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La estructura
Índice
Esquema 3
Ideas clave 4
3.1. Introducción y objetivos 4
© Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)
A fondo 27
Test 30
Esquema
LA ESTRUCTURA
Otras posibles
La estructura clásica El inicio y el final
estructuras
A menudo, nos sucede que acudimos a alguna charla de la que salimos con la
sensación de que el ponente sabe mucho, pero, por algún motivo que desconocemos,
no ha conseguido que nos resulte todo lo interesante y amena que esperábamos.
Hay varios motivos por los que esto puede suceder, pero uno de los principales suele
ser que la estructura del discurso, es decir, la forma en la que hemos ordenado las
ideas y los argumentos que conforman nuestra presentación, no la hemos trabajado
adecuadamente y resulta confusa.
En esa estructura, hay dos partes que destacan y que resultan esenciales para
cumplir el objetivo final de que el orden de las ideas ayude a llegar al público de forma
más clara: el inicio y el final.
Teniendo en cuenta todas estas premisas, los objetivos que pretendemos conseguir
en este tema son los siguientes:
Explicar las partes que conforman la estructura del discurso según el modelo de la
retórica clásica.
Analizar otras posibles opciones de estructura que contribuirán igualmente a que
las ideas resulten más claras para el público.
Ofrecer una serie de recomendaciones específicas para los dos momentos clave
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La estructura del discurso es un elemento funcional para que resulte eficaz. El público
receptor de tu presentación agradecerá que su contenido resulte claro, pero también
que esté ordenado, que las ideas estén secuenciadas y sigan una lógica interna, algo que,
a su vez, contribuirá a que sea ameno y tenga un impacto positivo.
2. Nudo. Es la parte central, y en ella es tan importante el fondo como la forma. Como
veremos más adelante, la capacidad de atención del público es limitada, algo que hay
que tener muy en cuenta.
Por ello, en esta parte del discurso, combinaremos pasajes en los que nos
centraremos en contar alguna idea fundamental con otros en los que, por el contrario,
será más importante el cómo lo estamos contando y donde podremos introducir
otros elementos que sirvan para cambiar el ritmo, como vídeos o historias, entre
otros. De esta manera, conseguiremos no perder la atención del público.
Para ahondar sobre las partes que conforman la estructura clásica de un discurso y
sus características principales, visualiza el siguiente vídeo:
No obstante, para llegar a crear esta o cualquier otra estructura, hay que contemplar
una serie de aspectos que conectan con el proceso de preparación al que hemos
aludido en el tema anterior. En concreto, los oradores clásicos hacían referencia a
una serie de fases, que eran las siguientes:
Figura 2. Estructura del discurso según la retórica clásica. Fuente: elaboración propia.
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Por tanto, en esta parte, se exponen todos los hechos y circunstancias que
consideremos necesarios o, al menos, adecuados para poder reforzar nuestro
argumento principal.
Según los teóricos de la retórica clásica, esta parte debe ser clara, no resultar
demasiado extensa y, sobre todo, utilizar argumentos que resulten verosímiles.
De esta manera, la narración será efectiva y cumplirá su propósito.
Por tanto, antes de llegar a esta parte, habremos de estar muy atentos a la
comunicación no verbal del público, e incluso, si lo consideramos oportuno,
interpelarlo directamente para poder saber hasta qué punto hemos conseguido
Otra de las recomendaciones para esta parte del discurso es no caer en el error de
sobrecargar o introducir demasiadas ideas. Como ya hemos dicho, la atención del
público es limitada, e intentar exponer demasiados datos puede resultar
contraproducente.
En definitiva, se trata de que el discurso esté ordenado en la mente del emisor para
que, de esta manera, controle en todo momento el resto de los elementos como
el ritmo o las pausas y, en especial, sea consciente de cuándo llega una cuestión
relevante y, así, pueda preparar adecuadamente a la audiencia durante los instantes
previos.
Hemos visto la estructura base y la que seguía el modelo de la retórica clásica, pero
hay otras posibles maneras de ordenar tus ideas y de estructurar el contenido que
tienes intención de hacer llegar al público en la presentación.
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Eso sí, sea cual sea la estructura que emplees, en general, tu objetivo al ordenar los
contenidos debería ir en la línea de alcanzar las siguientes metas (Naistadt, 2005,
p. 142):
Algunas posibles estructuras (Arenas y Porras Sendra, 2006, pp. 30-31; Salas, 2012,
pp. 80-81) serían las siguientes:
Por orden cronológico. La principal ventaja de esta opción es que ofrece bastantes
garantías de no perderse. Se parte del problema o la situación que ha originado
todo y, a partir de ahí, se van exponiendo los hechos en orden cronológico.
