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REPASO DE LA ESPAÑA

DEL ÚLTIMO SIGLO


para lectores con prisa
O ponga usted el título cuando lo lea:

edic
amp ión
Sugerencias: liad
a
• De aquellos polvos estos lodos.
• Yo no me meto en política.
• Todos los políticos son iguales.
• ¡No robes! El gobierno odia la competencia.
• Relaxing cup of café con leche in plaza mayor.
• Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios...

José María Barbado López


REPASO DE LA ESPAÑA
DEL ÚLTIMO SIGLO
para lectores con prisa

O ponga usted el título cuando lo lea:

José María Barbado López


Autor: José María Barbado López

Edición y Maquetación: Cristina Medrano

ISBN: 978-84-127803-6-9
Depósito legal: BA-000663-2023

Edición ampliada, 2023


www.editorialcuatrohojas.com
info@editorialcuatrohojas.com

Reservados todos los derechos. No se permite la


reproducción total ni parcial sin el permiso previo
de los titulares de los derechos de propiedad
intelectual.
En recuerdo de los miles de soldaditos
españoles que dejaron su vida
en el desastre que tuvo lugar en Annual,
Marruecos, los días 21 de julio de 1921
y siguientes.
A los 100 años de aquellos
acontecimientos.

La tolerancia tiene un límite: la


intolerancia. Tolerar a los intolerantes
es hacer desaparecer la tolerancia.
La sociedad abierta y sus enemigos.
Karl Popped (1945)
El ciego estalló en una carcajada aguda y
convulsiva. (…) Después extendió en
círculo el brazo, como si quisiera abarcar el
horizonte, y gritó:
—¿Un camino llano? Yo siempre he caminado
por la vereda. ¡Siempre, siempre! No
quiero que mis babuchas se escurran en
sangre y este camino está lleno de sangre todo
él. Lo veo. Y se volverá a llenar de sangre,
¡otra vez y cien veces más!

La forja de un Rebelde. Arturo Barea (1941)


1920 1921: Desastre de Annual

1930 1931: Proclamación II República


1936: Golpe militar. Guerra civil
1940 1939: Fin de la guerra. Dictadura de Franco

1950

1960

1970

1975: Muerte de Franco


1978: Aprobación de la Constitución
1980
1982: Gobiernos de Felipe González

1990

1996: Gobiernos de José Mª Azrnar


2000
2004: Gobiernos de José Luis. R. Zapatero
2010 2011: Gobiernos de Mariano Rajoy

2020 2019: Gobierno de Pedro Sánchez


2020: Año del COVID
2023: Elecciones generales
Índice:

PRESENTACIÓN 13
FIN DEL REINADO DE ALFONSO XIII 15
LA SEGUNDA REPÚBLICA 19
LA GUERRA CIVIL 21
LA DICTADURA DE FRANCO 27
LA LLAMADA TRANSICIÓN 33
LOS GOBIERNOS DEL PSOE 39
LA REACCIÓN DE LA DERECHA 47
LA CRISIS DE 2008-2014 51
DE NUEVO EL PP 55
LOS GOBIERNOS DE PEDRO SÁNCHEZ 63
PRESENTACIÓN

El presente relato pretende contar a grandes


rasgos los acontecimientos sucedidos en Espa-
ña durante la época más reciente de su historia,
de forma que el lector no se pierda en el bosque
de las profundidades de los hechos y procesos
históricos y que los árboles que constituyen sus
singularidades no le dejen ver de forma panorá-
mica el bosque de la historia.
Se argumentará que el análisis histórico debe
contemplar muchos y complejos aspectos que
matizarán las más de las aseveraciones que se
hacen en este pequeño cuento. No les faltará ra-
zón a quienes lo afirmen, pero no es menos cier-
to que la evolución histórica se apoya en unos
ejes generales que, condicionados por diversas
circunstancias, marcan el proceso que puede ser
explicado con argumentos más o menos sim-
ples.
Por otra parte, quien escribe la historia puede
estar motivado anímicamente, puesto que na-
die se libra de escribir eludiendo el prisma de
su propio modo de ver las cosas. En mi caso,
sin ocultar opiniones, he pretendido expresar-
me con la mayor objetividad, aunque sea puesta
en cuarentena por muchos, sobre todo los más
eruditos, quienes verán en este un trabajillo de
poca monta y sin ningún rigor documental e

13
histórico, carente de valor de tipo alguno y que
no merece siquiera una ojeada de detenimiento.
Pues vale: tienen razón. Quien desee mayor ri-
gor y extensión puede leer las 784 páginas de
Un pueblo traicionado. España de 1876 a nues-
tros días: corrupción, incompetencia política y
división social, del reconocido hispanista Paul
Preston. Pero les anticipo que las conclusiones
son muy similares y este libro se lee en un plis
plas.
Yo me limito a contar lo que sé, lo que he vivi-
do y lo que pienso de la forma más honesta po-
sible, e intentar darlo a conocer por si pudiera
servir de algo.
El periodo histórico al que voy a referirme es
muy corto: apenas 100 años. Poco más de lo
que dura la vida de una persona, de forma que
la memoria de dos pudiera reconstruir todo el
proceso. Alguien nacido en 1900 podría haber
transmitido oralmente sus vivencias directa-
mente a otra persona que en 1960 fuera adul-
ta, consciente del entorno en que vivía y que
hoy, segunda mitad del año 2020, año de la
Covid-19, pudiera enlazar ambas experiencias
vitales en un solo relato. Y mira que ocurrieron
cosas… y bien importantes.

14
FINAL DEL REINADO
DE ALFONSO XIII

El comienzo de nuestro relato bien podría si-


tuarse durante el tórrido mes de julio de 1921, y
no precisamente en territorio español, sino en el
secarral que constituye el solar de las tribus del
Rif, situado entre las ciudades de Alhucemas y
Melilla, al norte de Marruecos.
Alfonso XIII, «el Africano», pudo haber sido
destronado antes. La desastrosa actuación de
España como potencia colonial en el espinazo
del norte marroquí que las potencias occiden-
tales resolvieron dejarnos sirvió para aplacar el
prurito imperial que escocía desde la pérdida
de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Sirvió esta
ocupación también para acomodar al exceso de
oficiales militares que provenían de las últimas
colonias, y cuyos ascensos se basaban, y ellos
mismos querían que se basaran, en méritos de
guerra.
Junto con otros desastres anteriores, el de An-
nual, en el que perdieron la vida miles de sol-
daditos de reemplazo mal pertrechados y peor
mandados, de esos que no pudieron eludir la
mili por no tener dinero, fue la gota que col-
mó el vaso de la indignación popular. Y todo
por mantener el estatus de potencia colonial y

15
la Compañía Española de Minas del Rif, en las
que, además del conde de Romanones y otros,
se decía que tenía algo que ver el propio mo-
narca. Esas vidas desperdiciadas en manos de
muchos oficiales corruptos e ineptos (salvan-
do a los que demostraron un comportamiento
ejemplar, que también los hubo), podrían ha-
berse aprovechado si se hubiera programado el
desarrollo de algunas comarcas y regiones de
España que lo necesitaban tanto como los rife-
ños, quienes no nos habían llamado para ser sus
salvadores.
Para los que no conocen el episodio es conve-
niente recordar aquí que Annual es un lugar si-
tuado no muy lejos de la costa, entre los ríos
Kert y Amekran que, junto con el Nekor, son
los tres cauces más importantes (riachuelos
nada caudalosos) que vierten al Mediterráneo
entre las ciudades de Melilla y Alhucemas, se-
paradas por 130 kilómetros. En este pequeño
lugar de suaves colinas estaba situado el grue-
so de las fuerzas de ocupación españolas. Se
habían instalado varios fortines en posiciones
circundantes y en avanzadillas, llamados blo-
caos. El ejército español estaba comandado por
el general Silvestre, veterano de Cuba, quien
al parecer, con el apremio de Alfonso XIII, se
había propuesto llegar hasta Alhucemas, ciudad
fundada por los españoles, para Navidad de ese
mismo año de 1921, todo ello sin apaciguar ni
desarmar a las belicosas tribus rifeñas nativas

16
del territorio, como le aconsejaban los milita-
res más prudentes y experimentados. En julio
los rifeños consiguieron desmantelar algunos
de los blocaos avanzados, hasta que Silvestre,
rodeadas las fuerzas por miles de combatientes
nativos, dio orden de retirada, que se convirtió
en tiro al blanco sobre los soldados españoles.
Pocos pudieron llegar a refugiarse en Melilla,
que quedó sitiada, pues la mayoría fueron ma-
sacrados o hechos prisioneros. Se calcula que
murieron alrededor de 13 000 combatientes.
Del rescate de los prisioneros se encargó el em-
presario Horacio Echevarrieta, quien regresó
a España con 336 supervivientes, tras el des-
embolso por parte del estado español de cuatro
millones de pesetas de las de entonces como re-
dención. Cuentan, pero no está acreditado, que
Alfonso XIII exclamó, al conocer el precio del
rescate: «¡Qué cara está la carne de gallina!».
¿Nos imaginamos qué sucedería en España si
estos acontecimientos hubieran sucedido aho-
ra?
Tal fue el escándalo y la indignación que provo-
có la masacre de Annual, que el Congreso de los
Diputados no tuvo más remedio que demandar
un informe, expediente cuya elaboración fue en-
cargada al general Juan Picasso (sí, pariente del
pintor). Las conclusiones del expediente debían
de ser demoledoras. El documento circula hoy
por todas partes y puede ser consultado en su

17
texto original y comentado. Pero en su día el in-
forme no llegó a ver la luz porque se encargó de
ello el general Miguel Primo de Rivera, quien,
para tranquilidad del rey y con su aprobación,
estableció en 1923 una dictadura que acallaría
la petición de responsabilidades por el desastre.
El dictador tendió puentes inteligentemente al
partido socialista que, dado el deterioro de la
situación, se avino en principio a colaborar con
el nuevo régimen. Más tarde, caído en desgra-
cia Primo de Rivera, y tras la dictablanda de
Berenguer, ante el clamor político reinante no
hubo más remedio que convocar elecciones, las
que el 14 de abril de 1931 ganaron los parti-
dos republicanos, incluido el PSOE, que ya se
desmarcó a tiempo de su anterior colaboracio-
nismo, provocando la huida de un Alfonso XIII
abandonado hasta por los propios monárquicos.
Había comenzado la Segunda República; una
república que duraría poco, aunque sí más que
la primera, que sobrevivió un año. Desde enton-
ces se ha pretendido insertar en el genoma de
los españoles que la república es sinónimo de
caos, degeneración y anarquía.

18
LA SEGUNDA
REPÚBLICA

La joven república tenía muy buenas intencio-


nes, pero pocas armas. Tenía enemigos exterio-
res e interiores. Dentro no había cambiado nada
del poder en el estado. La nobleza, los terrate-
nientes, la iglesia católica y el ejército no esta-
ban en absoluto mermados en su capacidad para
manejar el país. Las reformas, como la agraria,
que durante el periodo 1931-1933 se intentaron
llevar a cabo, quedaron en muchos casos en pa-
pel mojado, dada la influencia que aún ejercían
los grandes propietarios. La reforma educativa
estaba llamada a ser el motor del cambio, pero
esto es algo que requiere años de estabilidad
y no le fue permitido. Las presiones por parte
de los sectores más radicales de izquierda no
ayudaban. Estas formaciones políticas y sindi-
cales llegaron a provocar actos violentos que el
propio gobierno tuvo que reprimir. Y como los
españoles somos tan impacientes, la decepción
hizo que se convocaran elecciones y en 1934
la confederación de derechas reaccionaria ganó
los comicios, encomendándose a deshacer las
reformas del primer periodo. Aun así, las orga-
nizaciones obreras se mostraron muy comba-
tivas y protagonizaron acciones contundentes,
como la revolución de Asturias, que fue dura-
mente reprimida. Allí destacó el general Fran-

19
co, que ya traía aureola de héroe tras su trabajo
en la guerra de África, y a quien se encomendó
la represión de la revuelta.
Aunque la polarización entre las derechas y
las izquierdas era absolutamente irreconcilia-
ble, lo que provocó la caída del gobierno y la
convocatoria de elecciones fue el hundimiento
del partido radical de Alejandro Lerroux por los
conocidos casos de corrupción llamados Estra-
perlo y Nombela, que fueron analizados y con-
denados por las Cortes en octubre de 1935. Este
episodio tuvo como consecuencia la ruptura del
pacto radical-cedista a la sazón en el gobierno.
Obligado el presidente a convocar nuevas elec-
ciones, las izquierdas, en un ejercicio extraño al
que habitualmente tenían acostumbrado al país,
y siguen haciéndolo, enterraron superficialmen-
te todas sus disputas y se presentaron a los co-
micios bajo un frente único llamado Frente Po-
pular. La historia de las dos Españas se mostró
entonces más patente que nunca.
La exigua victoria del Frente Popular (47,1%
sobre el 45,6% del bloque de derechas) con-
cedió, gracias a la ley electoral vigente, una
mayoría parlamentaria del 60% al bloque de
izquierdas. Esto impulsó de nuevo las reformas
aún más radicales que en el primer periodo, si
bien en un ambiente de profunda división y en-
frentamientos violentos con numerosos asesi-
natos perpetrados por ambos bandos.

