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STS 103/2021, 8 de Febrero de 2021

Ponente: JAVIER HERNANDEZ GARCIA

ECLI: ES:TS:2021:837

Número de Recurso: 1219/2019

Procedimiento: Recurso de casación

Número de Resolución: 103/2021

Fecha de Resolución: 8 de Febrero de 2021

Emisor: Tribunal Supremo - Sala Segunda, de lo Penal

Id. vLex VLEX-862732195

Link: https://app.vlex.com/vid/862732195

Original
Estafa piramidal. Negocio jurídico criminalizado. Deberes de autoprotección e intervención
penal. Coautoría y Cooperación. Dilaciones indebidas. Cuando se ha tomado en cuenta un
prolongado régimen de presentaciones apud acta para identificar especial aflictividad y rebajar
la pena en un grado cabe, atendidas las circunstancias del caso, excluir o modular la
compensación por la vía del artículo 59 CP.

Texto

Contenidos
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO
SEGUNDO
TERCERO
CUARTO
QUINTO
SEXTO
SÉPTIMO
FUNDAMENTOS DE DERECHO
Primer

21 Jun 2023 16:57:10 1/49


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Primer
ANTECEDENTES DE HECHO
FUNDAMENTOS DE DERECHO
FALLO

Sentencia citada en: 13 sentencias

TRIBUNALSUPREMO

Sala de lo Penal

Sentencia núm. 103/2021

Fecha de sentencia: 08/02/2021

Tipo de procedimiento: RECURSO CASACION

Número del procedimiento: 1219/2019

Fallo/Acuerdo:

Fecha de Votación y Fallo: 03/02/2021

Ponente: Excmo. Sr. D. Javier Hernández García

Procedencia: Audiencia Provincial de Valencia Sección Tercera

Letrada de la Administración de Justicia: Ilma. Sra. Dña. María Josefa Lobón del Río

Transcrito por: IGC

Nota:

RECURSO CASACION núm.: 1219/2019

Ponente: Excmo. Sr. D. Javier Hernández García

Letrada de la Administración de Justicia: Ilma. Sra. Dña. María Josefa Lobón del Río

TRIBUNAL SUPREMO

Sala de lo Penal

Sentencia núm. 103/2021

Excmos. Sres.

D. Manuel Marchena Gómez, presidente

D. Antonio del Moral García

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D. Andrés Palomo Del Arco

D. Ángel Luis Hurtado Adrián

D. Javier Hernández García

En Madrid, a 8 de febrero de 2021.

Esta sala ha visto el recurso de casación por infracción de precepto constitucional, infracción de
ley y quebrantamiento de forma número 1219/2019, interpuesto por don Cesareo representado
por la procuradora doña Susana Escudero Gómez, bajo la dirección letrada de don Federico
Sanjuán Sánchez, por don Cristobal representado por la procuradora doña Susana Escudero
Gómez, bajo la dirección letrada de don David Carrasco Martínez, y por doña Palmira
representada por la procuradora doña María del Mar Portales Yagüe, bajo la dirección letrada de
doña Mª Ángeles Ramiro Morales contra la sentencia núm. 705/2018 de fecha 12 de diciembre
de 2018 dictada por la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Valencia que condenó a
los dos primeros por el delito de estafa.

Interviene el Ministerio Fiscal y como recurridos (AP)don Eulogio y Mitainsa, SL representados


por el procurador don Fernando Modesto Alapont, bajo la dirección letrada de doña Mª Amparo
Vañó Cardos, don Gines, doña Virtudes y don Hernan representados por la procuradora doña
Mª del Carmen Jover Andreu, bajo la dirección letrada de don Mario Gil Cebrián, don Isidoro,
don Iván, y don Jeronimo representados por el procurador don Fernando Pérez Cruz, bajo la
dirección letrada de don Jesús Bonet Sánchez, y doña Amparo y doña Ángela representadas
por el procurador don Ignacio Mª Cuadrado Ruescas, bajo la dirección letrada de don Víctor
Carrasco Méndiz.

Ha sido ponente el Excmo. Sr. D. Javier Hernández García.

ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO
El Juzgado de Instrucción núm. 20 de Valencia instruyó Procedimiento Abreviado número
380/2008, por delito de estafa (todos los supuestos), contra don Cesareo, don Cristobal, doña
Palmira, y doña Elisabeth; una vez concluso lo remitió a la Audiencia Provincial de Valencia,
cuya Sección Tercera (Rollo P.A. núm. 43/2018) dictó Sentencia número 705/2018 en fecha
12/12/2018, aclarada por Auto de fecha 13/12/2018, que contiene los siguientes hechos
probados:

"Primero. Se declara probado que entre los años 2006, 2007 y el mes de enero de 2008
Cesareo, mayor de edad y sin antecedentes penales, pergeñó una manera de obtener dinero en
metálico de un número indeterminado de personas con el reclamo de hacer inversiones en el
mercado de divisas a través del denominado sistema "Forex", que producía unos grandes
beneficios. Para ello, Cesareo firmaba un documento donde se reconocía la inversión hecha por
cada una de las personas y que tenía el encabezamiento de "Delmar Inversiones", que utilizaba
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a modo de nombre comercial, bien que era el titular y administrador de la entidad "Delmar
Inversiones Inmobiliarias, S.L.". En dicho contrato se prometía a cada inversor la devolución fácil
y casi inmediata del dinero invertido, ofreciéndole al mismo tiempo unas importantes ganancias
que oscilaban entre el 5 y el 8 por ciento mensual de las cantidades entregadas, llegando en
algunos casos puntuales a garantizar un rendimiento del 15 por ciento mensual.

Segundo. Las aportaciones de dinero de los inversionistas estaban destinadas, según les
informaba Cesareo, a efectuar operaciones de inversión a través de la plataforma "Forex",
centrada en la especulación con divisas a través de internet, jugando con las momentáneas
diferencias de valor entre el dólar y el euro, y diciéndoles que era un modo muy rápido, pero al
mismo tiempo muy seguro, de ganar una gran cantidad de dinero, porque él conocía la manera
de hacerlo sin riesgo alguno en tanto en cuanto sólo especulaba con los beneficios previamente
obtenidos, quedando siempre a salvo el capital invertido, que estaba en disposición de devolver
en unos pocos días si cualquier inversor se lo reclamaba.

Para convencer a los posibles inversores de que todo esto era así, Cesareo montó una oficinas
en la calle San Vicente, número 83, pisos 7º y 9º , letras H e I, en Valencia, en donde dispuso
una estancia en la que habían varias pantallas en las cuales aparecían gráficos o indicaciones
que mostraban que se estaban realizando operaciones de inversión en vivo, cosa que en
realidad no era cierta, presentándolo todo con mucho lujo y apariencia para así deslumbrar a los
posibles inversores, y al mismo tiempo en Otra oficina situada dos plantas más abajo dispuso
que se ubicaran varias empleadas bajo la dirección de su esposa, Palmira, mayor de edad "sin
antecedentes penales, a quienes encomendó la tarea de irse familiarizando con el programa
"Forex", para lo que las dotó de sendos ordenadores conectados con las antedichas pantallas
situadas dos pisos más arriba, realizando operaciones ficticias de especulación con divisas, ya
que actuaban en modo demo al no tener la menor idea de cómo funcionaba realmente dicha
plataforma. Precisamente con la finalidad de que adquirieran algún conocimiento al respecto,
Cesareo trajo a las oficinas a personas conocedoras de la plataforma, las cuales les dieron un
cursillo, lo que les permitió iniciarse en la realización de operaciones verdaderas de
especulación, cosa que así hicieron si bien en muy pequeñas cantidades comparadas con las
inversiones que se estaban produciendo. Según manifestaciones de las empleadas que allí
trabajaban, invirtieron en dos ocasiones, una vez antes del cursillo con cuentas de 20.000 euros,
y otra vez después del cursillo con cuentas de 30.000 euros, si bien es posible que la cuenta de
Palmira, en su condición de responsable de la oficina, pudiera ser algo más elevada.

Este era el escenario preparado por Cesareo para convencer a los posibles inversores de que
pusiesen su dinero a disposición de aquél con el fin de conseguir grandes beneficios,
haciéndoles dar un paseo por todas esas dependencias para que comprobaran personalmente
que era cierto lo que con gran locuacidad y capacidad de convicción les iba diciendo
verbalmente, según explicaron en juicio muchos de los que luego fueron inversores. Y durante
ese paseo explicaba cómo estaban en ese momento las inversiones, que realmente eran
ficticias, pero que a los ojos de los posibles inversores aparecían como verdaderas, creyendo en
su buena fe que eran reales las ganancias que Cesareo les decía que en ese mismo instante se
estaban produciendo.

Ni Cesareo, a través de sus empresas ni como empresario individual, ni ninguno de los otros
acusados estaba autorizados por parte de la Comisión Nacional del Mercado de Valores para
tener en el mercado de divisas una plataforma de inversión "Forex". No obstante, para dar
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apariencia de que se estaban realizando operaciones a través de la plataforma indicada,


Cesareo y su esposa Palmira tenían abiertas cuentas en "Forex" (folios 2500 a 2514 y 2530 a
2597, tomo 11), donde se realizaron operaciones de muy pequeña entidad comparada con el
total de inversiones realizadas, pues según la información policial obrante al folio 2796, tomo 10,
se utilizó en dicha plataforma la cantidad de 671.793 euros.

Tercero. Para conseguir el mayor número de personas que invirtieran su dinero, Cesareo
procuraba dar la mayor difusión a los grandes beneficios que así se obtenían, siempre con la
garantía de la casi inmediata recuperación del capital invertido cuando cualquier inversor lo
solicitara. Con este fin, Cesareo hizo saber a varios de los iniciales inversores que si invertían
más dinero, o si traían a amigos o familiares para que a su vez invirtiesen, mayores serían las
ganancias, lo que permitió obtener muchas inversiones. Sin embargo, Cesareo llevaba este
negocio de un modo muy personal y reservado, sin permitir que terceras personas conociesen
los entresijos del mismo y con una contabilización muy rudimentaria y manual de las entradas y
las salidas de dinero.

No obstante, Cesareo entró en contacto con su hijo Cristobal, mayor de edad al haber nacido el
NUM000 de 1979 y sin antecedentes penales, que había tenido con su primera esposa y del
que durante los años de su infancia había estado alejado, ofreciéndole colaborar con él en dicho
negocio mediante la difusión del mismo entre sus amistades y conocidos, dado que Cristobal
había estado viviendo en Madrid durante varios años y conocía a muchas personas como
consecuencia de haberse presentado a varios certámenes de belleza y de haber tomado parte
en espectáculos y actuaciones diversas, y dado que en aquel entonces, al estar viviendo en
Valencia, frecuentaba la noche en una conocida discoteca en donde había hecho muchas
amistades. Así lo hizo Cristobal, bien directamente mediante comentarios a amigos y conocidos
acerca del negocio tan rentable que su padre llevaba entre manos, o bien indirectamente,
mostrando un nivel de vida muy elevado, dado que poseía un buen coche o realizaba gastos
indicativos de que tenía un muy buen nivel económico, lo que llevó a algunos de sus amigos a
preguntarle cuál era la razón de todo ello, aprovechando entonces Cristobal para explicarles el
negocio de su padre y para ofrecerles la posibilidad de invertir en el mismo. Incluso para
convencerles de que invirtiesen solía llevar un miniportátil en el que mostraba a sus amigos y
conocidos las diversas pantallas más arriba referenciadas y les hacía ver con qué facilidad se
obtenían beneficios, tal y como manifestaron los testigos Alejo, Alvaro, Ramona y Anselmo,
habiendo llegado a manifestar a uno de los que finalmente invirtieron, Jeronimo, que era o
actuaba como director financiero en el negocio de su padre.

Más en concreto, Cristobal consiguió convencer de esta manera a 19 personas al menos, que
eran amigos o amigos de amigos, quienes fueron con él a la oficina de su padre, en donde les
mostró toda la escenificación anteriormente expuesta y les presentó a su padre, quien acabó por
convencerles para que invirtiesen, después de recalcarles lo seguro que era invertir y los
grandes beneficios que así se obtenían, tratándose de Artemio, Alejo, Alvaro, Aurelio, Ramona,
Anselmo, Baldomero, Benigno, Iván, Jeronimo, Bernardino, Blas, Bruno, Carlos, Casimiro,
Cesar, Claudio, Constancio y María Dolores.

Además, Cristobal elaboró un calendario especificando los días de cobro al menos para algunos
inversores, lo que les remitió por correo electrónico, tratándose de Eulogio y Almudena; en
ocasiones pagó intereses en efectivo, contenidos dentro de un sobre cerrado, a los inversores
Eulogio y Constancio, según estos mismos declararon; llegó a exigir a un inversor, Conrado,
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que el dinero lo entregase en uno o varios cheques al portador, y no en uno o varios cheques
nominativos; y en ocasiones, hallándose en las oficinas con algún inversor que iba a entregar
dinero, se introdujo en el despacho de su padre e hizo como que éste había firmado el contrato,.
sin que al parecer se hallase en su interior, según dijeron los inversores - Iván y Jeronimo.

Aunque Cristobal Siemþ e ha afirmado que la razón de estar continuamente en las oficinas de
su padre obedecía al hecho de que en el mismo edificio tenía su propio despacho para sus
negocios inmobiliarios, dado que había creado una sociedad con tal finalidad, y sin desconocer
que esto pudiera ser así en parte, no consta en autos ninguna justificación documental acerca
de la realidad de tales negocios. Tampoco se tiene la completa certidumbre de que fuesen
reales los contratos de inversión aportados por el propio Cristobal con su escrito de
conclusiones provisionales, pues no sólo se esperó hasta entonces para aportarlos, sino que no
hay nada más en autos que corroboren la realidad de tal inversión.

Finalmente, cuando todo lo ocurrido salió a la luz y los inversores descubrieron que su dinero se
había esfumado, Cristobal desapareció inmediatamente sin dar la menor explicación sobre sus
actos y se marchó a vivir al extranjero.

Todas las acciones descritas las hizo Cristobal conociendo todos o la mayor parte de los
pormenores del negocio de su padre, o al menos aceptando la eventualidad de que el negocio
de su padre fuese fraudulento por afectar perjudicialmente a un considerable número de
personas.

Cuarto. Otra manera de conseguir la captación directa o indirecta de inversores fue a través de
diversos eventos organizados por el denominado "Hermes Club Empresarial" en determinados
hoteles y restaurantes de la ciudad de Valencia con gran lujo y ostentación y con la presencia
de algunas personas de cierta relevancia pública en aquel momento. Ese club empresarial
había sido creado algunos años antes por Cesareo y en aquel entonces estaba encargada de su
dirección Elisabeth, mayor de edad y sin antecedentes penales, siendo el objetivo inicial del
club el conocimiento recíproco entre empresarios de diversa índole y el intercambio de sus
respectivos bienes o sewicios, si bien se aprovechaban esas reuniones para enfatizar el buen
funcionamiento del negocio de inversión que ofrecía Cesareo, en lo que también colaboraba su
hijo Cristobal.

Quinto. No existe una segura constancia de que Elisabeth fuese conocedora de los pormenores
del negocio de inversión de Cesareo. Aunque aquélla fue socia de éste en la entidad "Delmar
Inversiones Inmobiliarias, S.L.", con una participación del cinco por ciento, sólo mantuvo esa
condición de socia desde el 14 de febrero de 2006 hasta el 10 de julio de 2007, en cuya fecha
vendió sus participaciones a Cesareo. Tanto antes como después Elisabeth tenía un despacho
muy cercano al de Cesareo, que al parecer destinaba a su propio negocio inmobiliario, por lo
que su relación con éste era sin duda muy fluida. También es cierto que debido a esa
proximidad ella veía la afluencia de muchas personas que mantenían relaciones negociales con
Cesareo, si bien no se puede afirmar con completa seguridad, aunque sí sospechar, que ella
supiese el contenido de esas relaciones negociales. En cualquier caso no consta que Elisabeth
consiguiese atraer inversores, haciéndolos ir a las antedichas oficinas y presentándoselos a
Cesareo, ni tampoco consta que aquélla interviniese de algún modo en la firma de los contratos
de inversión o en el reparto de sobres que contenían el dinero de los intereses, bien que en
algún caso puntual pudo hacerlo sustituyendo a Cesareo por hallarse de viaje. Tampoco
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aparece que ella tuviese alguna cuenta abierta en el sistema "Forex". Y si bien parece ser que
estuvo acompañando a Cesareo en una reunión que se celebró en algún local sito en Ribarroja
del Turia, después de que se descubriese todo lo ocurrido, llegando a integrarse en un creado
para tratar de buscar soluciones, no es posible esto con completa seguridad, aunque sí
sospechar, que ella tuviese un claro conocimiento de los hechos precedentemente descritos.

Sexto. Tampoco existe una segura constancia de que Palmira, mayor de edad y sin
antecedentes penales, esposa de Cesareo, conociese los pormenores del negocio de inversión
de éste. Bien es verdad que estaba al frente de la oficina, situada dos plantas más abajo de la
del despacho de Cesareo, en la que varias empleadas venían trabajando con demos
correspondientes a la plataforma "Forex", e incluso en la documentación obrante en autos
aparece el nombre y la firma de aquélla como persona autorizada para trabajar con el sistema
"Forex", pero ella rechazó en juicio que hubiese escrito a mano su propio nombre para
conseguir tal autorización ni que la firma allí estampada la hubiese puesto ella, sin que esto
haya merecido la práctica de una prueba pericial caligráfica dirigida a determinar si fue ella u
otra persona la que lo hizo. También es verdad que ella estaba al tanto de la afluencia de
muchas personas que mantenían relaciones negociales con Cesareo, pero no se puede afirmar
con completa seguridad, aunque sí sospechar, que supiese el contenido de esas relaciones
negociales. En cualquier caso no consta que Palmira consiguiese atraer inversores,
haciéndolos ir a las oficinas de Cesareo y presentándoselos al mismo, ni tampoco consta que
aquélla interviniese de algún modo en la firma de los contratos de inversión o en el reparto de
sobres que contenían el dinero de los intereses. Y aunque en las reuniones del ya mencionado
club empresarial a las que asistió pudo comentar con algunos asistentes lo positivo que podía
resultar si invertían en el negocio de Cesareo, ya que era consciente de lo bien que estaba
funcionando, no existe constancia acerca de mantuviese una posición de fuerte proselitismo o
insistencia cerca de algún posible inversor para que así lo hiciera. Además, cuando todo lo
ocurrido salió a la luz y los inversores descubrieron que su dinero se había esfumado, ella optó
por divorciarse de Cesareo al mes siguiente y desde entonces parece ser que está viviendo en
un camping cercano a Valencia, como así consta con ocasión de haber sido citada para que
compareciese a declarar como investigada.