Descriptiva
Analítica
Necesidades
Venta
Temática
Espacial
Teoría/práctica
Esto también se explica por la llamada «curva de la atención» (Figura 4), que, en
esencia, establece que la atención del público no puede estar a pleno rendimiento
durante el tiempo que dure una presentación y que habrá momentos de altos y
bajos. Pues bien, entre los primeros siempre se encontrarán el inicio y el final, ya que
Pues bien, teniendo en cuenta eso, el objetivo del buen orador ha de ser conseguir
algo parecido a lo que vemos en la figura 5, es decir, conseguir que esa bajada
generalizada que se observa en la parte central del discurso se convierta en una
especie de «cordillera» con diferentes picos, con altos y bajos. Para ello, recurriremos
a golpes de efecto que sirvan para cambiar el ritmo del discurso, como vídeos,
historias, dinámicas con el público, etc.
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Por tanto, queda claro, en todo caso, que debemos cuidar el inicio y el final, entre
otros motivos porque son dos de los momentos que con mayor expectación
aguardará el público.
En el caso del inicio, las palabras de Wheeler dejan clara la importancia del momento:
si no conseguimos conectar con el público en el arranque, es posible que lo hayamos
perdido definitivamente.
«Tus primeras diez palabras son más importantes que las diez mil siguientes»
(Elmer Wheeler, citado en Álvarez Marañón, 2012, p. 134).
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Por ello, acortar estos agradecimientos y, sobre todo, recurrir a alguna de las otras
fórmulas que aquí exponemos para empezar puede resultar una opción mucho
más aconsejable. Sin perder en ningún caso las buenas costumbres y la educación,
e incluyendo esos agradecimientos, pero de forma más breve, podremos resultar
más originales y conectar con el público.
Esto puede llegar a colmar la paciencia del público, por lo que es mucho más
recomendable que esa disculpa sea breve y entrar rápidamente en materia, que
es lo que de verdad esperan los asistentes y por lo que han acudido a la cita. Ya
habrá tiempo, si acaso, al final, para disculparse de manera un poco más detallada.
Comienza con una pregunta. Esta forma de arrancar nuestra presentación servirá
para crear expectación desde el mismo instante del comienzo. Eso sí, si optas por
esta forma de empezar, deberás asegurarte de que a lo largo de la presentación
proporcionas una respuesta a la cuestión que has planteado y que de que ofreces
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Conecta con los intereses del público. Como hemos visto en el tema anterior, a la
hora de preparar cualquier intervención, hay una serie de cuestiones a las que
Pues bien, buscar un dato, una anécdota o cualquier elemento que esté
relacionado de un modo u otro con esas características, necesidades o intereses
siempre ayudará a que el impacto de la presentación en el público sea mayor.
Arranca con una cita. Las citas o frases célebres tienen una gran ventaja: presentas
un argumento cuya validez viene refrendada por una personalidad, no solamente
por ti.
Como es obvio, es clave la elección no solo de la cita en sí, sino también del
personaje que la pronunció. Para ello es conveniente tener en cuenta el punto
anterior, es decir, elegir a una personalidad que sepamos que esté bien
considerada o que esté relacionada con el ámbito de actuación de los asistentes.
Ten precaución con los chistes y las bromas. El humor es un magnífico recurso no
solamente para el arranque de un discurso, sino también para cualquier momento
de la presentación, y siempre suele servir para conectar con el público.
Emplea la ironía. Al igual que sucede con el humor, este recurso puede ser muy
efectivo, pero también tiene sus riesgos. Conviene utilizarlo si estamos
convencidos de que el público o, al menos, la mayoría de él está de acuerdo
con nuestra postura. Si no es así, quizá convenga relajar un poco el tono y no ser
tan directos.
Recurre a los datos estadísticos. La fuerza de las cifras y los datos estadísticos
reside principalmente en su objetividad y en su contundencia para demostrar y
dar fuerza a la idea que queremos argumentar. Por ello, constituyen una opción
muy interesante, aunque no conviene abusar de ellos. Más bien al contrario, hay
que limitar su uso a lo que realmente sea significativo.
