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Universidad Diego Portales

Instituto de Filosofía
Curso: Filosofía III: El neokantismo
de Ernst Cassirer
Profesor: Hernán Pringe
Alumno: Kevin Tarud

Cassirer y la causalidad como principio invariante del conocimiento

Santiago de Chile
30 julio 2020
El objetivo de la presente monografía es describir y analizar, en sus lineamientos
fundamentales, el concepto de causalidad que Ernst Cassirer despliega en el sexto capítulo de
su obra Determinismo e indeterminismo en la física moderna: estudios históricos y
sistemáticos del problema de la causalidad. A partir de lo expuesto principalmente en este y
otros capítulos de dicha obra, intentaremos dilucidar el rol que la causalidad cumple como
principio invariante para el conocimiento de las mediciones, las leyes, y de los principios que
rigen los fenómenos estudiados por la física moderna.

Asimismo, intentaremos comprender la noción cassirereana de la causalidad como


principio regulativo, siendo uno de los pilares de su filosofía neokantiana, particularmente en
lo que se refiere al problema de la síntesis de lo empíricamente dado mediante las funciones
puras del conocimiento, como lo plantea la filosofía crítica de Immanuel Kant. Mostraremos
cómo la causalidad, según la entiende Cassirer, juega un rol fundamental en dicha síntesis.
Esta última sería, para el autor, “la meta definitiva y el definitivo fruto de la filosofía
crítica1”.

En una primera instancia, mostraremos la diferencia cualitativa que existe para


Cassirer entre los postulados de mediciones, de leyes y de principios dentro del esquema
general de la física. Luego, en un segundo momento, analizaremos su noción de causalidad
como un principio invariante y el más jerárquico de todos 2 y, finalmente, a partir de esta
consideración, mostraremos la importancia fundamental de este principio invariante para la
síntesis de lo dado que realiza el conocimiento humano, según la gnoseología neokantiana de
Cassirer.

1 CASSIRER, E (1986) El problema del conocimiento en la filosofía y en la ciencia modernas. Tomo II.
México. Fondo de Cultura Económica. Traducción de Wenceslao Roces. Pág. 713.
2 Véase, CASSIRER, E (1956). Determinism and Indeterminism in Modern Physics. Historical and Systematic
Studies of the Problem of Causality. Londres. Cambridge University Press. Traducción de O. Theodor Benfey.
Pág. 55.
De enunciados de mediciones a enunciados de principios en la física

En Determinismo e indeterminismo en la física moderna, Cassirer plantea un análisis


de las operaciones que realiza la física en tres órdenes o niveles cualitativamente diferentes
entre sí, cada uno mostrándose como invariante respecto al nivel que lo precede. El autor,
tomando como analogía el trabajo de Bertrand Russell sobre la teoría de tipos presente en su
Principia mathematica, asevera que también en la física se puede hablar de una “jerarquía de
tipos3”, en donde existen enunciados físicos que pertenecen a órdenes diferentes.

En efecto, del mismo modo en que Russell amplió y corrigió su teoría de conjuntos
mediante su teoría de tipos en la lógica matemática, demostrando que no es lógicamente
permisible considerar un miembro de un conjunto y al conjunto mismo como si ambos
pertenecieran a un mismo orden, Cassirer busca distinguir, en la física de su tiempo,
enunciados que también pertenecen a órdenes cualitativamente diferentes, con distintos
niveles de invarianza. Dichos órdenes son: enunciados que conciernen mediciones,
enunciados que conciernen leyes y, por último, enunciados que conciernen principios.
Pasaremos a analizar cada uno de ellos a continuación.

Los enunciados de medición son, para Cassirer, el nivel más básico, o la puerta de
entrada al mundo de la física, en tanto ciencia de la naturaleza. Lo que caracteriza a estos
enunciados es su carácter objetivo e invariante con respecto a las meras percepciones
individuales o modificaciones de un estado subjetivo. Según el autor, “los enunciados de
resultados de mediciones representan el primer paso de esa transición decisiva que lleva del
mundo de lo dado al mundo del conocimiento científico, del mundo de los sentidos al mundo
de la física. La transformación de los datos de percepción inmediatos en aquellas
determinaciones en que entran los conceptos de medición y número es la condición para
cualquier juicio físico4”.

