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La violencia contra la mujer

Que es?

La violencia contra la mujer es la que se ejerce por su condición de mujer, siendo esta
«consecuencia de la discriminación que sufre tanto en leyes como en la práctica, y la persistencia de
desigualdades por razones de género».​

En esta violencia se presentan numerosas facetas que van desde la discriminación y el menosprecio
hasta la agresión física, sexual, verbal, psicológica y el asesinato, manifestándose en diversos
ámbitos de la vida social, laboral y política, entre los que se encuentran la propia familia, la escuela,
las religiones, el Estado, entre otras.​Este tipo de violencia suele considerarse una forma de delito de
odio, que se comete contra las mujeres o las niñas específicamente por el hecho de ser mujeres, y
puede adoptar muchas formas.​

En 1993, en asamblea general, las Naciones Unidas (ONU) aprobaron la Declaración sobre la
eliminación de la violencia contra la mujer, y en 1999, a propuesta de la República Dominicana con el
apoyo de 60 países más, declararon el 25 de noviembre Día Internacional de la Eliminación de la
Violencia contra la Mujer. En la declaración de 1993, la ONU establece que «la violencia contra la
mujer constituye una manifestación de relaciones de poder históricamente desiguales entre el
hombre y la mujer» y «que la violencia contra la mujer es uno de los mecanismos sociales
fundamentales por los que se fuerza a la mujer a una situación de subordinación respecto del
hombre».​

En 2008 el Secretario General de la ONU puso en marcha la campaña «Unidos para poner fin a la
violencia contra las mujeres» apelando al «imperio de la ley» como vehículo para su erradicación.
Uno de sus objetivos fue el de procurar que para 2015 todos los países hubiesen adoptado leyes
específicas contra este tipo de violencia de conformidad con las normas internacionales en materia
de derechos humanos.​

En 2014, según los datos disponibles por la ONU:

Un 38 % de los asesinatos de mujeres perpetrados en el mundo son cometidos por su pareja,


siendo el ámbito familiar y de pareja donde se produce el mayor número de casos de violencia
contra la mujer, ya sea esta física, sexual o psicológica. El 50 % de los asesinatos de mujeres en
el mundo son cometidos por un familiar o compañero sentimental y el 35 % de las mujeres
habrían sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja.
Unos 120 millones de niñas de todo el mundo, más de una de cada 10, han sufrido en algún
momento coito forzado u otro tipo de relaciones sexuales forzadas.
La trata de personas se convierte en una trampa para mujeres y niñas que son en un 98 % el
objeto de la explotación sexual (4,5 millones de personas en el mundo).
Más de 133 millones de niñas y mujeres han sufrido algún tipo de mutilación genital.

Ser niña sería uno de los factores de riesgo, junto a con pertenecer a una clase desfavorecida o a
una minoría. 700 millones de mujeres que viven actualmente en el mundo fueron casadas con menos
de 15 años, siendo estas más vulnerables a la violencia ejercida por el esposo.
En los conflictos armados la violación sistemática se convierte en un arma de guerra (entre 250 000
y 500 000 mujeres fueron violadas durante el genocidio de 1994 en Ruanda y se calcula que entre 20
000 y 50 000 durante el conflicto de Bosnia a principios de la década de 1990).

Y el femicidio queda patente por cifras comparativas: en el mundo son asesinadas dos mujeres por
cada hombre asesinado. Y el porcentaje de mujeres es del 65% de víctimas aproximadas por la
violencia intrafamiliar

Esta violencia contra las mujeres y niñas ejercida por razón de su sexo encontraría su raíz en las
históricas relaciones de poder entre hombre y mujer, en el modelo social patriarcal que ha propiciado
relaciones de dominio de este sobre ella, la desigualdad entre sexos y la discriminación.​

Habrían sido los movimientos feministas los que desde finales del siglo xix y principalmente durante
el pasado siglo, el siglo xx, diesen visibilidad a la condición de la mujer, logrando mediado el siglo xx
que la violencia contra las mujeres pasase de considerarse un asunto privado a un problema social y
público. Desde entonces la percepción pública se ha ido concienciando de las auténticas
dimensiones del problema, y organismos internacionales y nacionales van sumándose y trabajan
activamente por erradicarlo, promulgando leyes y promoviendo campañas de concientización. Al día
de hoy no se puede dudar que la violencia contra la mujer es un problema global que afecta a los
derechos humanos más básicos de más de la mitad de la población mundial y que hay que erradicar.

