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La educación es el medio que posee la especie humana para que, entre otras cosas, cada

generación comience a construir a partir de lo ya construido; sin la educación, la humanidad estaría


condenada a vivir siempre en el mismo estado de cosas, cada generación exactamente igual a la anterior,
un estancamiento sin evolución, sin progresos ni retrocesos, una fotografía eterna.
Según el mito griego de Prometeo, cuando los dioses crearon las especies de animales
encargaron a Prometeo y Epimeteo que distribuyeran equitativamente todas las cualidades que
necesitaba cada una de ellas para sobrevivir. Así pues, Epimeteo entregó a unos la fuerza, a otros la
velocidad, a otros pieles y pelambres suficientes para protegerse del frío y del calor, a algunas especies
hábitat con alimentos, a los carnívoros la posibilidad de tener una prole abundante para perpetuarse
como especie y así con las demás especies... pero hubo un detalle: gastó todas las facultades en animales
irracionales y se olvidó del hombre.
Entonces Prometeo decidió robarles a Hefestos y Atenea el fuego y la habilidad mecánica y se
los regaló al hombre, con lo cual éste tuvo los elementos necesarios para producir todo aquello necesario
para su sobrevivencia, a condición de transmitir a cada nueva generación los complejos saberes que su
uso implicaba.
Mientras los demás animales, en su base instintiva, cuentan con el kit necesario para
desarrollarse y funcionar a lo largo de su ciclo vital, el ser humano, para completarse necesita recibir y
transmitir aprendizajes y conocimientos, habilidades, valores y hábitos, siempre dentro de un grupo
humano determinado, y empleando diversas técnicas de la pedagogía.
A esta parte por hacer, tarea pendiente mediante la cual el ser humano, tanto a nivel individual
como socialmente, evoluciona y se convierte no ya en una fotografía estática y acabada sino en una
fotografía en movimiento, mejor dicho, en una serie infinita de fotografías, en un video sin final,
dinamismo puro, camino irrenunciable, le llamamos educación.

En efecto, la educación en su sentido más amplio es connatural al ser humano. Es lo que se le


ha llamado la educación informal o la escuela de la vida. Antes de que el individuo tenga conocimiento
de la existencia de los centros educativos, las experiencias le han moldeado y llevado a convertirse en
alguien, sobre lo cual se construirán las siguientes estructuras. Sobre la base del mito de Prometeo, los
griegos y luego Occidente y el mundo en general, valoraron a la educación como el proceso
indispensable para la reproducción de la sociedad. Una actividad apoyada en la inteligencia antes que
en la naturaleza, como expresa la historia de Epimeteo y Prometeo.
Actualmente, la educación formal sistematizada es un imperativo en las sociedades. Y la
especialización de los docentes y los currículos así como las metodologías son también un referente
obligatorio para cualquier nación que pretenda mantenerse no sólo competitiva y vigente en el concierto
mundial, sino para promover entre sus ciudadanos la paz y la estabilidad social, el progreso y el
desarrollo tecnológico y económico, la mejora de las condiciones de vida y de desarrollo sustentable.
Conceptos estrechamente relacionados con la educación son, sin lugar a dubitaciones, la
alfabetización y el aprendizaje. Es moneda corriente la idea de que el analfabetismo es prácticamente
como una enfermedad más. En efecto, cuando la gente no puede leer, es incapaz de conseguir la
información necesaria para protegerse, por ejemplo de las enfermedades, pero también de la
información falsa. La alfabetización es un derecho humano y la base de todo aprendizaje.
Pero la alfabetización va más allá de saber leer y escribir, supone la posibilidad de comunicarse
en sociedad, las prácticas y relaciones sociales, el lenguaje y la cultura. Por este motivo, es que sus
efectos exceden las consecuencias a nivel de aprendizaje, y afectan a la sociedad en su totalidad.
En cuanto a la forma en que el individuo adquiere nueva información, conocimientos, hábitos
y habilidades, existe un cúmulo de conceptos que han sido objeto de reflexión y de puesta en práctica
en los ámbitos educativos. Campos como la psicología educativa. La sociología de la educación y la
psicología evolutiva son inseparables de la tarea educativa.