De este modo, vemos que, para el filósofo de la escuela de Marburgo, la diferencia


entre la experiencia de la física y la experiencia ‘cotidiana’ del mundo es que la primera

3CASSIRER, E (1956). op. cit. Pág. 31.


4 CASSIRER, E (1956). op. cit. Pág. 31. Todas las traducciones son propias.
exige, ya en su primer nivel de desarrollo, juicios que conciernen mediciones objetivas,
invariantes con respecto a los meras percepciones subjetivas. Los enunciados de mediciones,
siendo los más básicos y elementales de la física, ya demuestran, de la forma más simple, la
síntesis de lo diverso en una unidad que realiza la física en tanto ciencia o conocimiento
objetivo. Es necesario, por tanto, reducir el mero agregado de percepciones en una unidad
objetiva, invariante con respecto a dicho agregado.

En línea con lo anterior, el autor asevera que la física “como sistema está enraizada en
elementos formales específicos[...] Estas formas elementales, sin embargo, encuentran su
realización genuina solo en las determinaciones concretas proveídas por los enunciados de
resultados de mediciones. Solo mediante estos últimos, pueden los conceptos y juicios de la
física referirse a un objeto y, así, alcanzar su significación y validez objetiva. Lo que la física
llama un ‘objeto’, en último término, no es más que un agregado de números
característicos5”(destacado propio).

Los enunciados de medición, el primer nivel de la física, nos permiten sintetizar una
multiplicidad intuitiva en un “aquí-de este modo 6” concreto y objetivo. No obstante, la tarea
de unificación de esta ciencia de la naturaleza va más allá de estos enunciados. Es necesario
describir las condiciones necesarias y universales que determinan las mediciones de
magnitudes particulares. En este punto, según Cassirer, accedemos a un segundo nivel de
invarianza, ahora con respecto a las mediciones. Se trata de los enunciados que conciernen
leyes, que nos permiten pasar de un “aquí-de este modo” a un “si- entonces7”.

La búsqueda de leyes de la naturaleza por parte de los físicos se explica por la


necesidad de encontrar esquemas generales que contengan las variables particulares de
magnitudes o mediciones. Hallar esquemas formales invariantes que funcionen como leyes
con respecto a una multiplicidad variable ha sido, según Cassirer, el objetivo fundamental de
la física, desde sus albores en la Grecia arcaica con los filósofos de la naturaleza
presocráticos, hasta la física contemporánea al autor. Al respecto, afirma Cassirer, citando a
Anaxágoras: “[...] se mantiene que en la realidad física, ‘todo está en todo’ (έν παντί πάντα),

5 CASSIRER, E (1956). op. cit. Pág. 36.


6 CASSIRER, E (1956). op. cit. Pág. 36.
7 CASSIRER, E (1956). op. cit. Pág. 41.
no hay una existencia estrictamente separada y particular, sino que todo está contenido en
todo lo demás (ούδε χωρίς εστιν είναι, αλλά πάντα παντός μοίραν μετέχει)8”.

De este modo, reducir o sintetizar lo particular a partir de lo general sería el principal


objetivo de la física. Objetivo que se va actualizando o completando constantemente, es decir,
se va ‘escalando’ por distintos órdenes de invarianza, a medida que progresa el conocimiento
de la naturaleza.

Los enunciados de leyes, el segundo nivel de la física, nos permiten situar las
mediciones en un ‘todo’ coherente y ordenado y, de esta manera, permiten las predicciones
de comportamiento de fenómenos físicos, no restringidos a un ‘aquí y ahora’ particular. “Un
experimento que buscara describir únicamente los procesos que ocurren en un laboratorio
particular y solo en el instante de medición a partir de algunos instrumentos, no tendría,
obviamente, ningún valor metodológico. Designaría meramente un caso singular que no
podría ser insertado en la continua cadena de observaciones e inferencias físicas. Esta
inserción requiere la presuposición de que lo que se establece en un experimento particular
pueda ser transferido de lugar a lugar, de instante a instante, de que podamos, en un cierto
sentido, desplazarlo completamente sin alterar nada de la naturaleza de su verdad[...] 9”
(destacado propio).

De este modo, vemos que los enunciados de leyes constituyen una dimensión
fundamental de la física, puesto que nos permiten reducir la complejidad del mundo intuitivo
en una serie de postulados formales simples, que actúan como un sistema invariante con
respecto a las mediciones, de la misma forma que estas últimas servían de invariantes con
respecto a las meras percepciones individuales. Sin embargo, el autor sostiene que en la física
existe un orden de invarianza aún más elevado que el de las leyes, que sería el de los
enunciados de principios. Estos últimos constituirían el tercer nivel de la física.