20
La situación internacional no favorecía preci-
samente la labor de gobierno de la república.
En Europa se mascaba el enfrentamiento entre
las potencias del Eje y los países aliados, for-
mado el primero por la Alemania nacionalso-
cialista de Adolf Hitler y la Italia fascista de
Benito Mussolini, pacto al que se unió en 1940
el imperio de Japón, y el segundo bloque cons-
tituido circunstancialmente por Gran Bretaña,
Francia, China y la Unión Soviética. Este era un
pacto forzado por la ambición expansionista de
Hitler, que amenazaba el resto del continente.
La entrada de los Estados Unidos, ya en ple-
na guerra, determinó el transcurso de la misma
y la victoria aliada, pero en el momento de la
victoria del Frente Popular, lo único que existía
era un miedo a las políticas del tercer Reich por
parte de las democracias occidentales, que no
se atrevieron a intervenir hasta la invasión ale-
mana de Polonia, pero esto ocurrió cuatro años
después de los hechos que ahora narramos.
Tal vez si la situación internacional hubiera
sido otra, el golpe de estado que protagoniza-
ron principalmente los militares africanistas no
hubiera tenido éxito y la república hubiera po-
dido prolongar sus reformas en el tiempo, pero
la situación era tan propicia que ni la Iglesia, ni
la Oligarquía, ni el Ejército se lo pensaron más
tiempo. Justificándose en la anarquía reinante y
en la debilidad de un gobierno presionado por
sus coaligados más radicales que exigían re-

21
formas revolucionarias, en julio de 1936 tuvo
lugar un pronunciamiento militar en la mayo-
ría de las guarniciones del país, que no triunfó
en las ciudades más populosas, como Madrid,
Barcelona, Valencia, Málaga y otras, pero que
permitió a los conspirados asentar un territo-
rio desde donde organizar una ofensiva que
duró tres años, convirtiéndose en una cruenta
y despiadada guerra civil cuyos efectos aún nos
atañen.

22
LA GUERRA CIVIL

Una vez los pronunciamientos militares hu-


bieron triunfado o fracasado, los avances de
los sublevados fueron significativos durante la
primera etapa de la contienda. La profesionali-
dad de las fuerzas africanas, comandadas por la
mayor parte de la oficialidad y reforzadas por
las tropas indígenas del protectorado marroquí,
se impusieron a la desorganización de las mili-
cias populares y lo que quedaba del ejército que
permaneció fiel a la República. Sin embargo, el
objetivo de tomar Madrid, con el que tal vez hu-
biera concluido la guerra, no pudo conseguirse
hasta finales de marzo de 1939, lo que mantuvo
en pie la esperanza de los republicanos, a pesar
de que el gobierno no tardó en trasladarse a Va-
lencia y por último a Barcelona.
En ayuda de los rebeldes acudieron divisiones
de Alemania e Italia con abundante apoyo aé-
reo, mientras que la República se radicalizó po-
líticamente, tomando el partido comunista las
riendas del ejército y acercándose a la URSS,
la única potencia que ofreció apoyo al gobier-
no legalmente constituido. El acercamiento al
comunismo tal vez resultó determinante para
la resolución de no intervenir por parte de las
democracias occidentales, que, timoratas con la
política de Hitler y recelosas del cariz comu-

23
nista del gobierno republicano, denegaron su
auxilio. Tan solo acudieron en su ayuda, a título
personal, numerosos combatientes, que forma-
ron las Brigadas Internacionales, pero que no
tuvieron peso a la hora de determinar el signo
de la guerra.
Es de destacar el mal trato que recibieron los
refugiados republicanos en territorio francés,
donde el gobierno, del mismo signo frentepo-
pulista que el español, se vio obligado a renun-
ciar a intervenir en ayuda del gobierno vecino,
llegando al trato inhumano con los civiles y mi-
litares que entraron en suelo francés huyendo
de la represión franquista. Muchos de aquellos
milicianos se reengancharon en la contienda
mundial combatiendo contra el totalitarismo en
unidades francesas, llegando incluso a ser los
primeros en pisar el suelo de París, liberada de
los alemanes en agosto de 1944.
Las tropas rebeldes consiguieron en primer
lugar dividir en dos el territorio leal a la repú-
blica, y una vez sometida la bolsa interior, las
unidades franquistas avanzaron casi sin resis-
tencia hasta la frontera con Francia. El primero
de abril de 1939 se difundió el último parte de
guerra que proclamaba la victoria total del ejér-
cito sublevado.
En el bando republicano, tras la desorganiza-
ción inicial de las milicias populares que eran
constituidas por los propios partidos políticos

24
y sindicatos, que alistaban a militares profesio-
nales fieles a la República, se consiguió frenar
la rápida expansión de los rebeldes. No obstan-
te, entre las propias filas republicanas se dieron
los mayores enfrentamientos entre comunistas,
partidarios de organizar el ejército y dedicar
los mayores esfuerzos a la victoria bélica, y
los anarquistas, empeñados en hacer la revo-
lución simultánea y resistentes al principio de
autoridad. Esta pugna tuvo lugar especialmente
en Cataluña, y más concretamente en Barcelo-
na, ciudad que tras el fracaso del golpe militar
quedó en manos de los sindicatos anarquistas
CNT FAI y los comunistas antiautoritarios del
POUM. El enfrentamiento llegó a su culmen en
mayo del 37, cuando en las calles de Barcelona
quedaron entre 500 y 1000 personas fallecidas
y 1500 heridas.
La guerra civil terminó oficialmente el 1 de
abril de 1939, pero la represión, los asesinatos,
los juicios sumarios y fusilamientos masivos
continuaron durante años en un clima de terror
que solo se apaciguó en parte tras la apertura al
extranjero que supuso el fin del aislamiento. La
represión continuó más pausada, aunque no re-
mitió hasta algún tiempo después de la muerte
del dictador. Las últimas ejecuciones tuvieron
lugar dos meses antes de la muerte de Franco
y, tras el óbito, quedaron los llamados «grupos
incontrolados» y la brutalidad policial, que se
tradujo en algunas muertes, hechos que nunca

25
fueron juzgados en España, quedando enco-
mendada a la justicia de otros estados la inves-
tigación de algunos de sus presuntos responsa-
bles. Paradójicamente, aparte de los muertos
por revanchas personales que aprovecharon
el conflicto, amparados por la impunidad que
suponía haber sido combatiente del bando ven-
cedor, los que tuvieron la suerte de ser juzga-
dos por tribunales de militares que se rebelaron
contra la República fueron condenados y mu-
chos fusilados los primeros años por «auxilio a
la rebelión».

26
LA DICTADURA DE
FRANCO

Tras la guerra civil y durante la misma, algunos


militares rebeldes pretendían devolver el poder
político a la República una vez depurada de los
elementos indeseables que habían convertido
España en una anarquía; otros deseaban el re-
torno de la monarquía, tal vez en la persona de
Juan de Borbón, hijo del exiliado Alfonso XIII,
pero Franco no parecía tener ninguna prisa por
reponer una ni otra. Al parecer, su proyecto
personal pasaba por ejercer el control absoluto
del Estado, y sibilinamente fue deshaciéndose
de sus rivales políticos. Unos murieron, otros
fueron apartados u olvidados, de forma que, al
finalizar la contienda, Franco quedó como úni-
co Jefe, Salvador de España y dueño de los des-
tinos de todos los españoles.
Una vez terminada la Segunda Guerra Mun-
dial, las potencias aliadas vencedoras sometie-
ron a un aislamiento al régimen de Franco por
su colaboración con las potencias del Eje. Los
primeros 40 fueron testigos de una hambruna:
«los años del hambre», que obligaron a Franco
a importar trigo de Argentina y Estados Uni-
dos. Entre 1945 y 1950 España atravesó una
gran crisis económica, conociéndose el perio-
do como «de la autarquía y el racionamiento»,

27
pero la aparición de la guerra fría entre los blo-
ques occidental y soviético, el feroz anticomu-
nismo de Franco y las ambiciones imperialistas
de la nueva potencia emergente, los Estados
Unidos de América, paladín de las libertades
frente a la esclavitud de los países de la órbita
soviética, propiciaron la incorporación de Es-
paña al mundo occidental, plasmada en la visita
del presidente de USA, Dwight Eisenhower, en
diciembre de 1959. España cedió terreno para
la instalación de bases militares, autoidentifi-
cándose el Caudillo como «centinela de occi-
dente», y a cambio recibió dinero, ayudas y un
cierto reconocimiento internacional. No sería
la última vez que Estados Unidos apoyase y
mantuviese un régimen dictatorial y genocida
si convenía a sus intereses. El papel mojado de
los derechos humanos ni siquiera se cumple en
el país de la libertad y las oportunidades, sobre
todo con las minorías étnicas. Ejemplos de ello
los tenemos que lamentar muy recientemen-
te. Si a Estados Unidos y al bloque occidental
no hubiese convenido la postura antisoviética
de Franco, el régimen habría sobrevivido solo
unos años y el dictador no hubiera muerto en
1975 como jefe del estado.

Los años sesenta constituyeron la etapa del


«desarrollismo». El país, sin perder su estatus
dictatorial, se abrió al turismo, y unos minis-
tros tecnócratas promovieron los llamados Pla-
nes de Desarrollo, que reactivaron la economía

28
y prolongaron la vida del régimen. Spain is
different. Desde que en 1941 se constituyera el
Instituto Nacional de Industria, fueron muchas
las empresas estatales que se crearon y constitu-
yeron una herramienta eficaz para el crecimien-
to económico. De este modo nacieron RENFE,
la Empresa Nacional de Electricidad (Ende-
sa), la Empresa Nacional Bazán (astilleros), la
Empresa Nacional de Hidrocarburos (INH), la
Empresa Nacional de Autocamiones (Enasa),
la Sociedad Española de Automóviles Turismo
(Seat)... Y muchas más que se crearon para fa-
bricar fertilizantes, aluminio, acero (Ensidesa),
incluso en 1945 el Estado adquirió más del 70
por ciento de la empresa Telefónica de España,
que la convirtió en una entidad estatal. Se fundó
también el Instituto Nacional de Colonización,
para el desarrollo agrícola de las regiones de-
primidas.
La Ley de Bases de la Seguridad Social apro-
bada en 1963 creó un sistema universal de pro-
tección a los trabajadores que abarcaba desde
los servicios médicos hasta las pensiones. Hoy,
de hecho, se sigue llamando del mismo modo,
aunque su cobertura es mucho mayor.
El 1 de abril de 1964 se conmemoraron los
«XXV años de Paz», y el 14 de diciembre de
1966 Franco convocó un referéndum para apro-
bar la Ley Orgánica del Estado, una especie de
Constitución que consagraba la legitimidad del

29
régimen surgido del golpe de estado de 1936.
La propuesta fue aceptada mayoritariamente
por los españoles mayores de 21 años en un
ejercicio de opacidad y sin las garantías nece-
sarias para poder considerar que los ciudadanos
hubieran votado en libertad. En el discurso de
Navidad de 1969, Franco pronunció la famo-
sa frase de que «todo está atado y bien atado».
Siempre se pensó que solo se refería a la suce-
sión en la jefatura del Estado, pero los acon-
tecimientos han demostrado que la expresión
estaba dotada de un alcance mucho mayor.
Y ya, el 20 de noviembre de 1975, moría el
dictador, curiosamente el mismo mes y día
del fusilamiento (en 1936) del falangista José
Antonio Primo de Rivera, el ideólogo fascista
quien constituyó un símbolo en el Estado una
vez muerto. Se cuenta, aunque no está acredi-
tado, que Franco pudo haberle salvado la vida
intercambiándolo por presos republicanos, pero
de este modo consiguió crear un mártir para la
causa y al mismo tiempo librarse de una mosca
cojonera.
Los seguidores de régimen eran plenamente
conscientes de que el entorno de países occi-
dentales donde se movía España no permitiría
la pervivencia del régimen autocrático tras la
muerte del dictador. Había que adaptar las es-
tructuras del Estado hasta darles apariencia de
una democracia de corte occidental. Había que

30
cambiar muchas cosas para que en el fondo
nada cambiase. Y el tiempo transcurrido nos da
la razón.
Para ilustrar estas afirmaciones hay que echar
mano de las hemerotecas. Tras la visita del Pre-
sidente de EEUU, Richard Nixon, el 2 de oc-
tubre de 1970, un año más tarde, Nixon envió
en misión secreta a Madrid al general Vernon
Walters para entrevistarse con el dictador.
Fue recibido en El Pardo junto con el ministro
de exteriores Gregorio López Bravo, y Franco
le confesó su profecía: «Yo he creado ciertas
instituciones, nadie piensa que funcionarán.
Están equivocados. El príncipe será rey, porque
no hay alternativa. España irá lejos en el
camino que desean ustedes, los ingleses y los
franceses».