El presente ensayo trata sobre las teorías del aprendizaje porque considero que su conocimiento
y aplicación por parte de los docentes acercan a los estudiantes a potenciar la capacidad de obtener y
comprender información esencial (política, social, cultural, sexual), con sus respectivas consecuencias
sociales: la educación como forma de combatir el desempleo y provocar mayores ingresos y nivel
socioeconómico. Con un justo desarrollo profesional se promueve la batalla contra el analfabetismo
transgeneracional. El aprendizaje en las aulas es un medio con el que los estados cuentan para detener
el acelerado crecimiento de la delincuencia, el narcotráfico y de la manipulación. Camino para despertar
la conciencia social, los derechos humanos, la libertad y el respeto entre los pueblos.
A continuación, tocaré algunos puntos de las principales teorías del aprendizaje con elementos
de intervención en la práctica educativa. El ámbito del aprendizaje y de las teorías filosóficas y
psicológicas que se ocupan de este tema, junto con el estudio de los modelos educativos y estrategias
pedagógicas de allí derivadas, representan ya un destino obligado de cualquier investigador que
pretenda ser mínimamente serio, pero no sólo eso, las exigencias del docente en el presente siglo le
reclaman inevitablemente ese conocimiento.
Para lograr dicho propósito es necesario arrancar desde las ideas de los grandes filósofos
griegos de los siglos precristianos y recorrer, a modo de vuelo de pájaro, la ruta hasta el presente,
resaltando las teorías que dominan el ámbito educativo durante este siglo.
Comienzo con unas breves palabras acerca del racionalismo y el empirismo como enfoques
filosóficos, si bien distintos desde el punto de partida, a la vez complementarios para comprender el
mundo que nos rodea. Es verdad que a menudo se contraponen entre sí, los empiristas creen que
aprendemos acerca de nuestro mundo a través principalmente de nuestra experiencia anterior, a través
de los sentidos, mientras que, para los racionalistas, la razón es la base de la comprensión de cualquier
cosa.
Desde el punto de vista de la filosofía, el aprendizaje podría analizarse bajo la epistemología,
que se refiere al conocimiento, a su origen, naturaleza, límites y métodos particularmente. Preguntas
que surgen desde esta perspectiva son: ¿Cómo adquirimos conocimiento? ¿Cómo podemos aprender
algo nuevo? ¿Cuál es la fuente de conocimiento? Etc.
Aquí cabe oportunamente mencionar una vez más a Platón, que trata este punto de la
complejidad del aprendizaje humano en su obra Menón:
Entiendo, Menón lo que dices, arguyes que el hombre no puede inquirir acerca de lo que sabe,
mas tampoco de lo que ignora, porque si sabe, no tiene razón de inquirir lo que ya sabe; y si no, no
puede hacerlo, puesto que no conoce la propia materia sobre la que ha de investigar.

Las dos posturas sobre el origen del conocimiento y su relación con el entorno son el
racionalismo y el empirismo, y ambas están presentes en las teorías actuales del aprendizaje. Este dato
es algo que, como educadores e investigadores, no podemos nunca dejar de lado, cualquier teoría
particular, cualquier propuesta de un autor o práctica pedagógica, a fin de cuentas, encaja sus raíces en
estas dos posturas epistemológicas.
Durante el siglo XX y aun desde las postrimerías del siglo XIX, la psicología adquirió su campo
de acción independiente centrado en el estudio del comportamiento humano de manos de John B.
Watson, creador del conductismo apoyado en la filosofía positivista del positivismo lógico u
operacionismo que afirmaba:
“Puesto que no hay dos observadores que puedan estar de acuerdo en lo que sucede en el
mundo de la mente, entonces los hechos mentales son inobservables”. Por lo tanto, no son
evaluables”.