Séptimo. Cesareo destinó una pequeña parte del dinero obtenido de los inversores para
especular en la plataforma "Forex", bien personalmente bien a través de las empleadas que
estaban en la oficina sita dos plantas más abajo de la suya. Pero lo que el acusado hizo
realmente fue utilizar una parte del dinero obtenido de los inversores para entregarlo a otros
inversores anteriores en pago de los altos intereses convenidos, lo cual generaba una gran
confianza en ellos acerca de que su inversión era segura y muy rentable, de suerte tal que ellos
mismos se incentivaban para invertir una mayor cantidad de dinero con la esperanza de obtener
un beneficio aún mayor, y este esquema tipo "Ponzi" no solamente se usaba para que los que
habían invertido aportaran más dinero, sino para atraer a nuevas personas que invirtieran dinero
al ver los beneficios casi inmediatos que percibían los anteriores inversores.

Admitiendo que una parte de todo este dinero fue destinado al pago de los intereses de los
inversores, pues tal era la manera de captar a ulteriores inversores, según acaba de quedar
indicado, en cuanto al resto del dinero no es posible más que especular acerca de su "destino,
bien que algún testigo se refirió a que tal dinero fue extraído de España y llevado a Panamá o
bien a algún otro paraíso fiscal europeo, no pudiéndose determinar tampoco si Cristobal estuvo
implicado en la extracción de todo o parte de ese dinero. En cualquier caso, no se han podido
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implicado en la extracción de todo o parte de ese dinero. En cualquier caso, no se han podido
hacer más averiguaciones al respecto debido a que Cesareo destruyó e hizo desaparecer todo
tipo de documentación relacionada con este negocio, siendo muy limitados los resultados de la
investigación judicial desplegada en la presente causa a lo largo de los diez años que ha
durado, pues no se ha profundizado pericialmente en el examen de las cuentas bancarias de las
personas investigadas y de los movimientos obrantes en ellas, ni tampoco se ha averiguado
cuál fue el destino del dinero obtenido ni los movimientos realizados en el país de destino. En
consecuencia, Cesareo se quedó para sí todo ese dinero, desconociéndose dónde se halla
actualmente.

El total del dinero que consta recibido por Cesareo, como consecuencia de la puesta en marcha
del mecanismo descrito, supera la suma de los 5.200.000 euros. En concreto, las personas que
a continuación se indican invirtieron las cantidades que igualmente se mencionan:

1. - Maite, que el 21 de diciembre de 2007 firmó un contrato por el que invertía 30.000 €, con
el compromiso de obtener un 6% mensual (folio 4, Tomo I), haciéndosele entrega por
Cesareo de un cheque sin fondos por 33.000€, que le generaron unos gastos de gestión
de 825€. Tras denunciar los hechos, el acusado le hizo entrega de 6.000 €.

2. - La empleada Sergio, que el 21 de diciembre de 2007 aportó una inversión total de 70.000
€, dado que había hecho anteriores inversiones, la última de ellas de 5.000 € con la
obligación de percibir un 7,5% mensual (folio 65, Tomo 1, folio 802, Tomo IV).

3. - La también empleada Tatiana, que tras una última aportación de 18.000 €, invirtió la
cantidad total de 38.000 € según el contrato firmado el 9 de noviembre de 2007, con la
obligación de recibir un 8,25% mensual (folio 66, Tomo I, folio 803, Tomo IV, folios 1794 y
1795, TomoVII).

4. - Purificacion y su esposo Santos que, tras una última inversión de 20.000 €, aportaron un
total de 104.000 €, según contrato firmado el 20 de septiembre de 2007, con el
compromiso de obtener un beneficio de un 7,5% mensual (folio 138, Tomo I). Dicha
inversión se hizo, al igual que las dos siguientes, por consejo del colaborador de los
acusados, ignorante del ardid empleado por los mismos, Marcial.

5. - Maximino, que invirtió 30.000 € el pasado 22 de agosto de 2007, con el compromiso de


obtener un 7,5% mensual (folio 140, Tomo I).

6. - Moises, tío de los dos anteriores, en situación actual de demencia senil, que invirtió
60.000 € según contrato firmado el 9 de mayo de 2006 con la obligación de percibir un
5,17% mensual (folio 397, Tomo III).

7. - Onesimo invirtió un total de 570.000 €, según contratos firmados el 18 de abril de 2007


(por 470.000 €, folio 1742, Tomo VII) y el 2 de julio de 2007 (por 100.000€, folio 1743,
Tomo VII), con la obligación de obtener un beneficio que oscilaba entre el 7,5 y el 8,25%
mensual. El perjudicado falleció el 12 de enero de 2013; reclamando en nombre suyo Dora
Ángela y Amparo.

8. - Isidoro, que invirtió un total de 28.000 € según documento firmado el 18 de enero de


2008, con un rendimiento mensual del 6% (folio 1744. Tomo VII).

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9. - Secundino, que aportó un total de 36.476 €, tras una última aportación de 9.000 €, según
contrato de 29 de noviembre de 2007 (folio 353, Tomo III y folio 1796, Tomo VII).

10. - Víctor, que firmó dos contratos de inversión: uno el 1 de septiembre de 2007, por 105.000
€, tras una última aportación de 70.000 €, con un rendimiento del 10% mensual (folio 354,
Tomo III; folio 1799, Tomo VII) y otro de 60.000 €, con un rendimiento mensual no fijado y
fechado en octubre de 2007 (folio 355, Tomo III, folio 1800, Tomo VII).

11. - Jose Ignacio, que firmó el 8 de enero de 2007 una aportación de 31.400 €, si bien
Cesareo, en un documento fechado el 5 de mayo de 2008, hizo un reconocimiento de
deuda a su favor de 101.700 € (folios 360 a 362, Tomo III).

12. - Bruno, que aportó un total de 140.000 €, tras una última aportación de 30.000 €, con el
compromiso de un interés entre un 8 y un 13% mensual, según contrato del 3 de mayo de
2007 (folio 363, Tomo III y folio 1802, Tomo VII).

13. - Carlos, con una aportación de 115.000 € tras la última de 15.000 €, debiendo haber
percibido un interés mensual entre el 7'5 y el 13%, con arreglo al documento firmado el 16
de enero de 2008 (folio 364, Tomo III y folio 1801, Tomo VII).

14. - Carlos Manuel, que tras hacer una última aportación de 23.000 €, entregó la cantidad de
421.300 €, según contrato de 1 de diciembre de 2007, con intereses mensuales que
oscilaban entre el 7'5 y el 13 % mensual, según las cantidades (folio 365, Tomo III), si bien
Cesareo reconoció una deuda de 415.300 € en un documento firmado el 5 de mayo de
2008 (folio 366, Tomo III).

15. - Casimiro, que el 12 de febrero de 2007 firmó un documento por el que invertía un total de
23.500 € (tras una última aportación de 9.000 €), con la obligación de obtener un 8%
mensual (folios 367 y 368, Tomo III). Cesareo firmó el 16 de octubre de 2008 un
reconocimiento de deuda por la citada cantidad (folio 369, Tomo III).

16. - Cesar, que hizo una aportación total de 400.000 € tras una última inversión de 20.000 €,
en documento firmado el 22 de junio de 2007, debiendo haber percibido entre un 10 y un
15 % mensual (folio 370, Tomo III). En el acto del juicio oral manifestó no sentirse
engañado.

17. - Claudio, que el 1 de junio de 2007 firmó un documento por el que invertía 33.000 €, con
un rendimiento del 6' 5% mensual (folio 371, Tomo III; folio 1803, Tomo VII).

18. - Gines y Virtudes, que, tras una última aportación de 4.400 €, realizó una inversión de
64.400 €, en un documento firmado el 1 de enero de 2008, con un rendimiento mensual del
7% (folio 381, Tomo III; folio 804, Tomo IV).

19. - Hernan, que efectuó una inversión total de 441.512 €, tras una última aportación de
85.000 €, en un documento fechado y firmado el 1 de enero de 2008, debiendo obtener un
rendimiento del 8'5 mensual (folio 382, Tomo III; folio 805, Tomo IV).

20. - Almudena, que invirtió 41.000 €, según documento firmado el 1 de agosto de 2007, con
un rendimiento entre el 7'5 y el 11'5% mensual (folio 642, Tomo IV).
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21. - Bernardino, que, según documento firmado el 1 de agosto de 2007, invirtió un total de
107.000 €, tras una última aportación de 40.000 €, para obtener un rendimiento mensual
del 7' 5 % mensual (folio 822, Tomo IV).

22. - Benigno que hizo una inversión de 20.000 €, según consta en los documentos firmados,
renovando el último al anterior en fecha, los días 27.9.2006, 1.10.2007 y 1.1.2008 (folios
993, 994, 996 y 998, Tomo V), con rendimientos mensuales que oscilaban entre el 7 y el
8% mensual.

23. - Iván, que, tras una última aportación de 7.000 €, invirtió un total de 69.000 €, debiendo
haber obtenido un rendimiento mensual del 8%, según documento firmado el 11 de enero
de 2008 (folio 1005, Tomo V).

24. - Jeronimo, que, según documento fechado el 11 de enero de 2008, invirtió 60.000 € para
obtener unos ingresos del 7'5% mensual (folio 1007, Tomo V).

25. - Constancio, que, en documentos fechados el 6 de noviembre de 2006 y el 1 de


noviembre de 2007, aportó 40.000 € para obtener un rendimiento mensual del 7 y el 6%
mensual respectivamente (folios 1199, Tomo VI y 1677 a 1679, Tomo VII).

26. - Braulio, que, con una última aportación de 12.000 €, invirtió un total de 36.000 €, según
contrato firmado el 15 de enero de 2008, con un rendimiento del 6'5% mensual (folio 1323,
Tomo VI).

27. - Casiano, fallecido, que efectuó una última aportación de 60.000 € para una inversión total
de 120.000 € con un rendimiento mensual del 8.25%, según documento fechado el 10 de
enero de 2008 (folio 1322, Tomo VI)

28. - Justa, que invirtió 50.000 € para obtener un 7% mensual en un contrato firmado el 30 de
noviembre de 2007 (folio 1324, Tomo VI)

29. - Donato y su esposa Marisol, que invirtieron 108.000 € con la promesa de obtener un
9'83% mensual en documento firmado el 1 de enero de 2008 (folio 1325, Tomo VI).

30. - Ernesto, que, tras una última aportación de 12.000 €, entregó la cantidad total de 30.000 €
para conseguir un 6' 5% mensual, según documento firmado el 15 de enero de 2008 (folio
1326, Tomo VI).

31. - Eladio, que con una última inversión de 60.000 €, aportó un total de 72.000 € para
obtener un rendimiento mensual entre el 7' 5 y el 11,5%, con arreglo al contrato firmado el
22 de junio de 2007 (folio 1327, Tomo VI).

32. - Genaro, que en fecha 1 de enero de 2007, aportó 12.000 € con la promesa de conseguir
un 6% mensual (folio 1328, Tomo VI).

33. - La empresa "Mitainsa, S.A.", a través de su administrador Eulogio, que aportó un total de
250.000 € con un rendimiento entre el 8'5 y el 9% mensual, según documento firmado el 1
de agosto de 2007 (folio 1568, Tomo VII), habiendo pagado con 5 cheques al portador de
50.000 € cada uno fechados el 10 de agosto de 2007. Asimismo, Eulogio invirtió un total
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de 69.833 € en contratos de 21.3.2006, 1.11.2006, 12.1.2007 y el último de 1 de mayo de


2007.

34. - Ildefonso, que aportó un total de 16.000 €, en dos contratos fechados el 27.3.2007 y el
5.5.2007, tras haberse aportado 10.000 y 6.000 €, respectivamente, con un rendimiento
mensual del 6'5% (folios 1797 y 1798, Tomo VII).

35. - Ismael, que, tras una última aportación de 2.000 €, invirtió un total de 19.353 € con un
rendimiento mensual del 7%, según contrato fechado el 1 de enero de 2008 (folio 1860,
Tomo VII).

36. - Andrea, esposa del anterior, que, tras una última aportación de 5.525 €, invirtió 23.684 €,
debiendo obtener un rendimiento mensual del 7%, según contrato también de fecha
1.1.2008 (folio 1861, Tomo VII).

37. - Leoncio, que también el 1 de enero de 2008, firmó un contrato, tras una última aportación
de 3.450 €, por el que invertía la cantidad total de 26.450 € para conseguir un 7% mensual
(folio 1862, Tomo VII).

38. - Eva María y Mateo, que, tras una última aportación de 2.045 €, invirtieron 22.545 € para
conseguir un rendimiento mensual del 7%, en contrato también firmado el 1 de enero de
2008 (folio 1863, Tomo VII).

39. - Paulino que tras una última inversión de 1.650 €, entregó un total de 12.650 €, para
obtener un 7% mensual, en documento firmado 1.1.2008 (folio 1864, Tomo VII).

40. - Belinda, que, tras una última aportación de 48.750 €, invirtió un total de 74.517 € para
conseguir un 7% mensual, según contrato firmado también 1.1.2008 (folio 1865, Tomo VII).

41. - Olegario y Delia que, aportaron un total de 22.000 €, tras una última entrega de 2.000 €,
para obtener el 5% mensual, en contrato fechado el 1 de enero de 2008 (folio 1866, Tomo
VII).

42. - Vicente, que invirtió 15.000 € el 10 de octubre de 2007 para conseguir un 5'5% mensual
(folio 2109, Tomo VIII), haciendo una transferencia internacional de esta cantidad (folios
2110 a 2112, Tomo VIII).

43. - Alejo y Alvaro, que invirtieron 30.000 € con la expectativa de recibir un 7% mensual
según contrato de 13 de julio de 2007 (folio 2139, Tomo VIII).

44. - Aurelio, que, tras una última aportación de 100.000 €, invirtió un total de 154.000 € según
documento de 26 de octubre de 2007, para obtener entre un 7'5 y un 10% mensual (folio
2140, Tomo VIII).

45. - Ramona, que invirtió 120.000 €, con una última aportación de 30.000 €, para obtener
entre un 7'5 y un 8'25% mensual, según documento fechado el 5 de octubre de 2007 (folio
2141, Tomo VIII).

46. - Anselmo, que hizo una aportación total de 161.000 €, tras una última entrega de 132.000
€, para obtener un 7'5% mensual, según documento de 28 de diciembre de 2007 (folio
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€, para obtener un 7'5% mensual, según documento de 28 de diciembre de 2007 (folio
2144, Tomo VIII).

47. - Baldomero, que realizó una última aportación de 50.000 €, para una inversión total de
185.000 €, para conseguir entre un 7'25 y un 9% mensual, según contrato de 1 de
diciembre de 2007 (folio 2145, Tomo VIII).

48. - Carlos Jesús, que el 7 de febrero de 2008, transfirió 12.000 € a la cuenta corriente de
"Inversiones Inmobiliarias Delmar" en Caja Rural de Valencia (folio 2270, Tomo VIII).

49. - Artemio, que aportó un total de 175.000 €, según documento de 5 de noviembre de 2007,
efectuando una última aportación de 55.000 €. Las anteriores aportaciones fueron de fecha
1 de agosto, 1 de septiembre, 17 de septiembre y 3 de octubre de 2007, según contratos
obrantes en los folios 2339 a 2343 (Tomo VIII), debiendo obtener un rendimiento del 7%
mensual.

50. - Luis Angel, que, entre el 10 de octubre de 2006 y el 1 de febrero de 2008, fue haciendo
aportaciones hasta un total de 76.000 €, debiendo obtener un interés del 8% mensual,
salvo una cantidad al 13% (folios 2411 a 2421, Tomo IX). Asimismo, Cesareo reconoció en
documento fechado el 3 de octubre de 2008, tener una deuda con el perjudicado por esa
cantidad (folio 2422, Tomo IX).

51. - Luis Pedro, que aportó un total de 115.800 €, tras una última inversión de 68.000 €, en
documento firmado el 16 de noviembre de 2007, con la esperanza de obtener un 8'25%
mensual (folio 2649, Tomo X).

52. - María Dolores, que invirtió un total de 70.000 € en estas operaciones, si bien recuperó
toda su inversión al ser despedida como empleada de "Delmar Inversiones Inmobiliarias

53. - Joaquina, que invirtió 36.000 € en estas operaciones, pidiendo un préstamo a Barclay' s
para conseguir esta cantidad.

La suma de todas las anteriores cantidades alcanza la cifra de 5.242.545 euros.

Por providencia de 15 de enero de 2009, el Juzgado de Instrucción acordó la inmovilización y


embargo de las cuentas corrientes a nombre de Cesareo, Elisabeth e Cristobal, así como de las
cuentas a nombre de "Inversiones Inmobiliarias Delmar, S.L." y "Auto Ellegance Delmar, SL.

El presente procedimiento, que se inició con la denuncia de una inversora el 30 de enero de


2008, ha sufrido una paralización por causas no imputables a los acusados entre junio de 2012
y enero de 2013 y, con algunas interrupciones puntuales, entre abril de 2013 y febrero de 2015."

SEGUNDO
La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento:

"En atención a todo lo expuesto, la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Valencia ha


decidido:

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Primero. Condenar a Cesareo como autor de un delito continuado de estafa de especial


gravedad por razón de su cuantía, con la concurrencia de la circunstancia atenuante de
dilaciones indebidas, a la pena de prisión de seis años y seis meses, a la pena accesoria de
inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de duración de la
condena y a la pena de multa de catorce meses con una cuota diaria de veinte euros, con la
correspondiente responsabilidad personal subsidiaria en caso de impago, y al pago de una
cuarta parte de las costas causadas incluida una cuarta parte de las costas de las acusaciones
particulares.