31
32
LA LLAMADA
TRANSICIÓN

Llamamos transición al periodo que siguió a la


muerte del dictador. Su duración no está muy
definida, pues algunos sugieren que el proceso
terminó con la aprobación de la Constitución
de 1978; otros apuntan que se prolongó hasta
1982, fecha de la victoria del PSOE en las elec-
ciones generales. Otros ponen en duda incluso
de que haya existido una transición real a la de-
mocracia, teniendo en cuenta muchos factores
que ahora nos muestra el paso del tiempo. Que
hubo una transición no cabe duda; incluso ha
sido considerada modélica entre muchos países
de nuestro entorno. Lo que sería interesante de-
batir es el alcance real de la misma.
Dada la situación geopolítica de España en
1975, la inexistencia de los estados totalitarios
que en 1936 favorecieron el golpe militar, y la
lejanía de la URSS y de su esfera de influencia,
todos, incluso los más fanáticos del régimen
que fueran medianamente inteligentes, com-
prendían que la situación de dictadura del país
no podía sobrevivir al dictador y que el destino
irremediable era convertir el estado en una de-
mocracia en la que el pueblo soberano debía
ser consultado con periodicidad para que esta-

33
bleciese qué tipo de gobiernos quería que rigie-
se los destinos del país.
Había que dar voz a todas las fuerzas políticas,
contrarias y adversas al régimen, incluido al
demonizado Partido Comunista, que Santiago
Carrillo se había encargado de modernizar des-
marcándose de las directrices de la patria rusa.
A pesar de que el PCE mantuvo siempre la he-
gemonía de la oposición a Franco, tanto en el
interior como en exterior, los resultados de esta
fuerza política en los distintos comicios nunca
dejaron de ser discretos, con lo que su presencia
llegó a ser residual, incluso coaligada con otras
fuerzas de izquierda en lo que durante muchos
años se viene denominando Izquierda Unida.
Más importante fue el devenir de un Partido So-
cialista agonizante que en 1974, año del último
congreso del PSOE en el exilio, se vio zaran-
deado por un golpe de timón protagonizado por
un equipo de jóvenes provenientes del partido
en el interior. Dada la deriva que este partido
ha sufrido desde entonces hasta los tiempos
que corren y las manifestaciones actuales de
los líderes que en su día asumieron la dirección
del partido, la perspectiva que dan los años y
los escasos resultados en valores democráticos
que podemos contabilizar tras más de cuaren-
ta años del fin de la dictadura, algunos podrían
verse tentados a pensar que la nueva dirección
del PSOE estaría integrada por topos que el ré-

34
gimen hubiera infiltrado para facilitar la tran-
sición hacia formas democráticas sin alterar
demasiado los resortes del poder. Cierto que se
podría llegar a pensar eso, pero no fue así.
Para ver lo que era necesario hacer, se produjo
un dialogo entre las fuerzas de oposición («Pla-
tajunta», formada por la Plataforma y la Junta
democrática) y el gobierno de Adolfo Suárez.
Las primeras medidas, de índole económica y
urgente, dada la situación, se recogieron en los
llamados Pactos de la Moncloa, así como una
hoja de ruta para la reforma jurídica y política
que desembocarían en el pacto constitucional.
Gobierno y oposición democrática se pusieron
manos a la obra para elaborar una Constitución
de consenso en el que unos y otros cedieron. Es
analizando las cesiones de unos y otros, con-
trastándolas con la perspectiva que nos da el
tiempo, como podremos analizar si realmente
en España podemos disfrutar de un auténtico
régimen democrático, comparable al de los paí-
ses de nuestro entorno europeo.
La primera cuestión, la de la forma de Estado,
fue resuelta rápidamente por la tímida profesión
de fe republicana del PSOE y el PCE, partidos
que, como de puntillas, apelando a la recon-
ciliación nacional, abandonaron rápidamente
sus exigencias de restauración de la legalidad
vigente derrocada por el golpe de 1936, acep-
taron la imposición (no proposición) de Juan

35
Carlos I como Jefe de Estado, y ni siquiera exi-
gieron que fuera el pueblo quien se pronunciara
al respecto de forma independiente al resto del
texto constitucional.
La carta magna recogía también muchos aspec-
tos que inexorablemente debe recoger cualquier
constitución que se llame democrática, algunos
de forma tan ambigua como el derecho al tra-
bajo, a una vivienda digna o a la libertad de ex-
presión, dejando a leyes posteriores que nunca
llegaron, el desarrollo de forma expeditiva de la
posesión y la defensa de tales derechos.
Para diluir las aspiraciones de algunos territorios
como el País Vasco y Cataluña, se inventó lo que
se dio en llamar «café para todos», creándose un
sistema de autonomías, algunas de ellas artificio-
sas, que no han servido para el fin para el que
fueron creadas: una autonomía política real fren-
te a una fuerte descentralización administrativa,
como tal vez hubiera sido aconsejable en algu-
nos casos. Lo cierto es que Cataluña, en parte
por la desastrosa e incompetente gestión de los
sucesivos gobiernos centrales, ve crecer el nú-
mero de personas que desean iniciar su andadura
separadas del resto de España. En el País Vasco,
tras superar una desgraciada etapa de violencia y
terrorismo, doblegados los asesinos por la razón
de quienes desean resolver los conflictos de for-
ma pacífica, pudiera resultar que la mayor parte
de sus habitantes desearan, si son consultados,

36
separarse del Estado o al menos iniciar otra for-
ma de asociación con el mismo.
A este respecto la Carta Magna vigente no re-
coge un derecho que debe ser fundamental en la
sociedad humana: que un colectivo pueda sepa-
rarse o integrarse en otro mayor si así lo exige
una mayoría cualificada de ciudadanos. No se
puede obligar a nadie a permanecer en contra
de su voluntad y, para ello, debe existir la posi-
bilidad de manifestarse en libertad.
Otros aspectos del texto constitucional que de-
jan jirones del antiguo régimen son las referen-
cias expresas a la Iglesia católica (por mucho
que sea la que más adeptos tenga en España),
frente a una declaración somera de estado acon-
fesional que en la práctica no se cumple. Pero
con todo, el sistema de partidos y el reparto de
los elementos de la judicatura al arbitrio de las
cuotas de poder de los partidos, auguran que
la independencia del poder judicial solo se da
en el papel, y no en la realidad, como se viene
comprobando, incluso como denuncian algunos
colectivos de la propia judicatura.
Para resumir este capítulo, algo más extenso,
pero muy importante para explicar el devenir
histórico de los últimos cuarenta años, conclui-
remos que, en efecto, los pactos de la transición
supusieron la cesión por ambas partes: los he-
rederos del régimen por un lado y la oposición
democrática por otro.

37
¿Y qué cedió cada uno? Pues los opositores
transigieron con mantener la forma de estado,
las estructuras del poder judicial y económico y
la imposibilidad de autodeterminación.
Los herederos del régimen transigieron en la
libertad de expresión y en el sistema de parti-
dos, un sistema un tanto opaco que permitiría,
con la ley electoral adecuada, la alternancia en
el poder de los partidos mayoritarios. En pocas
palabras, les dejarían jugar a la política de for-
ma vigilada para que se sitieran a gusto en sus
puestos de poder y ser recompensados al final
con un puesto en la administración de las em-
presas que se mantienen como en el régimen.
Una bonita forma de cambiarlo todo para que
nada cambie.
Muchos de los que vieron con preocupación
que los acontecimientos no presagiaban cam-
bios radicales pensaron que tal vez era dema-
siado pronto para aspirar a tanto, y pusieron la
ilusión en el triunfo de un partido político de-
mocrático sin antecedentes franquistas que se
encargaría de cambiar las cosas. Entre tanto, el
23 de febrero de 1981 hubo que sufrir un conato
de involución protagonizado por unos desnor-
tados que no habían comprendido que el desti-
no de España y de sus controladores no pasaba
precisamente por la vuelta a las viejas prácticas
franquistas. No estaba el horno para bollos.

38
LOS GOBIERNOS DEL
PSOE

Llegó el día. El 28 de octubre de 1982, la ilu-


sión de muchos españoles concedió al Partido
Socialista Obrero Español la mayoría más am-
plia que se recuerda en unas elecciones demo-
cráticas. Obtuvo casi el 50 por ciento de los
votos en el congreso, lo que supuso, merced a
la ley electoral que potencia a los partidos ma-
yoritarios, facilitando la alternancia en el poder,
la obtención de 202 de los 350 escaños del Con-
greso, 134 en el Senado. Esta mayoría absolu-
ta se mantendría durante tres legislaturas hasta
que el desgaste producido por la corrupción
de algunos responsables, la crisis económica
de 1992, la supuesta participación en hechos
de terrorismo de estado contra la banda ETA
y, en general, la desilusión de los votantes de
la izquierda, que vieron incumplidas sus aspi-
raciones de una auténtica reforma del Estado,
propiciaron que la cuarta legislatura, ya en ma-
yoría relativa, apoyados por un partido naciona-
lista catalán llamado Convergència i Unió no se
concluyese, convocándose elecciones en 1996
y obteniendo la derecha española, concentrada
en el Partido Popular, una exigua mayoría sufi-
ciente para gobernar.

39
Muchos esperaban todo de los primeros gobier-
nos socialistas. Por fin un partido que no tuvo
relación con el régimen de Franco, integrado
por personas jóvenes con ideas nuevas, iba a
acometer las reformas que dejarían atrás toda
una época. El país se modernizó, en gran par-
te con el dinero proveniente de la Comunidad
Europea, en la que ingresó en 1985 (el 90 por
ciento de la inversión durante este periodo pro-
cedía de la CE). Durante los cinco años siguien-
tes España experimentó el mayor crecimiento
de los países de la Comunidad. Se acometieron
grandes obras de infraestructuras viales y ferro-
viarias, se implantó la sanidad universal, el PIB
de España se multiplicó por 2,3 hasta situarse
por encima de la media europea. Las inversio-
nes extranjeras aumentaron considerablemente,
así como las españolas en el extranjero, merced,
en parte, a las grandes empresas estatales cuya
privatización iniciaron los sucesivos gobiernos
del PSOE entre 1985 y 1995.
La economía florecía de forma exuberante. Es-
paña pasó de ser importadora de capitales a ser
netamente exportadora. Ciertamente, los más
beneficiados fueron los grandes empresarios,
pero las migajas del estado de bienestar se re-
partieron por casi todas las capas sociales. La
renta per cápita aumentó hasta situarse entre
las 15 primeras del mundo. Toda esta eclosión
de buenos resultados tuvo su escaparate el año
1992, que muchos consideraron talismán para

40
España. Para el año del V centenario del descu-
brimiento de América, la Exposición Universal
de Sevilla, los Juegos Olímpicos de Barcelona
y la capitalidad cultural europea de Madrid re-
flejaron fielmente el ascenso de España dentro
del grupo de países privilegiados del mundo.
En el otro platillo de la balanza quedaba un
mercado de trabajo que siempre adoleció de te-
ner unas excesivas cuotas de paro, sobre todo
femenino y juvenil, temporalidad y falta de
cualificación laboral, una situación que le costó
la ruptura con el sindicato hermano UGT y la
convocatoria de dos huelgas generales. Un dé-
ficit comercial de un país que siempre exportó
menos que importó, una deficiente inversión en
tecnológicas y en I+D… Una política agraria
adecuada que debería haber llegado a la redis-
tribución de la propiedad para evitar la penosa
imagen de los jornaleros esperando el trabajo
precario del terrateniente, y completando los
jornales con indignos subsidios-parche de su-
pervivencia que se prestaban a relajación, clien-
telismo y corruptelas. Y una especie de profe-
sionalización de la política que se inauguró tras
los sucesivos éxitos electorales y que propicia-
ron graves casos de corrupción, estableciéndose
lo que dio en llamarse «la cultura del pelotazo».
Con todo, la carencia más grave de este periodo
fue no haber abordado la auténtica renovación
de las estructuras de poder del estado. La justi-

