Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
. . . Podría tratar de fingir que no existe el dolor fijándome sólo en los beneficios que me
ofrecen, pero parezco olvidarlo siempre. Incluso ahora, una parte de mí aún grita por todos
los sentimientos y deseos que he tenido, que no fueron experimentados ni apreciados en el
pasado. He encontrado que lo mejor que puedo hacer con el pasado y el presente es
empezar a desarrollar el camino de mi propio deseo genuino.
. . . Cada día estoy aprendiendo a planear mi camino desde mi propio corazón. Esto significa
buscar mi corazón en lugar de buscar los corazones de los demás. No es que me importen
menos las otras personas. Es que escuchando a mi propio corazón he encontrado
simplemente que tengo más que dar cuando quiero dar.
. . . Al seguir mi propio camino a veces me siento diferente, como si algo estuviera mal en mí.
Puedo dudar de mí mismo y empezar a luchar por hacer que mi camino se parezca más al
de los otros, o puedo preguntarme: “Es este camino digno de mi vida en este momento?”. Si
lo es, quiero hacer todo lo posible para cuidarlo.
. . . No es fácil vivir el camino de mi corazón, pero el niño que hay dentro de mí me ha
convencido de que es aún menos fácil tratar de vivir en el camino de otra persona. Se me ha
enseñado tanto a conformarme con las direcciones que toman otros, que a veces ni siquiera
sé qué es mío, qué es lo que yo quiero. He dejado que otros tomen decisiones por mí
durante tanto tiempo, que no puedo hacer elecciones yo mismo. Mis padres, maestros y
terapeutas me han dicho tanto quién soy que yo no estoy seguro de qué es lo que soy y qué
no. Trato de desquitarme haciéndolos a todos responsables de mi forma de ser, en lugar de
hacerme responsable yo mismo y empezar por responder esas preguntas yo mismo.
. . . Muchas veces busco algo en qué confiar casi en cualquier parte. Dejo que cualquier
persona piense por mí esperando que me hará sentir mejor. En estas ocasiones ando en
busca de mi cabeza, mi corazón y mi niño en todas partes menos donde se encuentran:
dentro de mí.
. . . A veces creo que el mundo me ha estado diciendo durante tanto tiempo lo que siento y lo
que sé, que parece imposible que haya un camino que sea enteramente mío. Por otra parte,
de vez en cuando, veo en un presentimiento repentino algo que quiero y cambio mis caminos
para alcanzarlo. No importa que mis rutinas, mis pensamientos y mis sentimientos parezcan
pertenecer a otros: repentinamente, al reconocer mis deseos, empiezo a vivir mi vida para
mí.
. . . Antes de que mi cabeza o mis pensamientos puedan ser los míos, debo reconocer a mi
niño, mis sentimientos. Al desarrollar el camino de mi corazón, confiando en que se
desdoble mi propia voluntad, mi cabeza, corazón y niño se hacen uno, yo. Todo el calor y
seguridad, placer y felicidad que he buscado en el mundo se encuentran dentro de mí. Todo
parece estar esperando dentro, sólo tengo que reconocerlo.
. . . El jardín en el que quiero vivir no se halla más lejos de lo que yo estoy de mí
mismo. Todo está esperando para que yo empiece a querer a mi corazón y a mi niño,
mi voluntad y mis sentimientos. Mientras tanto, puedo continuar permitiendo que
otros me controlen a cambio de controlar a otros, o me puedo volver mi propio
controlador, mi propio director. En lugar de aceptar o rechazar los caminos de otros,
empiezo a aceptar o rechazar mis propios caminos hasta que encuentro lo que quiero.
Empiezo a criar al niño que llevo dentro de mí, aceptándome a mí mismo en el mundo.
3
Encuentro que el camino del jardín es amar a mi niño dondequiera que estoy. Las
semillas y los rayos de sol parecen ser ilimitados.
. . . Algo comienza a surgir dentro de mí. Yo lo llamo mi niño. Me siento excitado y seguro.
Algo dentro de mí empieza a crecer de nuevo. Un espíritu, una energía que es la mía propia
me recorre. Cuanto más espacio hago y planeo mi vida alrededor de esta parte especial de
mí mismo, más sorprendente se vuelve este sentimiento. Mi niño se siente liberado al
mundo. Empiezo a verme y a vivir de la manera que soy por dentro.
. . . Como le ha ocurrido a mucha gente, en lugar de ser educado para comprender el amor,
el éxito y la riqueza que tenía dentro, fui educado para creer que el amor, el éxito y la riqueza
eran algo que estaba afuera, en el mundo, algo que yo tenía que lograr. Esto fue lo que me
controló y me limitó a la hora de apreciarme a mí mismo.