Segundo. Condenar a Cristobal como cooperador necesario de un delito continuado de estafa


de especial gravedad por razón de su cuantía, con la concurrencia de la circunstancia atenuante
de dilaciones indebidas, haciéndose aplicación de la atenuación prevista en el artículo 65-3 del
Código Penal, a la pena de prisión de tres años, a la pena accesoria de inhabilitación especial
para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de duración de la condena y a la pena de
multa de seis meses con una cuota diaria de veinte euros, con la correspondiente
responsabilidad personal subsidiaria en caso de impago, y al pago de una cuarta parte de las
costas causadas incluida una cuarta parte de las costas de las acusaciones particulares.

Tercero. Por vía de responsabilidad civil tanto Cesareo como Cristobal indemnizarán conjunta y
solidariamente a los perjudicados que a continuación se relaciones en las cuantías que
igualmente se indican:

1. - Maite, en 24.825 €.

2. - Sergio, en 70.000 €.

3. - Tatiana, en 38.000 €.

4. - Purificacion y su esposo Santos en 104.000 €.

5. - Maximino, en 30.000 €.

6. - Moises, en 60.000 €.

7. - Dora Ángela y Amparo, en 570.000 €.

8. - Amadeo, en 28.000 €.

9. - Secundino, en 36.476 €.

10. - Víctor, en 165.000 €.

11. - Jose Ignacio, en 101.700 €.

12. - Bruno, en 140.000 €.

13. - Carlos, en 115.000 €.

14. - Carlos Manuel, en 415.300 €.

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15. - Casimiro, en 23.500 €.

1 6.- Cesar, en 400.000 €.

17. - Claudio, en 33.000.

18. - Gines y Sagrario, en 64.400€.

19. - Hernan, en 441.512 €.

20. - Almudena, en 41.000 €.

21. - Bernardino, en 107.000 €.

22. - Benigno, en 20.000 €.

23. - Iván, en 69.000 €.

24. - Jeronimo, en 60.000 €.

25. - Constancio, en 40.000 €.

26. - Braulio, en 36.000 €.

27. - Los herederos de Casiano, en 120.000 €.

28. - Justa, en 50.000 €.

29. - Donato y su esposa Marisol, en 108.000 €.

30. - Ernesto, en 30.000 €.

31. - Eladio, en 72.000 €.

32. - Genaro, en 12.000 €.

33. - La empresa "Mitainsa, S.A.", en 250.000 € y a Eulogio, en 69.833 €.

34. - Ildefonso, en 16.000 €.

35. - Ismael, en 19.353 €.

36. - Andrea, en 23.684 €.

37. - Leoncio, en 26.450 €.

38. - Eva María y Mateo, en 22.545 €.

39. - Paulino, en 12.650 €.

40. - Belinda, en 74.517 €.

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41. - Olegario y Delia, en 22.000 €.

42. - Vicente, en 15.000 €.

43. - Alejo y Alvaro, en 30.000 €.

44. - Aurelio, en 154.000 €.

45. - Ramona, en 120.000 €.

46. - Anselmo, en 161.000 €.

47. - Baldomero, en 185.000 €.

48. - Carlos Jesús, en 12.000.

49. - Artemio, en 175.000 €.

50. - Luis Angel, en 76.000 €.

51. - Luis Pedro, en 115.800 €.

52. - Joaquina, en 36.000 €.

Todas estas cantidades devengarán el interés legal con arreglo al art. 576 de la
Ley de Enjuiciamiento Civil.

Cuarto. Absolver a Elisabeth y a Palmira del delito de estafa de que han sido acusadas,
dejándose sin efecto las medidas cautelares decretadas contra las mismas y con
declaración de oficio de la mitad de las costas causadas, incluida la mitad de las costas de
las acusaciones particulares.

Quinto. Notificar esta sentencia a Maite, Sergio, Purificacion, Santos, Maximino, Moises,
Braulio, Justa, Donato, Marisol, Genaro, Vicente, Carlos Jesús, Luis Pedro y Joaquina, en
su condición de perjudicados no personados en la causa."

TERCERO
En fecha 13 de diciembre de 2018, la Audiencia de instancia dictó Auto de aclaración con la
siguiente parte dispositiva:

"En atención a todo lo expuesto, la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Valencia ha


decidido:

Aclara la sentencia dictada en el presente procedimiento agregando a la misma la


fundamentación contenida en esta resolución"

CUARTO
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Notificada en forma la sentencia y el auto de aclaración a las partes personadas, se prepararon


recursos de casación por las representaciones procesales de don Cesareo, don Cristobal, y
doña Palmira, que se tuvieron por anunciados, remitiéndose a esta Sala Segunda del Tribunal
Supremo las certificaciones necesarias para su sustanciación y resolución, formándose el
correspondiente rollo y formalizándose los recursos.

QUINTO
Formado en este Tribunal el correspondiente rollo, las partes recurrentes formalizaron los
recursos alegando los siguientes motivos de casación:

Don Cesareo

Primero: Por infracción de precepto constitucional.

Se formula al amparo del artículo 5.4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial y del artículo 852 de
la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por cuanto se ha vulnerado en el presente procedimiento el
derecho fundamental a la presunción de inocencia de mi mandante, contenido en el artículo 24.2
de la Constitución española.

Segundo: Se formula al amparo del artículo 5.4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, y del
artículo 852 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por cuanto se ha vulnerado en el presente
procedimiento el Derecho Fundamental a la Tutela Judicial Efectiva, contenido en el
artículo 24.1 de la Constitución española.

Tercero: Vulneración del Derecho Fundamental a no sufrir " bis in idem", del Art. 25.1 de la CE,
al amparo de los establecido en el artículo 5.4 de la LOPJ, y el artículo 852 de la LECrim. Y todo
ello en relación con el artículo 74.1 del CP.

Cuarto: Por infracción de Ley en base al número 1 del artículo 849 de la LECrim por aplicación
del artículo 74.1 del CP, norma penal de carácter sustantivo que ha sido infringida por su
aplicación indebida o errónea a la hora de individualizar la pena impuesta a mi representado,
Cesareo.

Quinto: Inaplicación o indebida aplicación del artículo 21.6 del CP, en relación con el
artículo 66.1.2ª del CP.

Sexto: Indebida aplicación de los Arts. 248 y 250.1-6º del Código Penal, por considerar que los
hechos no son constitutivos de delito.

Séptimo: Inaplicación indebida del Art. 67 del CP en su redacción vigente al momento de la


comisión de los hechos.

Se formula al amparo del Art. 849.1 de la LECrim, por inaplicación indebida del Art. 67 del CP.

Octavo: Se formula el presente motivo por considerar que existe un error de hecho, claro y
patente, en la valoración de la prueba, según lo dispuesto en el artículo 849.2 de la LECrim.

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Noveno: Quebrantamiento de forma, al amparo de lo establecido en el art. 851.1 de la


ley de enjuiciamiento criminal, por no expresarse en la sentencia clara y terminantemente cuáles
son los hechos que se consideran probados, o resulte manifiesta contradicción entre estos, o se
consignen como hechos probados, concepto que, por su carácter jurídico, impliquen la
predeterminación del fallo.

Don Cristobal

Primero: Se formula al amparo del artículo 5.4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial y del
artículo 852 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por cuanto se ha vulnerado en el presente
procedimiento el derecho fundamental a la presunción de inocencia de mi mandante, contenido
en el artículo 24.2 de la Constitución española.

Segundo: Se formula al amparo del artículo 5.4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, y del
artículo 852 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por cuanto se ha vulnerado en el presente
procedimiento el Derecho Fundamental a la Tutela Judicial Efectiva, contenido en el
artículo 24.1 de la Constitución española.

Tercero: Vulneración del Derecho Fundamental a no sufrir " bis in idem", del Art. 25.1 de la CE,
al amparo de los establecido en el artículo 5.4 de la LOPJ, y el artículo 852 de la LECrim. Y todo
ello en relación con el artículo 74.1 del CP.

Cuarto: Por infracción de Ley en base al número 1 del artículo 849 de la LECrim por aplicación
del artículo 74.1 del CP, norma penal de carácter sustantivo que ha sido infringida por su
aplicación indebida o errónea a la hora de individualizar la pena impuesta a Cesareo, por lo que
afecta a la pena impuesta a mi representado, Cristobal.

Quinto: Inaplicación o indebida aplicación del artículo 21.6ª del CP, en relación con el
artículo 66.1.2ª del CP.

Sexto: Indebida aplicación de los Arts. 248 y 250.1-6º del Código Penal, por considerar que los
hechos imputados a Cesareo (padre de mi representado, Cristobal), no son constitutivos de
delito, por lo que, en ningún caso y ante la inexistencia de delito, podemos hablar de cooperador
necesario del mismo.

Séptimo: Inaplicación indebida del Art. 67 del CP en su redacción vigente al momento de la


comisión de los hechos.

Se formula al amparo del Art. 849.1 de la LECrim, por inaplicación indebida del Art. 67 del CP.

Octavo: Indebida aplicación del artículo 65.3 del CP que ha sido infringido por su aplicación
indebida o errónea.

Noveno: Se formula el presente motivo al amparo de lo establecido en el artículo 849.1 de la


LECrim, por indebida aplicación del artículo 28 del CP, que ha sido infringido por su aplicación
indebida o errónea.

Décimo: Se formula el presente motivo por considerar que existe un error de hecho, claro y
patente, en la valoración de la prueba, según lo dispuesto en el artículo 849.2 de la LECrim.

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Undécimo: Quebrantamiento de forma, al amparo de lo establecido en el art. 851.1 de la


ley de enjuiciamiento criminal, por no expresarse en la sentencia clara y terminantemente cuáles
son los hechos que se consideran probados, o resulte manifiesta contradicción entre estos, o se
consignen como hechos probados, concepto que, por su carácter jurídico, impliquen la
predeterminación del fallo.

Doña Palmira

Primero y único: Por infracción de ley.

Se basa el presente motivo en el artículo 849, número l de la Ley de Enjuiciamiento Criminal,


por estimar esta parte que en la Sentencia recurrida se ha infringido preceptos penales de
carácter sustantivo y otra norma jurídica del mismo carácter que debe de observarse en la
aplicación de la ley penal.

SEXTO
Conferido traslado para instrucción el Ministerio Fiscal y las acusaciones particulares de Eulogio
y Mitainsa, SL, y de Gines, Virtudes y Hernan solicitaron la inadmsión de todos los motivos,
impugnándolos subsidiariamente; y los recurrentes Cesareo e Cristobal se oponen a las
impugnaciones; la Sala los admitió a trámite quedando conclusos los autos para señalamiento
de fallo cuando por turno correspondiera.

SÉPTIMO
Evacuado el traslado conferido, se celebró la votación y deliberación prevenida el día 3 de
febrero de 2021.

FUNDAMENTOS DE DERECHO
Recurso interpuesto por la representación del Sr. Cesareo

Objeto del Recurso

Nueve motivos, no particularmente bien ordenados, fundan el recurso de casación interpuesto


por la representación del Sr. Cesareo. Tres de ellos denuncian error de valoración probatoria y
lesión del derecho a la presunción de inocencia. Uno, con efecto rescindente implícito,
quebrantamiento de forma. Y cinco, de alcance sustancialmente normativo, impugnan, por la vía
de la infracción de ley y la vulneración de precepto constitucional, los respectivos juicios de
tipicidad y punibilidad contenidos en la sentencia recurrida.

Para una mejor resolución del recurso se hace obligado una reordenación de los motivos
respecto al orden propuesto por el recurrente, iniciando nuestro análisis por aquellos que
combaten la regularidad en la fijación del hecho probado en la sentencia de instancia y su base
probatoria.
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Solo despejados los gravámenes de regularidad en la confección del hecho probado y de


suficiencia probatoria de dicha declaración podrán abordarse, en su caso, los gravámenes de
naturaleza normativa. El hecho probado presupone siempre las consecuencias jurídicas.

Primer
motivo -noveno en el orden propuesto por el recurrente- por el que, al amparo del artículo 851.1
LECrim , se denuncia quebrantamiento de forma por falta de claridad y contradicción en los
hechos declarados probados

1.1. El recurrente desarrolla el motivo en términos muy alejados de su contenido


específicamente casacional que le presta sentido y condiciones de admisibilidad. Al hilo de
cada uno de los subhechos que integran el relato fáctico de la sentencia, se cuestiona su ajuste
con el resultado de la prueba practicada, introduciendo hipótesis alternativas de producción que,
a su parecer, deberían haberse declarado probadas. Lo que se pretende, en puridad, al hilo del
motivo, es una reformulación del relato fáctico lo que resulta del todo improcedente.

1.2. Debe recordarse que la contradicción que genera un vicio rescindente de la sentencia y que
puede prestar fundamento al motivo es aquella que por su entidad lógica compromete la
inteligibilidad del relato fáctico. Lo que acontecerá cuando contenga dos proposiciones factuales
cuyas condiciones de producción resulten incompatibles entre sí o una de ellas prive de sentido
narrativo a la otra, afectando de manera significativa a la consistencia lógico- proposicional del
relato, impidiendo conocer con precisión qué hechos se declaran probados.

No hay contradicción, desde luego, entre lo que se describe en términos enunciativos y


asertivos en el relato de hechos probados de la sentencia y el relato potencial pretendido por la
parte.

La discrepancia con lo declarado probado y no probado en la sentencia podrá hacerse valer de


la mano de los motivos por error valorativo o infracción del derecho a la presunción de
inocencia. El motivo por quebrantamiento de forma invocado opera en un espacio muy diferente
y específico. Es un instrumento para la protección del derecho a conocer la acusación y, con
ello, del derecho a defenderse mediante el ejercicio de los recursos.

1.3. La subsunción penal reclama, como precondición, la valoración normativa por parte del
tribunal del hecho histórico clara y precisamente determinado. De ahí, la trascendencia de la
claridad y de la precisión en el relato fáctico pues este constituye la única fuente de la que el
tribunal puede suministrarse información para la construcción de su inferencia normativa. Y,
también, en lógica correspondencia, de la que las partes, tanto acusadoras como acusadas,
deben servirse para impugnar tanto por error de valoración probatoria como por error de
subsunción, la sentencia generadora de gravamen.

Como es bien sabido, las exigencias derivadas del derecho a conocer la acusación no se
extinguen con la concreción por parte de las acusaciones de los hechos sobre los que fundan
sus respectivas pretensiones de condena. En una suerte de progresión cualitativa tal derecho
alcanza su máximo auge garantizador con la propia sentencia pues mediante esta las partes

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conocen los hechos sobre los que se basa la declaración de condena - SSTEDH, caso Gea
Catalán contra España, de 10 de febrero de 1995; caso Pèllisier y Sassi contra Francia, de 25
de marzo de 1999; caso Dallos contra Hungría, de 1 de marzo de 2001; caso Sipavicius contra
Lituania, de 21 de febrero de 2002; caso Varela Geis contra España, de 13 de marzo de 2013;
caso Uche c. Suiza, de 17 de julio de 2018-.

Insistimos, las exigencias de claridad, coherencia y precisión fáctica coligan no solo con el
genérico derecho a la tutela judicial efectiva sino con el núcleo duro de los derechos de defensa,
entre los cuales destaca, por su especial vigor y trascendencia, el derecho a conocer los hechos
por los que una persona es privada de libertad. Entre otras razones para poder defenderse de
los mismos mediante la interposición de los recursos procedentes.

1.4. Las contradicciones internas, la ininteligibilidad narrativa o el uso de conceptos normativos


cuyo específico juego del lenguaje no permita aprehender un significado también narrativo
inteligible para personas no expertas en derecho pueden comprometer de forma muy
significativa los fines de garantía de los derechos antes enunciados y la funcionalidad basilar
que cumple el hecho probado en la sentencia penal. Hasta el punto de que su reparación pase,
en algunos casos de forma necesaria, por la nulidad de la sentencia.

1.5. Ahora bien, la evaluación del hecho probado para determinar si se ajusta o no a las
condiciones exigibles de claridad, asertividad, coherencia, narratividad y precisión, obliga a
tomar en cuenta los siguientes indicadores: primero, la utilización de fórmulas narrativas que
incorporen tasas de imprecisión espacio-temporal o indeterminación cuantitativa resulta
admisible cuando las condiciones de producción del hecho justiciable que hayan resultado
probadas impidan un mayor nivel de concreción; segundo, debe hacerse una evaluación del
relato fáctico desde el canon de la totalidad pues en ocasiones una aparente contradicción o
inconsistencia narrativa en un apartado se disipa en apartados posteriores que prestan
coherencia y significado preciso al conjunto del relato; tercero, en todo caso, la identificación de
contradicciones o predeterminaciones irreductibles obliga a una evaluación de los costes sobre
los derechos en liza. En particular, identificar hasta qué punto comprometen de manera
significativa el derecho a conocer las razones fácticas de la decisión y, con ello, el derecho a
interponer recurso.

1.6. Partiendo de lo anterior, y en los términos ya anunciados, no apreciamos en la sentencia de


instancia ninguna contradicción interna significativa en el relato fáctico que impida conocer con
claridad qué se declara probado. Por ejemplo, cuando la parte denuncia contradicción en el
apartado séptimo de los hechos porque se afirma que el hoy recurrente "dedicó una pequeña
cantidad para invertir mediante el programa "FOREX" para a continuación fijar " que en
cualquier caso no se ha podido hacer más averiguaciones al respecto debido a que Cesareo
destruyó toda la documentación", el recurrente olvida que en el apartado segundo in fine, se
establece que la cantidad con la que se operó en el programa " FOREX" por orden del
recurrente fue de 671.793 euros, tal como se decanta de las investigaciones policiales que
fueron objeto de ratificación plenaria.

No apreciamos relación de mutua exclusión entra una y otra afirmación fáctica. Ambas
proposiciones son compatibles, debiéndose precisar que la segunda se refiere no tanto a lo que
fue objeto de inversión sino a la imposibilidad de establecer la trazabilidad entre el dinero
entregado por los perjudicados y los actos dispositivos realizados por el hoy recurrente.
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El resto de las objeciones no cuestionan la claridad de lo que se declara probado, sino que se
haya considerado como tal. Y es obvio que esta cuestión, como anticipábamos, queda muy al
margen de la vía que ofrece el motivo por quebrantamiento de forma invocado. La parte utiliza el
motivo con fines muy diferentes a los que debe responder lo que obliga a su desestimación.