Según Cassirer, los enunciados de principios nos permiten unificar la experiencia de


distintas ‘ramas’ de la física. Así, por ejemplo, si una ley funciona y se verifica en el dominio
de la electrodinámica, un principio debiera verse aplicado no solo en esta última, sino que

8 CASSIRER, E (1956). op. cit. Pág. 37.


9 CASSIRER, E (1956). op. cit. Pág. 41.
también en la mecánica y en la óptica. De este modo, los principios son los que entregan la
unidad más general a la física10 y a sus subdivisiones.

El carácter omnicomprensivo de los principios es lo que los sitúa por encima de las
leyes de la naturaleza. Según el autor, “Los principios no son en sí mismos leyes, sino reglas
para buscar y encontrar leyes[...] El poder y valor de los principios físicos consiste en esta
capacidad para una ‘sinopsis’, para una perspectiva comprensiva de dominios enteros de
realidad11”(destacado propio). Así, a partir de los principios se deducen las leyes de la
naturaleza, siendo los primeros invariantes con respecto a estas últimas. Independientemente
de que se llegue a principios por un proceso inductivo, una vez que se conocen estos últimos,
se puede ‘inferir’ leyes a partir de ellos.

Como ejemplo de lo anterior, Cassirer menciona el principio de mínima acción como


el principio que ‘complementa’ la ley de conservación de la energía. Para explicar la
universalidad de dicho principio con respecto a una ley de la naturaleza, Cassirer recurre a la
interpretación que de éste hace Helmholtz y asevera: “Helmholtz liberó al principio [de
mínima acción] de sus restricciones a la mecánica de cuerpos ponderables y lo proclamó
como un postulado físico de completa y universal validez12” (destacado propio) y, más
adelante, cita al propio Helmholtz: “Todo lo que ocurre [...] es descrito por el flujo y reflujo
del eternamente indisminuible e inaumentable suministro de energía del mundo, y las leyes
de este flujo y reflujo están completamente comprendidas en el principio de mínima acción13”
(destacado propio).

De esta forma, los enunciados de principios constituyen el nivel u orden invariante


más elevado de la física. En este punto, Cassirer pregunta si acaso se puede inquirir aún más
allá de de los enunciados de principios. El autor afirma que sí, sin embargo, entraríamos en el
orden de principios de carácter trascendental – ya no meramente empírico – como lo sería el
principio general de causalidad. Del mismo modo en que el principio empírico de mínima
acción, según la descripción que da de este último Helmholtz, podría encontrar un correlato
trascendental en la primera analogía de la experiencia según lo plantea Kant, a saber, el

10 Véase, CASSIRER, E (1956). op. cit. Pág. 44.


11 CASSIRER, E (1956). op. cit. Pág. 52.
12 CASSIRER, E (1956). op. cit. Pág. 49.
13 CASSIRER, E (1956). op. cit. Pág. 49.
principio de la permanencia de la sustancia 14, Cassirer sostiene que si se busca ‘escalar un
nivel más’ sobre los enunciados de principios en la física, si se busca la forma de necesidad
más universal posible, evitando caer en “un vacío absoluto 15”, entonces lo único que se nos
presenta es el principio de causalidad en su modo trascendental, esto es, como una categoría
de nuestro entendimiento, o como la segunda analogía de la experiencia, según la describe,
asimismo, Kant16.

La causalidad como el principio supremo

Al explicar su noción de causalidad como el principio invariante más jerárquico y


universal, observamos con la mayor claridad el aporte neokantiano de la filosofía de Ernst
Cassirer al problema del conocimiento. En efecto, con sus explicaciones acerca de la
causalidad se evidencia el vínculo indisoluble que existe para el pensador de la escuela de
Marburgo entre la forma (invariante, simple y general) y la materia (variante, múltiple y
particular) como dos polos indispensables de una relación constitutiva y fundamental del
conocimiento: la que podría expresarse, en última instancia, en la fórmula de sujeto y objeto,
como una unidad de dos elementos interdependientes y correlativos, que constituyen una
relación lógica necesaria para el conocimiento de la naturaleza.