En esa objetividad la psicología, como una ciencia empírica, debía, por lo tanto, utilizar los
mismos métodos de investigación que las ciencias naturales: la observación y la experimentación. De
este enfoque epistemológico partió Watson para crear su doctrina psicológica conductista basada en el
estudio empírico del comportamiento y su interpretación. Con este enfoque, Watson se estaba
oponiendo a la concepción mentalista de la escuela psicológica gestaltista. Para Watson y los
conductistas las actividades de los organismos eran respuestas a estímulos ambientales, representaba
esta teoría un nuevo enfoque estímulo- respuesta.
La teoría conductista está basada en la idea de que todos los comportamientos de una persona
han sido aprendidos mediante un sistema de refuerzos y castigos que lleva dándose desde su nacimiento.
A partir de esta premisa, se desarrollan varias técnicas que pueden ayudar a modificar la manera de
actuar de un individuo.
La técnica más aplicable al campo de la educación es el condicionamiento operante, según el
cual un comportamiento se repetirá con mayor o menor frecuencia en el futuro en función de si se lo
premia o castiga; es decir, de si la persona asocia placer o dolor a llevarlo a cabo.
Esto funciona especialmente bien en el caso de los niños, aunque también puede aplicarse con
adultos en cierta medida. El condicionamiento operante se basa en la aplicación de refuerzos a las
conductas que se quiere fomentar en una persona, y castigos a aquellas que no se desea que se repitan.
Tanto los refuerzos como los castigos pueden ser “positivos” si implican añadir un estímulo a la
conducta, y “negativos” si involucran eliminar algo.
Así, frente a una conducta que se quiera modificar, es posible tener cuatro tipos de respuestas:
refuerzos positivos y negativos, y castigos positivos y negativos. Los dos primeros se utilizan para hacer
más probable que una forma de actuar se haga más probable en el futuro, y los últimos, para disminuir
su frecuencia.
La parte más aplicable en el ámbito de la educación de la teoría conductista es el uso de
refuerzos y castigos para modificar la conducta. En este sentido del condicionamiento operante y la
aplicación de castigos, eficaces a la hora de modificar la conducta de una persona., antiguamente era
muy habitual darle azotes a un niño que actuaba de forma “incorrecta”, humillarle verbalmente, o usar
cualquier otro tipo de castigo físico o mental.
Sin embargo, por cuestiones morales y éticas, últimamente se ha empezado a ver que, a pesar
de ser eficaces para modificar la conducta, los castigos de este tipo pueden tener consecuencias muy
negativas para los niños. Por eso, actualmente las técnicas que se utilizan suelen ser de una naturaleza
distinta.
Los refuerzos también tienen su utilidad a la hora de modificar conductas. Por eso, se utilizan
de manera habitual dentro del ámbito de la educación. Por ejemplo, elogiar los buenos comportamientos
de los niños o usar herramientas como calificaciones positivas, incluso entregarle pequeños premios a
los que realicen conductas determinadas.
El conductismo, como podemos ver, dominó el campo del aprendizaje durante muchos años,
aunque actualmente las visiones cognoscitivas y constructivistas con elementos de la teoría cognoscitiva
social y la teoría del procesamiento de la información se han ido incorporando a la práctica educativa.
Teorías asociacionistas conductuales son consideradas el conexionismo de Thorndike y el
condicionamiento de Pavlov, la teoría sistemática de Hull, el condicionamiento operante de Skinner y
la teoría del muestreo del ESTES. Si bien, cada autor contiene sus propios matices y enfoques, podemos
hablar de un tronco común, como centro de este enfoque. Algunos de sus principios son:
La ley de contigüidad: dos procesos psíquicos que ocurren a la vez o sucesivamente se asocian
entre sí. La ley de frecuencia: las asociaciones que se hacen con mayor frecuencia son las que más
duran. La ley de recencia: las asociaciones que se realizan recientemente son también las que más duran.
El aprendizaje por ensayo y error, ley del ejercicio y una serie de condicionamientos. Recordemos pues,
que todas conllevan un estímulo y por consecuencia una respuesta.
Ahora demos un salto hacia las teorías del aprendizaje provenientes de una postura
racionalistas. Entre estas teorías cognoscitivistas podemos mencionar la Gestalt, el aprendizaje de
signos de Toleman, el aprendizaje social de Bandura, el aprendizaje significativo de Ausubel, el
aprendizaje por descubrimiento de Bruner, la teoría de Piaget y la teoría sociocultural de Vigotsky.