Segundo motivo al amparo del artículo 852 LECrim por vulneración del derecho constitucional a
la presunción de inocencia

2.1. El recurrente denuncia lesión de su derecho a la presunción de inocencia pues considera


que una parte sustancial de los hechos que se declaran probados carecen de toda base
probatoria. También denuncia inconsistencia valorativa e incompletitud en el análisis de las
informaciones probatorias producidas en el acto del juicio. Como ejemplo de lo primero,
cuestiona lo afirmado en la sentencia de que la prueba de los hechos de la acusación se funda
en las declaraciones de todos los inversionistas y en los documentos aportados que acreditan
las respectivas inversiones, que fueron, además, reconocidos por el recurrente. No es cierto que
todos los inversores declararan ni que todos afirmaran conocer al Sr. Cesareo. Por su parte,
algunos de los documentos aportados son simples fotocopias, otros carecen de firma y otros
contienen menciones documentales incompatibles con la realidad pues en la fecha en que se
afirman suscritos el recurrente no se encontraba en España.

Además, no es cierto, se afirma, que el recurrente reconociera la autenticidad de los contratos


aportados. Se limitó a manifestar que los formatos resultaban similares a los utilizados en el giro
de su actividad mercantil de inversión. Por otro lado, la prueba caligráfica arroja un resultado
concluyente: no puede afirmarse fuera de toda duda que la firma obrante en los contratos
examinados pertenezca al recurrente.

Asimismo, denuncia inconsistencia fáctica pues no resulta admisible que se declare probado
que se quedó con el dinero recibido y al tiempo, en el mismo apartado de hechos probados, se
reconozca que no se ha acreditado el destino dado al dinero.

2.2. Al hilo de motivo, debe recordarse que este nos impone, en atención al alcance pretendido -
la protección del derecho constitucional a la presunción de inocencia-, diferentes planos de
control que van desde la verificación de la validez constitucional y legal de las pruebas
practicadas; la consistencia de las informaciones aportadas para considerar suficientemente
acreditados más allá de toda duda razonable los hechos sobre los que se funda la declaración
de existencia del delito y de participación del recurrente; y la propia evaluación del proceso
valorativo del tribunal de instancia. Determinando, por un lado, si las razones por las que
atribuye valor a las informaciones probatorias responden a las máximas de la experiencia, a las
reglas de la lógica de lo razonable y al conocimiento científico -vid. SSTS 227/2007, 617/2013,
310/2019-. Y, por otro, si el método valorativo empleado se ajusta a las exigencias
constitucionales de completitud y de expresa identificación en la sentencia de los criterios de
atribución de valor con relación, primero, a cada uno de los medios de prueba practicados y,
segundo, al cuadro probatorio observado en su conjunto, tal como exige el Tribunal
Constitucional -vid. SSTC 5/2000, 139/2000, 149/2000, 202/2000, 340/2006, 105/2016- y esta
propia Sala -vid. entre muchas, SSTS 544/2015 , 822/2015 , 474/2016, 948/2016, 3110/2019-.

2.3. Partiendo de lo anterior, no debe insistirse en exceso que uno de los fines esenciales del
enjuiciamiento criminal es determinar cuál de las hipótesis fácticas que integran el objeto del
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proceso, a la luz del cuadro probatorio, reúne condiciones de verificabilidad que le permitan ser
declarada como la tesis probada. Cuando de lo que se trata es de declarar acreditada de
manera suficiente la hipótesis acusatoria, el canon de suficiencia probatoria debe ser, en virtud
del principio de presunción de inocencia, más exigente. Ello supone que debe presentarse
como la próxima a lo acontecido más allá de toda duda razonable.

Como consecuencia, y de contrario, surge la obligación de declarar no acreditada la hipótesis


acusatoria cuando la prueba practicada arroja un resultado abierto, de tal manera que las
hipótesis defensivas o la hipótesis presuntiva general de no participación que garantiza, de
partida, el principio de presunción de inocencia, como regla de juicio, aparezcan, desde criterios
racionales de valoración, también como probables, aun cuando lo sean en un grado menor que
la tesis acusatoria.

2.4. Pero este no es el caso que nos ocupa. La hipótesis acusatoria se sostiene sobre datos
probatorios que permiten dotarla de un grado de conclusividad altísimamente prevalente que
sitúa la hipótesis de defensa en un marginal, por insignificativo, territorio de probabilidad.

Datos probatorios que se integran en un cuadro de prueba que actúa, por tanto, como objeto o
espacio de valoración de cada una de las informaciones que lo integran. En efecto, el cuadro de
prueba hace que el valor probatorio de sus resultados para fundar una sentencia condenatoria
no se mida por la fuerza acreditativa intrínseca de cada uno de los medios producidos sino por
el valor integrativo de todos ellos. Los valores específicos interactúan conformando la imagen
probatoria. El peso probatorio de cada dato probatorio se nutre de las aportaciones
confirmatorias de la hipótesis de la acusación que arrojan cada uno de los otros indicios.

El grado de conclusividad de la inferencia no se mide por la simple suma de resultados sino por
una operación más compleja. El valor que se atribuya a un dato de prueba se nutre,
interaccionando, de los otros datos de prueba. El resultado probatorio es, por tanto, multifásico y
acumulativo. Por ello, debe evitarse un modelo deconstructivo de análisis de los resultados de
prueba, como propone el recurrente, pues puede arrojar una falsa representación sobre la
imagen proyectada por el cuadro de prueba.

En efecto, el abordaje crítico de cada uno de los datos de prueba aisladamente considerado
puede sugerir la ausencia de fuerza acreditativa intrínseca. Pero ello no comporta, de forma
necesaria, que el resultado cumulativo de todos los datos interactuando no sea suficientemente
sólido para poder declarar probada la hipótesis de la acusación.

2.5. Este es el caso que nos ocupa. Sin perjuicio de los más que evidentes márgenes existentes
para que la sentencia de instancia hubiera justificado en términos más exhaustivos los hechos
que declara probados, identificamos prueba suficiente y, también, la mínima motivación exigible
que, en el caso, se nutre, precisamente, de un abordaje desde la idea del cuadro de prueba. De
la necesidad de atender a un esquema en red de las aportaciones probatorias que se derivan de
los diferentes medios plenarios practicados. Método que permite, en el caso, extraer
valoraciones materiales y razones justificativas comunicables de tipo cognitivo.

2.6. La sentencia distingue dos grupos de informaciones probatorias.

Uno, integrado por aquellas que acreditan el marco espacio-temporal de producción y de


desarrollo de lo que normativamente se califica en la sentencia como acción engañosa. En ese
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desarrollo de lo que normativamente se califica en la sentencia como acción engañosa. En ese
sentido, las declaraciones testificales de la Sra. María Dolores, Sr. Ismael y Sra. Purificacion y
de las empleadas Sras. Tatiana, Olegario y Sagrario permiten considerar suficientemente
probado cómo el "negocio" de inversión se fundaba en una apariencia de realidad. Muy
relevante resulta el testimonio de la Sra. María Dolores relativo a que el recurrente, a finales de
2007, ya en la fase final del plan fraudulento, no disponía de habilidades suficientes para operar
en la plataforma de inversión " FOREX". O el testimonio de las empleadas sobre la ficticia
actividad desarrollada o cómo vieron al recurrente extrayendo bolsas de dinero de la oficina.

A ello hemos de añadir las conclusiones contenidas en el informe elaborado por la policía
judicial, y que fue objeto de ratificación y contradicción plenaria, referentes, por un lado, a que el
volumen total de inversión identificada en la plataforma " FOREX" ascendió a 671.793 euros,
solo un 13% del total de dinero que, tal como se declara probado, fue recibido por el recurrente
procedente de los perjudicados. Y, por otro, a la no identificación de elementos de trazabilidad
respecto del resto del capital recibido. Lo que sumado al hecho también acreditado por la
prueba testifical de que era el recurrente quien de manera directa se encargaba de la percepción
de la mayor parte de los capitales entregados por los perjudicados para una supuesta inversión
permite concluir, fuera de toda duda razonable, que este fue el responsable final del
desconocido destino dado al dinero.

Por su parte, los testimonios del Sr. Ismael y de la Sra. Purificacion sirven para acreditar el
modelo de funcionamiento consistente en ofertar importantes intereses remuneratorios y
asegurar una expectativa de recuperación inmediata del capital invertido, haciéndose valer el
recurrente de diferentes personas conocidas para entrar en contacto con los que finalmente
resultaron perjudicados, al no recuperar ninguna cantidad del capital entregado.

Por otro lado, el propio recurrente, en su manifestación plenaria, aporta información con valor
confirmatorio de la hipótesis de acusación relativa a que el "negocio de inversión"
promocionado era aparente, sin fundamento real alguno. No de otro modo puede valorarse el
reconocimiento que hace el Sr. Cesareo de que una vez dejó de atender las obligaciones
pactadas destruyó, por consejo de un policía, toda la documentación relativa a la supuesta
actividad inversora y a las "malas decisiones" que, según él, propiciaron el fracaso del proyecto
inversor. La explicación no solo resulta inverosímil, sino que, como apuntábamos, nutre de plena
atendibilidad a la hipótesis de la mera apariencia, como instrumento eficaz del engaño dirigido a
obtener numerosos desplazamientos patrimoniales por parte de los terceros perjudicados.

El no hallazgo de trazas de inversiones, más allá de la escasa cantidad antes referida, de


movimientos de capital, de una contabilidad estructurada y respetuosa con las exigencias
formales junto al modo, descrito por las empleadas, en que el recurrente contaba el dinero,
sacaba en bolsas cantidades recibidas o satisfacía parte de los intereses convenidos son datos
probatorios suficientes para poder concluir, de forma respetuosa con las exigencias del principio
de presunción de inocencia, que la mayor parte del dinero recibido se detrajo desde el inicio del
supuesto fin inversor pactado. Fin que dotaba de aparente causa negocial a su entrega.

2.7. El otro grupo de informaciones probatorias sobre las que el tribunal de instancia funda su
convicción son las que provienen del testimonio prestado por aquellos que sufrieron el perjuicio
patrimonial y que permiten al tribunal determinar el alcance preciso de la defraudación.

El tribunal atribuye alta fiabilidad a dichas informaciones testificales sobre las circunstancias
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previas y concurrentes a la entrega del dinero al recurrente, así como con relación a las
concretas cantidades entregadas. Y, de nuevo, utiliza un método valorativo correcto, aunque se
echa de menos una más detallada exposición justificativa.

Como de forma explícita se afirma en la sentencia recurrida, el alto nivel de coincidencia entre
los casi cincuenta testigos que depusieron en el plenario sobre la dinámica comisiva, les presta
mutua consistencia. El marco espacio-temporal-modal de producción de los hechos genera una
suerte de efecto abrazadera entre todas las informaciones probatorias producidas que alcanzan,
por ello, un notable grado de correspondencia y fiabilidad.

2.8. En este sentido, debe recordarse que la atribución de valor probatorio reconstructivo a la
información testifical no debe venir determinada solo por lo creíble que resulte el testigo sino por
lo fiable que resulte aquella. Lo fiable de la información hace referencia a las condiciones
fenomenológicas de producción probable de lo relatado mientras que lo creíble atiende más a
un plano subjetivo, a que el testigo no ha mentido, por lo tanto, más abierto a valoraciones y
prejuicios de tipo culturalistas e intuitivistas. Lo primero -lo fiable- exige mayores cargas de
justificación al juez que atribuye valor a la información. Lo segundo -lo creíble- favorece la
utilización de fórmulas de justificación con menores cargas cognitivo-materiales -vid.
STC 75/2013-.

2.9. Además, las declaraciones gozan de elementos de corroboración notables. Uno, sin duda,
la propia documentación de las operaciones con apariencia negocial realizadas. Sobre este
punto, el recurrente cuestiona el valor probatorio de las simples fotocopias aportadas, de los
documentos cuya firma no reconoce o de los que tan siquiera aparecen firmados.

Ninguna de estas objeciones debilita el juicio de suficiencia.

Con relación a las fotocopias debe recordarse la doctrina de esta Sala que admite su valor
probatorio "bajo cautelas de prudencia y, en general, desde la corroboración por otros
elementos de juicio" -vid STS 627/2007 -. Y ello en la medida " que resulta difícilmente
sostenible una exclusión radical como elemento probatorio de esta especifica clase de
documentos pues las fotocopias de documentos son sin duda documentos, en cuanto escritos
que reflejan una idea que plasma en el documento oficial..." -vid. SSTS 732/2009, de 7 de julio,
500/2015, de 24 de julio-. Como todo documento privado, la fotocopia podrá, por tanto, ser
valorada conforme a las reglas de la sana crítica, como precisa el artículo 326. 2. párrafo
segundo LEC.

En el caso, el tribunal no basa su convicción sobre la realidad de los actos dispositivos


consecuentes al engaño en la fotocopia aportada si no en el testimonio de quien lo afirma.
Debiéndose recordar que en nuestro Derecho nunca ha existido una regla limitativa sobre la
prueba de las obligaciones como la regulada en el artículo 1341 del Código Civil francés que
excluía la prueba testifical cuando el contenido de la obligación superara una determinada
cantidad de dinero -vid. artículo 1215 CC antes de su derogación por la entrada en vigor de la
Ley de Enjuiciamiento Civil-.

La fotocopia, por tanto, adquiere un simple valor corroborativo de la fiabilidad de la información


testifical que se convierte en el dato probatorio primario. El efecto corroborativo, como precisa la
Audiencia Provincial, se deriva de la correspondencia entre el documento fotocopiado y los

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otros documentos originales aportados a la causa, el reconocimiento de las firmas en al acto del
juicio por parte de los testigos que intervinieron en el otorgamiento y la plausibilidad de la
explicación ofrecida por los testigos sobre las razones por las que no disponían de los
originales.

2.10. Con relación a los documentos sin firmas, su aprovechamiento es también simplemente
corroborativo. El tribunal basa su convicción de la existencia del perjuicio consecuente al
engaño desplegado por el recurrente en el testimonio de los perjudicados que le parece fiable.
Como también se lo parece la explicación sobre la ausencia de firmas: que en la dinámica
comisiva el recurrente utilizaba dos ejemplares de contratos quedándose con el ejemplar
firmado por ambas partes y entregando "al inversionista" el otro ejemplar sin su firma. De nuevo,
debe recordarse el modelo de valoración en red de todas las informaciones disponibles que
utiliza el tribunal de instancia para decantar elementos de consistencia y fiabilidad comunes a
todos los testimonios producidos.

2.11. Y en cuanto a la objeción por no reconocimiento de su firma respecto a algunos de los


documentos aportados, ciertamente, lo que impide es otorgarles el valor equivalente al de los
documentos públicos, pero no se traduce en que deba, en el caso, cuestionarse seriamente su
autenticidad.

Es cierto que la pericial caligráfica practicada en la instancia respecto a un determinado número


de documentos cuya firma negaba el Sr. Cesareo -los que figuran a los folios nº 4, 65, 138, 140,
353, 360 a 363, 365, 367, 370, 381, 1.742 a 1.744, 1.007, 1.323 a 1.327, 1.568, 2.411 a 2.421,
2.048 y 2.649- no permite concluir de manera fehaciente que las firmas dubitadas fueran
estampadas por el recurrente. Pero, de contrario, tampoco permite, en términos periciales,
excluirlo, sin que se decante, insistimos, un indicio precursor de falsedad.

En todo caso, la información pericial debe ponerse en relación con el resto de las informaciones
probatorias disponibles para extraer conclusiones valorativas consistentes. Y lo cierto es que la
duda de conclusividad que introduce la pericial es superada por el Tribunal de instancia
atendiendo a un conjunto de datos probatorios -similitud de formato, condiciones coincidentes
de otorgamiento, contenido del clausulado-, que permiten inferir con suficiente certeza
aproximativa que las firmas sí corresponden al recurrente.

Toda reconstrucción probatoria arroja sombras de dudas, espacios fácticos que resultan de
imposible reproducción. Pero la cuestión esencial reside en determinar sus efectos sobre la
convicción judicial. Esto es, si dichas incertezas impiden a los jueces justificar de forma
cognitiva la hipótesis acusatoria ya sea por ausencia de prueba sobre elementos fácticos
esenciales sobre los que aquella se apoya ya sea porque los medios utilizados para ello vienen
afectados de un racional déficit de habilidad reconstructiva ya sea porque se acredite que lo
relatado es subjetivamente inverosímil o porque a la luz de las otras pruebas resulta
fenomenológicamente imposible o poco probable.

No es el caso. El cuadro de prueba integrado por las diferentes secuencias e informaciones


probatorias arroja un resultado de autoría del acusado muy contundente.

2.12. Una última consideración al hilo del motivo y su denuncia de que la sentencia de instancia
ha dejado de valorar la llamada por el recurrente prueba de descargo.

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Sobre ello debe insistirse, una vez más, que la completitud de la justificación probatoria no solo
resulta relevante para medir el cumplimiento del deber de motivación que impone el artículo 120
CE, sino, lo que es mucho más importante, para constatar la adecuada protección objetiva del
derecho a la presunción de inocencia y, en íntima conexión con este, del derecho a la libertad
de la persona acusada. La valoración fraccionada del cuadro probatorio puede debilitar,
sensiblemente, el grado, primero, de racionalidad de la misma y, segundo, de conclusividad de
las premisas probatorias que se utilizan para la formulación del hecho probado.

El deber de completitud obliga a la utilización de estándares de justificación probatoria


exigentes y, en todo caso, a la extensión del deber de valoración respecto a todos los medios
que acceden al cuadro probatorio, con independencia de su naturaleza directa o indirecta y de
la cualidad de aquellos como de cargo o no. Cuestión esta, por cierto, que, en puridad, no puede
abordarse como un prius sino como un posterius a la propia justificación racional del conjunto
de los resultados que arroja el cuadro de pruebas. El ocultamiento o seccionamiento de medios
que conforman el cuadro de prueba puede comprometer el mandato de transparencia y convertir
la decisión sobre los hechos en una fórmula iluminista que poco o nada satisface las finalidades
endo y extraprocesales de la motivación en materia de hechos.

Resultado crítico que se dará, sobre todo, en aquellos supuestos en los que se han producido
informaciones probatorias contradictorias entre sí, particularmente provenientes de medios de
prueba personal, cuya atribución de valor reclama explicar por qué se opta por una determinada
información en detrimento de la otra.