. . . No importa cuántos ni qué camino eligiera intentar, algo estaba fallando. El amor y el
éxito que yo estaba buscando parecían siempre justo más allá de mi alcance. En este punto
decidí detener mi mundo y verlo de nuevo. En el pasado, cuando tuve este sentimiento,
trataba de pasarlo por alto o buscaba iniciar una nueva relación. Tal vez empezaba un
nuevo proyecto. Comenzaba a leer y practicar algunas técnicas nuevas que se suponía me
iban a acercar más a mí mismo. Cuando miraba a mi alrededor veía a todos haciendo lo
mismo o estableciéndose, o criando niños, tratando de darles a ellos lo que siempre
quisieron para sí mismos.
. . . Cuando vi mis alternativas pensé, ¿por qué no empezar a cuidar al niño olvidado en
mi interior y darle lo que necesita? En lugar de iniciar un proyecto nuevo o una nueva
relación, ¿por qué no empezar una nueva relación conmigo mismo? En mi propia falta
de determinación, mis sentimientos parecen estar implorando que se les tome en cuenta. En
lugar de buscar a alguien más, ¿por qué no empiezo a darle al niño que llevo dentro de
mí lo que siempre quise para mí mismo? Parece haber un niño dentro de mí que fue
concebido hace muchos años y que sólo está esperando ser redescubierto. ¿Por qué
no empezar a ver mi mundo y luego crear uno nuevo que sea lo suficientemente seguro para
que ese niño pueda sentir y confiar, un mundo donde se sienta lo suficientemente seguro
para soñar?
. . . La decisión de dejar atrás lo que me aleje de mi niño y mantenerme cerca de él
significa un gran compromiso. Cada forma de vida que elegí en el pasado, sin
importar lo poco satisfactoria que hubiera sido, aún así, constituyó el camino de mi
vida. Dejar a un lado las formas anteriores y empezar un camino nuevo, más cercano
a mi corazón, depende de lo mucho que me valore a mí mismo.
. . . Inicialmente, cualquiera que considera tener un bebé piensa cuidadosamente en la
responsabilidad de su crianza y de estar siempre presente para él, aparte del amor y la
alegría que traerá al mundo. La decisión de que vuelva a nacer el niño olvidado dentro
de mí exige la misma responsabilidad de cuidarlo y alimentarlo como merece. A
diferencia de lo que sucede con otros niños, yo no quiero criar a mi niño para que
cubra la falta de amor en mi vida. Quiero hacer lugar para que mi niño se convierta en
él mismo.
. . . Originalmente, mi niñez, mis sentimientos, se confundieron y fueron controlados por las
necesidades y expectativas de otras personas. Ahora la única persona que es responsable
de mi niño, la única persona que puede tener excusas por no darle amor y cuidados por lo
que él es, soy yo mismo.
4
. . . En el pasado viví en la idea de que yo no tenía nada que ver con el control de mi
vida. Mis padres y otras personas tenían la autoridad para determinarla. Adquirir el
compromiso de criar a mi niño en el mundo significa empezar a aceptar que o tengo el
control o estoy renunciando al control de mi vida. Ahora soy yo el padre y maestro de
confianza al que mi niño busca mientras se convierte en él mismo. Es mi decisión
ignorarlo o escuchar sus necesidades, sus sentimientos y empezar a actuar sobre lo
que quiero.
. . . Por lo general, la parte de mí mismo que más a menudo evito es el pequeño monstruo
celoso, enfadado, posesivo y hambriento que hay dentro de mí. Puedo fingir estar tranquilo y
respirar una y otra vez y tratar de creer que él no está ahí pero, tarde o temprano, trepa y
explota fuera de mí exigiendo atención. Cuanto más trato de evitar a mi niño, más
inmanejable se vuelve y al final emerge. Sin embargo, estando alerta a los deseos de mi
niño interno puedo evitar que se desarrolle un monstruo enfurecido con el cual tenga que
vérmelas más tarde. Tal vez no pueda satisfacer siempre sus deseos, pero mi niño,
8
como los niños en general, quiere saber que está bien desear y que merece que sus
deseos sean atendidos.
. . . Si quiero encontrar los momentos más desnudos que contienen alguna verdad
sobre mi ser, no necesito buscar más allá de los momentos en los que estoy fuera de
control. Los momentos compulsivos o desesperados que dirigen mi experiencia se
localizan donde he renunciado a mi libertad y fijado límites a mi ser. Justo bajo mis
rituales compulsivos o mi comportamiento adictivo me encuentro yo mismo, mi niño más
desnudo.
