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Las ingenierías y su desarrollo como profesiones masculinas

Janeth Adriana Bravo Benavides, CC 1004623362

Durante la lectura de "Género e ingeniería: la identidad profesional en discusión", se


abordaron temas históricamente arraigados, desde la concepción inicial de las
ingenierías como una profesión exclusiva para hombres, según se detalla en el texto. Se
establece que, en sus inicios, el ingeniero era el oficial y matemático capaz de aplicar los
principios de la geometría al arte de la guerra y sus maquinaciones (Marry, 2004). La
narrativa evoluciona hacia cuestiones más específicas, destacando la persistencia de la
noción de "ingeniería para hombres" en la actualidad.

A medida que surgieron nuevos roles y tecnologías, también lo hicieron carreras


relacionadas con estas innovaciones. Sin embargo, la falta de transformación en la
sociedad, donde las mujeres aún enfrentan desafíos para liberarse de roles predefinidos,
evidencia que la transición no fue completamente adecuada al contexto. Se señala que
actitudes machistas continúan siendo una carga en el ámbito de la ingeniería. Las
estudiantes enfrentan la asignación de roles en equipos, donde los hombres asumen
trabajos más pesados, dejando a las mujeres con la tarea de describir dichos trabajos.
Esta dinámica se evidencia en la ingeniería de sistemas, pero se extiende a todas las
disciplinas, con hombres optando por trabajos mecánicos y mujeres enfocándose en
habilidades analíticas e investigativas, aunque muchas nos sentimos aptas para
cualquier tarea, a menudo se nos limita a nuestra zona de confort.

Retomando la parte del texto que narra cómo las primeras mujeres ingresaron al ámbito
predominantemente masculino, especialmente una estudiante de geología que obtuvo
un permiso especial a pesar de la resistencia de instructores que sostenían que no era
apta para el trabajo de campo "por ser una dama", puedo compartir desde mi perspectiva
como estudiante de ingeniería geológica que la situación ha experimentado mejoras. En
esta carrera, las mujeres desempeñan un papel crucial, marcando la diferencia al liderar
y participar activamente en todos los ámbitos de interacción académica, social y en
campo.
Sin embargo, en este último ámbito, persiste el concepto del "hombre cuidador". Durante
las salidas de campo, se establece la condición de que los grupos deben incluir al menos
a un hombre, evitando la formación de grupos exclusivamente femeninos. Esto se
justifica por la dificultad de acceso a lugares remotos durante los recorridos, donde la
presencia masculina se considera esencial para facilitar la ruta o garantizar la seguridad,
ya que el hombre asume un papel protector en encuentros con otras personas o
situaciones durante la expedición.

Para comprender por qué persiste, es crucial destacar la dificultad que enfrentan las
mujeres al seguir el camino de la ingeniería. El texto subraya la dificultad de estudiar los
mundos masculinos, donde la masculinidad reina en un silencio que representa una
operación constante para mantener a las mujeres alejadas (Cohen, 2002: 91). En un
contexto más específico, en la Facultad de Minas de la Universidad Nacional, desde los
tiempos de su fundador Tulio Ospina, se advertía que aquellos con "nerviosismo
femenino" no podrían cumplir con las exigencias de la profesión ni ser ingenieros viriles
(Arango, 2005). Aunque no se generaliza esta perspectiva a toda la facultad, algunos
profesores y estudiantes aún la sostienen, aunque lo hagan en voz baja para evitar ser
tildados de machistas.

Este fenómeno ha perdurado de generación en generación en la facultad, donde aquellos


hombres impregnados de pensamientos machistas adoptan actitudes prepotentes frente
a los conocimientos adquiridos, creyéndose superiores. Este comportamiento se
normaliza cada vez más, incluso cuando se presenta como una broma entre amigos,
generando un impacto gradual pero perjudicial en terceros.

A través del análisis de aspectos como la formación en la Facultad de Minas de la


Universidad Nacional, se revelan las disputas simbólicas de género que se manifiestan
en comentarios, actitudes y dinámicas de interacción entre estudiantes y profesores. Los
relatos sobre las experiencias en trabajos grupales, salidas de campo y expectativas
dentro de las carreras evidencian la persistencia solapada o indirecta de nociones
machistas y esencialistas sobre lo que mujeres y hombres pueden o no pueden hacer.

Si bien se han logrado avances y una mayor inserción de las mujeres en distintas ramas
de la ingeniería, prevalecen concepciones dominantes sobre los roles y capacidades
percibidos de los géneros. Transformar estas dinámicas y culturas profesionales
fuertemente arraigadas es un reto complejo que involucra no sólo cambios legislativos o
discursivos, sino la modificación de interacciones y prácticas cotidianas a todo nivel, para
contrarrestar la inercia de pensamientos dominantes sobre la inferioridad o debilidad
femenina y la supuesta superioridad masculina en el ámbito ingenieril.

Referencias

Arango Gaviria, L. G. (2006). Género e ingeniería: la identidad profesional en


discusión. Revista Colombiana de Antropología, 42, 129-156.

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