2.13. Pero, en el caso, sin perjuicio de los ya revelados márgenes para una plasmación más
exhaustiva de la justificación probatoria, no identificamos un déficit de incompletitud relevante.
Tampoco el desarrollo del motivo nos ofrece razón alguna para apreciarlo. El recurrente, en
términos sorprendentes, se limita a enunciar las "pruebas de descargo" que según el tenor del
motivo no han sido valoradas -y que coinciden en la mayor parte con las que fueron propuestas
por las acusaciones- pero no precisa en modo alguno qué concretas informaciones han
quedado excluidas del análisis probatorio. Tampoco identifica la inconsistencia valorativa que
pudiera derivarse de dicha preterición.

Un simple enunciado de medios de prueba que se afirman no valorados no es suficiente en esta


vía casacional para fundar el motivo e identificar el defecto estructural de motivación que se
denuncia.

Tercer motivo, al amparo del artículo 852 LECrim , por infracción de precepto constitucional:
lesión del derecho a la tutela judicial efectiva garantizado en el artículo 24.1 CE

3.1. Por una vía singular, el recurrente denuncia contradicción interna de la sentencia al
establecer, al tiempo, en el hecho séptimo que se ha probado la inversión de una pequeña
cantidad de dinero para, a continuación, en el segundo párrafo, establecer que no hay prueba al
respecto. También identifica contradicción sustancial entre el hecho probado séptimo y el
fundamento jurídico segundo en la medida en que se concluye que el recurrente se quedó con
el dinero recibido pese a que la propia sentencia reconoce que no se ha podido contar con
prueba sobre el destino dado al mismo. Considera el recurrente que el tribunal de instancia
utiliza el hecho admitido de que destruyó toda la documentación relacionada con las inversiones
como prueba del destino del dinero, lo que comporta un indebido desplazamiento de la carga de
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prueba.

3.2. El motivo no puede prosperar. Ni los afirmados gravámenes se ajustan al cauce escogido ni
identificamos fundamento fáctico o normativo que les preste atendibilidad.

La afirmada contradicción en el hecho probado séptimo ya ha sido objeto de análisis al hilo del
primero de los motivos, a cuyas razones desestimatorias nos remitimos.

3.3. Y por lo que se refiere al segundo gravamen, en modo alguno identificamos ni contradicción
sustancial ni lesión de la carga probatoria que impone el principio de presunción de inocencia -
vid. Artículo 6 Directiva 2016/343 del Comité de Ministros y del Parlamento Europeo ,sobre
presunción de inocencia y el derecho a estar en juicio-.

El hecho probado séptimo declara probado que el recurrente " se quedó para sí todo ese dinero"
(sic) y el fundamento jurídico segundo precisa los elementos indiciarios que, a partir de las
informaciones de prueba, le permiten llegar a dicha conclusión. Entre las que, sin riesgo de
lesión constitucional alguna, se encuentran las que aporta el propio acusado. Porque, en
puridad, aquí no nos encontramos ante un uso probatorio del silencio que estaría vedado por el
artículo 47 CDFUE y el artículo 7.5 de la Directiva 2016/343 -vid. también STC 61/2005-, sino
ante la valoración de una información plenaria aportada por el propio recurrente en el ejercicio
de su derecho a defenderse y a la no autoincriminación -vid STC 93/2005 que apunta la
procedencia constitucional de aprovechar probatoriamente lo manifestado por la persona
acusada en el ejercicio de su derecho a la última palabra-. Lo que la persona acusada declara,
en adecuadas condiciones defensivas, en el acto del juicio accede al cuadro de prueba,
renunciando al privilegio constitucional y convencionalmente reconocido a no hacerlo - vid.
STEDH, caso Vera Fernández Huidobro c. España, de 6 de enero de 2010, parágrafo 144-.

No pudiéndose oponer ninguna regla de prohibición de valoración de lo declarado sin perjuicio,


claro está, del valor reconstructivo que quepa atribuir a lo manifestado a la luz de los otros
elementos de prueba disponibles y, muy en particular, en atención a quién puede perjudicar
dicha información -vid. sobre estándares de atribución de valor a la información aportada por
una persona coacusada, STC 111/2011, 126/2011; STEDH, caso Balsan c. República Checa,
de 18 de octubre de 2010-.

Nuestro Tribunal Constitucional se ha pronunciado de forma expresa sobre el valor que puede
atribuirse a la versión inverosímil ofrecida por la persona acusada, afirmando que " la futilidad
del relato alternativo del acusado, si bien es cierto que no puede sustituir la ausencia de prueba
de cargo, so pena de asumir el riesgo de invertir la carga de la prueba, siì puede servir como
elemento de corroboracioìn de los indicios a partir de los cuales se infiere la culpabilidad" -vid.
SSTC 220/1998, 155/2002, 135/2003 y 300/2005-.

3.4. Y no otra cosa ha acontecido en el caso. La explicación ofrecida por el recurrente sobre las
razones de la destrucción de todo vestigio documental de las operaciones de inversión que
afirma realizó resulta del todo inverosímil e implausible, como apuntábamos al hilo del anterior
motivo. Y sugiere con claridad que dicha documentación nunca existió. Pudiéndose utilizar la
falta de toda constancia como un indicio más que, junto a los otros identificados por el tribunal
de instancia, presta consistencia probatoria a la inferencia de que la mayor parte de las
cantidades de dinero recibidas por el recurrente nunca fueron invertidas en los términos

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pactados. Términos que, a la postre, sirvieron como una simple pantalla obligacional de un
ambicioso y sofisticado plan fraudulento.

Cuarto motivo -octavo en el orden propuesto-, al amparo del artículo 849.2º LECrim , por error en
la valoración probatoria

4.1. Denuncia el recurrente que el tribunal ha concedido, por error, valor probatorio a
determinados documentos que carecen de condiciones de autenticidad. Por no reconocer su
firma entre las que aparecen estampadas; por contener menciones que no se ajustaban a la
realidad -como las relativas a fechas en que aparecen suscritos en las que el recurrente no se
encontraba en España-; por no constar la fecha precisa en que se suscribió -el presentado por el
Sr. Secundino-; por identificar a otras sociedades que nada tenían que ver con el proyecto de
inversión como destinatarias del dinero; o por no hacer constar quién actuó en los contratos
otorgados por una mercantil - Mitainsa-.

También se reprocha que el órgano de instancia haya otorgado valor probatorio a distintos
reconocimientos de deuda y ello en la medida que no se ha acreditado que la deuda reconocida
responda a las previas cantidades entregadas con finalidades de inversión en la plataforma
FOREX.

4.2. El motivo tampoco puede ser estimado.

Y ello porque se identifica un claro desajuste entre lo que se pretende y el cauce casacional
escogido para ello. Como es bien sabido, al hilo de los reiterados pronunciamientos de esta
sala, el espacio en el que puede operar el motivo de casación previsto en el artículo 849.2
LECrim se circunscribe "al error cometido por el Tribunal sentenciador al establecer los datos
fácticos que se recogen en la declaración de hechos probados, incluyendo en la narración
histórica elementos fácticos no acaecidos, omitiendo otros de la misma naturaleza como si
hubieran tenido lugar o describiendo sucesos de manera diferente a como realmente se
produjeron" -vid. por todas, SSTS 200/2017, de 27 de marzo; 362/2018, de 18 de julio - .

Error que, por otro lado, ha de tener la suficiente relevancia para alterar precisamente la
declaración de hechos probados de la sentencia recurrida. Pero, además, el éxito del motivo
reclama que se den determinadas condiciones de producción: primera, ha de fundarse en una
verdadera prueba documental y no de otra clase, como las pruebas personales, aunque estén
documentadas en la causa; segunda, ha de evidenciar el error de algún dato o elemento fáctico
o material a la sentencia de instancia, por su propio y literosuficiente poder demostrativo directo,
es decir, sin precisar de la adición de ninguna otra prueba ni tener que recurrir a conjeturas o
complejas argumentaciones. El motivo no permite una revalorización del cuadro probatorio para
de ahí atribuir el valor reconstructivo que la parte pretende atribuir al documento; tercero, muy
vinculado al anterior requisito, el dato que el documento acredita no debe entrar en
contradicción con otros elementos de prueba, pues en estos casos no se trata de un problema
de error sino de valoración; quinto, el dato documental que contradiga el hecho probado debe
tener virtualidad para modificar alguno de los pronunciamientos del fallo en la medida que
puede alterar los términos del juicio de subsunción.

4.3. Pues bien, como adelantábamos, ninguno de los documentos permite por sí revelar error en
la fijación del hecho proado por parte del tribunal de instancia. Su potencial modificativo viene

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condicionado a operaciones de revalorización del conjunto de los datos probatorios que


integraron el cuadro de prueba. Cualquier modificación del relato reclama un análisis probatorio
complejo, no literosuficiente, de los datos documentados cuyo tratamiento, en su caso, solo
puede intentarse por la vía de la protección de la presunción de inocencia ex artículos 5.4 LOPJ
y 852 LECrim.

Vía en la que, al hilo del anterior motivo, se ha ofrecido sustancial respuesta a las objeciones
probatorias del recurrente que fundan este motivo por error probatorio documental.

Quinto motivo -sexto en el orden propuesto por la parte- por infracción de ley, al amparo del
artículo 849.1º LECrim : indebida aplicación de los tipos de estafa de los artículos 248 y 250.1.
6ª, ambos, CP

5.1. También con relación a los motivos de alcance normativo se hace necesario reajustar el
orden propuesto pues resulta obvio que los juicios de culpabilidad y de punibilidad vienen
condicionados de forma ontológica por el previo juicio de tipicidad. Por tanto, cuestionado este
debe abordarse su análisis con carácter prioritario a aquellos motivos que combaten el alcance
dado a la circunstancia de atenuación o a la pena impuesta por una indebida aplicación de las
reglas de determinación.

Así, el recurrente considera que no se dan los requisitos que la doctrina y jurisprudencia
entienden (sic) deben concurrir para poder entenderse cometido el delito de estafa. En
particular, el elemento subjetivo del dolo (sic) pues, se afirma, durante más de tres años mantuvo
relaciones contractuales con más de cuatrocientas personas cumpliendo lo pactado. Insiste el
recurrente en que no existe un engaño precedente ni tan siquiera coetáneo, no siendo admisible
el llamado dolo sobrevenido para identificar comportamiento constitutivo de estafa.

Los datos sobre los que la sentencia recurrida decanta dolo no son, a su parecer, significativos.
Si bien en los contratos se utilizaba una suerte de membrete o nombre comercial, "Delmar", ello
no quiere decir que existiera una sociedad. El recurrente actuaba por sí y en su propio nombre
en los contratos celebrados no ocultándose detrás de ninguna fórmula societaria.

Tampoco resultaba necesario para operar en la plataforma "FOREX" contar con una habilitación
por parte de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, como se afirma, erróneamente, en la
sentencia. De ahí que ni de la inexistencia de estructura societaria ni del hecho de no contar con
un permiso del referido organismo público pueda decantarse indicios de maniobra engañosa.
Insiste, reiterando, que un buen número de los contratos de gestión de fondos para inversión
que se afirman celebrados se sostienen sobre simples fotocopias y otros carecen de la firma del
otorgante, por lo que carecen de la necesaria suficiencia probatoria para acreditar la existencia
del negocio documentado.

También, la prueba del juicio ha revelado que algunos contratos aparecen otorgados en fechas
en las que el recurrente no se encontraba en España. Y con relación a los reconocimientos de
deuda suscritos y aportados lo que acreditan es la existencia de relaciones jurídicas y un
verdadero compromiso de cumplir con el contenido obligacional pactado.

A ello debe añadirse la ausencia de una prueba fehaciente de que las firmas obrantes en un
buen número de los contratos que se atribuyen otorgados por el recurrente hubieran sido
estampadas por este. La conclusión a la que llega el dictamen caligráfico es clara: no se puede
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estampadas por este. La conclusión a la que llega el dictamen caligráfico es clara: no se puede
atribuir la firma al Sr. Cesareo en los contratos dubitados de forma incontestable.

Por su parte, el recurrente llama la atención sobre que los "inversionistas" se limitaron a
manifestar que se sintieron engañados cuando el recurrente no pudo cumplir con las
obligaciones pactadas, no cuando otorgaron el negocio. Lo que sugiere con claridad que solo
hubo un incumplimiento ex post de naturaleza civil.

Por último, considera que el régimen de intereses remuneratorios pactados, por su excepcional
porcentaje, obligaba a los inversionistas a dotarse fórmulas de autoprotección que,
sencillamente, descartaron asumiendo de forma voluntaria el altísimo riesgo que comportaba
este tipo de operaciones.

5.2. El motivo debe ser rechazado.

Por una razón esencial: el hecho declarado probado sí identifica, como tendremos oportunidad
de precisar, con suficiente claridad los elementos del delito de estafa.

Lo que la parte busca con el motivo es reconfigurar la base fáctica de la revisión normativa
pretendida, lo que está vedado por la vía escogida del artículo 849.1º LECrim. Esta exige un
escrupuloso respeto a los hechos que se declaran probados en la sentencia. Su campo de
operación es exclusivamente el juicio de subsunción a partir, insistimos, del hecho fijado en la
instancia siempre, claro está, que permanezca inalterado después de analizados los motivos
que lo que pretenden es, precisamente, su modificación o supresión en esta instancia.

Por tanto, en el caso, el fracaso de los motivos que cuestionaban la prueba de los hechos obliga
al análisis del motivo por infracción de ley tomando como exclusivo marco de referencia el
establecido en los hechos probados de la sentencia recurrida.

5.3. Análisis que obliga a partir de coordenadas normativas básicas. Como es bien sabido, el
delito de estafa reclama que el perjuicio patrimonial sea consecuencia de una disposición en
perjuicio propio o de tercero que se explique en términos causales exclusivos y excluyentes por
el previo engaño por parte del sujeto activo. La preexistencia del engaño y su cualificada
eficacia causal para la obtención del desplazamiento patrimonial constituyen exigencias de
tipicidad inexcusables. La ausencia de una u otra desplaza la intervención penal y obliga a
acudir a las reglas civiles para la reparación del daño o del perjuicio causado.

La frontera entre el ilícito penal y el civil se sitúa, precisamente, en las exigencias de tipicidad
que concurren en el primero. No todo incumplimiento, por tanto, de las obligaciones civiles
deviene delito de estafa si no se acredita, cumplidamente, la preexistencia de un plan
incumplidor y la puesta en escena engañosa como factor causal del desplazamiento patrimonial.

Cuando se utilicen fórmulas o mecanismos negociales su criminalización exige identificar que,


en efecto, se concibió en términos finales y causales como el singular instrumento engañoso. De
modo que en su propio otorgamiento pueda ya excluirse la existencia de causa negocial, en los
términos exigidos en el artículo 1275 CC. en cuanto el defraudador contemplaba desde ese
mismo momento el incumplimiento de las obligaciones que contraía.

En puridad, en estos tipos de contratos criminalizados el sinalagma contractual pactado, aun de


forma tácita, actúa como una suerte de pantalla obligacional para el que defrauda. La lesión del
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sinalagma, entendido como conjunto de deberes prestacionales principales y accesorios, no es,


por tanto, consecuencia del incumplimiento del contrato sino simple y llanamente de la previa
maniobra engañosa que antecedió al propio desplazamiento por parte del sujeto pasivo.

Lo anterior sirve como regla fundamental para marcar la línea de separación entre los ilícitos
civiles-patrimoniales y los penales. De tal modo, aun cuando se produzca una grave lesión del
derecho de crédito o de cualquier otro con relevancia patrimonial por incumplimiento culpable o
mendaz del obligado a satisfacer la contraprestación o, incluso, cuando en el mismo se
individualice la presencia de elementos engañosos si no se acredita, al tiempo, que la
disposición patrimonial fue consecuencia directa y exclusiva del engaño previo, la lesión del
sinalagma deviene en simple vicisitud de la relación jurídica pactada, con exclusiva
trascendencia civil.

5.4. Pero, en el caso, coincidimos con el tribunal de instancia en que la frontera de la tipicidad
penal ha sido ampliamente traspasada. Los datos fácticos reflejados en los hechos de la
sentencia resultan altamente significativos, debiéndose recordar que su valoración reclama,
siempre, una perspectiva heurística o integradora que tome en cuenta las circunstancias fácticas
antecedentes, coetáneas y también posteriores. Es la interacción de todos ellas la que arroja
una imagen normativa que permite identificar todos los elementos de la tipicidad.

Los datos fácticos precursores son los siguientes:

-El contenido prestacional pactado en cada uno de los "contratos de inversión" otorgados
preveía intereses remuneratorios muy altos, muy por encima de los del mercado, y un
compromiso de devolución casi inmediata del capital invertido cuando así fuera solicitado por
los inversionistas.

-Los contratos venían encabezados por una referencia a una sociedad que no existía.

-El Sr. Cesareo dispuso de una oficina física donde mostraba a los futuros "inversores" el modo
de operar en la plataforma "FOREX". Utilizaba para ello diversas pantallas de ordenador que
mostraban movimientos, en forma de gráficos dinámicos, de compra y venta de divisas. También
había contratado a varias empleadas que operaban con ordenadores conectados a los que el
recurrente mostraba a los "inversionistas", realizando operaciones ficticias de inversión, a modo
de prueba, pues carecían de toda competencia técnica. Solo después de recibir un cursillo, las
empleadas realizaron alguna operación real de inversión por cantidades de escasa cuantía en
comparación al volumen del dinero recibido por el recurrente de parte de los "inversionistas".

-El Sr. Cesareo en las explicaciones que ofrecía a los perjudicados se apoyaba en los gráficos
que mostraban las pantallas de los ordenadores, insistiendo cómo en ese momento se estaba
realizando una operación real de venta y compra de divisas y el beneficio obtenido cuando, en
puridad, lo que se reflejaba era ficticio.

-El Sr. Cesareo entre 2006 y enero de 2008 recibió de distintas personas una cantidad total que
superaba los cinco millones de euros. De dicha cantidad solo consta invertida en la plataforma
"FOREX" una total de 671.693 euros.