41
cia nunca llegó a funcionar con eficacia, rapi-
dez e independencia, debido, entre otras cosas,
a la penuria de medios y a la falta de voluntad
política. Se llegó a decir que una justicia tar-
día era, simplemente, una injusticia. No hubo
una reforma del poder judicial, y los partidos
políticos mayoritarios se repartían los nombra-
mientos de los órganos de los jueces colocando
a personas supuestamente afines a su tendencia
partidista. La independencia judicial no ha lle-
gado a existir.
Como se explicaba en párrafos anteriores, los
pactos de la transición crearon una estructura de
partidos que dificultaban la participación direc-
ta y democrática de los militantes, establecien-
do unas estructuras de poder que facilitaron la
aparición de profesionales de la política cuyas
decisiones solían burlar el control democrático
de las bases. En lo que respecta al Partido Po-
pular, esto ni siquiera se planteaba, puesto que
la decisión de nombrar a los candidatos en las
distintas elecciones, por ejemplo, era tomada
arbitrariamente por la persona que ejercía el
poder político dentro del partido. En el caso del
Partido Socialista, en más de una ocasión, la
militancia consultada se encargó de derribar las
decisiones de sus dirigentes: las mismas ocasio-
nes en que los dirigentes derribaron después las
decisiones de la militancia. Esta profesionali-
zación de la política alejó a los políticos de los
ciudadanos: los primeros perdieron el sentido

42
de servicio público de su cargo, y los segundos
comenzaron a desconfiar de sus propios repre-
sentantes, en tanto que cada vez se creían me-
nos representados por ellos.
Como consecuencia de lo anterior, no hubo in-
terés en establecer un control eficaz de la finan-
ciación de los propios partidos, ni de las cuentas
públicas, que evitase o corrigiese de inmediato,
como en otros países del entorno, el enriqueci-
miento ilícito tanto personal como corporativo.
Esta falta de transparencia facilitó la existencia
de decenas de casos de corrupción que se han
venido produciendo y a las que aún no se ha
puesto remedio, entre otras causas por la ino-
perancia de la justicia a la que aludíamos antes.
La estructura económica se mantuvo en las
grandes empresas cuyos propietarios siguieron
siendo los que ejercían el poder económico en
el anterior periodo, incluso llegando a acceder
al control de las empresas privatizadas y esta-
bleciendo como premio a los políticos que se
jubilaban la participación en los consejos de
administración o consultorías de las empresas,
en pago de sus servicios. Lo que ha dado en
llamarse «puertas giratorias».
No se llegó a abordar, porque aún debió de pa-
recer precipitada la restitución de la memoria
y compensación a los que sufrieron los rigores
de la represión tras el golpe militar de 1936. No
parecía oportuno hurgar en las viejas heridas

43
que se abrieron en una época que dejó castiga-
dos los excesos de una parte e impunes los de
otra, en pro de una reconciliación que segura-
mente llegará cuando todas las víctimas de la
contienda sean consideradas por igual en la me-
moria colectiva.
Aun así, la omisión más grave que en doce años
de mayorías absolutas cometieron los sucesi-
vos gobiernos del PSOE se dio en lo referente
a la formación de la ciudadanía. La oposición
de la derecha recalcitrante en materia educativa
siempre ha sido frontal. Nunca, en los catorce
años de gobierno de Felipe González se pudo
establecer una reforma educativa eficaz que ga-
rantizase y afianzase para siempre una auténtica
igualdad de oportunidades. Sí es cierto que se
fortaleció el sistema de becas. Se recurrió a los
conciertos con la enseñanza privada para pa-
liar la deficiencia de establecimientos públicos,
pero una vez conseguido esto último, el Estado
no ha ido suprimiendo los conciertos y el resul-
tado ha sido un reforzamiento de la privada con
fondos públicos y un deterioro de la pública.
Una política educativa que a la larga asegura-
se la formación necesaria no solo en el aspecto
profesional, sino que los ciudadanos adquirie-
ran la independencia de criterio para poder de-
terminar con eficiencia qué aspectos de la vida
social, económica y política pueden serles favo-
rables y cuáles no. Inculcar en la ciudadanía el
respeto y observancia de la ley y las normas y

44
el repudio de los infractores. Acabar con la idea
de que el español cumple la ley bajo la amenaza
de sanción y no por convencimiento de que es
bueno para la comunidad. Una formación que
les permita distinguir y seleccionar la avalan-
cha de informaciones contradictorias y muchas
veces tendenciosas y falsas que proporcionan
los medios pagados por los poderes fácticos y
poder decidir con auténtica libertad.
En su libro Manual para viajeros por Andalucía
y lectores en casa, publicado en Londres
en 1845, el viajero romántico Richard Ford
aseguraba:
«Todo el mundo contrabandea de una
forma u otra… En esta tierra mal gober-
nada las normas fiscales son tan ingenio-
samente absurdas, complicadas e irritan-
tes, que el comerciante honrado y amigo
de la legalidad se ve tan incordiado en
sus actividades como estimulado el que
prefiere la ilegalidad… El contrabandis-
ta español, lejos de sentirse delincuen-
te o degradado, goza en su tierra de la
brillante reputación que proporcionan
audaces aventuras personales entre una
gente orgullosa del valor individual…».
Después de varios siglos, la ocasión de cambiar
esto se perdió. Sigue quedando la sensación de
que en este país se glorifica a los infractores que
saben eludir la acción de la justicia, y de que los

45
españoles actúan conforme a la ley solo bajo
la amenaza de castigo y no por convicción de
contribuir al bien común.
Como resumen de todo lo anterior queda, tras
el análisis del tiempo transcurrido, y la consta-
tación de la situación que actualmente se vive,
volver a recapacitar sobre si la transición ha
constituido solo en que nos permitan jugar a la
política sin pasarnos, que vayamos a votar cada
cierto tiempo y que podamos expresarnos con
libertad sin que nos metan en la cárcel. Bue-
no, en eso del derecho al pataleo hemos podido
constatar que últimamente hemos retrocedido
un poco.

46
LA REACCIÓN DE LA
DERECHA, LA
ALTERNANCIA DE
PARTIDOS

La primera de las dos legislaturas del gobierno


de José María Aznar obtuvo una mayoría exi-
gua y necesitó el soporte de quien lo había he-
cho antes con el Partido Socialista: la alianza de
partidos catalanistas denominada Convergència
i Unió, que también gobernaba en Cataluña y
cuyo presidente era Jordi Pujol, un personaje
público al que últimamente se han atribuido
numerosos actos de corrupción personal y de
financiación ilegal del partido. Es lógico pensar
que el apoyo de estos partidos nacionalistas a la
gobernabilidad general no fuese desinteresado.
Faltaría por determinar cuáles fueron las con-
diciones sobre el papel y bajo la mesa para que
este apoyo se produjese. Lo cierto es que Aznar
solo tuvo necesidad de ayuda durante los cuatro
primeros años, puesto que la segunda legislatu-
ra gozó de una mayoría absoluta que le permitió
poner en marcha su programa.
De hablar catalán en pequeño grupo pasó a
mostrar el nacionalismo español más exacerba-

47
do y enfrentarse a todos los nacionalismos pe-
riféricos. Propulsó una ley de extranjería para
limitar la afluencia de emigrantes al territorio
español. Su política liberal permitió urbanizar
España: costas, espacios verdes…, cualquier
terreno era apto para ser edificado. La bonan-
za económica internacional se complementó en
España con un incremento de la construcción
que mejoró ostensiblemente los indicadores
económicos y redujo el desempleo hasta límites
no conocidos anteriormente. Terminó la priva-
tización de las empresas estatales que aún no
habían sido enajenadas por el PSOE, dejando al
Estado en la mínima expresión en cuanto a ca-
pacidad de reacción financiera o estratégica que
le pudiera permitir resolver situaciones de crisis
o emergencia. «España va bien», eran palabras
del presidente Aznar en pleno auge de lo que
fue llamada «la burbuja inmobiliaria».
La iglesia católica se vio favorecida por la ac-
ción del gobierno aprovechando una antigua
ley hipotecaria de 1946, que establecía que la
iglesia podía inmatricular bienes sin documen-
tación, exceptuando los templos y lugares de
culto. El gobierno, entre 1998 y 2015, permi-
tió que también se inscribiesen los templos, de
forma que hay quien calcula que fueron 30 000
los inmuebles registrados por la iglesia en este
periodo.

48
Fueron dos los motivos que impidieron que el
Partido Popular volviera a obtener victoria, am-
bos un tanto relacionados. El presidente Aznar
había prometido, y lo cumplió, que solo per-
manecería dos legislaturas como presidente.
Tal vez su iniciativa debía haberse consolidado
como ley para el futuro. En todo caso, el suce-
sor designado por él, Mariano Rajoy, no tenía el
carisma de Aznar entre la derecha española. Tal
vez ello contribuyó en parte a la derrota, pero
pesó más la política internacional que empren-
dió el gobierno, con su alineamiento en la polí-
tica bélica de los Estados Unidos, participando
en la guerra de Irak de 2003, hecho que motivó
la repulsa general de la ciudadanía que se plas-
mó en numerosas y multitudinarias manifesta-
ciones en todo el país.
Tres días antes de las elecciones del 14 de mar-
zo de 2004, concretamente el día 11, tuvieron
lugar los atentados terroristas en varios trenes
de cercanías de Madrid en los que murieron 193
personas y resultaron heridas más de 10 000. La
indignación popular se vio incrementada por la
pretensión del gobierno de atribuir a ETA la au-
toría de los atentados, cuando todos los indicios
hacían ver que se trató de un grupo establecido
en España perteneciente a una organización is-
lámica en represalia por la participación del Es-
tado en la guerra. Este luctuoso acontecimiento
contribuyó a la victoria del Partido Socialista,

49
accediendo a la presidencia del gobierno el en-
tonces secretario general del partido, José Luis
Rodríguez Zapatero, cuya primera medida fue
retirar las tropas españolas del conflicto de Irak.

50
LA CRISIS DE 2008-2014

De José Luis Rodríguez Zapatero se puede de-


cir que fue un político honesto y bien intencio-
nado que tuvo mala suerte. La mala suerte de
toparse con una crisis económica brutal que
sacudió gran parte de los países de occidente
y que en España tuvo mucha más repercusión
al desmoronarse el tinglado urbanístico mon-
tado por los gobiernos de Aznar, estallando la
burbuja inmobiliaria y arrastrando a los bancos
que habían invertido muchos activos en cons-
trucciones e hipotecas.
Zapatero era un socialista moderado, un «de-
mócrata social» como él mismo se definía. Ac-
cedió de forma inesperada a la secretaría gene-
ral del PSOE sin provenir de la estructura de
mando creada en el partido, y enfrentándose a
barones de un peso político considerable, como
José Bono, y es que, como se ha dicho ante-
riormente, cuando a la militancia se le permite
expresarse con libertad y sin artificios, sabe ha-
cerlo con acierto y en muchas ocasiones, con-
tra los designios de sus dirigentes. Tal vez su
defecto, que no puede llamársele así porque en
realidad se trata de una virtud, es que su talante
conciliador le impelía a creer que todos podrían
ser tan leales en las negociaciones y creía en
la buena voluntad de todos, lo que es poco fre-

51
cuente, por desgracia. Así, durante su mandato,
renovó el concordato con la Santa Sede, que iba
a extinguirse, en una muestra de buena fe no
correspondida.
El programa de gobierno del Partido Socialis-
ta incluía preferentemente medidas de carácter
social: construir una sociedad que aceptara a
todos los inmigrantes, dar prioridad a la edu-
cación y crear empleo estable, conseguir el ma-
yor grado de conciliación familiar y laboral, y
asegurar el cuidado de los mayores, promover
la cultura, convertir a España en un país admi-
rado por ayudar a los más necesitados, ayudar
a estos con iniciativas de calidad, fomentar la
democracia, adecentar la política y promover
los valores por encima de los intereses coyun-
turales.
Estas medidas no fueron tan preferentes duran-
te la primera etapa de gobierno del PSOE en
España, pero en estas dos últimas legislaturas
muchas de ellas no pudieron llevarse a ejecu-
ción. La crisis económica motivó la convocato-
ria de elecciones mediado el segundo mandato,
pero se habían conseguido aplicar medidas es-
trella, principalmente en lo social y sanitario,
como la ayuda a la dependencia, el matrimonio
homosexual, la ley antitabaco…
En junio de 2006 el electorado catalán aprobó
mayoritariamente el nuevo estatuto que su par-
lamento había elaborado. Posteriormente las

52
Cortes refrendaron el texto y el Partido Popular
recurrió la aprobación ante el Tribunal Consti-
tucional. El hecho de que este órgano legislativo
rechazase parte del articulado, que curiosamen-
te figuraba en el texto de otros estatutos de co-
munidades españolas, tuvo unas consecuencias
importantes aún sin resolver, que los sucesivos
gobiernos posteriores no tuvieron el acierto o la
intención de paliar.
Pero en 2008 la economía comenzó a centrar el
interés de todos. A la crisis financiera interna-
cional se añadió en España la desaparición de la
enorme actividad inmobiliaria que había man-
tenido los índices de inversión y empleo. Estos
se derrumbaron y la inflación y el desempleo
crecieron hasta límites desconocidos, llegando
la tasa de paro al 17,9% en el primer trimestre
de 2009. Los bancos sufrieron grandes pérdidas
debido a los créditos otorgados a promotores,
constructores y familias que no pudieron devol-
ver dado el cese de la actividad. Muchas entida-
des financieras quebraron. Otras se inundaron
de bienes inmuebles embargados a entidades
y familias que no tenían salida en el mercado.
Había estallado la burbuja inmobiliaria creada
por los gobiernos de Aznar entre 1996 y 2004,
que el partido socialista no supo o no quiso des-
inflar lentamente.