La violencia contra la mujer tratada en los organismos oficiales

Desde 1975 se celebra la Conferencia Mundial sobre la Mujer como una forma de incorporar el
tema a la política pública, y en 1993 las Naciones Unidas ratifican la Declaración sobre la eliminación
de la violencia contra la mujer​en la que se afirma que esta violencia es un grave atentado contra los
derechos humanos de la mujer y de la niña, reconociendo «la urgente necesidad de una aplicación
universal a la mujer de los derechos y principios relativos a la igualdad, seguridad, libertad, integridad
y dignidad de todos los seres humanos»; también reconociendo el papel desempeñado por las
organizaciones en pro de los derechos de la mujer, organizaciones que facilitaron dar visibilidad al
problema. Siendo la violencia contra la mujer un problema que afecta a los derechos humanos:

Reconociendo que la violencia contra la mujer constituye una manifestación de relaciones de


poder históricamente desiguales entre el hombre y la mujer, que han conducido a la dominación de la
mujer y a la discriminación en su contra por parte del hombre e impedido el adelanto pleno de la
mujer, y que la violencia contra la mujer es uno de los mecanismos sociales fundamentales por los
que se fuerza a la mujer a una situación de subordinación respecto del hombre, [...] Proclama
solemnemente la siguiente Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer e insta a
que se hagan todos los esfuerzos posibles para que sea universalmente conocida y respetada.

Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer. ONU 1993.

En 1995, la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, supone otro hito en los esfuerzos de
las Naciones Unidas para acabar con la violencia contra las mujeres. Establece una agenda,
considerada en 2020 como visionaria por la propia ONU, con el objetivo de acabar con la violencia
contra las mujeres y las niñas y alcanzar la igualdad de género como «requisito previo para lograr la
igualdad, el desarrollo y la paz».​

En el mismo sentido, el 5 de marzo de 1995, se adoptó la «Convención Interamericana para Prevenir,


Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer: Convención de Belém do Pará».

En 1999, a propuesta de la República Dominicana con el apoyo de 60 países más, se declaró el 25


de noviembre Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. La fecha del 25 de
noviembre se eligió para conmemorar a las hermanas Mirabal, tres activistas políticas que fueron
brutalmente asesinadas en 1960 por orden del gobernante dominicano Rafael Trujillo.​

En Canadá se celebra el Día nacional del recuerdo por las víctimas de la violencia contra la mujer el
6 de diciembre, en conmemoración de la masacre de la Escuela Politécnica de Montreal.

Estudios sobre hombres que ejercen violencia intrafamiliar​

«Si hay algo que define al agresor [en la violencia de género] es su normalidad, hasta el punto
de que su perfil podría quedar resumido de forma gráfica en los siguientes tres elementos: hombre,
varón, de sexo masculino. Su perfil es que “no hay perfil”» Aunque comparados, en estudios sobre la
violencia en la pareja, con aquellos que no han agredido a sus parejas, se ha podido detectar en
ellos: «Hostilidad frente a las mujeres, baja socialización y responsabilidad, autoreconocimiento de
consumo de drogas, comportamiento agresivo, conducción peligrosa de vehículos, conducta delictiva
y tendencias antisociales y narcisistas.»​Por otro lado, en parejas en las cuales la violencia no es
recíproca, el 70% de las agresiones violentas provienen de la mujer.​

Para conocer aspectos específicos de la violencia contra las mujeres sería necesario conocer el
contexto en el que se produce y sus características:

Funciona como un mecanismo de control sobre la mujer


Es un patrón de conducta aprendido y trasmitido de generación a generación.
Las normas sociales, con mayor o menor peso según tiempo y sociedades, minimizan su
importancia tendiendo a justificarla.
El modelo sexual, un modelo androcéntrico heredado, que favorece la hipermasculinidad.