-El Sr. Cesareo, durante el periodo de referencia, satisfizo con las "inversiones" que recibía los
intereses pactados de los primeros "clientes", generando con ello una gran confianza en
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aquellos. Lo que servía de incentivo a los nuevos "clientes" a quienes se mostraban las
liquidaciones de intereses.

-En un momento determinado, el Sr. Cesareo dejó de abonar cantidad alguna por intereses.

-Ninguna de las personas ha recuperado el dinero entregado para la afirmada inversión en


divisas.

-No se ha podido determinar el destino dado al dinero recibido por el recurrente que, a salvo en
un exiguo porcentaje, no fue invertido en los términos promocionados y pactados.

-No se ha hallado documentación alguna relacionada con el flujo del dinero recibido.

-No consta que las personas que en nombre propio o representando a sociedades mercantiles
entregaron el dinero al recurrente tuvieran especiales conocimientos en mercados secundarios
de divisas.

5.5. Como anticipábamos, a partir de tales datos, se identifica con claridad cómo por el hoy
recurrente se urdió una compleja puesta en escena -mise en scène, en la terminología clásica-.
Desde la creación de una apariencia de actividad societaria de inversión mobiliaria hasta la
promoción del "negocio" inversor, utilizando información ficticia mediante el uso de un simulador
de inversiones on line y ofreciendo altísimos incentivos remuneratorios y compromisos verbales
de reingreso del capital entregado a demanda del inversor.

Pero no solo. Los hechos probados identifican cómo esa estructura ficticia se amplió con nuevos
"inversionistas" atraídos por el pago efectivo de intereses remuneratorios a los "inversionistas"
anteriores, ocultándose en todo momento que dichos "pagos" se nutrían exclusivamente de las
nuevas aportaciones de capital, dada la inexistencia de actividad inversora correlativa a las muy
importantes "inversiones" que, mediante la entrega de capital al recurrente, realizaron los
perjudicados.

Los pagos de intereses no respondían a ningún propósito de cumplimiento del contrato pactado.
Formaban parte de la propia ejecución del ardid defraudatorio diseñado. Los contratos se
convirtieron en meras pantallas de contenido aparentemente obligacional que ocultaban una
estructura fraudulenta piramidal que determinó decisivamente el resultado despatrimonializador.
A lo que debe sumarse, la ausencia de toda trazabilidad entre el dinero entregado y el destino
dado al mismo por el hoy recurrente y el no hallazgo de vestigio documental alguno de las
relaciones habidas con los perjudicados.

5.6. Hitos fácticos cuya lógica interacción permite descartar la existencia de intención de
cumplimiento desde el propio arranque de la actividad. La apariencia contractual e inversora con
significativas expectativas remuneratorias fue el mecanismo utilizado por el recurrente para
convencer a los perjudicados que aportaran capital. Cabe trazar, por tanto, una incuestionable
relación exclusiva y excluyente de imputación entre la actividad engañosa desarrollada por el
recurrente y los desplazamientos patrimoniales en perjuicio de sus titulares.

Lo que satisface todas las exigencias de tipicidad reclamadas por el tipo de estafa. Y entre
estas, también, la significativa relevancia normativa del engaño, sin que identifiquemos factores
de neutralización derivados del incumplimiento por parte de los perjudicados de deberes de
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autoprotección, como sugiere el recurrente en el apartado in fine del motivo.

5.7. A este respecto, debe recordarse que el engaño bastante que reclama el tipo debe
entenderse como el idóneo, relevante y adecuado para producir el error que genera el fraude -
vid. por todas, SSTS 483/2012, de 7 de junio, 822/2014, de 14 de octubre-.

Error que no puede medirse exclusivamente en términos psicológicos, como estado de


ignorancia o de conocimiento manipulado del sujeto pasivo, sino que debe revestir también, y
como apuntábamos, relevancia normativa. Pero ello no se traduce en que para medir la
idoneidad solo pueda acudirse a módulos ex ante estandarizados de tipo objetivo o
relacionados con la potencialidad engañosa para el "ciudadano medio". También, a salvo un
riesgo efectivo de indebida desprotección penal, deben tomarse en cuenta las circunstancias
concretas y reales del sujeto pasivo que hayan sido conocidas o reconocibles por el autor.

Este contenido ampliado de la dimensión normativa del error permite, por un lado, frente a la
fórmula tradicional que incide exclusivamente en un pronóstico objetivo de idoneidad engañosa,
una mejor individualización de las específicas características personales y coyunturales en que
se encuentra la víctima y rodean el desarrollo del hecho típico, atendida, además, la naturaleza
relacional del delito de estafa. Y, por otro, sugiere una mejor protección frente a aquellos
comportamientos engañosos que abarcan situaciones de especial vulnerabilidad de la víctima,
ya sea por su sugestionabilidad al engaño ya sea por la dificultad concurrente para desarrollar
conductas activas de autoprotección.

5.8. En la misma línea de consecuencias, la necesaria relevancia normativa del error excluirá su
relevancia típica por falta de presupuesto objetivo de imputación, cuando el error y la
consiguiente traslación patrimonial se presenten como una consecuencia injustificable de la
propia negligencia o de la falta de cuidado inexcusable de la persona que la sufre. Cuando, en
fin, desde el módulo objetivo y subjetivo de valoración de la capacidad de autoprotección no sea
posible identificar una razón plausible, mínimamente atendible, que explique el comportamiento
patrimonial desprotegido.

Pero este no es el caso. No podemos desconocer, entre otros factores, la complejidad y


sofisticación de la puesta en escena que generó una apariencia plausible de realidad, la
presencia de relaciones previas o amistosas entre el recurrente y su hijo con buena parte de los
perjudicados y de que estos no dispusieran de especiales conocimientos sobre el
funcionamiento de los mercados secundarios de divisas.

Es cierto, no obstante, que la tasa de intereses convenidos era significativamente alta lo que, en
una valoración ex post, pudiera haber estimulado la adopción de estrategias de protección más
eficaces. Pero la existencia, en términos situacionales, de márgenes de mayor autoprotección
no se traduce en la, pretendida por el recurrente, desprotección penal por el perjuicio sufrido.

Las relaciones sociales y mercantiles también se desarrollan mediante fórmulas de confianza en


los demás indispensables, por otro lado, para el tráfico jurídico y económico. Sin que pueda
exigirse, como se afirma en la STS 319/2013, de tres de abril, " actitudes de extremada y
sistemática suspicacia y sospecha en la que solo la acreditación exhaustiva de cada extremo
sería escenario apropiado para un negocio o transacción".

No hay previsión normativa alguna que establezca que la norma penal solo protege a las
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No hay previsión normativa alguna que establezca que la norma penal solo protege a las
personas especialmente perspicaces o desconfiadas -vid. STS 832/2011-.

En el caso, reiteramos, el engaño fue bastante. Su sofisticada ideación y ejecución, muy lejos de
lo burdo que reclama esta Sala para excluir su relevancia -vid. STS 726/2018, de 29 de enero-,
fueron suficientes para provocar el error en los perjudicados y obtener la consumación del fin
propuesto.

Es posible que los perjudicados por los hechos objeto de este proceso no activaran cautelas
especialmente diligentes de autoprotección, pero, situacionalmente, no identificamos, de
contrario, negligencia gravísima, descuido indolente, intenciones secundarias o fiduciarias de
desprotección, planos ocultos con causa torpe o ilícita, que justifique no concederles la
protección penal pretendida mediante la acción ejercitada. Actuaron engañados, pero eso lo que
prueba precisamente es la eficacia, en el caso, del ardid engañoso generado por el acusado.

La protección penal no desborda en este supuesto los fines constitucionales a los que debe
servir ni compromete la prohibición constitucional del exceso. Una aplicación ampliada de
exigentes estándares objetivos de autoprotección para medir la antijuricidad específicamente
penal de las conductas defraudatorias introduce el riesgo de desproteger a un buen número de
perjudicados que carecen de las mejores condiciones socio-culturales-económicas para
protegerse del engaño sofisticado.

Sexto motivo (tercero en el orden propuesto) por el que, al amparo del artículo 852 LECrim , se
denuncia infracción del principio de prohibición del bis in idem por indebida aplicación del
artículo 74.1 CP .

6.1. Al parecer del recurrente, el importe total de la defraudación no puede servir para calificar al
mismo tiempo los hechos como estafa agravada y como delito continuado del artículo 74.1 CP
en su último inciso, cuando se establece "que pudiendo llegar hasta la mitad inferior de la pena
superior en grado".

Pero, al hilo del motivo, el recurrente vuelve a insistir en el cuestionamiento de la base fáctica
sobre la que el tribunal de instancia declara probado que el Sr. Cesareo recibió más de
5.200.000 euros, cantidad que coincide con la que consta entregada por los querellantes en los
respectivos contratos aportados. A su parecer, no hay prueba suficiente que permita considerar
acreditada ni la cantidad total recibida ni que alguna de las entregas superara el importe de
cincuenta mil euros. Lo que, a su parecer, compromete la aplicación del subtipo agravado del
artículo 250 CP, vigente al tiempo de los hechos, y la cláusula de hiperagravación por
continuidad prevista en el inciso final del artículo 74. 1º CP.

6.2. El motivo no puede prosperar. Tampoco el cauce escogido lo permite. Es cierto que la parte
ha formulado el motivo bajo el paraguas del artículo 852 LECrim, invocando vulneración de
precepto constitucional, pero la incuestionable normatividad constitucional, pese a las dudas
sobre su concreta ubicación, del principio de prohibición de bis in idem -vid. SSTC 178/2005,
334/2003, 2/2003- no desplaza su naturaleza sustantiva. Y, por ende, el control casacional de
este específico gravamen debe hacerse desde el hecho declarado probado, el fijado en la
instancia o el que resulte del análisis de los motivos que pretenden, y permiten, su modificación
en esta instancia.

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La consecuencia no puede ser otra que el ya anunciado rechazo del motivo pues en modo
alguno identificamos doble punición.

6.3. Los hechos identifican la concurrencia de dos factores intensificadores del reproche
compatibles entre sí. Uno, por la naturaleza continuada de la infracción. Otro, por la naturaleza
agravada del delito de estafa atendida la cantidad defraudada que supera los cincuenta mil
euros. Gravedad típica que no se nutre de las sumas de las diversas subacciones que integran
la conexión por continuidad, lo que obligaría a neutralizar el efecto bis in idem prescindiendo de
la hiperagravación del artículo 74.1 CP -vid. Acuerdo de Pleno No Jurisdiccional de 30 de
octubre de 2007- sino porque numerosas de las acciones defraudatorias superaron por sí el
resultado agravatorio. Lo que habilita la entrada en juego de la cláusula de exacerbación
punitiva del artículo 74. 1º CP. Hoja de ruta en la identificación del marco de punibilidad
escrupulosamente respetada por el tribunal de instancia.

Séptimo motivo (quinto en el orden propuesto) por infracción de ley, al amparo del
artículo 849.1º LECrim : indebida individualización de la pena por errónea aplicación del
artículo 74. 1º CP

7.1. El recurrente cuestiona el marco penal contemplado en la sentencia pues aun partiendo de
la mitad superior por la continuidad delictiva, el marco abstracto se conformaría entre los tres
años y seis meses y los seis años de prisión por lo que concurriendo una atenuante, aun su
consideración como simple, la pena puntual imponible no podría ex artículo 66.1. 1º CP superar
los cuatro años y nueve meses de prisión, como límite de la mitad inferior.

El motivo debe ser estimado con alcance parcial. Se equivoca, sin embargo, el recurrente
cuando fija el límite máximo de la pena imponible en seis años. La cláusula de exacerbación
punitiva del artículo 74.1 CP, aplicable al caso, lo sitúa en siete años y seis meses de prisión -
vid. SSTS 715/2020, de 21 de diciembre; 1004/2016, de 23 de enero de 2017-.

Pero, en lógica consecuencia, el límite mínimo no son los seis años, como se determina en la
sentencia de instancia, que toma la exacerbación como si generara un subtipo autónomo, sino
tres años, seis meses y un día de prisión a la que obliga la regla especial del artículo 74.1 CP.
De tal modo, la mitad inferior se conforma entre dicho límite mínimo y los cinco años, nueve
meses y quince días de prisión como límite máximo. La concurrencia de una atenuante simple
impediría, en todo caso, superarlo, tal como dispone el artículo 66.1. 1ª CP.

De ahí que proceda el reajuste de la pena impuesta cuya fijación puntual posponemos al
resultado del análisis del motivo que, por infracción de ley, pretende que se otorgue valor
privilegiado a la atenuante de dilaciones indebidas apreciada en la instancia.

Octavo motivo (séptimo en el orden propuesto), al amparo del artículo 849.1º LECrim , por
infracción de Ley: inaplicación del artículo 67 CP que prohíbe tomar en cuenta para determinar
la pena circunstancias agravantes ya contempladas en el tipo

8.1. El recurrente vuelve a denunciar lesión de su derecho a no ser sancionado dos veces. Y lo
hace bajo un argumento singular: la sala de instancia ha tomado en cuenta dos veces el valor
de lo defraudado. Primero, para subsumir la conducta en un tipo agravado y, segundo, para
situar la pena concreta lejos del mínimo imponible lo que parece vedado por el artículo 67 CP.

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8.2. El motivo resulta inatendible. Ni hay infracción del artículo 67 CP, pues no hay trasvase
alguno de efectos agravatorias derivados de una circunstancia genérica ya contemplada en el
injusto típico, ni lesión del principio de prohibición del bis in idem.

A la hora de individualizar la pena, el tribunal debe operar con marcadores de gravedad que no
son los mismos que determinan la calificación de los delitos. Y que se nutren del principio
general de que todo injusto es graduable, a la idea de que la culpabilidad en la medición de la
pena no es idéntica a la culpabilidad como fundamento de la pena.

En la individualización, en la determinación, de lo que la dogmática clásica ha denominado


pena puntual, no debe partirse solo y exclusivamente de los elementos cuantitativos de
agravación tomados en cuenta para la tipificación.

La gravedad del hecho no puede ser utilizada como una fórmula redundante. Es evidente que
defraudar más de cincuenta mil euros determina la aplicación del tipo agravado del delito de
estafa. Pero también lo es que cuando el resultado defraudatorio supera en mucho dicho límite
normativo de gravedad típica, deberá tomarse en cuenta su gravedad total para determinar,
dentro de la escala de pena imponible, la pena concreta que retribuya de manera proporcional el
total de injusto.

Si el legislador ha previsto un arco punitivo que va desde un límite mínimo a un límite máximo de
pena anudada a la infracción, es porque parte, primero, de la presunción de que los jueces
emplearán, de forma racional y justificada, las facultades discrecionales de individualización
que se les conceden, tomando en cuenta todos los factores concurrentes y, segundo, porque por
la naturaleza esencialmente graduable de los injustos hay hechos más graves que otros por lo
que merecen, en lógica consecuencia, una mayor sanción.

El concepto de gravedad que se menciona en el artículo 66.6º CP, reclama, por tanto,
enriquecer el ámbito de juego de la individualización acudiendo a nuevas perspectivas de
análisis que contemplen factores tales como la conducta o energía criminal empleada, la
intensidad del daño producido y todas aquellas circunstancias que, desde una perspectiva
social, sirven para evaluar la gravedad de los hechos y la correlativa necesidad de mayor o
menor severidad de la condena para patentizar el grado de desaprobación por el ataque injusto
a los bienes jurídicos.

8.3. En el caso, apreciamos marcadores intensificadores de gravedad. Por un lado, un mayor


desvalor de acción atendida su extensión temporal, durante más de dos años, y la alta energía
criminal empleada. Y, por otro, y especialmente, de resultado dado el significativo número de
personas perjudicadas y la extraordinaria cuantía defraudada -tómese en cuenta como simple
guía valorativa que la actual redacción del artículo 250.2 CP prevé una pena hiperagravada de
cuatro a ocho años de prisión cuando la cuota de lo defraudado supere los 250.000 euros-.

Ambos indicadores de elevada antijuricidad justifican sobradamente que la pena se imponga


lejos del límite mínimo del marco que resulte imponible.

Noveno motivo (quinto en el orden propuesto por la parte) al amparo del artículo 849.1º LECrim :
indebida aplicación del artículo 21.6 CP por no reconocer efecto privilegiado a la atenuante de
dilaciones indebidas.

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9.1. El recurrente funda su pretensión en el dato relativo a la duración extraordinaria de la causa,


más de diez años, que supera con creces lo que podría considerarse razonable atendida su
complejidad, como reconoce el propio tribunal de instancia. Además, su conducta procesal no
ha supuesto ningún obstáculo a la diligente prosecución no interponiendo ningún recurso contra
las resoluciones dictadas, habiéndose presentado, además, de forma puntual todas las
semanas ante el juzgado o el cuartel de la Guardia Civil durante más de diez años.

Todas estas circunstancias justifican para el recurrente, otorgar valor privilegiado a la atenuante
apreciada en la instancia con la consiguiente rebaja en un grado de la pena impuesta.

9.2. El motivo debe prosperar.

No cabe duda que el transcurso indebido y extraordinario del tiempo en la tramitación del
proceso - el abuso del proceso, en terminología anglosajona-, hace que la persona acusada
sufra por adelantado las consecuencias de su sometimiento al proceso. La excesiva
prolongación del proceso comporta una suerte de pena natural que debe ser compensada, como
fórmula que permita mantener el equilibrio retributivo entre la gravedad de la conducta y la pena
impuesta.

La reforma del Código Penal operada por la L.O. 5/2010 ofrece una valiosa guía de valoración
normativa de la proyección del paso del tiempo en la medición de la responsabilidad penal del
autor del delito, del todo conforme, por otro lado, con los estándares elaborados por el Tribunal
Europeo de Derechos Humanos -vid. por todas, SSTEDH, caso Milovanovic c. Serbia, de 8 de
octubre de 2019; caso Raspopóvic y otros c. Montenegro, de 26 de marzo de 2020- de los que
se nutre esencialmente nuestra propia jurisprudencia -vid. STS 4284/2020, de 14 de diciembre-.