Zapatero, presionado por Europa para evitar


una intervención de rescate, anunció en el Con-

53
greso el mayor plan de ajuste económico en de-
mocracia: se reducía el salario de los funciona-
rios en un 5 % y los congelaría en 2011, junto
a las pensiones. Asimismo, el Estado recortó un
total de 6000 millones de euros en inversiones
y redujo el gasto en ayuda al desarrollo en 600
millones. ​Finalmente, el Congreso aprobó las
medidas, pero incluso los que no votaron en
contra se mostraron muy críticos con la gestión
económica del ejecutivo.
En junio, el gobierno debió afrontar una refor-
ma del mercado laboral tras el fracaso del diá-
logo social durante dos años y ante la situación
crítica del desempleo, la crisis agudizada del
euro en el segundo trimestre del año y el des-
censo de los ingresos del Estado. L ​ a reforma
fue calificada de «lesiva para los trabajadores»
por los sindicatos, que amenazaron con una me-
dida de fuerza mayor: una huelga general. ​El
día 16 de ese mismo mes, el gobierno aprobó
por decreto una nueva reforma laboral, cuyos
ejes básicos eran una mayor facilidad para las
empresas de acogerse a despidos objetivos con
una indemnización al empleado de 20 días por
año trabajado. La situación se hizo insosteni-
ble y el presidente no tuvo otra salida que con-
vocar elecciones que de nuevo ganó el Partido
Popular.

54
DE NUEVO EL PP

El objetivo principal del nuevo gobierno sur-


gido de las urnas tras las elecciones de 2011,
presidido por Mariano Rajoy, fue hacer frente a
una crisis económica desbocada. Se redujo con-
siderablemente el gasto público para controlar
el déficit que llegó al 8 %, siguieron congelados
los sueldos de los funcionarios y las pensiones
se revalorizarían solo un 0,25 %. Se redujo casi
hasta cero la aportación a la ley de dependencia
y no se aumentó el salario mínimo interprofe-
sional; incluso se acordó la subida de impues-
tos en contra de lo establecido en el programa
electoral.
Se aplicó una nueva reforma laboral que costó
dos convocatorias de huelga general, una en Es-
paña y otra a nivel europeo. Aun así, en 2009 se
sufrió una nueva recesión que obligó a recortar
de nuevo en Educación y Sanidad. Tal fue la
situación de los servicios públicos y de las ne-
cesidades de las familias que surgieron diversos
movimientos civiles en defensa de la sanidad,
la educación, contra los desahucios, que crista-
lizó en una acampada que se produjo en muchas
ciudades de España, y que se mantuvo en Ma-
drid, tras la gran manifestación del 15 de mayo
de 2011. Del llamado movimiento 15M o de los
indignados, surgieron numerosos grupos (Ma-

55
reas, En Común, Anticapitalistas, Ahora, Pode-
mos, Más…) algunos de los cuales se convirtie-
ron en partidos políticos que jugarían un cierto
papel en las elecciones posteriores, intentando
acabar con el bipartidismo.
Europa, dada la situación de España, que había
descendido muchos puestos en la calificación
que le otorgaban las empresas internacionales
asesoras de inversiones, y cuya prima de riesgo
llegó a escalar hasta 600 puntos por encima del
interés de los bonos alemanes, tuvo que inter-
venir para evitar que su sistema financiero co-
lapsase, y procedió a un gran rescate bancario
cuyo importe se ha llegado a calcular en más
de 65 mil millones de euros, cuya práctica to-
talidad, a pesar de las aseveraciones en contra,
ha tenido que ser sufragada por los bolsillos de
los contribuyentes. A partir de entonces, los in-
dicadores económicos comenzaron a mejorar,
disminuyó el desempleo a costa de la precarie-
dad y temporalidad, y la economía se estabilizó.
Las consecuencias de todo esto fueron graves:
disminución de la clase media, de la calidad de
los servicios públicos, de la sanidad, educación
y del empleo, registrándose sin embargo un au-
mento de las personas que se enriquecieron du-
rante la crisis.
Paralelamente a todos estos acontecimientos
económicos, fueron saliendo a la luz numerosos
casos de corrupción protagonizados por miem-

56
bros del Partido Popular, tanto a nivel local
como autonómico y estatal, También el PSOE
sufrió el alcance de la corrupción, como en el
caso de los ERE andaluces. La mayoría de estos
episodios, que provenían de la época de Aznar
como presidente y se dilataron en el tiempo, se
sustanciaron en diversos procesos judiciales
que avanzaron a duras penas por las salas de
justicia y cuyas sentencias, si no habían pres-
crito, alcanzaban generalmente a testaferros,
segundos espadas y cabezas de turco diversos.
De pocas figuras políticas de primera línea se
han podido demostrar sus implicaciones en ca-
sos de corrupción pese a ser los responsables
de la gestión: algún ministro o ministra, algún
presidente de comunidad, hasta que, ya en el
segundo mandato de Mariano Rajoy, tras una
interinidad producida por la exigua mayoría
que obtuvo y sin conseguir el respaldo del Con-
greso de los Diputados, la Audiencia Nacional
sentenció al PP como partícipe a título lucrativo
de la llamada «trama Gürtel» y de financiarse
de forma opaca utilizando una contabilidad pa-
ralela. No hubo cabezas visibles responsables
que fueran condenadas, pero la sentencia pro-
vocó la presentación de una moción de censura
que derrocó a Rajoy e invistió a Pedro Sánchez,
candidato del PSOE, como nuevo presidente
del gobierno.
Los mandatos de Mariano Rajoy como presi-
dente se vieron marcados por la situación creada

57
en Cataluña tras el rechazo del Tribunal Consti-
tucional a instancias del PP, a parte del articula-
do del nuevo Estatuto que recibió en 2006 todas
las bendiciones del Parlament, del pueblo cata-
lán y, en última instancia, del Congreso de los
Diputados. En 2010, el organismo intérprete de
la Constitución revocó 14 artículos del Estatut,
lo que provocó la indignación de amplios secto-
res de la sociedad catalana. La circunstancia fue
aprovechada por el entonces President de la Ge-
neralitat, Artur Mas, miembro de Convergència
i Unió, partido bajo sospechas de corrupción
desde los tiempos del mandato de Jordi Pujol,
en algunos casos demostrada con posterioridad.
Artur Mas exigió a Rajoy la creación de una
agencia tributaria catalana que gestionara los
impuestos, al igual que el gobierno vasco. La
negativa del presidente era de esperar, y CiU
optó por una huida hacia adelante, radicalizan-
do el partido hasta transformarlo de nacionalis-
ta moderado a independentista.
Que la contribución del gobierno de Mariano
Rajoy ha sido muy importante para el aumento
del número de catalanes que optan por el inde-
pendentismo es algo tan aceptado por muchos
sectores que, como consecuencia, llegó a circu-
lar el chiste de que en su momento, si la sepa-
ración de Cataluña se materializase, se erigirá
un monumento a Mariano Rajoy en el centro de
Barcelona en reconocimiento a su aportación a
la causa independentista.

58
Las encuestas ofrecen series de cifras del au-
mento del número de catalanes que se declaran
partidarios de la segregación a partir de la apro-
bación y derogación parcial del nuevo Estatut.
Muchos de estos catalanes y catalanas no eran
en un principio partidarios de la independencia;
simplemente se alineaban con los que exigían
una consulta popular. La cerrazón del gobierno
a esto último les hizo cambiar de bando.
Uno de los motivos de los populares (y también
de los socialistas) para negarse al referéndum
es, aparte del usado argumento de la inconsti-
tucionalidad de la medida, la más que probable
pérdida de votos en el resto de territorios del es-
tado. A los españoles nos han grabado a sangre
y fuego la indivisibilidad de la Patria, y no cabe
en nuestras entendederas la ruptura pacífica de
un territorio que en su día estaba separado y que
se unió solo por razones dinásticas.
Un gobierno dialogante hubiera encontrado los
medios para consultar, aunque fuera en principio
de modo no vinculante, sin violar la Constitu-
ción. Posteriormente se abriría un largo periodo
de debate para convencer a los españoles sobre
la conveniencia o no de la reforma constitucio-
nal que permitiese la autodeterminación según
unas condiciones planteadas. Tras la reforma
de la Carta Magna se establecería de nuevo un
periodo de reflexión y debate en Cataluña sobre

59
la conveniencia o no de la segregación. Si este
proceso se hubiera llevado a cabo antes, el que
esto escribe piensa que, dados los datos estadís-
ticos que entonces se manejaban, y la imagen
de tolerancia y diálogo que el gobierno central
y el resto del estado hubieran mostrado, el re-
sultado de un referéndum de autodeterminación
de Cataluña hubiera resultado netamente favo-
rable para los que propugnan la integración. Tal
vez de este proceso hubiera resultado una nueva
articulación del estado que muchos del viejo ré-
gimen no estaban dispuestos a tolerar.
El partido Convergència Democràtica de Ca-
talunya se refundó para su concurrencia a las
elecciones de 2015 y para distraer la sombra de
la corrupción con el nombre de PDeCat. Y la
coalición de partidos por la independencia ob-
tuvo mayoría de escaños en el Parlament, aun-
que minoría de votos en los comicios, dado que
la ley electoral favorece los votos rurales en de-
trimento de los que se emiten en entornos urba-
nos. Artur Mas fue rechazado en dos votaciones
por no reunir la unanimidad de los grupos sobe-
ranistas, por lo que se propuso un candidato de
consenso, el que fue alcalde de Girona, Carles
Puigdemont, como nuevo President.
La meta de este ejecutivo era clara: declarar
la República Catalana. Y para ello, entre otras
acciones, convocó un referéndum prohibido
por el Tribunal Constitucional, que, no obstan-

60
te, se llevó a cabo el 1 de octubre de 2017. El
gobierno respondió con el envío de fuerzas de
seguridad del Estado para impedir su celebra-
ción, pero lo único que se consiguió fue una
dura represión por parte de la Policía Nacional
y la Guardia Civil, que causó heridos y que fue
censurada por muchos estados y medios extran-
jeros. Si el referéndum no se hubiera represa-
liado, los resultados hubieran sido similares, es
decir, nulos, porque no estaba respaldado por
la ley y en él solo participaron las personas de
ideología independentista, con lo que su credi-
bilidad hubiera sido mínima. Se hubieran evita-
do las duras escenas de represión policial, y los
responsables hubieran igualmente comparecido
ante la justicia, como así sucedió, siendo conde-
nados la mayoría y dados a la fuga algunos de
ellos, como Carles Puigdemont.
El 3 de octubre, el Rey se dirigió a todos los
españoles y en su discurso se mostró enérgico
y nada conciliador, lo que exacerbó aún más
los ánimos. El gobierno solicitó del Senado la
aplicación del artículo 155 de la Constitución,
mediante la cual la autonomía catalana quedaba
suspendida, transfiriéndose la administración
a los órganos correspondientes del gobierno
central. Al mismo tiempo que se tramitaba el
acuerdo en la Cámara Alta, el Parlament apro-
baba, con la ausencia de los diputados no so-
beranistas, la declaración unilateral de indepen-
dencia de Cataluña.

61
La intervención de la autonomía, la disolución
del Parlament y el cese del gobierno se produje-
ron el 27 de octubre, y el 21 de diciembre se ce-
lebraron las nuevas elecciones, con un resulta-
do similar al anterior: Los partidos soberanistas
obtuvieron mayoría parlamentaria y eligieron
como President a Joaquim Torra, a quien suce-
dió Pere Aragonès tras las últimas elecciones y
cuyo programa también está encaminado a la
consecución de la independencia catalana.