Hemos dicho que, en los modelos conductistas, es necesario actuar sobre las variables externas,
es decir en el contexto, para así conseguir en el sujeto el resultado que queremos.
En cambio, los modelos cognitivos dan más importancia a los procesos internos, relacionados
con cómo los sujetos perciben, codifican, almacenan y recuperan la información. Acá, para producir
cambios en la conducta del individuo, será necesario actuar sobre procesos cognitivos como la atención
o la memoria.
El enfoque cognitivo supone que los objetivos de una secuencia de enseñanza se hallan
definidos por los contenidos que se aprenderán y por el nivel de aprendizaje que se pretende lograr.
Además. las habilidades cognitivas a desarrollar siempre se encuentran en vinculación directa con un
contenido específico.
Si tenemos en cuenta que el cognitivismo es una teoría cuyo objeto de estudio es cómo la mente
interpreta, procesa y almacena la información en la memoria, es decir, se interesa por la forma en que
la mente humana piensa y aprende, podemos ver de entrada que el proceso de aprendizaje es el resultado
de la organización de reorganización de los procesos cognitivos. Por lo tanto, aquí se encuentra al
individuo como una entidad activa, capaz de construir y resolver problemas, más que verlo como una
entidad pasiva.
La Pedagogía Cognitiva trata dos aspectos: 1) las dimensiones cognitivas de la educación en el
marco de la Sociedad del Conocimiento; 2) el estudio pedagógico de los procesos de pensamiento dentro
del marco de las nuevas teorías de la mente.
A diferencia del conductismo, en el enfoque cognoscitivista, el rol principal del docente es el
de actuar como mediador o intermediario entre los contenidos del aprendizaje y la actividad constructiva
que despliegan los alumnos para asimilarlos.
En este tipo de aprendizaje, el individuo sólo recibe la información que debe aprender. Un
ejemplo claro es una escuela: el profesor realiza una planificación de actividades, dicta su clase y el
alumno diariamente escucha un tema diferente.
Las habilidades cognitivas relacionados con el procesamiento de la información, es decir, los
que implican el uso de la memoria, la atención, la percepción, la creatividad y el pensamiento abstracto
o analógico, conllevan a que los pueden mejorar conociendo formas de pensar y de superar desafíos y
cuestiones complicadas. Todas las tareas del aprendizaje cognitivo tienen como objetivo, pues, obligar
a los estudiantes a trabajar con varios problemas y estímulos. El objetivo es hacerles pensar y adoptar
métodos de resolución de problemas sin el uso de planificación o medidas que conduzcan a una
respuesta.
En esencia, el aprendizaje cognitivo depende de cinco principios: recordar, reconocer,
implementar, juzgar y desarrollar. A continuación, tocaremos sucintamente los puntos esenciales de dos
de las principales teorías cognoscitivistas: la del desarrollo cognitivo de Piaget y la del enfoque
sociocultural de Vygotsky. En parte podemos decir que la aportación de estos dos teóricos dio lugar
desde el siglo pasado a una revolución en el ámbito de la educación y llevó a intentos para conciliar o
completar el espectro con cada uno de estos enfoques. Evidentemente, desde la práctica, pero también
desde la teoría, baste como ejemplo mencionar a Jerome Bruner.
Jean Piaget planteó la idea de que, al igual que nuestro cuerpo evoluciona rápidamente durante
los primeros años de nuestras vidas, nuestras capacidades mentales también evolucionan a través de
una serie de fases cualitativamente diferentes entre sí. Es decir, que la manera de pensar de los niños y
niñas no se caracteriza tanto por la ausencia de habilidades mentales típicas de los adultos, como por la
presencia de formas de pensar que siguen otras dinámicas muy diferentes, dependiendo de la etapa de
desarrollo en la que se encuentren.