Como se precisa en la norma, el tiempo de tramitación debe ponerse en relación con la


complejidad de la causa y de ahí, medida la correlación funcional entre las actuaciones
practicadas, las necesarias, el tiempo empleado para producirlas y la diligencia en su ejecución
se puede obtener una suerte de cociente. Lo extraordinario de la dilación que reclama el tipo
como fundamento de apreciación obliga a una evaluación integrada de todos los factores
señalados. El tiempo total de duración del proceso es un dato significativo, pero no suficiente
pues, insistimos, debe "medirse" en términos funcionales. Ha de evaluarse su correlación para
el adecuado desarrollo de las actuaciones seguidas, a partir del número y necesidad de las
diligencias practicadas a la luz del objeto del proceso, la conducta procesal de la parte y, sin
duda, la propia regularidad en el impulso y la dirección procesal.

De tal modo, la duración de un proceso podrá calificarse de dilación extraordinaria cuando


carezca de toda conexión razonable con las necesidades de producción temporalmente
necesaria y diligente de los actos procesales, provocando un exceso manifiesto, ya sea por la
injustificada inacción o paralización procesal, por la actividad procesal desordenada o carente
de justificación teleológica o por incidencias procesales provocadas por errores de tramitación.
Y siempre y cuando, además, ninguno de estos factores pueda ser imputado a la conducta
procesal de la parte que sufre el transcurso excesivo del tiempo.

Lo que comporta una cualificada carga descriptiva que pesa sobre quien invoca la atenuación -
sobre todo, cuando, como en este caso, se pretende un efecto atenuatorio intenso-, como es la
de precisar el iter de actuaciones procesales que se consideran no ajustadas al canon de la

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razonabilidad temporal de producción -vid. STS 126/2014, de 21 de febrero-. Y ello para que
podamos evaluar normativamente las causas que pueden explicar la duración del proceso y
calificar la dilación, si se identifica, como extraordinaria o no, atribuyéndole el efecto de
atenuación procedente.

9.3. En el caso, las informaciones aportadas por el recurrente en el desarrollo del motivo se
contraen a destacar la tardanza de más de diez años en la tramitación de la causa sin factores
de especial complejidad que lo justifiquen y la carga aflictiva que le ha supuesto la presentación
apud acta semanal durante tantos años.

No obstante, pese a la escasa descripción por parte del recurrente del iter procesal, no podemos
obviar en el caso los propios términos valorativos contenidos en la sentencia de instancia en los
que el tribunal de instancia destaca la absoluta falta de correspondencia entre el desarrollo
temporal del proceso y la complejidad de su objeto -"[el tiempo transcurrido, "casi once años" ]
se considera inadmisible para cualquier procedimiento penal ya que con ser este complejo,
tampoco lo es en grado excesivo", fundamento quinto de la sentencia de instancia -. Así como la
futilidad de una buena parte de las investigaciones desarrolladas -vid. la desubicada referencia
contenida en el apartado séptimo de los Hechos Probados, " siendo muy limitados los
resultados de la investigación judicial desplegada en la presente causa a lo largo de los diez
años que ha durado pues no se ha profundizado pericialmente en el examen de las cuentas
bancarias de las personas investigadas y de los movimientos obrantes en ellas, ni tampoco se
ha averiguado cuál fue el destino del dinero obtenido ni los movimientos realizados en el país
de destino"-.

9.4. Dichas valoraciones, junto al dato objetivo del muy prolongado tiempo transcurrido,
permiten identificar, como lo hizo el tribunal de instancia, dilación extraordinaria e indebida en
los términos exigidos por el artículo 21. 6º CP. Debiéndose recordar que para evaluar como
indebido el transcurso del tiempo, siempre deben utilizarse elementos relacionales pues exige
partir del tiempo estimado en el que, en condiciones objetivas de adecuación funcional, debería
haberse desarrollado o producido la actuación o el trámite procesal. Sin que, para ello, puedan
tomarse en cuenta, como factores atemperadores, circunstancias estructurales de saturación o
sobrecarga del propio sistema judicial.

Tiempo transcurrido de casi once años hasta la sentencia definitiva al que deben sumarse los
más de dos años transcurridos hasta la presente sentencia firme, resultante de la tramitación del
único recurso devolutivo disponible para la parte. Y si bien el periodo de referencia que debe
tomarse en cuenta para valorar la dilación extraordinaria en esta sede de recurso es el que se
prolonga hasta la sentencia definitiva, el transcurrido hasta la sentencia firme comporta un
objetivo aumento de la duración de la causa y, en esa medida, intensifica los marcadores de
aflictividad, atendido el significativo alcance de la pena impuesta en la instancia -vid. al
respecto, STEDH, caso Rutkowski y otros c. Polonia, de 7 de julio de 2015 [en el mismo sentido,
la más reciente STEDH, caso Zbrorowski c. Polonia, de 26 de marzo de 2020] por la que el
Tribunal de Estrasburgo rechaza expresamente la fragmentación de términos a la hora de
valorar la dilación del proceso, considerando computable el tiempo transcurrido en espera de la
decisión de revisión por parte del tribunal superior-.

9.5. Pero junto a la dilación extraordinaria también identificamos, de la mano de las


apreciaciones del tribunal de instancia, elementos de especial e intensificada desmesura
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temporal y aflictividad relacionada con las limitaciones a la libertad ambulatoria consecuentes a


las medidas cautelares impuestas que justifican apreciar un plus cualificante atenuatorio. Lo que
debe traducirse en la rebaja de la pena en un grado.

9.6. Esta rebaja tan sensible que se justifica, en buena medida, por el efecto aflictivo sobre el
derecho a la libertad ambulatoria de la persona sometida al proceso en términos temporalmente
abusivos, incorpora, sin lugar a dudas, un efecto compensatorio muy significativo.

No olvidemos que el sentido final de la atenuación derivada de la aplicación del artículo 21.6 CP
es preservar el equilibrio que reclaman los artículos 25 CE -principio de correspondencia
proporcional de la pena- y artículo 9 -principio de prohibición del exceso- entre retribución por el
hecho y culpabilidad.

La anticipada lesión de la libertad en el curso del proceso obliga siempre a compensarla con la
sanción imponible o impuesta en la sentencia para que no se desborde su estricto contenido
retributivo a la luz del juicio de culpabilidad fijado en la sentencia. En la mayoría de las
ocasiones, dicha operación compensatoria deberá hacerse en la fase de la ejecución por la vía
de los artículos 58 y 59, ambos, CP pues los anticipos de lesión de la libertad no han
determinado normativamente la fijación de la pena puntual.

Sin embargo, como en el caso de las medidas cautelares no privativas de libertad, su excesiva
prolongación en el tiempo ha servido para identificar la especial e intensificada aflictividad de la
dilación que justifica la apreciación de la atenuación privilegiada del artículo 21.6 CP, ese
elemento compensatorio al que nos referíamos ya se proyecta en la individualización judicial de
la pena.

Proyección que sugiere en cada caso, a la luz de las circunstancias concretas, tomarla en
cuenta a los efectos del artículo 59 CP para evitar una reduplicación de consecuencias
reductoras basadas en la misma razón de apreciación.

9.7. Sentado lo anterior, y partiendo del límite máximo del grado inferior resultante y de los
intensos marcadores de desvalor concurrentes procede fijar la pena puntual en dicho umbral
máximo. Lo que se concreta en tres años, cinco meses y veintinueve días de prisión y multa de
cinco meses con la misma cuota diaria que la establecida por el tribunal de instancia.

Recurso interpuesto por la representación del Sr. Santos

Objeto del Recurso

Once motivos, que al igual que los formulados por el otro recurrente presentan defectos de
adecuada ordenación, fundan el recurso de casación interpuesto por la representación del Sr.
Cristobal. Tres de ellos denuncian error de valoración probatoria y lesión del derecho a la
presunción de inocencia. Uno, con efecto rescindente implícito, quebrantamiento de forma. Y
siete, de alcance sustancialmente normativo, impugnan, por la vía de la infracción de ley y la
vulneración de precepto constitucional, los respectivos juicios de tipicidad, participación y
punibilidad contenidos en la sentencia recurrida.

Y como ya hicimos respecto a los motivos que fundan el recurso del Sr. Cesareo, resulta
obligado la reordenación de los once motivos, iniciando nuestro análisis por el que denuncia
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quebrantamiento de forma para continuar con los que cuestionan la base probatoria de la
sentencia de instancia.

Solo despejados los gravámenes de regularidad en la confección del hecho probado y de


suficiencia probatoria de dicha declaración podrán abordarse, en su caso, los gravámenes de
naturaleza normativa. El hecho probado, como ya indicábamos al hilo del recurso del Sr.
Cesareo, presupone siempre las consecuencias jurídicas.

Primer
motivo -undécimo en el orden propuesto por el recurrente- por el que, al amparo del
artículo 851.1 LECrim , se denuncia quebrantamiento de forma por falta de claridad y
contradicción en los hechos declarados probados

1.1. El motivo presenta las mismas fallas estructurales que el formulado en términos muy
similares por el otro recurrente. Pero tal vez presenta un elemento diferenciador que agrava aún
más el desajuste entre lo que se pretende y cómo se pretende: el seccionamiento interesado del
hecho probado hasta el punto de reconfigurar el relato, excluyendo cualquier elemento de
ilación narrativa que perjudique al recurrente.

Como en el motivo formulado por la representación del Sr. Cesareo se cuestiona el ajuste del
hecho probado con los resultados que el recurrente selecciona de la prueba practicada,
introduciendo hipótesis alternativas de producción que, a su parecer, deberían haberse
declarado probadas. Lo que se pretende, en puridad, al hilo del motivo, es una reformulación del
relato fáctico lo que resulta del todo improcedente.

1.2. En este punto no cabe por más que remitirnos a las razones ofrecidas para desestimar el
motivo formulado por la representación del Sr. Cesareo. Porque tampoco identificamos
contradicciones irreductibles que comprometan de forma significativa la inteligibilidad de lo que
se declara probado.

No hay contradicción, desde luego, entre lo que se describe en términos enunciativos y


asertivos en el relato de hechos probados de la sentencia y el relato potencial pretendido por la
parte. El motivo por quebrantamiento de forma invocado opera, como tuvimos oportunidad de
precisar al hilo del análisis del motivo formulado por el otro recurrente, en un espacio específico.
Es un instrumento para la protección del derecho a conocer la acusación en un sentido amplio y,
con ello, del derecho a defenderse eficazmente mediante el ejercicio de los recursos.

El motivo del artículo 851.1º LECrim permite cuestionar cómo se ha declarado probado el hecho,
pero no combatir ni qué se declara probado ni por qué se declara probado.

1.3. En el muy profuso, confuso y desajustado desarrollo del motivo solo cabe apreciar un atisbo
de contradicción aparente en el hecho probado de la sentencia recurrida. Como puede
observarse, en el párrafo primero del hecho tercero se afirma que el principal responsable, el Sr.
Cesareo, " llevaba el negocio de un modo muy personal y reservado, sin permitir que terceras
personas conociesen los entresijos del mismo y con una contabilización muy rudimentaria y
manual de las entradas y salidas de dinero", para a continuación declarar probado, en el

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apartado segundo del hecho tercero, que propuso a su hijo colaborar con él en ese negocio.

Como apuntábamos, es solo apariencia de contradicción pues resulta obvio, desde una lectura
desde el canon de la totalidad del hecho que se declara probado, que la reserva del Sr. Cesareo
en la llevanza de la actividad fraudulenta era frente a terceros, no respecto a su hijo Cristobal, el
hoy recurrente.

El resto de las objeciones no cuestionan la claridad de lo que se declara probado, sino que se
haya considerado como tal. Y es obvio que esta cuestión, como anticipábamos, queda muy al
margen de la vía que ofrece el motivo por quebrantamiento de forma invocado.

Segundo motivo al amparo del artículo 852 LECrim por vulneración del derecho constitucional a
la presunción de inocencia

2.1. El recurrente denuncia lesión de su derecho a la presunción de inocencia pues considera


que no hay prueba que sostenga la declaración de hechos probados.

En concreto, denuncia que la sentencia no justifica en modo alguno de dónde extrae la


información para declarar probado que disfrutaba de un alto nivel de vida, que mantuvo
contactos con personas residentes en Madrid o que manejara un ordenador portátil donde
mostraba las operaciones de inversión. Reprocha a la sala de instancia que haya construido en
términos voluntaristas una inferencia pseudo-freudiana (sic) de participación consciente en la
actividad negocial del otro acusado, descartando datos suficientemente acreditados que dotan
de plausibilidad a la explicación ofrecida por el recurrente de que se dedicaba a un negocio
inmobiliario completamente independiente al de su padre y que explica que en ocasiones
coincidiera con él en la oficina.

También reprocha inconsistencia valorativa e incompletitud en el análisis de informaciones


probatorias de descargo producidas en el acto del juicio que acreditan su ajenidad respecto a la
actividad desarrollada por su padre.

2.2. No podemos iniciar el análisis del motivo sin reiterar lo indicado al hilo del formulado por la
representación del otro recurrente sobre el contenido del control casacional de la suficiencia
probatoria y del método valorativo empleado por el tribunal de instancia. Sobre esta cuestión, la
denuncia de incompletitud acompañada, esta vez sí, de las precisas informaciones probatorias
que, según el recurrente, no han sido valoradas por el tribunal nos obliga, primero, a comprobar
la realidad de lo afirmado y, segundo, a valorar, de identificarse omisiones valorativas, sus
efectos sobre la consistencia de la justificación probatoria que ofrece el tribunal.

2.3. La omisión, en efecto, acontece. No hay tan siquiera una mención descriptiva en la
sentencia recurrida a los medios de prueba preteridos ni al contenido de las informaciones a las
que se refiere el recurrente. Lo que comporta una evidente irregularidad. Como afirmábamos al
hilo del motivo formulado por el Sr. Cristobal, la valoración fraccionada del cuadro probatorio
puede debilitar, sensiblemente, el grado, primero, de racionalidad de la misma y, segundo, de
conclusividad de las premisas probatorias que se utilizan para la formulación del hecho
probado.

2.4. Pero, como también apuntábamos, ese resultado crítico se dará, sobre todo, en aquellos
supuestos en los que se han producido informaciones probatorias contradictorias entre sí,
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particularmente provenientes de medios de prueba personal, cuya atribución de valor reclama


explicar por qué se opta por una determinada información en detrimento de la otra.

En el caso, el déficit denunciado de motivación no conduce, sin embargo, ni a la nulidad de la


sentencia ni, por la vía de la presunción de inocencia, a la absolución del recurrente. Y ello por
una razón esencial. La información preterida de la valoración carece del necesario potencial
para afectar a la conclusividad y a la consistencia de las otras informaciones probatorias sobre
las que el tribunal de forma expresa sustenta su convicción.

En puridad, las informaciones no valoradas a las que hace referencia el recurrente de testigos
que manifestaron no conocer al Sr. Cristobal o desconocer si captaba clientes o si entregaba
intereses a algunos de los inversionistas o que no tenía idea de cómo se invertía en "FOREX",
no contradicen las informaciones probatorias que se mencionan en la sentencia y que sirven
para fundar la convicción del tribunal sobre la participación penalmente relevante del Sr.
Cristobal.

Ninguna de las informaciones no valoradas permite cuestionar el valor atribuido por la sala de
instancia al testimonio de las diecinueve personas que afirmaron que el recurrente les
promocionó la inversión en "FOREX", mostrándoles en la oficina, además, los elementos
escénicos utilizados por su padre para generar la apariencia de realidad. O el testimonio del Sr.
Eulogio y de la Sra. Almudena quienes afirmaron cómo el hoy recurrente pagó intereses
mediante la entrega del dinero en sobres cerrados. O el testimonio del Sr. Conrado quien indicó
que el Sr. Cristobal le exigió en alguna operación la entrega de cheques al portador. O lo
manifestado por el Sr. Anselmo de que el hoy recurrente, en alguna ocasión, se introdujo en el
despacho de su padre y simulando su presencia entregó contratos a "inversionistas" como si
aquel los hubiera firmado. O los testimonios coincidentes de los Sres. Alejo, Alvaro, Iván y de la
Sra. Ramona relativos a que el recurrente les mostraba, mediante un ordenador portátil, las
operaciones aparentes de inversión de divisas que aparecían también en las pantallas
instaladas en las oficinas de su padre, al tiempo que les indicaba lo fácil que era obtener
beneficios.

2.5. Insistimos, las informaciones no valoradas no sirven para cuestionar la atendibilidad de las
informaciones valoradas. Que de los cincuenta y tres testigos que depusieron en el acto del
juicio algunos manifestaran no conocer al Sr. Cristobal, otros desconocer su grado de
intervención en la actividad dirigida por su padre o, en un caso, que se indicara que el recurrente
sí advirtió al deponente del riesgo que podría comportar la inversión, no compromete el volar
tribuido a las otras informaciones. Son datos neutrales dentro de un cuadro probatorio muy
complejo y un objeto procesal integrado por decenas de subacciones, la mayoría estanqueadas
entre sí.

Reiteramos: dichas informaciones no valoradas no permiten por sí cuestionar la fiabilidad de las


informaciones aportadas por otros testigos que sí indicaron conocer al Sr. Cesareo y
describieron su intervención en la gestión o promoción de algunas "inversiones".

La omisión valorativa siendo un déficit incuestionable no produce, en el caso, efectos


ruinógenos, valga la expresión, sobre la validez de lo decidido ni sobre la suficiencia de las
razones probatorias sobre las que se basa la decisión.

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2.6. Por su parte, tampoco las indeterminaciones probatorias sobre la existencia o no de una
actividad empresarial autónoma desarrollada por el recurrente o sobre los movimientos
bancarios que dicha actividad podría generar comprometen la consistencia probatoria de los
hechos nucleares que fundan el juicio de tipicidad y de participación criminal.

Tercer motivo, al amparo del artículo 852 LECrim , por infracción de precepto constitucional:
lesión del derecho a la tutela judicial efectiva garantizado en el artículo 24.1 CE

3.1. El recurrente, Sr. Cristobal, reutiliza el motivo también utilizado por el otro recurrente, Sr.
Cesareo, por el que se denuncia una suerte de contradicción interna de la sentencia al
establecer, al tiempo, en el hecho tercero que el negocio era llevado por el Sr. Cesareo de un
modo muy personal y reservado para sin solución de continuidad declarar probada la
intervención del recurrente en la gestión a petición de su padre. Así mismo, vuelve a insistir
sobre inconsistencias probatorias que se reflejan en el hecho probado que califica de
equivocado.