62
LOS GOBIERNOS DE
PEDRO SÁNCHEZ

La izquierda, o más propiamente las izquierdas,


jugaron un papel importante en las elecciones
locales y autonómicas de 2015, ganando las al-
caldías de muchas ciudades, incluidas Madrid
y Barcelona, y ayudando al PSOE a gobernar
en algunas comunidades. Los partidos de iz-
quierda (Unidas Podemos, Ahora, En Marea,
En Comú, Compromís, Anticapitalistas, Más
País…) consiguieron, a pesar de su fragmen-
tación, limar sus diferencias y coaligarse para
gestionar ayuntamientos y ayudar a hacerlo en
comunidades. Las divergencias surgidas duran-
te los cuatro años de gestión dieron al traste con
el consenso y, como parece ser característica
esencial de las formaciones de izquierda, pu-
ristas e inflexibles en sus planteamientos ideo-
lógicos y tácticos, obviaron la necesaria unión
para obtener éxitos electorales y poder llevar a
cabo un programa común y, en consecuencia,
en las elecciones locales y autonómicas de 2019
perdieron parte del terreno ganado en las ante-
riores. La izquierda volvía por sus fueros: como
siempre, dividida.
El conservadurismo español, aglutinado du-
rante muchos años en torno a un solo partido,

63
el Partido Popular, vio nacer por un lado un
nuevo partido de corte liberal y de tendencias
ideológicas afines al ala moderada del PP, Ciu-
dadanos, que fue la marca que en un principio
ocupaba el espacio de un PP desprestigiado en
Cataluña. La marca se extendió a todo el estado
y acabó desinflándose tras las elecciones de di-
ciembre de 2019. Otra facción de los populares,
formada por ultraconservadores de tinte totali-
tario, descontentos con la política moderada de
los últimos tiempos del Partido Popular, entró
en tromba en las instituciones bajo el nombre
de VOX. Con estas formaciones de derecha y
las de izquierda antes mencionadas, se pensó
que terminaría el bipartidismo en España, algo
aún no conseguido, debido, en parte, a la ley
electoral que premia siempre a los partidos más
votados en cada circunscripción.
De Pedro Sánchez, nuevo presidente elegido
tras la moción de censura que en junio de 2018
derribó el gobierno de Mariano Rajoy, se puede
decir que es un luchador o corredor de fondo.
Fue defenestrado de la secretaría general por
el aparato del partido socialista tras vencer en
unas primarias y volvió a conseguirla de nuevo
en otras, en un ejemplo más de que la militancia
de base suele discrepar mucho de las decisiones
del aparato del partido, ingeniosamente estruc-
turado para eludir o enmendar la voluntad de
los afiliados de a pie.

64
Otra cuestión a considerar es la ideología del
ahora presidente. Parece trasnochado hoy, en
este contexto en que vivimos, hablar de ideo-
logía, pero al menos se puede discernir entre
los que tienen una idea determinada de cómo
ejercer el encargo de servicio público o los
que desean mantener a toda costa el poder ali-
neándose ora con una tendencia ora con otra de
signo opuesto, adaptando sus manifestaciones
públicas según lo que convenga en cada mo-
mento. Un político honesto es el que, con una
concepción determinada de los problemas de la
sociedad (que naturalmente puede evolucionar
con el tiempo, pero nunca con cambios bruscos
e inesperados) y una también determinada for-
ma de resolver los problemas, lo expone ante
el electorado y, si no es aceptado, se va a casa
o lo vuelve a intentar de nuevo en la siguiente
ocasión. Otra forma de hacer política es mojar-
se el dedo, averiguar de dónde sopla el viento y
apuntar en esa dirección. Un trilero nunca podrá
ser un político honesto. ¿O me equivoco? Dicen
que Dios escribe recto con renglones torcidos.
Tras la exitosa moción de censura, una de las
medidas que se podrían haber tomado hubiera
sido la de devolver la palabra al pueblo con-
vocando nuevas elecciones. Pedro Sánchez no
lo hizo y pretendió aprobar nuevos presupues-
tos y agotar la legislatura intentando en vano
apoyarse en el conglomerado inestable que solo
se puso de acuerdo para echar a Rajoy, y por

65
ello tuvo que convocar elecciones para el 28 de
abril de 2019, elecciones que ganó sin mayo-
ría suficiente para ser investido en el Congreso,
habiendo rechazado previamente la propuesta
de coalición hecha por el partido Unidas Pode-
mos. La presencia de un partido procedente del
movimiento 15M, radical y cargado de múlti-
ples connotaciones negativas que se encargó de
prodigar la prensa fiel al régimen del 78, asus-
taba no solo a los votantes de derechas, sino al
aparato del PSOE y a muchos integrantes de la
clase trabajadora que resultaron negativamente
influenciados por las maldades propagadas de
los podemitas.
Al agotarse el plazo y no haber resultado inves-
tido un nuevo presidente, se disolvió el parla-
mento y se volvieron a celebrar nuevos comi-
cios el 10 de noviembre. La jugada salió mal
y, aunque vencedor, el PSOE perdió escaños
al igual que Unidas Podemos, pero no tuvie-
ron más remedio que entenderse (tardaron dos
días), eso sí, mendigando el voto afirmativo o
la abstención de partidos nacionalistas y sobe-
ranistas preferentemente que, a cambio de las
concesiones pertinentes, se prestaron a ello.
Así, el 12 de enero de 2020, se publicaba en el
BOE el nombramiento de los miembros del ga-
binete presidido por Sánchez, quien, nada más
comenzar su mandato, tuvo la mala suerte de
toparse con los efectos de la pandemia provo-

66
cada a nivel mundial por el virus SARS-CoV-2,
importado de China. Dado el constante au-
mento de contagios y muertes que convirtieron
a España en uno de los países de Europa más
afectados por la enfermedad, el 14 de marzo, el
gobierno aprobó por decreto el estado de alarma
para todo el territorio y aplicó el confinamiento
ciudadano más estricto de Europa, con el cierre
de las oficinas y centros educativos y suspen-
diendo toda actividad no esencial. Los efectos
de la oleada de contagios colapsaron el siste-
ma sanitario, ya debilitado por los recortes de
años anteriores, durante algunos meses. Estas
medidas tuvieron una repercusión económica
inmediata que se plasmó en la caída de más del
18 por ciento del PIB en el segundo trimestre.
Los desastrosos efectos en el empleo y en los
trabajadores autónomos fueron mitigados pro-
visionalmente con la concesión de ERTE y la
liberación del pago de impuestos, así como la
prohibición de los desahucios y cortes de su-
ministro en los hogares y la aprobación de un
mínimo vital para las familias sin recursos. Al
mismo tiempo, Europa anunció un conjunto de
ayudas para la reactivación económica que, se
suponía, moderarían en parte los efectos de la
crisis.
La actuación durante la primera parte de la pan-
demia de los partidos de la oposición fue úni-
ca en el entorno de los países de Europa. En
lugar de formar un frente común para luchar

67
contra los efectos de la crisis, se dedicaron a
desgastar al gobierno rechazando una tras otra
las medidas que se iban adoptando y atribuyén-
dole los males que solo se podían achacar a la
calamidad de la que no se sabía nada y para la
que había que ir improvisando medidas de en-
sayo-error. De acusar al ejecutivo de pasividad
ante la magnitud de los hechos al principio de
la pandemia a criticar el autoritarismo y exigir
la terminación del estado de alarma que el go-
bierno pudo prorrogar seis veces desde el 14
de marzo hasta el 21 de junio, las últimas oca-
siones mediante pactos cambiando cromos con
partidos que sacaban réditos políticos o econó-
micos aprovechando la coyuntura. A partir del
21 de junio, la gestión de la pandemia, así como
la llamada «desescalada» y la «nueva normali-
dad», se transfirió a las comunidades y, a juzgar
por las divergentes y a veces disparatadas medi-
das que cada una de ellas tomaba en su ámbito,
algunas rechazadas judicialmente, como si el
virus afectase de distinta manera a cada terri-
torio, y por el resultado del vertiginoso ascenso
del número de contagios constatados en los me-
ses de julio, agosto y septiembre de 2020, que,
con mucho, hicieron de España el país de Eu-
ropa con mayor tasa de incidencia del virus en
lo que se llamó la segunda oleada, se desprende
que se cometieron demasiados fallos en la ges-
tión de las comunidades como para que los que
antes clamaban por la finalización del estado de

68
alarma ahora acusaran al gobierno de inacción
y le reclamaran respuestas contundentes.
Sin embargo, a pesar de todos los inconve-
nientes de los intereses partidistas que ponían
constantemente palos en las ruedas del carro del
gobierno y una vez pasados los efectos que la
pandemia causó en el país, se puede considerar
que el gobierno de coalición abordó adecuada-
mente el problema, y así fue reconocido por la
mayoría de los países europeos. Se arbitraron
los ERTE (expedientes de regulación tempo-
ral de empleo) que paliaron en lo posible los
efectos de la inactividad económica. Se sus-
pendió el cobro de impuestos a los autónomos
y PYME, se bonificaron las cuotas de la segu-
ridad social para los trabajadores en ERTE, se
crearon avales públicos para facilitar préstamos
a las empresas, se prohibió el desahucio de vi-
viendas por impago de rentas o hipotecas y se
constituyó el ingreso mínimo vital para la su-
pervivencia de familias en grave situación.
Las negativas consecuencias económicas que
estaban por venir se cebarían especialmente
con España, en tanto que nuestra dependencia
económica del turismo es mayor. El pesimis-
mo congénito del que esto escribe presagia que
cuando el país salga de esta crisis se volverá a
las andadas sin haber aprendido nada. Se volve-
rá a hacer hincapié en el turismo como primera
fuente de recursos del país, aun habiendo visto

69
lo asustadizo que es, y que ser el geriátrico de
Europa o el lugar donde los extranjeros pasan
sus alegres vacaciones constituye una econo-
mía de riesgo. Pues no. Veremos cómo no se
pergeña un plan estratégico a medio y largo
plazo consensuado por todos para redirigir la
economía hacia otros sectores que produzcan
menos sobresaltos y que no busquen una ruina
mayor que a los demás cuando sucedan cosas
como esta. Y en esta premonición siempre está
uno deseando equivocarse…
Y en medio de esta gran crisis salta la noticia,
ya sospechada desde mucho antes, de la inves-
tigación de que es objeto el rey emérito Juan
Carlos I en Suiza por haber cobrado presunta-
mente comisiones ilegales de Arabia Saudí por
la concesión a España de la contrata de cons-
trucción del tren de Alta Velocidad a La Meca.
Se trataría de cien millones de euros que fueron
a parar a una cuenta suiza, de los que sesenta
y cinco fueron transferidos a su amiga Corinna
Larsen. La presión sobre el monarca fue tal que
tomó o le hicieron tomar la decisión de exiliar-
se en el extranjero. El efecto que han causado
tales noticias ha sido menor dado el problema
sanitario y económico en que está envuelto el
país. Otro rey que no termina sus días coronado
y que tiene que abandonar su reino.

70
Ya nos lo hacía ver Gerald Brenan en su Labe-
rinto Español: desde 1788, fecha de la muerte
de Carlos III, «el político o el mejor alcalde de
Madrid», ningún rey español ha terminado sus
días en el ejercicio de su cargo. Ha habido dos
excepciones, que al ser revisadas, confirman
que en estos dos casos también podría haber su-
cedido así. Fernando VII, «el Deseado» antes
de terminar la guerra de la Independencia, y «el
Rey Felón» después, conocido por los historia-
dores como el peor rey de la historia de España,
que pudo terminar sus días como rey por el apo-
yo que una década antes le brindaron los abso-
lutistas franceses con la remesa de los cien mil
hijos de San Luis; de no haber mediado la inter-
vención, posiblemente hubiera sido destronado,
bien por los partidarios de su hermano Carlos o,
más probablemente, por los liberales que cla-
maban por la restitución de la soberanía popu-
lar y la Constitución de 1812. Su padre, Carlos
IV, «el Cazador», fue destituido por Napoleón
y murió en Nápoles. En su lugar, impuesto por
el corso, reinó José I ,«el Intruso», quien duró
el tiempo que el ejército francés permaneció en
la península.
El otro rey que murió coronado fue su nieto
Alfonso XII «el Pacificador», tan joven que tal
vez no tuvo tiempo de comprobar el desgaste
del sistema de gobierno implantado por Cáno-
vas ni los turbulentos principios del siglo XX.
Su madre, Isabel II, «La de los tristes destinos»,