Para Piaget, el aprendizaje es un proceso de construcción constante de nuevos significados, y
el motor de esta extracción de conocimiento a partir de lo que se sabe es el propio individuo. Por lo
tanto, el protagonista del aprendizaje es el propio aprendiz, y no sus tutores ni sus maestros. De acuerdo
a esto, tal enfoque es considerado constructivista, y enfatiza la autonomía de la que disponen los
individuos a la hora de interiorizar todo tipo de conocimientos; según este, es la persona quien sienta
las bases de su propio conocimiento, dependiendo de cómo organiza e interpreta la información que
capta del entorno.
Un punto esencial que caracteriza su teoría son las etapas de desarrollo cognitivo:
1. Etapa sensorio - motora o sensorio motriz
Se trata de la primera fase en el desarrollo cognitivo, y para Piaget tiene lugar entre el momento
del nacimiento y la aparición del lenguaje articulado en oraciones simples (hacia los dos años de edad).
Lo que define esta etapa es la obtención de conocimiento a partir de la interacción física con el entorno
inmediato. Así pues, el desarrollo cognitivo se articula mediante juegos de experimentación, muchas
veces involuntarios en un inicio, en los que se asocian ciertas experiencias con interacciones con
objetos, personas y animales cercanos.
2. Etapa preoperacional
La segunda etapa del desarrollo cognitivo según Piaget aparece más o menos entre los dos y los
siete años. Las personas que se encuentran en la fase preoperacional empiezan a ganar la capacidad de
ponerse en el lugar de los demás, actuar y jugar siguiendo roles ficticios y utilizar objetos de carácter
simbólico. Sin embargo, el egocentrismo sigue estando muy presente en esta fase, lo cual se traduce en
serias dificultades para acceder a pensamientos y reflexiones de tipo relativamente abstracto.
3. Etapa de las operaciones concretas
Aproximadamente entre los siete y los doce años de edad se accede al estadio de las operaciones
concretas, una etapa de desarrollo cognitivo en el que empieza a usarse la lógica para llegar a
conclusiones válidas, siempre y cuando las premisas desde las que se parte tengan que ver con
situaciones concretas y no abstractas. Además, los sistemas de categorías para clasificar aspectos de la
realidad se vuelven notablemente más complejos en esta etapa, y el estilo de pensamiento deja de ser
tan marcadamente egocéntrico.
4. Etapa de las operaciones formales
La fase de las operaciones formales es la última de las etapas de desarrollo cognitivo propuestas
por Piaget, y aparece desde los doce años de edad en adelante, incluyendo la vida adulta.
Es en este período en el que se gana la capacidad para utilizar la lógica para llegar a conclusiones
abstractas que no están ligadas a casos concretos que se han experimentado de primera mano. Por tanto,
a partir de este momento es posible "pensar sobre pensar", hasta sus últimas consecuencias, y analizar
y manipular deliberadamente esquemas de pensamiento, y también puede utilizarse el razonamiento
hipotético deductivo.
Sobre la teoría de Vigotsky diremos que la interacción social en el desarrollo de la cognición
es una parte muy importante. Él defendió firmemente que el grupo o comunidad en que el individuo se
relaciona, desempeña un papel muy importante para el proceso de “hacer sentido” a las cosas. A
diferencia de la teoría de Piaget que se basa en el desarrollo de los niños a base de la experiencia propia
obtenida, la teoría de Vygotsky está fundamentada básicamente por el constructivismo.
Remarcó que la interacción social en el ser humano juega un papel muy importante en el
desarrollo cognitivo. Destacó a diferencia de Jean Piaget, que el desarrollo del niño proviene
principalmente del aprendizaje social que este recibe.
El segundo tema fue la zona de desarrollo próximo y se refiere a cualquier individuo que tenga
una habilidad mayor o comprensión para poder enseñarla a su alumno, respecto a una tarea, concepto o
proceso. Este concepto está considerado normalmente como un entrenador, un profesor, o un adulto.
La teoría remarca firmemente en que la centralización de estos conceptos conduce a una capacidad
mayor de pensamiento.
Para Vigotsky, el desarrollo del niño y su adaptación al ambiente no tenía que ver en lo absoluto
con un proceso biológico, sino con una comprensión de su medio, a través de la cultura, por ello el niño
que nacía rodeado de ciertas creencias y estilo de vida, terminaba tomándolas como propia desarrollo
su proceso cognitivo.