3.2. El motivo no puede prosperar. Su formulación es muy confusa. Como también concluimos
respecto al motivo replicado utilizado por el otro recurrente, " ni los afirmados gravámenes se
ajustan al cauce escogido ni identificamos fundamento fáctico o normativo que les preste
atendibilidad".

Por otro lado, la afirmada contradicción en el hecho probado tercero ya ha sido objeto de
análisis al hilo del primero de los motivos, a cuyas razones desestimatorias nos remitimos.

Cuarto motivo -décimo en el orden propuesto-, al amparo del artículo 849.2º LECrim , por error
en la valoración probatoria

4.1. El motivo cuestiona el valor probatorio concedido a determinados documentos -una parte de
los contratos aportados- que, según el recurrente, carecen de autenticidad y validez. Y, como
también pretendió el otro recurrente, al formular su propio motivo, sin disciplina casacional
alguna, cuestionar valoraciones probatorias e inferencias fácticas de la sentencia de instancia.

4.2. El motivo no puede ser estimado.

De nuevo identificamos un claro desajuste entre lo que se pretende y el cauce casacional


escogido para ello. Las razones de la desestimación se nutren de las ya expuestas al hilo del
motivo formulado por el Sr. Cesareo y a ellas nos remitimos.

Quinto motivo -sexto en el orden propuesto por la parte- por infracción de ley, al amparo del
artículo 849.1º LECrim : indebida aplicación de los tipos de estafa de los artículos 248 y 250.1.
6ª, ambos, CP

5.1. El motivo se funda en las mismas razones e incorpora los mismos defectos de formulación
que el introducido por el otro recurrente. Se cuestiona su condena como cooperador necesario
de un delito inexistente pero no se respetan en su formulación los hechos que se declaran
probados. Y estos identifican con toda claridad los elementos de tipicidad reclamados por el
delito de estafa.

5.2. El motivo, por tanto, debe desestimarse, remitiéndonos a las razones expuestas al hilo del
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motivo formulado por el otro recurrente.

Sexto motivo -noveno en el orden propuesto- por infracción de ley, al amor del artículo 849.1º
LECrim : indebida aplicación del artículo 28 CP

6.1. El motivo cuestiona el juicio de participación criminal contenido en la sentencia recurrida.


Pero no lo hace desde la literalidad del hecho probado que impone el motivo sino mediante una
relectura de la prueba practicada y una valoración fraccionada de los elementos fácticos
esenciales de los que parte el tribunal para afirmar la cooperación penalmente relevante del
recurrente. El recurrente, mediante una técnica casacional muy irregular, centra su denuncia de
inconsistencia normativa en la deconstrucción del hecho probado, en el análisis de datos
fácticos periféricos o en simples hipótesis alternativas de producción lo que impide identificar
razones casacionales atendibles.

6.2. Porque sin perjuicio de las circunstancias personales de formación, juventud, movilidad,
círculo de amistades, actividades de ocio, nivel de vida o las incógnitas no despejadas por la
prueba practicada, y destacadas por la sala de instancia, sobre si desarrollaba o no una
actividad empresarial independiente de la de su padre en el sector inmobiliario mediante la
mercantil IDENTITY TRADING S.L que explique el origen de sus cuentas bancarias, la cuestión
normativa debe centrarse en determinar si los actos de colaboración en la actividad del Sr.
Cesareo, que se describen con suficiente caridad en los hechos probados, permiten identificar
los elementos propios de una participación criminal.

6.3. Los límites del acusatorio y, desde luego, del principio de prohibición de la reformatio in
peius nos impiden la reformulación del juicio normativo de participación pues los hechos que se
declaran probados, sin perjuicio del mayor contenido de injusto que quepa atribuir a la acción
desarrollada por cada uno de los recurrentes, identifica actos de ejecución de la acción
fraudulenta que apuntan con claridad hacia un supuesto de coautoría.

6.4. Como es bien sabido, esta exige un acuerdo respecto a aquello que se va ejecutar. Que en
delitos de tracto sucesivo o continuados puede surgir con carácter previo al plan de ejecución o
con posterioridad siempre que se esté desarrollando y antes, claro está, de su consumación. Lo
que se ha denominado como coautoría adhesiva, sucesiva o aditiva -vid.
SSTS 134/2017, de 2 de marzo, 830/2015, de 22 de diciembre-.

Acuerdo que no reclama tampoco la ejecución de todos los actos que integran el elemento
central del tipo objetivo pues cabe la división funcional entre los partícipes. Lo determinante es
que la aportación causal permita apreciar un condominio funcional del hecho que es, a la postre,
lo que funda la imputación recíproca del resultado -vid. STS 604/2017, de 5 de septiembre-.

La cooperación necesaria, por su parte, supone la contribución al hecho criminal con actos sin
los cuales este no hubiera podido realizarse diferenciándose de la autoría material y directa en
que el cooperador no ejecuta el hecho típico, desarrollando solamente una actividad
"prestacional" adyacente en la fase de preparación que, sin embargo, resulta, en términos
fenomenológicos, indispensable para la ejecución de la acción típica y la producción del
resultado. Lo que permite establecer una categoría de partícipe desligada del dominio del hecho
que presta fundamento a la coautoría -vid. SSTS 645/2015, de 24 de septiembre;
415/2016, de 17 de mayo-.

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6.5. Pues bien, en el caso, la sentencia de instancia declara probado que el Sr. Cristobal no solo
facilitó el contacto de 19 personas con la actividad "inversora" primigeniamente diseñada por el
otro acusado sino que "consiguió convencer (les)" junto con su padre para que confiaran su
dinero, utilizando para ello la escenificación desplegada en la oficina mediante pantallas de
ordenador que mostraban gráficos con operaciones simuladas de inversión en divisas y la
presencia de personas empleadas que no realizaban actividad inversora alguna. También
mostraba a amigos y conocidos operaciones ficticias en su ordenador portátil indicando lo fácil
que era obtener beneficios. Pero no solo. Asimismo, se declara probado que entregó en sobres
liquidaciones de intereses a algunos "inversionistas", que recibió directamente fondos de otros y
simuló la firma de algunos contratos por su padre.

Resulta evidente que sin perjuicio del rol directivo o protagónico que desempeñó el otro
acusado o que no se haya podido acreditar una desviación del dinero obtenido a favor del Sr.
Cristobal, los hechos probados identifican elementos de significativa aportación ejecutiva en un
plan criminal abarcado por el dolo de partícipe exigido por el artículo 28 CP.

El Sr. Cesareo utilizó la puesta en escena para la promoción fraudulenta de inversiones


conociendo que las informaciones ofrecidas no eran ciertas y que no existía una real actividad
inversora a la que dedicar las ingentes cantidades de dinero recibidas.

No hay, por tanto, infracción de ley en los términos pretendidos por el recurrente.

Séptimo motivo (tercero en el orden propuesto) por el que, al amparo del artículo 852 LECrim ,
se denuncia infracción del principio de prohibición del bis in idem por indebida aplicación del
artículo 74.1 CP .

7.1. El motivo se apoya en los mismos argumentos que el motivo formulado por el otro
recurrente. A su parecer, el importe total de la defraudación no puede servir para calificar al
mismo tiempo los hechos como estafa agravada y como delito continuado del artículo 74.1 CP
en su último inciso, cuando se establece "que pudiendo llegar hasta la mitad inferior de la pena
superior en grado".

7.2. La identidad de razones alegadas arrastra la identidad de razones para su desestimación,


remitiéndonos íntegramente a las ya expuestas al hilo del análisis del motivo formulado por el
Sr. Cesareo.

Octavo motivo (cuarto en el orden propuesto) por infracción de ley, al amparo del artículo 849.1º
LECrim : indebida individualización de la pena por errónea aplicación del artículo 74. 1º CP

8.1. El motivo, que también se nutre de las razones aportadas por el otro recurrente, cuestiona el
marco penal contemplado en la sentencia pues aun partiendo de la mitad superior por la
continuidad delictiva, el marco abstracto se conformaría entre los tres años y seis meses y los
seis años de prisión por lo que el grado inferior derivada de la aplicación del artículo 65 CP,
concurriendo una atenuante, aun su consideración como simple, la pena puntual imponible no
podría ex artículo 66.1. 1º CP superar el límite de la mitad inferior.

8.2. El motivo debe ser estimado. Se equivoca, sin embargo, el recurrente cuando fija el límite
máximo de la pena imponible en seis años. La cláusula de exacerbación punitiva del
artículo 74.1 CP, aplicable al caso, lo sitúa en siete años y seis meses de prisión -vid.
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SSTS 715/2020, de 21 de diciembre; 1004/2016, de 23 de enero de 2017-. Pero, en lógica


consecuencia, el límite mínimo no son los seis años, como se determina en la sentencia de
instancia, que toma la exacerbación como si generara un subtipo autónomo, sino tres años y
seis meses de prisión, por aplicación como ley especial de determinación del propio
artículo 74.1 CP. De tal modo, el grado inferior se conforma entre dicho límite máximo y el año y
nueve meses de prisión como límite mínimo. La concurrencia de una atenuante simple
impediría, en todo caso, superar la mitad inferior, tal como dispone el artículo 66.1. 1ª CP.

8.3. De ahí que proceda el reajuste de la pena impuesta cuya fijación puntual posponemos al
resultado del análisis del motivo que, por infracción de ley, pretende que se otorgue valor
privilegiado a la atenuante de dilaciones indebidas apreciada en la instancia.

Noveno motivo (séptimo en el orden propuesto), al amparo del artículo 849.1º LECrim , por
infracción de Ley: inaplicación del artículo 67 CP que prohíbe tomar en cuenta para determinar
la pena circunstancias agravantes ya contempladas en el tipo

9.1. El recurrente sigue utilizando los mismos argumentos que el otro recurrente al denunciar
lesión de su derecho a no ser sancionado dos veces. Considera que la sala de instancia ha
tomado en cuenta dos veces el valor de lo defraudado. Primero, para subsumir la conducta en
un tipo agravado y, segundo, para situar la pena concreta lejos del mínimo imponible lo que
parece vedado por el artículo 67 CP.

9.2. El motivo resulta inatendible. Las razones de la desestimación son las mismas que las
desarrolladas in extenso al hilo del motivo formulado por el Sr. Cesareo y a ellas nos remitimos.

Décimo motivo -octavo en el orden propuesto- por infracción de ley, al amparo del artículo 849.1º
LECrim : indebida aplicación del artículo 65.3 CP

10.1. El desarrollo del motivo presenta muchos problemas de inteligibilidad. Parece que lo que
se pretende es disociar los marcos de punibilidad, el utilizado para fijar la pena al Sr. Cesareo,
por un lado, y el que debe utilizarse para fijar la pena del recurrente, por otro. Para de ahí
establecer las consecuencias degradatorias derivadas de la aplicación del artículo 65.3 CP.

10.2. El motivo debe ser rechazado. El efecto degradatorio establecido en el artículo 65.3 CP -
extravagantemente apreciado por la sala de instancia- debe computarse a partir de la pena
señalada para la infracción de que se trate.

En el caso, nos encontramos ante un delito continuado de estafa agravada por la cuantía -
anterior a la reforma de 2015- que obliga a partir, para la determinación del marco de punición,
de la mitad superior de la pena prevista en el tipo. No siendo posible establecer marcos
abstractos diferenciados en atención al título de participación.

El grado inferior, en los términos precisados en el motivo anterior, por la aplicación del
artículo 65.3 CP no conduce, como mantiene el recurrente, a una pena imponible de un año y
nueve meses de prisión. Sin perjuicio de lo que resulte del último motivo.

Undécimo motivo (quinto en el orden propuesto por la parte) al amparo del artículo 849.1º
LECrim : indebida aplicación del artículo 21.6 CP por no reconocer efecto privilegiado a la
atenuante de dilaciones indebidas.
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11.1. Al igual que otros muchos motivos, existe coincidencia pretensional y argumental con lo
sostenido por el otro recurrente. Por tanto, en lógica consecuencia, procede apreciar los mismos
efectos al darse las mismas razones para ello.

También merece, por tanto, el Sr. Cesareo la atenuación privilegiada derivada de la


circunstancia del artículo 21. 6º CP, lo que se traduce en la reducción de la pena en un grado.
La pena puntual debe situarse, como justificamos también al hilo del análisis del motivo
formulado por el otro recurrente, en los límites altos del grado inferior por los marcadores
excepcionales de desvalor concurrentes. Pena que fijamos en un año, ocho meses y
veintinueve días de prisión y multa de dos meses y veinte días con la cuota diaria establecida en
la sentencia de instancia.

Recurso formulado por la representación de la Sra. Palmira

Único motivo por infracción de Ley al amparo del artículo 849.1º LECrim : imprecisa aplicación
del régimen de costas.

1.1. El motivo pretende, en puridad, una aclaración del alcance de la fórmula dispositiva sobre
las costas utilizada en la sentencia de instancia que sugiere un exceso en el uso de la vía
casacional. Porque, en efecto, sin perjuicio de la no excesiva claridad de la fórmula dispositiva
utilizada por el tribunal de instancia -" Absolver a Elisabeth y a Palmira del delito de estafa del
que han sido acusadas, dejándose sin efecto las medidas cautelares decretadas contra las
mismas y con declaración de oficio de la mitad de las costas causadas, incluyendo la mitad de
las costas de las acusaciones particulares"- es obvio que no puede contradecir el mandato
normativo del artículo 24º.2º LECrim que previene que el procesado absuelto no puede ser
condenado en costas.

1.2. La fórmula empleada a lo que se refiere la recurrente solo puede entenderse en el sentido
que una parte de las costas causadas por las acusaciones no podrá repetirse. Pero no puede
cabalmente interpretarse como que esa otra mitad debe ser asumida por la recurrente absuelta.

El motivo, por tanto, se desestima.

Cláusula de costas

1.1. Las costas de los recursos interpuestos por el Sr. Cesareo y el Sr. Cristobal se declaran de
oficio.

1.2. Procede la condena en costas, por así disponerlo el artículo 901 LECrim, de la recurrente
Sra. Palmira.

FALLO

Por todo lo expuesto, en nombre del Rey y por la autoridad que le confiere la Constitución, esta
sala ha decidido

Haber lugar, parcialmente, a los recursos de casación interpuestos por las representaciones
representación del Sr. Cesareo y del Sr. Cristobal contra la sentencia de 12 de diciembre de
2018 de la Audiencia Provincial de Valencia (Sección Tercera), cuya resolución casamos y
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anulamos, en los términos que se precisarán en la segunda sentencia que a continuación se


dicta.

Asimismo, declaramos no haber lugar al recurso de casación interpuesto por la representación


de la Sra. Palmira contra la referida sentencia.

Las costas de los recursos interpuestos por el Sr. Cesareo y el Sr. Cristobal se declaran de
oficio. Condenamos en costas a la recurrente Sra. Palmira.

Notifíquese esta resolución a las partes haciéndolas saber que contra la presente no cabe
recurso e insértese en la colección legislativa.

Así se acuerda y firma.

RECURSO CASACION núm.: 1219/2019

Ponente: Excmo. Sr. D. Javier Hernández García

Letrada de la Administración de Justicia: Ilma. Sra. Dña. María Josefa Lobón del Río

TRIBUNAL SUPREMO

Sala de lo Penal

Segunda Sentencia

Excmos. Sres.

D. Manuel Marchena Gómez, presidente

D. Antonio del Moral García

D. Andrés Palomo Del Arco

D. Ángel Luis Hurtado Adrián

D. Javier Hernández García

En Madrid, a 8 de febrero de 2021.

Esta sala ha visto el recurso de casación por infracción de precepto constitucional, infracción de
ley y quebrantamiento de forma número 1219/19, interpuesto por D. Cesareo, Don Cristobal, y
Dª : Palmira contra la sentencia núm. 705/2018 de fecha 12 de diciembre de 2018 dictada por la
Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Valencia, sentencia que ha sido casada y
anulada por la dictada en el día de la fecha por esta sala integrada como se expresa.

Ha sido ponente el Excmo. Sr. D. Javier Hernández García.

ANTECEDENTES DE HECHO
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Versión generada por el usuario ANTONI SERGI ALEMANY SALLERAS

ÚNICO.- Se aceptan y se dan por reproducidos los hechos probados de la sentencia de


instancia, que no fueren incompatibles con los de la sentencia rescindente y con esta segunda.

FUNDAMENTOS DE DERECHO
ÚNICO.- Por las razones expuestas, al hilo del análisis del motivo por infracción de ley
formulado por la representación de los recurrentes Sres. Cesareo y Cristobal, procede apreciar
la circunstancia atenuante de dilaciones indebidas con valor cualificado. Lo que comporta fijar,
como penas puntuales, la de tres años, cinco meses y veintinueve días de prisión y multa de
cinco meses con la misma cuota diaria que la establecida por el tribunal de instancia para el Sr.
Cesareo y la de un año, ocho meses y veintinueve días de prisión y multa de dos meses y vente
días con la misma cuota diaria que la establecida por el tribunal de instancia para el Sr.
Cristobal.

FALLO
Por todo lo expuesto, en nombre del Rey y por la autoridad que le confiere la Constitución, esta
sala ha decidido

Condenamos al Sr. Cesareo como autor de un delito continuado de estafa agravada del
artículo 250.1. 6º -redacción vigente al tiempo de los hechos- CP, concurriendo la atenuante con
valor cualificado de dilaciones indebidas, a las penas de tres años, cinco meses y veintinueve
días de prisión y multa de cinco meses con la misma cuota diaria que la establecida por el
tribunal de instancia con la accesoria de inhabilitación para el derecho de sufragio pasivo
mientras dure la condena.

Condenamos al Sr. Cristobal como cooperador de un delito continuado de estafa agravada del
artículo 250.1. 6º CP -redacción vigente al tiempo de los hechos-, concurriendo la atenuante con
valor cualificado de dilaciones indebidas, a las penas de un año, ocho meses y veintinueve días
de prisión y multa de dos meses y vente días con la misma cuota diaria que la establecida por el
tribunal de instancia con la accesoria de inhabilitación para el derecho de sufragio pasivo
mientras dure la condena.

Se mantienen el resto de los pronunciamientos de la sentencia recurrida.

Notifíquese esta resolución a las partes haciéndolas saber que contra la presente no cabe
recurso e insértese en la colección legislativa.

Así se acuerda y firma.

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