71
fue destronada por la revolución de 1868 y mu-
rió exiliada en París. La implantación de la mo-
narquía electiva en la persona de Amadeo I «el
Electo», fue un fracaso que unió a toda la oposi-
ción y provocó la renuncia del monarca. El hijo
póstumo de Alfonso XII, el XIII, llamado «el
Africano», tal vez por su gloriosa intervención
en el norte de Marruecos, aunque reinó casi
cuarenta y cinco años, tuvo que ser asistido por
una dictadura y, hundida su popularidad por su
más que probable responsabilidad en los desas-
tres del ejército de África, abandonado incluso
por los propios monárquicos, tuvo que exiliarse
y murió en Roma.
La idea de que probablemente todo estaba atado
y bien atado tras la dictadura de Franco se ha
hecho más lamentablemente patente después de
que un manifiesto de más de setenta ex altos
cargos defendiera la presunción de inocencia de
Juan Carlos I y recordara su labor en pro de la
democracia española.
Algunos de los firmantes del manifiesto son
claramente miembros de un partido monárqui-
co, conservador y heredero en gran parte de la
continuidad tardofranquista disfrazada de de-
mocracia de corte occidental. Lo que más llama
la atención es que el citado manifiesto aparezca
firmado por gerifaltes del partido socialista, en-
tre ellos Felipe González, ese partido republica-
no por convicción y monárquico por concesión

72
en la figura del impuesto Juan Carlos I. Esto lle-
va aún más al temor de que parece, aunque no
debió de ser así, que en el congreso de Suresnes
unos topos infiltrados por el poder de entonces
se hicieron con las riendas del partido con ob-
jeto de asegurarse la continuidad del régimen
bajo aspecto democrático. Que Juan Carlos I
hizo una labor en la implantación de la demo-
cracia es algo que podríamos agradecer como
cortesía, pero solo como cortesía, porque como
servidor público que fue, esa era su obligación,
que para eso se le pagaba. Lo triste hubiera sido
lo contrario. Que su intervención al detener el
golpe de estado del 23F habría que agradecérse-
la, también, aunque también era su obligación
y no tenemos pruebas de que con anterioridad
hubiera tenido conocimiento o connivencia de
este hecho delictivo, aunque algún protagonista
del golpe haya afirmado últimamente que el rey
conocía de antemano y aprobaba la formación
de un gobierno de concentración en la persona
de un militar; algo parecido a lo que ocurrió con
su abuelo y el general Primo de Rivera, pero
que los tiempos actuales no estaban como para
ser el hazmerreír de los países amigos y era me-
jor aparecer como salvador de la Constitución
que retroceder en el tiempo. Nada de esto últi-
mo está demostrado.
Lo que no sería sostenible es que la labor que a
Juan Carlos I se le había encomendado y para lo
que se le pagaba justificase la obtención opaca

73
de dinero en forma de comisiones ilegales (no
procede hablar aquí de su vida personal y fami-
liar; allá cada familia con sus asuntos). Y la pre-
sunción de inocencia exige que se investigue a
fondo, incluso, su actividad durante el ejercicio
de su cargo. ¿Cómo se puede alegar presunción
de inocencia en una persona que se va del país,
que no da la cara y que no puede ser investi-
gada por inviolabilidades constitucionales? Si
Juan Carlos I vuelve, se dirige a los españoles
y se muestra dispuesto a rendir cuentas, a cola-
borar en la investigación y renuncia a cualquier
fuero que impida la transparencia del proceso,
entonces se podrá creer en la presunción de ino-
cencia. Incluso en la gran labor de este rey.
Y el partido socialista, clave en todo este proce-
so, cuando la monarquía toca fondo en la per-
sona de un rey que constituyó una esperanza
y ahora es una decepción, tiene en sus manos,
en este parlamento, volver a centrarse en el re-
publicanismo que manifestó en su día durante
la redacción del pacto constitucional. En sus
manos está ¿o no está? permitir y fomentar la
investigación de presuntos actos delictivos co-
metidos fuera del ámbito oficial de la corona y
promover la consulta al pueblo para que sea el
pueblo soberano quien decida. Hasta la actua-
lidad, el PSOE se ha negado a hacerlo a pesar
de las evidencias que se han hecho patentes en
situaciones creadas fuera de nuestras fronteras.
La inviolabilidad del rey resulta anacrónica y

74
casi presupone que el monarca no puede delin-
quir durante su mandato, algo así como la infa-
libilidad del Papa, por mandato divino.
No lo hace. ¿Por qué? ¿Porque todo está ata-
do y bien atado? ¿Porque se está cómodo en
la poltrona del partido político que se alterna
en el poder? ¿Porque algunos de sus dirigentes
tienen algo que callar de cuando ejercieron el
poder sin cortapisas? ¿Porque sigue habiendo
una estructura falsamente democrática dentro
del partido? ¿Porque está condicionado por el
poder de siempre que emana de los herederos
del antiguo régimen? ¿Porque… (ahí escriba
cada uno lo que quiera)?
Por lo que sea, el PSOE tiene la culpa de que el
pueblo no hable. ¿Dónde está la militancia del
PSOE? El sistema de organización y funciona-
miento del partido impide que los ciudadanos
y ciudadanas con carnet puedan protagonizar
abiertamente su sentir, enmendando la plana
a los controladores territoriales y nacionales,
como han hecho en más de una ocasión. Tal vez
sea este el momento de demostrar si la opinión
de una gran parte del electorado que milita en
el partido está conforme con la actitud de sus
dirigentes. El asunto tiene tanta enjundia como
para que constituya un revulsivo para las con-
ciencias adormecidas, como para que la direc-
ción del partido tenga la iniciativa de someter

75
la cuestión a la voluntad de su militancia. No
lo hará.
¿Terminará Felipe VI sus días como rey de
España? En un artículo, El referèndum sobre la
República Catalana conduirà a la III Repúbli-
ca, el republicano catalán Joan Tardá nos pre-
senta la similitud entre la proclamación de la
República Catalana de Maciá y el advenimiento
de la II República Española, con el movimien-
to independentista actual protagonizado por
algunas fuerzas políticas con el apoyo de una
gran parte de ciudadanos, como premonitorio
de la III República. Los que no son partidarios
de la desintegración, sino de todo lo contrario,
pero que sí son incondicionales del derecho a
decidir, que no votaron la Constitución por-
que no habían nacido, no tenían edad o, entre
otras cosas, porque no consagraba el derecho
de autodeterminación, aunque fuera con ciertas
garantías, pueden estimar que no debería fal-
tar mucho para que Felipe VI sea despedido de
su cargo, de forma democrática, sin violencia,
sin traumas, sin aspavientos, agradeciéndole
los servicios prestados, con derecho a cobrar
el subsidio de desempleo, y que la institución
que deja vacante sea sustituida por una Repú-
blica Federal que aúne a todas las naciones de
España, aglutinadas en torno a un supraestado
que contemple las particularidades históricas
de cada una, sin artificios autonómicos de café
para todos, incluyendo a la vecina Portugal, si

76
ellos quieren, y dentro de una auténtica Unión
Europea de los ciudadanos.
El 12 de enero de 2019 quedó conformado un
gobierno de coalición débil, poco compenetra-
do y muy dependiente de la voluntad de otros
partidos, lo que limitaba mucho la capacidad de
acción del ejecutivo; nada malo, incluso bueno,
si en España existiera una mentalidad de pacto
y entendimiento al servicio de la cosa pública,
algo que, herencia de un pasado de intransigen-
cias, de intereses oscuros, de oposición siste-
mática, de exclusiones y poco diálogo, hoy en
día en las Españas no existe, lo que demuestra
una vez más falta de cultura democrática por-
que, sin más rodeo, en la acepción más genuina
del término, que implica que en una democracia
tiene que haber demócratas de conciencia, y no
solo de palabra, en España no hay democracia.
Después de tantos años transcurridos, el país si-
gue impregnado de un franquismo sociológico
que se mira en la expresión atribuida al propio
Francisco Franco: «Haga como yo, no se meta
en política».
Esta situación, buscada y conseguida por las
élites que son las que, a fin de cuentas siguen
controlando el país, ha creado una base social
amorfa deformada y desinformada por los me-
dios paniaguados del que ya llamamos «régi-
men del 78», heredero del franquismo, que son
los más en este país, y con la connivencia de
las fuerzas progresistas, ha producido un ato-
cinamiento del que son un ejemplo visible las
expresiones frecuentemente usadas «yo no me
meto en política» o «todos los políticos son
iguales», en la ignorancia de que, si el pueblo
no se mete en política, siempre habrá alguien
que haga política por él, y no precisamente en
beneficio del pueblo.

Cuando comenzaba a entreverse la salida de la


crisis producida por la pandemia de la covid 19,
el 24 de febrero de 2022, Rusia invadió Ucrania
comenzando una guerra que aún perdura y que,
tras unos meses iniciales en los que parecía que
la gran potencia iba a absorber la totalidad del
país, colocando en Kiev un gobierno títere del
Kremlin, los ucranianos, con una importante
ayuda de Europa y la OTAN, consiguieron no
solo impedir que la capital fuera ocupada por
las tropas rusas, sino reconquistar parte del te-
rritorio invadido hasta que el teatro de opera-
ciones se circunscribió a las regiones más pro-
rrusas del sureste (Dombás, Lugansk, Donetsk
y la zona de Jerson) para proteger la península
de Crimea que Rusia se había anexionado en
marzo de 2014.
Las consecuencias de la nueva guerra, esta vez
en territorio europeo, no tardaron en sentirse
en todo el mundo, y especialmente en Euro-
pa, afectando más gravemente al suministro de
energía; gran parte de la cual, en forma de gas,
provenía de Rusia. El encarecimiento de los
costes de la energía amenazaba a las familias
y a las empresas, que veían cómo aumentaban
los costes de producción. La crisis energética se
extendió a todos los sectores económicos y so-
ciales, provocando la subida de los carburantes,
de los costes de iluminación y climatización, de
los alimentos y de todo tipo de bienes y servi-
cios, en una espiral inflacionista que aún hoy se
está combatiendo.
Nuevamente el gobierno de coalición tuvo que
hacer frente a esta crisis cuando aún no había
salido totalmente de la anterior, y nuevamente
hubieron de tomarse medidas para minimizar
en lo posible sus efectos.
Para combatir la subida de los carburantes, el
gobierno bajó los impuestos que los gravaban,
subvencionó la adquisición de combustible y
estableció la devolución del impuesto de hidro-
carburos de uso profesional.
Para amortiguar los efectos de la subida de la
luz y el gas, redujo el IVA, creó las tarifas re-
guladas y subvencionó la instalación de dispo-
sitivos generadores de energías renovables. La
actividad europea de Pedro Sánchez, apoyado
por el primer ministro portugués Antonio Cos-
ta, recientemente dimitido por un escándalo de
corrupción en su entorno, consiguió la declara-
ción de la «excepción ibérica», un mecanismo

79
que impone un límite al precio de gas que se
utiliza para producir electricidad para bajar el
precio final de la luz. De esta forma, España y
Portugal han conseguido los precios más bajos
de los productos energéticos de toda la Unión
Europea y la inflación menor de todo el entorno
de los países de la Unión.
Paralelamente a ello, el gobierno de coalición
siguió trabajando en la promulgación de leyes
contempladas en su programa, siempre con la
presión de los partidos situados más a la iz-
quierda. La reforma laboral que entró en vigor
en diciembre de 2021, que tuvo como paladín
y principal gestora a la vicepresidenta Yolanda
Díaz, y que puso de acuerdo a los sindicatos y
la patronal, consiguió durante los dos últimos
años una reducción del desempleo y un creci-
miento de la afiliación a la Seguridad Social no
vistos desde mucho antes de la crisis financie-
ro-inmobiliaria de 2008. No obstante, el paro
sistemático en España es sensiblemente supe-
rior a la mayoría de los países del entorno. La
principal causa del paro viene dada por la es-
tructura de nuestro mercado de trabajo, con de-
ficiencias evidentes, y estrechamente vinculada
a nuestro modelo productivo, donde los servi-
cios (turismo especialmente) copan el 67,7 %
del PIB, con la industria representando un poco
más del 14 % y la industria manufacturera ape-
nas el 11,1 %.