El desarrollo intelectual o cognitivo del niño, va de la mano con los factores que le rodeen de
primera mano, como lo serían sus padres, siendo estos los facilitadores de sus primeros conocimientos;
cómo comer, cómo ponerse de pie, hablar, etc. La teoría de Vygotsky señala que tanto el pensamiento
como el lenguaje son dos estructuras completamente separadas y su fusión de da aproximadamente a
los 3 años de edad donde el niño, a través de la internalización del pensamiento verbal, lo unifica y lo
desarrolla.
Finalmente, señalaremos algunas aplicaciones del pensamiento estos autores al ámbito
propiamente educativo. La teoría de desarrollo de Piaget, ha llevado a considerar los momentos
evolutivos adecuados para la introducción de nuevos conocimientos, teniendo en cuenta las capacidades
de los niños. Por ejemplo: el aprendizaje de la lecto-escritura encuentra su punto de inicio óptimo a
partir de las operaciones formales básicas, alrededor de los 6 años. Remarcar la importancia de las
actividades grupales en el aula como facilitadoras de aprendizaje. Las actividades grupales
promocionan la construcción activa del conocimiento.
Otra aplicación sería respetar los ritmos individuales en la adquisición de los aprendizajes. Cada
niño trae consigo un bagaje que le es propio, y que es diferente de los demás niños, que posibilita
avances más rápidos en algunas áreas. En contraposición, otros conocimientos tendrán mayor
resistencia para ser asimilados.
Por otra parte, Vigotsky ha influido en cuanto a la importancia del contexto sociocultural para
el aprendizaje. En el aula se pueden aplicar tales principios con un constructivismo dialéctico, en el que
el aprendizaje no proviene solamente del docente sino que se da en varias direcciones: docente-alumno,
alumno-docente, alumno-alumno.
La zona de desarrollo próximo se trabaja con “el otro más experto”. Se trata de poner a los
educandos más avanzados con los menos avanzados para asegurar de que haya una figura de un “otro
más experto” dentro del grupo. Otra aplicación sería enseñar mediante actividades lúdicas por medio
de las cuales ellos tengan la oportunidad de explorar y descubrir el mundo que les rodea a través de su
interacción con él.
Por último, cabría preguntarse si conductismo y cognitivismo en materia educativa son posturas
irreconciliables. Sin embargo, la realidad es que ambos enfoques pueden ser complementarios. Si bien,
se reconoce que el conductismo más adiestra, logrando conductas externas sin tomar en cuenta los
procesos mentales que las generan. Y el cognitivismo apunta a la comprensión, la racionalidad, la crítica
constructiva, la argumentación, la retroalimentación, y la espiritualidad, para guiar al alumno hacia su
superación personal y a motivarlo para aprender por convicción de su necesidad, y no para evitar
castigos o recibir algún beneficio material.
Sin embargo, el sistema de las recompensas y castigos no ha desaparecido del sistema de
enseñanza. Si bien el alumno debe estudiar porque tiene que concebir la idea de que es por su propio
bien, a veces esto es difícil de lograr a edades tempranas, donde el niño tiende a exigir una compensación
inmediata, ya que suele serle difícil entender los beneficios que le reportará el estudio, en un futuro, que
le parece demasiado lejano.
Es por ello que el premiar el esfuerzo de un niño, con una buena nota, una felicitación o un
regalo, puede conservar su valor si se le explica que ese premio no es el objetivo principal, sino spolo
un estímulo, y que el verdadero valor es el aprendizaje que está incorporando a su persona y vida futura,
ese es el verdadero premio.
Se trata, a fin de cuentas, como docentes, no “casarse” con un enfoque único, sino de integrar
armónicamente elementos de cada una de las teorías para, ya en la práctica, cumplir de la mejor manera
nuestra función docente, sin dejar a un lado la permanente formación, actualización y el espíritu de
investigación.

Bibliografía: BOWER & HILGARD Teorías del aprendizaje Ed. Trillas 2004

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