. . . Comer compulsivamente, ingerir drogas, dormir, trabajar o llevar a cabo una fantasía
sexual particular, es mi niño que se hace cargo de mi vida expresando sus necesidades.
Dentro de cada búsqueda de arreglo, ya sea una jeringa, una amante, una bebida, una orden
que controle a otro o un pedazo de pastel, dentro de ese momento se halla la admisión de
que estoy fuera de control y la oportunidad para asumir la responsabilidad de mi niño con
necesidades. No estoy fuera de control cuando mi cabeza cuida de mi niño confiando en mi
propia verdad interior.
. . . Creer que fumar cigarrillos, consumir alcohol, apartarse socialmente o ser hiperactivo,
creer que mi comportamiento me controla, elimina cualquier oportunidad para elegir mi propio
camino y ser más completamente autodeterminado. El problema no es la adicción, sino ser
incapaz de elegir y determinar más completamente mi vida. Las adicciones, como todas las
defensas en contra de vivir más completamente, pueden resultar innecesarias. Pero si
partes de mi vida están fuera de control, negar o cambiar esas partes no me va a
satisfacer hasta que se satisfagan las necesidades de mi niño.
. . . Cuando me noto compulsivo es porque mi niño está necesitando que reconozca cómo es
él, al perder e control. Se siente amenazado. Su dolor se esconde, deseoso de un ambiente
de amor que exprese el mensaje de que él merece ser amado. Muchas veces lo veo
aferrarse a casi cualquier cosa que cambie sus sentimientos. A veces únicamente me
siento y escucho su enfado y su frustración. Me acuerdo de que nadie más que yo
está controlando lo que siente ahora. Puedo levantarme, hacer algo y quitarle sus
sentimientos, o puedo sentarme con él a esperar que su inquietud se calme y se dirija
hacia su propia acción necesaria. Cierro los ojos y escucho sus clamores. Lo
sostengo, lo acompaño. Mi niño empieza a gritar, brincar, llorar o sonreír su alivio. Al
darle a mi niño la elección de seguir su propio curso, cualquiera que éste sea, le
confiero su propia manera de resolverse. La decisión de mi niño me libera .
. . . El camino de la apertura es aceptar una y otra vez que soy la fuente y el creador de mi
experiencia. Y sólo yo puedo encontrar el significado y la solución de mi experiencia.
. . . Mi niño necesitado siempre se está expresando a través de mi cuerpo, que es el vehículo
para mi experiencia. Con el dolor físico, como con cualquier otro tipo de dolor, la
experiencia elegida es la que determina mi curso de afirmación. Puedo ser una víctima sin
control o, por el contrario, darme permiso a mí mismo y empezar a alimentar a mi niño, a mi
corazón y a mi cabeza asumiendo la responsabilidad de mi ser necesitado. Tal vez yo no
elija los acontecimientos, los accidentes de mi vida, pero sí elijo mi experiencia y mis
reacciones frente a estos acontecimientos.
. . . Los acontecimientos y relaciones ordinarios parecen enormes y abrumadores a un
corazón cuya capacidad de expresarse fue detenida y controlada a una edad muy
temprana. Un círculo de temor que empezó cuando era un niño pequeño me ha
separado de mi corazón. Hasta que mi niño no resuelva el temor que provoca pánico a mi
expresión, mi corazón y mi expresión estarán sin armonía. Hasta que yo no ame a mi niño
9
. . . Los momentos en que me siento fuera de control, los momentos en que siento que no
tengo alternativa, son los que merecen mi mayor atención y cuidados. Mi experiencia de los
sucesos habla de mis separaciones, las separaciones de mí mismo.
. . . A medida que me acerco más y más a mi corazón me voy uniendo con la fuente latente
de mi centro. Cuanto más lejos estoy de mi corazón, más oscuros y opacos son los colores
de mi experiencia.
. . . Gradualmente seré capaz de corregir el curso de mi sueño día y noche tan pronto como
no sea lo que yo deseo. Al hacerme cada vez más responsable, respondo más rápidamente
a mi sueño.
. . . El mundo de afuera se comprende una vez que se está en el mundo en que me
encuentro, cuando dejo de quejarme y correr, gritar y esconderme de lo que está aquí. Esto
implica vivir las experiencias de muerte y renacimiento de la vida diaria. Cada vez que dejo ir
algo que controla mi corazón y empiezo de nuevo, tienen lugar una muerte y un
renacimiento. Nuestro niño espera dentro de cada uno de nosotros a que estemos
dispuestos a deshacernos del dolor y arriesgarnos al gozo.