80
Todas estas acciones, unidas al incremento del
turismo postpandemia, que ha resurgido con ro-
tundidad como si la sociedad estuviera ansiosa
por resarcirse de las limitaciones provocadas
por la crisis sanitaria (de nuevo el turismo mo-
tor de la economía hispana), han facilitado que
España se constituya en la economía europea
que más crece (un 4,2 %, cuatro veces más que
la media europea). No obstante, la deuda públi-
ca se disparó por los efectos de la pandemia, re-
duciéndose levemente durante los tres últimos
años.
Al comienzo de la legislatura se empren-
dió la enésima reforma educativa; una ley, la
LOMLOE o ley Celáa (por la ministra que la
promovió) que derogó la LOMCE del Partido
Popular. La preparación y promulgación de
esta disposición no tuvo excesiva contestación
por parte de la oposición (que, como siempre,
amenaza con su derogación cuando acceda al
poder) y las instituciones de derechas, como
la Iglesia Católica, que no llevaron a cabo mu-
chas manifestaciones en la calle, por lo que es
de presumir que no altera la esencia de la línea
educativa que se tiene adoptada en los últimos
años, ya que reforma ciertos aspectos del cu-
rrículo y del procedimiento, pero no garantiza
plenamente una auténtica igualdad de oportu-
nidades que consigan el acceso a la mayor ex-
celencia educativa de los alumnos, sin importar
los recursos económicos y sociales de sus pro-

81
genitores. Estas medidas educativas, para que
puedan concitar una oposición enconadamente
frontal por parte de los sectores laicos liberales
y religiosos tradicionales, deberían venir acom-
pañadas con medidas complementarias que ga-
ranticen la mayor exigencia para conseguir la
excelencia educativa en la formación del profe-
sorado y con el aumento considerable de la in-
versión presupuestaria pública que proporcione
abundancia de medios, materiales y personal
altamente cualificado para llevar a cabo tan
importante labor, impidiendo la masificación y
la segregación por grupos sociales, un acceso
franco a las distintas carreras universitarias y
estudios de posgrado basados exclusivamente
en los méritos académicos y no dinerarios.
El llamado «ascensor social» que permite que
ciudadanos de las clases más populares puedan
subir en la escala social y, por tanto, económica
llegó a tener un funcionamiento algo más di-
námico durante los primeros años de la demo-
cracia, resultando hoy extremadamente difícil
escapar a los destinos que, por su nacimiento,
tienen asignados la mayor parte de los jóve-
nes de este país. Para intentar poner en marcha
parcialmente este motor, en febrero de 2023,
el presidente Sánchez anunció la mayor parti-
da destinada a becas de la historia; becas que,
cuando son promovidas por algunas comunida-
des, establecen sin apenas distinción de renta

82
para los aspirantes, lo que no consigue discri-
minar positivamente a los menos pudientes.
Muchas otras iniciativas tuvieron lugar a lo lar-
go de la legislatura: sucesivas subidas del sa-
lario mínimo interprofesional, que no empeoró
los datos del desempleo, sino que, al decir de al-
gunos analistas, los mejoró al subir el poder ad-
quisitivo de los trabajadores; ley de eutanasia,
ley de protección animal, de vivienda, reforma
de las pensiones… Pero una de las promesas
electorales que no llevó a cabo el gobierno fue
la derogación o modificación de la llamada «ley
mordaza», establecida durante el gobierno de
Mariano Rajoy, que limita la libertad de expre-
sión. Sí se aprobó una ley para proteger a las
víctimas de la violencia sexual: la llamada «Ley
del Sí es Sí», la joya de la corona de Unidas
Podemos, el partido coaligado con el PSOE.
Lamentablemente, el articulado de esta ley con-
tenía algunos aspectos que permitieron que los
tribunales redujeran o eliminaran las penas a
determinados delincuentes que se encontraban
en prisión cumpliendo condena por delitos de
naturaleza sexual, lo que provocó la alarma de
amplios sectores de la población, siendo apro-
vechado por los partidos de la oposición para
sacar rédito político; el PSOE tuvo que propo-
ner una reforma de la ley, que fue apoyada por
el PP en contra del criterio del partido coaligado
en el gobierno.

83
Otra de las decisiones polémicas tomadas du-
rante la legislatura fue la de indultar a algunos
de los condenados catalanes que promovieron
el referéndum independentista que intentó ser
reprimido policialmente durante el mandato de
Rajoy. También fue una de las acciones que el
PP y VOX y el a la postre desaparecido Ciu-
dadanos tomaron para obtener réditos políticos
en una población muy convencida, incluso
entre las filas del PSOE, de que los hechos
acaecidos debían castigarse sin posibilidad
de perdón, aunque lo cierto es que durante la
legislatura de PSOE-UP en el gobierno, la con-
vivencia y el diálogo mejoraron ostensiblemen-
te en Cataluña, debilitándose el sentimiento
independentista.
La eterna cuestión del poder judicial se enquis-
tó durante esta legislatura, propiciándose que el
órgano supremo de los Jueces, el CGPJ, prorro-
gara inconstitucionalmente el mandato de sus
miembros debido a los obstáculos del PP y pese
a las peticiones de acuerdo por parte del gobier-
no (que en última instancia consiguió la renova-
ción parcial del Tribunal Constitucional) y las
prevenciones de de la Unión Europea. Esta obs-
trucción ilegal a la renovación de la judicatura
favorece al Partido Popular, que cree tener un
aliado en los jueces conservadores, tanto para
las decisiones políticas como para la resolución
de los numerosos casos de corrupción que sal-

84
picaron al primer partido de la oposición cuan-
do estaba en el gobierno.
La política del Partido Popular tras la escisión
de VOX ha sido errática, unas veces intentando
abarcar terreno de la ultraderecha, otras mos-
trando moderación para acercarse al centro. En
todo caso, ha sido una postura de negación y
enfrentamiento absoluto a las decisiones guber-
namentales buscando el desgaste del partido go-
bernante. En medio de la legislatura se produjo
una gran crisis en el seno del PP que concluyó
con el cese de Pablo Casado como presidente
y el encumbramiento de líderes aún más viru-
lentamente hostiles a las políticas de Sánchez,
como el caso de Isabel Díaz Ayuso, presidenta
de la Comunidad de Madrid, y que se apunta
ya para sustituir al recién nombrado presidente
Alberto Núñez Feijóo, tras no conseguir la pre-
sidencia del gobierno a pesar de haber ganado
las elecciones generales del 23 de julio de 2023.
El 28 de mayo de 2023 tocaba celebrar elec-
ciones municipales y autonómicas en todas las
comunidades exceptuando Andalucía, Catalu-
ña, Euskadi y Galicia. El resultado fue una am-
plia victoria del Partido Popular, que arrebató al
PSOE gran cantidad de ayuntamientos y dipu-
taciones, así como comunidades autónomas, al-
gunas de ellas en coalición con VOX, a pesar de
no ser en algunas el PP el partido más votado.

85
El revés electoral para los partidos de gobierno
propició que Pedro Sánchez disolviese las Cor-
tes y anunciase la convocatoria de elecciones
generales para el 23 de julio.
Se interpretaba el resultado de las elecciones
locales y autonómicas como un voto de castigo
del electorado al llamado «sanchismo», igno-
rándose la efectividad de las medidas tomadas
por el gobierno de coalición para proteger a la
ciudadanía de los efectos de la pandemia y de la
guerra de Ucrania. Nada de esto se vio reflejado
en las urnas y sí una gran cadena de desinfor-
mación promovida por los medios afines a la
derecha, incluyendo verdades con sesgo y au-
ténticas mentiras, que calaron hondo en el elec-
torado. Se da el hecho de que las informaciones
transmitidas por internet tienden a ser acepta-
das como verídicas, existiendo poca defensa en
estos casos para esclarecer los hechos que se
ofrecen, siendo la deformación y la desinforma-
ción social un campo abonado para la creduli-
dad ciudadana. Los indultos a los secesionistas
catalanes, la reiterada referencia a una ETA que
no existe y los bulos diversos sobre situaciones
económicas adversas pesaron más que los favo-
rables resultados económicos y de empleo que
impidieron la recesión en España, situación de
la que ha salido favorecido nuestro país, inclu-
so comparándolo con el resto de los países de
nuestro entorno.

86
Se esperaba la debacle en las aspiraciones del
bloque de la izquierda, sin embargo, la medida
de Sánchez al disolver las Cortes parece que dio
sus frutos y, aunque el PP ganó las elecciones, la
posición hegemónica de Alberto Núñez Feijóo
se fue debilitando en el transcurso de la cam-
paña electoral, al mostrar el líder de la derecha
signos erráticos de aproximación a las posturas
más reaccionarias y acto seguido a los plantea-
mientos moderados, dando muestras de incom-
petencia y de escasa independencia, adornando
su discursos con numerosas y fácilmente cons-
tatables falsedades e inexactitudes.
El 23 de julio de 2023, a pesar de la victoria del
PP, el PSOE aumentó el número de escaños. La
izquierda, agrupada en torno a Sumar, partido
propiciado por Yolanda Díaz, vicepresidenta
del gobierno de coalición por el sector IU-Po-
demos, no obtuvo la representación parlamen-
taria que se esperaba e incluso bajó en número
de escaños respecto a las elecciones anteriores.
La explicación del incremento del PSOE y el
retroceso de los partidos a su izquierda se pue-
de entender por la necesidad de los electores
contrarios a la coalición PP-VOX de frenar el
empuje que estos partidos habían manifestado
en los comicios municipales y autonómicos, re-
curriendo al llamado voto útil, que en Cataluña
resultó especialmente significativo, pues el PSC
resultó ganador en esta comunidad, por encima
de los partidos independentistas, pudiendo in-

87
terpretarse el resultado como un mandato de la
sociedad civil catalana de impedir a toda costa
un gobierno de ultraderecha en la Moncloa.
Al haber resultado el partido que obtuvo el
mayor número de escaños, el rey encomendó
a Feijóo la formación de un nuevo gobierno,
aun a sabiendas de que no gozaba de los vo-
tos necesarios para ser investido presidente. La
votación de investidura celebrada el día 29 de
septiembre corroboró la soledad del PP en el
hemiciclo: obtuvo 272 votos afirmativos frente
a 277 en contra.
El resultado electoral provocó que la investi-
dura de Pedro Sánchez dependiera demasiado
de grupos nacionalistas e independentistas, en
especial de los herederos de la antigua Conver-
gència Democràtica de Catalunya, del despres-
tigiado por presunta corrupción Jordi Pujol y
Artur Mas; el rebautizado Junts per Catalunya,
muchos de cuyos miembros se encuentran fuga-
dos de la justicia española por el fallido referén-
dum independentista del 1 de octubre de 2017,
incluido su presidente, Carles Puigdemont, que
en su día fue elegido President de la Genera-
litat por compromiso al no haberse puesto de
acuerdo las fuerzas independentistas catalanas
en torno al nombramiento de Artur Mas. Se dio
la circunstancia de que el voto positivo de los
diputados de este partido resultó imprescindible

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para conseguir un segundo mandato de Pedro
Sánchez como presidente.
La condición exigida por este partido y por Es-
querra democrática de Catalunya, además de
otras medidas competenciales y económicas,
fue la aprobación de una ley de amnistía para
todos los implicados en el llamado Procès de
intento de independencia de Cataluña. Esto
provocó que una gran parte de la sociedad es-
pañola, incentivada por los anuncios alarmis-
tas promulgados por PP y VOX en torno a la
posibilidad de la desintegración de España no
comprendiera que la única posible solución al
problema catalán, que supone que muchos de
los ciudadanos de ese país sientan la necesidad
de una independencia o al menos una fuerte
autonomía de tipo federal, pasa por eliminar
las medidas represoras y entablar un diálogo
profundo para abordar el problema; todo ello
independientemente de que la voluntad de los
catalanes haya o no podido ser manipulada por
algún grupo de dirigentes de algún partido que
utilizara el sentimiento catalanista para resolver
sus hipotéticos problemas con la justicia ordi-
naria, o independientemente también de la su-
puesta ambición desmedida por la presidencia
de un dirigente como Pedro Sánchez, a quien
muchos achacan permitirse rebasar algunas lí-
neas rojas con tal de poder gobernar.

89
Esa falta de comprensión del problema catalán
ha propiciado que muchos españoles, incluidos
algunos simpatizantes del PSOE y algunos di-
rigentes territoriales del partido, se sientan en-
gañados por la ambición desmedida de su líder,
y ha facilitado las numerosas manifestaciones
promovidas por los partidos de derechas, es-
pecialmente los seguidores de VOX, supuesta-
mente en contra de las medidas de amnistía y
otras acciones anunciadas, como el traspaso de
la gestión de la seguridad social al País Vasco,
la gestión de los trenes de cercanías a Cataluña
o la condonación de parte de la deuda autonó-
mica catalana, que también afectará al resto de
las comunidades.
Así, el 16 de noviembre de 2023, Pedro Sánchez
salía investido como presidente del gobierno de
España con el voto de la mayoría absoluta de
los diputados.
La legislatura que se inicia se prevé bronca y
difícil para el futuro gobierno de coalición vi-
gilado estrechamente por los partidos que le
han permitido gobernar. Más aún que la pasada,
teniendo en cuenta que el Partido Popular con-
trola el Senado, lo que dificultará la labor legis-
lativa; que el PP, en muchos casos en coalición
con VOX, controla los gobiernos de la mayoría
de las comunidades autónomas y de los grandes
ayuntamientos, y que el Consejo General del
Poder Judicial, órgano supremo de decisión de

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los jueces, prorroga inconstitucionalmente su
mandato por la obstaculización del Partido Po-
pular, que ve en la composición actual de este
organismo un elemento más de confrontación
con el gobierno surgido de la «voluntad popular
expresada en las urnas».

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