En esta relación de sujeto y objeto, la causalidad ocuparía el rol de un principio


invariante y trascendental, esto es, de una condición para la posibilidad de la experiencia,
enraizada en una función cognoscitiva del sujeto, por lo que tendría un carácter a priori. Este
carácter, sin embargo, no implica que la causalidad tenga un uso meramente abstracto o
lógico, ni que pueda aplicarse para conocer objetos que van más allá de la posibilidad de toda
experiencia, o que se aplica a los objetos existentes por sí mismos, sino más bien es un a
priori universal y necesario, que se aplica a los objetos de dicha experiencia, en tanto son
conocidos por el sujeto, sin sobrepasar nunca los límites de la experiencia, y cuya forma más
elemental es: si ocurre A, debe ocurrir B. Al respecto, Cassirer afirma: “El principio de
causalidad puede ser entendido solo como un enunciado ‘trascendental’, referido no a
objetos, sino más bien a nuestra cognición de objetos en general. En lugar de ser un

14 Véase, KANT, I (2002) Crítica de la razón pura. México. Editorial Taurus. Traducción de Pedro Ribas.
Pág. 215.
15 CASSIRER, E (1956). op. cit. Pág. 58.
16 Véase, KANT, I (2002). op. cit. Pág. 220.
enunciado directo acerca de las cosas, debe ser comprendido como un enunciado acerca de
nuestro conocimiento empírico de las cosas17” (destacado propio).

De esta forma, observamos que Cassirer se muestra en general de acuerdo con los
postulados de la filosofía crítica de Kant en lo que respecta a la causalidad como una
categoría trascendental, necesaria para la posibilidad de la experiencia, cuyo uso se restringe
exclusivamente al ámbito de esta última. Así, con respecto a la aplicación objetiva de las
categorías, afirma Kant: “La diversidad contenida en una intuición que llamo mía es
representada, por medio de la síntesis del entendimiento, como perteneciente a la necesaria
unidad de la autoconciencia, y ello ocurre gracias a la categoría 18” (destacado en el original).
Lo que es complementado por Cassirer cuando afirma: “La ley causal, por lo tanto, no debe
ser vista como una idea innata en la que podamos confiar simplemente en base a su
evidencia. Por el contrario, su validez debe ser demostrada para la naturaleza, para los objetos
de la experiencia, pero al mismo tiempo restringido a la naturaleza 19” (destacado en el
original).

No obstante, a diferencia de lo planteado por el filósofo de Königsberg, en el


pensamiento de Cassirer se perfila un uso regulativo, no constitutivo de la causalidad. Kant
vio aplicada la causalidad en los fenómenos descritos principalmente por la física newtoniana
de su tiempo, fenómenos que se sucedían en una continuidad temporal, determinada y
condicionada por la ley causal. El carácter determinista de dichos fenómenos autorizó a Kant
a considerar la causalidad como juicio constitutivo, i.e. ineluctable para el conocimiento de
los objetos de la física, según las leyes descritas por Isaac Newton. Cassirer, en cambio, tiene
en mente los avances de la física de partículas de la primera mitad del siglo XX, la que
describe ciertos fenómenos que se despliegan en una dimensión temporal discontinua.

Los fenómenos de estados discretos discontinuos no responden al esquema de


causalidad continua que postuló Kant, sin embargo, Cassirer sostiene que la noción de
causalidad en sí sigue operando en la física de partículas, solo que no de un modo explícito 20,
y con miras a la unidad sistemática del conocimiento.

17 CASSIRER, E (1956). op. cit. Pág. 58


18 KANT, I (2002). op. cit. Pág. 161.
19 CASSIRER, E (1956). op. cit. Pág. 59.
20 Véase la nota a pie nº4 en CASSIRER, E (1956). op. cit. Pág. 60.
Precisamente, la búsqueda de una unidad sistemática del conocimiento es lo que
caracteriza los juicios regulativos, a diferencia de los constitutivos, que serían consustanciales
al conocimiento mismo, independiente de su coherencia o unidad sistemática. Sin embargo,
es en un sentido regulativo como Cassirer propone comprender la causalidad, esto es, como
un principio jerárquico, que expresa una vinculación necesaria entre los fenómenos, y con
miras a una unidad sistémica del conocimiento de la naturaleza. Esto no quiere decir que en
todas las instancias la causalidad se verificará empíricamente de un modo continuo,
determinista y finito. Es más bien lo contrario. La causalidad sería un principio que se
‘actualiza’ constantemente en la marcha del conocimiento, en un proceso infinito, sin perder,
no obstante, su estatuto trascendental.