Comienza con una historia. Como has podido comprobar, en esta asignatura
hemos dedicado un tema específico al arte de la narrativa o técnica del
storytelling. La fuerza y el valor emocional de las historias son muy grandes y
suelen serlo todavía más si ese relato lo cuentas en primera persona, es decir, si
tú eres el protagonista.
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En resumen:
Figura 6. Recomendaciones para el inicio un discurso. Fuente: Merayo, 2005; Álvarez Marañón, 2012.
Por ello, para que las puedan asimilar adecuadamente, es muy recomendable que
las repitas en varias ocasiones y que reserves esa síntesis con lo más importante
para el final.
Plantea una propuesta que sirva como solución para el problema expuesto
durante tu presentación. Esta fórmula es muy habitual en el ámbito profesional y
en el político, por citar dos ejemplos.
Termina con una pregunta. Puede parecer una contradicción, pero, a veces,
acabar con una pregunta clara y directa puede ser uno de los finales más
contundentes.
Imaginemos, por ejemplo, una charla sobre el cambio climático en la que, tras
exponer cómo están evolucionando los indicadores medioambientales en nuestra
localidad, acabamos con una pregunta como esta: «¿Os imagináis cómo puede
estar nuestra ciudad dentro de veinte años si no hacemos nada para cambiar este
panorama?». Un final que, sin duda, invitará a reflexionar a todos los asistentes.
Figura 7. Fórmulas para finalizar una presentación. Fuente: Merayo, 2005; Urcola Tellería, 2005.
El objetivo del final de la presentación es, por tanto, que nuestro mensaje sea lo
suficientemente impactante como para que pueda ser recordado, para que quede en
la memoria de los asistentes:
El final es uno de los momentos más determinantes y, por ello, ocuparlo con estas
palabras equivale a malgastar una oportunidad para causar un mayor impacto y,
más que eso, posiblemente, a estropear un buen discurso, ya que, como hemos
señalado, es el momento que marca el recuerdo de los asistentes.
Pues bien, conviene evitar cualquiera de estos dos finales, cuyo efecto es muy
negativo en el público. De este modo, cuando anunciemos el final, debe ser
realmente el momento de terminar, es decir, no hay que crear falsas expectativas.
Vamos a profundizar sobre estos dos errores que tendemos a reproducir a la hora de
cerrar un discurso en el siguiente vídeo:
Si pruebas a ensayar uno y otro modo de cerrar un discurso, te darás cuenta de que
hay grandes diferencias:
Si pronuncias esas palabras finales con mucha prisa, la sensación que quedará es
que estás deseando terminar y marcharte, y eso no gustará al público. Al mismo
tiempo, suponemos que has elegido un final impactante, y las prisas mitigarán ese
impacto.
Se dice que la sonrisa es una de las mejores maneras de acortar distancias. Pues
bien, añadirla a las últimas palabras de agradecimiento proporciona, por tanto,
ese grado extra de cercanía con el público que siempre viene bien.
No olvides tampoco un último consejo relativo al cierre del discurso: que no sea
demasiado extenso. Una buena idea no suele requerir de grandes argumentos para
ser expresada; por tanto, ajusta ese efecto final al máximo para aumentar su impacto.
Naistadt, I. (2005). Hablar sin miedo. Guía práctica para superar el miedo a hablar en
público. Paidós.
Studer, J. (2008). Oratoria. El arte de hablar, disertar, convencer (11.ª ed.). El Drac.
012prime. (s. f.). Steve Jobs Discurso en Stanford Sub.Español HD [archivo de vídeo].
YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=HHkJEz_HdTg
El discurso de Steve Jobs es, posiblemente, el más estudiado o uno de los más
estudiados en los últimos tiempos. Incluso se han escrito libros monográficos sobre
él. Como podrás comprobar, Jobs siguió a rajatabla las recomendaciones que te
hemos dado sobre el inicio y el final, y fue perfectamente consciente de que se trata
de dos de los momentos que más impacto pueden causar y de que son decisivos de
cara al público.
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Este discurso de Charles Chaplin está considerado por muchos como el mejor jamás
pronunciado en toda la historia del cine. Pues bien, al igual que sucedía en los casos
anteriores, la estructura juega un papel decisivo para que resulte tan eficaz de cara a
la audiencia.
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2. En la estructura clásica, la parte del discurso que sirve para señalar que comienza
la presentación es:
A. El exordio.
B. La narración.
C. La argumentación.
D. La peroración.