano, que la


red de drenaje era suficiente para manejar las aguas del deshielo potencial. Por otro lado, aceleraron
los procedimientos para realizar las pruebas del impacto ecológico de la nieve producida
artificialmente, con el fin de obtener pronto algunos puntos a su favor. Entre tanto, estructuraban
argumentos y cálculos para demostrar que el agua que se almacenaría en las represas -que se
construirían en la primera etapa del proyecto- sería suficiente para producir la nieve necesaria para
el centro de esquí, y que no se afectarían las necesidades de los productores agrícolas.

La fecha de los experimentos de producción artificial de nieve se fijó para los últimos días de
diciembre de 1995. Dado que el costo de los cañones era muy alto, Rodrigo y el grupo de
inversionistas decidieron utilizar un camión cisterna como recipiente de agua y una compresora de
motor de gasolina para producir aire comprimido. La idea era mezclar el agua del camión y el aire de
la compresora, para producir un spray muy fino que se convirtiera en nieve. Seria poca la nieve que
se produciría, pero suficiente para demostrar que el método era seguro, controlable y no dañino para
el medio ambiente.

Rodrigo y los inversionistas citaron a funcionarios y técnicos de todos los organismos responsables
del medio ambiente, tanto del gobierno municipal, como del estatal y federal, a periodistas e
investigadores universitarios y a grupos de ecologistas no gubernamentales. El experimento fue
exitoso, se produjo nieve en un espacio bien delimitado de 250 metros cuadrados. El método de
producción de nieve parecía seguro, aunque los técnicos en materia de ecología tomaron algunas
muestras del agua utilizada y de la nieve producida, para analizarlas en el laboratorio, y estar
completamente seguros de su nulo impacto ambiental.
Rodrigo y los inversionistas estaban satisfechos con el experimento. Sólo restaba esperar los
resultados de laboratorio y el éxito seria total. Sin embargo, esa noche entró al país un frente frío
proveniente de Canadá. Se trataba -aunque Rodrigo no lo sabía- de uno de los frentes fríos más
severos en la historia reciente de la nación. Al amanecer, la nieve había azotado a los estados del
norte de la república, y por la tarde, un frío lluvioso e inclemente cubría el centro del país. Horas
después, las nevadas en el volcán eran intensas.

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DESENLACE

Los Comuneros -alarmados- atribuyeron el cambio climático a los experimentos realizados el día
anterior en el Nevado. La versión de que "los japoneses estaban realizando experimentos en el
volcán, con grandes máquinas productoras de nieve", corrió como pólvora por toda la región y se
extendió a los municipios cercanos, en donde las actividades agrícolas son muy importantes y
sensibles a los cambios del clima.

El rumor fue particularmente inquietante en los municipios vecinos de Tenería, La Florida y Verde
Valle sedes de notables y poderosos floricultores orientados a la exportación. En Verde Valle, una
comisión de floricultores acudió a media noche a la casa del presidente municipal, para denunciar
que "se intentaba vender el volcán a los japoneses, quienes ya estaban realizando pruebas que
alteraban el clima de la región" y para exigirle visitar la zona "en ese mismo momento". Él,
inmediatamente, se dio a la tarea de articular a los grupos inconformes. Los floricultores y
agricultores más poderosos se organizaron rápidamente y pidieron hablar con el gobernador del
estado. A la entrevista, algunos floricultores de Tenería y La Florida llevaron flores quemadas por el
temporal, y otros campesinos de Tejacuilco mostraron cañas y frutas dañadas como "prueba de los
efectos de la nevada".

Rodrigo y los inversionistas intentaron explicar a un grupo de comuneros, apoyándose en técnicos


especializados, que el frente frío provenía de Canadá y los Estados Unidos, y que era imposible que
tuviera su origen en la pequeña prueba realizada en el Nevado. Al mismo tiempo, explicaron que el
ambiente natural de los poblados de la región no se transformaría en lo más mínimo con la
construcción del centró de esquí. En pocas palabras, que no se alteraría el entorno natural del
volcán.

Los comuneros, sin embargo, no entendieron las explicaciones técnicas, y amenazaron con
organizar nuevos plantones y bloqueos de carreteras si se continuaba con el proyecto. La mayoría
albergaba dudas y desconfianza, derivadas quizá, de su experiencia histórica de haber sido
repetidamente agraviados en sus tierras y derechos.

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El gobernador del estado, por su parte, no quería más problemas. Debido a lo reciente de su
nombramiento como gobernador interino, su habilidad política y administrativa todavía estaba siendo
sometida al intenso escrutinio de la sociedad local; por lo que hizo un nuevo extrañamiento al
municipio por los problemas que se estaban generando. Ante esto, el presidente municipal optó por
retirar su apoyo a Rodrigo, al que consideraba responsable del proyecto y de los problemas que se
habían provocado. Rodrigo también optó por abandonar la idea del centro de esquí, ante al des-
prestigio que le había generado entre los funcionarios municipales y la opinión pública. Por su parte,
los inversionistas trataron de entrevistarse con el presidente municipal y con el gobernador. Sin
embargo, no consiguieron una cita rápida con el primero; y al analizar la situación, entendieron la
importante circunstancia política del segundo: todo les indicaba que era momento de apoyarlo siendo
prudentes, con el fin de asegurar mejores oportunidades de inversión para el futuro próximo. Los
comuneros y floricultores de la región percibieron de inmediato que el proyecto del centro de esquí
serla detenido, y moderaron sus protestas. En todo el proceso, el gobierno federal se mantuvo -hasta
donde le fue posible acceso, al margen del asunto.

Pronto las cosas volvieron a la normalidad, y tanto la región del nevado -sus niños, sus mujeres, sus
viejos- como el Centro de Esquí Alpino del Nevado de Lerdo fueron olvidados una vez más.

RECOMENDACIONES BIBLIOGRÁFICAS DE APOYO

BURCHELL, R.W. y G. Strenlieb (eds.), Planning Theory in the 1980's: a


Search for New Directions, CUPR, Nueva York, 1984.
CABRERO MENDOZA, Enrique (coord.), La nueva gestión municipal en
México. Análisis de experiencias innovadoras en gobiernos locales,
CIDE-Miguel Ángel Porrúa, México, 1995.
CONYERS, D. y P. Hills, An Introduction to Development Planning in the
Third Worldl. John Wiley, Chichester, 1984.
GORE, C., Regions in Question: Space, Development Theory and Regional
Policy, Methuen, Londres, 1984.
HARDIMAN, M. y J. Midgley, The Social Dimensions of Development: Social Policy and
Planning in the Third World, John Wiley, Chichester,
1990
HIOGINS, B. y D. Savoie, .Regional Development Theories and Their

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