El alcohol y otros factores, incluida la personalidad del agresor, actuarían como coadyuvantes,
pudiendo definirse determinados perfiles que estadísticamente cometen más delitos contra la mujer:

Suelen representar caricaturas según los mitos culturales de la masculinidad patriarcal, que le
indican lo que “debe” ser un hombre. Por ejemplo, aun cuando no lo acepten, se manifiestan en
formas que tienden a controlar y dominar a cada integrante de la familia a quienes consideran
inferiores, especialmente las mujeres y los niños.
Tienen dificultades para expresar sus sentimientos y lo que les afecta de cada situación; esto es
para ellos signo de “debilidad”, pues su ideología es que el hombre debe ser fuerte.
El aislamiento emocional, sus relaciones no tienen ningún grado de intimidad que permita hablar
o expresar físicamente sus sentimientos, especialmente el cariño, en los conflictos afectivos.​
En el proceso de su crianza hubo un ambiente de madre sumisa, abnegada y un padre
autoritario, manipulador. Esto crea el ciclo de la violencia intrafamiliar.​
Un factor de riesgo importante es «haber sido testigo o víctima de violencia por parte de los padres
durante la infancia o adolescencia».

Violencia contra la mujer en la familia

La violencia contra la mujer comienza en la infancia y es en la familia donde principalmente se


ejerce esa violencia. La infancia es especialmente vulnerable a la violencia y la niña sufre un plus
añadido por su condición femenina. A la ablación, generalizada en determinadas comunidades e
ineludiblemente ligada al sexo femenino, el comercio sexual que puede arrancar ya en el seno de la
familia con la venta de la niña, o el infanticidio y los abusos sexuales, más frecuentemente ligados al
sexo femenino, se une una más estricta autoridad paterna, ejercida también por hermanos, y una
educación discriminatoria que limita sus expectativas vitales.

El infanticidio femenino es habitual en determinadas culturas. «En la India la proporción entre


hombres y mujeres es la más desigual del mundo». En Pakistán y Bangladés existen parecidos
desequilibrios y en regiones de China el infanticidio femenino está generalizado. Una percepción de
la mujer devaluada, costumbres discriminatorias, considerar la educación de las niñas como una
carga y los deseos del padre de perpetuar el apellido mediante un varón serían las causas de estos
infanticidios. «En algunas zonas de Pakistán –y también en el vecino Afganistán- el nacimiento de
una niña va acompañado de ritos de duelo».​En China, la imposición del «hijo único» en 1978, en un
país con una marcada y ancestral preferencia por la descendencia masculina, multiplicó este tipo de
infanticidios.​En la actualidad, la posibilidad de detectar el sexo durante el embarazo ha venido a
agravar el problema con abortos selectivos.

Más del 80 % de las violaciones las perpetran miembros de la familia de la víctima, y


mayoritariamente a edades muy tempranas, cuando esta no pasa de ser una niña. Padres, abuelos,
tíos, adultos en los que ella confía pasan a ser sus agresores. Este es un problema mundial que en
muchas ocasiones no trasciende más allá de los límites de la propia familia, la niña sufre la violencia
en silencio, avergonzada y con sentimientos de culpa.​