. . . Para mí, el proceso de volver a descubrir mi niñez y deshacerme de los profundos
dolores ocultos en ella dependió desde el principio de la creación de nuevas maneras de
revitalizar mi experiencia. La duración del proceso y la necesidad de volver a experimentar
cualquier trauma de estar fuera de control no fue tan importante como el inducir a mi voluntad
a que sintiera mi dolor, permitiendo que algo muriera dentro de mí para poder sentirme vuelto
a nacer y poder crear una vez más. Mi decisión no yace dentro de mi dolor, la muerte de
todo el peso innecesario que cargo, sino en mi habilidad para liberarme y así poder crear,
para morir y volver a nacer. Aceptar mis experiencias, tanto de dolor como de gozo es nacer
y renacer a una experiencia.
. . . Todas mis creencias sobre el mundo se estaban derrumbando . . . Empecé a conocer la
muerte como se conoce al mejor amigo. Cada cosa que sujetaba mi ser, las creencias y
sentimientos de los que me he liberado, me han introducido a una nueva realidad.
Reconociendo los caminos de la muerte, a veces cada día, a veces momento a momento,
me libero y escapo hacia ese lugar en mí donde no existen más límites que aquellos que aún
temo dejar morir. La única cosa que debo dejar es la creencia de que para vivir
completamente tengo que renunciar a partes de mi ser. La muerte es creación de mi
atemorizada fantasía que duda de mi verdadera naturaleza. El amor está listo para abrazar,
sostener y acariciar cada parte de mí en cada momento de temor. Cada pregunta que le
hago a este lugar en mí recibe la misma respuesta: que me acuerde de confiar . Todas
12
las cosas aguardan cuando hay confianza. Confianza en que una parte más grande de
mí, algo más allá de mí mismo está siempre conmigo y me insta a que confíe en mi
camino hacia lo nuevo.
. . . No importa lo bien que esté cuando camino por senderos marcados por otros; me
siento separado de una parte de mí.
. . . Casi todos vivimos en la creencia de que si podemos estar en algún otro lugar o
circunstancia diferente de la que nos encontramos ahora, seremos felices.
. . . A medida que entiendo que tanto mi cuerpo como las experiencias y acontecimientos de
mi vida son una extensión de mis pensamientos, empiezan a cambiar tan fácilmente como
comenzar a pensar en otra cosa. En vez de que el mundo me esté empujando y estirando,
mi verdadero ser crea mi mundo. En vez de pensar en luchar, mis pensamientos crean y
deciden mi curso. Hasta ahora he invertido toda mi energía en creer cuán poderoso es el
mundo y qué pequeños son mis pensamientos. Cuando entiendo que el mundo no es mayor
que mi habilidad para verlo, comprendo que la energía de mi vida no está en ninguna otra
parte más que en mí mismo. La riqueza y la belleza del mundo me esperan en cada
pequeño pensamiento, como si fueran átomos que esperan hacerse cargo y expandirse.
Estoy construyendo mi corazón.
. . . Cuando dejo de buscar mi fantasía y mi corazón, cuando dejo de buscar el cielo siempre
más allá de mí, lo encuentro esperándome justo dentro de mí. Cuando ya no estoy
buscando el cielo en la bóveda celeste, encuentro el cielo en la Tierra. En verdad, el cielo
está esperando en la Tierra. Siempre lo ha estado y siempre lo estará. Tan pronto como me
sienta preparado, ya no seré ajeno a mí mismo y el cielo ya no será ajeno a la Tierra.
. . . No importa cuán dolorido y abrumado esté, existe el amor de todos los abrazos que
alguna vez haya recibido esperando reunirse conmigo.
. . . La Tierra se basa en ganar y perder, en pérdidas y ganancias. Sin embargo, comprendo
y recuerdo que no puedo ganar y perder mi esencia. La vida de lucha se basa en creer que
algunos problemas son más difíciles que otros, pero de nuevo comprendo y recuerdo que
siempre estoy a la misma distancia de mi corazón.
. . . El cielo es un proceso de confiar y soltar para que lleguen nuevos procesos. Al vivir en
el cielo que hay sobre la Tierra siempre estoy asiendo y soltando, asiendo y soltando,
convencido de que merezco lo que quiero que suceda. Todas las cosas se desarrollan aquí,
en el jardín. Todo espera a lo largo del sendero de la vida: el jardín, la magia, los milagros,
todo yo en busca de mi corazón. En el cielo que hay sobre la Tierra mi niño nunca dejará de
crecer . . .
Nota: El presente texto está conformado por citas extraídas del libro
de igual título, obra del Dr. Bruce Davis
Fernanda Acuña
Agosto de 2003