En línea con lo anterior, Cassirer sintetiza los pasos de su argumentación de la


siguiente manera: “[El principio de causalidad] no mantiene que el proceso de transformar
datos de observación en enunciados de mediciones, o el proceso de reunir el resultado de
mediciones en ecuaciones funcionales por medio de principios generales se complete alguna
vez. Lo que exige y lo que axiomáticamente presupone es solo esto: que la compleción puede
y debe ser buscada, que los fenómenos de la naturaleza no son de una constitución tal que
puedan eludir o resistir en principio la posibilidad de ser ordenados por el proceso que hemos
descrito21” (destacado propio).

De este modo, para Cassirer, a diferencia de lo planteado por Kant, existe una
complementariedad entre el estatuto trascendental de la causalidad y su condición de juicio
regulativo. Esto volvería la noción de causalidad en el principio más elemental de la física, ya
que mediante ella se tiene en mira su unidad sistemática, a la vez que el principio invariante
más jerárquico. “La búsqueda de leyes cada vez más generales es una característica básica, un
principio regulativo de nuestro pensamiento. Es precisamente este principio regulativo, y
nada más, que llamamos ley causal. En este sentido, es dado a priori, es una ley
trascendental: pues una prueba de ella desde la experiencia no es posible 22” (destacado
propio).

El principio de la causalidad, por lo tanto, puede ser considerado como una de las
funciones puras, trascendentales, que contribuye de un modo esencial para la síntesis de lo

21 CASSIRER, E (1956). op. cit. Pág. 60


22 CASSIRER, E (1956). op. cit. Pág. 61
diverso de la intuición en una unidad objetiva, lo que es fundamental para la física. Con
respecto a esto, sostiene Cassirer en el segundo tomo del Problema del conocimiento: “La
causa no significa para nosotros una coacción metafísica, una potencia misteriosa contenida
en el interior de las cosas mismas, sino solamente un principio lógico puro por virtud del cual
asignamos a los fenómenos concretos su lugar objetivo en el tiempo. Es, por tanto,
simplemente un medio discursivo para ordenar lo múltiple de la intuición [...] 23” (destacado
en el original).

El principio causal en tanto función pura es lo que permite, por lo tanto, llevar a cabo
la síntesis de lo diverso o de ‘lo dado’ en la intuición en una unidad para el entendimiento,
síntesis que, como dijimos en un comienzo, según Cassirer, es el verdadero fruto de la
filosofía crítica. De este modo, queda de manifiesto la interdepencia de las funciones puras
del entendimiento con la materia de la sensibilidad, lo general con lo particular, o el sujeto
con el objeto.

El reducir lo múltiple de la intuición a principios formales simples es, asimismo, la


tarea fundamental e inacabable de la física. Mediante dichos principios, esta ciencia de la
naturaleza es capaz de sintetizar un múltiple sensible en una unidad formal, objetiva y
consistente. Esto mismo es expresado por Albert Einstein, quien, con la ocasión del
sexuagésimo aniversario de Max Planck pronunció las siguientes palabras, citadas por
Cassirer: “Con cada nuevo descubrimiento importante, el científico encuentra excedidas sus
expectativas, en tanto que las leyes fundamentales, bajo la presión de la experiencia, se
vuelven cada vez más simplificadas. Con asombro, el físico contempla el caos aparente
adecuándose en un orden sublime24”.

23 CASSIRER, E (1986). op. cit. Pág. 712.


24 CASSIRER, E (1956). op. cit. Pág. 67.
Referencias bibliográficas

● CASSIRER, ERNST (1956). Determinism and Indeterminism in Modern Physics.


Historical and Systematic Studies of the Problem of Causality. Londres. Cambridge
University Press. Traducción inglesa de O. Theodor Benfey.

● CASSIRER, ERNST (1986) El problema del conocimiento en la filosofía y en la


ciencia modernas. Tomo II. México. Fondo de Cultura Económica. Traducción de
Wenceslao Roces.

● KANT, IMMANUEL (2002) Crítica de la razón pura. México. Editorial Taurus.


Traducción de Pedro Ribas.

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