La venta de niñas sería otra violencia sufrida por la mujer en la infancia y en la familia. Estas ventas
pueden tener diversas finalidades, pero el lucrativo negocio de la prostitución, las enfermizas
inclinaciones sexuales de clientes, unido a la miseria en la que se ven sumidas muchas familias han
extendido el comercio de niñas, menores de diez años en muchos casos, destinadas a la explotación
sexual.​Podríamos decir que es un problema limitado a determinados países no occidentales, pero es
Occidente desde donde parten los clientes en un «turismo sexual» que está adquiriendo auge. «El
llamado "turismo sexual" es una de las formas contemporáneas del saqueo al que viven sometidos
los países pobres. […] Según la UNICEF existen en torno a doscientos mil adeptos del turismo
sexual» (cuatro de cada diez turistas que visitan Tailandia lo hacen solos).​

A estas violencias, aún habría que sumar otras muchas de menor carácter que irían desde un mayor
autoritarismo paterno y familiar, a los matrimonios forzosos. La violencia ejercida contra la mujer, sea
cual sea su naturaleza, tiene como marco preferente la familia.​
Violencia contra la mujer en política

Se trata de una forma específica de violencia ejercida contra las mujeres por el hecho de
participar o querer participar en política. Activistas, candidatas, legisladoras y otras mujeres activas
en política sufren distintas modalidades de este tipo de violencia, en un espectro que puede ir desde
los llamados micromachismos dentro de las organizaciones políticas, pasando por acoso sexual,
acoso institucional, violencia física y asesinato o intentos de asesinato.​

Existe cierta controversia acerca de si esta es una subcategoría de violencia política en general o
una forma más de violencia contra la mujer. Los argumentos para considerarla una forma de
violencia hacia la mujer por el hecho de ser mujer, se basan en que esta violencia busca
concretamente la retirada de las mujeres de la política y que representa una reacción contra los
avances en los derechos políticos de las mujeres.​

Feminicidio

Feminicidio o femicidio es el asesinato de mujeres motivado por su condición de mujer.​Es la


más extrema violencia ejercida contra la mujer,​En los casos de violencia continuada sería el extremo
último de ese continuum.

El término feminicidio se está extendiendo, principalmente, en Hispanoamérica y el Caribe, siendo la


españolización de feminicide acuñado por Diana Russell y Jill Radford en su texto Feminicide. The
politics of women killing, de 1992. Diana Russell lo definió como «el asesinato de mujeres por
hombres motivados por el odio, desprecio, placer o sentido de posesión hacia las mujeres». Se trata
de un término más específico que el de homicidio que sirve para dar visibilidad a las motivaciones
últimas de una mayoría de los homicidios de mujeres: la misoginia y el machismo.​

El Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán, haciéndose eco de movimientos feministas, consideró
que la aceptación y extensión del término feminicidio permitiría evidenciar mejor la magnitud de este
tipo de violencia contra la mujer, sería un tipo de homicidio específico en el que concurren causas
históricas y que actualmente supone un grave problema social.

Los datos recogidos por el Centro de Mujeres de Perú (CMP) referidos a los años 2003, 2004 y 2005
revelaron que más del 64 % de las víctimas de feminicidio mantenían una relación afectiva con el
agresor; y únicamente el 12 % de estos agresores eran desconocidos para el entorno de la víctima.

Prevención de la violencia contra la mujer

Como ya hemos visto este tipo de violencia se ejerce por la condición de ser mujer. Por eso se
han desarrollado algunas formas de prevenirla, pero esto no significa que siempre sea eficaz. Una
forma de prevenir estos delitos, es la creación o profundización de leyes, de manera que se proteja
más a la mujer y le conceda más vías de escape. Otra forma, es el empoderamiento de la mujer en
diversos ámbitos, pero sobre todo en el económico, ya que de esta manera ya no dependerían
económicamente del marido por falta de ingresos o por sueldo insuficiente. También fortalecer las
políticas públicas para que favorezcan la inclusión de la mujer en la vida social, implementando
programas de tratamiento de las víctimas y de los agresores, ampliar la oferta de los servicios
públicos a las mujeres, reformar el sistema judicial, y reformando la política educativa, para educar
en igualdad.

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